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Opinión

Con voz propia

El título de este comentario es una pregunta que dejó de ser de las 64 mil lochas (octava parte de la que fue nuestra unidad monetaria), expresión popularizada en el programa Monte sus Cauchos.. de la RCTV clausurada hace 11 años. La cifra equivalía a Bs 8 mil, suficientes para adquirir un lujoso carro. Gobiernos democráticos del mundo que enternecidos por la crisis humanitaria a la cual nos somete el castrense narco régimen, que de castrista pasó moscovita. A los viajes a Rusia del Presidente Nicolás Maduro (NM) y del General MinDefensa, de nombre atractivo en la cuna del comunismo, Vladimir Padrino, siguió la camarada rectora del Concejo Electoral Tibisay Lucena a quien ofrecieron enviar delegación a la crisis comicios del 20 de mayo.

Su periplo incluyó a Etiopía y Túnez. Nada le importó las 28 naciones de Unión Europea, ni el análisis de la OEA, que en consejo permanente extraordinario convocado a petición de Washington y 11 miembros del Grupo de Lima. Ya en febrero se aprobó instar a cancelar esas elecciones y presentar un "nuevo calendario" para unos comicios "con todas las garantías" democráticas.

Como un hecho dan la reelección del funesto mando. El comisario general del Sebin, Freddy Bernal, ministro de Agricultura Urbana y Periurbana, jefe de los CLAP y protector del Táchira, afirma que NM “se queda para largo”.

Embriagado por el triunfalismo Henry Falcón (HF) declara que “Quien va ganando no se retira”. Su asesor Francisco Rodríguez, recurre a las encuestas que le dan entre 10 y 15 puntos. “NM está tan mal que puede llegar de tercero”.

Para el analista Juan Luis Hernández Machado, HF es mucho mejor en las encuestas que en los resultados electorales. Perdió su reelección como Gobernador de Lara por la más alta diferencia de votos a favor del oficialismo. La candidata paracaidista de NM, sin liderazgo regional le derrotó con una diferencia de más de 140 mil votos.

En artículo Por qué aspiro a la presidencia en Venezuela publicado en The New Times, HF expone alegatos coincidentes con quienes decidieron no participar en el proceso.

“Abuso de poder del régimen hace inviable unas elecciones libres y justas. Tienen razón en denunciar (que) NM persigue a líderes de oposición, suspendió partidos, llenó instituciones electorales con sus partidarios y usa descaradamente recursos públicos en su campaña. Las elecciones presidenciales sucederán en un campo de juego inclinado a favor del gobierno”

Califica de legítimas las preocupaciones que “nuestra participación legitime un proceso fraudulento. También temen que pueda decaer el apoyo internacional que hemos logrado…Y si el régimen decide robarse esta elección, que cuente con que me encontrará en las calles, al lado del valiente pueblo, luchando para que se respeten los resultados”.

Se ha polarizado la elección presidencial entre NM y HF y se subestima a los otros candidatos: Javier Bertucci, Luis Alejandro Ratti y Reinaldo Quijada.

Juan Cruz, asesor de Seguridad Nacional del presidente Trump: dice que: “no aconsejaríamos un golpe de estado, pero tampoco está descartado”. Propuso “negociaciones multilaterales”, un “gobierno de transición” y castigo para “cierta gente”.

Interrogante del titular del comentario responde a la mudez de líderes que se dicen de la oposición.

Dando por descontado el final del inconstitucional proceso convocado por una fraudulenta constituyente rechazada mundialmente, la meta del 21 de este mes es salir de la dictadura militar inmadura, la cual quedará deslegitimada.

Deseamos cese del protagonismo individual y grupal y que se concrete frente único de lucha en todo el país, porque el hambre no está centralizada en Caracas.

Al MARGEN. Se van del país a “lavar pocetas”, dice el sumiso militarista Nicolás Maduro. Antes de ingresar a la corrupta burocracia el paisano ser jamás había sabido lo que es sudar la frente para ganarse la vida. Por algo lo llamaban reposero.

Jordanalberto18@yahoo.com.

 2 min


Daniel Eskibel

​​​Tu biografía, sí.

Tu historia personal.

Ahí tienes una de las más poderosas armas de lucha política.

Siempre y cuando, claro, sepas transformar tu biografía en una narrativa simple y fácil de comprender. Una narrativa que se conecte con las emociones del electorado.

Los psicólogos siempre decimos que uno de los grandes objetivos de la psicoterapia es que el paciente logre hacer de su vida un relato soportable.

No varios relatos sino uno.

Un relato que sea soportable.

Una narrativa que se pueda portar, que se pueda sostener, que se pueda transmitir.

Y el votante también necesita eso de parte del político.

Un relato soportable.

Claro. Creíble. Comunicable.

Un relato sobre la vida del político que le permita, al votante, comprenderlo y hasta identificarse de alguna manera con él.

Un relato con algún punto de contacto entre ambos, político y votante.

Es como si las posibilidades de votar a un candidato se multiplicaran varias veces en la zona de intersección entre esas dos narrativas: la que construye el votante sobre su propia vida y la que ofrece el candidato respecto a su biografía.

Piensa en campañas electorales exitosas que recuerdes y verás, de inmediato, una biografía transformada en narrativa.

Una biografía convertida en una de las más potentes armas de persuasión masiva.

https://maquiaveloyfreud.com/tu-biografia-puede-ser-un-arma-de-persuasion-masiva/

Un ejemplo

https://maquiaveloyfreud.com/la-estrategia-de-obama-para-ganar-la-presid...

 1 min


Es absolutamente contundente la argumentación de parte y parte, de los que plantean la no participación y de los que llaman a votar por Henry Falcón –nótese que a los abstencionistas ni siquiera los menciono– que nos lleva a un empate técnico, que aparenta no tener solución ni salida.

Quienes abogan por la no participación alegan que no hay condiciones electorales democráticas; eso es indiscutible: candidatos presidenciales opositores inhabilitados, exilados o presos, partidos opositores ilegalizados o no reconocidos, millones de votantes en el exterior sin posibilidad de ejercer su derecho, adelanto de la fecha a conveniencia de la dictadura que imposibilita que la oposición pueda organizarse, lapso ilegal y corto –de menos de tres meses– entre convocatoria y fecha de elección, “árbitro” descaradamente parcializado, coacción de electores con amenazas de despidos y quitarles subsidios, compra de votos con el carnet de la patria y la cruel manipulación del hambre, la descarada afirmación del gobierno de que no entregará el poder, etc. ¿Se pretende que en estas condiciones participemos en estas “limpias” elecciones legitimando todas estas irregularidades?

Por otra parte, dicen quienes llaman a votar, que bien vistas las cosas, ¿Cuándo, desde 1999, ha habido condiciones electorales limpias? Agregan que ante la aguda crisis económica y humanitaria, el régimen está en su más bajo nivel de popularidad, que todas las encuestas indican un alto porcentaje de venezolanos dispuestos a participar para derrotar a la dictadura, que la abstención nunca ha conducido a nada y quiérase o no, quienes la apoyan no plantean ninguna vía alternativa, ninguna acción, nada; alegan, con toda razón que solo la vía electoral es un remedio definitivo, por suponer que la participación y el apoyo popular, es la base para comenzar a construir sólidamente un nuevo país o reconstruir éste que se nos está deshilachando en caída libre.

En efecto, de parte de la oposición que llama a no participar, solo hay vagas y esporádicas convocatorias a eventos y protestas, que no concitan respuestas masivas, no presentan una alternativa de poder y un proyecto de país que inspire y movilice; solo hay una efímera actividad de búsqueda de apoyo internacional, necesario, del cual no se puede prescindir, pero que no va a solucionar nada, porque históricamente nunca ha solucionado nada.

Cuesta trabajo reconocerlo, pero solo quienes apoyan el llamado a participar están proponiendo una vía positiva de acción: votar, que es por lo menos hacer algo, más allá de cruzarse de brazos y permanecer en la inercia, la frustración y la desesperanza en la que estamos sumidos.

Esto por el momento pareciera que no tiene salida. Es un juego trancado, un callejón ciego, que parece conducirnos a la “victoria” de la dictadura el 20 de mayo. Cuidado si a su consolidación. La abstención y la no participación no sacarán a la dictadura y tampoco lo harán los que voten por Henry Falcón, eso es un resultado cantado, que no es secreto para nadie. Al no haber un triunfo opositor, masivo, que le sea arrebatado a las mayorías, que impulse una “revuelta popular” para restituir el despojo y que provoque una represión masiva del régimen, no hay ni siquiera justificación para una intervención militar, interna, –de una FANB que por otra parte está cómodamente adormecida sobre los millones de dólares que recibe del régimen– mucho menos para una intervención internacional, armada, de unos supuestos “marines” que esperarían en Panamá un chasquido de dedos que los lance a “liberar” el país.

A pesar del hambre y la ausencia de medicinas, de servicios de todo tipo y con una hiperinflación galopante, acompañada de carencia de efectivo –no hay que comprar, pero tampoco con que hacerlo– el país esta sospechosamente tranquilo. Al parecer por mucho menos, Nicaragua ardió durante varios días; y por menos igualmente de lo que aquí ha ocurrido han volado por los aires de la revuelta popular dictaduras de todo signo alrededor del mundo. Habrá que reconocer al chavismo que algo sí ha sabido hacer: reprimir eficientemente, adormecer conciencias, eliminar valores, judicializar la política, controlar al país para que no se mueva ni una hoja.

Las probabilidades de presiones internas que lleven a la dictadura a “recapacitar” o renunciar son nulas. Sus seguidores tienen demasiado que perder, el costo de dejar el poder es demasiado alto; se trata de fortunas mal habidas, sí, de proporciones grotescas y cada vez les quedan menos lugares en el mundo donde disfrutarlas; por lo tanto, la opción es disfrutarlas aquí, con descaro, sin disimulo. Creando una burbuja para ellos. Se aferrarán al poder con manos y dientes, pero sobre todo con represión y chantajes. Solo la violencia del malandraje, que no repara en “color” de simpatías políticas, puede perturbar algo esa posibilidad; pero de nuevo, para eso si funcionará la represión, para proteger esas “fortunas”; y si no, en última instancia, esas “fortunas” sabrán comprarle el espacio de coexistencia al malandraje que han creado.

¿Qué hacer, entonces, que viene ahora? He aquí una propuesta de “Agenda mínima”, para iniciar la discusión y la reflexión: Lo primero es asimilar las derrotas sufridas en 2017 y pasar la página; pero tener conciencia de que con eso no resolvemos el problema de sacar a esta oprobiosa dictadura de manera inmediata; para ello es preciso organizar la resistencia frente a la escalada de la dictadura, con partidos políticos y dirigentes modernos y renovados y construyendo un movimiento ciudadano, militante, contra la dictadura.

@Ismael_Perez

 4 min


Ulises venció múltiples obstáculos para regresar a su Ítaca, donde lo esperaban Penélope, sus tierras y su perro ¿Querrán regresar al país los millones de venezolanos que tuvieron que huir, unos por la persecución política, otros por el acoso del hampa incentivada por el régimen o por la ineptitud y corrupción del mismo, que ha ocasionado escasez de empleo, de medicinas, comida, repuestos, agua y energía eléctrica? Unos han sido exitosos en el exterior, después de comerse las verdes. Otros no tanto, pero sienten que están mejor que en su destruido país y aspiran a mejorar gradualmente.

Quienes tuvieron que buscar refugio en otros lares en tiempos de Guzmán Blanco, aspiraban regresar porque el autócrata había realizado obras, al menos en Caracas, que hacía atractivo el retorno. Por ello, leemos con emoción la “Vuelta a la Patria” de Pérez Bonalde, quien retornó pese a tener éxito en Europa. ¿Estarán algunos ansiosos de instar al postillón a “agitar el látigo” para apresurar la llegada, como narra el bardo?

Juan Vicente Gómez obligó a muchos a irse al exilio. Todos ellos estaban ansiosos de regresar después de la muerte del dictador. Estaban enterados de que se habían construido numerosas carreteras que comunicaban todo el país y que un nuevo maná, llamado petróleo, permitía un crecimiento acelerado.

El dictador Pérez Jiménez exilió a muchos venezolanos. Todos regresaron, no solo porque había vuelto a florecer la democracia, sino porque el oro negro había proporcionado un crecimiento vertiginoso. Venezuela se constituyó en el Dorado para millones de inmigrantes, los cuales dieron un impulso importante a nuestro país. Una excelente amiga, gran luchadora, cuenta que en esa época su padre vasco se vino a explorar aquí la posibilidad de una nueva vida y, a los pocos días, escribió a su familia que se viniera lo antes posible ya que “esto es un paraíso”.

Hasta mitad de la década de los setenta fuimos un polo de atracción. Los grandes errores cometidos en la política económica y la mentalidad rentista de los venezolanos propiciaron el declive. Se impuso la molicie sobre el hábito del trabajo. La sobrevaluación del bolívar permitió darnos lujos no acordes con nuestra baja productividad. Los proyectos de la Gran Venezuela de Carlos Andrés se basaron en la premisa de que el precio del petróleo aumentaría indefinidamente y por ello era conveniente endeudarse. Es decir, el mismo pensamiento de Chávez, quien predicaba que el precio llegaría a doscientos dólares el barril.

Como el crecimiento planteado no era sustentable, empezaron a quebrar empresas que no tenían ventajas comparativas, ni competitivas. Ante el aumento de la población y de las necesidades, el ingreso petrolero ya no alcanzó para satisfacer los requerimientos. Se incrementó la pobreza. Se acabó la “ilusión de armonía”, como advirtieron Naím y Piñango.

Con el ascenso al poder de una cuerda de resentidos, ineptos y corruptos, que todavía no digieren la caída del Muro de Berlín, ni la apertura capitalista de Rusia y China, el país entró en una espiral de deterioro. Quebraron todas las empresas del Estado, inclusive la gallina de los huevos de oro, debilitaron al sector privado y lograron establecer una dictadura totalitaria ligada al narcotráfico y al terrorismo islámico. Como consecuencia, se ha producido una diáspora nunca vista en nuestro país. Inicialmente, por persecución política, se tuvieron que ir los petroleros. Poco a poco empezaron a emigrar médicos, profesores y otros profesionales. Ahora se están yendo plomeros, electricistas, carpinteros y cualquiera que tenga la posibilidad, inclusive algunos malandros.

¿Será posible recuperar a Venezuela y que al menos parte de esa diáspora regrese? Creemos que sí. Una vez que hayamos salido de este régimen por la vía que sea, pero será necesario que la mayoría de nuestros políticos cambien de mentalidad. Que tengan el coraje de reconocer que el Estado es un fracaso como administrador de empresas y que el sector privado no es mandinga. Es decir, tendrán que privatizar todas las empresas, además de disminuir drásticamente el número de empleados de la administración pública. Aceptar el ingreso de inversión privada, solicitar nuevos préstamos, dar prioridad a la agricultura y a la pequeña y mediana industria. Mejorar la seguridad personal y jurídica. Castigar la corrupción. Crear confianza y sincerar la economía.

Los ciudadanos de a pie deben aceptar que es necesario trabajar muy duro, que deben exigir derechos, pero también cumplir deberes. Que ya no hay campo para la “viveza” criolla. Maduro, corresponsable de la emigración, ahora ofrece un programa que llamó “Vuelta a Venezuela”. Desde luego que mientras él y su pandilla sigan en el poder nadie regresará. Una vez que salga, sí será posible recuperar a Venezuela. No será fácil y requerirá mucho tiempo, pero se pueden crear las condiciones para propiciar el regreso a Ítaca.

Como (había) en botica:

Venezuela debe pagarle a la petrolera Conoco-Phillips algo más de dos mil millones de dólares. No solo perdimos innecesariamente esa suma, sino también a un buen socio y todavía está pendiente otro arbitraje.

Repudiamos las torturas y encarcelamiento a Vasco Da Costa ¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!

eddiearamirez@hotmail.com

 4 min


Según lo cuenta una antigua parábola, hubo una vez una competencia entre dos pianistas. Después de escuchar al primero, el jurado otorgó el premio al segundo pianista. No había necesidad de escuchar más, ya que ¿quién podría ser peor?

Esta misma lógica parece aplicarse a las alianzas público-privadas (PPP, según su sigla en inglés) creadas para proporcionar infraestructura como vialidad, energía eléctrica, agua potable, aeropuertos, o el desarrollo de zonas turísticas importantes. De hecho, es esencial escuchar a los dos concursantes, y evaluar sus fortalezas y debilidades.

El primer pianista es la provisión pública, la cual enfrenta dos problemas: uno de incentivos (o de corrupción) y el otro presupuestario. El de incentivos obedece al hecho de que cuando un gobierno licita un proyecto vial, la empresa que gana la licitación puede escatimar esfuerzos porque se quedará con lo que ahorre. Es posible que hasta comparta esos ahorros con los funcionarios gubernamentales encargados de supervisar el contrato. El problema presupuestario se deriva de que hay un límite a la cantidad de deuda que un gobierno puede contraer de modo seguro, puesto que para repagar la deuda tendrá que imponer impuestos futuros. En consecuencia, muchos proyectos valiosos deben ser postergados.

Entra el segundo pianista. Supongamos que el proyecto es una ruta estructurada como una carretera con peaje, con una concesión a 20 años. Esto parecería resolver tanto el problema de incentivos como el de presupuesto. Si el contratista escatima esfuerzos en la construcción de la carretera, tendrá que hacerse cargo de los mayores costos de mantenimiento que esto genera, lo cual supuestamente le inclinará a construir con buena calidad. Asimismo, tendrá un incentivo para manejar la operación de manera eficiente, dado que se quedará con lo que ahorre. Además, como el peaje financiará el proyecto, este no tendrá que estar sujeto a restricciones fiscales.

Liberar a un proyecto de restricciones presupuestarias puede hacer maravillas. En Liberia, alrededor del 73% de la población posee teléfono celular, pero solo el 9,1% dispone de energía eléctrica. Esto obedece a que la electricidad en Liberia se financia principalmente con recursos presupuestarios, mientras que la telefonía celular está en manos del sector privado. Cuando los proyectos se estructuran de tal modo que sus usuarios los costean a través del pago de tarifas o peajes, los mercados pueden llevarlos a cabo. Las cosas marchan mucho más lento cuando son necesarios los escasos recursos presupuestarios.

De modo que parecería que el ganador es el segundo pianista. Sin embargo, la vida es más complicada que la parábola, debido a los problemas que se presentan en el curso del proyecto.

La primera pregunta que debe contestar un proyecto es si se trata o no de una buena idea. La respuesta a esto requiere de un proceso de evaluación o de pre inversión que puede ser costoso, y cuyo resultado quizás no sea mejor que un buen estimado, lo que deja numerosas incertidumbres.

Por ejemplo, en la fase preliminar de un proyecto vial, se desconocen total o parcialmente factores como la geología relevante para el diseño y construcción de la carretera, la cantidad de tráfico que ella tendrá en el futuro, su impacto ambiental, y la reacción de las comunidades circundantes. La mayoría de los países en desarrollo que yo conozco, gastan demasiado poco en la preparación de buenos proyectos. Cuando el sector privado hace la pre inversión, transformar esas ideas en proyectos financiables suele ser difícil, dado que ello involucra numerosas decisiones o acciones por parte del sector público que son difíciles de coordinar.

Entonces, supongamos que se aprueba un proyecto vial para una carretera con peaje, se redacta el contrato de concesión, y se presentan empresas a la licitación. Las empresas participantes necesitan planear para dos fases: ingeniería, procura y construcción (EPC, por su sigla en inglés) y una fase más larga de operación, cuando se recaudan los ingresos provenientes del peaje y se recuperan los gastos incurridos y los beneficios previstos.

Existen numerosas incertidumbres en ambas fases, pero especialmente en la EPC, que puede durar de 3 a 7 años, dependiendo del proyecto. Dados los riesgos de esta fase, los mercados de capital exigen que su financiamiento provenga más de capital que de deuda, y esperan una tasa interna de retorno que suele llegar al 18% o más. Una vez que termina la construcción y la ruta entra en operación, los menores riesgos y los flujos más estables de ingreso permiten una financiación con un mayor porcentaje de deuda, lo que permite participar a inversores más conservadores, como fondos de pensiones, que esperan un rendimiento del 5 al 7%. Esto permite que los inversores iniciales retiren su dinero.

Es decir, el proyecto conlleva una ingeniería financiera bastante sofisticada. Por lo general, estos planes no se pueden poner en práctica a menos que el gobierno otorgue garantías contra los riesgos geológicos o de tráfico. La negociación de estos acuerdos suele añadir cuatro años al proyecto –para llegar al llamado cierre financiero– antes de que se efectúe cualquier trabajo físico. Además, es tal la cantidad de detalles que es preciso negociar y supervisar, que los funcionarios gubernamentales tienen abundantes oportunidades para incurrir en actos ilícitos.

Esto significa que en realidad no desaparecen los problemas de incentivos ni los presupuestarios que supuestamente iba a eliminar el segundo pianista. También significa que existen razones contundentes para que los proyectos financiados con fondos privados se vuelvan significativamente más caros, dado el mayor costo del capital, y para que finalizarlos lleve mucho más tiempo. Todavía más, el segundo pianista tampoco elimina la necesidad de contar con un Estado competente y honrado, capaz de diseñar y gestionar proyectos de tanta complejidad. Sin embargo, puede que esta no sea la mejor manera de emplear las escasas capacidades del gobierno.

Una alternativa consiste en concentrar el papel del sector privado en las últimas fases del proyecto. Puede que la mejor opción sea que el gobierno construya la carretera y venda la concesión para su operación y mantenimiento. Esto permite que el gobierno retire sus fondos y reinvierta los recursos en pre inversión y EPC, reciclando así el escaso capital público de manera más rápida, y también dejando fuera las partes más caras y más lentas de la participación privada.

Para que el gobierno logre que sean financiables otros proyectos, como el desarrollo de zonas turísticas importantes, debe incurrir en fuertes gastos de pre inversión y de infraestructura pública. La recuperación de estos fondos implicaría participar en el proyecto o coinvertir con el sector privado a través de algún vehículo de financiación que también gestione el proyecto en nombre del gobierno.

Esto requiere disponer de capacidades institucionales que muchos países no tienen y que la comunidad internacional no ha impulsado. Sin embargo, estas capacidades podrían marcar una gran diferencia. Es por ello que el gobierno de Albania, con ayuda del Centro de Desarrollo Internacional de la Universidad de Harvard (que yo dirijo), planea crear el vehículo de inversión necesario. Dado lo que está en juego, las muchas dificultades y desafíos que nos aguardan valdrán la pena. Como dirían los pianistas: ¡Sigan en sintonía!

Traducción de Ana María Velasco

Proyect Syndicate

Abril 30, 2018

 5 min


La historia de las penas es la historia de la crueldad de la humanidad, como dice Ferrajoli, siendo más despiadada la violencia producida por las sanciones penales que la violencia de los hechos delictivos.

Sin duda, los delitos constituyen las infracciones más graves que se pueden llevar a cabo en una sociedad y, por ello, la imposición de las más duras sanciones, una vez acreditado en un proceso que se ha cometido un hecho punible y determinada con certeza la culpabilidad de sus autores y partícipes.

El proceso es un medio y no un fin que persigue esclarecer la verdad de los hechos y precisar las responsabilidades, a través de la justa aplicación del derecho y con absoluto respeto por las garantías del imputado, cuya inocencia se presume, mientras no se pruebe lo contrario a través de una sentencia firme, por lo cual, como regla general, salvo situaciones excepcionales, de evidente riesgo para la actuación de la justicia o de evasión del proceso, ninguna persona imputada o acusada debería quedar restringida en sus derechos o sufrir la pérdida de su libertad.

Evidentemente, lo expresado es un simple planteamiento teórico que nada tiene que ver con nuestra realidad en Venezuela.

Más de 60% de nuestros presos están sometidos a procesos y pagan condenas anticipadas en antros penitenciarios para sentenciados o en calabozos policiales infames no aptos para albergar procesados, en condiciones de flagrante atropello a la dignidad humana.

Este cuadro evidencia que el proceso es ya una pena que, inclusive, puede conducir a la muerte de un inocente, cuya libertad había sido decretada, como ocurrió en la reciente tragedia de la Comandancia de la Policía de Carabobo.

Por otra parte, quedar sujeto a la “justicia penal” en Venezuela no solo implica la pérdida de la libertad, sino que, aún sin recurrir a tan extrema medida, hace posible que se acuerde, sin fundamento alguno, la prohibición de salida del país, la censura de toda declaración a los medios y, como añadidura, el sometimiento a un régimen de presentación semanal o mensual, que puede prolongarse por años.

En definitiva, el proceso penal es el castigo ordinario por “presuntos delitos cometidos”, con las notas de la incertidumbre y la cadena de corrupción que genera como fórmula extorsiva, todo lo cual le abre la puerta a la alternativa cruel de admitir los hechos para adelantar la imposición formal de una pena que es más tolerable que el proceso.

Con la convicción de una exigencia impostergable para rescatar el valor de la justicia, resulta imprescindible garantizar la transparencia y la objetividad del proceso penal, camino de la verdad y no emboscada o alcabala de corrupción para satisfacer intereses personales o cumplir cometidos políticos.

aas@arteagasanchez.com

@ArteagaSanchez

30 de abril 2018

El Nacional

 2 min


La candidatura de Henri Falcón no nació de la nada. Surgió como consecuencia de la decisión de la MUD de no presentar candidatura presidencial después del fracaso del diálogo de Santo Domingo. Decisión tomada como respuesta a la premeditada -repetimos: premeditada- intransigencia de los dialogantes enviados por Maduro.

Después del fracaso del diálogo fueron abiertas a la MUD dos opciones. La primera: la de “pelear peleando”, es decir, la de levantar una candidatura que denunciara ante el mundo la ausencia de condiciones electorales, desatando un masivo movimiento político en contra del régimen. La segunda: la de seguir el juego del oficialismo, cediendo el paso para que este venciera en las elecciones.

1.- El error más grande de la historia de la MUD

La dictadura demostró tener un conocimiento exacto de la MUD. Sabía que no tenía candidato y que -dadas las rivalidades entre los partidos del G4- iba a ser difícil que lo tuviera, por lo menos a corto plazo. Ese fue sin duda el primer error que llevaría a la MUD a cometer el segundo, el más grande de su historia: no levantar candidatura frente a un gobierno que había alcanzado sus puntos más bajos de aprobación. La no-existencia de condiciones electorales mínimas, en lugar de convertirse en una consigna de participación, se convertiría así en un llamado a la apatía, a la resignación, a la nada. La única candidatura de la MUD es hoy la señora abstención lo que para una asociación electoral -la MUD es eso- significa una (auto) condena a muerte.

Para disimular su monumental error, los dirigentes de la MUD adujeron que el llamado a la abstención seguía la orientación de una supuesta Comunidad Internacional, vale decir, de un conjunto de gobiernos dispares entre sí, cuya preocupación fundamental dista de ser Venezuela, como demostró la Cumbre de Lima. Votar es legitimar a la dictadura ante el mundo, fue la consigna central. Un absurdo: una dictadura no puede ser legitimada con nada porque una dictadura es una dictadura. No existen dictaduras legítimas. Pero aún suponiendo que esa, por la MUD fetichizada “comunidad”, hubiera tenido el poder que le supuso la MUD (ni en la OEA posee mayoría ejecutiva) ese poder habría sido inútil pues con la abstención ya no tenía a qué ni a quién apoyar.

Sin elecciones la MUD es como un sistema solar sin sol, un montón de meteoritos perdidos en la noche de la anti-política. Ni siquiera la creación del Frente Amplio (la MUD más organizaciones pro-MUD) que en condiciones electorales habría sido un poderoso instrumento de lucha, pudo interceptar la crónica del fracaso anunciado. Fracaso, porque la MUD al retirarse de las elecciones, se retiró de su ruta, rompió con su única línea y no supo levantar otra.

¿Extraña que bajo esas condiciones los abstencionistas de la primera hora -los anti- electoralistas crónicos, los del “maduro vete ya”, los de “en dictadura no se vota”, los del “dimite-pues” - hubieran llenado el espacio vacío que dejó la MUD imponiendo consignas que hoy repiten los neo-abstencionistas como si fueran de su autoría? ¿Extraña que abstencionistas y abstencioneros cierren filas para bloquear la alternativa que hoy representa el candidato Henri Falcón? ¿Extraña al fin que la candidatura de Falcón se convirtiera en el blanco de los más viles ataques, injurias e infamias que es posible imaginar?

En Venezuela no existe un falconismo, como sí hubo un chavismo, un madurismo y de algún modo, un caprilismo. Pero sí existe una ideología anti-Falcón cuyas connotaciones son brutales tanto en las redes como en la prensa. La ideología anti-Falcón ha llegado a ser la de la impotencia política, la de los que ven en Falcón lo que ellos no supieron (y tal vez quisieron) hacer, la alternativa que los denuncia y acusa, el hecho objetivo que no les permitirá posar como víctimas inocentes y, por eso, el chivo expiatorio de tantas frustraciones. De lo que no se han dado cuenta es que, mientras más atacan al candidato, más significado adquiere la candidatura. En el hecho -aunque Falcón no se lo hubiera propuesto- lo han convertido en el representante de una doble protesta. En contra de la dictadura y en contra de una oposición donde abnegados y respetables políticos conviven con burócratas sin ideas, con tácticos sin estrategia, con aventureros de ocasión. Ha llegado quizás la hora de desmontar la ideología anti-Falcón.

2.- Seis afirmaciones falsas en contra de Falcón

No valdrá la pena detenerse en las difamaciones que acompañan a la ideología anti-Falcón. Afirmar por ejemplo que Falcón es el candidato de Maduro sin presentar la menor prueba, es una frase que solo delata la miseria mental de quienes la emiten. Sin embargo, si subimos un poco el nivel discutitivo podemos encontrar algunas afirmaciones que a primera vista podrían poseer cierta verosimilitud.

La primera se refiere a la supuesta traición de Falcón al no acatar la decisión de la MUD. De más está decir que el concepto de traición pertenece a los estamentos militares, a las mafias, a las cofradías conjuradas, pero no a la vida política. Falcón, en el peor de los casos, desobedeció a una directiva. Pero la política no está basada en relaciones de obediencia. Nadie puede estar sometido a una dirección que ha tomado el camino errado. Más aún, Falcón – es importante subrayarlo – ni siquiera rompió con la línea política de la MUD. La MUD en cambio sí rompió con su línea política al asumir la alternativa abstencionista bajo el pretexto de obligar al gobierno ( y ¿con qué?) a crear las condiciones electorales óptimas. Falcón representa -si así se puede decir- la ortodoxia de la MUD. Las declaraciones programáticas de Falcón no se diferencian un solo centímetro de las que fueron de la MUD.

La segunda afirmación, una variante de la primera, señala que Falcón dividió a la MUD. Cualquiera que la escucha podría imaginar que la MUD había sido siempre monolítica. Pero no es un misterio para nadie que la historia de la MUD es la historia de sus divisiones. La MUD solo ha marchado (relativamente) unida en períodos electorales. Por eso, al abandonar la ruta electoral, la MUD se separó de sí misma. Por lo demás, la unidad por la unidad solo existe en las relaciones amorosas. La unidad política, en cambio, solo se puede dar en torno a objetivos concretos. Si estos objetivos no aparecen, o si han sido borrados del mapa, la unidad no se justifica.

La tercera afirmación apunta al hecho real de que Falcón perdió su gobernación en Lara. Cierto, Falcón perdió como muchos perdieron en unas elecciones en las cuales después del aplastamiento militar de las protestas del 2017, la MUD acudió desmembrada, sin entusiasmo, resignada. Lo que no se puede obviar es que la carrera de todos los políticos está marcada por victorias y derrotas. El político siempre ganador no ha nacido todavía. Más aún: la carrera política de Falcón, a diferencia de otros políticos, está signada por muchas victorias y una sola derrota. Cabe añadir que ninguna elección es igual a otra. Hasta un Abraham Lincoln perdió en dos elecciones antes de vencer en las presidenciales.

La cuarta afirmación, quizás la más recurrente, es la de los que acusan a Falcón de haber sido chavista. Dicha afirmación parte de la premisa de que los candidatos deben dar pruebas de virginidad política antes de postularse. Olvidan que la dimensión de la política es el “ahora y aquí” y no el pasado, sobre todo si ya es lejano, como el de Falcón. Olvidan, además, lo que fue el chavismo antes de que degenerara en madurismo: Uno de los más multitudinarios y poderosos movimientos sociales de la historia latinoamericana cuyo influjo traspasó las fronteras venezolanas. El mismo Luis Almagro fue un furibundo chavista, aún durante Maduro, tres años después de la ruptura de Falcón con Chávez. Es posible entonces comprender las razones por las cuales tantas personas -entre ellas destacados académicos venezolanos- se dejaron atraer por el embrujo del chavismo. Después de todo, el mismo Falcón lo dijo: “Si dejé de ser chavista en los momentos de gloria del chavismo, no lo voy a ser ahora, en el momento de su declive”. Lo que Falcón, ni como chavista ni como no-chavista ha sido, en cambio, es un político extremista. Y eso no lo perdonan los extremistas de lado y lado. Falcón como Capriles es un político de centro. Hay, quiérase o no, una línea de continuidad entre la candidatura de Capriles y la de Falcón. Y Capriles lo sabe.

La quinta afirmación nos dice que Falcón fue militar, alcanzando el grado de sargento y por ello vinculado al ejército. Algo difícil de entender. Falcón abandonó las filas militares hace ya mucho tiempo con el título de “maestro técnico de tercera”. Lo que callan sus enemigos es que la posterior formación profesional de Falcón (es abogado) supera lejos a la media de los políticos venezolanos, incluyendo a ex-candidatos presidenciales. Después de haber obtenido su título realizó post-grados en Ciencias Políticas y Derecho Laboral. Innegable por lo tanto es que Falcón ha sido un hombre de esfuerzo y trabajo. Sin embargo, la chusma tuitera lo sigue llamando “el sargento”. Lo que no puede ocultar con esa denominación es el intento por discriminar socialmente a Falcón. El candidato, efectivamente, no pertenece a los altos círculos de la post-oligarquía capitalina, blanca y adinerada. No se educó en colegios exquisitos, no asistió a fiestas de gala, ni pertenece a la cultura del jet-set. Detrás de la denominación de “el sargento” se esconde el clasismo de un sector social con ínfulas aristocráticas, secundado por arribistas de medio pelo a quienes Falcón les parece un candidato sin “glamour”. Pero quizás por eso mismo Falcón tiene “llegada” en sectores donde los políticos de la (supuesta) “clase alta” nunca podrán aparecer.

La sexta afirmación se refiere al hecho de que Falcón no congrega multitudes. También es cierto. Como ya se dijo, el falconismo no existe. Lo que existe es una candidatura política de un candidato sin poses mesiánicas. Algo tal vez raro en Venezuela. No así en la mayoría de los países latinoamericanos. Ni Piñera, ni Macri, ni Kuczinski- Pizarro, ni Temer, ni Moreno, ni tantos más, son líderes de multitudes orgásmicas. El tiempo de las grandes muchedumbres va quedando atrás. En Europa ya no hay líderes de masas. En América Latina los hay cada vez menos. Falcón no es una excepción. Más bien parece confirmar una regla

3.- 20-M

Las elecciones del 20-M serán decisivas. Derrotar a los dos principales aliados de Maduro: el abstencionismo y el fraude, es el gran desafío de los electores venezolanos. Si el abstencionismo logra imponerse, vencerá el fraude. Quizás por primera vez en su historia los opositores venezolanos serán llamados a votar no con el corazón sino con la mente. Pues la alternativa Falcón no representa un futuro luminoso, no porta consigo la promesa de una nueva sociedad y mucho menos la de un mundo feliz. Por el contrario, el propio Falcón ha ofrecido su candidatura para presidir una futura transición la que, como toda transición, deberá ser pactada. Lo único claro es que si Falcón es derrotado, la dictadura logrará mantenerse por mucho tiempo más. Y eso no lo merece el pueblo venezolano. La candidatura de Falcón es la única posibilidad que tiene ese pueblo para comenzar a salir, al fin, de la larga noche dictatorial.

abril 29, 2018

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