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El boletín (newsletter, término más al uso) de César Miguel Rondón, que suele ser un resumen de la semana, cargado de noticias y entrevistas, se titula "Esperando... Esperando", porque aunque más corta que las semanas de siempre –el día de Acción de Gracias en Estados Unidos la acortó– pasaron muchas cosas desde el lunes 24 a la fecha. Declaraciones, silencios y movimientos suficientes para interpretar que aquello que está por ocurrir, pareciera más cerca. No tenemos ni idea de cómo será, si es, ni cuáles consecuencias tendrá sobre la situación política venezolana y las vidas de los venezolanos en el país. Quienes, dicho sea de paso, no parecen estar muy impresionados por el tinglado militar en su entorno. El viernes pasado, con bulla y alegría, en una proporción indeterminada fueron a las tiendas como manda el Black Friday.
Mientras tanto, el difuso Cártel de los Soles fue declarado organización terrorista extranjera y Donald Trump, en otra breve entrevista, dejó caer que por las buenas o por las malas actuará en Venezuela. La primera de las dos opciones, añadió, era para salvar vidas. No aclaró las dimensiones ni propósitos de la segunda. Pero se puede deducir si, en paralelo, el secretario de Guerra, Pete Hegseth, estuvo en República Dominicana, cuyo presidente autorizó el uso de dos aeropuertos para cooperar con la Operación Lanza del Sur y luego, desde la cubierta del temible Gerald Ford, saludó a los marines y mandos que se preparan para ese “lanzarla”. Por su parte, el jefe del Estado Mayor, el militar de más rango entre tantos militares del imperio, estuvo en Trinidad, al tiempo que bombarderos B-52 vuelan cerca, muy cerca, de las costas venezolanas. Por si no fuese suficiente, Estados Unidos sugirió a la aviación comercial internacional no sobrevolar el territorio venezolano (Trump himself lo ratificó en X). ¿Está todo listo para una acción en territorio nacional, anunciada dos o tres veces? Nadie puede asegurarlo, pero las señales parecen inequívocas.
Se supo también que Trump y Maduro habrían conversado por teléfono. ¿Quién llamó a quién? Sería interesante saberlo, y aún más de qué hablaron, porque la conversa hubiera podido abrir el "por las buenas" al que se refirió el presidente estadounidense. Un por las buenas que, para el interés nuestro –el de la mayoría que rechaza la presencia de Maduro en Miraflores y la de Trump en nuestras costas– significaría el final del régimen sin más sangre derramada.
¿Se podrá esperar del régimen, que ya transita por su 27 calendario en el poder, una decisión que permita su retirada del poder sin más violencia que la que el propio régimen ha desatado en el propio territorio nacional? Violencia ejercida contra venezolanos, a los que ha tratado como enemigos, apátridas, traidores. Su discurso de la defensa de la "soberanía nacional" es un rotundo fracaso, porque los ciudadanos solo acumulan dolor, desesperanza y hartazgo y saben sin duda quiénes son los responsables de la tragedia nacional.
Maduro habló también de “por las buenas o por las malas”, por última vez, que se recuerde, en la víspera de la elección presidencial del 28 de julio. Ante la evidencia del resultado, escogieron “por las malas”: robarse la elección y reprimir. Ahora estarían, también enviando señales en esa misma nefasta dirección, de que elegirán otra vez de la misma manera irresponsable. “Por las malas” para ellos y “por las peores” para la inmensa mayoría ¿Será esta la última de sus irresponsabilidades? ¿A qué costo? ¿Les importa?
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