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Opinión

Humberto García Larralde

Nos habíamos preguntado, en un escrito anterior[1], acerca de las razones de la propuesta de “Ciudades Comunales” que discute actualmente la ilegítima asamblea nacional. Sumergiéndose en simbolismos revolucionarios, el chavismo parece creer que, con ella, adelanta la constitución de un “poder popular”, como fue la Comuna de Paris de 1971. Sin embargo, al examinar su propuesta, no puede haber nada más alejado de tal experiencia. Aquél respondió a una rebeldía por la capitulación de Francia ante Prusia, que llevó a la Guardia Nacional a tomar el Ayuntamiento de Paris y, con amplio apoyo popular, promulgar una serie de decretos que buscaban aliviar a la población trabajadora los estragos dejados por la guerra recién concluida. Luego de 60 días, la comuna fue aplastada en duros combates callejeros, por las tropas de Versalles. Esta épica, tan cara a la narrativa de anarquistas y comunistas, insufló la mitología “revolucionaria” con la que se recuerda el caso.

La propuesta “comunal” chavista, por el contrario, es una elucubración engendrada por burócratas que han perdido todo sentido de la realidad. Traza una detallada organización, desde sus órganos de base (consejos comunales), pasando por las comunas constituidas a partir de éstos, para arribar a una espesa burocracia para gobernar la “ciudad comunal”. Tales requerimientos y las características que deberían tener sus distintos estamentos, revelan que se prosigue un orden alterno al estipulado en la Constitución, para que sirva de instrumento del régimen. Evoca, por tanto, al Estado Corporativo fascista.

Cualquier pretendido “poder popular” se traiciona a sí mismo al ponerse al servicio de una parcela política. Pierde su razón de existir. Tiene que ser, en esencia, originario e independiente, no un apéndice del Estado central. Le corresponde encarnar la voluntad de sus asociados de manera fidedigna, garantizando la autonomía requerida para que los poderes públicos tomen en cuenta los intereses colectivos ahí representados. Porque el pueblo no es más que un agregado de individuos, heterogéneos en sus intereses y en sus preferencias, que, no obstante, pueden ponerse de acuerdo para organizarse local, sectorial o profesionalmente, en la prosecución de un provecho común. Ejercita, así, su soberanía, dotándose de órganos de representación –sindicatos, asambleas de vecinos, asociaciones gremiales, consejos comunales, asambleas legislativas, etc.-- para defender sus fines ante las élites y/o el aparato burocrático del Estado. En contraste, la propuesta chavista establece estructuras artificiales como única opción, subordinadas a normativas y jerarquías del propio Estado, que borran toda representación social auténtica. Confisca al pueblo para sus propios fines. Por demás, al matar todo incentivo a la actividad productiva, la propuesta comunal pierde toda viabilidad económica. Sólo puede subsistir parasitando la renta petrolera y las actividades que generan riqueza. Es, precisamente, lo que persigue la propuesta.

Al régimen de Maduro lo sostiene una alianza entre sectores y grupos con militares corruptos, para aprovechar las oportunidades de expoliación que depara el desmantelamiento de las instituciones del Estado de Derecho y la sumisión de la actividad mercantil a sus intereses. Pero esta alianza es cada vez más difícil de sostener ante las apetencias desaforadas que se nutren de la impunidad de un poder sin contrapesos ni controles, dada la destrucción económica que produce. Ahora, la creciente conciencia a nivel internacional acerca de las vagabunderías y atropellos que comete el régimen, y las sanciones que se le imponen en correspondencia, hace cada vez más difícil satisfacer las demandas de tantos cómplices. No alcanza. Es la asociación con el ELN y bandas criminales para saquear las riquezas minerales de Guayana; el modus vivendi alcanzado con los pranes para mantener en paz en las prisiones, a cambio de luz verde para proseguir con sus “negocios”; la vacuna cobrada a comerciantes y transportistas por colectivos; las exacciones que, a la fuerza, imponen componentes de la Guardia Nacional, las FAES y otros cuerpos represivos, a la población; amén de las abultadas contrataciones con PdVSA y con el Estado por parte de amigos de la boliburguesía y de la jerarquía militar. Luego están los socios internacionales –Rusia, Irán, Turquía, China, pero sobre todo Cuba—que son menester contentar. El enfrentamiento reciente entre componentes de las FAN y elementos de las FARC cimarrona en Apure, presumiblemente en disputa por el control del tráfico de drogas, es otra expresión de las rivalidades que han estallado por la crisis del régimen de expoliación instaurado.

Queda muy poco, entonces, para repartir a las bases chavistas. Y, aunque no suman más del 12% de la población, hacen el imprescindible papel de “Pueblo”, tan central a la prédica fascista. La probable extradición de Saab a EE.UU., al destapar el negociado montado con Maduro en torno a los CLAPs, le resta atractivo y efectividad a este mecanismo. Para mantener su lealtad es necesario dar testimonio de que, no obstante las penurias sufridas, se continúa pendiente de sus intereses. El tinglado a armar en torno a la propuesta comunal promete asegurarlos. Son instancias para incluir al pueblo chavista en la dinámica de expoliación, argamasa que mantiene unidos a quienes apoyan al régimen “revolucionario”.

Pero “empoderaría” a sectores de base chavistas en la disputa por un botín que no hace sino disminuir. De poder avanzar, aunque sólo fuese parcialmente, en su instrumentación, no contribuiría a estabilizar al régimen. Al contrario, se erigiría en una amenaza potencial a los bodegones y a otras iniciativas recientes que proveen bienes importados, pagaderos en dólares, que, para algunos, auguran una pizca de reactivación bajo Maduro. La tentación de depredar también estos negocios podrá ser irresistible.

Maduro, al desempolvar este muerto, se ha empastelado desprevenidamente. Lo peor es que habrá quienes realmente crean en este disparate y procurarán hacerlo realidad. El fascismo, desde Chávez, viene sumiéndose en una burbuja ideológica, construida, paradójicamente, con categorías propias del discurso comunista, para aislarse de una realidad que los adversa y absolver sus atropellos. Con la abundancia de recursos que disfrutó en su segundo gobierno, este montaje le sirvió a Chávez para “justificar” el desmantelamiento del Estado de Derecho e implantar el régimen de expoliación que destruyó a la economía. Todo ello en nombre de la construcción del socialismo. Claro está, bajo la tutoría de la gerontocracia cubana, tan útil para asesorarlo a él y a Maduro en materia de terrorismo de Estado.

Ahora, con el agua al cuello, es posible que se acreciente la presión para emprender de nuevo una huida hacia adelante, como tantas veces se ha hecho, en este camino de destrucción y gane adeptos la idea de animar este Frankenstein. Se dirá que es poco probable. Lamentablemente, los últimos años no llevan a confiar en que, en las filas oficialistas, predomine una actitud racional. En momentos de dificultad como éste, los fascistas tienden a buscar refugio en sus delirios ideológicos. Sin duda, el fanatismo embrutece.

Una señal de alarma acerca de la ausencia de contrapesos a la locura criminal de Maduro y sus cómplices es que, entre sus filas, no haya aparecido, hasta ahora, quienes los obliguen a abandonar el poder, no obstante la irrefutable evidencia de su accionar en materia de pobreza, hambre y muerte de tantos. Ni siquiera para evitar la disolución terminal del país con base en el cual han amasado sus fortunas. Indigna ver, en particular, a una cúpula militar impertérrita, repitiendo consignas y votos de lealtad al monstruo que no ha tenido empacho en negar la entrada de millones de vacunas que salvaría muchas vidas. Los compañeros de armas de Pinochet entendieron que, ante su derrota en el referendo de 1989, había que convencerlo que aceptara la realidad y entregara el poder. ¿Cuánto destrozo adicional hace falta para que ocurra un asomo de vergüenza similar entre sus contrapartes venezolanos?

Reflexiones a ser tomadas en cuenta por las fuerzas democráticas para favorecer semejante desenlace.

Economista, profesor (j), Universidad Central de Venezuela.

humgarl@gmail.com

[1] https://www.elnacional.com/opinion/reviviendo-un-muerto-las-ciudades-com...

 6 min


Eddie A. Ramírez S.

¿Cómo es y cómo debería ser la relación entre la sociedad civil venezolana y los partidos políticos? Recordemos que la sociedad civil la conforman todas aquellas agrupaciones de ciudadanos que trabajan para el bien común, sin fines de lucro, no dependientes del gobierno y que no buscan el poder político.

Algunas organizaciones, relacionadas con empresas, se registran como fundaciones y nacen para realizar aportes a la sociedad, sin pretender influir en la cosa pública. Las Fundaciones Mendoza, Polar, Vollmer, Servicio Para el Agricultor (Fusagri), Danac y muchas otras son ejemplo de importantes contribuciones al país. Otras, casi siempre Asociaciones Civiles, con objetivos relacionados con salud, educación, ambiente, derechos humanos, gremios, defensa de la democracia y demás temas, surgen para contribuir a la formulación de políticas públicas, mediante concientización de los ciudadanos, elaboración de propuestas, denuncias, lobby y presiones al sector gubernamental.

Cuando un país marcha por el sendero democrático, la relación entre la sociedad civil y los partidos políticos es de respeto mutuo y de colaboración. En los tiempos turbulentos que vivimos, surgen distanciamientos sin razón de ser. Algunos actores políticos ven a la sociedad civil como gallina que mira sal, señalándola de querer el poder político y de practicar la antipolítica. Por su lado, ciertos actores de la sociedad civil arrojan dardos a los políticos tildándolos de tener intereses non sanctos y hasta de colaboracionistas con la dictadura.

Seguramente hay razones y sinrazones de lado y lado. Quizá, el problema de fondo es que vivimos en una sociedad que se volvió desconfiada. ¿O es que siempre lo hemos sido? Probablemente nos viene de la picaresca española del Lazarillo de Tormes y del Pícaro Guzmán de Alfarache, pero todo indica que hoy día está exacerbada. Mientras no la superemos no podremos lograr la unidad de la oposición y nos costará sacudirnos de la usurpación. Alain Peyrefitte, en su libro La societé de la confiance, aborda el tema.

En los años en que tuvimos partidos políticos fuertes, conectados con los ciudadanos, las organizaciones de la sociedad civil mantenían un perfil bajo. A medida que los partidos fueron dejando espacios vacíos era de esperar que algunas de esas organizaciones los ocuparan, al menos parcialmente. Con el tiempo, a veces los campos de actuación se han solapado. En el año 2001, la sociedad civil causó un impacto positivo a través de la Asamblea de Educación y su campaña exitosa Con mis hijos no te metas. En abril 2002, la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV) y Fedecámaras tomaron la batuta de la dirección política. En diciembre de ese mismo año los partidos recuperaron parte de la dirección por medio de la Mesa de Unidad Democrática, que incluía a organizaciones de la sociedad civil, pero la CTV y Fedecámaras tenían gran influencia, y la AC Gente del Petróleo también tuvo protagonismo.

De allí en adelante, como debe ser, los partidos fueron ganando terreno. Algunas ONG se mantuvieron en su área de competencia, firmando manifiestos y realizando denuncias, pero también apoyando al sector político en los procesos electorales y en marchas y concentraciones de protesta. Las organizaciones de derechos humanos han realizado una labor extraordinaria. Citarlas tiene el inconveniente de dejar por fuera algunas, pero debemos destacar al Foro Penal Venezolano, Observatorio Venezolano de Prisiones, CASLA, Control Ciudadano, Provea, Cofavic, Sinergia, Transparencia Venezuela; además, varias universidades tienen centros de derechos humanos. El Observatorio Hannah Arendt realiza importantes contribuciones en el análisis de los procesos políticos, sociales, económicos y culturales.

Cabe mencionar a organizaciones que actúan en defensa de la democracia, paralelamente a sus intereses particulares, como la Asamblea de Educación, Frente Institucional Militar y Gente del Petróleo, entre otras. La Asociación Nacional Constituyente Originaria (ANCO), tomó la importante iniciativa al promover la Consulta Popular de diciembre pasado, la cual tuvo éxito por el voluntariado de partidos políticos y de otras ONG. Ahora, esta organización presidida por el distinguido ciudadano Enrique Colmenares Finol, propuso la firma de un Pacto Ciudadano para el Restablecimiento Constitucional. Esa iniciativa es positiva, como una herramienta más para debilitar al régimen, aun cuando no es la bala de plata para poner fin a la usurpación.

Las ONG no deben asumir un papel que corresponde a los partidos. Esto no quiere decir que sean mudas, sino que, en asuntos de estrategia política, planteen sus puntos de vista, sin dogmatismos y sin pretender que tienen la llave mágica para salir de la usurpación. El régimen se ha mantenido por el apoyo de la Fuerza Armada y del Poder Judicial, además de contar con el respaldo del narcotráfico, tener organismos de represión y ejercer control a través de sus paramilitares rojos y de sus espías. Nuestras ONG cumplen un papel importante para contribuir a que tengamos un mejor país. Por ello deben trabajar en armonía con los partidos y estos deben respetarlas y escuchar sus planteamientos.

Como (había) en botica:

Acusamos al régimen de Maduro por la muerte de numerosos compatriotas que no han tenido la posibilidad de vacunarse contra el virus causante de la Covid19. La situación es extremadamente grave y el oficialismo no se atreve a dar cifras, procediendo como Pdvsa, cuyo último informe es de hace cuatro años. Lamentamos el fallecimiento de nuestros amigos Giselle Pacheco y Daniel Chalbaud, víctimas de la Covid 19. También de nuestros compañeros Vilma Pinto, Carlos Abate y Guillermo Escobar.

¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!

eddiearamirez@hotmail.com

 4 min


Adair Turner

Es común que el debate sobre política climática gire en torno de los costos de descarbonizar la economía (sobre todo en sectores industriales como la producción de acero y cemento). Pero en general, esos costos son asombrosamente bajos, y el mayor problema no está en los productos industriales, sino en los alimentos.

Por ejemplo, el último informe de la Comisión sobre Cambio Climático del Reino Unido indica que para neutralizar en 2050 la emisión neta de gases de efecto invernadero del RU apenas habría que reducir el PIB británico un 0,5%. Y el informe «Making Mission Possible» de la Energy Transitions Commission calcula que esa misma meta, trasladada al total de emisiones de los sistemas energéticos, edilicios, industriales y de transporte del mundo, también supone reducir el PIB mundial un 0,5%.

Estos cálculos son muy inferiores a los de estudios anteriores. El histórico Informe Stern sobre la economía del cambio climático, publicado en 2006, calculaba una pérdida de entre 1 y 1,5% del PIB sólo para lograr un 80% de reducción de las emisiones.

Las nuevas y bienvenidas cifras surgen de una reducción enorme e imprevista del costo de tecnologías clave: la generación eólica de electricidad en tierra se abarató un 60% en sólo diez años, las células fotovoltaicas para la generación solar se abarataron un 80%, y las baterías, un 85%. Estos costos ya son tan bajos que en muchos sectores, la descarbonización de productos y servicios terminará beneficiando a los consumidores.

Por ejemplo, el «costo sistémico total» de mantener sistemas eléctricos con emisión casi nula de carbono (incluido en esto los mecanismos de almacenamiento y de respuesta a variaciones impredecibles en el caso de fuentes como la eólica y la solar) será a menudo inferior al de los sistemas actuales basados en combustibles fósiles. Y dentro de diez años, la compra de autos eléctricos beneficiará a los consumidores en todo el mundo, ya que el precio de los vehículos será ligeramente menor, y el de la electricidad para impulsarlos será muy inferior al costo actual del diésel y de la gasolina.

Pero en algunos sectores más difíciles, como la producción de acero y cemento y el transporte marítimo, la descarbonización puede generar grandes costos. Mucho antes de 2050 será posible una producción de acero totalmente descarbonizada mediante el uso de hidrógeno como agente de reducción en vez de carbón de coque, o añadiendo mecanismos de captura y almacenamiento de carbono a los hornos tradicionales. Pero eso puede aumentar un 25% los costos (alrededor de cien dólares por tonelada de acero). Para el transporte marítimo a larga distancia se pueden usar barcos impulsados por amoníaco o metanol, pero el costo del combustible subirá más del 100% y la tarifa de flete un 50%. Como señala Bill Gates en su nuevo libro How to Avoid a Climate Disaster, en algunos sectores la descarbonización supone un adicional de costos respecto de las tecnologías actuales.

Por eso es esencial dirigir proyectos de investigación y desarrollo e inversiones hacia la búsqueda de tecnologías novedosas que puedan reducir este adicional. Pero también es importante comprender que incluso si eso no fuera posible, el costo de la descarbonización de esos sectores será tan pequeño que los consumidores apenas se darán cuenta.

¿Cuánto acero compró usted el año pasado? A menos que sea gerente de compras de alguna empresa, es casi seguro que no compró nada directamente. Pero los consumidores adquieren acero indirectamente, incorporado a los productos y servicios que consumen: autos, lavadoras, atención médica provista en un hospital (en cuya construcción interviene el acero). Cifras de la Asociación Internacional del Acero indican que «el uso real de acero per cápita» en Europa y Estados Unidos es entre 300 y 400 kilogramos al año. Así que si el precio del acero aumentara cien dólares la tonelada, a los consumidores eso les costaría treinta o cuarenta dólares.

Esa cifra insignificante refleja la diferencia crucial entre calcular el adicional de costo para los bienes intermedios y hacerlo para los productos finales. Incluso si el precio del acero aumentara un 25%, el precio de los automóviles no llegaría a aumentar un 1%. Y aunque los fletes marítimos subieran un 50%, el precio de ropas o alimentos importados apenas se vería afectado.

Pero un aumento de costos para los productos intermedios plantea un problema importante a las autoridades. Una acerera que se comprometa a cumplir metas de emisión nula estará en enorme desventaja frente a competidores que no hagan lo mismo. Este problema puede resolverse cobrando un impuesto a la emisión de carbono en los sectores de industria pesada, pero sólo si se aplica en todo el mundo o se combina con aranceles de frontera contra los países que no estén dispuestos a cobrar el impuesto.

En transporte marítimo, la Organización Marítima Internacional puede dictar normas que garanticen un cumplimiento uniforme de las empresas, con mínimo costo adicional para los consumidores.

Pero en el sector alimentario, las diferencias de precios y las preferencias de los consumidores no son un tema menor. Casi nadie compra acero en forma directa, pero todos compramos alimentos, e incluso en los países ricos esto supone entre el 6 y el 13% del gasto total de los hogares (y mucho más en los sectores de bajos ingresos). Un costo adicional del 10% en los alimentos afectará más a los consumidores que un 100% en el caso del acero.

Además, dentro del sector alimentario la producción de carne es particularmente contaminante. Las emisiones de metano del ganado y del estiércol inciden más sobre el calentamiento global que las tres gigatoneladas de dióxido de carbono emanadas de la producción de acero; a esto hay que sumar otras cinco gigatoneladas de CO2 que resultan de cambios en el uso de la tierra, por ejemplo cuando se desmontan áreas de bosque para plantar soja destinada al ganado.

Aunque aquí también puede haber soluciones tecnológicas, sigue habiendo grandes desafíos. A los consumidores no les preocupan los detalles específicos del acero que consumen indirectamente, pero quienes comen carne tienen ideas muy precisas respecto de la textura y el sabor de los cortes, que la producción de carne sintética todavía no puede reproducir. Y si bien el adicional de costo de la carne sintética respecto de la de origen animal se está reduciendo, tiene que llegar a casi cero para no tener un efecto importante en el presupuesto de los consumidores.

Sin embargo, esto puede cambiar si la gente adoptara dietas con menos consumo de carne y más de vegetales (que además, son más baratas). En ese caso, el sector de los alimentos se parecería al transporte terrestre: la descarbonización supondría para los consumidores un beneficio, en vez de un costo adicional.

Traducción: Esteban Flamini

1 de abril 2021

Project Syndicate

https://www.project-syndicate.org/commentary/falling-cost-of-zero-carbon...

 5 min


Alejandro J. Sucre

Entendemos luego de los centenares de casos de corrupción anunciados hasta por los mismos oficialistas que el dinero de Pdvsa era usado muchas veces para la corrupción y la contaminación del sistema financiero internacional. Entendemos que las naciones más afectadas como EEUU debía tomar cartas en el asunto ya que su sistema financiero estaba siendo utilizado. Sin embargo, pensamos que el gobierno de EEUU tenía y tiene otras alternativas para proteger su sistema financiero que no perjudiquen tanto a la economía venezolana. Podría proponer un comité de tesorería o de contraloría que apruebe proveedores y pagos y poner esa condición a Pdvsa para levantar las sanciones. Este comité de auditoría y tesorería podría revisar credenciales de contratistas y pre-aprobar pagos. Las sanciones parecieran que más bien y principalmente debilitan a los ciudadanos venezolanos y fortalecen a los dirigentes políticos de oposición y del oficialismo. EEUU debe buscar mejores alternativas a las sanciones actuales a Pdvsa que permitan separar la actividad económica de la contaminada vida política. El oficialismo abrió puertas para que la economía dependa más de los ciudadanos y eso es importantísimo.

No obstante el oficialismo y la oposición pueden hacer mucho para reactivar la economía sin esperar que EEUU levante las sanciones a Pdvsa. Los funcionarios públicos municipales, estatales y nacionales por décadas han acumulado muchos vicios administrativos que deben corregirse y afectan a la población más que las sanciones.

Las áreas de acción que podría implementar el oficialismo para mejorar sustancialmente la vida de los venezolanos y que no dependen de las sanciones de EEUU son:

1.- Vacunar: el oficialismo puede y debe importar vacunas de sus aliados chinos o rusos para solventar el gravísimo problema de salud pública y que paraliza que a los ciudadanos. También puede permitir que el sector privado las importe. Es de vida o muerte. Con una campaña de vacuna la población venezolana podría dedicarse de lleno a producir ya que cesaron los controles de precios y de cambio. Eliminaríamos el 7x7 que va a 7 x14 y seguirá el camino del 7 x 30 si no hay vacuna.

2.- Limpieza y mejora de toda la infraestructura publica: el mantenimiento de la vialidad, de los hospitales, de los colegios y de las universidades, los sueldos y rediseños de todos los sistemas y especialmente el educativo no requieren de grandes nuevos recursos sino solo mejor criterio y mejor alta gerencia en nuestras instituciones. La diferencia entre los países desarrollados y los eternos subdesarrollados se reduce a que sí limpian los baños públicos, sí funcionan los ascensores en los edificios del Estado, sí hay semáforos e iluminación vial adecuada, sí los conductores aprueban exámenes de manejo sin sobornar, sí hay nivel de mantenimiento, sí los profesores actualizan los currículos académicos y sí los alumnos no se copian. No requiere eliminar sanciones ni dinero, cambiar esa cultura de botar basura en las calles, de robar alcantarillas, de no tener repuestos en Cantv y no programar reparaciones. Los venezolanos tenemos miles de problemas de fácil solución que podemos adoptar sin esperar por las sanciones de EEUU. Toda obra o contratación del Estado nacional o regional debe ser licitada. Cada empleado público debe presentar informe de rendición de cuenta. Ninguna de las mejoras burocráticas requiere que EEUU quite las sanciones.

3.- Reingeniería de procesos para atender las necesidades de la población y de la empresa privada.

El oficialismo tiene en su poder hacer una reingeniería para que todas las oficinas de la Administración Pública y las sanciones no lo impiden. Todo trámite administrativo debe ser agilizado. Cualquier documentación como cédula, pasaportes, notarias, gestión de documentación ante cualquier instancia gubernamental, aduanas, ahora alcabalas y peajes que generan colas infinitas, deben ser de lapsos mínimos. Todo jefe de oficina debe hacer reportes trimestrales de los resultados de gestión. Todas las empresas del Estado y ministerios deben preparar informes trimestrales donde rinden cuenta de los resultados. Toda privatización debe ser con participación ciudadana. El Banco Central de Venezuela debe fijar un racional económico de manejo de la liquidez monetaria para evitar las continuas devaluaciones y la inflación proveniente del clientelismo, la ineficiencia del gasto fiscal y la corrupción. La Cantv, Hidrocapital, las empresas eléctricas todas deben ser medidas por resultados trimestrales o cambiar a sus gerencias. Instalar sistemas de rendición de cuentas de los organismos públicos de todo nivel y en todo el país. Nada de esto depende de las sanciones y cambiarían el país en positivo. Esto lo puede hacer el oficialismo, y esta debe y debió ser la agenda de la oposición.

Hay centenares de comunidades en el interior del país sin colegios apropiados, sin hospitales y sin infraestructura para el desarrollo de las ricas tierras, y el impulso del turismo y la minería. Si el gasto fiscal y la gerencia del Estado hubiese sido eficiente no dependiéramos tanto de sanciones externas.


twitter@alejandrojsucre

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Carlos Raúl Hernández

Las emociones son prescindibles y hasta el propio cuerpo al extremo que se le desprecia... Lo que llaman la Singularidad será el mundo después de la rebelión de las máquinas (circa) 2045, como en Matrix y Terminator.​

Muy fácil, según un video sobre los asombrosos avances de la medicina. La impresora 3D esculpe en colágeno el chasis de un “parche” cardíaco, diseñado por los tratantes. Luego se rellena de células de laboratorio IPS (madre) y se coloca en la parte necrosada por el infarto. Al poco tiempo el tejido regenera y la huella del trauma se repara. Joseph Murray recibe el Premio Nobel en 1990 después de formular su teoría de las cuatro R de la medicina: remover, reparar, reemplazar y regenerar.

En 1954 Murray hizo el milagro: el primer trasplante de órgano humano, un riñón. Diez años después Christiaan Barnard realiza el primero de corazón. En las últimas décadas, como lo informó ampliamente Hollywood con varias super bombas, Terminator, Robocop y Matrix entre muchas, se difundió la teoría cyborg. Los ciberorganismos serán mixs de seres vivos con altas tecnologías convergentes, cómo aclara Schwarzenegger.


Estas son las NBIC (nanotecnología, biotecnología, inteligencia artificial y ciencias cognitivas) De allí la explosión de ideologías de moda, post humanismo y transhumanismo que ocupan el debate intelectual, un hervidero de contradicciones, como siempre, entre revolucionarios y moderados, proaccionistas vs. precaucionistas. Yuval Harari, de los primeros, promete la inmortalidad. Piensa que “el Hombre ha creado muchos dioses y ahora será un dios”. Los segundos son más discretos.

Superman contra Matusalén
El optimismo nace de asombrosas longevidades. Sequoias y olivos que viven sobre mil años, tiburones de cuatrocientos y almejas de seiscientos. La hidra, un microorganismo de agua dulce, y ciertas medusas, no envejecen. Parecen ser inmortales las células cancerosas Hela, que se reproducen frenéticamente en los laboratorios a 70 años de la muerte de su víctima. La esperanza nace de develar sus secretos.

Grandes laboratorios consagran esfuerzos. La respuesta, ya cercana, para algunos marca el fin de la era del Hombre, que dará paso al superhumano mental y físico. Durante el siglo XX la expectativa de vida aumentó tres años cada diez. En Japón y España llegó a 84 años, y ahora a 110 para los recién nacidos. A este ritmo, las NBIC harán que cada diez años la vida se alargue diez.


Habrá tratamientos para rejuvenecer las células, seremos cada día más jóvenes y burlaremos la muerte. Para Aubrey de Grey, Ph. D. (Cambridge), ya nació quien vivirá mil años. Google trabaja en nanorobots que se inyectarán intravenosos, teñirán la piel de azul donde haya células cancerosas, y lo trasmitirán al disco duro, red o aplicación móvil. La prevención oncológica será simple y doméstica. Alguien dijo que dentro de 25 años, morir será optativo. porque vejez y muerte son enfermedades y la cura está cerca.


En Silicon Valley se creó un thing-tank, la Universidad de la Singularidad, radicada en la NASA. Varias personas se hacen llamar cyborg por implantarse dispositivos hasta ahora pintorescos o bien artísticos. La española Moon Ribas insertó sensores en sus pies que la hacen un sismógrafo humano, y ella traslada esas vibraciones a la percusión. Su amigo, el británico Neil Harbisson, implanta una antena en su cabeza para escuchar las vibraciones de los colores, una experiencia difícil de imaginar y cuyos beneficios no lucen muy claros.

Superniñas
Pero hay asuntos de fondo. Mediante la intervención del genoma humano se podrá crear, eliminar o alterar a quienes nacerán, de acuerdo con nuestro gusto (un médico chino manipuló los fetos de dos niñas para hacerlas inmunes al SIDA sin prever las secuelas). Para Robert Nozick las parejas jóvenes diseñarían a sus hijos en el “supermercado genético”, estaturas, propensiones, sensibilidades, y eliminarán posibles patologías.

Se dicen cosas insólitas. Peter Sloterdijk, que el Hombre ha fracasado, porque el proyecto de la Ilustración, -la educación y la ciencia-, no creó la sociedad armónica de las bonachonas tesis de Rousseau en Emilio. Pero la utopía del mundo feliz, nace precisamente de la revolución, el proyecto de Sloterdijk, y de la anti ilustración alemana cuestionó la ciencia y la modernidad, corruptoras del hombre nuevo, puro, sin egoísmos.


Deslumbrantes mujeres, a quienes me maravilló ver y oír, hacen puré la papa posmoderna. Ana Postigo, Ph. D en bioética de la U. Francisco de Vitoria; María Blasco, directora del Centro Nacional de Oncología de España y Martha Nussbaum, Ph. D en ciencia política de Harvard. Coinciden en que los saberes construidos por el “fracasado” Hombre, son las maravillas que enarbola el transhumanismo.


Los seres humanos hacen la guerra y exhiben sus miserias, pero escribieron la Ilíada, la Comedia, el Quijote y existieron Mahler, Picasso, Colón, Neil Armstrong y Beethoven. Lo que no parta de la condición humana, sino de negarla, es aberrante. Las emociones son prescindibles y hasta el propio cuerpo al extremo que se le desprecia. Ray Kurzweil, jefe de ingenieros de Google, trabaja en la idea de pasar la mente a un disco duro y así vivir por siempre, en las redes. Lo que llaman la Singularidad será el mundo después de la rebelión de las máquinas (circa) 2045, como en Matrix y Terminator.


@CarlosRaulHer

 4 min


Berna González Harbour

La estrategia que hoy se practica en política es tan competitiva, tan amarrada a la apariencia de certezas y a la culpabilización del contrario que el perdón que ha pedido Angela Merkel por sus errores se ha convertido en noticia. El Entschuldigung (lo siento) pronunciado el pasado 24 de marzo por la canciller alemana ante la prensa, dando marcha atrás a un nuevo confinamiento extremo que generaba gran resistencia, ha resonado con fuerza en un contexto complicado por la pandemia y por la crisis, pero, sobre todo, por una cultura política que no contempla pedir perdón.

En los años setenta y ochenta se abrió paso desde Estados Unidos una adaptación de la estrategia militar a las campañas electorales que implicaba un espíritu de guerra abierta, de no dar ni agua al rival y de defender cada palmo de terreno ganado sin reconocer errores, cuenta María José Canel, catedrática de Comunicación Política de la Universidad Complutense.

Esto se extendió a la comunicación de los gobiernos y dio paso a este tiempo en que el hecho de que un jefe de Gobierno pida disculpas constituye una muestra inconcebible de vulnerabilidad. Como veremos, esto puede cambiar. “En la ley de la política, que premia a los más fuertes, pedir perdón puede ser interpretado como una debilidad y por tanto como un modo de autoexcluirse de un partido de tenis en el que la clave es ganar el último punto”, señala Javier Gomá, autor de la Tetralogía de la ejemplaridad. Lo que es signo de fortaleza humana puede ser interpretado como fragilidad política.

Pedir perdón no fue solo la opción de Merkel en su rueda de prensa del mes pasado, sino de Hillary Clinton después de perder las presidenciales de EE UU en 2016; de la ministra principal del Gobierno autónomo de Escocia, Nicola Sturgeon, por un examen erróneo a estudiantes el año pasado, o de la británica Theresa May, en 2017, por su gestión del Partido Conservador.

En España hay pocos precedentes, pero uno de ellos ha sido el ministro Salvador Illa, el más votado en las elecciones de febrero en Cataluña al frente del PSC. No solo pidió disculpas por asistir a una fiesta, sino que reconoció errores en la gestión de la pandemia y —el summum de la antipolítica actual— se atrevió a señalar virtudes de sus adversarios. “La base de la política es la credibilidad y para mantenerla, si tienes conciencia de que te has equivocado, debes reconocer el error”, analiza ahora. “Supongo que no se practica más porque parece que facilitas la crítica al contrario, pero ya hay una ciudadanía muy adulta en términos políticos. Yo tuve claro desde el primer momento que el requisito para que la gestión de la pandemia funcionara bien era no sacar rédito de ello”.

Los manuales de liderazgo aconsejan mostrarse seguros, no dejar pasar ninguna oportunidad de denigrar al adversario y cooperar solo cuando sea imposible competir, sin reconocer errores ni pedir nunca disculpas, sostiene el filósofo Daniel Innerarity.

Solo tendría sentido pedir perdón cuando hay segundas oportunidades. “Y uno de los problemas actuales de la política tan acelerada es que apenas concede segundas oportunidades”, afirma. “Genera políticos ansiosos”. Para el asesor de comunicación Antoni Gutiérrez-Rubí prima una estrategia de supervivencia y beligerancia política que no deja espacio a matices. “España está en una fase competitiva de tintes dramáticos”, apunta.

Ante los riesgos de reconocer errores, los políticos optan por el viejo manual de: 1) negar las crisis, 2) reconocerlas solo si no hay más remedio aunque sin atribuirse la responsabilidad, y 3) echar la culpa a un tercero. Es la estrategia que ha llevado a la polarización extrema en Madrid de una forma que, según Verónica Fumanal, presidenta de la Asociación de Comunicación Política, no tiene marcha atrás. “Ayuso ha optado por culpabilizar al Gobierno como estrategia política. Si ahora asumiera otro discurso y hablara de gestión se hundiría, porque ha hecho su estrategia de esa culpabilización ajena y ahora no la puede cambiar”. Para Fumanal, Pedro Sánchez también tendría que haber asumido que se precipitó al dar por derrotado al virus. “Debió reconocer ante la sociedad que esta pandemia tiene una cuestión contingente que escapa a nuestro control. No somos omnipotentes”.

La necesidad de que los líderes sean infalibles, de que tengan siempre respuestas e infundan confianza, está agudizada por la pandemia, sostiene la politóloga Cristina Monge. “Los miramos como a las azafatas en un vuelo con turbulencias; si ellas están nerviosas, mala señal. Cuando hay turbulencias en la sociedad, miramos a los políticos. Y pedir perdón significa que no tienen esas respuestas”. En algunos países nórdicos existe un formato de legislación provisional de prueba-error (sunset law) que permite a los gobernantes ensayar fórmulas y corregirlas rápidamente si no dan resultados. En España, opina Monge, sería impensable reconocer que no se tiene la verdad absoluta.

La disculpa y el perdón pertenecen a un terreno de conciencia muy arraigado en la cultura religiosa europea y con matices muy distintos según el origen luterano o católico. El ejemplo por antonomasia en España fue aquel “lo siento, me he equivocado, no volverá a ocurrir” que entonó el rey Juan Carlos en 2012 tras su caída en un safari en África mientras el país se sumía en la honda recesión. “Fue balsámico por el halo divino de la Monarquía, y fue buena la ejecución: en el pasillo, con muleta, una persona frágil que parecía un igual, alguien que podía equivocarse como cualquiera”, dice la comunicadora Fumanal. Pero no estuvo acompañado de algo imprescindible, apunta: el propósito de enmienda. Los católicos, al fin y al cabo, pudieron siempre conseguir el perdón mediante bulas, sin necesidad de rectificación ni contrición, analiza el asesor de comunicación Gutiérrez-Rubí.

Es más fácil pedir disculpas en la recta final de un mandato, como ha hecho Merkel, cuando uno ya no se juega los votos. Pero mientras están en lucha, prima la defensa propia y la culpabilización del enemigo. La conoce bien Illa: “En Cataluña la victimización de los independentistas y la culpabilización al otro por no facilitar recursos o competencias, lo que llamo el pimpón político, ha sido corriente, pero es cada vez más una mala estrategia”. Ese “cada vez más” aúna las esperanzas de los consultados. Cansados de polarización, de enfrentamientos, algunos encuentran en la sociedad un apetito de confianza y honradez que puede ayudar a cambiar de paradigma: “La sinceridad, la responsabilidad y la autenticidad pueden ser muy valiosas para cambiar las dinámicas”, asegura Marta Rebolledo, profesora de Comunicación Política. “Pedir perdón da la oportunidad de reconectar con los ciudadanos y diferenciarte de los rivales que no son capaces de hacerlo”, añade Gutiérrez-Rubí. La sociedad es hoy más ilustrada y exigente: está pidiendo moralidad, ejemplaridad más allá del cumplimiento de las normas, opina el filósofo Javier Gomá. La tarea moral pendiente ya no es ser libres, sino ser libres juntos, afirma, y esto consiste, entre otras cosas, en sentir “asco” ante determinados comportamientos que atropellan la dignidad. “Hemos conquistado la mayoría de los derechos en época moderna por el asco que nos producía su atropello”, subraya. Esa evolución hacia una sociedad más exigente es clave en estos momentos de incertidumbre, señala la catedrática Canel: “La comunicación más auténtica es la única que puede triunfar. Se va abriendo camino un estilo en que eres más digno de confianza si reconoces lo que has hecho mal que si no lo haces. Y lejos va quedando esa estrategia de guerra que se aplicó desde los setenta”. El tiempo dirá.

9 de abril 2021

El País

https://elpais.com/ideas/2021-04-10/por-que-lo-politicos-nunca-piden-per...

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Américo Martín

Que Enrique Krauze, muy apto historiador mexicano, llame «caudillos» a los sacerdotes Hidalgo y Morelos, al tiempo que a ese extraño líder de mirada dominante y fulminante, que fue Antonio López Santa Anna y también al general Porfirio Díaz, nos da una idea de lo contradictorio, impreciso y ambiguo del concepto mismo. Recaen sobre Morelos, Santa Anna y Díaz los juicios más excluyentes. Díaz, uno de los más rutilantes hasta el momento de ser derrotado, fue expulsado para siempre del país. Fue enterrado en un cementerio parisino. Y ahí sigue sin que ni los que guardan opiniones más justas acerca de su gestión pidan que sus restos sean repatriados.

… que digan que estoy dormido

y que me traigan aquí

México lindo y querido

si muero lejos de ti.

Nuestro Laureano Vallenilla describió a Páez cual gran caudillo de los llanos occidentales.

Laureano le daba valor a cada palabra. Un poderoso César, sí, de fuerza férrea, pero de y para la democracia. Un gendarme o dictador que controlara turbulencias sociales y políticas.

Ocurre que atribuir a Páez o a Monagas la condición de caudillos no lleva connotaciones negativas, se trata de un calificativo afectuoso que denota admiración, al igual que se lo propone el gran educador argentino Domingo Faustino Sarmiento con el caudillo Juan Facundo Quiroga, un recio samán, tallado a golpes de hacha al igual que José Antonio Páez en su forja viril desde que ejerció los trabajos más duros en la hacienda donde se refugió para no pagar el homicidio que cometió contra un temerario que pretendió robarlo.

El caudillo de los llanos occidentales, el Centauro, fue uno de los grandes líderes de la Emancipación. Pero siguen en pie los equívocos. Le lloverán cargos difíciles de aceptar que lo presentan como traidor a Bolívar. A las malquerencias contra el catire se han unido los seguidores de un Bolívar impostado, que no cabe en el molde que le han construido quienes pretenden usurpar los legítimos títulos de grandeza erigiéndose en sus legatarios o salvadores destinados a completar lo que al Libertador supuestamente «le falta por hacer todavía».

En nombre de la revolución estos novedosos sucesores han querido culminar la aún inconclusa gestión del principal héroe de la Independencia. Pero un rápido vistazo a los escombros que han dejado basta para medir la magnitud de su retroceso histórico.

Permítanme evocar esta cuestión de los caudillos para bien o para mal. Aunque de antemano el dilema puede resolverse, usando la inteligencia o prescindiendo de ella en uno u otro sentido. Creo que un dictador sanguinario tendría una palabra que decir al respecto.

Haciendo un balance de sus casi tres primeros lapsos de su ya larga dictadura, Juan Vicente Gómez —el gendarme necesario en que pensaba Vallenilla Lanz— dijo en el Capitolio Federal: «Los cinco primeros años solo pude emplearlos para acabar uno a uno con los caudillos, sin lo cual no estaríamos en el auge que ahora hemos comenzado a disfrutar».

El caso es que hasta sus más drásticos enemigos reconocen que pacificar el país liquidando a los caudillos, sí fue un mérito del viejo tirano. Quiere decir que el caudillaje ya no tiene en Venezuela y la región valores reconocibles.

Mas la valentía en defensa de la libertad, desplegada por hombres como Román Delgado Chalbaud, Nicolás Rolando, Juan Pablo Peñaloza y muchos otros, de jugarse la piel en operaciones extravagantes, deja siempre un rescoldo de legítima admiración.

La última oportunidad en nuestro país de vivir luchas de esta índole fue en los terribles años 60. Las guerrillas revolucionarias fueron derrotadas y aunque su factura fue fidelista carecieron de los rasgos caudillistas del siglo XIX.

No quiero concluir esta columna sin responder a las medidas que, segun J. V. Gómez proyectaron, luego de cauterizar el penoso caudillismo, el equívoco auge de nuestro país.

El tirano llegó al otro extremo, la dictadura, la más desembozada y completa que se conoció en Latinoamérica.

Ese dictador totalitario no estuvo muy desorientado cuando relacionó sus éxitos con las siguientes disposiciones:

  • Eliminación del impuesto de exportación al café y el cacao. El Fisco dejó de percibir 84 millones de bolívares, pero la economía productiva recibió un importante empujón.
  • La red vial que impactó la actividad productiva y comercial.
  • Financiamiento «minero» (se refería principalmente a la producción y exportación de yacimientos petroleros). En ese punto el tirano hizo una pausa y agregó: el petróleo nos asegura un brillante porvenir.
  • Organización moderna del Ejército, para lo cual fortaleció la Academia Militar, colocando en su dirección al experimentado coronel Samuel Mc Gill. En este último particular ya está fuera de dudas que Juan Vicente fue el fundador del Ejército venezolano.

Curioso destino el de un caudillo devenido en cruento dictador. Fracasó en su deseo de ser enaltecido, sometiendo a sus súbditos como lo habría hecho Carlos V con los suyos. Y fracasó como dictador porque sus bárbaros excesos no lo salvaron del alzamiento del juicio de la historia y del alzamiento del posgomecismo contra el gomecismo.

Twitter: @AmericoMartin

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