

El culto a la personalidad implica la sobrevaloración de un líder político carismático, al cual se le atribuyen características y poderes extraordinarios; lo frecuente es que se trate de un jefe de Estado, que puede ser también líder militar. La veneración del líder, más allá de lo racional, puede llegar a límites comparables a la devoción religiosa. Es frecuente que se le asignen nombres ostentosos y llamativos como, por ejemplo, "Benefactor de la Nación", “El Gran Timonel”, “El Amado Líder” o “El Eterno Comandante”. En casos extremos se ha llegado, incluso en vida, a erigirle estatuas. Difícilmente se da este fenómeno social sin una intencionalidad, sin una campaña destinada a crear o reforzar el culto a la persona. Con mucha frecuencia, el líder termina estableciendo un régimen dictatorial, basado en una ideología política conocida, pero interpretada de manera muy personal, que resulta atractiva al pueblo. El fanático político que participa del culto a la personalidad, piensa en su líder como un ser casi mitológico, capaz de lograr portentos que ningún otro podría y, además, estrechamente consustanciado con el destino, la historia y los héroes de la patria.
Se argumenta que el culto a la personalidad se da por el reconocimiento de las masas populares de las dotes de liderazgo de un hombre con cualidades especiales, destinado a realizar grandes obras en favor de su pueblo. Sin embargo, lo cierto es que en estos casos es costumbre orquestar un programa bien planificado y llevado a cabo para fomentar y cimentar el culto a la personalidad del líder.
En el caso de Hugo Chávez, se aprovechó la popularidad inicial que logró obtener y se trabajó conscientemente para consolidar la figura de un ídolo popular. Después de llegar a la presidencia, se manipuló, usando recursos del Estado, para alimentar el culto a su persona, promoviéndolo como el nuevo mesías, con una gran campaña propagandística; llegando incluso a compararlo con Simón Bolívar y editar libros “de texto” para promover la ideologización de niños y jóvenes en las instituciones educativas. Fallecido Chávez, se le embalsamó y se le exhibe como objeto de culto, para elevarlo a los altares de la patria. De ese culto se ha aprovechado también activamente Nicolás Maduro, quien se autonombró “hijo de Chávez”.
Las características, distintivas que se presentan en regímenes políticos en los que se ha establecido un fuerte culto a la personalidad del líder gobernante, son las siguientes.
1.- Se iguala la figura del líder con el Estado; él y la patria se Identifican estrechamente.
2.- Se tiende a confundir gobierno, partido de gobierno y la voluntad del líder.
3.- Se trata de imponer una ideología política en particular, la del líder.
4.- Al mandatario, se acostumbra asignarle nombres, títulos o atributos ostentosos y rimbombantes.
5.- Las críticas al líder son inadmisibles; disentir es traición.
6.- Hay un excesivo uso de la imagen del líder, de frases suyas y de consignas políticas en calles e instituciones públicas.
7.- Se suele fundar un partido único e ilegalizar partidos de oposición que resulten particularmente incómodos.
8.- Acoso y represión de los movimientos de oposición al régimen; encarcelamiento y tortura de sus dirigentes e incluso desapariciones y asesinatos.
9.- Se limita la libertad de expresión en sus diferentes manifestaciones .
10.- Gran dominio de los medios de comunicación, puestos al servicio del régimen.
11.- Se establece la convicción de la existencia de un enemigo común, de la patria y del régimen (interno o externo), para aglutinar el apoyo general del pueblo.
12.- Se busca eliminar la independencia de los poderes del Estado, politizándolos y poniéndolos al servicio del Poder Ejecutivo; es decir, del líder.
13.- Es frecuente que el líder, su familia y allegados con los que comparte el poder terminen acumulando considerables fortunas.
No han sido pocos los líderes mesiánicos que llegados al gobierno causaron grandes tragedias a sus pueblos. A manera de ejemplo de lo nefasto que puede llegar a ser un régimen de gobierno en el que el jefe del Estado esté imbuido de una peligrosa actitud de soberbia y envanecimiento, causada por una sensación exagerada de autosuficiencia y de poder absoluto concentrado en su persona; recordemos tres ejemplos históricos: 1) Como consecuencia de la política de supremacía y exterminio instrumentada por Adolfo Hitler, en sólo seis años, fueron asesinadas en Alemania y países bajo su control entre 11 y 14 millones de personas. 2) Las políticas de producción industrial y desplazamiento de agricultores de Mao Tse-Tung causaron una gran hambruna, la mayor de toda la historia de China. No menos de 30 millones de personas murieron de hambre. 3) Durante el período conocido como “El Terror Rojo”, en Rusia, bajo el mandato de Vladimir Lenin fueron asesinados por motivos políticos más de un millón de personas. Otros destacados mandatarios encumbrados por el culto a la personalidad fueron: Benito Mussolini, José Stalin, Muamar Gadafi, Robert Mugabe, Juan Domingo Perón y Fidel Castro, y entre otros.
La historia del culto a la personalidad es una historia de ansias de poder, prepotencia, odio, represión y tragedia; lo peor es que suele repetirse.
Profesor UCV felipeedmundo@gmail.com