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Opinión

Cristian Silva

No culpo a mis coterráneos venezolanos por su comportamiento político y toma de decisión electoral producto de su conexión emocional con el “líder” del momento. Situación muy similar ocurrió en el periodo llamado cuarta república con los candidatos del bipartidismo vigente cuando se decía: “si los adecos y copeyanos presentan burros en las elecciones todo el mundo vota por ellos”.

Como nosotros somos muy dados al humor y de cualquier situación hacemos un chiste, ahora en el juego de animalitos cuando dicen: ¡salió Maduro! no hay más nada que preguntar, ya se sabe cuál fue el animal ganador. Es como si la historia se repitiera.

Pero mi respetado Presidente, con todo el honor, jerarquía y majestuosidad del cargo ostentado por su persona, ni remotamente ocurre en mi conciencia asociarlo con algún ejemplar del zoológico. Después de todo, ¿Quién soy yo para lanzar la primera piedra?

Además, Usted no buscó la Presidencia de la República, a Usted se la regaló el extinto presidente Chávez cuando dijo antes de su último viaje a Cuba: “Si por alguna circunstancia sobrevenida me ocurriese una situación irreversible en esta operación, voten por Nicolás Maduro”. Chávez le traspasó la Presidencia… ¡Felicitaciones, no es cualquier regalo!

Por otra parte señor Maduro, nosotros los venezolanos fieles a Bolívar y sus altas aspiraciones de construir la república de La Gran Colombia integrada por Panamá, Ecuador, Perú, Bolivia, Venezuela y Colombia, nos abrazamos en un solo sentir y una sola emoción con nuestros hermanos latinoamericanos y debemos reintentar esa epopeya. Tal como ocurre actualmente en el continente europeo: una sola moneda; sin fronteras, sin pasaportes; un Congreso común y un solo objetivo: ser fuertes, grandes e indestructibles ante cualquier imperio.

¡Siempre serán bienvenidos a Venezuela a luchar y trabajar todos los hermanos latinoamericanos. A vibrar con su alegría y esfuerzo progresando junto esta noble nación. Igual trato pedimos para nuestros hijos, nietos y demás familiares emigrados a esos países por la actual desgracia que nos arropa.

Desgracia, señor presidente Maduro, a la cual Usted ha contribuido -y contribuye- todos los días a engrandecer. Por el bien de su persona, sus hijos, toda su familia, la gran familia nacional; toda Venezuela, toda Latinoamérica y el mundo completo, se le agradece una sola cosa: “Renuncie y váyase; no postergue su viaje hasta última hora como el dictador Pérez Jiménez quien precipitadamente abordó el avión llamado La Vaca Sagrada para huir a la República Dominicana.

No alargue más nuestra agonía, nuestra desgracia y sufrimiento. Ni el suyo. Sus nietos y generaciones futuras de venezolanos y colombianos se lo agradeceremos infinitamente.

Todavía está a tiempo. Negocie con el Frente de Unidad Nacional, todos los sectores de la sociedad, ONGS, partidos políticos, la Iglesia Católica, Evangélica. Los estudiantes, la academia, empresarios, sindicatos, gente de la cultura, y sobre todo con las dignas Fuerzas Armadas Venezolanas, institución que Usted ha degradado al máximo. Salve a su gente, su partido, sus líderes, su revolución… pero, váyase.

Secretario general estado Sucre

www.unidadvisionvenezuela.com.ve

vivzla@gmail.com

@visionvenezuela

 2 min


Ya no son muchachos y nunca fueron “ángeles”, como en algún momento se les calificó en un libro.

Alejandro Andrade, Adrián Velásquez, Carlos Aguilera (caso BPA), Rafael Isea (ex ministro de Finanzas y ex gobernador de Aragua) y Juan Carlos Luján (ex presidente del BIV), entre otros, incluyendo un parlamentario y ex ministro del Interior – también bajo investigación internacional-, cada uno de ellos en algún momento le guardó la espalda a Chávez o a alguno de sus familiares.

Los integrantes del anillo de seguridad del ex presidente, como la mayoría de los militares, tenían orígenes humildes. En el caso de estos ex guardaespaldas, eso es difícil de inferir a partir de la imagen que muestran hoy. Rodeados de lujos, como los más exitosos capitalistas, exhiben de forma grotesca la fortuna malhabida. Mansiones, caballos, aviones privados, yates, joyas y sobre todo, cuentas millonarias en dólares y euros en bancos exclusivos.

Por ahora, el juicio en Florida donde el testigo estrella es el ex tesorero nacional, teniente Alejandro Andrade, se encuentra en fase de secreto sumarial. Sin embargo, ya comienzan a aparecer los nombres de las más de 20 personas, entre altos funcionarios y empresarios, que formaron parte de una red de corrupción para hacer negocios turbios en base al diferencial cambiario en la negociación de bonos y notas, entre ellos, el capitán Adrián Velásquez y su esposa, la ex tesorera de la nación sargento Claudia Díaz.

Hugo Chávez los puso donde había. En el Ministerio de Finanzas, en el Banco Industrial de Venezuela, gobernaciones, en la administración de fondos de trabajadores, pero sobre todo, en la Oficina Nacional del Tesoro.

El saqueo que ha sufrido Venezuela en los últimos quince años es casi incalculable. La investigación que hicimos para escribir el libro El Gran Saqueo, lo ubica en unos 300.000 millones de dólares. Esa cantidad luego fue corroborada de alguna manera por los ex ministros chavistas Giordani y Navarro.

La mayor parte fue robada a través de Cadivi y en Pdvsa durante la gestión de Rafael Ramírez. Los culpables están empezando a ser enjuiciados en otros países, sobre todo en EEUU, donde se adelanta una importante averiguación en torno a la red de corrupción incrustada en la propia Oficina nacional del tesoro.

Gracias a investigaciones de autoridades extranjeras, la opinión pública ha ido conociendo el nivel de vida que disfrutan, pero sobre todo las inmensas fortunas que acumularon durante su pasantía por el poder, inimaginables para el ciudadano de a pie.

En algún momento Venezuela deberá recuperar el dinero y los bienes robados a la nación. Por el momento, EEUU tomó la delantera y entró a negociar con algunos de ellos como Alejandro Andrade y Adrián Velásquez. No conocemos los detalles del acuerdo por medio del cual los dos ex guardaespaldas están colaborando con la investigación del entramado de lavado de dinero de altos ex funcionarios y empresarios venezolanos en Florida, pero indudablemente implica que parte del dinero que ahora poseen entrará en las arcas públicas de ese país, como es usual en estos casos.

La recuperación de los recursos saqueados a Venezuela será posible sólo cuando se produzca el cambio que la mayoría de los venezolanos esperamos y por el que seguimos luchando. Eso lo sabe la comunidad internacional. Sería una contradicción enviar lo robado de vuelta al país para colocarlo en las manos de quienes precisamente facilitaron el asalto, ya fuera por acción, complicidad u omisión. Mientras persista el Estado delincuente, continuará el saqueo. Por ello es indispensable hacer un seguimiento estrecho a este tipo de casos.

Otra preocupación en torno al futuro del dinero de Venezuela que pudiera ser recuperado en el exterior es el del denominado US Pdvsa Litigation Trust, fideicomiso a través del cual supuestamente Pdvsa demandó por 10.000 millones de dólares a un grupo de personas y empresas por “participar en una millonaria trama de corrupción en dólares”, que involucra a funcionarios de la petrolera.

La situación en torno a la creación del fideicomiso en julio de 2017 es sospechosa. El documento fue firmado a espaldas del parlamento por el procurador general (encargado) Reinaldo Muñoz Pedroza, en plena transición de la presidencia de Pdvsa de Eulogio Del Pino a Nelson Martínez, hoy ambos acusados de corrupción y encarcelados por el propio régimen.

La cesión de derechos de litigio que implica la conformación de dicho trust es ilegal por no contar con la aprobación de la Asamblea Nacional. Más preocupante aún es el hecho de que el bufete contratado por el régimen de Maduro en este pleito sea el mismo que defendió a sus sobrinos en el juicio por narcotráfico, cuyos honorarios fueron pagados por el contratista de la petrolera, Wilmer Ruperti.

Otra razón para continuar la lucha por un cambio en Venezuela es la recuperación de lo robado al país para re-invertirlo en salud, alimentación, seguridad y educación, como debió ocurrir desde un principio.

Contra la dictadura del hambre y la corrupción, seguimos unidos por el cambio, de frente en todos los frentes.

10 de abril de 2018

Twitter: @TablanteOficial

Facebook: Carlos Tablante Oficial

Web: www.carlostablante.com

 4 min


Richard Casanova

El venezolano de "a pie" vive una tragedia cotidiana y el país político distante de esa realidad, sumido en un debate estéril signado por falsos supuestos e incertidumbre. Es hora de dejar atrás lo ilusorio y hablar de certezas. Unos dicen que "si no votas, le darás el triunfo a Maduro y 6 años más en el poder". ¡Falso! Su permanencia no depende de estas "elecciones", ni hay victoria para el gobierno en un proceso que no es reconocido. Otros dicen: "la abstención deslegitima al gobierno" ¡No siempre! Restará legitimidad según las circunstancias en que ella se produzca y para que tenga efectos políticos se requiere unidad y acciones complementarias. Pero deslegitimar al régimen es un objetivo cumplido: hace tiempo está totalmente deslegitimado y más bien, debe evitarse que recupere reconocimiento internacional y estabilidad política. Solo para eso le pueden servir estas elecciones al gobierno, dependiendo de lo que haga la oposición.

Por otra parte, una intervención militar yanqui es algo tan fantasioso como un triunfo electoral de Falcón. Pese al descomunal rechazo del gobierno y lo que dicen las encuestas, ello es imposible y no por causa del candidato sino porque el proceso está diseñado para que una ínfima minoría pueda "ganar" e instalar definitivamente la desesperanza en el mundo opositor. Pensar que el gobierno -con su inocultable vocación delictiva- va a reconocer una alta abstención o una eventual victoria opositora, es una ingenuidad. Dudar de que alteraran las cifras para evitarlo es una candidez. Y esto no es renunciar a la ruta electoral, al contrario es tener claro el escenario. Por cierto, extraña que muchos “participacionistas” argumenten que a la dictadura no se le “pide” condiciones electorales: eso es verdad, nunca se le pide siempre hay que torcerles el brazo con presión política pero esa es una lucha que un demócrata jamás debe abandonar y menos quien tenga un candidato que aspira ganar. En fin, participar en estas “elecciones” no conduce al cambio sino a una "derrota" tan falsa como sería el triunfo oficialista. Manipular a los venezolanos –que buscan desesperadamente una salida- con el espejismo de una victoria, conducirá a que se sientan derrotados sin haberlo sido y a desmoralizar más al país democrático. Ahí sí habría el riesgo real de atornillar a Maduro en el poder. La única manera de evitar ese cuadro de depresión colectiva es pisando tierra y hablando con franqueza. Generar falsas expectativas convenciendo a los venezolanos de que la abstención es una solución, es tan irresponsable como persuadirlos de votar para superar la crisis. ¿Qué dirán unos y otros “al día siguiente” cuando la realidad los desmienta? La reflexión queda pendiente….

Así como estas "elecciones" no le sirven a la oposición para impulsar el cambio, tampoco le sirven a Maduro para resolver el problema de gobernabilidad, salvo que los errores y la división en el campo opositor le permitan capitalizar este evento inocuo. Aun así, todo indica que "al día siguiente" de ese simulacro, se profundizará la crisis económica, social, política y militar, entrando en una dinámica infernal que hará inviable al país e insostenible al gobierno, esta una realidad que el gobierno inútilmente busca frenar con esta farsa electoral: ¿de qué otra manera se explica el adelanto de unos comicios que estaban constitucionalmente pautados para fines de año? ¿Por qué no quedarse tranquilo y esperar hasta diciembre? Obvio, la crisis no da para tanto....

La dictadura seguirá en su fase agonizante y la tendencia es irreversible, diría Tibisay. Una buena noticia sería que la oposición o una parte de ella, se unificara en torno a las elecciones o al eventual retiro de la candidatura de Henri Falcón. El gobierno podrá igualmente desconocer cualquier resultado pero en unidad cambia sustancialmente el cuadro y al "día siguiente", la oposición podría dar una respuesta unitaria y realmente efectiva a los venezolanos. Para ello, ante un país lleno de dudas y desconfiado, tendrá el Frente Amplio que demostrar su amplitud y capacidad de diálogo. Y Henri Falcón que demostrar su talante democrático, valorando y respetando la opinión contraria.

Así llegamos al punto esencial: el debate que tiene sentido hoy no es electoral sino aquel que permita a la oposición unificar al país, aproximarse a la gente, alinearse con sus angustias y permita "al día siguiente" una acción enérgica y absolutamente democrática para poner fin a la dictadura y abrir las puertas a la libertad y el progreso, objetivo que debemos lograr más por la presión social e internacional. Las elecciones no son el factor de cohesión del país: votar o abstenerse no es suficiente, sin unidad será inútil y cualquiera sea la ruta, construir alternativas para "el día siguiente" es lo verdaderamente relevante y es urgente. Quien quiera engancharse en la coyuntura electoral que lo haga pero el Frente Amplio debe trascender, si no ¿para qué sirve?

Twitter: @richcasanova

(*) Dirigente progresista / Vicepresidente ANR del Colegio de Ingenieros de Vzla.

 3 min


Cuando no hay leyes ni reglas claras hay que dejarse regir por máximas. Esa también es una máxima y fue formulada en distintas ocasiones por Immanuel Kant. Por ejemplo, una máxima que he intentado seguir dice así: “si escribes un texto breve, no abordes más de un tema o si no lo echas todo a perder”. Así lo decidí al escribir mi artículo titulado “La miseria del abstencionismo venezolano”. Dejé un tema pendiente y no pocos lectores me lo hicieron saber a través de las redes.

No siempre respondo a interlocutores digitales. Las más de las veces son agresiones, insultos. Pura basura. Pero de vez en cuando recibo réplicas inteligentes. Varias de ellas me hacían la siguiente pregunta: “Usted llama a votar. ¿Pero no significa eso legitimar a la institución convocante, a la Asamblea Constituyente impuesta por medios fraudulentos por la dictadura”? “¿A una AC que no es reconocida en ningún país democrático del mundo?” “¿No es eso una contradicción?”

Mi respuesta ha sido y es: Sí: es una contradicción. Y como contradicción hay que asumirla. Y como es una contradicción, la voy a explicar.

Partamos de la base de que el gobierno de Maduro no es -desde las presidenciales del 2013 cuando la señora Lucena se negó a mostrar los cuadernos electorales- un gobierno legítimo para la mayoría de la oposición. Pero ese no ha sido problema para que la oposición, bien encaminada, hubiera decidido defender el principio de legitimidad frente a un gobierno considerado ilegítimo. Por eso asumió la defensa de la Constitución. Por eso asistió a todas las citas electorales convocadas por el gobierno. Por eso fue a la cita del 6-D y obtuvo un triunfo legítimo sobre el gobierno ilegítimo. ¿Qué nos cuenta esa experiencia? Algo muy simple: la oposición aceptó que un gobierno ilegítimo convocara a elecciones legítimas. Y lo aceptó porque no tenía otra alternativa para enfrentarlo. Y lo aceptó, a sabiendas que iba a enfrentar a una dictadura y no al gobierno de Suecia. Y lo aceptó, por último, porque estaba convencida de que exigir convocatorias legítimas a una dictadura es un absurdo sin nombre. Las dictaduras legítimas –eso es lo que no pueden entender algunos inmaculados de la política- no existen.

Hoy, una AC tan ilegítima, y más aún, tan ilegal como el gobierno de Maduro, convoca a elecciones presidenciales. Pero ahora, a diferencia con otras ocasiones, gran parte de la oposición no acepta ir a las elecciones porque el convocador es ilegítimo. Luego, no quienes acudirán a la elección a votar por Henri Falcón sino los que predican la abstención son los que han entrado en contradicción con la línea electoral de la MUD: la de acudir a todas las elecciones aunque el convocante –llámese gobierno o AC- sea ilegítimo.

De acuerdo a la coartada de no votar para no dar reconocimiento a la AC, la oposición centrista ha cedido el espacio a los sectores más extremistas, a los seguidores de la señora Machado, a los que gritan “dictadura no sale con votos”, a los que esperan que otros países les resuelvan los dilemas que ellos jamás sabrán enfrentar.

Declaraciones como las emitidas por un grupo de “parlamentarios jóvenes” –precisamente los que llegaron al poder gracias a elecciones sin condiciones democráticas (¡y con “ese CNE”!)- o por las del partido Primera Justicia, podrían ser perfectamente suscritas por “Soy Venezuela”. Al igual que el movimiento de MCM, el neo-abstencionismo ha sustituido a la política por una pseudo moral. La línea moralista y no política de MCM ha terminado por imponer su hegemonía en la oposición.

Fue también Immanuel Kant quien en su “Paz Perpetua” logró hacer la fina diferencia entre un político moral y un moralista político. Según Kant, el político moral actúa de acuerdo a normas vigentes. El moralista político, en cambio, intenta imponer SU moral aunque esa imposición lleve a la destrucción de sus propias fuerzas políticas. Esa es la razón por la cual muchos moralistas políticos han terminado por convertirse en grandes inmorales. En nombre de una moral petrificada terminan entregando el poder a las fuerzas contrincantes, en este caso, a la dictadura de Maduro.

¿Pero no es acaso la AC una institución no solo inmoral sino, además, anticonstitucional? ¿Cómo una oposición que ha declarado su apego a la línea constitucional va a romper en nombre de una elección con la propia Constitución? ¿No escribió el ya citado Immanuel Kant que la Constitución es expresión de la moral ciudadana? Son argumentos serios y fuertes. Y con la seriedad y fuerza que merecen, trataré de responder.

Efectivamente: la AC es ilegítima porque es inmoral y es inmoral porque es anti-constitucional. De eso no cabe la menor duda. Pero esa AC pertenece a la dictadura. Y toda dictadura, precisamente porque lo es, lleva a la política a un borde que limita con la guerra. Toda dictadura es militar. Y para toda dictadura la política es una práctica que se rige por la lógica militar, práctica dirigida al exterminio del adversario. Bien, esa lógica no la impuso la oposición, que es política por excelencia. La impuso la dictadura. La impuso desde el momento en que creó a la AC para exterminar a la AN y a la oposición a la vez.

Efectivamente: en la Venezuela de hoy no rigen principios constitucionales porque ellos han sido usurpados por principios anti-constitucionales. Por una institución, la AC, puesta por encima de la Constitución. De ahí se deduce que la tarea política de la oposición es rescatar a la Constitución. Eso solo puede hacerlo acudiendo a las elecciones presidenciales, aún en las condiciones dictadas por la dictadura, porque bajo esa dictadura no hay ni habrá otras condiciones. ¿Los fines justifican a los medios? Ni siquiera eso. Pues no se trata de elegir entre un medio y otro sino de utilizar el único medio que la oposición tiene a su alcance: las elecciones convocadas por una entidad dictatorial.

Kant –para seguir citándolo- escribió en su “Crítica de la Razón Práctica” que la Constitución articula una razón moral que precede a la Constitución, una razón que viene de la propia experiencia humana y que nos lleva, antes de que aparezcan las leyes, a conocer la distancia entre lo bueno y lo malo. La diferencia es que la ciudadanía venezolana conoció una Constitución, hasta que se la quitaron. De lo que se trata, por lo tanto, es de recuperar a la Constitución. Y cuando la Constitución ha sido robada, hay que recurrir a medios no constitucionales para rescatarla, entre ellos, aceptar la convocatoria de la AC, para después –cuando se den las condiciones- aplastar a esa misma AC con todo el peso de la Constitución. A veces hay que actuar así: si una banda armada te asalta y exige tu dinero, tú lo entregas sin pensar que con eso legitimas a la banda. Después – si continúas vivo- llamarás a la policía. La política, del mismo modo, puede ser constitucional como puede no serlo. El ideal es que la política se ajuste a la Constitución, pero cuando no hay Constitución hay que recurrir a formas no-constitucionales para reivindicar a la democracia y a la propia Constitución. Si no se entiende eso, estarás destinado a ser siempre derrotado.

Maduro y los suyos no son gente buena. Pero no son brutos. A diferencia de los políticos de la oposición que suelen enredarse en temas jurídicos y morales perdiendo fácilmente la orientación estratégica, Maduro y los suyos no se hacen esos problemas. Ellos actúan guiados por la voluntad de poder. La AC nació como producto de esa voluntad de poder. Su objetivo preciso fue destruir a la AN y con ello a la propia Constitución. Más tarde descubrieron que, además, la AC podía ser utilizada como “trampa cazabobos”. Es decir, percibieron que, mientras existiera la AC, gran parte de la oposición -sobre todo la conducida por los moralistas políticos- nunca irá a votar. Por eso, en las conversaciones de Santo Domingo estuvieron dispuestos a ceder en algunos puntos, menos en el retiro de la AC. Lo increíble es que la oposición les siguió el juego. Decidieron llamar a no votar para no reconocer a la AC y como Maduro nunca retirará a la AC, ¡decidieron que no votarán nunca más mientras exista la dictadura! En el entretanto, Maduro y sus amigos –es lo más probable- se mataban de la risa.

Todavía hay tiempo para recapacitar. En política, sobre todo cuando se lucha contra regímenes dictatoriales, hay que perder la virginidad. El paraíso terrenal no pertenece a los inmaculados. Yo pienso que hasta Kant –solterón hasta la muerte- me daría la razón. Contra una dictadura la moral de los moralistas políticos no sirve para nada.

Y si en Venezuela, bajo el imperio de una dictadura, la única alternativa que existe es ir con Falcón, hay que ir con Falcón, siguiendo incluso a la convocatoria de la fraudulenta AC. Lo demás es pura paja.

10 Abril 2018

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 7 min


Maxim Ross

Se vuelve a poner de moda el término “dolarizar”, desde luego derivado del severo deterioro del bolívar y de la tendencia a usar el dólar como referencia de los precios internos. Ya Hanke estuvo aquí en Venezuela por los 90’s defendiendo la conveniencia de instalar ese sistema con aquello de la “Caja de Conversión”, la de Panamá o basado en la experiencia argentina, aunque no logró apoyo de los profesionales venezolanos de la Economía. Ahora vuelve a aparecer el tema con fuerza.

Evaluar la procedencia de un cambio de esa naturaleza no es fácil pues, como se sabe, tiene ventajas y desventajas que no permiten inclinar el balance en un claro sentido. Lo que podemos hacer es ilustrar a los lectores y organizar las ideas en esa dirección.

¿Por qué dolarizar?

Dos razones fundamentales se colocan para defender su conveniencia. La primera, quizás, la de mayor peso es cuando una economía ya está dolarizada de hecho porque todos los precios terminan en esa referencia cambiaria, lo cual a su vez se justifica en que el dólar garantiza el valor real de los bienes y servicios y, por ello, es preferible a la moneda local. En el fondo, como se puede constatar, el problema está en la pérdida de valor de la moneda local, en este caso el bolívar. Lo que conviene agregar, aunque parezca obvio, es que esa “perdida” proviene de una inercia inflacionaria que pareciera imparable.

La segunda razón es que, al dolarizar se impone una rígida disciplina monetaria que no depende de la expansión monetaria local y, por consecuencia, automáticamente cede el proceso inflacionario, claro, en tanto el dólar permanezca relativamente estable. Otra vez de lo que se trata es de evitar la “creación” de dinero local mediante distintos instrumentos, sea por un creciente gasto publico deficitario o por uno de origen monetario con un banco central que propicia un aumento de la liquidez. No se olvide que ambos se generan voluntariamente por instituciones estatales con precisos objetivos económicos o políticos, entre los cuales está el conocido “impulso fiscal o monetario” en época de recesión o contracción de la economía, argumento ampliamente defendido por keynesianos, post keynesianos y neo keynesianos.

Al final de cuentas, los defensores de la dolarización lo que están persiguiendo no es abatir la inflación, lo cual se coloca como primera prioridad, sino evitar que los Estados o los Gobiernos gasten más de lo debido.

¿Por qué no dolarizar?

De los argumentos anteriores se desprenden los contrarios, dos de ellos los más comunes. Desde luego, si ya una economía está expresando sus precios en otra moneda, de hecho, porque no validar “de derecho” esa conducta, puesto que es el reconocimiento de una realidad que se impone involuntariamente.

También, al dolarizar se le pone un férreo control al gasto del gobierno y a la expansión creada por la institución monetaria y esto se logra con una “disciplina” impuesta desde afuera, que se origina en la economía creadora de esa moneda, en este caso el dólar y la economía de los Estados Unidos. Su disciplina se extiende y aplica en el país que lo adopta. Quiere decir que este último sacrifica e hipoteca su política económica interna, la fiscal o monetaria a la del otro país. Un argumento en contra muy poderoso a la hora de tomar una decisión.

Efectos de la dolarización

No cabe duda de que su impacto inmediato es abatir la inflación, cuando la tasa interna se iguala a la del dólar, en este caso la inflación en los Estados Unidos, cuyo índice es muy bajo. Ese beneficio original se puede expresar en una ganancia de poder de compra de la población, lo que, a la vez, depende de la magnitud de sus ingresos y en la medida en que estos pueden ser dolarizados. En general puede ocasionar una pérdida de ingreso si los precios reales siguen una ruta creciente y no los salarios.

A corto plazo se origina, necesariamente, una contracción de la economía, en la medida que esta crece por “impulsos fiscales o monetarios” y estos desaparecen. Esa contracción puede originar una pérdida de empleos, salvo que esta se atenúe por medidas de subvención, pero otra vez, las “manos” del Fisco estarán atadas y el empleo crecería a mayor plazo.

El problema de fondo

Siempre he expuesto como argumento en contra que la dolarización es la imposición de una “camisa de fuerza” a la que se apela en última instancia, en forma similar a la que se le aplica a una persona demente cuyo control esta fuera de sí. En este caso, sin duda, no queda otro camino, pero en el caso que nos ocupa las preguntas son: ¿Una sociedad es tan indisciplinada que debe apelar a una imposición externa para resolver esa conducta? ¿Es de tal categoría su irresponsabilidad que debe admitir esa “camisa de fuerza”?

Desde luego, aquí aparece el argumento de que una cosa es la sociedad y otra su Gobierno, en cuyo caso la solución es muy sencilla pues, ante la incapacidad de esa sociedad para controlar su gobierno precisa de otro, externo, para lograrlo. Ciertamente aquí el sacrificio no es solo de política fiscal y monetaria, sino que va bastante más allá. Es la renuncia de su propio rol como sociedad civil, al no ser capaz de controlar su Gobierno o sustituirlo, ante lo cual debe apelar a uno extranjero. Es el mismo caso de que no pueda resolver su conflicto político interno y deba apelar a una “intervención extranjera” de la índole que sea.

Hay que admitir este argumento a la hora de hacer una escogencia de ese calibre, porque puede quedar la percepción de que el país y su sociedad civil aceptan una especie de “cadena perpetua” de su presente y porvenir. Digno seria examinar rigurosamente los casos de Argentina y el Ecuador para encontrar como uno no pudo salirse de la “cadena” y el otro el precio que “pagó” para salirse.

¿A qué moneda me asocio?

El otro problema que se origina con dolarizar tiene que ver con la necesidad de escoger una moneda fuerte y estable porque si no se revierte la situación a resolver. Por ejemplo, imaginen que en lugar del dólar crece la tesis de que sea el Euro, en tanto que más estable que el anterior o el Yuan y el Rublo, por la cercanía política con estos países. Una comprobada debilidad y volatilidad es suficiente para desecharlas.

Así que puede ser una de las dos, pero ¿Cuál?: La más estable en el tiempo y allí la pregunta se dirige a indagar sobre las políticas que sustentan ambas. En el caso de los Estados Unidos, si bien el dólar ha sido muy estable su dependencia del Gasto Publico es muy elevada, dado el continuo financiamiento del déficit por la Reserva Federal y por el peso de la deuda publica en el PIB de ese país, lo cual, sabemos, ya ha producido dos serios incidentes políticos para aprobar el presupuesto de cada año. Si esta situación no se normaliza y regulariza, el dólar puede sufrir un impacto en su valor más allá de gran peso productivo de esa economía.

En el caso del Euro la situación es algo más complicada pues depende de la política comunitaria y, desde luego en el peso de los principales países y de cómo estos han superado la crisis reciente. Con el caso en puertas del Brexit la Libra y el Euro están en interrogación para el futuro, luego: ¿A qué moneda me asocio?

¿No será mejor la mía?

Cuando se repasan todos los “pros y contras” que implica la dolarización, inclusive aquellos que se dejaron de mencionar en estas notas, se puede llegar a la conclusión de que puede ser más fácil y mejor poner orden en la economía venezolana que apelar a ese expediente extremo porque, en el fondo, el problema radica en la falta de disciplina en el orden fiscal y monetario y, si estos pueden ser enfrentados el tema desaparece y, con ellos, el de la inflación que es el causante principal del deterioro de la moneda.

En el caso venezolano debe responderse la pregunta si, frente al caos y desorden de todo orden que ha creado la “revolución bolivariana”, desde sus inicios hasta ahora, con su trasfondo de transformaciones socialistas, si, repetimos, la dolarización es una solución apropiada o, si no se trata de una solución de mayor envergadura y profundidad, cual es encontrar la fórmula para evitar que una “revolución” de ese carácter asuma el poder y lo maneje a su antojo.

Luego, el enfoque correcto del problema no es creer en la “mágica solución” de dolarizar la economía, sino enfrentar de una vez por todas la construcción de una economía moderna que supere los anacrónicos problemas del socialismo y el marxismo, ambos contaminados por la clásica conducta “criolla” de seguir viviendo del petróleo.

Solo de esa manera, como lo han experimentado numerosos países, algunos a “sangre y fuego”, otros con mayor racionalidad, solo de esa manera la economía puede regresar a una ruta de estabilidad y crecimiento sostenibles y la sociedad civil adquirir la fortaleza necesaria y suficiente para controlar esos “monstruos” que se colocan en los gobiernos y resultan ser los verdaderos culpables del caos y la indisciplina en el manejo de la economía.

 7 min


Lidis Méndez

En medio de la tortura colectiva a la cual estamos sometidos sin consentimiento, la sociedad civil reacciona positiva y paulatinamente para enfrentar el anhelo sádico de quienes detentan el poder en Venezuela y pretenden ignorar el colapso de la República. El quiebre público de la voluntad moral a través de la restricción de alimentos, medicamentos, servicios públicos, abuso de poder, corrupción y compra de voluntades terminó por debilitar la fuente de poder que alimentaba al régimen: el pueblo, víctima de su criolla viveza.

Después de la destructividad viene la reconstrucción, es un ciclo natural, una ley universal. El costo político para entender que no se puede rogar a un régimen para que actúe en términos democráticos es bastante alto. Figuras y organizaciones emblemáticas de la política nacional se ven obligadas a regenerarse desde el interior, con sus propios medios, a recoger sus pasos y asumir sus errores antes de enfrentar la última batalla de esta guerra asimétrica para disolver el militarismo de Estado.

En artículos anteriores explicaba que no era posible un diálogo con el gobierno desde la MUD si no había primero un consenso dentro de la sociedad. La necesidad, precariedad y hambruna nos reúnen nuevamente para formar alianzas, confluir en escuelas de ciudadanía y presentar un verdadero proyecto de reconstrucción y desarrollo nacional. Ciertamente, estas dignas acciones no son orquestadas desde ningún centro único de poder o liderazgo como anhelan quienes aún llevan en su seno el espíritu autoritario.

El consenso social apenas inicia pero va en aumento, mientras el poder e influencia del régimen se debilitan tanto a nivel nacional como internacional. La única vena de la cual se alimenta el fraudulento sistema de “gobierno nacional” es por la carótida de las Fuerzas Armadas, sobre quienes recae la mayor responsabilidad de los hechos que están por venir. Como consecuencia del “racionamiento” de recursos vitales para nuestra supervivencia y bienestar, el pueblo por sí mismo sale de su catarsis para enfrentar las penurias que genera la ingobernabilidad.

El aprendizaje acumulado que nos imparte la lucha imperfecta en materia electoral, se ha acumulado dentro del cuerpo social como valor intrínseco y habilidad ciudadana para exigir al cuerpo político abstenerse de participar en procesos viciados y fraudulentos. A lo largo de todo el territorio nacional se despliegan fuerzas que esparcen ciudadanía demostrando que no necesitamos mártires, santos o mesías para reconstruir el país. Necesitamos que el pueblo participe para forjar nuevas alianzas, pactar con dignidad y decidir por consenso nacional no cooperar con instituciones públicas deslegitimadas que destruyeron la República.

Secretaria de Organización

Unidad Visión Venezuela-Mérida

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vivzla@gmail.com

@lidis1401

 2 min


Muchos opositores a este régimen totalitario desconfían de rojos arrepentidos por aquello de que “picado de culebra, bejuco le para el pelo”. Eso es injusto, pero el denominado “síndrome Arias Cárdenas” es un fardo pesado de llevar por cualquiera que haya brincado hacia el lado de la democracia. La desfachatez con que engatusó a muchos este teniente coronel (r) dejó una estela lamentable. Sin embargo, ese no es el principal escollo que debe sortear Henri Falcón.

No me adhiero a quienes piensan que Falcón es otro desvergonzado como Arias. Por principio hay que creer en la buena fe y no poner etiquetas sin pruebas. Si aceptamos que actúa con buena intención, la interrogante es qué lo motiva a participar en una elección que cualquier sandio percibe que no tiene ninguna posibilidad de ganar. La única razón pareciera ser que desea proyectar su imagen para estar mejor posicionado para una futura contienda.

¿Cuál sería la decisión acertada de un político joven que tiene aspiraciones legítimas para el futuro? Debe considerar que la narcodictadura terminó de despojarse del manto democrático cuando el CNE avaló la espuria Constituyente y cuando el general Zavarce, el ministro Villegas y la alcaldesa Erika Farías se abrazaron con un delincuente como Valentín Santana, así como el descaro de Delcy Rodríguez, presidenta de la Constituyente, de declarar que no entregarán el poder.

Las condiciones electorales son hoy peores que en los procesos anteriores, como expuso el diputado Marquina, quien también señaló que el candidato Falcón denunció el ventajismo oficial y los atropellos en la elección de gobernadores, pero extrañamente después reconoció su derrota en buena lid, así como la inconsistencia de Claudio quien renunció por falta de condiciones, pero inmediatamente apoyó a Falcón.

Los países democráticos no avalan esta elección, no habrá observadores imparciales y tampoco vendrá la ONU, como solicitaba Falcón como requisito para participar. Se percibe que la abstención será numerosa y él no tiene maquinaria para defender sus votos. Además, debe entender que muchos de quienes lo apoyan son políticos desgastados y sin credibilidad. Por otra parte, cuando la oposición ha logrado ganar, venciendo miles de obstáculos, la han amarrado. Le quitaron competencias a la Asamblea Nacional, alcaldías y gobernaciones, además de inhabilitar a dirigentes.

La jugada que pudiera estar en la mente de Falcón no lo beneficiará. Por el contrario, lo hundirá políticamente. Saldrá derrotado el 20 de mayo. Quienes voten por él se sentirán engañados y será responsable de favorecer la aspiración del régimen de haber tenido un contendor para intentar “legitimar” la farsa electoral. Si no se retira dejará en muchos la duda de su honestidad intelectual y será responsabilizado de darle oxígeno a un régimen que está moribundo, pero que necesita un empujoncito. En otras circunstancias su candidatura sería una más a considerar. Si participa en la convocada por la Constituyente será el “taparrabos de Maduro”, como dijo Felipe González.

Como (había) en botica:

Rocío San Miguel es una demócrata íntegra. La campaña insidiosa en su contra es injusta.

La encuesta del Atlantic Council indica que un 78,6% considera que Pdvsa está en crisis o quebrada y solo un 16,5% que es exitosa.

¡Bravo por los Magistrados legítimos del TSJ en el exilio!

El paramilitar Valentín Santana dejó al “general en jefe” Padrino López cómo el bobo de la yuca.

Hoy, hace 16 años, los petroleros estábamos concentrados en Chuao, frente al edificio de Exploración y Producción. El general Belisario Landis quería obedecer la orden de Chávez de atacar esa concentración, a lo cual se opuso el general Rosendo, mientras que el gaznápiro general Lucas Rincón guardó silencio. Gastón Parra, presidente de Pdvsa renunció, pero Chávez no la anunció. La marcha del 11 en apoyo a los petroleros fue de tal magnitud que era inevitable que se dirigiera pacíficamente a Miraflores a solicitar la renuncia al presidente. Este no ordenó que la misma fuese detenida en la autopista del Este, sino que permitió que llegara a los alrededores de Miraflores, donde Bernal y sus paramilitares, con el aval de José Vicente Rangel entonces ministro de la Defensa, realizaron la repudiable masacre, en la cual también participaron guardias nacionales. El descarado general Eugenio Gutiérrez declaró posteriormente “que yo sepa no hubo disparos de la Guardia” y el general Belisario Landis aseveró que “cuando una marcha cambia de ruta no da tiempo para establecer un adecuado dispositivo de seguridad para proteger a los ciudadanos”, lo cual suena más a complicidad que a ineptitud. El Libro “Las balas de abril” de Francisco Olivares detalla ese acontecimiento en el que estuve presente con mi esposa Anabelle en la avenida Baralt y en El Silencio. Ledezma, Velásquez y Alfredo Ramos permanecieron allí hasta el final. Los tribunales cometieron una gran injusticia al condenar a un grupo de policías metropolitanos, algunos todavía presos, que hicieron lo posible por evitar la masacre, al igual que Iván Simonovis.

¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!

eddiearamirez@hotmail.com

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