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Opinión

Cristina J. Orgaz

Ámsterdam, Bruselas y Copenhague. No es casualidad que las ciudades ricas hayan sido las primeras en abrazar el nuevo modelo de "economía de la dona", también conocida como "economía dónut" o doughnut en inglés. Tienen capacidad para actuar más rápido.

La propuesta, ideada por la economista Kate Raworth(Londres, 1970), publicada por primera vez en 2012 y convertida en un exitoso libro después (Doughnut Economics: Seven Ways to Think Like a 21st-Century Economist), ofrece una visión de lo que significa para la humanidad prosperar hoy y los pasos necesarios para lograrlo.

La premisa central es simple: el objetivo de la actividad económica debe ser satisfacer las necesidades básicas de todos y hacerlo en equilibrio con el planeta.

Hay quien ha descrito a Raworth como la "John Maynard Keyenes del siglo XXI", por considerar que sus ideas "redefinen los fundamentos de la economía" y su planteamiento no tardó en llamar la atención internacional: fue presentada como un documento de trabajo para Oxfam en 2012, tomó protagonismo en la Asamblea General de la ONU y fue un referente para el movimiento social Occupy London.

Tuvo tanta repercusión que las ideas se expandieron más allá de las páginas de un libro para dar vida a Doughnut Economics Action Lab, un proyecto que se encarga de proporcionar herramientas y equipar a todo aquel que quiera poner en práctica este modelo de economía, ya sea un barrio, una aldea o una ciudad entera.

La economista española Carlota Sanz es cofundadora de ese espacio, encargado de llevar a la práctica las ideas de Raworth.

"Muchas personas creen que no hay alternativa al modelo económico actual, pero la economía es una ciencia social hecha por personas y las personas pueden cambiarla", le dice en una entrevista a BBC Mundo.

"El hemisferio sur todavía tiene la oportunidad de hacer las cosas diferentes", añade.

Y es que no se trata de un simple debate teórico. Los datos empíricos indican que el capitalismo a su ritmo actual no es sostenible, subraya.

El modelo "consta de dos anillos concéntricos: una base social, para garantizar que nadie se quede corto en las necesidades básicas, y un techo ecológico, para garantizar que la humanidad no sobrepase los límites de la Tierra", explica.

"Entre estos dos conjuntos de límites se encuentra un espacio en forma de rosquilla, o dona, que es ecológicamente seguro y socialmente justo. Este es el espacio en el que la humanidad puede prosperar".

Lo que sigue es un extracto de la conversación que la economista mantuvo con BBC Mundo en la que repasa qué dinámicas económicas hemos heredado, por qué no funcionan y cómo podemos cambiarlas para alcanzar la prosperidad.

¿En que se quedan obsoletas, según ustedes, las grandes teorías económicas desarrolladas en el siglo XX?

Las teorías económicas más ortodoxas de siglo pasado se centraron únicamente en el valor que genera el mercado y en el papel que juega luego el estado en provisionar bienestar.

Hasta hace muy poquito, la narrativa predominante era la lucha entre el mercado y el Estado, y la dicotomía entre ellos.

La propuesta de la "economía de la dona" va mucho más allá: entiende la economía como algo que está por encima de ese debate.

Lo que proponemos es que hay que levantar la cabeza y ver que además estos dos, hay más agentes que generan valor, como el de los hogares, el de la economía doméstica tradicionalmente a cargo de las mujeres, pero también el valor que se crea en los comunes, o sea, en tu barrio.

Y de hecho, creo que esta visión más amplia de lo que es la economía ha quedado completamente en evidencia ahora con la pandemia.

¿Entonces, al hablar de las teorías económicas obsoletas, están hablando del capitalismo?

El capitalismo es una palabra muy grande.

Yo ahora mismo no estoy hablando ni de capitalismo ni de otros sistemas.

Me estoy refiriendo a las dinámicas del sistema capitalista que se han quedado obsoletas.

Una de ellas es este sistema industrial degenerativo.

Esa dinámica de tomar, hacer, gastar y perder, es lo que está provocando que ya estemos excediendo los límites que tiene nuestro planeta vivo.

¿A qué se refiere con industria degenerativa?

Al sistema de producción que tenemos en general.

Usamos plásticos, metales, vidrio, producimos cosas y luego las desechamos.

Eso tiene impacto en los océanos y lagos de todo el mundo. Y vemos residuos electrónicos en los vertederos de los barrios más pobres del mundo.

Las consecuencias de todo esto van desde el cambio climático a niveles de pérdida de biodiversidad catastróficos, o niveles de conversión de tierra que son excesivos.

También hemos heredado, a través de este sistema, unas dinámicas divisivas que centralizan el valor que se genera en una economía en las manos de unos pocos.

La forma en la que hemos estructurado las empresas, la forma en la que se ha desarrollado la ley, las tecnologías, provoca la centralización del poder y que la riqueza estén concentrados.

Y eso es lo que hace que ahora mismo el 1% más rico de la población mundial acapare el 50% de la riqueza global o que en la última década el número de millonarios en todo el mundo haya aumentado de 1.000 a 2.000.

Asistimos a una concentración no solo del valor, sino también de las oportunidades.

¿En qué fallaron las teorías del siglo pasado, según ustedes?

Yo creo que es un poco todo.

Al final hemos heredado un sistema donde el progreso tiene una forma de crecimiento indefinido y exponencial medido por el Producto Interior Bruto (PIB).

Tenemos economías que dependen estructuralmente de la expansión, sin importar que se esté traduciendo en una prosperidad real de las personas o que se tenga en cuenta el planeta en el que vivimos y del que dependemos.

A día de hoy, tenemos economías que son más ricas que nunca y, sin embargo, todavía creemos que prosperar significa una expansión ilimitada de una cifra económica como es el PIB.

¿No cree que eso sea así?

Yo creo que no es así.

Esto tiene implicaciones muy grandes en los países del hemisferio sur donde el crecimiento tiene cabida. Pero en los países ricos del hemisferio norte, hay que ver hasta qué punto una economía que ya está creciendo puede seguir expandiéndose indefinidamente.

Bajo mi punto de vista, el debate no es si una economía crece o no, lo importante es qué tipo de crecimiento tiene.

Pero además, hay que reconocer que tenemos países y economías que están creciendo, sin importar que estén prosperando o no.

Para definir qué significa prosperar, tenemos que pensar qué progreso buscamos en el siglo XXI.

Este siglo hemos visto repetidas crisis, como la Gran Crisis Financiera de 2008, la crisis del colapso climático que estamos viviendo o la pandemia mundial.

Y te das cuenta de que precisamente muchas crisis económicas surgen como consecuencia de esos sistemas que hemos heredado.

Y de que son sistemas que se han creado por las personas y que, por tanto, las personas los pueden cambiar.

¿Qué cambios necesitan las sociedades actuales con respecto a estos problemas?

Hay que cambiar ese sistema degenerativo a uno que sea regenerativo y circular por diseño. Uno que funcione dentro de los ciclos de la biosfera y el planeta.

Necesitamos una economía que esté basada en la energía renovable, en la que el principio más importante sea que la basura de un proceso se convierte en combustible para el siguiente proceso.

(Requerimos de) una economía que pueda ser modular por diseño; es decir, donde los objetos, los productos que compramos, puedan desmontarse fácilmente para ser reparados, y así no utilizarlos y desecharlos continuamente a la biosfera.

Pero para que una economía funcione es necesario consumir. Si alguien me repara el tostador significa que no voy a comprar un tostador nuevo y que la marca venderá menos, la fábrica producirá menos, tendrá que despedir trabajadores...

Es verdad. La economía, tal y como está diseñada, depende de que consumamos productos nuevos.

Y lo que plantea la "economía de la dona" es que habría que cambiar el diseño de esa economía hacia una regenerativa y distributiva.

Esto significa que la renta y la riqueza generada por terceros se reparte de forma mucho más equitativa.

He hablado de esa expansión indefinida que de hecho está muy ligada con tu pregunta del consumismo.

O sea, necesitamos consumir, porque si no la economía no crece y entonces no funciona.

Lo que planteamos en nuestro modelo económico es que en lugar de una economía que dependa de esa expansión indefinida, lo que se necesita son economías donde el progreso sea un equilibrio entre lo que las personas necesitan para satisfacer sus necesidades y preservar sus derechos en el marco de los recursos que tiene el planeta.

Estamos tratando de una forma muy distinta el concepto de progreso.

Está implícito en casi todos los discursos económicos que el bien es una curva exponencial, creciente, pero nosotros hablamos de un equilibrio nuevo.

Y este equilibrio tiene una forma distinta. Y en ese en este caso concreto, nosotros lo simbolizados con la forma de la dona (doughnut).

¿Puede explicar, con ejemplos concretos, cómo una economía degenerativa puede convertirse en regenerativa?

El primer ejemplo que me viene a la cabeza es de Ámsterdam, una ciudad que ha adoptado el modelo de la "economía de la dona" para guiar su recuperación social y económica tras la pandemia de covid-19.

En un barrio a las afueras de la ciudad se está construyendo un edificio que se ajusta completamente a los principios de construcción de nuestra propuesta.

Está hecho de materiales recuperados como madera o aluminio, es eficiente energéticamente y tiene un diseño modular.

Los muros no están pegados o cementados, sino que están atornillados y recortados para que se puedan desenlazar y desechar si hay partes que necesitan reparación.

Hoy en día, Ámsterdam está exigiendo a sus contratistas unos mínimos en cuanto a materiales y formas de producción para los edificios públicos.

Estas son medidas que están llevando a que la ciudad se convierta cada vez más en regenerativa por diseño.

Otro ejemplo que me gusta contar es el de la ciudad india de Bangalore, donde se están extendiendo los cafés de reparación. También pasa en Seúl o en ciudades de Ghana. Mitad café, mitad taller, tienen un elemento de comunidad.

Puedes ir con tu tostador y te enseñan a repararlo. O con ropa, muebles, electrodomésticos, bicicletas, vajillas, juguetes.

Por un lado, tienes más conexión comunitaria y por otro la gente está ahorrando dinero. Y, al mismo tiempo, se habilita una vía para reducir el volumen de basura y de residuos que se generaría si en lugar de reparar estuvieses comprando.

¿Y cómo hacemos que la economía no sea divisiva, que las oportunidades y la riqueza no estén siempre en el mismo lado de la mesa y se repartan de forma mucho más equitativa?

La energía es un buen ejemplo.

En India, una comunidad ha instalado microrejillas comunitarias de energías renovables.

Es una red local y descentralizada de generación y distribución, donde la energía fluye alrededor de una comunidad de acuerdo con la demanda.

Esto permite que millones de personas, especialmente en zonas rurales, consigan acceso a la electricidad y hay un uso más eficiente, ya que la transmisión no es centralizada.

Pero es que además, con este sistema se beneficia más gente.

Hay más población que ve cubiertas sus necesidades. Los beneficios se reparten de forma más igualitaria.

La propiedad de esa energía no esté en manos de una multinacional, que al final responde a la maximización de beneficios de los accionistas a corto plazo,

¿Cómo pueden las empresas sumarse a esta forma de pensar y de relacionarse con la comunidad?

Poniendo en marcha políticas que incluyan esa visión de economía más distributiva, como tener en cuenta a los empleados, asignar unos salarios dignos o establecer prácticas éticas a través de toda la cadena de producción.

También con compromisos fiscales.

La cadena de cosméticos Lush es una de las marcas comprometida con el fair tax pledge: pagar la cantidad de impuestos justa en el país donde se debe pagar y en el momento correcto.

Esta política contrasta con la de muchas empresas, que lo que están haciendo es lo contrario.

Es decir, emplean mucho esfuerzo y recursos en no pagar lo que tiene que ser y al país que debe ser.

¿Por qué cree que el pensamiento económico actual y las políticas económicas no está consiguiendo dar respuesta a los cambios sociales?

Creo que es porque estamos estancados.

A día de hoy la transformación que hace falta requiere un cambio muy profundo de mentalidad, de paradigma y de valores.

Se está viendo cada vez, sobre todo a pie de calle.

Hay un movimiento y hay interés por cambiar que se traduce en administraciones un poco más radicales e innovadoras en su forma de abordar los problemas ciudadanos.

Al final también es un tema de intereses y poderes, y de quién tiene poder para cambiar las cosas. Tenemos que pasar a tener un equilibrio.

La esperanza está ahí, en la escuela, en los profesores que se ponen en contacto con el Doughnut Economics Action Lab por que quieren enseñarle a sus alumnos otro tipo de economía.

Hay profesores de universidad que están intentando cambiar currículums, introducir nuevas ideas, introducir nuevos contenidos, explorar nuevos planteamientos.

Creo que también en muchos casos, no solamente va a depender de esperar a que el gobierno o que la jefa de turno dé los pasos.

Mucha de la presión va a venir por el movimiento de abajo, por una red a pie de calle que va a impulsar esos cambios.

@cjorgaz

28 de marzo 2021

BBC News Mundo

https://www.bbc.com/mundo/noticias-56283169

 10 min


Javier Marías

Esta anécdota supera en imbecilidad a las infinitas imbecilidades que desde hace décadas padecemos a diario..No sabemos por qué será recordada esta época en lo que se refiere a grandes acontecimientos —pandemia aparte—, pero, en lo relativo a la “pequeña historia”, me temo que lo será por su pintoresquismo y su extrema ridiculez. Más o menos como en España es hoy vista la censura franquista, que, como quizá no saben los jóvenes, cortaba los besos de las películas, cambiaba diálogos y tapaba con artimañas los escotes de las actrices. Claro que no estoy tan seguro de que hoy se considere risible y grotesca aquella censura: aunque jamás lo reconocerán, es probable que a algunas feministas de cuarta ola les parezca acertadísima y de perlas, por precursora.

La noticia es muy menor, pero hay que prestar atención a lo menor, a veces sintomático de lo grave. En la investidura de Joe Biden intervino una joven poeta que declamó sus versos, Amanda Gorman. Instantáneamente se hizo famosa, no tanto por la calidad de su poesía (eso ahora cuenta poco), cuanto por ser mujer, joven y de raza negra. Le llovieron las ofertas de traducción a otras lenguas, y al parecer ella deseaba que sus palabras fueran vertidas al holandés y que se encargara de la tarea Marieke Lucas Rijneveld. Según la prensa, “el perfil de Rijneveld, una joven no binaria, encajaba” para tan magna empresa, porque “tiene un estilo y tono propios, y ha puesto sobre la mesa temas como la igualdad de género y la resiliencia mental”. Confieso ignorar a medias qué significa “no binaria” e incluso “sí binaria”, y tampoco descifro con claridad ese tema de la “resiliencia mental”. Deduzco algo sobre lo primero al leer, líneas más adelante, que Rijneveld “se identifica como chico y chica a la vez”. Supongo que eso tendrá sus ventajas, pero también dificultades. Lo que no se me alcanza es por qué todo esto faculta a una traductora o traductor para hacer bien su trabajo. Fui traductor bastantes años, y lo requerido era buen conocimiento de las lenguas de partida (inglés en mi caso) y llegada (español), así como ciertas dotes para la escritura. Nada más.

La editorial holandesa (casualmente la misma que publica mis libros, y no sé yo, a la vista de su papelón en este asunto) defendió así su elección: “Ambas autoras son jóvenes y tienen mucho éxito, y sin miedo a decir lo que piensan”. Que yo recuerde, lo que piense un traductor es irrelevante: ha de limitarse a poner en su idioma un texto lo mejor y más fielmente posible, así le guste o repugne. Sin embargo, las redes y algún artículo idiota de prensa (queda señalado el diario Volkskrant) se sublevaron porque Rijneveld es blanca, lo cual es frecuente en Holanda, y eso la invalidaba. “Solo una persona del mismo color de piel que Gorman podría traducir adecuadamente sus poemas”.

En verdad esta anécdota supera en imbecilidad a las infinitas imbecilidades que desde hace décadas padecemos a diario, con un grado de bizantinismo casi imbatible. Según estos razonamientos —por darles honroso e inmerecido nombre—, yo nunca debería haber traducido a Auden ni a Frank O’Hara ni a Ashbery, siendo ellos homosexuales y yo heterosexual. Ni a Isak Dinesen, al ser ella mujer y yo varón. Ni a Conrad, al no ser yo polaco de nacimiento ni haber aprendido mi lengua literaria a los 20 años, como él la suya. Y en realidad no sé cómo me atreví con Sterne, Stevenson, Sir Thomas Browne, Faulkner, Hardy, Nabokov, Yeats, estando todos muertos entonces y yo en cambio vivo. De acuerdo con estos criterios dementes, Yo-Yo Ma o Seiji Ozawa no podrían interpretar a Haydn, Bach, Beethoven o Mozart, siendo asiáticos el violonchelista y el director, y europeos y blancos los compositores. A Ralph Ellison o a Zadie Smith solo podrían traducirlos negros o “aproximados”, por difícil que resultara encontrar traductores competentes de sus razas en Rusia o Hungría o Japón o China, por ejemplo. Y ningún negro ni asiático ni heterosexual ni mujer debería osar ponerse a traducir a Proust, así como ningún homosexual ni mujer ni negro a Hemingway, por dudas que afloren a veces sobre su sexualidad. A mí, dicho sea de paso, me han vertido excelentemente a sus lenguas una inglesa, una holandesa, una húngara, una francesa, una italiana…

Pero Rijneveld, asustada por las feroces críticas, renunció al instante: “Entiendo a la gente que se siente herida por mi elección”, dijo. Y la editorial, a su vez, se sometió: “Queremos aprender de esto dialogando”, y ya busca a alguien que comparta color de piel con la autora. Bien podría ser la activista de origen surinamés que se encargó de manifestar su indignación en Volkskrant y la de “muchos otros que expresaron su dolor, frustración, enfado y decepción”. Santo cielo, tanto agravio, tanto desgarro y tanto drama por la traducción de un poemario.

El asunto es tan ridículo que no sé ni por qué me ocupo de él. Pero es que refleja demasiado bien uno de los grandes problemas de nuestro tiempo: ¿por qué nunca nadie —aquí Rijneveld, la editorial, el diario o la propia Gorman— se planta ante el cretinismo imperante, se niega a obedecer a los oportunistas lunáticos y dice sin más: “No, esto no procede, porque es una tremenda idiotez”?

27 de marzo 2021

El País Semanal

https://elpais.com/eps/2021-03-28/tanto-desgarro-y-tanto-agravio.html

 4 min


Ismael Pérez Vigil

En el interior y en la superficie de la oposición democrática, los temas de discusión se suceden y van cayendo como en cascada. El de la negociación está en el aire. Se siente, se huele, se masculla sobre él con cierta vergüenza todavía; nadie se atreve a asumirlo frontalmente, a proponerlo en voz alta de manera directa; excepto quienes se le oponen. La mayoría se limita a satanizarlo sin mayores argumentos. Pero el tema está allí.

Y no puede ser de otra manera. Si no tenemos la fuerza para acorralar al régimen y obligarlo a renunciar; o si no tenemos el apoyo de la fuerza armada o el respaldo de una fuerza internacional para deponerlo, ¿Qué alternativas nos quedan? En este momento solo tres; una es no “jugar”, no participar en nada y sentarse a esperar mejores tiempos.

Dos, aceptar participar con las reglas del juego que imponga la tiranía y tratar de sacar algún provecho de la situación. O tres, construir una fuerza tal que se oponga al régimen, ponga a dudar a quienes ahora lo apoyan, e ir resquebrajando eso que los especialistas llaman el “bloque hegemónico de poder” y se logre obligarlo a sentarse en la mesa de negociación para buscar una salida. Esa salida a la larga concluirá obviamente en un proceso electoral −con el perdón de la palabra− en el que se pueda participar en igualdad de condiciones.

Son pocas las personas en el país que hoy no concuerdan con que de este régimen de oprobio la única manera de salir es obligarlo a una negociación. El problema es cómo se logra eso.

Pero esta no es la “negociación” que está planteada en este momento, la que el régimen está propiciando y en la que ha accedido a participar. Por lo tanto, la oposición democrática, en esta etapa de reflujo en la que se encuentra, está transitando la ruta larga, pesada, de discutir internamente si debe abstenerse o participar en el próximo proceso electoral.

En realidad, se discute en torno a un mito. ¿Cómo llegar a unas supuestas elecciones “libres”, “competitivas”, negociadas con el gobierno, a cambio de levantar sanciones? Hay un cuestionamiento muy real de muchos analistas y consultores que se preguntan: ¿Por qué vamos a suponer que el régimen, todopoderoso, está dispuesto a negociar y conceder condiciones electorales favorables? ¿A cambio del levantamiento de las sanciones? Les parece contradictorio, un contrasentido y no les falta razón. Veamos.

Si en las circunstancias actuales, de acuerdo con todas las encuestas y la opinión de todos los consultores y analistas el régimen perdería de calle, como se dice coloquialmente, cualquier elección que se organice que sea más o menos libre, ¿Por qué negociaría la posibilidad de perder el poder a cambio del levantamiento de sanciones? ¿De qué le serviría el levantamiento de las sanciones si pierde el poder? La respuesta para algunos es que para el régimen es un buen negocio, eventualmente “cedería” algunas gobernaciones −que en realidad no le restan mucho poder y que siempre las puede controlar con los consabidos “protectores” − a cambio de que le levanten unas sanciones que sí lo perturban. Sobre todo, claro está, si le levantan las sanciones “personales”, las que recaen sobre los personajes del régimen, que varios las tienen y que los afectan y los afectarán, estando o no en el poder, para continuar sus «negocios» y disfrutar sus fortunas mal habidas en cualquier parte del mundo. Esa sería la razón y no el que consideren que su poder esté amenazado, que es lo que no parece muy claro en este momento.

Y no faltan razones para pensar que no vean su poder amenazado, a juzgar por la conducta política, impune, del régimen, para controlar el país. No vale la pena repetir de nuevo todos los abusos, ilegalidades y artimañas de que se vale para lograrlo, las doy por bien conocidas, y son una clara muestra del omnímodo poder del régimen, aunque solo esté sostenido por la fuerza armada nacional y sus colectivos violentos.

Sin embargo, en un mundo globalizado nada es gratis y el régimen ha pagado un precio por todas sus ilegalidades, abusos de poder y violación de derechos humanos, que lo han ido aislando internacionalmente, al menos del mundo occidental democrático. Sería absurdo negarlo. Han contribuido esas sanciones impuestas por algunos países como los EEUU y la UE, de las que el régimen ha tratado, hasta ahora infructuosamente, de librarse.

Siempre he compartido que las sanciones contra un país son inconvenientes pues no solo no logran su propósito de debilitar al régimen contra el cual se aplican y sí debilitan y empeoran las condiciones generales de la población del país. Pero tampoco tengo ninguna duda que las sanciones contra las personas, contra los factótums del régimen, sí tienen eficacia. Y la mejor prueba de esto es la insistencia del nuestro en intentar librarse de ellas y poner como condición su eliminación cuando se les plantea cualquier tipo de negociación.

El objetivo del régimen es utilizar su poder de negociación para librarse de unas sanciones que afectan en lo personal a algunos de sus componentes; ni por un momento podemos pensar que un supuesto daño de las sanciones a la población o una desmejora de su condición de vida sea algo que al régimen le preocupe y quiera resolverlo. Pero si una cosa debemos tener clara es que esa es una señal de que las sanciones personales sí le pesan y debemos tener claro también que el gobierno accedió a negociar en oportunidades anteriores por el peso que ejercen esas sanciones.

Por otra parte, y para finalizar el tema de las sanciones, no debemos cometer la ingenuidad en la que incurren algunos desprevenidos opositores, que favorecen las opciones del régimen, al aducir un cierto daño o empeoramiento de las condiciones económicas y sociales en Venezuela, producto de esas sanciones, sin percatarse de dos cosas; una, que el régimen lo que intenta es escudarse y tapar con el supuesto efecto de las sanciones la desastrosa gestión de casi 23 años en el poder; y dos, que a pesar de lo que dicen algunos voceros opositores contra ellas, varios estudios especializados, de universidades y connotados grupos de pensamiento comprueban que nuestro mísero estado de vida y el deterioro de las condiciones económicas y sociales son el producto de erradas y desastrosas medidas económicas que vienen de mucho antes del año 2017, que es cuando se empezaron a aplicar las mencionadas sanciones.

Como he dicho, no está muy claro que el régimen se sienta amenazado hasta el punto de flexibilizar sus posiciones y hacer concesiones a una oposición que considera, y está, debilitada. Pero lo que he descrito es el marco, el contexto, en el que se desenvuelve la negociación para encontrar una salida a la crisis política y la discusión acerca de si participar o no en el próximo proceso electoral, o en cualquier proceso electoral de ahora en adelante.

Politólogo

https://ismaelperezvigil.wordpress.com/

 5 min


​José E. Rodríguez Rojas

En el primer trimestre de este año se ha producido una reactivación del mercado petrolero, después del colapso del 2019. Ello se ha traducido en un repunte de los precios por encima de los 60 dólares. Uno de los logros del chavismo ha sido convertir a Venezuela en un actor marginal de este mercado, por lo que es poco probable que nuestro país se beneficie del repunte mencionado.

Desde el año 2019, o posiblemente antes, estamos entrando en una nueva era que podríamos llamar post-petrolera, donde los derivados del crudo no juegan el rol determinante que desempeñaban previamente. Las presiones de los ambientalistas y el cambio climático están impulsando la demanda de nuevas tecnologías basadas en otras fuentes de energía, como el carro eléctrico. Se esperaba que la demanda de crudo llegara a un tope dentro de varios años, pero, la Covid 19 hizo que esto se adelantara. Producto del confinamiento la economía global se contrajo, lo cual provocó un colapso de la demanda de crudo en el primer trimestre del año 2019. En consecuencia los precios del petróleo descendieron hasta cotizarse a niveles irrisorios.

Esta situación parece estar cambiando desde los inicios de febrero de este año, gracias a los avances en el proceso de vacunación y la aparición de nuevos tratamientos para la Covid 19, que permiten pensar en una ralentización de la pandemia y el inicio de una recuperación impulsada por el paquete de estímulos instrumentados por Biden y la Unión Europea. Esto ha alentado las expectativas de los inversionistas sobre una pronta recuperación de la demanda de crudo. Este proceso es todavía incierto. Los inversionistas temen que las nuevas variantes del Covid 19, más contagiosas y letales, puedan frustrar la recuperación. A pesar de ello lo precios del petróleo han entrado en una fase ascendente.

En verdad el repunte de los precios del crudo tiene más que ver con las restricciones en la oferta de petróleo que con la confianza en la recuperación de la demanda. En estas restricciones a la oferta ha influido la política del principal exportador de crudo a nivel global, Arabia Saudita, que aspira precios que ronden los 70 dólares y está tomando medidas para lograrlo, contando para ello con el apoyo de los otros miembros de la OPEP ampliada que incluye a Rusia. El cartel petrolero redujo su producción en siete millones de barriles diarios. En la última reunión de la OPEP se esperaba un cambio de política que moderara los recortes señalados y un acuerdo para un incremento de producción, pero se acordó mantener los niveles de producción. Todo ello impulsó los precios a niveles que rondaron los 80 dólares el barril.

En la contracción de la oferta está influyendo también la caída en otras zonas como África, donde algunos países petroleros están comenzando a sufrir por la reducción de la inversión en nuevos proyectos y la reducción de la producción en los existentes. En Estados Unidos la producción de crudo en enero fue un 13% más baja que hace un año. Las exportaciones de petróleo de Irán lucen poco probable que se incrementen rápidamente, pues la administración de Biden no tiene planes de levantar las sanciones.

La reducción de la producción en algunos países refleja la moderación en el gasto de las grandes compañías petroleras. Éstas están adoptando una mayor disciplina en sus inversiones en energía fósil y reorientándolas hacia nuevas fuentes de energía. En ello han influido las perdidas que han sufrido en el periodo reciente y la política energética de la Unión Europea y de la nueva administración de Biden. Representantes de esta última han señalado que su política energética se orientará hacia una más estricta regulación sobre las energías fósiles e incentivar las inversiones en las nuevas energías.

En este panorama global, Venezuela, que era un actor importante en el mercado petrolero antes de 1998, ha dejado de serlo. Uno de los logros del chavismo ha sido la destrucción de la industria petrolera, lo que se ha reflejado en el colapso de la producción y exportación de petróleo, agravado en los últimos años por el deterioro de los precios del petróleo. Venezuela tenía en 1998 una capacidad de producción de 4 millones de barriles diarios. Actualmente los niveles de producción se ubican en 10% de esa cifra. En otras palabras, el chavismo y los militares incompetentes que ha designado para dirigir PDVSA han destruido el 90% de la capacidad de producción de la empresa.

El régimen habla de una recuperación de la producción para llevarla a niveles de 1,5 millones de barriles diarios, pero ello exigirá unos niveles de inversión que el gobierno no dispone. Adicionalmente a ello la desconfianza de los inversionistas hacia el régimen de Maduro pone en duda que logren entusiasmar a empresarios del sector privado a invertir en la deteriorada industria venezolana.

Debido a los raquíticos niveles de producción, el incremento de los precios que se está produciendo desde febrero, no parece beneficiar a Venezuela y provocar un cambio en la situación de deterioro de la industria petrolera.

Profesor UCV

 4 min


Ignacio Avalos Gutiérrez

La nuestra es una época definida, en buena medida, por radicales transformaciones tecnológicas, fundamentadas en la vinculación entre lo físico, lo biológico y lo digital. Palabras como la ingeniería genética, el Big Data y la robótica, la neurociencia, la nanotecnología y otras se suman a una larga lista de términos, imprescindible para describir el impacto que causa en todos los escenarios sociales, incluyendo, desde luego, el deportivo.

La Sociedad Deportivizada.

El deporte es un fenómeno colectivo —religión universal, según no poca gente, y me incluyo— cuya trascendencia tiene pocos equivalentes hoy en día, tan es así que se habla de la Sociedad Deportivizada.

Haciendo un poco de historia podría decirse que, originalmente, el deporte fue una práctica elitista de naturaleza “amateur”, basada en un compendio de valores morales (temperamento, fuerza de voluntad, disciplina, respeto a las reglas…), recogidos en la célebre frase del Barón Pierre de Coubertain, aquella de que “lo importante no es ganar, sino competir”, una definición que con el pasar de los años se ha diluido hasta casi desaparecer.

En efecto, al paso en que la sociedad inglesa fue integrando en su cultura conceptos y prácticas surgidas de su ruta hacia la industrialización, varios de esos rasgos fueron impregnando la práctica deportiva, orientándola progresivamente hacia el logro de una eficacia susceptible de probarse estadísticamente (colocó sobre el tapete la caza de los récords), tal como sucedía en el área de la manufactura. Y, si bien es cierto que ha mantenido su formato básico, el mismo ha ido modificando gran parte de su sentido original, disminuyendo su talante lúdico y convirtiéndose en una actividad tejida en torno a la competencia, el negocio y el espectáculo. Como leí en alguna parte, se ha pasado de la noción del “cuerpo sano”, en torno a la que se vertebraba, a la del “cuerpo rendidor”.

El consumo de innovaciones

No resulta muy cuesta arriba imaginar, entonces, que el deporte también haya sido tocado por la varita tecnológica, a veces mágica, a veces tramposa. En el presente no hay disciplina que escape de su poderosa influencia, amoldándose, claro, a sus particularidades, es decir, tomando en cuenta si se practica de manera individual (boxeo, esgrima) o en equipo ( fútbol, volibol), si en su práctica priva la resistencia y la fuerza (ciclismo, natación, atletismo) sobre la habilidad (esgrima, tenis de mesa), si es una mezcla de ambas cosas (fútbol, béisbol, gimnasia) o si concierne a actividades en donde lo preponderante es la manifestación estética (nado sincronizado).

Las innovaciones impactan, conforme a la modalidad de cada disciplina, los implementos utilizados (jabalina, raquetas de tenis, pértigas balones…), el entrenamiento, la vestimenta (calzado, camisetas…), la nutrición y la salud del atleta, el arbitraje, el mejoramiento de estadios (incluyendo medidas de seguridad casi orwellianas), las estrategias para competir. En resumen, en todos sus aspectos, como se verá a continuación.

La inteligencia artificial y el big data se han vuelto elementos casi obligatorios, visto que dan base para preparar y monitorear las competencias, observar el rendimiento de los atletas calculando parámetros fisiológicos, bioquímicos, biomecánicos, radiografiar a los rivales o calibrar la contratación de un jugador, entre otras muchas cosas, convirtiendo al deporte en una actividad en alto grado predictiva.

Otro ejemplo es el dopaje, un dato infaltable en la historia del deporte. En su significado habitual se entendía como el consumo de sustancias que elevan el rendimiento del atleta, violando los límites fijados en los reglamentos. Pero actualmente se ha extendido el uso del término y se habla, entonces, por extensión, de “dopaje tecnológico”, entendiéndose como el uso de ciertos dispositivos tecnológicos incorporados a bicicletas, raquetas, zapatos, etcétera, con respecto a los cuales las prohibiciones no se encuentran tan claras, a pesar de que pueden generar disparidad en la competencia.

Por otro lado, los avances en el área de la genética llevan ya un buen rato tocando las puertas de la actividad deportiva, tan es así que desde los Juegos Olímpicos de Beijing (2008) las autoridades han establecido controles para tratar de evitarlo. La Agencia Mundial de Dopaje (AMA) entiende por dopaje genético “la introducción no terapéutica y consiguiente expresión de un transgén o la modulación de la actividad de un gen existente para lograr una ventaja fisiológica adicional en el deporte. Los que se han ocupado de estudiarlo, identifican dos situaciones, cuyos límites son complicados de precisar: la de la terapia genética, referida a su empleo con propósitos curativos y la de mejora genética mediante, que apunta hacia el incremento de las capacidades del cuerpo, por encima del nivel característico de la especie humana. (1)

Por otra parte, cabe reseñar los implantes de elementos orgánicos y dispositivos mecánicos, electrónicos o robóticos, concebidos con el fin de recuperar las capacidades físicas de las personas discapacitadas, pero que pueden adoptarse orientándolos al mejoramiento de su nivel físico, al punto de que puedan llegar a equipararse con los deportistas “normales”.

En este sentido vale la pena recordar a Oscar Pistorius, famoso atleta a quien los médicos tuvieron que amputar las dos piernas cuando aún era un bebé, lo que no fue óbice para que a partir de 2004, a los 18 años, se hiciera figura destacada en los Juegos Paralímpicos celebrados en Atenas y a partir de allí continuara sumando triunfos y marcas, sobre todo en la carrera de 400 metros planos. En el año 2008 se le negó su participación en las mencionadas olimpiadas de Beijing, considerándolo un ser híbrido que combinaba elementos de carne y hueso con máquinas y aditamentos electrónicos. Tras examinar su caso múltiples veces, y arrojando en cada ocasión conclusiones distintas en cuanto a si las prótesis le daban o no ventaja sobre sus rivales “normales”, finalmente fue autorizado para participar en los juegos celebradas en Londres (2012), llegando a semifinales en la carrera de 400 metros y convirtiéndose en el primer atleta discapacitado en competir contra deportistas no paraolímpicos. Sin embargo, su caso fue otra vez revisado y las nuevas investigaciones determinaron que no podría competir en el siguiente evento, que tendría lugar en Brasil (2016), puesto que sus prótesis significaban una clara diferencia frente a sus rivales. Sin embargo, se produjo un nuevo dictamen autorizándolo a participar en la siguiente competencia olímpica, lo que no pudo hacer dado que para entonces se encontraba preso, acusado de haber matado a su novia. Ciertamente, este caso, digno de una telenovela, pone al aire las restricciones que se presentan para comprender las cosas que están ocurriendo.

Finalmente cabe apuntar que desde las neurociencias se anuncian mejoras emocionales y cognitivas, gracias a importantes investigaciones sobre el funcionamiento del cerebro, haciendo posible el diseño de fármacos y varios dispositivos que optimizan el desempeño deportivo, como lo comprueban, por ejemplo, dos técnicas de estimulación cerebral, la estimulación magnética transcraneal y la estimulación transcraneal con corriente.

¿Compiten los laboratorios?

Nadie debe extrañarse, por tanto, que un estudio (2) enfocado a explorar los últimos Juegos Olímpicos, desde 1992 hasta 2016, deje ver que los resultados se correlacionan en buena medida con los esfuerzos realizados en el ámbito de la generación de conocimientos, calibrados por los indicadores usuales (nivel de la inversión, número de investigadores, de publicaciones científicas, de patentes …).

O sea, que obtienen más medallas los países que mejores indicadores exhiben, una correspondencia que, desde luego, requiere explorarse con más profundidad a fin de determinar en qué proporción las victorias deportivas se dilucidan cada vez más en los laboratorios y hasta qué punto continúa vigente el principio sagrado que debe gobernar la competencia, el de la “igualdad de condiciones”. Es razonable, por tanto, preguntarse si compiten los laboratorios. (3)

Visto todo lo anterior, se comprende por qué se ha suscitado un debate relativo al uso de este nuevo menú de innovaciones (incluidas, obvio, las vinculadas al dopaje), a fin de establecer normas que garanticen un “Fair Play tecnológico”. (4)

¿El Post Deporte?

En los últimos años se ha venido advirtiendo que se encuentra abierta la puerta para que los seres humanos puedan modificarse genéticamente (clonarse, convertirse en seres híbridos o interactuar con ordenadores y otros componentes dentro del propio organismo humano). Se describe, a partir de ello, una civilización calificada de transhumanista en la que los terrícolas no se encuentren limitados a la madre natura y puedan experimentar cualquier cambio físico dirigido a aumentar sus capacidades fisiológicas y mentales.

Ciertos análisis sobre el tema argumentan que se viene fraguando un porvenir mucho mejor para todos, otros que muestran que nos encontramos ante el peor peligro que acecha a la humanidad —un mundo diseñado para otra especie— y unos más que estiman que los enormes cambios pronosticados no son verosímiles caen, debiera entender uno, dentro del perímetro de la ciencia ficción.

Nos encontramos, así, ante un futuro que, dependiendo de cómo se mire, puede parecer esperanzador, terrorífico o absurdo. Un futuro que nos agarra fuera de base en lo que se refiere a la disponibilidad de los esquemas básicos para lidiar con él, esto es entenderlo y medirlo en sus efectos, así como manejarlo desde el punto de vista ético y, desde luego, jurídico.

Regresando a nuestro asunto, ¿habrá, pues, un Post Deporte?

Breve digresión sobre Venezuela (desde fuera de la cancha)

Resulta evidente la manera en que van cambiando su dirección los vientos que soplan hoy por hoy. Preocupa, entonces, pensar a Venezuela como una calle ciega, tal el tamaño y las dimensiones de la crisis que la estremece y que comprensiblemente también permea la situación en que se encuentran sus capacidades en el ámbito de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación

Un estudio reciente (5) muestra los factores que configuran un cuadro de precariedad resumiéndolo en la falta de visiones y planes a mediano y largo plazo, la ausencia del Estado con respecto al ámbito tecno científico, la formulación de políticas equivocadas y cambiantes, la inadecuación del sistema institucional, la baja inversión tanto pública como privada, las condiciones que presenta la infraestructura de investigación y desarrollo, el estado de las universidades públicas más importantes y la desactualización de los programas de estudio y la falta de una masa crítica de investigación, disminuida crecientemente por la diáspora de profesionales, cuya proporción ha alcanzado un tamaño preocupante, por decir lo menos. Expone, además, que en el sector productivo venezolano se ha generado un proceso de obsolescencia y de desaprendizaje tecnológicos, cuya gravedad resulta difícil de exagerar.

No hay más remedio que concluir que al país le está pasando por encima el Siglo XXI. Que se quedó anclado, a duras penas, en las aguas del anterior.

Notas

“El Deportistas tecnológicamente modificados ante los desafíos del Deporte” (2015) José Luis Pérez Triviño. Revista Biología y Derecho Numero Extra.

“Tecnociencia, Deporte y Sociedad. La variable tecnocientífica como eje del cambio en los Juegos Olímpicos” (2017). (Luis German Rodríguez, Iván de la Vega e Ignacio Avalos Gutiérrez). Disponible en internet.

¿Compiten los Laboratorios? (Luis German Rodríguez, Iván de la Vega e Ignacio Avalos Gutiérrez). Colombia Digital. Disponible en internet.

“Dopaje genético y la ética del deporte: entre Mejora y posthumanismo” (2011) José Luis Pérez Triviño. Revista Internacional de Ciencias del Deporte, Vol. 1 N º 1.

Estrategias para restaurar la capacidad de Investigación en Venezuela (2020) (Alexis Mercado, Ignacio Avalos Gutiérrez, Isabelle Sánchez-Rose, María Antonia Cervilla, María Sonsiré López y Hebe Vessuri. Global Development Network (GDN) e International Development Research Centre (IDRC).

20 de marzo 2021’

Papel Literario. El Nacional

https://www.elnacional.com/papel-literario/la-ciencia-entra-en-la-cancha/

 9 min


Enrique Fanjul

El pasado mes de febrero la Comisión Europea anunció una nueva estrategia comercial. En estos tiempos un tanto convulsos, con una pandemia que está provocando enormes trastornos en la economía y en el comercio, una competencia geoestratégica virulenta entre Estados Unidos y China, transformaciones y disrupciones en las cadenas globales de valor, ascenso del proteccionismo y del nacionalismo económico, parálisis de la Organización Mundial de Comercio, etcétera, la Unión Europea intenta definir su política comercial en el escenario internacional.

En su discurso presentando la estrategia el pasado 24 de febrero, el Comisario de Comercio (y vicepresidente de la Comisión) Valdis Dombrovskis recordaba la importancia que el comercio exterior tiene para la economía europea, con algunos datos básicos:

El comercio mantiene 35 millones de empleos en la UE.

Se trata de empleos que reciben buenos salarios (12% superiores a la media).

Potenciar el comercio es vital para la UE: el 85% del crecimiento mundial tendrá lugar fuera de la UE en la próxima década.

Autonomía, pero preeminencia de la relación trasatlántica

En la estrategia se intenta definir una posición propia ante el gran condicionante del contexto actual: la competencia estratégica entre Estados Unidos y China. Por un lado, la comunicación de la Comisión deja clara la preeminencia de la relación trasatlántica, la “asociación más grande y económicamente más significativa en el mundo (…) y que tiene sus raíces en valores e intereses comunes”.

Esta preeminencia ha quedado manifiestamente clara hace muy poco: el 22 de abril la Unión Europea, Estados Unidos, Reino Unido y Canadá anunciaban en una acción coordinada –por primera vez– sanciones contra China por su actuación en Xinjiang. Era la primera vez, además, que la Unión Europea adoptaba sanciones contra China desde los sucesos de Tiananmén de 1989. Esta adopción concertada de sanciones contra China marca un cambio cualitativo en la actitud de los países occidentales frente a China, y parece anunciar una posición de mayor firmeza y unidad.

La adopción de sanciones se producía prácticamente el mismo día que se celebraba en Pekín el juicio contra uno de los ciudadanos canadienses detenido como represalia por la detención en Canadá, a petición de Estados Unidos, de la directora financiera de Huawei, en lo que ya ha pasado a ser calificado como la “diplomacia china de los rehenes”. Diplomáticos de numerosos países occidentales, entre ellos de España, acudieron en solidaridad a las puertas del tribunal en el que se celebró, a puerta cerrada, el juicio.

Seis áreas clave de la estrategia comercial de la UE. Fuente: Comisión Europea.

La UE quiere mantener su autonomía, la denominada “autonomía estratégica abierta”, pero deja claro que no hay equidistancia: su posición está en el bloque de las democracias que defienden los derechos humanos.

Parece que se avanza de forma inevitable hacia un aumento de las diferencias y conflictos con la China de Xi Jinping. Por otro lado, es necesario compatibilizar esta actitud de firmeza con la búsqueda de cooperación. China es demasiado importante, por su población, economía, creciente poder militar. El mundo necesita a China para afrontar las grandes cuestiones globales.

Líneas estratégicas

En este marco, la comunicación de la Comisión establece las grandes líneas futuras de su política comercial, entre las que cabe destacar las siguientes:

La digitalización y la sostenibilidad, tanto medioambiental como social. Un objetivo será incorporar el Acuerdo de París y los temas de sostenibilidad en los nuevos acuerdos comerciales que negocie la UE. La UE establecerá reglas de due diligence para sus empresas, para que el trabajo forzado e infantil no forme parte de sus cadenas globales de valor.

La reforma de la Organización Mundial de Comercio, que con la nueva Administración Biden va a recibir un nuevo impulso, tras el bloqueo de Trump. Muchos temas se plantean aquí. La comunicación de la Comisión menciona, entre otros, el papel de las empresas estatales y en general la intervención de los Estados, el comercio digital, el controvertido procedimiento para resolución de disputas, la lucha contra las distorsiones y la promoción de un level playing field.

Potenciar la firma de acuerdos comerciales. Los acuerdos se han convertido en un instrumento clave de la política comercial de la UE. El tema, y en especial sus implicaciones para España, fue discutido en un seminario celebrado el pasado 23 de marzo, organizado por el Real Instituto de Estudios Europeos del CEU. Están pendientes algunos acuerdos, en diferentes fases de su proceso de negociación, que en concreto pueden ser muy relevantes para España: Mercosur, México, Chile. Está igualmente pendiente la ratificación del acuerdo de inversiones con China, alcanzado a fines del pasado año. Veremos qué pasa con este acuerdo, que había sido muy criticado en medio europeos y, que como hemos comentado al principio, puede tropezar con un deterioro de relaciones políticas entre la UE y China.

También relevante para España es la importancia que la comunicación de la Comisión atribuye a África. El continente africano ha entrado en una etapa de dinamismo económico Por ello, por su proximidad geográfica, su relevancia para cuestiones como la inmigración o el terrorismo, África es un referente obligado para España, que debe valorar de forma positiva esta atención.

El marco internacional es ciertamente complicado. Pero qué duda cabe que la Comisión Europea ha realizado un positivo esfuerzo para diseñar un mapa para el desarrollo de su política comercial en los próximos años.

25 de marzo 2021

elcano

https://blog.realinstitutoelcano.org/la-union-europea-busca-su-lugar-en-...

 4 min


Mariza Bafile

El cuadrienio dominado por Donald Trump podría ser titulado: “Los años del odio”. Cuando el odio se derrama en una sociedad, fluye y envenena hasta a las personas más insospechadas. Sus semillas se arraigan, proliferan y transforman las comunidades. La historia está llena de ejemplos que muestran cuán fácil es inocular los peores sentimientos en quienes buscan afuera a los culpables de sus rabias y frustraciones.

Trump fue un campeón en la capacidad de utilizar las peores facetas de los seres humanos para mantener la atención de la población lejos de su malgobierno. Antes azuzó contra los musulmanes, los mexicanos, los centroamericanos, y los hispanos en general. Luego, cuando la pandemia desnudó toda su incapacidad y falta de empatía hacia el dolor de los demás, alimentó el rechazo hacia los asiáticos al bautizar la Covid con el nombre de “virus chino”.

Una actitud considerada como mínimo irresponsable, en cualquier parte del mundo, en Estados Unidos se vuelve tan dañina como podría serlo un arma en manos de un niño.

Hablamos de un país en el cual, según datos del National Institute of Mental Health los trastornos mentales son muy comunes y afectan a 10 millones de personas cada año. De estos 10 millones solo la mitad recibe un tratamiento adecuado. Si a todo esto sumamos la facilidad con la cual cualquier persona tiene acceso a una o más armas, entendemos la gravedad de una actitud que expuso al odio y al desprecio público a sectores enteros de la sociedad.

Las consecuencias fueron evidentes ayer y siguen siéndolo hoy. Durante el gobierno anterior asistimos a la gravísima masacre de latinos en El Paso cuando un hombre blanco empezó a disparar sobre ellos. Tiroteo en el cual murieron 23 personas y más de 20 quedaron heridas. Un informe del FBI muestra como, desde 2015 hasta 2018 se registró un fuerte incremento de los delitos de odio.

Ahora las víctimas más golpeadas son los asiáticos. Hace pocos días, en la noche del martes, un hombre blanco abrió fuego contra tres salones de masajes, matando a ocho personas, seis de ellas mujeres asiáticas.

Ese mismo día la organización Stop AAPI Hate (Basta con el odio hacia los asiáticos-americanos) presentó su última relación sobre las agresiones de las que son víctima esos ciudadanos desde que empezó la pandemia.

Amenazas, agresiones verbales y físicas, mensajes ofensivos en redes sociales, se han incrementado durante el 2020 y siguen creciendo en 2021. Desde el 3 de marzo de 2020 hasta el 28 de febrero de este año, han llegado 3800 denuncias. La mayoría de los ataques (un 68 por ciento) fueron contra mujeres.

Asusta ver, en esas estadísticas, como el odio hacia sectores de la población, en este caso los asiáticos, no solamente ha ido creciendo en las áreas del país en las cuales es más arraigada la cultura nacionalista y supremacista sino también en ciudades reconocidamente inclusivas, abiertas y multiétnicas como Nueva York.

Entre los casos que publica, como ejemplo, el reporte de Stop AAPI Hate está el de una persona quien, mientras estaba en un supermercado en Nueva York, fue agredida verbalmente por un hombre quien la increpó con pesadas ofensas y, de manera muy grosera, le ordenó salir del negocio.

En Brooklyn otro hombre blanco siguió con actitud agresiva a una asiática y, parándose frente a ella, la insultó repetidas veces a gritos. Lo que es peor todavía es que muchas personas asistieron a esta escena sin intervenir.

Y en Astoria, frente a un supermercado, pintaron un graffiti que dice “China off my face” en letras tan grandes que nadie puede evitar leerlas.

Son solo una muestra de la involución de una sociedad otrora orgullosa de su amplitud mental y capacidad de inclusión de todas las diversidades. Episodios que se repiten en todo el territorio nacional, hasta, finalmente, llegar a la matanza en los tres centros de masajes de Atlanta.

Es evidente que el Presidente Biden y la VicePresidenta Harris deben tomar acciones urgentes, in primis para diluir los odios impulsados por falsas acusaciones y falsas noticias. Es necesario poner en marcha una campaña que muestre todos los aspectos positivos del aporte de los emigrantes, sea cual sea su origen, a los Estados Unidos. Hay que evidenciar su labor en cualquier ámbito, su capacidad de trabajo, su amor hacia los Estados Unidos, país que escogieron como patria.

Paralelamente hay que llevar adelante una política firme para reducir la compra de armas, cuanto menos someterla a un control muy estricto que incluya un análisis psicológico y prohibir la posesión de armas de guerras en manos de la sociedad civil.

Quizás, así, con el tiempo, se logrará evitar que el odio cobre más víctimas.

@MBAFILE

27 de marzo 2021

https://www.viceversa-mag.com/cuando-el-odio-se-derrama-en-una-sociedad/

 3 min