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Opinión

Fernando Mires

El occidente político apoya en líneas generales a la lucha de la resistencia ucraniana. Pero no todos los países que la apoyan siguen una sola línea. Hay diferencias inocultables. Tales diferencias tienen razones geográficas (no es lo mismo ser vecino de Ucrania que estar situado en otras regiones de Europa y del mundo), geoestratégicas y, por supuesto, ideológicas. Durante el curso de la guerra las diferencias se han ido ordenando en cuatro bloques: el de la UE que en general sigue una ruta franco-alemana, el de la mayoría de los países que limitan con Rusia, el de EE.UU. y los países que forman parte de su área de influencia, y el de los gobiernos antioccidentales de Occidente. Al análisis de estos cuatro bloques, y a las posibilidades de coordinación entre ellos, serán dedicadas las líneas de este texto.

1- El bloque de apoyo militar limitado

El bloque o sector hegemónico entre los que apoyan la causa ucraniana es el que, por el momento, por su poder económico y militar, juega un papel decisivo al interior de la Unión Europea. Su núcleo duro está formado por Alemania y Francia. En su torno giran la mayoría de las naciones de Europa Occidental. Núcleo que ha debido, por fuerza de las circunstancias, transformarse en eje militar, lugar para el que no estaba todavía preparado. De acuerdo a la postura predominante que ha mostrado en la ayuda militar a Ucrania podríamos denominarlo como un bloque de apoyo militar limitado, sobre todo si nos atenemos a la consigna principal, en diversas ocasiones formuladas por los mandatarios Macron y Scholz. Esa consigna es: «Ucrania no debe perder ni Rusia debe ganar». Si la traducimos al lenguaje práctico quiere decir: tanto la victoria como la derrota deben ser parciales y no totales.

Por de pronto hay que dejar en claro que el bloque de apoyo militar limitado comparte con el resto de Europa el rechazo absoluto a la invasión rusa comenzada el 24 de febrero del 2022. Está también de acuerdo en que la guerra iniciada por Putin corresponde a un proyecto de revanchismo histórico formulado por el mismo Putin, a saber, el de reconstituir el antiguo imperio zarista y estalinista bajo nuevas formas. Propósito que a la vez ha llevado a Putin a intentar revertir el orden político mundial surgido en 1989-1990. Coinciden con toda la UE y Gran Bretaña en que, con la invasión del 2022, Putin rompió con toda la legislación y acuerdos vigentes.

Por eso, el objetivo de la guerra, en la que participan enviando armas, busca hacer retroceder a Rusia a los límites establecidos hasta febrero del 2022, vale decir, hasta los estatuidos con la invasión a Crimea y la apropiación ilegal del territorio del Donbas. Esos límites geográficos determinarán también los límites de la guerra.

Francia y Alemania están de acuerdo en respetar esos límites y mantener la guerra bajo el primado de la política, lo que significa no intentar romper todos los puentes con Putin, propuesta con la que el dictador ruso parece estar de acuerdo. El trío telefonista (Putin, Macron, Scholz) no ha perdido la conexión.

En cierto modo, la idea central del “bloque de la guerra limitada” parece ser la de obtener sobre Rusia una victoria parcial que abra, en un momento determinado, un espacio negociador entre el gobierno ruso y la UE, sobre la base – no lo ha dicho nadie de modo explícito pero es un secreto a voces – de la concesión a Rusia de algunas zonas de Ucrania. Cuanto deberá reclamar Rusia para sí, y cuanto deberá corresponder a Ucrania, lo decidirá el curso de la guerra y de las negociaciones.

2-El bloque por la victoria definitiva

La idea de la guerra de objetivos limitados, patrocinada por o desde la UE, topa sin embargo, con dos oposiciones. La primera: la intransigencia del dictador ruso quien no piensa cejar hasta lograr sus objetivos, los que en el tiempo se agrandan de modo proporcional a la imposibilidad de seguir avanzando en Ucrania. La segunda: la posición de Ucrania y de los países más amenazados por la expansión rusa, entre ellos Polonia, Finlandia, los países bálticos, a los que se suma Inglaterra, políticamente más ligada a los EE.UU. que al resto de Europa y, sorpresivamente, Holanda. A ese segundo bloque lo llamaremos, el bloque por la victoria definitiva.

A diferencias del bloque anterior, el objetivo fundamental es derrotar inapelablemente a Rusia. Por eso la consigna central es: Ucrania debe ganar y Rusia debe perder. La diferencia entre el «no perder» del primer bloque y el «ganar» del segundo, es importante. Rusia, según este bloque, debe quedar militarmente inhabilitada para intentar a mediano o corto plazo otro acto de anexión a Ucrania o a otro país europeo lindante con Rusia. De ahí viene la exigencia permanente a los países europeos para que sean enviadas más y mejores armas que permitan no solo rechazar ataques sino realizar una defensa ofensiva en territorio ucraniano. Para eso y no para otra cosa, Ucrania requiere de los tanques Leopard 2 , Challenger y Abrams, y de los aviones F-16 europeos y americanos.

La posición del bloque de la victoria definitiva puede ser vista como ilusoria, pero en Ucrania parte del principio de realidad. Hay aquí una razón muy importante: Ucrania no es un país más en el conflicto, es el país que está poniendo los soldados, y en su verdad brutal, es el que está poniendo los muertos. Debido a esa razón, Zelenski y los suyos no aceptarán nunca que Ucrania sea una simple ficha puesta a jugar en tablero ajeno.

Pero además hay otra razón de peso. Ucrania no solo está luchando por Ucrania, sino por todos los países de Europa, y en primer lugar, por los más amenazados por el proyecto expansionista de Putin.

Los gobiernos que otorgan apoyo incondicional a Ucrania plantean exactamente lo mismo que Zelenski. Aducen que en caso de una paz pactada a espaldas de Ucrania, Putin y su mafia buscan ganar tiempo para rearmarse e iniciar de nuevo su ofensiva en contra de Ucrania y–o los países de Europa Central y del Este. El hecho de que Putin estará siempre dispuesto a irrespetar los acuerdos internacionales, ha sido muchas veces demostrado. Putin siempre está en guerra y la diplomacia para él es un instrumento de guerra. Sigue evidentemente a Sun Tzu: «el arte de la guerra se basa en el engaño». Por eso la victoria europea deberá ser –piensan los ucranianos y los gobiernos que les son más afines– definitiva, o no ser. ¿Qué significa en este caso definitiva?

En términos cronológicos, una victoria definitiva significa obligar a Rusia a que regrese no a 2022 (plan Macron-Scholz) sino a 2014. En términos espaciales, que retire sus milicias de todos los territorios ucranianos, incluyendo Crimea y el Donbas. Ucrania, ha dicho Zelenski, nunca podrá ser libre con enclaves rusos incrustados al interior de su cuerpo nacional.

En efecto, para el gobierno ucraniano, la invasión rusa comenzó no en el 2022 sino en el 2014. Desde esa fecha, afirman los ucranianos, ha habido resistencia y guerra en Ucrania. Febrero del 2022 habría significado solo el paso de una guerra de mediana a una de alta intensidad, pero no a una nueva guerra. Que los gobiernos occidentales no lo hayan visto así fue simplemente porque miraban hacia otro lado, obcecados como estaban en obtener gas y petróleo ruso a precios reducidos. La posición ucraniana y la del este de Europa a la que probablemente se sumará la de la República Checa después del triunfo electoral del general retirado Petr Pavel, cobra mayor fuerza si los ucranianos se sienten apoyados más allá de Europa, antes que nada por los EE.UU.

3-El bloque de ultramar

Hay coincidencias entre las posiciones que representan EE.UU., Canadá, Gran Bretaña y Japón (el bloque anti-Putin de ultramar) con las que defienden Ucrania y sus aliados europeos inmediatos. Pero esas posiciones no son idénticas. Por cierto, entre una victoria parcial, según Scholz y Macron y una victoria definitiva, según Zelenzki y sus aliados más cercanos, los EE.UU. y sus amigos elegirían sin titubear la segunda alternativa. Pero esto no quiere decir que bajo determinadas circunstancias no puedan acomodarse a una alternativa intermedia, esto es, a la de una victoria limitada o parcial. Lo único que ese bloque no puede aceptar, y bajo ninguna condición, es una victoria de Rusia. Para explicarnos mejor, podemos decir que el enfrentamiento con Rusia no termina para los EE.UU. en Rusia. El verdadero problema de los EE.UU. comienza en Rusia, pero sigue con China.

De acuerdo a la estrategia internacional norteamericana, China es el enemigo principal y Rusia el enemigo inmediato. Quiere decir, la confrontación con la Rusia de Putin es para los EE.UU. parte de una estrategia superior: la confrontación con China. En ese punto la política internacional de Biden no se diferencia de la de Trump.

China representa para los EE.UU. una amenaza doble: económica y militar. Los americanos están por cierto conscientes de que China es antes que nada una potencia económica en expansión permanente y en segundo lugar una potencia militar. Pero por eso mismo creen que China podría, bajo condiciones agudas, poner su potencial militar al servicio de su potencial económico. Ahora bien, para asegurar su lugar geopolítico en el mundo, China deberá construir en su torno un bloque de naciones aliadas, tanto o más grande que el que hegemonizan los EE.UU. Ese bloque incluiría a naciones del sudeste asiático, pero también reposaría sobre una alianza estratégica, política y militar con India, Irán, y sobre todo con Rusia.

Fue por eso que en los inicios de la guerra contra Ucrania, Xi Jinping apostó duro a favor de Rusia. Solo cuando vio que Rusia había quedado estancada en Ucrania, comenzó a recular. En cualquier caso, no ha enviado armas a Putin y ha reafirmado su negativa al uso de cualquier implemento nuclear. No obstante, la posibilidad de una alianza entre China y Rusia seguirá vigente hasta que Rusia pierda definitivamente la guerra. Para los EE.UU. esa alianza no debe consumarse jamás. Justamente por eso le es imperativo derrotar a Rusia y, de paso, convertirla en una nación militarmente debilitada.

Para EE.UU. está claro que, en caso de una victoria de Rusia en Ucrania, China volvería a insistir en su propósito de anexar Taiwán, algo que los EE.UU. no pueden aceptar. Cierto es que por derecho Taiwán pertenece a China (la existencia de «una sola China» ha sido ratificada en diferentes ocasiones por los gobiernos de EE.UU. desde los tiempos de Nixon) pero de hecho, pertenece a Occidente. Entre el derecho y el hecho, China ha actuado hasta ahora con prudencia, aceptando una situación ambigua la que, por ahora, conviene a China y a los EE.UU. Pues bien, en el caso de que EE.UU. aparezca como un derrotado y Putin logre erigirse victorioso, la ambigüedad en torno a Taiwán terminará y los EE.UU. deberán enfrentarse al que Biden llama «bloque autocrático mundial» bajo la conducción de China.

Alemania y Francia, vale decir, el eje del núcleo de la UE, parecen compartir la tesis norteamericana de que China es un potencial peligro antioccidental. Hay que anotar, empero, una diferencia. Mientras los EE.UU. han decidido practicar una política de amedrentamiento contra China, Francia, y sobre todo, Alemania, han optado por la política del «poder suave», para usar el concepto que popularizara Joseph Nye.

Lejos de distanciarse de China, Scholz ha decidido mantener una amable diplomacia con la gran potencia asiática, intensificando relaciones comerciales, aunque cuidando no caer en una dependencia estratégica como en la que cayó Alemania con Rusia. En ese marco se explica también su viaje a Latinoamérica donde consiguió al menos desactivar en parte el putinismo ideológico de Lula y abrir un espacio para que el líder brasileño expusiera su idea de un “club de la paz” que incluiría a China, India y Brasil. Si los EE.UU. actúan frente a China como “el policía malo” y Alemania (o Francia) como “el policía bueno”, o si se trata de diferencias estratégicas entre los EE.UU. y una parte de Europa Occidental, solo lo sabremos después.

Para emplear una expresión cara a Mao Zedong, en el Occidente político hay, en relación con Ucrania, diferencias pero no antagonismos. En cualquier caso, menores a los que desearía Putin. Si estas diferencias desaparecerán o se agrandarán, dependerá en primera línea del curso de la guerra en Ucrania. Nada está escrito sobre piedras.

4-El bloque antioccidental de occidente

Putin, hay que martillar sobre este punto, no está internacionalmente aislado. Cuenta con aliados atómicos, entre ellos Irán y la India. China, si los EE.UU. continúan provocándola, puede acercarse más a Rusia. América Latina está penetrada económicamente más por China que por los EE.UU. y es evidente que la ocurrencia de Lula relativa al “club de la paz”, es más de marca china que brasilera. Más aún: Rusia cuenta, sobre todo en Europa, con aliados políticos, tanto de ultraderecha como de izquierda. El lepenismo y el melencholismo, ambas formaciones putinistas, tienen acorralado a Macron en Francia. La socialdemocracia alemana ha sido corroída desde hace tiempo por la Rusia de Putin, y algunas declaraciones de Scholz han sido aplaudidas en el parlamento por la ultraizquierda y por la ultraderecha alemana. El nacional-populismo ha logrado disfrazarse de pacifismo en Europa.

Además, Putin cuenta con países aliados en los propios interiores del occidente político. La Hungría de Orban, la Turquía de Erdogan, y en cierta medida la Serbia de Vucic. comparten los mismos ideales políticos de Putin: antioccidentalismo cultural, oposición a la UE, negación radical del liberalismo político (no del económico), defensa irrestricta de valores conservadores (orden, patria, familia y estado), persecución a los disidentes sexuales, y en el caso de Hungría y Turquía, integración de las religiones al poder, sean estas católicas, ortodoxas o islámicas. Hungría ya es objetivamente una ficha de Putin en la UE, así como Turquía lo es con frecuencia en la OTAN.

El nuevo orden internacional propuesto por Putin debe surgir, de acuerdo a la racionalidad de este bloque, de un levantamiento global en contra del occidente perverso, disoluto y decadente. Con relación a la invasión a Ucrania, los gobernantes de los países mencionados mantienen la tesis de que Putin solo ha respondido, herido en su orgullo nacional, a la creciente ampliación de la OTAN. Esa, que originariamente fue la tesis de Orban, es hoy compartida por todas las derechas e izquierdas extremas de Europa.

El fenómeno por cierto, no es nuevo. Recordemos que la avanzada de Hitler sobre Europa contó con el apoyo de partidos fascistas al interior de los países europeos y la expansión de Stalin con la presencia erosiva de los partidos comunistas. Putin – lo dejó muy claro en su discurso de Stalingrado (02.02.2023) – ha logrado unir ambas dimensiones, la fascista y la comunista. La guerra que estamos viviendo no solo es militar, también es ideológica. En esa larga y cruenta guerra, la de Ucrania será probablemente una más.

5-Una reflexión final

El Occidente político está dividido y no hay que ocultarlo pues la división, cuando es política, no es necesariamente un signo de debilidad. Por el contrario. La condición natural de la política es la división. Esto vale a nivel nacional como internacional. Nadie puede pedir a las naciones democráticas aliadas en contra de Rusia que pospongan sus intereses nacionales en aras de la unidad. Una alianza fuerte no se basa en la unidad a todo precio, sino más bien en la coordinación y aceptación de las diferencias.

Los intereses de Europa occidental no pueden ser exactamente los mismos que los de Europa del este. De igual modo, los intereses de Europa no pueden ser los mismos de los EE.UU. En ese sentido no existe una posición verdadera y una falsa ante la guerra de Putin. Por el contrario: la formación de bloques político-militares no solo es inevitable sino, además, necesaria. Podemos decir que son las formas mediante las cuales son ordenadas las contradicciones. Lo que sí importa es que los distintos bloques logren adecuar sus diferencias en torno a denominadores comunes. Y hasta ahora, ha sido así. Occidente ha logrado una unidad básica, una que solo es posible que surja a través de las deliberaciones al interior de las instituciones creadas para debatir. Ahí reside precisamente la ventaja occidental: la democracia, practicada hacia el interior como hacia el exterior de sus naciones.

La paradoja de esta historia es que Putin, con su proyecto definido por él mismo como antioccidental, ha terminado por hacer renacer políticamente a Occidente, dando sentido a un «nosotros internacional» que antes no existía. Con mucha razón, en la cumbre de la UE en Kiev, dijo Ursula von der Leyen: «Ucrania es uno de los nuestros»

Quiso decir: Ucrania es un país europeo y occidental en forma. No es un paraíso, por cierto. Tampoco una unidad armónica y perfecta. Occidente puede ser tan errático y tan corrupto como Oriente. Pero hay una posibilidad que explica por qué millones de personas no occidentales quisieran vivir como se vive en Occidente; y esa es la posibilidad de disentir, o sea, la libertad de pensar y de hablar. No es poco. Nadie puede pensar sin disentir, aunque sea con uno mismo.

Y solo pensando, somos humanos. Justamente por eso Putin quiere destruir a Ucrania. La presencia de una Ucrania soberana y autónoma, pero sobre todo democrática, puede ser muy peligrosa para una autocracia sin disidencias, como la que quiere construir Putin en Rusia.

Twitter: @FernandoMiresOl

Fernando Mires es (Prof. Dr.), Historiador y Cientista Político, Escritor, con incursiones en literatura, filosofía y fútbol. Fundador de la revista POLIS.

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Carlos Raúl Hernández

Sacaron sus intestinos sin amputarlos y los pusieron en un asador. Le rompieron piernas y brazos y moriría despresado por caballos. Ese fue el suplicio de Robert-Francois Damiens, quien atentó contra Luis XV. (La chusma gritaba enardecida “!Aguanta Robert¡”)

Washington Post deja colar la reunión de enero en Kiev entre William Burns, jefe de la CIA, y el presidente Zelensky. La información viene pasteurizada, homogeneizada, antiséptica y antibiótica para mantener a los lectores desprevenidos, pero es una provocación para curiosos. Según el Post, Burns habría dicho “que el apoyo norteamericano es fuerte, pero de pronta caducidad (¿?) …porque ·los legisladores republicanos rechazarán un nuevo paquete de ayudas”, lo que los criptógrafos de la CIA interpretar como: “Te amo con pasión, más que a nada en el mundo, pero la vida nos separa”. Movilizar tan lejos y a un área de peligro al vértice de la inteligencia, no puede ser para decir perogrulladas, sino para tratar sucesos dramáticos.

Después de muchas horas, cuando el Gulfstream IV de Burns ya estaba estacionado en Orly, digo yó, Kiev captó que no contaría con más recursos y que la cámara de representantes va a exigir una rigurosa contraloría, como declaran, sobre cada uno de los aportes. Zelensky luce ahogado por escándalos de corrupción, nada menos que en el receptor de las ayudas militares, el ministerio de defensa. Su gobierno también se descompone porque altos funcionarios desmienten sistemáticamente su incorregible mala costumbre de atribuir a Rusia hechos que podrían desencadenar la guerra mundial. Von der Leyen dio una cifra asombrosa de 100 mil bajas en el ejército, lo que se tomó como una gaffe más de las que acostumbra en amistosa competencia con Josep Borrell.

La posición del presidente Biden que trasmitió el jefe de la CIA, está relacionada con un nuevo y denso documento: Evitar una guerra larga. La política estadounidense y la trayectoria del conflicto Rusia-Ucrania: Corporación Rand (enero 2023) de primerísima importancia para comprender lo que pasa y lo que puede pasar. Deja claro el paper que su perspectiva corresponde a los intereses norteamericanos, que “suelen coincidir con los de Ucrania, pero no pueden confundirse, porque no son los mismos”. La Fundación Rand, es el think tank de mayor influencia en la inteligencia norteamericana, financiada por el Pentágono. Arquitecto de la guerra de Ucrania y de la estrategia para producirla, corrige ahora la marcha.

Afirma que EE. UU debe terminar el conflicto porque “…los costos y riesgos de una larga guerra en Ucrania…superan los beneficios…para EE.UU. Aunque Washington no determina por sí mismo la duración… puede tomar medidas que hagan más probable un final negociado del conflicto”. La guerra de Ucrania en varios aspectos reportó ganancias para los EE. UU: la asombrosa e inédita obediencia de Europa, cuando aún recordamos el cruce de mordiscos entre Trump y Merkel; la sustitución del baratísimo gas ruso por el licuado gringo, cuatro veces más caro. Inutilizar los gasoductos Nord Stream, lo que dificulta las fuerzas de crecimiento de Europa, mientras acelera su decadencia económica y geopolítica. Al mismo tiempo Biden ofrece subsidios en la ley contra la inflación a las empresas que se fuguen a EE. UU, como lamentó Macron.

El mundo presencia el fracaso del armamento europeo, que será sustituido en adelante por productos de Lockheed-Martin, Indra, Northrop, General Dynamics, para el nuevo ejército de OTAN. Es posible que sea el fin de la Ucrania que conocimos, porque la propuesta de la CIA sin anestesia es dejar en manos de Putin lo que obtuvo en combate, 20% del territorio, y además, conocida la sagacidad financiera de Zelensky, ya ofreció hace tiempo a las potencias que sean en la posguerra “patrocinadoras” de provincias o ciudades ucranianas, protectorados de status parecidos a Alemania después de la segunda guerra, pero sin armas y con dinero. El documento casi dice a Biden como a Robert de Niro en Casino de Scorsese “retírate que ya ganaste, tienes a la chica y el diablo puede cambiar tu suerte”, consejo nunca desdeñable.

Desde los intereses norteamericanos, Biden “tiene amplias razones para establecer como prioridad prevenir el uso de armas nucleares”. Le preocupa a Rand que se pase por alto la exigencia del general Mark Milley, presidente del Estado Mayor Conjunto, que “la confrontación se mantenga dentro de los límites de Ucrania” (hemos visto que Zelensky y sus amigos de la región hacen todo tipo de tejemanejes para extender la guerra a territorio OTAN). Saltemos a 2019, a otro documento igualmente decisivo en la historia actual: Sobreextensión y desequilibrio de Rusia. Evaluación del impacto y de los costes de las posibles opciones: Corporación Rand (2019) Con la autoridad que le confieren a la corporación más de setenta años asesorando la política norteamericana, no hay duda ni interpretación en lo siguiente: propone hostilizar a Rusia y sacrificar a Europa.

Tenían claro que EE. UU no podía “irse a las manos con Rusia” por su poder nuclear, pero si hostilizarla valiéndose como chivos expiatorios de sus aliados, porque los problemas que esto les ocasionaría serían en beneficio de EE. UU. Las sanciones no fueron un castigo por la intervención a Ucrania, sino meticulosamente preparadas y previstas sus implicaciones: “las sanciones podían producir grandes costes y, dependiendo de su severidad, grandes riesgos (para Europa)”. Salieron conforme lo previsto, incluso su severidad para Europa, pero falló un presupuesto esencial “…estresaría la economía rusa y podría limitar el presupuesto del Estado y, por extensión, el gasto en defensa. Al adoptar políticas que expandan la oferta a nivel mundial y depriman los precios globales (de la energía), EE. UU puede limitar los ingresos rusos. Hacerlo implica poco costo riesgo y producirá beneficios de segundo orden para la economía estadounidense”.

Esta premisa estaba formalmente bien concebida, pero Putin aherrojaba su relación con la OPEP, que le permitió sortear el propósito, que se suponía de “bajo costo”. Biden quiso superarlo, ya tarde, con un viaje a Arabia Saudita. Es escandalosamente evidente que ningún líder europeo leyó el documente, pero Putin sí. Según lo previsto propone claramente fomentar la fuga de talentos a EE.UU. El plan contiene también los elementos de la “guerra asimétrica”, campañas intensas para “crear la percepción de que el régimen ruso no está interesado en el interés público. Podría enfocarse sobre la corrupción generalizada y a gran escala para cuestionar la legitimidad del Estado…Alentar las protestas internas y otras de resistencia no violenta se concentrarían en distraer o desestabilizar el régimen ruso…pero el riesgo es alto y sería difícil para los gobiernos occidentales aumentar directamente la incidencia o intensidad de actividades anti-régimen en Rusia”.

Boicotear eventos deportivos y culturales: “es cierto que ninguno de estos elementos tiene alta probabilidad de éxito, pero funcionan para generar todavía más ansiedad en los ciudadanos y el gobierno…”. Considera necesario desconocer el Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio INF, para desplegar misiles en Europa que apunten a Rusia. Desde que surgió esta guerra, que hace un año llamé “la más estúpida del mundo” lo hice porque conocía el plan y tenía claro que los perdedores serían Europa y Ucrania, ya desde antes evaluada por los organismos internacionales como la de peor desempeño económico, desarrollo político y con mayor grado de corrupción y atraso institucional. Como de costumbre los teofrastos, teobaldos y teodomires se pusieron sus guayucos intelectuales de inquisidores intrigantes para manifestar su horror ante el putinismo de quienes hablaba del triste destino de Ucrania. Ahora gritan ¡aguanta Robert! Con sus rupestres cabelleras, o calvas, tomo la libertad de limpiarme los zapatos, as per usual.

@CarlosRaulHer

 5 min


Ángel R. Lombardi Boscán

Tenía razón Mariano Picón Salas, Venezuela entró al siglo XX luego del fallecimiento del tirano Juan Vicente Gómez en diciembre de 1935. Aunque hay que agregar, que el principal artífice de éste muy venturoso suceso, fue el general Eleazar López Contreras y su presidencia amable de apertura democrática entre los años 1936 y 1941. Algo inesperado ya que López Contreras fue el ministro de la Guerra de Juan Vicente Gómez.

Los caminos humanos son siempre sinuosos. Y la rectitud no se muestra en el acontecimiento aislado sino en la suma silenciosa de toda una obra en conjunto. López Contreras fue un venezolano con integridad de principios y básicamente humanidad. No es el padre de la Democracia, hoy otra vez suspendida, aunque sí el padre de su Transición entre los años 1936 y 1958.

Sin poder probarlo ya que en la Historia nada se puede probar: ni siquiera el mal. López Contreras fue un híbrido entre el bárbaro y el civilizado. Al final, pienso que prevaleció el civilizado. Tampoco creo que fue un gobernante corrupto y ya esto no es poca cosa en una Venezuela acostumbrada a confundir la toma del Poder con los privilegios mal habidos.

López Contreras arrastró consigo el pecado de origen de colaborar con la tiranía gomecista hasta un punto en que pudo actuar con manos libres y reivindicar una personalidad independiente y de carácter propio. Evitó la Guerra Civil en el año 1936 y acabó con la política represiva de su antecesor. Fue un político práctico.

Entendió que el poder sin contrapesos implicaba la inmolación en manos de sus adversarios y enemigos políticos. Razón por la cual permitió una apertura sana para cerrar las muy duras heridas de la dictadura gomecista. No apoyó a la dictadura de Marcos Pérez Jiménez (1948-1958) y en el año 1961 el Congreso le otorgó el gran honor de ser Senador Vitalicio como símbolo de una Venezuela reconciliada.

«Al iniciarse mi gobierno, uno de mis primeros actos en busca de la armonía y conciliación de la familia venezolana fue dictar una amnistía general para los adversarios políticos del régimen anterior. Al efecto se ordenó la libertad de todos los detenidos por diversas causas en los Castillos y Cárceles de la República, que no hubiesen estado sometidos a los Tribunales de Justicia o cumpliendo condena. Así también fueron transmitidas las instrucciones del caso para que nuestros representantes consulares en el exterior pudieran expedir pasaportes a todos los exilados que estuvieran dispuestos a regresar al seno de la Patria. Tanto a los detenidos políticos como a los exilados, se les proporcionaron los recursos necesarios para sus gastos de viaje a sus respectivos hogares, exceptuándose a las personas que manifestaran sus deseos de no aceptar la protección económica del gobierno de Venezuela».

López Contreras nadó entre dos aguas tormentosas y en conflicto: la Venezuela gomecista de prácticas políticas primitivas y la Generación del 28 que hizo alarde de querer meter al país dentro de los códigos de la modernidad política. Como presidente a caballo entre esas dos tendencias apeló a formas civiles sustentadas en los acuerdos y la conciliación. Su apego a la institucionalidad fue su norte y procuró lavarle la cara sucia a un Ejército que mancilló su prestigio arrodillándose y mal sirviendo a una tiranía oprobiosa y cruel.

«El mundo está constituido por una serie de paradojas que desgraciadamente no comprendemos. López Contreras podrá haber sido un entusiasta admirador de Gómez; pero con los hechos demostró que más que a Gómez admiraba la dignidad humana. López Contreras acabó, no solamente con los grillos de Gómez, sino que lleva ya quince años la República sin la amenaza de los grillos, caso único en nuestra vida pública». Carlos Brandt

Si algo le preocupó a López Contreras fue la memoria histórica: el juicio póstumo que tendríamos de él. Nosotros, quienes nos dedicamos a comprender el pasado, preferimos no juzgar. Lo que sí es evidente es que la presidencia política de Eleazar López Contreras entre los años 1936 y 1941 permitió a Venezuela construir una Democracia de cuño progresista que hoy en el país echamos en falta.

Ángel Rafael Lombardi Boscán es Historiador, Profesor de la Universidad del Zulia. Director del Centro de Estudios Históricos de LUZ. Premio Nacional de Historia.

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Latinoamérica21

¡La COP27 llegó y se fue! Y al comenzar el 2023, con todas las mejores intenciones y resoluciones, nos preguntamos: ¿quién apoyará y hará operativos los acuerdos alcanzados?

Uno de los principales resultados de la Conferencia de las Partes (COP27), de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (Cmnucc), fue la creación de un fondo específico para pérdidas y daños, a fin de apoyar a los países más vulnerables al cambio climático. Esta es una demanda histórica de los países del sur global, particularmente las pequeñas naciones insulares y los países menos desarrollados, que están sufriendo los efectos de los fenómenos meteorológicos extremos y otros desastres climáticos. De hecho, la creación del fondo de pérdidas y daños es fundamental con miras a complementar el esfuerzo en cuanto a mitigación y adaptación que ya se está dando.

Después de treinta años de discusiones y negociaciones sobre el cambio climático, nuestros líderes políticos a escala mundial no han enfrentado el problema de manera efectiva, tampoco han proporcionado alternativas globales para la acción climática ni guiado el cambio para un futuro más justo, inclusivo y sostenible.

Muchas personas de todo el mundo, esto es, activistas, ambientalistas, científicos y ciudadanos, desconfían de los resultados de las reuniones mundiales, como la COP27, lo que debilita su legitimidad. Sin embargo, han surgido simultáneamente muchos espacios nuevos para una participación comprometida y más amplia, que tratan de llenar el vacío entre la ciencia, la política y la sociedad.

¿Cuáles son los principales resultados a los que han llegado los actuales dirigentes en la COP27?

El fondo para pérdidas y daños es uno de los principales logros de la COP27. Sin embargo, este es solo el comienzo de una conversación que marcará la agenda de los próximos años. ¿Qué países deberían proporcionar financiamiento? ¿Cómo se distribuirán los fondos? ¿Qué pasa cuando desaparecen las formas tradicionales de habitar el planeta, y las prácticas culturales se transforman a causa del cambio climático?… ¿Se pueden compensar con dinero? ¿Cómo medimos los pagos y las compensaciones, debido a la destrucción del planeta?

La conversación continúa con otros resultados importantes para las Américas. El Plan de implementación de Sharm el Sheij destaca que una transformación global hacia una economía de poco carbono necesitará al menos de entre 4 y 6 billones de dólares al año. No obstante, la meta de los países desarrollados de mover 100 mil millones de dólares al año, para el 2020, no se ha cumplido.

En 2023, los países presentarán planes climáticos más sólidos y ambiciosos a la Secretaría de la Cmnucc. Estos serán analizados para ver qué tan cerca estamos de mantener la meta de 1,5 °C. Además, se decidió establecer un programa de trabajo sobre la transición justa.

La magnitud de la crisis climática representa otros retos en cascada que deben afrontarse en un futuro cercano, pero que si se trabaja adecuadamente, podrían ser la clave para construir un mundo más justo, democrático y equitativo: mejorar la participación, amplificar la voz de los jóvenes, generar confianza entre países, y potenciar el liderazgo en todos los niveles con la intención de hacer frente a nuestros complejos retos comunes.

Construyendo esperanza para afrontar la crisis climática: otro significado del liderazgo desde el continente americano

Durante las últimas tres décadas, dirigentes nacionales y mundiales vienen discutiendo las repercusiones de la actividad humana en el planeta y los efectos negativos que la modernidad y el desarrollo ejercen sobre el clima, la naturaleza y la biodiversidad, lo que se ha dado a llamar el Antropoceno. Esta es una época en la que los humanos están encabezando cambios a escala global como una fuerza geológica. El síntoma prominente del Antropoceno es la crisis climática, debido al aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y a un liderazgo humano caracterizado por apostar por y defender un crecimiento económico sin fin, que se basa en la dominación, el crecimiento y la explotación, y comprende, a su vez, siglos de esclavitud.

La ciencia ha sido clara durante muchos años sobre la necesidad de reducir notoriamente las emisiones, a fin de cumplir con los objetivos internacionales y descarbonizar las actividades humanas. El tiempo se acaba, y en este contexto crítico cada acción (e inacción) cuenta. Todavía hay una gran brecha para vincular a la ciencia con la política y con la acción social, y no existe una fórmula mágica para resolver los complejos problemas que padecemos, incluyendo a la emergencia climática. Entonces, ¿cómo podemos (re)construir una nueva arquitectura científico-política y (re)activar la imaginación para pensar en caminos alternativos, a fin de hacerle frente activamente a nuestros problemas? La crisis climática también es una crisis de liderazgo e imaginación para construir consensos.

Paradójicamente, al mismo tiempo que se llevó a cabo la COP27, 30 científicos de carrera de temprana y profesionales de diferentes disciplinas, participantes, a su vez, del programa de Ciencia, Tecnología y Políticas (IAI-STeP) de 14 países de todo el continente americano, se reunieron en Uruguay con el objeto de abordar uno de los desafíos más apremiantes que está relacionado con la crisis climática: cómo vincular efectivamente el conocimiento científico-técnico y las dimensiones sociales, políticas y éticas con miras a apoyar una política ambiental inclusiva y orientada hacia la acción.

Las(os) profesionales del programa IAI-STeP tenemos como objetivo trabajar con el propósito de construir un tipo de liderazgo más eficiente que cada persona pueda ejemplificar; una dirigencia pluralista, ética, colectiva, inclusiva y horizontal, más adecuada, asimismo, para abordar los retos del siglo XXI. Esta dirigencia debería poder facilitar la participación efectiva de todos los actores de la sociedad en la coproducción de conocimientos y soluciones, y en la amplificación de las voces de los que ya están sufriendo los impactos del cambio climático. Traer a la mesa una rica diversidad de conocimientos y experiencias requiere de empatía, vulnerabilidad y capacidad de escucha, habilidades necesarias para reimaginar conjuntamente opciones de desarrollo, construir resiliencia y, quizás, consensos, en la búsqueda de soluciones a la crisis del clima.

La COP27, al igual que las conferencias anteriores, dejó muchos asuntos e inquietudes sin resolver, como las finanzas, las responsabilidades, las relaciones de poder y la transparencia, que vuelven a ser los aspectos pendientes.

Estos puntos son parte de los problemas estructurales que evolucionaron junto a la colonización, la exclusión y la explotación; procesos históricos encabezados por grandes grupos de poder. Por eso, el principio de «responsabilidades comunes pero diferenciadas (CBDR, por sus siglas en inglés)» fue incluido en la Cmnucc. Sin embargo, su implementación no ha avanzado aún con miras a construir un buen consenso entre los dirigentes mundiales de este momento.

Los resultados de la COP27 son una vez más un ejemplo de posiciones contrapuestas en nuestro propio continente americano, posiciones que no parten de una visión compartida de la crisis del clima. Nuestros países continúan negociando desde diferentes grupos como países desarrollados, en vías de desarrollo y menos desarrollados. Todavía necesitamos asumir y conciliar los problemas de injusticia, racismo, desigualdad y colonización.

¿Llegará el día en el que nuestro continente tome una posición común o consensuada frente a la crisis climática? Volvemos a la pregunta: ¿quién apoyará y ejecutará los acuerdos alcanzados en la COP27? Tal vez serán los profesionales de programas de ciencia, tecnología y política (STeP) de todo el mundo que trabajan con Gobiernos nacionales, organizaciones internacionales, universidades y el sector privado, que finalmente harán que se alíen la ciencia, la política y la sociedad para la acción eficaz. Confiamos en que, con un grupo creciente de líderes interamericanos, como las(os) profesionales del programa STeP, una comunidad amplia, resiliente y significativa, que trabaja en puestos donde se deben tomar decisiones, esto se pueda lograr.

Autores: María Inés Carabajal, Fany Ramos Quispe y Kim Portmess

María Inés Carabajal es profesora y doctora en Antropología, de la Universidad de Buenos Aires (UBA). STeP Fellow en el Instituto Interamericano para la Investigación del Cambio Global (IAI). Se ha especializado en las dimensiones humanas del clima y el cambio climático en el Antropoceno.

Fany Ramos es ingeniera ambiental, por el Instituto Politécnico Nacional (México). Tiene una maestría en Cambio Ambiental y Desarrollo Internacional, por la Universidad de Sheffield (Inglaterra). Es miembro de OWSD Bolivia, y actual IAI STeP Fellow.

Kim Portmess lidera el Ciencia, Tecnología y Políticas (STeP) Fellowship Program del Instituto Interamericano para la Investigación del Cambio Global (IAI). Se graduó de la Universidad de Cornell en ciencias botánicas y actualmente está cursando una maestría en gestión del riesgo de desastres y gobernanza climática. Vive y trabaja en Panamá.

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Griselda Reyes

Venezuela no se ha arreglado. Muy a pesar de la intensa propaganda oficial para hacer ver que el país es otro, la realidad sigue siendo dura. Sabemos los múltiples problemas de servicios básicos, la realidad salarial de nuestros funcionarios públicos, jubilados y pensionados; así como la falta de poder adquisitivo producto de la inflación que nos ha golpeado por años; entre muchísimos otros problemas.

Pero sin duda, frenar la caída en el abismo de la crisis económica ha sido, es y será siempre una buena noticia. Después de haberse perdido cerca de 80% del Producto Interno Bruto (P.I.B), durante la era de Nicolás Maduro en el poder; el hecho de tener números macroeconómicos que señalen recuperación de 15% de la economía es lo que permite entender las leves mejoras que hoy vemos en lo que parecen ser pequeños oasis en medio del desierto de la crisis.

Tampoco es menos cierto que no tenemos hoy el país desolado y arrasado de 2017 – 2018, cuando el hambre nos pegó en el estómago de todos con la terrible escasez de productos básicos que nos tocó vivir. Si bien yo evito generalizar, porque se bien que la realidad en el interior del país puede ser diametralmente opuesta a la de las «pequeñas Manhattan» que se desarrollan en los centros urbanos del país; Venezuela avanza a otra realidad.

Tomando en consideración estos hechos, y sin ninguna pretensión de lavarle la cara a nadie con estas líneas; me permito hacer una muy seria y profunda reflexión sobre y dirigida a esos venezolanos que, dentro y fuera de nuestras fronteras, han asumido como hobby criticar cualquier señal de progreso que se produzca en el país.

Pareciera, y quisiera equivocarme con esta afirmación, que hay compatriotas que se alegran con nuestras miserias y cuya única aspiración de vida es castrarnos en la absoluta pobreza. Tienen, lamentablemente lo veo así, como fantasía sexual el hecho de que Venezuela cada día se parezca más a la pobre y reprimida Cuba.

Si bien –como hemos repetido hasta la saciedad– las redes sociales NO son el reflejo del país, en estas tribunas digitales son el principal reflejo de las miserias de quienes pasan días enteros buscando cualquier señal de avance para apuntar sus ametralladoras digitales a los venezolanos que aplaudimos esto.

El béisbol, en esta temporada donde los venezolanos nos hemos reencontrado con nuestro deporte legendario, donde miles nos hemos puesto la camisa de nuestro equipo favorito y hemos decidido dejar de lado momentáneamente la realidad que nos agobia por disfrutar como aficionados; ha sido muestra de esto que describo líneas atrás.

Una riña digital entre quienes se empeñan en querer decir, a partir de esto, que Venezuela está de maravilla, y quienes no ven con buenos ojos que tengamos incisos de normalidad o del país que podemos volver a ser.

Esta semana, en mi espacio habitual de reflexión, nos referíamos puntualmente a esto. No todo es malo, no todos somos enchufados, y más importante aún no todos estamos sentados –con los brazos cruzados– esperando que el Estado o los políticos vengan a resolvernos la vida. Por eso, somo muchos los que tenemos derechos a alegrarnos con que se destinen nuestros recursos –los de todos los venezolanos– para hacer realidad sendos estadios que tenían años convertidos en grandes elefantes rojos.

Antes que me etiqueten de colaboradora, chavista o enchufada; aclaro que tengo perfectamente claro que urgen hospitales, escuelas y cuerpos de seguridad –que a mi juicio deberían ser los únicos tres activos que domine el Estado– también urge reconstruir Pdvsa, por ser la gallina de los huevos de oro de este país, o miles de otros temas que solventar; pero estas obras de envergadura hay que reconocerlas.

Tampoco entiendo los ataques contra quienes, con trabajo y esfuerzo propio, créanme que abundan en este país de gente honesta y trabajadora- visitan restaurantes o buscan la mayor oferta de distracción… Este país cambió, los tiempos de odio, polarización y escrache; son pasado.

Ojalá y todos esos criticadores de oficio dispusieran todos sus esfuerzos en sumar, en reconciliar a los venezolanos. No podemos seguir viéndonos como polos opuestos. Por el contrario, sé que hay muchísima gente en esos sectores radicales con talento y grandes capacidades para aprovechar las rendijas que se abren para sacar al país adelante.

Venezuela es de todos, nos pertenece a todos; y mientras la clase política se cae a tiros –literal y figurativamente– hay cientos de pequeños y medianos emprendedores coleándose y cambiando su realidad y las de sus familias. Ese debe ser el norte. ¿Qué siempre es difícil dar el primer paso? Sin duda alguna… Pero ¿Quién dijo miedo?

PD: Mientras el odio de los viscerales inunda las redes, yo sigo apostándole a este país que me ha dado tanto, que nos ha dado tanto… Y cruzando los dedos para que los Leones de Venezuela nos dejen el trofeo en casa. ¡Yo le voy al mío!

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Grisela Reyes es empresaria. Miembro verificado de Mujeres Líderes de las Américas.

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Ismael Pérez Vigil

La próxima semana, el día 15 de febrero, la Comisión Nacional de Primaria (CP) convocará el proceso electoral de la Primaria para elegir el candidato unitario de la democracia venezolana. Lo hará, además, anunciando la fecha de la elección y todo el cronograma que se seguirá en ese proceso electoral, tal como lo establece el artículo 30 del Reglamento de Primaria.

Con aplausos o críticas, allí estará la fecha, que será referencia y servirá para recordar el elemento más importante que está detrás de todo esto: la institución del voto; el voto como mecanismo para rescatar, para enrumbar la vida democrática del país. Ese principio fue muy bien remarcado y declarado por la CP en su primer informe de balance de actividad del 12 de diciembre de 2022, al destacar que:

“C.- Debemos rescatar el valor del voto como instrumento para la democratización y debemos promover la mayor participación posible en la Primaria, con miras a apuntalar la amplia concurrencia del electorado a la elección presidencial. (Texto del informe de J.M. Casal, 12 de diciembre de 2022)

Por lo tanto, la ocasión es adecuada para tratar una vez más el valor del voto y la defensa del voto, tema al que he dedicado innumerables líneas y artículos a lo largo de estos 24 años.

Acciones contra el voto.

No es necesario repetir todas las acciones en contra del voto, como expresión de la voluntad democrática, durante estos 24 años, los conocemos bien; pero sin duda tuvieron sus momentos “estelares”, que han minado las posibilidades de triunfos electorales de la oposición y que nos han conducido a improductivos procesos de abstención, que han ido dejando al poder legislativo, gobernaciones y alcaldías en manos del régimen.

La desestimación del voto, por diversas vías, se convirtió así en la estrategia política del régimen; a eso le siguieron otras acciones, bien conocidas, que no vale la pena describir o enumerar nuevamente.

Rescatando el valor del voto.

Difícil y escabroso ha sido el camino para rescatar el valor del voto, que sin embargo cuenta con muchos triunfos parciales y menores, en importantes alcaldías, gobernaciones y otros eventos electorales. Por solo señalar unos pocos de esos triunfos importantes, podemos recordar que en 2006 se logró una candidatura unitaria para las elecciones presidenciales de ese año, viniendo de un proceso abstencionista en 2005; que en 2007, con el triunfo en el referéndum se impidió modificar la constitución de 1999; y que, desde luego, en 2015, se logró el triunfo en la elección de la Asamblea Nacional.

No voy a describir todos los acosos y agresiones a esa Asamblea, que remataron convocando a una Asamblea Nacional Constituyente (ANC) en 2017, espuriamente elegida, con resultados electorales que nunca fueron publicados. Una ANC que además nunca hizo esa constitución −tarea para la que fue electa−, que solo aprobó algunas leyes, tarea que no le correspondía, y actuó paralelamente a la legitima AN2015 y hasta convocó, ilegalmente, elecciones presidenciales anticipadas en 2018. Remora que aún persigue al régimen actual.

Episodios extremos.

En este recuento en defensa del voto, solo voy destacar dos episodios extremos y desdichadamente memorables, en la tarea del régimen para la desestimación del voto y que son preludio de lo que pudiéramos esperar de ahora en adelante, si no estamos prevenidos.

El primero fue en 2017, cuando se desconocieron los resultados de las elecciones de gobernador en el Estado Bolívar, anulando las cifras que arrojaron algunas actas electrónicas emitidas por las máquinas de votación y reemplazándolas por actas manuales, despojando así del triunfo al candidato opositor y dándoselo al candidato del gobierno.

El segundo fue en 2021, en las elecciones de gobernador del Estado Barinas, en las que inhabilitaron al ganador opositor y ordenaron repetir el proceso electoral, tras inhabilitar también a otros dos posibles candidatos opositores; afortunadamente, prevaleció el ánimo unitario de la oposición, que fue capaz de seleccionar un candidato, que resultó triunfante en la repetición de las elecciones convocadas en enero de 2022; triunfo inobjetable, a pesar del enorme esfuerzo en movilización y recursos desplegados por el régimen.

Nuevas oportunidades.

Se nos presenta ahora, en 2024, una nueva oportunidad con la elección presidencial que constitucionalmente corresponde hacer en ese año. Pero previo a ese evento, tenemos en este 2023 un proceso de elección Primaria para la selección del candidato unitario de la oposición democrática, que nos abre la posibilidad de mostrar al pueblo venezolano una cara unida y una alternativa para superar este oprobio y ganar las elecciones de 2024.

Son dos hitos interconectados y dependientes, pues no se tendrá éxito en 2024, si no se logra un buen éxito en la elección Primaria de 2023. Un éxito que va más allá de la primaria misma, confirmando una unidad política que a su vez trascienda el hito electoral de 2023, se proyecte hacia 2024, e incluso hacia el 2025, año en el cual debemos elegir Asamblea Nacional, Gobernadores y Alcaldes. Para ello se deben sortear algunas barreras.

Cifras en la Primaria.

En la elección Primaria de 2023, la primera línea de defensa del voto es la primaria misma, su efecto sobre la unidad al seleccionar un candidato −unitario− de la opción democrática del país y su efecto sobre la movilización popular para lograr este objetivo. Naturalmente, un factor importante de esa defensa del voto está en los Centros Electorales y en las Mesas de Votación; es decir, lograr un alto número de votantes y cubrir todas las mesas con miembros de mesa y testigos de los candidatos.

Como toda elección primaria, obviamente concurrirá un porcentaje del universo electoral, que aún es prematuro estimar; pero, es válido recordar que, en la última experiencia de este tipo en Venezuela, en el año 2012, participó casi un 17% del electorado, 3 millones 80 mil votantes, aproximadamente, del universo electoral y fue la elección primaria más exitosa, a nivel mundial, hasta ese momento.

Con base en las experiencias de procesos anteriores, similares, el número de votantes se repartiría en algunos miles de mesas, que será necesario cubrir, movilizando también varios miles de miembros de mesa y testigos de los candidatos. Qué duda cabe que ese es un buen desafío de movilización para los candidatos y las organizaciones que los apoyen −varios millones de electores y varios miles de activistas defendiendo esos votos− y sería un buen comienzo para un exitoso 2024 y 2025. Ese es el tamaño del desafío que tenemos por delante.

Algunas barreras.

Para lograr superar ese desafío, desde luego que hay barreras de carácter técnico, que dejaré para otro momento. Pero, en lo político, es preciso que se imponga, lo ya mencionado de mantener el espíritu unitario, que se mantenga igualmente la presión internacional para unas elecciones libres y justas y la movilización interna, sobre todo ahora que hemos visto, a principios de este año, el resurgir de la protesta por razones económicas, sueldos y condiciones de vida.

Igual de importante es superar barreras en lo emocional; es indispensable superar el desánimo de los venezolanos, la desesperanza, el rechazo de la política y su marginación de los procesos electorales, tareas difíciles; pero, además, no facilitemos la estrategia del régimen de minar y desmerecer el valor del voto.

Conclusión.

La elección del candidato unitario mediante un proceso de primaria no solo es una buena oportunidad para que sea el pueblo, de manera directa, quien decida quien quiere que sea su representante para enfrentar al candidato del gobierno, sino también es una buena oportunidad de movilización y motivación, de estimular a un país que aparece un tanto aletargado en materia política.

https://ismaelperezvigil.wordpress.com/

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David Morán Bohórquez

La incertidumbre es la ausencia de certezas. Y esa es la condición principal de los posibles futuros, las incertidumbres que los definen. Es por ello que los planificadores profesionales y analistas estudian las tendencias, los incentivos y los marcos regulatorios de los mercados para encontrar luces sobre el futuro.

Las tendencias están marcadas por millones de empresas y personas tomando decisiones de compra y venta cada segundo. Con base a esos datos estos analistas profesionales hacen prospecciones sobre el futuro de un país de una industria o de un mercado particular.

Hoy analizamos el caso de Venezuela y su industria petrolera bajo el socialismo, que ya cumple 23 años en el poder.

A diferencia de las economías de los países que se desarrollan con economías abiertas y libres en el caso de la Venezuela socialista las incertidumbres son muy pocas. Estos 23 años en el poder deja poco espacio para las sorpresas y en el caso de la Industria petrolera las sorpresas sería un evento extraordinario positivo porque a través de los años lo que ha vivido son certezas del camino hacia la autodestrucción.

El camino para la socialización de la industria petrolera venezolana comenzó en 1999 con la aprobación de la Constitución de la República de Venezuela dónde se le dio rango constitucional a Pdvsa pasando ésta de una empresa competitiva internacionalizada inscrita en los mercados de capitales estadounidenses, a tener la condición constitucional de un yacimiento petrolífero fiscal. Las implicaciones de este cambio han sido enormes.

Luego en el 2002 se da otro hito importante en la destrucción de la Industria, como fue el despido masivo y la destrucción de la meritocracia petrolera en Venezuela: Más de 20.000 funcionarios de los más calificados fueron cesados, despedidos y humillados públicamente desde el poder.

En el año 2006 los socialistas intoxicados por un superciclo de precios petroleros obligaron a las empresas de servicios (empresas privadas) a convertirse en empresas mixtas con mayoría estatal. Este cambió afectó profundamente los incentivos de las antiguas empresas privadas a realizar las inversiones necesarias para aumentar su capacidad de producción local. En ese año el país produjo un promedio diario de 2.539 kbpd. Al año siguiente bajó a 2.495 kbpd. De ahí fue decayendo lento, pero constantemente. En 2011 se produjeron 2.380 kbpd. En 2016 2.154 kbpd y ya en 2017 por debajo de los dos millones cuando la producción cayó a 1.911 kbpd.

Luego en el 2009 continuando con el superciclo de altos precios petroleros se promulgó la ley de estatización de los servicios y bienes conexos a la industria petrolera concluyendo así con la destrucción de la cadena de valor que había tomado decenas de años en desarrollarse y establecerse de manera competitiva en el país y en la región.

La nota final de esta destrucción fue la explosión en la refinería de Amuay del año 2012 donde por la corrupción que se había iniciado desde el año 2006 esa refinería se encontraba infra asegurada por lo que el régimen chavista alegó que se había tratado de un sabotaje para impedir que vinieran los peritos expertos de las empresas de reaseguros y constataran la verdad verdadera en el terreno mediante una experticia forense profesional.

Pdvsa: una corporación moribunda

Pdvsa fue una empresa petrolera a fines del siglo XX – exploraba, producía, refinaba, capacitaba al personal, investigaba, desarrollaba aplicaciones, administraba eficientemente, invertía. En el siglo XXI, el del socialismo dejó de hacerlo. Es una ex empresa petrolera y hoy es una corporación de militantes del Psuv. Lo que opera lo hace mal, lo que administra peor.

Una empresa petrolera vigorosa tiene tres factores distintivos: Abundantes recursos de crudos livianos y medianos, una meritocracia empresarial competitiva y suficientes recursos financieros (EBITDA positivo) para invertir en el negocio. Nada de eso lo tiene ahora.

La debacle del mediano y liviano

El mantra de que “Venezuela tiene las reservas petroleras más grandes del mundo” es falso. Tiene muchas ciertamente, especialmente de crudos extrapesados. Pero en cálculos de la consultora noruega Rystad, que cada dos años actualiza los cálculos de reservas, los recursos petroleros recuperables del país son una fracción de los 300 mil millones de barriles que el Ministerio de Petróleo chavista dice que hay.

Si bien las reservas son importantes, ¿de qué sirven si no se pueden extraer? Sobre todo, si hoy no producen crudos medianos y livianos que son vitales para la alimentación de nuestras refinerías, pero también en la producción de gas natural y en la producción y manejo de los pesados y extrapesados.

En 1998 Venezuela produjo 3,13 millones de barriles diarios de petróleo crudo. En 1999 el chavismo sacó al país del exclusivo club de productores de 3 millones de barriles diarios o más. En 2017 bajó de los 2 millones de barriles diarios y en 2020 del millón de barriles diarios de crudo El país nunca alcanzó su potencial de producir 6 MMBD. Ese espacio lo tomaron otros productores. Y ese espacio entre el potencial y producido señala las inmensas oportunidades desperdiciadas en obtener inversiones y por lo tanto ingresos para el país. Haga esta misma analogía con las reservas.

Hoy Pdvsa es un consorcio politizado que depende de las producción de sus empresas mixtas con socios extranjeros. Su capacidad de producir por esfuerzo propio crudos y gas, refinar, vender en el exterior está en el piso.

Tomemos por ejemplo de la división occidental de Pdvsa para ilustrar este punto, donde los campos de Pdvsa por esfuerzo propio son la mayoría

La división occidental de Pdvsa está compuesta por cuatro zonas; 1. Costa Occidental, que tiene los campos petroleros de La Concepción, Mara, La Paz, Boscán, Alturitas; 2. Costa Oriental con los campos Cabimas, Tía Juana, Lagunillas, Bachaquero, Mene Grande; 3. Lago con los bloques Lago, Centro, Lama y Lamar y 4. Sur Lago – Trujillo con los campos Barúa-Motatán, Tomoporo, La Ceiba, Franquera.

Esos campos en occidente tienen reservas petroleras (sin incluir las de gas) por 21.300 millones de barriles: 300 millones de barriles de condensado (>42°API); 3.500 millones de barriles de crudos livianos (>30°API); 5.200 millones de crudos medianos (>22°API) y 12.300 millones de crudos pesados (>10°API). De esas reservas están desarrolladas, que son las cantidades esperadas de ser recuperadas de los pozos e instalaciones existentes, 6.500 millones de barriles (el 30,5% del total). En condensados, livianos y medianos hay 2.900 millones de barriles en reservas desarrolladas.

Si las pusiéramos a producir a una tasa de 685 mil barriles diarios, que fue la producción total de crudos de Venezuela durante el año 2022, esas reservas se agotarían en 4.233 años.

Pocos lugares del mundo tienen tantas reservas desarrolladas a disposición. Pero la realidad socialista se ha impuesto en el país.

Según una nota de Argus de diciembre, citando documentos internos de Pdvsa, en occidente hay un total de 18.000 pozos petroleros, de los cuales sólo 1.400 están completamente operativos (el 7%). De los otros, 8.700 necesitan aproximadamente unos 500 mil dólares cada uno para volver a operar (~ 4.350 millones de dólares) y los restantes 7.900 pozos inversiones de unos 5 millones de dólares cada uno.

En el año 2.000 en occidente se produjeron 1.454 kbpd, en 2008 890 kbpd, en 2015 707 kbpd y en 2020 83 kbpd, el equivalente al 5% de lo producido en el año 2.000

El recurso humano y el éxodo

Las empresas petroleras internacionales ha sido pioneras no sólo en el desarrollo de las ciencias de la geología, también en innumerables desarrollos técnicos en la prospección de reservas, tecnologías de producción primaria y secundaria, transporte y almacenamiento de crudos, gases y combustibles, procesos de refinación, de conversión y mejoramiento de crudos, transporte marítimo de hidrocarburos, lubricación y tribología, entre otros tantos, sino también en procesos gerenciales.

La condición de la ubicación de los yacimientos, generalmente en zonas alejadas a la urbes, los llevó a desarrollar e innovar en lo que hoy se conoce como responsabilidad social empresarial.

En el caso venezolano esas empresas crearon poblados modernos, localmente conocidos como “campamentos petroleros” donde desde cero creaban urbanizaciones con casas, vías de comunicación, escuelas, dispensarios médicos, clubes sociales, mercados (comisariatos), servicios eléctricos, de aguas blancas, de manejo de desechos urbanos, con precios altamente subsidiados para el personal obrero y profesional de esas empresas.

Ese desarrollo era parte de la comprensión de largo plazo del negocio petrolero, siendo pioneros en dos herramientas gerenciales extraordinarias, la planificación a largo plazo y el desarrollo del capital humano – condiciones de trabajo óptimas, entrenamiento, evaluación de desempeño, ascenso y remuneración ligadas a los logros – que se conoció localmente como meritocracia.

Las peligrosas condiciones laborales propias del negocio de los hidrocarburos, las llevó también a promover la vida de los sindicatos de trabajadores, una herramienta fundamental para el logro de condiciones óptimas de trabajo.

Esta compacta reseña histórica nos permite comprender el daño irreversible que el chavismo le infringió al sistema de recursos humanos que heredó en Pdvsa, que había tomado décadas en desarrollarse.

Con el despido masivo de profesionales del año 2002, la destrucción del capital humano de Pdvsa sólo era cuestión de tiempo. Y lastimosamente así sucedió.

La politización llevó paulatinamente la pérdida de los incentivos por hacer bien el trabajo. Ya no dependía del mérito, sino de la voluntad del jefe político. Así comenzó la degradación, fueron perdiendo paulatinamente las condiciones de higiene y seguridad laboral. El mantenimiento de los campamentos se vino al piso, el fondo de pensiones y jubilaciones fue saqueado, desaparecieron los comisariatos, la atención médica laboral primaria, los sindicatos fueron corrompidos, se acabaron los planes de entrenamiento, los cursos y las becas de estudio. Desapareció la cultura del mantenimiento y la visión de largo plazo. La corrupción se adueñó de esa corporación.

En noviembre de 2022 el Fiscal General Tareck William Saab declaró que “uno de los logros más importantes es haber desmantelado las mafias de la corrupción durante este tiempo del 2017 en adelante en Pdvsa, el combate contra la corrupción petrolera, son 26 tramas (…)”

Al día de hoy, tres expresidentes de Pdvsa han sido acusados por corrupción. Uno de ellos está preso, otro murió en prisión y otro está fugitivo en el exterior. También han sido acusados presidentes y vicepresidentes de filiales, y personal obrero y gerencial.

“¿Cuántos presos hay de Pdvsa?”, preguntó un periodista a Tarek William Saab en un programa de televisión el 22 de noviembre de 2022. Más de 200 procesados por este tipo de acción”, contestó el fiscal general designado por la extinta Constituyente.

En su trabajo de investigación del año 2018, Transparencia Venezuela halló sobre las Empresas Propiedad del Estado (EPE) y las empresas mixtas del sector hidrocarburos del país, que sobre el 83% de las empresas analizadas pesan denuncias públicas de irregularidades de funcionamiento, falta de insumos, conflictos laborales o corrupción

De hecho, hoy Pdvsa es una corporación militarizada, siguiente el modelo de la inútil y nefasta Grupo de Administración Empresarial, SA (Gaesa de la dictadura cubana), el grupo empresarial de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) con ramificaciones que van desde el sector hotelero hasta las tiendas minoristas de ventas de productos en divisas, pasando por las aduanas y los puertos, entre muchos otros

Pdvsa tiene empresas filiales en múltiples ámbitos: terminales marítimos, filiales en el exterior, en desarrollos urbanos, televisora, radio, alimentos, agricultura, ingeniería, importaciones, estaciones de radio, de servicios financieros, astilleros, etc. que maneja de manera opaca y sin rendición de cuentas públicas. Pdvsa no publica sus estados de resultados desde el año 2016.

Esta destrucción de capital humano ha hecho que los últimos trabajadores con alguna credencial comprobable abandonaran esa corporación en un éxodo doloroso para la nación.

El salario mundial de un trabajador petrolero (obrero, técnicos y profesionales) promedió 85.000 dólares anuales en 2022. En Pdvsa hoy un trabajador calificado apenas alcanza los 1.300 dólares anuales.

Con trabajadores con bajas credenciales, desmotivados, mal remunerados y sin los incentivos al mérito no se levanta producción alguna. Producir hoy un millón de barriles diarios luce muy cuesta arriba.

La ruina financiera

La deuda financiera de Pdvsa era de USD 34.894 millones en enero de 2022 según una nota de Reuters. Eso es lo que deben por la emisión de bonos. Equivale a 3,5 veces las reservas internacionales en manos del Banco Central de Venezuela. Eso sin contar con la deuda comercial que algunos expertos ubican en USD 12.000 millones y deuda por litigios en el entorno de los USD 10.000 millones, para un total de USD 57 mil millones.

Por otro lado, su “dueño” el estado venezolano tiene una deuda externa que supera los USD 140.000 millones de dólares.

Combinada, las deudas de Pdvsa y de la República suman USD 197.000 millones, eso es 2,3 veces el Producto Interno de Venezuela de 2022 de USD 86.000 millones. Un estado de insolvencia aguda, que permite afirmar que la renta petrolera de Venezuela en socialismo es negativa. Hoy y la futura previsible.

¿Hay vida en Marte?

El sentido común indicaría que el régimen de Maduro necesita crear un entorno que fomente la inversión privada y/o extranjera en los campos petroleros y que permita el regreso del personal que huyó del país durante las últimas dos décadas.

¿Es eso posible?

No

Cambiar su filosofía de gobierno a ese grado será bastante difícil, por no decir imposible y convencer a los extraños de que somos dignos de confianza aún más. Son muchos años de destrucción deliberada. Esa es otra certeza

Salir del socialismo y sus mafias es la prioridad.

Luego nos tomará un camino muy largo, y los resultados significativos tardarán en aparecer. Así es el tamaño del daño.

Como ven, proyectar el futuro petrolero de Venezuela no es hacer una regla de tres desde un pasado que ya no existe.

Ideas para el progreso

Dejo para el final algunas certezas generales. Venezuela como exportador de petróleo tiene un futuro marginal. Mientras a lo interno tiene un gravísimo problema de pobreza energética: electricidad, gas, combustibles, que impiden que el PIB pueda crecer.

Venezuela tiene una baja huella de carbono. Por lo tanto, sugiero a planificadores abandonar el modelo exportador de exportación de petróleo y productos petroleros por el de su consumo interno. El máximo consumo interno de energía (GLP, gas, hidro, gasolina, diesel, fuel oil y otros) en Venezuela se dio en el año 2009 con apenas 1.306 miles de barriles de petróleo equivalentes, cuando con un arreglo institucional adecuado podemos atraer inversiones que consuman internamente en el país 5 millones de barriles de petróleo equivalentes, que además crearían miles de puestos de trabajo bien remunerados y millardos de dólares en impuestos.

Pero para ello debemos dejar la dependencia de más de un siglo al petróleo y abrazar cuanto antes el potencial de energías renovables que en el país superan los 8 millones de barriles diarios de petróleo equivalentes.

Entender el futuro nos da la posibilidad de construirlo.

P.D. Los invito a leer unos comentarios que hice sobre la situación de Pdvsa y del futuro de Venezuela en el año 2019. “Desde la lógica estatal no hay manera de recuperar la industria petrolera”. https://ovxp.mcehc.com/2019/08/13/david-moran-desde-la-logica-estatal-no...

9 de febrero 2023

La Patilla

https://www.lapatilla.com/2023/02/09/david-moran-bohorquez-la-ausencia-d...

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