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Opinión

Julio Borges

Las dos sentencias del Tribunal Supremo de Justicia que le otorgaron a éste y al Ejecutivo funciones exclusivas de la Asamblea Nacional así como la eliminación de la inmunidad que la Constitución establece claramente y que por orden del presidente Maduro a los magistrados, evidenciando la inexistencia de la separación de poderes fueron tachadas, se constituyen en un Golpe de Estado. Los 7 magistrados por órdenes de Maduro rompieron así el orden constitucional, una decisión cuyo objetivo es que el Gobierno negocie con empresas extranjeras sin control parlamentario, lo cual no modificaron en las sentencias “aclaratorias”, para seguir robando el dinero de los venezolanos.

A la par ha sido inhabilitado por 15 años para ejercer cargo público el gobernador de Miranda Henrique Capriles, como continuación del golpe a la Constitución.

El mundo entero se ha pronunciado: gobiernos, parlamentos, partidos, organizaciones internacionales, todos frente a esta estocada final que se le ha dado a la democracia venezolana y nos acompañan en nuestra lucha por recuperarla.

La Fiscal General Luisa Ortega Díaz ha declarado que estas sentencias rompen el orden constitucional. Es la hora de que quienes tengan posiciones de poder en Venezuela obedezcan a la conciencia y a nuestro único jefe: la Constitución Nacional. El marco de convivencia que todos debemos respetar.

Ahora que el mundo nos acompaña debemos continuar en las calles en defensa de la Constitución y la Democracia con objetivos claros: cronograma electoral, respeto a la Asamblea Nacional, libertad de presos políticos, y canal humanitario para ingreso de medicinas y alimentos. El Gobierno está fracturado y débil, por eso acude a la fuerza bruta y a la violación abierta de la Constitución al no aceptar que el pueblo venezolano lo repudia.

No ha cambiado nada porque no se respeta a la Asamblea Nacional en sus competencias constitucionales, ni el derecho del pueblo venezolano a votar en elecciones libres pues continúan las inhabilitaciones políticas. Venezuela tiene hambre de alimentos y de libertad. Hambre de Justicia para colocar orden y empezar a construir juntos en base a la Constitución un futuro más digno para todos los venezolanos.

Borgesjulio2015@gmail.com

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La crucifixión era usualmente utilizada para castigar a la víctima con una muerte especialmente lenta y dolorosa. Quienes la sufrían, eran expuestos públicamente para disuadir a los observadores de cometer crímenes parecidos. Los métodos de la crucifixión variaban de acuerdo al lugar y el tiempo donde se consumaban. En algunos casos, antes de la crucifixión, los romanos acostumbraban a dar latigazos al reo. Luego, durante el trayecto hasta el lugar de ejecución, el condenado era obligado a cargar un yugo de madera (“Patibulum”) sobre sus propios hombros, que posteriormente solía ser usado como travesaño de la cruz. La crucifixión era considerada en aquel tiempo como la ejecución más terrible y temida. Flavio Josefo la considera “la muerte más miserable de todas” y Cicerón la califica como “el suplicio más cruel y terrible”.

La condena de Jesús de Nazaret al suplicio de la crucifixión por parte del poder teocrático judío e imperial romano buscaba sofocar ejemplarmente el movimiento religioso que habían construido aquel hombre y sus seguidores. Se trataba de eliminar de raíz su evangelio, su recuerdo y la esperanza que desató en aquel pueblo que era sometido interna y externamente, pero que contaba una larga tradición de autonomía y rebeldía. Jesús fue entendido como un profeta. Los pobres y excluidos se alegraron de escucharlo y verlo actuar, el poder político sólo vio en él un blasfemo y una amenaza.

¿Cómo vive Jesús este trágico martirio? Las fuentes no ofrecen una descripción psicológica de su pasión, pero invitan a acercarnos a sus actitudes. Por su relevancia para el momento que vivimos en Venezuela haré referencia en especial a una de ellas. Se trata del grito de Jesús antes de morir que recogen los evangelios de Marcos y Mateo: “Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado.” Estas palabras pronunciadas en arameo, lengua materna de Jesús, y gritadas en medio de la soledad y el abandono total, son de una sinceridad abrumadora.

La invocación del salmo 22 en el último grito de Jesús no deja de ser una expresión de confianza: Llama a Dios, Dios mío, a pesar de todo. Jesús no duda de su existencia ni de su poder para salvarlo. Se queja más bien de su silencio: ¿dónde está? ¿Por qué se calla? ¿Por qué lo abandona precisamente en el momento en que más lo necesita? Jesús muere en la noche más oscura. No entra en la muerte iluminado por una revelación sublime. Muere con un “por qué” en sus labios. Todo queda ahora en manos del Padre. Dios se ha escondido.

Sus discípulos huyeron a Galilea, lejos de Jerusalén. Sin embargo, al poco tiempo sucede algo difícil de explicar. Estos hombres vuelven de nuevo a Jerusalén y se reúnen en nombre de Jesús, proclamando a todos que el profeta ajusticiado días antes por las autoridades del templo y los representantes del Imperio está vivo. Dios lo ha resucitado. Lo ha levantado de entre los muertos para vivir la vida plena de Dios, manifestada ahora en la palabra convencida y la acción prodigiosa de sus seguidores.

Jesús fue torturado y asesinado bajo el poder de Poncio Pilatos. Ese era su poder: el poder de dar muerte. Frente a ese poder se manifiesta otro poder: el poder de dar vida. Ese es el poder de Dios.

Hoy el poder político en Venezuela es poder de represión, tortura y muerte. Nuestras calles se han convertido en patíbulos para las marchas y protestas de muchos venezolanos que legítimamente reclaman sus derechos. El poder político cree que esa fuerza vital se puede silenciar y aplastar. Se equivocan, esa fuerza y esa lucha por la vida es más fuerte que la muerte porque viene de Dios. Por eso no cesará nunca aunque se empeñen en crucificarla.

fjvirtuoso@ucab.edu.ve

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El concepto de Zeitgeist (espíritu del tiempo) proviene de la pluma de Hegel. Comunmente es utilizado para señalizar las formas hegemónicas de pensamiento que priman durante un tiempo en un país, región o incluso, en el mundo.

Debido a su índole metafísica el concepto de Zeitgeist ha sido cuestionado por filósofos de inclinación materialista. Pero haciendo una revisión de los más recientes periodos, es indudable que, por lo menos en el campo de la política, posee cierta validez. Podemos así hablar del espíritu rebelde de los años sesenta, del espíritu anti-totalitario y anti-dictatorial de los ochenta y noventa, del espíritu populista en los comienzos del siglo XXl.

Hoy, a juzgar por acontecimientos que tienen lugar en diversos países de Europa y América Latina, es posible pensar en el renacimiento de un cierto espíritu democrático. Lo comprueban dos hechos.

El primero es europeo: se trata de los retrocesos experimentados recientemente por los partidos fóbicos o neofascistas (mal llamados “populismos de derecha”) en países como Austria y Holanda. Las encuestas alemanas y francesas, además, delatan una creciente preferencia por los partidos de centro representados en figuras como Angela Merkel y Emmanuel Macron.

Interesante es constatar que las personalidades centristas de nuestro tiempo no solo bloquean a los extremistas del neofascismo sino, además, a la alternativa que en el pasado reciente representó el socialismo democrático. El declive de este último, en Austria, España, Holanda, Alemania, Francia e Italia, ha facilitado el aparecimiento del neo-fascismo, pero también la emergencia de un centro democrático vigoroso en condiciones de emprender la defensa de la UE. Sin duda una institución que, pese a sus deformaciones burocráticas ocupa un significado importante al nivel de lo simbólico, a saber, la representación de una cooperación internacional basada en los principios heredados de los tiempos de la Ilustración.

A pesar del Brexit, a pesar de la aparición de los partidos y movimientos neo-fascistas, o quizas gracias a eso, Europa ha sacado fuerzas de flaqueza y mostrado su disposición a continuar la ruta trazada por los acuerdos de Roma, hace ya sesenta años.

El segundo hecho democrático es latinoamericano. Estamos asistiendo al ocaso del también mal llamado socialismo del siglo XXl y al desplazamiento de la política a posiciones centristas. Las derrota electoral del peronismo kirchnerista o cristinismo en la Argentina, la salida constitucional del post-lulismo de Rousseff en Brasil, la desintegración del bacheletismo en Chile, la derrota plebiscitaria sufrida por Morales en Bolivia y la perdida de fuerzas del correísmo en Ecuador, son signos suficientes para afirmar que la política regional está hoy caracterizada por un viraje que va desde la izquierda hacia el centro (centro-derecha o centro-izquierda).

Las declaraciones conjuntas de la OEA mediante las cuales la mayoría de sus países se pronunciaron en contra de los desmanes golpistas del régimen de Maduro sientan un caso precedente. Significan un evidente compromiso con la democracia continental. Una democracia que ya no solo será entendida por sus orígenes electorales sino por el cumplimiento de normas como son la separación de los poderes públicos, la vigencia del principio constitucional, las elecciones libres y secretas y, no por último, el respeto a los derechos humanos. En fin, todo lo que Maduro y su pandilla ha violado en Venezuela.

Sí, el Zeitgeist no fue solo una ocurrencia hegeliana. Existe.

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Julio César Moreno León

La crisis venezolana parece llegar a un desenlace final. Los diversos sectores de la sociedad han tomado conciencia de la magnitud del conflicto que sufrimos. Y por primera vez la dirigencia opositora aparece unida en el propósito de salir de lo que ahora, sin ambages, llaman dictadura.

Esa realidad se ha evidenciado en las potentes movilizaciones populares ocurridas en Caracas y en el resto del país que exigen la salida del régimen, la restitución de la democracia, el restablecimiento del estado de derecho y la recuperación moral, económica, política y social de la nación.

El gobierno, vista la precaria situación en que se encuentra, lanza ahora el anzuelo de unas posibles elecciones regionales con el fin de paralizar la calle y distraer los esfuerzos y objetivos de los partidos políticos, divorciándolos del verdadero clamor ciudadano.

Aceptar esa propuesta significaría transarse por la obtención de victorias parciales en las regiones, y esperar hasta el año que viene para competir en la elección presidencial.

Seguramente la dirigencia opositora rechazará esa maniobra gubernamental, ya que el nivel de deslegitimación y descomposición del régimen va más allá del tema de las elecciones regionales suspendidas en abierta violación de la Constitución.

Las gentes rechazan esa y cualquier otra tramposa oferta que posponga la sustitución del gobierno. Saben los ciudadanos que si este sistema continúa, Venezuela será una ruina impuesta por Cuba y por delincuentes que capturaron para su provecho las instituciones del Estado y los instrumentos de represión civil y militar con el fin de mantenerse a toda costa en el poder.

Perdida la calle, derrotados en las elecciones del Parlamento y en el debate público, el gobierno se queda sin discurso. Es el caso del criminal que no puede sostener su coartada ante el cúmulo de evidencias que el mismo construye en su intento de seguir incurriendo en el delito. Ya no hay la excusa del anti imperialismo, o de las conspiraciones de la “derecha vende patria” para justificar imperdonables tropelías.

Salvo Bolivia, y con menos entusiasmo Ecuador y Nicaragua, la mayoría de países que integran la OEA reconocen la crisis venezolana, señalan al gobierno como responsable de ella y exigen salida electoral, libertad de presos políticos y plena restitución de la democracia. Una prueba reciente es la actitud del hasta hace poco complaciente Presidente de Uruguay quien está “altamente ofendido” por declaraciones de Maduro, en las que éste le acusa de coordinar acciones contra Venezuela a través de la Embajada de Estados Unidos en Montevideo.

En ese contexto, la firme posición de Luis Almagro y la ya inocultable dinámica de una represión cada día mayor en medio de la espantosa crisis humanitaria, han hecho cambiar la tradicional e inservible diplomacia de formalidades, por la diplomacia de los principios y de las claras definiciones a las puertas de un caos capaz de afectar a toda la región.

El Secretario General de la OEA acaba de dejar constancia nuevamente de la situación en que se encuentra el gobierno venezolano, negado a cumplir con los principios que sustentan la Carta Democrática Interamericana auspiciada por Chávez y suscrita por su gobierno en 2001.

Fortalecido moral y políticamente, Almagro afirma el día 7, cuando se refiere al asesinato del joven Jairo Ortiz: “Este crimen debe llamar a la democracia del país, a hacer justicia, a superar la cobardía de la ignominia de sus asesinos”.

De manera enfática emplaza a cesar la represión contra las manifestaciones pacíficas, y denuncia a “un autoritarismo que se escuda en las fuerzas armadas que, lejos de actuar como las fuerzas del orden actúan como las fuerzas de la represión y el terror”.

Dice además: “Es un autoritarismo que en sus escalada de odio y vergüenza contagia también de ese odio y vergüenza a las fuerzas armadas. Este régimen autodenominado cívico – militar es no sólo el responsable de la pérdida de la Democracia y de la crítica situación alimentaria en Venezuela, es también responsable de incitar al odio, mediante la represión”.

Por su parte el almirante Kurt Tidd jefe del Comando Sur ha señalado que la crisis humanitaria en Venezuela exige una “respuesta regional”. Con lo que el gobierno norteamericano (en labios de un militar metido en los más altos rangos de acción y decisión), pudiera estarnos anunciando no sólo la suspensión de Venezuela del organismo regional, sino también la aplicación de medidas más directas que permitan la sustitución del actual gobierno, y luego el restablecimiento de la democracia mediante elecciones generales, tal y como lo ha propuesto el Secretario General de la OEA.

Las declaraciones de Almagro y las del Jefe del Comando Sur, tienen como destinatario importante a los militares venezolanos en su condición de único sostén de un gobierno totalmente descalificado ante el mundo por violar derechos humanos, reprimir a la ciudadanía y exhibir una espantosa corrupción que ha conducido al país a la ruina y a la crisis humanitaria. A esos militares que sufren al igual que el resto de los ciudadanos estos tiempos de descomposición social y crispación colectiva, y que además saben que al obedecer órdenes contrarias a la ley y a los derechos humanos se convierten en responsables de crímenes contra la población civil, en un posible escenario de caos e incontrolable violencia.

https://www.lapatilla.com/site/2017/04/10/julio-cesar-moreno-leon-delinc...

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Carlos Raúl Hernández

El TSJ prácticamente disolvía la Asamblea Nacional –un fujimorazo sin tanques–, pero la subsecuente reacción de la Fiscal Luisa Ortega erradicó la Sentencia hasta de la página WEB, complejidades que debieran ayudarnos a superar el daltonismo que a veces nos priva de una gama enorme de colores de la realidad. Los más ingenuos hacen uso de la astucia chapulín para demostrar que todo ha sido una maniobra del gobierno para confundirnos y la Fiscal, una actriz. Un ejemplo y a la vez detalle humorístico –pero asombroso– es que hay por ahí un grupo que exigía a quien quisiera ser militante, reconocer que en Venezuela hay una dictadura y cualquier titubeo sería propio de colaboracionistas, es decir, herejes, brujas, sirvientes del diablo. La Gestapo observaba, arrestaba por sospechosos y pasaba a la cámara de torturas a quienes oyeran usar determinadas palabras criptocomunistas.

Con igual mecanismo del intelecto, en los debates teológicos medievales los nominalistas creían que las cosas existían al nombrarlas y muchos fueron a la hoguera por dudar. En un enfoque constitucional legítimo podría hablarse de una cadena de golpes o de un golpe continuo desde hace dieciocho años. Suspender los diputados de Amazonas, declarar en “desacato” nada menos que al órgano de la soberanía popular, no pagar los sueldos, no asistir a las interpelaciones, no reconocer su nueva directiva, son sucesivos microgolpes de Estado en su sentido estricto (un poder que de facto usurpa o desconoce atribuciones otro), micro ACVs en las instituciones democráticas. Pero revolución es justamente antítesis del concepto moderno de Constitución, norma que existe para consagrar la inviolabilidad de la vida, la libertad y la propiedad, y limitar las atribuciones del poder.

Nuevos y viejos leninistas
La revolución, por el contrario, se establece para liquidar el Estado de Derecho burgués y expropiar los derechos a la vida, la libertad y la propiedad. En Quienes son los amigos del pueblo… Lenin dice que “la ruptura completa y final con los demócratas es inevitable e imperativa”. Eso nos permite otra perspectiva, ya no constitucional sino match-política: un enfrentamiento entre Estado Vs. Sociedad en el que el primero despliega desde hace dieciocho años una estrategia gradual para desintegrar los dominios sociales y crear una sola potestad, a lo que la sociedad naturalmente se opone. La revolución necesita requisar las jurisdicciones autónomas de la ciudadanía y decapitar la Asamblea es un paso necesario, así como los gobernadores y alcaldes, y que el país no se haya batido como una fiera para defender su elección fue una ceguera irreparable.

Es de match-política que el núcleo duro revolucionario se haya lanzado sobre el cuello de la AN en esta coyuntura de debilidad por efecto de annus terribilis 2016. Se pensaba que funcionaba la aplanadora unánime y se emplearía a fondo. Pero la Fiscal Ortega Díaz se salió del carril y cuestionó, con la fuerza que le da su ubicación en el círculo del poder, la ruptura del orden constitucional, y se sospechaban reacciones similares de otros miembros del Poder Moral, una seria grieta. Eso produjo las tartajeantes decisiones posteriores que regresan la situación donde estaba antes del estallido de cólera que quiso degollar el Poder Legislativo. Puede pensarse que a partir de este momento comienza en el gobierno la cadena de operaciones que conduciría a destituir a la Fiscal, cosa que constitucionalmente no parece viable porque tendría que hacerlo la Asamblea

Semivírgenes
Aunque a los que mandan eso parece rodarle, no es así cuando se refiere a efectos políticos en el chavismo y en la FAN. Y lejos de extraviarse por otras veredas, la respuesta democrática debía ser tomarle la palabra al presidente Maduro en su alocución e invitar los mediadores internacionales, y dirigir todos los esfuerzos a elecciones de gobernadores y alcaldes este año, y presidenciales en 2018. Este tormentoso episodio es propio de lo que Giovanni Sartori llama semidemocracias o semidictaduras, a las que se ajustan las instituciones actuales y sería inimaginable en una dictadura cerrada dicha, como las de Videla o Pinochet– y muchísimo menos en una dictadura totalitaria, como Cuba (aún) o Norcorea (Hitler simplemente pasó ejecutó a Roems y las SA). Howard Hiarda, profesor de Harvard plantea una curva de hamaca con varios grados intermedios entre la democracia plena y la dictadura cerrada.

Para ubicar cada país en la curva, analiza en cada uno grupos de variables políticas y económicas para evaluar si los países avanzan en el proceso democrático o por el contrario, retroceden hacia la dictadura. En 1989 con la incorporación de la elección directa de gobernadores y alcaldes, la apertura económica, la incorporación de partidos opositores al control de importantes estados, Venezuela avanzó casi hasta la democracia plena. No tuvimos capacidad para manejar un país que triunfaba y hoy se encuentra cerca del rango contrario y con la posibilidad de ir más allá de la antimeta. El elemento decisivo para su lugar terminante será el compromiso constitucional de convocar elecciones presidenciales el año próximo y, naturalmente, las de gobernadores y alcaldes durante éste.

@CarlosRaulHer

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Elías Pino Iturrieta

Cuando estaba la reacción antiguzmancista en su apogeo, después del Septenio, todo indicaba que se fortalecería la lucha por lo que se entendía entonces como una recuperación de la democracia, pero un suceso inesperado cambió el rumbo del proceso. Francisco Linares Alcántara, líder del movimiento, caudillo célebre y jefe del Estado, murió de manera repentina. El atacado Guzmán volvió por sus fueros. A mediados de 1945 predominaba un ambiente de calma en el país, sin que los nubarrones estorbaran el paisaje del presidente Medina Angarita, pero en octubre un movimiento armado lo echó del poder. En noviembre de 1957 se observaba tranquilo a Pérez Jiménez, mandando a sus anchas, pero en enero del año siguiente escapó al exilio debido a un cuartelazo afortunado. ¿Qué lección sacamos de estos sucesos, susceptible de servirnos para mirar con cuidado lo que hoy pasa en Venezuela?

La mayoría de los derrocados pensaba que tenía la sartén por el mango, que podía dominar los escollos de su sendero. Sus sabuesos vigilaban al adversario, o sabían cómo apretar las tuercas ante aventuras peligrosas, o sus allegados aseguraban que todo se encontraba bajo control. Sin embargo, no estaba en sus manos el dominio de unas realidades que debían desplazarlos para que sus voceros se ocuparan del reemplazo. Las fuerzas políticas tienen sus mañas y sus planes, que los dominadores de un tiempo determinado solo pueden pronosticar o manejar a veces. Un detalle que parece trivial, un mal paso de los hombres fuertes que de pronto resbalan, una pradera que se incendia para apagarse más tarde, rumores sin fundamento que se esparcen según la orientación del viento, distancias inesperadas en el interior de una cúpula, pujas subalternas que no encuentran desenlace, señales extrañas que provienen del vecindario… preparan el terreno para mudanzas que no parecían accesibles en la víspera. La política no sigue un itinerario predeterminado, ni siquiera durante el predominio de los regímenes autoritarios. Es hija de los vaivenes o habitualmente depende de ellos. Nadie la prepara en su escritorio para que funcione según unos designios que parecen infalibles, aunque esté rodeado de bayonetas y billetes. Casos como el de Gómez mandando por la fuerza durante 27 años hasta la hora de la muerte son excepcionales, pese a que el tirano no dejara de perder el sueño ante numerosas evidencias de inestabilidad.

Si así han funcionado y funcionan las vicisitudes políticas, ¿se debe esperar a que funcionen solas para esperar resultados?, ¿hay que aguardar a que se den a su real manera, como si gozaran de plena autonomía, sin hacer nada para acompañarlas? Cuando se mira hacia los pormenores, como se ha tratado de hacer en los párrafos anteriores, se quiere llamar la atención sobre la lentitud del reloj de la historia, que es distinto al que mueve nuestras actividades de todos los días, más urgida de respuestas inmediatas en torno al destino personal. El destino de las sociedades sigue un calendario moroso que invita a la impaciencia, pero que obedece a fuerzas establecidas desde antiguo contra las cuales no puede predominar la voluntad personal. Solo una agregación de voluntades, fraguada a través de largos períodos de maduración, encuentra la meta de un cambio substancial. No se cambia la historia como se cambia uno de camisa, sino solo cuando la camisa está deshilachada y no aguanta un nuevo viaje a la tintorería.

La dictadura de Maduro es como una de esas camisas deshilachadas, cuya meta es el tarro de la basura. No hay lavandero que le quite las manchas. La sociedad quiere estrenar nueva indumentaria, pero la prenda no se confecciona de un día para otro, ni siquiera en momentos cruciales. La dictadura tratará de remendarla, anda en eso con más contumacia que solvencia, pero hará lo posible para usarla sin exhibir el tamaño de sus miserias. Quizá el sueño del madurismo sea el mismo del gomecismo, aunque la actualidad no se lo permita. Pero su arma es la misma, con los retoques que sugiere la evolución del almanaque: la represión. Frente a ella, la sociedad debe sentir que la mudanza no sucederá mañana, tal vez, especialmente porque no consiste solo en el estreno de un flamante figurín, pero también que parece inminente el advenimiento de un nuevo tiempo histórico sobre cuyo comienzo nadie tiene fecha precisa.

epinoiturrieta@el-nacional.com

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​José E. Rodríguez Rojas

En fecha reciente, un funcionario de las Naciones Unidas (ONU) entregó al presidente Maduro un certificado en el cual reconocían los logros del país en materia de desarrollo humano, que permitían ubicarlo en el puesto 71 del ranking de Desarrollo Humano de la ONU, el cual surge de una clasificación en función del Índice de Desarrollo Humano (IDH). Venezuela aparece en este ranking por encima de otros países de América Latina como Colombia, Brasil, México y Perú.

El índice de Desarrollo Humano (IDH) se basa en una peculiar definición del desarrollo humano, el cual se concibe como el proceso de incrementar las posibilidades de elección de una persona. Esto se refiere no solo a las posibilidades de elección que permita un mayor ingreso, sino a las posibilidades de elección razonables de las personas para desarrollar su potencial y llevar una vida creativa de acuerdo a sus necesidades e intereses. El ranking de los países según el IDH, se divide en un primer grupo con un IDH muy alto entre 1 y 0.800, un segundo grupo de países con un desarrollo humano alto entre 0.800 y 0.699, finalmente se ubican los países con IDH medio y bajo que poseen un IDH inferior a 0.700.

El IDH es elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el cual todos los años elabora un informe sobre los aspectos que integran su visión del desarrollo humano: salud, educación, situación laboral, situación de las mujeres. De estos el IDH privilegia tres: años de escolaridad, longevidad y nivel de vida. Elementos como la libertad política, derechos humanos básicos como el derecho a la vida y a la libertad de expresión, no son considerados como parte de esta visión del desarrollo humano. En consecuencia, el índice desde su definición es cuestionable, pues una dictadura como la cubana donde se imparte una educación ideológica que no prepara a las personas para ser productivas, o analíticas, sino para ser miembros de un comité de propaganda y leer proclamas de alabanzas al líder máximo de la revolución, es ubicada con un nivel educativo elevado. La precaria calidad de la educación no cuenta. Tampoco influye el hecho de que el pueblo cubano viva bajo un régimen permanente de carencias, racionamiento, cortes de luz eléctrica, por lo que Cuba aparece con un IDH superior a varios países latinoamericanos que poseen un nivel de vida superior al de la isla del Caribe

Otro problema con el IDH es que la información que toma la ONU en cuenta como base para su cálculo es la provista por los propios gobiernos. En el caso de los gobiernos dictatoriales o autoritarios se trata de cifras manipuladas por los organismos gubernamentales, sin ser contrastadas con fuentes no alineadas con los intereses del régimen. Como consecuencia de este procedimiento poco transparente, países como Irán son ubicados en el puesto 69 del ranking de la ONU con un IDH de 0.766 y Cuba en el lugar número 67, con un IDH de 0.769 superior al de Venezuela y varias naciones latinoamericanas, lo cual los ubica en el segundo grupo de países con un desarrollo humano elevado. Tanto en Cuba como en Irán, quien se atreva a cuestionar las cifras gubernamentales es acusado de algo similar a traición a la patria y encarcelado. No hay libertad de expresión y tampoco una prensa independiente que permita una discusión abierta de las bondades o limitaciones de las estadísticas gubernamentales y de la metodología utilizada para elaborarlos.

En el ranking de la ONU en base al IDH, Venezuela aparece con un índice elevado de 0,762 que la ubica por encima de varios países latinoamericanos. El elevado IDH, que el PNUD le asigna a Venezuela, revela que la ONU le confiere veracidad a la propaganda gubernamental que habla de avances sin precedentes en el plano educativo y de una política social que ha logrado disminuir los niveles de pobreza moderando el impacto de la inflación sobre los sectores de más bajos ingresos. Sin embargo, a pesar de la existencia de un gobierno con vocación autoritaria, existen fuentes alternativas generadoras de información confiable que permiten poner en evidencia el fraude gubernamental y la alcahuetería del PNUD. Nos centraremos en estos dos aspectos del IDH dejando a un lado el tema de la crisis humanitaria, a fin de no extendernos más allá de lo conveniente.

En relación a la educación, organizaciones como Provea describen en su último informe anual del 2016 el estancamiento de la matricula de educación primaria en la última década, señalando que el gobierno no logró su objetivo de universalización de la educación primaria, adicionalmente acotan que los elevados niveles de pobreza en el país ponen en riesgo la prosecución escolar y los nuevos ingresos. En cuanto a la educación universitaria, el gobierno se vanagloria de haber incrementado sustantivamente la matrícula universitaria, pero los que laboramos en ese medio sabemos que ello se ha hecho expandiendo la matricula en universidades de cuestionable calidad como la Bolivariana. En las universidades de mayor calidad como las autónomas, los niveles de deserción se han elevado a cifras que oscilan entre 60 y 40% debido a la mala formación de la educación media. El deterioro de las universidades se ha acentuado en los últimos años por la deserción profesoral, debido a la reducida capacidad de compra de los salarios que reciben los docentes y la política de cerco presupuestario que ha impuesto el ejecutivo.

El otro fraude gubernamental es el que tiene que ver con la disminución de la pobreza. El IDH aborda este aspecto a través de la temática relacionada con el nivel de vida, el cual depende del ingreso y la capacidad de compra, que resulta determinada por los precios. La elevada inflación, que ya ronda la hiperinflación, ha agudizado el deterioro de la capacidad de compra, lo cual se refleja en el incremento de los niveles de pobreza. Este fenómeno es subestimado por los organismos gubernamentales, como el Instituto Nacional de Estadística (INE), que la estiman en 32, 5% para el año 2014 y 33,05% para el 2015. Los organismos de la ONU como la CEPAL dan dicha cifra como cierta y es la que publican en el Anuario Estadístico de América Latina 2016 donde presentan una cifra de pobreza de 32,1% para Venezuela. Investigaciones desarrolladas por las Universidades Nacionales dan cifras muy superiores, que la ubican en 73% para el 2015 y 82% para el año 2016.

En síntesis, con una educación en profundo deterioro y con más del 80% de su población en situación de pobreza, con un grueso número de sus familias buscando comida en los trastos de basura, solo los malabarismos de los organismos gubernamentales venezolanos y la complicidad del PNUD pueden generar un IDH para Venezuela superior al de otras naciones latinoamericanas, hacia las cuales han emigrado cientos de miles de venezolanos huyendo del desastre creado por la revolución bolivariana.

Profesor UCV

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