

La educación debe formar ciudadanos, no empleados
Fernando Sabater
Filósofo y autor español
Un ciudadano goza de los derechos y está sometido a las obligaciones que las leyes del Estado establecen para quienes poseen la condición de ciudadanía. El ciudadano tiene el derecho y el deber de participar activamente en las decisiones de los asuntos que conciernen a sus vecinos y conciudadanos, desde el ámbito local al nacional; por lo tanto, es muy importante que se tengan los conocimientos y capacidades necesarios para tal fin. De ahí la necesidad de la Educación Ciudadana, que pone al alcance de los ciudadanos la información y destrezas que les permitan participar en los asuntos que corresponden a las relaciones, normas de convivencia y organización ciudadana.
Al elaborar los programas formales de formación sobre educación ciudadana, hay temas que necesariamente deben ser considerados, tales como: Instituciones del Estado de Derecho, los Poderes Republicanos, la Constitución Nacional y su importancia, la democracia como sistema de gobierno, la necesidad de la organización social, formas de participación y representación ciudadana, los derechos civiles y los derechos políticos, valores humanos, los principios éticos como normas de conducta, la justicia y la libertad como virtudes esenciales, la tolerancia, desarrollo del pensamiento crítico e independiente, los valores humanos como normas y principios de comportamiento.
Para lograr mejores resultados, la educación ciudadana debe estar integrada al sistema de educación formal. Los programas y actividades deben estar presentes en los planes de educación primaria, media y superior, en sus diferentes niveles. También pueden integrarse en los planes de estudio mediante ejes transversales.
Sin embargo, en los intentos que se han hecho para incorporar la educación ciudadana a los planes de estudio, se han encontrado diferencias entre los contenidos propuestos y lo que realmente se ejecuta; así mismo, se han podido evidenciar sesgos político – ideológicos. Es necesario estimular el interés y entusiasmo de los participantes en estos programas de estudio, principalmente de los niños y adolescentes. El aprendizaje ciudadano también se nutre de la educación familiar y la tradición cultural.
La participación ciudadana puede incluir desde trabajos comunitarios, de servicio social y supervisión de servicios públicos, hasta la intervención en procesos de elección de autoridades locales, regionales y nacionales, de manera individual o mediante organizaciones de la sociedad civil. También la supervisión y contraloría de la gestión de gobernantes y funcionarios públicos, para evitar malas decisiones o prácticas deshonestas. La educación ciudadana propicia que el ciudadano se convierta en agente de cambios positivos para la comunidad nacional; el gobierno, en representación del Estado, debe afrontar el compromiso de fomentar la formación ciudadana, sin injerencias ni ventajas de tipo político – partidista.
Una manera de mantener a raya a los aventureros de la política y los demagogos oportunistas, de frenar la corrupción administrativa y los gobiernos “de facto”, es tener una estructura institucional democrática fuerte, con poderes republicanos independientes y promover el respeto por la Constitución, las leyes y las normas de convivencia. Muchos de los problemas que hemos tenido en Venezuela se relacionan con un insuficiente nivel de civismo de la población, la generalizada tendencia al irrespeto e incumplimiento de las leyes, la inclinación en algunos sectores de la población por la antipolítica y la perniciosa influencia del militarismo.
Es fundamental tener un sistema educativo que le dé la importancia debida al tema de la educación ciudadana, para poder contar con ciudadanos responsables, capacitados para defender los intereses colectivos y participar en la vida social y política del país. Un pueblo educado en el ejercicio de la ciudadanía, sin duda contribuirá a propiciar la existencia de más y mejores organizaciones de la sociedad civil, que contribuirán a que se fortalezca la institucionalidad republicana y al respeto por el cumplimiento de las leyes como un valor determinante del comportamiento cívico. Es más difícil embaucar a una ciudadanía consciente y activa que a la masa popular a la que suelen apelar los políticos populistas. Una democracia sólida, con un gran respaldo ciudadano, puede ser un escudo contra gobiernos autoritarios, intentos de golpe de Estado y la pretensión de instaurar regímenes militares, que tanto daño han causado a nuestro país.
Profesor, Facultad de Agronomía, UCV
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