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Opinión

Acceso a la Justicia

Los tratados internacionales de derechos humanos, la Constitución venezolana y organismos internacionales como la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH), la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y la Organización de las Naciones Unidas establecen claramente que la justicia militar no se debe aplicar a civiles de manera alguna. Aun así, es una práctica que existe en Venezuela.

El uso de la justicia militar contra los civiles se hizo rutina, en particular durante la ola de protestas antigubernamentales registradas en 2017, lo cual coincidió con el deslinde de la ahora fiscal general en el exilio, Luisa Ortega Díaz, del Gobierno de Nicolás Maduro.

Ante la negativa de la funcionaria a procesar a los manifestantes, desde el Palacio de Miraflores se recurrió a los jueces castrenses, ya que estos son nombrados por el Ministro de Defensa en contra de lo establecido por la Constitución, es decir, por el Ejecutivo Nacional, al igual que el fiscal general militar y la defensa pública militar, por lo que, aunque cueste imaginarlo, tienen aún menos independencia que el sistema de justicia ordinario, aplicable a civiles.

El resultado en ese año fue que 786 civiles fueron presentados ante tribunales militares. Por su parte, la Sala Plena del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) envió a la justicia militar a un diputado de oposición de la Asamblea Nacional, Gilber Caro, quien después de haber sido liberado dos veces volvió a prisión a finales de 2019 y todavía sigue preso en 2020.

Esta política les ha valido a las autoridades no pocas reprimendas internacionales. Así por ejemplo, la alta comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, en al menos dos de sus informes sobre la situación del país ha condenado esta práctica, al afirmar que «La aplicación de la justicia militar para juzgar a civiles constituye una violación del derecho a un juicio justo, incluido el derecho a ser juzgado por un tribunal independiente e imparcial».

Quizás atendiendo a este pronunciamiento, finalmente el pasado 30 de julio la Sala de Casación Penal del TSJ en sus sentencias 70 y 71, expresó lo siguiente:

«el juez militar no es el juez natural para el procesamiento penal de civiles, en razón de no reunir los requisitos constitucionales y legales para el sano desempeño de la función jurisdiccional, respecto a los no militares y menos aún en delitos distintos a la naturaleza militar, en el entendido que la jurisdicción militar tiene como propósito el mantenimiento del orden y la disciplina dentro de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, a través del juzgamiento de los delitos castrenses cometidos por militares en funciones».

Estas sentencias se refieren a las solicitudes de avocamiento que los defensores de diez exfuncionarios y extrabajadores de la estatal Minería de Venezuela (Minerven) le presentaron en abril de 2019. Los accionantes denunciaron que a sus clientes, quienes permanecen detenidos desde 2017, señalados de participar en la sustracción de veintiuna barras de oro, se les estaba violando su derecho a ser procesados por sus jueces naturales, pues estaban esperando que un juez castrense los enjuiciara.

Al respecto, la Sala ordenó al Tribunal Militar Quinto de Control de Maturín que enviara los expedientes de los extrabajadores de la filial de la Corporación Venezolana de Guyana (CVG) a la presidencia del Circuito Judicial Penal de Monagas, para que esta los entregara a un juez penal ordinario, no sin antes advertir que «de persistir las actuales condiciones, se les estaría cercenando [a los acusados] el derecho a ser juzgados por sus jueces naturales».

¿Poniendo orden o simulando?

Con estas decisiones, el TSJ parece retomar la línea jurisprudencial que comenzó a trazar a partir de la entrada en vigor de la Carta Magna de 1999, que en su artículo 261 es clara al señalar que «la comisión de los delitos comunes, violaciones de Derechos Humanos y crímenes de lesa humanidad, serán juzgados por los tribunales ordinarios. La competencia de los tribunales militares se limita a delitos de naturaleza militar».

Es llamativo también que en esta ocasión la Sala de Casación Penal no solo apeló a la Constitución y a sentencias anteriores suyas, sino también a pronunciamientos de la CIDH y de la Corte IDH. Esto no es poca cosa, porque a lo largo de las últimas dos décadas el máximo juzgado no solo ha desconocido las decisiones de los organismos regionales de protección de derechos humanos, sino que además las ha desacatado, e inclusive en su momento, abrió las puertas para que el país saliera de la jurisdicción de la Corte en 2013 con la denuncia de la Convención Americana sobre Derechos Humanos.

No obstante, ya en 2017, la Sala de Casación Penal en su sentencia n.º 423 de noviembre de ese año había establecido que «ante la condición de civil del procesado, debe imperar la supremacía de la jurisdicción penal ordinaria», aplicando este criterio en un caso en el cual el imputado era acusado del delito de traición a la patria, que se encuentra tanto en el Código Penal como en el Código Orgánico de Justicia Militar (COJP), al considerar que en tal circunstancia debía prevalecer el fuero del imputado, es decir, el civil. Se trata, pues, de un caso similar al de las recientes sentencias 70 y 71, y aun así, ha habido decisiones como las de la Sala Plena respecto de Gilber Caro.

Por ello, deben tomarse con cautela los fallos 70 y 71, antes comentados, de la Sala de Casación Penal, pues, aunque aparentemente no señalan excepciones a la falta de competencia de los tribunales militares para juzgar a civiles, lo cierto es que en principio aplicó el criterio expuesto en un caso en el que coexiste el mismo delito en los textos normativos ya indicados. Dicho de otra manera, ¿su decisión sería la misma si el delito estuviera previsto solo en el COJP y no también en el Código Penal?

En otras palabras, ¿si un civil comete un delito exclusivamente militar no es enjuiciado ante la jurisdicción militar? Según ha aclarado la CIDH, no debe serlo porque un civil no puede cometer delitos militares, y si se lo imputa por ello significa que se le está queriendo aplicar la justicia castrense, lo que como ya se dijo anteriormente en ningún caso puede ocurrir, pero los jueces de la Corte Marcial, e incluso su presidente, en una audiencia ante la CIDH sostuvieron que esto se ha hecho en Venezuela, y además, es válido, citando el caso de Gilber Caro.

¿Qué pasó en el caso del sindicalista Rubén González?

El martes 11 de agosto de 2020 la Corte Marcial ratificó la condena a más de cinco años de prisión que un juzgado castrense le impuso al secretario general del Sindicato de Trabajadores de Ferrominera del Orinoco, Rubén González, a finales del año pasado.

Acceso a la Justicia considera llamativo que, pese a los recientes fallos de la Sala de Casación Penal, la Corte Marcial haya tomado la decisión contra el sindicalista González.

Esto ratifica que se debe esperar a un nuevo caso ante el TSJ para confirmar si realmente el criterio es absoluto, como debería ser, o si por el contrario es simplemente la reiteración de un criterio estrecho que sigue permitiendo el juicio de civiles por tribunales militares cuando coexiste el delito en el COJM y en el Código Penal.

Así por ejemplo si la Sala de Casación Penal se pronunciara sobre Rubén González, en el supuesto que la defensa del sindicalista recurriera contra la sentencia de la Corte Marcial ante esa Sala, – dado que se trata de una imputación por un delito que violaría el COJM y no el Código Penal-, quedaría claro según el pronunciamiento del TSJ, si realmente el criterio es el de no imputar de ninguna manera a civiles bajo la justicia militar, o si solo se aplica cuando hayan cometido supuestos delitos contemplados en ambos códigos.

¿Y a ti venezolano, cómo te afecta?

El uso de la justicia militar no es algo nuevo en Venezuela. En las décadas de los 60, 70, 80 y 90, decenas de periodistas o políticos, sobre todo de izquierda, terminaron ante un juez uniformado. Sin embargo, los cambios introducidos a raíz de la entrada en vigencia de la Constitución de 1999 han debido ponerle coto a esto, pero no ha sido así, es más esa práctica se ha extendido de manera importante.

A veinte años de la entrada en vigor del texto fundamental, el COJP no ha sido adecuado a los principios más elementales de un estado democrático, como sería la separación de poderes; por ejemplo, en su artículo 28, sigue señalando que el presidente de la República y el ministro de la Defensa «son funcionarios de la justicia militar», lo cual a juicio de Acceso a la Justicia revela que esta jurisdicción especial es un órgano del Poder Ejecutivo y no es independiente ni autónoma, por lo que quienes terminan ante ella no gozan de las debidas garantías. Además, como ya se indicó, a diferencia de lo que dice la Constitución, los jueces militares son nombrados por el Ministerio de la Defensa y no por el TSJ, pero al respecto, este último, sin que nos sorprenda, tampoco ha hecho nada.

«La justicia militar está diseñada para obedecer al Poder Ejecutivo (…). Eso hace que el Poder Ejecutivo le tenga una particular predilección a la hora de utilizarla como herramienta contra sus adversarios», denunció nuestro director, Alí Daniels. Por ello, «la justicia militar en Venezuela no es más que la negación de la justicia».

Agosto 21, 2020

https://www.accesoalajusticia.org/tsj-reconoce-que-la-justicia-militar-n...

 7 min


Carlos E. Cué

“Yes, ¿mister Lavrov? This is mister Borrell”. La entrevista, realizada el jueves durante un descanso del curso Quo vadis Europa que dirige desde hace 20 años en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, en el paraíso tranquilo del palacio de la Magdalena en Santander, se acaba como estaba previsto cuando le llama el ministro de Exteriores ruso para hablar de Bielorrusia. Josep Borrell (La pobla de Segur, 73 años), Alto Representante europeo para Asuntos Exteriores, curtido en mil batallas, charlará con él en un pasillo del palacio intentando convencerle de que esta vez no es como el fiasco de Ucrania: ahora la UE no quiere pelear el control geoestratégico con Rusia, solo promover la democracia y ayudar a los bielorrusos que piden libertad. El superministro de Exteriores de la UE ha pasado todo el verano apagando incendios. Y aún le quedan muchos.

Pregunta. ¿Hasta dónde va a llegar la UE para lograr que Alexandr Lukashenko deje el poder de manera pacífica?

Respuesta. El caso de Bielorrusia no es comparable al de Ucrania. Allí hubo una tensión entre la vocación europea y la de asociarse con Rusia, los manifestantes llevaban banderas europeas. Tuvo una dimensión geopolítica. Los bielorrusos no están discutiendo ahora si papá o mamá. Simplemente reclaman un régimen de libertades y derechos civiles. No hay banderas europeas en las manifestaciones. Y la UE tampoco tiene intención de convertir Bielorrusia en una segunda Ucrania. Tenemos que impulsar una reforma política pero evitando aparecer como un factor distorsionante que es como se nos podría percibir del lado ruso. Esa tensión entre Europa y Rusia se saldó a tiros, con violencia y con una disgregación del territorio ucranio que todavía dura. El problema de hoy de los bielorrusos no es escoger entre Rusia y Europa, es conseguir libertad y democracia, que son valores básicos de la Unión Europea y que, por lo tanto, apoyaremos.

P. ¿No le interesa a la UE que Bielorrusia no caiga en manos de Vladímir Putin?

R. Nos interesa sobre todo que los bielorrusos puedan vivir en un régimen de libertades políticas, y tener buenas relaciones con todo nuestro vecindario. Un vecindario muy complicado, como se ha demostrado este verano. Desde el Sahel a Oriente Próximo, pasando por Libia, Turquía, Irán y ahora Bielorrusia, todo nuestro vecindario es conflictivo. Y la UE no tiene varitas mágicas. Tenemos recursos financieros, hemos movilizado 50 millones de euros para ayudar a la sociedad bielorrusa, tenemos influencia política, pero Bielorrusia no debe ser una segunda Ucrania.

P. No hay banderas europeas, pero sí cierto deseo de occidentalización, de democratización en Bielorrusia. ¿Puede pasar como en Ucrania, que ese deseo de apertura acabe al revés, en un mayor control de Putin de esa zona?

R. Es también lo que hay que evitar. Por eso estamos en contacto con Rusia. El presidente del Consejo ha hablado con el presidente Putin y yo con el ministro Lavrov para evitar malentendidos y que del lado ruso se tomen decisiones que podrían desestabilizar la situación. Ya en 2010 dijimos que esas elecciones eran falsas, y Lukashenko respondió con la misma violencia a los manifestantes. En 2006 ya establecimos sanciones contra el propio Lukashenko y 230 responsables. Después hizo un tímido movimiento de liberalización, soltó unos cuantos presos políticos, quisimos creer que era una buena señal y levantamos la totalidad de las sanciones. Está claro que ahora habrá que volver a ponerlas.

P. ¿Para la UE, Lukashenko tiene que caer?

R. No lo reconocemos como presidente legítimo. Como tampoco reconocemos a Nicolás Maduro. Desde este punto de vista Maduro y Lukashenko están exactamente en la misma situación. No reconocemos que hayan sido legítimamente elegidos. Sin embargo, nos guste o no, controlan el Gobierno y tenemos que seguir tratando con ellos, a pesar no reconocer su legitimidad democrática. El objetivo es que los bielorrusos tengan la oportunidad de expresarse libremente. Eso es lo que decidió el Consejo Europeo.

P. ¿Qué relación debe tener Europa con Rusia, que quiere ocupar cada vez más espacio?

R. La relación con Rusia es tan compleja como la relación con China. Es un poliedro que tiene muchas caras. Con Rusia, por una parte la sancionamos pero por otra tenemos una dependencia energética que para algunos países es muy fuerte. No se ve igual lo de Rusia si eres lituano o portugués. Rusia es un actor en la política internacional, con deseos de volver a jugar un papel de potencia, no es la única que siente la vieja tentación imperial. Pero, nos guste o no, hay muchos problemas de los que tenemos que tratar con Rusia para intentar resolverlos, desde el Ártico a Siria.

P. ¿Le preocupa el posible envenenamiento del opositor Alexéi Navalni?

R. Naturalmente que nos preocupa, y además nos ocupa. Un avión lo ha llevado a un hospital alemán. Estas cosas nos recuerdan acontecimientos que ya nos preocuparon. Pero aún está todo por verificar.

P. ¿Por qué cuesta tanto consolidar la democracia en Rusia?

R. No solo en Rusia. La democracia está muy poco consolidada en muchos países del mundo. Y en otros hay una preocupante fatiga democrática. Los europeos no somos conscientes de la enorme suerte que tenemos de vivir en la mejor combinación de libertad política, prosperidad económica y solidaridad social que hay en el mundo.

P. ¿Putin respeta la UE?

R. ¿Me preguntas por Putin o por Trump? Cuando Putin actúa como actúa, primero en Siria y después en Libia, y antes en Ucrania, lo hace utilizando su potencial militar y su voluntad de actuar con una potencia hegemónica regional. Para él sería más fácil que no existiera la Unión Europea. Entonces solamente tendría que tratar con países uno a uno, y algunos poco tendrían que decir. Precisamente para hacer frente a los riesgos y a las amenazas en nuestras fronteras, la Unión Europea tiene cada vez más razón de ser.

P. Francia quiere acercarse a Rusia.

R. Francia tiene una posición más aperturista con Rusia, cierto. Pero Alemania también, es perfectamente consciente de que Rusia es un mercado y un suministrador energético. La situación de Polonia y de los países fronterizos antes dominados por la Unión Soviética, en particular los bálticos, es distinta. El problema que tenemos en Europa a la hora de hacer una política exterior común es que no compartimos la misma visión de cuáles son nuestras amenazas. Porque no tenemos la misma historia. Y por eso nuestra visión del mundo es diferente. Pongo un ejemplo: los polacos creen que deben su libertad a Estados Unidos y al Papa. Y tienen razón. Pero yo como español pienso que he soportado la dictadura franquista en buena medida por el apoyo de Estados Unidos y el Vaticano. La política exterior es la proyección del resto del mundo de tu identidad histórica.

P. ¿El fondo de recuperación salva a la UE?

R. El virus ha tenido un gran efecto de catalizador de la integración europea. Sin él seguiríamos diciendo que no se puede acudir mancomunadamente a los mercados financieros, que no se pueden dar transferencias financiadas con deuda. Una vez más se comprueba que la UE se construye en las crisis. O según el refranero, a la fuerza ahorcan.

P. ¿La pandemia puede haber salvado a la UE?

R. Le ha dado una nueva imagen. Al principio de la pandemia, Europa tuvo muy mala imagen. Vimos italianos quemando las banderas europeas. Y un sálvese quien pueda, con los alemanes que no querían vender sus stocks de material sanitario a Italia y aviones rusos y chinos aterrizando en Milán con las banderas desplegadas diciendo aquí estamos nosotros, que somos los buenos. Al principio la imagen no fue brillante. Pero después hubo una respuesta mancomunada, difícil de gestar, que rompió moldes. Hemos de sentirnos satisfechos. Ahora los europeos ven que Europa se moviliza organizando la solidaridad de una manera más profunda.

P. ¿España está preparada para gastar bien ese dinero?

R. No va a ser fácil ejecutar esos miles de millones. Porque las transferencias no se dan sin condiciones. Pero no va a haber hombres de negro en el sentido de la troika, porque no va a haber ajustes macroeconómicos, pero sí va a haber lógica condicionalidad para que estos recursos se empleen para los fines a los que se destina, desarrollando la respuesta climática, la transición ecológica, la digitalización de la economía. Ni hombres de negro ni cheques en blanco. Es lógico que haya preocupación por la ejecución de ese ambicioso plan.

P. ¿Hay preocupación con la situación política de España, en particular con una coalición inédita en Europa?

R. No particularmente. Mire, fui ministro de Obras Públicas, me tocó administrar buena parte de los fondos estructurales. Aquello fue más fácil porque los fondos estructurales eran básicamente infraestructuras de obras públicas que sabíamos construir. Pero fuimos los que mejor gestionaron los fondos estructurales, y eso que fue un aluvión de dinero. Ahora es más difícil, porque a un camarero que se ha quedado sin trabajo en la Costa del Sol no le vamos a decir solo que su futuro será verde y digital. Te dirá “vale, ¿pero qué hay de mi presente?” A corto plazo hay un problema de mantenimiento de rentas y capitalización de empresas, que es un trabajo más micro. Esto va a exigir una gran eficacia administrativa a todos los países.

P. Si Donald Trump gana las elecciones, nos encaminamos a un mundo de guerra comercial entre dos grandes superpotencias, con China. ¿Cómo se coloca ahí la UE?

R. La UE tiene que definir su propia política internacional y no quedar presionada dentro de esa confrontación chino americana que va a marcar este siglo. Ahora mismo, EE UU ha perdido una votación en el Consejo de Seguridad porque no han votado sus propuestas sobre el embargo de armas a Irán países como Francia, Alemania y el Reino Unido. Pero no es solo Trump, hay una corriente de fondo también en la sociedad americana que es la relación con China. Seguramente tanto los americanos como nosotros hemos pecado de una cierta ingenuidad y ahora queremos nivelar el terreno de juego. Lo que pasa es que nosotros hacemos de una manera más, digamos, negociada.

P. ¿Europa tiene que ocuparse más de su propia defensa sin depender siempre de EE UU?

R. Es lo que se llama la autonomía estratégica europea, lo cual no quiere decir que nos vayamos a ir de la OTAN. El euro nos da una cierta autonomía estratégica europea, sin el euro España no se habría podido ir de Irak, pobre peseta si la hubiéramos tenido. Pero no la tenemos todavía en materia de defensa, como se demostró en Libia. La hemos de construir de forma complementaria a la que nos da la pertenencia a la OTAN. Desarrollar una política de seguridad y defensa europea es una de las tareas que me toca hacer, sabiendo que no todos los países europeos lo ven de la misma manera y no todos tienen el mismo interés en ella.

P. ¿La situación en Libia puede provocar una crisis migratoria como la de Siria?

R. No es Libia, es la presión migratoria que viene del Sahel. Sobre Siria tenemos acuerdos con Turquía discutidos y discutibles, pero no estamos dando dinero al Gobierno turco, estamos dando dinero a los refugiados en Turquía, que son 3,7 millones de personas, la mayor masa de refugiados que acoge ningún país.

P. ¿No es una subcontratación de un problema?

R. La alternativa es que las sociedades europeas decidan aceptar que esos 3,7 millones de exiliados vengan y se instalen en Europa. ¿Lo quieren? Pues si no quieren hay que buscar una solución alternativa. Hacer política exige definir objetivos de acuerdo con tus capacidades. Poner la cabeza en el cielo dejando de tener los pies en el suelo no sirve de mucho.

P. No hay forma de evitar que siga muriendo gente en el mar frente a Europa?

R. Sí, pero para ello hay que regular la inmigración y el asilo a escala europea, y desde hace demasiado tiempo la UE ha sido incapaz de hacerlo. La inmigración no puede ser un fenómeno desregulado, que infunda temor en las sociedades, porque es fácilmente manipulable. Pero Europa necesita inmigración. Algunos países europeos no lo quieren reconocer, prefieren envejecer a mezclarse, como los japoneses, por cierto. Otros están más abiertos. Pero todos necesitamos compensar nuestro bache demográfico con inmigración. Ah, y llamemos a las cosas por su nombre: la guerra de de Siria no mandó migrantes, mandó exiliados, como la Guerra Civil española mandó exiliados a las playas francesas, exactamente igual.

P. ¿Hay riesgo de choque armado entre Turquía y Grecia?

R. Es una situación muy tensa. En el Consejo de ministros de Asuntos Exteriores que hemos tenido en este verano, que me he pasado con un teléfono en cada oreja, las tres palabras más usadas fueron solidaridad con Grecia y Chipre; desescalada, porque hay muchos barcos de guerra maniobrando en la misma zona y el otro día hubo un choque accidental entre un barco griego y otro turco que mañana puede ser otra cosa; y negociación. Con Turquía las cosas han ido de mal en peor, necesitamos recomponer la relación y eso solo se hace negociando.

P. ¿Habrá sanciones contra Turquía?

R. El Consejo me pidió que presentara una panoplia de posibles sanciones. Ya las ha habido contra algunos directivos de empresas que hacen perforaciones. Si las cosas no van mejor habrá que actuar, pero estamos tratando de evitarlo. Mi función no es echar leña al fuego sino evitar el incremento de las tensiones.

P. Ha dado la bienvenida al acuerdo Israel-Emiratos Árabes pero algunos socios creen que puede ser una puñalada a la causa palestina.

R. Depende. Tenemos buena relación con Israel, con Emiratos, con los palestinos. Todo tiene ventajas e inconvenientes. Este acuerdo ha servido al menos para evitar que durante el verano se produzca la anunciada anexión del valle del Jordán que hubiera sido un punto de grave desencuentro con Israel. Lo que sí hemos dicho claramente desde la UE es que el plan de paz presentado por Jared Kushner no es buena base para la negociación.

P. Lleva nueve meses en el cargo. ¿Es frustrante tener que pactar todo por unanimidad?

R. Llegué al cargo convencido de que había que abandonar la regla de la unanimidad y ahora lo estoy más que nunca. Pero soy consciente de que para cambiar la unanimidad... hace falta unanimidad, y tal cosa no existe, todo el mundo quiere guardarse el derecho al veto. Es un cargo apasionante en el que tienes que tener mucha paciencia, saber que es un maratón. Agradezco a la vida tener la oportunidad de acabar mi carrera política en un puesto tan exigente.

22 agosto 2020

El País

https://elpais.com/internacional/2020-08-22/borrell-lukashenko-es-como-m...

 11 min


Margarita Rodríguez

La incertidumbre y nuestra actitud hacia ella es precisamente uno de los temas que la investigadora estadounidense ha estudiado en los últimos años.

Heffernan, quien ha sido CEO de cinco compañías, es profesora de Práctica en la escuela de Gestión de la Universidad de Bath en Inglaterra y es autora de seis libros.

El más reciente: Uncharted: How to map the future ("Inexplorado: Cómo trazar el mapa del futuro") fue publicado a inicios del año.

En febrero, el diario británico Financial Times lo incluyó en los libros del mes: "Uncharted se opone a nuestra obsesión con la 'ciencia' de la predicción".

Y es que aunque es muy tentador que un experto prediga lo que pasará en el futuro, Heffernan insiste en que hay que "abrazar" y aceptar la incertidumbre para desarrollar resiliencia.

"No podemos esperar al plan perfecto", le dice a BBC Mundo.

La ceguera voluntaria

Heffernan también es autora de Willful Blindness: Why We Ignore the Obvious at our Peril ("Ceguera deliberada: por qué ignoramos lo obvio a nuestro riesgo"), uno de los finalistas del Financial Times Best Business Book Award 2011 y uno de los libros de negocios más importantes de la década, según ese periódico.

De acuerdo con Heffernan, hay muchos ejemplos en la historia de ceguera voluntaria.

En esa obra la autora plantea que las amenazas más grandes que enfrentamos son las que no vemos, pero no porque estén escondidas o sean invisibles.

"Puedes ver ceguera voluntaria en los bancos, cuando miles de personas vendieron hipotecas a personas que no podían pagarlas. Se pudo ver en los bancos cuando se manipularon las tasas de interés y todo el mundo sabía lo que estaba pasando, pero todos cautelosamente lo ignoraron", señaló en 2013 en la charla TedTalk The dangers of willful blindness.

"Pueden ver la ceguera voluntaria en la Iglesia católica, que ignoró décadas de abuso infantil. Pueden ver la ceguera voluntaria en el período previo a la guerra de Irak", prosiguió.

"La ceguera voluntaria existe en escalas épicas como estas y también existe en escalas muy pequeñas, en las familias, en las casas y comunidades de la gente, y particularmente en las organizaciones e instituciones", indicó.

La periodista, con años de experiencia en la producción de programas de la BBC, ha dictado cuatro charlas TedTalk, organización que destaca su capacidad para explorar "los patrones de pensamiento demasiado humanos que llevan a las organizaciones y a los gerentes por mal camino".

Estas son sus respuestas a las preguntas de BBC Mundo.

La entrevista ha sido editada por razones de claridad y concisión.

Hace un año, usted ofreció una charla Ted sobre las habilidades humanas que necesitamos en un mundo impredecible. No muchas personas pudieron haber predicho lo que está ocurriendo en el mundo con la pandemia de covid-19. En este contexto tan particular ¿qué habilidades necesitamos?

Las habilidades tienen que ver con la imaginación, con la capacidad de pensar en diferentes posibles resultados de la pandemia.

"Todo el país, todo el mundo, sólo mejorará en la medida en que todos mejoremos", indica Heffernan frente a la pandemia.

También necesitamos adaptarnos. Muchas personas cuyos trabajos quizás están desapareciendo deben pensar en qué otras cosas pueden y les gustaría hacer: ¿cómo adapto mis destrezas a este nuevo mundo?

Y precisamos muchas habilidades para colaborar: ¿cómo puedo trabajar con otras personas para ayudarlas y ayudarme?

Uno de los aspectos cruciales en momentos como los que vivimos es que la gente pueda apreciar que, aunque obviamente hay empleos y compañías que son más seguros que otros, este es un momento en el que realmente nos tenemos que ayudar entre nosotros.

Las personas que perdieron sus trabajos o están por perderlos necesitan ayuda y nosotros necesitamos ayudarlos, si podemos, porque a la larga todo el país, todo el mundo, sólo mejorará en la medida en que todos mejoremos.

Este no es el momento para ser egoístas ni egocéntricos, sino para pensar en que si todos estamos siendo afectados por la pandemia: ¿cómo nos podemos ayudar para enfrentarla?

Habla de imaginar, adaptarse y colaborar. Pero ¿de qué manera esas habilidades se ven afectadas en una época de autoaislamiento, distanciamiento social, confinamientos y mascarillas?

La paradoja es que entre más distantes estamos entre nosotros, más nos necesitamos.

Nos necesitamos para no perder la esperanza, para darnos inspiración e ideas y para mantenernos motivados.

Para miles de personas, trabajar desde casa se ha convertido en un desafío no sólo laboral sino social.

Cuando observo a mis hijos que son veinteañeros, me parece muy interesante ver cuánto tiempo invierten contactando a su amigos y colegas.

Quieren estar conectados para, por ejemplo, ayudarse en la búsqueda de empleo, para compartir información.

Al principio de la pandemia, una de las cosas que hice fue escribir una lista de las personas que quería asegurarme que llamaría cada una, dos semanas.

Personas que quizás viven solas, gente a la cual me siento muy cercana o que posiblemente necesitaban apoyo.

Inicialmente pensé que lo haría para ayudarlos a ellos pero la verdad es que cada vez que los llamo, cuando me cuentan que han hecho, eso también me ayuda y eso me hace sentir que no he perdido a mis amigos, a mis colegas.

He estado apoyando y sirviendo de mentora de un grupo de líderes del NHS (Servicio Nacional de Salud de Reino Unido).

Son personas que están muy ocupadas y que, por la forma en que están trabajando ahora, no necesariamente ven a sus colegas regularmente.

Una de ellas, por ejemplo, compartía la oficina con otra persona de un área diferente, pero ya no se ven porque están trabajando desde casa y me dijo: 'No la veo desde hace tres meses y era una persona con la que pasaba todo el día. Como no hacemos el mismo trabajo y no la veo, me di cuenta de que perdí mi conexión con ella'.

Después de nuestra conversación, la llamó y, posteriormente, me contó lo bien que se sintió porque fueron capaces de reconectarse por un deseo humano, para no sentirse aisladas, y no por algo laboral que tenían que hacer.

Creo que una de las dificultades de las personas que trabajan desde casa es que estarán conectadas con las personas que precisan por razones laborales pero con frecuencia se olvidarán de mantener la conexión con la que gente que necesitan, les gusta o que les importa.

Las relaciones laborales son muy motivadoras y les dan al trabajo mucha relevancia. Pero también creo que sacar tiempo para hacer lo innecesario se ha vuelto más importante que nunca.

Usted ha dicho que necesitamos menos habilidades tecnológicas y más "habilidades humanas desordenadas". ¿Cree que hemos sobrestimado la tecnología para resolver los problemas?

Sí y mucho porque pienso que se nos ha dicho que esperemos que la respuesta a todo está en la tecnología y considero que lo que estamos aprendiendo ahora mismo es que no es así.

La tecnología no predijo esta pandemia y no puede, porque las pandemias son intrínsicamente impredecibles.

La tecnología realmente no puede ayudarte con tus sentimientos, sólo acercándote a otros seres humanos te ayudará.

Nos puede ayudar a buscar trabajo pero no nos va a dar el optimismo y la energía que necesitamos (para perseguirlo y conseguirlo).

Cuanto más dependemos de ella para saber todo y conocer todo, menos creativos y habilidosos nos volvemos.

También creo que mucha tecnología que nos organiza nos dice qué hacer, cuándo, cuánto tiempo nos llevará. Todo eso nos ha hecho menos imaginativos, menos creativos.

"Ya va siendo hora de que la humanidad sea adulta y empiece a decidir qué cosas no puede hacer"

Depender de la tecnología para hacer muchas cosas nos puede ayudar logísticamente pero realmente no alimenta nuestras almas, nuestra creatividad, no le da sentido a las cosas que hacemos, sólo nos da información.

Y también, para algunas personas, da una sensación de seguridad.

Sí y es que nos hemos vuelto muy adictos a la certeza. Nos gusta pensar que sabemos todo lo que pasará y entre más nos acostumbramos a eso, considero que nos volvemos menos flexibles y menos adaptables cuando aparece lo inesperado.

Cuando lo inesperado llega no sabemos cómo manejarnos porque desde hace mucho tiempo que no hemos tenido que lidiar con algo así.

Me impresionan mucho las diferentes compañías con las que trabajo porque algunas de ellas están funcionando exactamente de la misma manera.

Con excepción de unas modificaciones, el plan de negocios es el mismo, la jerarquía es la misma, la estrategia es la misma. Tienen un sentimiento triste hacia ellas mismas. Hay una inmensa sensación de perdida por retrasarse en su plan: 'no podemos hacer lo que creíamos que haríamos'.

Otras, un segundo grupo de compañías, que cuando la pandemia golpeó dijeron: 'Ok, todo es diferente ahora. Vamos a empezar otra vez, vamos a comenzar desde un punto fresco: 'con todo lo que tenemos y sabemos, qué es lo mejor y lo más importante que nuestra compañía debería hacer ahora mismo'.

Estas compañías que son mucho más valientes e imaginativas tienen mucha energía porque están pensando en alcanzar un nuevo futuro y no tratando de quedarse en el pasado.

Y es que puede haber una respuesta positiva a la incertidumbre: 'ok, vamos a hacer algo nuevo'.

Se necesita más imaginación y creatividad para que la gente sienta más energía y solidaridad.

Usted ha dicho que los ejecutivos de Silicon Valley no sólo están amenazando nuestra diversidad económica y cultural sino que nos están llevando a tener una definición de vida limitada y empobrecida. ¿A qué se refiere? ¿Tiene alguna relación con lo que plantea sobre nuestro afán por la certidumbre?

Creo que con apps, dispositivos y software, Silicon Valley nos ha estado enseñando (por ejemplo): no salgas sin un mapa, no hagas nada que no puedas predecir, podemos anticipar cuánto tardarás desde el punto A al punto B.

Nos hemos vuelto muy dependientes de esta predictibilidad, como si nos asustara intentar hacer las cosas.

También nos hemos acostumbrado a saber todo antes de llevar a cabo una actividad. Es como un temor a hacer algo si no podemos ver la garantía de que habrá un resultado.

"Una de las locuras que se ha apoderado de Norteamérica y Europa es el pánico que les entra cuando las cosas van mal"

Pero ahora mismo, con la pandemia, la economía y el clima, estamos en un punto en el que no tenemos más tiempo para procurar pensar en cuál es 'el resultado perfecto predecible'.

Necesitamos usar nuestra imaginación para ver qué es lo mejor, intentarlo y aprender; intentarlo otra vez y aprender más y hacer eso a medida que avanzamos y no esperar hasta tener todo esquematizado en la teoría antes de tener la energía y el coraje para hacer cualquier cosa en la práctica.

¿Cómo podemos recuperar la fe en nuestras habilidades humanas cuando los dispositivos tecnológicos se han vuelto, en cierta forma, fundamentales en muchas de nuestras sociedades?

Considero que en nuestras vidas personales y laborales hay algo que es muy importante: hacer experimentos.

Es decir, en vez de esperar por el 'resultado perfecto predecible', intenta hacer las cosas y aprende de ese proceso y vuélvelo a hacer: intenta y aprende.

Hacer experimentos, tanto en el ámbito privado como en el trabajo, le da a la gente esperanza. Las personas sienten que están aprendiendo cosas, que son capaces de contribuir y eso cambia la forma cómo perciben su propio potencial y coraje.

Cuando empiezas a experimentar y a cambiar las cosas, redescubres que eres capaz de hacer cosas maravillosas y de causar un impacto real en tu comunidad, en tu ciudad o en tu país.

Pero si solo te sientas, piensas sobre eso y te quedas esperando, desarrollas lo que creo es una impotencia aprendida, en la que pierdes la capacidad de pensar y actuar por ti mismo.

Y si llegamos a ese punto, realmente estamos en problemas.

Tomando en cuenta el planteamiento de uno de sus libros ¿usted cree que estábamos "intencionalmente ciegos" y no vimos que una pandemia como esta podría pasar en cualquier momento?

Sí. Creo que es importante decir que es imposible predecir las epidemias en sí mismas porque cada una es diferente.

Sabes que habrán epidemias, siempre ocurren, pero no puedes predecir qué enfermedad emergerá, ni cuándo, ni dónde.

Pero en lo que definitivamente estábamos intencionalmente ciegos es frente al conocimiento de que una pandemia podía pasar aquí, en Europa, a nosotros, y en Estados Unidos.

Por ejemplo, sabemos que el gobierno de (Barack) Obama tenía un plan muy detallado de cómo responder a una pandemia, el cual desechó el gobierno de (Donald) Trump.

Se conoce que en Reino Unido se dejaron de comprar productos como equipos de protección individual (para trabajadores de la salud), respiradores, entre otros equipamientos, que sabíamos que necesitaríamos si una epidemia de coronavirus se desataba.

Sabíamos que estas cosas eran generalmente ciertas, pero pensamos que si iba a ocurrir (una epidemia) seríamos capaces de verla venir y de prepararnos y eso fue totalmente equivocado porque, de hecho, para cuando te das cuenta, ya es muy tarde.

Considero que tuvimos demasiada fe en nuestra habilidad para predecir; en nuestra eficiencia: 'si necesitamos ese equipamiento lo podremos conseguir rápido', y en nuestra habilidad para planear.

Y también creo que imaginamos, dadas las experiencias con SARS y MERS, que (un brote) se podía contener en Asia.

Creo que todo eso fue ceguera voluntaria y me parece muy interesante ver que países como Corea del Sur y Singapur, que tenían experiencia con SARS y MERS, estaban mejor preparados.

Ellos no tenían fe en que podían predecir (una epidemia), sabían que era algo incierto y que era mejor estar muy preparados que ser super eficientes.

Debido a esta crisis, desgraciadamente miles de personas en América Latina y en el mundo han muerto, otras están muy enfermas, otras han perdido sus empleos. ¿Qué manera de pensar nos puede ayudar en medio de esto?

Es una situación muy difícil porque estamos en medio de una crisis: la pandemia; en medio de una segunda crisis: la económica y en medio de una tercera, la climática.

Creo que lo que tenemos que hacer es pensar apuntando hacia el futuro y reflexionar: qué tipo de economía requiere el futuro y claramente será una economía verde.

Después de este shock no podemos pretender por más tiempo que la crisis climática no existe y no podemos seguir pensando que seguiremos construyendo la economía con los combustibles fósiles y con el tipo de consumo de recursos naturales que se ha dado en los últimos cien años.

"Si queremos evitar que los virus se transformen en pandemias debemos cambiar radicalmente nuestros patrones de consumo"

Es absolutamente perturbador saber que desde 1990 básicamente todo el exceso de emisiones de CO2 a la atmosfera ha sido generado en esos 30 años.

Nosotros, mi generación, nuestra generación, creamos esta crisis y somos la generación que la tenemos que arreglar.

Y la única manera que la podemos solucionar es reconocer que está aquí, hoy, y que necesitamos cambiar cada parte de nuestra economía para que sea verde.

En las nuevas tecnologías e industrias que surjan vamos a encontrar crecimiento económico, pero va a ser uno muy diferente y no podrá ser en torno a combustibles fósiles y a la explotación de recursos naturales no renovables.

¿Cuál ha sido, para usted, la principal lección que esta terrible pandemia está dejando?

La principal lección es que nos recuerda que la vida es incierta y que si esperamos por la certidumbre siempre llegaremos demasiado tarde.

Lo que tenemos que hacer es usar nuestras mejores capacidades al pensar, aprender e imaginar y actuar de antemano a la certeza.

Porque lo que pasa con el futuro es que es algo que nos pasa o que nosotros hacemos. Y creo que tenemos las habilidades intelectuales, sociales e imaginativas que necesitamos para hacer el futuro que queremos.

22 de agosto 2020

BBC News Mundo

https://www.bbc.com/mundo/noticias-53838731

 12 min


Red Agroalimentaria de Venezuela

La Red Agroalimentaria de Venezuela presenta este tercer Informe con la finalidad de ofrecer una visión de la situación agroalimentaria en unas 76 poblaciones del país.

El Sistema se apoya en entrevistas estructuradas realizadas a informantes calificados con base en un cuestionario preelaborado y referidas a: aspectos socio alimentarios de los poblados seleccionados y situación de la agricultura vegetal y animal en el área geográfica donde se ubica. La 1ª fase del Sistema se desarrolló en el mes de julio 2020 y en ella se cargaron los resultados de los cuestionarios para la 1ª y la 2ª quincena de ese mes. Los resultados que se presentan corresponden a esta fase El Sistema tuvo el siguiente alcance:

• 7 regiones

• 28 subregiones

• 67 áreas geográficas

• 76 poblaciones

Ver los resultados destacados en el archivo anexo

 1 min


BioEconomía

En mayo pasado, la Agencia de Protección Ambiental dijo que la tecnología no representa ningún riesgo para los seres humanos, los animales o el medio ambiente, incluidas las especies en peligro de extinción.

El proyecto piloto busca probar si el mosquito modificado genéticamente por la compañía de biotecnología Oxitec es una alternativa viable a la pulverización con insecticidas para controlar el Aedes aegypti, una especie portadora de varias enfermedades mortales, como zika, dengue, chikungunya y la fiebre amarilla.

El mosquito, llamado OX5034, ha sido alterado para producir crías hembras que mueren en la etapa larvaria, mucho antes de eclosionar y crecer lo suficiente como para picar y propagar enfermedades. Solo el mosquito hembra pica en busca de sangre, que necesita para madurar sus huevos. Los machos se alimentan únicamente de néctar y, por tanto, no son portadores de enfermedades.

El mosquito también obtuvo la aprobación federal para ser liberado en el condado de Harris, Texas, a partir de 2021, según Oxitec, la compañía británica de propiedad estadounidense que desarrolló el organismo genéticamente modificado (OGM).

La Agencia de Protección Ambiental concedió la solicitud de Oxitec después de años de investigar el impacto del mosquito alterado genéticamente en la salud humana y ambiental. «Este es un avance emocionante porque representa el trabajo pionero de cientos de personas apasionadas durante más de una década en varios países, todos los cuales quieren proteger a las comunidades del dengue, el Zika, la fiebre amarilla y otras enfermedades transmitidas por vectores», había dicho oportunamente el presidente ejecutivo de Oxitec, Gray Frandsen.

Sin embargo, no se ha otorgado la aprobación estatal y local para Texas, dijo Sam Bissett, especialista en comunicación de Harris County Public Health. «Los funcionarios de salud locales confirman que no hay ningún acuerdo en vigor o planes para seguir adelante con el proyecto en este momento», dijo Bissett en una entrevista a CNN. «Nuestro enfoque está en nuestros esfuerzos con la pandemia de Covid-19».

En junio, el estado de Florida emitió un Permiso de Uso Experimental después de que siete agencias estatales aprobaron el proyecto por unanimidad. Pero ha llevado más de una década obtener esa aprobación.

En 2009 y 2010, los brotes locales de dengue, que se propagan por el Aedes aegypti, dejaron al Organismo de Control de Mosquitos de los Cayos de Florida desesperados por nuevas opciones. A pesar de una avalancha de esfuerzos, desde la fumigación aérea, en camiones y con mochila hasta el uso de peces que se alimentan de mosquitos, los esfuerzos de control local para contener el Aedes aegypti con larvicidas y pesticidas habían sido en gran medida ineficaces.

Y costoso también. A pesar de que Aedes aegypti representa solo el 1% de la población de mosquitos, el Organismo de Control generalmente presupuesta más de U$S 1 millón al año, donde una décima parte de su financiamiento total se destina para combatirlo.

En 2012, el distrito solicitó ayuda a Oxitec. La compañía había desarrollado un mosquito macho llamado OX513A, programado para morir antes de la edad adulta, a menos que se cultivara en agua que contenía el antibiótico tetraciclina. A los lotes de OX513A estéril se les permitiría vivir y aparearse con las hembras; sin embargo, su descendencia masculina y femenina heredaría el gen de «matar» y morirían, lo que limitaría el crecimiento de la población.

Los OX513A se habían probado en el campo en las Islas Caimán, Panamá y Brasil, y Oxitec informó una gran tasa de éxito con cada lanzamiento. Por ejemplo, ensayos en una zona urbana de Brasil redujo el Aedes aegypti en un 95%.

Pero cuando se corrió la voz en los Cayos de Florida de que el mosquito estaba en camino, la reacción del público fue rápida: más de 100.000 personas firmaron una petición de Change.org contra la propuesta; ese número ha aumentado a más de 242.000 en la actualidad.

Las campañas de relaciones públicas que recuerdan a los floridanos que el mosquito transgénico no pica porque es hombre no resolvió el problema por completo. Los informes de los medios citaban a residentes enojados que se negaban a ser tratados como «conejillos de indias» por el mosquito «superbacteria» o «Frankenstein».

La EPA pasó años investigando el impacto del mosquito tanto en la salud humana como en el medio ambiente, dando tiempo para la opinión pública. Pero en medio de la evaluación, Oxitec desarrolló una tecnología «Friendly Mosquito» de segunda generación y retiró la solicitud para la primera.

El nuevo mosquito macho, OX5034, está programado para matar solo mosquitos hembras, y los machos sobreviven durante varias generaciones y transmiten los genes modificados a la posterior descendencia masculina.

El permiso de la EPA requiere que Oxitec notifique a los funcionarios estatales 72 horas antes de liberar a los mosquitos y realice pruebas continuas durante al menos 10 semanas para garantizar que ninguno de los mosquitos hembra llegue a la edad adulta.

Sin embargo, a los grupos ambientalistas les preocupa que la propagación de los genes masculinos genéticamente modificados a la población silvestre pueda dañar potencialmente especies de aves, insectos y mamíferos amenazados y en peligro de extinción que se alimentan de los mosquitos.

«La liberación de mosquitos modificados genéticamente pondrá innecesariamente a los floridanos, el medio ambiente y las especies en peligro de extinción en medio de una pandemia», dijo Dana Perls, gerente del programa de alimentos y tecnología de Friends of the Earth».

21 de agosto 2020

BioEconomía

ww.bioeconomia.info/2020/08/21/florida-liberaran-75-millones-de-mosquitos-transgenicos-para-combatir-el-dengue-y-la-fiebre-amarilla/?utm_source=mailpoet&utm_medium=email&utm_campaign=newsletter-bioeconomia-com-ar_330

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Fernando Mires

Es conocido con el poco honroso título de “el último dictador de Europa”.

Título adquirido desde que comenzó su largo mandato siguiendo un proyecto orientado a recrear en Bielorrusia las estructuras dictatoriales que caracterizaban a los países comunistas hasta la caída del muro. El título correcto debería haber sido: “el último dictador comunista de Europa”. Pero comunista ya no es. El título de otrora lo cambió por uno más deshonroso: “El primer autócrata ultranacionalista del siglo XX”. Alexander Lukashenko es sin duda un mutante político.

El antiguo dictador estalinista es hoy un autócrata perteneciente a la familia de las neo-autocracias que, bajo la hegemonía de Vladimir Putin, funge en representación de un un sistema político cada vez más extendido. Las características principales del nuevo sistema (en verdad antiguo, si nos atenemos al largo periodo franquista español) son la concentración de los tres poderes en una persona, la supresión de las libertades, entre ellas las de opinión y de prensa y, sobre todo, la represión interfamiliar y sexual.

La nación es, para los nuevos autócratas, sinónimo de patria. Y la patria es concebida como reproducción ampliada de la familia patriarcal, una gran familia, si no consanguínea, lingüística, religiosa y culturalmente homogénea. Visto así, Lukashenko pertenece a la misma raza política de autócratas como Putin en Rusia, Orbán en Hungría, Kaczynski en Polonia y Erdogan en Turquía. No obstante, a diferencia de los nombrados, que no son mutantes, Putin y Lukashenko, ambos ex fanáticos comunistas, sí lo son.

Kaczynski y Orbán fueron miembros de una juventud que desafió a las "nomenklaturas" comunistas. En esa lucha democrática y anticomunista a la vez, radicalizaron posiciones hasta el punto de que frente al ateísmo comunista terminaron adhiriendo a un catolicismo intolerante y medieval, y frente al propagado internacionalismo proletario, un nacionalismo arcaico y patriotero. A diferencias de Havel y Valesa que seguían el norte de un liberalismo democrático, Kaczynski y Orban asumieron una ideología anticomunista (sin comunistas) tan autoritaria e irracional como las comunistas que combatieron en el pasado.

Erdogan, por su cuenta, conservador e islamista, nunca ocultó su aversión en contra del secularismo político que regía en Turquía desde los tiempos de Atatürk. Pese a profesar una diferente confesión a las de Kaksynki y Orbán, sus ideales son iguales: Patria, Religión, Familia. También sus enemigos: partidos liberales y movimientos emancipatorios, la por ellos llamada “progresía euro-occidental”. Son también los principios que defienden Lukashenko y Putin. Pero a diferencia de los primeros, los segundos son conversos, es decir, mutantes.

Conversos pero no renegados. Hay que hacer la diferencia. La conversión implica asumir un sistema de creencias ideológicas diferentes a las mantenidas en el pasado. La renegación, como la palabra lo dice, supone modificar los fundamentos de esas creencias. En ese sentido Lukashenko y Putin ya no creen en el comunismo pero no niegan el principio dictatorial de donde emergió. De algún modo ambos conversos se hacen eco de una mutación histórica mucho más amplia. En efecto, así como en el pasado la contradicción política fundamental era entre comunismo y democracia, hoy es la que se da entre autocracias y democracias. Lukashenko y Putin continúan negando a la democracia como forma de vida y de gobierno.

Como las mutaciones experimentadas por los organismos vivos al ambientarse a nuevas condiciones externas, las mutaciones ideológicas también ocurren de acuerdo a ese principio conservador. Y como en toda mutación muchos de sus elementos originarios son mantenidos. Así se explica por qué Lukashenko y Putin no reniegan de su pasado comunista. Incluso exaltan las “grandes obras de Stalin”. Más aún, intentan continuarlas, pero adaptadas a las condiciones que impone el siglo XXl.

Las autocracias nacionalistas y populistas de nuestro tiempo son herederas históricas de las dictaduras comunista del siglo XX. Dejando de lado el hecho de que ayer los comunistas eran apoyados por las izquierdas, y los autócratas de hoy por las extremas derechas, en las dictaduras comunistas ya estaban dadas las condiciones que darían vida a sus sucesoras. Baste recordar que cuando en 1925 Stalin impuso la tesis del “socialismo en un solo país” colocó a todo el movimiento comunista mundial al servicio de “la patria del socialismo”, la URSS. O cuando en la guerra en contra de la Alemania hitleriana, Stalin mandó a combatir a sus tropas, no en nombre del socialismo sino de “la mamacita Rusia”.

Tanto Stalin como Hitler fueron nacionalistas extremos. Lukashenko y Putin también lo son. Por eso, la mutación de ambos es mucho menos radical de lo que aparece a primera vista. Para ellos la nación es el comienzo y el fin de toda política. Leamos por ejemplo la definición de “nación” propuesta por Stalin en su texto clásico El Marxismo y la Cuestión Nacional.

“La nación es una comunidad estable, hitóricamente formada y surgida sobre la base de la comunidad de idioma, de territorio, de vida económica y de psicología (!!) manifestada en la comunidad de cultura”

Esa definición de Stalin es seguida por Lukashenko en Bielorrusia y Putin en Rusia para negar a ese orden cosmopolita, pluri- idiomático y pluri- cultural que predomina en la gran mayoría de las democracias occidentales. También es la misma que siguen los autocratismos y los movimientos nacional-populistas europeos. Marine Le Pen, para poner un ejemplo, defiende sin saber – o quizás sabiéndolo – la concepción estalinista de la nación.

Bajo el dictado del nacionalismo-comunista fueron formados Lukashenko y Putin. Ambos fueron perros de presa del sistema. Del papel jugado por Putin como agente soviético, sabemos mucho. De Lukashenko, lo suficiente. Comenzó su carrera política en 1975 como instructor de tropas en Brest. Más adelante fue representante de una compañía de tanques de la URSS, donde destacó como encargado de vigilar los actos de corrupción en los altos mandos militares, o sea como soplón del CC. En 1993 pasó a ser miembro del Comité de Anticorrupción, un organismo de depuración ideológica dependiente del CC. Boris Jelsin, quien intentó reconstruir la antigua URSS como una unión flexible de naciones, recibió todo el apoyo de Lukashenko. Cuando el 2000 Putin accedió al gobierno, ambos acordaron que entre Rusia y Bielorrusia debería existir una comunidad de destino. Desde que llegó al poder Lukashenko ha hecho desaparecer de este mundo a los opositores más destacados. Pero no solo en ese punto siguió a Putin.

De hecho, ambos siguieron la misma línea ideológica, la de restaurar los “valores pan- eslávicos", depurar las costumbres y modas euro-occidentales, y crear una economía mixta cuyo objetivo es satisfacer el consumismo de los sectores intermedios. Para el efecto, Lukashenko fundó un partido personal, La Unión de Juventudes. Partido, gobierno y Estado, conformaron una sola unidad encarnada en su persona. Y como concesión a la democracia, inventó simulacros electorales destinados a proporcionar a su persona no menos de un 80% de la votación. El fraudulento plebiscito de 2004 crearía condiciones para que Lukashenko fuera “elegido” presidente perpetuo de Bielorrusia.

Cuando Lukashenko exclamó: “mientras no muera no habrá repetición de elecciones en este país” lo dijo sinceramente. Con elecciones democráticas terminaría su poder. Pero también es consciente de que todos los caminos que nacen desde Minsk, conducen a Moscú.

La sublevación democrática de agosto creará un conflicto internacional de grandes proporciones. El conflicto comenzó a tomar forma en la reunión de urgencia pautada por la UE el 19.08. En ella exigen a Lukashenko la realización de nuevas elecciones. Como es obvio, Lukashenko (y Putin) no aceptarán esa petición. Si la UE estará dispuesta a mostrar los dientes a Putin, no lo sabemos todavía. Sobre ese tema escribiré mi próximo artículo.

19 de agosto 2020

Polis

https://polisfmires.blogspot.com/2020/08/fernando-mires-lukashenko-el-mu...

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Jesús Elorza G.

El denunciante del sistema de dopaje de Rusia Grigory Rodchenkov nuevamente acude a los medios de comunicación para denunciar al régimen ruso. En esta oportunidad, lunes 3 de agosto, lo hace con su rostro totalmente cubierto y oculto en Estados Unidos, brindó una entrevista para hablar sobre su vida actual. Él lideraba el sistema de dopaje en el deporte de su país y decidió informar las autoridades mundiales las irregularidades que terminaron en una histórica sanción

El haber puesto al descubierto el programa de dopaje ruso patrocinado por el Estado, obligó a Rodchenkov a ocultarse en Estados Unidos hace cinco años. El revelar su identidad actual aún es demasiado riesgoso para este químico convertido en denunciante, incluso en una entrevista en video desde un lugar no revelado.

“Son mis medidas de seguridad porque enfrento amenazas físicas para ser asesinado”, le dijo a The Associated Press. Putin me quiere muerto ¡Y yo quiero vivir! “El es bastante lógico, separa a la oposición en dos grupos: enemigos y traidores”, afirmó Rodchenkov. “Yo caigo en la categoría de los traidores y todos los traidores deberían ser decapitados, suprimidos, muertos. Así que no hay duda de que me quiere muerto”.

Este químico ruso es un personaje central en la trama de dopajes en su país que resquebrajó las estructuras deportivas de una nación que habitualmente es protagonista principal en los Juegos Olímpicos. Hace cinco años decidió ocultarse en Estados Unidos y denunció una injerencia del Estado en el programa de dopaje. Ex director del laboratorio antidopaje de Moscú, se transformó luego en informante de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA).

Rodchenkov era el cerebro detrás del “Coctel de la Duquesa”, una mezcla de oxandrolona, metenolona y trembolona, tres anabolizantes con el mismo efecto que el Turinabol, pero con una ventana de detección mucho menor, encubrimiento que convirtió a Rusia en una máquina de ganar medallas en los Juegos Olímpicos de Invierno de Sochi 2014, colocándose en la cima del medallero con 13 de oro antes de que comenzaran las descalificaciones.

Espías rusos se aseguraban que el coctel no fuese detectado en las pruebas antidopaje; agentes del Servicio Federal de Seguridad la nueva KGB (FSB, por sus siglas en ruso ) se valían de un agujero en la pared del laboratorio en Sochi, para intercambiar las muestras que tenían esteroides con orina limpia durante la noche. El encubrimiento del dopaje se extendió más allá de los Juegos Olímpicos de Invierno a los Juegos Olímpicos de Verano, los Paralímpicos, el campeonato mundial de atletismo y todos los deportes más importantes.

Más de cien deportistas rusos no pudieron participar en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro en 2016 a raíz de este escándalo, que todavía persiste hasta hoy. En diciembre del 2019 la AMA (Asociación Mundial Antidopaje) dictaminó una sanción histórica contra el deporte ruso: excluir a Rusia de los Juegos Olímpicos durante cuatro años, por lo que no podrá estar en Tokio 2020 (postergados para el 2021) ni en la edición de invierno de Beijing 2022. La decisión también alcanza al Mundial de fútbol del 2022 en Qatar.

Sin embargo, altas autoridades del Comité Olímpico Internacional hacen esfuerzos por anular esta ejemplarizante medida y buscan por todos los medios que Rusia pueda participar en los juegos y así poder garantizar el inmensamente rentable negocio de los Juegos Olímpicos. Hipócritamente defienden el "Fair Play" pero se hacen los locos frente al Juego Sucio del Dopaje....amanecerá y veremos.

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