
En 1981, era Presidente de la República Luis Herrera Campíns y Henry Ramos Allup, jefe de la fracción parlamentaria en el Congreso de Acción Democrática (AD) y yo manteníamos una antigua amistad. En ese año se le ocurrió a AD la descabellada, infundada y desfachatada acusación a doña Betty Urdaneta de Herrera, primera dama y como tal presidenta de la Fundación del Niño, de manejos dolosos del presupuesto asignado a la Fundación. Esa irresponsable acusación motivó una reunión de la Comisión permanente de Contraloría de la Cámara de Diputados para tratar el asunto, Henry y yo tuvimos por más de dos horas una muy seria, vehemente y hasta agria discusión debatiendo el caso. La referida sesión fue cubierta por muchos periodistas y los canales de televisión que lo hicieron en vivo y directo, ya se sabía sobre el tema a tratar. Cuando finalizó la sesión y prestos a salir, Henry me invitó a almorzar en un restaurant, creo el Rex, a una cuadra del Capitolio, sede del Poder Legislativo. Cuando llegamos al restaurant y escogimos mesa, un mesonero se nos acercó y nos vio de arriba abajo diciéndonos, por esto es por lo que no creo en los políticos, los acabo de ver por televisión “peleando” y ahora están aquí como si nada. Tratamos de explicarle y diferenciar los asuntos partidistas de lo personal, pero creo no nos entendió.
La política y sobre todo la partidista nunca debe intervenir en lo personal y cuando el ejercicio público se realiza con respeto y consideración, menos aún. Tengo muchísimos amigos dirigentes o militantes de partidos muy distintos y hasta opuestos al mío y conservamos una amistad muy sólida y de mucha altura, hasta compadre soy de algunos de ellos, de AD y de la llamada izquierda o derecha y hasta algunos extremistas y la mantenemos con inmensa solidaridad. Si el partidismo se traslada a lo personal, solo serían amigos los de la misma tolda y nada más y ello sería muy triste con el riego de quedar solitarios.
Con inmenso y humilde orgullo debo decir que, con motivo de la celebración del centésimo aniversario del nacimiento de Luis Herrera, hemos tenido conferencistas y asistentes de las más variadas posiciones políticas que manifestaron su admiración y amistad con el expresidente, algunos opuestos al pensamiento de Luis Herrera. Él fue un gran amigo y se ganó muchos amigos. Estamos en momentos que pienso que el recuerdo de Luis Herrera une al país, a los de un lado y a los del otro.
Hablando con un amigo de la llamada izquierda socialista, pero democrática y moderna, nos hemos dicho de las coincidencias y que él se viene para acá o yo para allá, porque las coincidencias son bastantes, sobre todo en este menguado tiempo cuando la inmensa mayoría popular tiene una enorme y feliz coincidencia en la necesidad de un cambio radical de lo que aún tenemos. Si en política partidista la unión es difícil,en lo personal, amistad mediante, es totalmente posible y deseable.
Al final reconozco que más adelante Henry me llamó para decirme que el lamentable caso de doña Betty de Herrera, había sido una falsa y malintencionada información y una inmensa irresponsabilidad de ellos por irse a las primeras y solicitó excusas, que por supuesto fueron aceptadas.