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Opinión

Jesús Castillo M.

Venezuela es un país rico en recursos hídricos, tanto superficiales como subterráneos. Posee numerosos ríos, lagos, lagunas, esteros, morichales, sabanas inundadas, los cuales dirigen sus aguas hacia grandes cuencas hidrográficas. De allí que Venezuela pueda ser catalogada como un país productor de agua. Cuenta con alrededor de 90 cuencas hidrográficas que, a partir del año 2007, con la entrada en vigencia de la Ley de Aguas1, fueron clasificadas y catalogadas en 16 regiones hidrográficas. Este fue el primer acercamiento a la modernización del ordenamiento de las cuencas, de acuerdo con los modelos de gestión que se vienen aplicando en la mayoría de países del mundo.

Sin embargo, actualmente, la estructura institucional y física de los sectores agua y saneamiento se encuentra desmantelado. Esta grave situación compromete la calidad de las fuentes de abastecimiento, las condiciones físicas y operativas de la infraestructura y los procesos de tratamiento, potabilización y distribución, colocando a Venezuela en una crisis de servicios de gran escala, que forma parte de una Emergencia Humanitaria Compleja en agua y saneamiento desde el año 2016.

Durante los últimos siete años, el Estado venezolano ha dejado de cumplir sus obligaciones de garantizar los derechos humanos al agua y saneamiento, y lograr las metas del ODS N° 6 que es garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible y el saneamiento para todos, ignorando u omitiendo la necesidad de políticas y medidas para rehabilitar los sistemas y servicios requeridos para asegurar el acceso de la población a estos derechos. En la pandemia por Covid-19, la falta de estos servicios ha sido un factor determinante en la propagación del virus.

La Encuesta de Condiciones de Vida (ENCOVI)2 de Venezuela reveló que, para los años 2019 y 2020, 75% de la población no recibía agua todos los días. Esta misma encuesta muestra que, en muchas zonas, la frecuencia de suministro es menos de dos días a la semana, lo que obliga a la gente a recurrir a fuentes de agua insegura. Durante los últimos cinco años, en las circunstancias de la Emergencia Humanitaria Compleja, y hasta marzo 2020, 18 millones de personas, que representa 63% de la población que habita en viviendas conectadas al sistema de acueductos, sufrieron interrupciones constantes del suministro de agua. En tales interrupciones, 2,5 millones de personas (9,7%) recibió agua solo una vez a la semana, 3,6 millones (14,3%) cada dos semanas o una vez al mes, y 3,4 millones (13,3) no la recibió nunca.

Al momento de surgir el riesgo por el Covid-19, en muchas partes del país había interrupciones de los servicios básicos, electricidad y agua, impidiendo el normal desenvolvimiento de la vida de las familias y de las actividades escolares, lo que comprometía y afectaba, la calidad, completitud y continuidad de la educación básica; así como la asistencia de los estudiantes que, en algunos casos faltaban a clases por no contar con agua en sus casas para lavar sus uniformes o para bañarse. Solo 17,8% de las instituciones educativas de Venezuela cuenta con un servicio continuo de agua, saneamiento3.

En ese sentido, la relación del agua con la salud humana y con estándares básicos de bienestar y dignidad la convierte en un elemento indispensable para la vida. El derecho al agua es un factor de equilibrio social, y la voluntad política de asegurarlo se expresa en los códigos de derechos humanos y en otras leyes. Por lo tanto en la actualidad la situación del acceso al agua potable en Venezuela obedece a una escasez socialmente construida, toda vez que los componentes para una “Gestión Hídrica” están presentes pero de manera desarticulada.

El agua como patrimonio eco social existe en abundante cantidad, sin embargo los ciudadanos no pueden tener acceso a la misma debido a la pésima gestión de este recurso por parte de las empresas operadoras que distribuyen de manera desigual dentro de cada territorio e inequitativamente el vital líquido y en la mayoría de los casos “Agua de Mala Calidad”, comprometiendo la salud y bienestar, fundamentalmente en los estratos más pobres de la población quienes en la mayoría de los casos destinan gran parte de sus ingresos a compra de agua.

Por otra parte, la falta de tratamiento y disposición de los efluentes es tal vez uno de los más agudos problemas ambientales del país por su incidencia sobre la degradación de la calidad de los cuerpos de agua dulce más importantes y su impacto sobre las playas y paisajes turísticos.

Bajo este marco de referencia, la falta a el acceso de agua potable y la ausencia de saneamiento tiene como consecuencias en diversos problemas difíciles cuantificar tales como la dignidad y la comodidad de las personas, su aceptación social, la seguridad de las mujeres, la asistencia escolar especialmente de las niñas, la productividad en la escuela y en el trabajo por lo que es considerado como una Violación del Derecho Humano al Agua.

Presidente de la Fundación Agua Sin Fronteras

aguasinfronteras@gmail.com

@aguafrontera

1. Gaceta Oficial Nº 38.595 del 2 de enero de 2007 ley de Aguas.

https://www.lurconsultores.com/wp-content/uploads/2016/12/Ley-de-Aguas.pdf

2. Encuesta de Condiciones de Vida del año 2019 (ENCOVI 2019).

https://www.proyectoencovi.com/

3. Observatorio Educativo de Venezuela. Reinicio de actividades sin planificación.

https://observatorioeducativo.org/category/estado-de-las-escuelas/

 4 min


Américo Martín

¿Sabías que Rómulo y mi tío Luis Beltrán discutieron por culpa tuya?

Toñito Espinoza Prieto me ha tomado por sorpresa con tan inesperada pregunta. Estamos en un bar-restaurant de la Gran Avenida al que me ha invitado.

—Desde hace tiempo quería decírtelo, pero es ahora, cuando los ribetes bélicos de la oposición han desaparecido, que puedo hablarlo con la franqueza que ambos nos debemos.

—Dame pormenores, que la noticia me resulta difícil de creer.

—Bueno, yo estaba presente y pude escucharlos. El presidente era Raúl Leoni, quien estaba tentado a indultar a Américo, antes de que lo hiciera Rafael Caldera una vez que derrotara a Gonzalo por solo 30.000 votos, según creo recordar.

Había una inclinación a devolverme la libertad entre los seguros vencedores de la contienda. Se lo prometieron –o algo así– a mis familiares y amigos. Por mi parte, recordaba las palabras del general-presidente de la Corte Marcial: «Recuerda, Américo, que en Venezuela no hay prisiones largas».

Ojalá esa generosa tradición no se hubiera roto con el acceso a la cúpula de Miraflores y Fuerte Tiuna de Chávez y su curioso socialismo bolivariano. No se habrían perpetuado en las cárceles sin debido proceso, valientes como David Smolansky, Leopoldo López, Gilbert Caro, Iván Simonovis, Freddy Guevara, Roland Carreño, María Lourdes Afiuni. La represión y maltrato a los perseguidos habrían sido borrados del mapa y tendríamos un país respetuoso de los derechos humanos. Además, la diabólica conexión entre la polifacética crisis y la mala gestión gubernamental nos va a costar recuperar la excelente reputación de nación próspera, de excepcional estabilidad monetaria, que por años se nos dispensó en el mundo.

—Pero sigues sin aclararme por qué discutieron Rómulo y Luis Beltrán…

—Los dos partían de lo mismo, es decir, coincidían en lo contraproducente que podía ser la impunidad. La diferencia es la vista de águila que se espera del liderazgo para apreciar si esa medida pacifica los ánimos o enturbia más la turbamulta violenta.

—Es un riesgo, sin duda, pero se supone que se elige a presidentes experimentados, aptos para separar el trigo de la paja y, por lo tanto, inteligentes a la hora de adoptar las decisiones políticas complicadas.

Me cae bien Américo, pero creo que no se sienta un buen precedente favoreciéndolo en forma tan prematura.

Estás equivocado. Es un hombre confiable, rodeado del afecto de su familia, gente luchadora por la democracia y en mayoría militante de nuestro partido. En la dictadura militar Luis José, Federico y Gerardo Estaba repartieron sus años de prisión ente la cárcel Modelo, San Juan de los Morros y el espantoso campo de concentración de Guasina.

Por lo demás —insistió Luis Beltrán—, ¿tú crees que yo podría optar, no digo por un año, sino por un día más de cárcel para un hijo de María Estaba?

—Me conmueve mucho esa referencia de Prieto a mi mamá. Luis Beltrán era margariteño y los Estaba, cumaneses; dos ciudades venezolanas donde reinan el valor y la simpatía, el sacrificio y el buen humor.

—No, eso no tiene nada que ver —vuelve Toñito, quien por cierto es tan adeco como aquellos grandes líderes.

Esas conductas tienen sobre todo un cimiento político sólido, pero no dejemos de lado la parte emocional, porque los Estaba se ganaron el afecto de todo el que tenía la suerte de conversar un rato con ellos. Incluso en el pudridero nazi, que fue el campo de concentración de Guasina.

Años más tarde se producirá la tercera división de AD. Prieto se llevó cerca de la mitad del partido; y no ganó la presidencia, pero configuró una poderosa fuerza a la que adornó con el nombre de Movimiento Electoral del Pueblo. Betancourt habría barrido de haber apoyado al negro margariteño en vez de al portugueseño Gonzalo Barrios. Buen político, Gonzalo, pero carente del magnetismo de Luis Beltrán y menos aún del que irradiaba Rómulo. El problema es lo difícil que suele ser el prestar popularidad y movilidad.

¿Por qué no respaldaste a Prieto y preferiste a un buen político, pero sin tu energía ni la de Luis Beltrán? Por lo demás, Prieto era en lo personal tan amigo tuyo o incluso más que Gonzalo —la pregunta se la dispara a Betancourt Luis José Oropeza, amigo desde siempre de Rómulo, Barrios y Prieto.

La aguda respuesta del caudillo adeco era la esperable. Barrios era un calmante en la agitada campaña de Caldera. Lo conocía demasiado bien para saber los ángulos que perfilaría Prieto. Podía equivocarse y perder el control del arsenal de diablos que cargaría contra el hábil líder democristiano; claro, pero si el negro margariteño le arrojara al hábil copeyano el arsenal de diablos que llevaría en el alma, le responderían de manera poco manejable. Aprovecharían para acusarlo de mala fe, de ser «enemigo personal de Dios» y con esa tontería tratarían de sacralizar el rol de Rafael.

Tenemos todo para ganar, pero si conservamos la calma y no nos dejamos arrastrar a debates religiosos. Prieto y Barrios son brillantes, pero en estas circunstancias lo mejor es mantener el dominio de sí mismo. Mi opinión esta vertida ya, pero la pasión por vencer que no se vuelva contra todos.

Twitter: @AmericoMartin

Américo Martín es abogado y escritor.

 4 min


Carlos Raúl Hernández

Varios puntos borrosos sobre la reunión gobierno-oposiciones en México, que cuando se publique esto podría ya haberse realizado. A la fecha que escribo no sé sí participará la oposición parlamentaria o solo los abstencionistas. No son previsibles frutos inmediatos de ese evento, en apariencia extemporáneo luego de que el gobierno ya hiciera concesiones de envergadura: nuevo Consejo Nacional Electoral (CNE), salida de los “protectores”, liberación de presos, cotillón de partidos, tarjetas electorales, rehabilitaciones como cotufas, y decidió convivir con Fedecámaras. A cambio, el radicalismo va al encuentro “en la inopia”, al perder la mayoría parlamentaria y la opinión pública, jugando ruletas que se prolongan porque valen dólares. Después de la cadena de palizas recibidas, plantean juegos infantiles: “que Maduro se vaya”, repetir las parlamentarias y posponer las próximas regionales de noviembre. Había que negociar con la sartén por el mango, en 2016 ó 2019.
Tiene poca concentración de oxígeno el encuentro, por debajo de 85. El gobierno demostró, como muchos otros, que puede vivir con sanciones, y reta: de no levantarlas, no hay nada que discutir, mientras Ortega le hace mofa a Estados Unidos. Celebrarán en México el no cumpleaños, como la reina del País de las Maravillas, el no acuerdo. Van sin querer queriendo a no negociar nada, además para el gobierno tiene poco sentido hacerlo antes de que sus adversarios se cuenten este noviembre, se sepa cuántos son, cuál es su fuerza y, muy importante, quiénes no participaron. Un poquito de por favor, una neurona insurrecta, un mínimo sentido de la realidad, impondría a los cabecillas del todo o nada alargarse los pantalones, aterrizar en que la elección presidencial será sine qua non en 2024 gracias a la abstención.
Podría ser una fecha crucial, -o no- porque depende de reconocer errores y concebir un amplio propósito de rectificación, como refieren que expresó el padre Luis Ugalde con decencia intelectual. Esto obligaría a actuar seriamente, olvidar revocatorios, constituyentes, repeticiones, suspensiones, niños muertos y alfombras voladoras. Un despropósito de consecuencias fue juntar elecciones estatales y municipales, las “megaelecciones”, otra rueda de camión de las que nos tragamos con frecuencia cuando creemos comulgar, tan patógena y equivocada como la abstención y de efectos parecidos. El PSUV tiene 200 troneras en alcaldías que fracasaron y que la oposición podría ganar, pero la mega será el portaviones perfecto. Hay otros dislates.
Los antes abstencionistas que se devolvieron, no han logrado hasta ahora cohesionarse entre ellos y menos con la oposición parlamentaria. No les interesa ganar, volver a 2015, sino hacer perder a Laidy Gómez en Táchira, Henri Falcón en Lara, David Uzcátegui en Miranda y ayudarán a que el gobierno gane gobernaciones que tendría perdidas. Muy grave el ventajismo del sistema electoral, que violenta monotonía y no perversidad: tantos votos tantos escaños, norma técnica esencial de acuerdo a correlaciones aritméticas constantes. Los sistemas electorales democráticos se fundan en dos valores contradictorios. La nominalidad anglosajona, cuyo principio es que el elector mantenga una relación lo más cercana posible con el representante, por lo que se elige en distritos pequeños. Gana la mayoría y la minoría queda sin representante en ese circuito.

El sistema proporcional de varios países europeos, cada porción del electorado conquiste un número de escaños equivalente a la fuerza que representa, nadie se queda sin representación y no se basa en la cercanía entre elector y representante. Son dos valores contradictorios, pero en el curso de dos siglos surgió en Alemania la representación proporcional personalizada, el llamado método mixto alemán, que se asumió exitosamente en Venezuela en 1989. Concilia los dos principios a través en una fórmula standard y las anomalías empíricas del sistema que pueden alterar la proporcionalidad, se corrigen con los diputados adicionales por cociente nacional.

Pero a gobierno y oposición les dio por inventar –o aceptar- fórmulas ventajistas, privilegiando mayorías circunstanciales con ornitorrincos, morochas, lista nacional y demás criaturas aberrantes. El gobierno lo disfrutó mientras ganó, la oposición en 2015, el gobierno de nuevo en 2020, y sorprende que este año no se abriera un debate para corregir semejante engendro que lesionará los resultados de noviembre como ocurrió en las parlamentarias pasadas, a las que la oposición acudió en listas separadas porque alguien los convenció de que el sistema electoral favorecía ese esquema. Una proyección estática indica que los votos obtenidos por la oposición el 6D, extrapolados, no le darían ni una alcaldía ni menos una gobernación. Creo que no se cumplirá en noviembre próximo pero los dirigentes estaban compelidos a reaccionar frente a la amenaza. No había ni hay disposición para corregir el entuerto que desnaturaliza la distribución de cargos y favorecer espuriamente a la mayoría. Y eso se pagará.

@CarlosRaulHer

 3 min


Ismael Pérez Vigil

Siempre hay que destacar algunos hechos políticos que mueven al país; como, por ejemplo, el encuentro, diálogo o negociación − ni siquiera un nombre de lo que vaya a ocurrir o ya comenzó, está muy claro−, entre el régimen venezolano y la oposición mayoritaria; y las declaraciones de algunos voceros opositores sobre este proceso y las elecciones regionales del 21 de noviembre.

Al momento de redactar esta nota −que es más bien una crónica− sabemos poco, casi nada, del proceso de negociación que se debe haber iniciado en México, por lo que aventurar una opinión sobre el mismo es precipitado e inútil. Solo podemos hablar de las condiciones en las que llegan los protagonistas a este encuentro, diálogo o negociación; es decir, la “fortaleza” de los actores.

Un elemento que nos pone a dudar acerca de la “fortaleza” del régimen es haber aceptado una nueva negociación, que había venido rechazando desde hace tiempo, desde que abortó las negociaciones en Barbados en diciembre de 2019 ¿Por qué aceptarlas ahora?; no creo que el tema de la “ilegitimidad” con que lo vean la UE, los EEUU y algunos gobiernos democráticos de América Latina, sea algo que le quite el sueño al régimen. Pero sin duda alguna el hecho de que para la comunidad internacional la negociación es la única alternativa sobre la mesa y las sanciones aplicadas por algunos países al régimen venezolano, lo están perturbando más de la cuenta y debilitan su posición.

Si examinamos el otro extremo de la ecuación, la oposición, que según muchos está debilitada y dividida, por las mismas razones que merman la fortaleza del régimen, al parecer la fortalecen y no la hacen ver que esta enteramente desprotegida; el problema es que la raíz de su fortaleza, el apoyo internacional y sobre todo las sanciones, son factores −sobre todo este último− que no controla enteramente, al momento de sentarse a negociar en México.

Ahora bien, mientras se define el proceso en México, continua el proceso electoral del 21 de noviembre y en el país se producen declaraciones de diversos voceros de oposición −y también a nivel internacional−, sobre el proceso de negociación y sobre el proceso electoral; las más notorias, en el país, son sin duda, las de Henrique Capriles, dada su condición de exalcalde, exgobernador y candidato unitario de la oposición en dos oportunidades, en 2012 y en 2013, en las cuales obtuvo un resultado electoral muy importante, imposible de desconocer.

En su larga conferencia de prensa, Henrique Capriles, en mi opinión, no dijo nada novedoso, nada muy diferente a lo que ha opinado en otras ocasiones. Destacó, eso sí, de manera favorable, el encuentro o negociación a realizarse en México e insistió en la necesidad de participar en el proceso electoral del 21 de noviembre.

Con respecto a la negociación en México insistió en que fuera un proceso incluyente y que los temas no fueran nada más políticos y electorales, sino que se incluyeran también en la agenda los temas económicos y sociales que afectan a los venezolanos. Resaltó la presencia en la negociación de Stalin Gonzalez, cuya vinculación actual con UNT desconozco, pero en todo caso ese anuncio y que Capriles reafirme su apoyo a una negociación en México, son una buena señal, que aporta al proceso.

Con respecto al tema electoral, igualmente reiteró cosas que ha dicho en otras oportunidades; aparte de insistir en la necesidad de la participación, en que él piensa votar, que no será candidato a nada y que la importancia de este proceso no reside en la “recuperación de espacios”, sino en la recuperación de la vía electoral y la fuerza del voto y en la importancia del proceso para alcanzar niveles de organización, movilización, de expresión y de recuperar fuerzas.

La intervención de Capriles, creo que no hay que destacarla por las cosas que dijo, que como ya mencioné, no son nuevas; para mí lo destacable es que algunos medios lo presentaron como vocero de Primero Justicia (PJ), algo que él mismo resaltó en varias oportunidades, así como su condición y papel de cofundador de ese partido.

No cabe duda que esta aparición de Henrique Capriles hay que verla en el contexto de la disputa al interior de la oposición con relación a la participación o no en las elecciones del 21 de noviembre; y desde luego, en la disputa por el liderazgo personal en la oposición y, eventualmente, en PJ. Tal parece que no solo no hay ruptura entre él y su partido, sino que su intervención es un indicio de que mantiene un significativo liderazgo interno en esa organización.

El problema para toda la oposición, incluido Henrique Capriles, sigue siendo la manifiesta apatía en la población opositora −y probablemente en la población en general− con relación a la política, al proceso electoral y a la negociación como fórmula para resolver la crisis del país y lograr una salida de este oprobioso régimen. No creo que nadie pueda vislumbrar que puede estar pensando la población opositora con relación a una salida política, pero tal parece que el binomio negociación-elecciones, no alcanza aún a entusiasmar a más del 50% de la población, según las encuestas. La buena noticia es que el régimen, a pesar de amenazas, intimidación y sobornos, a duras penas, llega al 15%.

https://ismaelperezvigil.wordpress.com/

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Marcos González Díaz

Siete puntos de discusión marcarán el nuevo proceso de diálogo y negociación entre gobierno y oposición de Venezuela que inició formalmente este viernes en México.

Tras el fracaso de negociaciones anteriores, la última de ella en Barbados hace dos años, todas las miradas se centran ahora en este nuevo intento para tratar de dar solución a la cada vez mayor crisis política, económica y social que azota a Venezuela.

De nuevo con la mediación del gobierno de Noruega, ambas partes firmaron un memorando de entendimiento en el que afirman estar dispuestos a acordar las condiciones necesarias para celebrar elecciones en el país "con todas las garantías" y subrayan la necesidad de que sean levantadas las sanciones internacionales contra Venezuela.

Y en el inicio simbólico de esta nueva ronda de discusiones, los representantes de las delegaciones mostraron, al menos de cara al público, la mejor de sus intenciones por llegar ahora sí a un acuerdo tras años de enfrentamiento.

"Esta firma significa mucho, significa todo, porque significa esperanza", dijo el presidente de la Asamblea Nacional venezolana y representante de la delegación del gobierno, Jorge Rodríguez.

"Ya sabemos en qué no estamos de acuerdo (…). El trabajo ahora es buscar dónde encontramos puntos de confluencia para garantizar el porvenir y la felicidad del pueblo de Venezuela", aseguró.

Por su parte, el representante de la oposición bajo el paraguas de Plataforma Unitaria de Venezuela, Gerardo Blyde, reconoció que cada lado "ha tenido que ceder parte de su narrativa para lograr un punto medio de inicio, teniendo la convicción de que el proceso es más que necesario".

El objetivo, dijo, es "lograr un acuerdo integral que conviene a todos, en el que nadie se sienta vencido y todos nos sintamos incluidos".

Estas son algunas de las claves del nuevo proceso de negociación entre gobierno y oposición venezolana,

1. Levantamiento de sanciones internacionales

El "levantamiento de las sanciones y la restauración de derecho a activos" es uno de los siete puntos de la agenda acordada por ambas partes para el diálogo en México.

La difícil situación económica por la que atraviesa el país hace que el tema de las sanciones sobre funcionarios y empresas venezolanas sea una de las prioridades para el gobierno de Nicolás Maduro.

También exigirá la administración de los activos congelados de Venezuela en el exterior. Ya en mayo adelantó que una de sus condiciones era "la devolución de cuentas bancarias a Petróleos de Venezuela (PDVSA) y el Banco Central".

Otro requisito anunciado previamente por Maduro fue el "reconocimiento pleno" de la Asamblea Nacional y los poderes del país que en la agenda del diálogo quedó plasmado como "Respeto al Estado Constitucional de Derecho".

"De ahí en adelante, estoy dispuesto a ir a donde quieran", dijo en Caracas el presidente venezolano, cuya legitimidad es puesta en cuestión por decenas de países desde las elecciones de 2018.

Así pues, más que en la oposición, la pelota lanzada por Maduro recae sobre todo en el tejado de EE.UU., cuyo anterior gobierno liderado por Donald Trump endureció las sanciones sobre el país sudamericano y que ahora parece mostrar un talante más distendido con Joe Biden.

El mes pasado, por ejemplo, EE.UU. aceptó permitir a las compañías no estadounidenses exportar gas licuado de petróleo a Venezuela y apunta a seguir flexibilizando otras otras sanciones -aunque no se sabe hasta qué punto - si el gobierno de Maduro muestra voluntad de entendimiento.

"El régimen de Maduro puede crear un camino hacia el alivio de las sanciones" si participa "en discusiones sinceras con la oposición - liderada, por supuesto, por el presidente interino Juan Guaidó - que resulten en una solución negociada integral a la crisis venezolana", aseguró este jueves el portavoz del Departamento de Estado estadounidense, Ned Price.

"Eso es lo que necesitamos ver: un progreso significativo", agregó.

Sin embargo, Maduro no tardó en responderle. "Venezuela va al diálogo de México (...) de manera autónoma e independiente y no se somete a chantajes ni amenazas del gobierno de EE.UU.".

2. Celebración de elecciones con garantías

Por su parte, la oposición llega al diálogo con el objetivo de alcanzar un "acuerdo de salvación nacional" que permita superar la grave crisis que vive el país.

Entre los puntos de la negociación se contemplan "garantías electorales para todos" y un "cronograma electoral para elecciones observables".

El opositor Juan Guaidó ya había exigido "condiciones para elecciones libres y justas" como uno de sus principales reclamos, sin pedir ahora la inmediata salida de Maduro del poder como sí ha hecho anteriormente.

La oposición llega a este diálogo en México sin la fuerza y respaldo que disfrutaba cuando Guaidó se proclamó "presidente encargado" del país en 2019 y tras la pérdida formal este año de la Asamblea Nacional como su último bastión tras no participar en los comicios legislativos de finales de 2020.

A falta de saber qué poder de negociación tendrán realmente sobre unas futuras elecciones presidenciales, el test más inmediato para ese cronograma electoral que exigen los opositores son los próximos comicios de gobernadores y alcaldes en noviembre.

Aún no hay consenso sobre si concurrirán o no a esta cita electoral todas las principales fuerzas opositoras, que rechazan participar en comicios desde 2018 al considerar que no existen garantías y condiciones justas para ello.

Junto a este deseo de encontrar una salida electoral, la oposición pondrá sobre la mesa de negociación cuestiones como el levantamiento de inhabilitaciones de líderes políticos para ejercer cargos públicos. "Derechos políticos para todos", se lee como otro de los puntos de la agenda.

Juan Guaidó, sobre las críticas a su liderazgo: "EE.UU. ha dejado muy claro que me reconoce como presidente de Venezuela. Eso no ha cambiado ni va a cambiar.

También impulsará que se continúe con la liberación de diputados y otros políticos que permanecen presos, refugiados en embajadas o en el exilio. El pasado septiembre, Maduro otorgó un indulto presidencial a un centenar de presos a tres meses de celebrarse las elecciones parlamentarias.

3. Ayuda humanitaria

La población venezolana, que en parte mira con incertidumbre este diálogo tras los fracasos de cumbres anteriores, es la que continúa sufriendo la peor crisis de su historia reciente.

A los largos años de recesión, hiperinflación y pérdida de poder adquisitivo que contribuyeron a que millones de personas abandonaran Venezuela, desde el año pasado se sumó el impacto de la pandemia de covid-19 que acentuó aún más las dificultades.

La ayuda humanitaria será por lo tanto otra de las claves de este diálogo.

Según el Programa Mundial de Alimentos de la ONU, uno de cada tres venezolanos no tiene suficiente para comer.

Y, aunque a todas luces insuficientes, el país sudamericano ya ha dado en efecto algunos pasos en esa dirección.

El pasado abril, el Programa Mundial de Alimentos de la ONU -que clasificó a Venezuela entre los cuatro países del mundo con mayor inseguridad alimentaria- llegó a un acuerdo con el gobierno para mitigar la crisis alimentaria que afecta especialmente a los niños.

En un gesto inusual, el acuerdo fue celebrado tanto por el gobierno como por la oposición, que en el pasado acusó a Maduro de utilizar la ayuda internacional para reforzar la posición de su gobierno y entregarla únicamente a quienes respaldan su partido.

El insólito acuerdo de la ONU con Venezuela para alimentar a 185.000 niños que refleja el alcance de la crisis en el país

"O nos mandan las vacunas o nos devuelven el dinero": la polémica por el retraso en el envío de vacunas de Covax a Venezuela

Venezuela también enfrenta serias dificultades para la obtención de vacunas contra el covid-19 que ya se ha cobrado casi 4.000 vidas y ha contagiado a más de 300.000 personas, según datos de la Universidad Johns Hopkins.

El pasado mes, Maduro dio un ultimátum al mecanismo COVAX, que busca garantizar la inmunización a los países más pobres, al asegurar que no habían recibido las dosis acordadas pese a haber pagado los US$120 millones requeridos.

Semanas más tarde, la Organización Panamericana de la Salud confirmó que Venezuela recibirá las vacunas chinas Sinovac y Sinopharm "entre julio y septiembre" a través de COVAX.

4. El papel de México como anfitrión

Los representantes de ambas delegaciones reconocieron este viernes el papel de México a la hora de acoger la celebración de este encuentro.

"Queremos agradecer a nuestros anfitriones, que hacen gala de una manera de hacer diplomacia que garantiza el respeto al derecho de los demás, a la soberanía y a la autodeterminación", declaró Rodríguez.

Pese a que el expresidente Enrique Peña Nieto trabajó para convencer a otros países de que abandonaran su apoyo al gobierno de Maduro, la llegada de Andrés Manuel López Obrador al poder supuso para México un regreso a la política exterior de no intervención.

"La mejor política exterior es la interior", es una de sus frases más repetidas.

Con su postura, AMLO recuperó las bases de la doctrina Estrada, una práctica promulgada en 1930 y consagrada después en la Constitución que colocó los principios de libre autodeterminación de los pueblos y de no injerencia en asuntos internos de otros países como elementos clave de la diplomacia de México.

Qué es la doctrina Estrada, la vieja práctica diplomática que inspira la política de AMLO y cómo afecta a Venezuela y a Guaidó

Y uno de sus apoyos a esta doctrina más evidentes fue precisamente respecto a Venezuela, cuando Guaidó se proclamó "presidente encargado" del país y México decidió desmarcarse de la línea mayoritaria de los países de la región, reunidos en el Grupo de Lima, para seguir reconociendo a Maduro como legítimo presidente.

Noruega, que ya participó en el fallido diálogo de Barbados y en otros procesos de resolución de conflictos internacionales como el celebrado en La Habana entre el gobierno de Colombia y la guerrilla de las FARC, vuelve a actuar como mediador en este nuevo diálogo, que cuenta con el visto bueno de EE.UU.

"Haremos todo lo posible para garantizar que estas negociaciones tengan resultado satisfactorio", dijo este viernes en la presentación del proceso el jefe del equipo facilitador de Noruega, Dag Nylander.

"Sin embargo, seguimos convencidos de que la crisis en Venezuela solo puede ser resuelta por los actores políticos venezolanos (…). Nadie más puede resolver esta situación por ustedes", agregó.

Rusia y Países Bajos actuarán como "acompañantes" en las conversaciones iniciadas este viernes.

Está por ver si, esta vez sí, las negociaciones llegan a buen puerto entre las buenas intenciones de ambas partes. De momento, no se aclaró por cuántos días se prolongará el proceso ni cuándo se espera que pudiera alcanzar acuerdos concretos.

14 de agsoto 2021

BBC

https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-58211972

 8 min


Humberto García Larralde

El régimen de fuerza que encabeza Maduro ha mostrado ser sorprendentemente resiliente, a pesar de su estrepitoso fracaso como gestión de gobierno. Señalábamos, en un escrito anterior, que ello puede explicarse con base en los tres pilares que le sirven de sustento: 1) la complicidad de militares corruptos y de los medios de violencia en general, incluyendo el aparato judicial; 2) Un apoyo internacional que ha logrado, hasta ahora, suplir las necesidades vitales de la dictadura, no obstante la destrucción que ésta ha infligido a la economía doméstica y el efecto restrictivo de algunas sanciones; y 3) una narrativa maniquea que blinda y absuelve sus desmanes ante las críticas externas, a los ojos de sus partidarios.

El control de los medios de violencia es central a toda dictadura, pero es vulnerable a acciones de fuerza opositoras y a los efectos de sanciones internacionales en su contra. Y, dado el estado de destrucción actual del país, los recursos para sostener los medios de violencia estatal deben provenir de afuera. El apoyo de algunos países a Maduro puede disuadir, además, que se acuerden acciones punitivas por violación de derechos humanos. Una narrativa engañosa ayuda a desactivar, asimismo, tales amenazas.

En un libro reciente del programa para América Latina del Woodrow Wilson Center[1] se examina la naturaleza del apoyo brindado por algunas naciones al régimen de Maduro. Sus razones son políticas y económicas, dependiendo del país considerado. Así la India, por ejemplo, no aparenta tener motivación política en su trato con Maduro. La postura antiimperialista de este no le atrae por estar en términos amigables con EE.UU. Pero importantes empresas suyas han encontrado la compra de petróleo venezolano pesado a descuento muy rentable, pues disponen de capacidad de refinación para ello. La India fue el principal destino de las exportaciones de crudo venezolano en 2019. No obstante, su temor a las sanciones impuestas por EE.UU. a quienes hicieran negocios con Pdvsa ha inhibido que tal relación se fortalezca. Ésta ha dependido, en buena medida, de canales irregulares.

En el otro extremo se encuentra Rusia. Si bien sus empresas Rosneft y Gazprom pudieron aprovecharse, también, de las oportunidades de explotar el petróleo venezolano e hicieron importantes inversiones en el sector, las sanciones de EE.UU. fueron revirtiendo los beneficios, hasta provocar su salida. Rosneft, la última en irse, vendió al estado ruso los activos de que disponía en Venezuela el año pasado. Mientras pudo, se apoderó de la comercialización internacional del crudo venezolano, evadiendo las sanciones, para cobrar sus acreencias con el país. Pero tal disuasivo económico ha convertido el interés principal actual de Putin con Venezuela en político. En el capítulo correspondiente del libro mencionado, se sugiere el ansia de recuperar la influencia imperial de que disfrutó la Unión Soviética en su apogeo, a la par, en muchos aspectos, a la de EE.UU. Demostrarle al rival norteamericano que Rusia sigue siendo un jugador a respetar en el ámbito mundial, no obstante su pérdida relativa de poder, parece ocupar las prioridades del autócrata. Y nada más propicia que poner esto a prueba en el patio trasero de EE.UU., con Venezuela y con Cuba. No son imperativos ideológicos, sino geopolíticos. Recordemos que, en los años de vacas gordas de Chávez, Venezuela se convirtió en el principal comprador de armas rusas en América Latina. De ahí la presencia notoria de Rusia para el suministro de asistencia en el uso de estos pertrechos, incluyendo su participación activa en ejercicios militares. Para las aspiraciones de gran potencia de Putin parece ser provechoso clavar una pica en Flandes, aun a costa de sacrificios económicos inmediatos. Ya habrá tiempo para resarcirse a plenitud, dada la riqueza mineral de Venezuela, si el compromiso ruso con el régimen actual le asegura una posición negociadora que genera una participación futura en ella, aun con el desplazamiento de Maduro del poder.

China, a pesar de compartir, por razones geopolíticas, algunas posturas contra EE.UU. de Putin, parte de una perspectiva diferente. Ya es socia comercial significativa en la región, en algunos países el proveedor más importante, y su Iniciativa de la Franja y la Ruta (Belt and Road Initiative, BRI) augura una presencia futura aún mayor. Su creciente poderío económico le permite asumir una posición más prudente, de perfil más bajo, en la confianza de que se traducirá también en mayor presencia política a futuro. Algunos analistas occidentales insinúan que las supuestas ventajas que ofrece el BRI, al no condicionar los préstamos que otorga a la solidez de los indicadores macroeconómicos del país receptor, constituyen, en realidad, una trampa. Al afianzar más bien estos créditos con activos, la China puede apoderarse de importantes inversiones si el deudor no honra sus compromisos. Pero con Venezuela, esta especie de Ley del Embudo parece haber funcionado al revés. Al ignorar la crasa incompetencia en el manejo de la economía por parte del chavismo y confiar en el petróleo como aval de los USD 60 millardos que prestó a través de los años, China se ha visto perjudicada por la destrucción de Pdvsa. De ahí su renuencia a otorgar nuevos préstamos a ese barril sin fondo que resultó la Venezuela de Maduro. En todo caso, nuevos financiamientos estarán ceñidos a proyectos específicos en los cuales China pueda tener el control requerido para que las decisiones tomadas respondan a sus intereses.

Luego están Irán y Turquía, válvula de escape para que Maduro pueda resarcirse de algunas sanciones económicas impuestas a su gobierno y a Pdvsa. Irán, por experiencia propia, se ha vuelto experta en burlar este tipo de sanciones, por lo que su ayuda al respecto la convierte en valioso aliado. Además, ha suplido faltantes de gasolina y asistido en los intentos de recuperación de algunas refinerías. Turquía ha devenido en conducto para la venta de oro venezolano, de extracción ilegal en su mayoría, que representa una fuente alternativa importante de divisas para el régimen. A pesar de que la motivación es fundamentalmente económica para ambos países, también tienen su piquete político. La teocracia iraní tiene años enfrentada a EE.UU., y siempre encontró en las posturas antiimperialistas del chavismo base para acuerdos variados. Por su parte, Erdogán recibió de Maduro una de las primeras llamadas de apoyo, luego del intento de golpe en su contra en 2016. A pesar de seguir siendo Turquía miembro de la OTAN y no estar interesada en agravar sus relaciones con EE.UU., comparte muchas prácticas autocráticas con Venezuela --igual que Irán--, lo cual se traduce en su anuencia abierta con las mismas.

Finalmente, está Cuba. Más allá de la afinidad ideológica, la sobrevivencia de ambos regímenes parece depender de esta alianza. La seducción de Chávez por Fidel resultó en una muy generosa subvención a la isla: 100 mil barriles diarios de petróleo, prácticamente libres de costo, compra de servicios profesionales cubanos a precios super inflados y financiamientos “ultra-blandos” para algunos proyectos. Llenó el vacío que dejó el colapso de la URSS, vital en una economía tan parasitaria como la cubana. Maduro recibe a cambio asesoría en materia de represión y de métodos de terrorismo de Estado de uno de los países más cualificados en estas prácticas a nivel mundial. El blindaje ideológico de la relación parece asegurarla a cal y canto. No obstante, empiezan a aparecer debilidades. El colapso económico de Venezuela ha reducido significativamente la transferencia de recursos a la isla y, como resultado de la pandemia, ésta no está recibiendo ingresos por concepto de turismo. Son factores que ayudan a explicar las protestas del pasado 11 de julio en contra de la dictadura comunista. Y la precariedad del régimen de Maduro, tan dependiente de la represión y sujeto a sanciones por tal motivo, deja poco margen de maniobra, más ahora con la admisión de la Corte Penal Internacional de que existen bases para investigarlo por crímenes de lesa humanidad.

Algunos analistas han señalado que la solución de la situación venezolana pasa por anular la relación perversa existente con Cuba, dado su rol protagónico en la instrumentación de un Estado represor. Quizás las condiciones actuales sean propicias para iniciar la prosecución de este objetivo, ya que la dictadura antillana está urgida de ayuda económica –que Venezuela ya no puede ofrecer—y Maduro necesita negociar el levantamiento de sanciones para darle respiro a su gobierno. Pero esta admonición es también válida para otros de los socios del chavismo, en particular Rusia. Ahora que parecen arrancar negociaciones en México entre personeros del régimen de Maduro y de las fuerzas democráticas que (ojalá) puedan ofrecer oportunidades para restablecer eventualmente un régimen de libertades, debe procurarse el apoyo de los países democráticos para restringir la ayuda de estos socios. Cómo articular una posición conjunta al respecto con quienes tienen la potestad de levantar las sanciones –razón única del fascismo para entrar a negociar condiciones que podrían comprometer su control férreo sobre los venezolanos, a cambio de ciertas garantías personales—, parece de enorme importancia si se quiere concretar resultados positivos en esta búsqueda tan crucial de democracia para Venezuela.

Economista, profesor (j), Universidad Central de Venezuela

humgarl@gmail.com

[1] Venezuela’s Authoritarian Allies: The Ties That Bind?, June, 2021, Cynthia Arnson (ed.), Wilson Center

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Ignacio Avalos Gutiérrez

A todos los atletas que nos representaron en Japón

Los historiadores cuentan que a finales del siglo XIX, en año 1896, bajo la inspiración de un evento realizado muchos años antes de Cristo, se llevaron a cabo en Atenas los primeros Juegos Olímpicos (JJOO) de la época moderna, sobre la base de un formato aún visible en nuestros días, pensado por Pierre Freddy, Barón de Coubertain, quien lo elaboró como una filosofía de la vida, que exalta y combina, las cualidades del cuerpo, la voluntad y el espíritu, contribuyendo a crear un mundo más pacífico y fraternal.

Dentro de este marco se consagró el principio de la igualdad de condiciones, el “fair play”, como fundamento del conjunto de normas que regulaban la actividad deportiva, que debía ser desarrollada por atletas aficionados (“amateur”) y de la que quedaban excluidas las mujeres. Resumió su idea expresando que “… como en la vida, en el deporte lo importante no es el triunfo sino el combate; lo esencial no es haber vencido, sino haber luchado bien”. También fundó el Comité Olímpico Internacional (COI), cuya estructura y fines son pautados por la Carta Olímpica

Contra, viento, marea y coronavirus

Como se sabe, tocaba hacer los Juegos Olímpicos (JJOO) el año pasado. La pandemia se encontraba, entonces, en su primer año y la decisión fue suspenderlos. Sin embargo, oponiéndose a buena parte de la opinión pública mundial, incluyendo a la mayoría de la población nipona, el COI y el propio gobierno del país anfitrión, cambiaron de idea y acordaron realizarlos este año.

En función de ello trataron de maquillar la preocupación respecto a las secuelas económicas derivadas de una nueva postergación, justificándose en el objetivo de "inspirar a la humanidad, revisitar el valor del olimpismo y reconectar a todo el mundo…”, comprometiéndose así mismo a tomar todas las medidas necesarias frente a la emergencia sanitaria.

Una muestra más, así pues, de que, mientras el coronavirus hace de las suyas y hasta se da el lujo de mutar y presentarse con distintos disfraces (el de Delta es el último), los humanos preferimos mirar hacia otro lado, igual que con el cambio climático

La trampa como presunción

En fin, más de un siglo después de Atenas el evento aterriza en Tokio, reiterándose como un fenómeno social universal, epicentro de un rentable espectáculo armado en torno a negocios que van dejando huella por todos lados y dando pie a contradicciones respecto al evangelio que se predica en la ya citada Carta Olímpica.

Así, el cuerpo sano es sustituido por el cuerpo rendidor, las naciones reclaman para sí la victoria de sus atletas (véase la importancia política que se le otorgó a la lucha por las medallas de oro entre Estados Unidos y China), el amateurismo desapareció y, por mencionar un aspecto más, el dopaje se vuelve una sospecha generalizada.

Aunque con diferencias que dependen de cada disciplina, el dopaje rompe claramente la igualdad en la competencia entre los atletas, El reciente caso de Rusia permite mostrar una buena parte de su complejidad. Dicho país no está oficialmente presente en Japón, aunque algunos atletas participan a título individual amparados por la bandera del Comité Olímpico Ruso. Su equipo nacional fue vetado, dado que, entre 2011 y 2014, se dopó sistemáticamente a centenares de deportistas, sin que, por cierto, los alegatos de Putin hayan conseguido mostrar que su gobierno no tenia la mano metida en el asunto. Evidentemente, no es la única nación que lo ha hecho (los casos abundan) y no es para nada raro que algunos países ( y atletas a título individual, desde luego) lo estén haciendo.

Para evitar las irregularidades la Asociación Mundial Antidopaje (AMA) ha tomado diversas medidas, pero las mismas parecieran insuficientes, al punto de que las estimaciones asoman que entre el 10% y el 40% de los atletas de Tokio podrían haber transgredido las normas. Cierto que la organización se encarga del control, pero la mayor parte del trabajo corre a cargo de las autoridades nacionales.

Más aún, según se registra en un informe, el hecho de que los países y las compañías financien el deporte de alto nivel e igualmente a la propia AMA, arroja justificadas dudas sobre los juicios de esta última.

El problema se encuentra muy lejos de haber sido resuelto. No sólo por la creciente sofisticación en los tipos de dopaje, sino porque además no hay posiciones tajantes al respecto. En este sentido, en medio de grandes controversias diversos especialistas han desarrollado la idea de un nuevo concepto de fair play que “… tenga como pilar no la pureza del cuerpo, sino la igualdad en las condiciones en que se compite”.

Atletas transgéneros

Como ya mencioné, en el inicio del deporte moderno las mujeres quedaron por fuera. Sin embargo, la situación ha cambiado al punto de que hoy en día son millones las que participan en todo el mundo y en todas las disciplinas, estimándose que en Tokio su asistencia es semejante a la de los hombres. Pero en lo que respecta a su visibilidad y a su reconocimiento, todavía deben enfrentar los restos de un cierto machismo que pareciera negarse a morir, esgrimiendo razones cada vez menos razonables.

Pero desde el año 2004 el tema del género ha subido a la palestra de otra forma. Si entrar ni, mucho menos, en la consideración de los varios aspectos que lo arropan, apenas diré que en el escenario deportivo la cuestión se ha complejizado en alto grado. Aludo en particular a la actuación de atletas transgénero (se calcula en varias decenas su presencia en los actuales juegos) y particularmente los que implican una transformación de hombres a mujeres que intervienen, por tanto, en las competencias femeninas.

Encima de los dilemas éticos, filosóficos, jurídicos, científicos y hasta religiosos que han surgido en varios países, a propósito de algunas iniciativas legales tomadas por los gobiernos con respecto el tema del género cabe señalar que también tales dilemas tocan, a su manera al deporte, sobre todo en lo que concierne al “fair play”. En efecto, de acuerdo con lo que se argumenta, las mujeres transexuales poseen una ventaja, distinta según disciplinas, al generar una nueva configuración biológica, más fuerte y vigorosa.

Con respecto a lo anterior, el COI y la AMB se rigen bajo dos normas básicas a fin de establecer el género de un deportista: la identificación sexual - a partir de la manera como se define la propia persona - y el examen de los niveles de testosterona de su organismo, e incluso de la realización de un estudio cromosómico que, de acuerdo con la opinión de ciertos investigadores, es más confiable. No obstante, las decisiones que se han tomado, la polémica continúa, y no se ve un despeje a corto plazo.

¿Se resignifica el deporte?

En lo escrito anteriormente se deja ver el desconcierto, así como las disyuntivas que encaran hoy en día los seres humanos ante una sociedad en la que el marco de lo posible se ha abierto a tal extremo, que la comprensión de las transformaciones que ya están ocurriendo, así como las que se avecinan en lapsos relativamente cortos, evidencian con nitidez que, «la ciencia reúne el conocimiento más rápido de lo que la sociedad reúne la sabiduría», según la alerta que dio Isaac Asimov.

No son pocos los que proponen la necesidad de redefinir el deporte en virtud de los cambios sociales radicales, en gran medida tejidos desde el desarrollo de tecnologías “disruptivas” (ingeniería genética, robótica, neurociencia, big data, nanotecnologías). Cambios que obviamente impactan, ya lo están haciendo, al deporte, influyendo en la definición los criterios de acceso de los atletas que compiten, en el desempeño de los mismos, en las diciplinas que se practican, en los instrumentos y dispositivos que se usan, así como como en el formato que tendrá como espectáculo, insinuado a partir de estos JJOO virtuales y de lo que se avizora en las enormes dimensiones que han cobrado los E-sports.

Continúan, pues, varias preguntas abiertas y las posibles respuestas apuntan en direcciones divergentes. La tarea pendiente no es menor. Además de todo lo mencionado habría que mirar al deporte ubicado en lo que, en medio de grandes divergencias, emerge como la posibilidad de una sociedad trans humana (harina de otro costal que tal vez trate en una próxima oportunidad).

Las medallas como espejismo

Referirse a nuestros deportistas es el epílogo imprescindible de estas líneas referidas a los JJOO de Tokio.

Desde las alturas del oficialismo se festejaron las medallas obtenidas por el equipo venezolano, al igual que la excelente actuación de otros atletas. Lo conseguido en Japón se presume como un éxito de la política deportiva gubernamental, repitiendo el discurso de “la Generación de Oro”, la Venezuela Potencia y otras exageraciones por el estilo, parte integrante del habitual paquete retórico. Lamentablemente, y según cualquiera pudo haberlo adivinado sin ser Pávlov, esas declaraciones fueron respondidas de manera inmediata y automática por algunos opositores, descalificando e irrespetando a aquellos deportistas que estimaban como simpatizantes del chavismo.

El mero sentido común indica que la crisis que atosiga al país también llega a orillas del deporte. Como muy bien lo diagnóstico recientemente el entrenador Jesús Elorza, estamos hablando de una situación marcada por canchas insuficientes y deterioradas, programas operativos sin recursos, violación de la autonomía de las federaciones, suspensión de los juegos deportivos nacionales, déficit de entrenadores, falta de roce internacional, abandono de los Centros de Preparación de Alto Rendimiento, progresiva reducción de los programas de Asistencia Social Integral al Atleta, desatino en la planificación y en la elaboración de programas, todo como parte un precario entorno, evidente incluso en años en los en que se dispuso de buenos presupuestos.

Es, en suma, la fotografía de un proceso de deterioro que obviamente se ha manifestado en los resultados obtenidos en los campeonatos internacionales y no hablemos de la pregonada masificación de la actividad deportiva, cuyos bajos niveles actuales implican la violación del derecho al deporte de los venezolanos, establecido en la Constitución.

A Japón viajaron 43 atletas (entre ellos, el boxeador Eldric Sella Rodríguez, primer latinoamericano en el equipo de refugiados), en contraste con los 108 atletas que estuvieron en las Olimpiadas Pekín 2008. Llegaron en virtud de ciertos apoyos provenientes de diversos lados, pero en general cada uno se las arregló como pudo. Lo logrado por estos jóvenes no es, por tanto, el resultado debido a la política gubernamental, sino más bien todo lo contrario.

Son las suyas, victorias logradas a pulso, con el viento soplándoles en la cara. De allí pues mi admiración y cariño hacia todos ellos Y de allí, también, mi pesar al ver que su desempeño es, apenas, la representación engañosa de las circunstancias por donde se desenvuelve el deporte nacional.

El Nacional, miércoles 10 de agosto de 2021

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