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Opinión

Indira Urbaneja

Dijo Descartes: “No hay nada repartido de modo más equitativo en el mundo que la razón, todo el mundo está convencido de tener suficiente”.

Se cierra el diálogo auspiciado por Noruega, se crea un nuevo bloque político de entendimiento entre un sector de la oposición venezolana y Nicolás Maduro & Cía., acción que cuenta con el respaldo de la FANB en palabras del general en jefe Vladimir Padrino López.

Hasta hace dos días, la escena política venezolana seguía dominada por dos polos, los que están dentro del espectro del PSUV y los que hacen vida en el mal llamado G4 o partidos que encabezan la coalición opositora junto con Juan Guaidó. Pequeños, grandes, a la medida, tarifados o no, quienes se sentaron en la Casa Amarilla el pasado lunes 16 de septiembre también son actores de la vida nacional.

Etiquetados como “colaboradores, vendidos y pagados para oxigenar al régimen”, me corresponde decir, de forma imparcial y objetiva, que más allá de las caras de estos “políticos” que firmaron el acuerdo con Maduro, existe una cantidad importante de venezolanos que están buscando una ruta alterna, más coherente e incluyente.

Hasta el 30 de abril, gran parte de la coalición que ha venido acompañando la ruta Guaidó se sentía triunfante. Actuaban como quienes ya tienen la guerra ganada, en privado menospreciaban las iniciativas provenientes de los grupos minoritarios y del chavismo no madurista.

La soberbia, la exclusión y el sectarismo de quienes sin ningún tipo de tacto han dicho “ustedes son cuatro gatos sin representatividad” ha dado origen a la rebelión de “los excluidos”; lamentablemente olvidaron que, en medio de un combate, todo aliado es valioso, lo estratégico es sumar, no restar. Un ejemplo ilustrativo lo tenemos en el trato poco inteligente que se le ha dado al chavismo descontento cuya “inclusión” se quedó solo en el discurso propagandístico de quienes intentaron vender una sensación incluyente sin creer en ello.

Parece irreal, pero son más las personalidades externas al conflicto venezolano que muestran su preocupación por lograr un proceso incluyente, que los mismos líderes cercanos a Guaidó. En honor a la verdad conozco a muchos; sin embargo, me referiré a Luis Almagro, quien ha venido trabajando para que la voz de los excluidos sea escuchada, y a Elliott Abrams, el primer funcionario del gobierno estadounidense en hablar públicamente sobre el reconocimiento del chavismo.

Cualquier salida a la crisis debe tener como principio elemental la inclusión, reflejar el sentimiento ganador de todo un país. Lamentablemente, la soberbia no es buena consejera y la exclusión pro Guaidó comienza a generar estragos.

En otro tema. Hace poco más de un mes se filtró o filtraron información sobre posibles encuentros entre Diosdado Cabello, Nicolás Maduro y personas vinculadas a Estados Unidos. En medio de una lluvia de informaciones y contradicciones se comprueba la intención de explorar nuevas vías para un diálogo directo.

El “código enigma” enviado por Nicolás Maduro el 12 de septiembre parece haber pasado inadvertido, aunque desde mi punto de vista pudiera ser uno de los episodios más importantes de la política venezolana en los últimos meses. En medio de una entrega de viviendas, Maduro le dice al gobernador del estado Carabobo, Rafael Lacava: “Estoy recordando la conversación que tuvimos anoche, en la reunión que tuvimos tú y yo, ¿te acuerdas?, con aquella gente que vino tú sabes de donde, estás autorizado a hacer todo lo que hablamos Lacava, pa’lante”.

Por primera vez el propio interesado dice quién es su interlocutor, le pone nombre y apellido: Rafael Lacava, de quien minutos antes se había referido como su compañero, su amigo y su hermano, algo que no le hemos escuchado decir sobre “otros” cercanos a él.

Hay que leer entre líneas. Maduro dice: “estás autorizado Lacava” y es válido preguntarse ¿autorizado para qué? Evidentemente, ese mensaje solo podía ser entendido por quienes están involucrados en el proceso actual que busca construir de una línea directa entre la Casa Blanca y Miraflores, “si quieren una salida conmigo hablen con Lacava”.

Siendo así, Maduro intenta salirse del único ruido que ha frenado un cambio en Venezuela, y es la actitud de algunos sectores que quieren monopolizar la comunicación entre Caracas y Washington.

Partiendo del hecho cierto de que el gobierno estadounidense tiene la intención verdadera de dialogar con Maduro, entonces, la Casa Blanca a través de Mauricio Claver-Carone o el Departamento de Estado a través de Elliot Abrams, ya conocen el nombre del interlocutor, pero existe un pequeño problema: Rafael Lacava está sancionado desde febrero de este año, sanción empujada, entre otras cosas, por un pacto que se generó entre un factor de mucho peso cercano a Maduro y un altísimo dirigente de la oposición, quienes decidieron unir fuerzas para sacar del camino a quien venía tomando protagonismo a raíz del proceso que liberó a Joshua Holt.

Todavía quedan algunas interrogantes por despejar: ¿aceptará Washington a Lacava? ¿Se le levantarán las sanciones? Lo cierto es que el gobierno de Estados Unidos debe hacer un corte de cuenta con respecto a Venezuela, definir un cambio en su política si realmente quieren apoyar a los venezolanos en la búsqueda de una solución a su crisis o si por el contrario continuará reforzando una estrategia que hasta ahora no ha generado los resultados esperados.

Por último, quien quiera hablar con Maduro o su representado debe partir de cinco temas centrales:1) presos políticos; 2) cese de la persecución y extorsión política; 3) levantamiento del desacato de la AN, incluyendo la incorporación de todos los disputados perseguidos a los cuales les fue allanada su inmunidad; 4) voluntad de reinstitucionalización del Poder Electoral; 5) voluntad de tener elecciones libres, limpias, con amplias garantías internacionales; fuera de esto, cualquier esfuerzo sería más de lo mismo y los venezolanos cada vez sufren más.

Septiembre 18, 2019

El Nacional

https://www.elnacional.com/opinion/la-rebelion-de-los-excluidos-y-el-eni...

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Este título corresponde a una frase en carta dirigida en 1897 por el presbítero Baltazar Vélez a su coterráneo el periodista y político colombiano Carlos Martínez Silva, respaldando su artículo Al borde del abismo. En el mismo, Martínez hacía un llamado angustioso a liberales y conservadores para que acordaran el cese de la violencia. En Venezuela estamos al borde del abismo y pareciera que algunos dirigentes quieren dar un paso al frente. Por ello imploramos, a quienes actúan de buena fe, a lograr acuerdos que permitan salir de este totalitarismo aderezado de narcotráfico, que entregó nuestra soberanía a Cuba y puso en peligro nuestro derecho sobre el Esequibo.

Hay dos frentes en los que requerimos actuar. Uno de ellos es entendernos entre quienes deseamos que cese la usurpación de Maduro y su partida de corruptos lo antes posible. El otro, indudablemente controversial, es con quienes están o han estado más o menos cercanos al régimen, no están incursos en violaciones a los derechos humanos y quizá perciben que para bien del país y de ellos mismos es necesario un cambio.

La primera tarea debería ser coser y cantar. Lamentablemente no es así. Las causas van desde miopía para visualizar una estrategia factible, hasta posibles intereses políticos o personales. Como presumimos la buena fe, apostamos a la miopía como causa de los desencuentros. No es que unos sean miopes y otros no. El punto es que todos somos miopes. La causa no es por falta de inteligencia, ni de formación política, sino porque enfrentamos una situación inédita de un régimen con apoyo de la Fuerza Armada, del Tribunal Supremos de Justicia, de la guerrilla colombiana, Hezbollah y hampa común, con algunos actores narcotraficantes y corrupción por doquier. Además, que cuenta con el apoyo de la dictadura castrista y fuerte simpatía de los gobiernos autoritarios de China y Rusia.

Es decir que lo primero que debemos aceptar es que la usurpación no cesa debido a que cuenta con recursos para mantenerse. No es porque existe una oposición complaciente, oficialista y entreguista que no le importa cohabitar con la dictadura, y otra inmaculada que quiere que la usurpación cese inmediatamente.

Afirmar que hay una oposición que quiere arrebatarle el poder a quienes lo usurpan y otra que prefiere dialogar y aparentar que desea un cambio es tener una percepción equivocada de nuestra realidad. Muchos creyeron, entre ellos quien esto escribe, que la Fuerza Armada iba a reaccionar por la brutal represión del régimen a las protestas de calle, los asesinatos, torturas, encarcelamientos, exilios, las sanciones económicas y el desconocimiento a Maduro por más de cincuenta países. Hasta ahora no ha sido así, aunque no puede descartarse que ocurra.

Otros, más ilusos, cifraron sus esperanzas en una intervención militar extranjera, la cual nunca estuvo planteada por ningún país y que, aunque muchos no lo consideran así, traería a la larga consecuencias no deseadas. Independientemente que estemos o no de acuerdo, el TIAR y la invocación del artículo 187-11 no desencadenarán una intervención por la fuerza, aunque es de esperar que el primero derive en nuevas y más severas sanciones.

El diálogo tampoco es la panacea, debido a que este tipo de régimen no sale por las buenas. Ambas partes lo dan por concluido. Sin embargo, será inevitable que algunos actores conversen bajo nuevos parámetros. Con suficiente presión y manejo político quizá se podría lograr una implosión en las filas rojas.

No habrá salida mientras no exista mayor presión interna. La misma tiene que ser una huelga general y presencia masiva en las calles de todo el territorio nacional. Se ha preguntado nuestra dirigencia ¿por qué la gente prefiere buscar refugio en otros lares en vez de resistir activamente en Venezuela? ¿Será acaso que no perciben un liderazgo unido que al unísono los convoque y ofrezca una mejor opción? Estamos conscientes de que con la represión del régimen la gente está temerosa de participar en una huelga general y amilanada ante los asesinatos, torturas y encarcelamiento de muchos que han protestado en las calles. Sin embargo, en otros países se ha logrado. Nuestra dirigencia tiene la palabra. Somos intransigentes con los intransigentes.

Como (había) en botica:

Un apreciado amigo que llegó a esta tierra en 1949 y a la cual aportó mucho, me comenta que nuestros dirigentes deben evidenciar con hechos que son amantes de su patria dispuestos a dar todo por ella. Los tenemos, pero hay que descartar algunos.

Criticar el Informe Bachelet porque omitió algunos hechos es una insensatez. El mismo es contundente.

El secuestro y torturas al reportero gráfico Jesús Medina no puede ser ignorado, tampoco el mal estado de salud del secuestrado político Vasco Da Costa.

Según fuentes secundarias de la Opep, la producción de Venezuela en agosto fue de 712.000 barriles; en el 2001 fue de 3.267.000 b/d. Por el despido de casi 23.000 trabajadores calificados, la incorporación de activistas políticos, la falta de inversión y de mantenimiento, la producción se redujo en 2.555.000 b/d.

¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!

eddiearamirez@hotmail.com

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Jesús Elorza G.

Sudoroso y agitado, se despertó Maduro esa mañana. Pasó toda la noche con una terrible pesadilla.

Al verlo en esas condiciones, el reclamo de la Primera Combatiente no se hizo esperar. ¡Cansada estoy de decirte que no sigas comiendo mondongo y tomando refrescos fríos en las noches antes de acostarte!

-¿Qué soñaste?

Que estaba en la Asamblea General de la ONU en su 73º periodo de sesiones y en mi derecho de palabra denuncié el cerco económico al que nos tiene sometido el imperialismo yanki en su búsqueda permanente de acabar con nuestra revolución. También, expuse a los ojos del mundo, los continuos intentos de magnicidio que el gobierno títere de Colombia ha realizado en contra de mi persona.

Dejé constancia explicita, de nuestra preparación para enfrentar la invasión de los Marines en nuestro suelo patrio. La presentación de los 13 millones de firmas Anti-Trump provocó una sostenida ovación por parte de los representantes de Rusia, China, Turquía, Cuba, Corea del Norte y Nicaragua quienes entre aplausos coreaban “Maduro seguro a Trump dale duro”

-Que bien. Ese sueño, refleja lo que tú eres mi amor, un revolucionario a carta cabal, que no se amedrenta en ningún escenario dijo Cilia con gran satisfacción. Ya voy a preparar mis maletas para acompañarte. Tú sabes que New York a mi me encanta. Las tiendas de la Quinta Avenida me vuelven loca.

Pero, ¿Y si lo soñado se vuelve realidad?...

-No entiendo, mi amor. Háblame claro, ¿Cuál fue tú pesadilla?

Bueno, dijo con voz temblorosa, en pleno discurso entró la DEA para ponerme los hierros, acusándome de narcotraficante en base a informaciones suministradas por el Pollo Carvajal. Y mientras me sacan del salón, subió Trump a la tribuna de oradores, y sonreído expresó “Fo, it smell like shit here”… tomando venganza por lo que le hizo el Difunto Eterno a Bush.

-Tranquilo mi amor, mente positiva. Yo te veo en mis sueños como Frank Sinatra cantándome New York, New York.

¿Y si en verdad me ponen preso?

-Estás loco…tú eres presidente y gozas de inmunidad .., déjate de vainas y vámonos para allá…el Waldorf Astoria espera por nosotros…no pelemos ese boche…Rumba o Muerte es la orden, señalaba la primera combatiente.

No estoy seguro. Déjame consultar con mis Babalaos a ver que me dicen. Enseguida llamó al Palero Mayor, enviado por Raúl Castro directamente de Cuba y entre humo de tabacos y baños de ron, el sacerdote de Orula, a través del sistema adivinatorio de Ifá, dijo solemnemente que la lectura de los caracoles indicaban explícitamente que “los sueños recientes se harían realidad muy pronto”

Al oír aquello, el camarada Maduro, se desmayó.

-Despierta mi amor, despierta, eran las palabras angustiadas de Cilia. Al cabo de unos minutos, previa aplicación de primeros auxilios, logró despertarse y todo mareado le pidió al babalao que volviera a lanzar y leer los caracoles para ver que señalaban en esa segunda oportunidad.

Así lo hizo, y tras una bocanada de humo expresó “Yo digo cantando lo que veo” y comenzó a tararear una vieja canción de Nelson Pinedo y la Sonora Matancera, pero con un arreglo referido a la situación del momento:

… Si yo me voy pa la ONU / no vuelvo más / el imperio me va a agarrar.

Suspendan ese viaje del coño, suspendan ese viaje, ordenaba desaforado el camarada Maduro. Y copiándose la letra de una de las canciones de la oposición democrática comenzó a cantar a todo pulmón

… Yo no me voy / Yo me quedo aquí.

Y Cilia se quedó con las maletas hechas, rumiando su arrechera.

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Miguel Ángel García Vega

Existen dos tipos de capitalismo: el que crea valor para la sociedad y el que lo expolia. Durante las últimas décadas, millones de personas han visto que tienen trabajo, pero resulta insuficiente para llevar una vida digna; que el ascensor social se ha ralentizado; que la inequidad es inmensa; que la codicia parece el verbo más conjugado por las finanzas y que la crisis climática podría dejar un futuro a sus hijos y nietos abrasado de cenizas. Si la promesa de un mañana mejor, de una vida mejor, que ha sido la base del capitalismo, se desvanece, el pensamiento del hombre entra en un círculo vicioso. ¿Por qué sacrificarme? ¿Por dónde seguir? Elizabeth Warren, la senadora demócrata que quiere llegar a la Casa Blanca, resume esa angustia: "La gente siente que el sistema está amañado contra ellos. ¿Y sabe cuál es la parte más dolorosa? Tienen razón".

¿Dónde están las grandes empresas cuando esta pena en observación atraviesa el planeta? Muchas jugando en su particular jardín de recreo. "La codicia corporativa está gobernando este país. Y esa codicia está destruyendo los sueños y las esperanzas de millones de estadounidenses", criticaba Bernie Sanders, otro de los candidatos demócratas al despacho oval.

En un mundo (hasta ahora) de fronteras de escarcha, los problemas son juegos de espejos entre las naciones y queda al descubierto ese relato neoliberal de que la desregulación iba a traer prosperidad a todos. Solo para algunos, los de siempre. En Estados Unidos, no por casualidad, al tiempo que el peso de los sindicatos decaía, los beneficios empresariales —según el semanario The Economist— pasaban de representar el 5% del PIB en 1989 al 8% actual.

Esos números proceden del dogma establecido en 1970 por el economista Milton Friedman. El premio Nobel sostenía que como el consejero delegado es un "empleado" de los accionistas debe defender sus intereses, dándoles los mayores beneficios posibles. Esta idea, que hiere al igual que caminar descalzo sobre vasos rotos, ha sido amplificada en las últimas décadas por escuelas de negocios y directivos. El sistema métrico es el corto plazo, el sentido diario de la firma es un gráfico de Bolsa y la codicia, un casino global. Friedman respondía así en una entrevista: "¿Hay alguna sociedad que usted conozca que no se guíe por la avaricia? ¿Cree que Rusia o China no se guían por la avaricia? ¿Qué es la codicia? Desde luego, ninguno de nosotros es codicioso, solo lo es el otro. El mundo se guía a través de individuos que persiguen intereses distintos". Esta es la línea editorial que hoy sigue escribiendo el destino de cientos de millones de seres humanos.

Sin embargo, las grandes empresas, sobre todo estadounidenses, han sentido que el cambio lo traen estos días la ira y el descontento, pues la sociedad exige compañías que mejoren sus vidas. Hace unas semanas, la Business Roundtable (BRT), uno de los principales lobbies empresariales americano, que agrupa a 181 grandes organizaciones como Exxon Mobil, JPMorgan Chase, Apple o Walmart, lanzaba una nota (que no firmaron, por cierto, Blackstone, General Electric o Alcoa) en la que redefinía el "propósito de una empresa". Las ganancias del accionista pasaban a ser un objetivo más y se hablaba de "proteger el medio ambiente, fomentar la diversidad, la inclusión, la dignidad y el respeto". El sentido, ahora, es "crear valor para todos los grupos de interés". "Todo esto tendrá como resultado un capitalismo más sostenible e incluyente", asegura María Luisa Martínez Gistau, directora de responsabilidad social corporativa de CaixaBank. Aunque la BRT no explica cómo conseguirá tan buenos propósitos.

A pesar de todo, hay esperanza de que algo cambie en ceolandia. "Es un signo alentador. Pero solo porque demuestra que los consejeros delegados han entendido la advertencia: el péndulo amenaza con oscilar en dirección contraria y están intentando controlar su velocidad", reflexiona Jeremy Lent, quizá uno de los grandes pensadores de nuestra era. Habrá que ver si la sociedad se cree la preocupación verde de una petrolera como Exxon o de JPMorgan Chase, un banco que se ha convertido —según BankTrack, una red de ONG que vigila el comportamiento financiero— en uno de los mayores financiadores de los combustibles fósiles del mundo, al destinar entre 2016 y 2018 más de 196.000 millones de dólares. "Porque la verdad es que el lobby no se compromete a nada extraordinario, sino a lo que debería ser el comportamiento básico de una empresa", critica Carlos Martín, director del Gabinete Económico de CC OO. Y añade: "Los miembros de la BRT tienen tres características: son codiciosos, quieren detentar el poder y son muy listos. Han visto lo que se puede avecinar con Sanders y Warren en la izquierda del Partido Demócrata y han reaccionado". Y las encuestas les revelan que es un buen negocio cambiar la forma en la que hacen negocios.

Confianza social

Puede ser, porque las corporaciones han arrastrado la confianza social al borde del acantilado. Ahí está el escándalo de Volkswagen, el comportamiento de Facebook, la deshonestidad de Wells Fargo o la actitud de Novartis. La farmacéutica acaba de presentar un tratamiento genético (Zolgensma) que podría salvar a niños con atrofia muscular espinal. Pero el precio —acorde con The New York Times— es de 2,1 millones de dólares por paciente. Se cree que es el medicamento más caro de la historia. Ni siquiera los gastos de investigación pueden esconder la insensibilidad de una firma que recibe ayudas públicas. ¿Estas son las empresas que guiarán el siglo XXI? Esa línea de tiempo es un pavés teñido de rojo. "El comunicado surge como una respuesta a lo vivido en las últimas décadas. Los vicios del sistema económico han sido tales que los problemas de reputación amenazan al propio valor de la compañía", advierte Emilio Ontiveros, presidente de Analistas Financieros Internacionales (AFI).

La sociedad occidental siente que la democracia del accionista le ha fallado. Existen voces, claro, que hablan en otro registro y critican algunos de esos "vicios". "Hay rendimientos decrecientes en despedir a la gente una y otra vez", se queja en The Economist Jeff Ubben, fundador de la firma activista ValueAct Capital. "No es la estrategia correcta para el futuro". Pero esas voces son escasas y el pasado es otro país. De hecho, al poco de lanzarse la nota de la Business Roundtable, otra asociación, el Council of Institutional Investors —la cual representa a muchas de las compañías que están en la BRT y a algunos de los mayores fondos de pensiones de EE UU—, respondía sin hacer prisioneros. "La rendición de cuentas a todos significa la rendición de cuentas a nadie. Es el Gobierno, no las empresas, quien debe asumir la responsabilidad de definir y abordar los objetivos sociales con una conexión limitada o nula al valor del accionista a largo plazo".

Las posturas están redactadas en piedra. Las compañías se escurren, la declaración de la BRT no dejan de ser palabras sobre un papel, la industria de la inversión se enroca en el corto plazo y cualquier consejero sabe que sin beneficios será despedido. Entonces, ¿qué hacer en un tiempo que exige redefinir el sentido de las empresas? "Desde mi punto de vista" —avanza Jeremy Lent—, "las transformaciones que necesita nuestra sociedad solo llegarán cuando los Gobiernos fuercen a las compañías a que en sus estatutos figuren obligatoriamente los principios sociales, medioambientales y financieros". Esta "afrenta" al canon, que también defiende Elizabeth Warren, tiene su respuesta desde las páginas conservadoras de la economía. "Las empresas no pueden —y no deben— asumir responsabilidades sociales que son propias del Estado, como educación, apoyo al bienestar o la protección del medio ambiente. Además, la práctica demuestra que las compañías son las instituciones equivocadas para proporcionar atención médica y respaldar las pensiones", narra Martin Wolf, escritor y columnista del Financial Times.

Aquí la realidad choca contra ese Lego de cristal que es la naturaleza humana. "Propósito es el sabor del mes", ironiza en The Economist Stephen Bainbridge, profesor en la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA). Y se pregunta: "¿Pero de verdad las compañías van a dar un tajo del 10% a sus accionistas por el bien de los grupos de interés?". Y cuando la empresa decida que obtener ganancias ya no es su objetivo principal, ¿ante quién será responsable? ¿Ante los activistas? ¿Ante los políticos? Cuestiones sin resolver, pero que revelan las dudas de un mundo en tránsito hacia otripo de sociedad.

Quizá ese gozne de tiempo esconda una tercera vía. Los activos gestionados bajo criterios medioambientales, sociales y de gobernanza (ESG, según sus siglas inglés) en Europa, Canadá, Japón, EE UU, Australia y Nueva Zelanda crecieron de 22,9 a 30,7 billones de dólares entre 2016 y el año pasado. "Si los directivos continúan actuando en nombre de los accionistas pero son conscientes de que les preocupan los temas sociales, por ejemplo el medio ambiente, lo mismo que los beneficios, esto mejorará las cosas", admite Oliver Hart, premio Nobel de Economía de 2016. "Si por el contrario, los gestores dirigen las empresas en función de sus propios puntos de vista sobre cuestiones sociales o la importancia de los grupos de interés, podría ser un paso en la dirección equivocada".

Otra opción sería crear una estructura que vigilara y obligase (la autorregulación nunca ha funcionado) a los directivos a hacer algo más que sobrealimentar los beneficios del accionista. En la última década, unas 3.000 empresas tienen la calificación B corporations. Eso significa que su comportamiento ético, social y medioambiental ha sido certificado por B-Lab, una organización no gubernamental estadounidense. "La declaración de la BRT es una muestra de que la cultura empresarial ha cambiado. Pero ahora es tiempo de la acción colectiva a través de la comunidad empresarial y los políticos para trabajar juntos y superar la primacía del accionista", sostiene Andrew Kassoy, cofundador de B-Lab. El problema es que pocas grandes empresas suscriben este protocolo y la mayoría son marcas de consumo.

Pese a los innumerables pecados de muchas corporaciones, llegan cambios. El pasado 25 de agosto, una treintena de grandes compañías (Apple, Amazon, Unilever) dieron el sorprendente paso de publicar una página en el dominical de The New York Times comprometiéndose a situar al planeta por delante de los beneficios. "Es un cambio que viene para quedarse y acude de muchas formas: la principal es que se está replanteando el contrato de las empresas con la sociedad", analiza Antoni Ballabriga, director global de Negocio Responsable de BBVA. Y avanza: "Las empresas tenemos que mojarnos más y ver dónde podemos aportar mayores capacidades y generar cambios sistémicos; hay que pasar de las declaraciones a la acción".

El ejecutivo conoce el precio de decepcionar. El caso Villarejo ha tenido un impacto reputacional en la entidad. "El banco azul se enfrenta a la necesidad de un cambio radical en su política de generación de beneficios y, sobre todo, a un lavado de imagen para paliar los perjudiciales efectos de su imputación", explica Miguel Momobela, analista del bróker XTB. La colisión entre la ética y los beneficios quizá sea lo que necesita el mundo. Que estalle la chispa, que prenda el fuego; que escuchen. "Dar rentabilidad a los accionistas es condición necesaria para tener éxito en los negocios en el siglo XXI, pero no suficiente", indica el economista José Carlos Diez, quien recuerda que "las empresas deben incorporar a su estrategia cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas y tiene que liderarlo el presidente y su consejo de administración".

Encender la mecha

Pero en las finanzas —tal vez el sector con más casos de comportamientos deshonestos— ese fuego no arderá. Ni siquiera los fondos más activistas parecen dispuestos a encender la mecha. "Queremos propiciar cambios en las compañías, no castigarlas por sus actividades", defiende Matt Christensen, responsable de inversiones de la gestora AXA Investment Managers. Es el pensamiento que enlaza las city del mundo. En presente o en pasado. "Napoleón dijo que en 'política los males deberían remediarse, no vengarse' y creo que lo mismo se debe aplicar a los negocios", defiende, por correo electrónico, Harald Walkate, director de ESG en Natixis Investment Managers. "Es algo con lo que han estado luchando los gestores interesados en la inversión socialmente responsable. Han tratado de identificar irregularidades o prácticas poco éticas en las empresas y las han enfrentado, por ejemplo, a través de desinversiones (exclusiones). Pero habitualmente no resulta fácil saber el objetivo de estas acciones. ¿Influir en el comportamiento de la empresa (remediar) o castigar a las compañías (venganza)?" Quizá, otro verbo: presionar.

La Amazonia ha ardido como forraje seco en una colada de acero y algunas gestoras, empresas y fondos de pensiones han dejado de comprar bonos brasileños. Una tragedia planetaria que Jair Bolsonaro, presidente de Brasil, ha manejado con ineptitud. ¿Castigo o presión? Responsabilidad. Fabio Alperowitch, fundador del bróker Fama Investimentos de São Paulo, relata que es su obligación como brasileño dar presencia al calentamiento global, "un tema que aquí tiene poca importancia". De hecho, su firma no invierte en compañías que hacen negocios con el Amazonas ni tampoco en las que están "relacionadas con agresiones medioambientales". Tal vez sea uno de los pocos casos en los que la palabra "frontera" contiene una acepción hermosa.

Lejos de esas selvas que hoy recuerdan la tristeza de un sicomoro, algunas de las mayores gestoras de fondos del planeta, como BlackRock, que maneja seis billones de dólares, quiere que los inversores y las empresas entiendan un mundo distinto. Su presidente, Larry Fink, ha insistido en que el propósito de una compañía debe ir más allá de las ganancias de sus accionistas. Un viento joven se cuela a través de las ramas del sicomoro. Los millennials —que ya son el 35% de los trabajadores— no quieren emplearse en empresas donde la hambruna ética sea su razón social. La edad promueve el cambio. Un trabajo de la consultora Gallup reveló que menos de la mitad de los jóvenes estadounidenses apoyan el capitalismo. Y "en general prefieren trabajar en firmas con un fuerte compromiso social", dice Jason Dorsey, investigador de The Center for Generational Kinetics. Aunque también viven contradicciones. "Entre dos productos o servicios iguales, si el precio del comprometido cuesta un 10% o más frente al que tiene menor responsabilidad escogerán el más barato", aclara el analista.

La sociedad empieza a entender que las empresas son ellos; las personas, no los ordenadores, no los robots; no la tecnología. El año pasado, los empleados de Google forzaron a la compañía a que dejara de proveer al Pentágono de un sistema de inteligencia artificial que utilizaba en los ataques con drones. Y también vetaron un contrato de 10.000 millones de dólares destinado a trasladar grandes cantidades de datos del Departamento de Defensa a un sistema de almacenamiento en la nube. Mientras, los trabajadores de Amazon vigilan la relación de Jeff Bezos con las petroleras. Otra vez la frontera, otra vez el cambio. "Las empresas se han dado cuenta de que existe un movimiento de la sociedad civil y se han alineado con él, tengo mis dudas de si lo han hecho con sinceridad o como estrategia de marca. Porque algunas veces no cuela: si eres una petrolera y ahora te preocupa el bienestar ambiental...", valora Federico Steinberg, investigador principal del Real Instituto Elcano.

Pero es ahí, en la crisis climática, donde parece que las corporaciones están dando más de lo que se esperaba. Unas 25 grandes compañías —analiza The Economist— incluidas cuatro gigantes tecnológicos se han opuesto públicamente a la retirada de EE UU del Acuerdo de París. Globalmente, 232 empresas cuya capitalización supera los seis billones de dólares, se han comprometido a recortar sus emisiones de carbono en línea con el objetivo de limitar el calentamiento global a menos de dos grados. Sin duda, si este problema fuera un estilo pictórico sería el tenebrismo de Caravaggio. Porque el hombre puede sobrevivir a la peste, las guerras, las hambrunas, las crisis económicas, pero no a la pérdida de la tierra fértil o a un clima habitable. Sostiene Jeremy Lent que necesitamos una "civilización ecológica", es la única forma de evitar el "desastre".

Cambios sociales

Resulta imposible explicar cómo hemos llegado hasta aquí sin algunas de las peores características del ser humano, sin la obsesión del materialismo y sin la tiranía del crecimiento de los beneficios. Un credo importado del pensamiento económico anglosajón y repetido en los pupitres de esa fábrica de directivos y líderes que se supone son las escuelas de negocios. "Instituciones que tienden a enseñar que la maximización de las ganancias del accionista es el único valor que importa", critica Martin Parker, profesor de economía inclusiva de la Universidad de Bristol (Reino Unido) y autor del libro Cerremos las escuelas de negocio. ¿Un título injusto? "Creo que quienes han tenido la culpa son más algunas escuelas de economía que las de negocio", justifica Antonio Argandoña, profesor del IESE.

El relato llega al principio. Se escucha la voz de 181 corporaciones estadounidenses que se comprometen a cambiar. La sociedad civil, los reguladores y algunos políticos hablan claro: deben implicarse más en un mundo con enormes desafíos. La crisis climática, la desigualdad, las pensiones, la automatización del trabajo, las consecuencias éticas de la inteligencia artificial. Hay esperanza. "La conversación está cambiando, y esto es bueno", apunta Ramón Pueyo, responsable de sostenibilidad de KPMG. Hay desaliento. "Si buscas grandes cambios sociales, no creo que estén en los líderes de las corporaciones. No van a llegar de ahí. Las empresas tienen que dar beneficios. Si no lo hacen, no existen y no pueden servir a ningún tipo de propósito. Es lo que Milton Friedman trataba de decir", comenta en The New York Times Andrew Ross Sorkin, columnista y uno de los creadores de la serie Billions. Quizá las ganancias sean fundamentales pero sin transmitir un propósito social será más difícil lograrlas. Un planeta, sobre todo joven, quiere otras corporaciones. O escuchan o muchas pronto serán el imaginario paisaje de un recuerdo.

15 de septiembre

El País

https://elpais.com/economia/2019/09/12/actualidad/1568300463_364950.html

 14 min


Mi amigo y (ex) colega Rainar Fabián, quien practicando sus conocimientos del castellano sigue con atención sociológica mis artículos, me hizo llegar un interesante texto del también sociólogo Bernd Graff cuyo título (traducido) es “En el remolino digital del fascismo “(Süddetutsche Zeitung).

Al comienzo tuve ciertas reservas: pienso que la extensión del concepto fascismo a realidades que no tienen mucho que ver con el fascismo originario, producen más confusión que orden. Mas, pronto me di cuenta de que el concepto “fascismo digital” es más bien una hipótesis. Se trata sin duda de un artículo altamente interesante.

La intención del autor es mostrar la alta eficacia con que los nacional-populistas (para otros, neo-fascistas) de nuestro tiempo –sea en el voto-Brexit, en la elección de Trump, en la campaña electoral de Salvini, e incluso en la del brasileño Bolsonaro– utilizan los medios sociales y las redes digitales. Importante al respecto ha sido la publicación de un estudio de la Friedrich-Ebert Stiftung en donde se muestra que, en Alemania, AfD, el partido de la ultra derecha, tiene más seguidores en Facebook que los dos partidos históricos juntos, CDU/CSU y SPD. ¿Estamos verdaderamente frente a la emergencia de un fascismo digital?

1.

El concepto de fascismo digital fue acuñado por Roger Griffin, profesor de Historia Contemporánea en Oxford. Su éxito deriva de haber comprobado que las redes son efectivamente movimientos virtuales de masa y, por lo mismo, objetos de permanente manipulación por parte de empresas y consorcios en lo económico, sectas y neo-iglesias en lo religioso y, naturalmente, partidos políticos post-modernos, entre los que sobresalen los de índole xenófobo como son la mayoría de los nacional-populistas europeos (y latinoamericanos, agrego yo) díganse de izquierda o derecha. Según Griffin estos últimos comparten con los fascistas del pasado la instrumentalización de los miedos sociales, muy agudos en periodos como el que vivimos, caracterizado por el pasaje que lleva del modo de producción industrial al digital.

Los miedos, por supuesto, no son mostrados como tales, sino como amenazas representadas por contingentes de emigrantes cuyos propósitos son inundar Europa (el verbo inundar es usado hasta la saciedad), superpoblar a Occidente, crear células terroristas, violar a “nuestras” mujeres para después embutirlas en burcas y así sustituir a la religión cristiana por la musulmana. Particularmente efectivo es el mensaje digital del neo-populismo entre individuos disociados, náufragos sociales que convertidos en masa digital se sienten unidos por supuestos objetivos comunes. Los hilos se transforman en redes, las redes en organizaciones digitales y estas últimas en seres agresivos de carne y hueso, atizando la violencia en las calles.

Puede ser que no estemos frente a un nuevo tipo de fascismo, pero sí estamos frente a un antiguo tipo de barbarie formada por personas cuyos objetivos son renegar de los principios básicos de la sociedad liberal, ridiculizar a los defensores de los derechos humanos como “buenistas” o “progres” y luego erigirse como heraldos que llaman a combatir a todo lo que sea “políticamente correcto”

En ese punto hay una evidente concordancia entre la masa tuitera y la masa callejera del antiguo fascismo. ¿Qué hacer frente a ellos?

No hay otra alternativa –opina el citado Bernd Graff– que enfrentarlos en su propio terreno. Al respecto cita una iniciativa del partido de los conservadores de Baviera, CSU, orientada a formar expertos digitales que busquen revertir el mensaje del nacional-populismo. Pero tal como está presentada la idea, parece conceder más importancia a detalles técnicos que a políticos. Más importante sería que todos los partidos democráticos tomaran la decisión de enfrentar en conjunto el discurso de la nueva barbarie digital. Para realizar esa tarea habría que partir de un principio: los problemas nombrados por los nacional-populistas no son inventados; existen. De ahí el éxito que obtienen.

Las migraciones, las pérdidas temporales de puestos de trabajo, la globalización de la producción y tantos otros fenómenos, son hechos reales. Pero cada uno de esos problemas tiene soluciones diferentes, y ninguna de ellas debe pasar necesariamente por el desmontaje de la democracia, por la negación de los derechos humanos, por la destrucción de organismos supranacionales como la UE.

Lo dicho lleva a deducir que la defensa de los valores democráticos debe ser asumida de modo activo y militante, no solo por las fuerzas políticas sino también por quienes están encargados de preservar los valores culturales de nuestro tiempo

Sí: me refiero a los intelectuales (sin comillas) entendiendo bajo esa rúbrica a todos los profesionales que tienen que ver más con la elaboración de ideas que con su aplicación.

2.

¿Qué haces tú Fernando metido en medio de esa chusma tuitera? No hay día en el que no tenga que escuchar una advertencia similar de conocidos, amigos y personas que me rodean. Mi respuesta inmediata es la de que uno no elige los campos del antagonismo. Simplemente están ahí.

Naturalmente, agrego, uno quisiera discutir a través de ensayos y libros, pero el hecho objetivo es que los enemigos reales, no los virtuales, están organizados en redes. Puedo naturalmente ignorarlos y afirmar con arrogancia que la tarea del intelectual no pasa por mezclarse con el vulgo. Pero si quiero de verdad enfrentar a quienes considero enemigos, es mi obligación salir a buscarlos en sus propios nidos.

Y no lo voy a negar, a veces me gusta hacerlo.

Pienso que un tuit bien escrito es un buen ejercicio mental. No pocas veces, inspirado en discusiones tuiteras, he escrito artículos extensos. Una frase bien tuiteada, dicha en el momento preciso, puede desarticular a más de alguna idea preconcebida, diluir un prejuicio negativo, desorganizar un tabú opresivo.

Así como ayer hubo profesionales de la cultura que decidían abandonar momentáneamente sus bibliotecas para combatir en las barricadas, hay otros que sentimos la necesidad de acudir a las redes y enfrentar allí mismo a los representantes de la barbarie organizada. El escritor español Arturo Pérez Reverte lo dijo muy claro: “la atracción que ejerce Twitter es la de un territorio peligroso frecuentado por muchos hijos de puta”.

Nadie va a objetar a un pensador si no quiere introducirse en las redes. Después de tantos fallidos imperativos categóricos he llegado al convencimiento de que cada uno es dueño de hacer lo que quiera en esta vida, siempre que no transgreda las normas derivadas del derecho público. Se trata de una opción estrictamente personal.

En lo que respecta a este servidor, ir a las redes significa contribuir a impedir que esos vástagos de meretrices, mencionados por Pérez- Reverte, se adueñen del espacio comunicacional. Un espacio cada día más decisivo en la formación de los llamados discursos políticos.

Con Gramsci estoy de acuerdo en que la lucha política es lucha por la hegemonía. Conmigo estoy de acuerdo en que, por lo menos parte de esa lucha, hay que librarla al interior de las redes, arriesgando, naturalmente, que cientos de descendientes de la tal por cual, te calumnien, te difamen y te insulten.

Al fin y al cabo, todas las guerras han sido y serán sucias.

@FernandoMiresOl

https://talcualdigital.com/index.php/2019/09/15/fascismo-digital-por-fer...

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Imagina la siguiente escena: vas al supermercado y decides probar un nuevo yogurt. ¿Qué miras al agarrar el envase? ¿Cuál es la historia detrás de ese alimento que consumirás en breve?

Lo mismo puede suceder para un corte de carne o un paquete de harina: los alimentos recorren un largo camino hasta llegar a nuestra góndola más cercana.

El recorrido también es complejo para los consumidores: a la vez que se vuelven cada vez más exigentes y buscan propuestas más naturales y sustentables, millones de personas no comen lo suficiente o consumen alimentos inadecuados. Según el Banco Mundial, 821 millones de individuos pasan hambre y 2.000 millones más estarán en esa situación en 2050.

¿Es posible poner fin al hambre en el mundo, aumentar la producción de alimentos de calidad y proteger al medioambiente? No existe una respuesta única para esta pregunta, pero sí hay tres aspectos centrales para resolver este desafío: capital humano, innovación y nuevas tecnologías.

América Latina tiene un rol único frente a este reto: la región representa el 16% del total de las exportaciones mundiales de alimentos. Ya sea en la producción de café en Brasil y Colombia, carne vacuna en Argentina y Uruguay o bananas en Ecuador, la región puede ser la cuna de nuevas formas de producción, potenciando sus exportaciones, protegiendo al medioambiente y generando nuevos empleos para su población.

A continuación, exploramos 10 conceptos fundamentales para que los países de América Latina y el Caribe puedan aprovechar la oportunidad y liderar el futuro de los sistemas alimentarios.

1. Inversión en capital humano: La formación de los trabajadores agrícolas es un aspecto central para el futuro de los sistemas alimentarios. Un aprendizaje enfocado en las tecnologías digitales, la bioeconomía, la gestión de riesgos y la administración es fundamental para potenciar las oportunidades y desarrollar nuevas ideas desde el terreno. Carreras especializadas como la licenciatura en Ciencias y Tecnologías de Lácteos de la Universidad Tecnológica del Uruguay buscan estimular a los estudiantes en áreas de investigación centrales para el desarrollo económico.

2. Innovación: El desarrollo de nuevas soluciones puede ayudar a los agricultores a superar los efectos adversos de las condiciones climáticas extremas y hacer frente a la mayor demanda mundial de alimentos. En Dinamarca, por ejemplo, el gobierno invierte anualmente el 3% del PIB en innovación, orientando la inversión a las necesidades de cada sector. Así, las universidades danesas y el sector agrícola trabajan teniendo en cuenta lo que el productor realmente necesita en relación a la investigación académica, desarrollando soluciones concretas que puedan ser implementadas.

3. Presencia estatal: Con más de 22 millones de kilómetros cuadrados, garantizar la presencia estatal en todos los puntos de América Latina es una tarea más que ambiciosa. Si bien existen debilidades en términos de conectividad en muchos países, el uso intensivo de las tecnologías de la información y la comunicación hace más fácil el intercambio entre los sectores rurales y las grandes ciudades.

4. Tecnología: La inversión científica y tecnológica es fundamental para desarrollar las herramientas necesarias para los desafíos del futuro. Sin ellas será imposible aumentar la productividad y las capacidades del sector agrícola. La implementación de estos desarrollos tiene efectos concretos: el sistema de trazabilidad del ganado en Uruguay ha permitido que el país se posicione como uno de los principales exportadores mundiales de carne y llegue a producir 550 mil toneladas de carne vacuna al año, exportando a más de 100 países.

5. Emprendimiento: Los países de la región han establecido ambiciosas metas para el sector alimenticio: Uruguay se propone producir alimentos para 50 millones de personas antes de 2030 y Argentina aspira hacer lo mismo para 600 millones, por solo mencionar algunos ejemplos. Estos objetivos serán imposibles de cumplir si no se promueve la formación y aporte de nuevas pequeñas y medianas empresas, que involucren a los jóvenes y los hagan parte del desarrollo económico de sus regiones.

6. Cuidado del medioambiente: Uno de los desafíos principales es aumentar la producción, pero sin impactar el medioambiente. Para evitar la perdida de biodiversidad y el aumento de la emisión de gases de efecto invernadero, es vital mejorar la eficiencia de los establecimientos agrícolas, mejorando el uso de herramientas ya utilizadas y facilitando el acceso a nuevos dispositivos.

7. Condiciones laborales: Los empleos rurales son usualmente informales, sin contratos escritos y los empleados no gozan de los beneficios de la protección social. La tecnología puede ayudar: Zafrales, una plataforma online desarrollada en Uruguay busca conectar trabajadores temporarios con compañías agropecuarias, ofreciendo mejores condiciones de trabajo a los trabajadores, y mejorando la satisfacción de las empresas, con menores tasas de ausentismo y un descenso de la tasa de recambio del personal.

8. Regulación: La seguridad jurídica y la fortaleza institucional son dos pilares fundamentales para promover el desarrollo de nuevas tecnologías y fortalecer la cultura emprendedora. Los empresarios, estudiantes y emprendedores agrícolas necesitan de reglas claras, actualizadas y objetivos concretos para poder desarrollar todo su potencial económico. A la vez, los programas orientados al sector deben ser consistentes y de largo plazo para que realmente generen beneficios. También es importante desarrollar nuevas formas de financiamiento que se adapten a los ciclos y necesidades del sector.

9. Seguros: La seguridad de los productores agrícolas depende en buena medida de las cosechas que esperan producir, por lo que el manejo de los riesgos es muy importante para evitar el fracaso. Un proyecto del Banco Mundial en Argentina busca mejorar la acción preventiva con una estructura de anticipo y respuesta, que incluya, por ejemplo, nuevos esquemas de seguros ante pérdidas. Esto ya sucede en otras industrias: Uruguay desarrolló un seguro climático que otrora era solo posible en economías desarrolladas. Esto le permitió proteger a la industria energética del país, dependiente de la generación hidráulica.

10. Cooperación internacional: Para que todo lo anterior sea posible, los países deben intercambiar sus mejores prácticas y adelantos para poder extender su aplicación en todo el territorio. Países como Uruguay y Chile ya están cooperando con otros tan lejanos como Nueva Zelanda, fortaleciendo la transferencia tecnológica, de conocimientos y productos. Asimismo, Argentina, Colombia, El Salvador y Bolivia mantienen acuerdos entre sí para fortalecer el intercambio de conocimiento.

Estos diez puntos son esenciales para el desarrollo agrícola sostenible en la región. Estimaciones del Banco Mundial señalan que el crecimiento de la agricultura es entre dos y cuatro veces más eficaz que el de otros sectores para incrementar los ingresos de los más pobres.

5 de septiembre 2019

https://www.bancomundial.org/es/news/feature/2019/09/05/10-claves-para-el-futuro-de-la-alimentacion-en-america-latina?cid=ECR_E_NewsletterWeekly_ES_EXT&deliveryName=DM44884

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Adolfo P. Salgueiro

Los titulares que circulan afirmando que se ha activado el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) están haciendo que el público en general, acostumbrado a la lectura de los encabezados de las noticias, se pliegue a la creencia y la expectativa de que “ya viene el coco” porque la acción militar colectiva es inminente.

Es cierto que Venezuela se ha reintegrado recientemente como miembro del referido tratado a través de la acción de la Asamblea Nacional, pero es de notar que quien ha invocado formalmente su puesta en marcha ha sido Colombia con toda razón porque ellos estiman que el apoyo de Maduro y Cía. a la variopinta guerrilla (FARC disidentes, ELN, etc.) es una amenaza concreta para la paz y estabilidad regional, con lo cual se confirma el presupuesto para iniciar el mecanismo de defensa colectiv

Preciso es aclarar que lo acaecido hasta ahora es tan solo el primer paso, consistente en la aprobación de una resolución convocando al Órgano de Consulta compuesto por los cancilleres de los 18 países partes, el cual , cuando se reúna (tal vez en 2 semanas), podrá –por voto afirmativo de al menos dos tercios (13)– establecer algunas o todas las sanciones que prevé el artículo 8, del cual la intervención militar es la más grave y última. Las sanciones que se impongan son de obligatorio cumplimiento para todos menos el uso de la fuerza, específicamente exceptuado por el artíuclo 20 para quienes no quieran participar.

Existen buenas razones para suponer que cuando se reúnan los cancilleres es posible que la votación sea similar a la obtenida en la sesión del pasado miércoles, cuando votaron quienes responden a las instrucciones recibidas desde sus respectivas capitales.

Quien esto escribe ha visto ya pasar mucha agua debajo del puente y por tal razón alberga algún escepticismo teniendo en cuenta pasadas experiencias y actuales comportamientos.

El miércoles Costa Rica, Chile y Perú presentaron enmiendas –no aprobadas– excluyendo la posibilidad del uso de la fuerza, lo cual era innecesario toda vez que el tratado exceptúa de esa decisión a quienes no quieran tomarla (art. 20). Llama la atención que justamente Costa Rica, que ha invocado el tratado dos veces, ande con esa nota; y que Perú y Chile, que han sido de los más vocales del Grupo de Lima, se decanten por esa vía.

Llama la atención también que a la hora de la votación hayan habido cinco abstenciones, incluyendo la de Panamá que parece haber olvidado que gracias a la utilización de la fuerza –unilateral de Estados Unidos ciertamente– en diciembre de 1989 fue que consiguieron la salida del dictador narcotraficante Noriega para dar inicio al ciclo democrático que desde entonces y hasta hoy aún disfrutan. La abstención de Uruguay es lamentable, pero no inesperada porque todos sabemos que su política exterior es rehén de las fracciones más comunistoides del Frente Amplio que gobierna en ese país donde ha comenzado ya un nuevo período electoral.

En los días por venir la delegación colombiana y la nuestra ante la OEA tendrán mucho trabajo que hacer ante sus colegas en Washington, igual como se espera de los representantes de Guaidó en las restantes capitales. A algunos les resultará más fácil que a otros.

Y por si fuera poco, no dejemos de recordar que en ocasiones anteriores, como cuando se sancionó a Cuba expulsándola de la OEA en enero de 1962, muchos de los autoproclamados campeones de la democracia se hicieron los locos y no implementaron las sanciones acordadas (México, Canadá, etc.)

En todo caso, como militantes que somos de la oposición democrática venezolana, no nos oponemos a que se invoque un mecanismo que pueda restituir a nuestro país por la senda de la normalización. Solo llamamos la atención a quienes orientan el “mercadeo” de la política exterior para que sean mesurados en la generación de expectativas exageradas que luego resulten en frustraciones y desmovilización. Es conveniente tener en cuenta episodios como el de febrero pasado, cuando parecía que el ingreso de la ayuda humanitaria iba a ser una cruzada continental y al final se diluyó en unos camiones incendiados y torrentes de declaraciones vacías, o el 30 de abril cuando Guaidó y Leopoldo López, en decidida muestra de valor personal, aparecieron en el distribuidor Altamira tan solo para quedarse solos traicionados por tirios y troyanos que a la hora de la verdad se pintaron de colores.

https://www.elnacional.com/opinion/tiar-ojo-con-las-expectativas-exagera...

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