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Opinión

​José E. Rodríguez Rojas

El conflicto entre Rusia y Ucrania ha afectado a un sistema alimentario global ya debilitado por la pandemia, debido a la importancia de ambos en el suministro alimentario. Rusia y Ucrania aportan el 12% de las calorías comercializadas a nivel global, el 28% del trigo, 29% de la cebada y 75% del aceite de girasol. Muchos países dependen de las mismas. Rusia y Ucrania aportan la mitad de los cereales importados por Líbano y Túnez, en el caso de Libia y Egipto la cifra es de dos tercios.

La invasión de Rusia a Ucrania ha interrumpido los suministros. Adicionalmente a ello, eventos climáticos han afectado a la India y China y otros graneros mundiales, lo cual amenaza con reducir aún más el volumen de alimentos disponibles a nivel global. El elevado costo de los alimentos ha incrementado el número de personas que no están seguros de acceder a los alimentos que necesitan, de 400 millones a 1.600 millones. Aproximadamente 250 millones están al borde de la hambruna. La pobreza y la inestabilidad política se esparcirán en especial en los países africanos.

Los políticos angustiados por la situación, podrían empeorar la misma disminuyendo las exportaciones a fin de salvaguardar el consumo interno. Un número importante de países lo ha hecho agravando la escasez de alimentos a nivel global. Algunos han corregido decisiones temporales orientadas a restringir las exportaciones. El ejemplo de estos últimos debe imponerse a fin de que los mercados permanezcan abiertos.

Una elevada proporción de alimentos se utilizan para la elaboración de combustibles y alimentación animal. Un 10% de los granos y un 18% de los aceites son usados para producir combustibles. De acuerdo a la FAO un 13% de los granos se utilizan para la alimentación del ganado. Esta situación genera un margen de sustitución que de ser utilizado aliviaría la situación de escasez de alimentos.

Rusia y Ucrania deben actuar para permitir la navegación por el Mar Negro, Ucrania desminando las aguas y Rusia permitiendo el paso de los barcos que transporten los granos almacenados en Ucrania. Es difícil que ello ocurra en el marco del conflicto actual. Otros países no involucrados en el conflicto como la India y China deberían ayudar a persuadirlos. Es necesario construir una coalición internacional que permita que convoyes que transporten los granos almacenados en Ucrania naveguen protegidos por buques armados y atraviesen el Bósforo (estrecho de Estambul) con la autorización de Turquía. Alimentar a un mundo frágil es una tarea de todos.

Un reciente informe del Banco interamericano de Desarrollo revela que la guerra entre Rusia y Ucrania ha elevado el precio de las materias primas incluyendo tanto alimentos como cobre y petróleo. Ello ha beneficiado a los países de América Latina exportadores de estos productos cuyo valor se ha incrementado y ha incentivado un crecimiento del volumen de las mismas en un 10%. El incremento del valor de las exportaciones ha aliviado la situación de déficit fiscal que enfrentan países como Venezuela y también ha contribuido a compensar el incremento del valor de las importaciones de alimentos de importadores netos como es el caso del país caribeño.

Fuentes:

Abc. 2022. La Guerra de Ucrania afecta de modo positivo a las exportaciones latinoamericanas de petróleo, alimentos y minerales. 7 de junio.
The Economist. 2022. The coming food catastrophe. May 21st.

Profesor UCV

 2 min


Edgar Benarroch

LOS EE.UU. VENEZUELA, CUBA Y NICARAGUA

Los Estados Unidos denunció en la Cumbre de las Américas, las persecuciones, privación ilegítima de libertad, tortura y crímenes, contra los opositores de los regímenes de Venezuela, Cuba y Nicaragua. Véase que nos meten en el mismo saco donde está Cuba. “Los presos han sido torturados de la peor manera, mediante palizas, inmersión en agua y descargas eléctricas”, dijo el jefe de la diplomacia estadounidense para América Latina, Brian Nichols y afirmo además que el país del norte continuará utilizando sus herramientas diplomáticas y económicas, con medidas selectivas y puntuales, para apoyar los llamados a favor de la democracia y libertad. Realizó un descarnado repaso de los crímenes cometidos en los últimos años contra los dirigentes opositores, también agregó que Venezuela, Cuba y Nicaragua no fueron invitados a la Cumbre de la Américas por las inexcusables violaciones a los Derechos Humanos.

Al hablar sobre nuestro país, Nichols apuntó los vejámenes y torturas que han sufrido los disidentes encarcelados injustamente. Se aísla a los presos políticos y se les niega alimentación y tratamiento médico adecuado. Las mujeres presas informan haber sufrido violencia sexual por parte de los integrantes de las fuerzas de seguridad del régimen. Dijo Nichols, además, que el Helicoide, cárcel donde el régimen recluyen a los disidentes, es escenario de las peores torturas físicas y psicológicas que en algunos casos han degenerado en la fatalidad, en el fallecimiento del torturado. Afirmó que Washington se mantendrá respondiendo a los llamados de los ciudadanos para que haya democracia, libertad y elecciones generales adelantadas, “para que los venezolanos, cubanos y nicaragüenses elijan a sus gobernantes y representantes por sí mismos”. Al final, el alto funcionario diplomático afirmó que la promoción de los Derechos Humanos está en el centro de la política exterior de los Estados Unidos.

Esta intervención de Brian Nichols , quien es, como hemos dicho, el jefe de la diplomacia de los Estados Unidos para América Latina, despeja cualquier duda sobre un supuesto entendimiento de aquel país con el régimen que tenemos. Este pronunciamiento de los Estados Unidos ratificando las sanciones con la alerta de profundizarlas y la reciente resolución del pueblo europeo y su parlamento, constituye un serio llamado y alerta al señor Maduro para que rectifique y abandone el antidemocrático camino que transita y se acople con los países libres del mundo contemporáneo, lo pedimos todos nosotros adentro y también todos los pueblos civilizados del mundo.

10 de junio 2022

EL PARLAMENTO DE EUROPA

El Parlamento europeo acaba de aprobar lo que es la tercera resolución en un año, sobre Venezuela y su grave crisis. En ella se envía un contundente y claro mensaje a Maduro donde se le dice que no se le reconoce como Presidente del país y no puede haber gobierno de transición con él y que ese parlamento seguirá endureciendo las sanciones selectivas hasta que abra paso a una completa democracia y se convoque a elecciones generales adelantadas.

También piden a los países europeos que no reconozcan a los emisarios de Maduro y si a los enviados por Juan Guaidó que son los legítimos. La Unión Europea afirma nuevamente estar al lado de los intereses más elevados del pueblo venezolano. La unión de los países europeos y su parlamento han sido muy claro y diáfanos frente al régimen totalitario que desgraciadamente tenemos y nos informan que implementarán medidas para profundizar las sanciones selectivas que adelantan.

Es el continente europeo que desconoce a Maduro como también lo hacen todos los pueblos democráticos y libres del mundo. Cada vez se le cierran más las puertas en el concierto de las naciones libres y civilizadas del planeta y no se diga en los organismos financieros internacionales y mundiales donde no se le otorga un céntimo a este régimen. Han dicho y ratificado que mientras Maduro detente la Presidencia del país no hay un dólar para su régimen.

Por supuesto ello perjudica y limita mucho al régimen, pero también al pueblo por no tener fuentes de financiamiento para atender los problemas generales, esa es la cuota que todos debemos pagar para coadyuvar en quitarnos de encima lo que tenemos.

¿Cómo cubren el inmenso déficit fiscal? ¿De dónde sacan dinero para atender lo poco que atienden?. Pues de la emisión de dinero inorgánico, ponen en marcha indiscriminada la máquina de hacer dinero sin respaldo alguno y ello incentiva la feroz inflación y vuelve polvo nuestra moneda. La producción petrolera no alcanza para cubrir nuestra demanda interna para mantenernos funcionando como país y recurrimos también a onerosos préstamos rusos y chinos que comprometen seriamente la República.

Este señor Maduro sabe que está rodeado sin escapatoria, que nadie civilizado lo tolera, ni adentro ni afuera, pero persiste con su terquedad irracional de continuar usufructuando el poder en su beneficio y en el de su claque, sin abrir espacio a un gran entendimiento nacional que puede ser la solución de la dramática crisis integral que padecemos.

No le importa la suerte del país, ni el presente ni el futuro, solo su permanencia en el régimen valiéndose de lo que sea, bueno o malo, con mentiras y falsedades, pactando con gobiernos despóticos y aliándose con el diablo. El camino o la vía y los instrumentos que usa para mantenerse en el poder no importan, lo que vale es mantenerse, lo demás es desechable.

Agradecemos la inmensa solidaridad del pueblo y parlamento europeo con nuestro país que acaba de ser ratificada y le decimos que prontamente, mucho más temprano que tarde, mediante la UNIÓN de todos los sectores de oposición que desean cambio radical ya, celebraremos juntos el advenimiento de la democracia, libertad y justicia y la decencia en el manejo de la cosa pública en nuestro país, que nos devolverá progreso y felicidad general que criminalmente nos arrebataron.

9 de junio 2022

CARTA A SOTERO GONZÁLEZ, ALCALDE DEL MUNICIPIO URDANETA DEL SUR DE ARAGUA

Estimado Sotero:

A través de tu carta, que hiciste pública, me enteré de tu renuncia a la militancia en COPEI, donde estuviste más de cuatro décadas. Como hiciste de dominio general tu renuncia, te escribo esta nota que hago también pública. Me alarmé e impresioné mucho porque jamas imaginé ni pensé que algo similar pudiese ocurrir, fue una ingrata sorpresa de las que uno desea nunca se presenten.

Te fuiste de tu casa que te cobijó durante 43 años, colaboró en tu formación y te inculcó que la política es para siempre servir, que el Bien Común y la Justicia Social deben ser nuestros permanentes anhelos y que para alcanzarlos debemos luchar siempre sin agotarnos y sin dejar que nuestras falibilidades nos obstaculicen; también debiste haber aprendido que el partido nos trasciende a todos nosotros. COPEI es más importante que todos sus dirigentes y líderes, por muy altas que sean las posiciones que detenten y no debe el partido pagar facturas de ninguno de sus militantes.

Tu dices que renuncias por “desavenencias” con la dirección regional o con uno o más integrantes de ella. Las desavenencias las entiendo en términos generales porque ellas son normales en los seres humanos, en la pluralidad, y eso nos hace más dinámicos y perfectibles. No conozco los detalles de las “desavenencias” pero por muy importantes que sean, jamas deben romper el vinculo que nos ha unido por más de cuarenta años.

La única manera de convivir en paz, armonía y felicidad es con tolerancia a las debilidades y flaquezas que nos son propias. La dirección regional debe tolerarte y tú tolerarla a ella y a sus integrantes y las diferencias, te repito, naturales y normales y diría que buenas en los seres humanos, deben ventilarse en un clima de solidaridad y altura, siempre pensando y movido por el interés general. Debemos y tenemos que ser tolerantes, máxime nosotros que nos decimos cristianos, que comulgamos el mismo bagaje ideológico y los mismos principios y proyectos.

Tu fuiste electo Alcalde del Municipio Urdaneta de Aragua, por proposición de COPEI y respaldo de muchos independientes y gente de otros partidos que vieron en ti un instrumento útil para el cambio. Te solicito amable y solidariamente, por el partido, por ti y por nosotros revises tu decisión para reencontrarnos.

Recuerda siempre que el partido es más que nosotros, es el ideal que nos abraza, es la comunión de todos y lo que debe ser permanente, todos nosotros somos accidentes. Si estimas irreversible e irrevocable tu decisión, que espero no sea así, mantengo el optimismo que continúes en la trinchera de oposición a este totalitario régimen que ha destrozado el país y propinado tanto daño a todos.

Si por carambola de la vida saltas de la oposición al régimen, lo que no creo ni imagino, estarías traicionando y dando la espalda a todos quienes te dieron su confianza para y por el cambio, que te hicieron Alcalde de tu Municipio.

Espero que con tranquilidad y conciencia clara, fuera de la llamarada que te provocó tu renuncia, pienses en los fantásticos ideales que nos unen y en cuyo seno nos formamos.

Espero volver a comer cachapa con queso de mano y cochino frito con el compañero fraterno de siempre. Estoy seguro que la militancia de COPEI en Urdaneta y en el estado, se sentirán gozoso porque la oveja volvió al redil.

Me despido con la esperanza de tu rectificación. Más de cuarenta años de convivencia, con altibajos pero fraternos, no se pueden tirar por la borda por una circunstancia que tocó tu debilidad y presionó una reacción desproporcionada que te sacó de la sensatez.

Al final, considero que tú y la dirección regional del partido deben reunirse y subsanar lo ocurrido, arreglar lo que se debe y continuar marchando juntos como en los primeros días.

Estimo que los jóvenes de la dirección regional están animados de buena voluntad y como humanos pueden fallar, como tú que eres un dirigente fundamental del partido aragueño también puedes fallar. Todos podemos fallar y todos nos hacemos falta, máxime en esta hora tan difícil para el país, para nuestro partido, para la familia y para cada uno de nosotros en particular.

El país y el partido, donde crecimos, nos piden que nos levantemos y despojemos de debilidades y pensemos y actuemos en grande. Abrazo fraterno como siempre.

8 de junio 2022

CUANTO HAY PA’ RESOLVER ESO

Estuve en una ciudad donde el motorizado se comporta como si condujera un vehículo sedán común, no es capaz en las colas de adelantarse pasando al lado de los demás vehículos ni hacer vericuetos para brincarlas y nunca se “comen” una luz roja o desconocen un aviso de “Pare”. Confíenlo que me dio envidia y vergüenza al recordar lo que ocurre en nuestro país y como nos desenvolvemos.

Hace mucho tiempo estuve en Ciudad de México y tomé una carrera de carro, cuando íbamos en la vía un funcionario de tránsito nos detuvo y solicitó al conductor su licencia para manejar, éste se la dio, (era un pequeño librito de ocho o diez páginas) la abrió y tomó de ella un billete de no sé cuántos pesos, la devolvió y continuamos la marcha. El conductor me dijo que eso era “la mordida” que era común allá, te paraban con razón o sin ella, y por ello siempre tenían un billete dentro de la licencia, sino lo haces las consecuencias son peores.

Otra vez , en la isla de Margarita, en La Asuncion, fui al consultorio de un médico para obtener mi certificado para conducir, me hizo pasar y me pidió la cédula de identidad, me colocó a una distancia que consideré excesiva para reconocer letras y números en un cartel ,y como no pude, era lógico, divisar todo lo que me mostraba , me dijo, usted tiene un grave problema visual y en esas condiciones no le puedo dar el certificado. Le pedí me devolviera mi cédula y me dijo, usted está urgido para irse a Maracay yo se lo puedo solucionar pero eso le cuesta Bs. 50, que en ese entonces era real. Le conté a mi esposa, que es médico, que esperaba afuera y se devolvió y le armó tremenda reprimenda a su colega quien se quedó callado sin articular ni una palabra. Cuando salíamos le dijimos a quienes estaban en la sala de espera que no se dejarán chantajear y que si ocurría lo denunciaran.

De inmediato fui a un oftalmólogo, quien después de un riguroso examen me dijo, usted está perfecto de la vista. Luego fui a la sede del Colegio Medico para informar lo sucedido y quien me atendió me preguntó, cuánto le pidieron, le dije Bs. 50, me respondió con limpieza, eso es costumbre acá y le pidieron poco. ¿Entonces yo no obtengo mi certificado por no acceder a esta inmoral costumbre? le pregunté. Llamó por teléfono a un colega que me atendió y resolvió el caso como debe ser.

Esta inmoral y malvada costumbre, deleznable, impropia e inaceptable, lamentablemente la vivimos a diario en nuestro país, no solamente en el transito, donde es común, sino en otras áreas de la administración pública, donde para meter un papel hay que “bajarse de la mula” y para retirarlo,hay que volverlo hacer. Esta generalizada y reprochable conducta, desde un modesto funcionario policial o de tránsito hasta un profesional de la medicina, hay que erradicarla para siempre y ello empieza por no ceder a la petición indigna y grosera.

Es necesario protestar y denunciar, ir más alto, ir a los medios de comunicación social y someter al escarnio al delincuente. El soborno y chantaje se configuran por quien pide y por quien accede y da, ambos fallan, quien chantajea y el chantajeado, el sobornado y el sobornador, por ello no debemos convalidar ni ayudar a configurar el delito cediendo a la indigna petición.

Estoy seguro que si todos no cedemos y formulamos la denuncia respectiva, esta deplorable conducta desaparecerá.

8 de junio 2022

UNA BRIZNA DE PAJA EN EL AMBIENTE

Una brizna de paja en el ambiente es una porción muy diminuta de una cosa material o inmaterial. Así hablamos de “Una brizna de paja en el viento” o “Una brizna de memoria”.

Los llamados bodegones o tiendas boutique, que últimamente han proliferado en Caracas y otras ciudades del país, todo estimulado, facilitado y ayudado por el régimen (se entiende que los dueños o propietarios de estos negocios son del régimen o están estrechamente relacionados con él), en nada ayudan a la solución de la honda crisis que padecemos.

Con bodegones no se resuelve el gravísimos problema del hambre que padece más del 70% de los venezolanos y que cobra lamentablemente vidas de niños menores, no se soluciona el problema de la luz, agua y gas doméstico, no se soluciona la alarmante inseguridad pública, personal y de bienes que padecemos y nos tiene contra la pared, no se resuelve el enorme desempleo que acogota al pueblo, no se resuelve el criminal problema de la inflación descomunal que nos empobrece a todos y destruye nuestra moneda.

A los bodegones, llenos de productos exóticos e importados, solo puede ir a comprar el 1% de la población nacional (aproximadamente 300 mil personas) que son quienes todavía disponen de recursos económicos para satisfacer sus gustos. La inmensidad del pueblo venezolano pasa por estos negocios y con razón se pregunta ¿En qué nos ayudan, que los incentiva el régimen?

Cacarea sobre ellos para alocadamente decir que estamos en un proceso de reactivación económica. El 1% que puede comprar en esos expendios (boutiques, bodegones y tiendas de alto lujo) son quienes también hacen la inversión para aprovechar sacar el dinero guardado durante tiempo y algunos verán una gran oportunidad para limpiarlo de la suciedad que tiene.

Definitivamente este régimen no tiene sentido de las prioridades, ni de las necesidades sentidas y reales del pueblo. Al afirmar el régimen que se está reactivando la economía, nos ofende en doble sentido, con los negocios extravagantes y lujosos que los exhibe como trofeos y pensando que somos débiles mentales o distraídos que se nos puede engañar con un trapo rojo como a los toros.

También restaurantes de alta gama han proliferado en el país (siempre el 1%). En las instalaciones del Círculo Militar de Maracay han montado un buen número de restaurantes y tiendas de alto costo, todos ellos, según información cierta que me llega, en manos de militares de alto rango en sociedad con enchufados.

No tengo ninguna animadversión por quien tiene e invierte, cuando el dinero tiene un origen moral, trabajado o recibido lícitamente, pero reprocho y me produce náuseas las fortunas formadas asaltando el erario y las empresas del Estado o a través del criminal y nefasto narcotrafico.

Ante la inmensa y profunda crisis que conmueve al país y a todos, los bodegones son una brizna de paja en el ambiente, que ni pone, ni quita, ni da cartel, solo ofende a la ciudadanía y perturba más la tranquilidad y soporte del venezolano. No se tapa el sol con un dedo ni se escala la montaña en bicicleta, nuestro terrible drama se resuelve solo con medidas completas, inteligentes, adecuadas y de fondo, pero este régimen no las conoce ni las entiende.

 13 min


Eddie A. Ramírez S.

Hay alarmas que emiten sonidos y otras que encienden luces de advertencia. Ocasionalmente fallan por defectuosas o por haber sido dañadas. Por lo general funcionan, pero a veces aplica el refrán de que no hay peor sordo que quien no quiere oír, ni peor ciego que el que no quiere ver.

En las refinerías de petróleo, por ejemplo, existe un sofisticado sistema de alarmas y de alertas; además, el registro de incidentes y de accidentes indica el grado de seguridad de las operaciones. Como en la Pdvsa roja está una gerencia inepta que no realiza el mantenimiento preventivo, el mendaz ministro Tarek El Aissami se hace el sordo y el ciego, atribuyendo las fallas de las alarmas y los accidentes a sabotaje de opositores o del presidente colombiano.

En política, las encuestas son la herramienta de alarma más utilizada para medir el grado de aceptación o de rechazo de determinadas decisiones o de candidatos. Cuando no son del agrado, tanto el régimen, como la oposición, alegan que son sesgadas. Las mismas indican claramente un elevado rechazo a la gestión de los rojos, pero también al desempeño del liderazgo opositor. Sin embargo, ambos se hacen los desentendidos.

Del lado del régimen está claro que el objetivo es perpetuarse en el poder por la sumisión de genuflexos funcionarios de toga y birrete, y por la complacencia del Alto Mando militar. La pobreza, elevada inflación, deficiencia de los servicios médicos, educacionales, escasez de agua y de electricidad no le importa. Mucho menos la huida de más de seis millones de venezolanos obligados a buscar refugio en otros países.

Del lado de la oposición es difícil explicar la sordera y ceguera de una parte de la dirigencia para aceptar la validez de las encuestas y tomar decisiones que conduzcan a la salida del Maduro y su equipo de ineptos. Lamentablemente, los partidos políticos se han venido a menos. Este es un fenómeno que no es exclusivo de Venezuela, sino una realidad en muchos países.

En nuestro medio, no puede obviarse que algunos de nuestros dirigentes viven de la política y no para la política y otros pretenden competir con los 70 años de actividad de la apreciada reina Isabel. En los países desarrollados, un dirigente que pierde una elección o que no cumple sus promesas se retira voluntariamente. En nuestro patio el retiro político es casi impensable. Desafortunadamente, tenemos más imitadores de Caldera y de Carlos Andrés, que de Betancourt, Leoni y Herrera Campíns.

Otro factor que quizá explica parcialmente la desfavorable opinión pública sobre nuestros partidos es la presencia de las redes sociales. Hoy, millones de opinadores sin formación política quieren imponer su verdad. Frecuentemente estos opinadores exigen a los políticos una gran inflexibilidad, la cual está reñida con esa profesión. Es deseable que haya un número de compatriotas que quiera aplicar con rigidez lo que Weber llamó la ética de la convicción, ya que son la conciencia de que hay límites que no se pueden violar. Además, tienen la excusa de que no son directamente responsables de las posibles consecuencias negativas derivadas de esa inflexibilidad.

Por su parte, los políticos no pueden darse ese lujo. Tienen que tomar en cuenta el concepto de Weber sobre la ética de la responsabilidad. Es decir, prever el grado de afectación de determinada decisión sobre la mayoría de los ciudadanos. Esto viene a colación sobre el punto de acudir o no a votar. Los seguidores de la ética de la convicción tienen razón al afirmar que Maduro no es presidente y, por lo tanto, no debe haber una elección convocada para sustituirlo. Sin embargo, como no hay otra opción válida, la consecuencia sería que Maduro compita con unas marionetas y siga en Miraflores.

Como menciona el colombiano Mauricio García Villegas, doctor en ciencias políticas y articulista, “un político responsable puede verse abocado a ceder parte de sus principios o incluso a negociar con sus enemigos políticos con tal de evitar males mayores. Eso fue lo que hizo Mandela en Sudáfrica para acabar con el apartheid. Otra cosa es negociar para obtener fines personales. La ética de la responsabilidad nos exige afrontar las consecuencias de nuestros actos sin liberarnos de la exigencia que tenemos de justificar los medios que utilizamos”.

Los políticos deben escuchar las inquietudes de los ciudadanos de a pie y estos entender que no es lo mismo observar el juego desde las tribunas que dirigirlo desde el campo. Las alarmas están activadas desde hace tiempo. En el caso de la Pdvsa roja no quisieron escucharlas y por eso la empresa está quebrada. Todos nosotros debemos contribuir a escuchar las verdaderas alarmas y descartar las imaginarias para que el país no se siga hundiendo.

Como (había) en botica: Al tener que escoger entre Petro y Rodolfo, los colombianos están entre la espada y la pared.

Tomás Páez, estudioso de nuestra diáspora, anunció la creación de la Red Global de la Diáspora de Venezuela. Páez declaró a El Nacional que este proyecto “es la iniciativa más importante de facilitación para el trabajo conjunto de las organizaciones de la diáspora”. Participan 200 organizaciones en Madrid, Toronto, Bogotá, Buenos Aires, Miami y Washington.

La farsa del juicio al apreciado periodista Roland Carreño evidencia, una vez más, el sometimiento de los jueces a las órdenes de Miraflores.

Lamentamos el fallecimiento de Hugo Perich, compañero de Gente del Petróleo y de Unapetrol.

¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!

eddiearamirez@hotmail.com

7 de junio 2022

 4 min


Ismael Pérez Vigil

La oposición democrática ha decidido, sabiamente en mi opinión, participar en las elecciones presidenciales de 2024 y a través de la Plataforma Unitaria, presentar un candidato que será seleccionado mediante un proceso de elecciones primarias, a llevarse a cabo en 2023, que ojalá fuera este mismo año.

Llegar a esas primarias y a la elección presidencial, en la actual coyuntura política, no es un tema trivial, tiene varias complejidades estratégicas, donde paradójicamente la elección del candidato es lo más simple. Llegar −con alguna probabilidad de triunfo− supone desarrollar una estrategia que permita fortalecer a la oposición y garantizar que esas elecciones reúnan mínimas condiciones para participar y que se respeten sus resultados, en caso de triunfo.

En mi opinión, la estrategia opositora, en lo inmediato, supone dos cosas: lograr un proceso de negociación con el régimen y preparar una estrategia electoral; veamos primero el tema de la negociación y lo que eso supone. Para ello voy a resumir lo que plantee la semana pasada (https://bit.ly/3lQXNHv) que me servirá de contexto, para evaluar el tema de la preparación para las elecciones de 2024. Disculpen lo repetitivo, sé que es un trago amargo, pero precisamente por eso hay que insistir, las veces que sea necesario, para que se vaya asimilando.

“Lo que, probablemente, vendrá: unas negociaciones, donde la oposición, con la anuencia de USA, tendrá que aceptar el levantamiento de las sanciones personales y la concesión de inmunidad, al estilo de Chile con Pinochet…[porque] esas sanciones fueron creadas, para luego ser negociadas”; yo no lo dije de esa manera en mi ya referido artículo; esa es la interpretación de un amigo con respecto al mismo; pero lo pude haber dicho así, exactamente así, porque creo que esa interpretación es correcta.

Lo que no sé y lo que sé.

No sé si se reanudará la negociación suspendida en México, mediada por el Reino de Noruega, pues se dice que hay algún reparo, no oficial, por parte del régimen; tampoco sé si esa negociación será inmediata; pero, hay cosas que sí las sé:

– La primera y más importante es que sé que de este mal paso en la vida republicana de Venezuela, solo saldremos después de una negociación, en México o donde sea y con la mediación de quien sea: Noruega, El Vaticano, un grupo ad hoc de países, etc.

– Sé que dicha negociación inevitablemente nos llevará a un proceso electoral, que deberá ser supervisado internacionalmente, ojalá que respaldado por una vigorosa fuerza interna opositora y −seguramente− con apoyo de la amenaza de represalias internacionales contra el régimen y sus funcionarios, si no se celebran elecciones libres y si no se respetan los resultados; sin eso cualquier negociación perderá sentido.

– Otras cosas que sé, es que no habrá una “graciosa” renuncia de este régimen al poder que de modo omnímodo ejerce, pues, precisamente, con todo el poder y recursos que maneja, no lo entregará, ni se dejará conducir mansamente a la cárcel a pagar sus culpas, como algunos piensan.

– Sé también, y lo que está ocurriendo en Ucrania me lo confirma, que no habrá una intervención armada, militar, externa, en Venezuela que venga a poner “orden” en el país y a restablecernos la democracia;

– También sé que, al menos por el momento, no tenemos la fuerza interna que debilite al bloque político-militar, hegemónico, en el poder y lo obligue a sentarse a negociar su salida.

– Pero sé que en toda negociación hay que llegar a acuerdos; es decir, habrá que ceder, probablemente, en levantar sanciones personales, pues entre otras cosas, al régimen lo tiene sin cuidado las sanciones generales, económicas, por más que digan que son la causa de todos nuestros males y también lo tiene sin cuidado si afectan al pueblo; lo único que le preocupa son las sanciones personales que les impiden o podrían impedir a ellos, sus amigos y familiares, viajar por el mundo, adquiriendo propiedades y disfrutando de sus fortunas; el levantamiento de las sanciones personales, probablemente, será la solicitud del régimen, para ellos a cambio ceder en la realización de elecciones justas y libres

– Y, por último, como también sé que al final habrá un proceso electoral, cuanto antes nos montemos en ese esquema y empecemos a discutir sus consecuencias y posibilidades, mejor será; así nos podremos dedicar a organizar ese proceso y estar en condiciones de preparar estrategias alternativas.

Reflexión necesaria.

Ese es, en el fondo, el planteamiento de mi artículo de la semana pasada: Ponernos a reflexionar en torno a ese tema, para romper el fangoso marasmo en el que nos encontramos, de críticas a todo, a los partidos, al gobierno interino, a los líderes opositores, al proceso unitario, a la decisión organizativa de la llamada Plataforma Unitaria, al tema de si realizar o no primarias y de qué manera, etc.

Seguramente muchos se rasgarán las vestiduras ante esta perspectiva, ¡“Negociar”, que horror!; algunos hasta la consideran una “mala palabra” y se aferran a unos “principios” que, vista la realidad que tenemos, no pasan de ser “principios abstractos” de un orden que no existe, para un país que solo está en la mente de unos pocos, que lo recubren de filosofía, de argumentos morales y éticos, de sentimentalismo, pero en el fondo, no es más que una disipación de la realidad, como dicen los versos de Andrés Eloy Blanco: “…vapores de la fantasía / son ficciones que a veces dan a lo inaccesible / una proximidad de lejanía”.

Cerradas muchas de las fantasiosas vías, la electoral es la vía natural que nos va quedando y a ella se debe llegar tras una negociación.

Negociar, no conceder, no celebrar.

Tomar la decisión de negociar y estar conscientes de que es un paso ineludible y necesario, no implica adelantarse a hacer concesiones en discusiones públicas, por la prensa o redes sociales, guardemos eso para la mesa de negociación. Mucho menos implica adoptar el lenguaje del régimen, su agenda de discusión y de “justificación” y “disculpas” por haber llevado al país a la ruina. En otras palabras, asumir la decisión de negociar y reconocer que hay una “mejoría” en indicadores económicos en el país, no implica “celebrarle” al régimen la supuesta apertura económica −aun cuando, repito, algunos indicadores de “mejoría” sean reales−; mientras esa “mejoría” solo alcance a un porcentaje ínfimo de la población y más del 85% del país siga sumido en la miseria, sin servicios públicos, sin seguridad social, ni personal, sin hospitales, sin empleo, etc. la tal “mejoría” es solo una efímera ilusión.

No celebrar tampoco significa que vamos a hacernos los ciegos con algunas de las transformaciones que se producen; por el contrario, vamos a exigir que se continue en esa línea de acción. No celebrar no significa que los empresarios dejen pasar oportunidades y sus gremios se desgasten enfrentando al gobierno como si fueran partidos políticos opositores. No celebrar tampoco implica que el pueblo deje de estar atento a los cambios que lo favorezcan, ni dejar de aprovechar los que alivien o le traigan cierto bienestar. Significa que eso no nos va a adormecer en el objetivo fundamental de salir de este régimen de oprobio.

Desde luego que tampoco implica celebrarle al régimen actos “magnánimos” con respecto a unos pocos presos políticos, mientras mantenga cientos en las cárceles y continue la persecución de los líderes opositores.

Tampoco hay que obnubilarse o engañarse con sus llamados de “amplitud” de incorporar en las negociaciones a la “oposición” que ha “domesticado”, mientras mantiene el secuestro de los legítimos partidos de oposición, sus símbolos y el desconocimiento “judicial” de sus genuinas autoridades.

También debemos recordar, antes de celebrar, que ahora el régimen pretende aprobar en su “asamblea nacional” leyes para esquilmar los recursos de las oenegés e intimidar a sus dirigentes, aliados y controlar el aporte internacional de los recursos para ayuda humanitaria o hacerla pasar como una “obra” suya, práctica que ya ha desarrollado otras veces.

Este es el contexto en el cual hay que evaluar las tareas que tiene por delante la oposición democrática −ante la inminente elección presidencial del 2024, o antes− y que desarrollaré la próxima semana.

4 de junio de 2022

https://ismaelperezvigil.wordpress.com/

 6 min


Tatiana Stanovaya

Una de las razones por las que es tan difícil entender las intenciones rusas, y lo que está en juego en la guerra de Ucrania, es la importante divergencia entre cómo los observadores externos ven los eventos y cómo son vistos desde el Kremlin. Cosas que parecen obvias para algunos, como la incapacidad de Rusia para lograr una victoria militar, son pecibidas de manera completamente diferente en Moscú. El hecho es que la mayoría de las discusiones de hoy sobre acerca de cómo ayudar a Ucrania a ganar en el campo de batalla, obligar a Kyiv a hacer concesiones o permitir que el presidente ruso Vladimir Putin salve las apariencias que tienen poco en común con la realidad.

Aquí intentaré descativar cinco suposiciones comunes acerca de cómo Putin ve esta guerra. En ni opinión, Occidente necesita ver la situación de manera diferente si quiere ser más efectivo en su enfoque y disminuir los riesgos de escalada.

Suposición 1: Putin sabe que está perdiendo.

Conclusión derivada de la idea errónea de que el principal objetivo de Rusia es tomar el control de gran parte de Ucrania y, por lo tanto, cuando el ejército ruso se desempeña mal, o no logra avanzar o incluso retroceder, equivale a un fracaso.

Sin embargo, los principales objetivos de Putin en esta guerra nunca han sido adquirir territorios; más bien quiere destruir Ucrania en lo que él llama un proyecto “antirruso” y así evitar que Occidente use el territorio ucraniano como cabeza de puente para realizar actividades geopolíticas antirrusas. Como resultado, Rusia no se ve a sí misma fracasando. Ucrania no se unirá a la OTAN ni existirá pacíficamente sin considerar las demandas rusas de rusificación (o "desnazificación" en la jerga de la propaganda rusa) y "des-OTANficación" (conocida como "desmilitarización" en términos de la propaganda rusa) , lo que significa un alto a cualquier cooperación militar con la OTAN. Para cumplir estos objetivos, Rusia necesita mantener su presencia militar en territorio ucraniano y seguir atacando la infraestructura ucraniana.

No hay necesidad de grandes conquistas territoriales ni de tomar Kyiv, la capital de Ucrania (incluso si soñó con eso al principio). Incluso la anexión de las regiones de Lugansk y Donetsk, que Moscú considera solo una cuestión de tiempo, es un objetivo local auxiliar para hacer que Ucrania pague por sus opciones geopolíticas incorrectas y pro-occidentales durante las últimas dos décadas. A los ojos de Putin, él no está perdiendo esta guerra. De hecho, es probable que crea que está ganando, y estará feliz de esperar hasta que Ucrania reconozca que Rusia se quedará allí para siempre.

Suposición 2: Occidente debería encontrar una manera de ayudar a Putin a salvar las apariencias, disminuyendo así los riesgos de una mayor escalada, posiblemente nuclear.

Imagine usted una situación en la que Ucrania acepta la mayoría de las demandas de Rusia: reconoce a Crimea como rusa, al Donbás como independiente, y se compromete con un ejército reducido y promete no unirse nunca a la OTAN. ¿Acabará eso con el conflicto? Incluso si, para muchos, la respuesta parece ser un "obvio "sí", están equivocados. Rusia puede enfrascarse en una batalla con Ucrania, pero geopolíticamente, se ve a sí misma librando una guerra contra Occidente en territorio ucraniano. En el Kremlin, Ucrania es vista como un arma anti-rusa en manos occidentales, y destruirla no conducirá automáticamente a la victoria de Rusia en este juego geopolítico anti-occidental. Para Putin, esta guerra no es entre Rusia y Ucrania, y el liderazgo ucraniano no es un actor independiente sino una herramienta occidental que debe ser neutralizada.

Entonces, independientemente de las concesiones que Ucrania pueda hacer (independientemente de cuánto políticamente realistas puedan ser), Putin continuará intensificando la guerra hasta que Occidente cambie su enfoque del llamado problema ruso y admita que, como lo ve Putin, las raíces de de la agresión rusa son el resultado de que Washington ha ignorado las preocupaciones geopolíticas rusas durante 30 años. Este ha sido el objetivo real de Putin durante mucho tiempo y permanece sin cambios.

Las demandas poco realistas rusas rechazadas por Kyiv son incluso una forma para que el Kremlin las aumente en una confrontación Rusia-Occidente, poniendo a prueba la capacidad de Occidente para estabilizarse de modo unido y consistente. Hoy, Occidente ve el problema bajo la luz equivocada: al tratar de detener la guerra de Rusia, se enfoca en los pretextos artificiales de Moscú para su invasión de Ucrania y pasa por alto la obsesión de Putin con la llamada amenaza occidental, así como su disposición a usar la escalada y así obligar a Occidente a entablar un diálogo bajo condiciones rusas. Ucrania es sólo un rehén.

Supuesto 3: Putin no solo está perdiendo militarmente sino también internamente, y la situación política en Rusia es tal que Putin podría enfrentar pronto un golpe.

Sucede lo contrario, al menos por el momento. La élite rusa se ha preocupado mucho por garantizar la estabilidad política y evitar las protestas que ha terminado por consolidarse en torno a Putin como el único líder capaz de afirmar el sistema político y prevenir el desorden. La élite se encuentra políticamente impotente, asustada y vulnerable, incluidos aquellos personasjes retratados en los medios occidentales como belicistas y halcones. Hacer un movimiento contra Putin equivale hoy a suicidarse a menos que Putin comience a perder su capacidad de gobernar (física o mentalmente). A pesar de las nuevas divisiones y grietas dentro de las filas y el descontento con las políticas de Putin, el régimen se mantiene firme.

La principal amenaza para Putin es el propio Putin. Aunque el tiempo puede estar en su contra, el despertar de la élite es un proceso que llevará mucho más tiempo de lo que mucha gente espera. Dependerá de la presencia de Putin en el día a día del gobierno.

Supuesto 4: Putin tiene miedo de las protestas contra la guerra.

Lo cierto es que Putin tiene más miedo a las protestas a favor de la guerra. Hay que tener en cuenta el afán de muchos rusos por ver la liquidación de los que ellos llaman nazis ucranianos. El estado de ánimo público podría incluso impulsar una escalada que lleve a Putin a ser más agresivo y decidido, aunque sea como resultado de la propia propaganda del Kremlin. Esto es un punto extremadamente importante: Putin ha despertado un oscuro nacionalismo del que depende cada vez más. Pase lo que pase con Putin, el mundo tendrá que lidiar con esta agresión pública y con las convicciones antiliberales y antioccidentales que hacen que Rusia sea un problema para Occidente.

Supuesto 5: Putin se ha sentido profundamente decepcionado con su séquito y dio luz verde al enjuiciamiento penal de altos funcionarios.

Este es un tema intensamente discutido en Occidente. Surge de la especulación sobre el arresto del ex jefe de gabinete adjunto de Putin, Vladislav Surkov así como la detención de Sergey Beseda, un alto oficial de seguridad responsable de Ucrania; y purgas entre el círculo íntimo de Putin. Todos estos rumores deben verse con extremo escepticismo.

En primer lugar, no ha habido confirmación de ninguno de ellos. (Más bien, fuentes de alto nivel sugieren que ni Beseda ni Surkov han sido arrestados). En segundo lugar, es probable que Putin esté molesto y decepcionado con su personal, pero no es su estilo purgar su círculo íntimo a menos que se hayan cometido delitos graves. Las intenciones son lo único que le importa a Putin, y si los servicios secretos de Rusia calculan mal o incluso lo informan mal sin malas intenciones, no habrá procesamientos. Finalmente, la campaña militar en Ucrania ha sido manejada de cerca por Putin desde el principio con muy poco espacio para que los subordinados muestren alguna iniciativa.

Todo esto significa que el dilema occidental —redoblar el apoyo a Ucrania porque Putin está perdiendo o apaciguar a Putin porque está desesperado y es peligroso— está profundamente equivocado. Sólo puede haber dos resultados posibles. O Occidente cambia su enfoque hacia Rusia y comienza a tomarse en serio las preocupaciones rusas que llevaron a esta guerra o el régimen de Putin se desmorona y Rusia revisa sus ambiciones geopolíticas.

Por el momento, tanto Rusia como Occidente parecen creer que su contraparte está condenada y que el tiempo está de su lado. Putin sueña con que Occidente sufra una desilusión política, mientras que Occidente sueña con que Putin sea destituido, derrocado o muera por una de las muchas enfermedades que se rumorea que padecen. Nadie tiene razón. Al final del día, un acuerdo entre Rusia y Ucrania solo es posible como una extensión de un acuerdo entre Rusia y Occidente o como resultado del colapso del régimen de Putin. Y eso te da una idea de cuánto podría durar la guerra: años, en el mejor de los casos.

(Foreign Policy)

5 de junio 2022

Polis

https://polisfmires.blogspot.com/2022/06/tatiana-stanovaya-en-lo-que-occ...

 6 min


Carlos Malamud, Rogelio Núñez Castellano

Los Ángeles acoge del 6 al 10 de junio la IX edición de la Cumbre de las Américas. El encuentro, contemplado como una oportunidad para que América Latina gane visibilidad internacional y Washington renueve su influencia, a la vez que pueda promover una alternativa hemisférica de desarrollo para la región, ha quedado opacado por las diferentes visiones existentes sobre la coyuntura actual. Estas se expresan en tensiones políticas con diferentes países, especialmente con México, por la participación de Cuba, Venezuela y Nicaragua en la Cumbre, y en menor medida con Brasil, aunque por motivaciones diferentes.

Resumen

La IX Cumbre de las Américas, a celebrarse del 6 al 10 de junio en Los Ángeles, debe reunir a los países latinoamericanos y caribeños más EEUU y Canadá, en una coyuntura marcada por los efectos de la pandemia y, más recientemente, por las consecuencias globales de la invasión rusa de Ucrania. La Cumbre se presenta, a priori, como una ventana de oportunidad para los diferentes actores involucrados, en la medida en que sean capaces de reforzar los lazos hemisféricos, algo que todavía está por ver. Esto implica que la Administración Biden sea capaz de renovar y recuperar su influencia en América Latina, mientras América Latina simultáneamente debe dar muestras de una mayor sintonía con el tan denostado vecino del Norte.

Sin embargo, la vigencia de recelos preexistentes, la existencia de agendas contradictorias, la falta de coordinación y la preeminencia de los objetivos particulares sobre los generales han obstaculizado la posibilidad de que América Latina asuma un papel protagónico en esta Cumbre, lo que dificulta aún más el objetivo de tener una voz única en la escena global.

Mientras la Administración Biden preparaba esta cita, su atención estaba básicamente puesta en la crisis ucraniana y en la agenda migratoria, lo que restaba interés a los problemas estructurales del Hemisferio. Por eso será importante ver la atención que la Cumbre presta a la agresión rusa y a la respuesta continental. El sesgo dado a la reunión parece que ha puesto en un segundo plano tanto el diseño y la financiación de un plan integral de crecimiento con desarrollo, como la defensa de la gobernabilidad democrática.

La retórica del presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador (AMLO), intentando presentarse como un líder regional que habla en nombre de toda América Latina y defiende a Cuba, Venezuela y Nicaragua, ha enrarecido los preparativos de la cita y complicado buena parte de los proyectos que buscaban impulsar un cambio profundo al sur del Río Bravo. Por último, habrá que ver cómo se concreta la invitación a España y si esto se traduce en una mayor sintonía, coordinación y cooperación en una agenda compartida de políticas de ambos países para América Latina.

Análisis

Introducción: el significado histórico de las cumbres de las América

Las Cumbres de las Américas nacieron en 1994, en el marco de la post Guerra Fría y de la globalización, como un foro impulsado por EEUU para construir una coalición hemisférica con los países democráticos, impulsando procesos de cooperación y coordinación política. Fue una manera de replantear, tras el colapso soviético, la relación regional una vez consolidadas las transiciones a la democracia, acabados los conflictos centroamericanos y finalizada la pugna EEUU-URSS. También fue una manera de responder a iniciativas extraregionales, como la de España, que trataban de ganar influencia mediante las Cumbres Iberoamericanas, nacidas tres años antes (1991). Se buscaba consolidar la democracia mediante alianzas estratégicas con los países democráticos, todos salvo Cuba. Esto duró hasta 2015. Entonces Raúl Castro participó junto a Barack Obama en la Cumbre de Panamá, coincidiendo con su acercamiento a La Habana.

Uno de los principales objetivos de las Cumbres fue profundizar los lazos económicos mediante la firma de un acuerdo de libre comercio de ámbito hemisférico, el Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA), reforzado con un foro de Estados democráticos. El proyecto tuvo el respaldo entusiasta de buena parte de los países de la región, comprometidos con los distintos mecanismos y procedimientos ensayados para implementar un plan tan ambicioso.

La tímida oposición inicial fue creciendo tras la llegada de Hugo Chávez, su alianza con Fidel Castro y el lanzamiento del ALBA, inicialmente conocida como la Alternativa Bolivariana de las Américas, que tenía una postura frontal contra cualquier forma de libre comercio. En 2005 se hundió el pilar básico de esta iniciativa hemisférica impulsada por los diferentes inquilinos de la Casa Blanca –el proyecto económico/comercial–. Lo que salió adelante fue la apuesta por la defensa y la consolidación de la democracia, traducida en la Carta Democrática Interamericana, aprobada en la Cumbre de 2001 en Quebec. Los participantes confirmaron su compromiso de defender la democracia representativa. En el siglo XXI las cumbres fueron perdiendo su empuje, mientras se estancaba la discusión en torno al ALCA y emergían otros actores extraregionales, como China.

En 2015 y 2018 Cuba participó en las Cumbres de Panamá y Lima, pese a no compartir los principios y valores sostenidos en la Carta Democrática y a ser un régimen de partido único. En su artículo 3º, la Carta señala que “son elementos esenciales de la democracia representativa, entre otros, el respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales; el acceso al poder y su ejercicio con sujeción al estado de derecho; la celebración de elecciones periódicas, libres, justas y basadas en el sufragio universal y secreto como expresión de la soberanía del pueblo; el régimen plural de partidos y organizaciones políticas; y la separación e independencia de los poderes públicos”.

La Cumbre de 2022: ¿una ventana de oportunidad frustrada?

La IX Cumbre de las Américas a celebrarse en junio en Los Ángeles vuelve a territorio estadounidense tras la I en 1994. El contexto es muy diferente al de las ediciones anteriores y, sobre todo, a la última, la VIII (Perú, 2018). La pandemia –que pospuso un año la reunión– y la invasión de Ucrania han acelerado la transformación geopolítica internacional. El escenario mundial (político-institucional, geopolítico y económico-social) se está transformando rápidamente. El mundo de la post Guerra Fría ha ido desapareciendo, comenzando en la crisis económica de 2008. A ello siguieron problemas internos (polarización política y declive económico) y externos en EEUU (retiradas de Irak y Afganistán).

La tradicional hegemonía estadounidense en América Latina es cosa del pasado, tras el desembarco de otras potencias extrarregionales, comenzando por China. La propuesta económico-comercial de Pekín, con el referente de la Franja y la Ruta resulta muy atractiva para buena parte de la región y otorga a China una estrategia global más asertiva. Respecto a lo sucedido en 2018, ya no es Donald Trump el presidente de EEUU sino Joe Biden, más inclinado a reforzar sus alianzas con los aliados tradicionales: la UE, Australia y Nueva Zelanda o países asiáticos como Japón, Corea del Sur o incluso la India.

Todo apunta a que la Cumbre de Los Ángeles es vista por EEUU como una palanca importante para reforzar su papel hemisférico, establecer nuevas alianzas y contener su pérdida de influencia internacional tras la retirada en Afganistán, el ascenso de China y la invasión de Ucrania. Mientras Trump no acudió a Lima, Biden es el anfitrión de esta Cumbre y su implicación con ella es mayor.

La relación con América Latina ha sido hasta ahora relativamente marginal para la Casa Blanca. La coyuntura internacional, marcada por la pandemia y Ucrania, explica esta circunstancia, aunque hay razones de más largo plazo. Desde el final de la Guerra Fría y muy especialmente tras los atentados del 11-S (2001), EEUU ha ido perdiendo interés en la región. Desde que naufragó el ALCA (2005) gracias a la obstrucción de Argentina (Néstor Kirchner), Venezuela (Hugo Chávez) y Brasil (Lula da Silva), Washington no ha tenido un programa regional integral. Esto es percibido por la Administración Biden, sabedora de la necesidad de reforzar las alianzas del Sur Global, lo que requiere profundizar la relación con América Latina, especialmente cuando la creciente presencia china amenaza la solidez de la relación hemisférica, algo dado por hecho durante tiempo.

La nueva Cumbre de las Américas parece haber tenido una importancia secundaria en la agenda estadounidense, centrada en el problema migratorio y pendiente de la guerra de Ucrania. Tampoco existe un proyecto hemisférico relacionado con la transformación digital y medioambiental ni ninguna oferta concreta para situar a la región como un aliado estratégico frente a Pekín. Por ejemplo, se podría pensar en el impulso de políticas de nearshoring y complementariedad energética mediante el desarrollo y financiación de fuentes de energía basadas en commodities claves para la economía verde. Estos cambios estructurales contribuirían no sólo a mejorar la inserción global de las economías latinoamericanas, sino también reducirían la presión migratoria en EEUU.

En un año electoral en EEUU (elecciones de medio término) la prioridad son las migraciones, de gran incidencia en ciertos estados. Esto afecta tanto a México, lugar de paso, como a los países centroamericanos y caribeños, origen de las oleadas migratorias. Biden ha convertido la firma de un pacto migratorio regional en el principal objetivo de la Cumbre, al considerar que la crisis climática, la pandemia y la corrupción han generado “flujos migratorios y de refugiados sin precedentes en la historia moderna de la región… nuestro objetivo es trazar un nuevo enfoque regional para mejorar la forma en que gestionamos de manera conjunta la migración en la región para la próxima década”.

Si bien el lema de la Cumbre (“Construir un futuro sostenible, resiliente y equitativo”) se plantea objetivos estructurales y de largo plazo, ésta tiene objetivos más focalizados en impulsar “esfuerzos regionales coordinados” para atender la migración, abordar sus causas y combatir las redes de tráfico de personas. La seguridad sanitaria tras la pandemia, la crisis climática, la transición hacia energías limpias, el acceso a tecnologías digitales, el crecimiento económico equitativo o el fortalecimiento de la institucionalidad democrática han ido quedando eclipsadas no sólo por la migración sino también por las discrepancias políticas.

El gesto de EEUU de invitar a España a la Cumbre muestra las características del nuevo liderazgo mundial que propone Biden y abre una ventana de oportunidad para que ambos países busquen soluciones coordinadas a los problemas latinoamericanos. Esta propuesta reafirma el deseo de Washington de reforzar sus alianzas transcontinentales, como ocurre con el AUKUS, para recuperar el liderazgo perdido y hacer frente al desafío de China y otras potencias extra regionales. Son más cosas las que unen a España y EEUU que las que las separan. Son los dos países con mayores vínculos históricos, sociales, económicos y culturales con América Latina y ambos están siendo desplazados por China y sus intereses. La relación bilateral permite vislumbrar una mayor colaboración y cooperación sobre América Latina, especialmente en aquello relacionado con la gobernabilidad, el reforzamiento de las instituciones, la lucha contra el crimen organizado y otras múltiples cuestiones. No se trata de que España sea el “puente” entre EEUU y América Latina, algo que esta no necesita, sino que Madrid y Washington refuercen conjuntamente el interés por una región vital para el futuro de los intereses compartidos.

Para Biden, esta Cumbre es la prolongación de la celebrada “por la democracia” en diciembre de 2021. Ambas son una oportunidad para reforzar las democracias frente al ascenso del populismo autoritario. El objetivo de apoyar “la democracia y el respeto a los derechos humanos… núcleo del compromiso de EEUU con nuestros vecinos de América” justifica la no invitación a Cuba, Nicaragua y Venezuela. Aquí, la Cumbre se acabó politizando y siendo un obstáculo para potenciar la coordinación regional en la modernización de las estructuras económicas y las instituciones democráticas. Sin embargo, uno de los principales obstáculos que complica los objetivos de la Administración (más ambiciosos teóricamente que en los hechos concretos) es el carácter fragmentario de la región, cruzada por las tendencias más diversas, polarizada políticamente y con México tratando de convertirse en el líder regional. Algunas de las propuestas de López Obrador son incompatibles con las de Washington. Por eso, condicionó su presencia en la Cumbre a la invitación de Cuba, Venezuela (Biden recibiría a Juan Guaidó, a quién sigue reconociendo como “presidente interino”) y Nicaragua, una propuesta secundada por Bolivia.

AMLO se ha erigido en defensor de la participación sin exclusiones de todos los gobiernos. En línea con la Doctrina Estrada, omnipresente en la política exterior mexicana, apuntó a la participación “de todos los países, todos los pueblos de América, porque nadie debe excluir a nadie”. Sin embargo, EEUU descartó invitarlos por considerar que “no respetan” la democracia. Brian Nichols, subsecretario de Estado para el Hemisferio Occidental, dejó claro que si el objetivo es fortalecer la institucionalidad democrática no tiene sentido invitar a una dictadura de partido único o a dos regímenes autoritarios: “Nuestra base en el Hemisferio es la democracia. Tenemos la Carta Democrática de las Américas, la Carta de la OEA, las declaraciones de Quebec y Lima. Hay un sentimiento y una visión democrática en las Américas y vamos a respetar eso. Y, por lo tanto, no nos parece conveniente incluir a países que falten al respeto a la democracia”.

La región muestra una vez más sus fracturas internas: mientras Colombia (recientemente reconocido por EEUU como un aliado estratégico extra OTAN), Ecuador y Paraguay respaldan a EEUU, otros países lo critican. Alberto Fernández, el mandatario argentino que ocupa la presidencia pro tempore de la CELAC, anunció que “es momento de ayudar a Venezuela”. Luis Arce, presidente de Bolivia, convocó a no excluir a ningún país porque se corre el riesgo de “que no se materialicen” los objetivos de la Cumbre “si se desconoce el pluralismo, se ignora el principio de autodeterminación y se veta la participación de países hermanos”. La presidenta de Honduras, Xiomara Castro, también rechazó las exclusiones: “Si no estamos todas las naciones, no es Cumbre de las Américas”. De igual forma, los países de la Comunidad del Caribe (Caricom) advirtieron en un primer momento a Washington que si persistía en las exclusiones no acudirán. El embajador de Antigua y Barbuda en EEUU, Ronald Sanders, llegó a explicar que no asistirían porque “la Cumbre de las Américas no es una reunión de EEUU, por lo que no puede decidir quién está invitado y quién no”.

Si bien Argentina, Honduras y Chile criticaron las exclusiones, a diferencia de México, siempre comprometieron su presencia. Por el contrario, el presidente de Guatemala, Alejandro Giammattei, anunció que no acudirá tras las críticas de EEUU al nombramiento de la fiscal general, Consuelo Porras, acusada de corrupción por Washington. El departamento de Estado condenó su designación y dijo que Porras estaba “involucrada en una corrupción significativa” y que había obstruido repetidamente las investigaciones anticorrupción “para proteger a sus aliados políticos y obtener favores políticos indebidos”. Con estos antecedentes, López Obrador dobló su apuesta rechazando las exclusiones. En su reciente visita a Cuba se comprometió a insistir ante Biden la no existencia de vetos. Tras su gira centroamericana y caribeña, incrementó su desafío a Washington y sostuvo que “si se excluyen, si no se invita a todos, va a ir una representación del gobierno de México, pero no iría yo, me representaría el canciller, Marcelo Ebrard” y que “si un país no quiere asistir, pues ya ese es su derecho, pero ¿cómo una Cumbre de América sin todos los países de América? ¿De dónde son los no invitados? ¿Son de otro continente, de otra galaxia, de un planeta no conocido?”.

Con el paso del tiempo, esta tensión inicial provocada por las exigencias mexicanas se fue atemperando. Primero, porque EEUU ha reducido la presión sobre Cuba y Venezuela. Ha rebajado las sanciones contra Cuba existentes desde la época de Trump sobre visados, viajes y remesas. De todos modos, esta marcha hacia la normalización diplomática convive con las reclamaciones sobre la democratización y el respeto a los Derechos Humanos. En marzo pasado, funcionarios estadounidenses se reunieron en Caracas con Nicolás Maduro, una reunión seguida dos meses después por la decisión estadounidense de permitir a Chevron renegociar su licencia de operación en Venezuela. López Obrador, sin moverse de su decisión de no acudir a Los Ángeles, ha ido rebajando el tono, asegurando que la relación bilateral no iba a sufrir ningún daño. “No se debe de pensar que, si en este caso de la cumbre no coincidimos, pues ya se va a producir una ruptura. De ninguna manera. Nosotros, independientemente de lo que se resuelva, pues siempre vamos a tener una relación de amistad y de respeto con el Gobierno de Estados Unidos, y más, mucho más, con el pueblo de ese país”.

Finalmente, el despliegue diplomático de Washington dio sus frutos. Los gestos hacia Cuba y Venezuela consiguieron que la mayoría de países del Caricom variara su inicial posición negativa. Además, el viaje por la región del senador Christopher Dodd, asesor de la Casa Blanca para la Cumbre de las Américas, puso en marcha unas negociaciones con México para pactar la presencia de AMLO en Los Ángeles y logró que el hasta entonces reticente y ambiguo Bolsonaro aceptara acudir a la cumbre. Washington no ha tenido problema en cortejar a López Obrador, reconociendo de forma implícita el liderazgo mexicano y la propia importancia de su vecino del sur para el éxito de esta Cumbre. Como dijo el embajador en México. “Se puede preguntar por qué estamos dándole tanta atención a México. Es porque en una Cumbre de las Américas se requiere que México esté allí con su liderazgo”.

Del otro lado, Cuba, Venezuela y Nicaragua no sólo confirmaron su intención de acudir a Los Ángeles sino que convirtieron la XXI Cumbre del ALBA celebrada el último fin de semana de mayo en La Habana en una plataforma para cuestionar la Cumbre de las Américas y la posición mantenida por EEUU. Sin embargo, la trascendencia mediática del ALBA fue sumamente discreta, en consonancia con el bajo perfil que mantiene la organización en los últimos años.

Si bien la próxima Cumbre de las Américas es un marco donde la región podría empezar a tener un papel relevante, todo indica que los países latinoamericanos llegarán con agendas propias, a veces contradictorias, descoordinados y sin una propuesta de conjunto. La politización en torno a las exclusiones sólo agrava la situación. Como apunta el expresidente Ricardo Lagos, “en esta hora de tempestades, sería lógico ver a Latinoamérica compartiendo ideas para resolver sus dificultades. No se ve fácil, porque hace mucho que no nos hablamos. Sin embargo, ante los momentos duros que avecinan, cabe pensar cómo encaramos en conjunto los desafíos tanto a nivel continental como local. Quizás buscar un nuevo multilateralismo Norte/Sur… Lo único claro es que si queremos ser capaces de cruzar este tiempo de desafíos mayores, la unidad y los consensos fundamentales son de máxima prioridad”.

Es una nueva muestra de descoordinación regional, que comienza con las desavenencias entre las dos grandes potencias latinoamericanas, Brasil y México. En una década Brasil pasó de ocupar un papel protagonista y dinámico en el escenario mundial (sobre todo con Lula da Silva, entre 2003 y 2010) a tener un papel periférico y deslucido con Jair Bolsonaro. La Cumbre de Los Ángeles ha estado prácticamente ausente de la agenda de Bolsonaro, casi exclusivamente ocupado en su reelección y en su pugna con los organismos electorales brasileños. Esta posición coincide con el agotamiento de su propuesta de impulsar una política exterior ideologizada, con Ernesto Araujo como canciller. El Brasil de Bolsonaro redujo su estrecho margen de acción geopolítico al desaparecer sus posibles aliados internacionales (Trump), dificultarse la relación con otros (Vladimir Putin) y crecer su aislamiento regional con la diminución de gobiernos de centroderecha y derecha y aumentar los de izquierda. Ante la cita de Los Ángeles, Brasilia jugó a la ambigüedad y dejó traslucir que Bolsonaro no planeaba asistir, no por las exclusiones sino por una causa no revelada, pero que desvela la frialdad entre Brasil y EEUU. A 12 días de la reunión Planalto por fin confirmó su asistencia.

El protagonismo ha pasado a AMLO: tras su apuesta por reactivar la CELAC acude a esta Cumbre tras su gira por América Central y el Caribe, combinando una agenda múltiple. No sólo se alza como defensor de la reincorporación de Cuba a la comunidad americana y la no exclusión de Venezuela y Nicaragua, sino también aspira erigirse en líder regional buscando articular con EEUU una solución al problema migratorio y diseñar una propuesta para construir una alternativa de desarrollo. Es un proyecto alejado de las ideas “antiimperialistas” del socialismo del siglo XXI y sus aliados, pero impregnado del clásico nacionalismo latinoamericano y con pretensiones de aunar estrategias poco compatibles: tener a EEUU como aliado en la construcción de un marco de convivencia hemisférico, inspirado en la UE, y, al mismo tiempo, pretender ser el abanderado de los principios democráticos mientras admite en la comunidad de naciones americanas a las dictaduras y los regímenes autoritarios.

En teoría, para tratar de que se democraticen. Si bien el aislamiento desde 1961 no propició la transición en Cuba, el acercamiento de Obama de 2015 tampoco permitió su apertura.

Como señaló Rafael Rojas, “la reciente gira del presidente Andrés Manuel López Obrador resume la contradicción que plantea el proyecto de la Cuarta Transformación dentro de la izquierda latinoamericana… admira la Revolución Cubana y a Fidel Castro, pero propone una vía de transformación democrática y capitalista, y un tipo de vínculo con EEUU, radicalmente distintos a los del socialismo cubano. Justifica la falta de democracia en Cuba y suscribe la criminalización de las protestas populares y de la oposición pacífica en la isla, porque las considera efectos perversos del bloqueo, pero se proyecta como principal aliado regional del antagonista histórico de La Habana”.

México ha avanzado en el tema migratorio para promover una emigración segura, legal y dar una solución integral a la crisis. Tras una conversación telefónica entre López Obrador y Biden, seguida de una reunión entre el secretario Marcelo Ebrard y los secretarios de Estado, Antony Blinken, y de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, ambas administraciones parecen dispuestas a buscar soluciones de largo plazo, con una estrategia que impulse el desarrollo económico, la creación de empleos y la inversión de empresas y gobiernos para desincentivar la migración. No obstante, las diferencias entre México y EEUU sobre cómo implementar la ayuda y su escasa importancia económica, de 4.000 millones de dólares (una cifra respetable pero lejana de las necesidades de la América Central), reducen considerablemente su viabilidad. Si bien los proyectos mexicanos (“Sembrando Vida” y “Jóvenes Construyendo el Futuro”) de impulso al desarrollo de América Central y el Caribe refuerzan su liderazgo regional, por sí mismos son insuficientes para hacer frente a los desafíos estructurales de la zona.

Al margen de México o Brasil, para Chile, con Gabriel Boric, la Cumbre es un escenario privilegiado para presentar internacionalmente su proyecto renovador, de una izquierda alejada del extremismo retórico de la anterior generación (la del “socialismo del siglo XXI”). Frente a gobiernos de salida (Iván Duque en Colombia), debilitados internamente (Alberto Fernández en Argentina y Pedro Castillo en Perú) o centrados en las elecciones (Bolsonaro en Brasil), el nuevo ejecutivo chileno, pese a las dificultades internas, llega con una agenda novedosa y reformista más que disruptiva, con el deseo de tender puentes con el resto de la región e integrarla más allá de la ideología.

Boric, que ha invitado al presidente de la patronal chilena a que le acompañe a la Cumbre, encarna un cambio respecto a la política exterior de los populismos de izquierda (Chávez, Correa…) y derecha (Bolsonaro y Bukele). Acaba con el discurso maniqueo del “ellos y nosotros”, con la politización de las relaciones exteriores y las despersonaliza al apostar por la vía diplomática. Si bien Chile es partidario de que Cuba, Nicaragua y Venezuela acudan a la Cumbre, no dejará de participar si finalmente se consuma su exclusión. Antonia Urrejola, ministra de Exteriores, apunta que “el presidente [Boric] ha insistido que, más allá de las cercanías ideológicas con unos u otros, su prioridad es que América Latina vuelva a tener una sola voz. Y esa voz única tiene que ver con una agenda común que tenemos que encontrar los distintos países de la región que va más allá de las diferencias ideológicas. América Latina es de las regiones más afectadas por la crisis climática, siendo que es una de las que menos responsabilidad tiene. Tenemos que tener una mirada conjunta en el tema migratorio, el narcotráfico, la seguridad. la idea de que más allá de la cercanía ideológica con algunos gobiernos de la región, la agenda fundamental para América Latina es una agenda de integración regional. Porque América Latina, por la polarización y la fragmentación, perdió la voz… es un discurso nuevo en la izquierda latinoamericana. Creo que por sí mismo es un liderazgo muy importante donde el presidente, y así lo ha demostrado también en materia de política interna, está por abrir todos los espacios de diálogo, más allá de las diferencias que son legítimas”.

Conclusiones

La IX Cumbre de las Américas se perfila más como una nueva ocasión perdida que como una ventana de oportunidad para buscar soluciones viables y de largo plazo a los problemas medulares de América Latina. Su politización –la estrategia de México de posicionarse como líder regional frente a EEUU, tomando como bandera la presencia de Cuba, Venezuela y Nicaragua– ha profundizado las tradicionales divisiones regionales. Sobre todo, ha opacado los proyectos de reforma estructural centrados en solucionar el desafío migratorio no sólo mediante políticas de control y seguridad sino también promoviendo una agenda integral de crecimiento con desarrollo.

El camino hacia la Cumbre ha mostrado la persistencia de dos debilidades que lastran a la región: el liderazgo de EEUU, no sólo mundial sino también hemisférico, y el débil compromiso de América Latina con la democracia. El liderazgo estadounidense tiene dos tipos de problemas. Primero, desde el hundimiento del ALCA en 2005 Washington sigue sin ofrecer un proyecto integral capaz de seducir a la región. La fractura interna entre Republicanos y Demócratas, acentuada tras la presidencia de Trump, provoca la falta de una “política de Estado” para América Latina. EEUU pasó de excluir a las dictaduras –Cuba– de la Cumbres de las Américas a admitir su presencia (2015 y 2018) para volver en 2022 a no invitar a los regímenes no democráticos. Washington sigue sin encontrar el tono adecuado para plantear la relación hemisférica como una relación entre iguales.

En segundo lugar, para muchos gobiernos de América Latina la Cumbre se ha convertido en una manera de adoptar una posición de resistencia frente a EEUU, lo que permite ganar apoyos internos y legitimidad ante un electorado tradicionalmente atraído por un mensaje antiimperialista. México está en pleno proceso electoral y se asoma a las presidenciales de 2024. Este año Brasil elige o reelige presidente. Una actitud nacionalista y desafiante ante Washington da resultado en las urnas, tanto para la izquierda (AMLO) como para la derecha extrema (Bolsonaro). En concreto, la postura de López Obrador supone una victoria asegurada pase lo que pase. Si logra que Washington acepte la presencia de estos tres gobiernos podrá presentarse como el gran ganador ante la potencia hegemónica; y si no acuden por el veto de EEUU, se convierte en un referente del nacionalismo antiestadounidense a escala regional. En ese contexto se entiende que la Administración Biden haya redoblado sus esfuerzos en las últimas semanas para conseguir que López Obrador reconsidere su postura. Primero, con una nueva conversación entre Blinken y Ebrard; y luego, con la visita de Christopher Dodd.

Por el contrario, para Biden cualquier salida es negativa. Aceptar la presencia de tres gobiernos no democráticos desvirtuaría la esencia de la reunión y pondría en cuestión su estrategia. Además, regalaría un balón de oxígeno a un gobierno, como el cubano, que no aprovechó el deshielo desde 2015 para impulsar la apertura democrática y el respeto por los Derechos Humanos, sino que profundizó su perfil represivo. También a Nicaragua, que celebró elecciones sin las mínimas garantías y encarceló a los principales líderes opositores que buscaban ser candidatos. Hay otra alternativa aún peor. Una cumbre sin los presidentes de las dos mayores potencias regionales, México y Brasil, vaciaría de contenido los acuerdos de la Cumbre. De todos modos, si el Hemisferio se resiente de la falta del liderazgo del “amigo americano”, también padece y mucho la ausencia de líderes claros en América Latina.

En una coyuntura como la actual, los grandes objetivos de la Cumbre (la defensa y reforma de los sistemas democráticos y la transformación de las Cumbres para ganar peso internacional y acometer coordinadamente los déficits hemisféricos) podrían quedar en segundo plano. Es una forma de desaprovechar la oportunidad que brinda la presente Cumbre en la búsqueda de una mayor relevancia internacional para América Latina. Lejos de ser un apéndice global, la región debe jugar sus cartas y sacar partido de su potencial alianza con Occidente. EEUU y la UE deberían reconocer el peso de América Latina en la defensa de la democracia y en el suministro de materias primas, especialmente en esta coyuntura marcada por la agresión rusa. Al mismo tiempo, América Latina debe mostrarse como una región cohesionada, con proyectos de largo plazo y consensuados y que transmita seguridad (jurídica y de gobernabilidad).

La invitación a España para que asista a la Cumbre es una forma de inaugurar una nueva etapa. Los problemas latinoamericanos (la crisis centroamericana y la migratoria, el desafío del crimen organizado y el deterioro económico y social de la región) sólo puede abordarse desde la cooperación regional y con el apoyo e implicación de las grandes potencias mundiales. Como dice Ricardo Lagos, la búsqueda de un nuevo multilateralismo Norte/Sur, o al menos de una parte del Norte con una parte del Sur, es una cuestión esencial. Lo es para América Latina, pero en un momento como el actual también lo es, y mucho más, para EEUU e incluso para España y la UE.

Junio 3, 2022

elcano

https://www.realinstitutoelcano.org/analisis/la-cumbre-de-las-americas-y...

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Catherine Andrews

Los dos objetivos modernos de la educación superior –formar estudiantes críticos y contribuir al bien común de la nación– siempre han estado en conflicto. ¿Puede la libertad académica ser el camino idóneo para resolverlo?

La universidad moderna nació como parte de la construcción del Estado-nación durante el siglo XIX. Generalmente se señala a Wilhelm von Humboldt –hermano del viajero Alexander y fundador de la Universidad de Berlín (1810)– como el diseñador del primer proyecto universitario. El objetivo de la universidad humboldtiana fue formar estudiantes comprometidos con el avance del conocimiento, pero con una cultura nacional compartida, expertos en lengua, literatura, geografía e historia alemanas. En otras palabras, la universidad debía educar y forjar la patria a la vez.

De manera similar, los primeros Estados-naciones en Hispanoamérica consideraron la educación pública como una prioridad para crear una ciudadanía educada, capaz de participar en el nuevo sistema de gobierno representativo. En un primer momento, los gobernantes creyeron que la Iglesia católica –que había fundado las primeras universidades y operado todas las escuelas durante el periodo colonial– sería un buen aliado en esta tarea. No obstante, para fines del siglo XIX la Iglesia se había convertido en fuerte oponente al liberalismo político, como atestigua el caso de México. Los gobiernos liberales latinoamericanos, por ende, promovieron la secularización de la educación y la fundación de universidades públicas administradas por el Estado. En México, el gobierno de Benito Juárez fundó la Escuela Nacional Preparatoria en 1867. La administración de Porfirio Díaz estableció la Universidad Nacional en 1910 para reemplazar a la Real y Pontificia Universidad de México. Se esperaba que tanto la ENP como la Universidad Nacional cumplieran con propósitos muy similares a los que Humboldt imaginó para la Universidad de Berlín: la formación de ciudadanos capacitados y comprometidos con la nación.

Como bien observa Joan W. Scott en su libro Knowledge, power, and academic freedom, siempre ha habido tensión entre los dos objetivos del proyecto universitario moderno. Por un lado, formar estudiantes en el quehacer académico requiere potenciar capacidades críticas, herramientas de análisis y habilidades para armar y redactar ensayos. La academia es una comunidad disciplinaria que opera bajo reglas, métodos y estándares comunes que juzgan la calidad, pertinencia y aportaciones de un argumento, proyecto o texto con referencia a este marco disciplinario. Su fin último es la interrogación, la investigación y la crítica de la evidencia en búsqueda de novedades que permitan avanzar en el conocimiento.

Por otro lado, la universidad pública es financiada por el Estado, el cual espera que la investigación y la docencia universitarias contribuyan al bien común de la nación. Los productos académicos, desde esta perspectiva, deben aportar algo tangible a la ciudadanía, a las instituciones del Estado y a la política pública. En consecuencia, el Estado suele buscar incidir en la docencia y la investigación académicas con el fin de asegurarse de que el dinero invertido produzca los resultados que considera necesarios. Las universidades se vuelven entonces espacios políticos en donde se discute tanto la naturaleza de las contribuciones que los universitarios deben ofrecer a la sociedad, como la definición del bien común nacional.

Las tensiones entre uno y otro objetivo han sido resueltas de diferentes maneras en la historia contemporánea. En una conferencia sobre la libertad académica dictada en 1991, Identity, authority, and freedom: The potentate and the traveler, Edward W. Said explica que los gobiernos poscoloniales árabes, en países como Argelia y Egipto, concibieron a las universidades recién inauguradas como “extensiones” del Estado. Después de tantos años de vivir bajo los mandos imperiales inglés, francés y otomano, los nuevos gobernantes persiguieron una política nacionalista reivindicadora de la cultura árabe que rápidamente confundieron con la defensa de sus propias políticas e ideales. Como mantenían un control político directo sobre las universidades, los gobiernos consideraban al personal académico y administrativo como servidores públicos para beneplácito del gobierno en turno. Como consecuencia, “los criterios de promoción y nombramiento de empleados fueron la conformidad política en lugar de la excelencia académica”. En un ambiente de sospecha y miedo alimentado por la Guerra Fría y el conflicto árabe-israelí, el control político llevó a la adopción de prácticas represivas, hasta que “el nacionalismo en la universidad dejó de representar la libertad y sí el acomodamiento, la precaución y el miedo en lugar de la brillantez y la osadía, la autopreservación en lugar del avance de conocimiento”. A juicio de Said, para entonces, el resultado fue la subordinación de la academia a los partidos gobernantes y la supresión de la vida intelectual universitaria.

En América Latina los gobiernos del siglo XX también estuvieron tentados a usar las universidades para promover sus ideologías predilectas y sus propias versiones del nacionalismo. Los gobiernos posrevolucionarios mexicanos, por ejemplo, quisieron que la educación en todos sus niveles formara al estudiantado de acuerdo con el discurso nacional-revolucionario para respetar y promover los ideales que, según los revolucionarios, habían motivado su lucha a partir de 1910. Como es muy sabido, durante su sexenio, Lázaro Cárdenas reformó la Constitución para indicar que la educación pública debía ser socialista. Aunque esta reforma fue desechada por su sucesor, los gobiernos priistas posteriores se empeñaron en incorporar y mantener al profesorado y estudiantado universitario dentro de las redes corporativas del partido. Como denuncia Said para el mundo árabe, esta situación propició el reconocimiento de “la conformidad política en lugar de la excelencia académica”.

En este contexto, se desarrolló el concepto de autonomía universitaria que se defendió como la mejor manera de regular la relación entre el Estado y la universidad. La autonomía universitaria supone tres elementos clave: un gobierno universitario independiente de la tutela de la Secretaría de Educación u otra dependencia estatal, la participación del estudiantado y el profesorado en los cuerpos de gobierno y el respeto a la libertad de investigación y cátedra dentro de la universidad. Este modelo se popularizó entre las universidades públicas estatales después de la publicación de la Ley Orgánica de la Universidad Nacional en 1945, aunque algunas –como la Universidad de Guadalajara– no obtuvieron la autonomía hasta 1990. Otras instituciones públicas de educación superior, como el Instituto Politécnico Nacional o los 31 centros públicos vinculados al Conacyt, nunca la consiguieron.

Mientras tanto, en Estados Unidos, el profesorado se ha defendido de la intromisión externa apelando al concepto de la libertad académica, que incorpora las libertades de cátedra e investigación, así como el principio del autogobierno. En una “Declaración de Principios” publicada en 1915, la Asociación de Profesores Universitarios señaló que estas libertades eran fundamentales para asegurar que la universidad cumpliera con sus objetivos educativos e investigativos. Solo la garantía de la “imparcialidad” del profesorado podría inspirar la confianza pública y gubernamental en la labor universitaria. En un primer momento, la asociación se protegió de los intentos de los grandes donadores de las universidades privadas de interferir en los currículos y los nombramientos del profesorado. No obstante, después de la Segunda Guerra Mundial, la persecución política de comunistas y socialistas promovida por el senador republicano Joseph McCarthy llegó también a las universidades y escuelas públicas. Durante el gobierno de Trump, y actualmente en estados gobernados por el Partido Republicano, como Florida y Texas, se hostiga políticamente la enseñanza de la teoría crítica de raza y los estudios de género.

De la situación histórica aquí expuesta emanan preguntas ineludibles: ¿Por qué las comunidades académicas quieren libertad académica o autonomía universitaria? ¿Por qué plantean que la intromisión del Estado (o de intereses privados) es nociva para la educación? Said nos ha bosquejado una respuesta preliminar: tratar a las instituciones de educación superior como si fueran dependencias gubernamentales termina privilegiando la conformidad y las lealtades políticas sobre la excelencia académica. Es decir, lleva a la universidad a la mediocridad, lo que resta legitimidad a su docencia y su investigación. Como observa la Asociación de Profesores Universitarios estadounidense, un(a) estudiante que considera que su profesor(a) no tiene criterio académico propio no lo o la respetará y no querrá estudiar con él o ella. Asimismo, priorizar la conformidad política a la hora de realizar la investigación significará que las aportaciones académicas –sean en calidad de asesoría o análisis– que la universidad ofrece a la sociedad y al gobierno no solo serán sesgadas ideológicamente, sino que serán de dudosa utilidad para la solución de los grandes problemas nacionales.

No obstante, esta respuesta preliminar requiere más explicación. ¿Quién define la excelencia académica? ¿Por qué sostener que los sesgos ideológicos son perjudiciales para la investigación? ¿No tienen todos los investigadores e investigadoras preferencias políticas? En fin, ¿no es la insistencia en la libertad académica una simple medida de defensa por parte de comunidades académicas que se adopta solo cuando la interferencia desde el Estado viene de gobiernos cuya ideología política es contraria a la suya? Todas estas preguntas han sido articuladas por varias personas en los últimos meses en el contexto de la imposición ilegal de un nuevo director general del cide por parte del Conacyt.

Para responder a estas preguntas hay que regresar al libro de Joan W. Scott citado líneas arriba. Las comunidades académicas son disciplinarias en el sentido de que operan de acuerdo con normas y metodologías aceptadas por sus integrantes. Por tanto, la excelencia académica se define con referencia a este marco disciplinario. Aunque todas las disciplinas han desarrollado sus propias prácticas, el denominador común es la insistencia en el pensamiento crítico como motor de la investigación. Pensar críticamente significa cuestionar todo, sobre todo los argumentos de autoridad: sean religiosos o morales en boca del líder espiritual, sean políticos de un presidente o de una mayoría parlamentaria, sea el consenso aceptado de expertos académicos en un tema. Las preguntas siempre tienen que ver con las bases para creer que alguna idea o hipótesis es sustentable o no. En otras palabras, si hay evidencia documental u oral, cuantitativa o cualitativa, que sugiera que el argumento propuesto ofrece una interpretación convincente.

Desde el pensamiento crítico no se puede asegurar que toda opinión es igualmente válida ni que una interpretación debe adoptarse porque la sustenta alguien en particular. La opinión legítima se sostiene debidamente con referencia en la evidencia disponible; y si las pruebas contradicen el dicho de una autoridad estas se tienen que presentar. Excluir deliberadamente alguna evidencia, ignorar las preguntas bien fundadas sobre las bases de un argumento o apelar a una autoridad como prueba única son prácticas que limitan la investigación y obstaculizan la comprensión de un tema. Por esta razón perjudican al trabajo académico y lo vuelven inútil tanto para los objetivos exclusivamente académicos como para los de índole política y estatal que deberían traducirse en beneficio de la sociedad. No se trata solo de la libertad para el pensamiento crítico, sino también de la definición más certera de este concepto. No puede haber libertad si no se puede cuestionar todo.

Claro que la metodología crítica no es infalible ni sus practicantes siempre la realizan con éxito. Uno de los más famosos defensores históricos del pensamiento crítico, Immanuel Kant, argumentaba que la ilustración occidental podría entenderse a través de la frase Sapere aude, “¡Atrévete a pensar por ti mismo!”. Pero, al mismo tiempo, no tenía inconveniente en aceptar ideas sobre la inferioridad innata de hombres no blancos (por un tiempo) y las mujeres de todos los colores (toda su vida), a pesar de que, en la época en que escribió, no faltaban voces que señalaban los problemas con estas ideas: el marqués de Condorcet y Mary Wollstonecraft, entre ellos. De hecho, cualquier revisión de los debates intelectuales del siglo xviii revela que el compromiso ilustrado con “el uso público de la razón” muchas veces conllevaba la convicción de que solo algunas personas debieran tener esta facultad, mientras que otras debieran dedicarse a tareas más afines con sus capacidades intelectuales.

No obstante, una formación en el pensamiento crítico siempre abre nuevas posibilidades. Es cierto que Kant, como muchos ilustrados, no reconocía que sus ideas sobre las mujeres eran dogmáticas y carentes de sustento empírico; y es verdad que los imperialistas europeos y estadounidenses de los siglos XIX y XX desarrollaron sus teorías raciales para justificar en lugar de explicar el colonialismo rapaz. Pero la formación en la práctica de pensar críticamente proporciona las herramientas a las sociedades para cuestionar los dogmas patriarcales e imperiales. No es una coincidencia que las primeras feministas en todas partes del mundo insistieran en la educación de las mujeres como el primer paso hacia su emancipación. La feminista afroamericana Bell Hooks planteaba que “la educación es la práctica de la libertad” precisamente porque nos ofrece la posibilidad de “conocer más allá de las fronteras de lo aceptable”. Como puede atestiguar cualquier historiadora, no hay nada más liberador que aprender que las normas culturales (o cualquier otra cosa) actualmente aceptadas como naturales e inamovibles en nuestras sociedades son productos históricos en continua evolución. Al interrogarnos acerca de los porqués y para qués de dicha evolución en la historia, adquirimos conciencia del mundo de posibilidades no transitadas, pero todavía alcanzables, para nuestros futuros.

En resumen, como argumenta Gayatri Spivak en Thinking academic freedom in gendered post-coloniality, la libertad académica debe entenderse como el proceso de pensar críticamente. Como resultado, es un medio, un vehículo para interrogar nuestra realidad, en lugar de ser “un derecho formal inenajenable”. De ahí que el papel de cualquier gobierno democrático frente a la universidad, y, sobre todo, para uno que quiera avanzar en la justicia epistemológica y social, no es moldear la educación pública para alinear a la ciudadanía con sus acciones ni para que los académicos y las académicas investiguen los temas de su preferencia. El reto es cómo establecer las condiciones para que la libertad académica y el pensamiento crítico estén al alcance de las personas más allá de los muros de la universidad. Hay mucha investigación científica al respecto que puede servir para entender este reto. Por lo pronto, el primer paso ha de ser el de respetar la libertad académica y el pensamiento crítico dentro de las instituciones de educación superior. ~

1 de junio 2022

Letras Libres

https://letraslibres.com/revista/por-que-hay-que-defender-la-libertad-ac...

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