
Conocida la información del régimen sobre los resultados de la pasada elección del domingo 25, nada nos sorprendió ni alarmó; un veredicto electoral acomodado y falso, y adjudicaciones a la medida.
Todo el pueblo venezolano observó la inmensa soledad en la totalidad de los Centros de Votación del país y el Consejo Nacional Electoral (CNE) miente una vez más indicando que votó más del 40% de los electores. Equipos técnicos e independientes de alta calidad, que, con muestras representativas de todo el país, trabajaron para conocer la asistencia al acto de votación, afirman que esa asistencia fue menos del 15% y que más del 85% se abstuvo. El CNE, con descaro inaudito, miente nuevamente señalando cifras que solo están en mentes morbosas que solo se encuentran en las tinieblas, como las suyas.
Para nadie fueron sorpresivos los resultados anunciados, el pueblo se abstuvo de asistir al acto de votación y le dejó el campo solo al régimen y de esa manera quienes aún gobiernan obtuvieron la totalidad de los cargos en disputa con la sola excepción de tres o cuatro. Cuando la oposición decidió la abstención, que el pueblo hizo suya, estaba absolutamente consiente que eso ocurriría, ahora nos corresponde revisar la estrategia para hacerla más inteligente y sobre todo con efectos prácticos.
En nuestro Estado Aragua ninguno de los propuestos resultó electo y como tal el régimen ganó todo, con la gobernación, la representación ante la Asamblea Nacional y el Consejo Legislativo Regional. Recibí información de adentro que, de los propuestos por la dizque oposición, algunos estaban a las puertas del CNE del Aragua para ver como negociaban quedar, ofreciendo todo. Esta noticia la recibí con vergüenza ajena e indignación, porque por gente como esa es que está tan sucia la política que vivimos y nuestro deber inaplazable es limpiarla y para ello es necesario librarla de quienes la enchiqueran. Cuando logremos adecentar la política que vivimos y alcanzar un país mucho mejor, donde podremos soñar y ve realizados los sueños, nos desenvolveremos con fraternidad y siempre con la verdad.
Cambiamos cuanto antes el desastre infernal en que nos encontramos o perderemos el país quien sabe por cuánto tiempo, y viviremos en la obscuridad y el desespero.
La Patria nos llama a gritos dolientes para que salgamos ya a defender sus más altos y sagrados intereses y no podemos ni debemos negarnos. La historia nos presentó estos lamentables momentos tal vez para medir nuestra convicción, fe, coraje, valentía y valores; estemos a la altura de este grave compromiso.
Dios quiera que el régimen entienda y asimile este nuevo mensaje del pueblo, que esta vez fue silencioso y sin estridencias, solo la abstención pasiva, y actúe en consecuencia, el rechazo no pudo ser mayor. El pueblo quiere con ansias cambio radical ya y cuando él, el pueblo, está convencido de ello lo hará realidad porque el pueblo con Dios lo puede todo.