Pasar al contenido principal

Opinión

Edgar Benarroch

AQUELLAS COSAS Y LAS DE HOY

Creo que a inicio de la época de los noventa del siglo pasado, era Presidente de la Cámara de Diputados del Congreso de la Republica Armando Sánchez Bueno, que Caldera alguna vez llamó “Sánchez mejorando” porque en su condición de Presidente de la Comisión Finanzas del cuerpo no le cayó a palos al proyecto de presupuesto nacional que presentó. Era también Diputado Moises Moleiro y en una sesión éste levantó la mano y en alta y ronca voz dijo, quiero hablar desde allá.

El Presidente Sánchez Bueno, muy respetuoso del ceremonial parlamentario le aclaró, honorable Diputado si desea utilizar la tribuna de oradores se le agradece hacerlo como lo establece el Reglamento Interior y de Debates del cuerpo. Moises le replicó así, claro conozco el librito que también indica que cuando iniciamos nuestra intervención debemos saludar diciendo señor Presidente y honorables colegas parlamentarios y cuando terminamos todos sabemos que aquí nadie es señor y menos honorable.

Esas cosas no eran común pero a veces las presenciábamos, especialmente de parlamentarios irreverentes como lo era Moleiro. De una irreverencia decente, inteligente, aguda y de mucha altura . Pero a pesar de la seria llamada de atención del Presidente y la respuesta irreverente del Diputado, que se pudiera estimar como falta de respeto, ello para nada melló las relaciones personales que ambos mantenían y siempre mantuvieron.

Ahora este régimen totalitario sembrador de odio, rencor y venganza ha creado un ambiente político que se extiende a toda la sociedad, muy enrarecido, donde los del régimen no se saludan con los de oposición y viceversa los de oposición no se saludan con los del régimen y no se diga compartir una comida o un café, porque de inmediato se piensa que el del régimen está empalagando al de oposición o que éste está tras un negocio; pocas veces se piensa que disfrutan de un rato de amistad o que el de oposición persuade al del régimen.

El debate político cuando se desenvuelve con altura y decencia, cuando se debaten tesis ideológicas, principios o proyectos, cuando se discuten acciones y procederes, en nada debe afectar las relaciones personales que median entre quienes intercambian ideas. Pero la carga de odio y rencor que el régimen a inyectado al ánimo popular, pretendiendo separarnos entre explotadores y explotados, entre pobres y burgueses, entre proletarios y capitalistas, es tan grande que enrarece muchas veces el ambiente, por decir lo menos.

Nuestro Papa Francisco, a quien respeto y aprecio mucho, ha dicho que la política es una vía para servir y como tal practicar la caridad y por ello todo aquel que se dice Cristiano debe involucrarse.

Es muy necesario recobrar la tolerancia que se corresponde con nuestra fraternidad y entendernos de la mejor y humana manera para poder convivir civilizadamente en paz y felicidad. La fraternidad humana debe estar por encima de los credos políticos, ideológicos o religiosos. El tener un Padre común nos une a todos.

4 de junio de 2022

ESTRAFALARIOS. NO ES COSA FÁCIL

Este es un régimen que sin lugar a dudas no pasa desapercibido, llama mucho la atención de todos, en el país y fuera de él, por su extraña manera de comportarse. La ciudadanía debe sospechar o pensar que los gobernantes lo harán bien en beneficio del país y de todos. Pero eso, con este régimen que es totalitario y déspota y no escucha el clamor popular que se extiende por todo nuestro territorio, no funciona así.

Se entiende que quienes sufragaron por este régimen lo hicieron pensando que lo haría bien, pero la desilusión con arrepentimiento que provocaron por los funestos resultados es descomunal. Las sospechas de quienes de buena fe le dieron confianza a este régimen que lo harían bien se transformaron ahora en repudio y deseo inmenso de cambio ya. La carga de desilusión y bravura de quienes votaron por lo que tenemos, es tan grande como el deseo de cambio ahora.

Pero además de extraños, porque la maldad producida, sostenida y continuada por tanto tiempo no es común, son extravagantes en su forma de pensar y actuar. Estamos en presencia de un régimen de estrafalarios, raros, ridículos y extraños para mal. Estrafalarios no sólo en el aspecto y actuar , sino también por dentro.

Su modo de pensar, que denota su actuación, su contenido espiritual, su escala de valores, deben ser bien torcidos y con muchos vericuetos. En ellos no hay rectitud de ninguna índole, se apartan de lo común.

Hemos tenido gobernantes y gobernadores malos pero estos abusan. Lo digo parafraseando a nuestro gran poeta Andrés Eloy Blanco, que cuando era Canciller de la Republica, Rómulo Gallegos Presidente, iba entrando a la oficina del Presidente y estaban sentados en un sofá de espera Luis Beltrán Prieto Figueroa, Mercedes Fermín y Malavé Villalba, los vio y comentó : He visto gente bien fea pero ustedes abusaron. Eran, en opinión del poeta, pocos agraciados físicamente.

Los de este régimen están más allá de lo peor. Transformaron, como si nada, un país rico y en vía de desarrollo en pobre y destrozado y ello no es cosa fácil. Llevar al borde de la quiebra a PDVSA, que fue de las tres primeras empresas del mundo en funcionamiento y rendimiento y que generaba envidia en el concierto de las naciones del mundo, no es cosa fácil.

Estar a las puertas de “bajar la Santa Maria” el complejo siderúrgico de Guayana, uno de los más importantes de Latinoamérica, no es cosa fácil. Empobrecer a todo el país que más o menos se desenvolvía sin mayores tropiezos en el que hacer diario, no es cosa fácil. Transformar nuestra moneda en sal y agua que nadie desea mantener, no es cosa fácil. Llevar la inflación que sufrimos, producto de equivocadas y horrorosas políticas económicas y financieras del régimen, a ser la más alta del planeta tierra, no es cosa fácil. En fin, para causar males tan profundo hay que dedicarse a tiempo completo en ese sentido, es lo único que han hecho con eficacia.

Tampoco es cosa fácil salir de lo que tenemos cuanto antes. La UNIÓN de todos quienes aspiramos cambio radical es fundamental y necesaria para quitarnos de encima este régimen de la manera más rápida. La UNIÓN primero para salir de ellos y luego para iniciar el difícil y arduo pero apasionante camino de la reconstrucción nacional. Si nos mantenemos desunidos y fracturados estamos ayudando al régimen a mantenerse y de paso negándole al pueblo venezolano la alternativa válida que somos.

El momento es para hacer historia y la más apropiada y mejor manera de hacerla es en UNIÓN.

4 de junio 2022

MÁS SOBRE LA PERFECTIBILIDAD DE LA DEMOCRACIA

Las cosas buenas de la vida debemos cuidarlas con mucho esmero, atención y actualizarlas para hacerlas modernas y nos continúen sirviendo con eficacia y prontitud. La democracia es un sistema político que nos hemos dado y es considerado universalmente como bueno, a lo menor, el menos imperfecto que conocemos y que además tiene la infinita bondad de ser perfectible.

La democracia no es creación divina sino producto de la iniciativa y pensamiento del hombre y la sociedad, por lo tanto tiene en sus entrañas las falibilidades e imperfecciones que nos son propias. Pero como hemos afirmado, es un sistema perfectible que admite ser mejorado, actualizado y modernizado y en ello debemos empeñarnos.

En nuestro país se han dado pasos, que aunque tímidos, buenos para perfeccionar la democracia y hacerla efectivamente del, para y por el pueblo, como la definió Abraham Lincoln. Cuando se estableció la elección directa de los Gobernadores de Estado y Alcaldes de Municipios, que antes los designaba el Presidente de la República y/o los ediles, respectivamente, se hizo un avance importante. Cuando se establece en nuestra Constitución el referendo revocatorio del mandato de funcionarios de elección popular y el abrogatorio de leyes, códigos o reglamentos , se dieron pasos en buena dirección para darle mas y mejor contenido a la democracia.

Pero esos cambios no nos satisfacen a plenitud, los estimamos y reconocemos pero nos parecen insuficientes y debemos continuar trabajando hasta hacer de la democracia un sistema efectivamente humano, eficaz y oportuno donde todos podamos convivir civilizadamente. Por ejemplo la descentralización y desconcentración del Poder Nacional es una materia que debemos atender con prontitud e inteligencia.

El Presidente de la República de Venezuela tiene en su competencia y bajo su responsabilidad un inmenso listado derechos y deberes que debe atender, alguien una vez dijo que se concentra en la Presidencia más competencias de las que un rey tiene. Debemos revisar eso para que el ejercicio de la primera magistratura nacional no sea tan pesado y agobiante y darle mayor flexibilidad ligereza. Otras son las decisiones que toma personalmente el Presidente que por sus consecuencias y connotaciones deben ser compartidas con el pueblo, bien de manera directa o a través de sus representantes. La designación de Ministros, Presidentes de Institutos Autónomos, Embajadores, Cónsules o representantes del país ante organismos internacionales, en quienes recae una inmensa responsabilidad nacional que nos compromete a todos, debería tener la aceptación o ser refrendada por el Poder Legislativo.

Igualmente el "Cúmplase" de las leyes, cuando ellas tienen una gran repercusión en el pueblo, debe dárselo éste en consulta abierta, libre, universal y secreta. De esta forma el pueblo participa de manera directa en la construcción de su presente y proyección de su futuro. Se trata entonces de dar pasos para que la representatividad sea menor y la participación directa mayor, sin que ella sea excesiva que pueda obstaculizar el buen y ágil funcionamiento de la administración pública. Se trata de armonizar lo representativo con lo directo para lograr el equilibrio necesario que se traduzca en bienestar colectivo.

Los Estados regionales son los que integran y componen el país y los constituyentes han tenido una gran flojera para determinar sus competencias, al extremo que se habla de las "Competencia residuales de los Estados", es decir lo que no es competencia del Poder Nacional o Municipal, es de los Estados. Bueno, a ese residuo o espacio hay que darle especificidad y contenido y ello es una tarea por cumplir, es una deuda que tenemos con los Estados que debemos saldar pronto por qué sino la determinamos el Poder Nacional les pone la mano y por esa vía las entidades disque federales pasarán a ser cascarones vacíos y sin sentido.

Generalmente los elegidos se independizan de tal manera que se apartan del pueblo y sus electores y empiezan a hacer lo que les viene en gana o piensan es lo correcto sin conocer , mucho menos consultar a quienes representan. Esta desarticulación debe corregirse para que el representante efectivamente lo sea.

"De que se puede se puede" pero hay que ponerle voluntad y decisión.

7 de junio 2022

LA PERFECTIBILIDAD DE LA DEMOCRACIA

La democracia es un sistema político que defiende la soberanía del pueblo y su derecho a elegir y controlar a sus gobernante. Popularmente se le conoce con la definición lincolniana: "El gobierno del pueblo, para el pueblo y por el pueblo".

A estas alturas de la historia y en medio de tantos y asombrosos adelantos tecnológicos y digitales, parece necesario revisarla y si es posible reinventarla para hacerla más ágil, para que de respuestas más rápidas y eficaces. Dotarla de mecanismos de defensa que contengan y neutralicen los severos ataques a los que es infundadamente sometida. También, siendo el gobierno del pueblo, hay que diseñar vías expeditas y amplias para la participación ciudadana, que además del para y por , sea también CON el pueblo. Agregar esta última preposición, CON, para hacerla participativa y mantener los niveles de representatividad en términos adecuados.

El grado de representación que el pueblo, en practica de su soberanía, entrega a gobernantes ejecutivos y parlamentarios, de acuerdo a nuestra Constitución, es bastante elevado y muy duradero, es un cheque en blanco que el pueblo autoriza. Esto se debe revisar para que ese cheque en blanco no sea tal y el grado de que unos pocos hablen y decidan por todos en todo, sea menor.

Nuestra Constitución contiene la figura del revocatorio del mandato de gobernantes electos y representantes, que por cierto ha sido permanentemente saboteado por este régimen que tenemos, que se debe y puede realizar a mitad del periodo para el que fue electo el funcionario y también la consulta abrogatoria de leyes, esta figura es un avance, es buena, pero tibia e insuficiente. Es necesario diseñar mecanismos que permitan que el pueblo de manera organizada participe activamente en todos los aspectos donde esté envuelto su presente y porvenir, no solamente para opinar, también que su criterio sea vinculante.

La democracia moderna, como gobierno de mayoría de la población, aparece a inicios del siglo XVIII junto al sufragio universal, luego de la abolición de la esclavitud y el desconocimiento de los Derechos Humanos.

Nos corresponde en este tiempo, adecuar a la modernidad la democracia, reinventarla para que todos nos sintamos protagonistas de nuestro presente y futuro y para que funcione debidamente el equilibrio entre los poderes republicanos (Ejecutivo, Legislativo y Judicial). Para que el Ejecutivo tenga como principal prioridad la búsqueda incesante del Bien Común y la Justicia Social, para que el Legislativo produzca leyes en resguardo y por la ciudadanía estableciendo derechos y deberes y controle debidamente el ejercicio del Ejecutivo además de ser foro de discusión de los grandes temas colectivos y para que el Judicial haga siempre reinar la verdad y solamente la verdad que es la justicia.

La investigación y estudio que debemos hacer para reinventar la democracia debe hacerse desde ya, estoy seguro que será un intercambio y debate apasionante y fructífero para el país, sería un buen aporte a la Nación. Es necesario cuanto antes dar respuestas a la marcada inquietud ciudadana que apunta a que los problemas de la democracia se resuelven con más democracia y nunca con menos o peor, sin ella.

Hay quienes la participación popular, los controles adecuados, el rol escrutador del pueblo y el equilibrio de las ramas del Poder Público, como la libre y abierta discusión de ideas y la intervención del Estado cuando por interés público debe hacerlo, les molesta y estorba y entonces manifiestan su amargura contra la democracia, son autócratas, amigos de los regímenes de fuerza, prefieren despacharse y darse el vuelto.

Perfeccionemos la democracia haciéndola más humana y eficiente y evitemos que quienes la vituperan tengan éxito.

2 de junio de 2022

SERGIO RAMÍREZ Y ADIÓS MUCHACHOS

Sergio Ramírez nace en Nicaragua en 1942, se le otorga el premio Cervantes en 2017, después de recibir muchos reconocimientos y galardones. Abandonó por un tiempo su carrera literaria para incorporarse a la revolución sandinista. Es autor de novelas de distintos géneros y volúmenes de cuentos, es un ensayista pródigo. En 2021, el Grupo de Diarios de América, GDA, lo escogió como el personaje latinoamericano del año por su activa defensa de la libertad de expresión y de la democracia en su país.

Adiós muchachos es un interesante libro escrito por Ramirez en 1999, muchos dicen que es una autobiografía. Es una reflexión realista y serena sobre los acontecimientos antes, durante y después de la revolución sandinista. Es clarividente al anunciar el fracaso de la reforma agraria de su país y la fase de corrupción final. Este libro desmonta todas las mentiras y falsedades de la izquierda extremista y sus tramposas revoluciones y lo afirma quien militó en ella toda su vida hasta su separación.

Sergio Ramírez fue protagonista de primer orden de la revolución sandinista en Nicaragua en 1979 que derrocó la dictadura de Anastasio Somoza. Con el triunfo del sandinismo Daniel Ortega asume la Presidencia de Nicaragua y Sergio Ramírez la Vice-presidencia. Luego en las próximas elecciones, el pueblo cansado y agotado le dio el triunfo a Violeta Chamorro. Mas adelante Ortega y Ramírez se separan y empiezan caminos distintos con objetivos también distintos y todo ello terminó con la ruptura definitiva de ambos. Sergio renunció a su militancia en el partido Frente Sandinista de Liberación Nacional, FSLN.

Sergio Ramírez cuenta en Adiós muchachos su vida política, es un libro testimonio, es una manera de decir adiós a los camaradas que acompañó con vehemencia y esperanzas, es la historia de una revolución triunfante que aterrizó fallida. En el libro, también se da cuenta de las intrigas, apoyos y resistencias. También es un texto de muchas anécdotas y donde se relatan los errores políticos por "exceso de adoctrinamiento". Es un libro muy interesante que todo aquel con preocupación ciudadana debe leer, estudiar y reflexionar sobre él, es un testimonio ameno con cita de personajes como Carlos Andrés Pérez, Boris Yeltsin, Margaret Thatcher, el che Guevara y enumeración de homicidios, masacres y abusos de poder que fueron frecuentes.

Para quienes nos gusta y apasiona la historia política, este libro es excepcionalmente bueno y brillante para entender que pasa en Nicaragua desde la caída de Somoza y cómo entender también la actualidad de lo que ocurre en ese país, llena de atrocidades, atropellos y desconocimiento de elementales normas democráticas . Lo he leído varias veces, porque además de ameno nos da una excelente información histórica muy útil para entender mejor dónde estamos parados y que nos corresponde hacer, se lo recomiendo de mil maneras.

Léanlo y estudien y quedarán amenamente informados.

1 de junio de 2022

EN ESTE TIEMPO, ALARMA Y PREOCUPACIÓN

Un buen y estimado amigo me envió un alarmante y preocupante vídeo que recoge una entrevista que la maestra hace a uno de sus alumnos, que creo no tiene más de diez años de edad, ella le pregunta ¿Cuándo seas grande que deseas ser? y él le responde, ASESINO. La maestra sumamente extrañada y sorprendida le repregunta ¿Asesino? y el alumno le responde, si maestra, para matar a todo el mundo menos a mi familia, la maestra dentro de su mayor asombro y preocupación le dice, entonces a mí también vas a matar y El Niño le responde, no, a usted no porque es mi maestra.

Estas cosas que no se veían antes, bien porque no existían o porque no conocíamos, hoy con profunda extrañeza, alarma y preocupación nos damos cuenta que están presentes. El mundo o la humanidad pasó y pasa por cambios vertiginosos; unos buenos, muy buenos y otros malos, muy malos. Esos cambios, tangibles o no, han sido y son provocados por el hombre, salvo los de la naturaleza que afectan la geografía física de los pueblos y del ambiente. Así que el hombre es responsable de las consecuencias que sus acciones de cambio han provocado.

¿Qué ha pasado que ahora vemos acciones humanas que jamás imaginamos por su crueldad y maldad infinitas? ¿Por qué parece haber ahora tantos seres humanos cerca de la maldad y no del bien?. A lo mejor encontramos la repuesta en la pertinaz y creo organizada acción con fines inconfesables de la narrativa negativa de la democracia y sus valores intangibles que todo ser humano debe abrigar. En esa narrativa encontramos a gente que se define como de extrema izquierda o de derecha y a algunos medios de comunicación social, cadenas, que apuntan a un lavado cerebral para mal, para separarnos de los valores y principios de ciudadanía y hacernos instrumentos de sus deleznables causas.

La democracia tiene la debilidad de su poca defensa, es atacada de distintos flancos, sectores y lugares sin que ella responda con eficacia por lo menos con la misma intensidad y de sentido contrario. La llamada anti-política y sus voceros se ocupan de desacreditar la democracia no sólo como sistema perfectible de gobierno sino como también de vida. En el último siglo hemos presenciado profundos e importantes cambios que modernizan a la humanidad y la colocan a tono con las exigencias de estos tiempos, cambios materiales que vemos y tocamos, pero también mentales y psíquicos que no vemos ni tocamos.

En la política, el caudillismo, populismo y autoritarismo que proclaman abiertamente su concepción anti-sistema, han recurrido con mayor fuerza y amenazan con acabar con la democracia como sistema civilizado y menos imperfecto de gobierno que conocemos. Le salimos al paso frontalmente a esta ola maligna que nos amenaza a todos o seremos víctimas del desastre que con nuestra indiferencia ayudamos a que se presente. Nos corresponde levantarnos de nuestra tribuna de observadores y actuar decididamente para que el mal no triunfe sobre el bien y las tinieblas no apoquen la luz, que en algunos pueblos esta bastante disminuida.

31 de mayo 2022

 15 min


Humberto García Larralde

La mesa de negociación en México vuelve a ocupar la agenda política opositora. Sospecho que algunos de sus portavoces abrigan la esperanza de que los atisbos de recuperación económica traídos por la liberación de precios y del uso del dólar habrían persuadido a Maduro a asumir una actitud más constructiva al respecto que en ocasiones anteriores. Se habría dado cuenta de la conveniencia de flexibilizar su conducta para soslayar la erosión de su poder. De ser así, una negociación inteligente, jugando cuadro cerrado con EE.UU. y con la Unión Europea para convertir a las sanciones en carta para comprometer a Maduro con la realización de elecciones confiables, tendría sentido. ¿Pero, qué puede decirse respecto a su disposición de negociar de buena fe condiciones que permitirían al país superar la terrible tragedia que él y los suyos provocaron?

Declaraciones recientes del oficialismo no abonan a favor de la interpretación, diríamos “optimista”, planteada arriba. El vocero del régimen en estos asuntos, Jorge Rodríguez, reiteró como condición hace poco que sea liberado Alex Saab e incorporado a la delegación oficial, que Rusia continúe como país acompañante del chavismo en el proceso, pero que cese el papel de Noruega como mediador, a causa de una declaración de su gobierno sobre la observación de derechos humanos en Venezuela. No se sabe si tan disparatadas ocurrencias forman parte de una política para torpedear deliberadamente toda posibilidad de reanudar la negociación o si obedecen, más bien, a destemplanzas propias de una mente resentida. La defensa de los derechos humanos constituye un pilar de la política exterior de Noruega.

Luego hay que examinar las condiciones del entorno internacional. Una perspectiva optimista indicaría que, con el aislamiento de Rusia por su criminal agresión a Ucrania y las oportunidades que de ello se derivan para aliviar las sanciones al petróleo venezolano como reemplazo parcial de la oferta del crudo proveniente de ese país y ganar simpatías con Biden, debía producirse una actitud más proactiva del régimen con relación a esta negociación. No obstante, Maduro acaba de visitar Cuba con la excusa de revivir el ALBA. Necesita cerrar filas con sus cómplices antillanos y nicaragüenses ante el giro adverso que les representa una posible derrota de Putin. Junto a la condonación de la deuda ofrecida a las islas del Caribe por el petróleo suministrado por Venezuela, país arruinado, busca evitar que éstas asuman posiciones desfavorables al régimen en los foros internacionales. Por ahora, ante la perspectiva de un triunfo de Petro en Colombia y, más adelante, de Lula en Brasil, Maduro confía en que le esperan tiempos mejores. No tuvo empacho, por tanto, a retornar con manidos e inútiles clichés al arribar a La Habana:

“Llegamos a la cuna de la revolución: La Habana, Cuba, para participar en la XXI Cumbre del ALBA- TCP, con el objetivo de seguir profundizando en la unidad y la integración de los pueblos de América Latina y el Caribe. ¡Que viva la unidad de los pueblos!”,

Por lo visto, nada sugiere que el régimen se siente vulnerable o desasistido y que ello lo llevaría a regresar a la negociación para resguardar sus intereses. Se reiteran, además, las poses ideológicas tras las cuales se encubre el fascismo chavomadurista. No es que los jerarcas del régimen realmente crean, a estas alturas, las sandeces que repiten. Éstas cumplen una función muy importante, empero, en evitar exámenes de conciencia y en absolver sus atropellos. Cuando se miran en el espejo, los corruptos, déspotas, torturadores y esbirros que se cogieron al país quieren ver reflejada la imagen de patriotas “revolucionarios”, luchando por librar a Venezuela de las garras del imperialismo. Y así, en respuesta a su exclusión de la próxima Cumbre de las Américas, a realizarse en julio en Los Ángeles, California, Maduro señaló el temor del país anfitrión por “nuestra voz antiimperialista”. En el cierre del Coloquio Internacional por el Bicentenario de la Batalla de Pichincha (¡Uuuff!), añadió:

"Nuestro destino manifiesto es enfrentarnos al imperialismo y derrotarlo en el campo de batalla, pase lo que pase, sea lo que sea, en cualquier circunstancia ¡La victoria siempre nos pertenecerá!"

Definitivamente, el sectarismo provocado por los grilletes ideológicos, al sustituir el examen de las causas reales de las cosas por actos-reflejos simplistas, embrutece.

Por último, puede esgrimirse que, al liberar aspectos de la economía y abrir algunas empresas públicas a la inversión privada (minoritaria), el régimen entendió, ¡al fin!, por dónde debía apuntalar sus esfuerzos para salir del abismo en que nos metió. Es decir, el gobierno estaría mostrando que ahora sí quiere resolver los terribles problemas del país. La negociación en México sería uno de los espacios para ir abriendo oportunidades de reforma que, progresivamente, devolvería la institucionalidad a Venezuela.

Ciertamente, podría aducirse que, en el seno del chavomadurismo se están generando reacomodos que admiten posibilidades de cambio. Sin embargo, ¿Acaso el dominio de mafias articuladas en torno a la expoliación del país fue superado? ¿Qué hay del arco minero, del tráfico de drogas y de tantas otras corruptelas que han aflorado con las pesquisas de valientes periodistas de investigación? Y, ¿cómo compatibilizar el cacareado “arreglo” del país con cárceles llenas de presos políticos, ahora mayormente militares, con la tortura y la represión de razias desatadas por los cuerpos represivos en los barrios populares o en zonas en disputa entre facciones de la guerrilla colombiana? Sigue siendo poco creíble el cuento de hadas acerca del propósito de Maduro y sus cómplices por “normalizar” al país.

En fin, lo afirmado en estas líneas no apoya la expectativa de una mayor disposición de Maduro de negociar, ahora sí, acuerdos con la oposición para un arreglo político que ofrezca salidas, vía elecciones creíbles, a la actual situación. Falta destacar, además, que ello es así porque las fuerzas democráticas no representan, hoy, una amenaza seria para la hegemonía del militarismo “bolivariano”. No solo por la división entre las distintas agrupaciones opositoras que, ¡albricias!, parecen haber encontrado el camino para su superación al acordar las primarias y la formación de la Plataforma Unitaria Democrática, sino porque la oposición carece de una política que le diga algo a las mayorías respecto a la necesidad de desalojar al régimen de Maduro, que no sea la repetición incesante de su ilegitimidad.

Sucede que Maduro, por más que insistamos en lo contrario, se siente cada vez más “legítimo”. Y ello nada tiene que ver su disposición a acatar el orden constitucional y respetar los derechos de sus compatriotas. No. Se siente más legítimo porque, con el rebote económico y las burbujas de prosperidad abiertas al disfrute de enchufados y de quienes tienen ingresos en dólares, ha logrado vender la idea de que el país “se está arreglando”. E, incluso, los gringos parecen asomar un interés en abrir posibilidades de destrancar el juego. Y la inmensa mayoría de los venezolanos, ocupados en los quehaceres con los cuales evitar morirse de hambre, ante la ausencia de un proyecto creíble que sientan suyo, parecen resignarse a que sólo queda apostar a que Maduro siga “normalizando” al país.

Lograr que Maduro negocie seriamente acuerdos para una salida electoral a la tragedia nacional, que sea creíble y confiable, y para que libere a los presos políticos y restituya los derechos políticos y civiles, requiere de una fuerza opositora armada con un proyecto político coherente, capaz de movilizar al vasto sector descontento, que le “late en la cueva”. Debe marcar un deslinde palpable con esa “normalización” mísera, sin garantías, con que el fascismo pretende perpetuarse en el poder. A la par de restablecer el orden constitucional, debe procurar el saneamiento y la recuperación del Estado, con un generoso financiamiento internacional para que pueda prestar eficazmente los servicios públicos, hoy colapsados. Este proyecto tiene que basarse en una economía competitiva, post rentista, que empodere a los ciudadanos con oportunidades de inversión, emprendimiento y de empleo digno, en un entorno económico estable y previsible, con amplias posibilidades de financiamiento. Asimismo, debe abrirle vías de participación ciudadana y de vigilancia en el manejo de la cosa pública, a nivel local, regional y también nacional. Sin construir esa fuerza popular, las posibilidades de avance son poco claras.

Economista, profesor (j), Universidad Central de Venezuela

humgarl@gmail.com

 6 min


Eddie A. Ramírez S.

El último libro de Moisés Naím es de obligatoria lectura. En páginas amenas, La revancha de los poderosos nos señala cómo los nuevos autócratas llegan al poder, destruyen las instituciones que son la base de la democracia liberal, e intentan perpetuarse al frente de sus países. Naím, nuestro profundo y agudo pensador, destaca que es similar la fórmula que han aplicado personajes tan disímiles como Trump, en Estados Unidos, Orbán en Hungría, Bolsonaro en Brasil, López Obrados en México, Bukele en El Salvador, Chávez y Maduro en Venezuela, para citar solo algunos, resumiéndola en tres palabras: populismo, polarización y posverdad. Las tres P, como las llama.

Este simple divulgador de información en cuartillas semanales acepta como válidas las premisas de Naím. Quizá el título puede confundir a quien no haya leído el libro. Personajes como Berlusconi, el magnate de las comunicaciones en Italia, y Trump el millonario del sector inmobiliario, eran poderosos antes de alcanzar el poder político. En cambio, Chávez, Maduro y López Obrador se volvieron poderosos cuando lo alcanzaron. Lo que sí los une es que no tienen escrúpulos para mentir y para maniobrar para destruir la democracia. Además, Chávez y Maduro son conocidos por las violaciones a los derechos humanos.

Sobre el populismo y la polarización no hay nada que agregar que no se sepa. Como dice Naím, los captamos instintivamente; sin embargo, la posverdad, en el contexto de las democracias, constituye un fenómeno nuevo y aterrador. El diccionario de nuestra Real Academia de la Lengua define posverdad como “Una distorsión deliberada de una realidad que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales. Los demagogos son maestros de la posverdad”.

En nuestra situación, cabe preguntarnos si el régimen de Maduro es el único que aplica las “tres P”. Pareciera que en la oposición hay quienes también prometen lo que no es real, es decir tenemos populistas; hay otros que predican que “nosotros somos la verdadera oposición, ustedes son colaboracionistas”, o sea que buscan polarizar y, por último, también contamos con los afectos a la posverdad cuando insisten en que “no podemos ganar elecciones con este régimen”. Cierto que el régimen ha hecho trampas, amedrentado a los votantes y usado los recursos del Estado pero, a pesar de todo, hemos ganado varios comicios y hemos perdido muchos por falta de testigos, por no ir unidos o por presentar candidatos sin conexión con los electores. Cuando nos arrebataron el triunfo, la dirigencia no tuvo carácter para cobrar, aunque reconocemos que ello es difícil ante una dictadura que no tiene escrúpulos en asesinar a quienes protestan.

¿Podría ser una posverdad afirmar rotundamente que las elecciones primarias son el medio óptimo para seleccionar a nuestro candidato único que derrote a Maduro? ¿Acaso no percibimos que en esas primarias se impondría la maquinaria de los partidos y quedaría electo alguno de los dirigentes actuales? Sin duda varios de nuestros dirigentes tienen méritos propios y han sido luchadores, pero aunque sea injusto, la percepción según todas las encuestas es que, unos más, otros menos, tienen rechazo de los electores.

Ante estas circunstancias, ¿no sería apropiado lograr un consenso para identificar un candidato extra o intrapartido que tenga mayor aceptación? Por otra parte, extraña que muchos compatriotas tengan admiración por Trump y por Bukele.

Naím expresa su angustia por la amenaza mundial contra la democracia. Hoy, muchos autócratas llegan al poder por la vía democrática del voto. Los menos, se manifiestan posteriormente como dictadores, pero la mayoría actúa sigilosamente, promoviendo un parapeto para dar la impresión de legalidad. En ambos casos, buscan destruir los pesos y contrapesos que garantizan el sistema democrático al contener los abusos de quienes detentan el poder.

Propone librar sin descanso batallas contra la Gran Mentira, contra los gobiernos convertidos en criminales, contra las autocracias que tratan de debilitar a las democracias, contra los cárteles políticos que ahogan a la competencia y contra los relatos que descalifican el liberalismo político. Además, insta a “dar un hogar político a quien lo ha perdido”, explorando nuevos métodos electorales como, por ejemplo, que cada elector emita más de un voto por orden de preferencia. Esto impediría que candidatos extremistas salgan electos, aunque tengan un elevado rechazo. Otra participación de los “parias políticos” podría ser a través de las asambleas de ciudadanos. Naím ofrece ejemplos.

Este libro tiene mucho que comentar. Sugerimos su lectura a todos los ciudadanos conscientes de la situación que vivimos, así como aquellos en los que la democracia está aparentemente sólida. Así mismo, que opinadores políticos calificados promuevan su discusión.

Como (había) en botica:

Ni Petro, ni Hernández son la mejor opción para Colombia. Este país está dividido. El futuro es incierto.

El periodista y político Alexis Ortiz organizó un merecido homenaje al apreciado Gustavo Coronel, venezolano distinguido por sus conocimientos petroleros, honestidad y valentía para predicar, practicar y defender, contra viento y marea, los principios y valores de nuestra civilización. Coronel, como dijo Gustavo Tarre, es un genuino adalid de la ética por convicción.

Eugenio Montoro, nuestro compañero de Gente del Petróleo y de Unapetrol, acaba de publicar por Amazon el libro Gerencia en carne viva. Le deseamos mucho éxito,

¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!

eddiearamirez@hotmail.com

 4 min


Laureano Márquez

El dispositivo inalámbrico al que llamamos comúnmente celular se ha convertido en el símbolo de este tiempo. Es imposible imaginar nuestra existencia sin todas las aplicaciones que nos ofrecen los teléfonos móviles.

En ellos está todo lo que necesitamos para la vida: además de para hablar por teléfono (que es ya casi lo que menos hacemos), el celular es nuestro banco, nuestro dinero, nuestro lugar de trabajo, la máquina de escribir, nuestra biblioteca, la oficina de correos, un estudio de televisión, una cabina de radio, un mapa, un pase de abordaje, el menú de un restaurante, nuestra sala de cine, nuestra sala de reuniones, nuestro templo, nuestra posibilidad de decirle a las personas pesadeces que no le diríamos personalmente, nuestro supermercado, nuestro taxi, nuestra discoteca, nuestra cámara de fotografías, nuestro reloj, nuestro salón de clases…

La lista es tan larga que será mucho más sencillo enumerar todo aquello para lo que el celular no nos sirve: no sirve para ir al baño, tampoco para ducharnos ni vestirnos y no se pude comer (de momento), ya vendrán nuevas aplicaciones.

También el celular sirve para prevenirnos del abuso de su uso. Hasta en eso se nos hace imprescindible. Según una información aparecida en Internet sobre el susodicho artefacto, eso que mientan el always on puede traer graves consecuencias y trastornos que se vinculan a la imposibilidad de desconectarnos de Internet.

Uno de estos trastornos se denomina «fomo» (fear of missing out, es decir: el miedo de perderse alguna vaina), que no es otra cosa que la angustia que causa la sensación de que otros puedan estar teniendo experiencias gratificantes, mientras tú permaneces por ahí, ausente de las redes, ocupándote de intrascendencias, como vivir, por ejemplo.

Si no puedes comer sin el teléfono frente a ti, si no puedes dormirte sin el aparato al lado, o subiendo a las redes todo lo que haces, seguramente te contagiaste de la epidemia del fomo.

Otro trastorno es la llamada «nomofobia» (no mobile pone fobia), un trastorno que consiste en el miedo irracional a no tener el celular a la mano o de quedarte sin Internet, que es como morir, si tu única vida es la virtual. Si estás casado con una venezolana y entras en pánico porque dejaste el celular en la casa, no tienes de qué preocuparte, es decir, sí tienes, pero no de que padezcas nomofobia, es otra cosa: esposafobia.

La lista de patologías es larga, pero mencionemos una más: el «vamping» (de vampire, vampiro, un animal que se activa de noche). Este padecimiento, propio de los denominados millennials, se percibe con facilidad en ese resplandor satánico, como de El exorcista, que brota de los ínferos de sus sabanas cuando uno pasa frente al cuarto del poseso mismo. Estos vampiros humanos pasarán toda la noche literalmente colgados boca abajo del iPhone.

De momento, el teléfono nos controla a nosotros, el gran reto es lograr que nosotros lo controlemos a él.

De allí un movimiento que cada vez cobra más fuerza en Internet, promoviendo las ventajas de la desconexión de Internet (www.practicaelmodoavion.com).

Al colocar el teléfono en modo avión o mejor incluso, al apagarlo durante cortos períodos, podríamos comenzar a percibir progresivamente que existe un mundo detrás de la pantalla de 7 x 13 cm., nuevas antiguas cosas mucho más grandes y reales, de diferentes texturas, como por ejemplo: puestas de sol de verdad, calles con nombres en las esquinas, árboles, pájaros e incluso, otros seres humanos tridimensionales, tan reales que parecen virtuales, cuya respiración, calor y humanidad pueden sentirse con facilidad si te acercas (a no más de metro y medio, claro, puede ser peligroso).

Puede ser un gran descubrimiento, para numerosos usuarios, que la posibilidad de hablar con la gente, en persona, también tiene su gracia.

El modo avión permite conversar más allá del uso de los pulgares, favorece el entrenamiento de las cuerdas vocales para evitar que el desuso las atrofie.

Sin el celular reclamando tu atención, tendrás tiempo para volver a ser una persona creativa, para darte cuenta de que se puede pasar un rato simplemente pensando, asociando ideas como consecuencia de la actividad contemplativa, de la que surgió alguna vez la filosofía, que nos permitió avanzar hasta llegar a Internet.

Puede que nada de lo expuesto logre convencer a los más adictos de ponerle límites al always on, así que apelaremos a un argumento de peso: con el uso del modo avión o apagando el móvil por cortos periodos, la duración de la batería puede prolongarse el doble y hasta el triple, lo cual no es desestimable, especialmente cuando se vive de apagón en apagón.

 3 min


Carlos Raúl Hernández

Tendencias posmodernas antiintelectualistas que se colaron en la cúpula del poder, tuvieron influencia en algún momento de la revolución. La línea de degradar las universidades correspondió al diseño deliberado de ideólogos retorcidos con la tesis de que el conocimiento creaba barreras sociales y había que imponer tábula rasa. Por fortuna el gobierno abandona esas locuras, pero los centros de educación superior fueron ahorcados financieramente y los salarios ridículos hacen que ni las bibliotecas, ni los profesores y mucho menos los estudiantes pueden adquirir libros, y no están en condiciones siquiera de apelar a las fotocopias.

En la abundancia del mundo desarrollado, la educación superior está también afectada por virus izquierdizantes igualmente destructivos, como denuncia la profesora Camille Paglia a través del blog Un tío blanco hetero. Dice que “nadie puede sobrevivir en el sistema académico norteamericano” si no rinde postración reverencial a pensadores revolucionarios “sobrevaluados” como Michel Foucault, Gilles Deleuze, Jacques Derrida, Jean Baudrillard, Julia Kristeva. Ellos dividen la sociedad entre oprimidos y opresores, con la jerga de interseccionalidad, white privilege, masculinidad tóxica, apropiación cultural, micromachismo, heteropatriarcado y otras babiecadas. Ya no basta con la tradicional lucha de clases marxista, sino que los llamados post estructuralistas, diferencialistas o posmodernos estimulan conflictos entre los sexos, las etnias, las culturas, que rompen la cohesión social y crean enfrentamientos.

La gravedad está en tu mente. Hay un precedente de esta denuncia, tan memorable que hizo historia por haber quitado la careta del sistema universitario. En 1996. Alan Sokal profesor de física de la Universidad de New York, otrora militante sandinista, envía un artículo para la respetadísima revista teórica Social text, con el nombre de La transgresión de las fronteras: hacia una hermenéutica transformativa de la gravedad quántica. Según la teoría de género, el sexo no es biológico sino un aprendizaje, un constructo social, una convención que no corresponde a la realidad. Se es masculino o femenino solo porque la sociedad lo concibe y lo enseña así, no por factores biológicos. Igual se puede enseñar a los varones a ser hembras o viceversa y todo cambiaría. Sokal en su sátira, homologa la fuerza de gravedad con la identidad de sexo y “demuestra” que también es un constructo social que existe porque la gente lo cree. Muy sencillo: si se enseña desde la infancia a ignorarla, los hombres podrán volar

Sokal programa para que el mismo día de la publicación del mamotreto, aparezca en otra revista, Lingua franca, una declaración también suya en la que afirma que escribió ese adefesio, ese “pastiche de jerga posmoderna, reseñas aduladoras, citas grandilocuentes fuera de contexto y estúpidas” (Wikipedia), simplemente para demostrar la degeneración académica que acepta lo que sea si viene en lenguaje “de género” a la moda. En síntesis, el artículo aprobado por los sabios que arbitraban la publicación, afirma que si no fuera por el prejuicio social de la fuerza de gravedad, uno podría tranquilamente surcar los cielos pues aquella existe solo en nuestras mentes. Por esas fechas casualmente, se estreno Matrix que de alguna manera contiene un mensaje parecido

Astronomía machista. Recientemente en 2017 un equipo de tres profesores también norteamericanos, enviaron y publicaron burlas similares en algunas de las más importantes revistas científicas que se ocupan de activismo y problemas “de género” e “identidad”. Jamie Lindsay Ph. D, Peter Borghossian M.Sc, Helen Pulckrose M.Sc. enviaron para arbitraje y publicación veinte trabajos de los cuales catorce fueron aceptados. Uno de ellos fue el falso paper científico titulado Amontonamiento progresivo. Una aproximación feminista interseccional a la pedagogía. En él proponen que para desagraviar a los estudiantes de color por los privilegios de que disfrutan los blancos, se practique en las aulas el siguiente ejercicio: los muchachos blancos oirían la clase sentados en el suelo y atados con ligeras cadenas para simbolizar los sufrimientos de los negros durante la esclavitud.

Semejante monstruosidad no solo fue aprobada por los árbitros de la publicación, sino además consideraron mayor severidad con los estudiantes blancos para deconstruir sus privilegios. Otro de los “ensayos científicos” consistió en que tomaron un capítulo de Mi lucha de Adolf Hitler y en todo el texto sustituyeron donde decía judío por blanco y eso bastó para que lo aprobara el comité de evaluación de la revista Affilia sin saber lo que era. En una explicación de su travesura, los autores cuentan cómo montaron las trampas: “…a veces pensábamos en una idea loca y la ejecutábamos…Qué pasa si escribimos un artículo para afirmar que cuando un hombre se masturba pensando en una mujer, es una acción machista signada por la cultura de la violación, porque no tiene consentimiento para ello. De allí salió el trabajo Masturbación… (también decidimos) escribir un ensayo sobre astronomía feminista y queer… porque la astronomía dominante es intrínsecamente sexista…La inteligencia artificial es machista y un peligro para las mujeres porque la fabrican hombres”.

@CarlosRaulHer

 3 min


Fernando Mires

Sea en Foucault o en Habermas, en Derrida o en Lyotard, o en otros que han aplicado su entendimiento a descifrar la lógica del discurso, podríamos llegar a un denominador común: la realidad política es discursiva, lo que quiere decir -siguiendo a Juan el evangelista- primero está la palabra (el verbo, el logos). Todo lo demás viene después. La realidad política es discursiva quiere decir también que la con-formamos a través de las tres dimensiones de la palabra: el pensamiento, el habla, la escritura. De la conjunción de esas tres dimensiones surge lo que llamamos el discurso público del que somos partícipes, ya sea cavilando, discutiendo, o escribiendo,

El discurso del discurso

En la formación de un discurso pueden intervenir todos los propietarios de la palabra, y esa posibilidad de intervención es la base de aquel orden político surgido en la polis griega, al que llamamos democracia. La expresión gramatical practicada en común, surge y recrea a una realidad cruzada por líneas continuas y discontinuas. A esas líneas las llamamos opiniones. De tal modo que para que surja una opinión pública hegemónica, tiene que haber libertad de opinión. Si la libertad de opinión es coartada, no hay discurso, y al no haber discurso, no hay democracia. El discurso es la razón de ser de la democracia. A la vez, la democracia es la razón de ser de ese espacio no territorial que denominamos occidente político. Donde no hay política no hay democracia y luego, no hay discurso público. La democracia para que sea, debe ser discursiva. Donde no hay libertad de opinión ni de palabra no hay libertad de ser. Esa es la diferencia entre el occidente político y el resto del mundo.

En Rusia o en China para usar dos ejemplos actuales, no hay comunicación colectiva, luego la realidad que ahí se vive, no es discursiva. Naturalmente, la discursividad que precede a toda discusión no garantiza la exactitud del decidir. A veces la maraña discursiva que se forma en cada nación democrática impide una oportuna toma de decisiones. Solo las dictaduras deciden rápido.

Cuenta Joe Biden que el por él considerado muy inteligente Jinping, le dijo en una conversación que la democracia, al retardar el proceso de toma de decisiones, no se adapta al nivel decisionista que exige un mundo tan complejo como el de hoy. Ergo: Jinping, sin haberla vivido, ha relegado a la democracia a una fase superada en la historia de la humanidad. Putin, a su vez, no tan refinado como Jinping, ha sabido crear un poder no-comunicativo, uno que no se sirve del discurso público y que a través de la dominación absoluta sobre los medios de comunicación y el parlamento crea las opiniones públicas que le parecen más convenientes, razón por la que en un texto hemos llegado a opinar que, acicateado por las espuelas de la guerra, Putin está cruzando la línea divisoria que separa a un régimen autocrático de un sistema totalitario.

El mismo Zelenski en su emotiva alocución de Davos lamentaba que Occidente no tenga una posición unánime frente a la invasión rusa en Ucrania. Efectivamente, es así. La unanimidad, donde impera la formación discursiva de la realidad política, nunca, o muy rara vez, será posible.

Occidente no solo está involucrado en una guerra contra la Rusia de Putin, además lo está en el discurso de la guerra. La guerra –y con ella, la ayuda militar y económica a Ucrania- es en este caso el objeto del discurso. El sujeto del discurso, vale decir, la formación de una opinión pre-dominante, no está todavía constituido. Hay diferencias y esas diferencias son las líneas del discurso de la guerra. ¿Cuál será la línea que definitivamente se impondrá? No lo sabemos. Trataremos al menos en este texto, de reconocerlas. Digamos de modo preliminar que distinguimos tres principales. En tanto ninguna es todavía hegemónica, son solo líneas pre-discursivas de un discurso en formación. Aquí las denominaremos de modo provisorio, la línea putinista, la línea negociadora, la línea épica.

La línea putinista

La democracias integran en su interior a líneas antidemocráticas. Tales líneas sirven incluso para fortalecer el discurso democrático, opinan algunos liberales. De ahí que la mayoría de las democracias occidentales invitan a las formaciones políticas anti- democráticas a formar parte del discurso público, siendo excluidas solamente si sobrepasan las leyes, incurriendo en actos violentos. Naturalmente, puede suceder que en condiciones de crisis políticas o económicas las anti-democracias lleguen a hacerse del poder, como ya sucedió en Italia con Salvini y la Liga Norte, en Hungría con el Fidesz de Orban, en Polonia con las posiciones clericales e integristas que lidera Kaczynski, y en Francia, siempre en jaque por el lepenismo. La democracia vive en peligro permanente y a veces sucumbe. Visto así, la contradicción que estableciera Joe Biden entre democracias y autocracias se manifiesta no solo entre países sino también al interior de cada país democrático. Y bien, precisamente porque es así, el putinismo, vale decir, las corrientes políticas que apoyan a Putin, pueden trazar sus líneas al interior de las democracias occidentales. Ahora bien, paradojalmente el putinismo tiende a cristalizar en dos extremos supuestamente opuestos: en la extrema izquierda y en la extrema derecha.

Hay efectivamente un putinismo de extrema izquierda y un putinismo de extrema derecha. Ambos suelen coincidir en los debates parlamentarios. La razón de esta aparente anomalía reside en que Putin ha logrado integrar en su discurso político personal ambas tendencias. Desde una perspectiva occidental Putin puede ser considerado un extremista de izquierda y de derecha a la vez. Este es precisamente uno de los puntos que ha llevado a algunos autores a afirmar que Putin es fascista, pues el fascismo, en su forma originaria, la de Mussolini y Hitler, integra discursos de izquierda y de derecha. No por casuallidad el partido de Hitler se llamó nacional- “socialismo”. El putinismo de izquierda toma del discurso de Putin el antiamericanismo, derivado del anti-occidentalismo.

Putin, según esta línea, debe ser apoyado pues constituye un obstáculo para las pretensiones de los EE UU. Interesante es constatar que esa versión de “izquierda” es más popular en América Latina que en Europa. Explicable por el hecho de que en América Latina las llamadas izquierdas no vivieron en toda su intensidad las consecuencias del derrumbe del comunismo como en Europa. Así fue posible que elementos de la ideología estalinista, en los países europeos cuestionados por las propias izquierdas democráticas, permanecieron en América Latina congelados. El mismo concepto, “imperialismo norteamericano”, al que recurren de modo monótono, fue una invención “teórica” de Stalin, quien rompió en ese punto con Lenin.

Como es sabido, la teoría del imperialismo de Lenin tiene como base las teorías del británico Hobson y del austriaco Hilferding, sobre todo de este último, quien entendió al imperialismo como una fase en el desarrollo del capitalismo y no como atributo de una determinada nación. Stalin mantuvo fidelidad a esa teoría y solo se atrevió a postular a EE UU como nación imperialista a partir de 1948, cuando Truman, a instancias de Churchill, decidió frenar el avance de la URSS en Europa.

Desde ese entonces las izquierdas latinoamericanas repiten el disco rayado de Stalin sin darse cuenta de donde proviene. Post-stalinistas de la catadura de los Castro, Chávez, después Maduro, Morales y Ortega, han elaborado su retórica en contra del “imperialismo norteamericano”, algo que cuidan de hacer las izquierdas extremas de Europa, como son las que representan Podemos en España y los socialistas de Melenchon en Francia. Tanto Maduro, Morales y Ortega ven en Putin un enemigo del “imperio” y en consecuencias debe ser apoyado si invade a Ucrania. Solo el presidente Boric de Chile –hay que reconocerlo- al condenar la invasión rusa a Ucrania, ha sabido salir, ante sus consternados seguidores, de la trampa post-estalinista latinoamericana.

En Europa en cambio, las emergentes ultraderechas han declarado, por razones muy distintas su adhesión a Putin. Salvini y Le Pen son definitivamente putinistas. Lo mismo AfD en Alemania. Orban, es un quiste putinista en la UE y en la OTAN. VOX, ha ocultado en parte su adhesión al putinismo buscando una posición “imparcial” frente al agresor y al agredido. Y si Erdogan no va más lejos a favor de Putin, no es porque no comparta sus “valores”, sino porque ve en Putin un rival hegemónico potencial en la región caucásica.

En todos los aspectos, las ideologías de la ultraderecha son coincidentes con la “visión de mundo” de Putin: nacionalismo extremo, personalismo, adhesión religiosa, patria orden y familia, patriarcalismo sexual, anti UE y, sobre todo, una visión compartida de Occidente como expresión de la decadencia moral, de la pornografía, de la drogadicción, del libertinaje. En fin, las ultraderechas europeas ven en Putin a uno de los suyos. Y lo es. Es por eso que me he atrevido a escribir en otros textos que Putin es el representante máximo de una rebelión internacional de las autocracias en contra de las democracias.

Naturalmente, esta, ni ninguna, puede ser considerada como la explicación única de la invasión. El monocausalismo no existe en la realidad, ni en la cuántica ni en la política. Pero negar los hechos de que todas las naciones que apoyan a Putin son antidemocráticas y que todas las naciones que apoyan a Ucrania -con la excepción de la democracia formal de Turquía- son democráticas, es dar las espaldas a la realidad. Ese enfrentamiento, percibido con justeza por Biden, tiene, para usar la expresión de Freud, un carácter sobredeterminante en todos los conflictos que se presentan en esta tierra.

La línea negociadora

La línea putinista forma parte del discurso de la guerra. Pero al poseer un potencial muy bajo de comunicación externa, las posibilidades de que llegue a convertirse en línea hegemónica son precarias, por no decir imposibles. Más que discursiva, se trata de una línea autodiscursiva, hecha para el consumo de quienes las representan. El verdadero debate tiene lugar al interior del espacio democrático antiputinista. O en palabras más generales, entre quienes sostienen que para terminar la guerra cuanto antes, hay que ofrecer mediante concesiones una salida “digna” a Putin, y otra línea que sostiene que primero hay que derrotar militarmente a Putin.

Uno de los primeros en plantear ese dilema occidental fue el filósofo alemán Jürgen Habermas al elogiar al por la prensa vilependiado canciller Olaf Scholz, quien ha tratado de conciliar lo aparentemente no conciliable, a saber, apoyar a Ucrania pero sin llegar a una intervención que invite a Putin a escalar hacia una confrontación con los países miembros de la OTAN.

Como Habermas no es un político sino un filósofo social, limitó su exposición a presentar el dilema sin definirse por uno de sus términos. ¿Cómo no perder sin ganar una guerra? Es su tácita pregunta. Imponiendo una alternativa diplomática, que dejando descontentos a ambas partes, no pase por la vía de la humillación a ninguna de ellas, podría ser una respuesta provisoria. Esa al menos parece ser la posición del presidente de Francia Emmanuel Macron quien, utilizando el verbo humillar, sugiere abrir una rampa a Putin para que, logrando algunos de sus objetivos (no ha dicho cuáles) pueda presentarse ante los suyos sin humillarse. Dicha posición ha sido criticada con firmeza por la historiadora Anne Applebaum.

De acuerdo a Applebaum, crear una salida a Putin supone otorgarle el crédito de cumplir con los acuerdos que subscribe, algo que ha demostrado no hacer desde el momento en que invadió a Ucrania, violando incluso los tratados por el mismo firmados. Putin, aduce, no está interesado en lograr ningún compromiso. Textual: “Putin ha dejado claro que destruir Ucrania es, para él, un objetivo esencial, incluso existencial. ¿Dónde está la evidencia de que lo ha abandonado?”. En ese punto tiene razón Applebaum. Solo se negocia a partir de la voluntad de negociar, y no por una, sino por ambas partes.

Que a Putin no interesa negociar antes de haber logrado su objetivo, el apoderamiento de Ucrania, es evidente según Applebaum. Pero el problema mayor lo ve en una verdad irrefutable: toda negociación con Putin implica conceder territorialidad.

La pretensión de convertir la territorialidad de Ucrania en objeto negociable aún cuando estamos lejos de alcanzar el fin de la guerra, no es un infundio de Applebaum. A diferencias de Macron que habló de negociar territorialidad solo entre líneas, el ex ministro del exterior estadounidense, Henry Kissinger, todavía una de las voces más influyentes en política internacional, lo dijo sin ambages. Según Kissinger, Estados Unidos y Occidente no deben buscar una derrota vergonzosa para Putin, advirtiendo que así podría empeorar la estabilidad de Europa a largo plazo. La idea de Kissinger es la de llegar a un status quo, pero sobre la base de que Ucrania deba ceder territorio a Rusia. No dijo cuales son esos territorios.

Como era de esperarse, Kissinger fue muy criticado por quienes apoyan a las fuerzas patrióticas de Ucrania. Y con razón. No es posible hablar de ceder territorios en medio de una guerra que tiene justamente como objetivo defender territorios. Tampoco es posible hablar de ceder territorios cuando ni siquiera ha habido un atisbo de negociación entre las partes en conflicto. Tal como fueron dichas, las palabras de Kissinger en Davos fueron un llamado a la capitulación de Ucrania.

Zelensky, al escucharlas, no pudo ocultar su desilusión, incluso, indignación. Describió las sugerencias de Kissinger como similares a los intentos de apaciguar a los nazis en el periodo previo a la Segunda Guerra Mundial. “Tengo la sensación de que en lugar de año 2022, el señor Kissinger tiene 1938 en su calendario”, dijo con doliente ironía. No obstante más allá de las analogías con el periodo nazi, puede ser que Kissinger haya pensado de acuerdo a su propio modelo geoestratégico al que continúa siendo fiel. Puede ser también que sus sugerencias apaciguadoras no tengan solo como referencia a Ucrania sino a voces beligerantes que están actuando en los Estados Unidos, me refiero explícitamente a algunas declaraciones hechas por Joe Biden y por su ministro de defensa Lloyd Austin. A esos dos puntos me referiré a continuación.

La línea épica

Dijo Joe Biden en marzo: “Putin no puede permanecer en el poder”. Dijo el ministro de defensa Lloyd Austin en abril, que esperaba “ver a Rusia debilitada hasta el punto de que no pueda hacer el tipo de cosas que ha hecho al invadir a Ucrania”. Haciéndose eco de ambas declaraciones, escribió Max Boot, redactor del Washington Post, en mayo: “Rusia debe sufrir una derrota tan devastadora que pasarán muchas décadas antes de que otro líder ruso piense en atacar a un país vecino”.

De acuerdo a la primera declaración, la del presidente, el objetivo es desbancar a Putin. De acuerdo a la segunda, la del ministro, el objetivo es inhabilitar militarmente a Putin. Los dos planes tienen en común avanzar más allá de la defensa del territorio de Ucrania, es decir, más allá de los límites fijados por el mismo gobierno de Zelenski. Probablemente contra ese exceso de épica reaccionó Henry Kissinger. En el mismo sentido, Kissinger se pronunció en contra de quienes desde el gobierno norteamericano han iniciado una confrontación verbal con el gobierno chino sobre el tema de los derechos humanos y sobre una probable ocupación china de Taiwán. Es evidente, para Kissinger, y con toda razón, EE UU no está en condiciones de enfrentar a dos superpotencias al mismo tiempo.

Por cierto, Kissinger exageró la nota al poner sobre la mesa la distribución de territorios que no le pertenecen a nadie sino a Ucrania. Explicable en ese sentido la ira contenida del presidente Zelenski. Sin embargo, todos los que manejan algunas nociones de política internacional conocen el pensamiento de Kissinger. En su libro World Order expone mejor que en otros la esencia de su esquema geoestratégico. Para el ex ministro existen, en efecto, tres poderes geopolíticos: China, Rusia y los EE UU. La garantía de la paz mundial la fundamenta en una noción para el, clave: equilibrio. Ese equilibrio pasa por una definición clara de la territorialidad y de las esferas de influencias de cada potencia.

Kissinger no es ingenuo y sabe muy bien que las aspiraciones de las tres grandes potencias no pueden permanecer congeladas y, por lo mismo, hay desplazamientos que deben ser diplomáticamente discutidos, pero teniendo en vista siempre dos objetivos: la paz y el equilibrio mundial. Probablemente, desde su óptica global, a Kissinger, Ucrania le parece muy poca cosa para desatar una guerra que podría llevar al holocausto nuclear. Si quisiéramos reproducir sus palabras en jerga popular, podríamos traducirlas así: “vamos muchachos, entreguemos a Putin "ese par de kilómetros más que él quiere en Donbass" (dixit), no provoquemos a Rusia y busquemos todos juntos una solución para seguir viviendo en paz”. En otras palabras, se trataría de imponer el mismo juego que hizo Kissinger bajo el gobierno de Nixon al decidir hablar directamente con Mao ofreciendo retirar a EE UU de Vietnam si China y no la URSS lo integrara dentro de su zona de influencia.

El problema, este fue a mi juicio el error de Kissinger en Davos, es que -aparte de que Putin desea mucho más que un par de kilómetros- Ucrania no es Vietnam. Ucrania es un país europeo e institucionalmente democrático. Ucrania pertenece a la comunidad política occidental. Y Occidente, a diferencia de los EE UU en Vietnam, no ha perdido todavía la guerra. Las opiniones de Kissinger, en ese punto tiene razón Zelenski, están fuera de tiempo y de lugar. Pero tan fuera de tiempo y lugar como las bravuconadas de Biden y Austin.

Lo que tienen en común las tres declaraciones, la del presidente, la del ministro y la del exministro, es referirse a Ucrania como a un objeto inerte. Para los dos primeros la guerra en Ucrania sería un medio para liquidar militarmente a Rusia. Para Kissinger seria necesario convertir a Ucrania en una pieza de cambio en aras del equilibrio y de la paz mundial. Las palabras de Biden y Austin subordinan la negociación a la guerra. Las de Kissinger la guerra a la negociación.

Cada guerra genera su propia épica. La invasión a Ucrania no es una excepción. Todos los demócratas del mundo deseamos que ese excremento del demonio llamado Putin sea derrotado sin apelaciones en Ucrania. Sería hipocresía no decirlo. Pero entre el deseo y su realización está el muro de la realidad. Al final, no podemos sino concluir que la guerra de Rusia a Ucrania deberá terminar alguna vez con una negociación. Probablemente con un acuerdo transitorio que no dejará feliz a ninguna de las partes. El discurso de la guerra, como todo discurso, es y será siempre inconcluso. Con eso hay que contar. Justamente por eso no vale la pena ocultar que la alianza atlántica mantiene en su interior dos tendencias discursivas pre- hegemónicas: una más negociadora que épica, representada en el eje Alemania-Francia. Otra más épica que negociadora, representada en el eje Inglaterra-EE UU. De la comunicación y del debate entre ambas tendencias depende el discurso de la guerra. Y está bien que así sea. Ambas tendencias se necesitan entre sí. Siempre el pensamiento dual será más poderoso que el pensamiento único.

Lo que desde el punto de vista ético y político no es posible aceptar es que la línea negociadora pase por encima de las posiciones del gobierno de Ucrania. Pero tampoco la alternativa puede ser asumir un delirio épico irresponsable que, usando el nombre de Ucrania, lleve la guerra a un punto de no retorno. El punto arquimédico situado entre la guerra y la paz, no ha podido ser encontrado. Y no lo será porque ese punto no yace fuera de la guerra, sino en su interior.

El curso de la guerra determinará su discurso, no al revés. Eso quiere decir: la única alternativa que en estos momentos tiene Occidente es intentar hacer mejor lo que está haciendo: Apoyar a Ucrania con todos los medios a disposición. Y al interior de cada país, continuar debatiendo, haciendo uso de ese don que diferencia al occidente democrático de las autocracias: la participación en el discurso colectivo por medio de la palabra. Sea la pensada, la hablada o la escrita.

REFERENCIAS:

Anne Applebaum - ¿QUÉ SIGNIFICA DERROTAR A RUSIA? (polisfmires.blogspot.com)

JÜRGEN HABERMAS - ¿HASTA DÓNDE APOYAMOS A UCRANIA? (polisfmires.blogspot.com)

Henry Kissinger - WORLD ORDER, 2014

Max Boot - No te preocupes por los sentimientos de Putin. Rusia debe pagar por su invasión (polisfmires.blogspot.com)

FERNANDO MIRES - SOBRE LA GUERRA DE RUSIA A UCRANIA (textos) (polisfmires.blogspot.com)

28 de mayo 2022

Polis

https://polisfmires.blogspot.com/2022/05/fernando-mires-el-discurso-de-l...

 16 min


Jesús Elorza G.

El deporte colombiano sigue fortaleciendo su estructura organizativa y cada vez cuenta con más herramientas para su desarrollo. Una de ellas es la aprobación, por parte del Congreso de la Ley 2210 del 23 de mayo de 2022, que reconoce y reglamenta la actividad del entrenador deportivo. Además, define al Entrenador como el responsable de orientar con idoneidad procesos pedagógicos de enseñanza, educación y perfeccionamiento de la capacidad motriz específica de individuos que practican un determinado tipo de deporte, disciplina o modalidad deportiva.

Uno de los propósitos fundamentales de esta ley de la república, es la profesionalización de la labor de aquellos que forman el presente y futuro del deporte nacional, para que los atletas del país, desde la base hasta el alto rendimiento, cuenten con idoneidad y procesos pedagógicos de aprendizaje, como también educación y perfeccionamiento de su capacidad. La ley, puntualiza en su articulado los siguientes principios para el ejercicio profesional del Entrenador:

1. Responsabilidad social. lo cual exige comprensión mutua, solidaridad, espíritu de amistad y juego limpio; por tanto, las actividades inherentes al ejercicio del entrenador deportivo imponen un profundo respeto por la dignidad humana.

2. Idoneidad profesional. La formación, la experiencia, los resultados, la innovación, la práctica y la capacitación permanente, del entrenador deportivo identifican su desarrollo profesional.

3. Integralidad y honorabilidad. En la labor del entrenador deportivo se deben preservar la ética, los principios morales, el decoro y la disciplina que rigen la actividad deportiva, a la vez, asegurar el cumplimiento de las reglas de juego o competición y las normas deportivas generales.

4. Interdisciplinariedad. La actividad del entrenador deportivo es una práctica que debe ser desarrollada, observando los fundamentos científicos y pedagógicos en los campos del saber, biológico, morfológico, fisiológico, sicológico, social, didáctico de la teoría y metodología del entrenamiento deportivo.

5. Unicidad e individualidad. Comprende el entorno y las necesidades individuales para brindar una formación deportiva humanizada para asegurar un proceso de preparación deportiva que tiene en cuenta las características socioculturales, históricas y los valores de la persona, la familia y la comunidad de procedencia.

La ley establece que, para ejercer como entrenador, se requiere estar inscrito en el registro de entrenadores deportivos, lo cual se acreditará con la presentación de la tarjeta o documento que para ello se expida por parte del Colegio Colombiano de Entrenamiento Deportivo, ente que los regirá. El requisito fundamental para obtener la tarjeta de entrenador es haber adquirido el título académico de profesional, tecnológico y/o técnico universitario en deporte, educación física o afines, otorgado por instituciones de educación superior oficialmente reconocidas.

La persona que, a la fecha de entrada en vigor de la ley, se encuentre ejerciendo actividades de entrenamiento deportivo sin haber adquirido o convalidado un título académico que lo acredite, obtendrá un registro provisional de entrenador por cinco años, renovable por ese mismo lapso. Para obtener el registro de entrenador deportivo, el aspirante deberá obtener la certificación de idoneidad como entrenador deportivo, la cual será expedida por el Colegio Colombiano de Educadores Físicos y Profesiones Afines -COLEF-, de conformidad con los siguientes lineamientos: Ser mayor de 18 años, Acreditar experiencia laboral como entrenador deportivo, no menor a 12 meses y Aprobar la evaluación de idoneidad en una de las categorías de los ámbitos de desempeño del entrenador.

Es innegable que este logro jurídico por parte de los entrenadores colombianos viene a fortalecer la dignidad del trabajo de los docentes deportivos de ese país y a su vez señala el camino o la ruta para que los entrenadores del mundo logren alcanzar iguales a mejores fortalezas jurídicas en sus relaciones laborales y el respeto social a su profesión.

Por el contrario, en nuestra realidad, el entrenador venezolano, sufre los rigores de un régimen autocrático y totalitario que, a partir de 1999 hasta el presente año 2022, ha impuesto arbitrariamente una sistemática y progresiva política de desconocimiento de los Derechos Laborales de los Entrenadores conseguidos a partir de sus justas luchas gremiales desde el año 1975.

Esa política anti-trabajador se manifiesta de manera inequívoca en los siguientes hechos:

-Congelación de los contratos colectivos. A la fecha, son 23 años sin tener la posibilidad de presentar, discutir y aprobar con el IND un nuevo marco de relación laboral.

-Violación expresa de la Constitución y La Ley Orgánica del Trabajo al firmar un convenio con Cuba para la ilegal tarida de 10.000 “entrenadores” estableciendo una discriminación salarial, al remunerar a los extranjeros con pagos en divisas (1.500 $ mensuales) y en bolívares devaluados a los entrenadores criollos. Pisoteando así, el principio universal que establece “A igual trabajo igual salario”.

-Los seguros HCM que, por su inexistencia o sus pírricas coberturas, prácticamente mantienen "condenados a muerte" a los trabajadores que necesiten ser atendidos por problemas de salud.

-Negativa permanente para aplicar la homologación de salarios, pensiones y jubilaciones.

-Los manuales clasificadores de cargos no son aplicados y los pasivos laborales duermen el sueño del burócrata, en la larga espera de su cancelación.

-Apropiación indebida de los descuentos mensuales del 11% a los entrenadores como aporte a la Caja de Ahorros del IND así como el 11% del aporte patronal. Esos aportes son retenidos ilegalmente, desde hace dos años, por las autoridades del IND y hasta el momento se desconoce el destino de los mismos.

-Bonificación de los salarios, pensiones y jubilaciones de hambre, aprobados unilateralmente por el régimen.

Veintitres años de intolerancia patronal, de autoritarismo gubernamental, de condiciones leoninas de trabajo, de salarios de hambre, de ausencia de programas de protección social hacen necesaria la unidad en la lucha de los trabajadores del deporte por el logro de sus derechos laborales. Alcanzar un Deporte Mejor en una Sociedad Mejor es una tarea impostergable.

La fortaleza del rol de Entrenador Deportivo, se logra en la lucha diaria por la defensa y mejora de sus derechos sociales-políticos y económicos. El logro de los docentes deportivos colombianos es un mensaje universal de aliento y esperanza para todos los Entrenadores Deportivos del mundo.

 4 min