Pasar al contenido principal

Opinión

Lester L. López O.

Apreciación de la situación política número 136

La situación de crisis multifactorial que sufre el país parece que no da para más. Por una parte un régimen que su preocupación principal es conservar el poder mediante unas elecciones que ya todos reconocen como fraudulentas pero que además, de concretarse en las condiciones actuales, las ganará el candidato oficialista del hambre y cuya única oferta electoral es seguir rodando por el precipicio de la destrucción de Venezuela, sin fórmula de cambio, y que sea lo que Dios quiera; y por otra parte, una oposición que no se logra encontrar ella misma, está tan dividida que ya hay que hablar de oposiciones: una radicalizada que ya se opta por llamarla la oposición de las otras oposiciones, otra que está tratando de ganarse y lavarse el rostro con buena parte de la sociedad civil opositora y finalmente la que tiene inscrita una candidatura presidencial pero que está consiente que sin el apoyo decidido de los partidos opositores, que tienen la organización electoral para lograr el triunfo el 20M, será derrotada igualmente.

Es difícil entender que estas oposiciones no entiendan cual es el enemigo por vencer y el peligro inminente que significa para nuestro país la continuación de esta tragedia por mucho más tiempo.

Las medidas económicas anunciadas como la implementación del Petro, una moneda virtual sin garantías de ningún tipo desde el punto de vista financiero, y el nuevo cono monetario con tres ceros menos que aún no se sabe con que recursos se va a implementar, solo es presagio de una catástrofe económica en puerta con una posible alteración del orden público, ya precario, que solo se podrá controlar con el poder de las armas en manos del régimen. A partir de allí cualquiera cosa puede pasar y parece que esa es la apuesta tanto del gobierno como de las oposiciones. Triste apuesta, por cierto.

¿Se puede hacer algo para evitarlo? ¿Pueden las oposiciones hacer algo, ya que el gobierno no da señales de poder salir de la crisis económica que ellos mismos han generado? Un hecho cierto es que se necesita dinero, mejor dicho, dólares o euros fresco en suficientes cantidades como para estabilizar la moneda y comenzar a controlar la inflación, importar insumos en cantidades suficientes para reactivar el aparato productivo privado nacional especialmente en medicinas y rubros alimenticios, así como la importación de muchos rubros acabados que se dejaron de producir y un largo etcétera.

Como es sabido, el régimen para lograr este dinero fresco en suficientes cantidades requiere la aprobación de la Asamblea Nacional que ellos se empeñan en desconocer, pero que es el único poder legitimado por la comunidad internacional y por ende de los organismos financieros internacionales multilaterales que son los que pueden aportar esos recursos.

Tanto el gobierno como la oposición saben que la inflación descontrolada puede llevar al caos económico al país antes del 20 de mayo, por lo que es necesario llegar a un acuerdo, que no significa cohabitación, entre ambos, para evitar que se produzca la catástrofe en puerta si no se hace nada, como dice la película: alguien tiene que ceder, para evitar males mayores a la población en general.

Una propuesta es que el régimen suspenda las actuales elecciones y las convoque para la primera quincena de octubre cumpliendo con la ley electoral, posibilite la observación y acompañamiento electoral de la ONU, garantizando mejores condiciones electorales y en contra partida la AN, conjuntamente con el gobierno, y garantes internacionales, elaboren un plan de emergencia financiera internacional que permita superar, en el corto y mediano plazo la catástrofe que se avecina, si quieren llegar a la fecha de las elecciones.

@lesterllopezo 29/03/18

 2 min


Recordado y estimado amigo:

He leído la carta abierta que me has dirigido. Procedo a contestarla y a formularte algunos comentarios.
Hay gente que sólo piensa en sus propios beneficios. Hay también quienes procuramos servir a nuestras convicciones, a nuestros principios y al modo como apreciamos el interés nacional. Fundados en reflexiones serias y razones de peso.
Todas las investigaciones de opinión publica en Venezuela ponen de manifiesto que el gobierno está muy mal. La opinión negativa del gobierno se coloca, en todas ellas, por encima del 70%. En esas circunstancias creo que es un error no aprovechar la ruta electoral para salir del gobierno.
Tenemos elecciones presidenciales este año porque las ordena la Constitución. Es por mandato de la Constitución, no por la convocatoria de la írrita Asamblea Nacional Constituyente.
La fecha de las elecciones las conocía el gobierno y las conocía la oposición. Había que prepararse. El gobierno se ha preparado. Decidió presentarse con un candidato, con un programa y con una organización.
La oposición llegó al año electoral sin candidato, sin programa -al menos conocido- y sin organización. Ademas, sin una estrategia definida y consensuada.
Tú piensas que mejor es no votar. Respeto tu opinión, pero no la comparto. Es más, creo que es un error. Un grave error.
Algo hemos hecho mal los venezolanos que tenemos 20 años sin podernos quitar de encima un gobierno tan malo y que tanto daño le ha hecho y le continúa haciendo a Venezuela.
Tienes la amabilidad de recordar, con palabras elogiosas, mi actitud frente a los acontecimientos del 4 de febrero de 1992. En aquella oportunidad me limité a cumplir mi deber. A defender la Constitución y la democracia. También entonces fui muy criticado. Ahora, como entonces, actúo de acuerdo con los dictados de mi conciencia y procurando servir a los más altos intereses nacionales. Allí no estuvieron presentes ni intereses partidistas ni intereses personales. Solamente el interés nacional y mis principios democráticos. Hoy actúo de la misma manera, pensando en el interés de Venezuela y de los venezolanos.
También fui objeto de muchas críticas cuando me opuse a la Asamblea Nacional Constituyente, convocada por Hugo Chávez en 1999. Y cuando me opuse al paro petrolero “indefinido” y cuando me opuse a la tesis de la abstención electoral frente a las elecciones de la Asamblea Nacional en diciembre de 2005. Muchos de los que proponían aquella política hoy reconocen que fue un error, un grave error, cuyas consecuencias todavía estamos pagando.
En noviembre del año pasado, a raíz de las elecciones de gobernadores, escribí un memorándum que hice llegar a personas influyentes de la opinión publica venezolana en el que recordaba que el año 2018 sería año de elecciones y que tenía la impresión de que la dirección política de la oposición no se estaba preparando. Advertí que serían elecciones para Presidente de la República, pero también para diputados a los Concejos Legislativos regionales y para concejales en cada uno de los municipios.
Recomendé vivamente que se hiciera el esfuerzo de llegar al año electoral con un candidato presidencial acordado por todos y rodeado de un gran programa de consenso, con una organización eficiente para enfrentar y derrotar las maniobras y trampas previsibles del gobierno y con una estrategia convenida.
Por cierto, las elecciones de gobernadores no fue que las ganó el gobierno, fue que las perdió la oposición. En diciembre del año 2015 la oposición ganó la Asamblea Nacional de una manera contundente porque hizo bien su trabajo Las de gobernadores y alcaldes se perdieron porque no se hizo bien el trabajo.
El gobierno sacó su misma votación de siempre. Esas elecciones tenía que haberlas ganado la oposición. Tanto las de gobernadores como las de alcaldes.
También las elecciones presidenciales podemos y debemos ganarlas. La abstención no resuelve nada. Se queda Maduro y se queda el gobierno.
A Venezuela le conviene salir de este gobierno lo mas pronto posible y lo menos traumáticamente posible. Al país no le conviene ni una acción de fuerza desde el exterior, ni tampoco una decisión de origen militar. El cambio debe ser con votos, fruto de un esfuerzo de los venezolanos y no con balas. Eso lo dije en la madrugada del 4 de febrero y eso lo repito hoy.
Una oposición que tiene una votación potencial de 70% contra 30% tiene que ganar.
Por supuesto, si esa fuerza está fracturada, sin candidato, ni programa conocido, sin estrategia y sin organización será difícil que logre la victoria.
No olvidemos que durante todo el transcurso del año 2017 voceros muy calificados de la oposición desafiaron al gobierno a que convocara elecciones generales adelantadas, para elegir todo, desde Presidente de la República hasta concejales.
La solidaridad de la comunidad internacional con Venezuela es algo que debemos apreciar, valorar y agradecer. Pero eso no puede hacernos olvidar que, al final, la solución de los problemas venezolanos nos corresponde a nosotros, los venezolanos.
Creo que es una magnífica noticia que se haya constituido ese gran frente de unidad nacional que va mas allá de los partidos políticos. Es indispensable que el liderazgo nacional, no solo el de los partidos, se haga presente en esta hora tan dramática de la vida nacional.
¡Ojalá esa reunión se hubiera celebrado antes y ojalá esa decisión de unir esfuerzos se mantenga hacia el futuro!
Inteligencia y patriotismo es lo que reclama Venezuela en esta hora. Inteligencia para comprender la magnitud de la crisis que atravesamos y patriotismo para poner de lado intereses partidistas y ambiciones o resentimientos personales y hacer prevalecer los altos intereses del país.
Votando podemos cambiar al gobierno. Votando no lo estaremos legitimando.
Tampoco la oposición chilena legitimó a Pinochet cuando asumió la vía electoral.
Tampoco los de Polonia legitimaron al régimen comunista cuando asumieron la vía electoral.
Tampoco la señora Violeta Chamorro y la oposición democrática en Nicaragua legitimaron al régimen sandinista cuando resolvieron concurrir a las urnas electorales.
De lo que se trata es de rescatar a Venezuela.
Prefiero la lucha democrática y electoral en cada estado, en cada municipio, en cada parroquia, en cada barrio y en el corazón y la inteligencia de cada venezolano.
No quiero soluciones que supongan más derramamiento de sangre, ni más violencia. Lo que deseo para Venezuela es muy concreto:
Paz, Justicia, Libertad, democracia y acabar con el hambre y con la desesperanza. ¡Nada más!
De lo que se trata es de lograrlo lo más pronto posible y no derramar más sangre de venezolanos en ese empeño.
De lo que se trata es de hacer valer nuestro derecho a resolver con votos los problemas que pueblos mas atrasados tratan de resolver con la violencia.
Entre votar y no votar, yo prefiero votar.
Entre Maduro y Falcón, yo prefiero a Falcón.

Recibe un cordial saludo de tu amigo,

27 de marzo de 2018

 5 min


Gustavo Coronel

These our actors,
As I foretold you, were all spirits and
Are melted into air, into thin air;
And, like the baseless fabric of this vision,
The cloud-capp'd towers, the gorgeous palaces,
The solemn temples, the great globe itself,
Yea, all which it inherit, shall dissolve,
And, like this insubstantial pageant faded,
Leave not a rack behind. We are such stuff
As dreams are made on…..

Prospero, THE TEMPEST, Act 4, Scene I, William Shakespeare

Mi traducción:

Estos actores nuestros, te lo dije, eran todos espíritus convertidos en aire,

Solo en aire sutil

Y, como la materia sin sustento de esta visión, las torres en las nubes, los Hermosos palacios, Los solemnes templos y el mismo globo,

Todo lo que heredamos se evaporará

Sin dejar el más pequeño rastro.

Somos apenas el material del cual se hacen los sueños….

Próspero, Acto IV, Escena I. LA TEMPESTAD, William Shakespeare

Para concebir la nacionalización de la industria petrolera se arroparon con la bandera nacional. Fue un acto de machismo. Se preguntaban: ¿Si otros países tienen una empresa petrolera nacional, por qué nosotros no? Podrían haber estado hablando de una línea aérea bandera (VIASA), de una flota de barcos (CVN), ambas creadas por la misma razón patriota o patriotera, ambas fallecidas hace tiempo. El mundo político dijo: Un país petrolero debe tener una empresa petrolera y ella debe ser la única que maneje el tesoro. El petróleo es nuestro, era el grito unánime. De nada valió que algunos dijéramos, en su momento, que para ejercer efectivo control no era necesario tener empresa propia o el monopolio de la actividad. Lo más que se logró fue un artículo, el vituperado Artículo Quinto, que abría una pequeña puerta de asociación con empresas extranjeras, el cual fue definido como traición a la patria por mucho del mundo político. Por haberse incluido este artículo la “nacionalización” fue definida como chucuta. El tiempo se encargó de poner las cosas en su sitio y mostró que estas asociaciones eran el pan nuestro de cada día en una actividad internacional. Hasta los más rábidos ultra patriotas las han utilizado, aunque el chavismo las ha tenido solo para tratar de sacarles dinero a los Rusos y a los Chinos, sin que conduzcan a un desarrollo petrolero real.

De nada valió que en el momento en el cual se tomó la decisión ya el estado capturaba un 85% de los ingresos, sin que él tuviese que invertir en el negocio, por lo cual lo que se terminó “nacionalizando” fue el riesgo.

Ello le fue advertido a quienes tomaron la decisión, pero la nacionalización petrolera no fue una decisión basada en cálculos económicos sino políticos. Fue un asunto de soberanía, entendida como “lo mío lo manejo yo y nadie más que yo”.

Y así fue. Durante unos 5 a 6 años se dio el milagro de que el mundo político dejase a Petróleos de Venezuela hacer su trabajo sin interferencias. Fue un milagro hecho posible por el inmenso prestigio de Rafael Alfonzo Ravard, unos de los escasos mandarines que ha tenido nuestra función pública. Su presencia en PDVSA creó, por cierto número de años, el dique que contenía las apetencias del sector político sobre la industria que generaba dinero, es decir, poder. En la década de 1980 se comenzaron a ver las fisuras, se terminó la luna de miel entre PDVSA y el país político. El éxito de la empresa pareció indicarles a los miembros del mundo político que eso de producir y vender petróleo no era asunto tan complicado. Hubo quienes dijeron que “el petróleo se vendía solo”. A medida que le empezaron a perder el temor reverencial al General Alfonzo Ravard y a los tecnócratas los políticos más osados comenzaron a criticar a PDVSA: “Esos gerentes ganan mucho dinero”, decían algunos copeyanos. “Toman champaña a bordo de sus aviones”, decían algunos adecos. “Los gerentes petroleros son apátridas”, acusaban los ñángaras. Comenzó una actividad de penetración política en PDVSA que culminó, durante la presidencia de Luis Herrera Campins, con la confiscación del Fondo de Inversión que PDVSA requería para sus inversiones de capital y mantenimiento. La politización de PDVSA fue un proceso insidioso, persistente, sin vuelta atrás. El sueño de los gerentes y técnicos petroleros de lograr que la administración pública venezolana se contagiara con los buenos hábitos de PDVSA se revirtió y PDVSA se fue contagiando con los malos hábitos de la administración Pública. No era lógico esperar que el pez chico se comiera al pez grande. A pesar de la importancia de PDVSA para la economía del país, PDVSA era una empresa de un relativamente bajo número de empleados, mientras que la Administración pública era un gigante desordenado que engullía todo lo que encontraba a su paso.

Una temprana muestra de lo absurdo de tener una empresa petrolera estatal de naturaleza global se refería a los salarios. Mientras los gerentes de PDVSA ganaban $2500 o $3000 al mes, sus contrapartes de Shell o Exxon ganaban $15-20000 al mes, más bonos y participaciones accionarias. Sin embargo, estos gerentes de PDVSA eran criticados por gente tan influyente como Gonzalo Barrios por ganar “obscenas” cantidades, mientras sus contrapartes en el Ministerio apenas ganaban unos $600 al mes. En este drama nadie realmente tenía la culpa pero nadie era justamente tratado. “¿Cómo podía un gerente petrolero ganar más que un ministro?, se preguntaban los políticos. El desequilibrio era un producto del absurdo de tener una empresa del Estado compitiendo en la arena internacional pero sujeta a los reglamentos de una mediocre y politizada administración pública.

Cuando Hugo Chávez llegó a la presidencia ya PDVSA mostraba claras señales de deterioro. Tenía más empleados de los necesarios, sus directivas eran seleccionadas con criterios predominantemente políticos. Aunque la meritocracia no había fallecido del todo, ya los niveles altos de la gerencia eran ocupados preferentemente por los gerentes simpatizantes del partido de turno. El presidente de PDVSA se perfilaba como candidato a la presidencia del país, lo cual era clara señal de que algo no andaba bien.

Sin embargo, nadie imaginaba lo que se le vendría encima a PDVSA. Chávez necesitaba el dinero petrolero para “hacer” su revolución, no para desarrollar al país. Dijo: “Primero atiendo lo político, después lo económico”. Para ello requería del control sobre PDVSA y ni Giusti ni Mandini se lo iban a permitir. Por ello montó allí a un bate quebrado llamado Ciavaldini. Lo remplazó al poco tiempo por un militar, Lameda, quien resultó ser institucionalista, no un títere de Chávez. Y por ello fue despedido. Entonces llegó la debacle con Gastón Parra, un profesor marxista quien nunca había visto un taladro, excepto en fotos. La reacción de los gerentes petroleros no se hizo esperar. Su protesta se convirtió en un masivo movimiento cívico que obligó a Chávez a pedir la represión a sus jefes militares, quienes rehusaron y lo sacaron del poder. Un general, hoy embajador en Portugal, le pidió la renuncia, “la cual aceptó”. Después de su retorno, apuntalado por el general Baduel, regresó decidido a vengarse de los tecnócratas petroleros y a saquear a PDVSA. El y su mensajero, Maduro, nombraron la macabra línea de presidentes que la destruiría: Ali Rodríguez Araque, Rafael Ramírez, Eulogio del Pino, Nelson Martínez, Manuel Quevedo, gente deshonesta e incompetente.

Ellos, sobre todo los tres primeros, promovieron una corrupción nunca vista en Venezuela. Desviaron los ingresos de PDVSA hacia fondos paralelos sin transparencia, importaron comida podrida a groseros sobreprecios, alquilaron gabarras inservibles para ganar obscenas comisiones, contrataron con familiares y amigos, convirtieron a PDVSA en una empresa lavadora de dinero, permitieron que los sectores militares se apoderaran – a través de sus empresas fantasmas - de una buena parte del mundo de las contrataciones petroleras a fin de repartirse a PDVSA entre el chavismo y la Fuerza Armada. Hicieron de PDVSA un refugio de reposeros y enchufados que ha llegado a tener cinco veces más empleados de los que necesita, dedicaron la empresa a criar cerdos, a sembrar sorgo, a hacer casas mal hechas, a vender pollos, todo lo cual la desnaturalizó como empresa petrolera.

El resultado no se hizo esperar. Especialmente desde 2007 en adelante la empresa se vino abajo, aún en momentos en los cuales el barril de petróleo había llegado a altísimos niveles. Nada era suficiente para la codicia de la obtusa nómina gerencial petrolera y los sátrapas en el poder político. Destruyeron la empresa, la quebraron financieramente llevando su deuda a unos $80.000 millones, la llevaron a producir la mitad de lo que producía al llegar Chávez al poder, arruinaron sus refinerías, ordenaron barcos que nunca llegaron a navegar, permitieron miles de derrames petroleros en toda la geografía venezolana, se aliaron con empresas de medio pelo para “desarrollar” la Faja del Orinoco, barrieron el piso con el nombre de la empresa en el mundo petrolero y la hicieron sinónimo de mediocridad y carencia de honorabilidad en sus negocios.

Así como prostituyeron el nombre de Bolívar apropiándoselo para su “revolución” y destruyeron al Bolívar, la moneda, así corrompieron de tal manera el nombre de PDVSA que ese nombre rueda hoy por los pantanos más pestilentes del mundo financiero y petrolero.

Petróleos de Venezuela no es recuperable. Es un nombre destruido, sin “good will” en el mundo petrolero. Una nueva Venezuela debe implantar un nuevo modelo de gestión petrolera, después de haber aprendido amargas lecciones. Una, que el patrioterismo lleva al desastre. Dos, que el Estado casi nunca es apto para la actividad económica. Que los venezolanos que clamaban con estridencia por la “nacionalización” petrolera fueron de los primeros en saquearla, en ver su tragedia con indiferencia y en guardar silencio cómplice ante el desastre. Tres, que Venezuela requiere un estado pequeño, eficiente en su supervisión de actividad privada pero no empresario.

PDVSA debe ser enterrada junto con los mitos del estatismo, de la soberanía mal entendida, del patrioterismo, del orgullo desbocado, de la arrogancia de los líderes mediocres, del culto a la personalidad, del caudillismo incompetente y bocón.

Y, para la PDVSA que se creó con loables propósitos y que luego fue martirizada y asesinada por una horda salvaje, le pedimos al piadoso señor:

Pie Iesu Domine, dona eis requiem

Dona eis requiem sempiternam

 8 min


Luis Manuel Aguana

Es natural el escepticismo de la gente ante una nueva Consulta Popular. Y no es para menos. Después de la estafa a la voluntad popular perpetrada por la Asamblea Nacional expresada el 16J, aplica el viejo dicho que el pueblo asume: el picado de culebra le tiene miedo al bejuco.

Sin embargo, el hecho que los factores políticos de la Asamblea Nacional no hayan obedecido el mandato del pueblo el 16J, no invalidó la consulta como la herramienta política, al punto que esta sentó definitivamente a Venezuela y el mundo lo que el pueblo venezolano desea.

La consulta del 16J tuvo resultados políticos tangibles en todo el mundo, tanto que el respaldo dado a la oposición venezolana fue de tal magnitud que era posible ejecutar el mandato sin ningún obstáculo en el país. Un gobierno surgido desde la Asamblea Nacional el 17J hubiera tenido una legitimidad incuestionable ante el mundo, y a las Fuerzas Armadas se les hubiera puesto muy cuesta arriba no obedecer ese mandato.

Y aun cuando los partidos se hayan escondido detrás de un supuesto “no vinculante” legal muy discutible para no hacerle caso a lo que el pueblo grito y demostró con sangre en las calles antes de la misma consulta, el pueblo se expresó claramente en relación a lo que deseaba: un rechazo a la Constituyente del régimen y un cambio inmediato de gobierno. Eso todavía gravita sobre las cabezas de quienes son todavía los principales responsables de los partidos de la Asamblea Nacional.

Cualquier consulta que se le haga al pueblo de Venezuela es políticamente vinculante. Aquí no hablo de lo legal, hablo de lo político. Esto es, de obligatorio cumplimiento por los factores políticos convocantes. Es la voluntad popular de la mayoría expresada abiertamente, en temas de trascendencia nacional, a través del voto en una consulta. ¿Quiénes son los partidos, que son precisamente los mandatarios de esa voluntad, para ignorar un mandato expreso de esa naturaleza?

Entonces el mecanismo de la Consulta Popular no es el problema. El problema surge cuando una vez expresado el mandato, se garantice su cumplimiento por aquellos que deben ejecutarlo. Y para todo el mundo no existe ninguna duda que el 16J la Asamblea Nacional era el mandatario e ignoró la voluntad del pueblo.

¿Qué debemos hacer entonces? Debemos volver a crear el escenario político de la fuerza popular expresada en las urnas, con un árbitro transparente tal y como ocurrió el 16 de julio de 2017, pero con un enfoque completamente diferente. En ese día se creó ese escenario, y la fuerza popular se hizo presente pero nadie la canalizó hacia el objetivo planteado, que no era otro que el rechazo a las acciones del régimen y su sustitución. Debemos canalizar ahora esa fuerza popular.

Lo que paso el 16J-2017 se asemejo en mucho a lo que sucedió el 11A-2002 aunque los resultados no fueron similares: El pueblo se expreso de una manera objetiva y contundente a los ojos de todo el mundo. El 11A-2002 las calles de Caracas se llenaron de gente exigiendo la salida de Hugo Chávez y este respondió con una masacre en la Av. Baralt. Ante ese hecho, las Fuerzas Armadas como un todo se pronunciaron. Y no estamos hablando de un batallón que se alzó o que algunos Generales o Comandantes decidieron que Chávez debía salir, sino el consenso general de todas las Fuerzas cuyos principales actores gritaban días antes “Patria, Socialismo o Muerte” en el desfile de Los Próceres. Es esa fuerza la que debemos expresar de nuevo en las urnas pero en esta ocasión con un dispositivo para canalizarla.

Si el 16J los diputados de la Asamblea Nacional se escondieron detrás de eufemismos legales para ignorar lo que el pueblo les ordeno, esta vez el pueblo debe señalar expresamente el cómo y con quien se debe hacer efectivo ese mandato, dejando muy clara la ruta de actuación con preguntas precisas al pueblo venezolano.

¿Cómo debe activarse de nuevo esa Consulta? La ANCO ya hizo el 6 de Noviembre de 2017 -como para que no queden dudas- la solicitud a la Asamblea Nacional para activar el Articulo 71 de la Constitución. Esta comunicación es protocolar porque es la Asamblea Nacional la vía expedita y de primera instancia para activar inmediatamente por mayoría simple ese mecanismo, tal y como lo hizo el 5 de julio de 2017. En noviembre pasado proponíamos cuatro preguntas. En este momento la situación y las preguntas han cambiado, así como el país, pero no la esencia y la necesidad de que se exprese la voluntad popular.

Aunque tenemos razones para pensar que la Asamblea Nacional engavete esta solicitud, como ya lo ha demostrado hasta ahora, no se puede desestimar un cambio en la actitud política de los partidos que produjeron el 16J, aunque por sus actuaciones esto sea lamentablemente muy improbable. No hay que olvidar lo inestable de la situación política venezolana.

Si la Asamblea Nacional no activa de nuevo el mecanismo plebiscitario, entonces quienes deberemos activar ese mecanismo somos los ciudadanos, siendo convocado este nuevo plebiscito bajo las condiciones que la ciudadanía establezca. Esto no es otra cosa que la prerrogativa de participación ciudadana que nos da la Constitución de 1999 en su Artículo 70, y que fue refrendada por la decisión del Tribunal Supremo de Justicia Legítimo con sede en Washington DC, del 30 de noviembre de 2017: “…por lo tanto, cualquier salida de la crisis que se pretenda en el escenario político, debe hacerse dentro de los mecanismos de participación popular que consagra el artículo 70 de la Constitución, y nunca a espaldas del pueblo, con el fin primordial de provocar la salida inmediata de todo aquello que ha generado la crisis por la que atraviesa el país…”.

Si la ciudadanía decide abordar la crisis del país a través de una Consulta Popular que establezca dentro de ella la ruta a través de la cual se hará efectivo el resultado de esa consulta, entonces los ciudadanos estaremos haciendo uso de los mecanismos constitucionales establecidos, y dando una respuesta a la frustración del 16J. En la consulta está la respuesta. Y de eso se trata precisamente la Agenda Alternativa para Venezuela…

Blog: http://ticsddhh.blogspot.com/
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana

 4 min


Simón Boccanegra

El populismo vuelve a mostrar su cara en las elecciones presidenciales de este 2018. El recurso que no agotan los políticos en Venezuela

La demagogia y el populismo son recursos que los políticos en Venezuela no agotan; en 1973 el expresidente Carlos Andrés Pérez saltaba charcos en campaña presidencial, el candidato a ese cargo Henrique Capriles Radonski también hizo lo propio en 2012 y finalmente Henri Falcón en este incierto 2018 donde las elecciones presidenciales fueron adelantadas para el 20 mayo.

El fotógrafo venezolano Horacio Siciliano escribe este miércoles en su cuenta de Twitter: “¿Saben qué es lo más indignante? Que después de todos estos años, siguen pendientes de saltar un charco que de hacer una bendita alcantarilla”.

El reclamo no solo salpica a varios, sino que además se vuelve un sentimiento colectivo: los venezolanos estamos hasta el hartazgo de esos showcitos.

Si algo hubiesen aprendido de estos últimos 18 años es que no queremos repetir nada de la tercera, ni de la cuarta, ni de la quinta. Los errores los estamos pagando caros: adecos, copeyanos, pesuvistas, mudistas, Venezuela.

Sin embargo, ahí siguen “pendientes de saltar un charco” en vez de poner la alcantarilla.

 1 min


Jesús Elorza G.

Los transeúntes de la avenida Páez del Paraíso en Caracas fueron sorprendidos al ver desfilar, frente al Instituto Nacional de Deporte, a los atletas, entrenadores y dirigentes deportivos con la indumentaria de Nazareno.

Era miércoles santo, y esa fue, la forma de dar a conocer al mundo entero el Vía Crucis por el cual ha pasado el deporte venezolano en los últimos diez y nueve años, explicaba uno de los federativos

Las 15 estaciones en este largo proceso marcan sin lugar a dudas el carácter autocrático, centralista y totalitario del régimen gubernamental frente al sector deportivo:

I Estación: El convenio firmado con el régimen cubano que significó la traída de 10.000 “entrenadores deportivos” al país en detrimento de los egresados de nuestras universidades. Se dijo en su momento que iban a trabajar en pro del desarrollo deportivo y solo fueron enviados a las comunidades con objetivos proselitistas. El costo de cada uno de ellos es de 1.500 dólares mensuales con cargo al presupuesto del IND.

II Estación: El asalto gubernamental al Comité Olímpico Venezolano para imponer como presidente a un funcionario de gobierno violentando la autonomía del sector deportivo.

III Estación: La aprobación de una Ley Orgánica para el Deporte que consagra un nuevo paradigma de organización al transferir a las Comunas y los Consejos Comunales todo lo concerniente a las asociaciones, ligas, clubes y equipos deportivos. El peso de esta cruz nos hizo caer.

IV Estación: La centralización autocrática del sector. Todos los organismos deportivos regionales y municipales quedan sujetos a las directrices del ministerio para el deporte.

V Estación: La corrupción se hace presente en todos los ámbitos. Los Juegos Nacionales, La Copa América de Fútbol, los dólares preferenciales y El Campeonato Iberoamericano de Atletismo pasan a ser fuente de enriquecimiento ilícito para los afectos al régimen. Un cementerio de instalaciones deportivas sin concluir y otras en franco deterioro son el reflejo de este flagelo. Los deportistas, al igual que Cirineo nos ayudaron a llevar esta pesada cruz.

VI Estación: El Fondo Nacional del Deporte se transforma en un arma para castigar al sector empresarial con una nueva carga impositiva y cuyos recursos serán manejados de manera discrecional y personalista por parte del Ministro. En el recorrido, muchas madres de hijos deportistas, con su pañuelo al igual que Verónica secaban el sudor de nuestra frente.

VII Estación: En el proceso de las elecciones presidenciales o de gobernadores, se nos vendió la ilusión populista de aprobarnos todo el programa- presupuesto operacional para los Ciclos Olímpicos; pero, pasadas las elecciones se nos dijo que dicha aprobación era técnica más no financiera. Este nuevo engaño nos hizo rodar por tierra por segunda vez.

VIII Estación: Los pensionados y jubilados del IND salen a la calle a protestar por mejores condiciones sociales y la homologación salarial. Después de 12 años de infructuosas conversaciones, en mesas técnicas con el gobierno, se dieron cuenta del engaño al cual estaban sometidos. Este régimen no reconoce los contratos colectivos de los trabajadores.

IX Estación: El peso de la cruz nos hace caer por tercera vez. El anuncio del “Paquetazo de Maduro” con la devaluación del bolívar, golpea a los programas de competencias internacionales de las Federaciones y los mismos son recortados en un 80%. La asistencia a los eventos internacionales programados es un objetivo imposible de cumplir.

X Estación: La suspensión indefinida de los Juegos Deportivos Nacionales ha significado la perdida de la preparación de los jóvenes deportistas que como generación de relevo nos representaría en los próximos Ciclos Olímpicos. Esta flagelación del deporte nos condujo a la peor derrota en nuestra historia deportiva como fue el haber perdido los Juegos Bolivarianos 2013-2017 frente a Colombia.

-XI Estación: La autonomía deportiva es nuevamente golpeada y el régimen pretende que se hagan las elecciones del sector de acuerdo con su normativa. Las elecciones de la Federación Venezolana de Baloncesto, muestran al país el rostro totalitario de las autoridades deportivas al usar como instrumentos de presión y coacción al Tribunal Supremo de Justicia, al CNE, Comité Olímpico y el Ministerio del Deporte para imponer una directiva sumisa a sus corruptos intereses.

-XII Estación: Dimas y Gestas son sustituidos en la cruz por el Ministro Popular para el Deporte y el Presidente del Comité Olímpico Venezolano.

XIII Estación: Dirigentes de la Federación de Deportes Acuáticos, la Federación de Coleo, Canotaje, Béisbol, Futbol, Pesas, Esgrima, Softbol, y la de Remo cargando sus pesadas cruces hacen un alto para denunciar la persecución a la que son sometidos por parte del Comité Olímpico Venezolano y el Ministerio del Deporte que buscan desaforadamente destituirlos de sus cargos para colocar en ellos a dirigentes sumisos y complacientes o testaferros.

XIV Estación: La cruz de la Hiperinflación se hizo tan pesada que todos los programas de preparación del ciclo olímpico de las federaciones deportivas están totalmente paralizados…nadie del gobierno deportivo da respuesta a las solicitudes presentadas…..al mejor estilo de Pilatos se lavan las manos….realmente el deporte asiste a su real crucifixión. Ahora, la máxima autoridad deportiva es conocida como “El Ministro Forfait”

XV Estación: El mensaje de la liturgia para el sector deportivo no puede ser más claro y contundente: “Solo la unión de los feligreses en perfecta comunión podrá enfrentar a los desmanes de los corruptos….el silencio de los que sufren solo los hace cómplices de aquellos que medran y se apropian ilegalmente de los dineros públicos….¡¡¡Despertad, despertad…no dejen que sigan abusando de ti!!!” Solo así podrá resurgir la Libertad y la Democracia.

 4 min


José Guerra

Agobiado por la hiperinflación y sin saber qué hacer para enfrentar la crisis económica, el gobierno de Maduro optó por aplicar una nueva reconversión monetaria y lanzar el petro como moneda para las transacciones comerciales. Conviene recordar que en febrero de 2007, el presidente Chávez propuso una reconversión monetaria que consistió en quitarle tres ceros a la moneda para, según él, tener una moneda fuerte, una economía fuerte y un país fuerte. El resultado fue un absoluto fracaso: la tasa de inflación acumulada entre diciembre de 2015 y diciembre de 2017 alcanzó a 2.257,4%. Hoy de aquel bolívar fuerte no queda ni vestigios. ¿Por qué fue tan elevada la inflación en ese lapso? Por los desarreglos monetarios y fiscales en los cuales incurrió el gobierno de Chávez, quien no era una persona dada a entender los asuntos económicos ni tampoco parecía que le preocuparan tanto. De un gabinete económico dirigido por Jorge Giordani y Nelson Merentes no era mucho lo que se podía esperar. Ambos contribuyeron a llevar al país al actual caos.

Pero con Maduro se han roto todos los parámetros de la sanidad fiscal y monetaria. Uno no sabe a quién le hace caso Maduro en temas económicos pero si hay alguien que lo asesora o aconseja como se dice del señor Serrano Mancilla, él es entonces el artífice de esta tragedia que viven los venezolanos. La idea de hacer una reconversión monetaria y quitarle tres ceros más al bolívar, es una medida cosmética que intenta esconder la hiperinflación. Carece de cualquier sentido establecer un nuevo cono monetario sin que el mismo esté antecedido de medidas firmes para contener la hiperinflación. Además, hacerlo en tampoco tiempo, dos meses, luce apresurado y una medida desesperada, con fines electoreros. Se estima que esta nueva reconversión le puede costar al país más de US$ 10 millones que bien pudiesen servir para mitigar la falta de alimentos y medicinas que hoy sufren los venezolanos.

También ha salido la idea del petro como moneda a ser usada en las transacciones corrientes de la economía. El petro tiene como respaldo las reservas petroleras, sin embargo, de acuerdo con el artículo 12 de la Constitución, las reservas petroleras son enajenables y no se pueden dar en garantía. Algo similar establece la Ley Orgánica de Hidrocarburos. Para realizar una transacción en petros, ello exige que primero se establezca una relación entre el bolívar y el petro debido a que esta supuesta moneda no tiene valor intrínseco. En los hechos, todo parece indicar que el gobierno va a implantar un sistema bimonetario, el cual es muy difícil de manejar. Todo esto sugiere que el gobierno de Maduro no encuentra qué hacer con la economía y en ese desconcierto sigue dando bandazos. Venezuela merece algo mejor que este gobierno absolutamente incapaz, que despilfarró la mayor riqueza petrolera de la historia venezolana y que además ha sumido al pueblo en el hambre y la desesperanza.

 2 min