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Opinión

Laureano Márquez

Querido Nano:

A todos nos llega la hora de volver la vista atrás y ver la senda que no se ha de volver a pisar. Tu despedida nos llena de nostalgia, son muchos años de poética amistad y decir amigo se me figura, que decir amigo es decir ternura.

Dicen que vivir es llenar la vida de recuerdos y de tu largo transitar de juglar tenemos tantos, y bien sabes tú que los recuerdos, desnudos de adornos, limpios de nostalgias, cuando solo queda la memoria pura, el olor sin rostro, el color sin nombre, sin encarnadura, son el esqueleto sobre el que construimos todo lo que somos, aquello que fuimos y lo que quisimos y no pudo ser.

Cuántos sueños compartidos contigo a lo largo de tantos años, con tus canciones animando nuestra esperanza de un mundo diferente. Una esperanza que permanece intacta, porque para la libertad aún sangro, lucho, pervivo.

Tu voz cantó anhelos que nos hicieron mejores personas. ¡Ay! Utopía, cabalgadura, que nos vuelve gigantes en miniatura.

Me refiero a aquellas pequeñas cosas que uno se cree que las mató el tiempo y la ausencia, pero su tren vendió boletos de ida y vuelta.

Esas historias personales que pasaron en tu compañía, que como un ladrón nos acechan detrás de la puerta y que, a veces, encontramos en un rincón, en un papel o en un cajón, haciéndonos llorar cuando nadie nos ve.

Celebramos tus andares con emoción, sabemos bien que de vez en cuando la vida afina con el pincel: se nos eriza la piel y faltan palabras para nombrar lo que ofrece a los que saben usarla. Nos pasa contigo.

Por estos rincones lejanos del mundo, se te aprecia, a ti que nunca te conformaste con un solo cielo, porque sabías que existía toda una América del otro lado del mar.

Aquí abajo, cada uno en su escondite hay hombres y mujeres que saben a qué asirse aprovechando el sol y también los eclipses apartando lo inútil y usando lo que sirve.

Con su fe veterana el Sur también existe. Aunque las más de las veces, la gente tierna viva con ganas de escapar, que esta tierra está enferma, y ya no esperamos mañana lo que no se nos dio ayer, que muchas veces no hay nada que hacer sino coger el arreo y seguir el camino del pueblo hebreo.

Porque sabemos que todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar, tu despedida es también un poco la nuestra. Es hermoso partir sin decir adiós, serena la mirada, firme la voz. Se nos ha pasado todo tan pronto, que parece que fue ayer cuando nos esperaba un gato peludo, funámbulo y necio a la vuelta del colegio. Se nos ha ido la vida, esa que algunas veces toma con uno café, haciendo caminos, caminos sobre la mar.

Es tiempo de agradecerte a ti, que nunca perseguiste la gloria ni dejar en la memoria de los hombres tu canción y has conseguido ambas cosas.

Gracias Joan Manuel, disfruta de tu gira de despedida, que en la vida todo es ir a lo que el tiempo deshace. Con esta despedida nos dejas como Penélope, sentados en el andén, con los ojos llenitos de ayer, pero qué le vamos a hacer si tú naciste en el Mediterráneo.

 2 min


Carlos Raúl Hernández

Mareos en la segunda vuelta. Después de la primera ronda en Colombia (Gustavo Petro, 43%, Rodolfo Hernández, 28%) estamos ante una guerra de encuestas, varias con algo en común: final de fotografía para el ballotage. Como suele ocurrir, los revolucionarios plantean esto como una refundación de Colombia, un renacimiento histórico, y la salida de una terrible “opresión” y “esclavitud”. Cada vez que se presenta un cambio electoral importante, viene con él la alocución apocalíptica. “Nace una nueva era”, “no es una era de cambios sino un cambio de era” dijo el expresidente Correa, hoy con destino incierto; “crisis de un sistema de dominación” y demás gotas de rocío marxistas, porque para Marx todo lo acontecido antes del socialismo “era la prehistoria de la Humanidad”. El discurso sobre la desigualdad, la injusticia social, los “privilegios” y demás pamplinas propagandísticas ad hoc, que los salvadores exasperarán ¿Es eso lo que ocurrió en Colombia? Desde el año 2000 el país crece a una tasa importantísima, con la conversión del campesinado en clases medias, empleo formal, modernización acelerada del país y PIB disparado en el orden de 90%, una cifra extraordinaria.

Algo parecido ocurrió en varios países de la región, como Chile y Perú, a los que quieren sacarlos también de la “prehistoria de la humanidad”. Por el contrario, Colombia se anota veinte años de éxitos, desde ser un país simplemente atrasado y premoderno, en el que te arrancaban de la muñeca hasta un reloj de plástico en la Plaza de Bolívar de Bogotá. Envidiable crecimiento económico, mejora de los ingresos, bajo desempleo y baja inflación, con miles de nuevos kms. de vialidad, acueductos, cloacas, cableado eléctrico, teléfonos, internet, etc. Lejos del infierno económico que inventa la izquierda, Colombia más bien, desde las reformas de Álvaro Uribe (2002-2010) se mantuvo en crecimiento permanente, baja inflación (apenas 1.6% en 2020) y desempleo moderado. Expulsó las FARC a las fronteras y luego Juan Manuel Santos las incorporó al proceso democrático. La idea colectiva de que el país se dirigía a la paz gracias a la excelente gestión de sus presidentes, el último de ellos Santos, es envión definitivo para que Iván Duque gane las elecciones de 2018 con 53% de los votos, pero él se encarga rápido de acabar la sanación.

Lo que determina resultados electorales, no son los malestares (ni bienestares) sociales o económicos, sino su manejo político, destreza, jefatura y sentido táctico-estratégico para moderar peligros del sistema, cobrar sus éxitos, y asombra el genio de Duque para exacerbar los problemas y auto desestabilizarse. Él era la continuidad del sistema político, porque tanto el presidente que llega, como el anterior eran “hijos” de Uribe, aunque Santos se había desmarcado de los errores uribistas. La izquierda marca récord histórico con 43% de Gustavo Petro, dentro de la estabilidad pluralista y nadie hablaba de matarlo. Ya Presidente electo, Duque anuncia revisar los acuerdos de paz y la persecución de Iván Márquez y Jesús Santrich, lo que pone en ascuas de nuevo a guerrilleros y exguerrilleros pacificados. De un clima optimista, Duque hizo en cuatro años una olla de presión, enguerrilla de nuevo a la izquierda pacificada, y polariza a la sociedad entre uribismo y petrismo. “Mano dura” fue su promesa y mano dura recibe. (Me hace pensar qué hubiera pasado en Venezuela, si los amigos locales de Duque hubieran llegado al poder).

Se hace el suizo y deja que masacren a la FARC que entregó las armas, permite que los paramilitares asesinen sistemáticamente a los pacificados, conocidos como “dirigentes sociales”. 36 masacres con 151 muertes en 2019, y 76 con 292 muertes en 2020. El clima sanguinario y de pánico fortalece al ELN, rearma expacificados, y proliferan nuevas pandillas narcoterroristas. Durante 2021, 96 masacres cobran 338 víctimas. En los primeros meses de 2022 se reportan 44 masacres con 158 muertes. En total, cerca de 1400 muertes de “pacificados” durante la gestión de Duque, cuya base política se encoge hasta que no pudo siquiera aspirar a la reelección, y un espectro, desde demócratas hasta guerrilleros, se desplaza hacia Petro, eje de una gran alianza de izquierda y no sabemos qué traería a Colombia. Las variables positivas de la economía parpadearon momentáneamente en la pandemia. Ni Petro ni Hernández dan para confiar en el futuro de nuestro país gemelo.

Hay razones para creer que detrás del primero podría estar el rostro de Morales, Ortega, Correa. O peor, que tenga un Giordani guardado, porque su supuesto comeflorismo puede eructar desgracias, ahora con la moda global del “crecimiento cero”, que me recuerda a la niña pre bachiller aquella, Greta, y a David Benatar un filósofo naturalmente en la ola de la posmodernidad, entusiasta de que la humanidad desaparezca para que crezcan las plantas y los animales. Hernández parece haber nacido para ser alcalde, si seguimos a Calderón de la Barca, quien parece acuña el término “alcaldada” como sinónimo de una decisión o discurso imbécil y arbitrario. Hasta hace poco los grandes patanes malhablados en el poder habían sido Castro, Videla y Pinochet. Ahora después de la etapa galáctica, hay competencia a ver quién lo es más.

@carlosraulher

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​José E. Rodríguez Rojas

En una segunda vuelta a realizarse en junio, los votantes escogerán entre un ex guerrillero y un populista Tiktok. Desechar a los titulares de los cargos públicos y todo lo que ellos representan se lleva a cabo con rabia en Latino América.

Perú lo hizo en junio el año pasado. Chile lo hizo en diciembre y Brasil es probable que lo haga en octubre. El 29 de mayo el turno le tocó a Colombia cuando los votantes escogieron los dos candidatos presidenciales que representaban el cambio en forma más clara. Gustavo Petro un ex guerrillero obtuvo el 40% de los votos y Rodolfo Hernández, quien era poco conocido unos meses atrás, pero entusiasmó a sus seguidores con sus diatribas en Tiktok, quién obtuvo el 28%. La segunda vuelta es el 29 de junio.

Colombia ha sido durante mucho tiempo una anomalía en Latino América, un continente donde los votantes tienen debilidad por los caudillos. Con la excepción de un breve periodo donde gobernó un hombre fuerte, Álvaro Uribe, presidente del 2002 al 2010, sus políticos tienden a ser moderados. Por décadas el extremismo de izquierda ha sido impopular, en la medida que los colombianos lo han relacionado con la FARC un grupo guerrillero marxista. Los gobiernos han mantenido fuertes lazos con Estados Unidos. Los inversores han fluido masivamente hacia Colombia.

El crecimiento ha sido robusto en los años recientes. El ingreso per cápita se elevó de 4.000 dólares en el 2000 a 6.400 dólares antes de la pandemia. Sin embargo la desigualdad es extrema. Pocos colombianos pagan impuestos. El descontento impulso protestas violentas en los años 2019 y 2022.

En gran medida debido al Covid 19, una población adicional de 2,8 millones de colombianos (de un total de 51 millones) cayó debajo del límite de pobreza estimado en 38 dólares mensuales en el 2020. Desde entonces la economía colombiana ha rebotado mas rápidamente que otros países en Latino América, con el PIB creciendo en un 10% el último año.

Pero un acuerdo de Paz con la FARC, en el 2016, fue pobremente implementado por Iván Duque, el presidente saliente, y partes del país son todavía presas de la violencia.

Ni Hernández ni Petro lucen capaces de abordar estos complejos temas. Ambos, cuando fueron alcaldes, tuvieron un desempeño gris. Cuando Petro gobernó la capital, Bogotá, tenía una reputación de mantener una relación conflictiva con su equipo de trabajo. Fue suspendido breve tiempo, por parte de la municipalidad, por un mal manejo de la toma de control de un servicio privado de recolección de basura.

El récord de Hernández es peor. Como alcalde de Bucaramanga fue suspendido tres veces: por abofetear a un colega; por llamar a un funcionario corrupto sin tener evidencias y por violar la ley electoral al hacer campaña por el sucesor seleccionado. Se graduó y desempeñó como ingeniero. Prometió construir 20.000 casas para los pobres; ninguna se materializó.

Petro ha moderado su tono recientemente pero sus políticas se mantienen radicales. Él quiere incrementar los aranceles, renegociar los acuerdos comerciales, y garantizar trabajos públicos para todos los desempleados cuya magnitud representa un 14 % de la fuerza de trabajo. También quiere finalizar la exploración de nuevas áreas de gas y petróleo, a pesar de que estos rubros representan más de la mitad del valor de las exportaciones.

Hernández también ha realizado grandes promesas y sus propuestas son pobres en realismo. Las mismas incluyen términos tan exóticos como “maldito Fracking”. También desea estimular el proteccionismo. Habla frecuentemente de corrupción y dice que tendrá una conferencia diaria de prensa donde expondrá con nombres y apellidos a los políticos corruptos. Al mismo tiempo que esto ocurre, está previsto que será procesado por corrupción en julio. El niega los cargos.

Colombia ha dado un salto hacia lo desconocido. Cualquiera de los dos candidatos podría desestabilizar a un país que estaba en la ruta hacia, por decir lo menos, un moderado éxito. Los colombianos no necesitan ir muy lejos para observar el daño que los demagogos pueden hacer. Desde el 2019 la extrema derecha ha destrozado a Brasil. La extrema izquierda ha arruinado a Venezuela. Si es electo Petro posiblemente acepte con mayor agrado que Hernández el chequeo y balance propio de una democracia. Pero cualquiera que gane, las instituciones colombianas tendrán que ponerle freno.

Nota: este escrito está basado en una traducción libre del artículo: The Economist. 2022. Colombia: into the unknown. Jun, 4th.

Profesor UCV

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Jesús Elorza G.

Esta es la historia sobre como el “Kid Nicolás” llegó a ser Campeón Honorario de la Asociación Mundial de Boxeo. En su juventud, este joven púgil estaba más concentrado en la música roquera de heavy metal y al mundo hippie. Combinaba el Rock and Roll con su militancia en la Liga Socialista, organización que decidió enviarlo becado a Cuba, para que cursara estudios en la escuela de formación de cuadros políticos “Ñico López” del Partido Comunista. Allí, bajo la tutela del preparador Fidel, incursionó en el mundo de los golpes y los contragolpes.

A su regreso al país, se incorpora como uno de los sparring de Hugo el “Arañero de Sabaneta” a quien acompaña como uno de sus asistentes en la esquina roja en sus memorables combates. Tuvo su debut en la pelea contra “Frijolito”. En la pelea contra Arias, a quien veía como un traidor por haber abandonado al equipo MBR 200, Nicolás entre round y round auxiliaba al Eterno limpiándole el protector bucal y aireándolo con el paño. Al ser declarado ganador irreversible por los jueces del CNE, el Kid entendió la importancia de controlar a los oficiales encargados de llevar la puntuación en los combates.

En los sucesivos combates, de su comandante “El Arañero”, Nicolás seguía estando presente en la esquina roja asistiendo y aupando a su camarada. Su imagen quedó grabada en el público, al verlo en forma continua en las peleas del Referéndum Constituyente, la pelea contra el Paro Petrolero el Referéndum Revocatorio, los comicios legislativos y el papel del MVR, la pelea contar Manuel.

Sim embargo, nada es perfecto en la vida y al Kid le toco saborear el amargo sabor de la derrota al ver perder al “Arañero de Sabaneta” en el Referéndum sobre la Reforma Constitucional. Pero fiel a su comandante, se hizo eco inmediato de calificar ese hecho, al igual que su ídolo, como “una victoria de mierda”. Al poco tiempo, la sonrisa volvió a su rostro al ganar por decisión irreversible los combates de la enmienda constitucional para la reelección indefinida y la victoria sobre Henríquez.

El “Arañero” en todo ese tiempo, vio en su asistente de la esquina roja a un muchacho con bastante futuro y más aún al saber que era uno de los protegidos por el campeón de todos los pesos revolucionarios el camarada Fidel y por eso no perdió tiempo en incorporarlo a una carrera política al imponerlo como candidato a Diputado en la Asamblea Constituyente (1998). A partir de ese momento, la carrera pugilística del Kid Nicolás se hizo a pasos agigantados:

-En enero del 2005 es elegido presidente de la Asamblea Nacional.

-A petición del “Arañero de Sabaneta” es designado Canciller de la Republica.

-En octubre de 2012 fue nombrado Vicepresidente ejecutivo.

-El 8 de diciembre de 2012 el arañero lo presenta como su sucesor monárquico a la presidencia de la república.

-En el combate electoral del 2013 “gana” las elecciones presidenciales según el anuncio irreversible del CNE convertido prácticamente en los eternos asistentes o cuerpo de jueces al servicio de la esquina roja.

Durante toda su carrera, bien como asistente o como boxeador, el Kid Nicolás estuvo siempre al lado de las políticas y acciones anticonstitucionales, represivas, autocráticas, nepoticas y corruptas del “Arañero de Sabaneta” y en su propia gestión lo que hizo y continúa haciendo es profundizar las mismas.

La acción de la AMB, de otorgarle el reconocimiento al Kid Nicolás como “Campeón Mundial Honorario” representa sin lugar a dudas un hecho vergonzoso de complicidad servil con un régimen ilegitimo y usurpador que a diario viola y atropella los derechos humanos de los ciudadanos. La violación permanente de los derechos laborales, la represión sangrienta de las protestas sociales, la inseguridad, el incontrolable alto costo de la vida, la pobreza crítica de amplios sectores poblacionales, la persecución a los trabajadores de la salud, la falta de una política de asistencia social, el deterioro de los centros hospitalarios, los salarios de hambre, la violación de la autonomía universitaria y la militarización del régimen son los antivalores que rodean a esta persona homenajeada. En consecuencia, el cinturón otorgado viene a representar los 23 rounds o años de golpes o coñazos que el Kid ha dado a los venezolanos.

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Luis A. Pacheco

Una radiografía didáctica y necesaria de lo que significa para el crudo venezolano una pieza clave de acceso al mercado más valioso de combustibles. “Hoy CITGO representa no solo el activo de PDVSA más importante fuera de Venezuela, sino que es lo único que resta de presencia en los mercados internacionales después del desmantelamiento de la estrategia de Internacionalización durante las dos últimas décadas, por razones que nunca fueron ni razonadas ni explicadas”. Y el autor ratifica: “CITGO pudiera jugar un rol determinante en la recuperación del parque refinador nacional, dando acceso a tecnología y manejo de proyectos”

El sistema de refinerías CITGO en los Estados Unidos (propiedad de PDVSA) se ha transformado, por una parte, en un objeto de deseo de los acreedores del Estado venezolano y PDVSA; y por la otra, en sujeto de controversia política entre los diferentes actores nacionales. El manejo interesado de los hechos, en un contexto de escaso conocimiento del entorno del negocio, hace de este un tema fácilmente manipulable.

Me propongo en este escrito, corto por necesidad, tratar de explicar ¿qué es CITGO?, ¿por qué fue y es importante? y darle al lector, si tengo éxito, una base para entender el negocio. Pero antes de hacer eso, haré un sucinto recuento de sus antecedentes. En la década de los años ‘80 del siglo XX, Petróleos de Venezuela, S.A. (PDVSA) diseñó y ejecutó una estrategia que se llegaría a conocer con el correr de los años como Internacionalización. Esta estrategia reconocía dos hechos fundamentales:

1. En primer lugar, el hecho histórico de que los países productores se veían limitados a su acceso al mercado al no tener una presencia con una cadena de valor integrada. Su falta de presencia significativa en el “aguas abajo” del negocio de los hidrocarburos los hacía rehenes de las multinacionales, que sí controlaban el mercado y que de esa manera obtenían un mayor beneficio del valor agregado de la manufactura. Además, esto les permitía a las compañías integradas (aguas abajo y aguas arriba) a mejor navegar la volatilidad del mercado.

2. En segundo lugar, el análisis del potencial de crecimiento de la capacidad de producción de Venezuela identificó que ese crecimiento estaría basado, en su mayoría, en sus recursos de crudos pesados y extrapesados, que era fácil vislumbrar sería complejo de colocar en el mercado abierto sin unos descuentos importantes, ya que el parque refinador internacional, en general, estaba diseñado para crudos más livianos y dulces.

Esto llevó, a los responsables de la industria petrolera de entonces, a tomar varias decisiones que resultaron fundamentales para los siguientes 30 años:

1. Cambios de patrón del parque de refinación nacional para poder procesar crudos más pesados y producir productos de mayor valor tanto para el mercado nacional como el internacional; este último además comenzaba a imponer especificaciones más estrictas por razones ambientales, algo que la empresa no podía soslayar.

2. La estrategia de internacionalización, que pretendía asegurar el acceso al mercado para las enormes reservas de crudo pesado adquiriendo capacidad de refinación existente y sistemas de distribución en los principales mercados. Con ello se buscaba integrar la actividad petrolera nacional del yacimiento hasta el consumidor final, más allá de la capacidad de refinación del país. Es importante anotar, que adquirir capacidad de refinación y modificarla para nuestros crudos resultaba menos costoso que construir nuevas refinerías o vender el crudo a descuento en esos mercados.

3 La estrategia de “Apertura”, ya en la década de los años ‘90, es otra de esas decisiones fundamentales, pero que por ahora soslayaremos en este análisis.

Así las cosas, la implantación de la estrategia de internacionalización avanzó exitosamente en la última parte del siglo XX, y para el año 1999 PDVSA tenía presencia en Estados Unidos, Alemania, Suecia, Reino Unido, Curazao y comenzaba su penetración de mercados finales en Centroamérica, el Caribe y Suramérica. PDVSA llegó a controlar una capacidad de refinación de alrededor de 3 millones 300 mil barriles diarios, de los cuales 2 millones de barriles correspondían a operaciones internacionales, lo que hacían de la estatal petrolera un actor importante en el mercado de productos refinados de alto valor. Es importante anotar, que esta estrategia ha sido replicada por otros países productores: Arabia Saudita, Kuwait y México, entre otros.

¿Qué es CITGO?

CITGO es una compañía norteamericana de refinación, distribución y mercadeo, con base legal en el estado de Delaware, con oficina principal en la ciudad de Houston, Texas, y con más de 100 años de historia, que no pretenderé resumir aquí. Baste decir que PDVSA, en su estrategia de internacionalización, adquiere el 50% de sus acciones en 1986 y se convierte en dueño del 100% en 1990, y pasa a ser la cabeza de playa de lo que fue un complejo de 8 refinerías. Hoy día, CITGO representa no solo el activo de PDVSA más importante fuera de Venezuela, sino que es lo único que resta de presencia en los mercados internacionales después del desmantelamiento de la estrategia de Internacionalización durante las dos últimas décadas, por razones que nunca fueron ni razonadas ni explicadas.

De una manera resumida, CITGO es hoy dueña y operadora de tres refinerías, en Texas (Corpus Christi), Luisiana (Lake Charles) e Illinois (Lemont), con una capacidad combinada de destilación primaria (que es como se expresa la capacidad de una refinería) de 769 mil barriles diarios. A eso se le debe sumar una red de oleoductos, poliductos y terminales, y plantas de mezclas de lubricantes a lo largo y ancho de los EE.UU.1 Sus productos son distribuidos y vendidos a través de varios canales incluyendo ventas a mayoristas con distintas marcas, ventas a una red de aproximadamente 4.400 estaciones de servicio de propiedad privada abanderadas con la marca CITGO, También realiza exportaciones a Latinoamérica y el Caribe, y ventas al mercado ocasional americano.

El negocio de la refinación

A riesgo de ser muy simplistas, desde el siglo XIX, con el advenimiento primero de las lámparas de querosén y luego del motor de combustión interna, los procesos de refinación se convirtieron en la base tecnológica del valor del petróleo: a más sofisticado el proceso, mayor la calidad, mayores las inversiones requeridas y, por tanto, mayor el valor de los productos refinados – el petróleo en su estado natural tiene poca utilidad.

Si asumimos una refinería como una fábrica, el petróleo crudo sería la materia prima y los combustibles, lubricantes y otros productos serían los productos manufacturados. La manera como la industria mide el valor creado es con los llamados “Cracks Spreads”: la diferencia entre el precio de un barril de petróleo y el precio de los productos refinados de ese barril. Si el valor de mercado de esos productos es mayor que el valor de crudo más el costo de refinarlo, podemos postular que el proceso está agregando valor: margen neto de refinación positivo.

La historia terminaría ahí si no fuera porque de ese margen, que se mide en dólares/barril procesado, también hay que pagar inversiones, mantenimientos, impuestos, intereses, etc. Todo esto en un ambiente, que a lo mejor el lector no necesita que lo subraye, de extrema volatilidad del precio del crudo y de los productos refinados. Claro está, en cualquier análisis habría que incluir variables exógenas como los fenómenos naturales: huracanes, tormentas de invierno, etc.; así como los actos de Estado: regulaciones, embargos, entre otros. Eso hace de la refinación un negocio cíclico: meses/años de alta rentabilidad y otros no tanto. Por ejemplo, si el precio del crudo se incrementa y los productos de refinación no experimentan incrementos acordes, los márgenes de refinación se verán mermados -lo contrario también puede ocurrir, produciendo ganancias extraordinarias.

Solo como muestra, el año 2020 fue un año totalmente atípico para el negocio de refinación en general y para CITGO en particular. La pandemia tuvo dos efectos negativos importante: por una parte, una destrucción de la demanda en los combustibles (gasolina, diésel, combustible de aviación, etc.) que redundó en que CITGO procesara un 20% menos en comparación con el año 2019; y por otro parte, un colapso de los precios de esos combustibles. Como resultado, los márgenes de la industria experimentaron caídas de más del 50% respecto al 2019. Como si fuera poco, el 2020 estableció un récord con el mayor número de tormentas, y los huracanes Laura y Delta afectaron la operación de las refinerías en el Golfo de México.

No es de extrañar entonces, que en el año 2020 CITGO reportara una pérdida operacional y contable significativa, la primera de los últimos cinco años, incluyendo el 2021 (donde se empezó a experimentar una recuperación); a pesar de que las operaciones también se vieron afectadas por el fenómeno invernal Uri, en el primer trimestre de dicho año. En lo que va del 2022, los resultados han sido beneficiados por un mercado petrolero significativamente más positivo que en los cinco años anteriores.

CITGO hoy

La cartilla anterior, primitiva, pero espero que útil, es un preámbulo para analizar los resultados financieros que CITGO ha presentado para el primer trimestre de 2022 en la esperanza de poder auscultar y tener una idea más educada de su salud operacional y financiera en el contexto de su larga historia. Así como el mercado quita, el mercado da. Durante la segunda mitad de 2021 y lo que va de 2022, la industria de la refinación se ha visto beneficiada por tres elementos que es importante anotar:

1. La recuperación de la economía mundial y con ella la recuperación de la demanda, sobre todo los combustibles de alto valor: gasolinas, diésel y combustibles de aviación.

2. La pandemia desincentivó inversiones en el sector de aguas arriba/aguas abajo del sector de hidrocarburos, con el resultado que la industria no pudo responder, del lado del suministro, a la recuperación rápida de la demanda cuando la economía se reactiva. Si a esto se le suma la crisis energética en Europa y otros lugares, generada entre otras cosas por las ineficaces políticas de transición energética, tenemos como resultado el aumento rápido en los precios del gas natural, crudo y combustibles que se ha experimentado en los últimos meses.

3. Y como si eso fuera poco, Rusia, uno de los mayores productores de petróleo y gas, decidió invadir a Ucrania, impactando negativamente el balance demanda/suministro y poniendo una presión aún mayor a los precios de la energía.

Ahora bien, para un negocio como CITGO esto tiene efectos negativos y positivos. Por un lado, se incrementan sus egresos al aumentar el costo de sus insumos –crudo, gas natural, energía-; pero, por el otro, se incrementan sus ingresos al beneficiarse de la situación de los precios de sus productos. El balance de estos factores determina en gran medida sus resultados.

Pero CITGO, o cualquier otro refinador, no es solo un barco a la deriva en el mercado. La utilización efectiva de sus plantas; la excelencia operacional; el manejo de la inteligencia de mercado; el manejo de sus proveedores, que en el caso de CITGO es una de las mayores complejidades al ser esta compañía sujeta de sanciones; el manejo de su deuda, son algunas de las herramientas que le permiten a su gerencia y cuerpo técnico navegar las tormentas o, como en este caso, los vientos a favor.

Así las cosas, veamos algunos de los resultados reportados para el primer trimestre de 2022 en contexto:

2019

2020

2021

I Trim. 2022

Crudo Procesado MBD

688

554

671

731

Utilización %

89%

72%

87%

95%

WTI $/bbl

57.02

39.53

67.97

94.45

Margen de refinación promedio, $/bbl 2

10.63

5.00

10.06

16.53

Ingresos Netos MM$

246

-667

-160

245

Aunque los resultados citados son una visión simplificada, es evidente el impacto del mercado (precios) y de la variable operacional (% de utilización de las refinerías). El 2020 es un clásico ejemplo de condiciones adversas de mercado y utilización. El I Trimestre de 2022 un ejemplo de lo opuesto, buenos precios y utilización cerca de lo óptimo de las refinerías (mercado y gestión). Es importante advertir que el ingreso neto aquí mostrado es el resultado de sustraerle a los márgenes netos de refinación y mercadeo de productos, los gastos corporativos y financieros, y los impuestos correspondientes para cada periodo.

Un lector avisado se preguntaría: ¿Cómo es que la compañía, como en el 2020, teniendo ingresos netos negativos, sortea la situación? La respuesta más sencilla es que algo debe compensar este déficit: efectivo que exista en caja de períodos anteriores, financiamiento, contribución del accionista, monetización de activos o una combinación de los anteriores. En el caso de CITGO ha sido una combinación del efectivo acumulado en caja, monetización de inventarios y financiamiento complementario.

Lo anterior subraya la importancia que para una compañía de refinación tiene mantener tanto una posición de caja sana como acceso a crédito; esto último sigue siendo uno de los retos más complejos para la gestión de CITGO desde 2019. Hay que apuntar que CITGO es una filial de un ente sancionado (PDVSA), operando bajo licencia de la OFAC(Departamento del Tesoro de los EE.UU.), y propiedad de un Estado que está en “default” de la mayoría de su deuda, lo que hace complejo conseguir líneas de crédito con la banca y con los proveedores de crudo.

¿Por qué es CITGO importante?

Como ya mencionamos, la discusión sobre la internacionalización ha sido politizada, no solo en los tiempos del chavismo, sino desde su origen; las críticas siempre han sido feroces. No es de sorprender entonces que la política petrolera de los últimos veinte años haya resultado en el desmantelamiento de los activos en el exterior. Cualquier decisión empresarial debe estar sujeta a revisión periódica de su desempeño y pertinencia en el tiempo, la internacionalización no es una excepción. Infortunadamente, PDVSA nunca ha explicado, en estas dos décadas, porqué vendió los activos y cuál fue el uso alterno que le dio a los recursos.

También, en paralelo, PDVSA hizo compromisos para inversiones en refinerías en países “amigos”: Ecuador, Brasil, Aruba, Nicaragua, República Dominicana, Cuba, Jamaica, entre otras. Demás está decir que de eso no quedó nada útil ni para PDVSA ni para la Nación.

Como es bien sabido, CITGO está asediada por acreedores tanto de PDVSA como del Estado venezolano, y sobrevive como propiedad de Venezuela gracias a la protección legal que el gobierno norteamericano le brinda. ¿Pero vale la pena pelear por ella?, ¿o cómo piensan algunos, para estar colgando es mejor caer? Más allá de su valor simbólico para la oposición venezolana, que es un tema aparte, analicemos brevemente el componente empresarial.

Como ya dijimos CITGO era la pieza angular de la estrategia para colocar en el mercado norteamericano la creciente producción de crudo pesado de Venezuela. Sin embargo, aún antes de las sanciones impuestas en 2019, PDVSA venía reduciendo sus exportaciones de crudo pesado y hoy CITGO ha aprendido a operar con otros crudos. Sin duda, un cambio en las condiciones haría de CITGO un destino natural para parte de las exportaciones desde Venezuela. Algunos pudieran argumentar que eso es posible aún estando CITGO en otras manos, y teniendo una relación comercial con ellos.

Sin embargo, eso es en nuestra opinión una visión limitada. En primer lugar, dado el deterioro del parque refinador en Venezuela, la crónica escasez de combustible y el estado financiero de PDVSA, CITGO se presentaría como un actor importante en un escenario de recuperación política y económica del país. Sería la manera más expedita para Venezuela de acceder al mercado y traer combustibles al país: gasolina, diésel, jet-fuel y nafta para diluir crudos pesados, probablemente en intercambio por crudos venezolanos. Además, CITGO pudiera jugar un rol determinante en la recuperación del parque refinador nacional, dando acceso a tecnología y manejo de proyectos.

En el mediano plazo, uno puede argumentar que las políticas globales de transición energética harán cada día más difícil colocar los crudos venezolanos en el mercado, tanto por razones ambientales como por reducción de la capacidad de refinación. En ese escenario, CITGO es una pieza clave de acceso al mercado más importante de combustibles, asegurando colocación de volúmenes y promoviendo la industria en diversos escenarios.

Claro está, lo anterior es válido en un modelo donde PDVSA se recupera, que hoy luce improbable. La mayoría de las propuestas que circulan para una nueva industria de hidrocarburos postulan la participación del capital privado en toda la cadena de valor y CITGO sería un activo atractivo para los inversionistas, quizá mucho más que las refinerías nacionales. Sin embargo, si al final las batallas legales con los acreedores se pierden, y hay que usar a CITGO como elemento de negociación de parte de la deuda, hoy ella vale muchísimo más de lo que valía en 2019/2020. Solo por ello, la difícil tarea de salvaguardar CITGO, hasta que se den las condiciones políticas y financieras para tomar una decisión razonada, habrá valido la pena.

26 de mayo 2022

La Gran Aldea

https://www.lagranaldea.com/2022/05/26/citgo-detras-de-la-cortina/?utm_source=newsletter&utm_medium=email

 13 min


Ismael Pérez Vigil

La estrategia opositora, en lo inmediato, supone dos cosas: Lograr un proceso de negociación con el régimen y preparar una estrategia de campaña electoral.

Aun cuando para nadie es un secreto, como señalé en mi artículo de la semana pasada, las dificultades que enfrenta la negociación −sobre todo porque la fortaleza opositora se basa en el apoyo internacional, pero sin una fuerza interna muy firme que obligue al gobierno a aceptar sus términos de negociación−, la posibilidad se reabrió y es una oportunidad que se debe aprovechar.

La negociación con el régimen es, por tanto, el contexto político en el cual hay que evaluar las tareas que tiene por delante la oposición democrática, ante la inminente elección presidencial del 2024, o antes; así como me concentré en mi artículo anterior en la “negociación”, me propongo ahora evaluar las tareas de la oposición frente a su actual situación y el tema electoral.

Las grandes tareas opositoras

La tarea primordial es desarrollar la oposición; una oposición vigorosa, que sirva de referencia a los aliados internacionales, que sea advertencia a quienes internamente apoyan por la fuerza un régimen en decadencia, condenado a desaparecer, cuanto antes mejor; y que sea factor de aglutinación para la resistencia opositora interna. El “cómo” hacer eso, es el problema.

No hace falta que las encuestas nos confirmen el rechazo del país al actual régimen; lo sabemos por los resultados electorales pasados y por las protestas diarias por los más variados temas. Lo importante es como amalgamar todo ese malestar para que se produzca el resultado deseado y para ello lo primero, la decisión primigenia y fundamental es la de participar en los procesos electorales; que parece que es un objetivo ya logrado. Sea que se tome la posición de los que dicen que “siempre ha habido fraude” y por eso “no vale la pena participar en los procesos electorales”; o sea que, como afortunadamente ha ocurrido, se vaya a participar, el resultado es el mismo, somos la mayoría del país y por lo tanto, ya que vamos a participar, debemos prepararnos para ganar, lo que no es una tarea trivial ni exenta de enormes dificultades.

La unidad opositora en torno a la selección del candidato, por el método más democrático y de mayor consenso y aceptación posible no es el único problema, ni siquiera el más importante. En otras ocasiones he mencionado que el éxito electoral se basa en un trio de factores que comprende: un candidato, un programa de gobierno y la narrativa para llevar adelante un mensaje. Los tres, candidato, programa y mensaje, son factores que deben cautivar y entusiasmar a una población hastiada de la política y sometida durante dos décadas a un intenso bombardeo en contra de la democracia y el valor del voto.

A ese respecto, lo que menos me preocupa es el tema de la “unidad”, pues no tengo la menor duda que al final los partidos, sus líderes, se pondrán de acuerdo para seleccionar, por algún método de primarias, como ya han dicho, un candidato unitario; y si no lo logran, tampoco importa, pues el pueblo “construirá” con su voto, esa opción unitaria, como lo ha hecho desde 1998, en contra de este régimen de oprobio; y desde mucho antes, durante el periodo democrático, que llegó a polarizarse entre dos opciones, AD y Copei, con más del 91% de los votos.

En síntesis, desde luego necesitamos ese candidato unitario, pero además necesitamos que se diseñe una campaña proselitista opositora, que recorra el país con una estrategia apoyada en propuestas sólidas para resolver los problemas que nos aquejan, con un discurso, una narrativa, que motive a la población y un programa de consenso a desarrollar como gobierno; todo ello debe ser el producto de una alianza política y social mucho más amplia que la que pueden y deben aportar los partidos −exhaustos como están y sobrepasados por las expectativas populares−, para ejecutar las transformaciones necesarias. Soslayado el tema de la “unidad”, partiendo de la base que programas y planes tenemos suficientes, nos queda el mensaje, la narrativa, a lo que me referiré en otra oportunidad; por tanto, me concentraré hoy en otros problemas, igualmente reales.

Los problemas reales

Dos son las tareas primordiales; una, lo ya dicho: llegar cuanto antes a un proceso de negociación que ponga al régimen nuevamente en el centro de la atención internacional y a la oposición democrática como la referencia de cambio; y dos, aunque son muchas las tareas pendientes para fortalecer a la oposición, no podemos obviar la importancia de prepararnos para la actividad inmediata, ineludible, que tenemos a la vuelta de la esquina, que son unas elecciones presidenciales, que inexorablemente se llevarán a cabo, si no hay cambios, en el 2024, pero que sabemos que el régimen que controla todos los poderes y la FFAA, las puede mover, atrasar o adelantar, a su conveniencia. Por eso, estar preparados es urgente.

En ese sentido, tarea inmediata es enfrentar el tema electoral, para ganar −que es el objetivo− y eso implica encarar algunos de los problemas prácticos, reales, como son:

– Uno, como enfrentar, romper y captar una parte de esa masa indiferente, de más del 30% del país, que desde 1998 no se acerca a los centros electorales, no importa quien sea el candidato o cómo haya sido seleccionado ni de qué proceso electoral se trate. Esa masa indiferente de la política, probablemente con algunas razones válidas, se constituye en un peso muerto del cual debemos rescatar algo. Clave aquí es el mensaje, la narrativa, que ya dije que será tema para otro día.

– Dos, cómo recobramos ese 20%, 25%, o más, de abstención electoral, adicional, que se sumó a la política abstencionista en los últimos procesos electorales, desde 2017, y que, al no tener una política consciente, simplemente se confunde con la masa indiferente abstencionista, sin propósito, ni fin, como no sea el hastío.

– Tres −y aquí me extiendo algo− cómo rescatamos el mayor caudal posible de esos casi tres millones y medio de votos que están en el exterior; cuánto de esa fuerza dispersa podremos lograr que cambie de domicilio en el Registro Electoral (RE) y vote. Y esa no es una dificultad menor, sobre cuyas opciones debemos tener claridad, pues sin duda será uno de los temas arduos de cualquier negociación con el régimen, que sabe que ese caudal de votos está en su contra y ya algunos de sus voceros han declarado al respecto, como por ejemplo una magistrada del TSJ que ha dicho que: “… el voto no forma parte del estatuto personal del individuo y por tanto no es obligatorio garantizarlo fuera del país… no siendo obligatorio el voto, sino facultativo ¿por qué hay que facilitarlo en el exterior?” (Carmen Zuleta de Merchan, Twitter, 31/05/2022). Actualmente hay solo 108 mil inscritos para votar en el exterior, que con las normas actuales no tienen prácticamente dónde hacerlo, pues la mayoría de los consulados en España, Colombia y EEUU, además de otros países suramericanos, están cerrados y no hay interés en reabrirlos, para que los emigrantes se puedan inscribir en el RE y mucho menos para votar. Lograr eso, lograr el presupuesto y la voluntad para hacerlo, será una de las partes más arduas de la negociación con el régimen y al respecto, no debemos tener muchas esperanzas. Necesario es, entonces, romper el paradigma del voto presencial en el exterior, que los votantes allá lo hagan en las mismas condiciones que el votante que está en Venezuela; preciso es luchar por lograr el voto electrónico, a distancia, o como se quiera llamar, como he planteado en otra oportunidad, y que no es una tarea fácil pues implica modificar leyes, reglamentos, disponer de presupuesto para instalar centros y mesas de votación, etc. lo que supone, obviamente, un acuerdo político con el régimen. El voto en el exterior hay que afrontarlo con una idea en mente: cualquier número de inscritos por encima de 108 mil, será ganancia para la oposición.

– Cuatro, cómo captar la mayoría del millón y medio o más de venezolanos que están en Venezuela, en edad de votar y que no se han podido inscribir en el RE; cómo lograremos que se incorporen al RE, antes del 2024. Esa es una tarea más a la mano y más factible de lograr, con organización y presión interna.

– Cinco, cómo fortalecemos esos partidos que han sido despojados por el régimen de sus nombres, colores, sedes, directivas y líderes y han sido entregados a grupos usurpadores, que han aceptado ese ignominioso papel; cómo hacer para contribuir a ese rescate y, por supuesto, para que se incorporen activamente a apoyar en la campaña electoral.

– Seis, cómo nos organizamos para cubrir el ciento por ciento de las mesas y quedarnos hasta el final de las auditorias, para evitar que se roben los votos, los falseen o no los cuenten, en aquellos centros que en el pasado no logramos cubrir.

– Siete, cómo nos organizamos para defender los resultados y que haremos en el caso que no los quieran reconocer.

Los anteriores “cómo” son algunos de los problemas reales que hay que encarar, que desde luego no son para que los ventilemos por redes sociales, pero sí debemos esperar que se van a considerar a fondo en los apropiados niveles políticos.

Conclusión

Como ya dije, no son las anteriores las únicas tareas a desarrollar para fortalecer a la oposición, pero son de las que de manera inmediata nos debemos ocupar para llegar a un proceso electoral presidencial en mejores condiciones que en el pasado, para obtener una victoria en el mismo. ¿Nos garantiza eso que el régimen reconocerá el triunfo y entregará el poder? Si somos sinceros, no lo sabemos pues nunca los hemos derrotado en una elección presidencial. No es lo mismo arrebatar o desconocer un concejal, una alcaldía, una gobernación, incluso la Asamblea Nacional, que arrebatar una elección presidencial en donde se juega el centro del poder. Pero en todo caso, ese es el esfuerzo a realizar, una vez que se ha decidido participar en el proceso electoral y asumiendo, como todos lo hacemos −incluidos los que adversan la participación electoral− que contamos con que la mayoría del país quiere un cambio político.

Reitero y concluyo entonces, dos son las tareas fundamentales: una, llegar cuanto antes a un proceso de negociación, que nos fortalezca interna e internacionalmente; y dos, prepararnos para la actividad inmediata, ineludible, inexorable, de ganar las elecciones presidenciales en 2024.

Politólogo

https://ismaelperezvigil.wordpress.com/

 8 min


Fernando Mires

No es necesario ocultarlo. Entre las democracias occidentales que apoyan a Ucrania y adversan a Putin, hay diferencias. Para simplificar podríamos afirmar que esas diferencias tienen lugar entre quienes sostienen que para terminar la guerra cuanto antes hay que ofrecer mediante concesiones una salida “digna” que no "humille" a Putin, y otra línea que sostiene que primero hay que derrotar militarmente a Putin.

Uno de los primeros en plantear ese dilema occidental fue el filósofo alemán Jürgen Habermas al elogiar al por la prensa vilependiado canciller Olaf Scholz, quien ha tratado de conciliar lo aparentemente no conciliable, a saber, apoyar a Ucrania pero sin llegar a una intervención que invite a Putin a escalar hacia una confrontación con los países miembros de la OTAN.

Como Habermas no es un político sino un filósofo social, limitó su exposición a presentar el dilema sin definirse por uno de sus términos. ¿Cómo no perder sin ganar una guerra? Es su tácita pregunta. Imponiendo una alternativa diplomática, que dejando descontentos a ambas partes, no pase por la vía de la humillación a ninguna de ellas, podría ser una respuesta provisoria. Esa al menos parece ser la posición del presidente de Francia Emmanuel Macron quien, utilizando el verbo humillar, sugiere abrir una rampa a Putin para que, logrando algunos de sus objetivos (no ha dicho cuáles) pueda presentarse ante los suyos sin humillarse. Dicha posición ha sido criticada con firmeza por la historiadora Anne Applebaum, y por los analistas políticos Alina Palakova y Daniel Fried

De acuerdo a Applebaum, crear una salida a Putin supone otorgarle el crédito de cumplir con los acuerdos que subscribe, algo que ha demostrado no hacer desde el momento en que invadió a Ucrania, violando incluso los tratados por el mismo firmados. Putin, aduce, no está interesado en lograr ningún compromiso. Textual: “Putin ha dejado claro que destruir Ucrania es, para él, un objetivo esencial, incluso existencial. ¿Dónde está la evidencia de que lo ha abandonado?”. En ese punto tiene razón Applebaum. Solo se negocia a partir de la voluntad de negociar, y no por una, sino por ambas partes.

En el mismo sentido de Applebaum se han expresado opinadores que día a día pulsan el curso de la guerra. Entre ellos, Alina Palakova y Daniel Fried, quienes afirman: " .....La guerra a Ucrania no es similar a un conflicto del siglo XVlll o XlX en el que una provincia podía pasar de un país a otro sin consecuencias catastróficas para la mayoría de las personas que allí viven".

No puede hablarse de territorios sin pensar en los habitantes de esos territorios, dicen Palacova y Fried . "Aquellos que piden a Ucrania que ceda territorio deben, por lo tanto, asumir las consecuencias. Millones de personas no volverían nunca a sus hogares. Miles de civiles serían asesinados, torturados y violados. Los niños serían separados de sus padres".

Que a Putin no interesa negociar antes de haber logrado su objetivo, la destrucción de Ucrania, es un problema. Pero el problema mayor lo ven los autores citados en una verdad irrefutable: toda negociación con Putin implica conceder territorialidad.

La pretensión de convertir la territorialidad de Ucrania en objeto negociable aún cuando estamos lejos de alcanzar el fin de la guerra, no es un infundio. A diferencias de Macron que habló de negociar territorialidad solo entre líneas, el ex secretario de estado, Henry Kissinger, todavía una de las voces más influyentes en política internacional, lo dijo sin ambages. Según Kissinger, Estados Unidos y Occidente no deben buscar una derrota vergonzosa para Putin, advirtiendo que así podría empeorar la estabilidad de Europa a largo plazo. La idea de Kissinger es la de llegar a un status quo, pero sobre la base de que Ucrania deba ceder territorio a Rusia.

Como era de esperarse, Kissinger fue muy criticado por quienes apoyan a las fuerzas patrióticas de Ucrania. Y con razón. No es posible hablar de ceder territorios en medio de una guerra que tiene justamente como objetivo defender territorios. Tampoco es posible hablar de ceder territorios cuando ni siquiera ha habido un atisbo de negociación entre las partes en conflicto. Tal como fueron dichas, las palabras de Kissinger en Davos fueron un llamado a la capitulación de Ucrania. Zelensky, al escucharlas, no pudo ocultar su desilusión, incluso, indignación. Describió las sugerencias de Kissinger como similares a los intentos de apaciguar a los nazis en el periodo previo a la Segunda Guerra Mundial. “Tengo la sensación de que en lugar de año 2022, el señor Kissinger tiene 1938 en su calendario”, dijo con doliente ironía.

Lo más probable es que Kissinger haya pensado de acuerdo a su propio modelo geoestratégico al que continúa siendo fiel. Puede ser también que sus sugerencias apaciguadoras no tengan solo como referencia a Ucrania sino a voces beligerantes de los Estados Unidos, me refiero explícitamente a algunas declaraciones hechas por Joe Biden y por su ministro de defensa Lloyd Austin. A esos dos puntos me referiré a continuación.

Dijo Joe Biden en marzo: “Putin no puede permanecer en el poder”. Agregó el ministro de defensa Lloyd Austin en abril, que esperaba “ver a Rusia debilitada hasta el punto de que no pueda hacer el tipo de cosas que ha hecho al invadir a Ucrania”. Haciéndose eco de ambas declaraciones, escribió Max Boot, redactor del Washington Post, en mayo: “Rusia debe sufrir una derrota tan devastadora que pasarán muchas décadas antes de que otro líder ruso piense en atacar a un país vecino”. De acuerdo a la primera declaración, la del presidente, el objetivo es desbancar a Putin. De acuerdo a la segunda, la del ministro, el objetivo es inhabilitar militarmente a Putin. Las dos declaraciones sugieren avanzar más allá de la defensa del territorio de Ucrania, es decir, más allá de los límites fijados por el mismo gobierno de Zelenski. Probablemente contra ese exceso de épica reaccionó Henry Kissinger.

En el mismo sentido, Kissinger se pronunció en contra de quienes desde el gobierno norteamericano han iniciado una confrontación verbal con el gobierno chino sobre el tema de los derechos humanos y sobre una probable ocupación china de Taiwán. Es evidente, para Kissinger, y con toda razón, EE UU no está en condiciones de enfrentar a dos superpotencias al mismo tiempo.

Por cierto, Kissinger exageró la nota al poner sobre la mesa la distribución de territorios que no le pertenecen a nadie sino a Ucrania. Explicable en ese sentido la ira contenida del presidente Zelenski. Sin embargo, todos los que manejan algunas nociones de política internacional conocen el pensamiento de Kissinger. En su libro World Order expone mejor que en otros la esencia de su esquema geoestratégico. Para el ex ministro existen, en efecto, tres poderes geopolíticos: China, Rusia y los EE UU. La garantía de la paz mundial la fundamenta en una noción para el, clave: equilibrio. Ese equilibrio pasa por una definición clara de la territorialidad y de las esferas de influencias de cada potencia.

Kissinger no es ingenuo y sabe muy bien que las aspiraciones de las tres grandes potencias no pueden permanecer congeladas y por lo mismo hay desplazamientos que deben ser diplomáticamente discutidos, pero teniendo en vista dos objetivos: la paz y el equilibrio mundial. Probablemente desde su óptica global a Kissinger el tema de Ucrania le parece muy poca cosa para desatar una guerra que podría llevar al holocausto nuclear. Si quisiéramos reproducir sus palabras en jerga popular, podríamos traducirlas así: "entreguemos a Putin "ese par de kilómetros más que él quiere en Donbass" (dixit), y busquemos todos juntos una solución para seguir viviendo en paz”. En otras palabras, se trataría de imponer el mismo juego que hizo Kissinger bajo el gobierno de Nixon al decidir hablar directamente con Mao ofreciendo retirar a EE UU de Vietnam si China y no la URSS lo integraba dentro de su zona de influencia. Pero por otra parte cabe la pregunta: ¿Está seguro Kissinger que los deseos de Putin pueden ser medidos en metros cuadrados?

Una opinión exactamente contraria a la de Kissinger mantiene por ejemplo la profesora ucraniana Tatania Stanovaya: "Sin embargo, los principales objetivos de Putin en esta guerra nunca han sido adquirir territorios; más bien quiere destruir Ucrania en lo que el llama un proyecto "antiruso" y así evitar que Occidente use el territorio ucraniano como cabeza de puente para realizar actividades geopolíticas antirusas".

Tal vez sería necesario decir a Kissinger que Ucrania no es Vietnam. Ucrania es un país europeo e institucionalmente democrático. Ucrania pertenece a la comunidad política occidental. Y Occidente, a diferencia de los EE UU en Vietnam, no ha perdido todavía la guerra. Las opiniones de Kissinger, en ese punto tiene razón Zelenski, están fuera de tiempo y de lugar. Pero tan fuera de tiempo y lugar como la declaraciones de Biden y Austin. Lo que tienen en común las tres declaraciones, la del presidente, la del ministro y la del exministro, es referirse a Ucrania como a un objeto inerte. Para los dos primeros la guerra en Ucrania sería un medio para liquidar militarmente a Rusia. Para Kissinger sería necesario convertir a Ucrania en una pieza de cambio en aras del equilibrio y de la paz mundial. Las palabras de Biden y Austin subordinan la negociación a la guerra. Las de Kissinger la guerra a la negociación.

Puede pensarse que políticos como Biden y Austin se han expresado de modo épico en un sentido propaganístico. Al fin y al cabo toda guerra contiene una confrontación gramatical. Fue probablemente esa razón la que llevó al presidente Biden a escribir -esta vez con prestancia de estadista- un clarísimo artículo, dirigido no solo a sus lectores sino también al propio Putin. En ese artículo titulado "Esto es lo que los EE UU hará y no hará en Ucrania", Biden precisó nueve puntos:

1. "La meta de los EE.UU es clara: queremos que Ucrania sea democrática, independiente, soberana y próspera, y que tenga los medios para repeler más agresiones y defenderse de ellas".

2. "Esta guerra acabará de manera definitiva mediante la diplomacia".

3. "Seguiremos cooperando con nuestros aliados en las sanciones contra Rusia, que son las más fuertes que se han impuesto contra una economía importante".

4. "También continuaremos reforzando el flanco oriental de la OTAN".

5. "No buscamos que haya guerra entre la OTAN y Rusia".

6. "No estamos alentando ni permitiendo que Ucrania ataque más allá de sus fronteras".

7. "Nada sobre Ucrania sin Ucrania".

8. "Cualquier uso de armas nucleares en este conflicto, a cualquier escala, sería completamente inaceptable para nosotros, así como para el resto del mundo, y tendría graves consecuencias".

9. "Apoyar a Ucrania en estos momentos de necesidad no solo es lo correcto. Es nuestro interés nacional vital garantizar una Europa política y estable, y dejar claro que no por tener la fuerza se tiene la razón"

En fin, todos los demócratas del mundo -Biden también- deseamos que ese excremento del demonio llamado Putin sea derrotado sin apelaciones en Ucrania. Sería hipocresía no decirlo. Pero entre el deseo y su realización está el muro de la realidad, debe haber pensado Biden. Como se deduce de su artículo, toda guerra requiere de límites (aunque para Putin esos límites parecen no existir) No podemos sino concluir entonces en que la guerra de Rusia a Ucrania deberá terminar, como dicen Zelenski y Biden, con una negociación. Probablemente con un acuerdo transitorio que no dejará feliz a ninguna de las partes.

Quizás por eso mismo no vale la pena ocultar que la alianza atlántica mantiene en su interior dos tendencias: una más negociadora que épica, representada en el eje Alemania-Francia. Otra más épica que negociadora, representada en el eje Inglaterra-EE UU. De la comunicación y del debate entre ambas tendencias depende el curso y el discurso de la guerra.

Lo que desde el punto de vista ético y político no es posible aceptar es que la línea negociadora pase por encima de las posiciones del gobierno de Ucrania, como se desprende de la posición de Kissinger. Como dijo Biden: "Nada sobre Ucrania, sin Ucrania" . Pero tampoco la alternativa puede ser asumir un delirio épico irresponsable que, usando el nombre de Ucrania, lleve la guerra a un punto de no retorno.

El punto arquimédico situado entre la guerra y la paz, no ha podido ser encontrado. Y no lo será porque ese punto no yace fuera de la guerra, sino en su interior. El curso de la guerra determinará su discurso, no al revés. Y eso quiere decir: la única alternativa que en estos momentos tiene Occidente es intentar hacer mejor lo que está haciendo: Apoyar a Ucrania con todos los medios a disposición. Y al interior de cada país, continuar debatiendo, haciendo uso de ese don que diferencia al occidente democrático de las autocracias: la participación en el discurso colectivo por medio de la palabra. Sea la pensada, la hablada o la escrita.

Este texto es la reelaboración ampliada y actualizada de un capítulo de un ensayo del autor titulado "El discurso de la guerra".

REFERENCIAS:

Alina Polvakova, Daniel Fried: UCRANIA: PAZ SÍ, PERO NO A CUALQUIER PRECIO (polisfmires.blogspot.com)

Anne Applebaum - ¿QUÉ SIGNIFICA DERROTAR A RUSIA? (polisfmires.blogspot.com)

JÜRGEN HABERMAS - ¿HASTA DÓNDE APOYAMOS A UCRANIA? (polisfmires.blogspot.com)

Henry Kissinger - WORLD ORDER, 2014

Max Boot - No te preocupes por los sentimientos de Putin. Rusia debe pagar por su invasión (polisfmires.blogspot.com)

FERNANDO MIRES - SOBRE LA GUERRA DE RUSIA A UCRANIA (textos) (polisfmires.blogspot.com)

Tatiana Stanovaya- EN LO QUE OCCIDENTE (TODAVÍA) SE EQUIVOCA SOBRE PUTIN (polisfmires.blogspot.com)

10 de junio 2022

Polis

https://polisfmires.blogspot.com/2022/06/fernando-mires-negociar-sobre-u...

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