"Desde enero de 2019, la política de EE.UU. hacia Venezuela se ha centrado en la destitución de [el presidente Nicolás] Maduro. Los Estados Unidos han abogado por un gobierno de transición para facilitar el retorno a la democracia", escribe el becario del Consejo de Relaciones Exteriores para América Latina, Paul J. Angelo, en un nuevo informe especial del Consejo, El día después en Venezuela: Entregando Seguridad y Dispensando Justicia. "El mejor escenario posible, y uno que Estados Unidos respalda en su 'Marco de Transición Democrática para Venezuela', sería un gobierno provisional que reemplace a Maduro y supervise la transición hacia nuevas elecciones presidenciales y legislativas".
Angelo sostiene que los actores internacionales no han planeado lo suficiente para estabilizar el ambiente de seguridad y fomentar la justicia transicional en una Venezuela post-Maduro. "Establecer rápidamente el orden público y restablecer el estado de derecho sería crucial para que el apoyo [de EE.UU.] sea efectivo. Y sólo después de que haya revivido las instituciones para ofrecer seguridad y justicia de manera creíble, Venezuela podrá restaurar la gobernabilidad democrática", explica Angelo.
"En el período inmediatamente posterior a la partida de Maduro podría haber conflictos entre facciones armadas, coaliciones políticas inestables, incentivos para la corrupción y la delincuencia, una respuesta internacional dividida y una salida de migrantes y refugiados", advierte.
"Los encargados de la formulación de políticas de los Estados Unidos tendrían que anticiparse a las consecuencias de una transición, incluso en las condiciones más propicias, y determinar las oportunidades para garantizar que el contexto de la transición propicie el restablecimiento de la democracia", escribe.
Entre ellas figuran:
"Los Estados Unidos deberían centrarse primero en actividades destinadas a crear confianza con las autoridades y el pueblo venezolano. Las autoridades estadounidenses deberían condicionar su apoyo al compromiso del gobierno de transición con una transición democrática y con el alivio del sufrimiento humanitario, buscando al mismo tiempo puntos de entrada que generen buena voluntad y creen oportunidades para una participación más profunda de los Estados Unidos en la reconstrucción del país".
"Además de trabajar a través de las Naciones Unidas y [la Organización de Estados Americanos], el gobierno de los Estados Unidos debería negociar con los potenciales saboteadores de la transición fuera de Venezuela", incluyendo China, Cuba y Rusia.
"El gobierno de EE.UU. debería usar sus relaciones con otros gobiernos del hemisferio y de Europa que han mantenido relaciones menos hostiles con Maduro para asegurar que la asistencia internacional tenga una marca multilateral".
"Maduro dejará un legado de opresión, ruina económica y una furiosa inseguridad", advierte Angelo. "Que la Venezuela post-Maduro se convierta en anarquía y conflicto, como Afganistán, o que siga el camino de la democracia plena, como Chile, dependerá de cómo las autoridades venezolanas y sus socios internacionales manejen la transición en sus primeros días".
Becario de estudios sobre América Latina
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