Contaba mi mamá que, de pequeño −tendría unos tres años−, había sido “arrollado” por un “carro de vacas”, en Asturias, y supuestamente pateado por ellas.
El clima de Caracas fue otra gran novedad. En esa época aun no entendía eso del “valle” a mil metros de altura y menos aún lo de la zona de clima tropical de sabana, con influencias subtropicales de tierras altas, etc.;
Llegué a Venezuela en 1956, como parte de aquella oleada, ya tardía, de la posguerra civil española que emigró a América, huyendo de las penurias, el hambre y las persecuciones políticas del sanguinario franquismo.
¿Qué es lo que motiva a un ser humano a involucrarse en resolver los problemas de los demás? ¿Qué lo lleva a tomar iniciativas sociales o políticas en ese sentido?
El populismo no es, nunca y bajo ninguna circunstancia, justificable. Sin embargo, muchos se limitan a calificarlo o denostarlo sin analizar a fondo el significado de algunas de sus propuestas.
La gente estaba pensando más en cómo convertir eso en acciones efectivas y votos, que en estar acompañando aventuras mediáticas y demostraciones de fuerza y capacidad de movilización.
Cuando, por la razón que sea, no podemos hablar o escribir nuestras reflexiones sobre el presente, nos queda el recurso de escudriñar y escuchar las voces del pasado.