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Opinión

Laureano Márquez

En estos días le da a uno por pensar en esa denominación que los paleoantropólogos usan para definir a ese primate evolucionado del que formamos parte los seres humanos modernos. Homo en latín es hombre y sapiens sabio, pues entre todos los animales que habitamos el planeta, nosotros somos los únicos que tenemos eso que se llama sabiduría. Dicho en otras palabras, amable lector, usted es el único animal capaz de leer y comprender este artículo escrito por otra bestia de su misma especie con unos dibujos que usted descifra y que le remiten a objetos y conceptos del mundo real.

El término sabiduría con el que se nos etiqueta es bastante complejo. Si apelamos al Diccionario de la Real Academia de la Lengua, encontramos esta primera definición: «Conjunto de conocimientos amplios y profundos que se adquieren mediante el estudio o la experiencia». Desde este punto de vista, por ejemplo, un talibán es una persona sabia. Para comenzar, la palabra, de origen árabe (talib), significa «estudiante». Pero más allá de esto, alguien que organiza y gana una guerra sin duda tiene «un conjunto de conocimientos amplios y profundos…». La cosa cambia un poco con la segunda acepción que nos ofrece el DRAE: «Facultad de las personas para actuar con sensatez, prudencia o acierto». Las desoladoras imágenes de las acciones de este grupo de milicias no son ejemplo de sensatez, prudencia o acierto, sino más bien de locura, desenfreno y aberración. En tal sentido, pese a ser sapiens (y encima supuestamente estudiantes), con lo que menos cuentan es con sabiduría. De hecho, son enemigos de todo aquello que usualmente se asocia a este concepto: arte, música, teatro, literatura. Son gente de alma fea que aman la fealdad y ocultan o destruyen la belleza.

Pero volviendo al resto de los sapiens, para no referirnos a un grupo en particular, tampoco es que las cosas estén marchando muy bien, no solo en el mundo tradicionalmente considerado como atrasado, sino también en el primer mundo. Nuestra amenaza a la estabilidad climática de nuestro planeta, la existencia de desigualdades extremas, de atroces dictaduras, la creciente y decepcionante aniquilación de ese rasgo tan propio de nuestra especie llamado «sentido común», al que Bergson denominaba «la facultad para orientarse en la vida práctica» que tiene mucho que ver, sin duda, con lo razonable. En fin, toda esta larga lista de cosas y las que faltan a veces nos hacen poner en duda la sabiduría de nuestra especie.

Nuestra evolución ha sido sorprendente en 200 mil años, ese primate que habitaba al sur del rio Zambeze, comenzó a tener ideas y a conectarlas, a fabricar herramientas, a sobrevivir en condiciones adversas. De allí se expandió por el mundo como lo seguimos haciendo hoy, siempre huyendo de las adversidades para encontrar un lugar mejor en el que vivir. De ese viaje de remoto inicio, surgió Mozart, Da Vinci, San Francisco, el Empire State, el Apolo 11 y también Adolfo Hitler, Stalin, los talibanes y –naturalmente– el susobicho.

Después de 200 mil años de tránsito, siente uno que nos falta mucho para alcanzar, como especie, la sabiduría que nos define. No obstante, no debe vencernos el desaliento, porque un soplo de sabiduría divina ha sido lanzado sobre nosotros. No debemos perder la esperanza, algún día logremos que se despliegue en su plenitud. Mientras tanto sigamos trabajando para ello elevando nuestro espíritu hacia el bien. Quizá con un toque de humildad, deberíamos omitir el sapiens y llamarnos simplemente homo, aunque en algunos casos uno sienta que homínido es más que suficiente.

Twitter @laureanomar

https://talcualdigital.com/homo-sapiens-por-laureano-marquez/

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Matthias Berninger

En marzo de 1996, una comisión británica de investigación que informaba a la Cámara de los Comunes concluyó que las enfermedades cerebrales notables observadas en los jóvenes probablemente se debían al consumo de carne de ganado infectado con EEB (Encefalopatía espongiforme bovina). El pánico estalló en Europa: el consumo de carne se derrumbó, la carne europea se volvió invendible, cientos de miles de ganado tuvieron que ser sacrificados y la carne se destruyó, y se impusieron rápidamente prohibiciones de importación a la carne de vacuno británica.

Tanto el público como los políticos reaccionaron con sorpresa y se dieron cuenta de que no existía un sistema ni un conjunto uniforme de normas en la UE para evaluar y controlar la seguridad de los alimentos. La crisis de la EEB demostró la insuficiencia de esta política y dejó muy claro que la seguridad alimentaria necesita reglas y que estas reglas deben estar estrictamente basadas en la ciencia, es decir, libres de intentos de grupos de presión de manipular e influir en la seguridad alimentaria.

Por lo tanto, el Parlamento, la Comisión y los gobiernos nacionales crearon un sistema coherente de evaluación de riesgos y gestión de riesgos basado en criterios científicos verificables. A nivel europeo, se creó la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, cuyo trabajo se revisa y evalúa de forma independiente cada seis años), y a nivel nacional, se crearon autoridades como la Autoridad Francesa de Seguridad Alimentaria (AFSSA), la Agencia Británica de Normas de Alimentos (FSA) o, en Alemania, el Instituto Federal de Evaluación de Riesgos (BfR).

Desde entonces, se han introducido criterios estrictos para la evaluación de alimentos, ya sean carnes, nuevos alimentos, alimentos de cultivos modificados genéticamente o residuos de plaguicidas.

El sistema ha demostrado su valía: el último caso de una persona infectada con EEB ocurrió en la UE en 2016, y aparte del brote de ECEH (E coli) en 2011, que resultó en 4.000 enfermedades y 53 muertes, pero que se resolvió y detuvo con bastante rapidez, no ha habido grandes escándalos alimentarios.

Las decisiones tomadas sobre la base de las evaluaciones científicas no siempre han sido del agrado de todos. De hecho, algunas, p. ej. sobre los neonicotinoides, han sido criticadas por la industria y Bayer ha apelado la posterior prohibición impuesta por la Comisión. Sin embargo, ni Bayer ni la industria han desafiado el sistema de evaluación científica.

Desafortunadamente, es una historia diferente por parte de las ONG ambientales que luchan contra la ingeniería genética, los plaguicidas y todo tipo de aditivos alimentarios. En el caso de la prohibición de los neonicotinoides, por ejemplo, elogiaron a las autoridades por su «valiente decisión», pero en el debate sobre la solicitud actual para extender la aprobación del glifosato, las mismas autoridades de repente están siendo retratadas como dependientes de la industria, infiltradas o incluso corruptas, en cualquier caso como subordinadas a la industria e irresponsables con el público. El proceso de evaluación está «controlado por la industria», afirma BUND, la rama alemana de Amigos de la Tierra, y agrega que las autoridades de aprobación carecen de «una distancia crítica con la industria» y que el procedimiento de aprobación debe ser «reformado radicalmente».

Paralelos sorprendentes

Llama la atención el paralelo de los opositores a las medidas del virus Corona y a la campaña de vacunación, que también acusan a las autoridades de estar demasiado cerca de la industria y de carecer de distancia crítica.

Aquí, como allí, se presentan «expertos» que representan posiciones que no son compartidas por la abrumadora mayoría de la ciencia: expertos que son conocidos principalmente por su cercanía con organizaciones que rechazan las vacunas, la ingeniería genética o los plaguicidas.

En el caso del glifosato, las opiniones externas se contrastan con los votos de los reguladores de Australia, Brasil, Alemania, la UE, Japón, Canadá, Corea, Nueva Zelanda, Estados Unidos y la FAO/OMS. Además, hay más de 800 estudios de seguridad, incluido el Estudio de salud agrícola (AHS) de EE. UU. Durante 25 años, este estudio ha examinado continuamente a alrededor de 50.000 usuarios de productos fitosanitarios, incluidos 45.000 que aplican glifosato con regularidad. En todos esos años, no se ha encontrado ninguna asociación entre el uso adecuado de herbicidas a base de glifosato y el cáncer.

Más recientemente, en junio de 2021, cuatro organizaciones hermanas de la BfR alemana, las autoridades competentes de Francia, los Países Bajos, Suecia y Hungría encomendadas por la Comisión de la UE para realizar una evaluación del glifosato, también concluyeron que el glifosato no es cancerígeno y no representa un riesgo a los consumidores.

En este contexto, sembrar dudas con expertos cercanos a industrias específicas y con grupos de presión es consistente con la estrategia de negación de la ciencia organizada descrita por los historiadores de ciencia estadounidenses Naomi Oreskes y Erik M. Conway en 2010. En su libro “Merchants of Doubt” (Traficantes de dudas), Oreskes y Conway describen en detalle cómo los grupos de interés están tratando de influenciar a la opinión pública y los legisladores a su favor al disputar el consenso científico sobre cuestiones ambientales o de ciencias de la salud. La estrategia de estos grupos de presión es el patrón de organizaciones que intentan distorsionar el debate sobre el glifosato: omitir hechos, negar un consenso científico, socavar la confianza en las autoridades y las instituciones científicas. A esto se suman tácticas como la participación de pseudo-expertos, la selección de estudios y la difusión de mitos de conspiración, pero sobre todo el avivar los temores de daños a la salud.

Una política que opera sobre la base de las emociones

Esta estrategia también aprovecha el hecho de que muchos medios tienen dificultades para distinguir la ciencia real de la desinformación y las narrativas distorsionadas porque se esfuerzan por informar de manera equilibrada, y a menudo caen en un falso equilibrio al dar demasiado espacio a posiciones minoritarias o externas.

En la reciente pandemia, estamos siendo testigos de los peligros de esas tácticas: ya, partes de la población han desarrollado grandes reticencias hacia la vacunación, el uso de mascarillas y otras medidas.

Por supuesto, es legítimo criticar decisiones políticas que se basan en evaluaciones científicas. Pero es muy peligroso socavar el proceso de evaluación científica en sí y difamar a las autoridades responsables de las cuestiones de salud y seguridad. El resultado final será una política que operará sobre la base de las emociones, que devolverá a nuestra sociedad a la misma situación en la que estábamos cuando estalló la crisis de la EEB: al azar, indefensa y desprevenida.

Responsable global de asuntos públicos y sostenibilidad de Bayer

https://abcplaguicidas.croplifela.org/traficantes-de-dudas/?utm_source=n...

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Vanessa Davies

“Queremos llamar la atención y que las clases dirigentes tomen conciencia de lo comprometido que está el futuro venezolano, resolviéndose el problema político, por la situación energética”, insiste el coordinador del Grupo Orinoco. “El país pasa y pasará por una coyuntura muy comprometida en la cual, si la sociedad venezolana fuese exitosa, puede que en 30 o 40 hayamos recuperado esta situación. Si no, el caso de Haití lo tenemos presente. Ese país no puede levantar vuelo porque no hay condiciones sociales, políticas que permitan que levante vuelo. Un Estado fallido eternamente”

Arnoldo José Gabaldón, brilla más que por ser hijo del hombre que logró arrinconar la malaria en Venezuela, por ser una mente que alerta sobre el peso que las malas decisiones le cargarán al país. No necesita gritar para hacerse escuchar; por el contrario, Gabaldón, coordinador del Grupo Orinoco, habla en voz baja pero de manera contundente.

Rememora que, como ingeniero hidráulico, era un apasionado de la energía hidroeléctrica, y trabajó en ello antes, incluso, de la creación de la Corporación Venezolana de Guayana (CVG). Pero hoy sostiene que “ese potencial no se va a poder aprovechar, porque las fuentes solares y eólicas son más económicas” que un proyecto hidroeléctrico. “El país se va a ver obligado a ir hacia ese tipo de fuentes”.

Puede parecer paradójico, pero lo que Gabaldón propone es que Venezuela recupere su industria petrolera, y con los recursos que ella genere, invertir en las energías limpias que el país necesita.

“Queremos llamar la atención y que las clases dirigentes tomen conciencia de lo comprometido que está el futuro venezolano, resolviéndose el problema político, por la situación energética. La transición energética le establece un reto formidable al país”, asevera. “La gente, cuando se le habla de eso, piensa que son cosas lejanas. Noooooooo. Lo estamos viviendo en el día a día”.

Reitera que, a pesar de la pandemia, el mundo sigue adelante en su proceso de transición energética, que “viene en marcha desde hace varios años” y no se ha detenido. Aclara también a qué se refiere cuando habla de transición energética: “Es un proceso de cambio de las fuentes primarias de suministro energético, que dependen fundamentalmente de fuentes fósiles, a fuentes energéticas renovables”.

Las legislaciones sobre control de cambio climático y calidad de aire en las ciudades han incidido a favor de la transición, recuerda, y trae a colación los cambios hechos en la refinería de Paraguaná porque los combustibles tenían un contenido de azufre superior al permitido en zonas de Estados Unidos (EEUU). A su juicio, a partir de este año “se van a tomar medidas mucho más fuertes que los compromisos del pasado”.

Además, el desarrollo científico y tecnológico es acelerado, “y estamos viendo cómo el abaratamiento de la producción de energías eólicas y fuentes solares es tal, que empieza a haber una sustitución natural”.

Hoy “estamos casi obligados, en este momento, a reconstruir la industria petrolera nacional” porque “esa es la fuente que nos puede dar un respiro financiero a corto plazo, porque es un negocio que lo sabemos manejar y que tenemos una infraestructura construida, aunque está mal mantenida”, expone. “La estrategia económica del país hace casi mandatorio que rescates la industria petrolera”, de 500 mil barriles a 2,5 millones de barriles diarios, para poder levantar la economía del país e invertir en la transición energética. Hay profesionales para lograrlo, afirma; “toda la inversión requerida debe ser con capital privado nacional e internacional”.

Para eso se necesita seguridad jurídica, apoyo social. “Pienso que no se tiene conciencia de la transformación social que tiene que haber para que exista un cuerpo que mayoritariamente compre esa solución. Si más de la mitad de los venezolanos piensan que por qué vamos a dejar que venga capital extranjero a invertir, que eso no es nacionalista; que tenemos que seguir haciendo las cosas a la ligera, como las hemos venido haciendo, no tienes el respaldo social para poder dar el salto que se requiere”.

Gabaldón se pregunta cuánto tiempo dará la transición energética “para nosotros recuperar algo de la industria petrolera antes de la declinación absoluta del uso de combustibles fósiles”, y asoma que pueden ser 10 o 20 años. “No es que se va a acabar de un día para otro, sino que empieza a declinar”.

En otras palabras “tenemos 10 o 20 años para recuperar la industria petrolera, sacarle partido para la transición y para la conversión de nuestra economía en una economía diversificada, que no siga dependiendo del petróleo”.

Con los recursos del petróleo “hay que ver cómo la industria se diversifica”. Subraya que, “como destruimos el sistema eléctrico nacional hay que reponerlo”, y eso dependerá del rescate “del parque termoeléctrico que existe en el país, que está instalado pero no funciona”. También es perentorio terminar la represa de Tocoma y pensar en nuevos proyectos de generación. “Es de suponer que, si empieza un proceso de reconstrucción nacional, va a aumentar la demanda eléctrica”. Venezuela “está consumiendo lo mismo que consumía en 1998, cuando eso era un proceso de crecimiento permanente de 3%, 4% o 5% anual”.

Como “tenemos un plantel instalado, hay que rescatar lo que está instalado” y vendrá la necesidad de nuevos proyectos, en los que pueden ser importantes los proyectos solares y eólicos, razona. Se puede solicitar apoyo internacional “y lo consigue”.

-¿Corpoelec debería estar pendiente de cómo aprovecha la energía solar y la energía eólica?

-Así es.

-¿Cómo llegamos al consenso político?

-No creo que con este régimen eso sea posible. Tiene que haber una cosa distinta, y uno tiene que abogar para que esa cosa distinta sea realmente una cosa distinta, con gente con otras mentalidades, con seriedad y con un poco más de honestidad.

-¿Necesitamos otro liderazgo político para asumir la transición energética?

-Yo diría que necesitamos un liderazgo mucho más consciente de la gravedad de ese tipo de problemas que lo que está demostrando actualmente este liderazgo.

-¿Qué necesita ese liderazgo para tomar conciencia?

-Estudiar más. Debatir más sobre los problemas.

-¿Hay conciencia en el chavismo, oposiciones, de la gravedad de lo que ustedes están planteando?

-Nosotros no lo percibimos así, y estamos haciendo esta campaña de documentos porque queremos llegarles a los actores políticos. Y no solamente a los políticos: a los actores empresariales. Es la dirigencia del país, la dirigencia académica. ¿Qué se discute en la UCV? Que no tienen presupuesto, que los profesores ganan muy mal. ¿Pero existe un proceso de análisis de la ley de universidades para ver cuáles son los cambios que hay que hacer? No. Eso no está planteado. Están en otras cosas. Es muy lógico, se están muriendo de hambre, lo que está ocurriendo es terrible, pero ese no puede ser el único problema. Tienes que pensar en las instituciones, las instituciones son las que podrán ayudarnos a sacar al país adelante.

-¿Qué deben entender los empresarios venezolanos?

-Ellos tienen que ser conscientes de que va a subir el precio de la energía en sus negocios, y que cada vez más se requiere de la participación social del empresariado en resolver los problemas humanos del país.

Con base en tantas ideas y discusiones, Gabaldón advierte: “El país pasa y pasará por una coyuntura muy comprometida en la cual, si la sociedad venezolana fuese exitosa, puede que en 30 o 40 hayamos recuperado esta situación. Si no, el caso de Haití lo tenemos presente. Ese país no puede levantar vuelo porque no hay condiciones sociales, políticas que permitan que levante vuelo. Un Estado fallido eternamente”.

Estos son los grandes temas, insiste, “para dentro de 100 años decir que Venezuela se intentó integrar a los países desarrollados o Venezuela continuó siendo un Estado fallido como lo es actualmente; completamente fallido”.

Contrapunto

https://contrapunto.com/economia/petroleo/arnoldo-jose-gabaldon-tenemos-...

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Fernando Mires

Los patriarcas internos

…...hay que convenir que tanto en el mundo islámico como en el occidental la representación central del poder, precisamente porque es representación, refleja relaciones que son posibles de ubicar a lo largo y a lo ancho de todo el complejo cultural; y eso significa que si aún en los países islámicos fuese prohibida legalmente la discriminación de la mujer, ésta continuaría existiendo en el seno de cada unidad familiar si es que el poder del micro-patriarca no es cuestionado al interior de la propia familia y, por cierto, cuestionado tanto por la mujer como por el hombre.

No obstante, la experiencia occidental ha demostrado claramente que por lo general los hombres no renuncian a su poder si las mujeres no se organizan como contra-poder, lo que implica que las mujeres, si es que quieren liberarse deben hacerlo en primer lugar de sí mismas, o, por así decirlo, de su propio “patriarcado interior”. Esto último es mucho más difícil de ser alcanzado si es que ese “patriarcado interior” se encuentra teológicamente asegurado, de modo que para una mujer islámica la rebelión frente al hombre equivale nada menos que a una rebelión en contra de Dios.

El patriarcado asume en la mayoría de las regiones islámicas una forma absolutista. Sus dispositivos de seguridad no sólo se encuentran en el poder gubernamental, sino que al interior de cada familia en donde el jefe de familia aparece dotado de atribuciones cuasi-sacerdotales. Como ha escrito Seyyed Hossein Nasr: “la familia islámica es una representación en miniatura de la sociedad musulmana. En ella actúa el hombre, o el padre, de acuerdo con la naturaleza patriarcal del Islam (...) En la familia es el padre el sostenedor de los fundamentos de la creencia y su autoridad simboliza una potestad de mando que viene de Dios”

Las trabas internas para una mujer islámica son mucho más fuertes que para una mujer occidental, pues están ligadas con la religión en una sociedad cultural que se rige por el dictado de la religión. Hay, por lo tanto, que reconocer en toda su magnitud el valor de aquellas mujeres afganas que, antes de que las tropas aliadas de Occidente realizaran la guerra en Afganistán, acudieron al Parlamento Europeo a presentar un listado de las violaciones a los derechos humanos que eran cometidos en su país en las personas de las mujeres. La resonancia de tales acusaciones fue muy escasa. Todavía nadie, ni siquiera los servicios secretos norteamericanos, habían establecido las exactas relaciones entre los talibanes, el islamismo organizado, y el terrorismo internacional.

En cierto modo todo parece indicar que la liberación de la mujer islámica deberá ser un resultado de la modernización política, y no la modernización política un resultado de la liberación de la mujer. No obstante, los propios patriarcas islámicos deben lentamente reconocer que la sujeción extrema a que someten a sus mujeres se está convirtiendo en un obstáculo, no tanto para la occidentalización que quieren evitar, sino que para la propia modernización que quieren impulsar en sus naciones y pueblos. Bernard Lewis postula incluso que el alejamiento de la mujer de la vida social y política en los países islámicos ha privado a éstos de una enorme cantidad de energía y talento que podría haber sido invertido en tareas que tienen que ver con el desarrollo de sus naciones.

A mujeres reprimidas y analfabetas les ha sido confiada a la vez, la educación de hijos quienes cuando son adultos no pueden adaptarse a las exigencias de una vida moderna. En fin, un círculo vicioso.

Las mujeres y la modernidad

En la realidad podemos diferenciar dos formas de subordinación de la mujer islámica. Una pre-histórica; otra moderna. La más pre-histórica fue aquella que se dio en el Afganistán de los talibanes.

La brutalidad sin límites a que fueron sometidas las mujeres en Afganistán tienen que ver, sin duda, con el propio origen religioso-cultural de los talibanes. La mayoría de ellos fueron educados en las madrasas de Pakistán. Como nos informa Ahmed Rashid: “Todos los huérfanos, los desraizados, el lumpen-proletariado que provenía de las guerras y de los centros de refugiados crecieron en una absoluta sociedad masculina”.

A ellos les fue enseñado que las libertades que gozaban las mujeres de Occidente constituían una afrenta al orden instituido por Dios; que enviarlas a la escuela era occidentalizarlas, y que una cultura como la del Islam sólo podía existir si los hombres ocupaban el lugar que Dios les asignaba; particularmente en la guerra.

Los propios jefes talibanes aclararon al periodista pakistano Ahmed Rashid que el contacto sexual de los guerreros con mujeres podía debilitarlos e impedir que mataran con la pasión requerida. La represión a la que los talibanes sometieron a sus mujeres tenía el propósito –como ellos mismos afirmaban– de purificar al Islam de influjos externos. Más aún: la represión a las mujeres llegó a ser para los islamistas afganos un signo de autoidentidad frente al corrupto Occidente. Para poner un ejemplo: El fiscal general del Estado afgano-talibán Maulvi Jalilullah Maulvizada, cuando fue criticado por las Naciones Unidas debido a la política radicalmente antifemenina de su gobierno, emitió la siguiente declaración oficial: “Para nosotros está claro que tipo de educación quiere imponer Occidente. Se trata de una política de infieles que garantiza a las mujeres las más obscenas libertades, las que sólo pueden llevar a cometer adulterio – y esa es una de las pre-condiciones para destruir al Islam. Cualquier país islámico en donde los adulterios se conviertan en algo normal, será destruido y caerá finalmente en las manos de los infieles, porque sus hombres serán como las mujeres y las mujeres no se podrán defender. El sagrado Corán no puede someterse al deseo de otros hombres. Quien quiera hablar con nosotros debe someterse al Corán”.

El régimen de los talibanes correspondió a uno de esos momentos de recaídas históricas que hacen regresar a los pueblos ya no a la barbarie, sino que al propio salvajismo. Si hay que buscar en la historia alguna equivalencia al “talibanismo” afgano habría que concluir que sólo es comparable al régimen que instauró Pol Pot a fines de los años sesenta en Camboya. Pero tampoco hay que olvidar que los jefes de los talibanes habían sido formados de acuerdo a los cánones más ortodoxos del islamismo radical, particularmente aquel que se enseña todavía en Arabia Saudita de acuerdo a las lecciones de Qutb y de las sectas wahhabistas (ya hablaremos de ellas). Los talibanes representaban una suerte de radicalización islamista en condiciones de guerra y de miseria material. Y de acuerdo a esa tradición trataban a sus mujeres. Sin embargo, los islamistas, productos netos de la modernidad occidental, también han recurrido a nuevas formas para mantener subordinadas a sus mujeres. Esas formas modernas se han desarrollado de un modo muy refinado en Irán.

Los sacerdotes chiítas, ya desde los tiempos de la revolución del ayatolá Jomeini, captaron aquello que llamó la atención a Bernard Lewis: que el Islam tradicional al prescindir del aporte de las mujeres estaba dilapidando una cuota considerable de capital humano, lo que de hecho obstaculizaba el proceso de “modernización sin occidentalización” postulado por los propios islamistas. De este modo, uno de los propósitos del régimen islamista-chiíta ha sido incluir a las mujeres en el proceso de producción, utilizando su aporte en las empresas, en la microelectrónica, en la telefonía, en la construcción de materiales de guerra, e incluso en el ejército. Ese proceso se encuentra muy bien documentado en las informaciones televisivas, sobre todo cuando se ven desfilar aguerrida y marcialmente a ejércitos de mujeres cubiertas con velos negros, empuñando con decisión sus Kalaschnikovs. A cualquier observador poco avisado han de parecer dichas demostraciones signos de liberación de la mujer, sobre todo si se las compara con la situación en que se encuentran las mujeres en países donde domina el islamismo sunita.

Las mujeres, en efecto, han sido modernizadas (por los hombres) en Irán; pero, al igual que lo que ocurre con la propia cultura, no han sido occidentalizadas; y esto es lo más importante para el régimen. Más aún, a través de las mujeres, los ayatolás intentan movilizar a la modernización de las actividades femeninas en contra de su occidentalización, tal como ya ha ocurrido con los hombres; y por cierto, con excelentes resultados. ¿No hizo al fin lo mismo el nazismo alemán cuando movilizó a miles de mujeres armadas? ¿Y no están aún vivos en el recuerdo los ejércitos de “mujeres proletarias” que desfilaban en la Plaza Roja de Moscú mientras los “máximos dirigentes” las saludaban desde los palcos? Las feministas occidentales ya saben muy bien que el hecho de que haya mujeres policías, militares, e incluso ministras, no siempre es un indicador de la liberación de la mujer. La modernización profesional de la mujer puede ser bajo determinadas condiciones un indicador de lo contrario, como ocurre hoy en Irán.

Sin embargo, los ayatolás tienen razones para temer. Como las mujeres viven la realidad islamista de un modo más intenso que los hombres, y como ni talibanes ni monjes chiítas pueden evitar que las mujeres piensen, no pueden tampoco evitar que en su propio entorno aparezca una disidencia que tarde o temprano deberá llevarlos a la razón. El premio Nobel otorgado a Shirin Evadí, defensora de los derechos humanos en Irán, ha puesto una marca que los machistas ayatolás no pueden atravesar a menos que renuncien definitivamente a la modernización del país. Pero esa modernización es, a su vez, parte del proyecto chiíta de poder. De ahí que, llegado un momento, deberán entender que la modernización tecnológica a la que ellos aspiran es imposible de llevarse a cabo sin una modernización de los seres humanos que la realizan, aunque ellos piensen que eso significa occidentalizarse. Algún día entenderán que Occidente también debió occidentalizarse y que las mujeres de Occidente debieron luchar mucho para alcanzar el grado de occidentalización que hoy poseen.

Si el proceso de modernización que incluye a la modernización del trabajo femenino pueda incidir en un proceso de auténtica liberación de la mujer islámica, lo que supone su politización (es decir, lo que el islamismo llama occidentalización) es una pregunta que, por lo menos durante el curso de este texto hay que dejar abierta. Con cierto escepticismo se puede pensar que si la modernización del trabajo productivo en los hombres islamistas no ha llevado a cierta occidentalización de sus costumbres, no hay muchas razones para pensar que eso pueda ocurrir fácilmente con las mujeres, sobre todo si se tiene en cuenta que ellas, a través de la versión religiosa que profesan son prisioneras de sus propios “patriarcas internos”. Y eso significa que las reformas que tienen que ver con la situación de la mujer en los países islámicos, pasan por ciertas reformas básicas en la propia enseñanza del Islam. Mas, por otra parte, hay que tener en cuenta que el islamismo chiíta- iraní, a diferencias del sunita, quiere insertarse en la globalidad de un mundo del que mal que mal forman parte. Y a esa globalidad pertenecen también los derechos humanos, que no significan de acuerdo a la horrible traducción francesa, italiana y española “derechos del hombre”, sino que derechos de los humanos y de las humanas.

16 de agosto 2021

Polis

https://polisfmires.blogspot.com/2021/08/fenando-mires-las-mujeres-y-el-...

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Eddie A. Ramírez S.

El dictador Maduro y la Plataforma Unitaria democrática iniciaron una negociación porque ninguna de las partes puede imponerse sobre la otra. Por ello, es una insensatez oponerse a negociar. Quien tenga una mejor opción que la ejecute. Lo fundamental es qué negociar y cómo garantizar que el usurpador cumpla. Por otra parte, el votar cuando no existen condiciones de transparencia siempre desata discusiones sobre las ventajas y desventajas. Quizá lo procedente es tomar una decisión acorde con la visualización de lo que puede venir después.

Negociaciones: En lo que va del siglo XXI solo ha habido una negociación, los otros encuentros entre gobierno y oposición han sido solo conversaciones. La negociación que se llevó a cabo en mayo del 2003 produjo acuerdos satisfactorios para los demócratas. Lamentablemente, la dictadura no cumplió y los garantes, la OEA y el Centro Carter, se hicieron los desentendidos. No tiene sentido oponerse a la negociación porque los anteriores encuentros fracasaron o porque un régimen dictatorial plagado de criminales no va a ceder. A las dos partes les conviene y ambas deben ceder en algo.

Críticas: Hubiésemos preferido que se realizara en otro país como Costa Rica o Suiza. También que el Memorando de Entendimiento firmado no dijera que una de las partes es el Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela y la otra la Plataforma Unitaria de Venezuela, pero entendamos que Maduro es quien está en Miraflores y es reconocido por la mayoría de los países de la ONU. Otra crítica es que en la Agenda no se incluyera el punto de la libertad de los presos políticos. Asumimos que eso no fue aceptado por el régimen. Si este actúa inteligentemente, se podría esperar que está en su interés soltar a todos, porque mantenerlos le crea un ambiente de rechazo entre los demócratas del mundo. Nos alegramos que Freddy Guevara ya esté en libertad, aunque quizá sea condicional.

Confianza en nuestros negociadores: Confiamos en el Coordinador del equipo democrático, el distinguido constitucionalista Gerardo Blyde y en el resto del equipo. La presencia de Carlos Vecchio y de Roberto Enríquez, ambos perseguidos por la dictadura es un triunfo del bando democrático. Solo Stalin González despierta dudas, que ojalá él despeje. Además, tenemos la fortaleza del Informe Bachelet y del paso dado por la Corte Penal Internacional. Los siete puntos de la Agenda contemplan lo deseable en cualquier democracia. Esperemos lo mejor, a pesar de la desconfianza.

Votar o no votar: El tema de las elecciones regionales de noviembre es ineludible. El presidente interino Guaidó asumió la posición correcta de esperar a que en la negociación el régimen acuerde otorgar las condiciones de transparencia propias de una democracia. Henry Falcón y sus sargentos se volvieron a plegar al régimen al adelantar que participarían en las elecciones. Por su parte, los recién llegados alacranes ruegan que, aunque sea, les den real y medio y cuartillo. ¡Qué infelices!

El problema es que el tiempo se acaba. Lo pertinente sería que en México se lograra aplazar las elecciones. La situación se complica caso de que no se logre, ni haya apertura para que el proceso sea transparente. La escasez de gasolina dificulta la movilización de nuestros posibles candidatos, escasez que no afectará al oficialismo. La realización de primarias para elegir a los nuestros se dificulta. La ausencia de un comando opositor con peso específico inducirá una proliferación de candidatos de oposición. Unos con méritos, otros sin él. Esta situación, aunada al ventajismo y trampas del oficialismo harán cuesta arriba ganar a los nuestros.

Escollos a superar: 1-Un Consejo Nacional Electoral (CNE) parcializado e ilegítimo. 2- Registro Electoral Permanente (REP) desactualizado y abultado. 3- La votación con máquinas despierta muchas sospechas. Hay que insistir que se cuenten todas las papeletas que emiten las máquinas, pero el CNE ha resuelto, que lo que vale es la información de las máquinas y no las papeletas. 4- Los cambios de votantes de su centro de votación tradicional a otro lejano dificulta votar. 5- El voto asistido a personas sin discapacidad es una trampa que ha proliferado, al igual que el amedrentamiento a los testigos por paramilitares rojos.6- El Plan República, mediante el cual la Fuerza Armada custodia las Mesas de votación, a veces da órdenes indebidas. 7- Los candidatos de la oposición nunca han tenido igual cobertura por los medios de comunicación del Estado y casi no existen medios privados; el régimen ha utilizado los recursos del Estado para promover y movilizar a sus votantes .

Lo anterior se puede subsanar, solo en una pequeña parte, con testigos en todas las Mesas y votación masiva. La trampa principal se produce cuando no tenemos testigos y los rojos operan las máquinas con votantes ficticios. El amedrentamiento de testigos, sobre todo en zonas rojas es casi imposible de evitar. En caso de que no se modifiquen las condiciones señaladas es cuesta arriba lograr ganar la mayoría de las gobernaciones y alcaldías, como debería ser de acuerdo con las encuestas.

A pesar de todo: Muchos, con argumentos válidos, predican que es necesario votar para prepararnos para un posible revocatorio presidencial. Revocar a un usurpador suena contradictorio, pero la realidad es que ocupa Miraflores. La pregunta es si es más fácil revocarlo contando con algunas gobernaciones y alcaldías o sin ninguna. Ello nos inclina a pensar que, a pesar de los obstáculos, es conveniente votar con miras al revocatorio. Con las abstenciones anteriores se logró que la comunidad democrática internacional desconociera a la Asamblea Nacional impuesta en diciembre 2020 y la reelección de Maduro, lo cual fue muy importante. Las regionales son un caso distinto. Parafraseando a Churchill refiriéndose a la democracia, el votar en una dictadura es la peor opción, con excepción de las otras.

Como (había) en botica:

Muchos amigos fallecidos. Entre ellos el economista Luis Semprún, hombre de principios y valores. Nuestro pésame a su esposa la luchadora Neneta Hernández y a su hijo. También los compañeros Antonio Guanipa, Cruz Chacón Marcano, Argenis Quijada Jiménez, José García y Jorge Ramírez de Gente del Petróleo y de Unapetrol.

¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!

eddiearamirez@hotmail.com

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El estimulo.com

El economista y director de Ecoanalítica reflexiona sobre la turbia realidad económica del país, a la luz de la reconversión monetaria recientemente anunciada, la relación entre el Estado y el gremio empresarial y también sobre las sanciones impuestas. Un diagnóstico económico a mitad de 2021

Mientras algunas zonas de Caracas se reafirman como centros cosmopolitas, con restaurantes de lujos y pagos en dólares; en las barriadas populares, al margen de la misma ciudad, el trueque funciona como mecanismo de intercambio. Por ejemplo: dos kilos de harina de maíz “Doña Arminda” equivalen a cinco cambures en Petare. O tres kilos de frijoles igualan a una bolsa de guayabas, de parchitas, zanahorias, tomates.

Esa dinámica de pagos tan contrastante es definida por el economista Asdrúbal Oliveros como una “economía primitiva de mercado”, categoría empleada recientemente en un reporte publicado por la banca de inversión internacional Credit Suisse. Y Oliveros, director de Ecoanalítica, la respalda: “Es una economía insana, primitiva, fuera de las macrotendencias globales y una de las más pobres de toda Latinoamérica”.

—A principios de este año en una entrevista para El Estímulo usted planteó cosas que iban a ocurrir, como el contacto –ya abiertamente- del empresariado con el gobierno. Eso hoy, en agosto 2021, es un hecho, vimos lo ocurrido en la Asamblea Anual de Fedecámaras. Frente a esta nueva realidad: ¿qué significó la visita de Delcy Rodríguez a ese encuentro gremial?

—Eso generó mucho ruido en redes sociales, pero yo tengo una lectura diferente. Fíjate que Delcy fue la que fue a Fedecámaras y no Fedecámaras a Miraflores, porque yo creo que la relación de poder entre el sector público y el sector privado cambió totalmente. En Venezuela todo el mundo ha sufrido, incluso el Estado. Más allá de que se sientan triunfadores porque retienen el poder –y para ellos ese es el triunfo más importante–, desde la perspectiva económica y financiera el Estado venezolano luce colapsado. Hay una caída brutal del gasto público que no tiene precedentes. El gasto público es una métrica del tamaño del Estado. Es un Estado minúsculo, que no tiene capacidad para hacer políticas públicas, ni pagar subsidios. No tiene el poder para imponer controles de precios draconianos ni expropiaciones masivas.

La relación del Estado –en esa situación de debilidad– con el sector privado es muy diferente, más allá del discurso. El Estado y la economía hoy dependen de los privados. La actividad de los privados se divide en tres ejes: los formales, que son las grandes empresas; los internacionales, porque hay una dependencia importante a lo importado; y toda la estructura de informalidad o de pequeña empresa y emprendimientos. Esa dinámica hace que la forma en la que el Estado y los privados se relacionen sea muy diferente a la del pasado. En esa negociación, de privados y Estado, hay más áreas de cooperación que en otras, incluso que en la misma que se abre entre el gobierno y la oposición.

—Pero, por otro lado: ¿eso no podría significar también que los empresarios del país se están rindiendo ante la realidad política?

—Es una pregunta compleja porque tiene varias aristas. El sector privado venezolano también ha tenido que cambiar su concepción de lo que es la economía, de lo que es la relación con el sector público y con la sociedad. Tal como está cambiando todo el país. El sector privado venezolano, por lo general, siempre tuvo resistencia a competir. Es un sector que de alguna manera en el pasado se aprovechó de los subsidios, de la renta petrolera. Pero eso ya hoy no existe. Eso lo llevó a una recomposición y a un cambio importante en cómo había venido operando. Ahora dependen más de su esfuerzo y de su propio criterio en la gestión de sus empresas para poder sacarlas adelante.

El que tiene el poder es el gobierno de Nicolás Maduro y hay que entenderse con él, porque es el que en el día a día puede poner trabas o quitar trabas. Es iluso pretender que tengas una empresa en Venezuela y no te entiendas con el poder público, dada su influencia institucional y fáctica. No es una rendición, es entender quién tiene el poder.

—¿Está comenzando una nueva era en la que los empresarios no se vincularán más con la oposición? Como pasaba en Nicaragua. Porque los empresarios tuvieron relevancia política por mucho tiempo y no solo en el presente, también en el pasado cercano.

—El mensaje del gobierno es muy claro y no sé si Fedecámaras lo tomará: te doy espacio para que actúes y gestiones tus empresas siempre y cuando no te metas en política.

Es un cambio importante en el chavismo, porque todo lo que ocurrió entre 1999 y 2003 –sobre todo el golpe del año 2002– cambió la manera en que Hugo Chávez vio al sector al privado. Y eso, de verdad, perjudicó al país. Chávez asumió en ese momento que el sector privado era un enemigo clave. Y que si ese sector privado crecía y se fortalecía lo tumbarían. Por eso, a partir de 2004, cuando empezó el ciclo petrolero alcista que fortaleció al Estado, Chávez lo que hizo fue hacerse fuerte y minimizar a los privados. Una medida política para evitar que lo sacaran.

Ahora, con el Estado chiquito cambia esa relación de fuerzas, aunque el tema de la retención del poder sigue siendo importante y el mensaje sigue siendo claro: si vuelves a la arena política obviamente las cosas cambiarán. Y eso ha sido perjudicial también, o sea, que los gremios hagan política partidista. Cada gremio tiene una política institucional y cada miembro de gremio puede tener o no su posición política, pero lo importante es que cada gremio defienda sus intereses. Entonces, claro, hay una oportunidad por parte de los empresarios de crear esa discusión.

—¿Los empresarios pueden confiar en un gobierno que patea la mesa casi siempre y que solo parece entenderse con sus aliados?

—No es un tema de confianza, se trata de medir cada paso en ambos lados, porque el gobierno podría preguntarse también: ¿confío en los empresarios que siempre me han querido sacar? Es la misma lógica. O sea, hay desconfianza mutua entre ellos y eso no va a desaparecer en el corto plazo. Lo que debe buscarse son áreas donde se minimicen las diferencias, pero no desaparecerá la desconfianza. En el interín habrá señales contradictorias que, por cierto, ya han ocurrido: después de la visita de Delcy y de su discurso, Maduro fue un tanto duro con los empresarios con lo que dijo. Esa desconfianza, por la misma naturaleza del gobierno, no va a desaparecer. Es un gobierno con visos autoritarios, que no es democrático y la dinámica es totalmente distinta a otros países.

—En la entrevista anterior usted habló del auge de los emprendimientos, vemos por ejemplo las nuevas tiendas en Sabana Grande o a la chichera que se hizo famosa por las redes sociales. ¿Esos negocios son sanos? Muchos los condenan, dicen que no les compran a enchufados o que esos negocios son efímeros.

—Hay varias cosas: una dimensión social, una dimensión microeconómica y una dimensión macroeconómica. Desde el punto de vista de la economía familiar, y de cada una de esas personas, el hecho de salir a la calle, de generar ingresos y comprar cosas es positivo, porque no dependen de un subsidio o exclusivamente de una caja de comida. Son los protagonistas de su propio destino. Por eso yo no satanizo eso.

Esa dimensión social es interesante, porque al montar un pequeño negocio la gente empieza a entender los criterios de las empresas. Si eres un chichero tienes que manejarte con ingresos, gastos, costos, margen de utilidad, competencia. Eso cambia la percepción económica de la gente. Luego, desde el punto de vista microeconómico, ciertamente eso genera movimiento, actividad, intercambio de bienes. Hay un tejido económico importante.

La cosa es que desde el punto de vista macro –y ahí viene la discusión que se da en redes y que a mi juicio no tiene el panorama completo porque obvia estas dos cosas– eso es insuficiente para que el país se recupere y crezca. Es decir, hacen falta más que unos chicheros para que eso ocurra. Levantar industrias y tener capacidad de inversión. Te lo resumo en una frase: los emprendimientos son positivos pero insuficientes. Es erróneo asumir que a punta de chicheros la economía se va a levantar, eso no tiene sentido.

—Ahora, ¿cómo ve el panorama para los siguientes meses? Teniendo en cuenta que se acaba de anunciar otra reconversión monetaria.

—Para el panorama económico de Venezuela uno podría utilizar varios símiles. Uno de ellos podría ser el de un aterrizaje forzoso: imagínate un avión que viene en picada, y la posibilidad de que sus tripulantes sobrevivan es mínimo. Al final, se estrellan en medio de una selva o de una isla desértica y el avión queda destruido. Sin embargo, hay sobrevivientes. La economía venezolana se parece mucho a ese panorama. Un país que tiene una contracción en ocho años de 80%, donde prácticamente no ha quedado nadie inmune a la crisis –y por supuesto los ciudadanos somos el eslabón más débil–. De la cual todos se han afectado: el Estado y las empresas. Es un aterrizaje forzoso donde esos supervivientes empiezan a moverse en medio del entorno.

Creo que el peor momento, al menos en términos macroeconómicos, ya pasó. No creo que Venezuela vuelva a repetir esos niveles de contracción, sobre todo el de los últimos cuatro años. Incluso, la caída que nosotros estimamos en 2021 es la más moderada en comparación al lustro anterior.

La economía puede crecer, pero eso no significa recuperación ni superación de la crisis, sino que la misma crisis ha adquirido otro matiz y otra etapa, caracterizada por la desaceleración de la inflación. Por ejemplo: pasamos de medio millón por ciento de inflación a 1.500% por mes, un exabrupto cuando lo comparas con cualquier país, pero no cuando lo haces con la economía nuestra, la de los últimos años. Eso porque la dolarización generó cambios –te lo decía en la entrevista que me hiciste hace unos meses– en actores sociales que se han beneficiado de ese proceso, porque les ha dado la posibilidad de recuperar poder de compra, les ha dado certezas y certidumbre a algunas empresas.

—¿Y cómo entra la nueva reconversión en ese panorama?

—Esta reconversión, a mi juicio, será muy diferente a las otras. Es una reconversión que se da en una economía donde dos tercios de las transacciones se hacen en dólares y en donde hay cinco veces más dólares que bolívares. Eso marca una dinámica muy diferente a lo que fueron las reconversiones previas, incluso su duración y utilidad. El impacto de esa reconversión será mucho menor porque la gente se mueve en otra moneda. Ese contexto cambió.

Por supuesto, sigue habiendo cosas pendientes en la dinámica económica: no tiene una capacidad de crecimiento importante, porque tiene limitaciones, y la principal es que no hay financiamiento ni para el Estado ni para los privados. Una economía sin financiamiento es una economía cuya capacidad de crecimiento está muy limitada. Además, tiene un problema de servicios públicos, sobre todo los ligados a la electricidad. Una remora para crecer. Hay problemas de deudas, Venezuela está en default: no le ha pagado a sus acreedores y no puede asumir otras deudas que le permitan crecer.

Tiene, a su vez, un problema político importante que le impide construir consensos y acuerdos con organismos multilaterales que son necesarios. Tiene unos niveles de empobrecimiento extremadamente elevados que han reducido la capacidad de consumo. Una crisis tan larga y profunda ha dejado secuelas en el sector privado: la competencia, la expansión de los sectores productivos está seriamente afectada porque tienen ocho años cayendo ininterrumpidamente. No es cualquier cosa, eso deja efectos permanentes.

El panorama es claroscuro. Uno puede hablar desde esa perspectiva optimista pero la crisis está, solo que con otro cariz, más benevolente quizás, pero es otro cariz de la crisis.

—A pesar de que las sanciones se mantienen hay expectativas sobre su posible relajamiento. ¿Será posible una flexibilización de sanciones en este contexto? ¿Cuál sería el impacto de eso en esta maltrecha economía?

—El tema de las sanciones está atado a la negociación política que está por empezar en México. En la medida en que ambas partes, y sobre todo el gobierno, empiecen a dar señales de respeto a esa negociación y se den avances concretos, creo que podrían venir cambios en las sanciones. De lo contrario, no.

¿Puede Maduro sobrevivir con las sanciones? Sí, puede hacerlo. Lo ha hecho hasta ahora, ha construido un ecosistema financiero que minimiza sus impactos. La cosa es que sin las sanciones sería mucho más lo que podría lograr: hacer llegar inversiones, moverse en el sistema financiero internacional, rehabilitar la industria petrolera. Pero tampoco es que las sanciones son un elemento con el que el gobierno no puede vivir.

Ahora, ¿cuál es el dilema que enfrenta el gobierno? ¿Relajar las sanciones a cambio de garantizar condiciones democráticas o convivir con ellas y retener el poder? Y la verdad, y aunque suene pesimista, es que esta última pesa mucho más. El gobierno de Maduro prefiere quedarse con las sanciones que dejar el poder.

Lo que sí es cierto es que: uno, sin avances en lo político no habrá cambios en las sanciones, al menos a mediano plazo; y dos, con las sanciones es imposible que el país despegue para recuperar el tiempo perdido. Entonces, la economía quedaría estancada.

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Germán Monzón Salas

En entregas anteriores escribí sobre las circunstancias que dominan el panorama general del país, el cual a pesar de los deseos de un cambio de la inmensa mayoría, día a día la situación empeora.

La gran pregunta, pudiera ser si quienes gobiernan tienen disposición de realizar un viraje, creo que las acciones indican que anuncios los hay con frecuencia, pero los cambios no llegan, es verdad que las fuerzas del mercado indoblegables, provocan aspectos que no quería el sistema gobernante pero que se viene imponiendo, caso concreto la dolarización, hemos oído otras posibles divisas como criptomonedas, petros, las monedas chinas, iraníes y más, pero el billete norteamericano se impuso porque los precios y el valor de los bienes se cotizan en esa moneda, eso produce posibilidad de compras para quien tiene dólares y, los precios en Venezuela también los marcan en todos lados, hasta en pequeñas bodegas en esa divisa. Quiere decir que el pequeño respiro económico, insuficiente, viene atado al valor de una moneda estable, propia de la economía, mas poderosa del mundo como lo es la Estados Unidos de América (EUA).

La huida de tantos compatriotas, que cerca de 6 millones se fueron relegados por la quiebra de Venezuela, para salvarse del hambre, la miseria y buscar trabajo en otros lares, vienen a través de las denominadas remesas (dinero en dólares que reciben familiares de integrantes desde el exterior), esas compras ayudan a todos los compradores que tienen la divisas, el comerciante que vende y al régimen que ve aumentadas su entradas por el 16% de Impuesto al Valor Agregado (IVA). Deja por fuera a la gran mayoría que no posee dólares

Los jornales, estipendios, o remuneraciones con la figura del salario mínimo, afecta básicamente a los empleados públicos que reciben una paga que no sirve de nada, que no permite alimentar a una persona y menos a una familia, el régimen trata de seguir disimulando su total fracaso, con regalos denominados: bolsa CLAP (comida), bonos de diferente denominación, no obstante los trabajadores del Estado sufren de no tener dinero, de un empobrecimiento total, aspecto que no sucede en la actividad o empresa privada porque los empleados piden para la aceptación de empleo paga en dólares o el equivalente diario del mercado.

En el país NADA FUNCIONA, los hechos y las realidades pueden mas que las palabras, a título de ejemplo cito:

La EDUCACIÓN colapsada, las universidades autónomas y en general las casas de enseñanza, el régimen no las quiere, imposibilita su existencia.

PDVSA, (petróleo) la primera industria de mayor importancia en el mundo, se acabó cuando con un pito el presidente, despidió en un episodio a 21 000 trabajadores, se fue la experiencia, se acabó la experticia. Creo que fue una medida adaptada para arruinar el país. Quedamos sin gasolina ni gasoil.

CORPOELEC, empresa eléctrica, corrió igual suerte porque los salarios de hambre provocó que los técnicos que mantenían toda la operación de producción, transmisión y distribución, abandonaran sus puestos de labor. Nos quedamos sin electricidad, vivimos en tinieblas.

CANTV, (comunicaciones) también se quedó sin personal calificado, la empresa entró en pérdidas y sin esas centrales imposible el Internet y la telefonía celular.

Las carreteras troncales sin mantenimiento, también las autopistas y las rurales en total abandono, la centralización del poder con toda intención quitó los recursos al poder municipal y el gobierno nacional, improvisa funcionarios, adelantando una complaciente militarización con individuos que no conocen el país ni buscan soluciones.

El agua potable, el aseo urbano y otros servicios públicos, en general muy deficientes, grandes ciudades llenas de basura, con calles llenas de huecos y sin alumbrado público.

La salud sin medios de atención, sin medicaturas, dispensarios, laboratorios, hospitales y otros centros que existían, sin médicos ni enfermeras, sin material médico quirúrgico y otras múltiples deficiencias. Las Vacunas del Covid 19, con total retraso en medio de un gran desorden. El poder adquisitivo no alcanza para superar el alto costo de los remedios.

Las fuerzas del orden según informes de organismos internacionales, son cuerpos represivos que permiten todo tipo de delito con tarifas en cobro de dólares para aumentar la incertidumbre, y no se ocupan de su trabajo entre otras porque no tienen vehículos ni dotación apropiadas.

La agricultura después de expropiaciones de tierra, y abandono de las mismas causó ruinas de familias enteras y ahora no producen nada. Los alimentos en su gran mayoría son importados y la siembra y ganadería sin poder ser rentables.

El transporte colectivo local, interurbano y nacional en ruina total, no hay, imposible la movilización de ciudadanos. Igual suerte con el transporte aéreo.

Repito a Venezuela la domina un sistema de PUBLICIDAD y PROPAGANDA que acapara toda la comunicación, eso hay que pararlo, un pueblo adormecido por mensajes, promesas y "regalos" no encontrará la democracia y la verdad.

La lista puede seguir y llenar muchas páginas, testigo es el pueblo que sufre las desventuras y calamidades.

Para un sistema de gobierno ante monumental fracaso, quedan dos alternativas constitucionales.

la primera una elección total incluyendo la presidencial.

La segunda, seria un milagro, LA RENUNCIA, eso abonaría para considerarlo por la justicia, a que hacer con él y los culpables del desastre total.

Un cambio de gobierno en ese esquema requiere una Junta Provisional transitoria, ya mencionada en el Blog N° 201, de mayo del 2020, que por un período de 6 a 10 meses debería quedar integrada por:

Tres representantes del país con fuerza moral, sin militancia partidista

Dos integrantes de la Fuerzas Armadas

Un representante del régimen

Un representante de las fuerzas opositoras.

Esa Junta dispondrá en un plazo menor de 10 meses calendario, celebrar elecciones, con garantíais de transparencia, pulcritud y honestidad. De no darse la Junta Provisional Transitoria, como un Estado intervenido por Cuba, Rusia, bandas armadas (tupamaros) y la guerrilla, al cambiar el gobierno de un día a otro sin resolver esos y otros problemas, entraría en una crisis que dificultaría a los nuevos gobernantes, hacer viable al país.

No voy a defender el bloqueo que tienen personeros del régimen, hay que tomar en cuenta la solidaridad internacional, a la Organización de Estados Americanos (OEA), con su Secretario General Luis Almagro y de mas de 50 países que están del lado del pueblo venezolano y que buscan ayudar a resolver la ingobernabilidad de Venezuela.

En Venezuela no solamente se borran los discursos y escritos, estamos borrando aceleradamente al país entero. Todos estamos obligados a impedir que sigan borrando nuestros linderos geográficos, nuestra historia, nuestros medios de vida y toda la inmensa geografía patria.

Mérida, 15 de agosto de 2021

https://miradorelectronicogms.blogspot.com/2021/08/blog-n-223-dialogo-un...

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