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Opinión

Analítica.com

Editorial

Aunque es evidente que la carencia de combustible en el país no es generada por las sanciones porque estas, si acaso, atañen a los suministradores de gasolina hacia Venezuela, resulta risible y patético cuando el régimen hace una campaña para atribuirle peso a algo que más bien debería darles vergüenza en un país que producía 1.300.000 barriles por día en la era democrática y que ahora prácticamente no produce ni un barril y tiene que importar el precioso líquido.

Lo increíble es que se jactan de una gran victoria cuando 5 tanqueros iraníes les vendieron, a precio en oro, lo suficiente para abastecer el consumo menguado actual por apenas escasas dos semanas. El chiste que corre en las redes sociales es muy diciente, al decir que celebrar con bombos y platillos la llegada de la gasolina importada, sería lo mismo que celebrar que una esposa esté preñada de otro que no sea el marido.

El otro asunto curioso es que ahora sin rubor Maduro anuncia que la gasolina será facturada en dólares porque él, que hace todo por este país, la tiene que pagar en divisas. A confesión de parte, relevo de pruebas, reconoce que ya no se produce y que tiene que comprarla a quien se la venda al precio que sea. No olvidemos que el Caracazo fue la consecuencia de un modesto aumento de 5 céntimos de dólar el litro y quienes auspiciaron las protestas populares son, en gran parte, los que hoy disfrutan de las mieles del poder. Como siempre hay dos varas para medir, una cuando se es oposición, otra cuando se es gobierno.

Por último, utilizar el discurso demagógico y populista de que habrá un subsidio para los que tengan el carnet de la patria es algo, no sólo inconstitucional, porque todos somos iguales ante la ley, sino un mecanismo de control social y división de clases -no sociales-, con base a si te pliegas o no ante los caprichos del régimen.

Un país regido por esa manera de entender y practicar la política será para siempre pobre y sin futuro relevante, pero la nomenclatura o clase dirigente tendrá unas condiciones de vida groseramente superiores a la mayoría de la población. Eso lo escribió en 1956 Djillas, antiguo dirigente comunista en Yugoslavia, quien recalcó que el único logro de la revolución sovietica fue el de empoderar y enriquecer a los miembros del politburó del partido comunista, al mismo tiempo que se empobrecían las masas que supuestamente iban a ser las beneficiarias de la “revolución”.

Cosa veredes Sancho, como decía el Quijote, que en pleno siglo XXI los únicos beneficiarios de esta “revolución tropical” son los dirigentes del PSUV, los enchufados que los acompañan y algunos cuantos militares que se enriquecen con cualquier actividad ilícita que el régimen.

https://www.analitica.com/el-editorial/la-gasolina-como-arma-politica/

 2 min


Fue un rumor fuerte. Se decía que el joven líder de la oposición venezolana se encontraba escondido en la residencia de un diplomático europeo. Las autoridades mandaron a cortar los servicios de agua, electricidad y gas en la casa del embajador de Francia en Caracas, mientras algunos oficiales del Servicio Bolivariano de Inteligencia (SEBIN) cerraron varias calles e impidieron el acceso a esta vivienda. El gobierno francés tuvo que intervenir para que cesara el acoso. Sin embargo, eso no ha detenido al chavismo. “El señor Juan Guaidó no se salva de esta”, sentenció unos días después Cilia Flores, esposa de Nicolás Maduro y alta dirigente del partido oficial.

Todo forma parte del mismo proceso que comenzó el 23 de enero de 2019, cuando Juan Guaidó, como presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, denunció la ilegítima reelección presidencial de Maduro y se proclamó como presidente encargado del país. Guaidó convocó a Venezuela a recorrer una ruta que consistía en el “cese de la usurpación”, la instalación de un “gobierno de transición” y la realización de “elecciones libres”. Sin embargo, todavía no se ha logrado superar el primer paso.

Ahora la esperanza parece haberse evaporado. La situación socioeconómica está mucho peor y el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) acaba de declarar que la directiva opositora de la Asamblea Nacional es nula e ilegal. La usurpación continúa y amenaza con ponerle fin a Juan Guaidó.

La estrategia del chavismo fue clara desde el inicio: apostar por el desgaste opositor, ignorar indolentemente las urgencias populares y endurecer la censura y la represión ante cualquier manifestación disidente. Este programa, además, ha encontrado una buena correspondencia, un apoyo, en los errores del liderazgo de la oposición.

El tiempo fue y es un gran enemigo para Guaidó. En un contexto de control de la información y criminalización de la protesta, la posibilidad de una rebelión popular fue volviéndose cada vez más imposible. El proceso infructuoso de intentar conseguir una implosión interna de la fuerza militar terminó debilitando a Guaidó, desnudando la virtualidad de su gobierno y —aupado por los sectores más radicales— terminó cediéndole iniciativa al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien —como se sabe— parece más dispuesto a jugar batalla naval por Twitter que a comandar realmente una invasión a Venezuela.

El chavismo siempre ha tenido una ventaja: sabe esperar y puede hacerlo. Durante todo este tiempo ha estado diseñando una nueva oposición, un liderazgo opositor a su medida que le permita fingir mediocremente que cumple con la ceremonia de las formas constitucionales y, de esta manera, tomar control del parlamento, tener mayor capacidad de maniobra e intentar entonces recuperar alguna legitimidad a nivel internacional.

La directiva que acaba de reconocer el TSJ está conformada por un grupo políticos de medio pelo, exmilitantes de partidos de oposición sobre quienes hay denuncias de corrupción. Las apariencias que guardaban al inicio se han ido poco a poco deshaciendo y ya parecen sinuosos burócratas del chavismo. Ellos, sin embargo, podrán ahora organizar y coordinar una de las tareas pendientes del parlamento: la elección de los nuevos miembros directivos del Consejo Nacional Electoral.

Se trata de una decisión crucial, sobre todo de cara a este año, cuando, legalmente, deben realizarse nuevas elecciones parlamentarias en el país, una circunstancia que pone a los partidos opositores entre la Constitución y la pared. Si no participan, se perdería ya finalmente el último espacio democrático, de representación popular, que queda en el país. Si participan, estarían legitimando la estructura usurpadora del chavismo que ocupa todas las instituciones de Venezuela y que no garantiza el reconocimiento de una victoria electoral adversa.

Finalmente, el chavismo ha generado todo un enjambre legal y una maraña política que, desde afuera, resulta difícil de comprender. La confusión también puede ser una forma de control.

Este escenario plantea un enorme desafío a la comunidad internacional. Muchos países, tanto de la región como del resto del mundo, reconocen a Guaidó como la autoridad legítima de Venezuela. Este apoyo podría incluso mantenerse en estos tiempos de crisis, cuando, después la patética experiencia de la Operación Gedeón —una irrupción mercenaria que pretendía capturar a Maduro y que, supuestamente, contó en algún momento con el apoyo del presidente encargado—, el liderazgo de Guaidó está aún más debilitado.

Muy pronto, todos esos países también deberán enfrentar el ineludible tema de una nueva elección parlamentaria y, de la misma manera, estarán obligados a debatir si aceptan o no los resultados. No parece probable que puedan, entonces, sostener la misma relación orgánica que ahora tienen con la oposición. Todo quedaría suspendido en un raro limbo jurídico. Juan Guaidó solo sería —simbólicamente, por supuesto— un expresidente interino.

El ciclo de Guaidó, al menos como presidente de la Asamblea Nacional, siempre tuvo los días contados. En más de una ocasión actúo con valentía y, sin duda, ha pasado muchos meses trabajando duro y arriesgándose por la causa democrática del país. Pero también cometió errores. Y la estrategia del chavismo ha funcionado.

El problema ahora va más allá de su liderazgo. Lo que está en el horizonte es el fin de cualquier posibilidad democrática en el país, la liquidación definitiva de la institucionalidad, la desaparición de cualquier interlocución interna para la comunidad internacional.

No es una disyuntiva menor. Con la pandemia del coronavirus se ha agudizado la crisis humanitaria de la población y, por eso mismo, cada vez más, también se ha evidenciado la distancia que existe entre las élites políticas y la mayoría de la población. Las dirigencias del chavismo y de la menguada oposición viven en su propia guerra, una guerra distinta a la lucha por la supervivencia que diariamente deben enfrentar los ciudadanos del país. Frente a las turbias maniobras de la política, se alza la diáfana y trágica emergencia popular.

Es necesario regresar a las víctimas. A los que viven sin agua. Sin electricidad. Sin gas. Sin comida. Sin medicinas. Sin seguridad. Sin voz. Sin voto.

31 de mayo de 2020

NY Times

https://www.nytimes.com/es/2020/05/31/espanol/opinion/juan-guaido-venezu...

 4 min


Julio Castillo Sagarzazu

El año 1988 tuvo lugar el referéndum para que los chilenos se pronunciaran sobre el destino del régimen político instaurado por Pinochet. Aquella campaña electoral fue un laboratorio de nuevas ideas y concepciones de la comunicación política.

El debate, sobre cómo debía enfocarse esa campaña, enfrentó dos corrientes. Por un lado, la de los dirigentes tradicionales de las organizaciones que habían vivido la dictadura (socialistas, comunistas, democratacristianos) Todos con el pedigrí suficiente y la autoridad moral y política para hacer oír su voz y, por el otro, una camada de chamos nacidos o educados en el exilio de sus padres en las mejores universidades norteamericanas y europeas.

Estos últimos, terminaron imponiendo su posición sobre la manera de abordar el desafío electoral. Todo esto esta recogido en una película que ningún dirigente político puede dejar de ver, titulada “NO” y a la cual remito para no tener que explicar los detalles de esa confrontación de ideas tan interesante.

Basta con señalar aquí que la consigna que presidio la campaña que llevo a la victoria por más de 10 puntos al NO, fue “CHILE, LA ALEGRIA YA VIENE”, cuyo jingle y canción completa invito igualmente a escuchar. Su imagen fue un arcoíris con los colores de todos los partidos de que la apoyaban.

La tesis de presentar las atrocidades de la dictadura con su secuela de desmanes, crímenes y violaciones de los derechos humanos, que era la manera como se había concebido por años la estrategia política de la oposición, fue desechada. La alegría, se suponía que implicaba muchas cosas para el cambio en Chile, entre ellas, la justicia y que no hubiera impunidad. Fueron magistrales en comunicar esa idea.

¿Por qué es útil tratar este tema hoy en Venezuela?

Pues porque siempre es necesario recordar que una de las funciones de la política es vender esperanzas, convencer de que siempre se puede vivir mejor y sobre todo de que vale la pena luchar para eso. Por eso, matar la esperanza y provocar las condiciones para la desesperanza inducida, el síndrome de Estocolmo y la desmoralización son armas tan usadas por los regímenes que quieren bloquear los cambios.

Una de las celadas que suelen tender es la de magnificar su crueldad. Recordemos como nos trasmitieron en vivo y directo la muerte de Oscar Pérez, las imágenes de Requesens detenido. Comunicar la idea de que son malos, que contra ellos no podemos hace nada y después lograr que nosotros mismos reproduzcamos su maldad, es una de librito de todas las policías políticas del mundo desde la Gestapo al G2.

Por eso, cuando se está en un ambiente tan feo, es bueno saber cómo hacemos para no embarrarnos de todo lo sucio que nos rodea. Habría que ver como desciframos el misterio de las garzas blancas que no manchan sus plumas con el barro del estero o imitar la sabiduría del del médico que no deja contaminarse del mal de su paciente pues entonces no podría curarlo.

Hay un ejemplo maravilloso de como sortear lo feo y producir sensaciones que queremos comunicar positivamente. Ese ejemplo es Tosca, quizás la más conocida ópera de Puccini. Se trata de un verdadero Thriller, muestra la corrupción, la tortura, la traición política en la época de la invasión napoleónica a Italia. Me imagino que Puccini sabía que esta tragedia sería imposible de vender como la historia desagradable que era. ¿Qué hizo? Pues le compuso dos de las más bellas y melodiosas arias que tenga opera alguna: E lucevan le estelle y Recóndita armonía. Al escucharlas es evidente, que lo escabroso pasa a un segundo plano.

O el de dos renombrados científicos Francis Crick, James Watson y Maurice Wilkins quienes descubrieron el ADN y por ello se hicieron acreedores al Premio Nobel. Preguntados por un periodista sobre el por qué habían representado su estructura con la forma y colores con las que la hicieron, respondieron “porque era más bonito así”.

Pues si, llegado un momento, la alegría, la belleza, la esperanza, pueden llegar a ser ideas subversivas, pueden convertirse en un eje movilizador. La mente humana está preparada para ello. De hecho existe un mecanismo que opera como una suerte de “Tamiz Hedónico” mediante el cual tendemos a olvidar los sucesos desagradables en favor de los agradables.

Es de preocuparse entonces cuando constatamos como el régimen venezolano logra tasas importantes de desesperanza inducida, de pesimismo militante, ayudado por legiones de escribidores y opinadores que les comprar ese pescado podrido; por repetidores de su invencibilidad; por samuráis que se destripan a diario; por auto flagelantes de oficio; por propagadores de la tesis chimba según la cual “todos son iguales”; por los que meten en el mismo saco a víctimas y verdugos, a presos y carceleros. Han logrado, entre todos, crear un engendro monstruoso de mil cabezas que hasta se alegra de que pongan pero o maten a un opositor porque de acuerdo con sus estándares, la víctima, como los sospechosos de la Ley Robespierre, podría ser colaboracionista.

Esta actitud absurda, evita el verdadero debate sobre los errores que el liderazgo opositor a Maduro ha cometido, lo convierte en un debate de pasiones y no en uno de ideas.

Como dijimos arriba. No podemos curar a Venezuela si nos enfermamos del odio que combatimos, de la misma manera que los médicos y enfermeras no pueden curar a los enfermos de coronavirus si se contagian.

Valdría le pena incluir esto en el debate. Seria importante crear una fábrica de optimismo y alegría para usarlos como arma de cohesión. Una vez estuvimos por millones en la calle cantando aquella canción “quietarnos los miedos, sacarlos afuera, pintarnos la cara color esperanza, mirar al futuro con el corazón..

¡SABER QUE SE PUEDE, QUERER QUE SE PUEDA!

 4 min


Luis Ugalde

Los obispos venezolanos cierran el mes de mayo con un documento muy difícil de rechazar como falsificación de la realidad nacional. Recomendamos leerlo íntegro. De manera apretada reproducimos en nuestro corto espacio párrafos claves con subrayados nuestros. La Conferencia Episcopal nos habla de una “dramática situación de dolor, violencia y sufrimiento que padece la inmensa mayoría de los venezolanos y que hemos calificado como moralmente intolerable. La presencia de la pandemia no ha hecho sino poner en evidencia las múltiples carencias que sufre el pueblo y la incapacidad de dar respuestas adecuadas”. (2)

Después de reconocer y agradecer a los que trabajan con riesgo y medios insuficientes en el área de salud y también el gran comportamiento cívico de la mayoría de los venezolanos acatando la cuarentena, mostrarse de acuerdo con algunos aspectos de la actuación del gobierno y apuntar hacia la necesaria y cautelosa reactivación, pasa a lo más grave, que es anterior con el agravante de la pandemia en nuestro país.

Escuchan “un inmenso clamor que sube al cielo ante el desamparo de millones de hombres y mujeres sin recursos económicos, sin comida, sin medicinas, sin trabajo, sin servicios adecuados de electricidad, agua, transporte, gas doméstico y combustible” (6). “Nuestro pueblo, todo, sin distinción, está inmerso en una cadena de calamidades” (6). “Económicamente vemos al país a la deriva, sin planes económicos ante la posibilidad del cierre de empresas y que muchos trabajadores queden sin empleo; igualmente ocurre con los trabajadores de la economía informal” (7). “El país está cerca de una quiebra económica de grandes proporciones” (7). Por lo cual, la Conferencia Episcopal concluye “es inaceptable que continúe la situación que vivimos” (8).

Urge “una acción moral de gran calado, una sacudida ética y una convergencia políticosocial que nos encauce hacia el deseo común: un cambio fundamental” (8). “No es eliminando al que piensa diferente que se saldrá de esta crisis, sino incluyendo en la búsqueda de soluciones concertadas a todos los factores políticos y a las distintas instituciones que hacen vida en el ámbito nacional…” (9). “Venezuela no podrá salir de esta situación, si todo el pueblo no interpela definitivamente a las autoridades y al conjunto del liderazgo político, social y cultural y se declara en emergencia nacional. Es urgente superar la actual exclusión política, social, económica y hasta espiritual, con la conciencia y voluntad inequívocas de un cambio fundamental acordado con el máximo de legalidad y legitimidad, sin violencias y en paz. Para ello, urge lograr la reconciliación y el perdón, construyendo caminos de justicia y vida. Necesitamos un nuevo clima espiritual y liderazgos renovados que, superando la corrupción y el fraccionalismo, sean capaces de inspirar y movilizar los ánimos y el trabajo creativo de todos” (9). “

“Llamamos, pues, escuchando a nuestro pueblo, a un acuerdo nacional inclusivo de largo alcance que salve a Venezuela de la gravísima crisis en la que se encuentra sumergida y a iniciar procesos para rescatar y recuperar el país social, política y económicamente. Dejar el radicalismo y el favoritismo para pensar en los demás, en los pobres, en los olvidados de siempre, para que Venezuela vuelva a tener esperanza en la que todos cabemos sin distingos. La insostenibilidad moral de la situación actual exige ese cambio radical, ir a la raíz, al fondo, en función de la vida, libertad, solidaridad, fraternidad, exigidas por el Dios del amor y por la confesión de fe en la dignidad y fraternidad humanas. El mejor aporte que como ciudadanos podemos hacerle al país, es que desde nuestras instituciones sociales acompañemos la búsqueda de una salida, que necesariamente pasa por la inclusión de todos, el diseño de un nuevo modelo de país y la conformación de instituciones públicas, con valores democráticos, que sirvan al pueblo y procuren el desarrollo humano integral y social” (10).

Los obispos, aunque quisieran no pueden decir más. Ahora hace falta que el régimen reconozca esta dramática realidad que ninguna propaganda puede ocultar y que se agrava de día en día. Somos el país con menor salario, mayor hiperinflación, mayor decrecimiento de la producción, más incremento de la pobreza y mayor huida del país. Reconocerlo es un paso imprescindible para curar al enfermo grave, sin engañarse diciendo que se trata de un simple resfriado. Su solución requiere un nuevo gobierno inclusivo y legítimo, nuevo régimen con apoyo nacional masivo y con relaciones internacionales con todas las naciones, libre de sanciones de castigo contra el actual régimen de mal común y con apoyo humanitario a la reconstrucción democrática del país.

31 de mayo 2020

ArticularNOS

https://articularnos.org/2020/05/31/catastrofe-sin-salida/

 3 min


Antonio Di Giampaolo

LA CUARENTENA INTERMITENTE (75)

La experiencia de la emergencia sanitaria global ha impuesto una narrativa que apunta hacia la llamada normalidad relativa, supervisada o vigilada que otros han acuñado como “nueva normalidad” y superar la cuarentena y el confinamiento y describir una nueva fase de la vida que incluye además de las normas de prevención e higiene personal, también el distanciamiento social y la movilidad restringida. Los países cada cual según sus particularidades y las decisiones de las autoridades van adentrándose gradualmente a la reactivación parcial y controlada de actividades industriales, comerciales y empresariales, así como a la prestación de servicios y el desempeño de la cotidianidad ciudadana.

El anuncio oficial del levantamiento parcial de la cuarentena en Venezuela ha generado satisfacción en ciertos sectores de la población, así como conformidad en unos y preocupaciones crecientes en otros. Un inusual esquema de reinicio temporal de labores por cinco días y la eventual vuelta a la cuarentena por diez días, nuevamente, deja dudas sobre la naturaleza de la disposición que no pareciera responder al comportamiento epidemiológico de la enfermedad sino a otras motivaciones. La atención en oficinas públicas, así como en registros, notarias y tribunales continúa suspendida. La apertura, por franjas horarias de actividades bancarias e industriales y del comercio minorista, constituye el presagio de una “curiosa normalidad”. La medida como es de suponer no aplica a las localidades sometidas a toque de queda por la presencia de focos de infección, pues sigue vigente el Estado de Alarma debido a la pandemia que ha sumado un millar y medio de casos y por la cual 14 personas han fallecido.

El epidemiólogo Gabriel Leung, Decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Hong Kong ha señalado que como no es factible sostener un confinamiento severo de manera indefinida, hasta alcanzar la inmunidad general, es necesario explorar cuarentenas de características flexibles. Hay naciones que ya iniciaron paulatinamente un proceso de desconfinamiento, algunos con la llegada del mes de junio comienzan el levantamiento de ciertas restricciones, como es el caso de Panamá y Costa Rica, otras como Colombia anuncian la extensión de la cuarentena, y en ciertos países como Perú, Ecuador, Chile, Argentina y en especial México y Brasil, sigue la incertidumbre, pues constituyen focos de la pandemia en Latinoamérica. A la fecha la OMS ha emito 132 reportes situacionales sobre La Covid-19. La pandemia ha cobrado la vida de cerca de cuatrocientas mil personas y más de seis millones de personas, en todo el mundo, se han contagiado por el nuevo coronavirus. Todavía no existe un tratamiento terapéutico definitivo y, varios ensayos clínicos están en pleno desarrollo, para garantizar una vacuna que asegure la cura de la enfermedad.

El año 2020 alcanzó a Venezuela en una profunda crisis signada por la diatriba política, el caos institucional, la debacle económica y el drama social. Sin duda el comienzo la década será recordado no solo por la COVID-19 y el prolongado confinamiento sino por racionamiento de combustible y el fin de la gasolina más barata del mundo, que caracterizó por décadas al país petrolero. Para mucha gente la estrategia de la “cuarentena social voluntaria, colectiva” y ahora “intermitente” responde a la necesidad de incidir en una movilidad restringida motivado a la escasez de combustible y la necesidad de sostener inventarios, más que al comportamiento endógeno de la pandemia. ¡Amanecerá y veremos!

@ADIGIAMPAOLO

#CrónicaDeCuarentena (75)

LA PANDEMIA DE LA CORRUPCIÓN (74)

Hay otra pandemia que recorre el mundo y no es la provocada la Covid-19, sino por el pernicioso virus de la corrupción que persigue la ganancia desmedida, con la finalidad de apropiarse de los fondos públicos, y el afán de lucro inescrupuloso mediante negociaciones turbias a costa d gestiones administrativas, bajo el manto de la emergencia sanitaria global. La corrupción es uno de los vicios de la sociedad y genera múltiples secuelas en la vida de la gente.

En Panamá, por ejemplo, sorprende que más de treinta tres mil personas hayan sido amonestadas, multadas y detenidas por violar disposiciones de la severa cuarentena, por cierto, una cantidad muchísimo mayor que el reporte oficial de contagiados por el nuevo coronavirus. Aunque más escandalosas son las noticias, en el país centroamericano, en relación al sobreprecio de respiradores artificiales, la contratación de un hospital de campaña, las compras de medicamentos y hasta la falsificación de salvoconductos. Los tentáculos de la corrupción administrativa lucen variopintos e infinitos.

En México el tráfico de influencias quedó en evidencia por las denuncias entorno a la negociación fraudulenta de ventiladores mecánicos que apuntan a familiares de funcionarios públicos. En Guatemala el ministro de salud fue destituido por compras anómalas de equipos de bioseguridad. En Honduras 292 alcaldías son evaluadas por el sobreprecio en alimentos y medicinas. En Colombia una tercera parte de los mandatarios regionales están siendo investigados por negociaciones fraudulentas de ambulancias, compras sobrevaloradas de productos para programas de alimentación y manejos irregulares en la adquisición de medicamentos. Como la corrupción administrativa no tiene fronteras, atravesando montañas el sobreprecio en respiradores artificiales llegó también a Bolivia. En Ecuador hay denuncias en relación a las compras hospitalarias de bolsas para cadáveres. En Argentina las compras de mascarillas y los contratos de albergues para contagiados son objeto de investigación. En Brasil crearon una unidad de investigación policial denominada “Corona Jato” que detuvo a gobernadores y alcaldes por irregularidades administrativas. El problema es de tal magnitud que recientemente la CAF, el Banco de Desarrollo de América Latina, realizó un webinar para analizar la corrupción a la luz de la pandemia.

En Venezuela las críticas al manejo clientelar y partidista de los programas sociales no son nuevas y ahora se han intensificado por la eventual activación del sistema del “Carnet de la Patria” para el abastecimiento de combustible. El problema de la salvaguarda de los fondos estatales es antiguo, al punto que en el siglo antepasado Simón Bolívar prescribía la pena capital como mecanismo punitivo contra la corrupción admirativa y el manejo ilegal de los dineros públicos. En el Congreso de Angostura El Libertador propuso el Poder Moral para el control de la gestión pública y es suya la preocupación en relación a que “la impunidad de los delitos hace que estos se cometan con más frecuencia: Al fin llega el caso que el castigo no basta para reprimirlos”. Para la otra pandemia, la de la Covid-19 todavía no hay tratamiento definitivo, ni antídoto alguno.

¡Amanecerá y veremos!

@ADIGIAMPAOLO

#CrónicasDeCuarentena (74)

 5 min


Rafael del Naranco

En Venezuela, tras haber dejado extenuados en estos años a sus ciudadanos, el presente sigue envuelto en desaliento sin otearse una posible esperanza.

La política esparcida sobre el país está repleta de angustias sin levantar perspectivas. La nación se expande sobre una actitud fallida cubriéndola de corrupción, mientras el terruño con más reservas de petróleo del planeta no produce combustible, y enunciar eso, si no fuera funesto, sería -por expresar algo- hallarnos ante una cantinflada.

El chavismo, que llegó con esperanza hace 21 años, se apropió de la voluntad política a cambio de un “orden-orden” vejatorio cuyas consecuencias han sido –y siguen siendo– dramáticas.

Vivir en democracia es hacerlo con riesgo y con dudas, porque se trata de una forma de cultura que por su responsabilidad exige, más que ningún otro sistema político, envolverla en análisis, reflexión y decisiones compartidas con todas las toldas políticas.


Existe una teoría cíclica basada en el desarrollo de las civilizaciones. En ella se afirma que éstas no son sino el resultado de la respuesta de un grupo humano a los desafíos que soporta, ya sean naturales o sociales.

Ese día marcado, cruzar la esperanza dependerá de cada uno de los ciudadanos defensores de los valores perdurables de la república.

Partiendo de esa suposición, unos pueblos progresan cuando su respuesta a un desafío patrio estimula una serie de retos centrados en la separación de poderes, y es que una nación decae como resultado de su impotencia para enfrentarse a unos gobernantes que han resquebrajado los zócalos democráticos.


Hemos escrito en otros instantes cruciales ante una exactitud perdurable: o se dialoga con total apertura llamando a la oposición encabezada por Juan Guaidó, o el despotismo nos cercenará, ya que el país, o es de todos, o terminará siendo de nadie.


Nicolás Maduro ha demostrado nervio. Viene luchando con tesón, y en la presidencia, punteada por las Fuerzas Armadas, ha sacado brío, pero falló en la conversa ineludible, ya que sin ella es imposible una comunicación apremiantemente necesaria ahora mismo. De lo contrario, todo se puede ir al barranco, y ante tan punzante situación, la animadversión general podrá llegar a los extremos más exacerbados.


Se están cometiendo errores. La crisis económica hace estragos en todas las parcelas. Las órdenes de hoy se anulan mañana. En los cuarteles no todo es serenidad y santa paz. Hay rendijas, desasosiego, cansancio y una tensión permanente.

Ante esa situación, la herencia de Hugo Chávez hizo aguas, y mientras, el nuevo timonel que maneja el barco, sigue sin comprender las cartas de navegación. De continuar así, la gabarra gubernamental se estrellará contra los farallones. Y cuando ese drama llegue a su punto más álgido, la obediencia se torna adulación y la decadencia púdica se babea ante el rastrerismo yerto.

Cuidado, hay borrascas que no suelen verse hasta que no llegan a los arrecifes.

No estoy en Venezuela, y aún así el país pervive cada día dentro de nuestro espíritu agradecido, ya que no habiendo nacido a la sombra del Waraira Repano, mamé parte de mi vida a la luz de su cobijo.

El gobierno de raíces chavistas no está dispuesto a ceder su poder imperioso sobre su proyecto excluyente, siendo, a balance de esa dureza, que la democracia, aún estando rodeada de obstáculos y saturada de fuerzas antimotines, debería, si hubieran unas próximas elecciones, captar los derechos inalienables que corresponden a toda sociedad libre.

No es ésta una frase al voleo, encierra eso sí, el sentir de una sociedad que continúa, desde hace dos décadas, buscando su destino sobre parámetros ideológicos acordes con su idiosincrasia.

Las naciones nacieron pataleando por sus derechos hieráticos sin descanso, una y otra vez, miles de veces. Caían, se levantaban, y seguían enfrentándose a piquetes, alambradas, tanquetas, gases y la voz ronca de uniformados sosteniendo en sus timbales ocultos en las gargantas, órdenes represivas venidas de los mansiones de los autócratas, contra la vibrante fuerza de las protestas.

La hora apesadumbrada ha rebasado la pasividad; el aire sabe a azufre, los cielos están nublados y la desesperanza hace tiempo se asentó en el nido con temor. Ya no hay ilusiones, sino pesadillas, y solamente a lo lejos, parece levantarse un resquicio de ensoñación sobre una raya lejana que anhela hallar una perspectiva-país justa para todos.

rnaranco@hotmail.com

 3 min


Carlos Raúl Hernández

La eficacia de la acción en entornos del siglo XXI, requiere distinguir dictaduras totalitarias, dictaduras tradicionales, y los autoritarismos híbridos o semidemocracias-semidictaduras, dice Sartori. El problema lo enfrenta la ciencia política hace poco, pero desconocerlo lleva al yerro. La naturaleza de la doxa (la opinión, propia de divulgadores de ideas de segunda mano, según Hayek) se queda en la apariencia y a falta de saber, acude a juicios morales.

En cambio, la episteme (el conocimiento) de rigor metodológico, busca conocer, desentrañar rasgos específicos y generales de los fenómenos, ser científica en el buen sentido posible. En el primer tercio del siglo XX el estudio de la dictadura totalitaria se sobreimpuso al de la dictadura tradicional y lo dejó de lado. La eclipsó que desde ese momento los totalitarismos dominaron: URSS, Alemania, Italia (¿) China y Cuba, ejes de las grandes conmociones mundiales, incluso de la segunda guerra y de la casi tercera.


Además, las dictaduras tradicionales, en el lejano tercer mundo, no estimulaban demasiado la reflexión en los grandes centros académicos, aunque si la novelística en sus países. Hoy dictadura es el gobierno que castra los demás poderes y los anula. Pero el concepto original en la antigua Roma, correspondía a la facultad constitucional del Senado de conceder poder total al líder por un período limitado, para superar crisis o guerras.

Equivalía a la figura jurídica de “poderes especiales” o “Estado de excepción”, a diferencia del tirano, que usurpaba por la fuerza. Mario y Sila son tiranos, pero Julio César un dictador constitucional, aunque lo tentaron tres veces. Por eso Dante sepulta por traidores a sus asesinos, Casio y Bruto, en el lugar más espantoso del infierno.

Tu cráneo es mío
Emergen las dictaduras totalitarias, de ideologías invasivas, trascendentalistas, con la misión histórica de sustituir por la fuerza la sociedad y sus corruptos valores. Mussolini acuña el término totalitario, aunque se discute si su régimen lo fue. Quieren crear un hombre nuevo, sin yo, consagrado solo a sublevar “históricamente” a los condenados de la tierra, el proletariado, la raza, para vengar injusticias ancestrales.

Romain Rolland ironizó: “andan por el mundo midiendo el cráneo de cada hombre para decirle `¡eres mío!´…”. La creación del hombre nuevo, requiere que el caudillo demiurgo, tenga poder total sobre lo humano, la sociedad, la familia, la intimidad, el alma, que deben rehacere según él diga. Pasternak y Solzhenitsyn describen campos de concentración llenos de reos por “indiferencia pequeño burguesa”. Disentir es impensable, la pasividad un crimen y el terrorismo de Estado obliga a quien quiera sobrevivir, a militar febrilmente en la revolución.


Hitler exigía a las muchachas arias, aunque estuvieran casadas, que se acostaran con soldados y SS para purificar la raza. El arte, la literatura, el entretenimiento, la vida cotidiana, son parte esencial de la lucha. Para Stalin los poetas eran “ingenieros del verso”, como la frase inmortal de Fidel Castro: “con la revolución, todo; contra la revolución, nada”. Pero el objetivo de las dictaduras tradicionales, sin dejar de ser feroces, es la pasividad.


Calles congeladas
En épocas de Gómez y Pérez Jiménez, más allá de eventuales actos de servilismo al caudillo, la tranquilidad reposaba en que “la gente de bien no se mete en política” y la saña de la represión era contra activistas y dirigentes democráticos. “Si Ud. no se mete con la política, la política no se mete con Ud.”. Las dictaduras tradicionales despolitizan. Las totalitarias polarizan, calientan las calles y las plazas. La dictadura tradicional las congela.

Aunque la opinión común es estocástica, razona en términos polarizados (se está vivo o muerto, enfermo o sano, en democracia o dictadura, negro o blanco, malo o bueno) la episteme registra el gradiente, los matices entre polos. Varios estudiosos, entre varios otros Howard Wiarda y Gabriel Almond, definieron grados de democracia y de autoritarismo, desde la dictadura hasta la democracia plena. Más recientemente, en 2019, la unidad de inteligencia de The Economist, actualizó su propio índice, cuya máxima calificación es 10.

En ese cuadro, Noruega obtuvo 9.93, la democracia más completa del mundo, y Norcorea 1 punto, el último de la tabla de 167 países, el totalitarismo perfecto. En el medio se ubican las híbridas semidictaduras. Hay en ellas elecciones semicompetitivas, relativas e interferidas dosis de libertad de expresión, asociación, reunión y pluripartidismo, impensables en Norcorea o Cuba.


Allí eventos para criticar a los Kim o los Castro serían debajo de las tumbas, como en los horrores de Machado, Sánchez Cerro, Videla o Chapita. Havel cuenta que él y su grupo se reunían en bosques a las afueras de Praga a 12 grados bajo 0. La ceguera equivoca el diagnóstico y se inhibe de participar en la dinámica política y los procesos institucionales semidictatoriales, perder todo y desproteger la ciudadanía sin instancias de poder y dilapidar triunfos por acciones irresponsables. En vez de abrir ventanas democráticas, consolidaron a quienes quieren poder total.

@CarlosRaulHer

 3 min