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Opinión

José Machillanda

El régimen acorralado en su incapacidad como gobierno muestra cada vez más ser un anti-gobierno. En tal sentido, casi locura pero con control y ejecutando el espectro radioeléctrico, explota con burda propaganda socialista arrinconado a la civilidad. Abarrota de sucia, absurda propaganda y expresiones teatrales para mostrar la “Farsa del 6D”. Así el hecho electoral lo convierte el régimen farsante, en el todo de su antipolítica. Es casi una provocación a la mayoría de la ciudadanía, que no tolera ni acepta la burda propaganda para un hecho electoral que no reúne las condiciones propias de la civilidad.

El régimen girando alrededor de la farsa electoral es un real y claro motivo para activar en sus funciones específicas al Nuevo Liderazgo Político, que como profesionales de la sociedad -liderazgo ejemplar- tendrán que activar acciones para explicar la grave situación del revolucionarismo militarista enfocado en la farsa del 6D. El 6D es una maniobra-atajo para que el régimen consiga una supuesta relegitimación ante el mundo. Relegitimación negada desde ya por la sociedad democrática, entendiendo que el Ambiente Político Electoral no es una ocasión legitima, sino una maniobra artera en contra de la democracia, que desconoce la episteme y la doxa electoral y está distante de lo que significa el hecho democrático electoral para los venezolanos.

La farsa electoral del 6D deviene de un régimen en usurpación que, por violento y primitivo, desconoce la Ley del Estatuto y la noción usurpación. La brutal y angustiosa propaganda cuanto explica es el nerviosismo del revolucionarismo, a la inmoralidad de un régimen, que para dar la vida a un supuesto engaño se coloca en el límite de la aceptación de muchos venezolanos y el mundo democrático. Es un show mal montado, es una trampa y es el ridículo de un régimen que todavía no entiende que el 91% de los venezolanos son demócratas.

El nuevo liderazgo político tiene que comprender esta trampa y explicar que el régimen en usurpación está denudo y que el nuevo liderazgo, entendido como profesionales de la sociedad, no aceptará esas maniobras comunicacionales sino que crearán una oportunidad para estar presente en las plazas, los barrios, y sobretodo en los canales electrónicos para fortalecer la resistencia política. La farsa política del 6D es una bofetada al derecho del voto y es una maniobra del chavismo-comunismo en contra de la paz social y lo pautado en la Constitución, que ha sido violentada por el régimen apoyado por elemento armado que acciona como partido político en armas.

El nuevo liderazgo político deberá desarrollar acciones que expliquen la farsa electoral, el espacio del voto como sufragio y la limitación a la voluntad libérrima del ciudadano. El nuevo liderazgo está retado frente a la farsa electoral, a explicar que esta maniobra simplista, autoritaria por parte de un régimen que lo que motoriza es la desobediencia ciudadanía, llama a la desobediencia de la Constitución y al privilegiar el ejercicio de la política, que como fuerza política creadora transforme esta tiranía y reconstruya la democracia.

El nuevo liderazgo político, ese cuerpo de mujeres y hombres demócratas repartidos en toda la geografía venezolana, está presto y dispuesto a no escuchar la brutalidad, los mensajes acusatorios y difamadores de una masa dictatorial. Masa dictatorial que juega con el hecho electoral, creando pánico, instrumentando grupos criminales, persecuciones y un Ambiente Político Real Violento que de nada sirve a la grave crisis de hambre, de indignación de la mayoría democrática venezolana. Los demócratas venezolanos reconocen el origen perverso, arbitrario y militarista de quienes hoy defienden el voto como una acción o maniobra para una posible relegitimación del régimen.

El nuevo liderazgo político venezolano tiene la responsabilidad de ser el guía, el prohombre que explique la perversión y cobardía de este régimen, que muestre como se ha violado la Constitución, la manera como se ha violado la dignidad de muchos venezolanos, el encarcelamiento y violencia de unos bárbaros que han cercado de hambre y de miseria a dignos y valientes hombres y mujeres de Venezuela que desconocen al comunismo militarista que azota y persigue al ciudadano. La ciudadanía democrática más ese nuevo liderazgo político, entendido como profesionales de la sociedad, no caerán en la trampa de la propaganda abusiva y grotesca.

La farsa del 6D ofende a la República, muestra a unos grupúsculos compraos a que formen parte de esa finta, de ese engaño, de esa acción arropada de mentira y brutalidad propia de la antipolítica. El nuevo liderazgo político tiene la responsabilidad de adecentar la democracia. Para ello promoverá el no asistir a un acto doloso y vergüenza para la historia política de Venezuela. El nuevo liderazgo político como profesionales de la sociedad tiene una responsabilidad cívica de no validar, no asistir a la Farsa Electoral del 6D que muestra al comunismo socialista militarista.

Es auténtico,

Director CSB CEPPRO

@JMachillandaP

Caracas, 17 de noviembre de 2020

 3 min


Eddie A. Ramírez S.

A veces las amenazas a la democracia son más endógenas que exógenas. Es decir, provienen del propio sistema democrático y de los demócratas, y no de algún ambicioso con ideas autocráticas o contrarias a la democracia liberal, base de los principios y valores de la civilización.

El sistema democrático tiene la debilidad de la libertad de expresión que es, paradójicamente, también su fortaleza. La misma permite divulgar ideas y programas que directa o indirectamente socavan la democracia. Con eso tenemos que convivir y neutralizar las malas prédicas con una mejor educación, buena gestión gubernamental, más y mejor democracia y con dirigentes sensatos.

Por parte de los demócratas es necesario aceptar que en el mundo existe una gran desigualdad social que es necesario reducir. Tenemos derechos, pero frecuentemente olvidamos que también tenemos deberes. Respetar las opiniones contrarias es fundamental para alimentar la democracia. Cualquier ciudadano que se considere dueño de la verdad es un autócrata en potencia.

Perdimos la democracia en 1948, por no ser buenos ciudadanos. La recuperamos en 1958 y la volvimos a perder en 1999. Hace 72 años, el 24 de noviembre de 1948, se instauró una dictadura porque los venezolanos pecamos de intolerantes. Rómulo Betancourt reconoció la arrogancia de Acción Democrática durante el trienio 1945-1948 y escribió que existió una guerra civil incruenta y una manera casi bestial de embestirnos mutuamente los partidos. A las pocas horas de la intervención militar, tanto Caldera, como Jóvito, líderes de los partidos de oposición Copei y URD, justificaron esa acción.

La democracia establecida en 1958, empezó con buenos augurios, pero gradualmente se fue deteriorando. Concretamente, a partir de 1974 se inició la pérdida del rumbo, los partidos se volvieron clientelares y se debilitaron al dividirse por diferencias en el liderazgo. Alianza Bravo Pueblo y Un Nuevo Tiempo se separaron de Acción Democrática; Convergencia, producto de la ambición de Caldera, surgió de Copei. Voluntad Popular nació de Primero Justicia. Chávez no fue producto de la generación espontánea, ni del polémico sobreseimiento. Los venezolanos lo llevamos al poder, unos por acción, otros por omisión, y todos por no exigir rectificaciones a la democracia.

Una vez electo Chávez, pecamos por dejar hacer, dejar pasar. Fuimos alcahuetas o, si se quiere ser más suave, pecamos por apaciguamiento, como consta en el excelente libro de Miguel Martínez Meucci. En 1999 la oposición tenía mayoría en el Congreso, gobernaciones y alcaldías, y el TSJ no estaba en manos chavistas, sin embargo permitimos la fraudulenta Asamblea Nacional Constituyente, que legisló rueda libre. De allí en adelante, las violaciones a la Constitución y especialmente a los derechos humanos ocurren a diario.

¿Hemos aprendido la lección? Lamentablemente, algunos dirigentes tienden a incurrir en los mismos errores. Pareciera que no perciben cuál es el peso específico de sus opiniones dentro del grupo opositor, ofreciendo opciones atractivas, pero poco realistas, que alimentan a tuiteros ingenuos o mal informados. Los ciudadanos tenemos la obligación de ser intolerantes ante los atropellos del régimen y del grupo que usurpa el poder, pero no podemos serlo ante los chavistas no corruptos y mucho menos entre la familia democrática opositora.

Esta intolerancia quedó de manifiesto ante las elecciones en Estados Unidos. La simpatía por Trump o por Biden, no debió descalificar su sistema electoral. Extraña el fanatismo al apoyar la declaración de fraude, sin conocer cómo funciona ese sistema. También la credibilidad ante las disparatadas teorías conspirativas, que van desde papeletas sin marca de agua, hasta computadoras en Alemania que cambiaron los resultados, así como a comparar a Tibisay y su corte con las elecciones organizadas de acuerdo a las leyes de cada uno de los 50 estados de la unión.

Depongamos la intolerancia. Unámonos alrededor de la Consulta, no busquemos peros a la misma. Participar no será una llave mágica para salir del régimen, pero es la dirección correcta para contribuir a desencadenar su caída.

Como (había) en botica:

Nicolás Maduro encomendó a la juez Carol Padilla y al fiscal Elín León Aguilar para ejecutar órdenes de allanamiento, persecución, hostigamiento e incautación de bienes a los ciudadanos Arghemar Pérez, Jonathan López, Gabriel Gallo, Freddy Orlando, Romer Rubio, y David Natera, designados por la Asamblea Nacional como Miembros ad honorem del Consejo Nacional de Defensa Judicial, para recomendar estrategias para evitar la pérdida de activos del Estado en el exterior. Sus domicilios fueron saqueados y la persecución y detenciones se extendieron a sus familiares.

El presidente Trump con su antipolítica y la cúpula Republicana que lo apoya le hacen daño a la democracia estadounidense.

¡Bravo por la joven directora de orquesta Glass Marcano!

¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!

eddiearamirez@hotmail.com

 3 min


Freddy Carquez

Hace unos días me permitía recordar la experiencia vivida en Caracas durante los últimos meses de 1957, cuando a partir de la huelga universitaria del 21 de noviembre, las brigadas juveniles de la resistencia a la dictadura, dirigidas por el Frente Universitario y la Junta Patriótica.

Denunciábamos la ilegalidad de la convocatoria de un Plebiscito a celebrarse el 15 de diciembre, en el cual el dictador General Marcos Pérez Jiménez pretendía ser reelecto para cinco años más en el ejercicio del poder político en Venezuela, procedimiento que se encontraba en franca contradicción con la Constitución que exigía elecciones libres, para decidir la continuidad del poder Ejecutivo.

Pérez Jiménez acompañado de sus consejeros políticos y policiales, pretendía evitar una sorpresa como la ocurrida el 30 noviembre de 1952, cuando en unas elecciones libres fue derrotado por una combativa alianza liberal democrática conducida por Jovito Villalba.

La consulta plebiscitaria del 15 de diciembre de 1957, estaba completamente despojada de contenidos democráticos, sobraban los presos políticos y los perseguidos, con los partidos políticos ilegalizados, resultaba muy claro como ocurre hoy (6/12/2020), que respondía a los intereses muy personales del caudillo de aferrarse al poder y sus inmensos privilegios, caracterización que identificó nuestra población, respondiendo con su AUSENCIA, EL LLAMADO A VOTAR fue rechazada.

En el presente, 63 años después (06/12/2020), nos encontramos con una “novedosa” llamada a elecciones parlamentarias, decididas al igual que las de diciembre del 57, en las oficinas del Ejecutivo, para ser instrumentadas por su oficina de asuntos electorales, ignorando el camino democrático que demanda la presencia, participación y decisión de la Asamblea Nacional.

Consulta absolutamente controlada por el NICOLAS, mediante el monopolio de los recursos financieros, de la propaganda (prensa y televisión), las comunicaciones monopolizadas al extremo de la centralización de la administración del gasoil y la gasolina.

La intervenida organización de la infraestructura electoral, que de paso esta militarizada, con la existencia de centenares de presos políticos, tanto civiles como militares, parlamentarios y organizadores exilados.

El ejecutivo actual que encabezan los ciudadanos Nicolás Maduro, Diosdado Cabello y Vladimir Padrino, aprendió de los errores de la experiencia militarista Perezjimenista, gestión que tuvo sus éxitos en materia administrativa y económica, pero se desvinculo delas exigencias sociales y políticas, generando contradicciones insalvables en cuanto a intereses en la administración del poder, diferencias y rupturas que condujeron a su derrota.

En su pretensión continuista y hegemónica, Nicolás y sus asesores nacionales y extranjeros, idearon “democratizar la actividad poltica” en forma controlada desde Miraflores, negociando la cesión de algunos espacios a cambio del acompañamiento del llamado presidencial a elecciones de la nueva Asamblea Nacional.

Es completamente explicable que el equipo de Gobierno trate de mejorar su aceptación local y en la vecindad, pero debe aprender que no hay otro camino que el respeto a las reglas del juego, no es posible aceptar ninguna consulta electoral que no descanse en ELECCIONES DEMOCRATICAS, la pretensión continuista debe desaparecer.

Y tampoco debemos olvidarnos de la indispensable LEGITIMIDAD POR SUS REALIZACIONES, aspecto en el cual tanto Nicolás como su equipo de gobierno están aplazados, “no van para el baile” por incompetentes, vivimos la mayor catástrofe económica, social y poltica de la vida republicana, nunca antes se había generado tanta miseria en Venezuela.

¿SERA POSIBLE ENTONCES CIUDADANOS PARTICIPAR EN LA CITA ELECTORAL DE NICOLAS MADURO, DIOSDADO CABELLO Y VLADIMIR PADRINO LOPEZ?

Maracay, 17 de noviembre del 2020

Licenciado en Medicina de la Universidad de Chile. Médico cirujano de la Universidad Central de Venezuela. Médico Internista Generalista. Profesor Titular de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Carabobo. Magister en Educación Superior. Doctor en Ciencias Sociales.

 2 min


Redacción BBC News Mundo

Tras una década en proceso, el mayor acuerdo comercial del mundo es un hecho.

Líderes de Asia firmaron este domingo en Hanoi el megatratado que incluye a los diez miembros de la Asociación de Países del Sudeste Asiático (Asean) además de China, Japón, Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda.

Entre todos los miembros suman casi un tercio de la población mundial y el 29% del Producto Interno Bruto del planeta.

El acuerdo, que lleva el nombre de RCEP (siglas en inglés de Regional Comprehensive Economic Partnership, Alianza Integradora Económica Regional), será mayor que el de T-MEC (Estados Unidos, México y Canadá) y que la Unión Europea.

India también formó parte de las negociaciones, pero se retiró el año pasado por su preocupación de que la reducción de aranceles perjudicara a sus productores.

¿Qué significa?

El RCEP eliminará aranceles a las importaciones por los próximos 20 años e incluye provisiones respecto a propiedad intelectual, telecomunicaciones, servicios financieros, comercio electrónico y servicios profesionales.

Muchos de los países miembros ya tienen tratados de libre comercio entre sí, pero con limitaciones.

"Los tratados de libre comercio existentes pueden resultar muy complejos en comparación con el RCEP", dice Deborah Elms, de la organización Asian Trade Centre, a Tim McDonald, corresponsal de la BBC en Singapur.

Negocios que se basan en cadenas globales de suministro podían verse afectados por los aranceles, pese a que existiera un tratado de libre comercio, porque sus productos tenían componentes hechos en otro lugar.

Un producto hecho en Indonesia que contiene partes fabricadas en Australia, por ejemplo, podía ser gravado con aranceles.

Bajo el RCEP, sin embargo, los componentes de cualquier país miembro serán tratados igual, lo que podría dar a las compañías de los países RCEP un incentivo para asociarse con proveedores de la nueva alianza regional.

¿Cuál es su importancia geopolítica?

La idea del RCEP nació en 2012 y fue vista como una forma de China, el mayor importador y exportador de la región, de contrarrestar la influencia que Estados Unidos estaba tomando en Asia-Pacífico bajo el gobierno de Barack Obama.

El interés en el RCEP creció cuando Trump retiró del TPP en 2017 a su país, que era el arquitecto del acuerdo y cuya economía abarcaba dos terceras partes de la del bloque.

De hecho, la guerra comercial entre Estados Unidos y China y que Trump haya privilegiado el "Estados Unidos primero" y acabado con la idea de Obama de mirar más hacia Asia ha servido para impulsar y completar RCEP, que es visto como la oportunidad de Pekín de establecer la agenda comercial regional en ausencia de Washington.

Como fuente clave de importaciones y principal destino de exportaciones para la mayoría de miembros del RCEP, China parece ser el principal beneficiado y está bien posicionado para influir en las normas comerciales y expandir su influencia en Asia-Pacífico, algo que Obama quería prevenir.

¿Cambiará algo la presidencia de Biden?

El comercio internacional estuvo mucho menos en la agenda en esta campaña presidencial y Biden ha dicho relativamente poco sobre si su política comercial cambiará significativamente ni sobre si reconsiderará entrar en el TPP.

Biden apuesta por regresar a una política de multilateralismo, como Obama, pero es prematuro hablar de acuerdos comerciales dados los enormes retos que enfrenta a nivel interno.

Y se arriesga a que sea percibido como algo que perjudica a los sindicatos que le ayudaron a conseguir el triunfo en los estados del cinturón industrial.

Se espera que sus prioridades comerciales se centren en trabajar con aliados para presionar a China y forzar cambios en la Organización Mundial de Comercio.

Regresar a lo que era el TPP podría no ocurrir a corto plazo.

Los sindicatos y progresistas que respaldaron la elección de Biden se han mostrado escépticos sobre los acuerdos de libre comercio y representantes de estos grupos están presentes en su equipo de transición. Es posible que defiendan ciertas protecciones a industrias vulnerables como el acero y el aluminio.

Si Biden decide volver a reconectar con Asia-Pacífico, podría actuar como contrabalance de China.

¿Cómo afecta a América Latina?

El comercio bilateral entre Asia y América Latina ha crecido de forma continua en las últimas décadas, pero la integración entre ambas regiones tiene mucho margen de mejora.

"A corto plazo, el RCEP puede causar algún desvío comercial, limitar el crecimiento en el comercio entre América Latina y Asia", dice a BBC Mundo Jack Caporal, experto en comercio del Center for Strategic & International Studies (CSIS), con sede en Washington.

"Sin embargo las normas comunes harán más fácil para las compañías de América Latina con presencia en Asia hacer negocios allí", afirma Caporal.

"Una cuestión importante para los países de América Latina es si persiguen la integración con Asia individualmente o de forma conjunta como a través de la alianza del Pacífico (TPP) o Mercosur", agrega.

"Desde que el comercio entre América Latina y China explotó en los años 2000, liderado casi en exclusiva por el rápido crecimiento de China y su necesidad de materias primas, los países de la región han buscado una mayor integración con Asia en general, no sólo con China sino en particular con Japón Corea del Sur e India", dice a BBC Mundo Cynthia Arnson, experta del Wilson Center en las relaciones entre ambas regiones.

Arnson afirma que ese era el espíritu del TPP, ahora diezmado sin Estados Unidos.

"A menos que el gobierno de Biden regrese al TPP, los países de América Latina se verán atraídos a la mayor cuota de mercado en Asia que ahora está representada por el RCEP", agrega.

Nicolás Albertoni, profesor de la Universidad Católica del Uruguay e investigador asociado del Laboratorio de Política Internacional y Seguridad de University of Southern California, cree que es una "desventaja" para los países que no forman parte de este tipo de megaacuerdos.

"Es clave que los países de América Latina (principalmente del Cono Sur) que no son parte vayan a tocar la puerta y pidan ser parte de estos acuerdos", le dice a BBC Mundo.

"Poco ambicioso"

Aunque el RCEP fue una iniciativa de los diez países de la Asean, muchos la consideran una alternativa respaldada por China al TPP, una propuesta de acuerdo que excluye a China pero incluye a muchos países asiáticos.

Doce naciones, entre ellas Chile, México y Perú, firmaron el TPP en 2016 antes de que Trump retirara a su país del acuerdo en 2017.

Sin Estados Unidos, el resto de países firmó el CPTPP.

Aunque incluye a menos países, el CPTPP reduce aún más los aranceles que el RCEP e incluye provisiones sobre empleo y medio ambiente.

Los críticos dicen que es un acuerdo poco ambicioso.

El ex primer ministro de Australia Malcolm Turnbull criticó el nuevo acuerdo por anticuado.

"Habrá bombos y platillos por la firma y la entrada en vigor del RCEP, pero es un acuerdo comercial poco ambicioso, no deberíamos engañarnos", dijo Turnbull, que firmó en nombre de su país el TPP.

Activistas temen la falta de provisiones para proteger a los trabajadores y el medio ambiente y que perjudique a granjeros y negocios pequeños en un momento en el que ya están sufriendo por la pandemia.

Diferencias a un lado

En lo positivo, el RCEP une a países que a menudo han mantenido relaciones espinosas, como es el caso de China y Japón.

Tanto Australia como China se suman al acuerdo a pesar de los reportes de que China podría boicotear algunas importaciones de Australia por diferencias políticas.

"Uno puede cooperar con alguien o simplemente odiarlo, como pasa con las personas. El RCEP ha hecho un trabajo impresionante en separarse de otras disputas", dice Elms.

16 de noviembre 2020

BBC News Mundo

https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-54937458

 6 min


Laureano Márquez

¿Existe la “corrupción espiritual”? Sin duda. Es el mal que padece el actual régimen político venezolano desde su nacimiento. Recordemos algunas de las razones que motivaron el alzamiento militar del 4 de febrero de 1992:

1- “La gestión económica y política del presidente Pérez”. Argumentaban los golpistas que se trataba de un gobierno corrupto, que empobrecía a la población. Bueno, luego de 20 años de revolución, la pobreza extrema en Venezuela según cifras de la ONU y de Encovi, está alrededor del 80%. En cuanto a corrupción administrativa, según las investigaciones de “Transparencia Internacional”, Venezuela y Nicaragua, son los dos países más corruptos de América Latina. Si usted ve en el mapamundi la intensidad de los colores de los países por su corrupción, el nuestro aparece coloreado de rojo intenso, o quizá sea mejor decir de “rojo rojito”.

2- “Las políticas neoliberales implementadas en el país”. Chávez, contrario a las políticas neoliberales, propició la estatización de la economía, las expropiaciones y las importaciones en detrimento de la producción nacional. Luego de 20 años de revolución, el cambio del bolívar pasó de 64,03 por dólar en febrero de 1992 a 534, 379,95, ayer. Si mal no recuerdo, Chávez le quitó tres ceros a la moneda y Maduro cinco, de modo que estamos hablando de: 53.437.995.000.000,00 (creo que se lee: cincuenta y tres billones cuatrocientos treinta y siete mil novecientos noventa y cinco millones de bolívares, de los del año del golpe). Suena descabellado, así que no me hagan mucho caso y saquen sus propias cuentas (el hermano Isidro sabe que siempre fui malo en matemáticas).

El bolívar desapareció como moneda, Pdvsa dejó de producir petróleo y el país no tiene electricidad, gasolina, agua, ni gas y el régimen inicia el plan “leña adentro” asegurando que cocinar con leña y bañarse con totuma son lo máximo. Si esto no es liberalismo salvaje, que venga Dios y lo vea.

3- “El descontento de los sectores medios y bajos de las Fuerzas Armadas por los hechos de corrupción verificados en los altos mandos militares”. Creo que sobra cualquier comentario en este punto que no sea un: ¡ja, ja, ja, ja!

4- “La subordinación de las Fuerzas Armadas ante un liderazgo político que consideraban incapaz y corrupto”. Ya no hay subordinación alguna, ahora las Fuerzas Armadas son el liderazgo incapaz y corrupto.

5- “La utilización de las Fuerzas Armadas, en particular del Ejército y de la Guardia Nacional, en la represión del Caracazo”. Hoy nos resulta increíble que esta haya sido una de las razones del golpe. La cruel represión mostrada por el régimen queda claramente documentada en el informe de la ONU que da cuenta de las atroces violaciones a los derechos humanos que se cometen: ejecuciones extrajudiciales, torturas, detenciones ilegales, entre otras acciones que constituyen crímenes de lesa humanidad.

6- “El cuestionamiento a la posición sostenida por el presidente Pérez en las negociaciones relativas a la delimitación limítrofe con Colombia”. Este era uno de los argumentos de quien luego, en el gobierno, regaló el Esequibo y abrió la frontera a los guerrilleros.

El listado de las razones que motivaron el golpe febrero de 1992 es más largo, pero en cada punto en el que uno se adentre: “corrupción del poder judicial”, por ejemplo, lo que se encuentra es la total perversión de cuanta institución funcionaba o medio funcionaba en Venezuela.

Eso es, justamente, la «corrupción espiritual”, la negación total de los valores trascendentes del ser humano: justicia, solidaridad, respeto a la vida, honestidad, libertad. Es lo que hemos padecido en Venezuela en los últimos 21 años. Por eso, que el Tribunal Supremo de Justicia ratifique la condena a la jueza Afiuni por “corrupción espiritual”, un delito inexistente en la legislación venezolana, no deja de ser emblemático.

Si el TSJ fuese menos corrupto espiritualmente e hiciera justicia a su corrupción material, habría colocado en la sentencia: “condenamos a la jueza Afiuni porque a Chávez le salió del forro”. Eso habría sido mucho más decente.

10 de noviembre 2020

TalCual

https://talcualdigital.com/corrupcion-espiritual-por-laureano-marquez/

 3 min


María José Canel

“Empezaremos a trabajar inmediatamente para hacer que América vuelva a ser grande otra vez”. Con estas palabras saludaba Trump a los estadounidenses en 2016, cuando contra todo pronóstico demoscópico, su victoria sorprendía a la comunidad internacional. Se ponía así la gorra MAGA (Make America Great Again) que le acompañó en esta segunda campaña, colocando en el escenario político un trampantojo (trampa al ojo), esa técnica pictórica o arquitectónica que juega con el entorno real o simulado para forzar la perspectiva. Creaba con ello una ilusión desde la que sus seguidores miraran la legislatura que acababa de comenzar: todo sería grande otra vez.

Y grande fue a partir de entonces lo que sobre su persona y gestión le salió de la boca: “Soy el presidente con mayor voto popular de la historia”; “La jura de mi cargo ha tenido más asistentes que nadie”; “Somos el país que mejor combate la pandemia”. Que estas afirmaciones fueran contra toda evidencia o carecieran de ella es lo que ha otorgado a este personaje el título de adalid de la posverdad.

Oxford Dictionaries recoge esta palabra para denominar el fenómeno por el cual, ante una intensa emoción, los hechos y los datos dejan de ser relevantes. Con su comunicación posverdadera, Trump ha demostrado ser consciente de que lo sentimental es una palanca poderosa para la movilización. Ciertamente sus brabucones tuits poniendo a la América poderosa, grande y libre por delante de todo lo demás (America first) pueden ayudar a entender algo del resultado electoral obtenido por este inclasificable líder.

Pero la capacidad de movilizar voto con afirmaciones grandilocuentes no explica todo lo que logró el pasado 3 de noviembre (como tampoco lo que ese día Biden no alcanzó). Son muchos votos (más de 72 millones), reiterados (parece no haber perdido ni uno de los que obtuvo en 2016, algunos de los cuales provenían de cierta izquierda desencantada y castigadora del incumplimiento de promesas de Obama), y ganados por igual a la abstención (como Biden, Trump logra sacar de casa a casi 10 millones de votantes nuevos). Trump tiene detrás demasiadas decisiones de voto como para que las justifique la mera apelación a las bajas pasiones que caracteriza al populismo.

¿Qué atrae de su incorrección política?

Para tratar de comprender, sugiero explorar el posible atractivo escondido en la incorrección política de Trump, pues creo que hay ahí algo de largo recorrido y trasladable a otros países.

Referido a temas de discriminación social como la desigualdad racial, legal, o de género, en el debate que surge en los años 80 del siglo pasado en los Estados Unidos, la corrección política ha servido de arma arrojadiza tanto para la izquierda como para la derecha en diferentes guerras culturales.

Quienes se oponen lo hacen porque ven en ella unas normas de lenguaje y comportamiento que asfixian la libertad a cambio de poco. La incorrección política conecta con la gente que quiere desafiar la espiral del silencio impuesta por lo que consideran una vacua corrección. Y con su TRUMPantojo, y quizá sin pretenderlo, este líder políticamente incorrecto les ha proporcionado realidades con las que concluir en un rígido y solemne desfile real: “¡Pero si el rey va desnudo!”.

Lo que motivó el voto

Hoy es políticamente incorrecto poner el ojo en datos como los que menciono a continuación, que, por cierto, apenas han ocupado espacio en los medios de comunicación.

¿Qué más puede haber detrás de esos 72 millones de votos? Quizá sea la reacción instintiva de a quienes este líder les sale ganador en la comparación con el común de los políticos: cumplió lo que prometió.

Quizá también opere en algunos la constatación de que este presidente es el primero en décadas que, sin enviar tropas, ha conseguido importantes acuerdos internacionales (véase, por ejemplo, el logrado con Corea del Norte, o los acuerdos de Oriente Medio entre Israel y los Emiratos Árabes Unidos y Bahrein).

En otros habrá podido influir el cálculo de que el sistema introducido por Trump, por el cual el Estado paga a los ciudadanos para mantener un seguro médico, resulta mejor que todo lo planteado hasta el momento.

Pero probablemente para muchos habrá sido determinante en su voto ese cúmulo de experiencias que derivan del hecho de que en el año 2020 los Estados Unidos será la economía del G-7 con mejores resultados: superando las previsiones del FMI, el PIB ha crecido más rápidamente que en los dos mandatos de Obama, convirtiendo a Estados Unidos en destino preferido para la inversión extranjera.

Soy consciente de que aquí el análisis económico no es completo, pero creo que eso no impide especular que muchos hayan acudido a la urna despreciando quizá a ese líder tachado de histriónico, racista y misógino, pero experimentando una mejora de la clase trabajadora (los salarios de los peor pagados han subido más que los del resto), un importante crecimiento de los ingresos familiares y, en fin, un desempleo en su más bajo nivel desde 1960.

Solo con algo así se puede explicar que el 3 de noviembre Trump reforzara su posicionamiento en todas las franjas sociales: mujeres, latinos, blancos, obreros (por ejemplo, no solo no perdió el voto que le otorgó el manufacturero estado de Michigan, sino que ahí ganó 400 000 votos más, aunque Biden le aventajara por 40 000), e incluso afroamericanos (Trump es el candidato republicano que obtuvo el mejor resultado en este sector de la población desde 1996).

Para poder entender hacia dónde va la sociedad

Estos datos dibujan a un votante que es mezcla de emoción y razón, y al cual difícilmente se llegará si la conclusión extraída de la época trumpista fuera que todo es cuestión de azuzar la ira y el odio.

Trump nunca se ha llevado bien con la verdad, y su trampantojo ha forzado perspectivas, transportando al polo opuesto la reacción a la corrección política. Quiso hacer bandera de ello, y creyéndose su ilusión, fue de machito para defender que es quien mejor puede demostrar que se engañan y engañan quienes se quedan en ciertos clichés; políticos muy políticamente correctos, pero de los que no salen políticas verdaderamente transformadoras y enriquecedoras para la vida cotidiana de las personas.

De puertas adentro, la ilusión creada por el TRUMPantojo no ha distraído a muchos votantes de lo que de verdad les importa. Se mantienen capaces de castigar toda ilusión que resulte ser fatua.

De puertas afuera, quizá haya que admitir que sus aspavientos de incorrección le han generado una antipatía mundial que sí nos ha dificultado apreciar una realidad que opera y seguirá operando en todas las naciones y en todos los tiempos: que lo que se comunica con hechos (como un buen seguro médico o un mejor salario) siempre acaba haciendo clic al sentido común.

Esto apunta un desafío que no es solo para Biden, quien anuncia querer sanar las heridas de esa otra mitad de su país. La covid-19, que se impone con datos incontestables de muerte, enfermedad, soledad y dolor, está retando a los gobiernos a comprender los galopantes cambios que esta pandemia genera.

La reflexión que nos debe dejar esta nueva victoria del Trump derrotado en las urnas es la de que, aún con los populismos, las personas siguen albergando la posibilidad de ser una armoniosa combinación de emoción y razón. Cuando menos, solo dando espacio a esa posibilidad podremos entender mejor hacia dónde se dirige esta sociedad.

Catedrática de Comunicación Política y del Sector Público., Universidad Complutense de Madrid

13 de noviembre 2020

The Conversation

https://theconversation.com/descifrando-a-trump-mas-alla-de-la-posverdad-y-el-populismo-149604?utm_medium=email&utm_campaign=Novedades%20del%20da%2016%20noviembre%202020%20en%20The%20Conversation%20-%201786617336&utm_content=Novedades%20del%20da%2016%20noviembre%202020%20en%20The%20Conversation%20-%201786617336+CID_5651bff899339f54581c4d4c103e29f0&utm_source=campaign_monitor_es&utm_term=Descifrando%20a%20Trump%20Mas%20all%20de%20la%20posverdad%20y%20el%20populismo

 6 min


Josep Borrell

La elección de Joe Biden como próximo presidente de los Estados Unidos ha suscitado esperanzas en Europa de que la relación transatlántica vuelva a encarrilarse. Pero no hemos de contentarnos con una simple vuelta al pasado. Frente a tantos desafíos nacionales e internacionales, los Estados Unidos solo valorarán la relación transatlántica en la medida en que aporte un valor real. Y una Europa más fuerte, que asuma más

Se ha hablado mucho de lograr la «autonomía estratégica europea», pero ¿qué significa esto en la práctica? La autonomía no debería suponer una total independencia o aislamiento del resto del mundo, sino más bien la capacidad de pensar por nosotros mismos y de actuar de acuerdo con nuestros propios valores e intereses. La Unión Europea necesita lograr este tipo de autonomía, reforzando al mismo tiempo nuestras alianzas y preservando nuestro compromiso con el multilateralismo.

La UE se enfrenta a graves retos estratégicos en un contexto internacional tan polarizado como el actual, en el que están aumentando las rivalidades geopolíticas y la competencia entre grandes potencias. Esta es la razón por la que, como afirmó en una ocasión con contundencia la canciller alemana, Angela Merkel, «los europeos tenemos realmente que tomar las riendas de nuestro propio destino».

Durante mucho tiempo, el debate sobre la autonomía estratégica se ha centrado principalmente en temas de seguridad y defensa. Algunos vieron en este planteamiento un intento de buscar alternativas a la cooperación en materia de defensa en el seno de la OTAN. Otros consideraron, incluso, que se había puesto en tela de juicio el compromiso de América con Europa y que podría ya estar en marcha una mayor desvinculación.

No cabe duda de que la OTAN ha desempeñado un papel indispensable en la seguridad europea. Toda consolidación de la capacidad de seguridad de Europa debe desarrollarse en el marco de la alianza. Como han subrayado los sucesivos líderes estadounidenses, Europa debe aumentar su propia contribución a la defensa, para hacer frente a la percepción de que son solo los Estados Unidos quienes financian la seguridad transatlántica. Aunque el gobierno de Biden implicará un cambio de tono y un enfoque menos conflictivo, es de esperar que, en lo que respecta al gasto en defensa, exija a Europa lo mismo que sus predecesores. Los intereses geopolíticos fundamentales de América no cambiarán.

Afortunadamente, la UE ya está trabajando en varios frentes para reforzar la asociación transatlántica. En el marco de los esfuerzos de la Cooperación Estructurada Permanente (CEP), los miembros europeos de la OTAN están ayudando a colmar las lagunas en las capacidades de la alianza y están trabajando para cumplir, en 2024, con su compromiso de gastar el 2 % del PIB en defensa. También hay que destacar que la creación del nuevo Fondo Europeo de Defensa (FED) representa un paso importante hacia la mejora de las capacidades de la industria militar europea.

Pero los retos europeos en materia de seguridad van más allá de las competencias tradicionales de la OTAN. Desde el Sahel y Libia hasta el Mediterráneo oriental, no son pocas las crisis que exigen una respuesta europea firme. La tarea de la UE es definir una posición común a partir de la cual pueda actuar para mantener la estabilidad regional.

Para tener éxito, Europa debe desarrollar su propio marco de seguimiento y análisis de las amenazas, de modo que pueda pasar rápidamente de la evaluación de amenazas a la operacionalización y la respuesta. Esta es la razón por la que estamos desarrollando un rumbo estratégico (Strategic Compass).

Es fundamental que el debate sobre la autonomía estratégica se extienda mucho más allá de las cuestiones de defensa y seguridad, pues, como ha demostrado la crisis de la COVID-19, temas como la salud pública y la interdependencia económica son también de gran importancia.

La autonomía estratégica es el marco conceptual que Europa necesita para abordar estas cuestiones y comprender su interrelación. Consideradas aisladamente, las mascarillas y los medicamentos no son productos estratégicos. Sin embargo, la ecuación cambia cuando la producción de estos artículos se concentra en unos pocos países. Lo mismo sucede con el abastecimiento de metales raros, las redes sociales y otras plataformas digitales, y tecnologías como la 5G.

Para ayudar a los países de la UE a abordar estas y otras muchas cuestiones, la Comisión Europea ha propuesto una serie de nuevos instrumentos, como el mecanismo que entró en vigor el mes pasado para controlar las inversiones extranjeras en la UE. Pero para lograr la autonomía estratégica será necesario también aprovechar al máximo el poder del mercado único europeo. Por su dimensión y alcance, el mercado único ofrece numerosos instrumentos para salvaguardar los intereses europeos en lo que se refiere a las infraestructuras críticas, la inversión extranjera, las subvenciones estatales (de las que se benefician determinados inversores extranjeros) o las exportaciones de doble uso (militar y comercial).

Por ejemplo, ahora somos más conscientes de las vulnerabilidades que genera una relación económica cada vez más desequilibrada con China, por lo que hemos convertido la reciprocidad en un objetivo central en nuestras negociaciones sobre un acuerdo de inversión. El desarrollo económico de China y los beneficios que ha aportado a sus ciudadanos no son un problema para Europa, pero no podemos permitir que la expansión internacional de China se produzca a expensas de nuestros propios intereses y valores. Esta es la razón por la que hemos optado por un enfoque dual, tratando a China como un socio importante, pero también como competidor y rival sistémico.

En general, el principal objetivo de la UE debe ser reforzar su papel y su influencia en el mundo y convertirse en un socio preferente. El concepto de autonomía estratégica es esencial para esta ambición y, por ello, la autocomplacencia estratégica no es una opción para Europa.

13 de noviembre 2020

Project Syndicate

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