Pasar al contenido principal

Opinión

Bernardo de Miguel

Donald Trump no es un pato cojo —la fórmula que define a los presidentes salientes en EE UU— pero Europa le ve como un animal políticamente herido por la gestión de la pandemia, los disturbios raciales y sus perennes vaivenes en la política internacional. La mayoría de los líderes europeos, con la canciller alemana Angela Merkel en lugar destacado, parecen decididos a dar la espalda al 45º presidente de EE UU al menos hasta que se dirima su posible reelección en los comicios del 3 de noviembre. A partir de entonces, los Veintisiete buscarán una redefinición de la relación con la potencia americana.

Europa da por amortizado el primer mandato de Trump (2016-2020) y no parece dispuesta a malgastar capital político en entenderse con un líder estadounidense cuya popularidad en el Viejo Continente ha caído a mínimos por su descarnada respuesta a los disturbios provocados en protesta por la muerte de George Floyd tras ser retenido en el suelo por un policía.

Con manifestaciones en contra del racismo en muchas capitales de la UE, las cancillerías europeas parecen decididas a congelar, o al menos poner al ralentí, las relaciones con Washington durante los cinco meses que faltan hasta las elecciones en EE UU.

“No cabe duda de que la relación transatlántica necesita de urgentes reparaciones”, reconoce la ministra española de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya. En solo tres años, EE UU ha pasado de ser el brazo protector del Viejo Continente a convertirse en el ariete que amenaza con derribar el orden multilateral en el que ha crecido y prosperado la Unión Europea

La mayoría de las capitales europeas son conscientes de que la revisión de los lazos con Washington será inevitable. Pero creen que la solución no es una ruptura sino un nuevo entendimiento. “No podemos responder a interdependencia solo con unilateralismo”, añade González Laya. En todo caso, el replanteamiento deberá hacerse más allá del 3 de noviembre, con Trump todavía como inquilino en la Casa Blanca o con el demócrata Joe Biden si llega a desalojarle.

“¿Relaciones transatlánticas? Es un asunto que deberemos abordar cuando se celebren las elecciones [el 3 de noviembre] y sepamos el resultado”, señalaba este jueves el representante permanente de Alemania ante la UE, Michael Clauss, en una videoconferencia organizada por el European Policy Centre para analizar las prioridades de la presidencia alemana de la UE (a partir del 1 de julio). El deterioro de la relación transatlántica, alimentado por los desplantes y amenazas de Trump desde su llegada a la Casa Blanca, entra así en una fase imprevisible en la que EE UU, de entrada, ha dejado de verse como el aliado incondicional para defender un modelo de vida basado en el Estado de derecho y en la democracia.

Constanze Stelzenmueller, analista senior de Brookings Institute, considera que “los gobiernos europeos están cada vez más consternados por la conducta caótica de la administración Trump. Y no solo en política exterior sino también durante una pandemia y una crisis económica de alcance histórico y ahora ante las protestas en todo el país”.

De manera significativa, la subcomisión de Derechos Humanos del Parlamento Europeo dedicó este viernes una sesión especial a analizar la violencia racista en el país de Trump a raíz de la muerte de Floyd. Un escrutinio que ese foro parlamentario reserva habitualmente para países como China, Turquía, Rusia o Egipto.

Maria Arena, eurodiputada belga y presidenta de la subcomisión de Derechos Humanos, defiende la necesidad de analizar la violencia vivida en los últimos días al otro lado del Atlántico. “EE UU es uno de los principales socios de la UE en el ámbito económico y diplomático, así que es normal que nuestra comisión se ocupe de la situación en ese país cuando alcanza un nivel casi de insurrección”, señala Arena.

La sesión parlamentaria ha rematado una semana de claro distanciamiento entre la UE y EE UU, marcada por la negativa de Merkel a asistir en Washington a la cumbre del G-7 con la que Trump aspiraba a pasar la mortífera página de la pandemia.

El ‘no’ de Merkel

El nein de la canciller ha frustrado la foto que hubiera permitido al presidente estadounidense reivindicar su liderazgo internacional tras verse cuestionado en su propio país por la gestión negacionista de la pandemia y por sus incendiarias intervenciones durante las protestas antirracistas.

La secuencia de la pandemia y el estallido de violencia también han bloqueado los incipientes lazos de la nueva Comisión Europea, presidida desde el pasado 1 de diciembre por Ursula von der Leyen, con la administración de Trump. El anterior presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, logró alcanzar un entendimiento con el presidente estadounidense que evitó una guerra comercial abierta.

La actual presidenta confiaba en mantener la frágil tregua y, tras un primer encuentro con Trump en la cumbre de Davos, esperaba visitar pronto la Casa Blanca. El encuentro, sin embargo, ha quedado aplazado sine die y, según fuentes comunitarias, dependerá en gran medida de que llegue a celebrarse o no la cumbre del G-7 anunciada por Trump y finalmente desconvocada. Sin contactos al máximo nivel entre Bruselas o Berlín y Washington, todo apunta a un semestre final de la presidencia de Trump que marcará un antes y un después entre las dos orillas del Atlántico.

Los continuos roces con Washington parecen haber agotado la voluntad de los socios europeos de mantener la ficción de una convivencia normal con Trump, al menos durante los próximos cinco meses. El portazo diplomático a Washington, sin embargo, es una estrategia arriesgada porque podría enconar aún más los ánimos de un líder propenso a los arranques de irascibilidad. Y su empeño en demoler el orden internacional podría resultar imparable tras una reelección.

6 de junio 2020

El País

https://elpais.com/internacional/2020-06-05/la-ue-da-la-espalda-a-trump-...

 4 min


En un punto - desde Schmitt y Weber, desde Arendt y Bobbio, desde Ranciere y Laclau - existe un común acuerdo en la filosofía política, y este dice: sin lucha por el poder, no hay política.

La política, invirtiendo a Clausewitzt, es la continuación de la guerra por otros medios.

Medios polémicos y, por lo mismo, gramáticos. En consecuencias, cuando enfrentamos a un enemigo no político, la tarea consiste en no dejarnos arrastrar hacia la lucha no-política, o lo que es similar, deber político es impulsar al enemigo no político hacia el espacio político y así sustituir la política de las armas por las armas de la política.

Alterando un tanto la terminología de Hannah Arendt - quien hacía la fina diferencia entre poder y violencia, aduciendo que el verdadero poder prescinde de la violencia - podríamos hablar de dos tipos de poder: el instrumental (económico, militar) y el político que viene del debate público. Poderes no excluyentes. Pues es bien sabido que tanto en la política nacional como en la internacional, el poder político no puede ni debe renunciar al poder no-político (instrumental). La razón es la siguiente: El poder político para que sea político, no suprime, pero sí subordina al instrumental. O dicho de otro modo: Entre ambos poderes ha de existir una mediación cuya función es impedir que el poder político ceda su hegemonía. Ahora bien, el ejercicio de esa mediación corresponde a los gobiernos. Es, si así se quiere, el atributo principal de la gobernabilidad.

Hay por lo tanto una paradoja. Por una parte, el gobierno aparece como máximo representante del poder, de tal manera que las demandas públicas y las protestas civiles son canalizadas en su contra, del mismo modo como todos los partidarios del gobierno cierran filas en su defensa. Pero por otra parte, al ser representación del Estado, su poder se encuentra extremadamente limitado pues el Estado – si no estamos hablando de una dictadura donde gobierno, partido y Estado constituyen una unidad- es de todos, sean gobiernistas o antigobiernistas. Vale decir: un gobierno resulta de la lucha partidaria, pero no puede ser (o parecer) como gobierno de un partido. Un ideal difícil de cumplir. De ahí que los gobiernos no partidarios sean, aun en los países más democráticos, excepción y no regla. Y es obvio, todo gobierno intenta, si no acrecentar, preservar su poder, de tal modo que no es extraño si el árbitro se convierte en algunas ocasiones en jugador (algo que nunca podría pasar en el fútbol). No obstante, cada gobierno ha de conservar ciertas formas, entre ellas, la de no renunciar a la representación del Estado que, repetimos, es de todos y no de algunos.

La puesta en forma del Estado por medio del gobierno, siendo excepción en periodos de estabilidad, emerge como necesidad cuando aparecen agentes internos o externos que ponen en peligro la integridad de una nación. Nos referimos a situaciones determinadas por guerras, catástrofes naturales y, por cierto, epidemias y pandemias. Bajo esas condiciones, no solo los gobiernos, todas las representaciones públicas, deben bajar la intensidad de sus conflictos. El gobierno a su vez, ha de asumir, no la representación simbólica sino real del Estado. En esas situaciones – dicho en tono decisionista – el gobierno es el Estado. Y, por cierto, el gobernante es, efectivamente, el estadista. No hay otra alternativa.

La puesta en forma del Estado reconoce tres posibilidades. El estado de emergencia (cuando el gobierno recurre a las leyes previstas), el estado de excepción (cuando el gobernante emite decretos no inscritos en la carta constitucional) y el estado de sitio (cuando el gobernante utiliza la represión militar suspendiendo derechos políticos y civiles). En el primer caso, el gobernante recurre a la autoridad de la letra constitucional. En el segundo, a la que confiere su mandato. En el tercero, a la fuerza represiva. La capacidad del gobernante, vista así, consiste en determinar cual ha de ser la forma de Estado que debe predominar en cada situación. La persona del gobernante es, en estos tres casos, radicalmente decisiva.

“El cargo hace al hombre”, dice el dicho. Aunque para completarlo, habría que decir: el hombre (la persona) confiere - o quita - dignidad al cargo. Y si quien ocupa el cargo de gobernante solo domina las teclas de la razón instrumental, desconociendo las de la razón política, por mucho que represente al Estado, en condiciones donde se requiere urgentemente de la segunda razón, puede terminar agravando la crisis, convirtiéndose en parte del problema. Es el caso de la gestión llevada a cabo dentro y fuera de su país por el presidente Donald Trump.

Difícil es negar a Trump sus habilidades empresariales. De hecho, antes de que asomara la pandemia, había contribuido a impulsar la economía norteamericana a altos niveles. Su propósito de derrotar a los principales adversarios económicos de su país, en especial a China, aún a riesgo de lesionar la norma diplomática, lo estaba logrando a carta cabal. Su preferencia por los compromisos bilaterales y su mal disimulado fastidio con las organizaciones supranacionales, sobre todo con la UE, parecía obtener buenos resultados.

Tres puntos no conocía, sin embargo, el presidente norteamericano. El primero, que la lógica de la economía no es automáticamente traducible a la de la política. El segundo, que en las relaciones políticas, tanto a nivel nacional como internacional, no siempre alcanzan éxito (incluyendo el económico) las unidades más robustas sino las más cooperativas. La tercera, que los logros económicos deben ser medidos no en breves sino en largos -a veces larguísimos – plazos. Las ganancias de hoy pueden ser las pérdidas de mañana.

Precisamente, uno de los historiadores que mejor maneja el análisis de los largos plazos, Yubal Harari, escribió las siguientes palabras sobre la gestión de Trump durante el periodo del corona virus:

“En anteriores crisis mundiales (como la crisis económica de 2008 y la epidemia del ébola de 2014), Estados Unidos asumió el papel de líder mundial. Sin embargo, el actual gobierno estadounidense ha renunciado a la labor de liderazgo. Ha dejado bien claro que la grandeza de Estados Unidos le importa mucho más que el futuro de la humanidad.

“Esa administración ha abandonado incluso a sus aliados más estrechos. Cuando prohibió todos los viajes procedentes de la Unión Europea, ni siquiera se molestó en notificarla con antelación, y mucho menos en llevar a cabo una consulta sobre una medida tan drástica. Ha escandalizado a Alemania ofreciendo supuestamente mil millones de dólares a una empresa farmacéutica de ese país para comprar los derechos monopólicos de una nueva vacuna contra la covid-19. Incluso si el actual gobierno estadounidense cambiara finalmente de rumbo y presentara un plan de acción mundial, pocos seguirían a un dirigente que nunca asume ninguna responsabilidad, nunca admite ningún error y que acostumbra a atribuirse siempre todos los méritos y achacar toda la culpa a los demás" (27 de abril, 2020).

Después que Harari escribiera ese artículo, la acción corrosiva de Trump ha continuado su curso. Ha utilizado la crisis para desprestigiar a su competidor económico, China, hecho que le ha valido críticas de todos lados. Ha retirado la colaboración financiera a la OMS justo en medio de la pandemia, mereciendo dura reprobación internacional. Ha culpado a los emigrantes latinos de infecciones virales, demostrado una peligrosa carencia de empatía y sensibilidad humana. Ha emitido declaraciones bélicas en contra de Irán en momentos donde había que imponer los signos de la diplomacia. Ha puesto precio a la cabeza de Maduro, sugiriendo invadir Venezuela con el solo propósito de obtener créditos electorales, paralizando y desnacionalizando a la oposición de ese país. Por si fuera poco, ha intentado elevar sus conflictos personales con Twitter a categoría de problema internacional, en el mismo momento en que los EE UU ocupan el primer lugar de la expansión pandémica. Estos y muchos otros hechos, han llevado a la ciudadanía norteamericana a un nivel de tensión, nerviosismo y crispación nunca antes conocido.

Las grandes ciudades estadounidenses han sido convertidas en escenarios de protestas multitudinarias. El asesinato cometido a George Floyd, podía, incluso debía, desatar esas grandes protestas. Pero las formas explosivas que estas han tomado, solo pueden ser explicadas por la existencia de un malestar que precedía al horrendo homicidio. Lo de Floyd, para utilizar una manida frase, fue la gota de agua que colmó el vaso. Un malestar que no se agota en la legítima protesta en contra de la discriminación racial. Por el contrario, la transciende. El hecho de que grandes multitudes (no solo afroamericanos) desafíen las medidas precautorias que conlleva la pandemia, haciendo oír su iracunda protesta en las calles, tiene que ver mucho con el malestar surgido en contra de la gestión de un mandatario que ha incumplido las normas básicas de gobernabilidad frente a su nación y frente al mundo.

La responsabilidad de un presidente no es solo hacer cumplir las leyes. Con su presencia y con sus frases debe mostrar a los ciudadanos que ellos no están solos, que existe un Estado que infunde tranquilidad y seguridad y que, en momentos de peligro, los representa a todos, sean del color que sean. Ninguna de esas tareas las ha cumplido Trump. No ha sabido erigirse en el estadista que el momento requería. Su país no lo merece.

5 de junio 2020

Polis

https://polisfmires.blogspot.com/2020/06/fernando-mires-gobierno-pandemi...

 7 min


Este jueves inició el espacio de debate “Plan País con el Presidente”, en el que el Jefe de Estado Interino, Juan Guaidó, junto a los técnicos de Plan País presentó a los venezolanos un diagnóstico claro del problema de la gasolina y las propuestas que el grupo de especialistas que integran los equipos de este acuerdo nacional han trazado para lograr soluciones a corto, mediano y largo plazo.

En esta oportunidad participaron junto al Jefe de Estado Interino el diputado Elías Matta, presidente de la comisión Permanente de Energía y Petróleo de la Asamblea Nacional y coordinador político de Plan País Energía y los técnicos de esta área, el economista José Toro Hardy, quien fue miembro del directorio de PDVSA, y Juan Szabo, ex vicepresidente de Exploración y Producción de la estatal petrolera.

El Presidente Encargado agradeció el trabajo, que durante más de año y medio, han realizado los 150 técnicos de Plan País Energía. “Gracias a su empeño, no solo académico sino práctico, tenemos trazada la ruta que permitirá recuperar la industria petrolera y generar una palanca para reconstruir al país”.

El economista José Toro Hardy realizó una radiografía de la destrucción de la industria petrolera que inició el régimen cuando despidió a más de 20 mil trabajadores con conocimiento y experticia, cambio la misión de la estatal petrolera y destruyó la infraestructura de la industria – empezando con el incendio de Amuay y la destrucción del Centro de Refinación de Paraguaná- pasando de producir 5 millones de barriles diarios a menos de 600 mil, llevándonos a importar toda la gasolina. A esto, se sumó – como recordó el diputado Matta- el manejo discrecional de la renta petrolera en fondos que no tenían control parlamentario y la expropiación de empresas privadas en el oriente y occidente del país.

El Presidente Interino agregó que Venezuela fue el cuarto país del mundo en inversión para su industria petrolera, inversión que hoy es evidente no llegó a donde debía. “Invirtieron 300 mil millones de dólares para dejar de producir 2 millones de barriles de petróleo”.

Por su parte el parlamentario Elías Matta advirtió además que las empresas no correrán el riesgo de venderle gasolina a una empresa con altos índices de impago y señalada de tener nexos con el narcotráfico y el terrorismo”. Esto sumado a la falta de intención del régimen de ayudar a los venezolanos imposibilita que se logre una solución si no hay un cambio político en Venezuela.

“Tenemos un futuro brillante y debemos retomarlo ya, porque se estima que la demanda petrolera subirá hasta el año 2.040 y ese boom debemos aprovecharlo para generar los recursos necesarios que nos permitan recuperar a Venezuela”, concluyó Toro Hardy.

Las soluciones de Plan País

Juan Szabo, uno de los especialistas de plan País, fue el encargado de presentar las propuestas que permitirán recuperar la industria petrolera y con ello la calidad de vida de los venezolanos una vez se conforme el Gobierno de Emergencia Nacional.

“Hemos trazado un plan con 150 profesionales venezolanos, la mayoría de ellos ex PDVSA, que ejecutarán las soluciones con los actuales empleados de la estatal petrolera que se dedican a las actividades diarias para garantizar la continuidad de la producción y venta del petróleo”.

Szabo explicó además que con el plan táctico de emergencia se regularizaría el intercambio comercial continuo de venta de crudo y compra de gasolina y otros combustibles desde la costa del golfo de EE.UU., parcial o totalmente vía CITGO, garantizando la cantidad, calidad y mejores precios del mercado para asegurar el consumo de combustible de los venezolanos.

“La cercanía del Golfo de EE.UU. permitirá reestablecer el abastecimiento regular de gasolina para los venezolanos en máximo 15 días, trayendo 100 mil barriles diarios – demanda real del país – y 40 mil barriles de diésel que garantizarán el flujo eléctrico a los ciudadanos y al mismo tiempo mantendrán la producción petrolera que en el occidente ha subido y bajado por las fallas continuas del servicio eléctrico”.

Se establecerá un programa de subsidio de la venta de gasolina hasta tanto se recupere el poder adquisitivo del venezolano, lo cual no ocurrirá hasta tanto se reconstruya la industria petrolera.

Para ello se incorporará personal con experiencia comprobada, empresas de servicio y de tecnología que permitan recuperar el Centro Refinador de Paraguaná y se establecerá un financiamiento creativo mientras se obtienen los recursos necesarios para invertir en la recuperación total de la industria, trazada día a día en Plan País.

Todos los ponentes coincidieron en la certeza de que una vez se logre la conformación del Gobierno de Emergencia Nacional, con el talento y esfuerzo del pueblo venezolano, y el apoyo del capital internacional se lograrán todas las soluciones propuestas.

“Destruyeron la industria petrolera y ahora nos toca a nosotros recuperarla y lo vamos a lograr”, concluyó el Presidente Interino, Juan Guaidó.

5 de junio 2020

https://www.planpaisvzla.com/post/plan-país-garantizará-suministro-de-gasolina-a-los-15-días-de-conformar-gobierno-de-emergencia

 3 min


Elías Pino Iturrieta

Shakespeare, en el primer acto de Ricardo III, hace que el cortejo fúnebre de Enrique VII pase frente a su asesino. Cuando la urna está ante el homicida, el cadáver del rey se pone a sangrar. La obra, una de las emblemáticas de los tiempos modernos, recoge una tradición que remonta a Platón y fue difundida por Marsilio Ficino durante el Renacimiento, sobre la lenta separación entre alma y cuerpo que sucede después de la muerte.

Ya Ronsard había escrito sobre cómo los cadáveres sienten pasiones, alegrías y pesadumbres como las de los vivos, o como las que habitaron su cuerpo antes de dejar la existencia física. Esas pasiones, aseguró, “vienen por el aire para hacernos saber la voluntad de los dioses”. Además: “Aportan pestes, languideces, tormentas y rayos; hacen ruidos en el aire para espantarnos”. También delatan a los homicidas, como se ve en Ricardo III.

En la Antigüedad se consideraba que los muertos no estaban muertos del todo: podían hacer irrupciones, no pocas veces amenazadoras, en situaciones del presente.

Los difuntos, según algunos tratadistas influyentes, en especial cuando acababan de fallecer, se convertían en seres inmateriales y volátiles que podían asentarse a su manera en la realidad para cumplir propósitos pendientes, buenos y malos.

Agrícola, un médico famoso del siglo XVI, aseguró que se refugiaban en galerías subterráneas y que no solo se conformaban con mirar el desfile de los vivos: los podían atacar y maltratar, de acuerdo con su humor o con alguna cuenta pendiente. Pero, como se ve en el teatro de Shakespeare, podían hacer justicia.

Se vuelve sobre el punto porque tal idea se incorporó a los usos del derecho penal de Alemania, en cuyas regulaciones se aseguraba que las personas fallecidas, debidamente interrogadas, podían ofrecer pistas sobre el delito del que fueron víctimas. “El muerto prende al vivo”, afirmaban policías y jueces.

Sobre el peso que ha tenido la idea de la permanencia de los muertos en la posteridad, y de la necesidad de tenerlos presentes para evitar percances que pueden ser costosos, se encuentra evidencia en los juicios contra cadáveres archiconocidos, procesos que no fueron insólitos y se consideraron como imprescindibles.

Hay dos muy dignos de atención, trajinados por los historiadores. En 897 se desterraron de Roma los restos mortales del papa Formoso, quien fue exhumado para que los jueces leyeran expedientes sobre su nefasto pontificado y lo sentenciaran a ser ahogado en el Tíber. En Basilea, año del Señor de 1559, sacaron los despojos de un rico propietario llamado Jean de Brujes porque se descubrió que en realidad se trataba de David Joris, un activo promotor de la iglesia anabaptista. El descubrimiento de su identidad obligó a un juicio póstumo y a una ejecución del cadáver en plaza pública, que fue comentada durante años y divulgada en profusión de gacetillas. Si se ponían en el banquillo, era por compartir el postulado de que conservaban poder desde el más allá, o de que ese más allá podía permanecer en el más acá si no se metía la mano.

Pudiera completar tales anales la exhumación de Bolívar dispuesta por el comandante Chávez, ritual penumbroso para ver qué cualidades sacaba del santón nacional el desenterrador; novísima demostración de la influencia que la política concede a los difuntos, y de cómo los puede aprovechar, no sin temeridad, en sus planes de dominación.

Otras resurrecciones han promovido el comandante y sus sacristanes, pero no precisamente para buscar la concordia después de remover tumbas sino para traer los rayos, las languideces, las pestes y los ruidos que refería Ronsard. Mas, como ahora hablamos del más aparecido de los venezolanos, cuyas salidas de la tumba solo se han convertido en malignas después de las paletadas de tierra empujadas por los “revolucionarios”, quizá convenga dejar las cosas de este tamaño porque muchos seguirán con la esperanza de sentirlo de nuevo entre los vivos.

Debe recordarse que las danzas macabras que han prevalecido a través del tiempo son encabezadas por esqueletos que vencen el tiempo para atormentar a los hombres del porvenir; que el folklore del mundo está habitado por aparecidos amenazantes esperando en la penumbra a la vuelta de la esquina; que el cuidado de no visitar los cementerios de noche, ni a solas, se mantiene y respeta para que los durmientes no despierten, para evitar sus iras; y que, aunque no lo confesemos, rezamos y ordenamos misas tras el deseo de que los finados tengan realmente fin. ¿No son pruebas suficientes del miedo que provoca su segundo debut, aun en nuestros modernísimos tiempos?

3 de junio 2020

@eliaspino

https://runrun.es/opinion/409828/los-aparecidos-y-el-miedo-por-elias-pin...

 3 min


Entre las mejores cosas me han pasado en la vida está el haber estudiado en la UCV. Dejo en mí una huella, de esas que te marcan hondo para siempre y te ayudan a pararte bien en la cancha de la vida. Digo lo que digo porque el último día del mes de mayo se celebró, en medio de los límites que impuso la pandemia, el Día del Egresado, es decir, mi día y el de otros miles que han pasado por sus aulas hasta recibir su título, en mi caso el de sociólogo, tras haber cometido la equivocación – no me mal interpreten los abogados – de cursar casi tres años de derecho.

El gobierno y la universidad

La conmemoración de este día me ha dado la ocasión, gracias al tiempo que nos brinda la cuarentena, para pensar en los últimos tiempos de la UCV y, en general, de las universidades públicas. Tiempos duros y complicados, debidos en buena medida a un Gobierno que las ha adversado de diversas maneras. Es cosa conocida, pero no está de más recordar los presupuestos deficitarios que han afectado seriamente las instalaciones y los laboratorios, la remuneración del personal, el desarrollo de proyectos y otras actividades propias de la academia, dejándola en un estado de precariedad que traba su desempeño. Adicionalmente, su concepción de lo que es la universidad pasa por revisar el concepto de autonomía a fin de que “…esta sirva para construir hombres y mujeres libres al servicio de la patria….", frase que no es sino la retórica que esconde su convicción de ponerla bajo control oficial, inspirada en un credo incompatible con los que es más distintivo de la universidad : la libertad de pensamiento.

A lo anterior hay que añadir otros antojos ideológicos, entre los que cabe mencionar su pretensión, mediante una decisión que el TSJ se sacó de la manga, de cambiar las normas electorales que rigen en el ámbito universitario, lo cual llevó a su suspensión durante alrededor de una década, convirtiéndose obviamente en un elemento perturbador del funcionamiento universitario, en lo que ha ayudado, pues todo hay que decirlo, una actitud que resulta inexplicable por parte de las autoridades, con importantes excepciones, que se han dejado ganar por la inercia y agobiarse por la coyuntura. Así las cosas, tenemos una Universidad quieta que no encara los desafíos que pautan estos tiempos.

No es sólo cuestión de vacunas

El coronavirus nos ha puesto a pensar, a unos más que a otros. No podía ser de otra manera, se ha vuelto una advertencia, señal del desacomodo que sufre el planeta y de la necesidad de transformarlo a fondo, no valen los cosméticos para disimular, cambiando cositas por aquí y por allá, pero para que todo siga igual. El asunto va en serio y alude, dicho en breve, al modo de vida adoptado por los terrícolas desde hace al menos cuatro décadas. En este sentido, bastaría con mencionar que el problema del cambio climático, del cual hablamos mucho y hacemos más bien poco, nos ha convertido en una “especie en extinción”, frase lapidaria del profesor Jeremy Ryfkin, a quien suelo citar, dado que resume los que muchos identifican, mediante diversas argumentaciones y con distintos énfasis, como una crisis civilizatoria. En fin, no es cuestión de que se descubra la vacuna y nos alistemos para retomar, con algunas variantes, el camino que nos ha traído hasta aquí.

Dentro de este marco, la Universidad tiene mucho en que reflexionar para ajustarse al siglo XXI.

Repensar la Universidad

No hay quien dude que la Universidad actual requiere modificarse en sus propósitos, estructuras y modos de funcionamiento, para ponerse a tono con la época que corre, en función de circunstancias inéditas que en buena medida derivan del volumen y rapidez con la que hoy en día se generan y difunden los conocimientos; del espectacular acortamiento de los ciclos que van desde la creación del conocimiento hasta su aplicación; de la aparición de nuevas disciplinas y sub disciplinas y de su inter relación, haciendo parte de los llamados sistemas de innovación, constituidos por diversos actores sociales, en función de intereses tanto públicos como privados. Nuevas circunstancias, digo, que se desprenden, así mismo, de la globalización del conocimiento; de las posibilidades que abre la digitalización y, por citar un último aspecto, entre otros muchos, de las tensiones que plantean alrededor de la propiedad del conocimiento, tal como ha salido a relucir a propósito de la pandemia.

La universidad debe participar en la solución de los desafíos (económicos, políticos, educativos, éticos …), que emergen de distintos campos del conocimiento, como la cognotecnología, biotecnología, nanotecnología, optoelectrónica, superconductores, inteligencia artificial, inteligencia aumentada y robótica, entre otros, expresión de la integración de lo físico, lo biológico y lo digital, desde donde se empieza a dejar ver lo que los que investigadores de distintas disciplinas han llamado el trans humanismo.

En suma, la denominada sociedad del conocimiento, que es a la vez la sociedad del desconocimiento- ambas constituyendo el marco dentro del que la toca ubicarse la universidad contemporánea – están cobrando forma transformaciones tecnocientíficas que han resuelto problemas antes no comprendidos, pero también han sembrado incertidumbres y dudas en torno a problemas provocados por ellas mismas, dando como resultado una enorme complejidad de la que, de nuevo, la pandemia nos ha dado varios ejemplos.

Un nuevo ethos

En la tarea de entonar a la universidad con el siglo XXI, llevamos un considerable retraso. Salvo iniciativas muy valiosas que se dan en algunas facultades y escuelas, su transformación, creo, no la tenemos trazada en una agenda de trabajo que plantee su concepción en torno a un nuevo ethos, como tal vez lo expresaría un filósofo.

Como oí en una conferencia, no tendrá sentido enseñar lo que se cree que se debe conocer, sino desarrollar las capacidades para descubrir, aprender a aprender, generar y reproducir de manera cada vez más original y extensa, hasta construir un conocimiento de bien común, social y económico, en medio de lo que, sin duda, asoma como la organización de la vida humana de acuerdo a un nuevo paradigma.

Así las cosas, yo, profesor de a pie de la UCV, me sumo a las iniciativas que impulsen la redefinición de políticas y planes orientados a la búsqueda de distintos modelos de organización para la UCV con referencia a sus funciones, a sus ámbitos de actuación, a su gobernabilidad, a su calidad y al rol que deben desempeñar al servicio a la sociedad venezolana, en su condición de institución pública.

El Nacional 4 de junio 2020

 5 min


Comisión Europea

El pasado 20 de mayo de 2020, la Comisión Europea hizo pública su estrategia para alcanzar un sistema alimentario justo, saludable y respetuoso con el medio ambiente mediante una forma novedosa de afrontar la producción de alimentos, su transporte, procesamiento, distribución, comercialización y consumo, en una realidad que obliga a la búsqueda de la sostenibilidad, hoy particularmente reforzada por las consecuencias del Covid 19.

“Esta estrategia tiene por objeto recompensar a los agricultores, pescadores y otros operadores de la cadena alimentaria que ya hayan superado la transición hacia prácticas sostenibles, facilitar la transición para los demás y crear oportunidades adicionales para sus empresas”.

Con la intención de contribuir a su difusión, nos permitimos incluir a continuación extractos del documento, el cual incluimos en extenso, así como su plan de ejecución, en anexos a este escrito, cuya lectura recomendamos a los interesados en el tema.

  • Existe la necesidad urgente de reducir la dependencia de plaguicidas y antimicrobianos, reducir el exceso de fertilización, aumentar la agricultura ecológica, mejorar el bienestar de los animales y revertir la pérdida de biodiversidad.
  • La transición hacia sistemas alimentarios sostenibles también es una enorme oportunidad económica.
  • Se desperdicia alrededor del 20 % de los alimentos producidos y la obesidad también está aumentando.
  • ….. los esfuerzos encaminados a endurecer los requisitos de sostenibilidad en el sistema alimentario de la UE deberían ir acompañados de políticas que contribuyan a elevar el nivel en todo el mundo, con objeto de evitar la externalización y la exportación de prácticas no sostenibles.
  • Procurar cadenas alimentarias que funcionen para los consumidores, los productores, el clima y el medio ambiente garantizando:
    • una producción alimentaria sostenible
    • garantizar la seguridad alimentaria
    • prácticas sostenibles de transformación de alimentos, comercio mayorista y minorista, hostelería y servicios alimentarios.
    • el consumo sostenible de alimentos y facilitar la transición a dietas saludables y sostenibles
    • la reducción de la pérdida y el desperdicio de alimentos
    • luchar contra el fraude alimentario a lo largo de toda la cadena de suministro alimentario
  • Facilitar la transición mediante:
    • investigación, innovación, tecnología e inversiones
    • servicios de asesoramiento, intercambio de datos y conocimientos, y capacidades
    • la globalización de la misma
  • La transición hacia sistemas alimentarios sostenibles requiere un enfoque colectivo que implique a las autoridades públicas en todos los niveles de gobierno (incluidas las ciudades y las comunidades rurales y costeras), los agentes del sector privado de toda la cadena de valor alimentaria, las organizaciones no gubernamentales, los interlocutores sociales, el mundo académico y los ciudadanos.

 2 min


​José E. Rodríguez Rojas

La FAO quedó entrampada en una política de permanente reconocimiento de los logros del régimen bolivariano, ponderando las bondades de los programas alimentarios, a pesar de sus carencias; y generando reportes y estadísticas desactualizadas, que son de precaria utilidad para la caracterización y análisis de la crisis alimentaria que atravesamos. Esto se desprende de un documento suscrito recientemente por 54 organizaciones relacionadas con el sector agroalimentario.

Conocí a José Graziano da Silva hace varios años en un congreso de la Asociación Latinoamericana de Sociología Rural celebrado en Quito. Allí me enteré de que era uno de los cuadros profesionales, en el área agroalimentaria, del Partido de los Trabajadores de Lula Da Silva. Posteriormente, en el 2006, ascendió a Subdirector General de la FAO y representante de la organización para América Latina, estando el movimiento bolivariano en su apogeo. Luego fue designado como Director General. Como líder de esta organización comenzó una relación con el régimen chavista que se tradujo en varios reconocimientos al régimen por su lucha contra el hambre. Las últimas fueron en los años 2013 y 2015, siendo Maduro el presidente. Uno de los reconocimientos más notables fue el de otorgarle el nombre del Chávez a uno de los programas contra el hambre de la FAO. Estas distinciones probablemente fueron sugeridas por Lula Da Silva o algunos de los aliados políticos del movimiento bolivariano.

Mientras los precios petroleros se mantuvieron en alza la posición de la FAO reflejaba una realidad, el régimen chavista al igual que el de Lula en Brasil había emprendido un conjunto de programas sociales y alimentarios que aliviaron la situación de los más vulnerables y mejoraron sustantivamente la seguridad alimentaria, entendida como el acceso de la población a los alimentos. Después del año 2014 los precios del petróleo se desplomaron y todo el andamiaje que se había construido sobre los ingresos extraordinarios del crudo colapsó. La inflación se desbordó y los indicadores de pobreza y de la población en inseguridad alimentaria se dispararon. A pesar del desastre social y alimentario que el gobierno de Maduro ha generado, la FAO ha continuado su política de enaltecer los logros del régimen.

Ello se desprende del contenido del documento elaborado por 54 organizaciones gremiales, de investigación y consultoría relacionadas con el sector agroalimentario venezolano, en el cual se señala que la FAO sigue alabando las bondades de los programas alimentarios gubernamentales, a pesar de sus carencias y sigue generando estadísticas desactualizadas que corresponden al periodo de la bonanza petrolera (Tal Cual. 2020). A los burócratas de los organismos internacionales les es difícil elaborar estadísticas o visiones que contradigan las de los gobiernos que los financian, debido a ello la burocracia de la FAO no encontró otra solución que repetir la película de la bonaza petrolera una y otra vez para complacer al régimen que le da de comer y escabullirle el bulto a generar información que permita describir el desastre social y alimentario que atravesamos.

El documento suscrito por las organizaciones señaladas comienza haciendo referencia al “informe sobre los impactos potenciales de la pandemia del Covid 19” sobre la seguridad alimentaria en América Latina, preparado por la FAO a solicitud de la Coordinación Nacional de la Presidencia Pro Tempore de México ante la CELAC; en el cual se señala de forma adecuada la crítica situación alimentaria del país, pero luego celebra la “buena práctica” del sistema de abastecimiento gubernamental comprendido en los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (ClAP). Las organizaciones alertan que destacar los CLAP como una “buena práctica” resulta paradójico pues el propio gobierno de Nicolás Maduro reconoció que hasta un 88 % de la población venezolana presenta problemas para adquirir las cajas o bolsas de comida lo que ha originado protestas por parte de los beneficiarios. El valor nutricional de estas cajas también es un tema a considerar pues contienen productos que ofrecen nutrientes desequilibrados y predominan los carbohidratos y las grasas, además de que los productos alcanzan para que una familia se alimente solo por cinco días. Destacaron también las denuncias en torno a os CLAP y el negocio corrupto que mantendrían los gobiernos de México, Colombia y Argentina con el chavismo a la hora de adquirir los productos (Tal Cual. 2020).

Muchas de las estadísticas de la FAO sobre Venezuela tienen el problema de que están desactualizadas y corresponden al periodo de la bonanza petrolera o son proyecciones de ese periodo y pasan por alto la crisis alimentaria que sobrevino después del año 2014. Es el caso del Global Nutrición Report al cual se refieren las organizaciones mencionada en su documento, el cual descansa sobre cifras que tienen 11 años de retraso. Se trata de proyecciones de revistas científicas, basadas a su vez en modelos de cálculos que utilizan cifras que no son consistentes con la situación actual del país. Las organizaciones señaladas ponen en tela de juicio también el Reporte Mundial de Crisis alimentarias 2020, ya que se basaron únicamente en el reporte de Unicef sobre la situación humanitaria del país, que no recoge información completa sobre el estado alimenticio de los niños más vulnerables sino de los infantes beneficiados por los programas, que es un número muy limitado pues se circunscribe a 100.000 niños, lo cual no es representativo de la situación nutricional de los niños más vulnerables del país (Tal Cual. 2020).

Por otro lado en el documento de las organizaciones mencionadas hacen un exhorto al gobierno y a las organizaciones internacionales a monitorear, sin opacidad, las necesidades de la población. Por lo tanto exigen que se emprendan mayores esfuerzos para comprender, actualizar y difundir la verdadera crisis alimentaria y nutricional que sufre el país (Tal Cual. 2020); ya que como es evidente con la información desactualizada aportada por los reportes y estadísticas de la FAO, es imposible tener una visión razonablemente cercana a lo que sucede actualmente.

Nota: Entre las organizaciones autoras del documento mencionado en el escrito se destacan las dedicadas a la investigación y la consultoría como el CIAAL de la ULA(Mérida), el Cendes de la UCV, la Fundación Bengoa y la Red Agroalimentaria de Venezuela.

Referencia

Tal Cual. 2020. “54 organizaciones exigen más pericia en informes sobre situación alimentaria en Venezuela”. 26 de mayo.

Profesor UCV

 4 min