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Margarita Rodríguez

La "Negra Hipólita", la esclava que amamantó a Simón Bolívar y a quien él llamó "madre" (y también "padre")

Margarita Rodríguez

Pocos días después del nacimiento de Simón Bolívar, su familia tomó una decisión que lo marcaría.

Su madre, María de la Concepción Palacios y Blanco, tenía problemas de salud y mandaron traer para que lo amamantara "a una joven esclava que en esos días también había sido madre".

"Se trata de Hipólita, joven de unos veinte años rebosante de buena salud, de agraciada estampa, alta, bien formada y ágil, con opulentos senos que desde entonces y hasta bien crecido alimentarán al niño Simón", escribió Carmelo Paiva Palacios, en "La Negra Hipólita, la nodriza del Libertador".

"Hipólita fue uno de los pilares principales que sostiene el escenario de los primeros años de Bolívar", indicó en la publicación de 1994, del Boletín de la Academia Nacional de la Historia de Venezuela.

El mismo Libertador dejaría testimonio de ello.

"Te mando una carta de mi madre Hipólita, para que le des todo lo que ella quiere; para que hagas por ella como si fuera tu madre, su leche ha alimentado mi vida y no he conocido otro padre que ella", le escribió a su hermana mayor en 1825, desde Cuzco.

Al cumplirse este 24 de julio 238 años del nacimiento del héroe venezolano, BBC Mundo se adentra en esta figura que pasó a la historia como la "Negra Hipólita" o Hipólita Bolívar, como un recordatorio de que los esclavos en Venezuela llevaban el apellido de sus amos.

La familia

Antes de que naciera el prócer, el matrimonio de los mantuanos Juan Vicente Bolívar y Ponte y María de la Concepción Palacios y Blanco había tenido a María Antonia (1777), Juana (1779) y Juan Vicente (1781).

Y cuando nació Simón, debido a los quebrantos de salud que la aquejaban, la madre le pidió a una amiga que la ayudara a alimentarlo.

La cubana Inés Mancebo de Miyares lo amamantó durante sus primeros 30 días.

Después llegaría Hipólita, "esclava de la hacienda El Ingenio, en San Mateo, propiedad de la familia", según apuntó la historiadora Irma De-Sola Ricardo en el Diccionario de Historia de Venezuela.

Había nacido en 1763, en esas tierras del norte de Venezuela, en lo que hoy es el estado Aragua, y se había unido a otro siervo de la familia Bolívar, Mateo, de la hacienda de Santo Domingo.

Era una "típica mujer originaria de África Occidental", escribió Reinaldo Bolívar en el ensayo dirigido a niños y adolescentes "Simoncito. Hijo de Hipólita, pupilo de Matea".

Aunque "su estatura está por encima del promedio que consideraban los esclavistas debía medir una 'pieza'", añadió el que es el director del Instituto de Investigaciones Estratégicas sobre África y su Diáspora.

Los Bolívar descendían de una familia de origen vasco que se había radicado en Venezuela desde finales del siglo XVI.

"Eran reconocidos como una de las cinco familias más ricas de la Capitanía General de Venezuela; en sus haberes tenían propiedades por toda la Provincia de Caracas, por tanto se daban el lujo de enseñar oficios y artes a los esclavizados que iban a asumir tareas domésticas", indica el investigador.

"La excepción de la regla"

Hipólita había sido "esclavizada en el ingenio azucarero de San Mateo", cuenta Jesús Chucho García en el libro "Africanas, esclavizadas, cimarronas, libertarias y guerrilleras".

"La unidad productiva de caña de azúcar era de explotación intensiva", explica, lo cual difería de las que funcionaban en los hatos de ganado o las haciendas de cacao.

"En estas tres unidades productivas la familia Bolívar tenía una especie de red productiva con una gran cantidad de esclavizados y esclavizadas", señala el fundador del Centro de Estudios Afroamericanos Miguel Acosta Saigne de la Universidad Central de Venezuela (UCV).

De allí, muchos se escaparían hacia cumbes, lugares donde se refugiaban los cimarrones.

Y es que "las y los esclavizados eran unos de los mayores bienes de la colonia", evoca García.

"No vamos a romantizar, (decir) que existían unos amos buenos y otros malos, pero si vamos a destacar que la familia Bolívar tuvo un trato diferencial hacia estas dos esclavizadas", indica en relación a Hipólita y otra esclava que también ayudó en el cuidado de Bolívar: Matea.

Ambas "fueron la excepción de la regla".

Para el investigador Tomás Straka, miembro numerario de la Academia Nacional de la Historia y director del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), tanto Hipólita como Matea reflejan una realidad histórica:

"Fue una sociedad esclavista, existieron 'esclavos de adentro' o 'de la casa', que casi eran miembros de la familia mantuana, a veces verdaderamente queridos; y un niño de aquel origen tenía ayas a las que solía tributarle un verdadero amor filial", le indica a BBC Mundo.

"Amito blanco"

El rol que desempeñó Hipólita al amamantar a Bolívar no fue excepcional para la época.

"Era uno de los tantos oficios que desempeñaban las esclavas de color en las colonias hispanoamericanas", le indica a BBC Mundo la historiadora María Soledad Hernández, investigadora del Instituto de Investigaciones Históricas de la UCAB.

Las razones por las que les tenían que dar el pecho a los hijos de sus amos eran diversas.

A veces, lo hacían por la muerte de la madre.

"Y era común que surgiese un vínculo afectivo entre la nodriza y el 'amito blanco', término común que los identificaba: amo pequeño y de piel blanca.

"Las nodrizas no los llamaban normalmente por su nombre, y cuando lo hacían siempre le antecedía amito o niño".

Cuando Bolívar tenía tres años, su padre falleció y su madre quedó a cargo de la administración de la respetable fortuna de la familia.

"En vida de su esposo tuvo un cabal conocimiento de los negocios de este, y apenas se encarga de ellos, procede con inteligencia y decisión no solo a conservar los cuantiosos bienes a su cargo, sino que los aumenta y sanea", señala el historiador Rafael Fuentes Carvallo en el Diccionario de Historia de Venezuela.

Pero los problemas de salud la golpearían trágicamente.

"Hipólita no solamente hizo de madre alimentándolo, sino que como fiel y abnegada servidora de la familia se encargó completamente del niño dirigiendo y cuidando sus primeros pasos, enseñándole las primeras palabras, sustituyendo al padre y compensando los mimos que la madre enferma no podía prodigarle".

A los nueve años, Simón Bolívar perdería a su madre, quien tenía 34 años.

"Tendrá que conformarse con el afecto maternal y la constante magnificencia de su esclava nodriza", escribió Paiva.

"Hermano de leche"

De acuerdo con Hernández, como las nodrizas tenían hijos coetáneos a los niños que tenían que amamantar, se daba entre ellos un vínculo conocido como el de los "hermanos de leche".

"Es el caso de Dionisio, hijo de Hipólita, que creció muy cerca de Bolívar".

Aunque hay pocas fuentes que sustenten lo que se afirma sobre él, aclara, se dice que participó en la guerra de independencia como soldado del ejército patriota.

"Llegó a ser sargento y batalló al lado de Simón Bolívar", indica Reinaldo Bolívar, quien al hacer referencia a una carta que Hipólita le mandó al Libertador, habla de otro hijo que ella tuvo.

"Le pide a Simón Bolívar: 'Querido hijo y amo, el favor de enviarme 30 pesos' para pagar la casa donde estaba viviendo porque la iban a sacar y le pedía el favor de hablar con su hermana María Antonia para solventar la situación de sus dos hijos", quienes fueron de su "propiedad".

La libertad

Tanto Reinaldo Bolívar como Paiva mencionan las destrezas de Hipólita como jinete.

El último autor incluso señaló que en una de las batallas por la independencia prestó ayuda, "socorriendo y dando ánimo a los heridos", así como también consolando a las viudas.

En 1821, después de la batalla de Carabobo, Bolívar "le concedió la libertad a los esclavos que le quedaban, entre ellos a Hipólita", indicó De-Sola.

Además de la carta que le escribió a María Antonia, hay otros documentos en los que Bolívar pide que se la proteja "para que tenga una vejez digna", cuenta Hernández.

Por ejemplo, Paiva citó en su texto una carta que el Libertador escribió, en 1825, desde Ecuador, en la que le pidió a su sobrino que le entregara mensualmente "treinta pesos para que se mantenga mientras viva".

En otra misiva, de 1827, el prócer le agradeció a un amigo en Caracas el haber acatado su petición de pagarle una pensión de un año a Hipólita.

"Muchas gracias, mi querido Álamo, por la bondad con que ud. ha atendido la recomendación que le hice a favor de la viejita Hipólita: no esperaba menos de la buena amistad de ud."

Presente

Hernández señala que, en relación a sus últimos años, "algunos autores afirman que vivió en casa de María Antonia y allí murió", en 1835.

Mientras, otros apuntan a que falleció en su propia casa, a donde la iba a visitar la hermana mayor del héroe.

Sus restos reposaban en la catedral de Caracas, en la cripta de la familia Bolívar y, en 2017, ingresaron al Panteón Nacional como parte de una iniciativa impulsada por el gobierno de Hugo Chávez.

De hecho, Reinaldo Bolívar fue uno de los promotores de esa campaña:

"Entre (...) lo mucho que nos dieron los africanos está la libertad: fueron ellos quienes rompieron las cadenas y de seguro —principalmente Hipólita y Matea— sembraron ese espíritu libertario en Simón Bolívar," dijo en 2008, cuando se desempeñaba como vicecanciller para África, según reseñó la agencia Reuters.

Chávez creó la "Misión Negra Hipólita", dirigida a ayudar a las personas en situación de indigencia.

Y en años recientes, el gobierno de Nicolás Maduro también ha resaltado su figura.

"Hipólita Bolívar es la expresión de amor incondicional", escribió el mandatario en 2018.

Un puente

Para el profesor Straka, tanto la "Negra Matea" como la "Negra Hipólita" son dos personajes, dentro del universo simbólico del culto a Bolívar, "cuya función en la memoria venezolana no ha sido completamente estudiada".

"Desde la perspectiva actual, y en particular desde la anglosajona, no dejan de ser problemáticas, tanto por el cognomento de Negra, que entre los venezolanos no tiene necesariamente la misma connotación despectiva que en otras partes, pero que es un indudable ejemplo de racialización, como por lo que representan: la amorosa y muy leal aya esclava, que da la vida por su amo, por su amito", indica.

Como sucedió con Prissy, personaje de "Lo que el viento se llevó", "se trata de retratos de sociedades esclavistas (…) y eso siempre corre el riesgo de convertirse en una matización, o incluso idealización de la esclavitud".

Sin embargo, dentro del culto a Bolívar, ambas acercaron al héroe "a las masas de color, como un hombre que no por inmensamente rico y dueño de esclavitudes dejó de ser muy cercano y generoso con los esclavos. Incluso más o menos uno de ellos".

"Son como un puente entre el dueño de esclavos bueno, el amo cariñoso y generoso, que después los redime con la república (una imagen que la elite de muchas maneras trató de forjarse para sí)".

La postura abolicionista de Bolívar, que había asumido desde 1816, y el hecho de darle la libertad a sus esclavos quedó relegado a lo más emotivo: "su amor por su madre negra", explica el también autor de varios libros.

Surgió la "necesidad de crear un relato histórico que uniera a toda la sociedad, era importante que todas las razas se vieran identificadas en la Historia Patria, como llamamos en el mundo hispano a las historias oficiales del siglo XIX".

Y en esa necesidad, había que encontrar héroes negros "que ocuparan un lugar más o menos subordinado (como en efecto ocuparon en la República), pero que hubieran sido, a su modo, buenos patriotas: el Negro Primero, como militar; y las Negras Matea e Hipólita, de algún modo cumplieron esa función".

"Triple segregación"

En 2010, la profesora Patricia Protzel publicó en la Revista Venezolana de Estudios de la Mujer, el artículo "La madre negra como símbolo patrio: el caso de Hipólita, la nodriza del Libertador".

En el texto la autora señalaba cómo "la estrategia discursiva" sobre Hipólita ha tenido "visos de apología a la madre negra abnegada, madre del padre de la patria, que enfatiza los lazos de consanguinidad, con esa gran familia venezolana a través de la leche y de los afectos prodigados al niño Simón, huérfano de padre y madre".

De hecho, indicaba, se le llegó a asimilar como el "modelo de las heroínas blancas propuesta por el discurso androcéntrico hegemónico, con el único fin de legitimar el proceso de 'blanqueamiento' —y por ende de mayor civilización— de la mujer venezolana".

Pero lo cierto es que esa imagen dista mucho de "la condición social de subordinación e inferioridad de las mujeres negras esclavas o libres", quienes tuvieron que "enfrentar una triple segregación de clase, género y raza".

Al intentar ofrecer "una imagen de la negritud armónica y democrática cónsona con los ideales patrios, se ocultan las profundas desigualdades de la sociedad colonial", que no sólo saqueaba territorios sino que explotaba personas.

Y, como sucedió en muchas colonias, "la apropiación de la leche de las madres negras esclavas", que en muchos casos fueron separadas a la fuerza de sus hijos, fue "una expresión de esa expoliación del sistema" a favor de la clase blanca dominante.

24 de julio 2021

BBC

https://www.bbc.com/mundo/noticias-57892399

Los fascinantes hallazgos sobre el microbioma humano de una bióloga venezolana que estudia comunidades remotas de Sudamérica

Margarita Rodríguez

Hace 25 años, la microbióloga caraqueña María Gloria Domínguez Bello comenzó a hacer estudios con comunidades indígenas.

La experiencia ha sido muy reveladora. Y no sólo en términos científicos.

Al hablar sobre sus incursiones en la selva sudamericana es evidente su entusiasmo y su agradecimiento con las poblaciones que le han permitido a ella y a sus colegas entrar para conocer cómo viven.

"Tenemos mucho que aprender de ellos", dice con admiración.

En un artículo que escribió para la revista Cell en 2016 Domínguez ofreció algunos detalles de una visita que hicieron, hace varios años, a un poblado.

El primer día se concentraron en la presentación formal del equipo de investigadores ante los líderes y la comunidad, quienes habían aprobado su llegada con anticipación, y en comunicarles su objetivo.

"Ellos están familiarizados con los gusanos intestinales, algunos de los cuales son visibles. Les explicamos que hay una vida diminuta más pequeña que los gusanos: microbios en español y portugués, en el intestino, la boca, la piel, la vagina, unos pocos dañinos, pero en su mayoría buenos y que todavía no entendemos su función".

"Les hacemos saber que los pueblos tradicionales como ellos parecen tener un conjunto de microbios más diverso que el nuestro y que queremos entender por qué".

El fascinante recorrido en busca de esa explicación se lo contó a BBC Mundo.

A la caza de microbios

El dilema entre estudiar medicina o biología no duró mucho: para estudiar la primera carrera en la Universidad Central de Venezuela había que esperar un año, mientras que la segunda, la podía comenzar de inmediato en la Universidad Simón Bolívar.

Domínguez no quiso esperar y con el tiempo quedó cautivada con el microbioma o microbiota, que son los microorganismos que viven en el cuerpo humano.

Hizo una maestría en nutrición y un doctorado en microbiología en la Universidad de Aberdeen, en Escocia.

Trabajó en el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas desde 1990 hasta el 2002, año en que partió hacia la Universidad de Puerto Rico para enseñar.

En 2012, decidió irse a Estados Unidos, donde vive. Ejerce como profesora de bioquímica y microbiología de la Universidad Rutgers.

Allí, lidera el laboratorio que lleva su nombre y que se enfoca en la evolución conjunta de la microbiota y el huésped, y el impacto en esa dinámica de las prácticas del estilo de vida occidental.

"La búsqueda de microbios me ha llevado a viajes a través de los intestinos de roedores, rumiantes, pájaros y humanos, a través de sabanas y selvas en América del Sur y, más recientemente, en África", contó en el artículo de Cell, que tituló: A Microbial Anthropologist in the Jungle (Una antropóloga microbiana en la selva).

Y es que, según le explica a BBC Mundo, su enfoque como microbióloga de poblaciones humanas ha sido muy antropológico.

"Mucho más que estudiar enfermedades, las preguntas que me hago son: ¿por qué tenemos esto? ¿de dónde vino esto? ¿cuándo adquirimos esta simbiosis?"

Uno de sus proyectos de investigación está enfocado en el microbioma de pueblos aislados. Estudia microbiotas que no han sido afectadas por factores como los antibióticos, las cesáreas o el exceso de limpieza.

"La idea para nosotros siempre ha sido: lo que aprendemos de ellos se lo contamos porque tienen muchísimo que enseñarnos", dice la experta.

En ese país ha estudiado diferentes comunidades indígenas como los piaroas, los guahibos, los yekwanas, los waraos y los yanomamis.

"Los primeros estudios fueron nutricionales y los hicimos en colaboración con antropólogos", cuenta.

"Estudiábamos poblaciones de diferentes etnias cerca de Puerto Ayacucho, la capital del estado Amazonas, en Venezuela".

El interés inicial era comprender su dieta, pero pronto surgió otro: "¿Cómo es posible que estas personas tengan tantos parásitos y sean asintomáticos?"

Así, cuenta, comenzó a cuestionarse: "¿No será qué evolucionamos para tener parásitos y cuando se salen de control nos enfermamos?"

Y es que muchos de los individuos que estudió en esas comunidades, "casi la totalidad, tenía protozoarios diversos".

"Encontramos que su estado nutricional, por lo menos en las poblaciones tradicionales indígenas, era excelente".

"La naturaleza les provee la dieta en abundancia, cultivan en sus jardines y van al río".

La situación cambia dramáticamente para muchos indígenas que se trasladan a los centros urbanos: "A medida que se mueven a las ciudades, ves el otro extremo: obesidad y malnutrición".

También "quería entender cómo son las microbiotas asociadas a la pérdida de la dieta tradicional y a la transición a dietas mucho menos saludables, altas en grasas y en carbohidratos, sin fibra".

Mayor diversidad

Sus estudios con algunas poblaciones indígenas reflejan una notable diversidad de microbiota entre sus miembros.

"Después de ir repetidas veces, ya nos conocían, se creó una confianza mutua", cuenta las investigadora.

En las comunidades más remotas, cuenta, han podido obtener, de sus integrantes, muestras de diferentes partes del cuerpo (piel, nariz y boca), tomadas con hisopos.

"En las heces de los yanomamis muy aislados hay casi el doble de la diversidad bacteriana que la que tenemos nosotros".

En 2015, Domínguez publicó, con otros 22 investigadores, el artículo The microbiome of uncontacted Amerindians (El microbioma de los amerindios aislados), en el que presentó los resultados de un estudio con una pequeña comunidad yanomami venezolana "sin contacto previo documentado con personas occidentales".

"En 2008, una aldea no cartografiada fue avistada por un helicóptero del ejército y una misión médica (enviada por las autoridades) aterrizó allí en 2009", indica el documento.

Conscientes de su aislamiento, solo uno de los autores, el doctor Óscar Noya, estuvo en el lugar.

Se trata de una comunidad de cazadores y recolectores, sin agricultura ni domesticación de ganado, que aceptó participar en la investigación.

"El comercio se evidenció por la presencia de machetes, latas o ropa que comúnmente se intercambian por flechas con otros yanomamis".

"La edad de las 34 personas (que participaron) oscilaba entre los 4 y los 50 años, según lo estimado por trabajadores de salud yanomamis del equipo médico".

Tras analizar su "microbioma bacteriano fecal, oral y cutáneo", Domínguez y su equipo encontraron que "albergan un microbioma con la mayor diversidad de bacterias y funciones genéticas jamás reportada en un grupo humano".

Pese a su aislamiento y "sin exposición conocida a antibióticos, albergan bacterias que portan genes funcionales de resistencia a los antibióticos, incluidas las que confieren resistencia a los antibióticos sintéticos".

Aunque los autores reconocían que el tamaño de la muestra era pequeño, destacaban que los resultados sugerían que "la occidentalización afecta significativamente la diversidad del microbioma humano".

Prácticas antimicrobianas

En nuestra entrevista, la microbióloga evocó los resultados de ese estudio.

La boca posee un gran número de bacterias, muchas de las cuales no son dañinas e incluso son beneficiosas. Sin embargo, otras pueden causar infecciones.

"Es fascinante", dice. "Ves el gradiente de urbanización clarísimo": a medida que la gente adopta el estilo de vida industrializado y vive en ciudades, adopta "muchísimas prácticas" que son antimicrobianas.

Y no sólo se trata de hábitos de higiene, sino del consumo de antibióticos, del uso de sustancias antibacterianas y de conservantes.

"Las latas no se pudren porque están llenas de inhibidores de microbios".

"En esta cultura de dietas procesadas y conservadas, hay mucho antimicrobiano que también nos estamos comiendo".

"Todas esas prácticas modernas parecieran estar causando una pérdida de la diversidad (de la microbiota) y con eso se pierden funciones".

"Paralelamente hay asociado un aumento en enfermedades inmunes y metabólicas con los estilos de vida modernos, urbanos, y pensamos que las dos cosas están unidas causalmente".

"Estamos perdiendo funciones importantes que la microbiota tiene y si ese impacto sucede muy temprano en la vida, lleva al mal desarrollo, a la mala educación del sistema inmune y del sistema metabólico".

Advierte que determinar la causalidad en humanos es muy complicado y hacer ensayos clínicos con personas es muy costoso. Por eso, el primer paso ha sido experimentar con ratones.

La limpieza

La experta señala que en las comunidades remotas, que son pueblos muy pequeños, no hay agricultura ni sistemas de producción con animales y eso tiene un efecto directo.

"Las aldeas de la selva tienen sus propias plagas, pero a menos que se introduzcan por contacto con extraños, carecen de nuestros patógenos infecciosos comunes, las bacterias relacionadas con la agricultura (E. coli virulenta, Salmonella) o los virus zoonóticos (influenza, VIH)", había escrito la experta en el artículo de 2016.

Y eso lo recordó durante nuestra conversación: "Te das cuenta de que un montón de nuestros patógenos gastrointestinales, la mayoría, vienen de nuestros sistemas de producción de carnes y aves".

Convivir con comunidades indígenas también le ha permitido conocer los hábitos de limpieza de algunas de ellas.

"Se bañan muchísimas veces al día en el río, los niños se la pasan metidos en el río".

"No usan jabón, pero es que para estar limpio te das cuenta de que realmente no necesitas usar jabones".

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"Típicamente, cuando nosotros llegamos, en los primeros días usamos yodo: una gota por litro de agua".

"Para el día cuatro, no sabemos dónde lo dejamos. En lugar de ir al río, que queda lejos, terminamos consumiendo el agua que tienen ellos almacenada".

"Todos los niños de la comunidad juegan con esa agua, meten las manos ahí, algunas veces las manos tienen heces, pero nadie tiene patógenos que transmitir, en parte porque no hay los E. colis de la vacas, la salmonela, no hay patógenos de origen zoonótico y al final terminamos todos bebiendo de esa agua".

"Si vamos a estar tres semanas, no vamos a ir al río a buscar agua cada rato y nadie se enferma".

"Esa ha sido una gran enseñanza", dice.

Sus hábitos alimenticios

En algunas comunidades, cuenta Domínguez, "dan un mes de permiso postnatal a ambos padres y después la madre se viste con su bebé y se va a trabajar. Primero, lo lleva en el pecho y después atrás".

"Esa mujeres hacen un tremendo ejercicio con un peso encima y tienen posturas correctas. Se acuclillan, una posición muy sana".

Las familias "no se sientan a comer tres veces al día, como nosotros. Típicamente se reúnen en la noche y comen juntos para conversar".

"Durante el día hay una picadera permanente. Comen un cazabe, después un cambur (banana), después otra fruta. Tienen unas piñas para morirse de buenas", dice con una sonrisa.

"Si estás comiendo fruta y cazabe todo el día pasas el día sin hambre".

"Luego, en la noche, está la sopa de pescado con tubérculo o si hay cacería, carne roja, pero lo que comen de carne roja es como una albóndiga, literalmente, cada semana. Esa es la porción y con suerte dos veces a la semana".

"Van a cazar y cuando regresan pican la presa y lo que toca por persona, porque la comparten con la comunidad, es una albóndiga".

"Es una dieta supersana. No es una dieta vegetariana, pero realmente es excepcional comer carne roja. Pescado comen todos los días en la sopa".

"La olla está hirviendo permanentemente, le echan agua, sacan el pescado, se lo comen, meten otro pescado y así siguen".

"Es muy interesante ver cómo no tienes que estar usando jabones y detergentes".

Un experimento

"Nosotros hicimos un experimento y nos estudiamos nosotros mismos, los siete visitantes. Dejamos de usar champú, jabón, pasta de dientes, pero no renunciamos al cepillo de dientes".

"Nos dijimos: ¿cuánto estamos dispuestos a renunciar, sobre todo a las sustancias, a los químicos?"

Un par de científicos, cuenta, hasta dejaron de usar las botas y andaban descalzos. "Después se sacaron las niguas (organismos diminutos)".

"No llegué a comer gusanos", cuenta, pero dos de sus colegas sí lo hicieron.

"Queríamos estudiar lo siguiente: si te incorporas en su dieta enteramente y dejas de usar champú, detergentes, jabones y cremas ¿cuánto cambia tu microbiota?"

"Nosotros no nos acercamos a la microbiota de los pobladores, pero había dos niños, de cuatro y seis años, que eran hijos de dos médicos, que sí aumentaron su diversidad y se acercaron".

"Eso fue un estudio muy pequeño, un estudio piloto, pero abrió la posibilidad de preguntarse: ¿hasta cuándo dura el desarrollo de la microbiota humana?"

Y es que se cree que en los primeros años de vida se ensambla la composición del microbioma intestinal que persistirá durante la edad adulta, cuando ese ecosistema alcanza un estado de equilibrio.

Un estudio en el que Domínguez fue coautora analizó las microbiotas de un grupo de individuos y halló que después de los tres años de edad ya no se podía distinguir a los niños de los adultos.

Pura fibra

La diversidad de microbiota óptima en cada órgano es diferente. Por ejemplo, la del intestino es distinta a la de la piel o a la de la vagina.

"La diversidad óptima es aquella en la que el órgano funciona mejor".

"Nosotros pensamos que ellos llevan una dieta y un estilo de vida con mucho menos perturbaciones antimicrobianas que nosotros y además tienen unas dietas que alimentan más a sus bacterias".

"Comen más de 100 gramos de fibra al día y nosotros (en la sociedad industrializada) consideramos que 30 gramos al día es una dieta alta en fibra. Cuando vas allá y ves el cazabe, eso es pura fibra. Comen un montón de frutas, tienen una ingesta de fibra tremenda".

"La fibra es alimento para las bacterias, no para uno", lo cual genera una condición antiinflamatoria.

Y es que los ácidos grasos volátiles, sobre todo el butirato, que producen las bacterias presentes en nuestra microbiota intestinal, son antiinflamatorios.

"Necesitas toda una diversidad para poder hacer las diferentes funciones en el tracto digestivo".

"Si pierdes esa diversidad por el repetido uso de antibióticos, probablemente estás afectando las funciones de ese ecosistema en el intestino, estás alterando las señales entre las bacterias y tus células intestinales, entre las bacterias y tus células inmunes. Perturbas el ecosistema".

"Pensamos que está habiendo una degradación de la diversidad microbiana que es importante para la salud humana y que al perder esa diversidad en la microbiota estamos perdiendo funciones también".

"Nosotros tenemos mucho que aprender de la gente que mantiene estilos de vida tradicionales, tenemos que entender por qué esos estilos son saludables".

El marcador de migraciones

Domínguez también ha estudiado el Helicobacter pylori, que es un tipo de bacteria presente en el estómago.

Aunque inicialmente se le consideró un patógeno gástrico humano, causante de úlceras pépticas y cáncer gástrico, "más tarde también quedó claro que es una flora normal, que juega un papel en la regulación de la secreción de ácido, hormonas y en la inmunidad moduladora", escribió la experta en uno de sus artículos científicos.

¿Y cómo llegó a América? La bióloga cuenta que una investigación apuntaba a que el Helicobacter había llegado a América a través de los españoles, pues en los estudios que se hicieron en algunas ciudades latinoamericanas se detectaron cepas europeas.

"El Helicobacter ha evolucionado con la humanidad desde siempre, a tal punto de que por el Helicobacter que tiene una persona, al secuenciarlo, puedes saber si esa persona es europea, asiática o indígena sudamericana, por ejemplo".

"Es un marcador de las migraciones humanas", dice.

Por eso, junto al equipo de investigadores, se planteó que "si los ancestros de nuestros indígenas son asiáticos, mongoles, ellos deberían tener el Helicobácter asiático y esa fue otra razón para meternos en la selva".

"Y, en efecto, la prevalencia en la selva del Helicobácter en adultos es sobre el 90% y las cepas que cargan son asiáticas".

Los permisos

Con el tiempo, cuenta Domínguez, "nos fuimos moviendo a comunidades más y más remotas y hemos terminado junto a equipos asociados con programas de salud".

Sus estudios siempre cuentan con los permisos de las comunidades y las autoridades de los países donde se hacen y siguen estrictas regulaciones éticas.

"Me encantan las salidas de campo", dice, aunque reconoce que realizar las investigaciones tiene sus complejidades.

"Te imaginarás la cantidad de permisos que hay que sacar para poder traer las muestras a Estados Unidos y secuenciarlas. Hay muchas limitaciones con ellas, pero tenemos la autorización para estudiarlas".

Quiere continuar con un proyecto con comunidades en la frontera entre Venezuela y Brasil, en el estado Bolívar.

"Hemos establecido contacto con estas comunidades, estamos estudiando gradientes de urbanización muy estrechos".

"Esta vez no es desde la comunidad que vive en la selva en churuatas, en chozas, al pueblo, sino comunidades que están en la selva, en las que nadie tiene economía de mercado ni dinero, en las que todos viven de la naturaleza, la pesca, la caza, de sus jardines, de su siembra".

Algunas han tenido exposición a medicinas, por ejemplo, las que tienen pista de aterrizaje cuentan con una medicatura.

De vuelta con resultados

Domínguez evoca que tanto ella como sus colegas establecieron relaciones con varias de las comunidades visitadas.

"Después de ir repetidas veces, ya nos conocían, se creó una confianza mutua".

Y con cada estudio, regresaron a presentar resultados.

"La idea para nosotros siempre ha sido: lo que aprendemos de ellos se los contamos porque tienen muchísimo que enseñarnos".

"Les decimos: 'Ustedes pueden optimizar la salud, nosotros hemos cometido muchos errores, son ustedes los que tienen que entender por qué la dieta y la actividad física que tienen es la apropiada'".

"Al final nos damos cuenta de todo lo que hemos irrespetado a la naturaleza y las consecuencias que podemos pagar", reflexiona.

"Los indígenas son tremendos líderes. Conversan sobre su futuro y el de sus hijos y lo que, en general, preferirían es contar con la tecnología y quedarse en sus comunidades porque sienten que son los guardianes de la selva. Y lo son".

"Pero también quieren tener las ventajas que ofrece la medicina y las comunicaciones".

Sin perturbar su cultura, "hay que encontrar una vía sostenible de conseguirlo", indica la microbióloga.

Y es que, como reflexionó en otro artículo científico: "Los mismos pueblos cuyos microbiomas pueden contener pistas cruciales para los avances médicos del mañana siguen pagando el enorme precio de enfermedades infecciosas mortales históricas, ahora curadas o prevenibles con la medicina occidental y las vacunas".

18 mayo 2021

BBC News Mundo

https://www.bbc.com/mundo/noticias-57021236

Estas son las habilidades que se necesitan en un mundo impredecible (y no son tecnológicas)

Margarita Rodríguez

La incertidumbre y nuestra actitud hacia ella es precisamente uno de los temas que la investigadora estadounidense ha estudiado en los últimos años.

Heffernan, quien ha sido CEO de cinco compañías, es profesora de Práctica en la escuela de Gestión de la Universidad de Bath en Inglaterra y es autora de seis libros.

El más reciente: Uncharted: How to map the future ("Inexplorado: Cómo trazar el mapa del futuro") fue publicado a inicios del año.

En febrero, el diario británico Financial Times lo incluyó en los libros del mes: "Uncharted se opone a nuestra obsesión con la 'ciencia' de la predicción".

Y es que aunque es muy tentador que un experto prediga lo que pasará en el futuro, Heffernan insiste en que hay que "abrazar" y aceptar la incertidumbre para desarrollar resiliencia.

"No podemos esperar al plan perfecto", le dice a BBC Mundo.

La ceguera voluntaria

Heffernan también es autora de Willful Blindness: Why We Ignore the Obvious at our Peril ("Ceguera deliberada: por qué ignoramos lo obvio a nuestro riesgo"), uno de los finalistas del Financial Times Best Business Book Award 2011 y uno de los libros de negocios más importantes de la década, según ese periódico.

De acuerdo con Heffernan, hay muchos ejemplos en la historia de ceguera voluntaria.

En esa obra la autora plantea que las amenazas más grandes que enfrentamos son las que no vemos, pero no porque estén escondidas o sean invisibles.

"Puedes ver ceguera voluntaria en los bancos, cuando miles de personas vendieron hipotecas a personas que no podían pagarlas. Se pudo ver en los bancos cuando se manipularon las tasas de interés y todo el mundo sabía lo que estaba pasando, pero todos cautelosamente lo ignoraron", señaló en 2013 en la charla TedTalk The dangers of willful blindness.

"Pueden ver la ceguera voluntaria en la Iglesia católica, que ignoró décadas de abuso infantil. Pueden ver la ceguera voluntaria en el período previo a la guerra de Irak", prosiguió.

"La ceguera voluntaria existe en escalas épicas como estas y también existe en escalas muy pequeñas, en las familias, en las casas y comunidades de la gente, y particularmente en las organizaciones e instituciones", indicó.

La periodista, con años de experiencia en la producción de programas de la BBC, ha dictado cuatro charlas TedTalk, organización que destaca su capacidad para explorar "los patrones de pensamiento demasiado humanos que llevan a las organizaciones y a los gerentes por mal camino".

Estas son sus respuestas a las preguntas de BBC Mundo.

La entrevista ha sido editada por razones de claridad y concisión.

Hace un año, usted ofreció una charla Ted sobre las habilidades humanas que necesitamos en un mundo impredecible. No muchas personas pudieron haber predicho lo que está ocurriendo en el mundo con la pandemia de covid-19. En este contexto tan particular ¿qué habilidades necesitamos?

Las habilidades tienen que ver con la imaginación, con la capacidad de pensar en diferentes posibles resultados de la pandemia.

"Todo el país, todo el mundo, sólo mejorará en la medida en que todos mejoremos", indica Heffernan frente a la pandemia.

También necesitamos adaptarnos. Muchas personas cuyos trabajos quizás están desapareciendo deben pensar en qué otras cosas pueden y les gustaría hacer: ¿cómo adapto mis destrezas a este nuevo mundo?

Y precisamos muchas habilidades para colaborar: ¿cómo puedo trabajar con otras personas para ayudarlas y ayudarme?

Uno de los aspectos cruciales en momentos como los que vivimos es que la gente pueda apreciar que, aunque obviamente hay empleos y compañías que son más seguros que otros, este es un momento en el que realmente nos tenemos que ayudar entre nosotros.

Las personas que perdieron sus trabajos o están por perderlos necesitan ayuda y nosotros necesitamos ayudarlos, si podemos, porque a la larga todo el país, todo el mundo, sólo mejorará en la medida en que todos mejoremos.

Este no es el momento para ser egoístas ni egocéntricos, sino para pensar en que si todos estamos siendo afectados por la pandemia: ¿cómo nos podemos ayudar para enfrentarla?

Habla de imaginar, adaptarse y colaborar. Pero ¿de qué manera esas habilidades se ven afectadas en una época de autoaislamiento, distanciamiento social, confinamientos y mascarillas?

La paradoja es que entre más distantes estamos entre nosotros, más nos necesitamos.

Nos necesitamos para no perder la esperanza, para darnos inspiración e ideas y para mantenernos motivados.

Para miles de personas, trabajar desde casa se ha convertido en un desafío no sólo laboral sino social.

Cuando observo a mis hijos que son veinteañeros, me parece muy interesante ver cuánto tiempo invierten contactando a su amigos y colegas.

Quieren estar conectados para, por ejemplo, ayudarse en la búsqueda de empleo, para compartir información.

Al principio de la pandemia, una de las cosas que hice fue escribir una lista de las personas que quería asegurarme que llamaría cada una, dos semanas.

Personas que quizás viven solas, gente a la cual me siento muy cercana o que posiblemente necesitaban apoyo.

Inicialmente pensé que lo haría para ayudarlos a ellos pero la verdad es que cada vez que los llamo, cuando me cuentan que han hecho, eso también me ayuda y eso me hace sentir que no he perdido a mis amigos, a mis colegas.

He estado apoyando y sirviendo de mentora de un grupo de líderes del NHS (Servicio Nacional de Salud de Reino Unido).

Son personas que están muy ocupadas y que, por la forma en que están trabajando ahora, no necesariamente ven a sus colegas regularmente.

Una de ellas, por ejemplo, compartía la oficina con otra persona de un área diferente, pero ya no se ven porque están trabajando desde casa y me dijo: 'No la veo desde hace tres meses y era una persona con la que pasaba todo el día. Como no hacemos el mismo trabajo y no la veo, me di cuenta de que perdí mi conexión con ella'.

Después de nuestra conversación, la llamó y, posteriormente, me contó lo bien que se sintió porque fueron capaces de reconectarse por un deseo humano, para no sentirse aisladas, y no por algo laboral que tenían que hacer.

Creo que una de las dificultades de las personas que trabajan desde casa es que estarán conectadas con las personas que precisan por razones laborales pero con frecuencia se olvidarán de mantener la conexión con la que gente que necesitan, les gusta o que les importa.

Las relaciones laborales son muy motivadoras y les dan al trabajo mucha relevancia. Pero también creo que sacar tiempo para hacer lo innecesario se ha vuelto más importante que nunca.

Usted ha dicho que necesitamos menos habilidades tecnológicas y más "habilidades humanas desordenadas". ¿Cree que hemos sobrestimado la tecnología para resolver los problemas?

Sí y mucho porque pienso que se nos ha dicho que esperemos que la respuesta a todo está en la tecnología y considero que lo que estamos aprendiendo ahora mismo es que no es así.

La tecnología no predijo esta pandemia y no puede, porque las pandemias son intrínsicamente impredecibles.

La tecnología realmente no puede ayudarte con tus sentimientos, sólo acercándote a otros seres humanos te ayudará.

Nos puede ayudar a buscar trabajo pero no nos va a dar el optimismo y la energía que necesitamos (para perseguirlo y conseguirlo).

Cuanto más dependemos de ella para saber todo y conocer todo, menos creativos y habilidosos nos volvemos.

También creo que mucha tecnología que nos organiza nos dice qué hacer, cuándo, cuánto tiempo nos llevará. Todo eso nos ha hecho menos imaginativos, menos creativos.

"Ya va siendo hora de que la humanidad sea adulta y empiece a decidir qué cosas no puede hacer"

Depender de la tecnología para hacer muchas cosas nos puede ayudar logísticamente pero realmente no alimenta nuestras almas, nuestra creatividad, no le da sentido a las cosas que hacemos, sólo nos da información.

Y también, para algunas personas, da una sensación de seguridad.

Sí y es que nos hemos vuelto muy adictos a la certeza. Nos gusta pensar que sabemos todo lo que pasará y entre más nos acostumbramos a eso, considero que nos volvemos menos flexibles y menos adaptables cuando aparece lo inesperado.

Cuando lo inesperado llega no sabemos cómo manejarnos porque desde hace mucho tiempo que no hemos tenido que lidiar con algo así.

Me impresionan mucho las diferentes compañías con las que trabajo porque algunas de ellas están funcionando exactamente de la misma manera.

Con excepción de unas modificaciones, el plan de negocios es el mismo, la jerarquía es la misma, la estrategia es la misma. Tienen un sentimiento triste hacia ellas mismas. Hay una inmensa sensación de perdida por retrasarse en su plan: 'no podemos hacer lo que creíamos que haríamos'.

Otras, un segundo grupo de compañías, que cuando la pandemia golpeó dijeron: 'Ok, todo es diferente ahora. Vamos a empezar otra vez, vamos a comenzar desde un punto fresco: 'con todo lo que tenemos y sabemos, qué es lo mejor y lo más importante que nuestra compañía debería hacer ahora mismo'.

Estas compañías que son mucho más valientes e imaginativas tienen mucha energía porque están pensando en alcanzar un nuevo futuro y no tratando de quedarse en el pasado.

Y es que puede haber una respuesta positiva a la incertidumbre: 'ok, vamos a hacer algo nuevo'.

Se necesita más imaginación y creatividad para que la gente sienta más energía y solidaridad.

Usted ha dicho que los ejecutivos de Silicon Valley no sólo están amenazando nuestra diversidad económica y cultural sino que nos están llevando a tener una definición de vida limitada y empobrecida. ¿A qué se refiere? ¿Tiene alguna relación con lo que plantea sobre nuestro afán por la certidumbre?

Creo que con apps, dispositivos y software, Silicon Valley nos ha estado enseñando (por ejemplo): no salgas sin un mapa, no hagas nada que no puedas predecir, podemos anticipar cuánto tardarás desde el punto A al punto B.

Nos hemos vuelto muy dependientes de esta predictibilidad, como si nos asustara intentar hacer las cosas.

También nos hemos acostumbrado a saber todo antes de llevar a cabo una actividad. Es como un temor a hacer algo si no podemos ver la garantía de que habrá un resultado.

"Una de las locuras que se ha apoderado de Norteamérica y Europa es el pánico que les entra cuando las cosas van mal"

Pero ahora mismo, con la pandemia, la economía y el clima, estamos en un punto en el que no tenemos más tiempo para procurar pensar en cuál es 'el resultado perfecto predecible'.

Necesitamos usar nuestra imaginación para ver qué es lo mejor, intentarlo y aprender; intentarlo otra vez y aprender más y hacer eso a medida que avanzamos y no esperar hasta tener todo esquematizado en la teoría antes de tener la energía y el coraje para hacer cualquier cosa en la práctica.

¿Cómo podemos recuperar la fe en nuestras habilidades humanas cuando los dispositivos tecnológicos se han vuelto, en cierta forma, fundamentales en muchas de nuestras sociedades?

Considero que en nuestras vidas personales y laborales hay algo que es muy importante: hacer experimentos.

Es decir, en vez de esperar por el 'resultado perfecto predecible', intenta hacer las cosas y aprende de ese proceso y vuélvelo a hacer: intenta y aprende.

Hacer experimentos, tanto en el ámbito privado como en el trabajo, le da a la gente esperanza. Las personas sienten que están aprendiendo cosas, que son capaces de contribuir y eso cambia la forma cómo perciben su propio potencial y coraje.

Cuando empiezas a experimentar y a cambiar las cosas, redescubres que eres capaz de hacer cosas maravillosas y de causar un impacto real en tu comunidad, en tu ciudad o en tu país.

Pero si solo te sientas, piensas sobre eso y te quedas esperando, desarrollas lo que creo es una impotencia aprendida, en la que pierdes la capacidad de pensar y actuar por ti mismo.

Y si llegamos a ese punto, realmente estamos en problemas.

Tomando en cuenta el planteamiento de uno de sus libros ¿usted cree que estábamos "intencionalmente ciegos" y no vimos que una pandemia como esta podría pasar en cualquier momento?

Sí. Creo que es importante decir que es imposible predecir las epidemias en sí mismas porque cada una es diferente.

Sabes que habrán epidemias, siempre ocurren, pero no puedes predecir qué enfermedad emergerá, ni cuándo, ni dónde.

Pero en lo que definitivamente estábamos intencionalmente ciegos es frente al conocimiento de que una pandemia podía pasar aquí, en Europa, a nosotros, y en Estados Unidos.

Por ejemplo, sabemos que el gobierno de (Barack) Obama tenía un plan muy detallado de cómo responder a una pandemia, el cual desechó el gobierno de (Donald) Trump.

Se conoce que en Reino Unido se dejaron de comprar productos como equipos de protección individual (para trabajadores de la salud), respiradores, entre otros equipamientos, que sabíamos que necesitaríamos si una epidemia de coronavirus se desataba.

Sabíamos que estas cosas eran generalmente ciertas, pero pensamos que si iba a ocurrir (una epidemia) seríamos capaces de verla venir y de prepararnos y eso fue totalmente equivocado porque, de hecho, para cuando te das cuenta, ya es muy tarde.

Considero que tuvimos demasiada fe en nuestra habilidad para predecir; en nuestra eficiencia: 'si necesitamos ese equipamiento lo podremos conseguir rápido', y en nuestra habilidad para planear.

Y también creo que imaginamos, dadas las experiencias con SARS y MERS, que (un brote) se podía contener en Asia.

Creo que todo eso fue ceguera voluntaria y me parece muy interesante ver que países como Corea del Sur y Singapur, que tenían experiencia con SARS y MERS, estaban mejor preparados.

Ellos no tenían fe en que podían predecir (una epidemia), sabían que era algo incierto y que era mejor estar muy preparados que ser super eficientes.

Debido a esta crisis, desgraciadamente miles de personas en América Latina y en el mundo han muerto, otras están muy enfermas, otras han perdido sus empleos. ¿Qué manera de pensar nos puede ayudar en medio de esto?

Es una situación muy difícil porque estamos en medio de una crisis: la pandemia; en medio de una segunda crisis: la económica y en medio de una tercera, la climática.

Creo que lo que tenemos que hacer es pensar apuntando hacia el futuro y reflexionar: qué tipo de economía requiere el futuro y claramente será una economía verde.

Después de este shock no podemos pretender por más tiempo que la crisis climática no existe y no podemos seguir pensando que seguiremos construyendo la economía con los combustibles fósiles y con el tipo de consumo de recursos naturales que se ha dado en los últimos cien años.

"Si queremos evitar que los virus se transformen en pandemias debemos cambiar radicalmente nuestros patrones de consumo"

Es absolutamente perturbador saber que desde 1990 básicamente todo el exceso de emisiones de CO2 a la atmosfera ha sido generado en esos 30 años.

Nosotros, mi generación, nuestra generación, creamos esta crisis y somos la generación que la tenemos que arreglar.

Y la única manera que la podemos solucionar es reconocer que está aquí, hoy, y que necesitamos cambiar cada parte de nuestra economía para que sea verde.

En las nuevas tecnologías e industrias que surjan vamos a encontrar crecimiento económico, pero va a ser uno muy diferente y no podrá ser en torno a combustibles fósiles y a la explotación de recursos naturales no renovables.

¿Cuál ha sido, para usted, la principal lección que esta terrible pandemia está dejando?

La principal lección es que nos recuerda que la vida es incierta y que si esperamos por la certidumbre siempre llegaremos demasiado tarde.

Lo que tenemos que hacer es usar nuestras mejores capacidades al pensar, aprender e imaginar y actuar de antemano a la certeza.

Porque lo que pasa con el futuro es que es algo que nos pasa o que nosotros hacemos. Y creo que tenemos las habilidades intelectuales, sociales e imaginativas que necesitamos para hacer el futuro que queremos.

22 de agosto 2020

BBC News Mundo

https://www.bbc.com/mundo/noticias-53838731

Coronavirus: Mariana Mazzucato, la economista que no quiere que volvamos a la normalidad y que cree que se puede hacer un capitalismo diferente

Margarita Rodríguez

Mariana Mazzucato es considerada una de las economistas más influyentes de los últimos años y hay algo que quiere ayudar a arreglar… la economía global.

"Admirada por Bill Gates, consultada por gobiernos, Mariana Mazzucato es la experta con la que otros discuten bajo su propio riesgo", escribió la periodista Helen Rumbelow en el diario británico The Times.

Su artículo de 2017 lo tituló: "No te metas con Mariana Mazzucato, la economista que más asusta del mundo": ("Don't mess with Mariana Mazzucato, the world's scariest economist").

Para Eshe Nelson, de la publicación especializada Quartz, la economista italoestadounidense no es que asuste, sino que "es franca y directa al servicio de una misión (…) que podría salvar al capitalismo de sí mismo".

The New York Times la definió como "la economista de izquierda con una nueva historia sobre el capitalismo", en el artículo de 2019: "Meet the Leftish Economist With a New Story About Capitalism".

En mayo de este año, la revista Forbes la incluyó en el reportaje: "5 economistas redefiniendo… todo. Oh sí y son mujeres" ("5 Economists Redefining… Everything. Oh Yes, And They're Women").

"Ella quiere hacer que la economía explícitamente le sirva a la gente, en lugar de que le explique su servidumbre", escribió la columnista Avivah Wittenberg-Cox.

El valor, el precio

Es autora de los libros The Entrepreneurial State: debunking public vs. private sector myths (El Estado emprendedor. Mitos del sector público frente al privado) y The Value of Everything: making and taking in the global economy (El valor de las cosas: quién produce y quién gana en la economía global).

Esa obra de 2018 ha tenido un impacto incluso fuera de los círculos de los economistas.

"Sobre el futuro económico es interesante la visión de la economista Mariana Mazzucato, docente en el University College London ("Il valore di tutto"; "chi lo produce e chi lo sottrae nell' economía globale" La haya 2018). Creo que ayuda a pensar el futuro", escribió el papa Francisco, el 28 de marzo, en una carta que le dirigió a Roberto Andrés Gallardo, presidente del Comité Panamericano de Juezas y Jueces por los Derechos Humanos.

Mazzucato cree que el capitalismo se puede orientar hacia un futuro "innovador y sostenible que funcione para todos nosotros", señala la organización Ted, donde ha ofrecido tres charlas.

De hecho, considera que la crisis que ha desatado la pandemia de covid-19 es una oportunidad para "hacer un capitalismo diferente".

Lleva años hablando de la importancia de las inversiones del Estado en los procesos de innovación, pues uno de sus objetivos es desmontar el mito de que el Estado es un ente burocrático que simplemente inyecta lentitud.

Otro, es demostrar que en la economía "el valor no es solo el precio".

A continuación presentamos las respuestas de la profesora a las preguntas de BBC Mundo:

Usted ha dicho: "No podemos volver a la normalidad. Lo normal es lo que nos metió no solo en este caos, sino también en la crisis financiera y la crisis climática".

Esas palabras tienen un significado especial para América Latina, una región con un alto nivel de desigualdad y pobreza, que está luchando contra el cambio climático y con muchas de sus comunidades duramente golpeadas por la pandemia del coronavirus.

¿Cómo podemos evitar volver a la normalidad prepandemia? ¿Por qué la gente no debería querer volver a ella?

La crisis nos ha mostrado las deficiencias en las capacidades de los estados y también nos ha demostrado que la forma como hemos estado pensando en el rol del Estado en el último medio siglo ha sido completamente inapropiada.

Desde la década de 1980, se les ha dicho a los gobiernos que pasen a un segundo plano y que permitan que las empresas dirijan y creen riqueza y que intervengan sólo para solucionar los problemas cuando surjan.

El resultado es que los gobiernos no siempre están adecuadamente preparados y equipados para hacerle frente a crisis como la del covid-19 o la emergencia climática.

Al asumir que los gobiernos tienen que esperar hasta que se produzca un gran shock sistémico para tomar la decisión de actuar, se toman medidas en plena marcha que resultan insuficientes.

En ese proceso, las instituciones esenciales que brindan servicios y bienes públicos de una manera más amplia (como el Servicio Nacional de Salud en Reino Unido, donde se han producido recortes a la salud pública por un total de US1.000 millones desde 2015) quedan debilitadas.

Las medidas de austeridad que se impusieron tras la crisis financiera de 2008 fueron lo opuesto a la inversión que se necesitaba para aumentar la capacidad del sector público y (así) prepararlo para el próximo shock del sistema.

En América Latina, es clave que la agenda se centre tanto en la creación de valor como en la redistribución de valor.

Diversos sectores económicos de América Latina han sufrido las consecuencias de las medidas de confinamiento para frenar la propagación del coronavirus.

Los altos niveles de desigualdad y pobreza significan que hay poblaciones vulnerables que tienen el potencial de enfrentar enormes dificultades económicas en el contexto de una crisis como la que estamos experimentando ahora.

Y para exacerbar aún más las cosas, las economías latinoamericanas se caracterizan por enormes sectores informales.

En todo el mundo, incluida América Latina, los estados que no están preparados destinan menos recursos para financiar los servicios públicos. Además, también tienen menos opciones para ayudar al sector informal (por ejemplo, si no presentas una declaración de impuestos no puedes acceder a fondos públicos), lo cual es desastroso para las poblaciones vulnerables.

Por lo tanto, los estados deben crear valor invirtiendo e innovando para encontrar nuevas formas de proporcionar servicios públicos a las poblaciones vulnerables en la economía informal.

Cuando los estados pasan a un segundo plano y no se preparan para las crisis (lo que ha sucedido en muchos países, no solo en América Latina), su capacidad para ofrecer servicios públicos se ve severamente entorpecida.

Pero estos servicios públicos deben ser parte de un sistema de innovación: las ciudades verdes y el crecimiento inclusivo requieren innovación social y tecnológica.

Las tendencias de desindustrialización en la región crean dificultades adicionales.

Los estados no tienen la capacidad de exigirle a los productores locales que aumenten la creación de bienes necesarios para enfrentar la crisis (por ejemplo: suministros hospitalarios), lo cual los obliga a depender del colapsado mercado internacional para acceder a estos bienes.

Usted ha dicho que la "crisis de covid-19 es una oportunidad para hacer un capitalismo diferente". ¿Qué quiere decir? ¿Qué nos está diciendo esta terrible crisis sobre el sistema actual que otras crisis no nos dijeron?

Hay una "triple crisis del capitalismo" en este momento:

Una crisis sanitaria: la pandemia global ha hecho que la mayoría de la población mundial esté confinada y es claro que sólo somos tan saludables como nuestros vecinos, a nivel local, nacional e internacional.

Otra crisis económica: la desigualdad es tanto una causa como una consecuencia de la pandemia de covid-19.

La crisis de covid-19 está exponiendo aún más fallas en nuestras estructuras económicas. La creciente precariedad del trabajo es una de ellas.

Peor aún, los gobiernos ahora están otorgando préstamos a las empresas en un momento en que la deuda privada es históricamente alta, mientras que la deuda pública se ha visto como un problema en la última década de austeridad.

Además, un sector empresarial excesivamente "financiarizado" ha estado desviando valor de la economía.

La tercera es la crisis climática: no podemos volver a "business as usual" (aquí no pasa nada). A principios de este año, los medios de comunicación estaban llenos de imágenes aterradoras de bomberos abrumados (tratando de apagar incendios forestales), no de personal de atención médica desbordado.

¿Puede sobrevivir el capitalismo tal como lo conocemos? ¿Debería ser salvado?

Esta crisis y la recuperación que necesitamos nos dan la oportunidad de comprender y explorar cómo hacer el capitalismo de manera diferente.

Esto amerita repensar para qué están los gobiernos: en lugar de simplemente corregir las fallas del mercado cuando surjan, deberían avanzar activamente hacia la conformación y la creación de mercados para hacerle frente a los desafíos más urgentes de la sociedad.

También deben asegurarse de que las asociaciones que se establezcan con empresas, que involucren fondos gubernamentales, estén impulsadas por el interés público, no por las ganancias.

Cuando las empresas privadas solicitan rescates de los gobiernos, debemos pensar en el mundo que queremos construir para el futuro y la dirección de innovación que necesitamos para llegar a él y, sobre la base de eso, agregar condiciones a esos rescates para beneficiar el interés público, no solo el privado.

Esto asegurará la dirección de viaje que queremos: verde, sostenible y equitativo. Cuando las condicionalidades se hacen bien, alinean el comportamiento corporativo con las necesidades de la sociedad.

En el corto plazo, esto se enfoca en preservar las relaciones laborales durante la crisis y mantener la capacidad productiva de la economía, mientras se evita la extracción de fondos para los mercados financieros y la compensación a ejecutivos.

A largo plazo, se trata de garantizar que los modelos de negocio conduzcan a un crecimiento más inclusivo y sostenible.

El Papa y el Vaticano

El 31 de marzo, en su cuenta de Twitter, Mazzucato reaccionó a las palabras del Papa sobre su libro:

"Estoy profundamente honrada de que el Papa haya leído mi libro 'The Value of Everything: making and taking in the global economy' y que esté de acuerdo con que el futuro -especialmente post-Covid19- tiene que ver un re-priorización del 'valor' por encima del 'precio'".

La experta le señaló a BBC Mundo que fue invitada a participar en una comisión del Vaticano enfocada en la economía en el marco de la pandemia de covid-19 y nos contó sobre esa experiencia:

"Les hemos brindado informes semanales al Papa y a la Dirección del Vaticano, antes de los discursos de cada semana del Papa, sobre aspectos clave de la respuesta económica frente al covid-19. Es un gran honor.

IIPP se une al grupo de trabajo conformado por otras universidades, incluyendo Georgetown, en Estados Unidos, y el Instituto de Recursos Mundiales (WRI, por sus siglas en inglés).

Estos informes van desde la economía política del alivio de la deuda hasta la reestructuración de las relaciones económicas público-privadas".

Sobre el bien común

"Nuestro principal interés es trabajar con el Vaticano sobre cómo su concepto del "bien común", del que hablamos en términos de "valor público", puede utilizarse para estructurar la forma de inversión y colaboración pública y privada.

Sin eso, corremos el riesgo de hacer lo que sucedió con la crisis financiera: se inyectaron billones sin ningún efecto en la economía real. La mayor parte de eso volvió al sector financiero y la próxima crisis comenzó a construirse.

Para erigir un crecimiento inclusivo y sostenible, necesitamos una inversión pública impulsada por el concepto del bien común y nuevos tipos de relaciones público-privadas que se estructuren con condiciones que creen un ecosistema más simbiótico y no parasitario.

Y tenemos que traer grupos de ciudadanos y sindicatos a la mesa para asegurarnos de que no solo tengamos una transición más justa, sino que también haya diferentes voces en la mesa para definir qué tipo de sociedad queremos.

Considero que la energía renovada detrás de los movimientos sociales, como Viernes para el Futuro y Black Lives Matter, son buenas señales de que habrá una fuerte presión para que nuestras sociedades evolucionen de manera progresiva.

Si no lo hacemos, perderemos".

Profesora de Economía de la Innovación y Valor Público del University College London (UCL).

3 de agosto 2020

BBC News

https://www.bbc.com/mundo/noticias-53597308