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Opinión

Fernando Mires

A los ciudadanos que después de votar defienden su voto en las calles de Bielorusia

No pronuncian frases épicas, no son altisonantes, no prometen ni el oro ni el moro, no representan grandiosas ideologías ni tampoco un futuro esplendor. Son lo que son: candidatos. Pero no de cualquier tipo. Son candidatos en países en donde dominan autocracias, en naciones en donde no existe libertad de opinión, ni de reunión, ni de prensa. En países donde las cárceles están repletas de disidentes, donde los partidos políticos democráticos son proscritos y sus dirigentes perseguidos, enviados al exilio o, como ha ocurrido en Rusia, asesinados. Bajo gobiernos donde no hay condiciones mínimas para elecciones libres y cuyos resultados, como ya sucedió recientemente en Bielorrusia, están decididos de antemano.

Ellos saben que no cuentan con gran apoyo internacional, que Europa y sus gobiernos democráticos no intentarán arriesgar un conflicto con Rusia (hay mucho gas de por medio).

De la Europa económica pero no política, administrada - pero no liderada - por burócratas al estilo Josep Borrell, no tienen ilusiones los demócratas que soportan autocracias, como tampoco las tuvieron los movimientos que en 1989/1990 pusieron fin a las dictaduras comunistas. Los de hoy, sus continuadores históricos de Bielorrusia, aún pese a que la candidata Svetlana Tijanóvskaya fue expulsada del país, siguen enfrentado a tropas armadas hasta los dientes en Minsk, pero también en Brest, Gomel, Gorodno, Vitttebst y otras ciudades. Signos de una protesta que algún día podría llegar a ser una gran rebelión popular, democrática y electoral. Precisamente la que el autócrata Lukashenko teme como a la peste y, por lo mismo, intenta impedir a todo precio.

Y así y todo, los demócratas de Bielorrusia han logrado dar a conocer su gesta, desatando por doquier olas de solidaridad. Ese al fin era uno de sus propósitos. No convertirse en muñecos de gobiernos extranjeros, pero sí lograr que el nombre de Bielorrusia aparezca en la prensa, en la televisión y en las redes. Han sacado al país del anonimato. Han quitado legitimidad a Lukashenko demostrando así que los autócratas y los dictadores dejan de ser legítimos solo cuando la legitimidad les es arrebatada. Cuando una ciudadanía, bien liderada decide defender el derecho más derecho de los ciudadanos, el del sufragio universal, derecho que solo se puede defender en las urnas, votando. Sin voto no hay reclamo que valga.

¿No les habría valido más quedarse en sus casas, dejar que el autócrata diera el resultado de siempre y continuar esa vida cotidiana sin política a la que se encuentran sometidos? ¿Valía la pena presentar candidatura en un país donde hace 26 años gobierna el mismo hombre que ha convertido al estado, al gobierno, a la sociedad y a la nación en una sola unidad bajo su nombre? Quizás en algún momento algunos pensaron así. O, como suele suceder, solo unos pocos demócratas no dieron su brazo a torcer. Para ellos Europa no es solo un habitat geográfico sino cultural y político. A ese habitat anhelan pertenecer, no como súbditos sino como ciudadanos.

Intentaron primero comunicarse entre sí. Sergei, el esposo de Svetana Tijanóvskaya, calificado por la prensa como “bloguero” - en términos más exactos: un político digital – se encuentra, como otros disidentes, en prisión. Svetlana, Sveta, como la llaman sus seguidores, fue un símbolo pero a la vez la persona que supo entender el instante. Sin ningún programa, enarbolando la bandera de la lucha por elecciones libres, desafiando a las tropas, a los servicios secretos y a la propia pandemia (de la que el autócrata se burlaba en el mejor estilo trumpista) condujo a su pueblo hacia los lugares de votación. En ese transcurso aparecieron nuevos rostros, nuevos dirigentes. Las elecciones – se demuestra una vez más - son la mejor escuela política.

Los verdaderos líderes son los que se forman en luchas electorales, exigiéndolas donde no las hay, participando cuando son posibles, aunque sepan muy bien que nunca las ganarán. Ellos son los héroes de nuestro tiempo. Héroes, no porque luchen por causas perdidas sino porque con su presencia testimonian que la lucha continúa, denunciando y conquistando espacios de solidaridad, de comunicación y de protesta civil. Mostrando ante ellos y ante el mundo que jamás serán doblegados por las condiciones que imponen dictaduras y autocracias.

Son los que todavía mantienen vivo el fuego de las disidencias de 1989-90, cuando Havel, Valesa y muchos más, luchaban por lo que en ese entonces parecía imposible: el fin del imperio fundado por Lenin y Stalin. Y lo hicieron levantando en todas partes el lema de las elecciones libres, participando en ellas, como los demócratas de Alemania del Este. Pues alguna vez hay que decirlo: el muro de Berlín no cayó como consecuencia de la ley de la gravedad. Si no hubiera sido por las grandes protestas surgidas frente al fraude en las elecciones comunales del 7 de mayo de 1989, el muro de Berlín nunca habría sido derribado. Dicho fraude fue descubierto por los electores organizados. Ellos, y no los que atravesaron el muro, fueron los verdaderos héroes de la democracia.

Hay dos maneras de entender la gesta democrática que se está escribiendo en la década de los veinte de nuestro siglo. Una, siguiendo el notición periodístico. De acuerdo a ese seguimiento, los sucesos ocurridos en tierras autocráticas son estampidos, cometas que aparecen en la oscuridad para luego desaparecer. La otra manera de entenderla es historiográfica, vale decir, buscando puntos de articulación entre unos sucesos con otros. Y, evidentemente, los hay.

Por de pronto, en todos ellos tiene lugar una lucha en contra de autocracias cobijadas bajo una hegemonía común, la ejercida por la Rusia de Putin. En todos, los políticos disidentes han orientado sus esfuerzos a través de la línea electoral. Y en todos, el objetivo es derrotar a las autocracias mediante votaciones masivas y - esto es lo más decisivo - no solo con números, difíciles de ser alcanzados con tribunales electorales nombrados por las autocracias, sino - como ya vimos en las imágenes televisivas de Minsk - en las calles, apelando a la opinión pública, desenmascarando a sus gobiernos como lo que son: autocracias que ejercen dominación pero no hegemonía.

Es evidente que las autocracias recurren a las elecciones no porque sufran de arrebatos democráticos sino por dos necesidades ineludibles. Por una parte tienen que demostrar ante los demás países europeos -sobre todo por razones económicas - que son repúblicas democráticas como cualquiera otra. Por otra, porque las autocracias, a diferencia de las dictaduras militares de antaño, necesitan de una continua legitimación. Debido a esa última razón, han tendido una trampa en la cual ellos mismos suelen caer: para legitimarse requieren de una muy alta votación. De tal modo, una elección que ganen con números exiguos, o es experimentada como una derrota, o simplemente es falsificada. Fue evidentemente lo que sucedió en Bielorrusia hace muy pocos días.

Ese más de 80% adjudicado a Lukashenko no lo puede creer ni el mismo. Desde el 09.08.2020 no hay periódico que no catalogue a Lukashenko como un ladrón de votos. La suya fue una victoria pírrica. O, en términos más cultos: una victoria de mierda.

Hay momentos en los que se puede ganar perdiendo - eso nunca lo entenderán los tecnócratas de la política -. Ganando en unidad y organización por ejemplo, como la que demostraron los demócratas húngaros en las recientes elecciones europeas, ante el evidente disgusto de Orbán. O aumentar la votación de modo considerable, como ocurrió recientemente en Polonia, donde entre el candidato democrático Rafal Trzakowski (49,6%) y el oficialista Andrzej Duda 50,4%), tuvo lugar un empate técnico, lo que ya hace augurar el comienzo del fin del nacional populismo dirigido por el clerical homofóbico Jaroslaw Kaczinky. Y no por último, como en Estambul, donde gracias a una excelente campaña, el candidato socialdemócrata Ekrem Imamoglu logró arrancar la capital turca de las crueles manos de Erdogan.

Lo que en estos momentos está ocurriendo en Bielorrusia no es entonces un hecho aislado. Es un capítulo más de una historia europea en donde tiene lugar una guerra política a fuego cruzado. Por un lado Putin moviliza desde Moscú a sus partidos ultraderechistas, confesionales y homofóbicos. Por otro, las huestes democráticas avanzan en los interiores de naciones aún dominadas por autócratas. Democracias contra autocracias, esa es la contradicción fundamental de nuestro tiempo. Y no solo en Europa.

Los demócratas compiten, por cierto, con muchas desventajas. No solamente carecen de apoyo internacional activo. También deben lidiar con la abstención de ciudadanías temerosas y apáticas pero, sobre todo, con abstencionismos militantes. Los que esperan que para votar se requiera de condiciones óptimas. Los que imaginan que sin votos, la presión internacional derribará a sus autócratas. Los que afirman que bajo dictadura no se vota. Los dignos, los puros, los antipolíticos de siempre, pero también, no hay que olvidar, los que terminaron por acomodar sus intereses bajo los techos de dictaduras que dicen negar. Para ellos, o les es garantizado un triunfo sin luchar, o no votan. En el fondo imaginan que cada elección es un simple asunto de ganar o perder. Y claro que lo es, pero es mucho más.

Las elecciones son eventos multitudinarios, acontecimientos plenos de contingencias. La demoscopia ha demostrado por ejemplo que la votación a partir de hechos inesperados, puede volcarse a uno u otro lado de modo sorpresivo pocos días antes de una elección. En las elecciones los políticos, o los que quieren serlo, aprenden a comunicarse con la gente, a conocer los problemas desde cerca, a establecer relaciones de empatía. Y no por último, las elecciones son claras muestras de que, por muy reprimida que esté la gente, siempre habrá seres dispuestos a representar sus intereses, seres que no claudican ni capitulan, que defienden los pocos espacios conquistados, que no se entregan a los arbitrios de poderes externos.

Esos seres no portan espadas ni fusiles. Solo tienen dos armas: la palabra y el voto. Son los héroes de la democracia.

Agosto 15, 2020

Polis

https://polisfmires.blogspot.com/2020/08/fernando-mires-heroes-de-la-dem...

 7 min


​José E. Rodríguez Rojas

Dada la orientación ideológica del régimen de gobierno instaurado por el chavismo y la fuerte relación de dependencia con Cuba, con la clara la intención de haber instalado un régimen dictatorial socialista, como etapa previa de un supuesto proceso evolutivo, hacia la etapa final del Estado comunista, de acuerdo a la interpretación ideológica del marxismo desde los inicios del siglo XX. Si éste es su proyecto ideológico, es conveniente estudiar los casos en los que se han instalado dictaduras comunistas, y los resultados obtenidos, para vislumbrar cual pudiera ser el posible futuro de Venezuela en los años venideros y como decidir conductas y estrategias convenientes.

Se seleccionaron tres casos emblemáticos como ejemplos representativos de dictaduras comunistas, para intentar un análisis objetivo del tema que nos ocupa. A continuación, una breve descripción de cada una de ellas.

1. El caso de la dictadura de José Stalin es muy ilustrativo. Fue la primera dictadura comunista que se produjo en el mundo. Conocido como Padre y Gran Benefactor, encabezó una férrea dictadura comunista de 31 años. Fue responsable de alrededor de 23 millones de muertes; asesinados directamente o por causas indirectas, en purgas políticas, campos de concentración, hambrunas provocadas, etc. Al fundar la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), puso a los países satélites a trabajar principalmente en función del beneficio de Rusia. La miseria y el hambre fueron importantes para establecer el dominio sobre el pueblo. No se llegó a crear ningún “Hombre Nuevo”, ni una dictadura del proletariado, como pronosticaba la teoría comunista, sino más bien una nueva clase privilegiada y dominante de altos funcionarios comunistas. Se logró desarrollar un país industrializado, pero a un costo social muy alto.

2. Mao Tse Tung, en China, se lleva el record de malas decisiones políticas y económicas y número de muertes causadas; directa e indirectamente unos 70 millones d personas. Por ejemplo, puso a los campesinos a producir acero ̶ de mala calidad, pues no dominaban la tecnología necesaria ̶ ; se abandonaron los campos y hubo una terrible escasez de comida; por la hambruna producida murieron millones de personas. El pueblo chino vivió prácticamente en condición de esclavitud, a merced de las decisiones de Mao por más extravagantes que éstas fueran. Solo cuando los líderes del partido comunista dieron un giro hacia el capitalismo, fue que empezó el gran desarrollo del país; aunque con graves defectos.

3. El caso de Cuba es el más cercano a Venezuela. La dictadura castrista empezó como un gran engaño, en un principio negó rotundamente su predisposición al comunismo; ya afianzada en el poder, se declaró la República Socialista Marxista-Leninista. Desde el inicio instauraron juicios expeditos y sumarios, en la práctica sin derecho a la defensa; cerca de 6.000 personas fueron fusiladas. Se aprobó un partido único, el partido comunista, y se expropiaron todos los medios de producción; el trabajo de la inmensa mayoría de la población dependía del gobierno. Tras los primeros años había unos 20.000 presos políticos. En cerca de 63 años, entre ejecuciones, asesinatos y desaparecidos se han documentado más de 10.000 casos; pero han sido muchas más. Habría que añadir que, en los intentos de huir de Cuba por mar, se estiman alrededor de 20.000 fallecidos. Desde el inicio de la dictadura de los Castro, unos 2,5 millones de cubanos abandonaron su patria.

Mención aparte merece el empeñó de la dictadura castrista de exportar su revolución. Apoyaron al movimiento guerrillero de Venezuela, en los años ’60, inspirado por el triunfo de la revolución cubana, En varias ocasiones invadieron a Venezuela con tropas cubanas y guerrilleros venezolanos entrenados y armados en Cuba. También hay que recordar que Nicolás Maduro fue adoctrinado y preparado como operador político en Cuba, en los años 1986-87. Desde 1959, Cuba ha intervenido en la política interna de Venezuela, Nicaragua, Panamá, República Dominicana, Bolivia, Chile, Brasil, Isla de Granada, etc. y participado directamente en guerras en el Congo, Argelia, Siria, Angola, Etiopía y Nicaragua.

En Venezuela, el régimen chavista tiene ya 21 años en el gobierno y planes para eternizarse en el poder; como parte del proyecto de expansión de la dictadura comunista de los hermanos Castro. La idea era establecer una espacie de cabeza de playa desde la cual desestabilizar la región y extender la revolución al resto de Latinoamérica; para lo que se contaba con la estratégica posición geográfica de Venezuela y el financiamiento de la abundante riqueza petrolera; amén del beneficio político económico para Cuba.

Profesor, Facultad de Agronomía, UCV

 3 min


Carlos Raúl Hernández

Los de filósofos y ensayistas de la revolución resurgida con nuevas formas, llamada por el ideólogo neomarxista Felix Guatari, “revolución molecular disipada”. Más allá del lenguaje complicado y fatuo, busca para romper la cohesión social desde múltiples ángulos, descomponerla en sus moléculas, ensanchar las diferencias naturales entre los seres humanos y exacerbar resentimientos que conduzcan al rechazo. La aplicación de la teoría de los micropoderes de Michel Foucault.

Desde las religiones, hasta el color de piel o el sexo (al que llaman “género”) son instrumentos de discordia. En el esquema revolucionario tradicional, el centro era la lucha de clases, hacer a los trabajadores enemigos de quienes les dan empleo. En el nuevo se apunta a hacer enemiga la mujer de su marido, negros y mestizos de blancos, jóvenes de mayores, musulmanes de cristianos, en una cadena de victimización, mentiras y errores. “Cultura de la cancelación” que refería Jean Maninat aquí mismo.

En 1977 aparece en Le Monde y Liberation una carta que pedía la libertad para un grupo de pedófilos enjuiciados por lascivia con varios pequeños, un episodio conocido como “caso Versalles”. Aunque te rías, el asunto dio origen al Frente de Liberación de los Pedófilos, muy en lenguaje izquierdista de la época. Los redactores de la carta estaban intranquilos por los procesados.

“…Corren riesgo de sentencia penal grave, ya sea por los encuentros sexuales con esos menores o por fotografiarse en ellos”. Exigían reformar el Código Penal para despenalizar en adelante esas situaciones y normalizar tales relaciones entre adultos y niños… cuando fueran de mutuo consentimiento”. El escándalo internacional obedece a que por primera vez se justifica y argumenta “filosóficamente” un delito socialmente tan connotado.


Sex machine
Pero lo más noticioso es que entre los firmantes, aparecían Jean Paul Sartre, Simone de Beauvoir, Louis Althusser, Michel Foucault, Gilles Deleuze, Jacques Derrida, André Gluksmann, Roland Barthes, Alain Robbe-Grillet. Por lo menos cinco de ellos padres intelectuales de la ahora llamada “política de género”, diferencialismo, deconstructivismo, veganismo,lenguaje inclusivo”.

El feminismo revolucionario (radfem) rechaza al tradicional reformista de mujeres exitosas reales. Cuestionan a Obama y Luther King frente al radicalismo del Black panters como hace Attack. Los revolucionarios culturales no fueron solo artífices de teorías, sino que vivieron la praxis como buenos marxistas. A la muerte de Foucault se evidencia el rumor de su sadomasoquismo. En casa tenía espacios dedicados a dar y recibir torturas, e instrumentos con residuos de sangre seca.

Althusser, además de ahorcar a su mujer a pulso, confesó en su autobiografía “soy una estafa como filósofo… nunca pude pasar de la página siete de la Crítica de la razón pura”. En el caso de la dispareja Sartre-Beauvoir, según la biógrafa británica Carole Seymour-Jones, en su libro Una relación peligrosa (2008) hicieron de la pedofilia un sistema de vida, una especie de maquinaria organizada y eficaz.

La deslumbrante profesora Simone daba clases en liceos, seducía niñas, para luego hacer tríos con Sartre (“mi pequeña bestia domada” como lo llamaba) Pese a la eficiencia, no pudieron evitar escándalos. La madre de la niña Nathali Sorokine de 13 años, la denunció y despidieron a la profesora en 1943. Hubo varios otros incidentes triangulares, entre ellos los de las niñas Bianca Lamblin y Olga Kosackiewicz.

Fiesta para tres
Esta última los obsesionó pasionalmente a ambos, inspiró a Beauvoir La invitada y el ensayo Brigitte Bardot y la emancipación sexual de los menores. Beauvoir es la fundadora del feminismo revolucionario con su obra El segundo sexo. De la siguiente generación, surgen otras dos matriarcas, que se proclaman sus herederas. La norteamericana canadiense Sulamith Firestone.

Fundadora de los movimientos radfem en NY y Chicago, en su libro Dialéctica del sexo, propone “la destrucción de la familia, porque parir es la base de la opresión”, un “acto bárbaro” como defecar una calabaza … “Pero iremos aún más allá… La libertad de todas las mujeres y niños para hacer cuanto deseen sexualmente… la sociedad podría finalmente regresar a su sexualidad polimorfa natural; todas las formas de sexualidad serían permitidas y consentidas…”.

“Si el niño escogiera la relación sexual con adultos, incluida su madre genética, no tendría por qué rechazarlo (y debe darle) la cantidad de sexualidad genital de que el niño fuera capaz. Paciente esquizofrénica, murió de hambre en NY a los 67 años en 2012. Otra es la norteamericana Kate Millett, muy afectada de trastorno bipolar, con su obra Política sexual, en el que insiste en que “uno de los derechos esenciales de los niños está expresarse sexualmente con cualquiera, incluidos los adultos”.

“La libertad sexual de los niños es parte importante de la revolución”. Concibe los sexos tal como las razas y las clases sociales, base estructural de la opresión. Habría que preguntarse por qué los más importantes teóricos post marxistas, ideólogos feministas, veganos, animalistas y multiculturalistas, expresan esa obsesión con los niños. Lamentablemente personas sensatas que de buena fe se declaran partidarias de esas ideologías, no conocen sus meandros y turbideces.

@CarlosRaulHer

 3 min


Ángel F. Fermoselle

Al final de su vida, poco antes emprender el rumbo a Valhala, el cielo donde reside el dios Odin, la histórica guerrera Lagherta dice a su asesino en la serie de televisión Vikingos: “No tengo miedo. He tenido una vida llena”.

Quizá todo se limite a eso: a tener una existencia que uno, en sus últimos segundos, juzgue que ha sido bien vivida. Y, tal vez, sea eso mismo, la impresión de haber vivido al máximo, lo que impulse al coraje y lo haga vencer al miedo en los instantes que preceden al tránsito hacia lo que sea que se encuentre al otro lado.

Nos vamos sin nada, sí, como llegamos. Lo que ocurre en medio, si tiene el sentido adecuado, proyecta la percepción de un periplo vital que realmente ha valido la pena, el objetivo último que da sentido a nuestra existencia.

Porque, como en una ocasión anterior establece el mismo personaje tras haber rozado la muerte en su última batalla, de la experiencia sobre la frontera solo logró concluir que la vida tiene que ver, esencialmente, con el sufrimiento. Y, añade, cómo lo manejamos es lo que nos coloca en un lugar privilegiado, el que nos conduce a los cielos de cualquier religión, o en otro, desde el que no se divisa paraíso alguno.

Resulta singular que, doce siglos después de que Lagherta combatiera en Escandinavia y se convirtiera en una leyenda, aún seguimos enfrascados en los mismos asuntos: en las guerras por el poder, en los conflictos para lograr expansiones territoriales, en las luchas por la riqueza; sigue habiendo torturas -no tan salvajes, cierto, pero quizá peores precisamente por su refinamiento-; sigue habiendo reyes corruptos y héroes que lo apuestan todo en favor de la libertad, y una población que se arrima a los primeros o a los segundos, en función de la dimensión humana de cada uno.

Uno de los buenos es Jimmy Lai, el fundador del periódico de Hong Kong Apple Daily, que esta semana ha sido detenido -y luego liberado- a instancias del Gobierno de Pekín. Los empresarios de los medios de comunicación siguen constituyendo una amenaza para los gobernantes que pretenden impedir el ejercicio de la libertad, o el de la disidencia.

En tiempos de Lagherta los vikingos viajaban y saqueaban los lugares que encontraban al final de sus rutas marítimas. Pero también viajaban buscando la prosperidad con acuerdos comerciales, o lo hacían para conocer territorios lejanos. Y también, en ocasiones, los nórdicos abandonaban sus tierras buscando la supervivencia que ofrecen otras con mayores posibilidades.

Eso mismo, como vemos casi cada día, continúa ocurriendo. Las migraciones en busca de instrumentos que acerquen la felicidad, o al menos la subsistencia, persisten. Del mismo modo que se mantiene, también con frecuencia, el discurso contra los recién llegados. Como ha recordado el abogado Antonio Garrigues Walker en una entrevista reciente, “los movimientos migratorios son positivos para el país que los recibe”. Sin embargo, recuerda, a pesar de que más de tres millones de españoles tuvieron que refugiarse en Europa por razones políticas o económicas hace solo unas décadas, ahora muchos rechazan la llegada de migrantes del continente que nos mira, con envidia y entusiasmo, desde el sur del Estrecho de Gibraltar.

Lagherta, aquella legendaria guerrera, protegió el mundo vikingo con toda la fogosidad que reunió en sus múltiples batallas. Nosotros, porque no hemos aprendido gran cosa desde el siglo IX, debemos preservar el nuestro, aunque a menudo, asomados a la máxima perplejidad, advirtamos que eso significa, exactamente, protegerlo de nosotros mismos.

@affermoselle

13 agosto, 2020

https://www.elespanol.com

 2 min


Rafael Yuste

La crisis de la covid ha demostrado, entre muchas otras cosas, la fragilidad de la protección de la privacidad de nuestros datos personales y las carencias de los sistemas legales y administrativos, nacionales e internacionales, para abordar estos problemas. Escribo para poner de relieve un problema aún mayor: el de nuestra privacidad mental. Es un problema que nos viene de frente, pero que estamos todavía a tiempo de evitar.

Esta historia empieza en febrero de 2013 en el Congreso de Estados Unidos. En una reunión conjunta de la Cámara de Representantes y el Senado, el presidente Barack Obama pronuncia el discurso del estado de la Unión y anuncia el lanzamiento de un proyecto científico a gran escala y a largo plazo, la iniciativa BRAIN (Brain Research through Advancing Innovative Neurotechnologies: investigación cerebral a través de neurotecnologías avanzadas innovadoras).

Este proyecto, que Obama comparó con la gesta de llevar al hombre a la Luna, desarrollará herramientas que se aplicarán en cerebros de animales de laboratorio y en pacientes humanos. Estas herramientas (electrónicas, ópticas, moleculares y computacionales) servirán para registrar la actividad cerebral o para interferir con ella, colocando dispositivos invasivos (dentro del cerebro) o no invasivos (por encima del cráneo).

¿Por qué Obama lanza este proyecto? La neurotecnología es necesaria por razones científicas, clínicas y económicas. Desde la perspectiva de la ciencia es clave entender el cerebro, última frontera del conocimiento del cuerpo humano. Al comprender el cerebro, nos entenderemos por dentro por primera vez.

Desde el punto de vista de la medicina, las herramientas facilitarán el diagnóstico, la comprensión y la cura de enfermedades psiquiátricas y neurológicas, que resultan cada vez más devastadoras en la población.

En cuanto a la economía, la neurotecnología seguramente abrirá un campo enorme de desarrollo para empresas e industrias, como ocurrió con el proyecto del Genoma Humano [la gran iniciativa internacional de mapeo genético nacida a finales de los ochenta], que multiplicó por 124 la inversión en este campo. Este último fue el argumento más convincente para el Congreso de EE UU.

La iniciativa BRAIN, con una financiación estimada de 6.000 millones de dólares (el presupuesto no se ha visto reducido a pesar del cambio de inquilino en la Casa Blanca) está en su quinto año de los 12 previstos de duración, e involucra a más de 500 laboratorios que desarrollan todo tipo de neurotecnologías.

Es una revolución metodológica para la neurociencia, como ocurrió en la biomedicina con la técnica de secuenciación del genoma. Esto no está ocurriendo solo en EE UU: desde 2013 se han lanzado proyectos centrados en el cerebro en China, Japón, Corea, Australia, Canadá, Israel y la Unión Europea, aunados en una iniciativa BRAIN internacional.

Además de estos esfuerzos públicos, las empresas privadas, farmacéuticas y, sobre todo, las tecnológicas se están incorporando cada vez con más fuerza al desarrollo de interfaces cerebro-computador que conecten el cerebro a la Red. Estas interfaces pueden llegar a ser el equivalente a los iPhones del futuro.

Esta revolución neurotecnológica es buena, necesaria y, de hecho, urgente, como saben bien los lectores con familiares o amigos que sufren enfermedades neurológicas o psiquiátricas, y para quienes necesitamos desarrollar terapias más efectivas.

Pero la ciencia es neutra, y estas técnicas, que tanto bien pueden causar a la humanidad, también pueden tener consecuencias negativas. Sería posible, por ejemplo, usar la neurotecnología para leer la actividad cerebral de una persona, o interferir en su cerebro y cambiar su comportamiento. Esto no es ciencia ficción, es algo que hacemos ya con animales de laboratorio, y, antes o después, se hará en humanos. ¿Cómo de lejos estamos?

Desde el año 2008, un laboratorio en Berkeley (California) utiliza escáneres magnéticos para adivinar cada vez con mayor precisión en qué imagen está pensando un voluntario. Facebook está desarrollando una interfaz cerebro-computadora no invasiva, como una gorra electrónica, capaz de descifrar la palabra en la que el usuario está pensando y escribirla en la pantalla sin utilizar los dedos.

Este tipo de dispositivos pueden revolucionar la industria, pero también destrozar nuestra privacidad mental. La actividad cerebral genera no solo nuestros pensamientos conscientes, sino también los subconscientes. Registrar la actividad cerebral permitirá, antes o después, acceder al subconsciente.

Motivados por estos y otros avances, un grupo de 25 expertos científicos, ingenieros clínicos, psicólogos, juristas, filósofos y representantes de distintos proyectos sobre el cerebro de todo el mundo nos reunimos en 2017 en la Universidad de Columbia (Nueva York) y propusimos una reglas éticas para la utilización de estas neurotecnologías.

Pensamos que estamos ante un problema que afecta a los derechos humanos, ya que el cerebro genera la mente, lo que nos define como especie. Se trata, al fin y al cabo, de nuestra esencia: pensamientos, percepciones, memorias, imaginación, emociones, decisiones…

Para proteger a la ciudadanía de la aplicación indebida de estas tecnologías, hemos propuesto unos derechos humanos nuevos, llamados “neuroderechos”. De estos, el más urgente es el derecho a la privacidad de nuestro pensamiento, pues las tecnologías para leer la actividad mental están más desarrolladas que las tecnologías para manipularla.

Para defender la privacidad mental, estamos trabajando en tres líneas paralelas. La primera consiste en legislar la “neuroprotección”: pensamos que los datos obtenidos del cerebro, a los que llamamos “neurodatos”, deberían ser protegidos con el máximo rigor legal, igual al que se aplica en donaciones y trasplantes de órganos. Pedimos que no se pueda comerciar con “neurodatos” y que estos solo puedan ser extraídos con el consentimiento del individuo, por razones médicas o científicas.

Esta sería una medida defensiva para proteger de abusos, pero, a la vez, en una segunda línea de trabajo, proponemos ideas proactivas: por ejemplo, que las compañías y las organizaciones que fabriquen estas tecnologías se adhieran, de entrada, a un código ético, deontológico, igual que hacen los médicos con el juramento hipocrático. Con Xabi Uribe-Etxebarria, fundador de la compañía de inteligencia artificial Sherpa.ai, y con la Universidad Católica de Chile, estamos trabajando en este “juramento tecnocrático”.

La tercera línea de acción es la ingeniería, y consiste en desarrollar tanto hardware como software para que los “neurodatos” cerebrales se mantengan privados, y que sea posible compartir cierta información pero no otra. El objetivo: que los datos más personales nunca salgan de los dispositivos conectados a nuestro cerebro.

Una opción es que apliquemos sistemas que ya se usan con los datos financieros: archivos de código abierto, tecnología blockchain (para que siempre sepamos de dónde proceden), y contratos inteligentes (para evitar que los datos escapen de las manos adecuadas). Y, por supuesto, será necesario educar al público y lograr que ningún dispositivo pueda usar los datos de una persona a no ser que esta lo autorice puntualmente.

Este es sólo el comienzo del abordaje del problema. Estamos trabajando en España, en Chile y en otros países, además de con organizaciones internacionales, para concienciar a los Parlamentos y a los Gobiernos de la necesidad de actuar. En España, en concreto, el lanzamiento de la Carta de Derechos Digitales, dentro de la Estrategia Nacional de Inteligencia Artificial, puede ser un buen comienzo. Aunque España no sea líder en la creación de neurotecnología o inteligencia artificial, podría serlo en sus aspectos sociales y éticos.

En estos momentos urge prepararnos para prevenir la próxima epidemia, aunque no sea una epidemia vírica sino una que afecte a los derechos humanos más fundamentales. Es el momento ideal de sentar las bases del futuro, de la sociedad que queremos ser.

Neurobiólogo, trabaja en la Universidad de Columbia de Nueva York y en el Donostia International Physics Center de San Sebastián.

15 de agosto 2020

https://elpais.com/ideas/2020-08-15/protejamos-ya-nuestros-pensamientos....

 6 min


Jesús Elorza G.

Camarada, le recuerdo que el chance para participar en el concurso literario 'Cartas de amor a Hugo" vence el 28 de agosto, le dijo un miliciano a su compañero de armas. No te arrepientas, tú tienes esa vena poética que seguro te hará ganar en ese concurso....atrévete.

Tienes razón amigo, lo he venido pensando desde el día que anunciaron ese concurso y voy a participar. Pero desde ya te advierto, que lo voy a hacer con el espíritu revolucionario de la crítica y la autocrítica que son de una importancia capital para el desarrollo de la ciencia, de la literatura y de las artes, las cuales no pueden progresar sin discusiones fecundas, sin lucha de opiniones ni libertad de crítica.

-¿Y por qué dice eso camarada?

Todo proceso revolucionario, tiene o presenta etapas de avance y/o retrocesos y el método de la autocrítica permite al partido y demás organizaciones de trabajadores, descubrir y superar los errores y las insuficiencias de su actividad.

-Pero recuerda que es un concurso de amor al Comandante Eterno.

Por eso mismo te lo digo. No hacer una crítica frente a sus errores seria considerarlo como un 'Dios" y esa perspectiva de culto a la personalidad es simplemente contrarrevolucionaria.

-Verga, estás jugando con candela.

Una de las premisas revolucionarias es la Libertad de Expresión y allí no caben temores o ocultamiento de verdades que solo tienden a debilitar el movimiento. No me juzgues sin conocer mi trabajo, el cual he titulado "Hugo en versos" y en el que me paseo por las frases pronunciadas por nuestro comandante, que de alguna manera nos permiten evaluar no solamente su personalidad sino también sus propuestas políticas.

Voy a ello:

“Por ahora/ los objetivos que nos planteamos/no fueron logrados/ pero seguiremos en esta ruta prometedora”.

“En un sainete revolucionario/voy a freír a los adecos en aceite”.

“En la toma de posesión/hice mi juramento /sobre la moribunda constitución”.

“Marisabel eres mi capullo/esta noche te doy lo tuyo”.

“El triunfo de la oposición/es una victoria de mierda/en el referendum de la constitución”.

“Busche Busche/fo, fo /ese tipo huele a azufre”.

“Ocho estrellas en la bandera/el caballo enderezó su pescuezo en el escudo/ gracias a mi comandante Hugo”.

“Fidel tu eres el padre/de los revolucionarios de este continente/y yo tu fiel sirviente”.

“Ser rico es malo/ser enchufado es revolucionario”.

“El libre comercio capitalista/solo conduce al Alca, alca/ ...al carajo”.

“Lo digo sin disimulo/ Mr Danger eres un burro”.

“No soy monedita de oro para caerle bien a todos”.

“Coca no es cocaína/yo mastico todos los días/y miren como estoy/como una roca”.

“Hasta la vida siempre/ y se murió pa’ siempre”.

Camarada, dijo preocupado el miliciano, con esa Carta de Amor suya seguro que el jurado le va a asignar un lugar en La Tumba...

Que, ¿me van a enterrar?

-No, pero lo van a encerrar en esa cárcel del gobierno para todos aquellos que lo critican.

Bueno, entonces esta es una revolución de pacotilla que no cree en la Libertad de Expresión...Yo sí creo en ella y asumo mis responsabilidades.

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Daniel Asuaje

El comportamiento de la epidemia del COVID19 nos coloca en el inicio de la fase exponencial, muy lejos del pico de la curva y todavía mucho más de las fases de franca disminución de contagios y decesos. Es un patrón invariable: todos los países pasan por este calvario una vez instalado el virus. En sus fases tempranas lo más crítico puede demorarse, tal como pudo Venezuela por algún tiempo, pero la evolución desde una curva plana hacia una exponencial es inevitable. Retardar las altas tasas de morbilidad y mortalidad, así como su velocidad de ocurrencia es función de las capacidades gerenciales y médico asistenciales, niveles nutricionales, de salud y morbilidad existentes, factores muy deteriorados nacionalmente, así como del nivel de observancia del protocolo de cuidado por parte de la población. De todos ellos es el comportamiento de la población el más factible de ser modificado en el corto plazo mediante campañas comunicacionales de información y educación para convertirla en un factor decisivo en la evolución de la pandemia al cambiar su condición de ser parte del problema a serlo de la solución. Para poder hacer esta conversión debemos conocer cómo nos hemos venido comportando.

Al examinar en nuestro país la distribución de los contagios se observa que entre las personas infestadas:

  1. Más del ochenta por ciento son enfermos asintomáticos, no parecen ante los demás como personas enfermas ni se reconocen como tales a sí mismos, razones por las cuales ni ellos se aíslan responsablemente ni los demás los evitan preventivamente.
  2. Más del sesenta por ciento tiene entre 20 y 40 años. Esto derrumba la leyenda urbana de la predilección de virus por los adultos mayores.
  3. La mayoría es del sexo masculino aunque la diferencia porcentual es muy pequeña.
  4. La abrumadora mayoría se contagia en sitios públicos muy concurridos o en reuniones privadas.
  5. La distribución espacial muestra también que la mayoría de los casos se registran actualmente en las zonas de menores ingresos y más densamente pobladas, lo cual se asocia con menores niveles de información, baja capacidad económica para comprar guantes, mascarillas y anti bacteriales, así como también con menores capacidades para solventar el dilema diario entre guardar la cuarentena o salir en la procura del ingreso diario o de abastecimiento de la despensa hogareña. Mientras mayor es el nivel de ingresos mayores suelen ser los niveles de información y capacidad de maniobra económica frente a la cuarentena, por su parte los patrones festivos y de descuido en el seguimiento de normas preventivas se registran con frecuencia preocupante en todo el país y sectores sociales.
  6. Por último, se observa que personas contagiadas debido a la demora en la entrega de los resultados de los exámenes de PCR, no guardan la debida reclusión y aislamiento convirtiéndose en vectores del virus. El comportamiento difusor ha sido asociado comunicacionalmente con personas retornadas desde otros países, pero en realidad hoy día los contagiados en el extranjero son la minoría de los propagadores.

Por lo pronto nuestras observaciones sugieren que las mayores tasas de morbilidad están fuertemente asociadas con los comportamientos de: a) no reconocimiento o poca atención a los signos del contagio, b) incredulidad en la existencia real del peligro, c) fanatismo religioso (personas que no se protegen por haberse “colocado en las manos de Dios” (sic)), d) confiar en la suerte, que solo los de mala fortuna terminarán contagiados, e) aversión al peligro, es una conducta de negación del riesgo como respuesta a la ansiedad producida por la posibilidad de contagio, f) sensación de peligro remoto, admiten la existencia del peligro pero lo estiman social y/o espacialmente muy lejano negando la inminencia del riesgo y exponiéndose temerariamente al contagio. También cuenta el temor a ser recluido, aislado en un centro hospitalario o a ser señalado socialmente al ser diagnosticado positivo en COVID19.

Estos datos sugieren dónde poner el acento comunicacional, los objetivos a perseguir y el tipo de información necesaria para alcanzarlos. El énfasis debe ser puesto en tres grupos: entre quienes se ven obligados a asistir a lugares de apreciable concurrencia y contactos cercanos, entre las personas que atienden a los del primer grupo y, por último, entre los contagiados, especialmente los asintomáticos. Los resultados por alcanzar son: a) mayor observancia social de las recomendaciones de cuidado, b) racionalización de la frecuencia de salidas fuera de casa, c) tender a la mínima expresión estadística de fiestas y reuniones y d) mayor nivel de contribución activa de todos.

Desde sectores de la sociedad civil hay participación activa pero si los gobiernos asumen saberlo todo y desoyen a la ciudadanía, nos obligan a hacer por cuenta propia lo que bien podríamos hacer coordinadamente y a cruzar los dedos para que el azar del COVID nuestro de cada día nos ignore.

12 de agosto 2020

El Universal

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