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Opinión

Julio Dávila Cárdenas

Hay oportunidades en las que se siente gratitud a ciertas personas en razón de un comportamiento, un beneficio o un favor que ha traído alegría a quienes han sido sus beneficiarios, en cuyo caso quien ha recibido la ayuda procede a expresar su agradecimiento al benefactor bien directamente o a través de una correspondencia. En otras se expresa de diferente manera, tal es el caso de cuando se agradece a Dios. En la Iglesia Católica se manifiesta a través de un Te Deum, que es un himno litúrgico solemne de acción de gracias que generalmente se entona en momentos de celebración.

La gratitud es un sentimiento que se experimenta cuando se recibe apoyo en una circunstancia difícil, lo que lleva a corresponder con una acción de agradecimiento, pero esta acción requiere que la persona que ha recibido ese soporte sienta que el sustento del mismo ha sido producto de una generosidad y no la consecuencia de una acción previa originada en una injusticia o en una actuación encaminada a causar un daño, muchas veces irreparable, destinado a provocar miedo o terror en la persona que lo sufre y en las de su entorno familiar o social.

Es este el caso de quien ha sido condenado a permanecer en prisión por haber participado en hechos que no constituyen delito, sino todo lo contrario, como sería lo que se establece en el artículo 53 de la Constitución: “Toda persona tiene el derecho de reunirse pública o privadamente, sin permiso previo, con fines lícitos y sin armas”, así como quienes hacen uso del derecho a la libre expresión del pensamiento, consagrado también constitucionalmente en el artículo 57, en el cual se garantiza el derecho de toda persona a expresar libremente sus pensamientos, sus ideas u opiniones de viva voz, por escrito o mediante cualquier otra forma de expresión, sin que pueda establecerse censura.

Cuando algún funcionario público viola la Constitución o incurre en abuso o desviación de poder compromete su responsabilidad personal, tal como lo pauta el artículo 139 constitucional.

Esto me viene a la mente en momentos en que se vuelve a hablar de intentos de magnicidio y de intervención de terceros países para derribar gobiernos. Costumbre tomada del régimen comunista cubano, en el que con demasiada frecuencia se denunciaban múltiples intentos de asesinar a sus dirigentes, sin presentar pruebas de tales hechos, pero que servían para encarcelar a quienes se les oponían. En otras oportunidades no solo se sometieron a prisión sino que se les desapareció temporal o definitivamente.

Ahora se ha procedido a liberar a personas inocentes, acusadas de delitos inexistentes y que fueron condenadas por órdenes de quienes en algún momento detentaron poder.

Esas liberaciones no deben generar gratitud. Todo lo contrario, probablemente produzcan en los liberados y en su entorno cercano, sentimientos de ira y frustración por las injusticias y arbitrariedades sufridas. En este caso quienes las cometieron deberían recordar el viejo refrán: Cuando veas las bardas de tu vecino arder, pon las tuyas en remojo, e igualmente tener presente lo que dijo el recordado Presidente Luis Herrera Campins, “a ponerse las alpargatas que lo que viene es joropo”. Y no creo que sea tiempo de Te Deum porque no son momentos de celebración. Por ahora.

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Maxim Ross

Quizás sea un poco tarde para lamentar la muerte de lo que fue uno de los iconos mas representativos del viraje que le quiso dar la revolución bolivariana a la filosofía y el manejo de la industria petrolera venezolana, pero nunca es demasiado para marcar algunos puntos de inflexión de una muerte pre- anunciada, porque se presta a mucha confusión la creencia de que todo comenzó apenas recientemente.

Como ahora estamos observando, día a día, el declive de sus operaciones, agudizada por la drástica caída de la producción, por la insólita desaparición de la gasolina del mercado y por esos nombramiento de “enroques largos y cortos”, con el General colocado allí por su honestidad, sin saber mucho del asunto, por el regreso, una vez más de quien ha estado vinculado a ella por aňos, etc. etc., y con la puesta en escena del plan de reestructuración que, prácticamente revierte todo el esquema “revolucionario” previo, que contradice plenamente a aquella fervorosa critica a la apertura petrolera de los noventa, encabezada por sus dirigentes de entonces. Se podría creer, digo, que la PDVSA “Roja, Rojita”, recién comienza a fallecer. Pero no es así.

Esa PDVSA comenzó su agonía mucho tiempo atrás y en manos de quienes hoy, dentro de la “revolución”, claman y critican por su declive actual, cuando la convirtieron en el Estado paralelo que la puso a encargarse de todo lo que no quería, o no podía hacer, el Estado “revolucionario”. Cuando la dedicaron a la agricultura, a la “seguridad alimentaria”, a la construcción de viviendas, a lo que llamaron “Gasto social”, distrayendo, para esos fines, una magnitud de recursos que comprometió severamente el futuro de la industria. Mas nunca se volvió a invertir en lo necesario para mantener o aumentar la producción.

Dos argumentos nos fueron dados. ¡Recordemos! El primero, fundado en la inercia de la sempiterna tesis de que había que controlar o reducir la producción para mantener los precios y seguir la línea de la OPEP, argumento que ¡claro!, cubría el fervor revolucionario, pero servía. El segundo fue algo menos idóneo, pues se convirtió en pura propaganda: aquella oferta repetida recurrentemente por todos sus dirigentes del plan de los ¡6 millones de barriles!, para tal o cual año, ¡cuando había que reducir la producción!

Todo ello sin contar el hecho, tal vez tan importante como lo anterior, del despido masivo de la gente más capacitada para dirigir y manejar la industria. Si sumamos todos esos componentes podemos encontrar el decreto y el verdadero origen de la muerte de la PDVSA “Roja, Rojita”, aunque no cabe de cual es ahora el sello que marca su muerte definitiva.

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Se le atribuye a Francisco de Miranda, en el momento de ser detenido, una peculiar expresión de sorpresa e indignación: “¡Bochinche, bochinche, esta gente no sabe hacer sino bochinche!”. Si el generalísimo hubiera estado en la costa de Macuto, en estos principios de mayo del 2020, quizás —con más pesadumbre que asombro— hubiera exclamado: “Chapuzas, chapuzas, esta gente no sabe hacer sino chapuzas!”. Toda la trama ocurrida en el país en estos días ofrece un retrato absurdo, delirante, pero también muy doloroso, profundamente triste. Nadie queda bien y, a medida que se van sabiendo más cosas, cualquiera podría pensar que tal vez era mejor la confusión que la verdad.

No hay por dónde, no hay cómo, salvar este deplorable espectáculo. Parece un homenaje al cine de Juan Orol, un relato de gánsters erráticos y de soldados chambones. Pero en realidad es una bofetada a la ciudadanía que confía en la institucionalidad, que cree en la política, y un golpe bajo a la comunidad internacional que ha venido acompañando la posibilidad de una transición en Venezuela. Tampoco el oficialismo, por supuesto, puede escapar. Tratar de construir una épica con lo ocurrido es también ridículo y desolador. Por más que se empeñen, no hay campaña mediática que pueda convertir un disparate peorro en una gigantesca invasión.

Como siempre, hay tantas versiones, tantas declaraciones, tantas explicaciones y tantas especulaciones que resulta casi imposible saber y entender qué pasó. La Operación Gedeón podría ser narrada como un esbozo de un ataque militar, como un intento de maniobra privada que pensaba atrapar a Nicolas Maduro como si fuera el Chapo Guzmán, como un engorroso plan de espías tropicales, como un programa de concursos de la televisión, con un desnalgue extraño en una playita de Chuao. Desde la existencia de un contrato, firmado o no firmado, válido o inválido, hasta el video de Juan Guaidó pujando una cara de yonofui, pasando por los interrogatorios pseudo filosóficos a los gringos detenidos, todo es tan genuinamente choreto que da grima. Se siente un fríito hasta en la cédula de identidad.

Pero, obviamente, ya es indiscutible que este injerto de mercenarios con ex militares supuestamente rebeldes existió y, aunque parezca increíble, es o fue parte de un plan, de un proyecto. Cuesta trabajo pensar que alguien con cierta información, con algún conocimiento del país, pretenda realmente tomar por asalto a una “narco dictadura”, asesorada por la inteligencia cubana, utilizando simplemente unas lanchas y unas decenas de hombres. Ahí hay, por lo bajito, una sobredosis de Rambo.

Uno puede pensar que Luke Denman y Airan Berry son un par de gringos algo fanáticos y devotos de la teoría de las conspiraciones, ambiciosos y muy ignorantes, tanto como para creer que Venezuela es un capítulo de Jack Ryan, por ejemplo. Pero ¿y todos los demás? No estoy pensando ni siquiera en aquellos que se embarcaron personalmente en el viaje, sino en los líderes de oposición, en los asesores y comisionados que supieron en algún momento de toda esta maniobra. Basta ver a JJ Rendón en la entrevista de CNN para entender el verdadero patetismo de la situación. En su conversación con el complaciente periodista, el asesor de estrategia política de Juan Guaidó se mostró displicente, incluso un poco fastidiado de tener que dar tantas explicaciones. Trató de manejar todo con desconcertante naturalidad y casi dijo que se trataba de un trámite sencillo y normalito, que habían llegado a Jordan Goudrou después de realizar un riguroso casting de mercenarios, que esas cosas pasan, que él donó generosamente 50 mil dólares y no se anda quejando, que ya dejen de joder, que tampoco es para tanto, que el dichoso contrato no tenía 1 página sino 42, que hay que leer las letras chiquitas antes de ponerse a criticar.

Pero del lado del oficialismo se encuentra también una perfecta correspondencia, igual de absurda y de patética. Ya está más que probado que Maduro no tiene capacidad para entrar en honduras, no sabe lidiar con la gravedad. Trata de mostrarse circunspecto. Habla frunciendo el ceño, mirando a cámara y aspirando las vocales, dice que lo querían matar, acusa a Donald Trump… pero de inmediato se le sale el chistecito, saluda a su mujer, comenta que está linda Cilita, se sonríe como si estuviera a punto de pedir otra empanada. Así desactiva la ceremonia. Él solito sabotea su performance. Actúa como si todo lo que está diciendo realmente no fuera tan dramático, tan cierto.

Es sorprendente cómo, ni siquiera en situaciones como éstas, el oficialismo logra ganar aunque sea unos gramos de credibilidad. Narrativamente se han asfixiado con sus propias palabras. Sus voceros no son capaces de reinventarse, solo se hunden en las reiteraciones que ya no dicen nada, que nadie cree. Cuando Maduro denuncia que Wilexis Acevedo y su banda fueron contratados por la DEA, o que la ONG Provea está financiada por la CIA, lo único que logra es desnudar nuevamente su propia fragilidad. Delata que carece de argumentos. Muestra que no piensa sino que reacciona, que solo puede repetir las inútiles fórmulas de siempre.

En el balance de lo ocurrido esta semana tampoco ganan los radicales compulsivos, los adictos a las batallas de Twitter, los eternos ciber iluminados, los que desde hace mucho piden, exigen y reclaman precisamente una incursión armada. Ellos también se han quedado en silencio, con su duelo. Quizás secretamente estén felices ahora que cualquier posible negociación está todavía más lejos. Sin embargo, en realidad no hay nada que celebrar. Aquí los únicos que pueden salir fortalecidos son, de nuevo, las fuerzas que administran y gerencian la violencia en el país: los militares, la policía, el crimen organizado.

La Operación Gedeón se inscribe en la línea de las acciones que ha promovido en los últimos tiempos Leopoldo López. Y es de nuevo un fracaso. Otra gran chapuza. Es un atentado en contra de la institucionalidad que legitima a la oposición y que la vincula con la comunidad internacional. Dinamita la confianza ciudadana y distribuye aún más desesperanza. Es una aventura que nos lleva a la peor de las playas posibles, al lugar donde los civiles ya no tenemos ningún poder. El grado cero de la política.

10 de mayo 2020

Efecto Cocuyo

https://efectococuyo.com/opinion/chapuza-operacion-gedeon/

 4 min


Carlos Raúl Hernández

Pensador actual de punta, el holandés Ian Buruma, realiza un estudio existencial del gamberro político, el lumpen, válido para los colectivos, camisas negras, camisas pardas, paramilitares, guerrilleros colombianos, skin head, terroristas islámicos y de cualquier otra marca: un sujeto incapaz de construir una vida decente, atormentado por odios y complejos contra quienes lo logran y que envuelve su fracaso en algún justicialismo

Movimientos revolucionarios de izquierda y de derecha los reclutan para mercenarios aporreadores, brigadas de choque, torturadores, saqueadores, asesinos. Su oficio es el ejercicio simple de la ruindad, abusar de gente indefensa o ejecutar actos terroristas. Son el verdadero rostro de las revoluciones (“un comunista es un fascista de izquierda. Un fascista, es un comunista de derecha”).
Kensaburo Oe lo describe inquilino de casa de pensión, solitario, atormentado por los flashes eróticos en las calles, por faldas cortas y aromas de los que se siente privado masturbador pertinaz que se asume rechazado por su obscuro objeto de deseo. La belleza, el confort, flamantes automóviles, la apariencia de felicidad, transitan por las calles de las sociedades abiertas, sin chador ni burka.
Pareciera que todo está al alcance de la mano, pero cada quien debe construir espacios con voluntad, trabajo, audacia, y estas figuras baconianas no están dispuestas a eso. La sociedad ofrece maravillas que solo obtendremos parcialmente y la revolución es la respuesta del fracaso, estimulado por ideologías de la envidia: el marxismo, el populismo o el nacionalsocialismo que hacen a “los otros” culpables de sus privaciones y merecedores de castigo.
El diseñador de la violencia
En los comandos de acción directa tiene espacio su particular destreza profesional, la violencia, el rasgo más animal de los humanos y el que los acerca más a las bestias. Maltratar y hasta matar a un profesional, una mujer bella, un universitario, comerciante o trabajador, es su venganza. Los hace importantes ejercer el terror de causas oscuras.
Mussolini creó los camisas negras en 1919, que a partir de 1923 se llamarán Milicia Voluntaria para la Seguridad Nacional, y allí concentra las excrecencias del naufragio, que hicieron terrible la vida cotidiana. La incapacidad para conseguir tempranamente la unidad nacional italiana y superar
la pobreza, creó un estamento de resentidos animados por el rencor, lo que Hannah Arendt llama “el populacho”.
Obreros, profesores, comerciantes, médicos, oficinistas, abogados, todos sin empleo, arruinados y buscando arrimarse. El discurso de Mussolini en las tribunas representaba a las hordas, e instaba a despanzurrar, patear, a los “responsables” de las desgracias. Doscientos mil miembros de los “colectivos” emprendieron la Marcha sobre Roma, colocaron al Duce en el gobierno e inspiraron al sexualmente retorcido Hitler para formar sus
camisas pardas o S.A.
El partido nacionalsocialista compró baratos remanentes de camisas de kaki de las tropas alemanas en África y con ellos los uniformó estilo militar. Y Hugo Boss, joven costurero nazi que iniciaba su carrera profesional, le dio su mágico glamour. También vistió a las S.S y a las Wehrmacht. Los colectivos tampoco podían faltar en la pesadilla de la Revolución Cultural China y Mao creó la Guardia Roja con cientos de miles de jóvenes convertidos en perseguidores de maestros, profesores, artistas, escritores, e incluso de sus propios padres.
Los derechos gusanos
El objetivo de Mao, en ese momento defenestrado, que hizo de la Guardia Roja, era liquidar a Liu Sao Chi, Lim Piao y Deng Xiaoping para recuperar el poder. La oleada fanática asesinó más de un millón de personas y destruyó casi cinco mil de los siete mil templos antiguos que se conservaban. Latinoamérica ha tenido caudillos que convierten las naciones en cárceles con apoyo de los “colectivos”.
En Panamá de Noriega se llamaban Batallones de la Dignidad y Codepadis, que ensangrentaban las ropas claras de los manifestantes contra la dictadura. Olor a resaca de caña barata, adrenalina, sudor rancio, halitosis y sangre en las calles eran la identificación. Corrieron después como conejos en 1989 y una conocida matona, Balbina Herrera, fue candidata presidencial derrotada del norieguismo.
Daniel Ortega tenía turbas divinas en su lejano primer gobierno, aguardentosas, mercenarias, astrosas, para aterrar adversarios políticos, menos a Violeta Chamorro, quien le desbarató el proyecto en las narices. El régimen cubano usa los llamados grupos de respuesta rápida para “actos de repudio” en los que rodean por horas o días casas de` disidentes y luchadores por los Derechos Humanos, “derechos gusanos de desechos humanos” según las turbas.
Entre los años 40 y 50 las calles de La Habana eran propiedad de gánsters, los “gatillo alegre”, Emilio Tro, Manolo Castro, Rolando Masferrer, Alfredo
Yabur, Eduardo Corona, Fidel Castro, hasta que en 1959 éste acabó con todos los demás y con la vida civilizada. Pero la figura del día son
los indestructibles. Stallone, y sus mercenarios, Statham, Jet Li, Dolph Lundgren, Bruce Willis y Arnold Schwarzenegger, hoy de moda porque, contratados por gobiernos de EEUU, rescatan princesas y liquidan tiranías.

@CarlosRaulHer

https://www.eluniversal.com/el-universal/69670/ese-obscuro-objeto-de-deseo

 3 min


Aquellos que ven la aplicación de tipos de interés negativos por parte de los bancos centrales como algo excesivo tal vez deban reconsiderarlo. Ahora mismo, en Estados Unidos, la Reserva Federal (con el apoyo implícito y explícito del Tesoro) va camino de dar respaldo a casi todas las deudas de la economía (privadas o de los gobiernos de nivel estatal y municipal). Muchos otros gobiernos se han sentido obligados a tomar medidas similares. Una crisis que (esperamos) sólo ocurre una vez en un siglo exige una intervención gubernamental a gran escala, pero ¿quiere decir eso prescindir de los mecanismos de asignación basados en el mercado?

El respaldo crediticio indiscriminado es buena idea si se parte del supuesto de que las presiones recientes en los mercados sólo fueron una contracción de liquidez transitoria que se resolverá pronto, cuando después de la COVID‑19 haya una recuperación fuerte y sostenida. Pero ¿y si esa recuperación rápida no se materializa? ¿Si, como uno sospecha, le lleva años a la economía de Estados Unidos y del mundo volver a los niveles de 2019? Si así fuera, no parece probable que todas las empresas sigan siendo viables, o que todos los gobiernos de nivel estatal y municipal conserven la solvencia.

Lo más seguro es que nada será igual. Se destruirá riqueza en proporciones catastróficas, y las autoridades deberán hallar un modo de asegurar que, al menos en algunos casos, los acreedores asuman una parte de las pérdidas, proceso que llevará años de negociaciones y litigios. Para los abogados especializados en quiebras y los cabilderos habrá grandes beneficios (derivados en parte de presionar a los contribuyentes para que paguen por el cumplimiento de las garantías de rescate). Será un desastre indescriptible.

Ahora, imaginemos que para apuntalar los mercados, en vez de limitarse a proveer garantías, la Fed pudiera llevar la mayoría de los tipos de interés a corto plazo de la economía cerca o por debajo de cero (Europa y Japón ya han incursionado en territorio negativo). Supongamos que para oponer resistencia a la actual búsqueda de refugio en la deuda pública, los bancos centrales fueran más allá y bajaran las tasas de referencia a corto plazo, digamos, a –3% o menos.

Para empezar, igual que los recortes de tasas en los viejos tiempos de los tipos de interés positivos, las tasas negativas salvarían del default a muchas empresas, estados y ciudades. Con una implementación correcta (y los datos empíricos recientes lo avalan cada vez más), las tasas negativas pueden, a la manera de la política monetaria normal, reforzar la demanda agregada y aumentar el nivel de empleo. Así que antes de lanzarse a reestructurar deudas por doquier, ¿no sería mejor probar una dosis de estímulo monetario normal?

La factibilidad y eficacia de los tipos de interés muy negativos depende de una serie de medidas básicas. La más importante, que hasta ahora no ha tomado ningún banco central (incluido el BCE) es impedir el atesoramiento de efectivo a gran escala por parte de empresas financieras, fondos de pensiones y aseguradoras. Para ello debería bastar alguna combinación de regulación, comisiones dependientes de la duración para los redepósitos a gran escala de efectivo en el banco central y retirada de los billetes de alta denominación.

No es física nuclear (¿o debería decir virología?). Descartado el atesoramiento de efectivo a gran escala, la cuestión del traslado de los tipos de interés negativos a los depositantes bancarios (la mayor preocupación) queda eliminada. Incluso sin evitar totalmente el atesoramiento (algo arriesgado y costoso), para los bancos europeos ha sido cada vez más factible el traslado de las tasas negativas a los grandes depositantes. Y los gobiernos no cederían mucho al brindar a los pequeños depositantes protección total contra las tasas negativas. Repito, con suficiente tiempo y planificación adecuada, es fácil de hacer.

Los tipos de interés negativos han generado un sinfín de objeciones, pero en su mayoría son producto de un razonamiento confuso o admiten una solución fácil, como examino en mi libro de 2016 sobre el pasado, el presente y el futuro del dinero, así como en escritos relacionados. Donde también explico por qué no hay que pensar en los «instrumentos monetarios alternativos» (por ejemplo la flexibilización cuantitativa y el helicóptero monetario) como formas de política fiscal. Si bien una respuesta fiscal es necesaria, también lo es en gran medida la política monetaria, que es la única que opera sobre el crédito en toda la economía. Hasta que la inflación y el tipo de interés real salgan del pozo, sólo una política de tipos de interés efectivos muy negativos puede funcionar.

El uso de esa política en las economías avanzadas también sería una enorme bendición para las economías emergentes y en desarrollo, muy afectadas por el abaratamiento de los commodities, la fuga de capitales, el alto endeudamiento y tipos de cambio desfavorables (además de estar enfrentando las primeras etapas de la pandemia). Incluso con tasas negativas, muchos países todavía necesitarán una moratoria de deudas. Pero un dólar más débil, un crecimiento global más firme y una reducción de la fuga de capitales ayudarían, sobre todo en el caso de los mercados emergentes más grandes.

Lamentablemente, en la revisión de instrumentos de política de la Reserva Federal en 2019, la implementación de tipos de interés muy negativos quedó en la práctica descartada, lo que limitó la capacidad de la Fed frente a la pandemia. Los cabilderos de bancos influyentes los detestan, aun cuando bien implementados no tienen por qué afectar las ganancias de los bancos. Y parte de la culpa es de los economistas, hipnotizados por la presencia de interesantes resultados contrarios a la intuición que surgen en las economías cuando realmente hay un límite inferior de cero para los tipos de interés.

La implementación de emergencia de tipos de interés muy negativos no resolverá todos los problemas actuales, pero sería un primer paso. Si (como parece cada vez más probable) el tipo de interés real en equilibrio en los próximos años va camino de ser más bajo que nunca, es hora de que los bancos centrales y los gobiernos hagan un urgente y detenido examen de la idea.

Traducción: Esteban Flamini

4 de mayo

Project Syndicate

https://www.project-syndicate.org/commentary/advanced-economies-need-dee...

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Antonio Di Giampaolo

PRONÓSTICOS SOBRE LA PANDEMIA (55)

La Organización Mundial de la Salud da cuenta entre sus estadísticas sobre la pandemia que la humanidad ha superado el registro de más de cuatro millones de personas que han resultado infectadas por la COVID-19 y, de ellas cerca de trescientas mil han sucumbido al nuevo coronavirus. Los efectos de la emergencia sanitaria global son demoledores también en la vida cotidiana de la gente y sobre la marcha de la economía del mundo.

En mayor grado, y por distintas razones las estadísticas son particularmente importantes en cuanto a la cantidad de casos y los pacientes recuperados o los fallecidos, en países como Estados Unidos, México, Brasil, Reino Unido, España, Italia, Francia, Alemania, Turquía, Rusia, China, Irán, La India, Sudáfrica y Egipto entre otros. En torno a los números hay detalles directamente relacionados con la base poblacional de cada país, el manejo discrecional de las cifras que aporta cada gobierno, o los datos que eventualmente puedan omitirse, lo cual no siempre permite una evaluación real sobre la situación. Por ejemplo, contrario a lo que muchos podían pensar, la República de San Marino, enclavada en el norte de Italia es la nación con mayor proporción de casos positivos y fallecidos por COVID-19, en función de su densidad poblacional.

Las cifras sobre la pandemia muestran un curso diferente en distintas regiones lo cual depende de múltiples variables. El desarrollo de un modelo matemático sobre la pandemia de la prestigiosa Escuela Imperial de Londres influyó en el cambio de estrategia del gobierno británico que inicialmente apostaba a la inmunidad natural para afrontar la Covid-19. Desde el Centro de Tecnología y Diseño de la Universidad de Singapur en Asia aplicaron modelos matemáticos con sustento en los datos confirmados de algunos países sobre personas contagiadas, recuperadas y fallecidas. El estudio de monitoreo predictivo en base a esa trilogía permitió estimar que la pandemia podría estar bajo control en el mes de agosto en Francia y Alemania, en septiembre en los casos de Inglaterra, Italia y México y en Octubre en Estados Unidos y Brasil.

La Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales de Venezuela ha señalado que en nuestro país existe un subregistro de casos debido al bajo índice de pruebas moleculares de diagnóstico que se realizan y desarrolló un estudio predictivo sobre la pandemia estimando un incremento sustancial de contagios durante el mes de junio. El médico infectólogo Julio Castro, integrante de la Comisión de Expertos de la Salud de la Asamblea Nacional, explica que las pandemias son fenómenos dinámicos por lo que la cinética de la enfermedad registra índices diversos dependiendo de la tasa de reproducción del vector que la provoca. Amanecerá y Veremos!

@ADIGIAMPAOLO

#CrónicasDeCuarentena (55)

LAS VICISITUDES EN MEDIO DE LA COVID-19 (54)

Estamos arribando a los sesenta días de cuarentena en Venezuela. Los datos oficiales sobre la pandemia indican el curso de un comportamiento moderado frente a lo que lamentablemente ocurre en otras latitudes. Tras la entrada en vigencia de la medida de cuarentena y de aislamiento de los casos detectados el gobierno asegura haber centrado la estrategia en un plan de visitas domiciliarias y de un número creciente de pruebas de diagnóstico. Los indicadores reportados a la OMS dan cuenta de 414 casos contabilizados, cerca de 200 contagiados ya superaron la enfermedad y 10 persona fallecieron.

En país sufre simultáneamente un conflicto institucional, la confrontación política y crisis social. Las condiciones en las cuales la inmensa mayoría de la población soporta la cuarentena son particularmente dramáticas. La precariedad económica es evidente. La gente vive al día, con las limitaciones que supone la imposibilidad de ganarse el sustento, y con las dificultades que implica la indexación de los precios de los productos de la cesta básica a la tasa oficial establecida por el Banco Central de Venezuela. Los programas de distribución de alimentos y las bonificaciones dinerarias gubernamentales resultan insuficientes ante la magnitud de las carencias.

La colectividad, en mayor o menor grado, enfrenta las precariedades de la escasez de agua, la falta de gas, y las interrupciones del servicio de energía eléctrica, y son muchas las familias que lamentablemente las padecen todas juntas. Un problema que se ha vuelto crónico en todo el país es la ausencia de combustible lo que obliga a los conductores a realizar largas colas y pernoctar en torno a las estaciones de gasolina para tratar de reabastecer vehículos, las unidades de transporte de carga y pasajeros y las motocicletas, según sea el caso.

Los niveles de angustia y desesperación se acrecientan. La pandemia ha impuesto la emergencia sanitaria que retiene a millones de personas en sus hogares y ha impactado fuertemente la economía doméstica. Cada día se va imponiendo la imperiosa necesidad de convivir con la Covid-19, lo cual implica, entre otros aspectos, cumplir las recomendaciones en materia de higiene y protección personal, respetar el protocolo de distanciamiento social y mantener la vigilancia epidemiológica. Como cualquiera puede concluir la flexibilización de la cuarentena, por estas calles, depende de condiciones exógenas al curso de la pandemia. Amanecerá y veremos!

@ADIGIAMPAOLO

#CrónicasDeCuarentena (54)

LA CURA DE LA PANDEMIA (53)

El mundo entero registra cuatro millones de casos relacionados con la COVID-19. Los equipos médicos de los centros hospitalarios de múltiples localidades atienden a unos cincuenta mil pacientes en estado crítico y cerca de trescientas mil personas han perdido la vida a consecuencia de la pandemia que ha desatado una emergencia sanitaria global.

En medio de la preocupación, de la angustia y del dolor hay, sin embargo noticias alentadoras y, buenas nuevas. El Instituto de Investigación Biológica de Israel, un ente dependiente del Ministerio de la Defensa de ese país anunció que desarrolló anticuerpos neutralizantes para el nuevo coronavirus. En la misma línea de trabajo un equipo de investigadores europeos de la prestigiosa Universidad de Utrecht del Reino de los Países Bajos ha divulgado un experimento sobre anticuerpos que, si bien no erradican el coronavirus, neutralizan la enfermedad.

En Estados Unidos la Agencia Federal de Alimentos y Medicamentos autorizó el desarrollo de estudios clínicos denominados “terapias de plasma convaleciente” recurriendo a los anticuerpos presentes en la sangre de las personas que se recuperaron la Covid-19 con el fin de inducir inmunidad en pacientes que “enfrentan amenazas severas o inmediatas para su vida". En el Hospital Sant Thomas de Londres comenzó un ensayo de plasma sanguíneo en pacientes infectados. En Centroamérica el Instituto Clodomiro Picado un centro estatal de la Universidad de Costa Rica inició la producción de un suero sanguíneo denominado “Medicamento Anti Covid-19”.

Entretanto los expertos de la OMS siguen recomendando los cuatro tratamientos universalmente aceptados para atender a los enfermos entre los que figuran Remdesivir, Hidroxicloroquina, Interferón Beta y la combinación de las drogas Ritonavir y Lopinavir. En el mundo están en desarrollo un centenar de proyectos de investigación en diversos centros de investigación y laboratorios farmacéuticos para encontrar una vacuna que ponga fin a la pandemia. Estados Unidos, China, Inglaterra y Alemania ya dieron inicio a la fase de pruebas clínicas de varios de esos ensayos. Amanecerá y veremos!

@ADIGIAMPAOLO

#CrónicasDeCuarentena (53)

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Editorial de El Nacional

Cuando James Story salió de su oficina en enero de 2019 dejó una carta en la que aseguraba que regresaría. Pero no solamente eso, dejó en claro que está convencido de que el pueblo venezolano saldrá victorioso de esta pelea contra un régimen oscuro y delincuencial.

Desde que maneja la oficina de negocios de Estados Unidos desde la capital de Colombia, este diplomático no ha dejado de estar en contacto con los venezolanos que quieren la libertad.

En estos momentos en los que se conoce que el presidente Donald Trump lo propone como embajador para Venezuela poco importa su curriculum como diplomático, que por demás ha sido brillante y al servicio de los intereses de su país, como se espera.

Lo que les importa a los venezolanos es que Story no ha dejado de servir a Estados Unidos, pero con la vista puesta en un pueblo que conoce bien y que sabe que es víctima del peor de los regímenes autoritarios en América Latina.

“¿Qué haces en mi oficina?”, escribió en aquella misiva que dejó sobre su escritorio. Y ese despacho le pertenece, por haber mostrado la mayor de las solidaridades con Venezuela cuando ha necesitado de sus gestiones.

Ha sido pieza importante en lo que se refiere a la ayuda humanitaria. Ha sido una voz de aliento cada vez que los venezolanos sienten que desaparece la esperanza.

https://www.elnacional.com/opinion/que-estas-haciendo-en-mi-oficina/

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