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Análisis de entorno: la vulnerabilidad del mensaje y el eco de la desinformación

opiniones
Tiempo de lectura: 12 min.

Es hora de entender que la desinformación no es un daño colateral, sino que es un arma estratégica que exige una respuesta calibrada y una disciplina comunicacional férrea. 

Las piezas del ajedrez político, económico y social se mueven con una celeridad que confunde a propios y extraños. Es imperativo desglosar la coyuntura para que, quienes toman decisiones o buscan comprender, puedan hacerlo con la mayor claridad posible.

La semana que culmina nos deja una lección contundente sobre la fragilidad del mensaje opositor y la pericia del chavismo en el arte de la desinformación. La falsa noticia sobre una prórroga de 60 días a la licencia de Chevron, supuestamente condicionada a la liberación de un exmilitar estadounidense, no fue un simple error de comunicación, sino que fue una operación de ingeniería de información, orquestada por una sociedad de intereses opacos entre ciertos elementos del chavismo, la propia Chevron y, lamentablemente, con la complicidad o la ingenuidad del enviado de Trump, Richard Grenell.

Esta maniobra expuso una vulnerabilidad crítica en la narrativa opositora: la avidez por una señal de distensión o un quid pro quo con Washington, que lleva a la difusión acrítica de rumores. Cuando la realidad se impone y la prórroga es desmentida o sujeta a otras condiciones, la credibilidad de quienes la propagaron se erosiona.

El chavismo, con astucia, logró un doble objetivo: por un lado, sembrar confusión y desmoralización en las filas adversas, y por otro, validar su propia capacidad de tejer hilos con actores externos, incluso cuando las sanciones aprietan. La política, lo he dicho antes, es un juego de percepciones, y en esta partida, la oposición volvió a ceder terreno valioso.

Es hora de entender que la desinformación no es un daño colateral, sino que es un arma estratégica que exige una respuesta calibrada y una disciplina comunicacional férrea.

Entrando en el terreno de la política interna, las «elecciones» del 25 de mayo, pusieron de manifiesto la profunda fractura y la desorientación en el campo de la dirigencia opositora, no así en las bases que en un porcentaje cercano a 85% siguen encolumnadas y apoyando a María Corina Machado.

El llamado de María Corina a la abstención, a dejar las calles vacías como en los días de pandemia (que no cabe duda que va a ocurrir), está dirigido vaciar de legitimidad un proceso diseñado para ser una farsa. Fue una apuesta audaz por la desobediencia civil pasiva, buscando que el silencio ensordecedor sea el mensaje.

Frente a esto, un grupo de pseudo-opositores, funcionales a la estrategia del chavismo, llamó a participar y se presentó como candidato. Su rol no es otro que el de lavar la cara al chavismo, otorgándole una pátina de pluralismo a un sistema donde la verdadera disidencia es perseguida y encarcelada.

La contundente victoria de Machado en las primarias del 23 de octubre de 2023, con la legitimación de su candidatura, es el resultado que estos actores buscan dejar de lado, fragmentando la voluntad popular y diluyendo el mandato de cambio.

Estamos en un laberinto político interno, con elecciones sin elección y una dirigencia pseudoopositora muy frágil que no ha logrado el propósito de romper la unidad… La gente de base sigue fiel a Machado.

La situación de los presos políticos y rehenes (cuyo número sigue creciendo, pero se estima en más de mil personas, incluyendo civiles, militares y extranjeros) es un termómetro cruel de la represión. Cada liberación es un canje, no un acto de justicia, y la política de sanciones individuales de EE UU sigue siendo una de las pocas herramientas que generan algún tipo de presión.

Sin embargo, su efectividad se ve comprometida cuando los actores del chavismo encuentran vías alternas o cuando las prioridades geopolíticas de las potencias fluctúan, como vimos con el episodio Chevron. La política interna venezolana es un juego de suma cero donde el gobierno chavista manipula las reglas, y la oposición se debate entre la resistencia frontal y la coexistencia táctica, a menudo cayendo en las trampas.

La economía venezolana, por su parte, sigue su curso errático, mostrando una resistencia precaria ante la adversidad, pero con perspectivas sombrías para el cierre de 2025.

  • Inflación: la tasa de inflación, acercándose a los picos hiperinflacionarios del pasado, se mantiene creciendo y es la principal preocupación de la gente. Para el cierre de 2025, se proyecta que la inflación anual supere 250%, dependiendo de las políticas de gasto público y la disponibilidad de divisas. La evolución será asintótica, es decir, continuará acelerándose hasta alcanzar niveles que harán casi desaparecer el uso de la moneda en las transacciones, pareciéndose a un esquema de trueque, donde el dólar, que se está comportando solo como referencia de precios y reserva de valor, se utilizará como un inventario que funcionará también como un esquema de trueque.
  • Nivel de actividad y PIB: tras un pequeño repunte en 2023 impulsado por la flexibilización de sanciones y la dolarización transaccional, la actividad económica ha vuelto a ralentizarse en 2024. El PIB para 2025 se proyecta con un decrecimiento importante que pudiera colocarse en una caída del orden de 5%. Las restricciones en el sector petrolero y la falta de inversión privada, en un ambiente de volatilidad y desconfianza, limitan cualquier posibilidad de restablecer los niveles de equilibrio inestable que manteníamos, sostenidos más por falsas expectativas, que por verdaderas posibilidades de ocurrencia. La economía sigue siendo de subsistencia para una gran parte de la población.
  • Tipo de cambio y dolarización: el tipo de cambio oficial frente al dólar (Bs/USD) seguirá depreciándose de forma descontrolada, siendo esta una fuente más del disparo de la inflación. La dolarización transaccional está siendo reemplazada por la bolivarización, pues, a diferencia de unos meses atrás, ahora los dólares son usados como ahorro, y solo se cambian al precio más alto posible, para emergencias críticas. Resulta mejor quedar debiendo en bolívares que deshacerse de los dólares… hasta que no se pueda más, y entonces, sí, cambiarlos.

La salida de Chevron representará un golpe económico para Venezuela, pues la compañía había contribuido significativamente a la reactivación de la producción petrolera nacional.

Tras la salida de empresas como Chevron y otras empresas operadoras y de servicios, por la retirada de la Licencia General 41, representa un golpe directo a la ya precaria capacidad operativa de Pdvsa. La producción petrolera, que había logrado una leve recuperación (llegando a promediar unos 800.000 barriles diarios en 2024), podría caer significativamente, con un escenario optimista por debajo de los 500.000 barriles diarios para fines de 2025, y uno pesimista en el que la producción se cierre, y Pdvsa ya no pueda producir petróleo.

Pdvsa carece de la tecnología, la capacidad de inversión y el know-how para mantener la producción de crudo pesado sin partners externos. La falta de diluyentes, repuestos y personal calificado es un obstáculo insalvable a corto plazo. La exportación de crudo seguirá dependiendo de esquemas de intercambio y de la limitada capacidad de actores no sancionados o bajo esquemas de tolerancia, lo que restringe los ingresos del Estado y ahoga aún más la economía.

Pasando al contexto social venezolano, hay que decir que es el reflejo más crudo del colapso institucional. El componente socio-emocional de la población es de profunda desesperanza y agotamiento. La capacidad de resiliencia, otrora elogiada, está llegando a su límite.

La pobreza multidimensional afecta a más de 88% de la población, con una pobreza extrema que ronda 50%. La brecha entre estratos socioeconómicos es abismal, con una pequeña élite que se beneficia de la economía dolarizada, mientras una vasta mayoría se encuentra en situación de subsistencia.

La falla de los servicios públicos es constante y generalizada: la electricidad, el agua potable y el gas doméstico son un lujo para la mayoría, y la conectividad a internet es deficiente e intermitente.

Si bien la escasez de productos se ha reducido por la dolarización transaccional, es una situación que no podrá sostenerse, y volveremos a vivir situaciones de faltantes de inventario… porque los inventarios acumulados están comenzando a gastarse. Por lo que el acceso a una alimentación adecuada se vuelve precario y la desnutrición crónica y aguda sigue siendo un problema grave, especialmente en niños. A eso debe sumársele el bajo poder adquisitivo.

El sistema de salud pública está colapsado, y eso se nota en la falta de medicamentos, insumos, personal médico y equipos lo que hace que la situación sea dramática. Las enfermedades reemergentes y la dificultad para acceder a tratamientos básicos son la norma.

La ausencia de un Estado de Derecho y la instrumentalización de la justicia con fines políticos son una constante, por lo que la impunidad es rampante y la confianza en las instituciones es nula.

Si hubiera que poner las preocupaciones de la gente en orden de importancia, esta sería:

  1. Economía/Alimentos: la capacidad de comprar alimentos, el bajo salario y la inflación.
  2. Servicios básicos: la falta de luz, agua, gas e internet.
  3. Salud: acceso a medicamentos y atención médica.
  4. Seguridad personal: delincuencia y falta de protección ciudadana.
  5. Educación: deterioro de la calidad educativa.
  6. Política: aunque importante, la preocupación política directa cede ante las urgencias de la supervivencia… hasta que le toque a alguno, en cuyo caso, pasaría al primer lugar.

Porque la situación política influye directamente en el ánimo de la gente de la siguiente manera:

  • Desmovilización y apatía: la repetición de procesos electorales sin garantías, la fragmentación opositora y la represión generan desconfianza y apatía. La gente se siente impotente y desilusionada.
  • Cansancio: el prolongado conflicto político sin soluciones visibles ha llevado a un agotamiento generalizado.
  • Esperanza cautelosa: las figuras que generan algún tipo de esperanza (como María Corina Machado) logran reencender el ánimo, pero la constante obstaculización por parte del régimen y la falta de resultados concretos impiden que esa esperanza se consolide en una movilización sostenida.

Para entender mejor el tema social hay que apreciarlo en el contexto de la distribución socioeconómica y sociodemográfica:

  • Estratos socioeconómicos:
  • Socio-demográficos: la crisis golpea más fuerte a los adultos mayores (pensiones miserables), familias con niños pequeños (seguridad alimentaria y salud) y jóvenes (falta de oportunidades laborales y educativas, lo que impulsa la migración). Las zonas rurales y los barrios populares urbanos son los más afectados por la deficiencia de servicios y la pobreza.

En cuanto al escenario internacional para Venezuela, se caracteriza por un creciente aislamiento regional y una disminución de la relevancia en la agenda de sus aliados tradicionales, mientras que EE UU sigue siendo el actor más relevante, aunque con prioridades fluctuantes.

En el caso de EE UU, aunque la administración Biden ha buscado una aproximación más pragmática (negociación por rehenes y licencias limitadas), la línea dura de Trump sobre la democratización y los derechos humanos se ha endurecido, tanto en la Casa Blanca, como en el Departamento de Estado y en el Congreso.

La no renovación de la licencia de Chevron (más allá de la pequeña prórroga operativa) demuestra que las sanciones siguen siendo una herramienta viva, condicionada a movimientos reales hacia un cambio de gobierno, para respetar la voluntad popular expresada en las urnas el 28 de julio pasado.

Sin embargo, la atención de EE.UU. está cada vez más dispersa por conflictos globales (Ucrania, Medio Oriente) y su propia estrategia de recorte de gastos y “motosierra”, lo que reduce la atención sobre Venezuela… no obstante, nos tienen diariamente sobre la mesa de las prioridades.

En los casos de Colombia y Brasil, la desconexión del chavismo por parte de Gustavo Petro y Lula da Silva, es un hecho consumado; y si bien mantienen relaciones diplomáticas, su postura ya no es de apoyo incondicional. Priorizan sus propios intereses económicos y políticos, y el «bolivarianismo» ha perdido fuelle en la región. Su influencia en la situación venezolana es limitada, pero su pragmatismo evita que el chavismo consiga victorias diplomáticas significativas en el vecindario.

En el otro extremo del mundo, los «amigos» del chavismo, China, Irán y Rusia, están lejos geográficamente y tienen sus propios problemas domésticos y geopolíticos. China está enfocada en su crecimiento interno y su problema de tasas y tarifas con EE UU, además del tema Taiwán.

Irán, por su parte, lidiando con sus propias tensiones regionales, y tratando de que su programa nuclear, extendido al campo militar, no le traiga aparejada una confrontación armada con EE UU e Israel, a la cual, seguramente no sobreviviría… y hasta podría regresar el hijo del depuesto Sha de Irán.

Rusia, por su parte, está inmersa en la guerra de Ucrania, y si bien mantienen relaciones comerciales y de apoyo político (venta de armas, intercambio de tecnología), su capacidad o voluntad para ofrecer un salvavidas económico o político sustancial a Venezuela es muy limitada.

Son socios tácticos, no aliados incondicionales dispuestos a grandes sacrificios por la revolución bolivariana. La dependencia de Venezuela de estos socios sigue siendo alta en ciertos rubros (ej. Irán para diluyentes), pero no compensa el aislamiento occidental.

El chavismo enfrenta un escenario internacional más complejo y menos favorable, sin el apoyo irrestricto de antaño, y con un EE UU que mantiene la zanahoria y el garrote, esta vez con la decisión de avanzar firmemente para que el chavismo salga del poder en Venezuela, lo antes posible.

Y entonces comenzar la reconstrucción, los acuerdos petroleros y el comienzo de una etapa luminosa que haga que Venezuela sea grande otra vez… Make Venezuela Great Again.

Recomendaciones

Para el gobierno del chavismo (que está de salida): anticipando la irreversibilidad del agotamiento, gestionar una salida lo menos traumática posible. La acumulación de crisis social y económica, sumada al aislamiento internacional, hace insostenible el status quo, porque ña inteligencia indica que la resiliencia social está en su límite. Deberían iniciar canales discretos y serios de negociación con la oposición real y actores internacionales clave (principalmente EE UU y países de la UE) para acordar una transición ordenada.

Para la dirigencia de la oposición verdadera (liderada por María Corina Machado): blindar el mensaje y fortalecer la contrainteligencia comunicacional, después de la experiencia de la vulnerabilidad demostrada ante la desinformación del caso Chevron esta semana. El sentido común señala que el gobierno del chavismo seguirá explotando cualquier fisura en la unidad y la credibilidad. Por lo que se debe establecer un protocolo de comunicación unificado y centralizado para información sensible; y crear una célula de «monitoreo de desinformación» con analistas de inteligencia que identifiquen, refuten y anticipen las campañas del gobierno chavista. La transparencia y la verificación de fuentes deben ser las banderas; es imperativo no reaccionar a rumores, sino construir una narrativa sólida y constante sobre la visión de país y las soluciones a la crisis humanitaria, conectando directamente con las angustias de la gente (economía, servicios, salud), más allá de la política electoral.

Para la dirigencia empresaria (hoy cooptada por el chavismo): reconocer la caducidad del modelo rentista y la ilegitimidad del status quo. Si bien pueden creer que la cooptación puede generar beneficios cortoplacistas, el sentido común económico advierte sobre la insostenibilidad del modelo actual sin una base productiva real y un marco institucional de seguridad jurídica. La salida de operadores como Chevron es una señal clara de la fragilidad del modelo de negocio en un entorno sancionado e inestable. Por lo que la recomendación es que traten de diversificar sus puntos de palanca y que no dependan tanto de las conexiones políticas y las rentas estatales. Deben abogar activamente por un marco legal estable y predecible que invite a la inversión privada genuina, más allá de la coyuntura política. Su rol debería ser el de facilitadores de un cambio hacia una economía de mercado real, no el de meros beneficiarios de un sistema corrupto. Su supervivencia a largo plazo depende de la relegitimación social y económica, algo que solo puede ocurrir en un escenario de apertura y verdadera competencia. El costo de oportunidad de no hacerlo puede significar el colapso definitivo del sector productivo.

https://www.elnacional.com/venezuela/analisis-de-entorno-la-vulnerabilidad-del-mensaje-y-el-eco-de-la-desinformacion/#google_vignette