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Opinión

Mariza Bafile

Una vez más una muerte, una vez más una injusticia. Breonna Taylor, una mujer afroamericana, el pasado 13 de marzo murió acribillada por ocho proyectiles disparados por tres policías que irrumpieron en su casa en medio de la noche. Murió sin saber por qué, murió a los 26 años, murió tras dedicar horas y horas de su tiempo cuidando a los demás, siendo ella técnica en emergencias sanitarias. Los policías entraron en su apartamento, aparentemente sin aviso previo, amparados en la ley que permitía realizar registros sin tocar a la puerta.

Todas las excusas que aportaron para justificar lo injustificable, cayeron poco a poco. Ni Breonna ni su novio Kenneth Walker estaban implicados en tráfico de droga. Él tenía licencia para portar el arma con la cual intentó defenderse, al no saber quiénes estaban invadiendo su casa con tal violencia. Kenneth disparó e hirió a un agente en la pierna. Los tres policías quienes, supuestamente, están entrenados para enfrentar situaciones peligrosas, pensando que habían entrado en un refugio de delincuentes, dispararon varios proyectiles y mataron a una mujer indefensa. Kenneth salió ileso de esa agresión tan increíblemente absurda.

A pesar de todo, después de meses pidiendo que los tres policías pagaran por un error que causó la muerte de una joven inocente, la jueza de Kentucky Annie O’Connell condenó solamente a uno de ellos, a Brett Hankinson, por “conducta peligrosa” hacia el prójimo en primer grado. Una condena mucho más suave de la que conllevaría una acusación de homicidio.

De nuevo se prendieron las protestas, de nuevo miles de personas se volcaron en las calles para expresar su rabia y su desilusión. Se agudizan las divisiones en una sociedad gravemente polarizada y crecen las tensiones en vista de las próximas elecciones.

Un veredicto como el que ha dictado la jueza O’Connell tiene muchas más consecuencias de las que significa una injusticia hacia una muerta inocente y su familia. Es una piedra más en el camino de la pérdida de confianza en la policía, en la justicia, y por ende en las instituciones democráticas.

Temer a las fuerzas de policía tanto o más que a los delincuentes es un síntoma de democracias débiles, regímenes autoritarios y dictatoriales. Sin embargo, en los Estados Unidos los afroamericanos viven desde siempre con ese temor y una profunda desconfianza en la justicia. Sentimientos que cada vez más comparten amplios sectores de la sociedad.

Es posible que esa condena quite unos años de prisión a un policía y deje sin cargos a otros dos; sin embargo, lo hace a costa de la reputación de dos instituciones claves en las democracias: los Cuerpos de Seguridad y el Sistema de Justicia.

Y, cuanto más se debilitan las instituciones, tanto más espacio dejamos para el desencanto hacia los sistemas democráticos y la consolidación del populismo. Es importante cambiar radicalmente esa situación. Para que se pueda construir un clima de confianza es necesario que la policía evite los abusos y los jueces dejen de privilegiar a un sector de la sociedad en detrimento de otro.

Para promover esos cambios es necesario participar activamente en la vida política. Quizás pocas veces ha sido tan importante ejercer el derecho de voto, como ahora.

En estos últimos cuatro años, hemos asistido en diferentes ocasiones a la falta de respeto del actual presidente hacia las instituciones y la ética democrática. En estos días ese irrespeto se ha vuelto groseramente evidente, cuando decidió nombrar a un nuevo juez de la Corte Constitucional en los últimos días de su presidencia. No trata ni de mimetizar su falta de consideración por la muerte de una Jueza tan importante como Ruth Bader Ginsburg y menos aún por esas reglas no escritas que garantizan una armonía entre sectores de la sociedad y partidos diferentes.

Es evidente que, en Estados Unidos, más allá de las justas reivindicaciones de la comunidad afroamericana, lo que está en peligro es la democracia.

El voto es el único camino para salvarla.

@MBAFILE

28 de septiembre 2020

ViceVersa

https://www.viceversa-mag.com/breonna-taylor-sin-justicia-democracia-deb...

 3 min


Ismael Pérez Vigil

Los temas politicos se amontonan, se agolpan y sobreponen: Los informes sobre derechos humanos, la “misión” enviada por Josep Borrell a Venezuela para hablar sobre elecciones, el retiro de los candidatos de Capriles, la amenaza de promulgación de una ley totalitaria antibloqueo, las protestas y disturbios populares… por solo mencionar algunos; pero como siempre hay que escoger, creo que lo relativo a las reacciones ante los informes sobre la violación de derechos humanos en Venezuela es el más apropiado.

En efecto, el mes de septiembre fue muy movido y muy intenso en materia noticiosa sobre Venezuela, particularmente en materia de derechos humanos (DDHH).

Como bien sabemos, por el despliegue noticioso internacional y nacional, el 16 de septiembre se dio a conocer el Informe, detallado, de la Misión Internacional Independiente de determinación de los hechos sobre la violación de los DDHH en Venezuela –ese no es el nombre exacto, pero para tener claro de que se trata–; y el viernes 25, se conoció en Ginebra el Informe Oral, presentado por la Alta Comisionada de DDHH de la ONU, Michelle Bachelet, sobre el mismo tema.

Esos informes se vienen a sumar a otros: los anteriores de Michelle Bachellet, el Informe de la Secretaría General de la OEA y el Panel de Expertos de 2018 –que ha tenido menos difusión que estos de septiembre de 2020– y algunos otros, que acompañan diversas demandas que descansan en la Corte Penal Internacional, que no ha tenido mayor actividad, pero que tampoco ha estado inactiva y en cualquier momento –por ejemplo cuando se produzca en pocas semanas el cambio de la Fiscal de la Corte, la inefable Fatou Bensouda– puede haber movimientos importantes, sobre todo porque algunos de sus organos de investigación preliminar han estado documentando y recogiendo los casos sobre Venezuela.

Para muchos la presentación y divulgación de estos informes de septiembre son signos esperanzadores, otros son mas escépticos; pero, al menos se puede decir que la situación de la violación de los derechos humanos en Venezuela ya es mucho más conocida mundialmente, y lo más importantes es que ha sido revelada por expertos independientes, ya no es solo lo que dice la oposición venezolana.

Ademas de la cruda descripción de los hechos –de lo detallado y minucioso de los casos que examinó y reporta, de la desripción de la sistemática represión, del horror que produce tan solo pensar en los daños causados a las víctimas y la indignación que produce saber que se trata de patrones de conducta–, es significativo destacar del informe de la Misión Internacional Independiente, que califica la actuación del regimen Venezolano de crimenes de lesa humanidad y responsabiliza de los mismos y de su planificación, a altas autoridades del gobierno de Nicolás Maduro y al propio Nicolás Maduro.

Por supuesto ha habido reacciones a dichos informes; el régimen ha tratado de desprestigiarlos, de desconocerlos, con sus voceros “calificados”, como el Ministro de Relaciones Exteriores y el ilegitimo Fiscal General, nombrado por el TSJ; incluso por declaraciones del propio Nicolás Maduro y por políticos supuestamente opositores –de la llamada “mesita”– y representantes de los paises aliados y complices del régimen, que han calificado de “sesgados”, esos informes. El propio gobierno usurpador ha emitido un documento de cientos de páginas para decir “su verdad”, donde presenta fotos de algunos detenidos como si estuvieran recluidos en un lujoso Spa; curiosamente sin embargo, no son muy enfáticos en negar los hechos, sino mas bien en exculpar o apartar a Nicolás Maduro de ellos, o afirmar su desconocimiento de lo ocurrido.

Pero la reacción más significativa y positiva fue el discurso del Presidente Juan Guaidó, en el contexto de la Asamblea General de la ONU; un discurso importante, impactante, y que entre sus elementos más significativos destaca lo que ha muchos ha parecido una invocación al Principio de Responsabilidad de Proteger (R2P) de la ONU. Las preguntas que surgen tras los informes y el discurso de Juan Guaidó son: ¿Qué sigue ahora? ¿Qué efecto práctico pueden tener esos informes para resolver la crisis humanitaria, política, en Venezuela? ¿Fue realmente esa la intención del presidente Guaidó, invocar el R2P? Y si es así, ¿Podemos esperar que tenga alguna finalidad práctica la invocación de ese principio, R2P? y la pregunta más importante de todas, que la copio del título de un artículo de Adolfo Salgueiro del 26 de septiembre: “¿Quién nos va a proteger? (https://www.elnacional.com/opinion/r2p-quien-nos-va-a-proteger/)

En opinión de muchos expertos la aplicación del llamado Principio de la Responsabilidad de Proteger –el famoso (R2P)– que en la práctica implicaría una ayuda humanitaria apoyada por los cascos azules, es un instrumento novedoso, poco o nada utilizado por la ONU y que solo se activa por mandato del Consejo de Seguridad y en esa instancia, no lo olvidemos, tienen capacidad de veto dos importantes aliados del régimen: Rusia y China. Aunque algunos voceros opinan que esto no es así, que al haber sido solicitado por el Presidente Encargado, al que reconocen unos 60 países, no necesita pasar por la aprobación del Consejo de Seguridad. En cualquier caso, de resolverse esa primera dificultad, nos queda responder a la pregunta de Salgueiro: ¿Quién nos va a proteger?, pues hasta el momento los países que han anunciado su respaldo al gobierno interino de Venezuela y al presidente Juan Guaido, han declarado no estar dispuestos a conformar ninguna fuerza para intervenir en Venezuela.

De manera que las preguntas formuladas no son de facil respuesta y encierran un peligro latente de generar falsas expectativas.

Hay muchos que se escudan en la pureza de principios abstractos, en la lógica de los argumentos, en la interpretación lineal de la constitución y las leyes, en argumentos jurídicos prístinos y supuestamente contundentes. No se detienen a pensar que todos esos principios a los que aluden y argumentan, con conocimiento y razon, funcionan en el mundo del derecho abstracto, en un estado de derecho, constitucional, pero en Venezuela no vivimos en un estado de derecho y la constitución es solo un librito azul que sirve para blandirlo por TV y enseñarlo a los periodistas y corresponsales internacionales en las ruedas de prensa. Todos esos principios son para un mundo ideal, pero no para el mundo real; no darse cuenta de eso, ignorarlo, puede obnubilar y anular la necesaria acción de política eficaz que, en estos momentos, como nunca, debe ser con cabeza fria. A menos que se trate de simple demagogia, lo cual sería muy grave.

No basta con el saldo positivo mencionado más arriba, que la situación de Venezuela y los crimenes calificados como de lesa humanidad cometidos por el regimen esten debidamente documentados, recogidos y señalados por una fuente independiente y que no son meras denuncias de la oposición. Corresponde una tarea política doble, dar a conocer más esos informes en la población venezolana, que se filtre por todos los intersticios de la sociedad; y lo más importante, que nuestras organizaciones políticas –partidos y de la sociedad civil– se incorporen a la tarea de organizar al pueblo que sufre esta situación, para resistir y combatir estas violaciones.

https://ismaelperezvigil.wordpress.com/

 5 min


Luis Ferraz

Ese día domingo 03 de octubre del año 2010, corrió la noticia con asombro en todo el país, en horas de la tarde, en el programa Aló Presidente 364, Hugo Chávez Frías, anunciaba, “…Agroisleña está expropiada, se acabó el tiempo de la Agroisleña esta, pasa a ser propiedad popular, propiedad patria…” se consumía un nuevo ¡exprópiese!

Anunciaba la medida con bombos y platillos e instruía a Elias Jaua Milano y a Juan Carlos Loyo a coordinar con los accionistas a ponerse a derecho, han pasado 10 años, sus accionistas nunca recibieron ninguna compensación, por el contrario, se iniciaron una serie de injustas acusaciones, con la única intención de justificar tan descabellada decisión. La medida no solamente fue con Agroisleña, ocuparon esa misma semana de manera forzosa todas las empresas relacionadas: Insecticidas Internacionales, C.A. “INICA”; Proyefa, C.A.; Semillas Híbridas de Venezuela, C.A. “SEHIVECA”; Venezolana de Riego, C.A. “VERIVA”; Operador Logístico Agrícola, C.A. “OLACA”, acababan de esta manera con 52 años de experiencia y trabajo, la mayor y más antigua empresa de servicios del agricultor y ganadero en Venezuela.

La confiscación de Agroisleña, C.A. y empresas relacionadas, junto al resto de empresas privadas, y fincas productivas, calificadas de latifundios, expropiadas en el país a lo largo de varios años, por parte del gobierno de Hugo Chávez, constituyen uno de los mayores errores cometidos en la nación, dando como resultado, la afectación de la economía nacional.

En el caso particular de Agroisleña, la medida motivada por el entonces vicepresidente de la republica Elias Jaua Milano, el ministro de agricultura Juan Carlos Loyo y el resto de su despacho: Yvan Gil, Richard Canán, Ricardo Fong y Riblia Rodriguez, seguía los lineamientos del ejecutivo de controlar las principales empresas de cada uno de los sectores productivos.

¿Qué representaba Agroisleña, para los agricultores y para la agricultura nacional?

Para explicarlo mejor, hagamos un poco de historia.

“…Las migraciones de canarios a tierras americanas y particularmente a Venezuela, datan desde el siglo XVII, llegándose a establecer un importante número de familias, particularmente en la zona central de Venezuela y años más tarde en todo el territorio nacional, llegando a fundar numerosos pueblos y ciudades entre los que cabe destacar San Felipe, San Carlos de Cojedes, Calabozo.

En 1831, el presidente José Antonio Páez, llama a los canarios en exclusiva a poblar los fértiles campos venezolanos, como sustitutos de los esclavos. La trascendencia de ese contingente de canarios fue tal, que entre los años 1874 a 1888 de los 20.827 inmigrantes registrados 14.403 eran isleños.

La contribución de los canarios a la modernización venezolana fue decisiva en el ámbito de la agricultura. Rubros como el tomate, plátano, cebolla y papa, deben a ellos en buena medida su activo protagonismo. Regiones como las de Barquisimeto, Valle de La Pascua, Valles de Aragua, Altagracia de Orituco y Coro, vieron reformadas sus estructuras agrarias con la apertura de pozos y la generalización del regadío. Pero no fueron sólo agricultores, también jugaron un papel en la industria, el comercio y el sector financiero. En la distribución al por mayor de productos agrícolas, su hegemonía en mercados como el de Coche fue nítida…” (1)

Uno de estos canarios fue Don Enrique Fraga Afonso, quien desde el año 1955 hasta 1958, se dedica a comercializar semillas de Cebollas y otras Hortalizas, apoyando así a la gran mayoría de agricultores canarios, con materiales más productivos y por ende rentables. El señor Fraga supo ganarse la confianza del sector comercial, lo que le permitió en 1958, junto a otros 5 socios, todos de origen canario, fundar Agroisleña, C.A., Sucesora de Enrique Fraga Afonso, con cuyo nombre se garantizaba la continuidad de las buenas relaciones comerciales, en una nueva empresa, pero con el respaldo moral de quien gozaba del aprecio y respeto entre agricultores, comercio y banca privada.

La confianza generada en el sector y ante la necesidad de productos, motivó a la nueva empresa a ampliar su portafolio de oferta en la incipiente agricultura de la época, se trataba del inicio de una confianza mutua entre quien labraba la tierra y quien se aventuraba con su capital a abastecer una demanda en crecimiento.

Con el transcurrir de los años y la adhesión de nuevos socios se fueron creando empresas relacionadas que darían un aporte significativo al crecimiento y desarrollo de la agricultura en Venezuela.

En el año 1968, se constituye la empresa Insecticidas Internacionales, C.A., “INICA”, en la Zona Industrial de Cagua en el estado Aragua, con el objetivo de producir y comercializar productos para salud pública y agroquímicos de buena calidad.

En sus inicios, INICA contaba con tres líneas productivas, las cuales destinaban su producción en un 90% al sector de salud pública y el restante al sector agrícola, sin embargo, sus directivos se dedicaron a mejorar la ingeniería de los sistemas instalados e introducir nuevos productos al portafolio agrícola. Con esas mejoras encaminadas y materializadas, se inician las relaciones con empresas líderes del ramo a nivel internacional, quienes desde un principio confiaron en INICA como fabricante.

Años más tarde la empresa dará apertura a nuevos procesos, los cuales marcarán un importante precedente en la historia productiva de la organización y una empresa referente en las exportaciones a más de 18 países de América.

En el año 1975, se funda Venezolana de Riego, C.A., con el objetivo de diseñar, asesorar, ensamblar, instalar y poner en marcha equipos (sistemas de riego, tubería, aspersores, motobombas, bombas turbinas y todos sus componentes y repuestos.

En 1986, se funda en la zona industrial II de Barquisimeto la empresa Asperjadoras Venezolanas, C.A. “AVCA”, con el propósito de fabricar equipos de fumigación y otros implementos agrícolas.

En 1987, se funda TUBO RIEGO, C.A. “TURICA”, e inmediatamente adquiere maquinarias para la fabricación de tuberías de láminas de hierro galvanizadas en su planta de la zona industrial Los Tanques en Villa de Cura en el estado Aragua y así garantizar el abastecimiento a la empresa Venezolana de Riego, C.A., iniciando el impulso a los sistemas de riego de las zonas altas de los Andes Venezolanos.

En marzo de 1987, se funda Semillas Híbridas de Venezuela, C.A. “SEHIVECA”, con el objetivo de producir semillas nacionales de los rubros; maíz, sorgo, arroz, frijol y caraota y de esta manera suplir las necesidades de semillas certificadas en el país.

Ese mismo año 1987, se funda PROYEFA, C.A., la que fue el último proyecto en vida de Don Enrique Fraga, empresa que se dedicaría a la síntesis y producción de herbicidas no selectivos en bases a sales de Glyfosato. Años más tarde, se amplía la planta para producir herbicidas para usos en potreros con base a sales de Picloram + 2,4-D.

En el año 1990, Insecticidas Internacionales, C.A. “INICA”, inicia las exportaciones de productos y da apertura a nuevos procesos, los cuales a futuro marcarían un importante precedente en la historia productiva de la organización; esos procesos fueron, la incorporación de las Suspensiones Concentradas, y un poco más tarde los Gránulos Dispersables, así como la conceptualización de las necesidades de los agricultores al introducir con buen pie, la filosofía de dosificación exacta, dando inicio a la nueva generación de productos aventajados en aplicaciones más efectivas y amigables al ambiente.

En el año 2000, Agroisleña, C.A., formaliza el Programa Especial de Siembra y Producción Agrícola “PESPA”, orientado al incremento y mejoramiento de la siembra y producción de su cartera de clientes.

A partir del año 2001, se inicia la construcción de un complejo sistemas de silos, que significarían la garantía de recepción, acondicionamiento y almacenaje de 940.000 toneladas de cereales, aumentando en cerca de 50% la capacidad instalada efectiva de silos en el país y garantizando de esta manera la disponibilidad de espacio para el almacenamiento de cereales, tan necesarios para la alimentación de la población.

En el año 2004, SEHIVECA, instala e inaugura en Araure, estado Portuguesa, la planta de semillas de Arroz, garantizando así los programas de siembra de Variedades de Arroz en tierras venezolanas y no de semillas importadas como estaba ocurriendo en esos críticos años.

En el año 2005, se instala en Morón, estado Carabobo, la planta de Mezclas Físicas de Fertilizantes, aumentando la oferta nacional y formulación de mezclas físicas, de acuerdo a las necesidades de las diferentes regiones agrícolas del país.

En el mismo año 2005, se funda la empresa Operador Logístico Agrícola, C.A., “OLACA”, como una respuesta al déficit de transporte en el país, necesario para el suministro de materias primas a las plantas, así como la distribución efectiva y oportuna en todo el territorio nacional de los insumos necesarios para la producción agropecuaria: semillas, agroquímicos, fertilizantes, equipos e implementos agrícolas, sistemas de riego y sus componentes.

La consolidación de este grupo de empresas se logró después de 52 años de trabajo, dedicación, aprendizaje e interrelación con todo el aparato productivo nacional.

La amplia gama de oferta de productos, de marcas y servicios distinguían al Grupo por encima del resto de las empresas del país. Una de sus virtudes fue mantenerse al día con sus obligaciones fiscales, laborales, ambientales, comerciales y siempre apegados fielmente a las normativas en materia de seguridad personal, así como legales desde el punto de vista de los permisos requeridos.

La confianza de la comunidad en general, estaba plasmada en la dinámica comercial de proveedores de insumos y servicios, sus programas especiales de siembra y producción agrícola y el registro de más de 200.000 clientes en su base de datos, son una muestra fehaciente de la alta penetración de servicios de apoyo a la producción y mercadeo eficiente.

En resumen, el desarrollo de la empresa se fundamentó en la confianza con los agricultores, en la dotación de todos los insumos necesarios para la producción agrícola, en tiempos, donde el acceso al financiamiento por parte de los productores era muy difícil, en la adaptación a las normas de calidad, producción y de nuevas tecnologías, exigidas en el país, sumatoria de factores que hicieron de Agroisleña, y sus empresas relacionadas, un modelo a seguir en el sector agrícola del país, con relevancia internacional. La perseverancia de Don Enrique Fraga Afonso, socios, descendientes, y colaboradores a lo largo de tantos años, de llegar a todas las regiones del país, con el ideal de motivar el desarrollo agrícola, llevando las herramientas necesarias al productor para su cultivo, fueron el soporte, de lo que fue el principal grupo de servicios al agricultor venezolano.

Agroisleña, C.A., apoyó de manera continua y creciente el desarrollo y producción de rubros agrícolas en Venezuela, basando su línea de trabajo en la relación de 52 años en el campo Venezolano, invirtiendo en tecnologías, capacitación de su personal técnico, administrativo, productivo y gerencial, así como de infraestructura de apoyo a la producción y cosecha a lo largo del territorio nacional, ofreciendo una línea completa de insumos de la mejor calidad y a precios accesibles al agricultor, como también, la oportunidad de compra a crédito, garantizando de esa manera el suministro seguro y oportuno, de semillas e insumos indispensables para la siembra, durante toda su historia.

La agricultura y la ganadería, son un arte y como tal requieren de la experticia de quien labra la tierra, siembra y sigue el crecimiento de los cultivos, cuidando de cada detalle de las plantas y animales, como seres vivos, que requieren de atención en el momento preciso. Con los productos adecuados y las técnicas correspondientes, darán el resultado esperado por ese agricultor y ganadero, que, de sol a sol, y durante meses ha invertido en tiempo, dedicación y dinero, para lograr una buena cosecha y cría, y eso significa bienestar para él, para su familia, su entorno y para la Venezuela autosuficiente. A eso apostó Agroisleña y su equipo de trabajo, toda una organización orgullosa de su labor, que de manera rutinaria, y constante, año tras año, apostó a Venezuela y al desarrollo del campo venezolano, con su eslogan Todo para el Agricultor!

Todas estas medidas arbitrarias, han dejado muy en claro, que los gobiernos no deben intervenir en el aparato productivo de manera directa, los gobiernos deben dictar las normas, garantizar el estado de derecho, devengar los impuestos establecidos en la ley y utilizar sus recaudaciones, en sus verdaderas competencias; la salud, la educación, la seguridad, infraestructura y todo lo relacionado con el bienestar de sus ciudadanos y ayudar con sus instituciones, en las normativas necesarias para apoyar al sector privado en el impulso de la economía y por ende el desarrollo del país. Y solo, en aquellos casos, en los que, por justa necesidad nacional, se apelen a las expropiaciones, hacerlo apegado a la ley, dentro del marco constitucional, y nunca jamás tomar decisiones en contra de la propiedad privada con tanta alevosía y atentando en forma directa a la seguridad alimentaria del país.

Agroisleña, seguirá presente en los corazones de los agricultores venezolanos, un legado tan importante no puede borrarse. Gracias por tantos años Agroisleña.

  1. La Emigración Canaria a América a través de la Historia. Manuel Hernández González. Universidad de La Laguna. Tenerife. España

https://luisferrazromero.blogspot.com/2020/10/agroislena-diez-anos-de-un...

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Benjamín Tripier

Análisis de Entorno

La situación interna -en lo político, social y económico- se le complicó al gobierno, y se le ha vuelto volátil por la pérdida de apoyo interno que lo afecta; cada vez más distante del partido, y cada vez más lejos del movimiento (chavista), y de las condiciones que le dieron legitimidad en las elecciones del 98; hoy está en su peor momento desde su constitución como movimiento revolucionario. Por lo cual debería considerar seriamente revisar sus principios y ajustar el rumbo. Pero, en vez de hacerlo, se blinda con la nueva Ley Constitucional Antibloqueo, ya no frente a la oposición, o al exterior (donde no se la reconocerán), sino frente al partido y al movimiento.
La capacidad de maniobra que no pudo conseguir con una constitución a su medida, la estaría buscando por esa vía; la cual presenta aristas de flexibilidad en lo económico, pero, en lo político, le da una capacidad casi ilimitada –supraconstitucional- para emprender cualquier acción interna, con la excusa del bloqueo.
La suspensión o postergación de las elecciones del 6D, podrían, ahora sí, entrar en el mapa de posibilidades, pues esa nueva AN resultante, aunque elaborada a la medida del gobierno, podría significarle una molestia a la hora de tener que operar en forma dictatorial, como todo indica que tendrá que hacerlo, cuando el espacio de maniobra se le estreche más aún. Porque de todas maneras, con o sin ella, siempre estaría la AN original de Guaidó, como parte del doble comando que regresó por sus fueros.
Político
La formalización de la consulta popular por parte de la AN –que está dentro de sus facultades- le dará una base al accionar del ecosistema opositor, que dejará de ser abstencionista, y moverá su fuerza y su energía a la participación cívica en la consulta; cuya fecha aún no se conoce, pero debiera ser previa al 6D. El despliegue nacional de los dirigentes, para promover la consulta, debería servir al mismo tiempo para apoyar y organizar las protestas populares genuinas y pacíficas (ojalá sigan así y la gente no se moleste) que todos los días se están dando a lo largo y ancho del país. Y que el gobierno no debería ser un obstáculo para la consulta, porque es un derecho constitucional.
Social
Las colas de la gasolina que en el interior del país pueden durar días, y en Caracas varias horas, se han vuelto un foco de medición del humor popular y a quienes ellos, los “colistas”, atribuyen los problemas que viven en la cola, que son básicamente dos: la falta de combustible, a Chávez y Maduro, y los abusos en el servicio, a la fuerza armada. Ya hace tiempo que la FANB perdió la capacidad de ser el fiel de la balanza, al declararse públicamente chavista; pero ahora, además le suma el resentimiento popular, haciendo que su reputación negativa, entre el común de la gente, se haga difícil de ser recuperada.
Económico

El salto del dólar a Bs 400 mil podía ser analizado desde los escalones resultado de la dinámica perversa a la que nos hemos ido acostumbrando; pero al aumento, que va más allá de esos “límites”, hay que atribuirlo a la inyección de dinero al sistema vía los pagos de PDVSA, de la semana pasada; contradiciendo a la estrategia monetaria restrictiva que desde hace tiempo tratan de imponer vía el encaje extraordinario. Lo que hacen con la mano lo terminan borrando con el codo. Estando claros que el dólar y la inflación se mueven en circuitos diferentes, pero tienen como vaso comunicante, justamente, a la emisión monetaria.
Internacional
La semana se caracterizó por un desagradable debate presidencial en EEUU donde ambos mostraron su lado oscuro; aunque tal vez Trump lo haya capitalizado en algo, de cara a su electorado duro, aparentemente afín a ese tipo de estrategia agresiva. Como luego se contagió de covid, es posible que lo último haya opacado lo anterior. Si algo le faltaba a esa campaña era la incertidumbre de si un hombre de más de 70 años, infectado, podría terminar la campaña o si debería haber un plan “B”.
Por otra parte la UE consolidó su posición de no reconocimiento del 6D, lo cual podría considerarse una derrota personal para Borrell, que estaba promoviendo el reconocimiento a casi cualquier costo…pero no pudo.
Y finalmente, la siempre ambigua posición argentina frente a Venezuela con un embajador en la OEA desconociendo las torturas de los informes de la ONU (FFM y Bachelet), y al día siguiente retractándose
Recomendación
· Al gobierno, que permita el retorno a la normalidad, aprobando protocolos específicos de bioseguridad para cada actividad. Por ejemplo, el retorno a las actividades deportivas, a las playas y a los clubes recreacionales, para mitigar de a poco, el daño psicológico que la decisión de la cuarentena le produjo a la sociedad
· A la dirigencia de la oposición, que aproveche el momento político y social favorable, para desplegarse a nivel nacional y presente un panorama positivo del país que podemos ser, y ponga a la gente a “soñar” con un futuro mejor
· A los empresarios, que tienen que ser creativos y buscar la mejor manera de superar esta coyuntura tan difícil. De la crisis hay que sacar cosas buenas

@btripier
@benjamintripier
btripierntn@gmail.com

 4 min


Carlos Raúl Hernández

A mi amigo Víctor Cadet quien sugirió el tema

Hace 20 años la oveja “Dolly” estremeció al mundo y se decía que ya andaban en las calles y comían fish and chips varias personas clonadas. La comunidad científica en pánico cerró la entrada al abismo descubierto, y la investigación perseguida se desplazó a Oriente. Dos décadas después, 15 de noviembre de 2018, supimos que el médico investigador Hi Jiankui inmunizó genéticamente contra el VIH dos gemelas recién nacidas, sin aval del instituto donde trabajaba, ni del gobierno. Hoy cumple arresto domiciliario.


Por eso ya antes de la performance del Covid-19, su “capitalismo iliberal” y autoritarismo tecnológico, a China se le asocia con el laboratorio de Lex Luthor. El arte y la literatura temen irracionalmente que la ciencia traicionará a sus creadores para esclavizarlos, y el cine vive una recurrente rebelión de máquinas, cyborgs, mentes “subidas a la nube”, Schwarzenegger o Keanu Reeves, y computadoras que sabotean misiones espaciales de Kubrick en 2001 Odisea del espacio.


Ese terror lo llamé en un libro “síndrome Frankenstein” (Vértigo comunicacional, caos global:2003). Las dizque dramáticas relaciones hombre-techno matizan la teoría y desatan desde los cincuenta la críptica discusión sobre transhumanismo (h+) término acuñado según algunos por el teólogo Theilhard de Chardin. Otros dicen que Julian Huxley, biólogo hermano de Aldous, creador del “transhumanismo evolutivo” o reformista.

Trashumar llama Dante pasar al cielo, lo que dice sentir con Beatriz. ¿Será que la confluencia hipertecnológica: inteligencia artificial, robótica, nanotecnología, ingeniería genética, neurociencia, cirugía regenerativa, trasplantes, prótesis-órtesis, biotecnología informática, células madre, conduce al superhombre nietzscheano, - ¿el cyborg? -, que comenzaría en el automercado genético, donde los padres escogerían las hormas de sus hijos por venir?


Solo existe la Matrix
También por bio-hackeo los dotarían de condiciones físicas, súper inteligencia, inmunidades, destrezas, propensión al arte, saberes, deportes o técnica (One aprendiendo en el tatami con Morpheus)… pero ¿cuáles serían las secuelas? Por ahora se problematiza el milagro porque las minifrankenstein del Dr. Hi Jiankui tendrán que estar bajo vigilancia médica de por vida, ya que son aleatorios los efectos que podría tener en ellas su ultra sistema inmunológico. ¿Qué de autoagresiones, como el lupus?

En los 60 y 70 con la avalancha revolucionaria, antidemocrática, antiliberal, totalitaria, antihumanista, el anarquismo existencial, varias generaciones de sicópatas brillantes, inconformes con la sociedad, sus cuerpos y vidas, se declaran en rebelión hasta contra la naturaleza humana, y cuestionan por “burgueses” tabús totémicos, incesto, pedofilia, bestialismo. El transhumanismo cultural de Foucault, Beauvoir, Derrida, Barthes, Sartre, Firestone, Deleuze, Millet, Butler, Singer. “Prohibido prohibir”.

Foucault dice que la llamada realidad son constructos sin dignidad, creaciones- voluntarias de la mente “dominante”, para someter, “vigilar y castigar”. En Las palabras y las cosas, que el hombre es también una ficción renacentista, “una creación del siglo XVI… que duró dos siglos”. Luego el kapitalismo lo enajenó, esclavizó y lo convirtió en esa piltrafa con esperanza de vida de 84 años que llegó a la luna, va a Marte, parió a Picasso, Kafka, Mahler y redujo la pobreza al nivel más bajo en 40.000 años.

Locura radical, mundo infantil para adultos para subvertir la cultura, el homo sapiens, la biología y hasta la muerte. Choque entre la ciencia concebida para mejorar la sociedad vs. la que quiere el hombre nuevo poshumano, cuyo gap con los hombres actuales será tan grande como el que hay entre nosotros y los primates. Peter Singer desde la izquierda propone además de eugenesia masiva, biohackear embriones para erradicar genéticamente la violencia.


Pata de palo
Otros “subvierten” desde la derecha. Afirman que quienes estén en el mundo en 2045, podrá vivir cientos, miles de años y posiblemente alcanzarán la inmortalidad. Que la crioconservación, contra toda evidencia, permitirá poner a funcionar un organismo complejo luego de congelarlo. Y creen en la posibilidad de escanear un cerebro y subirlo a la computadora o a la nube, otra forma de inmortalidad. Por lo visto, se superarán las enfermedades, pero no la del pensamiento: la utopía.

El transhumanismo (h+) tiene mucho de secta cienciológica o de new age, que a partir de avances reales en el conocimiento empegosta a la fuerza una especie de metafísica positivista, una ideología holística. Yuval Harari, por ejemplo, afirma “Kurzweil y De Gray son incluso más optimistas: sostienen que quienquiera que en el 2050 posea un cuerpo y una cuenta bancaria sanos tendrá una elevada posibilidad de alcanzar la inmortalidad al engañar a la muerte una década tras otra…”.

“…Cada diez años, aproximadamente, entraremos en la clínica y recibiremos un tratamiento de renovación que no solo curará enfermedades, sino que también regenerará tejidos deteriorados y rejuvenecerá manos, ojos y cerebro... en realidad, serán amortales, en lugar de inmortales… su vida no tendrá fecha de caducidad”. Por eso, con humor capaz de pulverizar el mármol más invulnerable, Freud escribió: “el hombre es Dios con prótesis”. (continuará)

@CarlosRaulHer

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Mariana Mazzucato

Después de la crisis financiera de 2008, los gobiernos de todo el mundo inyectaron más de 3 billones de dólares en el sistema financiero. El objetivo era descongelar los mercados de crédito y hacer que la economía mundial volviera a funcionar. Pero en lugar de apoyar la economía real -la parte que implica la producción de bienes y servicios reales- el grueso de la ayuda acabó en el sector financiero. Los gobiernos rescataron a los grandes bancos de inversión que habían contribuido directamente a la crisis, y cuando la economía se puso en marcha de nuevo, fueron esas empresas las que cosecharon los frutos de la recuperación. Los contribuyentes, por su parte, se quedaron con una economía mundial tan quebrada, desigual e intensiva en carbono como antes. "Nunca dejes que una buena crisis se desperdicie", dice una máxima popular de la política. Pero eso es exactamente lo que pasó.

Ahora, mientras los países se tambalean por la pandemia de COVID-19 y los consiguientes cierres, deben evitar cometer el mismo error. En los meses posteriores a la aparición del virus, los gobiernos intervinieron para hacer frente a las crisis económicas y sanitarias concomitantes, desplegando paquetes de estímulo para proteger los puestos de trabajo, emitiendo normas para frenar la propagación de la enfermedad e invirtiendo en la investigación y el desarrollo de tratamientos y vacunas. Estos esfuerzos de rescate son necesarios. Pero no basta con que los gobiernos intervengan simplemente como último recurso cuando los mercados fallan o se producen crisis. Deben dar forma activamente a los mercados para que ofrezcan el tipo de resultados a largo plazo que beneficien a todos.

El mundo perdió la oportunidad de hacerlo en 2008, pero el destino le ha dado otra oportunidad. A medida que los países salen de la crisis actual, pueden hacer algo más que estimular el crecimiento económico; pueden dirigir la dirección de ese crecimiento para construir una economía mejor. En lugar de prestar asistencia sin condiciones a las empresas, pueden condicionar sus rescates a la adopción de políticas que protejan el interés público y aborden los problemas de la sociedad. Pueden exigir que las vacunas COVID-19 que reciben apoyo público sean accesibles universalmente. Pueden negarse a rescatar a las empresas que no reduzcan sus emisiones de carbono o que no dejen de esconder sus beneficios en paraísos fiscales.

Durante demasiado tiempo, los gobiernos han socializado los riesgos pero han privatizado las recompensas: el público ha pagado el precio de la limpieza de los desórdenes, pero los beneficios de esas limpiezas se han acumulado en gran medida para las empresas y sus inversores. En tiempos de necesidad, muchas empresas se apresuran a pedir ayuda al gobierno, pero en los buenos tiempos, exigen que el gobierno se aleje. La crisis de COVID-19 presenta una oportunidad para corregir este desequilibrio mediante un nuevo estilo de negociación que obliga a las empresas rescatadas a actuar más en el interés público y permite a los contribuyentes compartir los beneficios de los éxitos que tradicionalmente se atribuyen únicamente al sector privado. Pero si en lugar de ello los gobiernos se centran únicamente en poner fin al dolor inmediato, sin reescribir las reglas del juego, entonces el crecimiento económico que siga a la crisis no será ni inclusivo ni sostenible. Tampoco servirá a las empresas interesadas en las oportunidades de crecimiento a largo plazo. La intervención habrá sido un desperdicio, y la oportunidad perdida sólo alimentará una nueva crisis.

LA PODREDUMBRE EN EL SISTEMA

Las economías avanzadas habían estado sufriendo grandes fallas estructurales mucho antes de que COVID-19 llegara. Por un lado, las finanzas se financian a sí mismas, erosionando así los cimientos del crecimiento a largo plazo. La mayoría de los beneficios del sector financiero se reinvierten en las finanzas -bancos, compañías de seguros y bienes raíces- en lugar de destinarse a usos productivos como la infraestructura o la innovación. Sólo el diez por ciento de todos los préstamos bancarios británicos, por ejemplo, apoyan a empresas no financieras, y el resto se destina a bienes inmuebles y activos financieros. En las economías avanzadas, los préstamos inmobiliarios constituían alrededor del 35% de todos los préstamos bancarios en 1970; en 2007, habían aumentado a alrededor del 60%. La estructura actual de las finanzas alimenta así un sistema impulsado por la deuda y las burbujas especulativas que, cuando estallan, llevan a los bancos y a otras personas a mendigar el rescate del gobierno.

Otro problema es que muchas grandes empresas descuidan las inversiones a largo plazo en favor de las ganancias a corto plazo. Obsesionados con los rendimientos trimestrales y los precios de las acciones, los directores generales y los consejos de administración de las empresas han recompensado a los accionistas recomprando acciones, aumentando el valor de las acciones restantes y, por lo tanto, de las opciones sobre acciones que forman parte de la mayoría de los paquetes de remuneración de los ejecutivos. En la última década, las compañías de Fortune 500 han recomprado más de 3 billones de dólares de sus propias acciones. Estas recompras se hacen a expensas de la inversión en salarios, capacitación de los trabajadores e investigación y desarrollo.

Luego está el vaciamiento de la capacidad del gobierno. Sólo después de un fallo explícito del mercado suelen intervenir los gobiernos, y las políticas que proponen son demasiado escasas, demasiado tardías. Cuando el Estado no es visto como un socio en la creación de valor sino como un simple fijador, los recursos financiados públicamente se ven privados de recursos. Los programas sociales, la educación y la atención sanitaria no reciben fondos suficientes.

La relación entre el sector público y el privado se rompe.

Estos fracasos se han sumado a mega crisis, tanto económicas como planetarias. La crisis financiera fue causada en gran medida por el exceso de crédito que fluyó hacia los sectores inmobiliario y financiero, inflando las burbujas de activos y la deuda de los hogares en lugar de apoyar la economía real y generar un crecimiento sostenible. Mientras tanto, la falta de inversiones a largo plazo en energía verde ha acelerado el calentamiento global, hasta el punto de que el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas ha advertido que al mundo le quedan sólo diez años para evitar sus efectos irreversibles. Sin embargo, el gobierno de los Estados Unidos subvenciona a las empresas de combustibles fósiles con unos 20.000 millones de dólares al año, en gran parte mediante exenciones fiscales preferenciales. Los subsidios de la Unión Europea ascienden a unos 65.000 millones de dólares al año. En el mejor de los casos, los encargados de formular políticas que tratan de hacer frente al cambio climático están considerando la posibilidad de ofrecer incentivos, como impuestos sobre el carbono y listas oficiales de las inversiones que cuentan como ecológicas. No han llegado a emitir el tipo de reglamentos obligatorios que se requieren para evitar el desastre para 2030.

La crisis de COVID-19 sólo ha empeorado todos estos problemas. Por el momento, la atención del mundo se centra en sobrevivir a la crisis sanitaria inmediata, no en prevenir la próxima crisis climática o la próxima crisis financiera. Los cierres han devastado a la gente que trabaja en la gigante peligrosa economía. Muchos de ellos carecen tanto de los ahorros como de las prestaciones del empleador, a saber, la atención de la salud y las licencias por enfermedad, necesarias para capear la tormenta. La deuda de las empresas, una de las principales causas de la anterior crisis financiera, sólo está aumentando a medida que las empresas obtienen nuevos y cuantiosos préstamos para hacer frente al colapso de la demanda. Y la obsesión de muchas compañías por complacer los intereses a corto plazo de sus accionistas las ha dejado sin una estrategia a largo plazo para superar la crisis.

La pandemia también ha revelado cuán desequilibrada se ha vuelto la relación entre el sector público y el privado. En los Estados Unidos, los Institutos Nacionales de Salud (NIH) invierten unos 40.000 millones de dólares al año en investigaciones médicas y han sido uno de los principales financiadores de la investigación y el desarrollo de los tratamientos y vacunas de COVID-19. Pero las compañías farmacéuticas no están obligadas a hacer que los productos finales sean asequibles para los estadounidenses, cuyo dinero de los impuestos los está subvencionando en primer lugar. La compañía Gilead, con sede en California, desarrolló su medicamento COVID-19, remdesivir, con 70,5 millones de dólares de apoyo del gobierno federal. En junio, la compañía anunció el precio que cobraría a los estadounidenses por un tratamiento: 3.120 dólares.

Era un movimiento típico de la Gran Farmacia. Un estudio examinó los 210 medicamentos aprobados por la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU. de 2010 a 2016 y encontró que "los fondos de los NIH contribuyeron a cada uno". Aun así, los precios de los medicamentos de EE.UU. son los más altos del mundo. Las compañías farmacéuticas también actúan en contra del interés público al abusar del proceso de patentes. Para evitar la competencia, presentan patentes que son muy amplias y difíciles de licenciar. Algunas de ellas están demasiado adelantadas en el proceso de desarrollo, permitiendo a las empresas privatizar no sólo los frutos de la investigación sino también las propias herramientas para llevarla a cabo.

Igualmente se han hecho malos tratos con Big Tech. En muchos sentidos, el Valle del Silicio es un producto de las inversiones del gobierno de EE.UU. en el desarrollo de tecnologías de alto riesgo. La Fundación Nacional de Ciencia financió la investigación detrás del algoritmo de búsqueda que hizo famoso a Google. La Armada de los Estados Unidos hizo lo mismo con la tecnología GPS de la que depende Uber. Y la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa, parte del Pentágono, apoyó el desarrollo de Internet, la tecnología de pantalla táctil, Siri, y todos los demás componentes clave del iPhone. Los contribuyentes se arriesgaron cuando invirtieron en estas tecnologías, pero la mayoría de las empresas tecnológicas que se han beneficiado no pagan su parte justa de impuestos. Entonces tienen la audacia de luchar contra las regulaciones que protegerían los derechos de privacidad del público. Y aunque muchos han señalado el poder de la inteligencia artificial y otras tecnologías que se están desarrollando en Silicon Valley, una mirada más atenta muestra que también en estos casos fueron las inversiones públicas de alto riesgo las que sentaron las bases. Sin la acción del gobierno, las ganancias de esas inversiones podrían volver a fluir en gran medida a manos privadas. La tecnología financiada con fondos públicos debe ser mejor gobernada por el Estado -y en algunos casos propiedad del Estado- para asegurar que el público se beneficie de sus propias inversiones. Como ha puesto de manifiesto el cierre masivo de escuelas durante la pandemia, sólo algunos estudiantes tienen acceso a la tecnología necesaria para la escolarización en el hogar, una disparidad que no hace sino aumentar la desigualdad. El acceso a la Internet debería ser un derecho, no un privilegio.

VALOR DE REPLANTEAMIENTO

Todo esto sugiere que la relación entre el sector público y el privado está rota. Arreglarlo requiere primero abordar un problema subyacente en la economía: el campo se ha equivocado en el concepto de valor. Los economistas modernos entienden el valor como intercambiable con el precio. Este punto de vista sería un anatema para los teóricos anteriores como François Quesnay, Adam Smith y Karl Marx, que veían los productos como teniendo un valor intrínseco relacionado con la dinámica de la producción, valor que no estaba necesariamente relacionado con su precio.

El concepto contemporáneo de valor tiene enormes implicaciones para la forma en que se estructuran las economías. Afecta a la forma en que se dirigen las organizaciones, a la forma en que se contabilizan las actividades, a la forma en que se priorizan los sectores, a la forma en que se ve al gobierno y a la forma en que se mide la riqueza nacional. El valor de la educación pública, por ejemplo, no figura en el PIB de un país porque es gratuita, pero sí el costo de los sueldos de los profesores. Es natural, entonces, que tanta gente hable de "gasto" público en lugar de "inversión" pública. Esta lógica también explica por qué el entonces director general de Goldman Sachs, Lloyd Blankfein, pudo afirmar en 2009, justo un año después de que su empresa recibiera un rescate de 10.000 millones de dólares, que sus trabajadores estaban "entre los más productivos del mundo". Después de todo, si el valor es el precio, y si el ingreso por empleado de Goldman Sachs está entre los más altos del mundo, entonces, por supuesto, sus trabajadores deben estar entre los más productivos del mundo.

Cambiar el statu quo requiere dar una nueva respuesta a la pregunta, ¿Qué es el valor? En este sentido, es esencial reconocer las inversiones y la creatividad que aportan una amplia gama de agentes de toda la economía, no sólo las empresas, sino también los trabajadores y las instituciones públicas. Durante demasiado tiempo, la gente ha actuado como si el sector privado fuera el principal impulsor de la innovación y la creación de valor y, por lo tanto, tuviera derecho a los beneficios resultantes. Pero esto simplemente no es cierto. Los medicamentos farmacéuticos, Internet, la nanotecnología, la energía nuclear, la energía renovable... todo ello se desarrolló con una enorme cantidad de inversión gubernamental y con la asunción de riesgos, a espaldas de innumerables trabajadores y gracias a la infraestructura y las instituciones públicas. Apreciar la contribución de este esfuerzo colectivo facilitaría que todos los esfuerzos se remuneraran adecuadamente y que los beneficios económicos de la innovación se distribuyeran de forma más equitativa. El camino hacia una asociación más simbiótica entre las instituciones públicas y privadas comienza con el reconocimiento de que el valor se crea colectivamente.

RESCATES MALOS

Más allá de repensar el valor, las sociedades deben dar prioridad a los intereses a largo plazo de los interesados en lugar de los intereses a corto plazo de los accionistas. En la crisis actual, eso debería significar el desarrollo de una "vacuna popular" para COVID-19, una que sea accesible a todos los habitantes del planeta. El proceso de innovación en materia de drogas debería regirse de manera que se fomente la colaboración y la solidaridad entre los países, tanto durante la fase de investigación y desarrollo como cuando llegue el momento de distribuir la vacuna. Las patentes deben ser agrupadas entre universidades, laboratorios gubernamentales y empresas privadas, permitiendo que el conocimiento, los datos y la tecnología fluyan libremente en todo el mundo. Sin estos pasos, una vacuna COVID-19 corre el riesgo de convertirse en un producto caro vendido por un monopolio, un bien de lujo que sólo los países y ciudadanos más ricos pueden permitirse.

En términos más generales, los países también deben estructurar las inversiones públicas de manera menos parecida a las dádivas y más parecida a los intentos de configurar el mercado en beneficio del público, lo que significa atar las cuerdas a la asistencia gubernamental. Durante la pandemia, esas condiciones deben promover tres objetivos particulares: En primer lugar, mantener el empleo para proteger la productividad de las empresas y la seguridad de los ingresos de los hogares. En segundo lugar, mejorar las condiciones de trabajo proporcionando una seguridad adecuada, salarios decentes, niveles suficientes de subsidios de enfermedad y una mayor participación en la toma de decisiones. Tercero, avanzar en las misiones a largo plazo, como la reducción de las emisiones de carbono y la aplicación de los beneficios de la digitalización a los servicios públicos, desde el transporte hasta la salud.

La principal respuesta de los Estados Unidos a COVID-19 -la Ley CARES (Coronavirus Aid, Relief, and Economic Security), aprobada por el Congreso en marzo- ilustra estos puntos a la inversa. En lugar de poner en marcha apoyos efectivos para la nómina de sueldos, como lo hicieron la mayoría de los demás países avanzados, los Estados Unidos ofrecieron mayores beneficios de desempleo temporal. Esta elección dio lugar al despido de más de 30 millones de trabajadores, lo que hizo que los Estados Unidos tuvieran una de las tasas más altas de desempleo relacionado con una pandemia en el mundo desarrollado. Debido a que el gobierno ofreció billones de dólares en apoyo directo e indirecto a las grandes empresas sin condiciones significativas, muchas empresas tuvieron la libertad de tomar medidas que podían propagar el virus, como negar días de enfermedad pagados a sus empleados y operar en lugares de trabajo inseguros.

La Ley CARES también estableció el Programa de Protección a los Sueldos, bajo el cual los negocios recibían préstamos que serían perdonados si los empleados se mantenían en la nómina. Pero el PPP terminó sirviendo más como un subsidio masivo en efectivo a las tesorerías corporativas que como un método efectivo de salvar empleos. Cualquier pequeña empresa, no sólo las que lo necesitaban, podía recibir un préstamo, y el Congreso rápidamente aflojó las reglas respecto a cuánto una empresa necesitaba gastar en la nómina para que se le perdonara el préstamo. Como resultado, el programa hizo una pequeña mella en el desempleo. Un equipo del MIT concluyó que el PPP entregó 500.000 millones de dólares en préstamos, pero sólo salvó 2,3 millones de puestos de trabajo en aproximadamente seis meses. Asumiendo que la mayoría de los préstamos son finalmente perdonados, el costo anualizado del programa es de aproximadamente 500.000 dólares por trabajo. Durante el verano, tanto el PPP como los beneficios de desempleo ampliados se agotaron, y la tasa de desempleo de los EE.UU. todavía superaba el diez por ciento.

El Congreso ha autorizado hasta ahora más de 3 billones de dólares en gastos en respuesta a la pandemia, y la Reserva Federal inyectó unos 4 billones de dólares adicionales más o menos en la economía - en total más del 30 por ciento del PIB de los EE.UU. Sin embargo, estos enormes gastos no han logrado nada en cuanto a abordar cuestiones urgentes y a largo plazo, desde el cambio climático hasta la desigualdad. Cuando la senadora Elizabeth Warren, demócrata de Massachusetts, propuso que se impusieran condiciones a los rescates para asegurar salarios más altos y un mayor poder de decisión para los trabajadores y restringir los dividendos, las recompras de acciones y los bonos de los ejecutivos, no pudo obtener los votos.

El objetivo de la intervención del gobierno era evitar el colapso del mercado laboral y mantener las empresas como organizaciones productivas, es decir, actuar como aseguradoras de riesgos catastróficos. Pero no se puede permitir que este enfoque empobrezca al gobierno, ni que los fondos financien estrategias empresariales destructivas. En caso de insolvencia, el gobierno podría considerar la posibilidad de exigir posiciones de capital en las empresas que está rescatando, como ocurrió en 2008 cuando el Tesoro de los EE.UU. asumió la propiedad de las participaciones en General Motors y otras empresas en problemas. Y al rescatar empresas, el gobierno debería imponer condiciones que prohíban todo tipo de mal comportamiento: entregar bonos intempestivos a los directores generales, emitir dividendos excesivos, realizar recompras de acciones, asumir deudas innecesarias, desviar beneficios a paraísos fiscales, participar en grupos de presión política problemáticos. También deberían evitar que las empresas se aprovechen de los precios, especialmente en el caso de los tratamientos y vacunas contra el COVID-19.

Otros países muestran cómo es una respuesta adecuada a la crisis. Cuando Dinamarca ofreció pagar el 75 por ciento de los costos de nómina de las empresas al inicio de la pandemia, lo hizo con la condición de que las empresas no pudieran hacer despidos por razones económicas. El gobierno danés también se negó a rescatar a las empresas que estaban registradas en paraísos fiscales y prohibió el uso de fondos de ayuda para dividendos y recompra de acciones. En Austria y Francia, las aerolíneas se salvaron con la condición de que redujeran su huella de carbono.

El gobierno británico, en cambio, dio a easyJet acceso a más de 750 millones de dólares en liquidez en abril, a pesar de que la aerolínea había pagado casi 230 millones de dólares en dividendos a los accionistas un mes antes. El Reino Unido se negó a poner condiciones a su rescate de easyJet y otras empresas en problemas en nombre de la neutralidad del mercado, la idea de que no es tarea del gobierno decir a las empresas privadas cómo deben gastar su dinero. Pero un rescate nunca puede ser neutral: por definición, un rescate implica que el gobierno elija salvar a una empresa, y no a otra, del desastre. Sin condiciones, la asistencia del gobierno corre el riesgo de subvencionar las malas prácticas empresariales, desde los modelos de negocio ambientalmente insostenibles hasta el uso de paraísos fiscales. El plan de cesantía del Reino Unido, por el cual el gobierno pagó hasta el 80 por ciento de los salarios de los empleados cesantes, debería como mínimo haber estado condicionado a que los trabajadores no fueran despedidos tan pronto como el programa terminara. Pero no fue así.

LA MENTALIDAD DE CAPITALISTA DE RIESGO

El Estado no puede limitarse a invertir, sino que debe llegar a un buen acuerdo. Para ello, debe empezar a pensar como lo que he llamado un "Estado emprendedor", asegurándose de que, al invertir, no sólo se burla de las desventajas sino que también obtiene una parte de las ventajas. Una forma de hacerlo es tomar una participación en los negocios que hace.

Considere la empresa solar Solyndra, que recibió un préstamo garantizado de 535 millones de dólares del Departamento de Energía de EE.UU. antes de quebrar en 2011 y convertirse en un sinónimo conservador de la incapacidad del gobierno para elegir ganadores. Alrededor de la misma época, el Departamento de Energía dio un préstamo garantizado de 465 millones de dólares a Tesla, que pasó a experimentar un crecimiento explosivo. Los contribuyentes pagaron por el fracaso de Solyndra, pero nunca fueron recompensados por el éxito de Tesla. Ningún capitalista de riesgo que se precie estructuraría las inversiones de esa manera. Peor aún, el Departamento de Energía estructuró el préstamo de Tesla de manera que obtendría tres millones de acciones en la empresa si Tesla no podía devolver el préstamo, un acuerdo diseñado para no dejar a los contribuyentes con las manos vacías. ¿Pero por qué el gobierno querría una participación en una empresa en quiebra? Una estrategia más inteligente habría sido hacer lo contrario y pedir a Tesla que pagara tres millones de acciones si era capaz de devolver el préstamo. Si el gobierno hubiera hecho eso, habría ganado decenas de miles de millones de dólares, ya que el precio de las acciones de Tesla creció en el curso del préstamo, dinero que podría haber cubierto el costo de la quiebra de Solyndra, con un montón de sobras para la siguiente ronda de inversiones.

Pero el punto es preocuparse no sólo por la recompensa monetaria de las inversiones públicas. El gobierno también debe poner condiciones estrictas a sus acuerdos para asegurar que sirvan al interés público. Los medicamentos desarrollados con ayuda del gobierno deben tener un precio que tenga en cuenta esa inversión. Las patentes que expida el gobierno deben ser estrechas y fácilmente licenciables, para fomentar la innovación, promover el espíritu empresarial y desalentar la búsqueda de rentas.

Los gobiernos también deben considerar la forma de utilizar los beneficios de sus inversiones para promover una distribución más equitativa de los ingresos. No se trata de socialismo; se trata de entender la fuente de los beneficios capitalistas. La crisis actual ha dado lugar a nuevos debates sobre un ingreso básico universal, en virtud del cual todos los ciudadanos reciben del gobierno un pago regular igual, independientemente de que trabajen o no. La idea que subyace a esta política es buena, pero la narración sería problemática. Dado que el ingreso básico universal se considera una limosna, perpetúa la falsa noción de que el sector privado es el único creador, y no un cocreador, de riqueza en la economía y que el sector público es simplemente un recaudador de peaje, que desvía las ganancias y las distribuye como caridad.

Una mejor alternativa es el dividendo de los ciudadanos. Bajo esta política, el gobierno toma un porcentaje de la riqueza creada con las inversiones del gobierno, pone ese dinero en un fondo, y luego comparte las ganancias con el pueblo. La idea es recompensar directamente a los ciudadanos con una parte de la riqueza que han creado. Alaska, por ejemplo, ha distribuido los ingresos del petróleo a los residentes a través de un dividendo anual de su Fondo Permanente desde 1982. Noruega hace algo similar con su Fondo de Pensiones del Gobierno. California, que alberga algunas de las empresas más ricas del mundo, podría considerar hacer algo similar. Cuando Apple, con sede en Cupertino, California, estableció una subsidiaria en Reno, Nevada, para aprovechar la tasa de impuesto corporativo del cero por ciento de ese estado, California perdió una enorme cantidad de ingresos fiscales. No sólo se deberían bloquear estos trucos fiscales, sino que California debería contraatacar creando un fondo de riqueza estatal, que ofrecería una forma, además de los impuestos, de capturar directamente una parte del valor creado por la tecnología y las empresas que fomentaba.

El dividendo de un ciudadano permite que el producto de la riqueza creada conjuntamente se comparta con la comunidad en general, ya sea que esa riqueza provenga de los recursos naturales que forman parte del bien común o de un proceso, como las inversiones públicas en medicinas o tecnologías digitales, que haya supuesto un esfuerzo colectivo. Esa política no debe servir como sustituto para que el sistema fiscal funcione correctamente. El Estado tampoco debería utilizar la falta de esos fondos como excusa para no financiar bienes públicos fundamentales. Pero un fondo público puede cambiar la narrativa al reconocer explícitamente la contribución pública a la creación de riqueza, clave en el juego de poder político entre las fuerzas.

LA ECONOMÍA DIRIGIDA POR EL PROPÓSITO

Cuando los sectores público y privado se unen en pos de una misión común, pueden hacer cosas extraordinarias. Así es como los Estados Unidos llegaron a la Luna y en 1969. Durante ocho años, la NASA y empresas privadas de sectores tan variados como el aeroespacial, el textil y el electrónico colaboraron en el programa Apolo, invirtiendo e innovando juntos. A través de la audacia y la experimentación, lograron lo que el presidente John F. Kennedy llamó "la más arriesgada y peligrosa y mayor aventura en la que el hombre se ha embarcado". No se trataba de comercializar ciertas tecnologías o incluso de impulsar el crecimiento económico; se trataba de hacer algo juntos.

Más de 50 años después, en medio de una pandemia mundial, el mundo tiene la oportunidad de intentar un “viaje a la luna” aún más ambicioso: la creación de una mejor economía. Esta economía sería más inclusiva y sostenible. Emitiría menos carbono, generaría menos desigualdad, construiría un transporte público moderno, proporcionaría acceso digital para todos y ofrecería una atención sanitaria universal. De manera más inmediata, pondría una vacuna COVID-19 a disposición de todos. La creación de este tipo de economía requerirá un tipo de colaboración público-privada que no se ha visto en décadas.

Algunos que hablan de la recuperación de la pandemia citan un objetivo atractivo: el retorno a la normalidad. Pero ese es el objetivo equivocado; la normalidad está rota. Más bien, el objetivo debería ser, como muchos han dicho, "reconstruir mejor". Hace doce años, la crisis financiera ofreció una rara oportunidad para cambiar el capitalismo, pero fue desaprovechada. Ahora, otra crisis ha presentado otra oportunidad de renovación. Esta vez, el mundo no puede permitirse el lujo de dejar que se desperdicie.

2 de octubre 2020

Foreing Affairs

https://www.foreignaffairs.com/articles/united-states/2020-10-02/capitalism-after-covid-19-pandemic

Traducido usando DeepL (https://www.deepl.com/translator)

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Analítica.com

Editorial

Que Borrell, que los miembros de la mesita, que los alacranes, que los confiscadores de los partidos estén dispuestos a oxigenar al régimen por diferentes razones y que, por ahora, Capriles y Stalin aparentemente hagan mutis por el foro, no podrá borrar todo el daño que le ha hecho el régimen a Venezuela y que seguirá haciéndole mientras puedan, si hay gente dispuesta a darle oxígeno para que permanezca un poquito más en el poder.

Solo basta recordar cómo han destruído todo lo que funcionaba hace 20 años. Enumérenos caso por caso, cuánto petróleo, gas, productos petroquímicos, electricidad, hierro, bauxita, cemento producíamos en 1998, y cuánto hoy. La comparación es espeluznante, porque la producción en todos estos rubros ha disminuido en mucho más de 50% y en el caso del aluminio en un 100%.

¿Qué han hecho con los servicios? ¿cuántos embalses de agua han construido? la respuesta es fácil: cero, se distribuye la misma cantidad de agua al pueblo venezolana o esta se ha mermado en casi 50%. ¿Qué ha sucedido con la CANTV y MOVILNET? ¿acaso el buen servicio telefónico que prestaban es igual al desastroso de hoy? Y qué decir de las avenidas y autopistas, de la producción agrícola y pecuaria, y de los hospitales ¿han mejorado después de haber recibido los ingresos petroleros más elevados de toda nuestra historia? La respuesta es claro que no.

Podríamos ponernos a contar cualquier actividad económica, social, humana, cultural y, sin necesidad de ser acerbos críticos, no hay una sola que supere lo que teníamos en la mal denominada cuarta República, que en realidad fue la era democrática más importante de nuestra historia republicana, en la que Venezuela progresó como nunca antes.

Lo único en que si la superó ampliamente fue en la corrupción, en la violación de los DDHH, en la delincuencia, en la fragmentación del país, en la siembra de odios y de antivalores.

Los que prosiguen buscando fórmulas que permitan que este estado de cosas prosiga, o son ciegos o quieren serlo, porque pareciera que les importa poco el padecimiento del pueblo y lo único que vale es proteger sus intereses y seguir medrando a la sombra, no de un buen árbol sino de un cactus venenoso.

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