La libertad es la facultad fundamental que tiene el ser humano de tomar decisiones, actuar o no y perseguir sus propios objetivos sin restricciones indebidas o interferencias, claro está, siempre dentro del marco del respeto a los derechos de los demás y al ordenamiento jurídico, que nunca debe tener prohibiciones insensatas o irracionales y cuando ello ocurre nos asiste el derecho, consagrado en nuestra Constitución, a la desobediencia y rebelión.
La libertad es inmanente al ser humano, nacemos libres y libres debemos desenvolvernos en la vida, es decir, es inherente y va estrechamente unida de manera inseparable a cada persona o grupo de personas. Lo que es inmanente no se puede separar de aquello que le es propio. Podrán limitar nuestro andar, evitar expresarnos, pero nunca nos quitarán la libertad.
Cuando afirmamos que Dios es inmanente nos referimos a que está estrechamente unido a la creación, cuando hablamos que nuestro Señor es justo, bondadoso y amoroso, afirmamos su inmanencia. En la Santa Biblia se considera la inmanencia como la presencia y actividad del Creador dentro de su creación.
Así pues, la capacidad de discernimiento, de diferenciar el bien del mal, que tenemos para desenvolvernos en sociedad como corresponde al ser humano, de manera fraterna y solidaria, especialmente con los más pobres y vulnerables, es de primera necesidad.
Bien lo dijo el siempre altamente recordado y apreciado Godofredo González, el primero de enero de 1958, días antes del derrocamiento de la dictadura de Pérez Jiménez, “La libertad se conquista, no se mendiga” y es así, no debemos suplicar lo que nos corresponde de manera innata, inherente y cuando alguien pretende arrebatárnosla estamos emplazados ineludiblemente a luchar con toda fuerza y voluntad, para defenderla y conservarla.
Todo régimen que niegue la libertad es una dictadura y se aparta de las normas más básicas de la convivencia civilizada y pacífica y con seguridad origina acciones ciudadanas, porque tranquilos o indiferentes nunca. Si tenemos libertad debemos protegerla y cuidarla y si no la tenemos, nuestro deber inaplazable es conquistarla y sabemos que es con entrega total.