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Opinión

Jesús Elorza G.

A raíz de la designación de dos Generales de División, por parte del régimen para integrar al Tribunal Supremo de Justicia, los comentarios entre los milicianos de las diferentes brigadas comunales no se hicieron esperar. Algunos se preguntaban sobre cuáles serían los argumentos para incorporar militares al máximo tribunal, si ya ese sector tiene su propia justicia y su Corte Marcial. Eso es incongruente y anticonstitucional, pensaban otros milicianos.

-Camaradas, dijo uno de la UBCH, yo me pregunto si esos recién nombrados tienen títulos de abogados, de no ser así, esa designación tendrá una justificación política mas no jurídica.

- Quiero expresar, que durante mucho tiempo me ha llamado la atención, la deriva militarista de nuestro gobierno. El camarada presidente, siempre ha manifestado una preferencia por los representantes de las Fuerzas Armadas dejando de lado a los civiles que formamos parte activa de las organizaciones revolucionarias, señaló enfáticamente un representante del Partido Comunista.

-Un estudiante de la comuna universitaria intervino para manifestar sus inquietudes con respecto al tema. Déjenme leerles un párrafo de un escrito hecho por un profesor de Derecho Constitucional de la UCV que por casualidad llegó a mis manos:

“…El creciente papel de los militares en la economía, justicia y política venezolana ha ido a contracorriente de los objetivos de un mayor control democrático sobre los sectores de seguridad y defensa. Su creciente participación política y partidista –que incluye su desempeño como represores de protestas sociales y sus labores en el sector de inteligencia– y sus actividades empresariales han potenciado el auge del militarismo. El resultado es la desinstitucionalización, la desprofesionalización y la desconfianza social respecto de las Fuerzas Armadas y la constitución de una suerte de “socialismo militar” …

El joven estudiante tiene toda la razón, declaraban la mayoría de las personas que sentían en carne propia que la consigna chavista de la relación cívico-militar para gobernar el país devino en una gobernabilidad abiertamente autoritaria, que le otorgó al sector militar un papel central en la economía y la política.

A partir de 1999, se avanzó paulatinamente en una militarización de la sociedad. En su primera etapa, el énfasis estuvo puesto en la identificación de la Fuerza Armada como «bolivariana». En 2007, después de su reelección, Chávez privilegió la revolución «socialista» y el papel militar en su defensa. Se introdujo el lema «Patria, socialismo o muerte. Venceremos», que vulnera el artículo 328 de la vigente Constitución de 1999, que señala que la Fuerza Armada es una institución profesional y sin militancia política. El 22 de julio de 2008, por decreto, se promulgó la nueva Ley Orgánica de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana. Esta norma, que fue reformada varias veces por decretos presidenciales, conllevó transformaciones no solamente en la estructura e institucionalidad, sino también en la doctrina militar. Fue en este momento cuando se incorporó el término «bolivariana», por entenderse que la Fuerza Armada pasaba a ser representante del proyecto político de una parte del país. Adicionalmente, se la definió como un cuerpo “patriótico, popular y antiimperialista”.

Esa misma ley fue la que incorporó a la Milicia Nacional Bolivariana, definida en ese momento como un complemento de la Fuerza Armada. Esta milicia dependería directamente del presidente de la República y su actuación incluiría el mantenimiento del orden interno.

-No dejen por fuera la creación del el Comando Estratégico Operacional de la Fanb, presidido por el presidente de la República, señaló un militar jubilado, con lo cual el Ministerio para la Defensa quedaba reducido a funciones básicamente administrativas. Este cambio importante profundizaba así lo que se advertía desde hace varios años: el carácter pretoriano que se iba instaurando en el país y la cada vez más difusa separación entre las áreas de defensa y seguridad pública, en el marco de una creciente militarización de la sociedad.

-Según especialistas en historia de la Fuerza Armada Nacional venezolana, se ha documentado que desde 1999 a la fecha de hoy, más de 2.500 militares de distintos rangos, entre activos y retirados, han desempeñado y/o ejercen cargos en la administración pública.

Los uniformados están en gobernaciones, alcaldías, en los ministerios, en los viceministerios, en la Asamblea Nacional, en consulados y en embajadas. Adicionalmente, con la finalidad de restar poder a las autoridades civiles, el presidente Chávez creó las Zonas de Defensa Integral (ZODI), así como las Regiones Estratégicas de Defensa Integral (REDI), bajo el mando de militares activos. Profundizando el control militar sobre los poderes descentralizados, el 22 de enero de 2018 el Comando de Abastecimiento Soberano emitió un decreto que prohibía a autoridades regionales y municipales llevar a cabo acciones relacionadas con el control y la distribución de alimentos.

-Los militares han desempeñado actividades en el sector económico, como por ejemplo el Plan Bolívar 2000 para la distribución de alimentos e inclusive la presidencia de la estatal petrolera Petróleos de Venezuela (PDVSA), el control del sector eléctrico, el metro de Caracas, las empresas de aluminio, hierro y acero en el sur del país, así como los puertos y las aduanas. A partir de 2013, se conformaron cuatro empresas militares: el Banco de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (BANFANB), un canal de televisión (TVFANB), EMILTRA para transporte de carga por aire, mar y tierra y la empresa agrícola AGROFANB. En 2016, ante la creciente crisis económica, el proceso de control del sector castrense se expandió a áreas estratégicas, como la alimentación y los recursos extractivos.

-Frente a los graves problemas de escasez de alimentos y medicinas, así como de otros servicios básicos de salud y educación, el régimen decidió establecer en agosto de 2016 la Gran Misión Abastecimiento Soberano y Seguro, bajo el mando del ministro para la Defensa, un militar activo. El 10 de febrero de 2016 se estableció la Compañía Anónima Militar de Industrias Minera, Petrolífera y de Gas (camimpeg), la cual firmó varios memorandos de entendimiento con pdvsa. También se le otorgó un papel importante en el Arco Minero del Orinoco, que según el gobierno busca superar el «rentismo petrolero» y diversificar su actividad hacia la minería, entre otros, de oro, diamantes y coltán. Súmenle a todo esto las denuncias sobre narcotráfico, contrabando de gasolina y alimentos.

Todos los comentarios sobre la designación de militares en los sectores de la economía, justicia y política dejan en claro que, la militarización de los poderes solo es una expresión de un “Socialismo Militarista” o mejor dicho una “Dictadura Militar” al mejor estilo del régimen cubano.

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Griselda Reyes

Hace días recibí un comentario de un fiel seguidor de Instagram que reflexionaba acerca del rol de la sociedad civil. El buen amigo Luis César Febres me escribía que si nos organizamos lograremos propiciar los cambios que el país necesita. 100% de acuerdo.

Agregaba este lector que con la participación de la inmensa mayoría ciudadana conduciremos al país por el camino de la prosperidad y el bien común. También estoy acuerdo con esto. Siempre he pregonado acerca de la necesidad de dar paso a mucho más que actores políticos para el rescate de Venezuela.

El país, y así lo recogen las más prestigiosas encuestas, es mucho más que esa militancia partidista que no aglutina más de 14% de la población opositora. Y también va mucho más allá de los márgenes de aceptación que tiene el oficialismo, cifra que hace un buen rato no supera el 20%.

Venezuela tiene cerca de 70% de ciudadanos que no responde, que no se siente identificado con clase política alguna, pero que aspira a un cambio real. Reconectar con esa inmensa mayoría es el reto para los dirigentes políticos y activistas sociales que no formamos parte ni tenemos interés por la casta política tradicional.

Nos corresponde salir a la calle, ir a la Venezuela profunda, recorrer cada uno de sus rincones, presentar a los ciudadanos una propuesta seria y coherente, cuyo objetivo sea el rescate del país y pedirles el voto de confianza para que nos acompañen en esta titánica misión.

Vuelvo a las palabras del amigo Febres, organizando a la sociedad civil es mucho lo que podemos avanzar.

Abrir bien los ojos

Esto lo conecto con otra tarea clave que también reposa sobre los hombros de quienes estamos ajenos a la clase política tradicional venezolana: promover la contraloría social o contraloría ciudadana.

Esta semana, en entrevista para «En Contexto» con Carlos Peñaloza dejé claro qué hay mucho que evaluar y madurar por parte de los políticos. Como país debemos exigir a estos actores que rindan cuentas si aspiran a un cargo de elección popular. ¿De qué viven los políticos? ¿Qué hacen? ¿De dónde vienen? ¿Qué aportan al país?

No es posible que tengamos políticos, que en su gran mayoría, no son dignos de sus cargos, que se saltan la rendición de cuentas, generando una profunda desconfianza entre la ciudadanía. Así lo veo en diversos grupos de WhatsApp y me lo dice la gente en las calles: «los políticos son ladrones, mafiosos, chulos…»; ante lo que, necesariamente, pido no generalicen.

Pero ¿cómo le pedimos a la sociedad que no generalice cuando los políticos no muestran su currículum, no rinden cuenta de sus acciones o no muestran el origen de sus patrimonios? Esto es una nefasta realidad que se replica exactamente igual en los dos bandos.

Entiendo la desesperanza de tantos venezolanos y me preocupa saber que hoy el ciudadano no sueña, no tiene motivos para vivir ni seguir adelante. Abatidos por el desaliento, millones de los nuestros han decidido cruzar las fronteras y huir hacia otros países en busca de oportunidades. ¿Cuántos han perdido la vida en carreteras internacionales, mar abierto, ríos o selvas, persiguiendo el sueño que se les negó aquí?

Sé que los responsables de esta tragedia prefieren hacer caso omiso y no pronunciarse al respecto; y si lo hacen la minimizan hasta convertirla en motivo de burla o reclamo. Sin embargo, como madre, mujer y ciudadana venezolana, pido encarecidamente a mis hermanos que no salgan de esta forma. No percatamos que, en un arrebato, arrastramos de forma irresponsable a criaturas que tienen derecho a vivir. Lo más valioso que tenemos es la vida y debemos preservarla.

Venezuela pide a gritos que se resuelvan sus problemas más inmediatos y palpables: sueldos y salarios, pensiones, alimentación, servicios básicos, salud y educación. Pero frente a esto, es vital que la sociedad civil esté alerta y activa, porque cambiar esta fotografía de país por gente honesta, decente y con propuestas, es tarea de todos.

Twitter: @griseldareyesq

griseldareyes@gmail.com

www.griseldareyes.com

Grisela Reyes es empresaria. Miembro verificado de Mujeres Líderes de las Américas.

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Carlos Raúl Hernández

El progreso es una categoría de la teoría social forjada en el Renacimiento, pulida en la Ilustración y hoy cuestionada: consiste en que la “sociedad mundo” mejora inevitablemente al paso de la historia. Para los determinismos de los últimos siglos, el progreso es irreversible, mientras para posmodernos y reaccionarios teóricos, no existe, es una auto justificación capitalista. Para aquellos la evolución obedece a “leyes objetivas, inevitables, naturales”, y los hombres son barquitos de papel en el oleaje. “La rueda de la historia” va, según Hegel al triunfo de la razón, para Marx al comunismo, y según Comte a la sociedad positiva, tres futuros bañados por “ríos de leche y miel”. El Manifiesto comunista es una oda al progreso “burgués”, en vías al inexorable destino. Dadaístas, surrealistas, neogóticos, posmodernos, hippies y demás antisistema ultras, rechazan la modernidad, el “consumismo”, su corrupción y aman las comunidades tradicionales.

El Romanticismo rousseauniano desde el siglo XVIII, con ramalazos en los siguientes, plantea una revolución reaccionaria, antiprogresista, contra la modernidad, el conocimiento científico y la Ilustración. La ciudad es la nueva Babilonia, corrupción, maldad, perversión que inficiona “la pureza” del pueblo. Defienden las tradiciones, la poesía, el arte, la mitología, y Wagner se dedica a restaurarlos. Para el progresismo crítico, racional, el progreso no es una ley natural, no es indetenible, ni irreversible, sino producto de la acción y la voluntad humanas, aleatorio, que se crea y también se destruye. Los imperios egipcio, persa, mongol, chino, romano, musulmán, sacro-romano, español, británico, ruso-soviético, norteamericano, que dominan el mundo en períodos, decaen y desaparecen.

El progreso es desigual, combinado, no es a perpetuidad sino a plazo fijo. El medioevo sucede al imperio romano hasta el Renacimiento, se perdieron los conocimiento científicos y tecnológicos, la infraestructura de carreteras, acueductos, teatros, que todas conducían a Roma. En el siglo I Roma tenía un millón de habitantes, solo igualados por Londres en 1800. En el siglo XX, caído el imperio soviético, resurge la revolución reaccionaria, ahora posmodernidad, pos-estructuralismo, marxismo cultural, ultra izquierda identitaria con tesis maoístas, camboyanas y africanas, de regresar a los orígenes, ahora con el progreso de rehén, porque lo niegan, pero con astucia se denominan progresistas. Desprecian a “occidente”, se arman del diferencialismo cultural, racial, religioso, sexual con la tesis de “oprimidos contra opresores”.

En la sociedad abierta, lesbianas, heterosexuales, homosexuales, a diferencia del fundamentalismo, y ahora del trumpismo, hacen con su cuerpo lo que les viene en gana, pero para la reacción que usurpa el progresismo, eso no basta. Para Judith Butler “esa es una tesis liberal, no revolucionaria”. Una revolución, que la gente choque y se odie por su sexualidad, religión, color de piel y que el Estado decida tales sexo y odio entre ellos. Sus maestros, Beauvoir, Foucault, Sartre, Lyotard, Deleuze, Millet, Singer, Firestone y muchos más, exaltan la pedofilia, el incesto, la necrofilia. No importa la amputación de clítoris a niñas musulmanas, ni que las casen con ancianos: hay que comprender “las culturas oprimidas” y “la política de género” (sic) calla. El feminismo real logró que las mujeres recuperen indeteniblemente liderazgo en las democracias, pero eso molesta a los identitarios. Las mujeres son directivas en 80% de las mil empresas de punta mundiales, pero los identitarios proponen leyes monstruosas contra el Estado de Derecho. Yo si te creo, Amber Heard.

El culto a las “culturas oprimidas”, localismos, nacionalismos, justificó el terror de ETA, Ira, Sendero Luminoso y del islamismo, ecofundamentalismo y bioterrorismo. La ruptura marxista es ahora más radical porque pretende destruir los valores de la cultura y blande la utopía arcaica. Ante la duda tienen la batería de ridículos insultos “islamofóbico”, “misóginos”, “transfóbicos” y otras lenguaradas de ignorancia, confusión o mala fe. “Cancelan” las grandes teorías de la historia, los “macro relatos”, “narrativas”, según la nueva latiniparla ideológica, pero lo que se hundió realmente fueron los “relatos” colectivistas, no de la democracia ni la economía abierta, ni la libertad y pretenden cubrir el cadáver con un sudario colectivo.

Según Marcuse la lucha de clases ya no movilizaba las masas “opulentas” y para Michel Foucault hay que minar los “micropoderes”. La familia, la empresa, la escuela, la iglesia, el trabajo, las parejas tradicionales, la oficina, debían implosionarse desde dentro. Felix Guatarí plantea la táctica la “revolución molecular disipada”, descomponer la sociedad a partir de sus células básicas opresoras y burguesas. Ante el vacío conceptual de los partidos democráticos, las ideas de la ultraizquierda sesenta-setentosa hoy disfrazadas cautivan desprevenidos. Como siempre el progresismo progresista consiste en defender el Estado de Derecho, la igualdad ante la ley y la no injerencia del Estado en la privacidad.

@CarlosRaulHer

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Guillermo Mendoza Dávila

Para nada es cierto que “el país se arregló”, sin lugar a duda, como tampoco lo es que las únicas mejoras están circunscritas a los muy bien surtidos bodegones de las Mercedes en Caracas.

Por una parte no parece sensato hablar de arreglos, luego de haber perdido en pocos años el 80% de nuestra producción de bienes y servicios (PIB), que pasó de unos US$330 MMM a escasos US$65 MMM, mediante la caída de más dos tercios de la producción diaria de petróleo, junto a un marcado deterioro en la capacidad refinadora. Presenciamos un descalabro en la generación y transmisión de energía, se paralizó la industria y la construcción, mientras que el agro, el comercio, la banca y demás servicios apenas sobreviven y hemos presenciado un desarreglo social de impensable envergadura que se puede medir por unos 5 millones de migrantes pobres que salieron del país más rico de la américa latina. El país no se arregló.

Tampoco podemos esconder que hay un repunte en la actividad económica que surgió de la mano de la dolarización, del respiro en las condiciones de operación del sector privado, una efímera salida de la pandemia y mejores precios petroleros, que se juntaron y sirvieron para presenciar una demostración inequívoca de la vocación y la resiliencia del sector productivo nacional. Con seguridad podremos alcanzar un 10% de crecimiento del PIB este año, lo cual es muy bueno en vacío pero absolutamente insuficiente en el contexto nacional. Además, hay que cuidar que medidas como el IGTF o las inmensas penurias energéticas no dañen lo poco que hemos logrado recientemente.

Si hay todavía muy numerosas y sabidas contrariedades que no es necesario repetir aquí. Tampoco el crecimiento ha llegado a todos los sectores y la construcción es quizás el mejor ejemplo. Para el sector privado la falta de financiamiento es una barrera monumental. Las carencias socioeconómicas de la población son abrumadoras y el mayor compromiso de todos, pero en especial de las autoridades. Y sin embargo, hoy hay crecimiento en el agro, en la industria y en el comercio. En el primer semestre del 2022 la Bolsa de Valores de Caracas listó emisiones por US$16 MM, cuatro veces la cifra alcanzada en el mismo período del 2021. Esto incluye por cierto varios emisores nuevos, algunos pequeños y medianos. Claro que aún es muy poco, pero es mucho mejor.

Que nadie diga que no hay un LIGERO repunte, que no se pretenda borrar con teorías conspiratorias y estilo agorero lo que los empresarios han alcanzado con mucho esfuerzo, sacrificio y dedicación, sobreponiéndose cada día a situaciones contrarias para alcanzar estos pírricos resultados. Sólo nos podremos arreglar si logramos alcanzar ese 10%+ de crecimiento anual por muchos años consecutivos y eso si las autoridades así lo permiten mediante las condiciones pertinentes, pero que nadie diga que no estamos trabajando con mucho ahínco y ya algo hemos logrado.

Diario de Los Andes

25/07/2022

https://diariodelosandes.com/site/venezuela-por-el-camino-que-vamos-por-...

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​José E. Rodríguez Rojas

Al igual que otros movimientos populistas en Latinoamérica el chavismo ha estado, desde sus inicios, integrado por fracciones de signos opuestos. En los primeros años se impone una fracción democrática pro mercado y se instrumentan políticas que favorecen la equidad. Sin embargo progresivamente el movimiento involuciona imponiéndose una tendencia fascistoide, acompañada de políticas anti mercado que lo han alejado de sus banderas fundacionales.

El populismo en América Latina no ha sido un movimiento coherente. Un ejemplo de ello es el peronismo argentino que ha estado integrado, a lo largo de su existencia, por fracciones de signo ideológico distinto. En algún momento se ha impuesto una fracción pro mercado, mientras en otro, las políticas instrumentadas han sido anti mercado. El peronismo argentino todavía se debate en este conflicto que ha complicado la gestión de políticas económicas en el país austral.

En la perspectiva señalada el chavismo, como movimiento populista, ha sido desde su inicio un movimiento constituido por fracciones de signos contrapuestos. En sus primeros años, desde la campaña electoral hasta el 2002, se impone la fracción democrática dirigida por Luis Miquilena. En estos años, el chavismo es un movimiento democrático pro mercado que busca fortalecer las instituciones para profundizar la democracia y luchar contra la corrupción como quedó plasmado en la Constitución de 1999, cuya elaboración fue dirigida por el veterano líder de izquierda. Continuó la política antiinflacionaria concebida por Teodoro Petkoff, adhiriéndose a la Agenda Venezuela. El Banco Central de Venezuela (BCV) continuó controlando la emisión de dinero en forma autónoma y el dólar siguió desplazándose en una banda. La inflación en consecuencia tendió a descender y la capacidad adquisitiva de los trabajadores y la clase media mejoró.

Después del año 2002 se inicia una segunda fase en la cual la fracción democrática es desplazada y el régimen implementó una agenda de orientación antiliberal orientada a expandir la acción del Estado, hostigando la iniciativa individual tanto en el campo económico como en el cultural, así como la disidencia política. Se impone una hegemonía comunicacional y un régimen absolutista y personalista en el marco del cual se desarrolló uno de los mayores escándalos de corrupción en el cual el jefe del ejecutivo y su entorno no diferenciaban entre el patrimonio público y el personal. Esta agenda se lleva a cabo en el contexto de una alianza con Cuba, en lo que dio en llamarse el Socialismo del Siglo XXI. Con la asesoría cubana se instrumentan políticas inclusivas orientadas a ampliar su base electoral. La lucha contra la corrupción se aparca y se privilegia la equidad. Se trata de proteger el ingreso de los más pobres recurriendo a los programas sociales como el programa Mercal, de subsidio al consumo, para protegerlos de los efectos de la inflación; fenómeno que se agudiza gracias a que el ejecutivo utilizó al Banco Central como su caja chica. A pesar de ello los programas sociales logran compensar el efecto de la inflación y se logra mejorar la distribución del ingreso y la capacidad adquisitiva de los sectores de menor ingreso.

Las políticas anti mercado que se implementan en esta segunda etapa lo hacen en un forcejeo con los restos de la fracción democrática que sobrevive. El impacto de las políticas anti mercado es moderado por la presión de esta fracción y los ingresos extraordinarios del petróleo, que impiden el colapso de la industria petrolera y contribuyen a ralentizar la creciente inflación. Se designan gerentes competentes en la industria petrolera, como Guaicaipuro Lameda, que moderan el colapso de la industria. Una vez que Chávez muere y se desploman los precios del petróleo se inicia una tercera fase donde se impone en forma hegemónica la fracción pro cubana y se profundiza el perfil fascistoide y la represión.

En esta tercera fase, que se inicia, en el 2014 surge un Estado fallido como consecuencia del colapso de la industria petrolera y de los precios. La industria petrolera colapsa por la huida del personal y el nombramiento de militares leales para gestionarla, uno de los cuales destruyó un millón de barriles de capacidad productiva durante su gestión. La principal característica del Estado fallido es la desaforada inflación que se impone ante la ausencia de un programa de ajuste como la Agenda Venezuela sugerida por el ex ministro de Chávez, Rodrigo Cabezas. La condición de Estado fallido se refleja también en la perdida de gobernabilidad en amplias zonas del territorio, así como en la crisis eléctrica y de los servicios públicos. La destrucción de las capacidades productivas se profundiza hasta ubicarse a niveles de 1950. Se impone una dolarización de facto que da lugar a una sociedad profundamente desigual.

En síntesis el chavismo involuciona de un proyecto democrático, en sus inicios, hasta convertirse en un movimiento donde privan tendencias fascitoides. A lo largo de esta involución el movimiento se ha alejado de sus banderas fundacionales: el fortalecimiento de la democracia, la lucha contra la corrupción y una sociedad más equitativa. En estos tiempos de negociaciones, el chavismo debe reencontrarse y recoger sus viejas banderas, en particular las que tienen que ver con la equidad y la protección del ingreso de los más pobres, lo cual no se puede hacer sin que se produzca el control de la inflación como lo ha planteado Rodrigo Cabezas, ex ministro de Chávez.

El control de la inflación requiere un programa de ajuste similar a la Agenda Venezuela. Esto implica darle autonomía al Banco Central de Venezuela (BCV) y colocar al frente del mismo gente competente que sepa de políticas monetarias y dejar a un lado la política de colocar en estos cargos a gente leal que no tiene formación para el cargo. Es necesario también un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional y mejorar las relaciones con los Estados Unidos y la comunidad internacional. Todo ello se llevó a cabo en los primeros años del régimen chavista y la inflación se redujo hasta llegar al 12 por ciento mejorando el ingreso de los trabajadores y de la clase media. La dolarización es una salida para unos pocos y no es la respuesta para los más pobres que optaron por el chavismo en sus inicios.

Profesor UCV

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Ismael Pérez Vigil

Repasando lo escrito desde principios de año me doy cuenta que he merodeado varias veces, probablemente sin concluirlo −tampoco lo haré ahora−, el tema de la necesaria renovación de los partidos políticos, como eslabón imprescindible en la cadena para reordenar el rumbo de la oposición democrática venezolana. He dicho que hay tres eslabones en esa cadena, que he denominado de diversas maneras, pero que creo que se pueden resumir en: Programa o propuesta, discurso o “narrativa” −sé que a algunos no les gusta el termino− y liderazgo renovado de dirigentes y partidos.

Tema difícil y algunos signos.

El de la renovación del liderazgo, sobre todo en los partidos, se me hace el más árido, pues no los conozco desde adentro, solo por amigos y por sus manifestaciones y actuación externa. Paradójicamente es el tema más fácil de despachar: Se apela a dos o tres lugares comunes, a cualquier crítica de las que abundan y resuelto, se queda bien con la mayoría del público lector y en las redes sociales y es una vía “segura”, pues como he pensado siempre, nadie va a salir a insultarme o a defenderlos.

Pero ciertamente, algunos amigos y conocidos que militan en partidos o grupos políticos, grandes y pequeños −en realidad, todos son pequeños−, me aseguran que, aunque no en todos, sí hay un proceso interno de revisión, de crítica y autocrítica y sobre todo de intento de renovación de liderazgo y conducción política. No lo voy a ponerlo en duda, no tengo porqué, tampoco ando recorriendo las barriadas y pueblos del país para enterarme de su actividad, pero debemos admitir que no hay muchos signos externos al respecto.

Los Anuncios.

Aclaro que lo que hoy planteo es una preocupación que afecta sobre todo a quienes somos más activos en la actividad política, pero no es que crea que ésta es la preocupación más importante para la generalidad de la población del país. Y lo que nos preocupa a los más involucrados es que solamente hemos visto: Un anuncio de algunos partidos con los resultados de sus procesos de selección de autoridades internas; otros que han anunciado la celebración de congresos ideológicos de discusión; y recientemente la circulación de una lista, algunos dicen que apócrifa, de los precandidatos para la selección en primarias del candidato opositor para las elecciones presidenciales de 2024. Por cierto, la lista que está circulando, contiene pocas sorpresas, solo veo tres que no había visto anteriormente como “presidenciables”, aunque sus nombres no son desconocidos como dirigentes políticos en sus respectivas organizaciones y tienen ya sus buenos kilómetros de rodaje.

Quizás lo exasperante −y sin el quizás− es la lentitud del proceso. Tras casi dos años, tres meses han transcurrido desde el anuncio desde Panamá de la Nueva Plataforma Unitaria, que abarca unas 30 organizaciones, que encabeza un connotado y reconocido dirigente de UNT, y se anunció igualmente que estaba en discusión un nuevo mecanismo de adopción de decisiones para reemplazar el denostado G4, un nuevo mecanismo o reglamento para tomar decisiones y por esa misma fecha o cercana se anunció la voluntad de participar unitariamente en las elecciones presidenciales de 2024 y la ya mencionada escogencia mediante un sistema de primarias del candidato a representar a la Plataforma en ese proceso, durante el próximo año, fecha que a algunos resulta peligrosamente tardía.

Insuficiencia de los anuncios.

Si veinte años no es nada, como dice el famoso tango, tres meses es realmente muy poco y sin embargo en política es una eternidad, sobre todo si desde hace más de dos años se esperaban anuncios de definición política, de rectificación de rumbos −algunos esperaban hasta golpes de pecho, no es mi caso, por ser una práctica inútil− y sobre todo sí después de que se hacen los anuncios, no sabemos mucho más de lo que sabíamos al principio. El vocero de la Plataforma ha guardado el prudencial silencio que lo caracteriza, pero que puede llegar a exasperar.

Por supuesto que no espero infidencias ni discusión pública, por prensa o “asamblearia” de estrategias, pero al menos algún indicio, pues nada sabemos del mecanismo de adopción de decisiones, si existe, si se reúne, si toma decisiones; tampoco sabemos nada del “reglamento” para tomarlas y poco menos se sabe acerca de las famosas primarias, que no sea la catarata de precandidatos −ellos no necesitan de mayor información para lanzarse al agua−, nada sabemos tampoco acerca de quienes podrán o no participar, si finalmente habrá o no apoyo del CNE −punto álgido−, si habrá o no una segunda vuelta, incluso algunos aun hablan de “selección por consenso”, “encuestas”, o algún tipo de “comité de notables”, etc. El único “anuncio” diferente a estos −y que esperaba que fuera un chiste del Chigüire Bipolar o una humorada de Puzkas− fue uno según el cual el presidente interino lanzaba la “estrategia” de no llamar presidente a Nicolas Maduro, sino dictador, incluso algunos están recogiendo firmas al respecto, para enviarlas, nunca sé exactamente a que organismo internacional. Hecho este último comentario, regreso a que, con tales escuetos anuncios, la deuda de renovación de los partidos opositores, pendiente desde los años 90, no se termina de saldar.

Impacto del control informativo.

Es cierto que nos enteramos poco a nivel de opinión pública por el férreo control que mantiene el gobierno en los medios de comunicación social, que filtra, censura y bloquea medios y portales, que restringe la posibilidad de divulgar noticias que no le convienen y que tiene una pericia innegable para difundir noticias falsas, rumores y tiene verdaderos especialistas en eso que hoy en día llaman “posverdad”; pero aun nos quedan redes sociales −al menos a algunos, que no es mi caso− para enterarnos de los avatares de la política , pero lo que a mí me llega por los chats de amigos, es muy poco; al menos de información real, valiosa o confiable, no así de chimes y dicterios de los anti oposición democrática, que son legión y muy activos en esos medios.

En circunstancias normales, que éstas no lo son desde hace 23 años, eso no sería problema; no era de esperarse, en el pasado, una febril actividad política a casi dos años del proceso electoral, pero como ya dije, los partidos opositores nos están debiendo una seria reorganización desde hace más tiempo que esos 23 años; el silencio que guardan cuando fue evidente en 2019 el fracaso del experimento del Gobierno Interino −y conste que soy uno de los fervientes defensores de la gestión de Juan Guaidó− no se subsano con el llamado a abstenerse en las elecciones de presidente en 2018 ni en las de Asamblea Nacional en 2020. Ya vemos los resultados, a Nicolás Maduro no le dio ninguna vergüenza asumir la presidencia, en la que ya lleva 4 años y cada día con mayor reconocimiento, en la práctica, por muchos de los que en principio lo desconocieron y aun lo desconocen en lo formal; ni la Asamblea Nacional ha tenido ningún empacho en legislar y tomar decisiones que en nada ayudan al país y solo favorecen la continuidad del régimen.

Los signos desalentadores.

Se podría decir que hay que continuar con la paciencia, que hay algunos signos, ya mencionados, que pudieran ser alentadores, pero… hay también aspectos muy desalentadores; uno, que en la medida que pasa el tiempo, la situación de emergencia humanitaria del país, no mejora, empeora; eso del “arreglo” de la economía solo lo creen los propagandistas del régimen, sus funcionarios y sus acólitos; y algunos representantes de grupos económicos opositores y sus asesores que algún interés tienen en que sea cierto; dos, y esto es lo verdaderamente peligroso para la democracia a futuro, que cada vez crece más el escepticismo y desánimo en la población hacia la política, cada día en las encuestas crece más el número de los desinteresados que engrosarán sin duda el contingente de abstencionistas en los procesos electorales, que ya es muy alto y se aproximará peligrosamente al 40%, contando allí solamente a los indiferentes, a los abstencionistas endémicos, los que se abstienen siempre, desde 1998, sin incluir “los nuevos abstencionistas”, esos que engrosan las filas con él: “con este CNE, no”… (aunque alguno/a parece que vienen de regreso, al menos en lo que a participación en primarias opositoras se refiere); y tres, pero no únicos, mientras esto ocurre el régimen, hábilmente manipulando la información, crea la impresión de que se consolida y que su “popularidad” crece, aunque sepamos que no, por las múltiples manifestaciones diarias en contra, pero…que debido al control informativo y la falta de darles “organicidad” opositora, no parece que tienen un efecto muy grande en el ánimo de la población.

Conclusión.

De la respuesta que me intento dar a esos tres problemas, viene la pregunta que da título a este artículo: ¿Qué nos pasa? ¿Por qué la demora? ¿Es incapacidad de dar una alternativa? ¿Cómo se rompe esa inercia?... y no tengo respuestas satisfactorias. Regresaré entonces en el próximo artículo a algunos temas más concretos; el del voto en el exterior, por ejemplo, a la espera de la evolución de los resultados y comentarios de algunos eventos que al respecto se dieron en la presente semana.

https://ismaelperezvigil.wordpress.com/

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Isglovi Alcalá

La economía venezolana desde inicios de 2022 ha mantenido una tendencia de crecimiento como lo han señalado firmas como Ecoanalítica y Datanálisis; así como el Observatorio Venezolano de Finanzas. Sin embargo, a las empresas les tocará seguir enfrentando desafíos por lo que resta de año. Así que el socio y director de Front Consulting Group, Alfonso Riera, enumera cuáles son los tres retos que considera más relevantes.

Sostuvo que las empresas están operando en una “Venezuela con un pequeño reflote, por lo que deben hacerle frente con los inventarios adecuados. El comercio a nivel de inventarios en el anaquel y la industria con materia prima para producir”.

En este sentido, explicó que uno de los primeros desafíos que tienen que enfrentar las empresas, en este momento de “pequeño reflote”, es la falta de crédito. “Todo lo están trabajando con capitales propios y posiblemente muchas empresas no lo tengan. Tampoco tengan la disponibilidad para abastecerse adecuadamente y, eventualmente, afrontar la demanda en ascenso que se está viviendo”, comentó.

Por otro lado, recordó que sobre todo en el sector comercial hay muchos emprendimientos o negocios que se mantienen informal, por lo que el segundo desafío es hacer frente a los “costos de formalización, que son muy altos en Venezuela. Es decir, constituir una empresa, notariar un documento, registrar un acta es complicado. Ese sería un desafío que tienen los empresarios que no se han formalizado”.

Riera señaló que el aumento de los gastos operativos es el tercer desafío que enfrentan las empresas. “Este es un desafío importante en la Venezuela de hoy, ya que después de Guatemala somos el país con mayor nivel de gastos operativos. Incluso, los servicios se han privatizado o se han actualizado las tarifas y no al mismo ritmo que se pueda trasladar al precio de los productos”, agregó.

Empresas formales tienen mayor capacidad de reacción

El director de Front Consulting Group enfatizó que algunas empresas afrontarán lo que queda de año de manera positiva, sobre todo las formales, ya que tienen mayor capacidad de reacción para hacerle frente a los desafíos antes mencionados.

«Veo como mayor reto o una problemática el tema de la normalización de los negocios. Poder tener cuenta afuera y ser beneficiados con métodos de pago en dólares es realmente costoso. No todos lo podrán hacer, aunque algunos están haciendo un bonito esfuerzo. Sin duda, algunos lo lograrán y otros no”, manifestó.

Por otro lado, resaltó que para que las empresas tengan éxito durante el año deben tener crédito porque es un factor fundamental. “Aunque la gente y los empresarios lo están solventando con vías alternas. Una es la bursátil, que ha estado muy en boga, pero conlleva un proceso al que no todas se podrán someter.»

Otros, explicó Riera, son los fondos de capitales que están apalancando la industria y el comercio y «eso ha venido fluyendo de una manera interesante, pero también es lento y quizás es excluyente o sea no para todos. La mayoría está tratando de sobrevivir con capitales propios o invitando a terceros, es decir, un préstamo a riesgo”.

Explicó que los préstamos de capital son la vía que está dando resultados. Sin embargo, “todos esperamos obviamente que la situación financiera de la banca se regularice, aunque ha habido unos pasos muy tímidos para que de alguna manera pueda fluir el crédito empresarial, el cual es fundamental y más aún en una economía que vive un pequeño reflote”.

Se han creado cerca de 4.000 emprendimientos en los últimos dos años

Riera, quien también fue presidente de la Cámara Venezolana de Franquicias, reveló que en los últimos dos año se han creado más de 4.000 emprendimientos. “Pero seguramente dejamos de contar muchos más y creo que con respecto a esa cifra podemos tener un default de monitoreo de 20% o 25%, lo que significa que esa cifra podría ascender a 5.000 emprendimientos”, agregó.

Manifestó que actualmente el rubro de mayor acción es el de alimentos en general, que incluye venta, distribución y gastronomía. “No obstante, han venido moviéndose también otros rubros importantes como son los electrodomésticos y electrónicos, también los servicios tecnológicos. Lo que es calzado y confección tímidamente comienza a crecer, pero no es el más activo y el sector salud, que es uno de los más importantes y que después del de alimentos se ha movido con mucho dinamismo”, puntualizó.

27 de julio 2022

Hispanopost

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