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Opinión

Laureano Márquez

El cambio de rumbo de la oposición venezolana, de toda ella, desde la que pedía una invasión inmediata de los marines norteamericanos hasta la más cercana al régimen, denominada por algunos «colaboracionista», marcará la orientación de la nación venezolana en los próximos años. No es este un comentario hecho con la intención de malponerlos ni acusarles de debilidad o docilidad frente al régimen totalitario. Por el contrario, hemos visto a lo largo de estos 21 años muestras de valentía, compromiso y lucha que harán historia. Vidas arrebatadas con indolencia, especialmente entre nuestra juventud.

La oposición venezolana ha terminado tomando el derrotero que las circunstancias le permiten. «Nunca es dura la verdad, lo que no tiene es remedio». Entre proclamar una salida mágica y transitarla, como hemos visto, puede mediar un abismo. Si hubiese otro camino más expedito, ya lo habrían tomado, porque supone uno que a ningún opositor le resulta sencillo digerir la idea de la prolongación de esta tragedia, más allá incluso de la fecha en que habían profetizado su caducidad: el 2021. El régimen, pues, se ha anotado una victoria, se ufana de ella y humilla en su mejor estilo.

Por otro lado, lo que acabamos de ver en Afganistán muestra que el mundo democrático no esta dispuesto a asumir los costos que implica llevar la democracia a aquellos países que no están preparados para ella. Las luchas de las naciones por su libertad será una lucha solitaria y lenta, sin mayor apoyo que la retórica hermosa de las proclamas desde los países de tradición democrática. Todas las dictaduras son atroces y las de izquierda lo son más, porque dan la impresión de venir –a diferencia de las otras– sin fecha de caducidad. A pesar de ello, también acaban y aunque uno no vaya a ver su final, debe seguir trabajando para alcanzarlo.

El destino de la oposición en los años venideros será el de operar bajo las reglas y limitaciones que el régimen político establezca. En condiciones desventajosas, de abuso de poder, inequidad y falta de transparencia.

Podría suceder, incluso, que haya algún éxito electoral y puede también que el régimen lo acepte y hasta que lo respete si le parece que su desempeño se realiza bajo ciertos parámetros que le resulten convenientes. La oposición trata de garantizar ahora solo su supervivencia en libertad (es decir, sin prisión) y, sin duda, de frenar lo más que le sea posible el proceso de destrucción del país. Será una lucha larga y difícil. Puede que a muchos les parezca poca cosa o una traición inaceptable, pero las torturas que puedan ahorrarse, las masacres que puedan evitarse, las vidas de presos políticos que puedan salvarse, la población que pueda vacunarse. Cualquier acción que salve vidas será un avance, un magnífico avance.

«Entre el dolor y la nada, prefiero el dolor». Quizá esta frase de William Faulkner es la que mejor define la actual situación de la oposición venezolana.

Twitter @laureanomar

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Phil Gunson

Tras un intervalo de dos años, representantes de la principal alianza de la oposición venezolana y del gobierno del presidente Nicolás Maduro se reunieron el 13 de agosto en una nueva ronda de negociaciones en Ciudad de México con el objetivo de resolver el prolongado y cada vez más devastador enfrentamiento político del país. Está previsto que se encuentren nuevamente el 3 de septiembre. Según un Memorando de Entendimiento firmado durante su primer encuentro, el objetivo de los negociadores es “establecer reglas claras de convivencia política y social”. Estas son las primeras conversaciones formales desde que los últimos esfuerzos, facilitados por Noruega, fracasaron en agosto de 2019 y fueron declarados “agotados” por la oposición al mes siguiente.

Desde entonces, el equipo noruego ha estado moviéndose activamente entre las dos partes, buscando establecer puntos de acuerdo que permitan descongelar de sus frías relaciones. Hay razones de sobra para ser escépticos sobre las perspectivas de éxito de esta ronda, en especial teniendo en cuenta los fracasos del pasado. Pero las negociaciones siguen siendo la única vía razonable para poner fin al enfrentamiento político y abrir el camino para superar la crisis económica y humanitaria que ha destrozado la calidad de vida de los venezolanos y llevado a casi seis millones de ellos a abandonar el país.

El ambiente para las conversaciones

Varias cosas han cambiado desde 2019. Una de las más significativas es la salida del presidente de EE. UU., Donald Trump, cuya política de “máxima presión”, que incluyó fuertes insinuaciones de intervención militar, buscaba derrocar al gobierno de Maduro. La decisión de EE. UU. de imponer sanciones secundarias en agosto de 2019 fue lo que provocó la ruptura de las conversaciones; y la convicción de la oposición de tener otras opciones fue lo que la llevó a abandonar la ruta de la negociación. Washington ahora ha dejado de lado la retórica de la “máxima presión”, aunque algunos de sus efectos persisten y serán difíciles de superar.

Maduro llega a estas nuevas negociaciones fortalecido políticamente, tras haber sobrevivido los esfuerzos de la oposición en los últimos años por fracturar la coalición de gobierno y su alianza con las fuerzas armadas. La proclamación de la oposición de ser el “gobierno interino”, en respuesta a la cuestionada victoria electoral de Maduro en 2018 y una interpretación polémica de la constitución, no logró inclinar la balanza del poder a su favor dentro de Venezuela y, en cambio, la llevó a centrarse en conseguir apoyo en el extranjero. Irónicamente, fue Maduro, en lugar del autoproclamado “presidente interino” Juan Guaidó, quien demostró ser más efectivo para fomentar la división entre sus adversarios, sumiéndolos en la decepción y la apatía. Desde principios de 2019, a pesar del descontento generalizado de la población, la oposición no ha logrado organizar grandes manifestaciones públicas.

Muchos Estados consideran que Maduro y el parlamento electo en diciembre llegaron al poder a través de elecciones sesgadas que no representaban la voluntad de la mayoría de los ciudadanos

En diciembre de 2020, Maduro recuperó el control del parlamento del país, la Asamblea Nacional, en unas elecciones turbias y boicoteadas por la mayoría de los partidos de oposición. Tan solo un puñado de los casi 60 países que reconocieron a Guaidó como el jefe de Estado legítimo en 2019 aún lo reconocen como tal, los demás han retirado discretamente su reconocimiento, aunque Washington aún no lo ha hecho. Algunos de los vecinos latinoamericanos de Venezuela también son menos hostiles al gobierno de Maduro de lo que eran dos años atrás, gracias a cambios de gobierno y reajustes de prioridades, en parte atribuibles a la pandemia de COVID-19. Sin embargo, muchos Estados consideran que Maduro y el parlamento electo en diciembre llegaron al poder a través de elecciones sesgadas que no representaban la voluntad de la mayoría de los ciudadanos, y Venezuela sigue sujeta a uno de los regímenes de sanciones más estrictos del mundo. La economía, que desde que Maduro llegó al poder en 2013 ha sufrido el peor colapso en tiempos de paz en la historia reciente, no puede reconstruirse sin una inyección masiva de capital, que a su vez depende de un acuerdo político.

Mientras la oposición busca principalmente garantías electorales y elecciones presidenciales y parlamentarias anticipadas, Maduro desea reconocimiento internacional y que se levanten las sanciones. Estos puntos están incluidos en el Memorando de Entendimiento de siete puntos presentado el 13 de agosto, que describe la agenda y los parámetros para las conversaciones. El documento generó consternación entre algunos sectores de la oposición, pues comienza definiendo a las partes como “el gobierno” y la “Plataforma Unitaria” (es decir, la oposición), aparentemente pasando la página del “gobierno interino” de Guaidó. Considerada por muchos como una traición, esta formulación debe ser entendida como un reconocimiento de la realidad. Convenientemente elimina no solo un obstáculo para lograr un acuerdo (Maduro nunca firmaría un acuerdo con representantes de un jefe de Estado rival), sino que quita una traba para la necesaria renovación del liderazgo de la oposición, la reconstrucción de su organización de base y la recuperación de su capacidad para canalizar el descontento popular.

Razones para tener esperanza

Varios de los obstáculos que en algún momento se interpusieron en el camino de una solución negociada han sido eliminados, al menos parcialmente. La oposición ya no insiste en la exigencia poco realista de que Maduro deje el poder como primer paso para una transición. También parece al menos dispuesta a contemplar la posibilidad de llegar a acuerdos parciales durante las conversaciones.

Anteriormente, las facciones de la oposición tuvieron fuertes discrepancias sobre la posibilidad de adoptar un enfoque gradual para resolver sus diferencias con el partido gobernante, ya fuera en las negociaciones o en otras instancias. Guaidó y sus aliados han insistido en que un enfoque escalonado afectaría seriamente las perspectivas de un acuerdo integral. Pero el excandidato presidencial Henrique Capriles, organizaciones de la sociedad civil agrupadas bajo el recientemente creado Foro Cívico y la principal cámara empresarial venezolana, Fedecámaras, han tenido activas conversaciones con el gobierno de Maduro sobre asuntos humanitarios, políticos y económicos específicos. Un resultado positivo y notorio de este esfuerzo por lograr avances graduales han sido las reformas electorales, en particular la inclusión a principios de este año de dos figuras muy respetadas de la oposición en el Consejo Nacional Electoral.

En cuanto a las negociaciones actuales, en la sesión del 13 de agosto en Ciudad de México, todas las partes mostraron su disposición para respaldar acuerdos parciales, lo que podría permitir que el proceso gane más adeptos si los negociadores pueden demostrar avances concretos en las primeras etapas. En una muestra de respaldo a la necesidad de buscar una solución negociada a la crisis política y económica, Stalin González, un aliado de Capriles que en 2019 se desempeñó como negociador designado por Guaidó, se ha sumado al equipo de la oposición para las conversaciones. La medida podría representar una oportunidad para que los partidarios de Guaidó y Capriles concilien sus diferencias.

Los principales países responsables de las sanciones internacionales, EE. UU., Canadá y miembros de la Unión Europea, han contribuido a hacer más creíble el cambio de postura al ofrecer la posibilidad de un alivio gradual de las sanciones ligado a un progreso sustancial en las conversaciones. Este paso es un gran avance después de años en los que Washington y Bruselas siguieron estrategias considerablemente divergentes, incluso contradictorias, con EE. UU. insistiendo en que solo levantaría las sanciones si Maduro dejaba el cargo y la UE mostrando mayor flexibilidad. Otro elemento favorable, que Crisis Group ha recomendado con frecuencia, es que algunos de los principales actores extranjeros acompañarán las conversaciones directamente a través de un esquema de acompañamiento o indirectamente a través de un “Grupo de Amigos” de la negociación. La presencia directa de Rusia, un aliado estratégico de Maduro y de sus fuerzas armadas, es particularmente significativa. Todas las acciones de Rusia hasta ahora habían tratado de evitar cualquier resultado que suponga claros beneficios para EE. UU. y sus aliados, pero se beneficiaría de un acuerdo que preserve sus intereses económicos en Venezuela.

Esta mayor afinidad entre las principales potencias va acompañada de cambios en el equilibrio político regional. Tras la ruptura de las conversaciones en 2019, dieciséis de los vecinos de Venezuela votaron a favor de activar el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, un pacto de defensa mutua, calificando al gobierno de Maduro como una amenaza para la seguridad regional. La iniciativa fue promovida por el Grupo de Lima, una alianza ad hoc de gobiernos de América Latina y el Caribe formada en agosto de 2017 para presionar por una transición política en Venezuela. A pesar del ruido de sables, los Estados vecinos nunca tomaron medidas significativas y, desde entonces, la marea política en la región ha hecho que el ambiente sea menos hostil hacia Maduro. En julio, Perú, la sede nominal del Grupo de Lima, eligió a un presidente de extrema izquierda, Pedro Castillo, quien probablemente adoptará una línea muy diferente a la de sus predecesores inmediatos con respecto a Venezuela. Argentina, Bolivia y Santa Lucía se han retirado del grupo y México por su parte, dejó de firmar los comunicados en 2019. Los gobiernos de izquierda de Andrés Manuel López Obrador en México y Alberto Fernández en Argentina han jugado un papel detrás de cámaras para propiciar las actuales conversaciones, de las que el primero es anfitrión y a las que el segundo podría sumarse como miembro del Grupo de Amigos.

Razones para desanimarse

Sin embargo, no todos los astros están alineados para que las conversaciones sean productivas. En el frente internacional, la mayor flexibilidad de la administración Biden en la política hacia Venezuela se ve limitada por las preocupaciones políticas domésticas. En un momento en el que el Partido Demócrata intenta minimizar las pérdidas en las elecciones legislativas de mitad de período de 2022, es natural que Biden sea reacio a renunciar abiertamente a una política de línea dura que le dio tan buenos resultados a Trump en el campo de batalla electoral del sur de la Florida, hogar de muchos exiliados venezolanos y sus aliados cubanoamericanos.

Otro tema que se avecina es el posible anuncio de la apertura de una investigación formal por parte de la Fiscalía de la Corte Penal Internacional, que podría resultar en la expedición de órdenes de arresto o de comparecencia contra altos funcionarios gubernamentales o militares presuntamente implicados en crímenes de lesa humanidad. El tribunal ha estado investigando si los abusos de derechos humanos cometidos mientras Maduro ha estado consolidando el poder desde 2017 justifican dichos cargos. Es probable que la decisión sobre el inicio de la investigación se produzca antes de que finalice el 2021, a menos de que se puedan evidenciar avances genuinos para que los responsables rindan cuentas a través de procesos internos, lo que parece poco probable.

Las elecciones de noviembre resultan especialmente complicadas para la oposición al estar tan profundamente dividida

La situación interna de Venezuela es aún más complicada. En primer lugar, el momento en el que se dan las conversaciones es desfavorable, ya que se producen justo cuando está por comenzar la campaña para las elecciones regionales y municipales del 21 de noviembre. Por su naturaleza, los comicios tienden a recompensar la polarización, no el consenso. Las elecciones de noviembre resultan especialmente complicadas para la oposición al estar tan profundamente dividida, no solo sobre si participar o no (a pesar de una mejora parcial de las condiciones electorales, muchos aún consideran que la siguiente jornada será profundamente injusta), sino también sobre los posibles candidatos y cómo seleccionarlos.

Aunque el gobierno levantó el veto a la coalición de la Mesa de la Unidad Democrática, permitiendo potencialmente que la oposición presente candidatos únicos en cada circunscripción bajo la misma bandera, estrategia con la cual ésta obtuvo el control del parlamento en 2016, el consenso en las filas de la oposición ha tardado en manifestarse. La mayoría de la oposición hasta ahora ha evitado convocar al público a las urnas, incluso mientras muchos partidos se preparan para registrar candidatos. Guaidó ha descalificado sistemáticamente las elecciones como un “evento organizado por el gobierno”. Mientras tanto, crece la presión internacional para que se le de mayor importancia a las elecciones, con una mención específica al respecto en recientes comunicados conjuntos de EE. UU., Canadá y la UE, y el acuerdo de la oposición sobre su participación es un factor clave para que la UE determine si debe desplegar una misión de observación o no.

Con plazo para el registro de candidaturas en agosto y la campaña electoral a punto de comenzar, el tiempo se agota. Si los candidatos de Maduro arrasan en los comicios de noviembre, la derrota dejaría a la oposición aún más débil en la mesa de negociaciones, lo que hace difícil imaginar que las partes avancen mucho antes de las elecciones. Aunque se han previsto nuevas rondas de conversaciones para septiembre, es probable que en ese punto se suspendan a la espera de las elecciones.

El hecho de que muchos venezolanos no se sientan representados por ninguna de las delegaciones en Ciudad de México también es motivo de preocupación. Tanto el gobierno como la fragmentada oposición, según confirman las encuestas de opinión, son muy impopulares y muchos ciudadanos perciben que ambas partes están más interesadas en promover sus intereses propios que en buscar el mejor resultado para el país en general.

El 15 de agosto, mediante un comunicado conjunto, tanto el gobierno como la oposición reconocieron la necesidad de establecer mecanismos de consulta con otros actores políticos y sociales. La mayoría de los venezolanos apoyan un acuerdo negociado, pero hay escépticos de línea dura en ambos lados. En el lado de la oposición, algunos rechazan cualquier tipo de conversaciones con el gobierno y continúan insistiendo en una mayor presión internacional e incluso en una intervención militar como solución a la crisis. En el otro extremo de la oposición se sitúan los partidos que participaron en las elecciones de diciembre, cuyos miembros son tildados de “colaboracionistas” por muchos en la oposición. Por el lado del gobierno, solo la facción de Maduro de la coalición gobernante está presente en la mesa, ya que que no hay representación de otro peso pesado chavista, Diosdado Cabello, cuya influencia parece estar disminuyendo recientemente; el ejército venezolano, un actor clave, también está ausente. Consultas integrales serán indispensables para asegurar que ninguno de estos grupos o individuos se convierta en un obstáculo.

La única alternativa

Por incipientes y vulnerables que sean, las conversaciones ofrecen una oportunidad de progreso. No obstante, es poco probable que haya claridad hasta después de las elecciones de noviembre sobre si alguna de las partes, especialmente el gobierno, está lista para llegar siquiera a acuerdos parciales.

Se necesitarán canales de comunicación entre Washington y Caracas para que ambos determinen lo que cada uno puede esperar de manera realista de su contraparte

Entre tanto, la principal tarea es consolidar el proceso de negociación. Eso significa, entre otras cosas, diseñar e implementar un mecanismo de consulta robusto que fomente la adhesión de los que hayan quedado por fuera y del público en general; definir claramente las funciones de los países a los que se les ha asignado la tarea de acompañar el proceso o de unirse al Grupo de Amigos; y, especialmente en el caso de EE. UU., aclarar las exigencias que se le harán al gobierno de Maduro para relajar las sanciones (así como el orden en el que esto se llevaría a cabo). Se necesitarán canales de comunicación entre Washington y Caracas para que ambos determinen lo que cada uno puede esperar de manera realista de su contraparte.

Ante todo, las conversaciones tendrán más posibilidades de avanzar si las partes buscan primero un acuerdo sobre algunas medidas graduales que puedan producir mejoras tangibles en las condiciones de vida de los venezolanos. Por ejemplo, existe la posibilidad de llegar a un acuerdo sobre la asignación supervisada de fondos multilaterales para hacer frente al colapso económico, aumentar los esfuerzos de ayuda humanitaria y realizar acciones concretas para restablecer las instituciones, comenzando por el poder judicial. Entre más beneficios reales produzcan las conversaciones para el pueblo venezolano, más fácil será aplacar a los escépticos y disminuir la presión de los partidarios de la línea dura que podrían intentar socavarlas.

Si bien la oposición se mantuvo firme durante la fase preparatoria de las conversaciones en que se centraría exclusivamente en un acuerdo político, el Memorando de Entendimiento habla de “poner el bienestar del pueblo venezolano en el centro”, y el propio Guaidó ha incluido “atender la emergencia humanitaria” entre su lista de objetivos. Queda por definir si las partes enfatizarán los temas sociales, económicos y humanitarios en las conversaciones principales, si delegarán estos asuntos a un comité independiente o incluso si dejarán estas discusiones en manos de mecanismos ya existentes, como la mesa técnica nacional creada por el gobierno y la oposición en febrero de 2021 para obtener vacunas a través del mecanismo COVAX de la Organización Mundial de la Salud. Si bien es posible que los participantes de Ciudad de México prefieran dejar de lado estos asuntos, es probable que la sociedad civil los exhorte, a través del mecanismo consultivo prometido en una declaración conjunta, a ofrecer soluciones rápidas. Deben atender este llamado.

Para que las negociaciones avancen, deberá mostrar moderación y llegado el momento, hacer concesiones que pongan en riesgo su control sobre todas las palancas del poder

Maduro claramente siente que está en una buena posición tras los resultados de la primera reunión. Hasta ahora ha cedido muy poco y continúa socavando las conversaciones con comentarios públicos poco constructivos. Para que las negociaciones avancen, deberá mostrar moderación y llegado el momento, hacer concesiones que pongan en riesgo su control sobre todas las palancas del poder, algo que el gobierno nunca ha demostrado estar dispuesto a hacer. Pero hay otras opciones para generar confianza a corto plazo que ayudarían a mantener las conversaciones al demostrar que el gobierno también tiene la intención de buscar una solución negociada. La liberación de presos políticos sería una de ellas. El gobierno también podría eliminar, o al menos suspender el debate parlamentario sobre la Ley de Ciudades Comunales, que la oposición ve como una amenaza porque podría llegar a trasladar el poder de las autoridades estatales y municipales a “comunas socialistas”, lo que equivale a un cambio en la división de poderes consagrada en la constitución venezolana. Antes de las elecciones regionales de noviembre, y cuanto antes mejor, Maduro debe levantar las inhabilitaciones impuestas a los políticos de la oposición que les impiden postularse, y permitir que los candidatos de la oposición tengan un acceso equilibrado a los medios de comunicación.

Es muy probable que estas negociaciones sean largas y complejas, y que el resultado final no satisfaga a todas las partes, pero la primera reunión en Ciudad de México marca un paso importante para dejar atrás las posiciones maximalistas. Para que las conversaciones prosperen, las partes tendrán que lograr mejoras tempranas y significativas en los derechos políticos y, de manera crucial, en la vida cotidiana de los venezolanos. Una solución duradera a las crisis actuales del país requerirá compromisos sobre cómo lograr la recuperación económica, reparar el sistema de salud y abordar la creciente influencia de grupos armados que han obtenido el control de facto de las zonas rurales y urbanas. El gobierno, la oposición y sus respectivos aliados internacionales tienen mucho trabajo por delante. A pesar de todos los desafíos en el horizonte, es bueno ver que esta labor estancada desde hace mucho tiempo, de nuevo está en marcha.

30 de agosto 2021

Crisis Group

https://www.crisisgroup.org/es/latin-america-caribbean/andes/venezuela/venezuela-making-most-mexican-breakthrough

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Jesús Elorza G.

A un mes del anuncio hecho por Maduro, en el acto de recibimiento a los atletas participantes en los Juegos Olímpicos de Tokio, el tema de conversación en el sector deportivo estaba referido a los avances de lo anunciado en ese acto. Muchos, por no decir la gran mayoría de los atletas, entrenadores, dirigentes, padres, representantes y periodistas dudaban de las promesas ofrecidas, pero, le daban el beneficio de la duda y esperaban a ver para creer que no era un engaño más.

La realidad, no se hizo esperar y en el transcurso de treinta días el “Plan Sueño Olímpico Paris 2024” progresivamente se fue transformando en una pesadilla continúa. Todos veían y sentían como día a día Maduro quedaba al desnudo con el incumplimiento progresivo de lo rimbombantemente ofrecido como la ruta a seguir para la próxima cita olímpica. Un simple análisis, de cada una de las promesas, en lo relacionado con la oferta y lo cumplido nos permite dejar en evidencia la nueva farsa gubernamental de sus planes para, ahora si, atender el deporte:

-Promesa # 1: “Ordenó a la vicepresidente ejecutiva, Delcy Rodríguez convocar a los integrantes del sector deportivo de Venezuela, a mesas de trabajo, para en un lapso no mayor de 15 días, presentar el Plan Sueño Olímpico Paris 2024”

El sueño, ya presenta una pesadilla de retraso mayor a una quincena. El plan no aparece por ningún lado. Se repite la historia, de la traída de los 10.000 “entrenadores” cubanos a partir del año 2002, con la finalidad de hacer un diagnóstico del deporte en el país y a 19 años de ese hecho, todavía no se conoce ni siquiera un párrafo de ese famoso diagnóstico.

-Promesa # 2: “Traer a Venezuela los mejores entrenadores de Asia, Europa, África, los mejores del mundo, de acuerdo a la especialidad”.

La pesadilla sigue con el correr de los días. Con la experiencia del atraso en los pagos, vivida por los entrenadores polacos y eslovenos, hasta ahora ningún entrenador ha firmado contrato para venir al país. La pesadilla alcanzó niveles de terror con lo sucedido al entrenador de la Vinotinto de Futbol ¡¡¡catorce meses sin cobrar su sueldo!!!

-Promesa # 3: “En un lapso de 30 días ya deberíamos saber quiénes son las promesas olímpicas rumbo a Paris 2024 y darle todo el apoyo psicológico, financiero, de entrenamiento, técnico, logístico y científico”.

En este punto, Maduro entró en un proceso de alucinación, al pretender hacernos creer que como el mago Merlín, tenía una bola de cristal para desde ya ver quiénes son las promesas olímpicas, pasando por alto, que solo en las competencias y no en alucinaciones es que se ganan los derechos a formar parte de una selección nacional deportiva.

-Promesa # 4: “Durante el mes de diciembre, de este año, se retomará todo el Sistema de los Juegos Deportivos Nacionales”.

Diez años consecutivos de suspensión de los juegos nacionales 2011-2021, han sido la peor pesadilla que ha tenido el deporte venezolano. Ahora, el delirio gubernamental, pretende hacer creer que lo no resuelto en una década va a resolverse en tres meses. En este momento ¡¡¡ningún estado del país tiene recursos económicos para asistir a unos juegos. Los entrenadores tienen salarios de hambre. Las instalaciones están deterioradas. Los atletas carecen de asistencia social. A todo esto, hay que sumarle la crisis de combustible, transporte, alimentación, salud e hiperinflación.

Se hace evidente por demás, que el sueño de los deportistas venezolanos por alcanzar niveles de superación y representar al país en eventos internacionales, se transforma en una pesadilla por la incapacidad gubernamental para resolver los problemas que afectan al deporte.

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Eddie A. Ramírez S.

Tal día como hoy, en 1993, Carlos Andrés Pérez (CAP) fue separado definitivamente de la presidencia. Fue un proceso que se inició en mayo de ese año cuando la Corte Suprema de Justicia (CSJ) consideró que la imputación hecha por el Fiscal General, Ramón Escobar Salom tenía elementos suficientes para iniciar un antejuicio de mérito. Para ello, debía contar con la aprobación del Senado, el cual dio el visto bueno en un día y sin tener el expediente. CAP fue separado de la presidencia y recluido en el Retén de El Junquito. Cuando cumplió 70 años, en acatamiento de la ley, le fue dada casa por cárcel, de la cual salió en septiembre de 1996. ¿Fue un juicio acorde a la ley o uno político? ¿Su defenestración fue factor importante en la pérdida de la democracia?

¿Quiénes lo defenestraron? Héctor Alonso López mencionó en un artículo que la CSJ decidió en su contra por nueve votos, mientras que seis magistrados consideraron que no había mérito para enjuiciarlo. En el Senado, 39 legisladores votaron por el enjuiciamiento, de ellos 28 pertenecían al partido de CAP, o sea Acción Democrática (AD), de los cuales solo cuatro respaldaron a CAP. Previamente, en el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) de AD, 21 miembros votaron por apoyar el enjuiciamiento y solo siete se opusieron.

Lo anterior evidencia que achacarle la defenestración al llamado Grupo de los Notables, encabezado por el distinguido intelectual Arturo Uslar Pietri, así como a los medios de comunicación, no es sino la tradicional costumbre de culpar a otros. La responsabilidad del enjuiciamiento a CAP fue del sector político. Desde luego que las declaraciones y artículos de los formadores de opinión, así como la política de los medios de destacar lo negativo influyó en que los ciudadanos tuviesen una valoración negativa de CAP, después de haber sido muy popular.

Por otra parte, en el país había un ambiente de subversión militar y civil. Algunos pensaban, entre ellos quien esto escribe, que de no haber destituido al presidente hubiese habido violencia y quizá un golpe de estado. Al respecto, en las entrevistas realizadas por Ramón Hernández y Roberto Giusti, consignadas en el libro “ Memorias de un proscrito” , CAP mencionó que la magistrada Hildegar Rondón de Sansó, aparentemente arrepentida, le dijo que a los magistrados les advirtieron que si no procedían, el país ardería.

¿Inocente o culpable? Todo indica que fue un juicio político, quizá para evitar males mayores, pero sí había elementos para el mismo. Algunos, en defensa de CAP, solo mencionan que este no tenía que dar cuentas del manejo de la llamada partida secreta, la cual se utilizó en parte para apoyar a la seguridad y, aparentemente también a la campaña electoral de la nicaragüense Violeta Chamorro. Sin embargo, olvidan el manejo de los dos cheques, uno por 7.250.000,00 bolívares, equivalentes a 500.000,00 dólares, y otro por 242.720.000.00 bolívares, o sea unos 16.741.379,00 dólares. Este último se cambió el 21 de marzo, a dólar preferencial Recadi de 14,5 bolívares por dólar, a pesar de que ese organismo lo habían eliminado el 13 de marzo y la tasa vigente era de 32,60 bolívares por dólar. El primer cheque lo retiró el Ministerio de Relaciones Interiores, como era lo correcto, pero el de mayor monto fue retirado del Banco Central por el Ministerio de la Secretaría de la Presidencia. Fue sentenciado a 28 meses por malversación genérica. Cuando cesen las pasiones los expertos determinarán su inocencia o culpabilidad para efectos de la historia.

¿Qué hubiese cambiado si no lo destituyen? Muy probablemente, nada. Apenas le faltaban siete meses para terminar su gestión. Era evidente el deterioro de los partidos políticos debido al clientelismo y a las malas gestiones. Una prueba evidente fue el triunfo de Rafael Caldera apoyado por unos micro partidos que el pueblo bautizó como el chiripero, especie de cucaracha de poco tamaño. Es decir, Caldera fue, en la práctica, un candidato extra partido. Para ello le asestó una puñalada trapera a Copei, el partido que fundó. Este filicidio contribuyó, aún más, al desprestigio de los partidos. Al salir de la cárcel, expulsado de AD, CAP creo otro partido de vida efímera. Chávez estaba a la vuelta de la esquina.

Convergencia, el partido creado por Caldera, prácticamente desapareció. En 1999 Manuel Rosales se separó de AD y creó Un Nuevo Tiempo. Antonio Ledezma también se separó de AD y creó Alianza Bravo Pueblo en el 2000. Ese mismo año nace el partido Primero Justicia y en el 2009 Voluntad Popular. Entre estos partidos y los tradicionales de AD y Copei se detectan muy pocas diferencias. Los partidos se descuidaron y permitieron el ingreso de militantes que utilizan la política como negocio. Por ello surgieron los llamados “alacranes” y partidos de maletín que son caballos de troya del régimen. Esta situación y la inconsistencia de muchas decisiones los han hecho perder credibilidad, lo cual se refleja en la baja aceptación en las encuestas. Confiamos que se depuren, ya que son imprescindibles para recuperar la democracia y enrumbar al país hacia un desarrollo sustentable.

Breve opinión sobre CAP. En su primer gobierno (1974-1979 ) aplicó una política típica de capitalismo de estado, aprovechando los elevados precios del petróleo. Tuvo el acierto de crear el Programa de Becas Gran Mariscal de Ayacucho y el Sistema de Orquestas Juveniles. Nacionalizó el petróleo y las empresas básicas, destruidos posteriormente por Chávez-Maduro. Su gobierno se indigestó con el enorme ingreso de dólares, aumentó la inflación, la corrupción y la deuda pública. En su segundo período (1989-mayo 1993) tuvo el coraje de rectificar y el país estaba encontrando el rumbo adecuado. Su comportamiento ante las decisiones de su partido y de la Corte Suprema de Justicia fue ejemplar, al no oponerse y acatarlas. Fue un gran luchador por la democracia en Venezuela y en América Latina. Un venezolano con muchas fortalezas y algunas debilidades. Después de salir de la cárcel fue acusado de corrupción conjuntamente con su pareja Cecilia Matos.

Como (había) en botica:

Por falta de atención médica el régimen dejó morir al preso político Gabriel Medina Díaz.

Falleció el apreciado médico Luís Guillermo Ferrer, jubilado de Pdvsa. Nuestro pésame a su esposa Lía, hijos y familiares.

¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!

eddiearamirez@hotmail.com

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Karin van Groningen

La hermosa película En Busca del Valle Encantado (Don Bluth, 1988), contó entre otros con Steven Spielberg y George Lucas, como productores ejecutivos. Allí tal vez podríamos encontrar la explicación de la baja participación popular en las elecciones de los candidatos a ocupar los cargos de gobernadores y de alcaldes.

Y es que —como el mundo del pequeño dinosaurio protagonista de la película— Venezuela cambió súbitamente. ¡Todo se modificó! Se abrió y dividió la tierra para siempre. Y los padres dinosaurios quedaron separados de sus hijos. Como les ha ocurrido a los niños venezolanos… Evento catastrófico que hizo desaparecer la población entre los 15 y 60 años, reporta la oficina de Población de la ONU (Unpop).

Un cambio drástico e inesperado. Como si a una empresa le removieran de la noche a la mañana todo su personal activo. Venezuela es hoy ¡un país de ancianos y de niños! Mujeres como cabeza de hogar, según reporta el proyecto Encovi del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la UCAB. Pero mujeres viejas ¡Abuelas regentes de hogares fracturados! Ni rastro de aquel país lleno de gente joven. Y el fuerte aumento de la mortalidad y el descenso de la esperanza de vida nos informa que esos ancianos y niños padecen tan grandes dificultades, que parecen estar perdiendo la batalla. Igual como les pasó a los pequeños dinosaurios huérfanos todos. Trabajando cuando no se ha alcanzado la edad laboral o cuando ya se está fuera de ella. Sin protección alimentaria. Sin educación. Sin seguridad social. Ni jubilaciones. Ni medicinas. Ni hospitales. Y es que ni tan siquiera tienen sistemas de transporte seguros.

Tan devastado como quedó el mundo de Piesito, el dinosaurio protagonista de la película ¡Un horror! Pero el Valle Encantado está en su cabeza y en la de sus huérfanos amigos dinosaurios y sabiamente guía sus pasos. El Jardín de las Delicias. Y los abuelos venezolanos de la mano de sus nietos se esfuerzan también por encontrarlo. En condiciones tan extremas, puede que no tengan el tiempo necesario para salir a la calle a seleccionar a quienes se ofrecen para guiarlos. O puede que tengan miedo (Roberto Briceño-León, Dictadura del Miedo). Puede que ya no tengan las fuerzas. O puede que estén evaluando los nombres de los que se ofrecen como candidatos. Sus trayectorias. Sus capacidades. Y, por supuesto, sus propuestas de gobierno. Se saben la población más vulnerable. La población más dependiente, es lo que ahora llena al país. Saben que crear sistemas de salud para ancianos no se hace en un día. Ni buenos sistemas educativos para los niños huérfanos que se quedaron. Sin hablar de los apoyos psicológicos postraumáticos. Todos son servicios muy costosos. Y ya no se cuenta con recursos. Y la población económicamente activa que pudiese ayudar, como ocurre en todos los países, está ahora repartida por todo el mundo. De haberse quedado trabajando en el país, en el curso de unas cuatro décadas, se hubiesen podido alcanzar la productividad, los ahorros y la infraestructura necesarios para hacer frente a los requerimientos de aquellos que fuesen saliendo de la edad laboral. Su seguridad social. Y paralelamente, la educación hubiese podido formar el capital humano necesario para asegurar los mejores resultados. Era el proyecto de la Venezuela feliz. El Valle Encantado. El Jardín de las Delicias. Pero desaparecieron los jóvenes. Y con ellos, desapareció ese bono demográfico (BBC News Mundo, 9 agosto de 2021).

En condiciones tan extremas, calificadas de crisis humanitaria, es crucial la actualización y el empoderamiento de la clase política regional que ofrece sus servicios. De ello no hay duda. El conocimiento de sus representados y de sus prioridades. Del origen de los recursos financieros necesarios para hacerle frente a esa tremenda carga demográfica que es ahora el país. Del factor de atracción del capital humano requerido para elevar la productividad nacional, en un país donde la natalidad está en franco descenso. Del ingrediente persuasivo de esas inversiones renuentes ante la severa reducción del consumo y del mercado interno y la ausencia de seguridad jurídica. De la senda para sacar al país del empobrecimiento, de la contracción de la economía y de la hiperinflación, que son las causas de esta tragedia. Y, por sobre todo, los saberes capaces de conjurar la muy presidencialista fórmula jurídica que hasta ahora se reserva el poder de acción sobre todas estas materias ¡Un exorcismo habilitante!

No existe ya el tradicional recurso de acudir al presidente de la república para “negociar dinero” producto de la venta del petróleo nacionalizado. Ese ya se esfumó. Ahora no es posible paliar la situación mediante dádivas, contratos y empleos inorgánicos, generalmente en la hipertrofiada administración pública. Es en este punto que le pregunto: ¿Será la falta de tiempo, la falta de fuerzas, el miedo o la falta de credibilidad en esa clase política que se ofrece para ocupar los cargos regionales lo que explica la baja participación en las elecciones para escoger a los candidatos? ¿Dada la crisis humanitaria sería preferible provocar una elección presidencial con candidatos aptos para enfrentar el reto? , como caso inédito y a diferencia de lo ocurrido con Piesito y sus amigos huerfanitos ¿se clausura el país? ¿Usted qué opina?

@KarinvanGroning, @vangroningenk, kavege@gmail.com

Ideas de Babel

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Werner Corrales

El riesgo que implicará la pobreza para nuestra nueva democracia

La pérdida de la democracia venezolana que comenzó hace 22 años tiene mucho que ver con la elevación de la pobreza. Ella se gestó entre mediados de la década de 1970 y 1998, años en los cuales la pobreza creció de menos de un 30% a más del 60% de la población y el régimen político derivó hacia un populismo clientelar que manipulaba a los pobres sin ayudarlos a salir de su situación, creando así el caldo de cultivo que aprovechó el chavismo para llegar al poder. La historia más reciente es muy conocida; durante el tiempo transcurrido del Siglo XXI, el régimen socialista exacerbó la manipulación clientelar de los pobres sin reducir la pobreza, la cual de hecho se elevó, y sembró eficazmente el odio entre clases sociales. Pobreza y odio social disolvente no se reducirán automáticamente con la salida del socialismo del poder.

El riesgo latente que implica mantener niveles altos de pobreza para la nueva democracia, puede entenderse de las tres consideraciones siguientes:

  1. Para finales de 2020 el nivel total de la pobreza de ingresos era superior al 93% de la población venezolana, estimándose en más del 66% el nivel de la pobreza que se ha mantenido crónica en las últimas tres décadas (18 millones de un total de 26 millones de personas en la actualidad), cuya reducción a niveles cercanos a un 20% nos tomará unos 25 años (10 millones de un total de 50 millones), si lo hacemos muy bien.
  2. Si bien será indispensable que los futuros gobiernos democráticos empleen subsidios focalizados para atender la precariedad de las familias más vulnerables, esto sólo atenderá a una pequeña fracción de los hogares pobres y tendrá que ser rápidamente decreciente en el tiempo, porque está probado que no contribuye a la superación de la pobreza y a la larga no es económicamente sostenible ni políticamente eficaz para defenderse del populismo, ya que por el contrario consolida en la sociedad la cultura clientelar y eleva la probabilidad de que el mismo régimen democrático se descomponga como sucedió en los últimos años del Siglo XX.
  3. El chavismo y otros populismos de izquierda radical sobrevivirán a la recuperación de las libertades, continuarán con sus siembras de odios e intentarán permanentemente provocar tensión e incluso violencia en las comunidades pobres, para desprestigiar a la democracia y llegar nuevamente al poder apoyados en sus discursos de redención social.

La propuesta política: un pacto para el progreso de todos

La reducción significativa de la pobreza sólo es posible elevando las capacidades humanas de la mayoría de los venezolanos para que ellos se hagan agentes de sus propias vidas. Es decir, sólo será posible mediante un proceso que genere oportunidades para el progreso de todos y que evite las desviaciones populistas que ha vivido nuestra política en el pasado.

Por otra parte, es necesario que ese proceso garantice dos condiciones para que los grupos populares desarrollen adhesión y lealtad con la nueva democracia, y para que todos los venezolanos combatamos con éxito los intentos disolventes que el chavismo y otros populismos de izquierda radical estarán probablemente haciendo entre los pobres.

En primer lugar, es necesario que el proceso tenga victorias tempranas, es decir que los hogares pobres vivan logros crecientes de bienestar desde su inicio; en segundo lugar, es indispensable que toda la sociedad venezolana incluyendo su clase media, los empresarios y los trabajadores, y no sólo las organizaciones políticas, valoren y le brinden su apoyo efectivo al proceso para darle viabilidad política.

En fin, tanto por motivos éticos asociados a la equidad que debe tener nuestro desarrollo futuro, como por las razones políticas antes comentadas, es necesario iniciar tempranamente la aplicación de una estrategia que asegure el progreso de todos, en función de cuyo éxito se propone promover en el seno de las organizaciones políticas democráticas, las organizaciones laborales y empresariales, las principales ONGs y las iglesias, la suscripción de un Pacto para el Progreso de Todos, cuya ejecución se guíe por las tres líneas siguientes:

La asignación de la más alta prioridad política real a un conjunto de programas apoyados en reformas institucionales y en políticas económicas, educativas, de seguridad social y de infraestructuras y mejora del hábitat popular, que se mantenga a través de sucesivos períodos presidenciales hasta completar no menos de 20-25 años. Programas dirigidos a la creación de capacidades y oportunidades para el progreso de todos y al propósito de reducir la pobreza, con logros específicos en los horizontes de largo, mediano y corto plazo, los cuales se integren en un pacto de políticas públicas que comprometa a los partidos políticos, las organizaciones empresariales y laborales y las iglesias, entre otros actores.

La incorporación al Pacto de programas de solidaridad social activa que contribuyan a neutralizar los efectos de la siembra de odios varias veces mencionada, a ser ejecutados en el corto plazo por la clase media, los estudiantes, los profesionales universitarios, los empresarios y otros grupos sociales específicos, para la creación de capacidades en niños y jóvenes de los hogares populares.

El seguimiento y la evaluación sistemática de los programas, en función de cómo se van logrando sus objetivos, a cargo de un Consejo del Pacto, órgano independiente de muy alto nivel político, que mantenga permanentemente informada a la población de las experiencias de solidaridad social activa y de las ejecutorias de los programas en general, y que haga recomendaciones periódicas al (a los) poder(es) ejecutivo (y legislativo) y a los demás actores firmantes del Pacto, para realizar los ajustes que sean necesarios en ellos.

Agosto 2021

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Américo Martín

Américo Castro, un extraordinario filólogo español, define la fuerte presencia de la cultura árabe, después de ocho siglos de dominación en la península, sin mengua del impetuoso desarrollo del idioma de Castilla, finalmente afianzado como lengua oficial española. La tarea que se impuso don Américo Castro fue laboriosamente desarrollada en su clásica obra España en su historia y en textos menores aunque también fecundos como Aspectos del vivir hispánico

Cuando tradujo al castellano las Obras completas de William Shakespeare, Luis Astrana Marín, otro gran filólogo español, puso la refulgente obra en manos de los editores, sin el menor ánimo impertinente, con una nota introductoria despojada de necia vanidad y bloquear el camino al egocentrismo, pero despejándolo amplia y francamente. Sin otro deseo que el de fusionar lo que, a su juicio, era excepcional en la obra y la lengua más dignas de ser divulgadas, escribió:

«Doy, en el idioma más hermoso del mundo, la obra entera del autor dramático más grande de todo el universo, de uno de los espíritus más serenos, de uno de los corazones más privilegiados de la humanidad».

La versión de Astrana ha resultado ser insuperable, razón por la cual destacadas ediciones en español le han conferido carácter modélico, cómoda manera de librarse del peligro de errores y fallas del más diverso orden.

No me siento autorizado a sostener, con Astrana Marín, que el nuestro sea el idioma más hermoso, pero sin duda la literatura que lo ha acompañado, junto con los escritores que la han cultivado a lo largo de siglos, están entre los autores más notables que hayan existido. No se hace sino justicia cuando se pasa revista a la Historia de la literatura española e hispanoamericana, elaborada por el notable académico don Ramón D. Pérez.

Todas estas referencias a la pureza de nuestro idioma se deben al temor proveniente del escaso tiempo que queda para el cierre del lapso de inscripción de candidaturas a los cargos que están sometidos a disputa, en las inminentes elecciones del 21 de noviembre.

El recelo no deja de ser justificado. Se desconfía que broten elementos de confusión en la negociación de acuerdos que las hagan viables, por libres y democráticas. Claro que no se trata de obstáculos invencibles ni de nada que no pueda resolverse si se dispone de voluntad de hacer. Sin semejante requisito, podrían incidir sombras propias de la condición humana, que tampoco deben ser tenidas como fatalidades indoblegables o insuperables. Por el contrario, pueden y deben ser vencidas con voluntad y constancia.

Desde luego, esa posibilidad puede y es usualmente neutralizada porque está sometida a la decisión soberana, la que podría alcanzar un resultado histórico y un viraje democrático fundamental, con una sustancial votación popular.

No sería esta una victoria inesperada, pues se han ido conjugando las fuerzas del cambio democrático en forma sorprendente, que vienen a resultar más obvias de lo que algunos deseen creer, sin haberse esmerado en sembrar esperanza democrática allí donde permanecen en el estancamiento.

Las fuerzas del cambio democrático-electoral tienen el sello de la victoria pintado en la frente. Se han expandido en forma natural e indetenible a lo largo de Venezuela y no establecen odiosas discriminaciones, miran de cara al futuro, que está sembrado de una esperanza iluminada. Bien merecida, por cierto.

Uno de los aportes más notables de Américo Castro es la interesante combinación de las semillas cristianas y musulmanas, que dará tal vez lugar a otros aún más interesantes en esa extraordinaria mixtura de pueblos enfrentados durante siglos que, lejos de aniquilarse, se integraron en un solo torrente sanguíneo y una cultura única, acumulada y funcional como pocas. Y como pocas, dotada de imaginación y de creatividad para encarar situaciones complejas, los posibles acuerdos, mediante los cuales se establezcan relaciones y puentes susceptibles de acercarse a la que puede resolver. Ahora mismo afronta retos de apariencia anómala, contradictoria, como los electorales, el diálogo y la libertad. Cada paso en esa dirección debería dar lugar a otros necesariamente más audaces y profundos.

En cualquier caso, estamos en una vía de aprendizaje para crecer y hasta ahora no se aprecia que sea una vía regresiva o retardataria. Considero que si pretenden progresar guiándose por el espejo retrovisor, ni los espíritus más bravos encontrarán cosa distinta a retroceso, pasado, sombras chinescas, derrota, humo, aire. Nada, cero.

Twitter: @AmericoMartin

Américo Martín es abogado y escritor.

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