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Opinión

Jesús Elorza G.

La Agencia Mundial Antidopaje (AMA) tomó una decisión que trasciende el ámbito deportivo y la sitúa en el complejo tablero político, económico y jurídico que configura el convulso mundo actual. La resolución, que sigue las recomendaciones elaboradas por un comité de expertos durante los últimos tres años, prohíbe la participación de Rusia en las grandes competiciones internacionales hasta 2024. El veto incluye los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 y el Mundial de fútbol de Qatar en 2022. Como ocurrió en los Juegos de Río 2016, celebrados en medio de una polvareda similar a la actual, los deportistas rusos podrán participar en Tokio sin himno ni bandera nacional. El dopaje en el deporte ruso tiene una naturaleza sistemática. Rusia perdió 49 medallas olímpicas por infracciones de dopaje, la mayor cantidad en cualquier país, cuatro veces el número de finalistas y más de un tercio del total mundial. De 2011 a 2015, más de mil competidores rusos en diversos deportes, incluidos deportes de verano, invierno y paralímpicos, se beneficiaron de un encubrimiento del cual era partícipe el gobierno ruso.​

El vasto y sistemático plan del gobierno ruso para el dopaje de los atletas se descubrió meses después de celebrarse los Juegos de Invierno de Sochi, en 2014, donde los éxitos de sus deportistas quedaron manchados por las consecuencias de un fraude gigantesco. La trama fue revelada al milímetro por Grigory Rodchenkov, jefe del laboratorio antidopaje de Moscú, hasta entonces honrado con condecoraciones y ahora sometido en su país a una incesante campaña de descrédito. ​

Rodchenkov, detalló la enorme magnitud de una trama que afectaba a miles de deportistas y que alcanzó su apoteosis en los Juegos de Sochi. Desde un laboratorio secreto, situado junto al laboratorio oficial antidopaje, a través de un túnel, se cambiaban las muestras de orina de los medallistas rusos por recipientes con fluidos limpios.​

A la exclusión de los Juegos de Río 2016 se añadió el cierre en Moscú del laboratorio de la Agencia Rusa Antidopaje (RUSADA) y la exigencia a las autoridades de garantías de limpieza en el control de sus deportistas. No sin polémica, la AMA accedió a la reincorporación del laboratorio de Moscú al sistema global de lucha contra el dopaje. A cambio, los rusos se comprometieron a entregar todos los datos de los controles que hasta entonces habían permanecido ocultos. ​

Los investigadores adscritos a la AMA acudieron a Moscú y recibieron la información solicitada. Sin embargo, cuando comenzaron a analizarlos, comprobaron la existencia de groseras manipulaciones informáticas para intentar borrar datos, cambiar fechas e introducir pruebas falsas entre los gigas y gigas de datos almacenados. “Alguien ha eliminado de la base de datos los documentos elaborados y brutos, y PDF correspondientes, de cientos de presuntos casos positivos”, anuncia la AMA en su informe. La información era falsa. El big data ruso estaba manipulado. Los expertos antidopaje descubrieron que se habían alterado, y posiblemente perdido para siempre, datos de miles de deportistas, certeza que ha desembocado en la decisión que vuelve a excluir oficialmente a Rusia de los principales acontecimientos deportivos.

Como era de esperarse, al quedar al descubierto el Plan de Dopaje organizado y dirigido por el gobierno, el presidente ruso Vladímir Putin dijo que Rusia "nunca apoyó ninguna violación en el deporte, nunca la hemos apoyado a nivel estatal, y nunca lo apoyaremos​ y que las acusaciones eran parte de una "política contra Rusia" por parte de Occidente, pero los hechos dejan al descubierto el "Modus Putin Operandi"para el dopaje de los atletas rusos.

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Pedro Benítez

El nudo gordiano que no logra resolver el campo democrático en Venezuela es el enigma militar. Entre la Venezuela civil y la militar ha habido un abismo histórico que el chavismo ha usado (y usa) a su favor. Mientras la Fuerza Armada no le retire el apoyo a Maduro no hay transición en Venezuela y no lo hará mientras no vea una alternativa clara.

El pasado sábado Nicolás Maduro afirmó haber juramentado a 3.300.000 milicianos. “Hemos sobrecumplido la meta (afirmó), tenemos 3.300.000 hombres y mujeres organizados y dispuestos para la defensa y la paz de Venezuela”.

Agregó además que la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) reformaría la ley de la Fuerza Armada Nacional (FAN) a fin de incorporar a la Milicia Bolivariana como cuerpo combatiente de la misma. Es decir, como el quinto componente militar.

Instituir un cuerpo armado compuesto por militantes del partido oficial, y directamente leales al ocupante del Palacio presidencial de Miraflores, es uno de esos proyectos iniciados por el antecesor de Maduro en el cargo y que este se ha empeñado en ampliar a todo trance.

Con los militares profesionales comprometidos como nunca antes en respaldar a su régimen, con oficiales controlando áreas clave de la economía como por ejemplo lo que queda la estatal petrolera PDVSA, o con su propia empresa minera, Camimpeg, parecería que Maduro puede tener segura la lealtad de la corporación armada y si no de todos sus miembros al menos sí de la mayoría

Puede que como en otros tantos asuntos Maduro esté exagerando en el número de milicianos (por años lo ha hecho descaradamente con las cifras de la Misión Vivienda), y también parece evidente que esos milicianos en su abrumadora mayoría no tienen ni la condición física, ni la preparación profesional para reemplazar al Ejército o la Guardia Nacional de Venezuela. Pero su sola presencia la usa Maduro como una disuasión ante cualquier intento de insubordinación desde la FAN. Uno de los temores tradicionales de los altos mandos militares venezolanos es la guerra civil o tener que imponerse por medio de una represión sangrienta. En ese sentido los milicianos son la carne de cañón que Maduro ofrece sacrificar en el altar de su propio poder.

Entre Maduro y los militares profesionales hay una situación de desconfianza mutua. El primero sabe que el descontento generalizado que hay con su régimen y contra su persona en la sociedad venezolana hace rato entró a los cuarteles. Por su parte los oficiales también desconfían de Maduro. Debe ser así entre los mandos de mayor jerarquía; después de todo se deben mirar en el espejo de otros jerarcas civiles y militares del chavismo que hoy son perseguidos por el mismo régimen al que sirvieron.

De modo que aquí cabe una pregunta: Si esto es así, ¿por qué los militares siguen respaldando a Maduro?

Hay varias respuestas, pero una en particular luce como la más relevante de todas, esos mismos militares desconfían más de los dirigentes de la oposición venezolana que de Maduro. Prefieren el mal conocido que el mal por conocer. Entre un bando y otro escogen jugar (pese a todos los pesares) con el chavismo. Después de todo, este ha tenido una política hacia ellos que no ha tenido el campo democrático venezolano.

Esto no es un hecho nuevo. Tiene una historia tan larga como la existencia misma del país. Para resumir, digamos que de 1830 a esta parte sólo dos políticos civiles se ganaron el respeto, e incluso el liderazgo, dentro de la institución militar, los expresidentes Rómulo Betancourt y Rafael Caldera.

Para casi todos los demás el mundo militar fue algo ajeno y extraño del que se conocía poco o incluso se despreciaba. Así por ejemplo, el expresidente Carlos Andrés Pérez creyó que la lealtad militar a su persona estaba asegurada porque los golpes y conspiraciones eran cosas del pasado en la Venezuela de fines del siglo XX. Ese fue un grave error que se manifestó en toda su magnitud el 4 de febrero de 1992 con el fracasado intento de golpe militar con que se dio a conocer Hugo Chávez.

Una década después ese abismo entre políticos y militares explicó el intento fallido por desplazar a su vez a Chávez del poder el 12 de abril de 2002.

Desde entonces el chavismo, con todas las ventajas que le ha dado (obviamente) el poder, se ha dedicado a cultivar la lealtad de los oficiales repartiéndoles privilegios, ventajas, cargos y oportunidades de negocios. Pero además, ha tenido una política hacia ellos, esa que se denominó como la unidad cívico-militar. La misma, sin embargo, no ha logrado zanjar la desconfianza entre el grupo proveniente de la ultraizquierda que llegó con Maduro al Palacio de Miraflores y los compañeros de armas de Chávez. Las consecuencias desastrosas que para Venezuela ha tenido el paso del heredero por el poder son evidentes para los militares. Pero ante las alternativas planteadas prefieren el statu quo.

Del lado opositor no ha habido una política, como la que sí tuvieron en su momento los presidentes Rómulo Betancourt y Rafael Caldera (o en Chile el expresidente Patricio Aylwin) hacia el mundo militar, sino por el contrario, mensajes contradictorios y estrategias inconstantes. Nada que salve la mutua desconfianza.

El descontento militar contra Maduro existe, él lo sabe. Por eso su empeño en incrementar y armar a la Milicia. Por eso su servicio de contrainteligencia militar no baja la guardia. Pero la oposición no ha sido capaz de capitalizarlo. Ese no es un error en el que esté sola. También ha sido el error a lo largo de este año de la comunidad democrática internacional que ha respaldado a la Asamblea Nacional (AN) y en particular de la Administración Trump.

Viernes 13 de diciembre de 2019

AlNavío

https://alnavio.com/noticia/20065/actualidad/esto-pasa-en-venezuela:-maduro-desconfia-de-los-militares-y-los-militares-desconfian-de-guaido.html

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Muchas personas afirman que en lo político el año 2019 concluye de una manera similar a 2018, en lo que se refiere al pesimismo y desesperanza del país, en general, y del sector opositor, en particular. Muchos elementos avalan esta percepción ya que los objetivos planteados por la AN y Juan Guaidó en enero de este año –cese a la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres– lucen lejanos en este momento. Sin embargo, al hacer un balance del año, algo más profundo, veremos que esta percepción de pesimismo y desesperanza no es del todo sólida, pues se lograron algunas metas importantes.

El balance político del año lo quiero hacer girar en torno al liderazgo y necesariamente, entonces, tiene que ser en torno al líder opositor más prominente. Además, porque después de casi un año, es normal y hasta necesario cerrar este periodo con un balance de la actuación política de Juan Guaidó, a quien se critica duramente, se le llena de calificativos e insultos, se le culpa de todos los males que padece la oposición, se trata de enterrar su liderazgo y hasta se le pide que renuncie como presidente interino. Criticar a Juan Guaidó no es muy difícil, los errores de los que se acusa a la oposición son variados, están a la vista y son innegables, pero no todos se pueden atribuir en exclusiva a Juan Guaidó.

Entre los errores podemos señalar: el fallido intento de ingresar la ayuda humanitaria el 23 de febrero y las consecuencias colaterales que desató; el fracasado llamado a la Fuerza Armada el 30 de abril; los fracasados intentos de negociación y diálogo en República Dominicana –que la oposición abortó– y el intento de negociación auspiciado por Noruega, que fue abortado por el régimen.

Siguió a estos dos intentos fallidos de diálogo el intento de concitar una intervención militar que pusiera fin al oprobioso régimen venezolano. En este caso a Guaidó se le crítica no ser enfático en esta solicitud, no insistir directamente con el gobierno norteamericano o el de los países vecinos. Tras ser negada por los países que podían realizarla, ya hoy nadie apuesta a esa alternativa y los que la propiciaron, en el sector radical opositor, guardan un bochornoso silencio y culpan a Juan Guaido por el fracaso de esa “iniciativa”. Después de eso, todos los esfuerzos de “intervención” externa se han concentrado en una invocación al TIAR, que como hemos visto no irá tampoco en el camino de una intervención militar y sus acciones no pasarán –al menos por el momento– de tomar sanciones individualizadas y personalizadas contra funcionarios del régimen, que no es poca cosa.

Pero, lo más grave no son los hechos descritos, sino lo que ellos denotan: la constatación amarga de que la oposición aún no tiene la fuerza para lograr el objetivo de poner fin a este régimen de oprobio. Igualmente grave es constatar los siguientes elementos: primero, que al desánimo desatado contribuyó sin duda lo ocurrido entre el final del intento de diálogo promovido por Noruega y el 16 de noviembre, al abandonarse por completo, hasta esa última fecha, la iniciativa de realizar demostraciones o actividades de protesta masivas contra la dictadura o tratar de organizar a la gente en algunas iniciativas de movilización y protesta. Es cierto que las razones para protestar son innumerables y que hay protestas todos los días, pero estas son parciales, aisladas, menores y sin conexión política que pueda afectar al régimen. Si no hay conexión política en las protestas y propósito bien definido y expreso de incrementarle el costo político al régimen por haber llevado al país al caos y su gente a la miseria, no se logra mayor cosa, pues sabemos que poco les importan las protestas en sí, en su contra, y las razones que tenga la gente para hacerlo, simplemente porque al régimen no le importa la suerte que corremos los venezolanos, mientras lo sustente la fuerza armada en el poder y disponga libremente de los muchos o pocos recursos del país, sin rendir cuentas a nadie. Por eso, es tan grave que durante varios meses ni siquiera se hizo el intento por movilizar al país; resulta en un ominoso error de silencio político.

El segundo elemento que quiero destacar es que lo más criticable en la actuación de la oposición, de toda la oposición, es la generación de expectativas que estaban lejos de cumplirse y que conllevan desesperanza y frustración. Ese error no se puede achacar solo a Juan Guaidó, lo es también de muchos otros líderes –y lideresas– de oposición que hablaban de que faltaban “tan solo días” y hasta “horas”, para que el régimen llegara a su fin. Hoy muchos de los que generaron esas expectativas solo culpan a Guaidó por la permanencia del régimen en el poder, pero no analizan sus propias responsabilidades y culpas en generar esas falsas expectativas.

No obstante todas estas críticas, hay que anotar saldos positivos, que resumo así: 1) Tras la juramentación como presidente interino, que incluso algunos criticamos, Guaidó fue reconocido como presidente por más de 55 países, que aún lo siguen reconociendo y algunos de esos países han tomado importantes iniciativas en sancionar al gobierno ilegítimo de Venezuela; 2) el despliegue diplomático e internacional del gobierno que encabeza Juan Guaidó ha sido muy importante y exitoso en mantener la imagen de su gobierno, en profundizar el apoyo internacional a Juan Guaidó y en desenmascarar a la dictadura venezolana internacionalmente; 3) adicionalmente las giras de Guaidó por el exterior –tras los eventos de 23F– y por el país, todo el año, han sido exitosas en mantener el ánimo, infundir esperanza y convocar al pueblo a manifestar y movilizarse contra el régimen; 4) a pesar de la infortuna que supone que millones de venezolanos hayan dejado el país, debemos celebrar que su presencia en otros países ha ayudado a comprender el verdadero alcance de la compleja crisis humanitaria y de todo tipo que vive Venezuela; esos venezolanos en el exterior son nuestros mejores emisarios, pruebas vivientes del temple del venezolano y una reserva importante para la reconstrucción del país; y 5) por último es importante destacar el esfuerzo de miles de personas, en todo el país, en el exterior y en todos los sectores, por reunirse a discutir, a reflexionar, a proponer en torno al futuro desarrollo de Venezuela y plasmarlo en el Plan País, que falta que sea mucho más ampliamente difundido en 2020.

Un corolario o reflexión final: líderes políticos hay muchos en el país y surgirán otros en la medida en que las circunstancias lo demanden, pero tenemos que rendirnos ante la evidencia y las encuestas que señalan que, a pesar de todas las críticas y fallos que hemos enumerado, Juan Guaidó sigue siendo el líder opositor que hoy suscita más simpatía y menos rechazo en la población. El saldo positivo de Juan Guaidó es superior a sus fallos, sobre todo si constatamos que algunas de las críticas que se le hacen no tienen fundamento sólido y los errores no solo se le puedan achacar a él. Creo que se puede decir que el liderazgo, que sin duda tiene, se lo ha ganado con trabajo y esfuerzo, a pulso, para decir un lugar común, arriesgando mucho de su seguridad personal y capital político.

Concluyo con que, a pesar de los errores cometidos y la matriz de opinión en contra de Juan Guaido, que el régimen y algunos opositores se empeñan en desarrollar, gracias a su trabajo, cerramos 2019 con una mejor posición política que en 2018 y una base más sólida para construir una oposición más efectiva en 2020.

En la próxima entrega de este balance político de 2019, me referiré a los críticos de Juan Guaidó.

https://ismaelperezvigil.wordpress.com/

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Edgar Benarroch

Vivimos momentos no conocidos en nuestra historia, no solamente por los resultados catastróficos ocasionados por la peor administración del país que recordemos sino también por sus protagonistas. El poder que detentan con la usurpación no sólo es ejercido por Maduro, por supuesto él cuenta, pero con él y tal vez sobre él está una estructura macabra que opera diariamente en el país y decide nuestra suerte. Esa estructura está compuesta por el oprobioso y criminal gobierno comunista cubano que a través del G2 y expertos en lo peor, actúan, por miembros de corrientes fundamentalistas que han ocasionado los peores crímenes en el mundo, por integrantes de Hezbolá (Organización paramilitar islamita musulmana Chií libanesa), por la peor especie iraní, por emisarios rusos y chinos con claros fines de expansión y poderío, por los capos de los carteles del narcotráfico, por algunos poderosos económicos que protegen sus intereses a la sombra del régimen, por irregulares armados que operan desde Colombia, por montoneras armadas que llaman colectivos , por delincuentes con sentencias firmes que sacan de la cárcel, los uniforman y arman para asesinar al pueblo, por medios de comunicación social que con inaudita vileza e indignidad se han entregado al régimen y otros irresponsablemente mediatizados o indiferentes, poniendo al descubierto su inmensa cobardía. Consideración especial nos merecen los integrantes del alto mando militar que aún sostienen sobre bayonetas este gobierno, a ellos nos referiremos en nota aparte, Así pues quienes tenemos al frente es un monstruo de muchas caras todas cargadas de odio, venganza, retaliación, resguardo de posiciones cuidando sus personales intereses y otras con marcado apetito por las riquezas del país. Para muchos este régimen es la guarida donde se guarnecen sus mal habidos intereses y para otros es el burladero donde se esconden con sus fechorías y atrocidades. Para ellos la pérdida del poder les significa gravísimos inconvenientes, perderían el refugio y estarían al descubierto para enfrentar la justicia. La estulticia, opresión y despotismo nunca han triunfado frente la inteligencia y el bien. La luz siempre vence a las tinieblas y esta vez será igual y pronto.

Entonces para este tipo de gente mantener la usurpación es continuar en la concupiscencia y el disfrute grosero y si la pierden enfrentarán la justicia que marcará el final de la vulgaridad y el cese a seguir exprimiendo nuestra todavía cuantiosa riqueza, más ahora con la aparición del Torio (Th) que es un mineral que se encuentra en abundancia en nuestro suelo más potente que el Uranio en el uso de reactores nucleares, Dios quiera sea usado para bien de la humanidad.

A cada una de estas caras hay que tenerle cuidado y vigilar si es posible desde muy cerca, con especial atención los enviados del comunismo cubano. Son más de 30.000 de ellos que se encuentran en el país y se dice que hasta en nuestra Fuerza Armada tienen voz de mando; están en Registros y Notarías, en identificación y extranjería, en el manejo del Petróleo y en servicios de inteligencia y contra inteligencia y desde la isla se imparten instrucciones que se cumplen al pie de la letra cuando no van allá a requerirlas. Lo del régimen cubano en nuestro país no es una presencia más, es una auténtica invasión asquerosamente permitida por quienes detentan el poder y le otorgan decisiones y mandos en áreas fundamentales de nuestra nación. Esto no es nuevo, cuando el General Guaicaipuro Lameda era Presidente de PDVSA Chávez lo llevó ante Fidel Castro para que le jurara obediencia y fidelidad; creo que allí se originó su deslinde con el gobierno.

Era Presidente de los Estados Unidos de Norte América el General Eisenhower cuando un periodista lo entrevista y éste se percata que en una mesa muy cercana al escritorio del Presidente estaba una fotografía de Jrushchov, Primer Ministro de la Unión Soviética. El periodista le pregunta con relativo asombro el porqué de la fotografía y el Presidente le respondió diciéndole que era un tipo tan peligroso que era necesario estar observándolo permanentemente. Así que debemos estar muy atentos y observadores de las maléficas maniobras que produce el régimen.

Estamos en el ring contra varios contendores y el referí a favor de ellos, pero la inmensa ventaja que tenemos es que nuestro boxeador es superior a todos ellos juntos y todo el público está frenéticamente a su favor dispuesto a tomar el ring si le arrebatan la Victoria.

Por el pueblo cubano sentimos un gran aprecio e inmensa consideración pero por su despótico y tiránico régimen desprecio y repulsión. Al Castro comunismo le preocupa sobremanera la actual situación de nuestro país que sospechan concluya con el restablecimiento de la democracia y con ella poner las cosas en orden. Venezuela es para Cuba lo que fue el régimen ruso ayer. Ellos siempre buscan donde arrimarse y exprimir y encontraron en estos últimos veinte años a marionetas de fácil manejo.

Contra todas esas caras es la batalla y tengamos la plena seguridad que la vamos a ganar y pronto.

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Ricardo Hausmann

Si usted es ciudadano de un país, ¿debería pagar impuestos sobre los ingresos que gana solamente dentro de los límites geográficos de ese país o sobre todo el dinero que gana, independientemente de dónde? Estados Unidos, México, India, China y Chile gravan el ingreso global. Europa occidental, Japón, Canadá, Perú y Colombia gravan el ingreso territorial. Si el mundo avanzara hacia una tributación global y mejorara algunos mecanismos incipientes de intercambio de información, el impacto en el crecimiento inclusivo, especialmente en el mundo en desarrollo, sería muy positivo.

Quién debería pagar por el gobierno y cómo es una cuestión que está en el centro de cualquier sistema político. La respuesta combina tanto preferencias sociales como consideraciones de eficiencia, aunque las primeras muchas veces se disfrazan de las segundas.

En la mayoría de los sistemas políticos, la gente prefiere gravar más a los ricos que a los pobres -el impuesto municipal per cápita (poll tax) de la primera ministra británica Margaret Thatcher de fines de los años 1980 es la excepción que confirma la regla-. Thatcher fue destituida por su propio Partido Conservador en noviembre de 1990, después de que intentara gravar a todos por igual.

Las consideraciones de eficiencia, en cambio, sugieren que se debería gravar las cosas que son difíciles de mover o cambiar en respuesta al impuesto. Por ejemplo, la tierra es difícil de mover, pero un impuesto municipal a la gasolina se puede evitar llenando el tanque en una jurisdicción cercana que no grava el combustible. La competencia entre las municipalidades crearía una carrera hacia el fondo que las haría imponer un impuesto a la gasolina cercano a cero. El hecho de que a las bases imponibles les resulte más fácil atravesar fronteras municipales que fronteras internacionales es una razón por la que muchos impuestos son asignados y recolectados por los gobiernos nacionales cuyo recaudo luego comparten con los gobiernos estatales y locales.

¿Deberíamos gravar el trabajo o el capital? Como los ricos tienen más capital que los pobres y obtienen de él gran parte de sus ingresos, si queremos gravar a los ricos, debemos gravar el ingreso de capital. Pero si el capital se puede trasladar más fácilmente al exterior que el trabajo, las consideraciones de eficiencia implican que debemos gravar el trabajo más que el capital, para que no se fugue del país o sea consumido y no ahorrado. De hecho, una vasta bibliografía, que comenzó con un artículo seminal de Anthony Atkinson y Joseph E. Stiglitz, sostenía que la tributación óptima del ingreso al capital debería ser cero.

Los países que gravan el ingreso territorial de facto les están diciendo a sus residentes fiscales que son dueños de capital: o invierten en el país y pagan impuestos, o invierten en el exterior y evitan la tributación. No sorprende entonces que tantos residentes elijan tener su dinero en el exterior. Un estudio reciente de Jonathan Ostry y coautores en el FMI demuestra que la tendencia hacia la libre movilidad del capital en las últimas décadas ha tenido poco impacto en el crecimiento, pero sí un gran impacto en la desigualdad. Pero la cosa empeora. La teoría de la tributación óptima dice que los gobiernos deberían elegir tasas impositivas que sean inversamente proporcionales a cuán móviles son las bases imponibles. Como el capital se puede trasladar fácilmente al exterior, este principio implica que se lo debería gravar menos.

Para justificar que se grave aún menos el capital, se utilizan dos argumentos adicionales. El primero es la noción de que gravar los dividendos es equivalente a gravar la renta corporativa dos veces: una vez cuando se la ganó y nuevamente cuando se la distribuye a los accionistas. Países como Estonia, Letonia y Jordania no gravan los dividendos, mientras que varios países en Europa del este los gravan sustancialmente menos que al ingreso laboral.

De hecho, el argumento de la doble tributación es un engaño. Los países deberían optar por un impuesto total al ingreso de capital, pero están en libertad de elegir qué combinación de impuesto a la renta corporativa e impuesto a los dividendos utilizar. Por ejemplo, Irlanda tiene una tasa de impuesto a la renta corporativa efectiva muy baja del 15%, pero su impuesto a los dividendos del 51% es el más alto del mundo.

El segundo argumento es que se debería gravar menos a las ganancias de capital que a los dividendos: algunos países, entre ellos Suiza, Turquía, Holanda y Nueva Zelanda, les aplican una tasa cero. Como a las corporaciones les resulta muy fácil transformar dividendos en ganancias de capital (por ejemplo, recomprando acciones en lugar de distribuyendo dividendos), esto crea un gigantesco boquete por donde evitar los impuestos.

Como resultado de ello, los impuestos al ingreso de capital de muchos países son extremadamente bajos, haciendo que la carga tributaria recaiga principalmente sobre el ingreso laboral. Pero esto también es problemático. Aunque es más difícil que la mano de obra abandone el país, los trabajadores pueden pasar del sector formal, donde las empresas retienen los impuestos de sus empleados, al sector informal de trabajadores por cuenta propia y microempresas no constituidas, donde la retención de impuestos no funciona y donde el sistema fiscal tiene problemas para recaudar. Mientras que ocho de cada nueve trabajadores en Estados Unidos trabajan para empresas constituidas, menos de la mitad lo hace en América Latina; en India, menos de uno de cada diez. Intentar gravar la mano de obra, por ende, fomenta maneras más ineficientes de organizar la producción, con un costo muy importante para la sociedad.

Históricamente, la dificultad de aplicación fue una razón para no gravar el ingreso global. Pero la ayuda está en camino, porque Estados Unidos, el Reino Unido y otros países de la OCDE que gravan el ingreso generado en el exterior de sus ciudadanos y de sus residentes fiscales están exigiendo mejoras en el intercambio de información. Por ejemplo, la Ley de Cumplimiento Fiscal para Cuentas en el Extranjero de Estados Unidos (FATCA) requiere que todas las instituciones financieras internacionales envíen informes a Estados Unidos sobre las cuentas en poder de sus residentes fiscales. Es más, las reglas de anti-lavado de dinero y de conocimiento del cliente (know your customer) requieren que las instituciones financieras y otras empresas conozcan a los beneficiarios finales de las cuentas, incluidas las sociedades ficticias, con las que tratan. Cada vez más, se presiona a los países en desarrollo a que compartan información relevante para ayudar a otros países a gravar a sus ciudadanos. Haciendo uso de este mecanismo, podrían beneficiarse del intercambio de información con esas mismas autoridades fiscales.

En resumen, para muchos países, y especialmente para las economías en desarrollo, un sistema fiscal más eficiente y justo implicaría un mayor gravamen del ingreso de capital. Pero esto exigiría gravar el ingreso global, además del ingreso territorial. Para aplicarlo en la práctica, utilizarían un sistema internacional de intercambio de información que actualmente está siendo construido para beneficio de Estados Unidos y de otros países de la OCDE. Un sistema de esa naturaleza les permitiría a los países optar por una mayor tributación del ingreso al capital sin temer las fugas de capital, porque los dueños de esos capitales fugados no estarían exentos de la tributación en el país.

Un crecimiento global más inclusivo en un mundo con libre circulación del capital exige tributación global y cooperación impositiva. No requiere de un gobierno “global” que grave y redistribuya. Los países estarían en libertad de fijar sus propios impuestos, pero se les exigiría compartir información fiscal relevante. Esto frenaría la carrera internacional actual hacia el fondo a la hora de gravar el ingreso de capital y permitiría que los países fijasen impuestos más justos y más eficientes.

Dec 4, 2019

Project Syndicate

https://www.project-syndicate.org/commentary/tax-global-not-only-territo...

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Recientemente comenté por twitter que la economía presenta algunos signos de recuperación dado que algunos grandes productores de alimentos masivos, concesionarios, talleres mecánicos, vendedores de repuestos, la Bolsa de Valores de Caracas, CONINDUSTRIA, etc. reportan un ligero repunte. Lo cual sería algo positivo.

Sin embargo, recibí una andanada de críticas por señalar un signo positivo en época de este gobierno, del cual, según mis críticos, no podría salir nada bueno y porque una mejora lo estabilizaría. Es decir, que asumen que mientras peor nos vaya económicamente a todos los venezolanos, mayor sería la probabilidad de cambiar dicho gobierno. Karl Marx proponía lo mismo para que creciese “la presión revolucionaria”; y despreciaba a los socialistas utópicos que buscaban repartir para aliviar a los pobres antes de llegar al poder.

Una segunda observación ante tal absurdo es que mientras más pobres seamos, mayor será la proporción de personas que se colocarán en modo de sobrevivencia: saldrán a las calles a buscar comida, no a organizarse para cambiar el gobierno.

Si consideramos las sanciones internacionales a la economía del país como herramienta de cambio político, los estudios revisados sobre su efectividad estiman entre un 5 y 20% de éxito. A lo cual se suma que esos análisis no consideran variables sobre la situación interna de los sancionados. Por ejemplo, el régimen del Apartheid en Sur Africa cayó porque las sanciones lo debilitaron, pero a ello se le sumó la amenaza real de una guerra civil porque la oposición era muy articulada y violenta (Mandela & Cía.). En cambio, en nuestro país las sanciones han debilitado al régimen de NM, pero no ha surgido una oposición articulada que tenga el poder de cambiarlo. El gobierno se ha ajustado a vivir con menos (y la población también). Si la situación mejora con una oposición débil, al gobierno le conviene continuar sus reformas porque la recuperación lo reestabilizaría. Pero si la mejora se encuentra con una oposición articulada, mientras mayor sea la mejoría, mayor fuerza tendrá la oposición para cambiar el gobierno.

@joseagilyepes

https://www.analitica.com/opinion/a-la-libertad-por-la-ruina/

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Mariza Bafile

Durante un día particularmente intenso, celebrado en la sede de Naciones Unidas en Nueva York, una utopía se transformó en realidad: latinoamericanos de países diferentes y profesiones diversas, se unieron para mostrar el impacto positivo que tiene nuestra presencia en este país e ilustrar cómo en la región se está trabajando para alcanzar los objetivos de la agenda 2030 de desarrollo sostenible. Lo logró la organización Alianza de Impacto Latino que comenzó gracias a una iniciativa de la Fundación PVBLIC y la Fundación Ismael Cala y sobre todo a la pasión y perseverancia de sus respectivos fundadores, Sergio Fernández de Córdova e Ismael Cala.

Con gran visión de futuro los integrantes de Alianza de Impacto Latino construyeron una red que por cuarta vez ha mostrado al mundo el trabajo que desarrollan los latinoamericanos en sus patrias y en el exterior para luchar contra los grandes males de todos los países: la corrupción, la desigualdad, la pobreza, la violencia, la destrucción de la naturaleza. Es un trabajo que involucra a diferentes profesionales, desde empresarios hasta líderes comunitarios, desde integrantes de ONG’s, hasta abogados, periodistas, expertos en marketing, y también dirigentes del sector público. Personas todas que llevan adelante un trabajo silencioso que, gracias a la Alianza de Impacto Latino se dio a conocer en toda su variedad y fuerza.

En el cuarto Summit se habló de temáticas relacionadas con los objetivos de la agenda 2030 de desarrollo social sostenible adoptada por la ONU, haciendo énfasis sobre la necesidad de superar el esquema de los debates llenos de buenas intenciones, para proponer acciones concretas y soluciones viables para cada problemática.

Sería largo hablar de las muchas intervenciones, todas interesantes que nos permitieron conocer la labor de personas comprometidas, sensibles y el excelente trabajo que están realizando.

Lo que consideramos fundamental subrayar es la importancia, casi podríamos hablar de urgencia, de la unión entre todas las fuerzas socialmente comprometidas de nuestras sociedades. Ese llamado a crear redes, a trabajar juntos, estemos donde estemos, es fundamental. Solo así podremos transformar el esfuerzo individual en una voz colectiva fuerte, capaz de hacerse eco de las necesidades de los sectores de las poblaciones más vulnerables, de las mujeres, de todas las minorías. Solo así podremos lograr un desarrollo sostenible también en los países de América Latina y el Caribe, y defender nuestra naturaleza ofreciendo un apoyo fundamental a los líderes comunitarios y activistas sociales.

Trabajando juntos podremos mostrar, en toda su excelencia, el impacto positivo que tienen los latinoamericanos en Estados Unidos y así crear un cordón de solidaridad para defender a quienes trabajan de sol a sol siendo muchas veces víctimas de humillaciones y maltratos.

Como dijo Estefanía Grajales Rojas, directora ejecutiva de Alianza de Impacto Latino, si estamos logrando tanto en solitario no es difícil imaginar lo que podríamos hacer si nos uniéramos todos.

DICIEMBRE 9, 2019

@MBAFILE

Photo by: Flavia Romani ©

ViceVersa

https://www.viceversa-mag.com/los-latinos-tenemos-que-unirnos/?goal=0_fd...

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