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Opinión

Fernando Mires

He leído recién el muy bien escrito artículo del académico español Gabriel Tortella titulado “Qué es hoy ser de izquierda” (El Mundo 10.08.2021). Uno más que da cuenta de la dificultad para definirse de izquierda hoy día. Un texto que nos muestra una crisis de identidad de una entidad política que hasta hace poco aparecía como insustituible en el discurso público. Y evidentemente, hablar de la izquierda hoy día presupone hablar de la crisis de la izquierda. Pero más: de la crisis de un paradigma que daba orden a las coordenadas de relación política en casi todo el espacio occidental.

Como es ya corriente al discurrir sobre ese tema, Tortella nos hace un rápido repaso de las distintas fases, desde los orígenes del “ser de la izquierda”, hasta llegar a nuestros días donde uno puede cada cierto tiempo asumir determinadas posiciones sociales de izquierda sin “ser” necesariamente de izquierda. Como también defender algunos valores conservadores de la antigua derecha sin “ser” de derecha. Hecho que demuestra una separación del ser con respecto a su autodefinición política.

Eso es algo, después de todo, que debemos saludar: la relación entre el ser y la política le quedaba demasiado grande a la política y demasiado chica al ser. Hoy en cambio la relación entre ser y política ya no es un compromiso asumido hasta que la muerte nos separe, sino una simple opción circunstancial, determinada por esa discusión que siempre tiene lugar entre nuestras pasiones y nuestros intereses (A.O Hirchman).

La izquierda occidental (el mundo asiático -sobre todo el submundo chino- pertenece a "otra historia") nació de la revolución. En eso podemos estar todos de acuerdo. Particularmente nació de la división geométrica que trajo consigo la Convención revolucionaria en Francia. La primera izquierda era, por lo mismo, revolucionaria, y durante mucho tiempo lo siguió siendo. Ahora bien, la palabra revolución en Francia significaba adherir a los tres grandes ideales: libertad, igualdad, fraternidad. Tres ideales que salieron de la pluma de Rousseau según los cuales el humano, cuando es libre, es decir, cuando su naturaleza es libre, es igualitario y fraternal. Que los tres ideales no eran deducibles unos de otros sino diferentes y contradictorios entre sí, se encargarían de demostrarlo los mismos jacobinos. La cantidad de cabezas cortadas en nombre de la libertad no derivó de un acto igualitario ni mucho menos fraterno (más bien demostraría la naturaleza cainesca de la condición humana).

La segunda versión de la izquierda heredaría del jacobinismo la idea de la libertad institucional, bajo la forma de la por los filósofos (desde Platón a Kant) llamada república. República que radicalizada socialmente, sería después llamada democracia. Democracia social. Social-democracia.

Desde la revolución industrial europea, la socialdemocracia se convertiría en el partido del trabajo y de los trabajadores quienes -según pensadores ligados a la cultura política socialdemócrata, entre ellos Marx y Engels- llevarían la democracia hacia una sociedad igualitaria de acuerdo a cambios producidos en la esfera de la producción, cambios que, según Marx, deberían tener lugar “independientemente a la voluntad de los hombres”.

Del proyecto jacobino la socialdemocracia conservó tres objetivos (no ideales) fundamentales: anticlericalismo, antimonarquismo (para lo que era necesario apoyar a la burguesía republicana) y gobierno del pueblo trabajador y no de “una” clase (demo-cracia) como paso preliminar para alcanzar el final que redimiría a toda la humanidad: el socialismo.

La tercera versión de la izquierda, nacida de la revolución rusa, surgiría de una división de la socialdemocracia. Significó, además, bajo la conducción de Lenin y Trotsky, una ruptura con la democracia social y por lo mismo con la teoría marxista, pero en nombre del marxismo (ese fue el gran truco de Lenin). La llamaremos izquierda bolchevique. Sus postulados principales serían: 1. La revolución socialista no comenzará en los países del capitalismo avanzado sino en los países del capitalismo atrasado. 2. No solo los obreros, también los campesinos pasarían a formar parte de la vanguardia social de la revolución 3. La vanguardia política debería ser construida por los intelectuales, en nombre de los trabajadores, pero sin los trabajadores, organizados en un Partido. 4. la democracia parlamentaria, llamada burguesa, no sería más un objetivo de la revolución, cuando más un paso táctico, y cuando no, un obstáculo a ser removido por la dictadura del Partido. 5. El socialismo, para Marx sinónimo de comunismo, sería convertido en la fase inferior del comunismo, periodo histórico que solo podría tener lugar después de una revolución de carácter mundial. En espera del advenimiento sin fecha de esa “fase superior en el desarrollo histórico de la humanidad” (Trotsky), sería instaurada la “dictadura del partido del proletariado” cuyo objetivo debería ser destruir a la maquinaria “burguesa” de dominación.

En los países de alto retraso económico, sobre todo en los poscoloniales, surgiría una cuarta versión de la izquierda, muy ligada a la tercera. No el partido del proletariado, sino el partido-estado representado en un líder mesiánico, apoyado en la violencia institucionalizada, se convertiría en la vanguardia de una revolución socialista en permanencia. Mugabe, Gadafi, Castro, entre otros, serían representaciones místicas de la revolución de los países pobres en contra del capitalismo mundial.

Lo hasta ahora expuesto no significa que cada una de las nuevas fases de la izquierda suprimiría a la anterior, sino de una relación de tipo más bien sumatorio. Socialdemócratas coexistirían con comunistas, comunistas con tercermundistas y así sucesivamente. De tal manera que la crisis de la izquierda ya se hacía presente antes del colapso del sistema comunista. El problema que se presentaba era mayúsculo. ¿Cómo incluir dentro del mismo concepto de izquierda a los seguidores de un Willy Brandt o de un Felipe González, con los de dictadores como Robert Mugabe o Fidel Castro? Fue entonces cuando las izquierdas debieron pluralizarse y en vez de izquierdas comenzó a hablarse de “las izquierdas”.

Después de la caída del Muro de Berlín parecía que una izquierda sin revolución, sin clase obrera, sin socialismo, ya no podría existir. En verdad, el concepto de izquierda debería haber desaparecido. El hecho que evitó esa posibilidad fue uno solo: las derechas continuaban existiendo. De ahí que ser de izquierda se convirtió rápidamente en algo muy impreciso: no ser de derecha. Vale decir, en opositores a una derecha económica, neo-liberal y anti-social. No fue la izquierda, fue la derecha la que salvó a las izquierdas de su ruina total y definitiva.

El “socialismo del siglo XXl”, tan popular en América Latina, solo fue un intento para unir a todos los fragmentos dispersos de las izquierdas. Pero unirlos ¿cómo? ¿En torno a un futuro común? Imposible, no había ninguna alternativa que sustituyera a las antiguas visiones. ¿En función de una nueva teoría socialista? Con el perdón de los socialistas, pero después de la caída del muro los pensadores de izquierda se han caracterizado por una notable sequía mental.

El problema sería mayor cuando los partidos socialistas, como consecuencia del fin del orden económico industrialista, comenzaron a declinar en casi todos los países europeos. El vacío que dejaron detrás de sí fue parcialmente llenado por algunos movimientos y partidos nacional-populistas de carácter neo-fascista cuyo objetivo es fundar sistemas posdemocráticos (Anne Applebaum) como hoy sucede en Polonia, Hungría, Turquía, Rusia, Bielorrusia. En algunos países europeos (España y Portugal), pero sobre todo en América Latina, su equivalencia ha sido la formación de una “nueva izquierda”.

A esa “nueva izquierda” la llamaremos aquí izquierda populista, no porque se defina como populista sino porque para existir no le queda otra alternativa que ser populista.

De acuerdo a autores como Bernd Stegemann, las nuevas izquierdas son conglomerados de movimientos muy diferentes entre sí, casi todos identitarios (nacionalistas, religiosos, de género, ecológicos, etc) los que en algunos casos practican una unión confederativa con las antiguas izquierdas. ¿Como vincular a todas esas representaciones movimientistas, cada una con una visión excluyente y moralista de la política? No quedaba otra alternativa: mediante un liderazgo que los represente a todos. Pero como eso es imposible en un nivel social, ese liderazgo solo puede ser representado al nivel de lo simbólico e incluso de lo mágico.

Chávez, por ejemplo, tenía para cada uno de los segmentos de su heterogéneo movimiento una palabra diferente. Sin ahondar demasiado, hoy vemos en Perú un gobernante-líder, Pedro Castillo, que concita el apoyo de las identidades raciales (indios) sociales (campesinos) y de intelectuales de la izquierda tradicional pero también de una izquierda identitaria de carácter urbano. ¿Como unir las demandas libertarias (incluyendo las feministas) con el tradicionalismo patriarcal y extremadamente conservador de los campesinos e indios peruanos? No queda otra respuesta: mediante una simbolización radical de la política, vale decir, mediante el levantamiento de un populismo personalista, autoritario y caudillesco, al estilo del que representa informalmente Evo Morales en Bolivia o Lula en Brasil, para nombrar solo dos ejemplos.

De un modo distinto vemos que en Chile podría llegar a presentarse el mismo dilema. ¿Como unir las narcisistas identidades de género y cultura con las sociales, con las raciales, con las ideológicas, con las de los dogmáticos comunistas que provienen del siglo XX, en torno a una sola fuerza de gravedad? (en la expresión de José Joaquín Brunner). Un conglomerado muy potente para hacer oposición a un gobierno de derecha pero muy impotente para ponerse de acuerdo en torno a un discurso coherente y unificado ¿Deberá convertirse Gabriel Boric en lo que el mismo seguramente no quiere ser, en el primer líder populista de Chile? ¿O surgirá un centro equidistante a las rancias derechas y a las rancias izquierdas? Las peguntas son inquietantes. Pero sobre todo, válidas.

O en Colombia ¿surgirá un centro político que logre evitar la confrontación altamente polarizada entre una izquierda “petrista” que no excluye a radicales violentistas y una derecha populista y autoritaria como es la uribista? En el futuro inmediato tendremos algunas respuestas. Por ahora solo podemos concordar con Gabriel Tortella: es muy difícil saber lo que es ser de izquierda hoy día. Solo sabemos por ahora que ser de izquierda no es ser de derecha. Y eso no es mucho. Es más bien, muy poco.

Agosto 12, 2021

Polis

https://polisfmires.blogspot.com/2021/08/fernando-mires-izquierdas-e-izq...

 8 min


Laureano Márquez

Uno de los hechos más insólitos de la historia del papado es el juicio post mortem realizado al papa Formoso, pontífice entre los años 891 y 896. Lo peculiar de este proceso judicial es que se realizó de manera presencial, es decir, el cadáver del papa fue sacado de su sepultura, vestido con los ornamentos pontificios y sentado en un trono para que escuchara las acusaciones que se hacían en su contra. Al parecer guardó silencio durante todo el proceso, dando pie a que se le aplicara el principio de que «quien calla, otorga» y por tal razón fue condenado.

Formoso se había hecho parte –como otros papas de su tiempo– de las disputas que protagonizaban las familias nobles de Italia por imponer su primacía en la región.

A su muerte, una de las facciones a las que él se había opuesto se hizo con el poder y el control de Roma. Esto propició que el papa Esteban VI, partidario del nuevo bando, accediera realizar tan extraño juicio. Los relatos del hecho son grotescos: el cuerpo de Formoso, que llevaba nueve meses de fallecido y sepultado, fue llevado a la Basílica Constantiniana donde se le amarró a una silla, no tanto por temor a la fuga sino para mantenerle erguido.

Luego de su condena por del sínodo, fue despojado de las sagradas vestiduras y se le amputaron los tres dedos con los que impartía las bendiciones. Su pontificado se anuló y, consiguientemente, todos sus actos como cabeza de la Iglesia. Su cadáver fue lanzado a la «fosa de los condenados y desconocidos» y finalmente a las aguas del Tíber, para que desapareciera para siempre.

Según la leyenda, su cuerpo fue a dar a las redes de un pescador que lo mantuvo oculto. Años más tarde los vientos de la política italiana volvieron a cambiar y Formoso fue restituido y volvió a San Pedro donde reposa aún hasta nueva disposición judicial.

Como parte de su sentencia, Formoso fue sometido a la denominada damnatio memoriae, sanción propia del derecho romano que consistía en borrar todo recuerdo del condenado. Esto incluía la demolición de monumentos, el retiro de inscripciones y, en algunos casos, incluso la prohibición de la mención de su nombre. Esta práctica del Senado romano, de la que Esteban VI echó mano para condenar a su antecesor, no era exclusiva de Roma, también había sido puesta en práctica en el antiguo Egipto. Tampoco es privativa del mundo antiguo y de la temprana Edad Media.

En tiempos mucho más recientes, dictadores como Stalin, el tipo de bigotes que es igualito al Esteban que conocemos, borró de la historia, e incluso de las fotografías, a los compañeros revolucionarios que se le opusieron. Ya se sabe que era un personaje de malas purgas.

Un cuadro del francés Jean-Paul Lauren muestra la escena del papa vivo acusando al difunto. Si más de mil años después podemos hablar de Formoso es porque la damnatio memoriae de Esteban VI no fue tan exitosa. Quien esto escribe es enemigo del olvido.

Ciertamente, no hay que llegar al extremo de desenterrar a ciertos personajes para sentarlos en el banquillo, más aún si uno no sabe exactamente dónde está el cadáver. Lo que sí hay que hacer, cada día que se va al mercado y se padece la inflación galopante, o cuando en la estación de servicio del país con las mayores reservas petroleras del planeta no se puede poner gasolina, es sentar en el banquillo de la conciencia al causante de tantos males, no con el fin de borrar su memoria sino, al contrario, para tenerle muy presente y condenarle con la finalidad de que nunca más algo así vuelva a sucedernos.

Twitter @laureanomar

Laureano Márquez P. es humorista y politólogo, egresado de la UCV.

 3 min


José Machillanda

La revolución militarista después de la raquítica expresión de asistencia electoral el 8 de agosto, confirma pública e inobjetablemente lo acontecido el 6D de 2020, ahora el 8A de 2021, es decir, la huida llana e inequívoca de su supuesta base política. El revolucionarismo militarista desconoce por torpe lo que significa elegir. Elegir es un acto intuito persona para seleccionar o votar, con lo cual se convierte en un acto ético. Ético como valoración individual, donde nadie tiene que ver con el color, pero sí tiene que ver con quien se apuesta sobre todo porque ese acto tiene que ver con enunciar. Dice la ciencia política que el votar enuncia… nadie fue, no está enunciado.

Enunciar es un verbo crítico, propio de los demócratas por cuanto no se ordena, ni se vigila, ni se compra. Sí nace de la internalidad de los votantes que expresan para el candidato su aceptación. Es un proceso que demanda de liderazgo, sí de liderazgo, pero jamás de propaganda. ¡Enunciar no lo pudieron hacer lo primitivos rojos! Por cuando no pueden y no tienen -en un país destrozado, lleno de miseria y arbitrariedades- un referente para ejercer el voto.

Enunciar en política significa todo lo contrario a denunciar, que es la tesis y fundamento del revolucionarismo primitivo. La Venezuela del 2021, que está harta de denuncias y planteamientos disfrazados para distraer la incapacidad del régimen. El régimen revolucionario, tozudo, no ha podido comprender nunca qué es la política, que hoy no tiene Vías que pueden ser identificadas como acciones cercanas de un líder para cumplir con las resoluciones de las demandas prescritas y pospuestas. Es decir, este régimen nació del golpismo y la traición no entiende de ética, piensa que todo puede ser un engaño.

Enunciar en política es una expresión que transformarán, pero… las pruebas son todo lo contrario. Ello está a la vista. El régimen es la propia regresión política, el mejor ejemplo es la farsa del 8A, que inequívocamente explica la incapacidad como grupo y la imposibilidad de enunciar. La venezolanidad democrática tiene claro que los gobernadores y alcaldes para nada tienen que ver con colores, pero sí tienen que ver con la decencia política que compromete al líder con la Constitución y la ejecución de la ética utens y la ética docens.

El revolcón electoral que ocurrirá el 21N como hecho único permitirá que el liderazgo político enuncie. Enuncie a través de ejercicio de la participación política. Enuncie haciendo política.

Enuncie respetando el cuerpo de leyes y el proceso como tal, que nada tiene que ver con el revolucionarismo militarista. Con lo que sí tiene que ver el hecho electoral es con la ética y con la imaginación de un liderazgo que quiere construir una nación, pero no en forma vertical y militarista, sino con un liderazgo político emergente y sociedad libre y en libertad. Entonces, e puede enunciar que ese hecho electoral se corresponde con la democracia real.

El régimen que no pudo contar sus adherentes el 8A, se dará cuenta que la política es ciencia y el auditorio la sociedad, que es el cuerpo juez que está convencido que con el uso de las bocas de fuego y su empleo inmoral y cobarde no se hace política, pero sí se violan la ética y las leyes. El show del 8A es una prueba demostrativa de la flacidez y falta de control del militarismo revolucionario sobre sus electores. A partir de esta afirmación es evidente que, para el próximo hecho electoral, predominará la democracia. El acto electoral del 21N será una expresión de la cultura-paz que requiere la república.

El régimen farsante no le sirvió de nada el show grotesco porque no tienen Vías, no sabe de política -pero más grave aún- subestima al cuerpo societal venezolano, de donde se desprende que no hay líderes sino operadores de otro orden. El liderazgo político que sí sabe de política, que no le preocupa el partidismo, se centrará en el cuerpo societal. El cuerpo societal que no le tolera más revoluciones militaristas, obscenas y primitivas, reclama y demanda -como corresponde- un nuevo estamento militar que se aparte del conflicto político y se ocupen, enuncie la defensa de la república.

Es original,

Director CSB-CEPPRO

@JMachillandaP

Caracas, 10 de agosto de 2021

 3 min


Alberto Barrera Tyszka

“A mí ya no me importan ni la oposición ni el gobierno. Yo lo único que quiero es que me dejen de joder”. Lo dice un venezolano que tiene un pequeño puesto de venta de empanadas cerca del centro de Caracas.

Me contó que en estas dos décadas ha sido de todo: votó por Hugo Chávez en 1998, se desilusionó, apoyó después a la oposición y terminó también decepcionado. Ahora solo quiere que lo dejen en paz, tratando de sobrevivir.

Se ha anunciado que el próximo viernes 13 de agosto comenzará, en México y con el acompañamiento del gobierno de Noruega, una nueva mesa de diálogo entre el gobierno y las fuerzas de oposición de Venezuela. La mayoría de la población, sin embargo, no ve este hecho con esperanza. Son demasiados años de desgaste.

Es evidente que el chavismo busca liberarse de las sanciones internacionales y que la oposición quiere recuperar sus espacios políticos. Lo que está menos claro es quiénes representan realmente a los ciudadanos. Cómo y de qué manera está presente en la negociación la realidad cotidiana de los venezolanos.

Salí de Venezuela en el año 2013 pero, por lo menos dos veces cada año, volvía y me quedaba un tiempo en el país. Estuve por última vez en enero de 2020, justo antes de que comenzara la pandemia. Acabo de pasar un mes en Caracas y, como siempre, vuelvo a sentir que el país es otro, que todo cambia demasiado rápido. Nunca antes había sentido un desinterés tan contundente por la política. La hipótesis de un escenario alternativo, la ilusión de posible salida del conflicto, está cancelada. La esperanza ha desaparecido del ámbito público, que se ha reducido a la legítima lucha por la supervivencia. Sobrevivir es también una forma de resistir.

Me asombra, por ejemplo, la naturalidad con que mis amigos o familiares se relacionan con la delincuencia uniformada. “Si vas a manejar —me advierten—, lleva todos los papeles, hasta el título de propiedad del carro”. “Pon un billete de diez dólares en la cartera, de todos, por si acaso”, también me dicen. El término es “matraqueo”. Se corresponde a la “mordida” mexicana. Es lo que hace o intenta hacer cualquier policía o militar que te detiene en una vía pública. Todos mis conocidos han tenido al menos una experiencia con uniformados que los paran en la calle y tratan de sacarles dinero.

Un sobrino trabaja en un restaurante. Salió a las once de la noche, iba a visitar a su novia. En el camino, dos motorizados los detuvieron, lo encañonaron con sus armas. Eran policías. Mi sobrino tenía todos los papeles en regla. Al rato, un poco cansado del trámite, uno de los policías se lo dijo claramente: “Pero ¿y entonces, chamo? ¿No tienes nada ahí para rescatarme?”. Terminó dándoles un sanduche que había preparado en el restaurante y que era la cena de su novia.

Me interesó la expresión “rescatarme”, el verbo: rescatar. Me explicó mi sobrino que es una forma más personal de pedir algo. Las autoridades —la supuesta representación de la institucionalidad— tratan a los ciudadanos de una manera similar que algunos delincuentes. Son rehenes que deben pagar un rescate.

Esa línea indefinida donde se cruzan la violencia y la legalidad apareció de manera más brutal una semana después. Durante tres días, un operativo de las fuerzas de seguridad del gobierno incursionó en la Cota 905, un barrio en el suroeste de la ciudad para enfrentarse con un importante grupo delictivo conocido como la banda del Koki. Los tiroteos dejaron un saldo de 33 muertos, la mayoría de ellos a causa de “balas perdidas o ejecuciones extrajudiciales”. Aunque se ofrecía una recompensa de 500.000 dólares, el gobierno no logró atrapar a los cabecillas de la banda.

Durante ese tiempo, traté de obtener algún tipo de información sobre lo que estaba ocurriendo. En las noches, los noticieros que vi no decían nada. En el día, algunas estaciones de radio mencionaron el enfrentamiento, pero siempre con aséptica prudencia, pero ofreciendo pocos datos y ningún análisis. Las páginas de los periódicos digitales que suelo acceder desde el exterior, estaban todas bloqueadas. Solo quedaba Twitter, que no es un medio de comunicación sino una red cuyas informaciones no son siempre confiables. Había una guerra pero era invisible. El chavismo, para variar, culpó a la oposición y al imperialismo. La oposición culpó del caos al abandono del Estado.

Para muchos venezolanos, ya no importa lo que diga un bando y otro. La política ha pasado a ser un relato ajeno, sin conexión con lo que ocurre. Enganchados en su dinámica polarizada, acusándose todo el tiempo mutuamente, los líderes parecen personajes inverosímiles, cada vez más alejados de la realidad concreta de la población. Mientras se anuncia el nuevo diálogo y una nueva reconversión monetaria, la desigualdad entre la extrema minoría que tiene dólares y el resto de la población se hace cada vez grosera y obvia.

En un bodegón, una tienda de productos importados, vi a un hombre joven que hablaba por su celular en voz alta empujaba un carrito lleno de alimentos y botellas de licores importados. Tras él iba su chofer (o tal vez su guardaespaldas) empujando otro carrito. A voz en cuello, el hombre ultimaba los detalles de una fiesta y, con pretendida graciosa complicidad, trataba a su interlocutor de “comandante”. Este tipo de escenas, muy frecuentes, deshacen cualquier retórica sobre el bloqueo y las sanciones. La burguesía revolucionaria hoy se exhibe sin temor y sin pudor. La dolarización y el aislamiento han hecho más evidente su reinado. Es una élite privilegiada en medio de una mayoría cada vez más pobre.

Una de las justificaciones centrales en la génesis del chavismo fue la condena a la represión al pueblo que reclamaba sus derechos. Después de más de dos décadas en el poder, el chavismo ha terminado siendo también mucho peor que cualquiera de los gobiernos anteriores. Basta mirar la persecución a las organizaciones civiles, a los sindicatos, a los periodistas y medios de comunicación independientes. Más allá de la política y de las fuerzas de oposición, el chavismo ha desarrollado un ataque a cualquier representación popular que no controle. Esta semana, metió presa a una enfermera que protestaba por un sueldo justo y por el derecho a vacunarse.

Todo esto también tiene que estar presente en la mesa de diálogo en México.

Por supuesto que cualquier posible negociación entre las fuerzas opositoras y el gobierno representa un avance en la solución del conflicto en Venezuela. Pero junto con el chavismo, que solo se representa a sí mismo y a su interés por permanecer en el poder sin sanciones internacionales, y a la oposición, que representa muy diversos grupos, divididos y desesperados por recuperar espacios y posibilidades de maniobra, también tienen que estar representadas la tragedia y el desencanto de la gente.

Ahí tienen que estar las víctimas de la violencia, de la economía, de la extorsión política, de la segregación, de la persecución estatal. Aquellos que ya no creen en nadie, en nada. Quienes solo quieren que los dejen de joder.

8 de agosto 2021

NY Times

https://www.nytimes.com/es/2021/08/08/espanol/opinion/dialogo-venezuela-en-mexico.html?campaign_id=42&emc=edit_bn_20210810&instance_id=37529&nl=el-times&regi_id=69591975&segment_id=65830&te=1&user_id=2747f13685c783553ecfcc4aab3c7bd2

 5 min


Eddie A. Ramírez S.

Los catorce ceros que los rojos le han quitado al bolívar explican en gran parte el éxodo de más de cinco millones de venezolanos. En general, las dictaduras promueven crecimiento económico y controlan el hampa, por lo que solo emigran quienes son perseguidos por motivos políticos. La pacificación lograda por el dictador Juan Vicente Gómez, aunada a la escasa población y el disponer de una moneda fuerte fueron un imán para atraer inmigrantes. Sin esa inmigración, no hubiésemos alcanzado tan velozmente el desarrollo que tuvimos hasta mediados de la década de los años setenta del siglo pasado. La dictadura actual revirtió este proceso.

Durante el régimen de Pérez Jiménez, todos los exiliados soñaban con regresar al día siguiente de la caída del dictador. En los cuarenta años de una democracia imperfecta y con señales de deterioro, pero perfectible, la gran mayoría de quienes salimos a estudiar o a trabajar regresamos al país. En lo personal, recuerdo que cuando renuncié a mi cargo en un centro internacional en Costa Rica, el director me dijo: sabía que no durarías mucho, ustedes tienen demasiadas oportunidades en Venezuela ¡Cómo ha cambiado esta situación!

Lamentablemente, las malas políticas económicas del período democrático no permitieron alcanzar un desarrollo sostenible, pero, aun así, estábamos mejor que nuestros vecinos, los cuales siguieron atraídos por nuestra tierra. Sin embargo, algunos venezolanos con formación profesional empezaron a emigrar al percibir el deterioro gradual del país.

La llegada de Chávez, con su carga de odio, las expropiaciones, la inseguridad personal y jurídica, la pérdida de valor de nuestra moneda y la intolerancia política aceleraron la emigración de profesionales y empresarios. Algunos han tenido éxito, otros no han podido superar las vallas de la reválida del título y están desempleados o realizando labores fuera de su experticia. Cuando se presentó la escasez de alimentos, de medicinas, se dificultó conseguir empleo, se agudizó la falta de agua, de electricidad, de combustibles y el bolívar quedó pulverizado, millones de compatriotas, la mayoría sin formación universitaria, iniciaron un éxodo masivo, inclusive a pie.

¿Cuál será la consecuencia para el futuro de Venezuela de este éxodo de capital humano? Destacados investigadores han trabajado este tópico. Recién, la Academia de la Ingeniería y el Hábitat auspició la publicación del libro digital Diáspora de talento venezolano: características de una migración calificada, cuyo editor y coordinador es el distinguido profesor José Manuel Martínez Cabrera. Este libro es de lectura obligatoria para quienes les preocupa el futuro de nuestro país. Quien esto escribe no es el indicado para discutir el tema. Solo pretendemos llamar la atención para que políticos e investigadores evalúen los impactos positivos y negativos de la emigración sobre la recuperación de nuestro devastado país. Este libro contiene importantes contribuciones.

¿Esta emigración es una pérdida total para Venezuela? ¿Es posible recuperar a quienes emigraron? ¿Se puede aprovechar la experiencia de quienes se fueron? ¿Debemos hablar de circulación de talento y no de fuga de talento, como propone Tomás Páez? ¿Cuáles son las dificultades que encuentran los profesionales que emigran? ¿Es posible superarlas sin apoyo? ¿Cómo pueden contribuir quienes migraron asuavizar las penurias de quienes se quedaron?

Estas y muchas otras preguntas son debatidas en este importante libro. El mismo contiene artículos de distinguidos investigadores. Humberto García Larralde nos proporciona una clase magistral de lo que ha sucedido con nuestra economía. Tomás Páez postula la tesis de la circulación del conocimiento como consecuencia de los intercambios y esboza mecanismos para que no los perdamos. Ruth Castillo nos ilustra los casos de las emigraciones como consecuencia de la guerra civil española y de las barbaries del nazismo y del fascismo, y propone estrategias para apoyar a la ciencia venezolana en el exilio. Jassir Heredia nos informa de hermosos casos de organizaciones no gubernamentales que ayudan a quienes permanecen en Venezuela. Por último, hay once emotivas historias de las dificultades y éxitos de compatriotas en el exterior. Otros investigadores deberán emprender el estudio de los millones de emigrantes más recientes, muchos de ellos sin estudios universitarios, pero que eran importantes en nuestra economía.

Llorar o culpar a quienes se marcharon no tiene sentido. Es un hecho cumplido. El problema es grave por su elevado número y porque han pasado muchos años. Es difícil que regresen y sus hijos gradualmente van sintiendo a Venezuela como algo lejano. Lo mismo que les pasó a los hijos de los millones de emigrantes que llegaron a Venezuela y que la sienten como su única patria. Mis abuelos maternos Aarón Serfaty y María Benazar, judíos sefarditas emigrados de Tetuán y Tánger, respectivamente, murieron en Venezuela, al igual que sus hijos. Tristemente recuerdo, en una de las tantas marchas de protesta, a una abuelita chavista con un cartelón que decía Hijos de inmigrantes de m…. Tal es el odio que predicó el nefasto difunto La diáspora de talento no tiene que ser una pérdida total. Es posible aprovecharla con intercambios, que vengan a dictar cursos o conferencias y llevar proyectos conjuntos de investigación, intercambios culturales o simplemente de experiencias de vida.

Ojalá que regrese un grupo, como lo hizo Ulises a su Ithaca. Seguramente encontró a una Penélope no tan joven, con signos del tiempo. Quienes vuelvan a la patria no hallarán la Venezuela pujante que encontramos quienes regresamos del exilio en 1958, pero serán importantes para reconstruirla.

Como (había) en botica:

Lamentamos el fallecimiento en el exilio del distinguido general (GN) Régulo Díaz Vega, quien fue primero de su promoción y valiente defensor de la democracia. El régimen lo tildó de traidor en su foto colocada en la EFOFAC. Cabe preguntar ¿quién es traidor, el que protesta las violaciones a la Constitución y no acepta someterse a una dictadura o quienes como los generales Belisario Landis, Jesús Villegas Solarte, Lenín González Trómpiz, Nestor Reverol y Fabio Zavarce, señalados de haber violado los derechos humanos?

¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!

eddiearamirez@hotmail.com

 4 min


ANCO

La Alianza Nacional Constituyente Originaria- ANCO, ratifica al país y la Comunidad Internacional nuestro empeño fundamental de procurar y lograr el Gran Cambio del modelo político, administrativo y constitucional que se debe dar en Venezuela, cesada la usurpación de quienes ejercen ilegalmente el poder, sumiendo al País en la más injusta, desbastadora y terrible crisis política, social y económica jamás vivida en nuestra historia, con violación continuada de los derechos humanos, de nuestra soberanía y ser centro de actividades narcoterroristas, que hicieron del país un estado fallido, amenaza cierta de la paz, desestabilización democrática y seguridad del continente; ante lo cual expresamos y proponemos:
1.- ANCO señala, que han sido 21 años de secuestro y colonización a manos de lacayos sumisos del Foro de Sao Paulo, de sectores dogmáticos enemigos de la cultura occidental, de irregulares y terroristas que violan nuestra soberanía, ante los cuales han encontrado una oposición que no ha sabido interpretar el talante hegemónico de la dictadura; oposición que sobre el interés de la República privilegia “espacios” de conveniencia particular o partidista que no solucionan la crisis estructural del país. En ese sentido ANCO comparte, acompaña y apoya plenamente la opinión y posición de la Iglesia cuando señala: “Los oscuros nubarrones que se ciernen sobre el país y las consecuencias de malas prácticas políticas de los últimos años plantean la urgente necesidad de “REFUNDAR LA NACION”.

2.- ANCO propone, al país y la Comunidad Internacional, activar el proceso constitucional, democrático, incluyente y de reconciliación nacional idóneo y pertinente que precisa Refundar la Nación, representado por una CONSTITUYENTE DE CARÁCTER ORIGINARIO. Proceso donde el pueblo en ejercicio de la soberanía popular decida su presente y futuro y se dé un nuevo pacto social y político que haga posible el GRAN CAMBIO urgente y necesario que el país reclama. Proceso que parta de la afirmación de principios y valores de nuestra tradición republicana, privilegie el principio universalmente reconocido de Autodeterminación de los Pueblos y su protagonismo, todo contemplado en el texto constitucional; y que además privilegia la paz por sobre la violencia en cualquiera de sus manifestaciones. QUE EL PUEBLO DECIDA!, ha sido nuestra exigencia y de la Comunidad Internacional para dar su apoyo invalorable a la causa de la libertad. Esta es una oportunidad única para demostrarlo;

3.- ANCO reitera, su rechazo y apoya a los venezolanos que en su gran mayoría han determinado su firme posición de NO respaldar el incoherente accionar de algunos factores colaboracionistas y cohabitadores de la “oposición”, decididos a participar en un proceso electoral fraudulento, ignorando, desacatando y haciendo caso omiso en evidente irrespeto a la voluntad soberana del pueblo emitida en las consultas vinculantes de julio de 2017 y diciembre de 2020, donde de manera concreta y directa expreso: Queremos que el régimen se aparte del poder que ilegítimamente ejerce. Queremos elegir democráticamente al presidente de nuestro país. Venezuela quiere democracia y asistencia internacional. Queremos que el poder regrese a las manos de su legítimo dueño: el Pueblo Venezolano”; elecciones convocadas por el régimen y un CNE ilegitimo, designado por una ilegitima Asamblea Nacional, desconocida por la Consulta Popular, la Asamblea Nacional legitima y por la Comunidad Internacional; siendo así espurias las decisiones y acciones que de ellas se derive. La cómplice participación legitima la usurpación y desconoce la Presidencia Encargada de Juan Guaidó Márquez;

4.- ANCO condena, la hasta ahora nefasta practica de negociaciones o acuerdos aislados entre representantes del régimen, opositores y supuestos representantes de la Sociedad Civil, seleccionados a voluntad de partes interesadas, que van con encargo expreso de privilegiar subalternos intereses por sobre el gran interés nacional, como hasta ahora ha sucedido con más de 13 eventos de esta naturaleza. No puede haber una solución negociada a la crisis, sin la participación de todos los factores involucrados en especial de la Sociedad Civil, donde se rechace iniciativas colaboracionistas de impune cohabitación que impiden resolver la dramática crisis institucional y humanitaria, y la prolongan mediante una libertad condicionada por la abyecta voluntad de quienes han hecho política de estado mediante un evidente y corrupto accionar, con sistemática violación continuada de los derechos humanos de los venezolanos;

5.- ANCO comparte, el aval que dieran los EEUU, Unión Europea y Canadá al proceso de negociación adelantado por algunos sectores de la oposición y el régimen, en el sentido de que “La solución pacífica a ésta profunda crisis política, social y económica debe provenir del mismo pueblo venezolano, a través de negociaciones de amplio alcance impulsadas por los venezolanos, en las que participen todos los actores interesados. Un proceso de negociación integral, con plazos concretos, debería posibilitar el restablecimiento de las instituciones del país y permitir que todos los venezolanos puedan expresarse políticamente por medio de elecciones locales, parlamentarias y presidenciales creíbles, inclusivas y transparentes”. Es necesario, entonces, comprender que la tramitación de un proceso de negociación política como el planteado por la Comunidad Internacional que ha impuesto sanciones a los jerarcas del régimen, debe trabajar propuestas que involucren a todos y cada uno de los venezolanos en la solución de la grave crisis que nos aqueja. Bajo esta iniciativa, sería el pueblo, la soberanía popular, el que colocaría sus problemas en los primeros lugares de la agenda nacional y decidiría el rumbo a tomar por el país”. De allí que una negociación que deje de lado la representación de la Sociedad Civil, como lo exige el acuerdo en referencia esta previsiblemente condenado al fracaso.

6.- ANCO suscribe y promueve, la propuesta del Consejo Rector de la Conferencia para el Restablecimiento Constitucional y Democrático, hecha en representación de los más de 6,4 millones de venezolanos que participamos en la Consulta Popular realizada del 7 al 12 de diciembre de 2020, y actores interesados y dolientes de las resultas de este proceso, donde PROPONEMOS a la Comunidad Internacional, representada por los EEUU, la UE y Canadá, a los sectores representados por la oposición política encabezada por el Ing. Juan Guaidó Márquez, en su calidad de Presidente Encargado reconocido por la comunidad internacional, y al régimen que encabeza Nicolás Maduro Moros, que el proceso de negociación política exigido por la comunidad internacional, se lleve a cabo sobre las siguientes bases: a) Objeto de la negociación: la Convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente de carácter Originario; b) Participantes: Una negociación entre cuatro (4) partes: una delegación de la Comunidad Internacional firmante de la Declaración Conjunta del 25 de Junio (EEUU, la UE y Canadá); una delegación de los sectores de la oposición política que encabeza Juan Guaidó Márquez como Presidente Encargado reconocido por la comunidad internacional; una delegación del Consejo Rector de la Conferencia Ciudadana para el Restablecimiento Constitucional y Democrático, como representación de los más de 6,4 millones participantes de la Consulta Popular de Diciembre de 2020; y una delegación del sector gubernamental que encabeza Nicolás Maduro; c) Puntos a negociar: 1) la designación de una Autoridad Electoral Ad-Hoc con la participación y apoyo de los organismos técnicos de la Comunidad Internacional, únicamente para la elección de los ciudadanos Constituyentes que representarán a todos los venezolanos en la Asamblea Nacional Constituyente; y 2) Las Bases Comiciales que regirán la elección de los Constituyentes; d) Garantías del proceso: las partes establecerán las garantías para que se cumplan los acuerdos y compromisos a los que se lleguen en el proceso de negociación;
7.- ANCO respetuosamente, expresa al ciudadano Presidente Encargado Ing. Juan Guaidó Márquez, en lo referente al proceso de negociación que se anuncia realizar en México, que no se trata de negociar con ilegítimos, condiciones de transparencia para participar en “elecciones medianamente libres”, como dijera un Rector del irrito CNE; sino se trata de NO legitimar un régimen que ilegitimiza al Gobierno Encargado que usted preside, y menos aún negociar o suprimir sanciones que desestabilizan la dictadura, porque hacerlo es trabajar a favor de la usurpación y no de los venezolanos; se trata de negociar la salida de Maduro y su entorno usurpador para ir a un proceso de transición que garantice condiciones mínimas de convivencia para convocar elecciones generales libres y confiables, con observación y apoyo efectivo de la Comunidad Internacional que avale y reconozca el proceso. Por otro lado, reiteramos, los venezolanos rechazamos las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre 2020 en la 2da pregunta de la Consulta Popular de diciembre y por lo tanto la designación de un nuevo CNE producto de ese parlamento ilegitimo. Si Usted afirma no participar en esas elecciones debería ser por esa razón y no otra. No porque hayan o dejen de haber “condiciones”, que nunca ocurrirán mientras Nicolás Maduro Moros continúe usurpando el poder, sino porque son ILEGITIMAS;

ANCO, finalmente desea expresar al Señor Presidente Encargado Juan Guaidó Márquez, con base a nuestra conducta y propósito de “constitucionalizar la acción política”, lo que resulta mucho más potente y seguro que la “politización de la lucha democrática”, que un proceso de Salvación Nacional, como usted lo ha advertido, no puede soportarse en acuerdos que se incumplan, soslayen y den continuidad a la impunidad generalizada, y la reiterada violación de los derechos humanos y políticos, con existencia de presos políticos, sin vigencia del Estado de Derecho, y tantos más que prevén su fracaso, a cambio de objetivos accesorios o subalternos que no garanticen la plena libertad y soberanía, prolonguen injustamente la agonía nacional, precipita la perdida de la República e impidan de manera inmediata y sin dilación alguna, acometer el urgente proceso de REFUNDAR LA NACIÓN. Por lo que, dada su alta investidura institucional y responsabilidad constitucional para con la Nación Venezolana, terriblemente agobiada, perseguida, criminalizada, víctima principal y directa de la tiranía, respetuosamente le exhortamos y solicitamos Sr. Presidente Juan Guaidó Márquez, a dar respaldo integral, firme y efectivo, desprovisto de politización o interés subalterno alguno, al mandato constitucional vinculante emitido por los venezolanos en las dos Consultas Populares celebradas, que en esencia se recogen en las propuestas expuestas en el presente documento, que son anhelo de suprema unión nacional, transparente libertad, justicia y progreso en el marco de un GRAN CAMBIO CONSTITUCIONAL.

¡Que el Pueblo Decida!
Alianza Nacional Constituyente Originaria, ANCO
Caracas 08 de Agosto 2021

 8 min


Werner Corrales

Para ejercer un liderazgo político efectivo, capaz de orientar a una nación, sobre todo a una que está prácticamente disuelta y con la mayoría de sus miembros en infame precariedad, es indispensable que los que pretendan aquel rol sientan empatía real con la gente, sus anhelos y sus penurias, que tengan una visión del país futuro a construir y de las estrategias, instituciones y políticas necesarias para hacerlo y que todo eso se refleje en sus acciones.

Si, eso tiene que ser más que un conocimiento o un sentimiento en el lider, tiene que ser la motivación fundamental de su quehacer para que la gente lo respete, lo reconozca y acuda a sus llamados.

Sobre esa base la lucha electoral es apreciada por los ciudadanos como un instrumento legítimo del liderazgo en cualquier circunstancia.

Pero cuando la motivación fundamental de un político o de la clase política de una nación en nuestras circunstancias es simplemente ejercer la competencia electoral, es ganar cargos de elección popular sin tener la visión de que hacer desde esos cargos y sin mostrar aquella empatía, no puede esperarse que la construcción de un nuevo país esté cercana a través de la guia de los dirigentes.

Yo creo que, lamentablemente, nuestro obstaculo principal para salir de la crisis radica en la ausencia de esas condiciones en casi toda nuestra élite política.

La gente de Venezuela estaría más dispuesta a la unidad que requiere su acción si reconociese a un liderazgo por su motivación y por aquellos rasgos.

El dilema no está realmente en ir o no a unas elecciones; está en contar o no con suficientes líderes merecedores del reconocimiento de nuestra sociedad.

6 de Agosto de 2021

 1 min