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Opinión

Tirana Hassan

La conclusión evidente que puede extraerse del repertorio de crisis de derechos humanos que se dieron durante 2022 —desde los ataques deliberados del presidente ruso Vladimir Putin contra civiles en Ucrania, la prisión al aire libre que impuso Xi Jinping a los uigures en China hasta el riesgo de hambruna al que los talibanes han expuesto a millones de afganos— es que un poder autoritario irrestricto va dejando tras de sí una marea de sufrimiento humano. Sin embargo, 2022 también reveló un desplazamiento fundamental del poder en el mundo, que allana el camino para que todos los gobiernos preocupados por esta situación puedan actuar contra los abusos protegiendo y fortaleciendo el sistema global de derechos humanos, en especial, cuando las medidas que toman las principales potencias son escasas o problemáticas.

Hemos sido testigos de cómo los líderes mundiales se desentendieron cínicamente de sus obligaciones en materia de derechos humanos y negociaron con cinismo la rendición de cuentas por parte de quienes cometieron violaciones de derechos humanos, a cambio de presuntos beneficios políticos a corto plazo. El compromiso loable formulado por el candidato presidencial estadounidense Joe Biden de hacer de Arabia Saudita un “Estado paria” por su historia en materia de derechos humanos quedó en entredicho con un apretón de manos casi amistoso que mantuvo con Mohammed Bin Salman cuando asumió funciones y tuvo que enfrentarse al elevado precio del combustible. A su vez, el gobierno de Biden, a pesar de que en su retórica prioriza la democracia y los derechos humanos en Asia, ha moderado las críticas sobre los abusos y el creciente autoritarismo en India, Tailandia, Filipinas y en otros lugares de la región por motivos de seguridad y económicos, en vez de reconocer que todos estos problemas están relacionados.

Obviamente, no solo las superpotencias mundiales tienen este tipo de doble criterio. Pakistán ha apoyado el seguimiento por parte del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de los abusos en Cachemira, cuya población es mayoritariamente musulmana, pero debido a su estrecho vínculo con China, le ha dado la espalda a posibles crímenes de lesa humanidad perpetrados contra uigures y otros musulmanes túrquicos en Xinjiang. La hipocresía de Pakistán es especialmente evidente si se tiene en cuenta su papel de coordinador de la Organización de Cooperación Islámica (OCI), que cuenta con 57 miembros.

Las crisis de derechos humanos no surgen de un momento a otro. Los gobiernos que no cumplen con sus obligaciones legales de proteger los derechos humanos en su territorio siembran las semillas del descontento, la inestabilidad y, en última instancia, las crisis. Si no se les pone freno, las acciones aberrantes de los gobiernos abusivos se incrementan, y se consolida la idea de que la corrupción, la censura, la impunidad y la violencia son los instrumentos más eficaces para el logro de sus objetivos. Hacer caso omiso de las violaciones de derechos humanos conlleva un alto costo, y no deben subestimarse los efectos en cadena.

Sin embargo, en un mundo donde el poder se desplaza, también identificamos oportunidades durante la preparación de nuestro Informe Mundial 2023, que analiza el estado de los derechos humanos en casi 100 países. Cada cuestión debe comprenderse y abordarse según sus propios méritos, y cada una requiere de liderazgo. Cualquier Estado que reconozca el poder que se adquiere trabajando con otros para generar cambios en la situación de los derechos humanos puede asumir tal liderazgo. Los gobiernos tienen más posibilidades, no menos, de dar un paso adelante y adoptar planes de acción que sean respetuosos con los derechos.

Han surgido nuevas coaliciones y voces de liderazgo que pueden configurar y potenciar esta tendencia. Sudáfrica, Namibia e Indonesia han preparado el terreno para que más gobiernos reconozcan que las autoridades israelíes están cometiendo crimen de lesa humanidad de apartheid contra los palestinos.

Las naciones de las islas del Pacífico han exigido, en bloque, reducciones más significativas de las emisiones por parte de los países que más contaminan, mientras que Vanuatu lidera una iniciativa para plantear los efectos adversos del cambio climático ante la Corte Internacional de Justicia, por su propio bien y el de otros países.

Asimismo, si bien la Corte Suprema de EE. UU. echó por tierra 50 años de protección federal de los derechos reproductivos, la “ola verde” de expansión de los derechos de aborto en América Latina —especialmente en Argentina, Colombia y México— representa una contranarrativa contundente.

Esta es la enseñanza general que puede extraerse de nuestro mundo cada vez más convulsionado: es preciso que repensemos de qué forma se ejerce el poder en el mundo, y que todos los gobiernos no solo tienen la oportunidad, sino también la responsabilidad de tomar medidas para proteger los derechos humanos dentro de sus fronteras y más allá de ellas.

Ucrania: Modelo y reprimenda

La invasión a gran escala de Vladimir Putin a Ucrania en febrero y las atrocidades que ocurrieron posteriormente no tardaron en ocupar el primer puesto en la agenda mundial de derechos humanos durante 2022. Después de que las tropas ucranianas obligaran al Ejército ruso a retirarse de Bucha, al norte de Kiev, la capital del país, la ONU determinó que al menos 70 civiles habían sido víctimas de ejecuciones ilegales, incluidas ejecuciones sumarias, que constituyen crímenes de guerra. Este patrón de atrocidades rusas se ha repetido en incontables oportunidades.

En el Teatro de Mariúpol se refugiaron cientos de residentes desplazados, y en el exterior, sobre el piso, escribieron la palabra rusa DETI (niños) tan grande que podía verse en imágenes satelitales. El objetivo de esta alerta era proteger a los civiles, muchos de ellos niños y niñas, que se resguardaban en su interior. En lugar de eso, al parecer solo sirvió como incentivo para las fuerzas rusas, que bombardearon el edificio hasta destruirlo y mataron al menos a una decena de sus ocupantes, y posiblemente más. Causar sufrimiento a la población civil, por ejemplo, atacando reiteradamente la infraestructura energética de la que dependen los ucranianos para recibir servicios de electricidad, agua y calefacción, parecer ser una parte fundamental de la estrategia del Kremlin.

La temeridad de Putin se debe, en gran medida, a que desde hace tiempo ha podido actuar libremente con impunidad. La pérdida de vidas civiles en Ucrania no causa sorpresa a los sirios, quienes han sufrido graves abusos como resultado de los ataques aéreos tras la intervención rusa en apoyo a las fuerzas sirias al mando de Bashar al-Asad en 2015. Putin reclutó a importantes comandantes militares de esa campaña para que dirigieran la acción bélica en Ucrania, con consecuencias previsibles —y devastadoras— para los civiles ucranianos. Rusia ha acompañado sus violentas acciones militares en Ucrania con una represión de los derechos humanos y de activistas en Rusia que promueven los derechos humanos y repudian la guerra, sofocando el disenso y las críticas al gobierno de Putin.

Sin embargo, un efecto positivo de las acciones rusas ha sido que activó la totalidad del sistema de derechos humanos a nivel mundial creado para lidiar con crisis como esta. El Consejo de Derechos Humanos de la ONU inició rápidamente una investigación con el fin de documentar y preservar evidencias de violaciones de derechos humanos en la guerra y luego creó una relatoría especial para el seguimiento a la situación de los derechos humanos en Rusia. La Asamblea General de la ONU condenó cuatro veces —en casi todos los casos por amplia mayoría— tanto la invasión por parte de Rusia como sus violaciones de derechos humanos. La Asamblea General también suspendió a Rusia del Consejo de Derechos Humanos, y mermó así su capacidad disruptiva sobre Ucrania y respecto de otras graves crisis de derechos humanos analizadas por el consejo.

Los países europeos recibieron a millones de refugiados ucranianos, una respuesta encomiable que también puso en evidencia la doble moral de la mayoría de los países miembros de la Unión Europea con respecto a cómo tratan en la actualidad a innumerables ciudadanos sirios, afganos, palestinos, somalíes y otras personas que buscan asilo. El fiscal de la Corte Penal Internacional (CPI) en La Haya abrió una investigación sobre Ucrania luego de que una cantidad sin precedentes de países miembros del tribunal le remitieran la situación. Diversos gobiernos también se han movilizado para debilitar la influencia y el poderío militar global de Putin; por ejemplo, la Unión Europea (UE), EE. UU., el Reino Unido, Canadá y otros países aplicaron sanciones internacionales específicas contra personas, empresas y otras entidades rusas.

Esta respuesta extraordinaria demostró lo que es posible hacer para impulsar la rendición de cuentas, proteger a los refugiados y salvaguardar los derechos humanos de algunas de las personas más vulnerables del mundo. A su vez, los ataques contra civiles y los abusos nefastos cometidos en Ucrania deben ser un recordatorio de que este apoyo consolidado, si bien es fundamental, no debe confundirse con una solución rápida.

Más bien, los gobiernos deben reflexionar sobre cuál sería la situación si la comunidad internacional hubiera actuado en forma coordinada para que Putin rindiera cuentas mucho antes, en 2014, cuando se desató la guerra en el este de Ucrania; en 2015, por los abusos en Siria; o por la agudización de las medidas represivas contra los derechos humanos dentro de Rusia en la última década. El desafío a futuro es que los gobiernos repitan lo mejor de la respuesta internacional en Ucrania y aumenten la voluntad política de abordar otras crisis que se desarrollen en todo el mundo hasta que haya mejorado genuinamente la situación de los derechos humanos.

Asegurar rendición de cuentas en Etiopía

El conflicto armado en el norte de Etiopía ha recibido apenas una pequeña parte de la atención mundial, que se ha concentrado en Ucrania, a pesar de que han transcurrido dos años de atrocidades, incluidas varias masacres perpetradas por las partes en conflicto.

En 2020, las tensiones entre el gobierno federal de Etiopía y las autoridades regionales de Tigray, el Frente de Liberación Popular de Tigray (FLPT), culminaron en un conflicto en esa región, en el cual las fuerzas regionales de Amhara y el Ejército de Eritrea prestaron su apoyo a las fuerzas armadas etíopes. Desde entonces, el gobierno ha restringido drásticamente el acceso de investigadores de derechos y periodistas independientes a las áreas afectadas por el conflicto, por lo que resulta difícil tomar conocimiento de los abusos a medida que se producen, incluso con la expansión del conflicto a las regiones vecinas de Amhara y Afar.

La ONU y gobiernos han condenado las ejecuciones sumarias, la violencia sexual generalizada y el saqueo, pero no han hecho mucho más que eso. Como consecuencia de una campaña de limpieza étnica contra la población tigray en Tigray Occidental, se produjeron numerosas muertes, hechos de violencia sexual, detenciones masivas y el desplazamiento forzado de miles de personas. El asedio que impuso el gobierno en la región de Tigray continuó durante todo 2022 e impidió a la población civil acceder a alimentos, medicamentos y asistencia humanitaria vital, además de servicios de electricidad, bancarios y de comunicación, lo que representa una violación del derecho internacional.

Los tres miembros africanos elegidos para integrar el Consejo de Seguridad de la ONU —Gabón, Ghana y Kenia— así como Rusia y China, han impedido incluso que se incluya a Etiopía en la agenda de debate formal, a pesar de que el consejo tiene como mandato mantener y restablecer la paz y la seguridad internacional.

Los gobiernos también han vacilado a la hora de adoptar sanciones específicas contra personas y entidades etíopes responsables de abusos. El escrutinio internacional ha recaído en cambio en el Consejo de Derechos Humanos, que renovó por escaso margen el mandato del mecanismo que creó en diciembre de 2021 para investigar y preservar las pruebas de abusos graves e identificar a los responsables. Sin embargo, las autoridades federales etíopes siguen empeñadas en obstaculizar su labor.

En noviembre, un proceso de paz de 10 días impulsado por la Unión Africana (UA) culminó con una tregua entre el gobierno federal etíope y las autoridades de Tigray. Esto ofrece una oportunidad para que otros estados asuman un papel de liderazgo en apoyo a soluciones que puedan interrumpir los ciclos letales de violencia e impunidad. Dado que los medios para lograr la rendición de cuentas interna son esquivos, se precisa de monitoreo internacional, así como de esfuerzos creíbles para conseguir que los responsables de abusos cometidos en tiempos de guerra respondan por sus actos.

Los principales partidarios del acuerdo y los observadores, entre ellos, la UA, la ONU y EE. UU., deberían dar una señal y mantener la presión para lograr que las organizaciones de investigación independientes puedan acceder a las áreas en conflicto y documentar y preservar las evidencias. Es necesario que la rendición de cuentas por estos delitos siga siendo una prioridad, a fin de que las víctimas y sus familias puedan obtener algún grado de justicia y reparación.

Mayor foco en Beijing

En octubre, el presidente chino Xi Jinping se aseguró un tercer mandato sin precedentes como líder del Partido Comunista Chino, constituyéndose así en “líder de por vida” y asegurando que continúe la hostilidad incesante del gobierno hacia las garantías de derechos humanos. Xi se ha rodeado de adeptos y redoblado las acciones para crear un estado de seguridad, profundizando las violaciones de derechos en todo el país.

En la región de Xinjiang, la detención masiva que ha llevado adelante Beijing de alrededor de un millón de uigures y otros musulmanes túrquicos —que son objeto de torturas, adoctrinamiento político y trabajos forzados— y las severas restricciones a los derechos de la población general a la libertad religiosa, la libertad de expresión y la cultura, se destacan por su gravedad, magnitud y crueldad. La ONU concluyó que las violaciones en Xinjiang podrían constituir crímenes de lesa humanidad, lo que coincide con los hallazgos de Human Rights Watch y otras organizaciones de derechos humanos.

El informe riguroso que elaboró la entonces Alta Comisionada para los derechos humanos de la ONU, Michelle Bachelet, basado en años de investigación y en documentos internos, leyes, políticas y declaraciones sobre políticas del gobierno chino, generó un importantísimo punto de referencia común a partir del cual deberían actuar los gobiernos. El hecho de que el informe se publicara solo en los últimos minutos del mandato de Bachelet es indicativo de la intensa presión ejercida por Beijing para que no viera la luz.

El informe propició una considerable movilización diplomática. Se presentó una resolución para abrir un debate sobre el informe ante el Consejo de Derechos Humanos, que no fue aceptada por apenas dos votos. Ese resultado fue el reflejo de la presión de Beijing sobre gobiernos como Indonesia —que manifestó que “no debemos cerrar nuestros ojos” al calvario que atraviesan los uigures y luego votó por “no”— así como su influencia sobre las acciones de aquellos Estados que se abstuvieron, como Argentina, India, México y Brasil. Sin embargo, los votos positivos de Somalia, Honduras y Paraguay, y el apoyo copatrocinado de Turquía y Albania, junto con 24 países mayormente occidentales, demuestra el potencial de forjar alianzas entre regiones y nuevas coaliciones para unirse y contrarrestar las expectativas de impunidad del gobierno chino.

La atención colectiva se ha enfocado en la precaria situación de Xinjiang en materia de derechos humanos, y esto ha llevado a Beijing a adoptar una postura defensiva. El gobierno chino está intensamente abocado a buscar pretextos para explicar su atroz comportamiento. El resultado alcanzado en Ginebra acentúa la responsabilidad de los líderes de la ONU de apoyar el informe y seguir monitoreando, documentando e informando acerca de la situación en Xinjiang y, más ampliamente, en China. Adoptar medidas menos significativas implicaría renunciar a un pilar fundamental de los derechos humanos que es la responsabilidad del sistema de la ONU de proteger a los musulmanes túrquicos en Xinjiang.

A su vez, a medida que crece el sentimiento de incomodidad por el ánimo represivo del gobierno chino, diversos gobiernos, incluidos Australia, Japón, Canadá, el Reino Unido, la Unión Europea y Estados Unidos, han procurado forjar alianzas en materia de comercio y seguridad con India, resguardándose tras su marca de “mayor democracia del mundo”. No obstante, el partido nacionalista hindú Bharatiya Janata al que pertenece el primer ministro Narendra Modi ha emulado muchos de los mismos abusos que permitieron al Estado chino, a través de la represión, afianzar su poder, y que incluyen la discriminación sistemática contra minorías religiosas, la represión del disenso pacífico y el uso de las tecnologías para suprimir la libre expresión.

Las concesiones aparentemente a la ligera que realizan los líderes mundiales en materia de derechos humanos, y que se plantean como el costo necesario de hacer negocios, no tienen en cuenta las implicaciones a largo plazo. Profundizar los lazos con el gobierno de Modi y soslayar su preocupante historial en materia de derechos humanos implica desperdiciar una posición de ventaja que permitiría proteger el valorado, pero cada vez más amenazado espacio cívico en el que se basa la democracia en la India.

El respeto por los derechos como fórmula para la estabilidad

Los autócratas se benefician proyectando una imagen ilusoria que los hace ver como actores indispensables para el mantenimiento de la estabilidad; lo cual, a su vez, parece justificar la opresión que ejercen y las violaciones generalizadas de derechos humanos que cometen para lograr ese objetivo.

Sin embargo, esta “estabilidad”, impulsada por la inagotable avidez de poder y control, infecta y erosiona todas las bases que se precisan para que una sociedad funcione bajo el Estado de derecho. El resultado es, a menudo, la corrupción, una economía quebrada y un poder judicial irremediablemente asociado a la política partidaria. Se desarticula completamente el espacio cívico esencial, con activistas y periodistas independientes encarcelados, ocultos o a merced de posibles represalias.

Las protestas que se prolongaron varios meses en Irán durante 2022 ponen de manifiesto las graves implicancias de cuando las autocracias creen que la represión puede ser un atajo para alcanzar la estabilidad. Surgieron protestas en todo el país como reacción tras la muerte en septiembre de Mahsa (Jina) Amini, una mujer iraní de origen kurdo, de 22 años, que había sido detenida por la “policía de la moral” por usar un “hiyab inadecuado”. No obstante, la protesta contra el uso obligatorio del hiyab es apenas el símbolo más visible de la represión. La nueva generación de manifestantes en todo el país hace eco de las frustraciones de generaciones pasadas: personas cansadas de vivir sin derechos fundamentales y de ser gobernadas por quienes desprecian insensiblemente el bienestar de su pueblo.

El reclamo de igualdad impulsado por mujeres y colegialas se ha transformado en un movimiento nacional popular contra un gobierno que les ha negado sistemáticamente sus derechos, ha llevado una mala administración económica y ha empujado a la población a la pobreza. Este reclamo evolucionó en protestas generalizadas contra el gobierno de Irán, el cual respondió en forma despiadada reprimiendo con fuerza excesiva y letal, a lo cual siguieron procesos judiciales que no son más que una farsa y condenas a muerte para quienes se atrevan a cuestionar la autoridad gubernamental. Las señales de que las autoridades podrían desarticular a la policía de la moral están muy lejos de la exigencia de que sean abolidas las leyes sobre el uso obligatorio del hiyab, y mucho menos de las reformas estructurales fundamentales que los manifestantes están exigiendo para que haya más rendición de cuentas por parte del gobierno.

La relación entre la impunidad por abusos y una gobernanza deficiente también se pone de manifiesto en otros ámbitos. La escasez de combustibles, alimentos y otros artículos esenciales, incluidos medicamentos, dieron lugar a protestas masivas en Sri Lanka, que obligaron a renunciar al primer ministro Mahinda Rajapaksa, y luego a su hermano, el presidente Gotabaya Rajapaksa. Lamentablemente, el hombre a quien el Parlamento eligió para reemplazarlos, Ranil Wickremasinghe, se ha desentendido de los compromisos con la justicia y la rendición de cuentas por violaciones aberrantes cometidas durante la guerra civil que atravesó el país, que se extendió durante 26 años y finalizó en 2009. El presidente Wickremasinghe, en lugar de centrarse en la crisis económica y asegurar la justicia social, reprimió las protestas, e incluso recurrió para esto a la tristemente célebre Ley de Prevención del Terrorismo con el fin de detener a activistas estudiantiles.

También se han producido grietas en las bases de países que parecían impenetrables. En noviembre, la frustración cada vez mayor por las estrictas medidas de confinamiento que se instrumentaron en Beijing como parte de su estrategia de “cero Covid”, se trasladó a las calles, y manifestantes de ciudades de todo el país repudiaron las medidas draconianas del Partido Comunista y, en algunos casos, el gobierno de Xi. Estas notables muestras de resistencia, encarnadas principalmente por personas jóvenes y mujeres jóvenes, demuestran que la aspiración de gozar de derechos humanos no puede eliminarse pese a los enormes recursos que el gobierno chino ha destinado a reprimirlos.

Es fácil celebrar la actitud de los manifestantes que llevan a las calles la lucha por los derechos humanos. Pero no podemos esperar que los manifestantes diagnostiquen los problemas —algo que hacen exponiéndose a un gran riesgo para sí y para sus familias— y que, por sí solos, hagan que rindan cuentas los responsables de las privaciones que han sufrido. Los gobiernos que respetan los derechos deben poner a disposición su fortaleza política y su atención para asegurar que se materialice el cambio —tan necesario— en el ámbito de los derechos humanos. Los gobiernos deben estar a la altura de sus responsabilidades globales en materia de derechos humanos, no limitarse a ponderarlas y adoptar una postura al respecto.

Como ejemplo, se puede señalar el caso de Sudán, cuya revolución popular, entre 2018 y 2019, cuestionó la estructura de poder abusiva que reprimió al país durante décadas. El gobierno cívico-militar de transición que condujo al país durante dos años fue saboteado por un golpe militar a fines de 2021, y puso el futuro del país en manos de autócratas y jefes militares sudaneses implicados en graves abusos, algunos de los cuales están volviendo a cometer actos de este tipo.

No obstante, en un contexto de represión brutal, persisten los comités de resistencia sudaneses, grupos civiles de carácter vecinal que promueven la democracia y que se formaron a partir de la revolución de 2018. Estos grupos insisten en que se lleve adelante una transición de carácter exclusivamente civil y pretenden que los responsables de abusos rindan cuentas por sus actos. En diciembre, varios actores políticos alcanzaron un acuerdo preliminar con los cabecillas del golpe militar, y pospusieron los debates sobre reformas en los sectores de justicia y seguridad hasta una etapa ulterior, pero manifestantes y grupos de víctimas han rechazado el acuerdo.

Para que Sudán avance hacia un futuro con mayor respeto por los derechos, las demandas de estos grupos, incluidos los reclamos de que haya justicia y termine la impunidad de quienes gobiernan, deben ser una prioridad para Estados Unidos, la ONU, la Unión Europea y los socios regionales al interactuar con los líderes militares de Sudán. Quienes perpetraron un golpe de Estado para acceder al poder no renunciarán a él si no hay factores de disuasión o costos económicos.

Del mismo modo, poner foco en las demandas de los millones de personas que ejercen presión para que se reconozcan los derechos humanos y haya un gobierno civil democrático en Myanmar sigue siendo fundamental para abordar la crisis persistente. En febrero de 2021, los militares en Myanmar llevaron a cabo un golpe de Estado y, desde ese momento, han reprimido con brutalidad la oposición generalizada. Durante dos años, la junta militar ha perpetrado abusos sistemáticos, incluidas ejecuciones extrajudiciales, torturas y violencia sexual que constituyen crímenes de lesa humanidad y crímenes de guerra.

La Asociación de Naciones de Asia Sudoriental (ASEAN) elaboró un “Consenso de Cinco Puntos”, negociado entre el bloque y la junta de Myanmar, para abordar la crisis que atraviesa el país. La iniciativa ha fracasado, y varios países de la ASEAN —entre los cuales se incluyen Malasia, Indonesia y Singapur— han reconocido la negativa de la junta a cumplir. Desde que se produjo el golpe, la ASEAN no ha permitido que representantes de la junta de Myanmar participen en las reuniones de alto nivel del bloque. Más allá de eso, la ASEAN ha ejercido una presión mínima sobre Myanmar, mientras otros gobiernos poderosos, incluidos los de Estados Unidos y el Reino Unido, se escudan en la deferencia regional para justificar sus propias acciones limitadas.

A fin de lograr un resultado diferente, la ASEAN debe adoptar un enfoque distinto. En septiembre, quien entonces era ministro de Asuntos Exteriores de Malasia, Saifuddin Abdullah, fue el primer funcionario de la ASEAN que se reunió abiertamente con representantes del Gobierno de Unidad Nacional de la oposición de Myanmar, formado por legisladores electos, representantes de minorías étnicas y activistas de la sociedad civil después del golpe. El bloque debería acompañar esta acción e incorporar en la interacción a representantes de la sociedad civil.

La ASEAN también debería intensificar la presión sobre Myanmar alineándose con los esfuerzos internacionales que buscan interrumpir los ingresos en divisas y la compra de armas por parte de la junta, lo cual, en última instancia, debilitaría a los militares de Myanmar. Como presidente de la ASEAN en 2023, Indonesia debería llevar adelante una revisión de los antecedentes de derechos humanos de la junta y su incumplimiento del Consenso de Cinco Puntos y considerar la posibilidad de suspender a Myanmar para reivindicar el compromiso del bloque con una “ASEAN orientada a las personas y centrada en ellas”.

Los derechos humanos pueden definir —y configurar— el rumbo a futuro

Un año más de reducción del espacio cívico real y virtual en todo el mundo obliga a reconocer que los ataques contra el sistema de derechos humanos se deben, en parte, a su eficacia, puesto que, al exponer los abusos y dar resonancia a las voces de sobrevivientes y de personas que están en riesgo, el movimiento por los derechos humanos hace que a los gobiernos abusivos les resulte más difícil conseguir sus objetivos.

En 2022, a seis semanas de la invasión a gran escala de Ucrania, las autoridades rusas cerraron de manera abrupta la oficina de Human Rights Watch en Moscú después de 30 años de operación continua, junto con las de más de una decena de organizaciones no gubernamentales extranjeras. Los cierres se concretaron tras una década de leyes y medidas represivas que el gobierno ruso adoptó para diezmar a la sociedad civil y forzar a cientos de activistas, periodistas, abogados de derechos humanos y otros críticos a exiliarse. El Kremlin ha llegado a medidas de ese calibre con el fin de aniquilar el disenso, ya que el disenso representa una amenaza. Y allí radica una verdad fundamental: quienes se empeñan en reprimir los derechos humanos muestran su debilidad, no su fortaleza.

Una y otra vez, los derechos humanos son una óptica poderosa a través de la cual podemos contemplar las amenazas más apremiantes que enfrentamos, como el cambio climático. Desde Pakistán hasta Nigeria, pasando por Australia, cada rincón del mundo enfrenta un ciclo casi ininterrumpido de eventos climáticos catastróficos que se intensificará debido al cambio climático, combinados con cambios más paulatinos, como el aumento del nivel del mar. Para expresarlo en términos simples, tenemos frente a nosotros el costo de la inacción de los gobiernos, el asedio constante de quienes más contaminan y el efecto que esto tiene sobre las comunidades, en las cuales quienes ya se encontraban en situaciones de marginación enfrentan las peores consecuencias.

El vínculo inquebrantable entre las personas y la naturaleza ha sido reconocido por la Asamblea General de la ONU, que el año pasado confirmó la universalidad del derecho humano a un medioambiente limpio, saludable y sostenible. Los efectos destructivos del cambio climático se intensifican en todo el mundo, y los funcionarios gubernamentales tienen el imperativo legal y moral de regular las industrias cuyos modelos de negocios son incompatibles con la protección de derechos básicos.

Para evitar los peores efectos del cambio climático y abordar el impacto que tiene sobre los derechos humanos en todas las etapas de sus operaciones, los gobiernos deben trabajar de manera urgente para implementar una transición justa orientada a eliminar gradualmente los combustibles fósiles y prevenir que los agronegocios continúen arrasando los bosques del mundo. Al mismo tiempo, los gobiernos deben actuar con premura defendiendo los derechos humanos en sus respuestas a condiciones climáticas extremas y cambios más paulatinos que ya son inevitables, protegiendo a las poblaciones que están expuestas a mayores riesgos, como pueblos indígenas, mujeres, niñas y niños, adultos mayores, personas con discapacidad y personas en situación de pobreza.

Muchas de estas comunidades también están encabezando las acciones para proteger sus modos de vida y sus hogares contra las extracciones de carbón, petróleo y gas que contaminan el agua que necesitan para cocinar, limpiar y consumir, y que dan como resultado el aumento del nivel del mar en torno a los territorios donde viven. Dar un papel preponderante a las comunidades y a los defensores ambientales que están en la primera línea es una de las maneras más potentes de oponer resistencia a las actividades corporativas y gubernamentales que dañan el medioambiente y proteger los ecosistemas de vital importancia que se necesitan para lidiar con la crisis climática.

Los defensores indígenas de la selva tienen un papel clave para la protección de la amazonia brasileña, un ecosistema que resulta esencial para ralentizar el avance del cambio climático mediante el almacenamiento de carbono. En lugar de brindarles apoyo, la administración del entonces presidente Jair Bolsonaro permitió la deforestación ilegal y debilitó la protección de los derechos de las comunidades indígenas. La destrucción ambiental masiva que tuvo lugar durante su mandato de cuatro años se dio en forma simultánea con graves violaciones de derechos, incluidos actos de violencia e intimidación contra las personas que intentaron detenerla.

El presidente recientemente electo de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, se ha comprometido a reducir a cero la deforestación de la Amazonía y a defender los derechos de los pueblos indígenas. Durante sus dos mandatos anteriores, que se extendieron desde 2003 hasta 2010, la deforestación se redujo notablemente, pero su gobierno también promovió represas y otros proyectos de infraestructura con altos impactos ambientales y sociales en la Amazonía. La capacidad que demuestre el Presidente Lula para cumplir sus compromisos en materia climática y de derechos humanos resulta clave para Brasil y para el mundo.

Una renovada adhesión internacional a los derechos humanos

La magnitud, escala y frecuencia de las crisis de derechos humanos en todo el mundo señalan la urgencia con que se debe establecer una nueva configuración y modelo de acción. Analizar a través de la óptica de los derechos humanos los mayores desafíos y amenazas que se ciernen sobre el mundo moderno no solo revela las causas profundas de los trastornos, sino que también ofrece orientación sobre cómo abordarlas.

Todos los gobiernos tienen la obligación de proteger los derechos humanos y promover que sean respetados. Después de años de esfuerzos fragmentados y, a menudo, tibios, en favor de la población civil que se encuentra amenazada en lugares como Yemen, Afganistán y Sudán del Sur, la movilización mundial en torno a Ucrania nos lleva a reflexionar sobre el extraordinario potencial que se materializa cuando los gobiernos toman conciencia de sus responsabilidades de derechos humanos a escala mundial. Todos los gobiernos deberían abordar con el mismo espíritu de solidaridad la multiplicidad de crisis de derechos humanos que se manifiestan en todo el mundo, y no sólo cuando la situación esté alineada con sus intereses.

Directora Ejecutiva en Funciones

https://www.hrw.org/es/world-report/2023?story=keynote

En INFORME MUNDIAL 2023. Nuestro análisis anual sobre los derechos humanos en el mundo. Human Rights Watch

 24 min


Abraham F. Lowenthal

PRÓLOGO (Traducido con www.DeepL.com/Translator)

Este informe es un producto del Grupo de Trabajo sobre Venezuela, reunido por el Programa para América Latina del Woodrow Wilson International Center for Scholars. El grupo es un conjunto diverso de expertos, incluyendo académicos y ex altos funcionarios de gobierno de varios países, entre ellos individuos con un profundo conocimiento de Venezuela y de las transiciones desde regímenes autoritarios. Presentan sus análisis y recomendaciones, basados en amplios debates y deliberaciones, a título individual, no como representantes de ninguna institución.

El Grupo de Trabajo sobre Venezuela publicó su primer informe importante en noviembre de 2021, "Democratización en Venezuela: Reflexiones sobre un nuevo camino", cuyo autor es el Dr. Michael Penfold, destacado politólogo venezolano y global fellow del Wilson Center. El informe explora las perspectivas para la redemocratización de Venezuela y para lograr la paz social y el crecimiento sostenible en un país debilitado por décadas de extrema polarización política, catastrófico declive económico, corrupción pública, gobierno represivo y sanciones internacionales.

El informe, cuyo autor es el Dr. Abraham F. Lowenthal, director fundador del Programa Latinoamericano y uno de los principales estudiosos de las relaciones entre Estados Unidos y América Latina y de la gobernabilidad democrática, examina las negociaciones recientemente reanudadas entre el gobierno venezolano de Nicolás Maduro y la Plataforma Unitaria, que representa a la oposición democrática. Para muchos observadores de la prolongada crisis de Venezuela, estas negociaciones están condenadas al fracaso. Ese escepticismo es comprensible, y no sólo porque las conversaciones anteriores hayan producido pocos resultados significativos. Después de todo, los principales objetivos de la oposición incluyen elecciones libres y justas que podrían muy bien conducir al fin del gobierno autocrático de Maduro. Además, el gobierno de Maduro ha consolidado su autoridad en los últimos años y ha supervisado una modesta recuperación económica. Por el contrario, la oposición y su principal figura, Juan Guaidó, han visto mermado su apoyo. ¿Por qué entonces los representantes de Maduro harían serios compromisos en la mesa de negociaciones?

Puede que no. Pero el Grupo de Trabajo sobre Venezuela ve posibilidades de que se produzcan avances en estas negociaciones, especialmente si Estados Unidos sigue ofreciendo incentivos, incluido el alivio de las sanciones, que animen al gobierno de Maduro a participar seriamente en este proceso. El apoyo del Grupo de Trabajo sobre Venezuela a las negociaciones no refleja ignorancia o ingenuidad con respecto a la naturaleza de la dictadura venezolana, sino más bien un análisis cuidadoso de los intereses del gobierno de Maduro. Estos incluyen el levantamiento de las sanciones y la normalización de las relaciones internacionales de Venezuela, ambos esenciales para la estabilidad política y económica de Venezuela a largo plazo. Además, Maduro y sus rivales han demostrado su capacidad para llegar a acuerdos, como el reciente acuerdo sobre un fondo de 3.000 millones de dólares, que será administrado por Naciones Unidas, para ayuda humanitaria urgente, con cargo a los activos venezolanos congelados por Estados Unidos.

Como en la mayoría de las transiciones desde el autoritarismo, el proceso en Venezuela será probablemente lento e implicará compromisos incómodos. Como escribe Lowenthal, "es poco probable que las conversaciones y los posibles acuerdos produzcan un rápido traspaso de poder", o que "eliminen los profundos resentimientos entre los venezolanos o produzcan una recuperación económica inmediata". Sin embargo, este diálogo podría mejorar la vida cotidiana y las perspectivas de millones de venezolanos y, al menos, empezar a reconstruir las fracturadas instituciones del país. Eso sería preferible a la alternativa, el castigo perpetuo que el gobierno de Maduro merece ampliamente pero que tiene pocas perspectivas de desalojar a la dictadura.

Por esa razón, casi el 90 por ciento de los venezolanos apoyan estas negociaciones, y nosotros también.

En nombre del Wilson Center y de su Programa para América Latina, expreso nuestro profundo agradecimiento a Abe por sus incansables esfuerzos para aprovechar la experiencia de los miembros del Grupo de Trabajo sobre Venezuela y llegar a un consenso. Sus contribuciones a esta publicación reflejan un compromiso de décadas con el Programa para América Latina. También demuestran su inquebrantable apoyo a la democracia y su inquebrantable convicción de que un diálogo y una negociación serios pueden abrir el camino para salir del autoritarismo, incluso, o quizás especialmente, en casos que implican grandes desequilibrios de poder e intereses y visiones del mundo enfrentados.

Benjamin N. Gedan, PhD

Director en funciones, Programa para América Latina, Wilson Center

Diciembre de 2022

El informe se incluye como archivo adjunto.

 3 min


Nurelyin Contreras

Chevron Corporation reanudó sus operaciones en Venezuela a finales de noviembre de 2022, luego de que el Departamento del Tesoro de Estados Unidos anunciara que su Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC, por sus siglas en inglés) otorgó una licencia limitada por seis meses para la extracción de petróleo en el país. Sin embargo, mantiene la prohibición de pagar impuestos y regalías a la Petróleos de Venezuela (Pdvsa).

La Licencia No. 41, con fecha del sábado 26 de noviembre de 2022, permite a la transnacional estadounidense producir petróleo y derivados en Venezuela, para poder exportarlos a Estados Unidos; así como importar los insumos necesarios para las operaciones.

De hecho, la propia Chevron confirmó que las actividades de envío en Venezuela comenzaron en este mes de enero y dijo que la compañía se enfoca en “operar de manera segura y confiable” luego de reiniciar las operaciones en sus empresas conjuntas afiliadas en diciembre.

El primer cargamento partió de un centro de transferencia de barco a barco cerca de Aruba a su refinería de Pascagoula, Mississippi, según los datos de envío vistos por Reuters el martes.

Sin embargo, la transnacional estadounidense se ha topado con varias dificultades, como la falta de dragado en el canal de navegación del Lago de Maracaibo, estado Zulia, que retrasa las exportaciones al país norteamericano, según la agencia de noticias Reuters.

En tanto se van superando los escollos operacionales, Chevron está buscando personal en distintas áreas para trabajar en Venezuela, donde es socio en cuatro empresas mixtas con Pdvsa y estas son: Petropiar, Petroboscán, Petroindependencia y Petroindependiente.

Francisco Monaldi, economista y experto petrolero, explicó que las operaciones de Chevron -que se han dado en menos de dos meses y de manera rápida-, es algo que «todos nos esperábamos», debido a las negociaciones que se venían desarrollado entre los gobiernos de Estados Unidos y Venezuela «desde hace muchísimo tiempo».

Chevron tiene suficiente petróleo en inventario para exportar

De acuerdo con datos manejados por Reuters, para el pasado 23 de noviembre Chevron ya contaba con 1,79 millones de barriles de petróleo exportables en inventario en sus cuatro empresas mixtas que operan en Venezuela .

Tomando como referencia esta información, Monaldi detalló que, por ejemplo, PetroPiar tenía 1,8 millones de barriles en inventario, mientras que PetroBoscán contaba con los tanques full. «La razón por la que Boscán no producía es porque no tenía más espacio en los tanques. D manera que tenían bastante inventario; además de que en PetroPiar estaban produciendo mas de 50 mil barriles diarios por día», dijo.

Según Reuters, en el primer mes de 2023, Chevron habría logrado exportar unos 500.000 barriles de petróleo pesado Hamaca a Estados Unidos, embarcados desde el puerto Jose de Pdvsa, ubicado en el estado Anzoátegui, provenientes de la empresa mixta petrolera PetroPiar operada por ambas compañías.

Para Monaldi, esto no es de extrañar, debido a que «eso estaba previsto». Incluso, el objetivo era exportar en diciembre porque «hay un montón de petróleo en inventario acumulado». De manera que Chevron tiene la capacidad de exportar crudo sin necesidad de incrementar su producción.

«Por ejemplo, PetroBoscán, que estaba en cero, ahora ya está en territorio positivo. Pero, incluso, sin producir nada, puede exportar bastante petróleo del que ya está en los tanques en inventario», agregó el director del Programa de Energía para América Latina en el Centro de Estudios Energéticos del Instituto Baker de Políticas Públicas de la Universidad de Rice.

No obstante, Monaldi aclaró que la exportación de crudo va a depender de la autorización que otorgue Pdvsa a Chevron.

«Para Pdvsa es un tema de negociación de cuanto se cobra Chevron. Creo que esa es la variable», comentó el experto petrolero, al recordar los obstáculos que se les ha presentado a la petrolera norteamericana, como el problema del dragado en el Lago de Maracaibo.

«La variable fundamental de la velocidad en que salgan tanqueros, dado que ya existen inventarios, son por ahora las negociaciones con Petróleos de Venezuela. Pero, claramente, Chevron está moviéndose rápidamente para recuperar la operación dentro de los límites bastante restrictivos que impone la nueva licencia. Ciertamente, le permite operar y claramente Pdvsa ha autorizado que Chevron tome control de las operaciones como hemos visto en los últimos días, con los anuncios de nombramientos, etc», añadió Monaldi.

Nuevos nombramientos en la industria petrolera y reuniones

La junta directiva de la empresa mixta PetroPiar aprobó la designación de Martin Philipsen como nuevo gerente general para la organización, quien además forma parte de la petrolera Chevron. Quedó establecido que esta designación se fijó a partir del 8 de diciembre de 2022.

La decisión de selección de un extranjero -por primera vez- para la administración de una empresa mixta, «se basó en el conocimiento general del negocio, las capacidades de liderazgo, las habilidades de manejar relaciones con clientes críticos internos y externos y la capacidad de generar resultados para el negocio”, se lee en parte del escrito de la nota de prensa.

Philipsen es graduado en Ingeniería de la Universidad Boschveld en Eindhoven, Holanda y cuenta con una maestría en Ingeniería de Producción y Energía de la Universidad Tecnológica de Eindhoven, Holanda y otra en Economía y Gestión Empresarial en el Instituto Francés de Petróleo.

Asimismo, el pasado viernes el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, designó a Pedro Rafael Tellechea Ruiz como el nuevo presidente de PDVSA, en sustitución de Asdrubal Chávez, quién permanecía en este cargo desde abril de 2020.

Tellechea es militar, ingeniero mecánico y especialista en Finanzas Públicas. En septiembre de 2022, estuvo al mando del retorno de la empresa colombo-venezolana Monómeros, filial de Pdvsa en el país neogranadino, que ahora volvió a estar bajo la gestión del gobierno de Maduro, luego de casi cuatro años administrada por el llamado «interinato» de Juan Guaidó, que era reconocido como autoridad legítima por el Ejecutivo de Iván Duque, hasta que Gustavo Petro tomó el poder de la presidencia de Colombia.

El vicepresidente Sectorial de Economía, Tareck El Aissami, juramentó este lunes a la nueva directiva de Pdvsq, la cual está conformada por:

Presidente: Pedro Rafael Tellechea Ruiz

Vicepresidenta de Finanzas: Heifred Jhoselin Segovia Marrero

Vicepresidenta de Comercio y Suministro Internacional: Génesis Sabrina Ron Solano

Vicepresidente de Comercio y Suministro Nacional: Juan Carlos Díaz Socorro

Vicepresidente de Exploración y Producción: Erick Jacinto Pérez Rodríguez

Vicepresidente de Refinación: Gabriel Rafael Oliveros

Vicepresidente de Asuntos Internacionales: Ronny Rafael Romero Rodríguez

Vicepresidente de Planificación e Ingeniería: Tovar Hugo Villalobos García

Vicepresidente de Gas: Juan Vicente Santana Migliacion.

Antes de dichos nombramientos, el ministro de Petróleo, Tareck El Aissami, informó el martes 29 de noviembre que había sostenido una reunión de trabajo con el presidente de Chevron en Venezuela, Javier La Rosa, y expresó que se firmarían nuevos contratos para el impulso de las empresas mixtas en Venezuela “en el marco de la Constitución».

En diciembre funcionarios del gobierno de Maduro y ejecutivos de Chevron Corp. sostuvieron una reunión privada, con el propósito de debatir temas relacionados a las «operaciones y la gestión», informó Reuters.

De acuerdo con esta agencia de noticias, estaba previsto que se comunicaran con los trabajadores de las cuatro empresas mixtas que comparten la estatal venezolana y Chevron, para informarles sobre los cambios operativos y de gestión.

Chevron busca personal para trabajar en Venezuela

Chevron público en su website oficial; así como en su cuenta de Linkedin la solicitud de búsqueda de personal para trabajar en Venezuela. En total son cuatro cargos que ofrecen, aunque no precisan el número de empleados ni si ya fue contratado el personal.

Todos los aspirantes deben tener el correcto dominio del idioma inglés. Los cargos a ocupar son:

Programador de carga: gestiona el movimiento de personas, materiales, equipos por tierra, mar y aire. Desarrolla estrategias de apoyo al movimiento comercial y operativo que equilibran la confiabilidad, la garantía del suministro y la administración comercial. Mantiene conexiones continuas con los clientes internos para la planificación de la demanda de movimiento al tiempo que garantiza que los proveedores externos respalden la programación y la ejecución del movimiento. Administra y/u opera bases en tierra, campamentos, helipuertos, aeropuertos y tecnologías logísticas asociadas.

Link para postularse:

https://careers.chevron.com/job/barcelona/cargo-scheduler/38138/42555717776

Asistente Administrativo: brinda apoyo administrativo o de oficina a empleados, departamentos o funciones no ejecutivos. Realizar trabajos de mayores niveles de complejidad, alcance e impacto. Puede ayudar con proyectos más complejos. Conocimiento detallado de los procesos y procedimientos del grupo de trabajo.

Link para postularse:

https://careers.chevron.com/job/venezuela/administrative-assistant/38138/42536243040

Expeditor: gestiona el movimiento de personas, materiales, equipos por tierra, mar y aire. Desarrolla estrategias de apoyo al movimiento comercial y operativo que equilibran la confiabilidad, la garantía del suministro y la administración comercial. Mantiene conexiones continuas con los clientes internos para la planificación de la demanda de movimiento al tiempo que garantiza que los proveedores externos respalden la programación y la ejecución del movimiento. Administra y/u opera bases en tierra, campamentos, helipuertos, aeropuertos y tecnologías logísticas asociadas.

Link para postularse:

https://careers.chevron.com/job/barcelona/expeditor/38138/42528179184

Administrador de contratos: ejecuta el proceso de contratación de Chevron P/SCM. Selecciona la estrategia de contratación adecuada, desarrolla los alcances del trabajo, la estructura de compensación y el vehículo de contratación (por ejemplo, contrato, orden de compra, tarjeta P) para gestionar eficazmente el riesgo comercial. Identifica y califica a los posibles proveedores de materiales y servicios y supervisa las licitaciones, la evaluación de ofertas y la adjudicación de contratos. Trabaja en estrecha colaboración con expertos legales y en la materia para garantizar el cumplimiento del contrato durante todo el ciclo de vida del contrato (planificación del contrato, ejecución, gestión posterior a la adjudicación y mitigación de reclamaciones).

Link para postularse:

https://careers.chevron.com/job/venezuela/contract-administrator/38138/42518271552

11 de enero 2023

Hispanopost

https://hispanopost.com/monaldi-chevron-esta-moviendose-rapidamente-para...

 7 min


Richard Haass

El jugador de béisbol estadounidense Lawrence "Yogi" Berra es ampliamente citado por su observación: "Es difícil hacer predicciones, especialmente sobre el futuro". Lo dijera o no, el argumento es válido. No obstante, he aquí diez predicciones sobre el mundo para el año que acaba de empezar.

En primer lugar, la guerra en Ucrania, el tema dominante de 2022, continuará, aunque a un nivel menos intenso. Ni Rusia ni Ucrania serán capaces de lograr una victoria militar completa, si por victoria se entiende arrollar al otro bando y dictar los términos de un acuerdo territorial o político de posguerra.

Tampoco los diplomáticos lograrán la victoria, si ésta se define como alcanzar un acuerdo que ambos gobiernos estén dispuestos a firmar y acatar. La paz requiere líderes dispuestos y capaces de comprometerse, dos elementos que brillan por su ausencia (aunque por razones muy diferentes) en ambos bandos.

En segundo lugar, aunque muchos responsables políticos se centran en la posibilidad de una guerra por Taiwán, esto parece muy poco probable en 2023. El líder chino, Xi Jinping, tiene mucho trabajo con la oleada de casos de COVID-19 que está desbordando el sistema sanitario de su país, suscitando dudas sobre la competencia del Partido Comunista en el poder y debilitando aún más lo que ya era una economía en desaceleración. China no ha abandonado en absoluto su objetivo de hacerse con el control de Taiwán, por la fuerza si es necesario; pero aunque seguirá aumentando la presión sobre Taiwán, lo más probable es que haya aplazado las acciones altamente agresivas durante al menos unos años.

En tercer lugar, la gran noticia del año será la emergencia de Japón como actor geopolítico de primer orden. El crecimiento económico de la tercera economía mundial se ha revisado al alza hasta el 1,5%, y el gasto en defensa va camino de duplicarse y alcanzar el 2% del PIB. Japón, con uno de los ejércitos más capaces de la región, también se alineará más estrechamente con Estados Unidos para disuadir o, en caso necesario, defender de la agresión china contra Taiwán. Incluso más que en el caso de Alemania, 2023 será el año en que Japón entre en la era posterior a la Segunda Guerra Mundial.

En cuarto lugar, Corea del Norte llevará a cabo casi con toda seguridad la que será su séptima prueba nuclear, además de frecuentes ensayos de misiles. Ni Corea del Sur ni Estados Unidos podrán impedirlo, mientras que China, el único país en condiciones de hacerlo, se abstendrá de utilizar su considerable influencia para no debilitar a su vecino y poner en marcha una dinámica que podría causar inestabilidad en su periferia.

En quinto lugar, las relaciones transatlánticas, por ahora más sólidas debido a la voluntad compartida de hacer frente a la invasión rusa y ayudar a Ucrania, sufrirán un aumento de las fricciones, debido al descontento de los europeos con el proteccionismo económico estadounidense y del descontento de los estadounidenses con la continua dependencia económica del continente respecto a China. Los lazos también podrían resentirse por las nuevas diferencias sobre el alcance del apoyo militar, económico y diplomático a Ucrania y los niveles de gasto en defensa.

En sexto lugar, es probable que la economía mundial crezca más despacio de lo que prevén la mayoría de los observadores. El Fondo Monetario Internacional prevé un crecimiento global del 2,7%, pero la realidad bien podría ser inferior, debido a las repercusiones de la mala gestión china de la COVID-19 y a la trayectoria de la Reserva Federal estadounidense, que parece decidida a seguir subiendo los tipos de interés en un esfuerzo por reducir la inflación. La inestabilidad política en algunas zonas de África y América Latina, los fenómenos meteorológicos extremos y las perturbaciones de la cadena de suministro también serán un lastre para los resultados económicos mundiales.

En séptimo lugar, la Conferencia anual de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP28, que se celebrará en Dubai) seguirá decepcionando. Dado que las preocupaciones económicas a corto plazo prevalecen sobre las consideraciones climáticas a medio y largo plazo, es probable que los efectos del calentamiento global empeoren antes de que... empeoren aún más.

En octavo lugar, las relaciones entre Israel y Palestina se volverán más violentas a medida que se amplíen los asentamientos israelíes y la diplomacia no muestre perspectivas de crear un Estado palestino en términos que tanto israelíes como palestinos puedan aceptar. En su lugar, un futuro que podría describirse como una "no solución de un solo Estado" estará más cerca de convertirse en realidad.

En noveno lugar, India seguirá frustrando a quienes le auguran grandes cosas. India seguirá comprando armas y petróleo a Rusia y aferrándose a una postura de no alineación, incluso cuando busque una mayor ayuda de Occidente contra China. Y en su propio país, el peligro es que India siga haciéndose cada vez más antiliberal y menos secular.

Por último, Irán será probablemente el tema dominante de 2023. Las protestas contra el régimen ganarán fuerza en un contexto de deterioro económico cada vez mayor y de divisiones emergentes en el seno de los dirigentes sobre si llegar a un compromiso con los manifestantes o detenerlos y matarlos. El acuerdo nuclear de 2015 no se reactivará, dada la ayuda militar de Irán a Rusia y el deseo de Estados Unidos de evitar lanzar un salvavidas económico al asediado régimen.

Es posible que los dirigentes iraníes opten por seguir avanzando en su programa de armas nucleares con la esperanza de lograr un gran avance o de desencadenar un ataque israelí, lo que les permitiría hacer un llamamiento a la unidad nacional ante un ataque externo. Otra posibilidad es que la cohesión de las fuerzas de seguridad dé paso a algo parecido a un conflicto civil. Por primera vez desde la caída del Sha en 1979, el futuro de la República Islámica se verá seriamente amenazado.

Puede que todo esto no contribuya a un año nuevo feliz, pero garantizará un año interesante.

Traducido con DeepL

2 de enero de 2023

Project Syndicate

https://www.project-syndicate.org/commentary/ten-major-global-developmen...

 4 min


José Urrejola

El rápido crecimiento económico no solo puede repercutir en los guyaneses, sino también en los países vecinos. Ante la necesidad de mano de obra, muchos latinoamericanos podrían emigrar a Guyana.

Guyana, un pequeño país de poco más de 800 mil habitantes ubicado al noreste de Suramérica, es uno de los más pobres de la región, pero muy pronto podría dejar de serlo. Grandes consorcios extranjeros, como ExxonMobil o Hess Corporation, extraen cerca de 400.000 barriles de crudo al día de las reservas halladas en 2015 frente a las costas del país angloparlante, generando más de mil millones de dólares en ganancias.

Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), con un aumento de casi un 60 por ciento en su producto interno bruto (PIB), Guyana fue el país que más creció en 2022 y podría seguir haciéndolo este año: "El PIB per cápita ya supera los 9.000 dólares. Se espera que las reservas de petróleo comercialmente recuperables de Guyana superen los 11.000 millones de barriles", informó el FMI.

Asimismo, según previsiones de ExxonMobil, Guyana se convertirá en la potencia petrolera con la mayor producción per cápita del mundo entre 2027 y 2030.

Desarrollo económico "transformador"

En su mensaje de Año Nuevo, el presidente guyano, Irfaan Ali, aseguró que su Gobierno garantizará que "los frutos de este crecimiento se repartan de forma más equitativa entre nuestra población. Nuestro objetivo primordial es la prosperidad compartida, caracterizada por la reducción de las desigualdades".

En conversación con DW, Lars Mangal, director ejecutivo de Totaltec Oilfield Services Limited en Guyana, afirmó que este "desarrollo económico transformador" se está produciendo "a una escala que no se ha visto en ningún otro lugar del mundo". Guyana "pasó de ser uno de los países más pobres del hemisferio occidental, a ser la economía de más rápido crecimiento del mundo", celebró.

Los desafíos de Guyana

Sin embargo, este crecimiento acelerado debe tomarse con cautela. Luis Oliveros, economista venezolano especialista en petróleo, señaló a DW que "Guyana tiene un enorme desafío de no cometer los mismos errores que ha cometido en 100 años Venezuela, y sobre todo en los últimos 24".

"Tiene que buscar fortalecer sus instituciones, crear mecanismos de ahorro —como fondos de estabilización— y de inversión. Debe tratar de que el petróleo impacte de manera positiva y sostenida en su economía", añadió.

¿Un lugar para emigrar?

El creciente interés extranjero en los recursos naturales de Guyana también requiere de más trabajadores para otras áreas: "Fuera del sector petrolero, donde ya hay una gran cantidad de expatriados trabajando, Guyana va a necesitar trabajadores para los sectores de construcción, proyectos de ingeniería o desarrollo del sector médico", explicó Mangal. "Como parte de esta transformación, Guyana acogerá a trabajadores internacionales", agregó.

La migración hacia Guyana va a depender "tanto del ritmo de la actividad, como de las políticas del Gobierno, pero seguramente recibirá presiones migratorias", consideró Roberto Kozulj, economista argentino e investigador de la Universidad Nacional de Río Negro (UNRN), en diálogo con DW.

En tanto, Oliveros, insistió en que el país debe trabajar en "mejorar la calidad de vida de la población para poder atraer efectivamente el capital humano que necesita. Hay mucho por hacer: mejorar aeropuertos, carreteras, servicios y hoteles, entre otros. Lo bueno es que son conscientes de eso y están trabajando para lograrlo".

El impacto de Guyana en la región

Guyana tiene el potencial de "convertirse en un fuerte y serio actor en la región, con la capacidad de apoyar no solo a los países del Caribe, sino que también conectando con países como México, países de Centro América y quizás, en el futuro, incluso con Venezuela", opinó Mangal.

Oliveros, quien también es profesor de Economía Petrolera en la Universidad Central de Venezuela, concordó: "En poco tiempo, (Guyana) va a producir más petróleo que Venezuela y su potencial es superior al de Colombia".

"Guyana constituye un país atractivo para la inversión, por lo que los países de la región deben tenerlo en cuenta", concluyó este experto: "No solo competirá con ellos por los mercados de crudo y producción, sino que también competirá por inversiones y capital humano".

12 de enero 2023

DW

https://www.dw.com/es/cómo-puede-impactar-el-gran-crecimiento-económico-de-guyana-en-américa-latina/a-64362652?maca=spa-newsletter_sp_Titulares-2358-xml-newsletter&r=17270402411132159&lid=2404159&pm_ln=184470

 3 min


Human Rights Watch

En noviembre de 2021, el fiscal de la Corte Penal Internacional (CPI), Karim Khan, abrió una investigación sobre posibles crímenes de lesa humanidad en Venezuela. Desde 2020, la Misión de Determinación de los Hechos de las Naciones Unidas ha identificado motivos suficientes para creer que se han cometido crímenes de lesa humanidad como parte de una política estatal de represión de opositores.

La Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH), que cuenta con presencia en Venezuela, en 2022 dejó de tener acceso a los centros de detención donde hay presos políticos.

Las autoridades judiciales han sido partícipes o cómplices en abusos, sirviendo como mecanismo de represión.

Venezuela atraviesa una emergencia humanitaria compleja, con millones de personas sin acceso a atención básica de la salud ni a una nutrición adecuada.

Las autoridades persiguen y procesan penalmente a periodistas, defensores de derechos humanos y organizaciones de la sociedad civil. Entre los problemas que persisten se incluyen brutalidad policial, falta de protección para las comunidades indígenas y condiciones penitenciarias deficientes.

El éxodo de cerca de 7,1 millones de venezolanos representa una de las mayores crisis migratorias del mundo.

Un informe elaborado en 2022 por una misión de observación electoral de la Unión Europea planteó recomendaciones concretas orientadas a generar las condiciones para que haya elecciones libres y justas. Las negociaciones, que estaban suspendidas desde octubre de 2021, se reanudaron en noviembre.

El informe relativo a Venezuela, que puede ser revisado en el archivo adjunto, presenta observaciones particulares sobre los siguientes puntos:

Persecución, detención y tortura de opositores políticos

Presuntas ejecuciones extrajudiciales

Grupos armados

Independencia judicial e impunidad de los abusos

Derechos indígenas y minería

Derechos de las personas con discapacidad

Orientación sexual e identidad de género

Derechos de la mujer

Derecho de voto

Emergencia humanitaria

La crisis de refugiados

Libertad de expresión

Defensores de derechos humanos

Condiciones en centros de detención

Actores internacionales clave

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Maxim Ross

Quienes tengan el interés y la oportunidad de leer este ensayo se preguntarán porque escogimos estos nombres para titularlo y la razón es muy simple: Por un lado, Venezuela es petróleo y petróleo es Venezuela. Nuestros últimos 100 años de historia están signados por el descubrimiento y explotación de ese recurso natural, con todas las implicaciones y consecuencias que conocemos.

De otro lado, PETROLIA estaría representando una era que estaría por terminar y abre una oportunidad para construir una Nueva Venezuela, donde el petróleo no tenga el mismo protagonismo y cambiemos la manera de organizarla.

Cuando lo afirmamos de esta forma no estamos diciendo que el petróleo se esté acabando o que no siga siendo explotado.

El fin de PETROLIA no es este. Lo que queremos puntualizar es que esa era tuvo un determinado enfoque y es a eso a lo que nos referimos cuando decimos que ese “modelo” está mostrando su agonía, en lo económico, lo político, lo institucional y lo social.

En este ensayo nos concentramos en refutar las ideas y la ideología que orientaron a Venezuela en esos 100 años, cuyos resultados están a la vista.

Invitamos a acompañarnos en esta interpretación y esta apuesta por Una Nueva Venezuela.

Interesados pueden adquirir el libro en:

https://www.amazon.com/-/es/Maxim-Ross/dp/B09JDXNW9Y

Número de páginas: 280

Fecha de publicación: 13 Octubre 2021

ISBN-13: 979-8496006651

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