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Carlos Raúl Hernández

Solo para idiotas

Carlos Raúl Hernández

Estudiante de sociología, tuve unos semestres discutible inclinación por el pensamiento de Teodoro Adorno y la escuela de Fráncfort: Marcuse, Adorno, Horkheimer, Fromm, los marxistas culturales, cuyo daño es hoy apreciable. Para un profesor de entonces, Adorno era paradigma de la ciencia social, porque conjugaba “profundidad filosófica con suficiencia de instrumentos estadísticos”. Aludía los dos tomos de La personalidad autoritaria, que Adorno concibe, dirige, edita y publica en EE. UU (1950). Con la edad y juicio crítico entendí que era una bola de disparates filosóficos, sicoanalíticos y estadísticos, simiente de la actual cultura woke. “Demuestra”, por ejemplo, que la esquizofrenia es producto de la propiedad privada, al dividir los bienes entre tuyo y mío. Según la antropología, la noción de propiedad aparece en la hominización avanzada y deja fuera cromagnones y neandertales que, así vistos, debían ser precursores del marxismo leninismo. Para la puerilidad de este libro, la personalidad autoritaria es efecto de la propiedad porque la “… sociedad industrial avanzada…alienta prejuicios, tendencias antidemocráticas, estereotipos y sumisión-agresión autoritaria”. Trapecismo argumental sin red protectora, como si la esquizofrenia hubiera sido desconocida en la Rusia del gulag, la Cuba del paredón y en la media humanidad que sufrió los horrores de la utopía.

Así los beatniks y la izquierda cultural americana de los 50s atribuyeron las clínicas siquiátricas a inventados disidentes de la democracia y. no donde ocurría, el comunismo. La cinta clásica Atrapado sin salida de Milos Forman, recrea una novela inspirada en Carl Salomón, un intelectual beatnik cuyo odio al “capitalismo” era tal que se hospitalizó y exigía que lo lobotomizaran, cosa que los médicos no hicieron, aunque la película lo cuenta al revés. Hacía muy poco, EE. UU había rescatado a Adorno y a la humanidad del totalitarismo nazi, mientras en la URSS comenzaba otro. Para tabular su “estudio”, Adorno fija como extremo de personalidad autoritaria la derecha y en el otro, la personalidad no autoritaria, la izquierda. Los enfermos serían Hitler, Mussolini y Goebbels, y sanos como manzanas Stalin y Mao. De nueve indicadores de personalidad autoritaria de la hipótesis, los reos de Núremberg, apenas cuadraban con tres o cuatro, pero Adorno desestimó el detalle. Torpezas de la realidad, podría haber dicho. Vivía en EE. UU como varios connotados comunistas alemanes fugitivos, Horkheimer, Erich Fromm. H. Marcuse, B. Brecht que odiaban la democracia capitalista, y sus contrarios, Hannah Arendt, Thomas Mann, Arnold Shonberg, Stefan Zweig, Leo Strauss, pero cuando la crítica académica mordió el libro, Adorno arranco para Alemania.

Escribe necedades tales como que el trauma de los campos de concentración nazis es tal que a la humanidad “ya no quedaba capacidad de amar…ni habría más vida”. Pero entre 1945 y 1960 explotan la natalidad, el baby boom, los derechos civiles y la liberación femenina sube la minifalda yl mundo mejoró radicalmente. Aunque con familia de recursos económicos, Adorno es fibionita, pobretólogo y considera la riqueza un crimen, tirria que nace con la civilización, dice Antonio Escohotado, con los Manuscritos del Mar Muerto, obra de la secta judía iracunda, los esenios de San Juan Bautista, que además de su manía de bañarse todo el día, calificaban el dinero de pestilencia. Muchas herejías cristianas quisieron destruir a la Iglesia porque no era pobre y hasta San Francisco de Asís pisó la antesala de la hoguera. Para algunas era pecado apenas tocar oro o plata y los husitas enterraban solo a los muertos cuyas armaduras tuvieran incrustaciones de perversos metales preciosos. Los demás se pudrían libremente en el campo de batalla. En el siglo XX los fibionitas más famosos son tal vez Walter Benjamin, Marcuse, Jean Paul Sartre y Adorno, contra la malignidad de la sociedad de consumo.

La abundancia material, el confort y la cultura de masas “embrutecen” y enajenan, generan autómatas acríticos, unidimensionales, seudocultura para “la señora de la limpieza”, según Adorno y no para revolucionarios sofisticados. Su amigo Walter Benjamin, igual de delirante, poseía una gran colección de muñecos, como una escena de Chucky, que adquiría para sacarlos del pecaminoso mercado, congelar su condición de mercancías. Adorno explica: “el niño, no corrompido…busca salvar en su trato con las cosas, lo que las hace buenas para los hombres y no para comprar y vender”. Le molestaban el intimismo y la sensualidad del jazz y el blues, creaciones universales de la negritud, porque eran (no hay nada más pringado que la pureza revolucionaria) “música de esclavos sadomasoquistas”, que no llamaba a una rebelión porque “los negros estaban ansiosos de venderse y conseguir contratos con las disqueras blancas”: Para su íntimo amigo el pajihielo Horkheimer, el jazz y el blues son “fondo musical de masas obedientes a la jerarquía social del capitalismo salvaje”. Pensar que discutíamos en pasillos estudiantiles semejantes imbecilidades y que aún quedan profesores que las recomiendan.

El pensamiento líquido se amolda al envase, al entorno cultural, según Zygmunt Bauman, y el post marxismo es el frasco. Parecía que la conseja de -tecnología-contra-la humanidad, yacía en el basurero de las futilidades, novelerismo de Hollywood de apasionantes distopías. Desde El gabinete del Dr. Caligari (Wiene:1929), Frankenstein (Whale:1931) y Metrópolis (Lang:1927), hasta 2001:Odisea del espacio (Kubrick: 1968), Terminator (Cameron:1984) y Matrix (Wachonsky: 1999). El surcoreano-alemán Byung Chul Hal, una especie de Paulo Coelho de la filosofía, es autor de La sociedad del cansancio (2010), La agonía del eros (2012) La sociedad de la transparencia (2013), horda de lugares comunes y estamos en hora de pasar facturas. En un artículo rococó, sin entrada ni salida cognoscitiva, sugiere que Asia demostró superiorioridad a las democracias frente al coronavirus, por la “herencia autoritaria de Confucio”, quien no lo fue más que Platón y Aristóteles cuando no existía pensamiento democrático. Que “el autoritarismo gobierna mejor” es una necedad cuando la administración china provocó la pandemia por su manejo politiquero, caótico y secretista del problema, el e igual el norteamericano, que ocultó su letalidad.

Asia es el autoritario Irán, tan torpe ante la epidemia como la democrática Italia pero lo manejaron bien las democráticas, orientales y prósperas Taiwán, Japón y Corea. El autor considera positivo que el gobierno chino tenga acceso a la información sobre la ciudadanía No existe capacidad para centralizar la big data, una masa inimaginable, ciclópea, de datos, pero el Estado chino puede disponer de la información `privada que se le antoje. Los gobiernos democráticos y las empresas están bloqueados técnica y legalmente para usar la información de los ciudadanos, atesorada en millones discos duros y servidores descentralizados y su manejo sometido a escrutinios. Hay duras sanciones para su uso ilegal o simplemente opaco: Facebook, carga una cicatriz por ello en el face, a Hillary Clinton la perjudicó en su campaña y Google recibió una penalidad en Europa. Para tener idea: la big data, que se calcula en zettabytes; si se imprimiera toda la información producida por la humanidad hasta 2022, sería una torre de libros como el Empire State hasta el sol ida y vuelta. Los mencionados Marcuse, Adorno y Horkheimer, cuestionaban los medios unidimensionales porque imponían ideología enajenante, convertían gente en masa. Lo qué defiende Hal es simple galimatías, porque el papel aguanta todo.

Le molesta la democracia informativa, el flujo multidireccional en las redes “neoliberales” (?), porque es tan amplio, biunívoco, continuo, abrumador, que le parece “pornográfico” y ahora el sujeto “se esclaviza a sí mismo”, porque la “transparencia” de las redes estimula el “narcisismo”, las ganas de “hacerse ver”. ¿Testigo de Jehová o filósofo? El libre flujo de ideas, opiniones, imágenes, obras, informaciones, dice, ¡es una nueva forma de totalitarismo! (esta vez “malo” a diferencia del control estatal, que es “bueno”). Stalin con kalé heideggeriano: la libertad de información es burguesa. Defensor de la información elitesca frente a la “globalización neoliberal”, es un tejedor de caprichos, manías, tonterías autoritarias. Cita de apoyo a una colega post marxista. Naomi Klein, que porta sin licencia uno de los cerebros más alocados, conspiranoides, desde Lex Luthor y el Jocker, que vio en el coronavirus la siniestra maniobra para crear el totalitarismo neoliberal. Según García Márquez, cada vez que alguien falla en billar una impelable jugada bola-a-bola, aquí va a pasar algo.

.@CarlosRaulHer

https://www.eluniversal.com/el-universal/163339/solo-para-idiotas

Juguetes de la fatalidad

Carlos Raúl Hernández

1. Pedro Sánchez ha perdido tres elecciones, pero “eppur si muove”. España vive efectos de un sistema político sinuoso, confundido, que denuncia el peligro de “fascismo” en Vox, un partido estrictamente constitucional, pese a tener el fascismo gobernando en Podemos. Una sociedad que permite eso, puede permitir cualquier cosa. Pero es la norma que eso ocurra con una frecuencia que podría impresionar si existiera el sentido común. Cada vez que mencionamos a Pound, Heidegger, Celine, Pessoa, Cioran, Blanchot, Eliade, escoliastas de fuerzas oscuras del fascismo, se nos exige recitar antes el anatema, “pese a ser un miserable, es un gran creador…”. Muy distinto si mencionamos a Lukács, Merleau-Ponty, Sartre, Brecht, Kojeve, Neruda, Louis Aragón, Marcuse, Picasso, hagiógrafos de tiranías igualmente terribles, pero no requieren letanías parecidas. Han gozado de bastante simpatía, son incluso referencias y a nadie se le ocurrió que a alguno de ellos hubiera que recluirlo en el manicomio de St. Elizabeth, como a Pound. Se arrancaron las barbas por Stalin, Mao, Pol Pot y Castro, entre otros. vampiros. Y cuando Sartre no manifestaba en favor de Pol Pot o Mao, hacía tríos de cama con su mujer Simone de Beauvoir y niñas estudiantes. Como premio recibió nada menos que el Nobel, máximo galardón de Occidente. Lo paradójico es que tanto los creadores fascistas o criptofascistas como los comunistas o criptocomunistas pertenecen matrices ideológicas idénticas: el odio por la sociedad abierta, “capitalista”, laica, pluralista, democrática, liberal, a la que se quiere someter a patrones monstruosos.

2. Nadie enterado deja de reconocer que el siglo XX el único pintor libre de la oceánica influencia de Picasso es Jackson Pollock. Que de la impronta de Neruda estuvo exento un solo poeta latinoamericano, Nicanor Parra. Y que no hay ninguno en lengua inglesa sin la marca del norteamericano Ezra Pound. Así es la arrolladora, insondable profundidad de este titán, capaz de escribir Cantares, un libro casi impenetrable, de extensión gigantesca, con pasajes tan sublimes que no parecen humanos, miembro de la llamada generación perdida norteamericana, nada perdida, por cierto. Recuerdan de él su generosidad e inusual bonhomía. Durante su vida en Europa, estimula, protege, financia y promueve muchos escritores y artistas de la época. Lo mismo a Joyce consigue editor para Ulises, a T. S. Eliot, John Doss Passos, D. H. Lawrence, Robert Frost, Hemingway y muchos otros. Pound los acompañaba en sus depresiones, les impide suicidarse, vende cuadros de pintores amigos, paga hospitales, consigue editoriales, -y hasta novias-, y organiza conciertos. Llega a Italia en 1924 y viene la metamorfosis. Se hace propagandista del fascismo con un programa en Radio Roma dedicado a desmoralizar las tropas norteamericanas y enaltecer la ola totalitaria. Hay una antinomia moral entre Ezra Pound, norteamericano que milita en el fascismo contra su país, y su némesis, Thomas Mann, el alemán que por el contrario, se nacionaliza norteamericano en disidencia de Hitler.

3. La defensa de la democracia y la vida civilizada por Mann es transparente y no lloveré sobre el agua, para ocuparme más bien de Pound, la oveja negra. Más allá de la tesis de Kristeva, que recomienda separar los hombres de sus creaciones artísticas, me acosaron varias ideas fijas. Asaltan las liebres del pensamiento y hay que asarlas. Pound, poeta-economista, como lo llamaban, quería que los hombres fueran igualados por la mano del Duce, a quien llamó “macho de la especie”, constante de algunos intelectuales ante los “hombrones” autoritarios. Como Mussolini, Pound se desplaza desde el el totalitarismo de izquierda al de derecha, cuyas únicas diferencias son los colores rojo, pardo o negro de las camisas de los aporreadores en las calles. Entre 1910 y 1921 en Gran Bretaña Pound escribe en publicaciones de izquierda para devastar los “valores burgueses” que resumían la vida convencional, la Iglesia, el sentido del humor británico, el comercio, los negocios, “el teatro de la conformidad”, la poesía tradicional, el elitismo cultural de los movimientos vanguardistas y también, paradójicamente, la cultura popular adocenada. Vive fanatizado conque la suya es la mejor vía para acabar con el orden establecido igual que los marxistas por su lado. Intenta formular ideas políticas o económicas en artículos y conferencias sorprendentes por rupestres, que no se compadecen con las dimensiones del poeta y traductor, lo mismo que sus atropelladas alocuciones radiofónicas.

4. La furia autoritaria esclavizó por milenios gente pacífica. Parecía salirse con la suya, pero los seres de un día controlaron la hostilidad de la naturaleza, de sus congéneres y la que llevamos en la sangre. El hombre es “el animal blando”, como lo definió el sociólogo Arnold Gehlen, pero tiene voluntad, razón y pasión. Error de las ciencias sociales creer que somos paja en el viento, juguetes de la fatalidad, las circunstancias, la sociedad o la historia y no hay excusa para justificar quienes se afilian a movimientos monstruosos. Si fuera simples instrumentos, viviríamos aún aterrados en cuevas con herramientas de piedra. Aislados en una habitación un humano desnudo y una rata rabiosa, la pelea es pareja. Pero la criatura de físico vulnerable y espíritu poderoso, el homo sapiens sapiens, desarrolló la inteligencia y mecanismos, tecnologías e instituciones para defenderse de fieras, de otras catervas y de sí mismo. El hombre es la voluntad, “la fuerza para sobreponerse… a toda costa”, dice otro pensador. Para convivir instauraron tótem y tabú: esto se puede hacer, esto no. Matar, robar, pederastia, incesto, están prohibidos ¿Cómo vencieron “históricamente” los sapiens a los vigorosos neandertales, animales duros, acorpados, hirsutos, agresivos, salvajes, con nariz chata de largo alcance? Pese al absurdo vegano, las proteínas rojas desenvolvieron cerebro y manos del sapiens. Y según la antropología, el perro está entre los factores aleatorios que aceleraron la humanización. Este animalito eliminaba las víboras que ponían en peligro las crías y sus madres lo amaron.

5. Gracias a sus protectoras el perro se hizo amigo de los varones, cazadores a los que suplió las deficiencias de olfato para atrapar presas, y así aumentaron la ingesta de carne. Pero según Ernst Gombrich, cumbre de la sociología del arte, un acontecimiento determinante y básico por encima de todos los demás, impulsó el salto definitivo del animal al hombre. Fue el día que descubrió el sexo cara a cara, y de verse a los ojos, nació el sentimiento, que individualizó a la hembra y la liberó de ser el receptáculo que saciaba a cualquiera en la manada: “si la tocas te mato” se pronunció por primera vez. Para ella transformó un acto violento, efímero e impersonal, tributo a los machos que la protegían y no podía evitar, en un momento de intimidad profunda y reparadora. Con ese nuevo vínculo recóndito, él enfrentaba las fieras con más fuerza, porque lo esperaba alguien que sentía parte de sí mismo y cuyo fantasma lo acompañaba. Pasa a ser la mujer y deja de ser hembra de la especie. Según Gombrich el milagro del sentimiento estalla en el arte rupestre. Eso se lo perdieron los pobres neandertales en su anacrónica bestialidad.

6. Avanza el conocimiento porque hasta entonces el embarazo era un suceso mágico, inexplicable, pero ahora comienza a entenderse el vínculo entre sexo y procreación. Algunos antropólogos heterodoxos piensan que, derrotados por los brillantes homo sapiens, los neandertales se unieron a ellos, y hoy parecieran andar en el metro, los aviones y también en el poder. Sus eventuales nietos, en vez de rugir insultan, el mismo rugido ahora articulado por el lenguaje, su herencia genética violenta y miope, desgracia la vida de las naciones. Instalan guerras, cárceles, torturas, allanamientos. Las instituciones “ponen bozal a las bestias de rapiña…con eso no mejoran moralmente, pero se hacen inofensivas como los herbívoros…La máquina social doma los egoísmos…en interés de la supervivencia”. Conciliar, discutir, tolerar, son hijos del avance humano. Pero si la máquina social cae en manos de fieras match políticas, se voltea contra la gente y la vida cruje a tal extremo que las sociedades donde ocurre, recuperan la normalidad a un alto costo. Una vez cierta diputada ucraniana, Natalia Korolévskaya, presentó un proyecto de ley para prohibir el cara a cara en la cama porque “dificulta la concepción” y en su país “existe un déficit poblacional”. Lo dice basada en un “informe técnico”. La ley irrumpiría en las habitaciones a exigir el “a tergo” o “pecorina”.

@CarlosRaulHer

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