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Opinión

Jesús A. Jiménez Peraza

Es realmente inaudita la forma como alrededor del ochenta por ciento de los connacionales, aun estando plenamente de acuerdo en que atravesamos la peor crisis política, económica y social de la Venezuela contemporánea, buscamos en cada episodio por secundario que parezca, un argumento para separarnos más y con ello fortalecer el gobierno presidido por Nicolás Maduro, denominador común en la generación de la crisis.

A principios del año 2019 todo parecía esperanzador, teníamos en el diputado Juan Guaidó un líder común de la oposición, escogido como tal por haber sido designado Presidente de uno de los Poderes del Estado, la Asamblea Nacional, a su vez electa directamente por votación popular. De este órgano surgió una hoja de ruta, también aceptada sin reservas por mayoría aplastante y admitida por el resto con algunas observaciones secundarias: El Estatuto para la Transición a la democracia y el restablecimiento de la Constitución Nacional.

Allí se indicaron tres pasos que debíamos cumplir juntos, ante la inminencia del inicio de un segundo mandato de presidente Maduro, esta vez irregular porque las elecciones habían sido convocadas y celebradas en forma intempestiva. Efectivamente, el primer período concluía el 10 de enero de 2019, de manera que los comicios no podían ser antes del 10 de octubre del 2018, no en mayo de ese año como se hizo, si aplicamos el principio de la continuidad de la norma constitucional, puesto si bien ni la Carta Magna de 1999 ni la de 1961 determinan lapso para la celebración del acto electoral, si la de 1953 y además la tradición en la materia, es que la escogencia del Presidente de la República y del cuerpo legislativo se hace con tres meses de anticipación a la asunción de los cargos.

Cierto que la oposición había solicitado en República Dominicana y Oslo el adelanto de las elecciones, pero el petitorio formaba parte de una agenda integral por lo que debía aceptarse o rechazarse en bloque, no de manera fraccionada. Hoy esa pauta la critíca algún sector, pero entonces estaba admitido que nada está aprobado, hasta que todo esté aprobado.

El trípode establecido y acatado por la mayoría nacional, es el cese de la usurpación; el establecimiento de un gobierno de transición y, las elecciones definitivas con las debidas garantías, lo que permitiría volver a un régimen auténticamente democrático en su origen y en su desempeño.

Sin embargo, el veinte por ciento restante de venezolanos, conformes con la legitimidad y acciones del actual gobierno, han logrado atomizar la aplastante mayoría porque nos llevan de incidencia en incidencia siempre por la tangente olvidando el proceso principal, ayudados por parte de la oposición, no sé si como cómplices o de buena fe.

Esta dispersión del grueso sector opositor no es nueva, en distintas circunstancias algunos líderes en quienes confía el pueblo llano, angustiado y sufrido han ayudado de alguna manera para fortalecer al gobierno con elementos secundarios, no digo que no sean importantes, sino que nos desvían del objetivo fundamental que es salir de la pesadilla, en la cual está sumido el país. Por supuesto, no en todos los hechos se ve de bulto la ayuda proporcionada, pero si la conducción errónea que en Derecho se traduce en culpa lata de algunos dirigentes, de efectos similares al dolo.

En abril del 2002 un golpe de Estado o vacío de poder, cada quien puede llamarlo como quiera y, en 2004 con una solicitud de revocatorio, que sólo estaba previsto genéricamente en la CN99, sin regulación legal o reglamentaria, dieron al traste con una derrota segura del chavismo en el 2006, agotado en sus primeros pininos, por incapacidad gerencial administrativa, la improvisación y corrupción desbordada con el Plan Patria 2000.

El 20 de mayo del 2004, con mayoría simple pero valiéndose de vericuetos legales, la Asamblea oficialista aprobó 23 artículos ininteligibles y kilométricos, en una cosa que llamaron Ley del Tribunal Supremo de Justicia que elevó a 32 el número de magistrados, permitiéndole al presidente Chávez el control del Tribunal Supremo de Justicia. Esta circunstancia no fue apropiadamente analizada y denunciada, a tal punto que la mayoría de ciudadanos no tuvo conocimiento pleno de las consecuencias de esta ley.

En las elecciones parlamentarias del 2005, se pregonó que deslegitimaríamos al gobierno si no participábamos en las parlamentarias de ese año, con lo cual lo habilitamos para obtener una mayoría calificada, casi unánime, que le permitió al oficialismo afianzarse mediante la sanción de leyes pseudo socialistas de todo calibre. Por cierto, estas elecciones eran dentro de los márgenes y lapsos legales, por lo que no puede compararse la renuencia a votar en los comicios impropios del 2018.

En el 2007 los jefes de la oposición, quienes se supone deben orientar al pueblo, no supieron o no quisieron conducir a buen puerto la victoria aplastante obtenida, al negar la reforma constitucional para permitir en forma indefinida la reelección presidencial.

Tampoco supieron como alinearnos en el 2009 para desaprobar una propuesta de enmienda también inconstitucional, puesto ambas son maneras de Reformar la Constitución (Título IX) y no puede, por ende, plantearse ningún cambio nuevamente en el mismo período (artículo 345 CN99).

En las postrimerías del 2015 el Parlamento con mayoría chavista pero después de electos los nuevos diputados, acortaron lapsos y violaron procedimientos para imponer nuevos magistrados sobre todo de Sala Constitucional, con lo cual pulverizaron la mayoría calificada obtenida en las Parlamentarias del mismo año y, con ello, quitaron las funciones legislativas y contraloras a la Asamblea Nacional.

Como propusieron 21 de 23 Colegios de Abogados, ese acto pudo haber sido anulado por el principio de autotutela, porque se había violado el orden público procesal administrativo. Esta misma figura es la que utiliza hoy Juan Guaidó para dejar sin efecto las comunicaciones signadas por la Comisión de Contraloría de la Asamblea Nacional.

En el 2016 el Consejo Nacional Electoral, con el apoyo de unos jueces sin jurisdicción ni competencia, truncó el Referendo Revocatorio esta vez ya regulado apropiadamente y, en el 2017, como joya de la corona nos impusieron una Asamblea Nacional Constituyente, sin convocatoria legítima, con ilimitadas funciones violatorias a las específicas señaladas en el artículo 247 constitucional y sin duración definida.

Todos esos hechos listados a grandes zancadas con el auxilio de la memoria, sin buscar reseñas en diarios u otro medio de información lo que traduce la gravedad de los mismos, tienen en común el desconocimiento del Estado de Derecho y una inapropiada conducción.

Hoy la oposición luce más fraccionada que nunca, con el agravante que estamos a pocos días de la renovación de la Junta Directiva del Parlamento, en peligro de sucumbir no obstante ser el único Poder no controlado, al menos en apariencia, por el gobierno y estamos igualmente en las puertas de un año en cuyas postrimerías, debe ser renovada la Asamblea Nacional.

Ante las graves circunstancias actuales, donde unos diputados están cuestionados por los hechos del Cucutazo y otros por actuaciones como miembros de la Comisión de Contraloría de la Asamblea Nacional, con responsabilidad y en estas horas aciagas para la patria, adopto la siguiente actitud:

1.- Como ciudadano continúo respaldando la gestión de Juan Guaidó, es muy tarde para cambiar de caballo en la tormenta que se avecina. Ello no significa que le releve de responsabilidad, porque en su momento debe rendir cuentas conforme a la Constitución.

2.- Voy a sufragar en las elecciones parlamentarias del 2019. Este año los comicios son tempestivos y establecidos en la ley suprema.

3.- Espero las pruebas sobre la participación de los diputados en el cucutazo y la Comisión contralora, quienes no podrán dar la espalda a la designación de un Presidente opositor en la próxima Junta Directiva del Parlamento, porque ellos forman parte del liderazgo por el sólo hecho de haberse postulado como diputados.

4.- Si estos diputados resultan responsables de los actos que se les imputa, la mayoría parlamentaria debe autorizar e iniciar el procedimiento jurisdiccional previsto en el artículo 200 CN99. Ya veremos la conducta de los magistrados del Supremo Tribunal de la República, quienes hasta ahora han sido muy diligentes en sancionar diputados allanándoles su inmunidad.

5.- La culpabilidad comprobada de dichos diputados implica, que son cómplices de los empresarios encargados de la provisión de los CLAP, por lo que no puede salir inmune el gobierno nacional puesto ese programa es oficial y por tanto, tiene la responsabilidad de vigilancia y control sobre los mismos.

6.- Hago un llamado a la oposición para impedir que la minoría siga imponiéndose sobre la mayoría, lo que se deberá determinar electoralmente.

Feliz Navidad. Dios bendiga a Venezuela!

jesusjimenezperaza@gmail.com

@jesusajimenezp

04/12/2019.

 6 min


La economía venezolana sobre la base del petróleo, o lo que queda de ella, que ya había mostrado sus signos y síntomas de debilidad e inviabilidad, ha terminado en colapsar en los últimos años, trayendo como consecuencia una descomunal crisis, tanto económica, como social y ambiental.

Esta crisis que padece Venezuela, únicamente podrá ser superada, de manera sostenible, resolviendo una terrible paradoja. Por un lado, la gran mayoría de los expertos en la materia coinciden que será necesaria una gigantesca inversión de capital, solo posible bajo un nuevo esquema económico, y apalancado con la producción petrolera. Por otro lado, ese esfuerzo deberá acompañarse de políticas e iniciativas que faciliten una progresiva y oportuna transición, que impulse el desarrollo de una economía abierta, competitiva y por supuesto, sustentable, superando la dependencia del petróleo y el modelo rentista. Esa transición supone cambios en matrices de energía, tecnologías y patrones de producción, orientados hacia eficiencia energética y fuentes de bajo carbono, siguiendo la directriz de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero un 45 % en los próximos diez años y a cero para 2050.Todo ello en un escenario de mayor estrés climático y de escasez de recursos naturales.

Aun bajo estas difíciles circunstancias, podemos aprovechar esta ventana de crisis, donde nada será igual en la Venezuela que vendrá, con la oportunidad de un enfoque distinto: la bioeconomía, una vía para el cambio estructural, desde una perspectiva de sostenibilidad que contiene opciones modernas para el desarrollo agrícola y rural, así como también para la creación de empleos de calidad y nuevas cadenas de valor.

¿Qué es la bioeconomía?

Aun cuando el término bioeconomía fue creado en 1975 para destacar el origen biológico de la economía y los riesgos del uso/abuso de los recursos naturales, es a comienzos de este siglo cuando comienza a ser utilizado en los discursos sobre políticas de desarrollo y sostenibilidad, principalmente en la Unión Europea.

En términos sencillos la bioeconomía es “la rama de la economía que implica el uso de recursos biológicos – bosques, cultivos, animales y microorganismos – para producir comida, materiales y energía” (BioSTEP, 2016)

Actualmente, más que una teoría o concepto, la bioeconomía se plantea como un nuevo paradigma de desarrollo en sustitución del actual modelo lineal de industrialización, por lo tanto, representa una opción real para integrar el desarrollo social y económico con el cuidado del ambiente, la descarbonización y la mitigación de los efectos del cambio climático.

Cada país, y más particularmente, las regiones, tienen diferentes bioeconomías, por lo tanto, la Segunda Cumbre Mundial de Bioeconomía (Berlín, 20/4/ 2018), la definió en términos generales como:

“la producción, utilización y conservación de recursos biológicos, incluidos los conocimientos, la ciencia, la tecnología y la innovación relacionados, para proporcionar información, productos, procesos y servicios en todos los sectores económicos, con el propósito de avanzar hacia una economía sostenible”

Esta definición contiene los tres componentes principales:

(a) los recursos biológicos, incluyendo los desechos biomásicos

(b) el conocimiento de los principios y procesos biológicos, y

(c) las tecnologías, tanto las “tradicionales” como las disruptivas (digitales, físicas y biológicas)

La bioeconomía en América Latina y el Caribe

En la nueva edición del informe Perspectivas de la agricultura y del desarrollo rural en las Américas: una mirada hacia América Latina y el Caribe 2019-2020, elaborado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), destaca la bioeconomía como una forma innovadora de impulsar el desarrollo rural sostenible en América Latina y el Caribe (ALC), debido a que la región posee condiciones apropiadas (ubicación, agua, tierra) para el desarrollo bioeconómico. De hecho, varios países latinoamericanos están transitando el camino de la bioeconomía, sin que exista una plataforma solida de estrategias y políticas orientadas hacia ese propósito, lo cual ha sido posible por iniciativas del sector privado que ha aprovechado las oportunidades que brindan los recursos biológicos de la región (biomasa y biodiversidad), tal es el caso de Brasil y Argentina (bioenergías, eco-intensificación, aplicaciones biotecnológicas), Costa Rica y Colombia (servicios ecosistémicos).

El IICA define a la bioeconomía como “la utilización intensiva de conocimientos en recursos, procesos, tecnologías y principios biológicos para la producción sostenible de bienes y servicios en todos los sectores de la economía” , y para su impulso ha establecido en su Plan de Mediano Plazo 2018-2022, un programa de cooperación técnica (Programa de Bioeconomía y Desarrollo Productivo) para apoyar a sus países miembros en:

 Construir una visión del desarrollo productivo de la agricultura y de los territorios rurales basado en la bioeconomía y

 Fomentar la formulación e implementación de estrategias, políticas, normativas e inversiones que permitan el pleno aprovechamiento productivo de las potencialidades de la bioeconomía en un marco de inclusión y sostenibilidad.

Acciones para el impulso de la Bioeconomía en Venezuela

Para iniciar el complejo proceso que significa la instalación del paradigma debe constituirse el Grupo Impulsor de la Bioeconomía en Venezuela (GIBV), el cual tiene como propósito la creación de un espacio institucional y de un equipo multidisciplinario, con representación pública y privada, encargado de direccionar la hoja de ruta para la construcción de las estrategias y políticas para la promoción de la bioeconomía, en las áreas estratégicas que a continuación se indican:

 Evidencia, sensibilización y formación de capacidades: investigaciones, estudios, talleres, seminarios y cursos para fomentar capacidades orientadas a nuevos aprovechamientos de la bioeconomía en tomadores de decisión y actores del sector agrícola y rural.

 Hojas de ruta: formulación e implementación de herramientas para la construcción de hojas de ruta diferenciadas por país para aprovechar la bioeconomía.

 Marcos políticos, regulatorios y normativos: apoyo a gestión de políticas, normativas y estímulos de mercado que viabilicen y posibiliten nuevos usos productivos de la bioeconomía en la agricultura y el mundo rural.

 Inversiones y estrategias en cadenas: apoyo al diseño e implementación de estrategias, proyectos e inversiones para fomentar nuevos modelos de negocios de la bioeconomía en los territorios rurales y las cadenas de valor de la agricultura.

A continuación, y a manera de guía metodología, se transcribe La hoja de ruta para la construcción de las políticas para la promoción de la bioeconomía, que contiene los pasos que debe seguir el GIBV

1.Construcción de un sistema bioeconómico

2.Construcción de espacios institucionales

3.Definición de la dinámica de funcionamiento del Grupo Impulsor

4.Construcción de la agenda de trabajo del Grupo Impulsor

El primer paso, es construir un espacio formal donde puedan converger e interactuar las personas o grupos de referencia temática que, en los últimos años, han introducido el tema de la bioeconomía y han desarrollado acciones en los diferentes ámbitos institucionales públicos y privados. Una recorrida por países indica que este espacio, denominado Grupo Impulsor de la Bioeconomía (GIB), debe integrar a mandos medios de la administración pública que además de tener entrenamiento profesional, posean estabilidad en puestos de trabajo asociados a Programas y/o Proyectos de mediano plazo relacionados con la bioeconomía, estén anclados en dependencias de la gestión gubernamental relacionada con la temática (por lo general en las áreas de CyT, Agro, Medio Ambiente) y desarrollen contactos técnico – políticos con otras instancias de la gestión pública y sean puntos focales con los programas de cooperación de agencias internacionales.

El GIB tendrá como responsabilidad la construcción de un concepto propio de la bioeconomía que permita un dialogo fluido entre científicos, tecnólogos, empresarios, políticos y otros actores de la sociedad civil. Además, el GIB tendrá a su cargo el análisis de las los recursos y capacidades para el aprovechamiento de la bioeconomía tanto a nivel país como de territorios o cadenas de valor, lo cual incluye, entre otras elementos el análisis del estado del arte científico y tecnológico de cada uno de los temas que integran la bioeconomía; el conocimiento de la nueva frontera científica y tecnológica; la identificación de los desarrollos productivos de la bioeconomía que se realizan en otras latitudes; el análisis de las limitaciones y cuellos de botella que imponen los marcos legales vigentes –generalmente asociados a las formas previas de “hacer las cosas”-, entre otros. Además, en esta primera etapa el GIB deberá identificar las iniciativas que, aunque no están integradas ni coordinadas, suman a los objetivos de la bioeconomía (ciencia y tecnología, agricultura y ganadería, recursos naturales y ambiente, energía, salud pública, etc.).

El segundo paso se refiere a la construcción de espacios políticos para institucionalizar el fomento de la bioeconomía al más alto nivel político. Esto puede ir desde la ubicación de tema en una dependencia pública (por ejemplo, un Ministerio o una secretaría), para que desde ahí desarrolle los acuerdos y alianzas con el resto de las instancias requeridas, hasta la elevación del GIB a un nivel supra ministerial con mandato político formal y estructura propia de operación. Una vez definida la institucionalización del espacio político de la bioeconomía, es necesario construir su dinámica de funcionamiento (tercer paso).

Una vez que se cuente con un GIB fortalecido e institucionalizado, y que como parte de sus tareas haya trabajado en la construcción de un concepto propio de la bioeconomía, en la identificación de sus potencialidades para aprovecharlo y en el análisis de las iniciativas que pueden convertirse en punto de partida, es posible avanzar en el cuarto paso: la construcción de la agenda de trabajo, lo que permitirá no solo instalar la bioeconomía como nuevo paradigma de desarrollo en todos los sectores de la sociedad, sino también construir la gobernanza y las políticas

Una vez finalizados los cuatro pasos presentes en la guía, los actores nacionales e internacionales involucrados en el desarrollo productivo de la agricultura y los territorios rurales estarán convencidos y sensibilizados sobre el potencial de la bioeconomía, y compartirán una visión compartida de ésta como eje del desarrollo económico sustentable. Además, contarán con espacios de gobernanza de la bioeconomía que irán mucho más allá de los GIB (que involucrarán a un gran ecosistema público – privado – academia) y con una estrategia para el desarrollo de la bioeconomía que se verá implementada con planes de acción de corto mediano y largo plazo.

Como se mencionó al inicio, Venezuela requiere de un gran esfuerzo sostenido para superar la crisis que ya se ha desbordado hacia otros países de la región. Conjuntamente con esta tarea surge la favorable oportunidad para propiciar los cambios culturales que conduzcan a la transición de un paradigma basado en el consumo y la ineficiente utilización de los recursos disponibles a uno que, por el contrario, asume principios y pautas más amigables con el ambiente, cómo lo es la bioeconomía, teniendo especial consideración el equilibrio entre la producción de alimentos, la de energía y la de otros bioproductos.

La creación del GIBV constituye una iniciativa muy importante para el país, que se logren diseñar estrategias, políticas, inversiones y regulaciones que nos permitan aprovechar las potencialidades de la bioeconomía, en un marco de inclusión y sostenibilidad. La transición exitosa hacia la bioeconomía, requerirá de un intenso trabajo en la capacitación y entrenamiento del recurso humano a todo nivel y de mejoras en los mecanismos de participación social.

Bibliografía

-R. H. Aramendis, A. Rodríguez y L. F. Krieger Merico, “Contribuciones a un gran impulso ambiental en América Latina y el Caribe: bioeconomía” Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), 2018.

-A. G. Rodríguez, M. Rodrigues y O. Sotomayor, “Hacia una bioeconomía sostenible en América Latina y el Caribe: elementos para una visión regional”, serie Recursos Naturales y Desarrollo, N° 191 (LC/TS.2019/25), Santiago, Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), 2019.

-Retos y respuestas institucionales para impulsar la bioeconomía en ALC, (Bioeconomía: Potencial y retos para su aprovechamiento en América Latina y el Caribe, curso dictado por el IICA, 2019)

arrozluis@gmail.com

Maracay, diciembre 2019

 9 min


Ante los acontecimientos de los últimos días, que involucran al sector opositor, a mí ya no me cabe duda: lo nuestro tiene que ser una vaina relacionada con los astros, esto es: una determinación astrológica, una mala estrella, una confabulación de la bóveda celeste, un Mercurio retrógrado que se nos instaló en el destino nacional per secula seculorum, porque de otra manera uno no se explica nuestra insistencia acabar con nosotros mismos. Vaya -para decirlo en cubano-, que esto es obra de Plutón, asere y de la confluencia interestelar del intergaláctico con Aries en Saturno aquel 4 de febrero, porque no se puede entender que un país que cuenta con las mayores reservas petroleras del planeta, con oro, hierro, coltán, ríos caudalosos, tierras fértiles para la agricultura y la ganadería, lugares paradisíacos para el turismo, clima de eterna primavera, esté entre los peores del planeta en todas las mediciones de progreso.

Es como si fuese un castigo de la constelación de Cáncer, nuestro signo regente: tendrás todas las riquezas, pero solo podrás disfrutarlas cuando tu rumbo sea guiado por la inteligencia, mientras tanto, cada nueva bendición que se descubra será una contribución a tu ruina (Simón Bolívar). Es decir, pa’tras como el cangrejo.

Esto ya no es un asunto de políticos, ni de sesudos analistas, sino de astrólogos. Claro que la primera complicación al determinar la carta astral del país, es la de establecer la fecha exacta de nuestro nacimiento: ¿fue el 19 de abril de 1810?, ¿fue el 5 de julio de 1811? En ambos casos el lugar de nacimiento es Caracas. Pero si somos más acuciosos y atendemos a la fecha de nuestra separación de la llamada Gran Colombia, tanto la fecha de nacimiento, como el lugar cambian. Este último se traslada a Valencia y dependiendo del criterio, la fecha de nacimiento podría ser el 6 de mayo de 1830, cuando se instala el Congreso constituyente o el 22 de septiembre del mismo año cuando se aprobó la nueva constitución y Páez asume la presidencia. Como puede verse, realizar la carta astral de Venezuela es más difícil que hacérsela a Maduro, que le gana al país en lugares y fechas de nacimiento.

Que Mercurio esté causando estragos no es nada nuevo, el frágil equilibrio del ecosistema del sur, da cuenta de ello con su participación en la criminal extracción del oro. En nuestra carta astral, Urano aparece en cuadratura con el Sol. Esta deshonesta conjunción del astro y el planeta determina que el enchufamiento intergaláctico sea parte de nuestras determinaciones.

La Luna, astro regente de Cáncer con Acuario, le ha dado un perfil lunático a algunos dirigentes, mientras otros se mueven con habilidad, como peces en el agua. ¿Y qué decir de Leo como signo regente? a quienes muchos atribuyen la culpa de todo lo que sucede. Mientras, el Sol se aparece a decirle a algunos líderes “no aclares que oscureces”, especialmente en el hemiciclo estelar, donde ya no quieren a Marte, sino odiarte.

Por su lado, siempre actúa Saturno, el viejo Cronos, que devora a sus hijos sin piedad. Desde el otro extremo del planeta, tampoco se puede negar que Rusia y China, son emblema de la presencia de Géminis arrebatando por igual, como si de un hueco negro en la galaxia –que nos devora– se tratase. Gracias a ellos, el gobernante usurpador continúa su agresión, pero de la que puede salir victorioso porque recibe un trígono de Júpiter desde Escorpio. No es culpa suya, es su sino, diga usted si no.

Dicho más claramente: si la oposición astral a la hegemonía solar no se pone las pilas, esta debacle va a continuar hasta que el sol se convierta en una supernova y el big bang, cansado de expandirse, inicie su retroceso a la pelotita primigenia.

https://talcualdigital.com/sera-una-confabulacion-astral-por-laureano-ma...

 3 min


DW

El secretario de Estado, Mike Pompeo, dejó claro este lunes (02.12.2019) que Estados Unidos no planea una intervención militar en Venezuela, aunque aseguró que Nicolás Maduro dejará pronto el Gobierno, en un discurso este lunes en el que se refirió a América Latina como "patio trasero" del país.

"Hemos visto a gente pidiendo un cambio de régimen mediante medios violentos y, desde enero, hemos dicho que todas las opciones están sobre la mesa para ayudar al pueblo venezolano a recuperar la democracia y la prosperidad. Eso es desde luego todavía verdad, pero hemos aprendido de la historia que los riesgos de usar la fuerza militar son significativos", dijo Pompeo.

Cambio de postura

En un discurso en la Universidad de Louisville, en Kentucky, el jefe de la diplomacia estadounidense destacó la importancia del "realismo" en las acciones de Washington hacia Venezuela y habló de una "política para Venezuela mezclada con moderación".

Sus declaraciones contrastan con la línea que ha defendido hasta ahora la Administración estadounidense, que durante meses insistió en que "todas las opciones estaban sobre la mesa" en relación con la crisis en Venezuela y, en todo momento, aseguró que eso incluía la opción militar.

Ahora, Pompeo dejó entrever que el Ejecutivo estadounidense ya no baraja la posibilidad de una invasión militar, aunque no llegó a decirlo claramente. En vez de la opción militar, EE.UU. ha "privado a Maduro y sus compinches del petróleo que no va a los bolsillos del pueblo venezolano, sino a los del régimen", defendió.

Estados Unidos ha pedido a Maduro desde enero que deje el país, y en abril Pompeo dijo, tras un levantamiento de militar sofocado, que el líder venezolano tenía un avión listo para huir a Cuba.

A diferencia del resto de la agenda internacional de Estados Unidos, en el caso de Venezuela, Washington ha contado con el apoyo de gran parte de los países occidentales y de América Latina para aplicar sus políticas orientadas a aislar al Gobierno venezolano y reconocer a Guaidó.

"Estoy orgulloso de lo que hemos hecho en la región, queda mucho trabajo por hacer en nuestro patio trasero, en nuestro Hemisferio", dijo Pompeo.

2 de diciembre 2019

DW

https://www.dw.com/es/pompeo-usar-fuerza-militar-en-venezuela-tendría-riesgos/a-51506190

 1 min


Cristina Monge

Mientras resurge con fuerza el debate sobre las múltiples amenazas que acechan a las democracias, hay una que suele pasar desapercibida, pese a que, en realidad, lo trastoca todo. El cambio climático ha sido tratado durante mucho tiempo con la única perspectiva de las ciencias naturales, y siendo estas imprescindibles para su conocimiento, la comprensión de sus consecuencias apela también a lo económico, lo social y lo político. Se necesita investigar más y desde perspectivas transdisciplinares para entender y gestionar este reto.

De momento, existe evidencia de, al menos, tres efectos que la crisis climática tiene sobre las democracias.

1. En primer lugar, el cambio climático es un multiplicador de problemas previos. Aunque afecta a todos los seres humanos, impacta mucho más sobre los países más pobres, que son, precisamente, los menos responsables de su existencia y los que menos posibilidad tienen de hacerle frente. Entre ellos, afecta más a las mujeres, y, más aún, a las niñas. Como nos están diciendo numerosas investigaciones de organismos internacionales, la crisis climática golpea a las personas y comunidades en proporción directa a su previa vulnerabilidad.

El mismo fenómeno se da en el interior de las sociedades del mundo desarrollado. Está comprobado que fenómenos como la pobreza energética, que impide vivir en condiciones mínimas de confort cuando llegan, por ejemplo, olas de calor sofocante, afectan de forma especial a las mujeres solas con hijos a su cargo. Las consecuencias se dejan sentir tanto en la economía como en la salud. Todo esto hace de dicha crisis un factor de incremento de las desigualdades justo cuando estas son ya un desafío para la cohesión social. A los más pobres no sólo les hace más pobres, sino también más enfermos. Resurge así una pregunta repetidamente formulada en la última década. ¿Cuánta desigualdad pueden soportar nuestras democracias?

2. Por otro lado, es evidente que las democracias actuales carecen de herramientas para gestionar problemas complejos, cuyas consecuencias se perciben como algo futuro. El hecho de que sean desafíos a escala global hace que sea muy fácil justificar la inacción por la ausencia de un acuerdo planetario, sin entender que las crisis mundiales requieren asumir la parte de responsabilidad de cada cual. Y solo así se tiene legitimidad para presionar al resto a hacer lo propio.

La complejidad, por otro lado, casa mal en tiempos de comunicación rápida, eslóganes fáciles y búsqueda de salidas simples, pero el cambio climático es un fenómeno que necesita de conocimiento experto transdisciplinar, con vocación de entender y transformar la realidad. En definitiva, conocimiento para la acción. Además, aunque los efectos de la crisis climática se sienten ya, lo que ahora se haga repercutirá sobre las próximas generaciones. Es decir, los sacrificios para cambiar el modelo deben ser asumidos por una generación distinta a la que disfrutará sus ventajas. Se impone, por tanto, un acuerdo ético con el futuro, algo a lo que las sociedades actuales no parecen muy dispuestas.

3. En tercer lugar, y como consecuencia de lo anterior, están reapareciendo con fuerza discursos ecoautoritarios que exigen actuar con urgencia ante la emergencia climática, prescindiendo si fuera necesario de los procedimientos democráticos por lentos, engorrosos, y porque las medidas que deben tomarse son impopulares. A esta visión hay que sumarle, en el lado opuesto, los discursos de las nuevas extremas derechas que hacen del negacionismo una seña de identidad en su disfraz de antisistema.

Estas son sólo tres de las amenazas que el cambio climático proyecta sobre las democracias, pero no es descartable que, conforme se profundice en su conocimiento, aparezcan más. Por eso la lucha contra esta crisis es también una batalla por más y mejor democracia, por fortalecer los valores de convivencia. En este sentido, la idea de transición justa que aportaron hace ya décadas los sindicatos en las cumbres internacionales sobre cambio climático es imprescindible.

Toda transición tiene sus víctimas, y esta no será menos. Si no queremos que, además de las condiciones de vida sobre el planeta, el cambio climático acabe también con la democracia, habrá que adoptar medidas justas que ayuden, arropen y acompañen a los perdedores de dicha transición.

2 de diciembre de 2019

El País

https://elpais.com/sociedad/2019/12/01/actualidad/1575227028_007090.html

 3 min


El totalitarismo Siglo XXI se ha logrado imponer por las armas y la corrupción, pero la oposición tiene una alícuota de responsabilidad por no alinearse en momentos requeridos. Hemos sido constantes defensores de la unidad y del liderazgo político, con sus más y sus menos. Sin embargo, aunque no somos dueño de la verdad, a veces es conveniente expresar algunos desacuerdos con la esperanza de que se produzcan rectificaciones, si es que son necesarias, o al menos que se aplique una dosis de prudencia a la hora de tomar decisiones. El desentono de la oposición, con algunas interrupciones que nos dieron esperanzas, no es nuevo. Tomemos como ejemplos un suceso del cual ayer se cumplieron diecisiete años, como fue el paro cívico, y la reciente destitución de Humberto Calderón Berti como embajador en Colombia.

El paro petrolero iniciado el 4-5 de abril del 2002 desencadenó un paro cívico al sumarse días después la CTV y Fedecámaras, con el desenlace de la renuncia de Chávez y su posterior regreso, consecuencia de errores de los protagonistas y también a la falta de sintonía de políticos de oposición. El paro cívico que arrancó tal día como ayer, hace diecisiete años, fue consecuencia del incumplimiento de la promesa de Hugo Chávez de rectificar su política económica y de no volver a violar la Constitución, ni perseguir a sus oponentes, lo cual ofreció cuando pidió perdón el 14 de abril de ese año. Este paro fue convocado por la CTV, Fedecámaras y la Coordinadora Democrática en la que estaban representados todos los partidos de oposición. Al mismo se sumaron los petroleros por decisión individual, sin ser convocados por las organizaciones Gente del Petróleo y Unapetrol, creadas en junio de ese año.

Gradualmente, la mayor parte del liderazgo político marcó distancia y tildaron el paro de petrolero. Lo que muchos olvidan o quieren olvidar es que ese paro cívico obligó al gobierno a firmar un acuerdo que contemplaba designar árbitro electoral confiable, desarme de la población civil, compromiso con la libertad de expresión, adhesión a la Carta Democrática Interamericana, no utilizar cuerpos de seguridad para reprimir arbitrariamente y en forma desproporcionada. Este Acuerdo fue suscrito por representantes del gobierno y de la oposición, por el Secretario General de la OEA, Centro Carter y PNUD. Desde luego el gobierno no cumplió y una oposición no sincronizada no protestó con firmeza, ni acudió a las instancias internacionales firmantes para reclamar el incumplimiento.

Diecisiete años después, cuando el régimen está en su momento más débil y cuando contamos con un joven valioso que ha despertado muchas esperanzas, nos cayó un balde de agua fría con la destitución torpe de Humberto Calderón Berti, quien era nuestro embajador en Colombia, designado por la Asamblea Nacional y por el presidente (e) Juan Guaidó. En su carta en respuesta a su destitución, Calderón Berti destaca que el presidente (e) Guaidó y su equipo se distanciaron de él desde que la auditoría ordenada detectó “manejo impropio de unos recursos”, por lo cual acatando las leyes colombianas, Calderón la pasó a la Fiscalía General de ese país.

Así mismo, Calderón señaló que la injerencia de la Asamblea Nacional y particularmente de dirigentes políticos en el manejo gerencial de la empresa Monómeros Colombo Venezolanos es inconveniente e impropia y ha sido una pésima señal. En su carta Calderón reconoce que en programa de televisión hizo una referencia “somera” al diálogo en Oslo, del cual “dudó sobre sus posibilidades y resultados reales”, punto sobre el cual se puede o no estar de acuerdo, pero que no correspondía juzgar a un embajador y que solo requería de un llamado de atención y no su destitución. Su señalamiento posterior de responsabilizar a Leopoldo López por los fracasos de la oposición, sea o no cierto, no venía al caso.

A raíz de estas declaraciones que Calderón tenía que dar para informar de su actuación y alertar al país sobre conductas inapropiadas, le han llovido aplausos, críticas y hasta calumnias. El presidente (e) Guaidó, a quien siempre hemos apoyado, cometió un grave error al destituir al embajador, quien venía cumpliendo una excelente ¿Fue una pifia del presidente (e)? ¿Tomó esa decisión presionado por otros actores políticos? En todo caso él es el responsable, pero seguimos confiando en su coincidencia con el sentir generalizado de rechazo a la corrupción y al clientelismo político. Los partidos políticos deben rectificar y tocar al mismo son. Se lo deben a los ciudadanos asesinados, torturados, encarcelados y exiliados. Unámonos alrededor de los principios y valores necesarios para construir una nueva Venezuela. El régimen es quien no investiga a sus corruptos, salvo cuando tienen luchas internas de poder.

Como (había) en botica:

Primero Justicia , Voluntad Popular y Un Nuevo Tiempo enviaron una buena señal al separar e investigar a varios diputados señalados de corrupción gracias a Armando.info.

El distinguido venezolano e incansable luchador Gustavo Coronel propone crear un Plan de Educación Ciudadana, es decir una fábrica de ciudadanos activos que prediquen y practiquen los principios y valores de la democracia.

¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!

eddiearamirez@hotmail.com

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María Ramírez Delgado

Podemos coincidir en que Andrés Bello fue uno de los hombres con mayor participación en la causa de la libertad mediante el proceso de Independencia y de consolidación de las nuevas repúblicas americanas. Bello, que nació en Caracas el 29 de noviembre de 1781 y murió en Santiago de Chile el 15 de octubre de 1865, a los 84 años. Vivió la época colonial, padeció y conoció la miseria en el exilio en Londres, los desastres de la guerra y enfrentó la obligación de edificar una república. Su vida es evidencia de que la lucha por la libertad suele implicar un poco más que sostener un fusil en un campo de batalla, pues la guerra, como toda violencia, dura un instante. Sin la independencia es imposible alcanzar la libertad, pero ese resultado es preciso construirlo para hacerlo perdurable. Coincidimos en la importancia de su legado, pero coincidir no significa comprender y por tanto no nos conduce a un hacer.

A Bello le preocupaba precisamente ese hacer de la libertad, ¿cómo actúan los pueblos con la libertad entre las manos?, ¿son capaces de manejarla? Sabía que la libertad puede conquistarse gracias a la desesperación, pero no puede practicarse desde esa desesperación, requiere de la propia certeza del concepto para ser conservada.

Pero, ¿cómo tener certeza sin saber de qué hablamos? Entendemos la libertad como la posibilidad de hacer nuestra voluntad, de actuar basados en nuestras decisiones, como la facultad de auto determinarnos. Los griegos y los romanos la entendían como la negación de la esclavitud, la condición de autosuficiencia que implica pertenecer y también participar de un Estado. Para Bello, fiel seguidor del pensamiento greco-latino, esta posibilidad de cumplir la propia voluntad se encontraba atada a una serie de elementos como la responsabilidad sobre las acciones y el atarse al cumplimiento de la ley.

La libertad sólo puede ser practicada desde los propios límites y desde el respeto a la libertad de otros. En un editorial en El Araucano (periódico bisemanal publicado en Santiago entre 1830 y 1877), Bello señaló: “¿Con qué título, con qué razón se queja el que ve arrebatada su propiedad, si él mismo ha tomado la libertad de arrebatar la propiedad de otros?”. Y es que, precisamente, en ese deseo de hacer nuestra voluntad terminamos alejándonos de los límites propios y abrazando los límites que podemos poner sobre otros, así, por la causa de la libertad, se someten pueblos a los designios de los gobernantes o se justifican crímenes y desastres, olvidando que la libertad debe provenir de cada uno.

Andrés Bello solía cuestionarse ante el problema de la adopción que las naciones americanas habían hecho del concepto de libertad. En la polémica que sostuvo con José Victorino Lastarria señala: “En nuestra revolución la libertad era un aliado extranjero que combatía bajo el estandarte de la Independencia, y que aun después de la victoria ha tenido que hacer no poco para consolidarse y arriesgarse”, y es que cuando alguien nos señala un concepto podemos aprenderlo, el asunto es que las naciones sólo aprenden desde el hacer, desde el fracaso. Adoptar un término evita que los individuos lleguen a su propio desarrollo, comprensión y aplicación de tal concepto. La libertad no sólo significa conquistarla sino valorar lo que ha significado este proceso y trazar la ruta para conservarla por encima de todo, repasando los posibles riesgos que se encuentran en el camino de construir una nación. Por eso la libertad está atada al tiempo y también a la naturaleza, en tanto que determina el crecimiento de la civilización, y señaló: En Bello desemboca su comprensión de la patria como una regla de conducta que establece el orden y afianza las relaciones entre los individuos.

La libertad, así entendida, es capaz de abarcar todas las formas de vida de una comunidad y de mejorarlas, pero aceptando que defender la propia libertad es defender también la de otros, permitirnos a nosotros y a los demás tomar las propias decisiones. Libertad de equivocarse, libertad de aprender.

Ser libres es comprender la unión de esa libertad con la responsabilidad de nuestros propios actos. Existe una relación intrínseca entre libertad y responsabilidad, si actuamos de forma impulsiva estamos sometidos a nuestros impulsos, el que actúa así lo hace desconociendo las consecuencias de sus acciones. Somos más libres tanto más entregados estamos a nuestro compromiso. Por eso no se puede ser libre y culpar a otros de lo que nos ocurre, así como tampoco es libre aquel que incansablemente busca controlar la libertad de los demás, puestos que es esclavo de su propio deseo.

Eso nos lleva a encontrar que la garantía de la libertad es la ley y la administración de la justicia. La ley como ejercicio de la razón protege de los errores del juicio humano y de la pasión, sostiene el derecho de todos a poseerla.

Vale el esfuerzo repasar estas consideraciones bellistas sobre la libertad ahora que tanto se lucha por ella, ahora que tanto la buscamos, para atender nuestra responsabilidad frente a ella, y volver sobre la máxima simple de Andrés Bello: “La libertad no puede existir sin el orden”. Coincidamos también con Bello en esto.

29 de noviembre

La Gran Aldea

https://lagranaldea.com/2019/11/29/el-concepto-de-libertad-en-andres-bello/

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