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Opinión

Red Agroalimentaria de Venezuela

Información obtenida por el Sistema de Información Regional (SIR) de la Red Agroalimentaria de Venezuela durante el mes de agosto 2022, comparándola con la de marxo de este mismo año y octubre 2021.

Percepción de los cambios en la situación socio económica

  • En las condiciones del empleo no hay cambios significativos.
  • El problema socio económico más sentido sigue siendo la falta de ingresos.
  • La percepción de cómo va a ser la situación en 2022, regresa al pesimismo con mucha fuerza.

Cambios en el comercio y la banca

  • El número de aperturas de comercios nuevos ha aumentado.
  • El cierre de establecimientos comerciales sigue disminuyendo al igual que lo hace el el número de sucursales bancarias.

Servicios públicos y movilización

  • La crisis de los servicios públicos continua. El suministro de agua, la telefonía fija, el transporte y las dificultades para la movilización han empeorado.

Abastecimiento de combustibles

  • El abastecimiento de gasolina ha disminuido y el precio del litro de gasolina en el mercado informal se mantiene alrededor de 1 US$ el litro.
  • El abastecimiento de gasoil fue también crítico.
  • Las Fuerza Armadas continúan controlando mayoritariamente el abastecimiento de combustibles.

Situación de la educación y la niñez

  • Las escuelas y comedores asociados a ellas siguen siendo consideradas en mal estado.
  • La presencia de niños abandonados ha disminuido.

Apoyo al ingreso

  • Los bonos del gobierno siguen llegando a la población beneficiada con una regularidad inferior a los 30 días.
  • El monto de los bonos sigue aumentando, aunque la tasa de incremento se desacelera.
  • Las remesas económicas desde el exterior aumentaron.

Migración

  • Le emigración se mantuvo estable mientras que los retornos al país aumentaron significativamente.

Conflictividad y relación con los poderes públicos

  • Las protestas se incrementaron significativamente.
  • Los motivos de las protestas cambiaron: disminuyeron drásticamente por agua y gas de uso doméstico, mientras aumentaron por combustibles automotores, electricidad y sobre todo abrumadoramente, por incumplimiento de condiciones laborales en el sector público y las cajas de alimentos que reparte el gobierno (CLAP).
  • Las protestas fueron más difundidas públicamente, fundamentalmente por las redes sociales y las emisoras de radio locales.

Seguridad personal, violencia y delincuencia

  • La delincuencia y la seguridad personal mantienen su nivel.
  • El tipo de delito tiene pocas variaciones.
  • Se mantiene la percepción negativa sobre los cuerpos de seguridad.

Información y problemas comunicacionales

  • Los medios mediante los cuales se informa preponderantemente la población siguen siendo las redes sociales y la radio, y bastante alejada, aunque en aumento, la televisión.
  • Los niveles de información de la población se mantienen estables.

Formas de pago de los alimentos

  • Los alimentos se pagan preponderantemente en efectivo (Bs. o moneda extranjera) y tarjetas de débito, aumentando significativamente el pago móvil telefónico.
  • Se nota un aumento en el pago con efectivo, disminuyendo el uso de monedas extranjeras.

Lugares de compra de los alimentos

  • La mayoría compra en el poblado donde vive, aunque aumenta el nivel de los que lo hacen también fuera de el.
  • El tipo de establecimiento de compra más frecuente son los Abastos o Supermercados, mucho menos en Bodegas cercanas a la residencia y muy poco en el comercio informal de calle.

Escasez, acceso y frecuencia de compra

  • Los reportes de escasez general de alimentos son muy bajos, mientras que también en un bajo porcentaje lo hacen específicamente en relación a carne, lácteos y harina de trigo.
  • La falta de ingresos económicos es la razón que dificulta el acceso a los alimentos.
  • Bajan notablemente las dificultades de transporte y el tiempo requerido para comprar los alimentos, mientras aumenta la tendencia a la compra diaria de los mismos.

Cajas o Bolsas CLAP

  • La frecuencia de entrega ha mejorado.
  • La queja más frecuente es sobre la cantidad y calidad de los alimentos que contienen.

Consumo de alimentos

  • Las frutas más consumidas son abrumadoramente los plátanos y cambures, seguidos muy de lejos por los aguacates, mangos y lechosa.
  • Las hortalizas más compradas son el tomate y la cebolla, a las que siguen distantes el pimentón y la zanahoria.
  • Las fuentes de proteína animal más consumidas son la carne bovina y la de pollo, a las que siguen muy rezagados los embutidos y los huevos.

Información ampliada puede verse en el archivo adjunto.

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Jesús Elorza G.

Los gobernadores y alcaldes de todo el país decidieron en forma conjunta, convocar a sus directores regionales y municipales de deportes para analizar los alcances del Comunicado Oficial del Instituto Nacional de Deporte, de fecha 09-09-2022, sobre el Registro Nacional del Deporte. Llama la atención a los mandatarios de los estados y alcaldías, el tono y contenido del comunicado que se resume en una serie de amenazas contra ellos, sin ningún tipo de justificación que respalde ese grosero documento.

La presidente del IND, firmante de ese oficio, señala uno de los gobernadores, parece que ese día se levantó por el lado equivocado de la cama o no leyó, o no supo interpretar el contenido del documento. Ya que, luego de un cordial saludo, pasa a impedir a los entes deportivos de gobernaciones y a los municipales que cumplan con su obligación de disponer de toda su voluntad para poner en práctica la validez y eficiencia de sus respectivos Registros Auxiliares, con el agravante de ser sancionados por su desobediencia, ante las autoridades penales y administrativas.

Tiene toda la razón, dijo uno de los alcaldes. La señora, presidente del IND desconoce o se hace la loca, al pasar por alto la existencia de la Providencia Administrativa No 009/2020, de fecha 5 de agosto de 2020 y publicada en la Gaceta Oficial No 41.960 de fecha 8 de septiembre de 2020, la cual resuelve:

PRIMERO: Autorizar el funcionamiento de los Registros Auxiliares del Registro Nacional del Deporte, Actividad Física y Educación Física en los Municipios que conforman el territorio de la República de Venezuela, para que ejerzan la facultad de inscribir en el portal electrónico del Registro Nacional del Deporte, Actividad Física y Educación Física, a las organizaciones sociales promotoras del deporte establecidas en los artículos 34 numeral 2 y 42 de la Ley Orgánica de Deporte, Actividad Física y Educación Física, cumpliendo con contemplado en los artículos 14, 15, 16 y 17 del Reglamento Parcial No 1 de la Ley del Deporte, Actividad Física y Educación Física. Igualmente, se autoriza la inscripción de las ligas deportivas no profesionales municipales y comunales de su circunscripción.

Y luego viene con su cara muy lavada a señalar que, “NO EXISTE NINGUNA PERSONA AUTORIZADA POR ESTA INSTITUCIÓN” para emitir Registro, Certificación, Aval o Constancia, que demuestre o determine la existencia o actualización de alguna Entidad Deportiva (Clubes, escuelas, Fundaciones, Asociaciones, Federaciones etc.) a nivel Nacional, Regional o Municipal. Me voy a permitir recordarle a esa funcionaria, que no sabe dónde está parada, que la materia referida al registro ha sido expresamente resuelta por el Directorio del Instituto Nacional de Deportes en el año 2020 y sólo podría ser revocado o modificado por la misma autoridad que decidió.

Uno de los abogados de una de las Direcciones Regionales de Deporte, intervino para expresar que la falta de operatividad del Registro Nacional del Deporte, no es una responsabilidad atribuible a los administrados, por cuanto la mayoría hemos cumplido con los requerimientos legales pertinentes para exigir nuestra vigencia, mucho menos endosada a las autoridades deportivas oficiales, estadales o municipales, por cuanto, su descentralización ha generado su propia autonomía, sin que está se entienda como absoluta, por cuanto de igual manera deberán someterse a los lineamientos establecidos en las leyes y a los actos administrativos emanados de sus respectivos jerárquicos superiores.

Dichos actos jamás podrán contradecir, como en el presente caso, las Leyes Regionales de Deporte y Actividades Físicas promulgadas en varios estados basadas en el principio de descentralización deportiva reglada por mandato de la Ley Orgánica de Deporte, la cual le confiere facultades y competencias a los Institutos Regionales de Deporte y Actividad Física, para organizar y llevar el registro principal estadal (auxiliar) del deporte y la actividad física, conjuntamente con los órganos y entes de sus municipios y parroquias.

El Registro Oficial Nacional es de exclusiva responsabilidad del Instituto Nacional de Deportes y no de los Institutos Autónomos del Deporte Regional y Municipal, a quienes ajustados a derecho, se les ha otorgado bajo legítimo acto administrativo, la descentralización deportiva y la obligación de llevar a cabo el Registro Auxiliar del Deporte.

Otro abogado de la región capital, opina que la presidente del IND, al manifestar pública y oficialmente en el mencionado comunicado, que no existe autorización para emitir ningún tipo de credencial de legalidad a las Organizaciones Promotoras del Deporte, por estar inoperativo el Registro Nacional del Deporte, Actividad Física y Educación Física, contradice el orden público, por cuanto se da fe pública de que no existe en el país una legítima entidad deportiva ni tampoco sus respectivas autoridades dirigenciales.

Sí el Registro Oficial Nacional del Deporte está inoperativo desde hace más de 5 años y esa ha sido la única causal de emisión del comunicado en cuestión, nos lleva a pensar que estamos en presencia de un deporte sin ley y en consecuencia, me pregunto ¿gozan de legalidad las Federaciones Deportivas y el Comité Olímpico Venezolano? ya que estas organizaciones fueron electas por entidades que, según la presidente del IND, no tienen Registro y las Providencias Administrativas que poseen fueron otorgadas ilegalmente.

¿Cómo quedan los procesos electorales ordenados por el Tribunal Supremo de Justicia, si las entidades participantes carecen de registro? y por último, es de señalar que al no reunirse el Directorio del IND, ese comunicado de la presidente del IND es nulo de toda nulidad.

En conclusión, todos los organismos deportivos regionales y municipales coinciden en que, la falta de acción oportuna por parte del Instituto Nacional de Deportes, para corregir oportunamente la inoperatividad del Registro Nacional del Deporte, Actividad Física y Educación Física durante más de cinco años, se ha tornado en una atrofia constante en la organización deportiva nacional que afecta gravemente el adecuado Servicio Público Deportivo, que se ha delegado en las Instituciones Municipales, Estadales y las propias Organizaciones Promotoras del Deporte. Pretender corregirlo con un comunicado de clara expresión absolutista, cargado de ilegales y arbitrarias amenazas, no es más que una expresión autocrática destinada a la intervención y eliminación de la autonomía del sector deportivo federado y a la eliminación definitiva de la actividad deportiva descentralizada.

 4 min


Fernando Luis Egaña

Parece absurdo que en medio de una nueva oleada de emigración, cada vez más precaria; además de todos los horrores que agravan la crisis humanitaria o diría existencial del país; se siga proclamando la esperanza en Venezuela.

Absurdo también parece que mientras la hegemonía despótica y depredadora continúa haciendo lo que le da la gana; sin que haya un contrapeso en la oposición política, sino todo lo contrario en variados ámbitos; se siga proclamando la esperanza en Venezuela.

No menos absurdo parece que al tiempo que se refuerza el enchufe y la aceptación interesada, como medio para el aprovechamiento patrimonial y político del continuismo despótico; se siga proclamando la esperanza en Venezuela.

Absurdo tiene que parecer que en una nación sojuzgada, despreciados los derechos humanos de su pueblo, y controlada por feudos imbricados con el mundo de lo ilícito; se siga proclamando la esperanza en Venezuela.

Y lo que parece más absurdo, es que cayendo el conjunto del país por un despeñadero, que aumenta el sufrimiento social, familiar y personal de la abrumadora mayoría de los venezolanos; se siga proclamando la esperanza en Venezuela.

Pues yo sigo proclamando esa esperanza, contra viento y marea, y a pesar del pesimismo que suscita cualquier vistazo a la dramática realidad de nuestra patria.

Los aspectos afirmativos de la historia nacional, y en especial del período democrático de la República Civil, son un fundamento de esa esperanza.

El inmenso potencial de Venezuela, en recursos de diversa índole, y sobre todo en capital humano, aun estando en el exterior, es otro fundamento de la esperanza.

Los activos del pueblo venezolano en cuanto a la solidaridad, el carácter abierto, y la capacidad de soportar las dificultades más dolorosas; superan sus pasivos que, siendo muchos y complejos, no tienen por qué ser inmutables, y menos en un contexto distinto que promueva los valores del trabajo y la constancia. He aquí un fundamento de la esperanza.

La esperanza, siempre, tiene un fundamento espiritual, no sólo para los creyentes sino para toda persona de buena fe. La esperanza nos ánima a esperar bienes futuros. Pero hay que poner todos los medios legítimos para ello.

No creo que eso se esté haciendo. Y debe hacerse con la convicción de que la esperanza en el cambio efectivo, y la fuerza que se deriva, no es un absurdo sino una necesidad vital.

Mail: flegana@gmail.com

Fernando Luis Egaña es Abogado-UCAB. Exministro de Información.

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Humberto García Larralde

Uno de los aprendizajes más frustrantes que han tenido que hacer los venezolanos de bien, es que el triunfo de la justicia no se sustenta sólo en tener razón. Me refiero, claro está, a su experiencia ante el régimen de Maduro. Éste ha destruido sus medios de vida, condenando a las grandes mayorías a niveles de miseria desconocidos, con su secuela de muertes por enfermedad y desnutrición. Sus jefes tienen las manos manchadas de sangre por los centenares de manifestantes asesinados, la mayoría jóvenes. Recordemos que Maduro se hizo filmar bailando, en una ocasión, para demostrar que estas protestas le resbalaban.

Bajo este régimen, son miles los «ajusticiados» en operativos de los cuerpos de seguridad en zonas populares y fronterizas. Ha sido denunciado reiteradas veces por los organismos más respetados de defensa de los derechos humanos, tanto de la ONU, la OEA, como por ONGs reconocidas, de torturar y dar muerte a disidentes encarcelados, y de cometer crímenes de lesa humanidad contra la población venezolana, con acumulación de evidencias.

Tiene una investigación abierta en su contra por la Corte Penal Internacional por este motivo. Bajo su amparo, se han producido las mayores corruptelas de América Latina. Ha pisoteado la soberanía nacional al someterse a los dictados del régimen cubano, permitiendo la intervención de sus agentes en asuntos de seguridad nacional, y a los intereses geoestratégicos e imperiales de Rusia, China e Irán. Y la cosa no para ahí.

Pero, a pesar de haber obrado tan denodadamente en contra del bienestar de los venezolanos, Maduro seguía ahí. El acabose fue cuando se hizo «reelegir» trampeando las elecciones. «Reelegir» al peor gobierno que, por mucho, ha tenido la Venezuela moderna, representó un contrasentido total, difícil de asimilar, ya que ofendía los principios más básicos de justicia social y política. Conforme a cualquier criterio racional, ello jamás debería haber ocurrido. Con una convicción tan contundente, negarle todo derecho a existir y hacer presión, tanto con interminables protestas y/o con acciones heroicas como las de Oscar Pérez, bastaría para que se fuera. «Maduro, vete ya», resumía esta actitud. Confiados en que tal convicción era compartida por quienes, desde otros países mostraban su compromiso con la restitución de la democracia en Venezuela, muchos creyeron que, más temprano que tarde, se hallarían los medios para deshacerse de tan nefasto personaje. «Todas las opciones están sobre la mesa».

Sucede que el régimen de Maduro ha evidenciado una resiliencia inaudita frente a estas consideraciones de racionalidad y justicia. Los venezolanos hemos ido entendiendo que enfrentamos una fuerza con insospechados recursos para permanecer en el poder. Y costó aceptarlo, porque estos recursos tienen poco que ver con los que tradicionalmente caracterizan a las luchas políticas en democracia. Hasta las dictaduras que asolaron a América Latina el siglo pasado solían rendirles tributo a ciertos símbolos democráticos para cuidar sus espaldas –notoriamente mantener el visto bueno del Depto. de Estado de USA—, mientras hacían desaparecer a quienes luchaban por su restitución y cerraban la prensa crítica, en nombre de combate contra la subversión comunista. Es decir, a pesar de sus crímenes y numerosas corruptelas, cuidar las apariencias era un activo que procuraban no estropear para “legitimarse”.

La dictadura de Maduro es otra cosa. Su permanencia en el poder se ha valido de la corrupción abierta de factores decisivos, en primer lugar, de quienes controlan a la fuerza armada, a los tribunales y, desde luego, a la industria petrolera. Ungidos de un lenguaje redentor que capitalizó los resentimientos de quienes se sintieron marginados de los beneficios que presuntamente les correspondían por ser ciudadanos de un país rico, los «revolucionarios» que tomaron el poder «justificaron» el desmantelamiento de las instituciones del Estado de Derecho. Edificaron una realidad alterna en la que lo correcto, políticamente hablando, se identificaba por su funcionalidad para con la consolidación del chavismo.

Todo criterio independiente de verdad y de justicia fue avasallado por una moralina que fundamentaba un Nuevo Orden, supuestamente superior. Y encontró eco en apetencias de poder parecidas de quienes, en otros países latinoamericanos, se sentían legitimados en la mitología construida en torno a la revolución cubana, avalada también ahora por la retórica antiimperialista de Chávez.

Como lo recogió Milovan Djilas con relación al caso Yugoeslavo, sus dirigentes no pestañearon en justificar sus privilegios crecientes a cuenta de haberse sacrificado por la liberación popular. Se sustituían, así, los mecanismos de asignación de recursos de un capitalismo «decadente», amparados por un Estado «burgués», por aquellos que favorecían la construcción del socialismo. Se afincaba, en realidad, el régimen de expoliación que en Venezuela conocemos tanto, sujeto al arbitrio de quienes acapararon el poder, pero cobijado en una burbuja ideológica que los proyectaba como auténticos herederos del Libertador.

La lealtad y obsecuencia para con el líder indiscutible y con sus acólitos más cercanos se transformó en la llave que abría oportunidades inusitadas de lucro, más cuando el petróleo se mantuvo, durante años, en torno a los $100 el barril en los mercados internacionales. Más aún, el mero disfrute de derechos ciudadanos dependía de profesar la adecuada lealtad. Se consolidó, así, una alianza non sancta de intereses comprometidos con el mantenimiento de un orden fundado en el uso de la fuerza y la instrumentación parcializada del poder judicial, sustentado en la inobservancia de los derechos humanos, como de los mecanismos legales de control y de rendición de cuentas, que acabó con las libertades básicas y llevó al país a la ruina. Y buscó el apoyo de autocracias diversas a nivel internacional, hermanadas en su enfrentamiento al orden mundial dominado por EEUU.

A pesar de los trágicos destrozos que han infligido al país, quienes ostentan el poder siguen sirviéndose de las mismas tesis para potabilizar, ahora, la generación de ingresos provenientes de fuentes que antes tanto denostaban, el empresariado privado. No obstante, los reacomodos que, sin duda, se habrán producido ante las adversidades que ellos mismos provocaron, su perspectiva continúa siendo, básicamente, la del mundo al revés que proyectaron para «legitimar» su «revolución», pero referida, ahora, a una realidad muy diferente a la de entonces.

En absoluto manifiestan propósitos de enmienda con relación a la necesaria reposición de garantías mínimas a la inversión y al emprendimiento, ni al reconocimiento de derechos civiles y políticos sobre los que descansan la confianza y la seguridad requerida para que éstos prosperen. Continúan los atropellos de quienes reclaman sus derechos, el acoso o prohibición de medios de comunicación independientes y el cierre de emisoras.

Desde la impunidad que les regala un poder judicial abyecto, siguen pontificando contra los «enemigos» de Venezuela. Y se juegan la carta, ahora arriesgada, de alinearse con el genocida Putin, el gánster Ortega y con la cada vez más corrompida Cuba, para mantener sus fueros criminales ante quienes los acusan de violar los derechos humanos, argumentando la autodeterminación de los pueblos. Ni hablar de su contubernio con la guerrilla colombiana o de sus alianzas con organizaciones terroristas de Medio Oriente e Irán.

Estos son los referentes ante los cuales articular una política coherente y eficaz por parte de la oposición democrática en pro de la superación de la terrible tragedia que agobia a los venezolanos. El chavo-madurismo sigue contando con recursos poderosos, notoriamente del apoyo de una cúpula de militares traidores, cómplices centrales del régimen de expoliación, quienes se creen dueños del país. Pero se ha visto obligado a moverse ahora ante una realidad que responde a estímulos diferentes a los que se han acostumbrado a aplicar. Empiezan a verse las costuras. ¿Podrán encontrar en Petro y, previsiblemente, en Lula, el refugio que anhelan? Porque el entorno internacional tampoco es el mismo de antes.

Las protestas han vuelto a sacudir calles y pueblos. Ante la desidia e incompetencia de quienes deben responder y los yerros de una política económica incapaz de estabilizar los precios y el dólar, están los elementos para construir una fuerza lo suficientemente poderosa, capaz de forzar los cambios que permitirían un proceso de transición hacia una verdadera democracia. Si bien es suicida cerrarnos en una postura de «Maduro vete ya», es ingenuo creer que, impulsado por las exigencias de reactivar la economía, debamos esperar que respete, simplemente por las buenas, sus reglas de juego.

Mail: humgarl@gmail.com

Humberto García Larralde es economista, Individuo de Número de la Academia Nacional de Ciencias Económicas. Profesor (j) de la Universidad Central de Venezuela.

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Fernando Mires

En una de las pocas referencias escritas sobre América Latina por Alexis de Tocqueville en su clásico, La Democracia en América, podemos leer las siguientes palabras: «La América del Sur es cristiana como nosotros; tiene nuestras leyes y nuestros usos; encierra todos los gérmenes de civilización que se desarrollaron en el seno de las naciones europeas y de sus descendientes; América del Sur tiene, además, nuestro propio ejemplo: ¿por qué habría de permanecer siempre atrasada?”.

¿Por qué los buenos deseos de Tocqueville no han llegado a cumplirse? Para muchos, Latinoamérica sigue siendo un subcontinente del desorden, patria de dictaduras, paraíso de populistas, revoluciones con promesas nunca cumplidas. Continúa también siendo otro Occidente, más geográfico que histórico. O más literario que político. “El lejano Occidente” lo llamó Alain Rouquié.

Arqueología política

Tengo en mis manos un libro del sociólogo alemán Klaus Meschkat. Su título: La crisis de los regímenes progresistas y el legado del socialismo de Estado. Útil para intentar comprender una mitad de la política latinoamericana, me refiero a esa franja cubierta por la izquierda, a la que Meschkat llama, «progresismo».

Bajo el concepto amplio de «progresismo» entiende Meschkat a la llamada izquierda revolucionaria, sobre todo cuando esta asume la forma de gobierno. Eso lo lleva a dedicar gran parte de su trabajo a analizar el fenómeno chavista y en gran medida a ese conjunto de gobiernos que formaron parte del llamado «socialismo del siglo XXI». Desde su perspectiva de izquierda democrática, esa versión tardía del socialismo mundial no ha cumplido los objetivos trazados debido a los que él llama «errores». Si se trata de errores en la aplicación de una política, o esa izquierda en sí misma es un error, es una tarea que deberá dilucidar el lector. A mi juicio, Meschkat –puede que no haya sido su intención– aporta ideas y datos suficientes para inclinarse hacia la segunda opción.

Según Meschkat, el llamado socialismo del siglo XXI ha seguido la misma ruta errada que recorrió el comunismo ruso al postular en lugar de un socialismo democrático, un socialismo de Estado. Desde esa perspectiva, Meschkat comparte una tesis de Rudi Dutschke, a saber, que el socialismo marxista fue desvirtuado en la URSS por el socialismo leninista. Y así fue: Partido, Estado, y líder, terminaron en la URSS, en Europa del Este, y en América Latina, confundidos en una sola unidad, relegando la revolución democrática a un segundo término, o simplemente, dejándola de lado. Despotismo asiático, llamaba Dutschke al orden comunista ruso siguiendo en ese punto los estudios sobre los regímenes de estado «hidráulicos» de tipo asiático realizados por Karl August Witttvogel.

La revolución rusa tuvo lugar en nombre de un proletariado inexistente en contra de una burguesía que tampoco era tal. Desde esa perspectiva «arqueológica», Meschkat tiene, evidentemente, razón. El leninismo, en sus más diversas versiones, ha sido (formalmente) la ideología dominante de la mayorías de las izquierdas latinoamericanas sobre todo cuando han llegado a ser gobierno. El potencial democrático social contenido en cada uno de esos gobiernos fue superado por un estatismo autoritario.

Visto así, Maduro no habría usurpado el legado de Chávez, como piensan muchos exchavistas desilusionados, entre ellos Edgardo Lander a quien Meschkat cita continuamente, sino su continuación lógica, de la misma manera como para Dutschke el estalinismo fue la continuación del leninismo y no su suplantación como intentaron hacernos creer algunos teóricos del trotzkismo internacional.

Es posible trazar algunos paralelos entre el socialismo del siglo XXI y el socialismo soviético. Uno de ellos deriva del hecho de que, así como el leninismo-estalinismo incorporó nociones propias a los despotismos asiáticos, los gobiernos «progresistas» latinoamericanos introdujeron otras correspondientes a tradiciones de movimientos que pese a su glorificación, compartida a veces con las derechas, distan de ser ejemplos democráticos.

El socialismo castrista recurrió al legado de Martí, el venezolano al de Bolívar, el de Nicaragua a la gesta antimperialista de Sandino, Evo Morales al indianismo precolonial, y así sucesivamente. El resultado ha sido una mescolanza ideológica que, con el socialismo originario de Marx y Engels, e incluso con la propia doctrina leninista, no tiene mucho que ver.

Podríamos decir que así como Lenin diseccionó a Marx para adoptarlo a las condiciones premodernas de la Rusia poszarista, los socialistas del siglo XXI han diseccionado –en nombre del propio Lenin– a Lenin, despojándolo de los últimos restos de marxismo que en él permanecían. La izquierda revolucionaria latinoamericana llegó así a ser más estalinista que leninista. Hecho que se deja ver en la adopción, no de la tesis del socialismo en un solo país, sino en la del imperialismo en un solo país. Ese país es EE UU.

Mientras para Lenin el antimperialismo fue una teoría anticapitalista proveniente de una compleja teoría desarrollada por Rudolf Hilferding, para chavistas, evomoralistas, orteguistas, etc., el antimperialismo ha llegado a ser un sinónimo de antinorteamericanismo. Tesis, repetimos, elaborada por Stalin después de que el gobierno de Truman decidiera romper (1948) con la línea amistosa de EE UU hacia la URSS iniciada durante la segunda guerra mundial, ruptura que marcaría el comienzo de la Guerra Fría

El socialismo ruso y después soviético no pudo ser democrático porque enclavó en un espacio no democrático, ese mismo espacio que hoy reclama para sí, sin marxismo ni leninismo, esa reedición fantasmal del antiguo zarismo que pretende ser en Rusia, Vladimir Putin. El socialismo ruso pre-Putin, al aterrizar en América Latina, culminaría su proceso de descomposición, al entrelazarse, como en la Rusia de Putin, con tradiciones que, tanto o más que las rusas, son profundamente antidemocráticas, más aún, antipolíticas.

Pero el leninismo al menos –y esa es la diferencia entre leninismo y estalinismo– nunca fue nacionalista (o rusista). Tampoco fue militarista. Bajo Stalin en la URSS y después en los gobiernos latinoamericanos «progresistas», sí lo fue. Por lo tanto, la cosmovisión de la izquierda latinoamericana de nuestros días no tiene nada que ver con el marxismo, algo con el leninismo, más con el estalinismo y mucho con el actual putinismo.

Razón esta última que explica por qué los crímenes genocidas que hoy comete Putin en Ucrania no incomodan a los izquierdistas latinoamericanos, algunos de cuyos líderes (Maduro, Ortega, Díaz Canel, Evo Morales y el mismo Lula en concordancia con Bolsonaro) no solo los justifican sino, además, los enaltecen.

Nacionalismo y militarismo son adquisiciones exquisitamente estalinistas, cultivadas por la mayoría de los gobiernos «del socialismo del siglo XXl», sobre todo por algunos de sus máximos líderes, Fidel Castro y Hugo Chávez. El socialismo revolucionario latinoamericano, desde esa perspectiva, ha sido tan conservador, tan nacionalista y tan militarista, como las propias derechas a las que ha imaginado combatir.

El problema de la democracia entonces no solo reside en las izquierdas o en las derechas, sino en el espacio antidemocrático que ocuparon las derechas e izquierdas de la región. Aparte de Chile y sobre todo de Uruguay donde hay segmentos de izquierda y de derecha a los que podríamos considerar sin problemas como democráticos, en la mayoría de los países de la región, derechas e izquierdas obedecen a patrones político-culturales radicalmente antidemocráticos. Lo hemos visto recientemente en el desarrollo político de la oposición venezolana cuyo comportamiento político no ha sido muy diferente al de las fuerzas chavistas y maduristas.

El ocaso de la oposición venezolana

Al igual que el chavismo, la oposición venezolana ha intentado acciones golpistas. Al igual que el chavismo, está predispuesta a adorar a personalidades míticas, hasta llegar al punto en que creyó encontrar durante un breve periodo, un líder, en la figura de Juan Guaidó, un personaje que posee una concepción (es la de su mentor, Leopoldo López) absolutamente irracional de la política. A esa figura se plegaron incluso políticos que provenían de los eriales republicanos, entre otros, el caudillo de Acción Democrática, Henry Ramos Allup.

Y no por último, al igual que el chavismo, su oposición tiene una visión «extractivista» (petrolera) de la economía. El objetivo de ese “extractivismo”, así lo llama Meschkat, más que económico es político. Quien controla el petróleo (así como el gas en la Rusia de Putin) controla al Estado. Quien controla al Estado, controla al poder.

En algunos puntos, sobre todo en su antidemocratismo, esa oposición ha superado al propio chavismo. Por ejemplo, ha rechazado durante un largo tiempo la vía electoral en nombre de una insurrección popular que, para colmo, no sabía cómo realizar. Hoy, habiendo pisado su propia trampa antielectoral, antidemocrática y antipolítica, esa oposición no pasa de ser un conglomerado de minicaudillos disputándose entre sí la conducción de un proceso electoral que ellos mismos arruinaron. Mientras tanto, Maduro, en nombre de Chávez, aplica sin ningún pudor los programas neoliberales de cuya denuncia la izquierda latinoamericana ha hecho una bandera.

En síntesis, ni en Venezuela, ni en la mayoría de los países latinoamericanos, prima una cultura política democrática. Izquierdas y derechas comparten paradigmas similares.

El estatismo, el culto a la personalidad, el credo nacionalista y el militarismo, son parte de una comunidad de valores propios a la gran mayoría de la clase política, sea esta de izquierda o de derecha, o de ambas a la vez.

Los caminos torcidos que llevan a la democracia

Los «errores» que detecta Meschkat en las izquierdas «progresistas» no solo son leninistas. Así lo visualizó el mismo autor al mencionar de modo indirecto a la revolución mexicana de 1910, la que culminaría en el radical estatismo político de la era del PRI. No deja de ser interesante observar que entre esa revolución y la rusa de 1917 hay más de una analogía. En ambas, el principio democrático, representado en México en el gobierno de Madero y en Rusia en el gobierno de Kerenski, fue rápidamente liquidado en nombre del principio (jacobino) de cambio social.

Las revoluciones que surgen desde el hambre y la miseria nunca han sido democráticas, destacó Alexis de Tocqqueville en sus notables paralelos trazados entre la revolución norteamericana y la revolución francesa. Menos en países en los que las raíces democráticas distan de ser profundas, podríamos agregar.

Pero no es necesario ir tan lejos para entender la presencia de la antidemocracia en América Latina. Precisamente, el día en que comenzaba a escribir estas líneas, el presidente Nayib Bukele de El Salvador, violando la Constitución de su país, anuncia que irá a la reelección el 2024. Bukele es cualquier cosa menos leninista. Pero al igual que los leninistas, ha sabido fundir su partido con el Estado y con su persona en una sola e inseparable unidad.

Lo escrito no significa que todos los caminos están cerrados para el desarrollo de la democracia en América Latina. De hecho, aún con descarrilamientos antidemocráticos, la mayoría de los países del continente, ya son democráticos. El problema es que las democracias continúan siendo muy frágiles y, por lo mismo, permanentemente amenazadas por antidemocracias exógenas y endógenas.

De hecho, el trío antidemocrático de América Latina formado por Cuba, Nicaragua y Venezuela, ya no es hegemónico como casi llegó a serlo el «socialismo del siglo XXl». Ninguno de los presidentes de esos tres países tiene la resonancia de un Castro o de un Chávez. Más bien ocurre lo contrario. Los tres son usados como ejemplos negativos por las derechas, en todas las elecciones que han tenido lugar. Tanto Petro, Boric, Fernández, han debido distanciarse de sus homólogos autócratas. Sin embargo, la posibilidad de las caídas regresivas, continúa siendo un constante peligro continental.

El hecho de que un régimen tan atroz como el de Putin no sea condenado con énfasis por las democracias latinoamericanas, entrega la impresión de que diversos gobiernos de América Latina, no solo de izquierda, mantienen todavía una relación de parentesco con las antidemocracias extra continentales por el solo hecho de que estas son antinorteamericanas. Las venas antidemocráticas de América Latina continúan abiertas.

No hay democracia sin democratización. Eso significa que la democracia no es «un modelo» al que hay que adoptar. Si América Latina pasa definitivamente a través de las puertas que llevan a la democracia, será como resultado de sus propias experiencias históricas. Momentos ciudadanos de democratización, los llamaremos.

El autor que aquí comentamos, Klaus Meschkat, creyó advertir en Venezuela uno de esos momentos ciudadanos. Fue el año 2007 cuando la ciudadanía venezolana, no solo la antichavista, sino también sectores que adherían al chavismo, se negaron a cambiar la Constitución por otra que entregaba plenos poderes al caudillo. En ese instante la división de la ciudadanía no fue de izquierda contra derecha sino en defensa o en contra de una Constitución que, por lo menos proforma, es todavía la que rige en el país. Que la oposición venezolana, a partir del 2018, abandonara la ruta constitucional trazada el 2007, es una historia a la que ya nos hemos referido en otras ocasiones

Traigo ese ejemplo porque hace muy poco tiempo Chile ha vivido un proceso similar al de la Venezuela del 2007. Así como en Venezuela fue rechazada la Constitución de Chávez, en Chile, septiembre de 2022, una impresionante mayoría rechazó una Constitución refundacional, una Constitución de izquierda y de la izquierda, pero que a su vez fue negada por amplios sectores de izquierda y de centro-izquierda. Los electores chilenos demostraron así que no quieren ni a una Constitución dictada por una dictadura, ni a una Constitución dictada por una ideología. Quieren una Constitución para todos los ciudadanos, y eso es muy distinto.

En ese No rotundo a una Constitución ideológica ejercitado por los venezolanos el 2007 y por los chilenos el 2022, anida un potencial democrático al que hay que prestar atención. Uno que va más allá de los partidos y sus supuestos líderes. Uno que traspasa incluso el muro izquierda-derecha. Un deseo transversal por vivir en libertad, pero protegidos constitucional e institucionalmente.

La democracia, en fin, no llega de pronto sino en diversos episodios, entre otras cosas porque la democracia no solo es un sistema de gobierno, sino una forma política de ser en la vida.

Twitter: @FernandoMiresOl

Fernando Mires es (Prof. Dr.), Historiador y Cientista Político, Escritor, con incursiones en literatura, filosofía y fútbol. Fundador de la revista POLIS.

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Alejandro J. Sucre

El potencial que Venezuela tiene para crecer y aportar exportaciones al mundo es inmenso. Según el Atlas de Recursos Naturales (https://www.worldatlas.com/articles/countries-with-the-most-natural-reso...), Venezuela es el octavo país en el mundo con mayores recursos naturales comercializables y el octavo en términos per cápita. Venezuela tiene un inventario de USD 14,3 trillones en recursos naturales comercializables como productor y exportador líder de numerosos minerales, incluidos petróleo, mineral de hierro, oro, carbón y bauxita, sin considerar su capacidad gasífera, agrícola, turística, manufacturera, logística, financiera y tecnológica.

Venezuela necesita líderes políticos nacionales e internacionales que permitan a Venezuela atraer de los mercados nacionales e internacionales $3 trillones en inversiones en los próximos 10 años para desarrollar su potencial económico y expandir su PIB anual a USD 1 Trillón por año, basado en recursos naturales, agrarios y demás sectores de la economía. Una economía de $1 trillon de dólares permitiría un PIB per capita de USD 30,000 en lugar de los $2.000 que hoy obtiene. Esta economía de un trillon de dólares o un billon de dólares se pierde solo por malas políticas de dirigentes o incompetentes o corruptos y un aparato de gobierno que no funciona, junto a un cuerpo militar que se desvio de sus aportes.

Debido a la corrupción y desvíos de recursos del estado para lucro de funcionarios, hoy al contrario, la economía venezolana se redujo de $300,000,000,000 en PIB del año 2012 a $60.000.000.000 en el año 2021. Fallidas políticas de control de precios y de cambio hasta el 2019, mala política monetaria para inyectar dinero a la economía sin productividad y por razones clientelares, ejecutar obras de infraestructura y contrataciones con el estado a sobre costos y sin licitar. Todo esto ha arruinado el presente y futuro del país.

Asi que podemos enumerar los costos de la corrupción en Venezuela como sigue:
1.- Millones de estudiantes no se educan adecuadamente para participar de la economía mundial ya que tienen infraestructura de escuelas inadecuadas y maestros mal remunerados. Esto quita las posibilidades de que los millones de estudiantes salgan bien preparados para conducir empresas productivas a nivel mundial. Y pensar que los roba gallinas del estado dejan de hacer escuelas solo para llenarse el bolsillo y luego invertir dinero robado en Miami o Europa comprando bienes que no dejan dignidad.
2.- Hospitales que tampoco se construyen y los que existen no se mantienen adecuadamente. Esto hace que la salud del pueblo quede diezmada para que unos vivos tengan millones de dólares y que lo inviertan en paraísos fiscales.
3.- Política monetaria inflacionaria para repartir a amigos del partido contratos del estado que luego no ejecutan. Esta política monetaria clientelar genera inflación, devaluación e impide el financiamiento bancario a largo plazo para impulsar las actividades productivas de la nación y construir viviendas. Esto multiplica el desempleo y la ranchificacion del país. Todo para que unos vivos se hagan mansiones en urbanizaciones exclusivas de Venezuela y del exterior.
4.- Autopistas que no se ejecutan y se cobran. Esto impide que se desarrollen los pueblos del interior del país. Que veamos tanta gente deambulando por los pueblos de Venezuela sin trabajo, vegetando sin desarrollar sus talentos. Que observemos el potencial desarrollo agrícola, minero e industrial pasmado ya que no hay vialidad, ni electricidad estable ni telefonía, porque a todo se le pone sobreprecios. Todo el país queda si servicios y no permite que el turismo ni la producción ocurra y arruina a todo venezolano honrado.
5.- Distorsiona y estimula a todos los venezolanos a ser corruptos y buscar chambas con el estado ya que es la manera rápida de hacer dinero y no con el trabajo. Nada vale mas en Venezuela ante las autoridades del estado que deciden repartir el dinero del fisco como piñata a sus pana en otorgar contratos y beneficios sin producir. Y asi se empobrecen el resto de la sociedad.
6.- Fuga de capitales y de talentos para otros países donde hay respeto a la inversión y al trabajo.

Los políticos venezolanos deben tener un plan para ganarse la vida mas constructivo. Los políticos de los países que prosperan luego de ocupar altos cargos, no se quedan allí buscando reelecciones indefinidas para robar indefinidamente a las instituciones del estado junto a sus amigos. Mas bien por su prestigio y por sus contactos luego, los políticos de países desarrollados crean fundaciones o son miembros de juntas directivas de empresas de altísimo alcance internacional. Son asesores y escriben libros muy vendidos. Los políticos y militares venezolanos deberían buscar una forma menos depredadora de ganarse la vida, que hasta permite que la Guardia Nacional asalte a la población que circula en las deterioradas autopistas del país.

Venezuela tiene un gran futuro si los políticos del gobierno y de la oposición cambian sus aspiraciones y dejan de ofrecer nuestro país a los rusos, chinos, iranies, y americanos. Los politicos de oposición y del gobierno deberían ofrecer el país a los venezolanos para crear instituciones de largo plazo que aseguren un gasto fiscal licitado y productivo, una política monetaria sin inflación, que permita el crédito a largo plazo, una política arancelaria que permita a Venezuela desarrollar sus ventajas comparativas en energía, minería, agricultura, turismo, manufactura, logística, bancaria y tecnología. Venezuela si puede ser una gran potencia si su cuerpo militar y político son menos depredadores y se elevan al cargo de ser promotores del desarrollo nacional.

Twitter: @alejandrojsucre

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Carlos Raúl Hernández

Al lado del campus de Apple en Silicon Valley, y también en Hollywood, coexisten la mayor concentración de millonarios con la de homeless en EEUU, y, distinto de ser una paradoja de la desigualdad, es perfectamente comprensible. En medio de apagones en sus empleos o negocios en la post pandemia, no es extraño que los afectados se desplacen a donde está el dinero, a ver si cambia su fortuna, cosa que puede ocurrir. Pero para el insólito resentimiento que se enseña en muchas escuelas de ciencias sociales, tal cosa expresa la condición del capitalismo (aunque el socialismo no produce más que estados fallidos). Vibra en académicos barbudos que fuman pipa y leen a Adorno (auténticos fósiles de los 70) contra las grandes empresas informáticas, motejadas no por casualidad GAFA y GAFAM (Google, Apple, Facebook, Amazon y Microsoft). No es fácil cuestionar la historia de estos gigantes, que comenzaron como microbios y en una generación cambiaron la historia del mundo, pero la ceguera de esos profes es implacable aunque posiblemente reciban la anunciada invitación oficial para venir a Venezuela a reforzar supersticiones.

¿De qué se puede acusar a Apple, que comenzó en 1977 en un garaje de 15 metros cuadrados con 1300 dólares, superó innumerables obstáculos imaginables y todas las pruebas para ser hoy la primera empresa del mundo? La respuesta es que son imputables del crimen más imperdonable: el éxito. Jeff Bezos es otro ejemplo; Amazon estuvo casi quebrada desde 2000 por diez años y su violenta recuperación no se basa en marketing ni en grandes inversiones, sino en la habilidad gerencial que logró en articular miríadas de empresas para hacer delivery global con máxima eficiencia. Por su resentimiento y envidia, las críticas contra el milagro de Amazon dan risa: “oportunismo” para “reducir al mínimo el tiempo que tardan los envíos”. Las empresas tecnológicas crearon en una generación un mundo inimaginable, milagroso, mágico, transformaron los hábitos humanos, la sociedad, sus costumbres. Multiplicaron la productividad por miles, redujeron el costo de las cosas y la pobreza a sus mínimos históricos mundiales, pero los profes las odian.

Ejemplo: 35 años atrás una llamada telefónica a Europa desde Latinoamérica podía costar cien dólares; hoy es gratis por WA. Las críticas barbudas son ideológicas y decimonónicas y no guardan ninguna relación con la realidad, porque viven en el mundo de la lucha de clases. La excomunión inventada es que son monopolios, y con eso les borran mágicamente su condición de pioneras en actividades antes inexistentes, el milagro de las altas tecnologías comunicacionales, telefonía celular, internet, chats electrónicos, y la competencia mundial con las asiáticas Samsung, Huawey, Lenovo, Tick Tock, Tencent, Ali Baba, y muchos no saben que el iPhone es un teléfono chino. Producen masas extraordinarias de riqueza, miles de millones que se distribuyen por la pirámide social, con las que se pagan “los maestros, las enfermeras, los fontaneros, las cuidadoras, cuyo trabajo, impide que la sociedad se derrumbe”. A nadie parecen importarle que sus políticas llevan desarrollo a poblaciones remotas. Un ejemplo entre muchos: Facebock instala una planta en Prineville, Oregón, de apenas 8.500 habitantes, “en medio de la nada” dice DW, pueblo en crisis por la quiebra de su industria maderera.

En un espacio de 650 mil metros cuadrados, construyen instalaciones por 250 millones de dólares, que producirán 180 mil dólares anuales de impuestos. Según el contrato la remuneración de los trabajadores estará 150% por encima de la media. Además, financia el mantenimiento de la infraestructura vial, las escuelas y realizará cursos permanentes de formación profesional para que la comunidad se incorpore a la empresa. Ante las críticas de Greenpeace, explicaron que utilizarán 100% de energías limpias y para los efectos adquirieron una planta termoeléctrica que servirá a toda la población. Cuando yo estudiaba sociología, la academia estaba frontalmente contra los medios, por su influencia alienante que nos rellenaban la cabeza de falsedades kapitalistas que distorsionaban nuestra mente y se hablaba de la utopía de medios participativos, biunívocos, que surgirían “en el socialismo”.

Un filósofo coreano alemán, Byung Chul Han, autor de libros antikapitalistas para leer en el baño, descubre que la verdadera alienación está en las redes participativas, que propician discusiones intrascendentes, hacen olvidar los auténticos dramas y ¡repámpanos! auspician el narcisismo. Resulta que la maldita opresión capitalista está en los chismes de Facebook o en las fotos de las Kardashians en Instagram. Shoshana Zuboff autora de El capitalismo de la vigilancia, dentro de la misma teoría académica de toillete, tiene una con alto componente paranoico: según, la verdadera “culpa” del asalto al Capitolio por Trump es de “los medios” y no del presidente. Y como si no nos hubiéramos enterado de ese episodio, de sus turbias entretelas dolosas y de la falsa denuncia de fraude, precisamente a través de los medios. Detrás siempre el autoritarismo de los profesores radicales. Solo hay libertad de expresión cuando se publican las cosas con las que estoy de acuerdo.

@CarlosRaulHer

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