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Pedrto Raúl Solórzano Peraza

No más oposición babélica

Pedrto Raúl Solórzano Peraza

Venezuela está viviendo una profunda desgracia, la cual comenzó en 1994 con el indulto o sobreseimiento de la causa que eliminó el proceso penal que se le seguía a Hugo Chávez Frías, significando que el inculpado no había cometido delito alguno. Sin embargo, Chávez dirigió un golpe de estado contra el gobierno democrático de Carlos Andrés Pérez en febrero de 1992, motivo por el cual fue encarcelado ya que éste es el delito más grave que se puede cometer contra un gobierno legítimo. Una situación controversial, producto de alguna debilidad o de algún maléfico compromiso político. Peor aún, por descuido o por incomprensión de la magnitud y consecuencias posibles de aquella acción golpista, la enquistada dirigencia política del momento fue incapaz de alertar a la ciudadanía acerca del peligro que representaba que un personaje de esa categoría llegase a dirigir el país. Para ello dispusieron de cuatro años, desde 1994 hasta 1998, cuando se realizan las elecciones presidenciales y son ganadas por Hugo Chávez.

El gobierno de Chávez, con altos y bajos, se extendió desde 1999 hasta su muerte en el año 2013, para ser continuado por Nicolás Maduro hasta el día de hoy. Es decir, es una forma de gobernar que ya cumple 22 años, durante los cuales la población venezolana ha sido testigo de innumerables sucesos que han convertido a uno de los países con las mayores riquezas naturales del mundo, apuntaladas por el petróleo, en una nación miserable, extremadamente pobre, con una población infeliz diezmada por la falta de recursos y la emigración de buena parte de su juventud.

Durante esos 22 años, ante el progresivo deterioro de las condiciones del país, las violaciones a la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y la pérdida de soberanía, la población ha realizado diversas acciones para tratar de lograr un cambio de gobierno que la saque de esta pobreza intolerable. Todas esas actividades han sido infructuosas ante el poder y las armas del régimen, utilizados para infundir miedo a los ciudadanos.

El devenir del tiempo y las circunstancias han permitido que hoy dispongamos de un Presidente Interino, Juan Guaidó, designado como tal porque así lo establece nuestra Constitución. De esta manera, Juan Guaidó ha tenido la suerte de ser presidente, pero también ha adquirido la responsabilidad, al frente del pueblo venezolano unido, de dirigir al país hacia nuevos caminos de recuperación con el mandato del cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones presidenciales libres y confiables. Ha sido evidente que este mandato no ha tenido éxito, a pesar de los esfuerzos realizados para lograrlo.

En la búsqueda de nuevos derroteros, Juan Guaidó lanza una Propuesta de Negociación de un Acuerdo de Salvación Nacional con varios objetivos. En primer lugar una convocatoria pública de elecciones presidenciales, parlamentarias, regionales y municipales, con un CNE legal, con otras condiciones electorales adecuadas y con reconocimiento internacional. Que se logre la entrada masiva de ayuda humanitaria y de vacunas anti covid 19 para todos los ciudadanos que lo requieran. Que se establezcan garantías democráticas para todos los actores políticos, que contemplen entre otras cosas, la liberación de los presos políticos. Finalmente y muy importante, que se obtenga un compromiso internacional para la recuperación del país, que permita el levantamiento progresivo de las sanciones, sujeto al cumplimiento del Acuerdo.

Para muchos parece más de lo mismo, sin embargo, las condiciones siempre cambian y hoy el régimen está desmejorado porque los recursos para seguir comprando conciencias y otras cosas escasean, y la solidez monolítica del chavismo se puede considerar que no existe. En esas condiciones puede verse obligado a negociar, y negociar es ceder hasta llegar a un acuerdo satisfactorio para ambas partes.

El posible éxito de esta nueva estrategia va a depender de que la oposición deje de ser babélica y que los líderes de las diferentes tendencias hablen el mismo idioma y se entiendan, que formen un solo bloque. Luego será más fácil unir a toda la ciudadanía opositora, que es abiertamente la mayoría, como base para lograr los objetivos, obtener el necesario apoyo internacional y la recuperación del país.

De Asnoldo a Yulimar

Pedrto Raúl Solórzano Peraza

Aunque el deporte venezolano en el contexto mundial no ha sido de espectacular relevancia, hay individualidades que han logrado los máximos galardones en sus respectivas actividades. Hemos tenido grandes boxeadores campeones mundiales y olímpicos; “peloteros” en las Grandes Ligas con variados records, triple coronado y Salón de la Fama; esgrimistas, nadadores y otros. En conjunto, como equipo nacional, quizás lo más celebrado han sido los triunfos en la IV Serie Mundial de Béisbol Amateur de 1941 en La Habana, y en los II Juegos Iberoamericanos de Atletismo de 1962 categoría masculino en Madrid. Pero hay una competencia de atletismo en particular que nos ha dado las únicas medallas olímpicas, es el salto triple, en la cual Asnoldo Devonish Romero en 1952 consiguió la medalla de bronce, y Yulimar Rojas Rodríguez en el 2016 obtuvo la medalla de plata.

Devonish tuvo una carrera breve a pesar de sus excelentes condiciones físicas y características fenotípicas para saltar. Con apenas 20 años de edad, en los Juegos Olímpicos de Helsinki-Finlandia, en el año 1952, Asnoldo obtuvo la medalla de bronce en una prueba donde el gran atleta brasileño Adhemar Ferreira da Silva se tituló campeón, manteniendo la supremacía en esta competencia. Sin embargo, da Silva se impresionó con las condiciones de Devonish y lo consideró su sucesor y próximo campeón del salto triple en el mundo.

Las expectativas con Devonish no se pudieron demostrar porque durante los Juegos Panamericanos de 1955 en Ciudad de México, luego de ganar medalla de plata con un salto de 16,13 metros detrás de da Silva, dejó la concentración de la delegación venezolana para asistir a las carreras de caballo en el Hipódromo de Las Américas por ser un apasionado de esta actividad. Por ello, la Federación Venezolana de Atletismo aplicó la absurda sanción de suspenderlo por un período de ocho años, eliminando los mejores años de su proyectada vida deportiva.

Antes de hablar de Yulimar Rojas, es conveniente saber qué es el World Athletics. Es el órgano de gobierno del atletismo a nivel mundial, y hasta 2019 era denominado International Association of Athletic Federations con las iniciales IAAF, conocida en español como Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo. Una de sus atribuciones, en conjunto con International Athletic Foundation, es otorgar cada año desde 1988, el premio Atleta del Año tanto femenino como masculino, a los atletas con el mejor desempeño en una temporada.

Yulimar Rojas es una joven atleta, quien desde muy temprana edad ha arrasado con todas las competencias continentales, con una gran dedicación y esfuerzo de superación constante, que la han llevado a la cúspide de los podios atléticos del mundo. Ha sido campeona mundial en varias oportunidades, tanto al aire libre como bajo techo, condición en la cual, recientemente, rompió el record mundial de salto triple con una marca de 15,43 metros. Ahora completa su palmarés transitorio con lo que quizás es el mayor reconocimiento que puede recibir un atleta a nivel mundial, “mejor atleta femenino del 2020”, según el World Athletics y International Athletic Foundation.

En los Juegos Olímpicos del 2016 en Río de Janeiro, Brasil, Yulimar obtuvo la medalla de plata. De esta manera, nuestras únicas medallas olímpicas en atletismo han sido en la modalidad de salto triple, desde Asnoldo Devonish en Helsinki 1952 hasta Yulimar en Río 2016.

Diciembre 2020