No hay suficientes insumos para cubrir el potencial productivo

El ciclo de siembra y cosecha de 2017 corre el riesgo de no alcanzar las metas de producción y menos aun de productividad por la falta de insumos suficientes para la producción agrícola y pecuaria. La mayor parte de las asociaciones de productores a lo largo y ancho del país señalan que el mercado nacional está carente de agroquímicos entre ellos los fertilizantes, de semillas, de equipos, de repuestos y partes mecánicas, tractores, entre otros,  todo lo cual conduce a que no se puedan sembrar las hectáreas requeridas o de mantener hasta cosecha las que se hayan podido sembrar.

Así por ejemplo, según la Confederación de Asociaciones de Productores Agrícolas (FEDEAGRO), se prevé una caída en la producción nacional de caña de azúcar por la falta de suficientes fertilizantes para la siembra. De las 90 mil toneladas que se requieren, los productores solo han podido adquirir unas mil toneladas.  

Los productores de hortalizas, por su parte, han señalado que no se reciben suficientes semillas para sus siembras y que este insumo fundamental no se consigue de forma suficiente desde hace más de un año y que para el caso de la papa simplemente no se consigue. En la región andina, esta falta de insumos ha hecho que apenas se haya sembrado un cuarto de la superficie que regularmente se siembra.

En otra fuente se observa que la siembra en Portuguesa para este año apenas llega a 75 mil hectáreas en lo que va de ciclo, cuando el año pasado alcanzó a 300 mil hectáreas, y siendo que la meta que ha señalado el Ministerio de Agricultura Productiva y Tierras, es de 700 mil hectáreas para este estado en este ciclo.

Expertos en el tema como Werner Gutiérrez, ingeniero agrónomo, investigador y académico, han señalado que se proyecta que el rendimiento de arroz se reduzca de 5.000 kg por hectárea a 3.000 kg, en el presente ciclo, por la carencia de agroinsumos o por no disponerlos a tiempo, entre ellos los herbicidas.   

Por el lado pecuario, a manera de ejemplo, la escasez de antígenos como el Rosa de Bengala dificulta o impiden la prueba para la detección obligatoria de Brucelosis.

Otro año se irá sin cumplir la meta de alcanzar niveles estratégicos de autoabastecimiento en rubros seleccionados y sin que el Estado pueda garantizar el mandato constitucional de alcanzar la seguridad alimentaria, privilegiando la producción agropecuaria interna, porque no hay una política agrícola clara ni coherente.

Se otorgan licencias para importar sin tomar en cuenta la producción nacional ni a sus productores. La expropiación de Agroisleña, una de las principales comercializadoras de insumos agrícolas,  para convertirla en una oficina estatal llamada Agropatria, ha marcado una de las más grandes frustraciones del sector, al no haber podido el Estado, a la fecha, lograr siquiera un tercio de lo que fue la venta, comercialización y distribución de insumos al momento de la nacionalización de esa empresa.

La política que ha llevado adelante el Instituto Nacional de Tierras (INTI) no ha valido, tampoco, a los efectos de redistribuir justamente las tierras, ni mucho menos contribuir con la seguridad y soberanía agroalimentaria. Son mucho menos las adjudicaciones otorgadas, que otros instrumentos que no mejoran la seguridad de la tenencia de tierras, sino que por el contrario refuerzan su precariedad como son las cartas agrarias. 

Todo lo anterior agravará al abastecimiento y la disponibilidad de comida, que ya es un asunto grave en el país, toda vez que también ha disminuido la importación de alimentos y materias primas que pudieran compensar este déficit. Tampoco existe una política que proporcione de forma estable las divisas necesarias y suficientes para importar las materias primas que requiere el  sector importador y fabricante de insumos.

En el país la disponibilidad de alimentos no es suficiente ni estable, de allí las colas para adquirir alimentos que aun persisten. Los alimentos básicos no llegan permanentemente sino periódicamente. El acceso a los mismos ni es oportuno ni tampoco es permanente y el país tiene de lejos la más alta inflación alimentaria del mundo. Todo esto es una receta perfecta para la pobreza y peor aun, para situaciones que ya se están presentando, de desnutrición o malnutrición en sectores vulnerables.

¿Qué hacer? En el corto plazo el gobierno debe agilizar los trámites para la entrega de divisas e insumos y cuidar los campos porque se han llenado de delincuentes que azotan a los productores y a los trabajadores rurales. En el mediano plazo, racionalizar los precios, reformar la legislación rural y agroalimentaria, descargándola de ideología y llenándola de tecnología y sentido común; armonizar políticas, en particular, de mercadeo interno y comercio exterior, promover el desarrollo tecnológico, el riego, la agricultura de precisión, la extensión agrícola. De hacer esto en el largo plazo se podrán ver crecer los frutos de la buena siembra y cosecharlos para beneficio del país.

Prof. Facultad de Agronomía

Universidad Central de Venezuela

Maracay, 16 de junio de 2017

Facebook Twitter Share