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Opinión

Román J. Duque Corredor:

Reflexiones propias para pensar y no dividir y sin compromiso

No pocas veces la Iglesia Católica se ha pronunciado sobre el voto y la abstención electoral. En primer término, examinando los factores que inducen la abstención, y, en segundo término, estableciendo principios doctrinarios sobre el voto y la abstención. Por ejemplo, en sus reflexiones la Iglesia aprecia que en la práctica existen personas que no votan simplemente por pereza. Otras que no votan porque desconfían del sistema de partidos, o critican a quienes controlan el poder o están cansados de campañas electorales o desprecian a la“clase política”, a la que acusan de corrompida. Otras que no votan porque creen que la abstención sirve como una especie de voto “al revés”. Otras que no votan porque no encuentran entre las propuestas de los partidos ninguna que les satisfaga, que les parezca realmente justa. O porque no llegan a comprender los programas políticos: o porque no confían en el sistema electoral por faltas de garantías, o por cuestiones de ilegitimidad. En virtud de sus diversas causas, la Iglesia advierte que el fenómeno de la abstención no solo debe ser objeto de estudios de carácter político, sino también de un examen de conciencia.

En ese orden de ideas, en criterio del Padre Fernando Pascual, L.C., profesor de filosofía y bioética en el Ateneo Pontificio Regina Apostolarum, en su estudio “Democracia y Abstención”, dice que, si esta es el resultado de la pereza, ello es un hecho grave que puede llevar, por ejemplo, al triunfo de un partido con un pésimo proyecto político, triunfo posible porque los votantes que pudieron “pararlo” en las urnas no votaron. Y, que, si la abstención es simplemente desprecio del sistema, se pregunta, “¿si no es hora de que los ciudadanos que desean otros dirigentes políticos se organicen y hagan oír su voz a través de métodos de participación legítimos, en vez de renunciar a su deber de controlar a las autoridades con la ayuda del voto?”. Y advierte, que “una sociedad en la que la abstención es la nota dominante de unas elecciones está herida de muerte y que hay que proceder, cuanto antes, a curarla, por el bien de todos[1].

Y desde el punto de vista del examen de conciencia, el voto ciudadano ha sido reconocido como derecho y deber en el magisterio de los romanos pontífices. En efecto, según la Doctrina Social de la Iglesia Católica, aunque la ley no lo exija, el voto es un deber ético. Así, en El Compendio de la Doctrina Social se asienta en que la participación en la vida comunitaria “es un deber que todos han de cumplir conscientemente, en modo responsable y con vistas al bien común”, y agrega: “es necesario […] un fuerte empeño moral, para que la gestión de la vida pública sea el fruto de la corresponsabilidad de cada uno con respecto al bien común” (Nº 189). Y el Catecismo de la Iglesia Católica establece que “Los ciudadanos deben cuanto sea posible tomar parte activa en la vida pública” (N.º 1915), y de manera terminante establece que “La sumisión a la autoridad y la corresponsabilidad en el bien común exigen moralmente el pago de los impuestos, el ejercicio del derecho al voto, la defensa del país” (N.º 2240).

Esta doctrina se planteó en Chile, respecto de las elecciones municipales del 2012, al consagrarse el sistema de inscripción automática y voto voluntario, con relación a la tesis de la Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios (ACES) , que promovía una campaña llamando a no votar en las elecciones municipales bajo el lema “Yo no presto el voto”, respecto de la cual los obispos chilenos afirmaron que “para la autorizada voz del Magisterio de la Iglesia Católica, el sufragar en las elecciones democráticas, aunque no sea legalmente exigible, es moralmente obligatorio. Si se “bota” el voto se incumple este deber y se minan las posibilidades de conseguir una comunidad más integrada, solidaria y participativa[2].

En el orden de ideas expuesto, debe recordarse que “el compromiso político es una expresión cualificada y exigente del empeño cristiano al servicio de los demás», como lo definía San Juan Pablo II (Sollicitudo Reí Socialis, N. 41). Por su parte, el Concilio Vaticano II (Ch L 42) considera que en una democracia los gobernantes son elegidos por el voto popular y que por eso todo ciudadano tiene la responsabilidad de votar habiendo seriamente estudiado los temas y conocido la posición de los candidatos. Igualmente considera que un católico no puede eludir su responsabilidad civil ya que eso sería cederle el paso al mal. Y concluía, en que el hecho de que haya mucha corrupción en la política no exonera al cristiano de su responsabilidad, sino que más bien le debe retar a trabajar por un mundo mejor y que el que no vota o vota sin atención a las leyes de Dios es culpable de los resultantes males porque “Los fieles laicos de ningún modo pueden abdicar de la participación en la política”.

En base a estas consideraciones, los obispos norteamericanos, por ejemplo, ante la duda de los católicos de abstenerse o de votar, expresaron , en 1995, en su documento "Política Responsibility: "En la tradición católica, la ciudadanía es una virtud y la participación en el proceso político es una obligación"[3], Lejos, pues, quedó aquel planteamiento de la Iglesia del Siglo XIX, del famoso decreto “non expedit” de Pío IX de 1874, que prohibía a los católicos participar en las elecciones, y en general, en la vida política, considerando la democracia y el ejercicio de la soberanía popular como un mal en sí mismo. Decreto este que fue revocado en 1919 por Benedicto XV, ante los movimientos revolucionarios de la época y que dio origen de la moderna democracia cristiana.

Vale la pena, pues, para una reflexión interna, dentro del contexto anterior, por su vigencia para las próximas elecciones regionales de Venezuela, recordar el mensaje de los obispos mejicanos con ocasión de las elecciones convocadas para el 18 de agosto de 1991, bajo el control del partido oficialista PRI, quienes clamaban a los católicos a votar y a no dejarse defraudar. Y resulta orientador recordar también como el alto clero mexicano desató una intensa ofensiva política, en la que, frente a la tesis que propugnaba el abstencionismo por el monopartidismo vigente en Méjico, alertaba a los católicos del país para que “defendieran su voto” ante un posible fraude en las elecciones, bajo la premisa de que “ante el pecado del fraude, no se debe incurrir en el pecado de la abstención”, y que el abstencionismo “equivale a entregar al país, sin esfuerzo alguno para evitarlo, a criterios a veces no correctos de unos cuantos”. Y el Consejo Permanente de la Conferencia Episcopal Mejicana, integrada por 20 obispos y arzobispos, elaboro el tríptico “Elecciones libres y democráticas Un reto para el destino de México”, en marzo de 1991, en cuyas conclusiones afirmaban: “Invitamos a todos los católicos y demás personas de buena voluntad a superar la apatía, efecto de la decepción sufrida a causa de tristes experiencias en el terreno electoral y a evitar cualquier acción violenta”. Mas terminantes fueron los obispos de Chiapas Samuel Ruiz, de San Cristóbal de las Casas; Felipe Arizmendi, de Tapachula; y Felipe Aguirre Franco, de Tuxtla, quienes en su documento “Orientación pastoral sobre las elecciones”, de fecha 1 de julio de 1991, afirmaron que “desde la Fe, podemos afirmar que es pecado no votar Es pecado de egoísmo, de pereza, de cobardía Porque es encerrarse en sí mismo y no interesarse por el bien común. Porque es dar ocasión de que unos pocos manipulen las mayorías; y que “Un cristiano que no vive su Fe en el campo de la política, no ha entendido lo que significa su Bautismo”. Al igual que los prelados Rafael Bello Ruiz, arzobispo de Acapulco; Efrén Ramos Salazar, obispo de Chilpancingo; Jesús Sahagún de la Parra, obispo de Lázaro Cárdenas y Raúl Vera López, de Ciudad Altamirano, quienes en su documento “Reflexión de los obispos del Estado de Guerrero a propósito de las elecciones para senadores y diputados federales de agosto de 1991”, exhortaban a los

católicos y demás personas, ante el mensaje abstencionista por el dominio del

PRI en los organismos electorales, a “Superar la apatía y evitar cualquier acción violenta”. Por su parte, los obispos de León, Anselmo Zarza Bernal, y de Celaya, Humberto Velázquez Garay, elaboraron el documento “El pecado del fraude, el pecado de la abstención” donde decían que renunciar al voto “equivale a entregar al país”, y que, por tanto, “empadronarse, votar y defender el voto es una obligación de todo buen ciudadano”.

Otro hecho histórico referente a vigencia de la Doctrina Social de la Iglesia sobre la responsabilidad del voto, de franca ilustración para la presente situación en Venezuela ante las elecciones regionales, es el Mensaje “Ejercer el Voto a pesar de las sombras del Proceso Electoral”, de los obispos de Nicaragua, del 11 de octubre de 2011 respecto de las elecciones generales nicaragüenses del 6 de noviembre del mismo 2011 en el cual recordaban que en su Mensaje del 23 de abril de 2010, habían indicado que “no podemos ni debemos quedarnos al margen de la historia en la búsqueda y la construcción de una sociedad más justa y más pacífica[4].

Los obispos nicaragüenses en el referido Mensaje del 11 de octubre de 2011, afirmaban que su objetivo era “fortalecer desde la fe la capacidad reflexiva de los nicaragüenses y su sentimiento de amor a la patria; iluminar este momento histórico desde Cristo sin dejarse llevar acríticamente ni por las figuras de mayor proyección mediática, pero sin garantía de estabilidad futura; ni por propuestas a corto plazo, de poca seriedad y difíciles de realizar; y motivar, a pesar de las sombras que han caracterizado este proceso electoral, a ejercer nuestro derecho al voto el día de las elecciones, con serenidad e inteligencia, sin perder la confianza en la fuerza de la verdad”. Expresaban los mencionados obispos, que veían “con satisfacción que exista la oportunidad de ejercer el

derecho constitucional al voto”, y adviertan ante una posible manipulación de los medios de comunicación por parte de los líderes políticos que promovían la abstención, que no faltan ocasiones en que se cae en un cierto amarillismo informativo por el afán de vender el medio.

Particular interés presenta el mensaje de los obispos nicaragüenses, antes mencionados, respecto a las sombras que oscurecen el proceso electoral y el deber de votar, que en Venezuela se argumenta por alguno sectores, puesto que denunciaban el descontento de innumerables nicaragüenses y la existencia de amplios sectores sociales que no confiaban en la franqueza de los líderes y partidos políticos; la intolerancia, el desprestigio recíproco y hasta ciertos brotes de violencia que caracterizaron en algunos momentos la campaña de los partidos políticos y los proyectos de los partidos ya por su carácter populista, o poco realistas o con tendencia a privilegiar intereses personales sobre los sociales. Y la queja de muchos ciudadanos en varias ciudades del país, en relación con diversas anomalías en el proceso de cedulación; el descontento y rechazo existente en un sector de la sociedad, en relación con una posible ilegitimidad de candidatos a diputados y presidentes de la República y afirmaban que, ante la desconfianza que existe en la ciudadanía frente al poder electoral, la situación se torna grave.

Todo esto, según los obispos nicaragüenses , contribuía a crear un ambiente lleno de recelo y de prejuicios que pone en entredicho el carácter de legalidad, honestidad y respeto a la voluntad popular y, por ello, instaban a los católicos a participar en las elecciones; y, por último, a los sacerdotes les invitaban a asumir, como parte del trabajo evangelizador, la formación de la conciencia política de los fieles laicos a la luz del evangelio y la doctrina social de la Iglesia y les exhortaban a no tener miedo y a participar en las elecciones. Los obispos nicaragüenses, en la parte final del documento, exponían una serie de criterios para votar[5].

Por otro lado, las anteriores reflexiones me llevan a otra consideración, como lo es que el valor del voto que en la práctica política nadie discute, pero que es también verdad que se discute si con votar se convalida o no la ilegitimidad. Pensamos con lógica, si el voto cuando no es obligatorio, como sucede en Venezuela, votar contra un gobierno que propone un crimen o que propicia el aborto, ¿estaría legitimándolo? O, ¿estoy votando en su contra, en lugar de legitimar el ejercicio del poder? Si pienso con libertad, mi reacción contra cualquier atropello o abuso es oponerme, para lo cual acudo a los medios que pueda ejercer, uno de ellos es el voto, que como derecho político fundamental e irrenunciable e inalienable, ni política, ni jurídicamente, significa que estaría convalidando la ilegitimidad de decisión o de gobierno alguno. En ese orden de ideas, la Congregación para la Doctrina de la Fe, en la “Nota Doctrinal sobre algunas cuestiones relativas al compromiso y la conducta de los católicos en la vida pública”, distingue claramente la libertad del voto de la responsabilidad por la actuación de la autoridad y de las instituciones vigentes, si por la conciencia por medio del voto a la elección de los legisladores y gobernantes y, a través de varios modos, a la formación de las orientaciones políticas y las opciones legislativas, se puede favorecer mayormente el bien común[6].

Pienso que para la presente realidad política de Venezuela, respecto de las elecciones regionales y sobre la tesis del abstencionismo por las serias dudas sobre la pulcritud del proceso electoral venidero, las reflexiones de la doctrina social de la Iglesia antes comentadas, me llevan personalmente a concluir que votar en las referidas elecciones, ante la crisis grave que afrontamos, sin otra alternativa real, es una responsabilidad social y moral , porque como dijeron los obispos mejicanos, ante el mensaje de la abstención, que “renunciar al voto equivale a entregar al país “, y que abstenerse es “botar el voto”, o regalarlo, diría yo. Y, asimismo, que no excluyo, ni discrimino o descalifico a quienes no quieren votar, sobre todo si ello es fruto de una reflexión moral. Así que igualmente son de igual respecto, quienes, también moralmente consideran que se debe a votar por razones de conciencia.

Caracas, 2 de septiembre de 2021

[1] (http://www.autorescatolicos.org/fpascual/fernandopascual753.htm

[2] (Hernán Corral, “Yo no boto el voto” https://corraltalciani.wordpress.com/2012/10/28/yono-boto-el-voto/).

[3] “Formando la conciencia para ser ciudadanos fieles Llamado de los obispos católicos de los Estados Unidos a la responsabilidad política”. Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos (https://www.usccb.org/resources/forming-consciences-for-faithfulcitizenship-spanish.pdf)- Reflexiones sobre las Responsabilidades Políticas de los Cristianos (Political Responsability Center (https://www.priestsforlife.org/government/polrespspan.htm).

[4] (www.zenit.org/article-40631?l=spanish)

[5] (Ver www.zenit.org/article-40633?l=spanish).

[6] (https://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/rc_con _cfaith_doc_20021124_politica_sp.html

 11 min


Nouriel Roubini

He venido advirtiendo durante meses que la combinación actual de políticas monetarias, crediticias y fiscales persistentemente laxas estimulará en exceso la demanda agregada y conducirá a un recalentamiento inflacionario. Para agravar el problema, los shocks de oferta negativos de mediano plazo reducirán el crecimiento potencial y aumentarán los costos de producción. En conjunto, estas dinámicas de demanda y oferta podrían derivar en una estanflación al estilo de los años 1970 (inflación creciente en medio de una recesión) y, llegado el caso, inclusive en una crisis de deuda severa.

Hasta hace poco, me centré más en los riesgos de mediano plazo. Pero ahora hay argumentos para decir que una estanflación “leve” ya está en camino. La inflación está aumentando en Estados Unidos y en muchas economías avanzadas, y el crecimiento se está desacelerando marcadamente, a pesar del gigantesco estímulo monetario, crediticio y fiscal.

Hoy existe un consenso de que la desaceleración del crecimiento en Estados Unidos, China, Europa y otras economías importantes es producto de estrangulamientos de la oferta en los mercados laborales y de productos. El giro optimista de los analistas y responsables de políticas de Wall Street es que esta estanflación leve será temporaria, y que durará sólo lo que duren los estrangulamientos de la oferta.

De hecho, existen múltiples factores detrás de la mini-estanflación de este verano. Por empezar, la variante Delta está haciendo subir temporariamente los costos de producción, reduciendo el crecimiento de la producción y restringiendo la oferta laboral. Los trabajadores, que en muchos casos todavía están recibiendo beneficios mejorados por desempleo que expirarán en septiembre, son reacios a regresar al mercado laboral, especialmente ahora que Delta está causando estragos. Y quienes tienen hijos tal vez necesiten quedarse en casa, debido a los cierres de las escuelas y a la falta de atención infantil asequible.

Del lado de la producción, Delta está alterando la reapertura de muchos sectores de servicios y poniendo zancadillas a las cadenas de suministro, los puertos y los sistemas de logística globales. La escasez de insumos clave como semiconductores está afectando aún más la producción de autos, productos electrónicos y otros bienes de consumo durables, impulsado de este modo la inflación.

Aun así, los optimistas insisten en que todo esto es temporario. Una vez que Delta pierda fuerza y los beneficios expiren, los trabajadores regresarán al mercado laboral, los estrangulamientos de la producción se resolverán, el crecimiento de la producción de acelerará y la inflación subyacente –que hoy está cerca del 4% en Estados Unidos- retrocederá hacia la meta del 2% de la Reserva Federal de Estados Unidos el año próximo.

Del lado de la demanda, por su parte, se supone que la Reserva Federal de Estados Unidos y otros bancos centrales empezarán a desarticular sus políticas monetarias poco convencionales. Sumado a cierto arrastre fiscal el año próximo (cuando los déficits tal vez sean más bajos), esto supuestamente reducirá los riesgos de recalentamiento y mantendrá a raya la inflación. La estanflación leve de hoy luego dará lugar a un desenlace favorable –crecimiento más sólido e inflación más baja- el año próximo.

Ahora bien, ¿qué pasa si esta visión optimista es incorrecta y la presión estanflacionaria persiste más allá de este año? Vale la pena observar que varias mediciones de inflación no sólo están muy por encima de la meta, sino que también son cada vez más persistentes. Por ejemplo, en Estados Unidos, la inflación subyacente, que excluye los precios volátiles de los alimentos y la energía, probablemente siga estando cerca del 4% para fin de año. También es probable que las políticas macro sigan siendo laxas, a juzgar por los planes de estímulo de la administración Biden y la posibilidad de que las economías débiles de la eurozona registren grandes déficits fiscales aún en 2022. Y el Banco Central Europeo y muchos bancos centrales de otras economías avanzadas siguen plenamente decididos a continuar implementando políticas poco convencionales por mucho tiempo más.

Si bien la Fed está considerando reducir su alivio cuantitativo (QE), probablemente siga con su postura prudente y detrás de la curva en general. Al igual que la mayoría de los bancos centrales, se vio atraída hacia una “trampa de deuda” por el aumento de los pasivos privados y públicos (como porcentaje del PIB) en los últimos años. Aun si la inflación se mantiene por encima de la meta, abandonar el QE demasiado pronto podría provocar un colapso de los mercados de bonos, crédito y acciones. Eso sometería a la economía a un aterrizaje forzoso, obligando potencialmente a la Fed a dar marcha atrás y reanudar el QE.

Después de todo, eso es lo que sucedió entre el cuarto trimestre de 2018 y el primer trimestre de 2019, luego del intento previo de la Fed de aumentar las tasas y reducir el QE. Los mercados de crédito y acciones se desplomaron y la Fed atinadamente frenó su endurecimiento de la política monetaria. Luego, cuando la economía estadounidense sufrió una desaceleración generada por la guerra comercial y una leve convulsión del mercado de repos unos meses después, la Fed volvió a recortar tasas e implementar el QE (por la puerta trasera).

Todo esto sucedió un año antes de que el COVID-19 arrasara la economía y llevara a la Fed y a otros bancos centrales a implementar políticas monetarias poco convencionales y sin precedentes, mientras los gobiernos lidiaban con los mayores déficits fiscales desde la Gran Depresión. La prueba real de la fortaleza de la Fed se verá cuando los mercados sufran un shock en medio de una desaceleración de la economía y de alta inflación. Lo más probable es que la Fed dé marcha atrás.

Como he dicho antes, los shocks de oferta negativos probablemente persistan en el mediano y largo plazo. Ya se pueden discernir al menos nueve.

Por empezar, existe una tendencia hacia la desglobalización y un creciente proteccionismo, la balcanización y repatriación de cadenas de suministro lejanas y el envejecimiento demográfico de las economías avanzadas y mercados emergentes clave. Las restricciones más ajustadas en materia de inmigración están afectando la migración del Sur Global más pobre al Norte más rico. La guerra fría sino-norteamericana apenas está comenzando, y amenaza con fragmentar a la economía global. Y el cambio climático ya está alterando la agricultura y causando alzas de los precios de los alimentos.

Asimismo, la pandemia global persistente inevitablemente llevará a una mayor autosuficiencia nacional y controles de exportaciones de productos y materiales clave. La guerra cibernética altera cada vez más la producción y, sin embargo, controlarla sigue siendo muy costoso. Y la reacción política contra la desigualdad de ingresos y riqueza está llevando a las autoridades fiscales y regulatorias a implementar políticas que fortalecen el poder de los trabajadores y los sindicatos, montando el escenario para un crecimiento salarial acelerado.

Si bien estos shocks de oferta negativos persistentes amenazan con reducir el crecimiento potencial, la continuación de políticas monetarias y fiscales laxas podría desatar un desanclaje de las expectativas de inflación. La espiral de precios y salarios resultante luego daría lugar a un contexto estanflacionario de mediano plazo peor que en los años 1970 –cuando los ratios deuda-PIB eran más bajos de lo que son hoy-. Es por eso que el riesgo de una crisis de deuda estanflacionaria seguirá acechando en el mediano plazo.

30 de agosto 2021

Project Syndicate

https://www.project-syndicate.org/commentary/mild-stagflation-is-here-an...

 5 min


Piero Trepiccione

¿Quién tiene el mayor peso?

Venezuela va a confrontar un nuevo proceso electoral. Más allá de las repercusiones o impactos provocados por su situación política particular, es importante evaluar el momento actual y el estatus de la opinión pública, para determinar en consecuencia hacia dónde deben apuntar los elementos estratégicos, que podrían hacer exitosas las campañas electorales en cada estado y municipio del país. Vale decir, qué tanto de retorno político se puede lograr traducido en votos si nos enfocamos en uno u otro sentido.

Se debe apuntalar y focalizar la campaña hacia las fortalezas del o los partidos que respaldan a un determinado candidato, en función de aprovechar al máximo sus potencialidades y apegos partidarios; o, por el contrario, se debe hacer énfasis en la personalidad del candidato y su mensaje para que conecte con la población y reactive la fuerza popular hacia el ejercicio ciudadano. ¿Cuál de estos dos formatos de acción estratégicos en política electoral tendría más peso y relevancia para la motivación generalizada de apoyos?

Personalidad versus ideología

La personalidad de los candidatos ha venido ganando terreno en el mundo entero frente a la otrora solidez de los partidos. Si bien es cierto que un partido te garantiza un nivel de base partidario y organizativo con el cual arrancar una competición electoral, es aún más cierto que han venido mermando los apoyos sociales a este formato típico, que presenta grandes desgastes en la actualidad.

En el pasado, las ideologías representaban esquemas de pensamiento que aglutinaban con mucha fuerza a decenas de miles de personas que se incorporaban, o bien a la militancia o bien a la simpatía partidista. Con ello, las personas se inclinaban más a votar por el partido más allá inclusive si el candidato les gustaba o no. Vale decir, que, en realidad, la lucha política se circunscribía más a obtener el apoyo del partido, que era clave para poder ganar una elección y no tanto enfocarse en el discurso y expresión de la personalidad del líder para la consecución de los votos. En el presente, la personalidad del líder o candidato ocupa un rol destacado en el eje de una campaña electoral.

¿Y en consecuencia?

De cara al compromiso electoral convocado para el próximo 21 de noviembre por el CNE, vamos a tener 23 campañas electorales particulares en cada estado y también 335 en los ámbitos municipales. Ante ello, tendremos que ver el énfasis estratégico que cada formación política le pone como impronta a sus abanderados.

Hasta ahora seguimos viendo un protagonismo extremo de los partidos en la designación de candidatos, muchos de ellos inclusive, obedecen más a cuotas que a liderazgos propiamente conectados con sus regiones. Es decir, seguimos apreciando prácticas en las decisiones políticas en Venezuela más alineadas con formatos anteriores.

Esto puede traer como consecuencia que aquellos lugares donde se presenten alternativas que hagan mucho énfasis en la personalidad y en la comunicación política más desenfadada y desideologizada, pudieran generar grandes victorias. Y esto es válido tanto para el Psuv, como para los partidos de oposición.

En el Psuv se aprecian líderes muy partidistas o apegados al catecismo ideológico que pueden alcanzar los votos de su partido, pero no morderían con mucha fuerza al resto de la opinión pública y en la oposición, gracias al “cuotismo” pueden surgir candidatos sin conexión popular suficiente para capitalizar el descontento.

La lección de noviembre pudiera significar que, en las disputas por el poder, hay que ser más empáticos con un entorno que ha cambiado durante las últimas décadas, pero pareciera que algunos no terminan de entenderlo.

29 de agosto 2021

Efecto Cocuyo

https://efectococuyo.com/opinion/candidato-o-partido-el-dilema-electoral...

 2 min


Américo Martín

El oficio de las comparaciones históricas contribuye a descubrir la verdad y es una vía directa para las necesarias rectificaciones. Héctor Pérez Marcano, Caracciolo Betancourt y yo hemos estado revisando nuestra propia historia con el objeto de evitar la repetición de errores imperdonables. Analizamos un océano de casos que el desacierto arruinó. Entre los tiempos corridos de Pérez Jiménez hasta Hugo Chávez y Nicolás Maduro, todo fue conversado con objetividad y sin odio y fue ese doble rasgo lo que nos permitió observar mejor la fuente de los errores cometidos por las partes enfrentadas.

Durante el perezjimenismo, la represión era feroz y la resistencia, heroica. En los más de 20 años de predominio chavomadurista esa pauta represiva pareció repetirse, aunque con altibajos en gran parte desaprovechados. Se cometieron errores absurdos que se repiten hasta el cansancio, y no digo que su recurrencia es para reír por respeto a nuestra nación, hundida como está en las tinieblas de una tragedia griega.

Hoy sufrimos diariamente el rigor y consecuencias de esos disparates, pero venimos de la prosperidad. El ingreso per cápita de los tres o cuatro países que observaron un crecimiento sostenible por décadas, fueron Venezuela, Cuba Argentina y Uruguay. Se atribuía al altísimo volumen de exportación de petróleo el crecimiento de Venezuela y la broncínea estabilidad de su moneda, y el de Cuba a la enorme fuerza del turismo. Pocos países podían exhibir tantos atractivos para los viajeros del mundo. En cambio, Argentina y Uruguay mantenían un incremento más clásico, un cierto «desarrollo» más que «crecimiento». Esas fueron la realidad y las realidades.

Por eso gozamos de una era dorada de nuestra democracia a la que los dogmas, errores y agresiones interpersonales están terminando de destruir, sin admitir que lo determinante es la ceguera de los líderes, que no quieren aceptar su responsabilidad en el fomento de la tragedia, endosándola a los que no piensan como ellos.

La declaración oficial de la oposición anunciando su participación en las elecciones del 21 de noviembre, y con los que quieran incorporarse a esa nueva política, brinda una notable oportunidad de retomar la iniciativa con un realismo impresionante. Si acaso, les anotaría el error de no proporcionarle a su declaración un tono más emotivo, que se corresponda con la importancia del paso que se ha dado. El contenido, sin embargo, es bueno y completo. Pienso que debería brindársele un respaldo expreso, sin necesidad de devolver ataques injustos o de atribuirles intenciones malévolas.

Porque lo primero es que los amigos del cambio democrático se unan y, si aún no puedan hacerlo, respeten sus diferencias en lugar de insistir obsesivamente en la comisión de errores que no hay manera de pasar por aciertos.

Al pasearse por el agitado gallinero de errores y aciertos, Pérez Marcano alude a uno de los más celebres al tiempo que dañinos. La abstención, que por cierto trata de pasar como una novedad añadiéndole un calificativo que nada nuevo trae. Ni más ni menos que la ocurrencia del presidente Chávez, quien al postular el socialismo siglo XXI insinuó que siendo de este siglo, su socialismo era una propuesta nueva, pues nadie podría acusarlo de repetir los fallidos sistemas de los siglos XIX y XX

¡Y lo más gracioso es que es verdad! Aparte de que sería una genial forma de mentir diciendo la verdad. A sabiendas de que el disparate de serlo si se le añade un adjetivo apropiado, desaparecerán virtualmente los errores y mentiras del rostro del planeta.

Ya lo saben pues, ¡falaces de todos los países uníos!

Bueno, Caracciolo Betancourt y Pérez Marcano han decidido responder y para que me una a ellos se comunicaron conmigo. Por supuesto, estoy totalmente de acuerdo.

Resulta que Caracciolo critica esa manera de presentar la abstención bajo la fórmula inútilmente útil que es, y que a Pérez Marcano le recuerda la que nosotros llamamos «abstención militante». «Útil» o «militante», viene a ser lo mismo, en medio de un esfuerzo inútil por atribuirle al error la apariencia del acierto.

Decidimos respaldar el llamado a la participación electoral en noviembre, que los firmantes fortalecen anunciando candidaturas unidas con la tarjeta de la MUD.

Hemos criticado enérgicamente la práctica de infamar a quienes no piensen como uno, para al final incurrir en lo mismo que se rechaza. Es peligroso darle aire a probadas equivocaciones sobre todo si las hemos experimentado en el pasado.

Insistir en la abstención no tiene el menor sentido práctico y solo da para suponer que no alcanzará a tener más éxito del que, en mejores condiciones, no logramos antes. Pero ninguno de nosotros, como tampoco los firmantes del documento, hemos caído en la torpe injusticia de infamar a quienes postulen la participación. Puesto que se trata de fijar posición en un tema crucial, decimos, sí, estamos de acuerdo y con el debido y merecido respeto hacia quienes discrepen de nosotros.

Twitter: @AmericoMartin

 3 min


Carlos Machado Allison

Una avalancha de agresiones a la esencia misma de las universidades ha sido orquestada por el gobierno. Estrangulamiento económico, intervención en la designación de autoridades, intromisión del ministerio en cada detalle de la vida académica, migración de profesores calificados y abandono de miles de estudiantes que han desertado por razones económicas y de otro tipo. Estudiantes que necesitaban servicios de transporte y comedor, o becas para darle continuidad a sus estudios, están hoy obligados a trabajar para generar recursos para que las familias puedan comer.

Esta destrucción sistemática de las universidades de mayor prestigio como la UCV, USB, UDO, UC, LUZ y ULA, para citar algunas, deja a Venezuela sin futuro. La más joven, la USB, ha visto reducir la matrícula estudiantil al 25% del máximo que se registró en el año 2008 y además ha perdido casi el 40% de sus profesores y empleados, entre ellos investigadores de prestigio internacional. En su relativa breve vida, fue un ejemplo de calidad y ha dejado, entre otros logros, más de 46.000 egresados para quienes la universidad abrió un nuevo horizonte.

Pero el progreso personal no es el único legado que los egresados reciben en su tránsito por buenas universidades, ya que gracias a ellos existen servicios públicos, empresas, profesionales que ejercen libremente su actividad. Gracias a los egresados se producen, transportan y se procesan alimentos y existen médicos, ingenieros, arquitectos, economistas, abogados, odontólogos, historiadores, bioanalistas, computistas, contadores, filósofos, literatos, farmaceutas, agrónomos, veterinarios, biólogos, físicos, químicos, matemáticos, etc., que, al estar bien formados, constituyen la columna vertebral y el futuro del país. Son los generadores de riqueza, empleo y nuevas oportunidades. No será de centros mediocres de estudios donde importa más la ideología que el conocimiento, donde se colocarán los cimientos de la sociedad en un planeta donde la ciencia y la tecnología, siempre importantes, son ahora indispensables. ¿Educación a distancia? Sólo para algunos que tienen servicio confiable de Internet y una computadora. El mundo político se reúne a dialogar, lo que me parece muy bien, pero me pregunto si la educación y las universidades se encuentran en la agenda.

En dos décadas Venezuela ha retrocedido en casi todo lo medible: el PIB, la pobreza, la salud, la calidad y cantidad de servicios, los derechos fundamentales y ahora, lo peor que es la destrucción de la educación que nos condena al fracaso como país. Existe un grito desgarrador que llama al mundo económico y político, a la sociedad como un todo, a levantar la voz para defender a sus universidades y con ellas al futuro de nuestros hijos. Los invito a visitar el Blog Nueva Universalia.

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Alejandro J. Sucre

Que bueno. Hay negociaciones en México entre los líderes políticos que mayor número de votantes tienen, aunque ambos decrecen en las encuestas. En las negociaciones en México están presentes países como Rusia y Países Bajos en representación del Occidente. El ping pong de fuego que se lanzan los líderes políticos del país tanto de oposición como del oficialismo ha venido mermando. Los presos políticos y la participación electoral son temas a resolver pacíficamente. Las libertades económicas vienen ocurriendo y la eliminación de las sanciones deben levantarse y deben sustituirse con la creación de un organismo de contraloría de los flujos de caja de Pdvsa y otras empresas del Estado.

Entre las sanciones y la corrupción en Venezuela el PIB ha caído de $300 a $50 mil millones en 5 años. Ese es el costo de la irresponsabilidad de no llegar a acuerdos en México. Y no hay excusas ni de la oposición ni del oficialismo para no llegar a acuerdos. Venezuela entera no le interesa las cuentas que se tengan entre los líderes políticos. Esas las deberían resolver a título personal como más les convenga. Las bolas de fuego que se venían lanzando los líderes de la oposición y del oficialismo en plena batalla de exterminio mutuo, ya ha destruido la economía por 5 años en 70 %, sino que incluso contamina el ambiente aún cuando los líderes políticos anuncian que se sentarán a negociar acuerdos.

Un partido de fútbol es más interesante si los contrincantes juegan bajo las reglas y se respetan mutuamente. Ambos equipos y todos los jugadores se entrenan bien para dar una contienda de jugadas creativas y maravillosas. Así mismo los venezolanos tendremos un mucho mejor país cuando nuestros líderes políticos en lugar de concentrarse en dar zancadillas y golpes usaran su tiempo y talento en ser políticos del más elevado desempeño. No obstante, los venezolanos debemos celebrar que por lo menos la oposición y el oficialismo aún en un clima contaminado por diatribas inútiles y zancadillas típicas de los bajos mundos hayan anunciado negociar y poner en marcha procesos políticos más democráticos de parte y parte. Pareciera que esta vez las partes tienen más que perder y hay posibilidades de llegar a ciertos acuerdos que permitan levantar las sanciones por mutua conveniencia. Si el final de las negociaciones es que se levanten las sanciones, el país verá mayor actividad económica. Por una parte el oficialismo al no cambiar la Constitución de 1999 con la ANC, ahora debe enfrentar elecciones en el noviembre del 2021 y en 2024 que podrían perder si la oposición participa con una economía sancionada. El oficialismo está vulnerable de ir a elecciones si una oposición se presenta con nuevos líderes, renovados democráticamente dentro de sus filas, y ante un gobierno que lleva la economía pasmada por la hiperinflación y las sanciones. El oficialismo es vulnerable a presentarse en las próximas elecciones sin una mejora económica si la oposición cambia su estrategia y participa en las mismas aun sin condiciones electorales transparentes.

Al oficialismo le interesa que se levanten las sanciones de manera de reactivar el aparato productivo para ir a elecciones de cualquier cargo en los próximos años. Las medidas económicas de liberación y estímulo de la economía privada que el oficialismo impulsa desde el 2019 tendrían un importante efecto económico si se levantasen las sanciones. Venezuela 2022 entraría en una economía post Covid-19, post sanciones y post regulación de precios y de cambio, con una burocracia más promotora de la actividad de los ciudadanos. Sin sanciones y con nuevas medidas económicas, el oficialismo tendría una gran oportunidad de reactivar sustancialmente la economía y hacer un buen papel en las elecciones previstas en la Constitución.

Por la otra parte los líderes de la oposición no tienen ni han tenido ninguna alternativa que no sea llegar por la vía electoral. Dicho de otra manera, la oposición no tiene más opción que ganarse el voto del electorado masivamente y aún sin condiciones electorales transparentes tiene que arrasar. La oposición aprendió a no esperar una primavera africana o a los Marines. Cada vez sus estrategias de no participar por esperar condiciones mejores de competencia electoral significa que la oposición representa menos para el país y para el mundo. Nada de capital político ha acumulado la oposición desde el 2018 sino todo lo contrario por abstenerse de participar. Y ya los países que apoyan a la oposición se cansaron de apoyarlos y financiarlos mientras ellos hacen lobby en Washington y Bruselas y no ante el electorado venezolano.

Así que, la buena noticia es que aunque los venezolanos tenemos una economía en el piso debido a la corrupción, el Covid-19 y las sanciones, ahora se vislumbra un mejor futuro debido a que el sector privado será quien impulse la economía en un porcentaje mayor del PIB; pronto habrán mas vacunas para acabar con el Covid-19, habrán menos sanciones luego de las negociaciones en México, más procesos democráticos y políticos dentro y fuera de los partidos políticos, menos juegos geopolíticos y más actividad económica. En Venezuela se esta imponiendo el progreso menos por diseño y más por la presión de los hechos y prometen un futuro más dirigido por los ciudadanos y el espíritu de progreso.

alexsucre@hotmail.com

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Carlos Raúl Hernández

EEUU es una de las pocas naciones que eludió el totalitarismo, la dictadura compleja llamada “estabularia”, y también la tradicional. Los intentos de Trump y antes de Roosevelt demostraron que su estructura política federal, requeriría no de uno sino de cincuenta golpes de Estado para doblegar otras tantas formaciones judiciales, fuerzas armadas y policiales regionales. En el plano simbólico esta sociedad es un misterio. Para Jean Baudrillard y Slavov Zizek no existe nada específicamente norteamericano sino un ente culturófago que se traga todo y digiere las cosas buenas y malas de cualquier parte. “Lo que no se consigue en NY es porque no existe”, dicen los newyorkers con razón. Por eso resulta difícil en la actualidad concebir que desde los peregrinos del Mayflower, las más variadas sectas religiosas fanáticas sembraron profundas raíces comunistas y anarquistas, y otras practicaban una incipiente economía del mercado.

De acuerdo con el apasionante libro Historia de las sociedades comunistas norteamericanas, de Charles Nordhoff, convivieron sectas, hermandades e iglesias extrañas, zoaritas, amanitas, luteranos, auroritas, bethelianos, calvinistas, católicos, vanguardia de la conquista territorial del norte del continente, seguida por los pasajeros en las diligencias de las películas de John Wayne. No fue así en Latinoamérica donde únicamente imperaron la Inquisición y la Compañía de Jesús. Desde 1620 de la colonización de Massachusets, la iglesia pietista, con el gobernador Willian Bradford a la cabeza, y un poco después los cuáqueros o amish, fomentaron una economía abierta. Eso arrancó de la miseria extrema la primera colonia británica en Norteamérica, y conflictos políticos en la metrópoli fortalecieron esa tendencia. Por ejemplo, el monarca británico Carlos II tenía un grave problema con su amigo William Penn, un poderoso aristócrata hereje, cuáquero, al que no podía tocar pero necesitaba quitarse de encima. Le hace una propuesta que no podía rechazar.

Le otorgó 120 mil Kms. de territorio en la colonia hoy Pennsilvania, capital Filadelfia, la primera república democrática del mundo en 1682. Penn elabora una constitución, Marco de gobierno, el sufragio y los derechos individuales, que cien años después inspira la Constitución de Estados Unidos que George Washington hace aprobar ahí mismo. A un extremo, la secta de la Segunda Aparición de Cristo o shakers, era encratista y prohibía las relaciones sexuales e incluso el matrimonio. En otro, los perfeccionistas, practicaban el amor libre. El ideólogo socialista europeo Robert Owen a una secta llamada los economitas, compra la próspera comunidad de Armonía dedicada a la, impresión, destilación, carpintería, fundición, y muchas otras actividades altamente productivas.

E inicia el primer experimento comunista moderno que no es en Rusia de 1917, sino en Estados Unidos durante el siglo XIX. Inicia los malos pasos y colectiviza la economía con su Constitución de Igualdad para pasar de la competencia a la solidaridad. Declara que “libraré a la Humanidad de sus tres males más monstruosos: la propiedad privada, la religión irracional y el matrimonio…”. Y en poco tiempo una comunidad exitosa modelo se convirtió en abandono, decadencia, caos. Sus miembros entran en conflictos judiciales por pago de deudas, peleas, conflictos y Owen se rinde y regresa a Europa vencido el primer proyecto socialista, quebrado al perder cuatro quintas parte de su fortuna en el experimento. El hombre nuevo resultó estafador. En apenas dos años, el socialismo convirtió aquel emporio en un antro de pleitos y escasez.

Otro de los grandes socialistas europeos es el francés Etienne Cabet, ya famoso por sus obras Viaje… a Icaria y El verdadero cristianismo… en las que reivindica los modelos utópicos de Thomas Moro y Campanella. Compromete a que acepten su condición de dictador por una década a mil quinientos peregrinos que embarca desde Francia a EEUU en 1848 y establece Icaria en Navoo-Illinois, también una próspera comunidad entonces más grande y rica que Chicago. “Nuestro programa es el comunismo racional democrático: aumento de la producción, reparto equitativo, supresión de la miseria…”. Cabet elimina el derecho al voto de todos e incluso el de voz las mujeres, con una sentencia apabullante… “el pueblo debe estar protegido de la tentación de buscar la verdad por el contraste de opiniones”.

Se repite la historia. Al poco tiempo Icaria está en el caos y la pobreza y las arbitrariedades del dictador. Las familias vivían en casas iguales, con cuartos iguales, el mismo mobiliario y los padres delegaban la educación de sus hijos en la comunidad. Esta entra en conflicto, se divide y gran parte de los integrantes huyen para fundar una nueva colonia. El hombre nuevo que se proponía alumbrar, termina en reyertas, pleitos judiciales, infidelidades, traiciones y estafas. Todas las versiones del colectivismo conducen a lo mismo, hasta el deslave de 1989: pobreza, dictadura, sufrimiento. La sociedad norteamericana, conforme a la idea de Zizek y Baudrillard, logró tragarlo y asimilarlo, como seguramente hará con cualquier otro peligro.

@CarlosRaulHer

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