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Opinión

​José E. Rodríguez Rojas

Los docentes universitarios hemos perdido nuestra seguridad social. En ello ha influido el deterioro de la capacidad de compra de los docentes causado por la hiperinflación y la dolarización. También la inviabilidad económica de los institutos de previsión, como es el caso del IPP de la UCV. Desde hace varios años se preveía que el IPP de la UCV sería inviable económicamente, debido a los costos asociados a la jubilación del personal.El deterioro de la capacidad de compra de los salarios, ha agravado la inviabilidad del IPP y el deterioro de sus servicios.

El régimen de seguridad social que tenemos los docentes es contributivo, es decir que depende de los aportes que hacemos los profesores, aportes estos que se traducen en descuentos mensuales que hace el Instituto de Previsión del Profesorado (IPP) de la nómina de la UCV.. En la medida que la capacidad de compra de nuestros salarios ha venido declinando, nuestra capacidad para cotizar con la seguridad social se ha limitado, lo cual se refleja en el deterioro de la cobertura del seguro de hospitalización y cirugía (HCM), lo que limita el acceso a tratamientos que eran rutinarios( Ver: Rodríguez R, José.2019. El deterioro de la seguridad social de los docentes universitarios. Digalo Ahi, N°3, mayo 11, 2019).

La reducción de la cobertura del seguro y el deterioro de los servicios del IPP de la UCV es ocasionado en parte por la elevada inflación y la dolarizaciòn que se ha producido en la economía venezolana y que ha involucrado a los servicios de salud privados. Sin embargo, también es parte de la ecuación el hecho de que el sistema contributivo que hemos creado los profesores de la UCV se ha vuelto inviable económicamente pues los profesores no estamos en capacidad de cotizar o contribuir con el mismo. Los descuentos que está haciendo el IPP por diversos conceptos equivalen a un tercio del sueldo del profesor. Este sueldo que ya es insuficiente para cubrir el costo de la canasta básica, se hace más precario aún después de los descuentos que hace nuestro instituto de previsión social. Las autoridades de la UCV han tratado de aliviar esta situación asumiendo parte de los costos del seguro de HCM, a pesar de ello los descuentos continúan siendo elevados agudizando la precariedad de nuestras remuneraciones.

La inviabilidad económica del IPP es un fenómeno de vieja data, que se ha agravado en la coyuntura actual. Esta inviabilidad es provocada por el peso de los costos asociados a la jubilación del personal administrativo y médico del IPP. Un profesor de nuestro entorno más cercano, asistió hace varios años a una sesión de la junta directiva de la Asociación de Profesores de la UCV (APUCV), en la cual se estaba discutiendo el tema de la jubilación del personal y sus implicaciones en la sostenibilidad de la institución en el mediano y largo plazo. Las diversas directivas de la APUCV han concedido al personal las mismas concesiones que la UCV nos ha otorgado a los docentes. Debido a esto el peso de las pensiones por jubilación han consumido los escasos recursos de que dispone el IPP. El profesor mencionado me confió angustiado, que la conclusión de la sesión de la junta directiva fue que en un momento dado los descuentos que nos hacen, así como los ahorros, no serían suficientes para cubrir el costo representado por las pensiones, conduciendo al colapso del IPP. Actualmente estamos en medio de este proceso y la incapacidad del IPP de asumir sus obligaciones es reflejo de ello.

Actualmente el Consejo Universitario de la UCV discute el tema de un nuevo régimen de la seguridad social para los docentes utilizando como semilla los recursos del Fondo de Jubilaciones. Los miembros de la comisión que el Consejo Universitario ha nombrado para discutir el tema, deben considerar la experiencia del IPP y no repetir los mismos errores en cuanto a los compromisos laborales se refiere. No tiene sentido que los pensionados estemos contribuyendo a pagar las pensiones de otros. Si se crea un nuevo sistema de seguridad social es necesario no repetir esta experiencia sin sentido alguno.

Profesor UCV

josenri2@gmail.com

 3 min


Hemos visto la arremetida del gobierno contra algunos actores clave de la oposición, incluyendo sus representantes más moderados, lo que sin duda busca desmantelar su institucionalidad, representada por la Asamblea Nacional.

Esta estrategia de radicalización era previsible después de los eventos del 30 de abril, cuando la oposición también decidió jugar duro en la búsqueda de su objetivo de sacar a Maduro del poder.

Pese a que en esa acción estaban involucrados probablemente algunos militares, la reacción oficial no puede tocar a actores clave en ese sector porque podría alborotar el avispero, por cierto el más peligroso que enfrenta ahora. Pero eso no lo exime de tomar algunas medidas alternativas, concentradas en el sector político civil. No era viable que se quedara quieto después de la sorpresa de la salida de Leopoldo López de su casa. El gobierno decide ladrar y aprovecha el momento en que ya comprobó su lista de alianzas internas militares y piensa que la amenaza americana de intervención sigue siendo todavía una finta de póker. Entonces puede pensar que es momento de desarticular a su adversario y atemorizar al entorno que le ayuda en su estrategia de consolidación. Lo más llamativo es que se han ensañado no sólo contra los líderes más radicales de la oposición sino paradójicamente con los moderados, que tendrían que ser los operadores políticos fundamentales para cualquier solución futura. Si el gobierno logra consolidar esta acción y no hay reacción contundente, interna o internacional, habrá sido exitoso en su estrategia de controlar la gobernabilidad por represión y aunque algunos crean que es insostenible, la evidencia indica que esa posibilidad esta vivita y coleando.

La pregunta ahora es si esta radicalización oficial permite concluir que están cerradas todas las posibilidades de seguir explorando acuerdos políticos para desanudar el juego. En mi opinión, la respuesta es no. Incluso en las guerras más cruentas se han producido momentos paralelos de negociación y acuerdo, a veces exitosos y a veces decepcionantes. La política nunca es lineal, ni coherente, sino llena de matices. Gobierno y oposición están en este momento en un conflicto de poderes, que es equivalente a una guerra, sin instituciones creíbles que pueden dirimir el conflicto. Y esa guerra no considera quién tiene la razón, ni la legalidad, ni la legitimidad. Quién es el bueno y el malo. Lo relevante es quién es más fuerte o quién tiene la estrategia más eficiente para derrotar al adversario. Pero eso no significa que las negociaciones están muertas definitivamente, sino simplemente nos indica que las partes no están dispuestas a bajar la presión de su lucha, incluso si se producen encuentros directos o indirectos para explorar soluciones, abierta o encubiertas (por cierto la historia indica que sólo las de bajo perfil han sido exitosas).

Lo que buscan los grupos de soporte internacional es sustituir, aunque sea de manera imperfecta, la inexistencia de instituciones confiables. Y aunque los jugadores estén dándose con todo, en una lucha en la que el gobierno ha logrado preservar el poder, su gobernabilidad está comprometida, la presión internacional es brutal, las sanciones lo ponen nervioso y la situación financiera se hace caótica. Más allá de su capacidad de mantenerse en poder por la fuerza, esta amenazado y en algún momento se dará cuenta que tendrá que negociar. No estoy diciendo que va a pasar ni cuándo, pero si tengo que apostar diría que más y temprano que tarde van a tener que buscar acuerdos básicos y la única manera es que lo hagan en el más bajo perfil. Antes de eso, la información pública es sólo ruido y decepción.

Luisvleon@gmail.com

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Incertidumbre y angustia entre la población opositora. La situación es confusa. Hay ambigüedad en las interpretaciones y percepciones. ¿Qué pasará ahora? Parece ser la interrogante en la mente de muchas personas. Las cosas han cambiado. Lo que se ve es un gobierno en la ofensiva. Intimidando a la AN y a sus principales miembros. Allanan la inmunidad parlamentaria de un numeroso grupo de diputados. Les secuestran, les abren juicios y la policía del régimen les amedrenta en sus propias casas. Toman la Asamblea Nacional. Lo que trae al presente el “Asalto al Congreso” de 1848, perpetrado por José Tadeo Monagas. Una clara persecución al liderazgo de Guaidó; protagonista del 30-A. ¡Se radicalizó el gobierno de Maduro! Busca debilitar a las fuerzas oponentes. Específicamente a quienes rodean a Guaidó. Parece una persecución contra AD, pero no es así… más bien aspiran distanciarla de Guaidó. En una clara y maquiavélica táctica política, pegan a los lados, para ir apagando la imagen de Guaidó y dividir a los contrincantes. ¡Divide y reinarás! Lo están logrando. La relativa frustración del 30-A, produjo desgano, bajar la guardia y achicar la esperanza.

El 30-A arrebató careta democrática

Pero en verdad, quien más sale perjudicado por el 30-A es el gobierno de Maduro. Porque se abrió la brecha a la posibilidad de un golpe militar. Demostró, que no hay tal homogeneidad militar. Que el descontento va por dentro (silencioso, cauteloso y secreto). La fractura interna ya se produjo. La discusión política ha aumentado en los cuarteles como efecto del 30-A. Donde se han desatado prisiones, bajas y reprimendas. Y los sistemas de espionaje, investigación y pesquisa han sido sometidos a duras revisiones, evaluaciones y cambios. Tal es la situación, que la meta ahora es fortalecer la milicia, reforzar los colectivos y darle prioridad a la organización de las comunas. Es un mensaje de advertencia a lo interno de las FFAA y al país todo. Por otro lado, el secuestro, prisión y asedio a los miembros de la AN, deteriora aun más la imagen democrática del gobierno y acelera con mayor fuerza la lucha internacional contra el gobierno. El 30-A, le terminó de quitar la careta democrática al socialismo del siglo XXI. Y le puso el tenebroso rostro de dictadura… tiranía; que hace recordar a los tiempos de J. V. Gómez y M. Pérez Jiménez.

Combatir el pánico y el estrés

Puestas así las cosas, se nos ocurre pensar que, como lo dijo recientemente el presidente Donald Trump “Venezuela está en las puertas de un acontecimiento histórico”, no en balde un jefe de gobierno estadounidense habla en esos términos. Además, la situación interna apunta hacia un desenlace de cambio en corto tiempo. El escenario económico es inaguantable para la totalidad de la población. El precio de los alimentos sube vertiginosamente, las controversias en los cuarteles y oficinas de mando nacional y regional se incrementan y las sanciones ahogan inmisericorde a las finanzas públicas. Tengo la sensación que estamos al borde de una explosión o de un levantamiento militar de grandes proporciones. A los gobiernos los tumban las crisis económicas; así ha sido en el transcurso de la historia. Esto es lo que me dicta la información que poseo y la lectura que hago de la actual problemática venezolana. No hay que desesperarse. Debemos combatir el pánico y el estrés. Pudiera venir una Junta de Gobierno consensuada. Un gobierno de transición y unas elecciones democráticas.

Los militares piensan… no son robots

Sabio el pensamiento de Mario Briceño Iragorry “Aunque parezca dormido y engañado el pueblo siempre tiene la razón, el dura más que aquellos que lo explotan y lo oprimen”; lema que teníamos mi hermano Luis y yo, en el programa radial “El Mensajero del Pueblo”, por Radio Barquisimeto, en 1958, cuando teníamos 18 y 17 años. Hay que continuar las protestas en manifestaciones, con ánimo y espíritu de lucha. Se están produciendo importantes diálogos entre el gobierno y líderes de la oposición. La presión internacional se intensifica a todos los niveles y el país está acorralado. Crece la desconfianza entre Maduro y Padrino López. La presencia de Maduro en las marchas militares es un claro signo de búsqueda de credibilidad y aceptación. ¡Como si no lo conocieran! Se presenta para demostrar liderazgo y jefatura. Pero los militares piensan… no son robots. Es grave la situación de sus familias y la pérdida de calidad les atormenta. Tampoco ven solución a sus problemas. Pareciera que estamos a las puertas de un desenlace.

fcordero@eluniversal.com

efecepe2010@gmail.com

 3 min


Moises Naim

Irán quiere que en Venezuela haya diálogo. “El caos no puede ser la solución a las discrepancias políticas en Venezuela”, dijo Abbas Mousavi, portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de la República islámica. El Gobierno chino también ha expresado su esperanza de que “las partes en conflicto puedan resolver sus diferencias políticas a través del dialogo”. Al igual que Serguéi Lavrov, el ministro de Exteriores ruso, la ONU, e infinidad de otros países, organismos y personalidades.

Así es; todo el mundo quiere un diálogo político en Venezuela. “Todo el mundo” menos los venezolanos, que ya tienen dos décadas de experiencia “dialogando”. Primero participaron en diálogos con Hugo Chávez y luego con Nicolás Maduro.

¿El resultado? Todos los “diálogos” terminaron fortaleciendo al Gobierno y debilitando a la oposición.

Entre octubre de 2002 y mayo de 2003, por ejemplo, César Gaviria, el entonces secretario general de la Organización de Estados Americanos, (OEA) se dedicó casi a tiempo completo a propiciar en Caracas un diálogo entre el Gobierno de Hugo Chávez y las representantes de la oposición. El expresidente de EE UU Jimmy Carter también participó activamente. ¿El resultado? Mientras la oposición negociaba con el Gobierno y todos los medios de comunicación se concentraron en informar sobre “el diálogo”, el régimen cubano consolidó su influencia en Venezuela.

En 2014, el Gobierno de Maduro confrontó fuertes protestas callejeras protagonizadas, principalmente, por estudiantes. El Gobierno respondió con sus dos armas favoritas: represión y… diálogo. Esta vez el diálogo de marras tuvo lugar en el palacio presidencial, fue televisado y algunos líderes de la oposición pudieron ser oídos por el país. Maduro también invitó al cardenal Pietro Parolin como “testigo de buena fe” del diálogo. El cardenal había sido el enviado del Vaticano en Caracas durante cuatro años y el papa Francisco lo acababa de nombrar secretario de Estado, el cargo número dos en la Curia. ¿El resultado? Las protestas callejeras se acallaron, miles de estudiantes fueron arrestados, muchos de ellos, torturados y otros, asesinados. Leopoldo López, el líder político más popular de la oposición, fue encarcelado y condenado a 14 años de prisión. Maduro consolidó su poder.

Dos años después volvió a pasar lo mismo. Sintiéndose débil, Maduro convoca a un diálogo, esta vez en la Republica Dominicana. Fue un caos. Numerosas delegaciones, confusión, divisiones y muchas promesas. El mejor indicador del calibre de esa reunión es que contó con la activa mediación de José Luis Rodríguez Zapatero. No es de extrañar, entonces, que entre quienes se oponen al régimen de Maduro, el diálogo tenga mala fama. Hasta ahora, los diálogos solo han servido para fortalecer al Gobierno, dividir a la oposición y desactivar las protestas populares.

Lo ideal, por lo tanto, sería que no hiciesen falta ni diálogo, ni negociación. Sería fantástico que Maduro y sus secuaces pronto colapsen bajo el peso de su impopularidad, sus rencillas internas, la profundización de la crisis humanitaria, el descontento de grupos militares, la presión internacional, y la consolidación del Gobierno de Juan Guaidó. ¡Ojalá! Pero, como sabemos, a veces, lo ideal no es ni práctico ni realista. Es posible que la situación actual se prolongue y que la única forma de salir de Maduro, avanzar hacia elecciones no amañadas, y dar comienzo a nuevas políticas que atenúen las letales crisis que aniquilan a los venezolanos sea a través de acuerdos negociados entre la oposición y el régimen.

Compresiblemente, esta idea es repugnante para muchos. Pero, lamentablemente, también puede ser inevitable. Un prolongado statu quo significa la muerte de decenas de miles de personas, más millones de refugiados venezolanos en otros países y la profundización de la crisis humanitaria.

La buena noticia es que las sociedades, y sus políticos, aprenden. La sociedad venezolana ya ha aprendido que, hasta ahora, los diálogos han sido una trampa y que no se pueden aceptar ingenuamente. La comunidad internacional democrática tampoco cree en Maduro y exige de su parte hechos concretos que contribuyan a reducir la justificada desconfianza que le tienen.

También es cierto que en los diálogos anteriores, la oposición estaba más débil y desorganizada, no contaba con el apoyo de 54 países y el régimen de Maduro no era tan vulnerable como lo es ahora. El aprendizaje social y la debilidad del régimen permiten que la oposición rehúse cualquier negociación si antes el régimen no da muestras de que tiene la intención de hacer concesiones importantes. Podría, por ejemplo, unilateralmente, y antes de comenzar cualquier diálogo o negociación, anunciar que adelanta la fecha de las elecciones presidenciales, o liberar a los presos políticos o permitir la entrada masiva de ayuda humanitaria.

De nuevo, esto tiene que ocurrir antes de que la oposición se siente a negociar con el régimen.

Suponer que Maduro y los suyos pueden participar en un diálogo sin mentir y sin intentar manipularlo puede ser ingenuo. Pero, quizás, más ingenuo aún es suponer que, en Venezuela, es posible evitar el diálogo político indefinidamente.

19 de mayo de 2019

@moisesnaim

El País

https://elpais.com/elpais/2019/05/18/opinion/1558202401_571471.html

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Con voz propia

Los vocablos diálogo, discusión, conversación, debate, disputa, recobran vigencia en el intento de acercamiento promovido por la monarquía noruega entre el régimen que este 20 de mayo arriba al primer año de usurpación y sector de oposición representado en el Parlamento cuyo jefe reconocen unos sesenta países democráticos como Presidente interino de la República.

A la Capital Verde europea como califican a Oslo la del citado país, fueron convocados representantes de ambos bandos. El oficialismo envió al ministro Jorge Rodríguez y al gobernador de Miranda, Héctor Rodríguez; y la oposición, al vicepresidente de la Asamblea Nacional, Stalin González; al ex alcalde de Baruta Gerardo Blyde y a Fernando Martínez Mottolaa quien fuera ministro de transporte en Gobierno de Carlos Andrés Pérez.

La nación de las maravillas del mundo, se caracteriza además por haber facilitado procesos de diálogo en las últimas décadas, como los que llevó a la firma de los acuerdos de Oslo entre israelíes y palestinos o conversaciones entre el Gobierno colombiano y las FARC.

En la actual Venezuela la peculiaridad del liderazgo es discrepante en criterios entrambos.

En la oposición “andan como locos”, acusa el primer vicepresidente del PSUV, Diosdado Cabello: “pareciera que alguien” coló información. Por su lado el usurpador Maduro afirmó en su consabida cadena de radio y tv disposición para establecer diálogo con la oposición y agradeció a Noruega por mediar en el conflicto. Confirmó en un encuentro con militares en Aragua que se iniciaron con "buen pie" las conversaciones para avanzar hacia "acuerdos de paz".

Por su parte, el segundo vicepresidente del Parlamento explicó que en los encuentros se utilizó una metodología "pendular" que implicó que los representantes de Noruega se reunieron por separado con los comisionados del régimen y los de la oposición.

Juan Guaidó aseguró que no se prestará a una "negociación falsa". Ratificó que siguen firme los tres objetivos trazados en enero: cese de la usurpación de Maduro, gobierno de transición y elecciones libres.

Reuniones en Oslo coincidieron con visita a Caracas del Grupo de Contacto Internacional, que sostuvo encuentros por separado con Maduro y Guaidó.

Tales encuentros generaron posiciones críticas en Venezuela y el exterior. Algunos analistas estiman que podrían convertirse en obstáculos para un eventual proceso de diálogo. El embajador de Perú ante la ONU, Gustavo Meza-Cuadra, aseveró que hay que “tener cautela a la hora de negociar”.

"Es difícil no ser escéptico porque Maduro usó tres esfuerzos anteriores para ganar tiempo. ¿Cómo una negociación puede ser de buena fe cuando hay opositores que siguen detenidos y otros que son perseguidos? manifestó el senador republicano de EEUU Marco Rubio.

De acuerdo a informaciones publicadas en diferentes medios de comunicación, ese diálogo empezó a fraguarse en un lugar secreto.

La tv pública noruega NRK había adelantado que los contactos entre las dos partes se iniciaron en Cuba y se han mantenido varias reuniones en un lugar secreto en Oslo.

Canciller de Cuba, Bruno Rodríguez, expresó a su homóloga de Canadá, Chrystia Freeland, la voluntad de contribuir al diálogo.

ONU dio su total respaldo a las conversaciones en Noruega y confió en que puedan conducir a una solución de la crisis en el país. La presidenta de la Asamblea General, María Fernanda Espinosa, dio la bienvenida a los contactos.

EEUU tampoco descarta negociar.

Las esperanzas son las últimas en perderse y ahora las ciframos en Noruega. No olvidar que puede surgir un Vicente Emparan, que hace dos siglos y 6 años ante la presión popular para que se fuera, replicó: “Si no quieren que gobierne, yo tampoco quiero mando”.

Al MARGEN. Quienes hoy se burlan y utilizan la justicia para cometer sus injusticias con los inocentes, mañana llorarán y gritarán pidiendo justicia porque ser culpables, caricatura en Diario de Guayana.

jordanalberto18@yahoo.com

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Fernando Luis Egaña

Los políticos gringos, sea cual sea su orientación ideológica, tienen la seguridad de que pueden determinar lo que pase o no pase en cualquier país del mundo. Pero la influencia que ellos creen es todopoderosa es ciertamente una exageración y, en algunos casos, una ilusión. ¿Quién recuerda, por ejemplo, la fallida “primavera árabe”?… Y es que las dinámicas internas de muchos países son sumamente complejas y rebasan los diagramas burocráticos de la Casa Blanca, el Congreso de EEUU, el Pentágono o el Departamento de Estado. Y ni hablar del “complejo mediático”, en lineas generales, cada vez más superficial y distorsionante. Eso se ha visto una y otra vez, así como también se ha visto que una intervención de Washington también puede producir efectos muy concretos. Existe de todo.

Hay gente que considera que los gringos tienen una especie de varita mágica para cambiar realidades nacionales a su antojo. No creo en varitas mágicas. Sí confío, en cambio, en estrategias sólidas que tengan por fundamento un conocimiento profundo de la situación, comenzando por las aspiraciones populares de una nación. El poder de los gringos puede complementar la voluntad de cambio en un país. No es un poder omnímodo, sino ajustado a la trayectoria histórica de las naciones. Y Venezuela no es una excepción. Cuando Chávez iniciaba su primer período, y ya abundaban las tropelías, el embajador de Estados Unidos, lo justificaba declarando que ésto era una “democracia con sabor tropical”…

Las expectativas de que las sanciones del Potomac son un mecanismo definitivo para la eclosión de la hegemonía roja, no son expectativas que se estén cumpliendo. Trump, Pompeo y Bolton, plantean el tema como si se tratara de un pulso con Putin y el Kremlin, quienes estarían sosteniendo al repudiado Maduro. Pero no es así, quienes sostienen a Maduro – y de hecho lo pusieron allí – no son los rusos sino los cubanos. Pero que los referidos funcionarios estadounidenses, y otros más, lo reconozcan con claridad, no es fácil, porque sería reconocer una debilidad. ¿O es que acaso Cuba es una potencia económica o militar?

Claro que no lo es. Es un país que vive en la miseria, pero tiene una élite político-gubernativa, con mucha más experiencia de continuismo por las malas y las peores, que Trump, Pompeo o Bolton juntos. Al fin y al cabo están lidiando con los gringos desde los tiempos de Eisenhower, hace ya más de sesenta años. Y si en Washington no queda nadie de esa época, en La Habana siguen mandando los mismos de siempre, empezando por Raúl Castro y Ramiro Valdez. Subestimar su capacidad de maniobra y su perfidia es un craso error, que acá en Venezuela hemos cometido una y otra vez.

El poder federal en Estados Unidos no es un despotismo, a pesar de que Trump da la impresión de hacer lo que quiera. No es así. Allá impera un Estado de Derecho, y hay un contrapeso real de poderes, que depende, desde luego, de las mayorías en el Congreso y de la fuerza de la Casa Blanca. Nosotros en esta Venezuela de mengua, no debemos examinar la conducta de los gobiernos de otros países, con base al proceder de la hegemonía roja. Acá impera una satrapía despótica y depredadora. En otras partes de la región, o del hemisferio, no. Por más “imperial” que parezca, en términos relativos, Trump tiene menos poder en su patio, que Raúl Castro en el suyo, incluyendo a Venezuela.

Este dato es importante de tenerlo en cuenta para tratar de afrontar la tragedia venezolana. De hecho, este dato es parte estructural de esa tragedia. El poder de los gringos no está en discusión, con las limitaciones señaladas. Pero las mañas de los castristas, tampoco.

flegana@gmail.com

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La frase del título parece ser el objetivo, como veremos, no solo del régimen. Ciertamente el régimen desarrolla su estrategia de siempre, para lograr ese objetivo, en dos partes; la primera es un fuerte proceso de represión y de criminalización de la protesta en contra de la población: “siembra” de pruebas incriminatorias, detenciones ilegales, manifestantes presos y llevados a juicios interminables con fuertes condenas, obligación de presentarse periódicamente ante jueces y tribunales y ahora –dadas las circunstancias particulares– allanamiento de inmunidad a los parlamentarios y apresamiento de algunos de ellos.

Todo esto tiene por finalidad atemorizar, intimidar a los opositores, para producir paralización, inmovilidad, desanimo, dispersión, alejamiento de la calle y dispersión de la protesta. Y lo logran. Lo vemos en el descenso de las movilizaciones populares, aunque no en las protestas, que se reproducen semanalmente por cientos y por los más variados motivos; pero estas son protestas que –en la mayoría de los casos– no son conducidas políticamente, no tienen una finalidad política, son limitadas, locales, no se reflejan en los medios de comunicación –que no existen o el régimen controla– sino escasamente por algunas redes sociales, de alcance limitado, y por eso son “toleradas”, aunque “controladas” por la dictadura.

La intimidación surte efecto, pues la sana razón lleva a pensar que nadie se debe exponer innecesariamente y arriesgar la vida frente a una dictadura que ha demostrado no tener escrúpulo en usar la fuerza hasta los extremos. Eso hace que disminuya la afluencia de opositores en las manifestaciones y negarlo es absurdo. Pero, además, ya un sector de la oposición luce desmoralizado porque en pocas horas, días, no se cumplieron los objetivos de destronar un gobierno que tiene 20 años desarrollándose en el país.

En este momento, el régimen, sabiéndose sin apoyo popular y sin capacidad de movilizar respaldo multitudinario para sus actividades, desarrolla variantes de su estrategia para reponerse de la sorpresa que le causó la aparición de un liderazgo opositor como el de Juan Guaidó, inesperado para el régimen. La alternativa que están manejando es aislarlo, para acabarlo. Algunos no se explican cómo es que han apresado a figuras del entorno Guaidó, pero no tocan a Guaidó y al efecto se han dado diversas explicaciones: temor a una respuesta popular incontrolada, temor a una fuerte respuesta y represalia internacional, etc. Creo que la explicación es más simple. El régimen se limita a acabar con el entorno del líder, porque sabe que en la propia oposición nos encargamos de descabezar a nuestros dirigentes, no hace falta que ellos “tomen medidas”; cuando nos hallamos encargado nosotros de acabar con nuestros dirigentes, la tarea de apresarlos, obligarlos a asilarse en una embajada o irse al exterior es más fácil y el costo político del régimen será menor.

Por eso se desarrolla la segunda variante de la estrategia del régimen: la mentira, el rumor y la insidia en contra de la oposición y sus líderes. Nadie le cree nada a los voceros de la dictadura, excepto cuando dicen cualquier cosa de la oposición o de sus líderes, entonces se les cree todo y se disemina en redes sociales con verdadero ahínco. Por ejemplo, desde la segunda guerra mundial, ninguna crisis, conflicto o guerra se ha resuelto sin que al final se tenga una negociación, aun entre los rivales más enconados; pero en Venezuela basta con que asome el rumor –usualmente difundido desde el régimen– que se está “negociando” o “dialogando” con algunos líderes opositores, para que se satanice a la oposición y sus líderes. Claro que el régimen lo que busca es negociar, para ganar tiempo, para perpetuarse, solo que quiere hacerlo con ventaja, con una oposición doblegada, debilitada y dividida; y lo ha logrado varias veces. Por eso estimula la crítica y la división de la oposición, mediante información falsa, exageraciones o medias verdades. Estimula y pone la crítica a la dirigencia opositora en bandeja de plata. Desde luego es criticable el desempeño de la dirigencia opositora en determinadas acciones; por ejemplo, lo ocurrido el 23F con la fallida entrada de la ayuda humanitaria; la falta de respuesta militar, disidente, el 30A; la falta de respuesta masiva y de mayor convocatoria en manifestaciones y eventos; o que no se hayan diseñado y planificado otras acciones, etc. Pero la auto crítica no nos puede llevar a la destrucción y desconocimiento de los esfuerzos y logros obtenidos.

Con respecto a la auto critica la oposición mantiene varias posturas. Dejemos de lado a los que no critican nada o no ven ningún “error” en la dirigencia opositora o en los partidos políticos, o a los que no exteriorizan su crítica, ni hacen comentarios, pero simplemente asisten o dejan de asistir a las diferentes convocatorias, desmoralizados. Vamos a concentrarnos en los que hacen críticas; entre ellos hay algunos que hacen análisis de determinadas acciones e intenta entender, explicar, introducir correcciones o sugerencias; esos son los menos. Pero ya hay un sector de la oposición que solo tiene críticas acerbas a las ejecutorias de otra parte de la oposición. Aquí nos encontramos dos posturas, aquellos que lo hacen, como dijimos más arriba, para “descabezar” a la actual dirigencia opositora, posiblemente para tratar de imponer sus propios líderes o lideresas. En estos aún suponemos una cierta intención “positiva”, pero cuestionable, en su lucha contra la dictadura.

Pero hay otro grupo “opositor”, así entre comillas, que por momentos parecen agentes del régimen; le hacen el juego, despiadadamente, adoptan acríticamente las falsedades que divulga la dictadura sobre la dirigencia opositora, se hacen eco de rumores e información, sin confirmar o simplemente falsa; dejan caer “dudas”, o las crean, sobre determinados líderes opositores y sus actuaciones. Se escudan en un “derecho” –un tanto abstracto, que de todas formas nadie les niega– a “formular críticas” y rechazan que se les insinúe que sean constructivos o tomen alguna iniciativa, aunque nadie les está pidiendo, ni siquiera, que formulen “propuestas” como condición para realizar críticas. El único objetivo de este grupo, lo volvemos a repetir, parece ser “descabezar”, hoy, a Juan Guaidó, como ayer descabezaron a Henrique Capriles, o a Julio Borges, o Ramos Allup, o a cualquiera de los dirigentes de los partidos políticos durante los últimos años, que sería interminable enumerar.

Porque más allá de los nombres de los líderes descabezados y denigrados, lo lamentable es que el régimen sabe que siempre ha contado con la ayuda de estos “opositores”, no porque sean un sector numéricamente significativo, que no lo son, sino porque se dicen opositores y algunos los reconocen como tales, y al alinearse con la estrategia de la dictadura crean confusión, desanimo y división. Así, el régimen, ayudado, está logrando una vez más sus objetivos: por una parte, intimidar a la población para disminuir la protesta ciudadana y, por otra parte, las señales evidentes de división y desmoralización que se trasluce en la crítica innoble e inmerecida a los esfuerzos que hace la dirigencia opositora de la AN.

https://ismaelperezvigil.wordpress.com/

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