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Opinión

Si Fidel Castro hubiera muerto hace 10 o 15 años, quien habría desaparecido era una figura histórica muy distinta de la que hoy se despide de este mundo. Cuando una grave enfermedad intestinal lo obligó a apartarse del poder, en el verano de 2006, el político cubano comenzó a ser algo diferente de lo que había sido desde que organizó el asalto al cuartel Moncada, en los primeros meses de 1953. Quien hoy muere es la sombra o el espectro de aquel. El duelo actual es la caricatura de otro más profundo, vivido en la conciencia de los cubanos desde mediados de la pasada década.

Por más de 50 años, aquel Fidel dedicó la mayor parte de sus muchas energías físicas e intelectuales a un oficio que rebasa el territorio de la política: la conspiración. Desde muy joven, tal vez desde los meses posteriores al golpe de Estado del 10 de marzo de 1952 encabezado por Fulgencio Batista, Castro dijo adiós, para siempre, a la política democrática, y se entregó en cuerpo y alma a lo que él y la mayoría de los jóvenes de su generación entendían por una “política revolucionaria”.

Esa manera de concebir y practicar la política se basaba en el diseño y conservación de un grupo de personas comprometidas y leales a un líder máximo —el propio Fidel— y a un proyecto político encaminado a la toma violenta del poder, primero, y a la transformación integral de Cuba y de sus relaciones con el mundo, después. El asalto al cuartel Moncada, el exilio en México, el desembarco del yate Granma en el Oriente de Cuba y la guerrilla de la Sierra Maestra serían momentos clave de la primera fase de aquella empresa: la conquista del poder.

Luego de la llegada al poder vendría lo más difícil: la transformación de ese país caribeño, a base de igualdad pero también de supresión de libertades, y el aprovechamiento del capital simbólico de la revolución en la búsqueda de una incidencia en el rediseño del mundo, durante la Guerra Fría. Habría que reconocer que Fidel Castro también logró este segundo objetivo, más ambicioso, aunque con altas y bajas. Nadie con mediana cultura histórica podrá olvidar, por ejemplo, que en octubre de 1962 la opinión pública liberal o socialista de Occidente, tal vez el auditorio al que siempre ambicionó provocar o agradar, vio al joven líder cubano como una amenaza nuclear.

La pertenencia de Cuba al bloque soviético, por 30 años, funcionó como bóveda protectora de las conspiraciones domésticas o internacionales de Fidel. Fue durante esa larga pertenencia de Cuba a la órbita de Moscú que se diseñaron los principales elementos del sistema político de la isla: purgas cíclicas de la dirigencia revolucionaria, partido único, dominio de la esfera pública, aniquilación de opositores por medio de ejecuciones, arrestos y exilios, control de la economía, la sociedad civil y la cultura por parte del Estado.

Fue también, en aquellas tres décadas, que Fidel Castro pudo intervenir con mayor soltura en la política mundial a través del apoyo a las guerrillas latinoamericanas, la descolonización africana y asiática, el Gobierno de Salvador Allende en Chile, la revolución sandinista en Nicaragua o las guerras de Angola y Etiopía. Los historiadores discuten la mayor o menor autonomía de Castro dentro de aquella estrategia internacional, encaminada a contrarrestar la hegemonía de Estados Unidos y las grandes potencias occidentales en el Tercer Mundo. Pero lo cierto es que sin el apoyo Moscú difícilmente la dirigencia cubana habría logrado sus objetivos básicos, en el orden nacional, regional o internacional.

Lo sucedido en las dos últimas décadas postsoviéticas es la mejor prueba de la rentabilidad de aquella dependencia. Sin el respaldo y la guía de Moscú, que dotaba a la política cubana de una racionalidad modernizadora particular, el liderazgo de Fidel debió reducir su área de influencia a América Latina y al conflicto entre Cuba y Estados Unidos. Entre 1992 y 2006, los peores atributos de una política voluntarista y ofuscada, que se habían manifestado de manera intermitente en los sesenta y los ochenta (Cordón de La Habana, Ofensiva Revolucionaria, Zafra de los Diez Millones, Mariel…), se volvieron permanentes con el Periodo Especial y la Batalla de Ideas.

La llegada de Hugo Chávez al poder de Venezuela a fines de los noventa y la posterior creación del bloque del ALBA marcó el momento de mayor protagonismo de Fidel Castro luego de la caída del muro de Berlín. Pero ese momento, por coincidir con la decadencia física del líder cubano, limitó las posibilidades de su capitalización política por parte de La Habana. Lo poco que alcanzó a hacer Fidel Castro en ese entorno reiteró, sin embargo, la línea maestra de su estrategia mundial desde los años sesenta: la hostilización permanente de la hegemonía de Estados Unidos en América Latina, aunque, esta vez, reconstituyendo un circuito autoritario internacional, por medio de la diplomacia petrolera de Chávez.

Lo mucho que esa manera conspirativa de entender la política y el rol de Cuba en el mundo debía, estrictamente, a la persona de Fidel Castro pudo comprobarse en los años que siguieron a su retiro del poder. De 2006 para acá, el Gobierno cubano, en manos de Raúl Castro, ha descontinuado algunas de las premisas que más claramente identifican el legado de su hermano. Hoy, por ejemplo, la economía y la sociedad cubanas ya no están rígidamente controladas por el Estado, ni la política exterior de la isla está obsesivamente dirigida a hostilizar la hegemonía de Estados Unidos, ni la relación entre los cubanos de la isla y la diáspora está tan estatalmente intervenida como antes.

La muerte biológica de Fidel se ha producido varios años después de su muerte política, en medio de un proceso de cambio, y este hecho abre un signo de interrogación sobre su legado. El Gobierno de Raúl Castro se ha esforzado en diferenciarse de su antecesor en la política económica, internacional y cultural —no en la médula represiva y totalitaria del régimen— porque advierte que la contradicción típicamente maquiavélica entre medios y fines, que acusaba el proyecto fidelista, es inviable en el siglo XXI. Dotar de derechos sociales básicos a la población a costa del abandono del mercado y subordinar las relaciones internacionales de la isla al conflicto con Estados Unidos eran métodos de la Guerra Fría, irrentables en una era global.

Si el que hoy desaparece es la sombra o el espectro de quien rigió los destinos de Cuba por casi medio siglo, la muerte de Fidel no debería tener mayor impacto en la realidad de la isla. La ceremonia del duelo será prolija en discursos melancólicos y restauradores, pero cuando se disipe la bruma funeraria, las reformas iniciadas por Raúl Castro continuarán y, tal vez, se profundizarán. A medida que esa transición a un capitalismo de Estado —o a una democracia soberana— se acelere y la nueva Cuba del siglo XXI se perfile socialmente, el legado de Fidel Castro tendrá mayores posibilidades de rearticulación.

El país que saldrá de este periodo confuso de la historia de Cuba será —ya es— muy diferente al que intentó construir la revolución hace medio siglo. A pesar de que el actual desmontaje del orden revolucionario se hace en nombre de Fidel, parece inevitable que viejos y nuevos actores políticos reconozcan en el fidelismo una tradición abandonada en la práctica por el actual Gobierno. Podría, incluso, contemplarse el irónico escenario de que un fidelismo cubano del siglo XXI, en nombre de la reivindicación de valores revolucionarios abandonados por la nueva élite militar y empresarial, contribuya, junto a otras fuerzas políticas opositoras existentes, a la inútilmente postergada democratización de la isla.

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Texto publicado en El País

Fuente: http://prodavinci.com/2016/11/26/actualidad/el-fidel-que-muere-por-rafae...

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Mario Vargas Llosa

“Soy el último superviviente del boom de la literatura hispanoamericana”, se ríe el escritor antes de dar un sorbo a su café con muy poca leche y lanzar su primera reflexión. “Espero que esta muerte abra en Cuba un periodo de apertura, de tolerancia, de democratización. La historia hará un balance de estos 55 años que acaban ahora con la muerte del dictador cubano. Él dijo que la historia le absolverá. Y yo estoy seguro de que a Fidel no lo absolverá la historia”.

Vargas Llosa fue uno de los intelectuales latinoamericanos que vio en la revolución cubana una luz democratizadora. Llegó a formar parte del grupo de escritores que visitaban a Castro, pero pronto se decepcionó. La persecución a los disidentes le horrorizó. No sólo se represaliaba, recuerda el Nobel, por las ideas políticas, sino también por la orientación sexual: incluso si eran partidarios del régimen: “A los homosexuales, Castro los llamaba enfermitos”.

Héctor Abad Faciolince

“Sin Fidel, el boom habría tenido otras dimensiones. Uno podría dudar si los escritores fueron parásitos de la revolución o la revolución parásita de los escritores. Más bien hubo una simbiosis que funcionó en los sesenta, mientras intelectuales franceses como Jean-Paul Sartre se arrimaron a ese árbol y esa sombra”, afirma el escritor colombiano, de 58 años. “Pero hubo un quiebre y fue cuando la revolución pidió a Vargas Llosa que donara el importe del Premio Rómulo Gallegos, obtenido por La casa verde, y le prometió que se lo reembolsaría en privado. Ahí se vio la capacidad de corrupción de la política. Con Vargas Llosa no les funcionó”, concluye el autor de El olvido que seremos.

Nelida Piñón

“Fidel ya acabó hace mucho. De hecho, fue el fin de una utopía inalcanzable”, dice la escritora brasileña, de 79 años. “Yo le conocí. Era un hombre que hablaba y hablaba y hablaba, prolongaba las historias sin dejar que el otro le dijera nada”, se ríe Piñón, para quien el líder cubano está lleno de sombras: “Impuso el terror, persiguió a los gays, llenó las prisiones”. ¿Y lo bueno? “Que fue un constructor de utopías, de sueños. Pero hace mucho que esa historia suya se terminó. Eso le pasa a todos los héroes: no resisten a su propio heroísmo”.

Enrique Krauze

El gran historiador mexicano, de 69 años, no lamenta para nada la muerte de Fidel. “Ahora el mundo será menos malo. Fue el dictador más longevo de la historia latinoamericana y nunca tuve sentimientos hacia él”, dice. Para el autor de Siglo de caudillos, el fallecimiento abre la posibilidad de una apertura, sobre todo en el área económica, el gran talón de Aquiles del régimen. “Donald Trump verá con buenos ojos que Cuba camine hacia el capitalismo, pero le dará igual que siga siendo una dictadura”, concluye.

Sergio Ramírez

Para el escritor y exvicepresidente nicaragüense la intolerancia de Fidel se destapó cuando decidió obligar al poeta Heberto Padilla a hacer una autocrítica estalinista por un libro que el régimen había señalado como indeseable. “Luego el terror se mantuvo, vino la persecución de los intelectuales, de los homosexuales. Acabó en seguida con la primavera cultural cubana, instauró la idea de que se estaba con él o contra él”, afirma Ramírez, de 74 años.

Juan Villoro

Sorpresa, pero ninguna tristeza. Irónico, el escritor y pensador mexicano recuerda que Fidel llegó a adquirir la condición de líder eterno. “Lo considerábamos inmortal, pero al final hemos visto que era humano”. Para Villoro, de 60 años, la muerte de Castro cierra un ciclo que hacía mucho tiempo que ya se había agotado. “Tengo la edad de la revolución cubana y hemos envejecido juntos. Fue la depositaria de muchos ideales de justicia social, pero ella misma los fue traicionando. Los motivos son variados, pero fueron decisivos sus propios errores y la persecución de disidentes. Mi decepción mayor fue el fusilamiento del general Arnaldo Ochoa”, afirma.

Daniel Divinski

“Fidel Marcó un giro en la historia de América Latina, más allá de los desbordes posteriores… ¿Lo peor? El avasallamiento de los derechos humanos, la persecución de personas que no estaban contra la Revolución sino que buscaba reformas, no derrocarlo”. Para el conocido editor argentino, de 74 años, no hay herederos de Fidel. “Se acaba en sí mismo. En los últimos tiempos decepcionó mucho. Como decía Perón de sí mismo, era ya un león herbívoro. Surgirán otros, pero ya no habrá un liderazgo individual como el suyo”.

Julio Ortega

"Fidel construyó un aparato cultural, pero paralizó la cultura. Produjo represión y exilios, todo se reducía a defender la revolución. Él decretaba quién era el bueno y el malo. Y no hubo un solo caso Padilla, sino varios. Ahora estamos en otra época y las cosas irán mejorando", dice el crítico peruano.

Claudia Piñeiro

"Con la muerte de Fidel se acabó el siglo XX", sintetiza la escritora argentina.

http://internacional.elpais.com/internacional/2016/11/26/mexico/1480179817_863445.html

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Al comenzar las reuniones anuales del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial en Washington, DC, resulta conspicua la ausencia de uno de sus países miembros: Venezuela. Sin embargo, es mucho lo que se debe discutir sobre las finanzas venezolanas. De hecho, una crisis de su deuda pública parece inevitable.

Todas las crisis importantes de deuda soberana del pasado, incluso las de México y Grecia, han generado cambios en la reglamentación, la jurisprudencia o las estrategias adoptadas por deudores, acreedores e instituciones financieras internacionales. En fecha más reciente, la batalla judicial de 15 años de Argentina con sus acreedores –en la que los "holdouts" obtuvieron resultados considerablemente mejores que los acreedores que años antes aceptaran el canje– desestabilizó la arquitectura financiera internacional y generó un nuevo conjunto de reglas. Venezuela será el primer país en navegar estas nuevas reglas, y no puede darse el lujo de hacer las cosas mal.

Venezuela se encuentra en medio de una grave crisis producto de sus propios actos. El gobierno usó los años en que el precio del petróleo estaba alto, de 2004 a 2013, para quintuplicar su deuda externa, expropiar importantes sectores de la economía, e imponer draconianos controles cambiarios, laborales y de precios. En 2014, a medida que colapsaba el precio del petróleo, el gobierno, tras haber perdido el acceso a los mercados de capital como consecuencia de su despilfarro, decidió continuar sirviendo su deuda en bonos e incumplir sus obligaciones hacia los importadores y la mayor parte de sus acreedores no financieros.

Además, el gobierno rechazó tanto la asesoría como el financiamiento del FMI, y en su lugar equilibró los flujos de divisas imponiendo la mayor contracción de importaciones que haya existido en la historia de América Latina. Esto hizo que la producción se desplomara más del 30% (debido al recorte de los insumos importados), gatilló una inflación del 700%, y condujo rápidamente a una pronunciada escasez de productos básicos. Entre otras cosas, esta distorsión sin precedentes en las prioridades llevó a un colapso en la producción de petróleo, debido a que la compañía petrolera nacional, PDVSA, no pudo mantener su infraestructura de producción e incumplió con los pagos a contratistas claves, a fin de pagar a sus tenedores de bonos –matando así la gallina de los huevos de oro–.

La falta de acceso al mercado significa que Venezuela no puede refinanciar sus obligaciones, excepto bajo condiciones que empeoran su solvencia, como lo está intentando hacer VSA en este momento. Tampoco puede generar divisas suficientes para pagar sus deudas a medida que vencen. Es decir, de un modo u otro, Venezuela necesitará reestructurar su deuda actual.

En última instancia, una reestructuración serviría los intereses de todos; restringir tan severamente la capacidad de importar de una economía meramente debilita su capacidad de producir y repagar. Pero, ¿con qué herramientas cuenta Venezuela para asegurar una solución cooperativa con sus acreedores en un mundo post Argentina? Y, ¿qué papel deberían desempeñar las instituciones financieras internacionales para facilitar un resultado eficiente?

Uno de los componentes críticos para que una reestructuración de la deuda tenga éxito reside en asegurar que los acreedores que están en una situación similar reciban un tratamiento comparable. Pero, esto resulta imposible a menos que se solucione el problema de los "holdouts": si la mayoría de los acreedores acuerda reducir o posponer el cobro de sus acreencias, siempre es tentador para un acreedor individual no ceder en cuanto al pago total aprovechándose de la mejora en la capacidad de pago del deudor generada por el sacrificio de los demás. Es por ello que los tribunales de quiebras y los bonos con cláusulas de acción colectiva (CAC) buscan imponer a todos los bonistas, incluso a los "holdouts" en potencia, acuerdos aceptados por una mayoría calificada de los acreedores.

En Argentina sucedieron dos cosas. Primero, los bonos soberanos cuyo pago se incumplió carecían de CAC, por lo tanto no había manera de obligar a los "holdouts" a aceptar el trato inicial. Luego, y lo que es más importante, años más tarde, una corte estadounidense aceptó una novedosa interpretación de la cláusula pari passu propuesta por los acreedores "holdouts" (y rechazada virtualmente por todos los operadores y profesionales tradicionales del ámbito de la financiación soberana). Como resultado, a Argentina se le prohibió efectuar el pago corriente de intereses a los tenedores de su deuda reestructurada, a menos que de manera simultánea pagara a los "holdouts" el monto total del capital y los intereses que les debía según los contratos originales.

La reestructuración en el mundo post Argentina se ha hecho más difícil, puesto que el éxito de los "holdouts" en el litigio mencionado significa que los bonistas inclinados a negociar una solución tendrán que explicarles a sus propios inversores por qué no persiguen una estrategia de "holdout" potencialmente más lucrativa.

La deuda de Venezuela es diferente a la de Argentina. Alrededor del 60% de su deuda pública externa consiste en bonos, emitidos por partes aproximadamente iguales por el gobierno y por PDVSA. Con muy pocas excepciones, los bonos del gobierno tienen CAC, por lo cual abordar el problema de los "holdouts" resulta ser algo más fácil. Los bonos de PDVSA han sido emitidos en Estados Unidos y, como se exige por ley a todos los bonos corporativos, no contienen CAC.

No obstante, es posible que PDVSA pueda acceder a protección judicial ante el riesgo de bancarrota tanto en Venezuela como en Estados Unidos. Si llegara a ser necesario, PDVSA podría conseguir un mandato judicial de moratoria con respecto a acciones judiciales en su contra hasta que se llegara a un acuerdo de reestructuración, evitando de este modo un embargo desordenado de sus activos.

Como forma adicional de presión para asegurar la participación, se puede retirar o modificar el derecho exclusivo que tiene PDVSA a explotar las reservas de hidrocarburos venezolanas. (Es interesante que estas dos posibilidades se subrayan como "factores de riesgo" en los documentos de oferta de bonos de PDVSA).

Tanto PDVSA como el Estado también pueden recurrir a "consentimientos de salida" ("exit consents"): cambiar algunos de los términos de los bonos –la cláusula pari passuutilizada por los "holdouts" de Argentina, así como otras disposiciones importantes– mediante acuerdos con una mayoría simple en el caso de los bonistas de PDVSA, y de dos tercios en el caso de los tenedores de la mayor parte de los bonos del Estado.

Venezuela también podría distinguirse de Argentina comprometiéndose con un sólido programa de reformas y buscando el apoyo del FMI. Según la nueva política de acceso excepcional al financiamiento del FMI, Venezuela potencialmente podría solicitar más de US$70 mil millones de nueva financiación para su programa de reformas. Y este respaldo debería contribuir a que sus acreedores brinden su apoyo.

Dentro de este contexto, el FMI y gobiernos claves deberían apoyar la decisión de Venezuela de no tratar a los "holdouts" en potencia mejor que a los acreedores con los cuales llegue a un acuerdo. El incumplimiento de pagos que se origina en una renuencia a pagar, no merece apoyo internacional. Sin embargo, cuando un deudor está imposibilitado de pagar, nada se logra obligando al pago. Cuando un número importante de "holdouts" insiste en recibir el pago total, resulta imposible diseñar una reestructuración efectiva, a menos que otros acreedores reduzcan o aplacen sus derechos. Esta es la definición del parasitismo.

Ninguna estrategia para socavar a los "holdouts" puede significar también que se dejará de acometer la reestructuración, lo cual podría conllevar un caos e incluso un Estado fallido. Ninguno de estos resultados serviría los intereses de la comunidad financiera internacional ni del pueblo venezolano.

Traducción del inglés de Ana María Velasco

https://www.project-syndicate.org/commentary/debt-restructuring-perils-f...

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Jesús Elorza G.

El pasado día lunes 21, la saltadora de triple Yulimar Rojas, medallista de plata en los Juegos Olímpicos Río 2016, salió reseñada en los medios de comunicación nacionales e internacionales al anunciar su fichaje por la filial atlética FC Barcelona, a la que defenderá en las competencias de clubes en España y Europa.

En esa misma oportunidad, el atleta cubano Iván Pedroso, ahora en su papel de “entrenador” se expresó de manera irrespetuosa y agresiva contra el desempeño de los entrenadores deportivos venezolanos, al asegurar que en nuestro país “la atleta Yulimar solo hacia Educación Física y no atletismo”. Pretendiendo establecer, con esta falaz afirmación, que los logros olímpicos y mundiales de la referida atleta solo se debían a su trabajo como “entrenador”.

Pedroso, en su intención, busca dejar sentado, como todo oportunista, que la historia comienza con él.

Pero, los hechos demuestran todo lo contrario. Allí, está la evidencia del trabajo sostenido y progresivo del entrenador venezolano Jesús Velásquez, quien incorporó a Yulimar en el sendero de la práctica del atletismo y paso a paso la fue llevando por los escenarios competitivos nacionales e internacionales hasta el logró de la marca mínima para su participación en los Juegos Olímpicos.

Si bien es cierto, que en los meses de preparación en España estuvo presente el “entrenador “cubano, no menos cierto es que también allí estuvo el venezolano Velásquez.

En segundo lugar, la afirmación de que solo hacia Educación Física, es un irrespeto para los entrenadores deportivos y profesores de esa materia por querer tratarlos como desconocedores del campo científico del entrenamiento deportivo y pretender erigirse como el único que tiene los conocimientos de esa materia.

En tercer lugar, Pedroso debería denostar con su trabajo, que ha logrado la captación de talentos deportivos en la niñez o juventud española y su posterior formación y desarrollo en el campo del deporte de alto rendimiento y no escudarse como un chulo en el trabajo de otros, para luego, sin vergüenza alguna presentarlo como propio y venderlo al mejor postor.

Finalmente, la firma de la atleta Yulimar con la filial atlética del Barsa, deja en el aire el tufo de una compra-venta de talento deportivo con el aval y el interés económico de este “seudo entrenador” cubano, situación ésta que puede producir en el corto plazo la nacionalización de la atleta para que compita por España en la Olimpiada 2020.

Ahora bien, otro de los puntos resaltantes en este caso es el del pago de ¡3.000 dólares mensuales! que le hace el Ministerio del Deporte a través del Instituto Nacional de Deporte a este chulo traficante de talentos deportivos.

Pedroso, con esta actuación, certifica que lo suyo sigue siendo un salto, pero ya no es largo sino al vacío.

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El trabajo se relaciona con un conjunto de actividades que se realizan con el objetivo de alcanzar metas, solucionar problemas y producir bienes y servicios que satisfagan necesidades humanas.

Por añadidura, el trabajo les da las posibilidades a los hombres y a las mujeres para que logren sus sueños y alcancen sus metas de vida; todo ello, aparte de que es una forma de expresión y afirmación de la dignidad personal.

Lamentablemente, los venezolanos no somos muy afectos al trabajo por cuanto arrastramos una herencia social que viene desde la época de la conquista y la colonia, pues como pueblo, somos el producto final de la convergencia histórica y genética de tres grupos étnicos que no amaban el trabajo. El indígena, por ejemplo, no lo conocía: la tierra se lo daba todo con un mínimo esfuerzo, el español lo rechazaba por cuanto lo consideraba una indignidad a su estirpe social y el africano lo odiaba porque era obligado a realizarlo en condiciones de explotación y esclavitud.

Indudablemente que, a un pueblo, cuyos antepasados desconocían, rechazaban y odiaban el trabajo, ha debido aplicársele, después que conquistó su independencia política, una educación que tuviese como objetivo específico: inducir el amor por el trabajo; pero que va, no se hizo así sino que para rematar el asunto, se le aplicó una antipedagogía basada en tres paradigmas que han influido negativamente en nuestra estimación y valoración como nación:

1). Somos un pueblo subdesarrollado porque fuimos conquistado por España y no por Inglaterra.
2). Los gringos son los culpables de todos nuestros problemas.
3).Lo hecho por Simón Bolívar agotó para siempre nuestra capacidad para hacer historia de la buena.

Obviamente, estos tres paradigmas comenzaron a levantar dentro de los hemisferios cerebrales del pueblo, una especie de rancho mental que habrá que destruir con los misiles de la educación eficiente, el trabajo creador, la solidaridad, la responsabilidad, la ética practicante y la creación de la Universidad Autónoma Agropecuaria Técnica e Industrial de Venezuela, para que de esa Institución egresen los jóvenes obreros, peritos, técnicos y tecnólogos que la nación vaya necesitando en base a un proceso de planificación ascendente que previamente haya programado el desarrollo armónico y proporcional de la República, y cuyos estudiantes, al graduarse, se impondrán el objetivo específico de erradicar definitivamente el subdesarrollo social, económico y mental, que le impide a Venezuela insertarse dentro del concierto de las naciones desarrolladas.

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La Fundación Raul Leoni tiene el gusto de invitar al Foro Integración - Motivación - Productividad para el logro del objetivo, que tendré lugar en el Colegio San Jose, Urb. La Soledad de Maracay;
Fecha: Sábado 3 diciembre
Hora:8:30am-12 pm.

Ponente Dr.Jorge Santacana

Agradecemos altamente su presencia y difusión de la invitación

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Lester L. López O.

La nota de prensa semanal

El pasado martes 22/11 antes los medios de comunicación capitalinos un grupo de representantes de distintos sectores de la sociedad civil venezolana presentaron un documento denominado “Una propuesta Ciudadana” en el que se delinean varios caminos para buscar un cambio de gobierno por vías constitucionales.

El padre José Virtuoso, rector de la UCAB, y quien inició el evento justificó claramente la propuesta al manifestar: “Hablamos desde la mayoría que está pasando hambre, desde las madres que lloran a sus hijos que mueren por falta de medicinas, desde los trabajadores que ven desaparecer su sueldo, desde las comunidades que ven desmejorar sus condiciones de vida, desde las empresas que quiebran y los trabajadores que se quedan sin trabajo, desde el sufrimiento del país que necesita un cambio urgente”. También destacó que en el documento se hace énfasis en restituir el derecho conculcado en octubre pasado con el cual se le fue negado a los venezolanos la evaluación, mediante el voto popular, de la gestión del presidente Nicolás Maduro.

El documento enfatiza en los siguientes aspectos:

  1. En la necesidad de salir por la vía constitucional, lo antes posible, de este gobierno causante principal de todos los males que agobian a los venezolanos;
  2. La vía para salir del mismo es continuar en la mesa de diálogo, que ha sido un triunfo de la Unidad ejercida por la presión de calle y el voto popular del 6D;
  3. Se rechaza cualquier tipo de violencia para el cambio de gobierno, esto solo puede conducir a empeorar las cosas;
  4. La lucha para el cambio del gobierno de manera pacífica es a través de la política y sus herramientas: el diálogo, las manifestaciones, las huelgas, los paros cívicos, asambleas de ciudadanos, pero de manera inteligente y con unidad de propósito;
  5. Adoptar un compromiso de apoyo al diálogo como proceso de negociación política, con etapas, pasos, tiempos, consolidación de hitos y logros, identificación de alternativas, evaluación de resultados, con el Vaticano como mediador confiable.
  6. Convertir la mesa de diálogo en herramienta política para la organización popular, para impulsar la docencia social y la protesta ciudadana;
  7. Atender con especial énfasis el tema de la clara, precisa y oportuna información y comunicación a los venezolanos y al mundo, asegurando la coherencia en el discurso y, de ser posible, la unificación del mismo, con una eficaz gestión de medios, convencionales y alternativos.
  8. Diseñar y conformar una plataforma de conexión orgánica o de vasos comunicantes entre la MUD, por una parte, como participante directa en la mesa de diálogo, y los actores, organizaciones y movimientos sociales, por la otra, que son los participantes indirectos en esa instancia.

Aragua en Red, al suscribir el documento en referencia, invita a toda la sociedad aragüeña a informarse del mismo y apoyar las acciones que en el se proponen como forma de lograr el cambio de gobierno hoy anhelado por la mayoría del pueblo venezolano.

viernes 25/11

Documento completo en: http://digaloahidigital.com/articulo/una-propuesta-ciudadana

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