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Opinión

Paulina Gamus

Nobleza, dignidad, constancia y cierto risueño coraje.
Todo lo que constituye la grandeza sigue siendo esencialmente
lo mismo a través de los siglos».
Hannah Arendt

Hay una tendencia casi universal a creer que todo tiempo pasado fue mejor. En el caso de Venezuela más que tendencia o nostalgia, es casi un dogma. Tan acentuado es ese sentimiento que nunca antes como ahora se han puesto de moda líderes con décadas enterrados como es el caso de Rómulo Betancourt. Sus mayores detractores de antaño son quienes lo han reivindicado y elevado a los altares de la santidad política. En el ámbito mundial hay una gran añoranza por Winston Churchill como si fuera posible resucitarlo. Lamentablemente esos líderes no volverán como no volverá la época que los vio nacer, crecer y desarrollarse. Con los nuevos liderazgos habría que decir como los españoles: “esto es lo que hay”. Caramba, pero que horror con mucho de lo que hay.

Esta última semana ha dado lugar a creer que algunos de quienes están al frente del gobierno de sus países, tienen unos tornillos mal ajustados o han perdido toda vergüenza y respeto por quienes fueron sus electores y por el resto del mundo. Entre estos últimos debemos destacar al ya generalmente reconocido como dictador, Nicolás Maduro y a su alter ego, Jorge Rodríguez .

Confieso que me ha costado un esfuerzo que casi me produce el agotamiento mental que ahora se conoce como “burn-out”, tratar de entender el caso de Alex Saab. Mi capacidad de asombro no es suficiente para analizar y memorizar todas las conexiones turbias, tramas, trapacerías, complicidades y generación mafiosa de miles de millones de dólares de este colombo-venezolano huésped incómodo de Cabo Verde. Pausa para expresar admiración por los periodistas de Armando Info: Roberto Deniz, Joseph Poliszuk, Alfredo Meza y Ewald Scharfenberg hoy perseguidos y obligados a exiliarse del país, por haber revelado la trama de corrupción alrededor de Alex Saab.

Con la mayor desfachatez el psiquiatra del régimen ha pedido la incorporación del delincuente Alex Saab –solicitado por la justicia estadounidense y a punto de ser extraditado a ese país– a la delegación oficialista en la mesa de negociación de México. Gobernantes que podríamos llamar normales se esforzarían por ocultar sus vínculos con alguien de esa calaña. Estos de aquí actúan sin caretas o disimulo. Se les va la vida en impedir que su socio llegue a los Estados Unidos y comience a negociar su sentencia con delaciones.

Pero este de Venezuela no es el único caso de descaro y burla al resto del mundo. Nayib Bukele, el presidente de El Salvador quien recientemente obtuvo el 56% de los votos en las elecciones legislativas y prácticamente aplastó a la oposición, ha decidido violar abiertamente la Constitución de su país. Ante las primeras manifestaciones de repudio a su deriva autoritaria, cambió su biografía en Twitter y escribió: “Dictador de El Salvador”. Y sustituyó su fotografía por la del protagonista de la película de Hollywood, del mismo título.

Del singular presidente peruano Pedro Castillo no es necesario agregar algo a lo que es público notorio. Su atuendo en la reciente conferencia del Celac, en México, y su discurso ininteligible, hablan por sí solos. Y si es el mexicano AMLO, cada día ofrece nuevas muestras de su mezcla de estupidez con descalabro psíquico.

La tapa del frasco es el pleito a cuchillo entre Alberto Fernández presidente tutorado de Argentina y la ex tutora, vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Como en aquella laureada película “Kramer vs Kramer,” pero sin laureles, esta tragicomedia es Fernández vs Fernández. Esa confrontación que es realmente dramática para la Argentina sumida en una de sus crónicas crisis, provoca situaciones ridículas como la ocurrida con el ex canciller Felipe Solá. Según el diario El Cronista: ”Felipe Solá ofendido: se bajó de la cumbre de la Celac cuando se enteró que no iba a ser más ministro. El saliente canciller argentino, Felipe Solá, se encontraba en viaje hacia México para apuntalar la presidencia de la Argentina del organismo para el 2022 cuando recibió una llamada de Santiago Cafiero, su reemplazante, quién le anunció su desplazamiento del cargo.”

Según las malas lenguas que por lo general son las mejores, Alberto Fernández ignoraba que Solá había viajado a México. Quizá ignoraba también que a la Argentina le correspondía la presidencia pro tempore del Celac, cargo que ahora continuará ejerciendo México.

“La locura está de moda” fue el título en español de “Bananas”, una de las primeras películas de Woody Allen (1971). Esa película hace mofa de América Latina y de su afición por las dictaduras. Como si nuestra historia fuera absolutamente circular, estamos otra vez en modo “Bananas”.

Twitter: @Paugamus

Paulina Gamus es abogada, parlamentaria de la democracia.

 3 min


Américo Martín

Varias –muchas, diría- las oleadas y fenómenos políticos, ideológicos o de contextura personalista, que han incidido en la América española en términos de mestizaje cultural. La matriz es por sobre todo ibérica, para ceñirnos a esa relación arábigo-española que tan profundamente determinó la cultura.

Lo ocurrido fue un mestizaje profundo que debe más al latín vulgar sin menoscabo de expresiones provenientes del latín culto, del rutilante de Cicerón y Julio César. Tal idioma es reconocido como uno –si no el más– hermoso reinante en el planeta. En fin, el tiempo terminará por definir sus perfiles de modo que todas las calificaciones alcancen el rango que se les atribuye y podamos repetir con el notable filólogo español Astrana Marín, que ciertamente si no es prudente anticiparse a calificarlos en forma tan terminante Lenguas vivas y por tanto en continuo desarrollo, no creo que se aleje de la verdad quien afirme al menos que merece serlo.

La continua confluencia lingüística de la que emanaron Cervantes y los grandes autores del siglo de oro español, se encuentran, fluyen con naturalidad el pluralismo político e ideológico, para colocarnos frente a un dilema inevadible. ¿Son los partidos fenómenos ideológicos o políticos? ¿Aciertan aquellos que reprochan a los partidos haber renunciado a su esencia ideológica para caer en las garras del pragmatismo?

La experiencia acumulada por milenios en el ejercicio universal de la política y el desempeño de los partidos, en cuanto sus instrumentos principales, ha demostrado fehacientemente que la Política es una ciencia y la aplicación de sus postulados es un arte. Se trata de una ciencia-arte. Su fórmula no introduce variante sustantiva alguna. El uso contemporáneo de la expresión “ciencia de la Política” proviene de la natural propensión entre sociólogos, politólogos e historiadores de precisar los conceptos.

Si en realidad se tratara de perfeccionar conceptos y por ese camino, de aumentar la eficacia del lenguaje, debemos aceptar que siendo muy importante la forma como se apliquen las decisiones, hallazgos y recomendaciones del liderazgo, se hablará de partidos “ideológicos”.

En Latinoamérica fueron especialmente influyentes las revoluciones mexicanas a partir de 1910 y la rusa soviética, con el triunfo de los bolcheviques, encabezados por Lenin y Trotsky en noviembre de 1917. Ambos procesos sufrieron períodos críticos y escisiones, con una diferencia fundamental, la ideología de Marx venía cerrándose sobre sí misma al calor de grandes debates, esa propensión se acentuó poderosamente con la derrota interna de Martov, Trotsky, Zinoviev y Bujarin, cuyo inocultable brillo intelectual desbordaba el simplismo teórico de Stalin quien, muerto Lenin y adueñado de la secretaria general y el gobierno del Estado, dio rienda suelta a sus complejos salvajes desatando todos los abusos y crímenes contra sus rivales.

Para revestir su viciado régimen, optó por inflar los aportes de Lenin a la doctrina de Marx, y unió el nombre del jefe bolchevique ruso y a partir de ese momento no se habló de marxismo a secas sino de marxismo-leninismo, un compendio implacablemente dirigido a aplastar con puño de hierro la más mínima disidencia. La intolerancia fue absoluta y el pensamiento de Marx, que ya se congelaba en dogmas muy cerrados, llegó al tope bajo el mando de Lenin y sobre todo de Stalin, quien fue tenido, junto a Hitler, como los autores de los peores crímenes de lesa humanidad.

Puesto que el riesgo corrido por la más tenue discrepancia, llegó a ser el tormento inaudito y la muerte, el dogma tomó caracteres trágicos. Retarlo o agrietarlo requirió la solidaridad de un poder superior, que fuere posible activar con rapidez y eficacia.

Las aspiraciones máximas de las revoluciones rusa y mexicana no alcanzaron la cima prometida o cuando menos insinuadas. La URSS fracasó en toda la línea. Si a las primeras, los jóvenes americanos leían con devoción a los líderes marxista-leninistas, memorizaban sus ideas y se dejaban arrastrar por sus mineralizados postulados, con gran emoción pregonaban igualmente las hazañas de Obregón, Zapata, Villa y Carranza y mantuvieron esos afectos cuando aquellos bravos guerreros comenzaron a discurrir sobre la necesidad de construir un cauce partidista a aquellas búsquedas. Obregón y Calles trabajaron en tal dirección, pero cuando Obregón es asesinado apareció Lázaro Cárdenas, quien fue dominando el escenario con su sólido prestigio y logros agrarios.

Mientras la fuerza de los comunistas se valía de la aceptación sin más de los folletines ideológicos, que se leían con pasión dogmática y cierto servilismo intelectual, la de los revolucionarios aztecas en el sacrificio de los luchadores, de postulados sociales y programas de gobierno, en los cuales la tierra era factor por excelencia.

Rómulo Betancourt y sus compañeros, siempre buscando fórmulas originales, resaltaron el carácter semi feudal del país y elevaron el rol del campesinado, frente al uniclasismo proletario de sus rivales e izaron el emblema de la reforma agraria, que más adelante aplicaron desde el Poder.

Con el objeto de conferirle a esa medida un sentido democrático y desvanecer cualquier sospecha de residuos comunistas que pudiera guardar en el fondo de su corazón, Betancourt invitó la celebración del primer acto de entrega gratuita de tierras, al presidente Kennedy y a su brillante esposa Jacqueline, una pareja olímpica, entonces de universal prestigio democrático. Fue un detalle que a sus brillantes amigos Jóvito Villalba y Miguel Otero Silva, quizás se les hubiera ido. A Rómulo, difícilmente.

¡Ah, el arte de la Política!

Twitter: @AmericoMartin

Américo Martín es abogado y escritor.

 4 min


Alejandro J. Sucre

El tema de deuda externa venezolana, en default, emitida en los mercados internacionales debe ser tratado con responsabilidad y debe salir de las diatribas del conflicto político en Venezuela. Dejar de pagar deuda externa es lo mas dañino que puede suceder para el futuro de la nación. Venezuela requiere de más de $100.000 millones de inversión por año para recuperar su infraestructura, reactivar sus proyectos mineros y petroleros y reactivar el turismo, la agricultura y la industria.

Tanto desde el campo del PSUV como desde el campo de la oposición han venido tratando el tema de la deuda externa con superficialidad, exigiendo grandes descuentos o impagos de los bonos emitidos internacionalmente por la nación y que para comprar alimentos y medicinas. Paralelamente esos mismos voceros, al terminar de declarar que Venezuela no pague su deuda externa emitida en los mercados internacionales, se voltean y solicitan a la comunidad internacional nuevos préstamos de rescate y nuevas inversiones por $200.000 millones para rescatar la industria petrolera.

Para desarrollar el potencial

Venezuela es una de las naciones más ricas del mundo en recursos naturales. Está entre las 10 primeras naciones del mundo con $11.000.000.000.000 u $11 trillones estadounidenses (billones en español). Venezuela es una nación con un inmenso potencial de recursos mineros, energéticos, forestales, turístico, etc., subutilizados y debe desarrollarse para ser una fuente de crecimiento para todos. Hoy el PIB de Venezuela en todos sus sectores no llega ni al 1 % del valor de sus riquezas mineras y energéticas. Para desarrollar el potencial de comercializar $11 trillones en recursos petroleros y mineros de la nación se requiere primero invertir por lo menos $2.5 trillones en los próximos 10 años. Las bajísimas reservas internacionales de la nación, el flujo de caja actual de Pdvsa, la corrupción, los conflictos políticos infantiles, la inseguridad personal y jurídica, la falta de políticas atractivas que permitan invertir en minería y energía y las sanciones de Trump no permiten atraer inversiones esos $2.5 trillones que requiere la nación para desarrollar su potencial en recursos naturales y convertirlos en prosperidad para nuestros habitantes. Cada obstáculo para lograr atraer las inversiones está en manos del PSUV y de la oposición superarlos, sin excusas. Sus desubicadas aspiraciones personales deben canalizarse positivamente para el bien del país. Hoy el inmenso potencial minero y energético de la nación se desarrolla primitivamente por grupos aislados para su beneficio personal. Bajo esta óptica de convertir a Venezuela en un país confiable, el pago de la deuda externa no reduciría el flujo de caja potencial sino lo contrario. Un decisivo compromiso de pago de deuda externa unificaría al país en diseñar políticas apropiadas y significaría la posibilidad de atraer las inversiones necesarias para desarrollar el potencial en recursos naturales de la nación.
El canje
Otra importante manera de negociar deuda externa es permitir el canje de deuda por participación en los activos de la nación a 100 % del valor nominal de la deuda emitida por la nación.
Ahora que el oficialismo y la oposición negocian en México y la oposición descubrió que debe incorporarse a los procesos electorales, ya que no habrá salvadores externos, ambas partes deben ponerse de acuerdo para establecer un plan para renegociar la deuda externa, para emitir nuevas leyes que impulsen las inversiones en los recursos naturales y la infraestructura de la nación, un plan de despegue económico y un plan de ayuda humanitaria.
Los planes a proponer por la AN deben incluir la creación de comités de licitaciones, de auditoría y de tesorería en Pdvsa, en CVG y en el BCV conformado por profesionales independientes reconocidos por instituciones financieras internacionales, Rusia, China y Estados Unidos. Estos comités de control de las inversiones y flujos de caja de empresas del Estado o de los activos que el Estado traspase al sector privado deben asegurar la debida aplicación de fuentes y usos de ingresos, egresos y las licitaciones transparentes.
La vista gorda...
La corrupción ha sido por mucho el mayor problema económico de Venezuela. No podemos hacernos la vista gorda ante esta realidad. El mundo lo sabe. Para compensar, se deben crear fideicomisos con bancos internacionales de primer orden con instrucciones precisas y acordadas para el uso de fondos excedentarios de las operaciones de Pdvsa, CVG y del BCV. La AN y la oposición deben lograr armar una estructura organizacional con funcionarios nacionales e internacionales que garanticen transparencia accountability, la AN junto a los acreedores de la nación deben solicitar redimensionar las sanciones para renegociar la deuda Pdvsa y la deuda soberana y buscar nuevos socios para así elevar la producción nacional. Rusia, China, Estados Unidos y los dirigentes de la AN deben trabajar arduamente para superar el inmenso retraso que la incesante e improductiva pugna geopolítica ha causado en la nación. Venezuela tomó el camino contrario al desarrollo, la pugnacidad, y ahora debe superar la caída continua del PIB con acuerdos.
alexsucre@hotmail.com

 3 min


Carlos Raúl Hernández

Por fortuna la amenaza de que Venezuela deviniera un Estado fallido, fracasado, colapsado, pudiera alejarse como efecto del viraje económico-político que parece vivimos. Veremos si tiene continuidad. La influencia del milagro chino se impone al modelo caótico de economía revolucionaria y la oposición insurreccional da señas de abandonar su esquema igualmente caótico. Un diálogo con toda la sociedad, un pacto de gobernabilidad ralentiza y revierte la desintegración. El modelo colectivista instalado a partir de la Asamblea constituyente de 1999, muy parecido al que llevó al bloque soviético al deslave diez años antes, crea incapacidad estructural al poder-ampliada por las sanciones globales- para cumplir funciones básicas. El concepto Estado fallido de Robert Rotberg define los países que no pueden cumplir con las tareas primarias para la sobrevivencia, y que finalmente estallan en guerras civiles y secesiones.

Los estudiosos coinciden en elementos que desarrollan el concepto, y en diferenciar entre los que ya son fallidos y los que están amenazados de serlo. Venezuela iba por el camino y habría llegado, de producirse “el quiebre”, un golpe de Estado, pero las FF. AA lo tenían claro. Yugoslavia y Checoslovaquia se acabaron, Sudán bajo la revolución de Omar Hasán Ahmad al Bhasir desde 1989, vivió dos guerras civiles y se dividió en 2011. Siria y Nigeria amenazan colapsar, igual que Irak, Yemen, Afganistán (antes y después de 20 años de ocupación), Zimbawe, Etiopía, Burundi y muchos otros. Es el final del Estado, paradójicamente postulado a la vez marxista y anarcoliberal, la imposibilidad de garantizar alimentación, salud, estabilidad, seguridad pública e invulnerabilidad de las fronteras. Las policías se hacen bandas hamponiles con fuero legal.

Susan Woodward resalta elementos para reconocer Estados fallidos. Uno es que pierden progresivamente la condición de monopolistas legítimos de la fuerza, el control del espacio público y de las cárceles, que comparten con pandillas criminales, grupos guerrilleros, paramilitares, narcotraficantes. México y Colombia estuvieron cerca de serlo, pero Felipe Calderón y Álvaro Uribe lo revirtieron. No existe seguridad ciudadana y la criminalidad se apodera de las calles. Aparecen armas de reglamento en manos del hampa. Hay uso desmedido de la fuerza pública para reprimir protestas civiles, asesinatos policiales y torturas. Pese a ser gobiernos autoritarios, -todos los fallidos lo son- devienen incapaces para enfrentar problemas de la ciudadanía o custodiar las fronteras, centros del tráfico de personas por grupos armados. Desaparecen los servicios que el Estado debe brindar.

Los alimentos que enviaban las Naciones Unidas a África, llegaban a manos de Señores de la Guerra, cabecillas revolucionarios que los comerciaban para enriquecerse y adquirir armas ultramodernas. Las redes de distribución comercial de bienes (alimentos, medicinas) desaparecen y surgen desabastecimiento, epidemias, hambrunas, en medio de economías inmanejables. El Estado de Derecho no existe, los poderes judicial y legislativo están en manos del gobierno, y las fuerzas armada son temibles y corruptas. Infraestructura moderna en destrucción, robo de cableados, y una entropía creciente conduce a desintegrarla. Los gobiernos no responden a sus compromisos internacionales y deudas, pero al mismo tiempo los jerarcas poseen grandes cuentas en los paraísos fiscales. La noción de estado fallido se materializó en el bloque socialista, empezando por la URSS, y África.

Luego de la descolonización africana, se entronizaron dictaduras revolucionarias para romper con el bagaje civilizacional que dejó occidente, volver a lo originario, tanto en instituciones como como cultura, economía y organización social. La neotribalización fue el programa orgulloso del socialismo africano que se regó como lluvia. Décadas después, destruido el continente por la revolución, sin acueductos, electricidad, hospitales, teléfonos, ferrocarriles, los expertos acuñaron la categoría de nation-building, las políticas para la rehacer los países ya libres de las tiranías revolucionarias. En el marco de la Comisión para la Reconstrucción de la Paz creada por la Organización de Naciones Unidas (ONU), se plantea la reforma del Estado, la edificación de las funciones institucionales, modernas y democráticas. Francis Fukuyama sostiene que sin maquinarias de Estado con proyectos constructivos y transparentes que lidericen el esfuerzo nacional, los países siguen cuesta abajo.

En su libro La construcción del Estado (2005) Fukuyama afirma que una vez definidas sus áreas y sin invadir otros ámbitos, el proyecto nacional debe desarrollar ambos polos: Estado y sociedad. Y alerta que reinstalar la democracia, el juego de partidos, la libertad de expresión, el Estado de Derecho, la justificada euforia no debe eclipsar la necesidad de emprender el sistemático trabajo de reforma institucional, conquista de la eficiencia y de la capacidad para que el Estado y la sociedad produzcan los bienes y servicios.. Argentina es ejemplo de que aunque se rescaten las instituciones democráticas, si se insiste en los errores del pasado, y se ignoran las reformas económicas, administrativas y funcionales, continuará el empobrecimiento colectivo y el deterioro institucional.

@CarlosRaulHer

 3 min


Jesús Elorza G.

El camarada Nicolás, se encontraba muy preocupado por la serie de comunicados que aparecían en los medios señalando el intervencionismo del gobierno en las universidades. En tal sentido, optó por ordenarle a la camarada Delsy que convocara urgentemente al camarada ministro de educación superior para que explicara lo que estaba ocurriendo.

En menos de lo que canta un gallo, el ministro se apersonó en el bunker presidencial y uno de los guardaespaldas del G2 cubano lo condujo hasta el despacho del camarada en jefe. ¿Camarada qué vaina está pasando en las universidades? fueron las palabras de bienvenidas.

- Tranquilo mi jefe, todo está bajo control. Los oligarcas rectores, agrupados en AVERU, lo que están es respirando por la herida…

Coño, no me digas que les caímos a tiros….

- No, no, lo que ocurre es que están molestos y protestones por la designación que hice de las autoridades rectorales de la USB….

No me digas, échame ese cuento completo, de paso te felicito camarada Trompiz, porque al fin salimos de Cecilia, que me tenía harto con su reclamadera como rectora de la Universidad Sentral de Benezuela (USB)….

-Disculpe camarada Nicolás, dijo todo apenado el ministro, no es la central sino la “Simon Bolivar”…

A carajo, me confundí. Pero, es que le tengo tanta arrechera a esa rectora que me confundí de universidad. Volvamos al tema, dime entonces que fue lo que pasó o está pasando.

- Bueno, como usted sabe, el rector de la USB falleció y esa ausencia absoluta obligaba a nombrar una nueva autoridad….

Seguro que salieron a pedir elecciones en el marco de la autonomía universitaria, dijo medio molesto Nicolás.

- Si mi excelentísimo jefe, no aguantaron dos pedidas. Pero que va, les jugué una maniobra y los deje como pajaritos en rama, mirando para los lados y preguntándose qué había pasado…

¿Cómo así? ¿Qué carajo hiciste Trompiz?

-Bueno, les jugué una maniobra revolucionaria, de las que usted y el Difunto Eterno me han enseñado en estos 22 años de revolución. Les hice creer, que cubriríamos la vacante mediante la escogencia democrática y participativa de la comunidad universitaria y aunque usted, camarada en jefe no lo crea, se tragaron el anzuelo y presentaron en primera instancia una lista de 10 aspirantes, luego agregaron dos más y para fortalecer el espíritu democrático del proceso, el Ministerio a mi cargo presentó una lista de ocho aspirantes….

¿Y?

- No se me adelante mi jefe máximo, que ahora es cuando viene lo bueno. Convoqué a una sesión extraordinaria del Consejo Nacional de Universidades CNU, que tenía como punto de agenda la designación del rector de la USB pero, aquí viene lo bueno, me deje de vainas y procedí a nombrar también a los vicerrectores académico y administrativo. En otras palabras, mi jefe, destituí “democráticamente” a esas dos autoridades oligárquicas y pasé a designar a un rector y dos vicerrectores revolucionarios.

El proceso fue tan transparente mi jefe, que los tres seleccionados fueron escogidos de la lista que yo como ministro había propuesto.

Ahora entiendo; esos comunicados son el llantén de los imperialistas-oligarcas derrotados, dijo brincando en una pata Nicolás. Si se les ocurre reclamar, ordenaré la intervención del CNE o de la Sala Electoral del TSJ para que avale la elección irreversible del CNU …Te felicito camarada Trompiz por tan acertada maniobra electoral; creo que te mereces la condecoración “Orden Aristóbulo Isturiz” en su única clase por haber actuado siguiendo sus pasos y seguir golpeando a la antirrevolucionaria y golpista autonomía universitaria.

“En revolución vale todo lo que hagamos, fuera de la revolución no permitimos nada”, fueron las palabras de Nicolás para terminar la reunión. Al despedirse, le dijo al ministro “discúlpame la confusión que tuve con lo de la USB”, yo sé que es la Simón Bolívar y no la Sentral de Benezuela.

 3 min


Fernando Mires

Comenzaré con una tesis. "Si bien todo elector es un votante no todo votante es un elector". La diferencia no es irrelevante.

Todos conocemos a personas que siempre han votado por el mismo partido sin darse jamás el trabajo de elegir. No me refiero solo a los militantes, pues para ellos votar es una obligación, la palabra lo dice, casi militar. Hay, además, quienes han establecido una relación ontológica con la política. Por ejemplo, en lugar de “estar” en, “son” de, un partido. Ser de izquierda o de derecha es para tales personas una pertenencia de tipo étnica. Afortunadamente no son solo ellas quienes votan. También votan -estoy siguiendo una clasificación weberiana- los partidarios, los simpatizantes, y no por último, los indecisos, segmento que suele conformar en algunos países, si no una mayoría, un número decisivo en cada elección.

Para explicitar la enunciada tesis será necesario agregar que el elector indeciso al elegir toma una decisión. Luego, antes de decidir tiene que haber pasado por un momento previo, y este no puede ser otro sino el de la indecisión. Por esa misma razón el elector indeciso no debe ser confundido con el elector abstencionista, aunque puede darse el caso de que la decisión final del indeciso sea la abstención. Pero la abstención para el indeciso es solo una entre otras posibilidades. No así para el abstencionista.

El abstencionista es el que hace del no votar un decidido gesto militante y en algunos casos una profesión de fe. En cierto modo el abstencionista es un militante negativo, o si se prefiere, un fanático de la anti-política.

Mucho menos puede ser confundido el elector indeciso con el elector indiferente. Todo lo contrario. Al indiferente le da lo mismo quien gane y por lo tanto no reconoce diferencias. Pero el indeciso no solo las reconoce: hace de las diferencias una condición de la política. Ahora, reconocer diferencias significa, en cierto modo, pensar. Pues sin conciencia de lo diferente no hay pensamiento y luego, tampoco hay conciencia.

El pensamiento comienza con la diferencia (Derrida). Esa es la razón por la cual se puede afirmar que el elector indeciso es un elector pensante. Y es claro: si no fuera indeciso no tendría necesidad de pensar. Es errado imaginar entonces que al indeciso gusta su indecisión; al contrario, desea salir de ella. Pero para conseguirlo tiene solo una alternativa: pensar.

Pensar es en gran medida debatir consigo y con el otro. Y el debate, lo sabemos todos, es la sal de la política.

Ironía insólita es que los electores indecisos tienden a ser despreciados por los militantes partidarios. La ironía es tanto más grande si se tiene en cuenta que los candidatos, aún siendo militantes, nunca podrán ser elegidos si no hay electores indecisos. Sin estos, los resultados de cada elección serían siempre los mismos, no habría rotación del poder. Los indecisos, al inclinar la balanza para uno u otro lado, son los máximos garantes de la democracia política.

Sin indecisiones la vida política sería lo mismo que la vida religiosa pues, como es sabido, es mucho más fácil cambiar de opinión política que de creencia religiosa. Es por eso que en las naciones no secularizadas -pienso en países islámicos- al ser los partidos entidades confesionales, los resultados se conocen de antemano. En una nación suní, ganan los suníes; y en una chií, los chiíes

Los indecisos, por el contrario, no hacen de las elecciones un acto de fe ni tampoco aman a un líder con devoción. Si son religiosos van a los templos. Y si son amantes, van a la cama. En ningún caso van a la política a satisfacer pulsiones, ni espirituales ni eróticas. Más aún: como seres pensantes están dispuestos a cambiar de opinión siempre y cuando los argumentos de un partido sean más convincentes que los del otro. Para el indeciso, quiero decir, no existe el “para siempre”. Su voto será condicionado. ¿Condicionado a qué? A su decisión, no hay otra respuesta. El indeciso es el votante soberano.

Entre militantes partidarios e indecisos existe, aunque así no parezca, una intensa relación política. Lo explicaré:

La razón de ser de un partido –no puede ser otra- es ganar para sí al mayor número posible de indecisos. Por lo tanto -y esa no es una de las paradojas menores de la política- los indecisos son los que deciden.

La utopía de una nación de decididos militantes ha sido la misma que han acariciado los totalitarismos modernos. Fue esa la razón por la cual en tales sistemas los indecisos no fueron tratados como indecisos sino como enemigos. Convertir a los indecisos en enemigos para eliminar toda indecisión fue el objetivo fundamental perseguido por Hitler y Stalin. Ambos monstruos tenían razón desde sus perspectivas: el indeciso delibera consigo y los demás. Y toda deliberación atenta en contra de la razón totalitaria.

Los indecisos, en consecuencia, necesitan más que a nada de la democracia. Más aún: la democracia para ellos es condición existencial. A la vez, la democracia necesita de los indecisos. Sin por lo menos la existencia de dos partidos los indecisos no tendrían –como hoy ocurre en Cuba y Corea del Norte- entre quienes decidir. Las elecciones estarían de más. Y sin elecciones no hay democracia.

Muy imbécil sería entonces un candidato si levantara una política sólo a favor de quienes ya tienen su decisión tomada. Conquistar para sí a los indecisos es tarea primordial de la lucha política.

Tan importante son para mí los indecisos, que he debido vencer la tentación de proponer la fundación de un nuevo partido: el Partido de los Indecisos. El problema es que si los indecisos forman un partido dejarían de ser indecisos. Y sin indecisos, he de reiterar, se acaba la democracia.

24 de septiembre 2021

Polis

https://polisfmires.blogspot.com/2013/10/fernando-mires-elogio-al-electo...(POLIS)

 4 min


Ismael Pérez Vigil

En los regímenes como el que padecemos, permítanme obviar las definiciones complicadas, no es fácil determinar qué cosas son peores que otras −es decir, todo es peor−; pero, sin duda, una de las peores cosas es su afán por cambiar lo que somos. No solo nuestras instituciones, nuestros símbolos y nuestra democracia, sino ese intento descarado de transformar nuestra historia, nuestra cultura y nuestro “habla”.

Es un vasto tema, el que podemos definir como “cultural”, pero lo acotaré, refiriéndome solo al tema del lenguaje −más precisamente la “neolengua” del régimen− y esa manía de clasificar y encasillarnos a todos.

El término “neolengua”, lo tomamos en el sentido en que lo hacía Orwell en su novela: “1984”; lo que él llamaba el “viejo lenguaje” (Oldspeak) y lo transformaba por uno nuevo, mucho más simplificado, con la finalidad de dominar el pensamiento de los habitantes, de la población, de los hombres del partido, para hacerlos pensar de una manera determinada. Vaciaba de contenido algunos conceptos −por ejemplo, libertad y otros− y les daba el contenido que el sistema quería. Eso es ni más ni menos lo que empezó a hacer Hugo Chávez desde su campaña electoral y desde luego lo intensificó cuando fue presidente y dirigía aquellos largos programas dominicales y pronunciaba en cadena de medios aquellos largos discursos, en donde contaba sus anécdotas, escatológicas, absurdas, inventaba términos, insultaba, reinterpretaba la historia, denigrando de unos próceres y ensalzando a otros, como a Zamora, por ejemplo, figura de por sí polémica y no muy bien considerado por muchos cronistas e historiadores.

De ahí viene también todo ese lenguaje, esa neolengua, del desdoblamiento innecesario de “venezolanos y venezolanas, “ciudadanos y ciudadanas”, etc. que plaga −nunca esta palabra pudo ser mejor empleada− nuestra Constitución, leyes, documentos oficiales, discursos y hasta los malos chistes de los dirigentes del gobierno. Ese lenguaje ha ido pasando a la población y hoy muchos opositores lo imitan y lo utilizan con la misma carga de veneno y odio que Hugo Chávez le imprimió. Por ejemplo, ese reemplazar la lucha política por “guerra”, el rival político, el contendor político, por el “enemigo” al que hay que acabar, aniquilar.

Todas esas expresiones como: guerra, enemigo, milicia, unidades de combate, batalla, rodilla en tierra, guerra de tercera generación, guerra híbrida, etc.; algunos las han ido adoptando, sin darse cuenta o conscientemente, y utilizan esa neolengua, esa jerga militarista, para el análisis político, para el análisis de la realidad, sin percatarse que resultan en una simplificación del lenguaje y una sobre simplificación de la realidad que se pretende analizar.

Y así está también esa manía de “clasificar” en bueno, regular y malo, teniendo por bueno, por supuesto, lo que está de acuerdo con lo que yo pienso y la estrategia que yo defino; regular, aquellas ideas “imperfectas” y “equivocadas”, solo medianamente toleradas por ser conceptos ingenuos; y malo, por supuesto, las que se contraponen a las mías.

Esa manía no es nueva, hay que decirlo, se remonta a la “prehistoria” del chavismo, cuando teníamos aquellos frondosos y enjundiosos comunicados firmados por intelectuales, periodistas, políticos, artistas, etc. para llamar la atención sobre un determinado tema o para fijar posición pública sobre determinados acontecimientos que afectaban al país. Eso derivó, en épocas más cercanas al surgimiento del “chavismo”, en aquellos “notables”, para algunos de ingrata recordación, que asocian con el origen del desmadre que nos condujo a esta ignominia; pero eso es otra historia.

A esa manía de “clasificación” obviamente le sigue la elaboración de “listas”, que han alcanzado su perfección en este régimen, siendo la más famosa aquella llamada “Lista de Tascón”, que deriva su nombre de un diputado homónimo, elaborada con el listado de los que firmamos solicitando un referendo revocatorio a Hugo Chávez en 2002 y 2003, que vino a realizarse, como todos sabemos, en 2004, después de todos los intentos por suprimirlo, por parte del impugnado. Esa “Lista de Tascón” fue utilizada por tres o cuatro años por el régimen, hasta que el propio Hugo Chávez tuvo que intervenir, sin mucho ánimo, por cierto, para que fuera eliminada, después de que empezó a utilizarse para tomar todo tipo de decisiones en la administración pública, en la industria petrolera, en las empresas del Estado y hasta en las empresas privadas que contrataban con el Estado. El régimen perfeccionó esa lista original y la convirtió en “listas”: de los que reciben dólares preferenciales, contratos del Estado sin licitación, los que reciben cajas CLAP, “bonos” de cualquier tipo, votantes a los que hay que acarrear para votar, listas para “echar” gasolina o diésel, y un sinfín más, de todo tipo de cosas, pues en esta materia la imaginación de los capitostes del régimen es muy prolífica.

Como no podía faltar, de nuestro lado de la acera, también tenemos “listas”, empíricas, de opositores: la lista de los buenos, la de los regulares y la de los malos. En la de los “buenos” están todos los que piensan exactamente igual que él que elabora, o los que elaboran, las “listas”. A los “regulares” se los señala, eventualmente humilla y presiona, para que rectifiquen, renieguen de sus ideas y se pasen a la lista de los “buenos”; de no hacerlo y persistir en sus defectos e imperfecciones, serán considerados como parte de los “malos”. En la de los “malos”, por supuesto, están esos que hay que “derrotar”, exterminar sin apelación, con los que no se dialoga, ni negocia, pues son hampones, narcotraficantes y malvados.

Pero las clasificaciones tienen un problema, sobre todo cuando se sobre simplifica la realidad o cuando de pronto las conductas o lo que hace la gente no se ajusta al concepto que se define como bueno, regular o malo. Y las “listas”, en consecuencia, tienen también su dificultad; siendo la primera la de los nombres que aparecen allí, que suelen ser −como todas ellas− imperfectas e incompletas y en algunos casos, pocos en verdad, sin haber estado de acuerdo con que su nombre apareciera allí, en esa “lista”; pero, obviamente, la dificultad más importante son los que no aparecen en ninguna. ¿Qué pasa con los que no aparecen? ¿Forman un grupo aparte? ¿Se les excluye del juego? ¿Se les rechaza?, esos detalles no entran en la mentalidad de los clasificadores y los neo lingüistas.

Y así llegamos a otro punto medular. ¿Quién o quiénes deciden quiénes son los buenos, quiénes los regulares y quiénes los malos? ¿Quiénes elaboran las “listas”? ¿Quiénes son los sacrosantos jueces, esos soberbios semidioses, savonarolas de nuevo cuño, que definen qué es “bueno”, qué es “regular” y qué es “malo” y en consecuencia: quiénes son los buenos, quiénes los regulares y quiénes los malos? Lo dejo hasta aquí, pues abundar más sería caer en la tentación de dar nombres, de hacer “listas”, que no es el caso.

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