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Opinión

La situación política que vive Venezuela en los actuales momentos es bastante delicada, ya que pudiera ocurrir que el actual régimen comunista y destructor de la nación se eternice en el poder, tal como el caso de Cuba.

Desde el año 2002, se han realizado innumerables esfuerzos para cambiar este régimen, los cuales no han llegado a cumplir el objetivo por diferentes razones. En algunos casos se han cometido errores, en otros no ha habido suficiente apoyo de los partidos políticos y de la sociedad en general, tampoco se logró un fuerte apoyo de la comunidad internacional, los militares han dado la espalda al clamor popular de cambio, además, el régimen ha respondido con increíbles violaciones de la constitución para frenar los movimientos encaminados a cambiar el gobierno actual, incluyendo en algunos casos una feroz represión.

Pero ahora se ha presentado una importante oportunidad, consecuencia de que la oposición, muy unida, bien organizada y muy bien coordinada, obtuvo un triunfo contundente en las elecciones parlamentarias del año 2015, logrando una mayoría absoluta que le permitiría tomar medidas de gran trascendencia, que seguramente terminarían con la victoria definitiva frente al régimen. Sin embargo, el gobierno violando toda norma constitucional, nombró un TSJ que fue cerrando todas las opciones de triunfo para la oposición. Posteriormente, creó un poder legislativo paralelo con una fantasmal ANC.

A pesar de los esfuerzos del gobierno, de liquidar toda capacidad de respuesta de la oposición, quedó una ventana abierta porque se realizaron unas elecciones presidenciales ilegales en mayo del 2018, cuyos falsos resultados condujeron a que Maduro, el 10 de enero del 2019, se proclamara presidente de la república para un nuevo período. Esta situación, según la constitución, permitió catalogar ese acto como una usurpación del poder ejecutivo, y consecuentemente, el presidente de la Asamblea Nacional pasó a ser el presidente encargado de la república.

De acuerdo a los movimientos establecidos en la AN, el 5 de enero de este año 2019, la presidencia le correspondía al partido Voluntad Popular, el cual designó a Juan Guaidó para esa responsabilidad. Afortunadamente le correspondió a este joven tomar la batuta, quien valientemente y rápidamente, logró aglutinar a su alrededor la simpatía de un altísimo porcentaje de la población, que algunos señalan superior al 80%. Adicionalmente, logró el apoyo de unos 60 países que lo reconocen como presidente de la república, y el respaldo de una buena cantidad de organizaciones internacionales.

Con esta nueva situación, las expectativas para salir del régimen socialista del siglo XXI eran muy grandes. Guaidó comenzó a trabajar organizadamente y valientemente, se fueron logrando puntos a favor y todo conducía a que, en el mediano plazo, sería una gestión exitosa para el logro de los objetivos fundamentales: cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres. Pero al poco tiempo, el régimen comenzó una campaña de intrigas, a sembrar cizañas, en lo cual ellos son bastante fuertes y la población venezolana es muy débil, y pronto se sintieron sus efectos.

Después de varios episodios, hemos llegado a un punto con la confrontación de la oposición versus la oposición. Aunque el trabajo intrigante del régimen tiene su efecto sobre parte de los contrarios al régimen, peor efecto es el que se origina internamente, cuando algunas personas que dicen estar luchando por la libertad y el bienestar del país, comienzan a atacar al presidente encargado. La mayor parte de estos casos obedece a las ambiciones personales y al tradicional oportunismo de las personas, cuando quieren ocupar el lugar de Guaidó y de sus colaboradores más cercanos.

Todos quisiéramos ser el presidente de nuestra república, pero a Guaidó le tocó el turno así como le ha podido tocar a cualquiera de los diputados de la AN. A Guaidó le tocó, y por lo tanto, todos los demás que queremos recuperar a Venezuela, debemos apoyarlo para alcanzar los objetivos planteados. No debemos convertirnos en cientos de “Yago”, disgustados porque no nos escogieron, y comenzar a intrigar para dañar a la causa de Guaidó, que es la causa de toda Venezuela. Debemos evitar que con esa actitud de enfrentamiento y de descalificación hacia Guaidó, nos lleguemos a convertir en una tragedia de Shakespeare como la de Otelo, cuando estranguló a su querida esposa Desdémona haciendo caso de las intrigas de Yago, y luego, al comprobar que todo fue una mentira orquestada por este envidioso personaje y darse cuenta que había matado a su esposa en vano, se suicidó.

Esperamos que Guaidó supere dignamente la actitud de Otelo, el Moro de Venecia, y que con el apoyo de todos los venezolanos que queremos libertad, no se permita que esta gran oportunidad sea estrangulada ni que él se vaya a suicidar políticamente. Debemos estar claros que la única opción de cambiar este régimen tan dañino para el país, tiene que considerar estar unidos en un solo bloque, dirigiendo todos nuestros esfuerzos para combatir al régimen usurpador, que progresivamente ha venido destruyendo al país en todas sus instancias. El enemigo es el régimen. No se puede continuar con la actitud de oposición versus oposición. Debemos convertir esta oportunidad en la victoria definitiva contra esta corruptela que nos está destruyendo.

Diciembre 2019

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Juan Tugores Ques

En octubre de 2018 la entonces directora del FMI Christine Lagarde resumía su análisis de los retos globales en tres T:

T de Trade, por los problemas comerciales que dieron un salto cualitativo ese año,

T de Turbulencias,

T de Trust, referida tanto al deterioro de la confianza en las reglas del juego vigentes en las últimas décadas como a la creciente insatisfacción en muchos lugares de importantes sectores de la sociedad.

En octubre de 2019, la nueva directora del FMI, Kristalina Georgieva, en su esperado primer discurso ante las reuniones de otoño de los organismos multilaterales, hablaba con crudeza de fracturas, tanto económicas como potencialmente tecnológicas, si se continuaba profundizando lo que otros llaman “desglobalización” o las “fragmentaciones”, apelando a su origen nacional en un país del este de Europa, Bulgaria, para esbozar analogías nada menos que con lo que significó el Muro de Berlín o el Telón de Acero.

Tanto el FMI como la OCDE, en sus informes de otoño 2019, coincidían en estimar para ese año el menor ritmo de crecimiento desde 2009 y preveían para 2020 unas mejoras solo marginales y además sujetas a grandes riesgos.

El análisis de la OCDE se refería crudamente al riesgo de prolongarse una fase de “bajos niveles de crecimiento económico, baja inflación y bajos tipos de interés” con efectos que no permitían ninguna complacencia.

Unos tipos de interés que se situaron en mínimos históricos –incluso en terreno negativo– tras la crisis de 2008, inicialmente de forma coyuntural para aliviar el excesivo endeudamiento y tratar de estimular la recuperación, parecían estar convirtiéndose en un rasgo permanente con efectos colaterales peligrosos, como facilitar el aumento de las cifras de endeudamiento global, especialmente en emisiones de baja calidad/solvencia, con los riesgos asociados de continuar sentados “sobre un barril de deuda”.

Ventanas de oportunidad

La “relectura” en positivo señala que esos bajos tipos de interés abren una ventana de oportunidad para poner en marcha programas de inversiones públicas financiadas a bajo coste para modernizar infraestructuras especialmente en ámbitos como la digitalización y la lucha contra el cambio climático, lo que puede ser un constructivo ingrediente de lo que UNCTAD viene denominando el necesario nuevo green global new deal.

Las reticencias de algunos países con márgenes fiscales de maniobra importantes, como Alemania, siguen presentes, al tiempo que otros países tienen realmente un menor espacio fiscal.

Esta es una de las razones por las cuales se suceden las apelaciones a retomar con efectividad la cooperación / coordinación internacional… en un contexto en el que los planteamientos unilateralistas de algunas grandes potencias han llevado al límite la tensión en muchos ámbitos, y no solo el comercial.

Las elevadas incertidumbres están lastrando las inversiones y el dinamismo económico. Se ha convertido ya en una cláusula de estilo que los análisis sobre la situación global incorporen diversos indicadores de riesgos de los múltiples que han proliferado en los últimos tiempos.

Es un tópico, y pese a ello es cierto, que las fricciones van mucho más allá de las dimensiones económicas para afectar de lleno a los ámbitos geoestratégicos y sociopolíticos.

Guerra comercial y hegemonía

Debemos recordar que China e India perdieron a principios del siglo XIX las posiciones destacadas que tenían en la economía mundial por no conectar con las enormes ganancias de productividad que supuso la primera revolución industrial –que sí aprovecharon primero Inglaterra, luego Europa Occidental y Estados Unidos, para conformar lo que desde entonces se han llamado las “economías avanzadas”– y que ahora China, cada vez de forma más explícita, quiere recuperar la hegemonía liderando la nueva oleada tecnológica, en ámbitos que van desde el 5G a la inteligencia artificial.

Ya es evidente que la “guerra comercial” es solo una parte de la más amplia pugna por la hegemonía, y la duda es si el mundo acabará sucumbiendo a la “trampa de Tucídides”, actualizada por el profesor Allison, que anuncia riesgos de confrontación total cuando está en juego la disputa por la hegemonía.

En el ámbito sociopolítico estamos asistiendo en muchas latitudes, y en países con muy diferentes niveles de ingresos, a eclosiones de malestar que sintonizan con la formulación de Stiglitz acerca de que, pese a que algunos indicadores apuntan a una cierta “desglobalización”, lo que sí parece continuar globalizándose es el malestar con las consecuencias de la globalización.

Algunos análisis apuntan al papel relevante de una distribución percibida como no equitativa de los denominados “dividendos de la globalización” como una fuente importante de ese malestar.

Y, en efecto, los datos van por esa línea en ámbitos como la concentración de rentas en los segmentos más favorecidos de las sociedades –en ocasiones retornando a valores más propios de hace un siglo (o más) que a los de las décadas posteriores a la segunda guerra mundial, como han documentado los análisis de Piketty y Zucman, entre otros– o el deterioro de las clases medias en las economías avanzadas, o el creciente poder de algunas grandes corporaciones, las BigTech, no solo económico sino en una peligrosa concentración de datos e informaciones que amenaza la privacidad con el riesgo de utilizaciones que conduzcan a un control social que dejaría pequeño el 1984 de Orwell… o algunos escenarios de Black Mirror.

Esta reflexión forma parte de “Diàlegs a la Ramón y Cajal”, un ciclo de seminarios para comprender el mundo actual que desarrolla L’Observatori de l’Estudiant de la Universitat de Barcelona.

Diciembre 2019

Tle Conversation

https://theconversation.com/fracturas-y-turbulencias-en-la-economia-glob...

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alnavio.com

Guaidó dice que la lucha sigue. Que el balance de la lucha no puede medirse con el hecho de que Maduro se mantenga en el poder “ejerciendo como dictador” sino porque “la esperanza de cambio se mantiene”. Guaidó sigue convencido de que el chavismo está en su peor momento. Su peor momento histórico que ya abarca 20 años en el poder. ¿Pero en qué se equivocó? ¿Por qué Maduro sigue en el Palacio de Miraflores?

El periodista le pregunta: “¿En qué se ha equivocado?”. Y la respuesta de Guaidó no se hace esperar. “Probablemente subestimamos la capacidad de hacer daño de la dictadura”. La respuesta se la da al diario El País. ¿Es original? Ya otros han reconocido en el pasado que subestimaron a Maduro. Lo hizo también Henry Ramos Allup, secretario General del partido Acción Democrática, y quien fue el primer presidente de la Asamblea Nacional en 2016; esta Asamblea Nacional con mayoría opositora.

Pero Juan Guaidó aporta otros detalles. Considera que para conseguir el objetivo “faltó el factor Fuerza Armada”. Que la estrategia de lucha “no ha sido suficiente para lograr vencer el miedo, no solamente de la población sino de la coalición dominante, del círculo interno de la dictadura que se pudiera creer que por momentos están dispuestos a una salida negociada”.

Guaidó apostaba, y sigue apostando, por el quiebre de la Fuerza Armada. Guaidó sabe que Maduro no confía en la Fuerza Armada y que la Fuerza Armada tampoco confía en la oposición, tal como bien analizó el escenario para el diario ALnavío, Pedro Benítez. Por ejemplo, al ser preguntado sobre de qué sirvió la conspiración del 30 de abril, responde que para que “hablemos de esto hoy, que el mundo sepa que hay un descontento en las Fuerzas Armadas, de que no son monolíticas, de que el director de inteligencia del mismo Maduro está en contra de él. También de que no es suficiente, de que hay que buscar un mayor respaldo para poder producir la transición”.

Guaidó admite que “pensamos que podrían haberlo abandonado más rápido”. Y allí está la Fuerza Armada, sigue respaldando a Maduro. Guaidó no lo dice. Pero es una Fuerza Armada que no sólo tiene el control de las armas sino que gobierna, involucrada en las principales operaciones del país, en petróleo, en minerales. Es una Fuerza Armada que ejerce y arropa, que actúa como un partido político, involucrada en negocios, y como dice el exjefe de contrainteligencia de Hugo Chávez, el general Hugo el Pollo Carvajal, penetrada por el narcotráfico.

Tiene razón Guaidó cuando afirma que “por momentos” factores de la dictadura parecieran inclinarse por una solución negociada. Hasta la cúpula de la Fuerza Armada, en voz del general Vladimir Padrino López, llegó a decir que los militares se alegraban cuando las partes se sentaban a negociar. Esto en el marco de la negociación en la que mediaba el gobierno de Noruega. Pero uno de los negociadores de Guaidó dijo al diario ALnavío: ¿Qué podemos ofrecerle a la Fuerza Armada? ¿Qué podemos ofrecerle a los militares? Tienen el poder. Tienen los negocios. Los lícitos e ilícitos. ¿Cómo se puede negociar así?

Sin embargo, Guaidó apunta entre los logros las fisuras manifiestas que ha sufrido “la coalición dominante”. Dice que “no sido tampoco menor”. Y hace una lista de personajes que abandonaron al régimen:

La fiscal General Luisa Ortega.

El expresidente de PDVSA, Rafael Ramírez.

El general Hugo Carvajal.

El general Cristopher Figuera, exjefe del Sebin, la policía política.

Los militares que se sumaron al movimiento del 30 de abril.

Reconoce esas fisuras y también reconoce que “el resquebrajamiento de la coalición dominante ha sido mucho más lento de lo que quisiéramos”.

De modo que, afirma, “el reto es ver cómo generamos la presión suficiente para la transición a la democracia en Venezuela”. Y se trata de “alinear todas las variables”. Ello incluye:

Presión social.

Forzar definiciones.

Extender puentes con quienes “pudieran dar un paso”.

Mejorar el mensaje hacia las Fuerzas Armadas

“Extender alternativas”.

En esas alternativas incluye a Maduro. “Incluso al dictador”, dice.

Más unidad de la oposición, pues “la percepción de división puede generar daños”.

Un “mejor esquema comunicacional”.

“Una mejor narrativa”

Una mejor “justificación histórica de cara al futuro”.

Cuando el periodista le pide que defina en una palabra lo alcanzado en 2019, señala: “Lucha, insurgencia pudiéramos decir. Veníamos de un 2018 inexistente e insurgió un movimiento que pone en jaque en repetidas ocasiones a una dictadura”.

16 de diciembre de 2019

Alnavio

https://alnavio.com/noticia/20074/noticias-de-venezuela/guaido-explica-c...

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John Morrissey

Los historiadores a menudo sitúan el origen de la civilización humana hace 10.000 años, cuando las tribus del Neolítico se hicieron sedentarias y comenzaron a cultivar la tierra en el Creciente Fértil, una región que se extiende por buena parte de lo que hoy conocemos como Oriente Próximo. Los pueblos prehistóricos desarrollaron cultivos para obtener las cosechas de cereales que aún hoy sembramos.

En la cordillera de los Zagros, que atraviesa Irán, Irak y Turquía, criaron variedades domésticas de ovejas, cabras y vacas a partir de sus parientes salvajes, lo que permitió asegurar un suministro estable de carne y leche. Pero aproximadamente en la misma época en que se domesticaban plantas y animales para su explotación, y mucho antes de que se tuviera cualquier noción de la existencia de vida microscópica, los primeros humanos también estaban domesticando microbios.

En un artículo publicado en Current Biology demostramos que la levadura de leche (ese útil microorganismo capaz de descomponer la lactosa de la leche para elaborar productos lácteos como el queso y el yogur) tuvo su origen en el encuentro fortuito entre una mosca de la fruta y un cubo de leche hace unos 5.500 años. Este afortunado accidente permitió que los pueblos prehistóricos domesticaran la levadura de modo similar a como lo habían hecho con los cultivos y los ganados, y que empezaran a producir los quesos y yogures de los que hoy disfrutan miles de millones de personas.

La dieta domesticada

La domesticación es una evolución dirigida por el ser humano. Los granjeros, después de que sus parientes primitivos establecieran los primeros cultivos, obtuvieron unos frutos que poseían propiedades beneficiosas para las futuras cosechas.

Tomemos como ejemplo los cultivos de trigo. Las variedades cultivadas producían muchas más semillas que las salvajes, y lo hacían porque provenían de semillas que eran granos cosechados por el ser humano.

Los primeros granjeros cultivaban por pares las espigas de trigo que producían mucho grano. Lo hacían de forma deliberada, para que sus frutos heredaran esas características. Y debido a que a lo largo de las generaciones se mantuvo esta práctica de plantar por pares, se fueron creando unos descendientes vegetales ricos en grano.

Se trata de la supervivencia del más apto, pero aquí los más aptos son las variantes que poseen características beneficiosas para el ser humano. El lobo, desconfiado y agresivo, se convierte en perro, amistoso y obediente.

Los granjeros del Neolítico tropezaron con la práctica de la domesticación de microbios cuando intentaron preservar la comida fermentándola.

La fermentación depende de microbios como las bacterias, las levaduras y los hongos microscópicos que incrementan la acidez de los alimentos para evitar que se deterioren. Los microbios que resultaban eficaces para la elaboración de productos fermentados sabrosos y sanos se mantenían para elaborar la siguiente tanda de productos, de tal forma que estos microbios beneficiosos fueron perfeccionados y domesticados.

La levadura de cerveza (Saccharomyces cerevisiae) fue un microbio tomado del medio natural para elaborar cerveza, vino y otras bebidas fermentadas hace 13.000 años.

Podemos encontrar la Kluyveromyces lactis o levadura de leche en quesos franceses e italianos realizados a partir de leche no pasteurizada, y también en bebidas lácteas de fermentación natural como el kéfir. Pero el ancestro de este microbio estaba en primer término asociado a la mosca de la fruta. Entonces, ¿cómo es posible que terminara produciendo muchos de los productos lácteos que hoy consumimos?

Creemos que la levadura de leche debe su existencia a una mosca que cayó en leche fermentada y con ello desencadenó un intercambio sexual poco corriente. La mosca en cuestión era la mosca de la fruta común (Drosophila), que llevaba consigo la antecesora de la K. lactis. A pesar de que la mosca murió, la levadura apareció… solo que con un problema: no podía usar la lactosa de la leche como fuente de alimento. En lugar de ello, encontró una solución no convencional: tener sexo con su prima.

Cuando la K. lactis llegó de la mano de la mosca, su prima, la K. marxianus, ya se estaba criando felizmente en la leche. La K. marxianus es capaz de nutrirse de la lactosa debido a que posee dos proteínas adicionales que le ayudan a descomponer la lactosa en azúcares simples, de los que sí puede obtener energía. Las primas se reprodujeron y los genes necesarios para nutrirse de la lactosa pasaron de la K. marxianus a la K. lactis. El resultado final fue que la K. lactis adquirió dos nuevos genes que le permitieron criarse en la lactosa y sobrevivir por sí misma. El producto fermentado que produjo la K. lactis debió ser tan delicioso que fue usado para comenzar una nueva fermentación (una rutina que se extiende hasta hoy).

Creemos que hace 6.000 años los granjeros ya usaban leche fermentada de cabra y de oveja para preparar bebidas deliciosas como el yogur y el kéfir. Sabemos que los animales capaces de producir leche (vacas, ovejas, cabras) fueron domesticados hace entre 8.000 y 10.000 años. Y los análisis de restos de tartar encontrados entre los dientes de seres humanos demuestran que hace unos 5.500 años éstos ya consumían leche, casi siempre en la forma de quesos u otros productos fermentados. Todo esto fue posible gracias al encuentro casual entre dos especies de levadura y a una pizca de sexo prohibido.

¿Quién podía haber imaginado que una serie de hechos tan sumamente aleatorios terminarían produciendo una de las más apreciadas delicatesen del mundo?

Diciembre 18, 2019

The Conversation

https://theconversation.com/una-mosca-de-la-fruta-de-hace-6-000-anos-reg...

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Maxim Ross

¿Qué?

Crear un lugar común de encuentro, reflexión y acción de la sociedad civil organizada de Venezuela. Un lugar de encuentro presencial o virtual para coordinar o articular posiciones sobre sus problemas comunes y sus necesidades generales. Sería un “ámbito de interacciones estructurado en torno a una red de asociaciones y organizaciones posibles gracias al libre acuerdo de todos los participantes, con el fin de alcanzar conjuntamente la satisfacción de determinados intereses y la resolución consensual de posibles conflictos de acción.”[2].

¿Por qué?

El desarrollo de la situación política, económica y social venezolanas, caracterizada especialmente por el extremo estatismo, el centralismo y presidencialismo y el deterioro de la economía y la vida social ha reducido considerablemente el rol y la influencia de su sociedad civil, por lo que es necesario considerar opciones de organicidad y de organización que rescaten su capacidad de influir e incidir en los más importantes asuntos públicos.

La existencia de un conjunto de problemas comunes a las distintas organizaciones civiles, más allá de sus intereses legítimos exige soluciones más allá de ellos, lo cual define un espectro de problemas y necesidades que incumben a todas. Siendo que la solución de la mayoría de esos problemas y necesidades, tanto en el campo político, como en el económico y social han sido depositadas en el Estado y, prácticamente delegadas todas a los partidos políticos, la sociedad civil reclama una representación y una participación efectiva en el tratamiento de ellos, sin perjuicio de sus funciones y atribuciones legitimas de consecución y ejercicio del poder político.

¿Para qué?

Para identificar esos problemas y esas necesidades y ponernos de acuerdo sobre temas fundamentales que coloquen a Venezuela en una ruta política, institucional, económica y social que tenga garantías y mecanismos de sostenibilidad. Para elaborar y presentar proyectos de Acuerdos al resto del país, a los poderes públicos, a los partidos políticos y a la Comunidad internacional interesada en Venezuela.

[1] En conjunto con Juan Garrido, Universidad MonteAvila.

[2] Sociedad civil: una concepción radical. DOMINGO GARCÍA MARZÁ. En: RECERCA, REVISTA DE PENSAMENT I ANÀLISI, NÚM. 8. 2008. ISSN: 1130-6149 - pp. 27-46

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En Venezuela, el diálogo sigue siendo imprescindible, como nunca antes lo fue. Es volver a la política, según lo han señalado muchos, luego de haberla temerariamente ignorado desde hace demasiados años. Es entender que ejercer el poder en una cultura democrática implica, en primer lugar, promover la convivencia en medio de desacuerdos y contradicciones, sin ignorarlos ni suprimirlos. En suma, confiar en que para eso sirve la palabra.

I.

Imprescindible, así pues, para intentar ser un país más cohesionado, mejor cosido. Que sepa convivir en medio de diferencias y conflictos, que sepa tragarlos y digerirlos, convertirlos en nutrientes democráticos. Que sea capaz de acordar los pactos básicos que le den a todos sus habitantes la imprescindible convicción de vivir en una misma sociedad, de ser parte de un nosotros perdurable, ligado a un futuro compartido.

En suma, es urgente echar mano del entendimiento para dejar de ser el país políticamente roto que ahora somos. En otras palabras, reivindicar a la política como esperanza de convivencia para lograr un acuerdo nacional. Y quienes tienen la principal responsabilidad de trabajar con ese propósito no pueden convertir la negociación en una lucha por el poder. Qué habrá que esperar, entonces, nos preguntamos todos, para construir el espacio en el que quepamos todos, sin sucumbir a la ficción política de que el otro no existe ni cuenta. Seguramente el costo será muy alto (ya lo es) si nuestras élites políticas continúan ignorando la aspiración del 90 por ciento de los venezolanos.

II.

La crisis nacional no se puede intentar resolver de cualquier manera. Los acuerdos necesarios para superarla solo pueden nacer del dialogo, que, según lo indica el sentido común político (escaso, por cierto, en el país de estos tiempos), supone la identificación de los límites del espacio común, reconociendo al otro y regulando las diferencias que separan. El fracaso en el diálogo es derrota para todos. Hay, pues, que recuperar la conversación política tras dos décadas sin tenerla y sin creer que la necesitábamos. Regresar a la palabra, sabiendo que no hay otro invento a la vista para coser la vida nacional. Y, plagiando a Perogrullo - algunos dirán que en su versión más ingenua-, su trasfondo no debe ser la disputa por el poder, sino el drama que vive la mayoría de la población.

IV.

Tal como se encuentra planteada la ecuación política venezolana, no pareciera haber solución si no se opta por la vía electoral. Hay, así pues, que realizar unas elecciones cumpliendo con los requisitos debidos y bajo la responsabilidad de un arbitraje institucional confiable que, es bueno advertirlo, incluye la imparcialidad de otras instituciones públicas, más allá de la del CNE.

Acordando unas votaciones se habrá cumplido, entonces, con una condición necesaria, más no suficiente para encarar la crisis política y comenzar a despejar el camino que permita irla desenredando en sus otras múltiples y espinosas dimensiones. Es así porque la democracia no se fundamenta solo en la agregación aritmética de preferencias traducidas en sufragios, sino en una cadena interminable de eventos que implican la deliberación necesaria a fin de aterrizar en consensos que sustenten el entendimiento social.

V.

Me paseo por el país y sus apuros, lamentando el fallecimiento, hace unos días, de Pedro Nikken. Lo hago pensando que en el actual contexto venezolano hará mucha falta por su larga y exitosa experiencia en procesos de negociación llevados a cabo en otros países y por su formación jurídica, especialmente en el campo de los derechos humanos. Que hará falta por su casi infinita capacidad de conciliar y por su incansable aguante para el trabajo no obstante su estado de salud. Por haber sido un militante obsesivo y efectivo en la búsqueda de una salida pacífica que pusiera fin a los serios aprietos en los que se encuentra nuestro país. En fin, lo hago pensando que hará mucha falta para enderezar esta sociedad tan embrollada, cada vez más áspera, regida por la disputa en casi todos sus ámbitos.

Además de los anteriores, Pedro Nikken dejó muchos motivos para recordarlo, entre ellos su lucidez y su dignidad, su talante bondadoso y generoso, cualidades de las que podemos dar testimonio quienes en distintas circunstancias y por diferentes motivos trabajamos con él.

Cónchale, Pedro, que mal momento escogiste para irte.

13 diciembre 2019

El Nacional

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Recientemente se realizaron elecciones parlamentarias en Canadá, en el Reino Unido y en España, países en los cuales los dirigentes generalmente no saltan de un partido a otro y renuncian cuando el resultado no llena las expectativas. En nuestro medio brincar talanqueras es frecuente y los dirigentes se resisten a pasar a un segundo plano. ¿Podemos extraer algunas enseñanzas?

En Canadá logró la victoria el partido Liberal, el cual ya estaba en el poder. Su líder y Primer Ministro reelecto es Justin Trudeau. Este partido ganó 157 escaños en el Parlamento, veinte menos de los que tenía, por lo que Trudeau ofreció rectificaciones. El partido Conservador, bajo el liderazgo de Andrew Scheer, logró 121 parlamentarios, 26 más de los que contaba, y obtuvo 220.000 votos por encima de su rival. Curiosamente, al menos para nuestra idiosincrasia criolla, Scheer renunció a seguir dirigiendo a los Conservadores por considerar que no pudo derrotar al partido de gobierno ¿Qué pensarán los eternos dirigentes de nuestros partidos?

En el Reino Unido, el partido Conservador obtuvo una victoria contundente, con 365 parlamentarios, 66 más de los que tenía. El partido Laborista obtuvo 203, perdiendo 42 escaños. Quedó reelecto el conservador Boris Johnson. ¿Que hizo el derrotado Laborista Jeremy Corbyn? Pidió excusas y renunció a seguir al frente de su partido. ¿Ejemplo a seguir?

En España, en junio del 2018 el Presidente del Gobierno y líder del Partido Popular Mariano Rajoy perdió un voto de confianza del Parlamento, por lo que tuvo que dejar el poder y, además por decisión propia renunció a su curul y al liderazgo del PP, dando paso a Pablo Casado. En la reciente elección de noviembre, el PSOE de Pedro Sánchez logró vencer con 120 diputados, tres menos de los que tenía. El Partido Popular ganó 88 escaños, 23 más de los que tenía. Ciudadanos sufrió una hecatombe, perdiendo 47 curules, quedando con solo 10. Al día siguiente renunció su líder Albert Rivera. Por cierto que el Coletas de Podemos perdió siete diputados.

En Venezuela, por lo general nuestros dirigentes políticos tienen la tendencia a aferrarse al poder dentro de sus respectivos partidos y a resistirse a dejar el primer plano de la política. Cuando perciben rivales que pueden desplazarlos los bloquean para inducirlos a que abandonen esa tolda. En otros casos hay dirigentes que por falta de liderazgo no logran imponerse, por lo que se separan y crean su propio partido a imagen y semejanza para mantenerse en la palestra, así sean cabeza de ratón. Hay que reconocer que Rómulo Betancourt fue una excepción. Después de su presidencia constitucional optó por irse a Berna para no inmiscuirse en la lucha política y se negó a ser reelecto. Carlos Andrés Pérez sucumbió a la tentación y, con razón o sin ella, fue defenestrado en su segundo mandato. Caldera sacrificó a su partido Copei para poder ser electo por segunda vez, creando Convergencia.

Otros líderes optaron por separarse de su partido y crearon otro, alegando razones y sinrazones. Así, Rosales se separó de Acción Democrática para crear Un Nuevo Tiempo, Ledezma también se separó de ese partido para fundar Alianza Bravo Pueblo. Leopoldo se salió de Primero Justicia y estableció Voluntad Popular. Henry Falcón se salió del chavismo para fundar Avanzada Progresista. Es de recalcar que ninguna de estas divisiones obedeció a diferencias ideológicas y ni siquiera a divergencias estratégicas. En ellas privaron las diferencias personales o la apetencia de poder. Un caso diferente fue el MIR, cuyos dirigentes se separaron de AD embullados por la revolución castro-comunista. El MAS se creó en rechazo a la línea sumisa del Partido Comunista a la la Unión Soviética, y desde entonces anda del timbo al tambo. Bandera Roja y Vanguardia Popular también son hijos del Partido Comunista. Además, hoy abundan micro partidos cuyos promotores son mercaderes políticos, como Timoteo Zambrano quien, después de cambiarse de seis partidos, fue consistente con su conducta y fundó Cambiemos. Por su parte Claudio Fermín quiere solucionar asuntos personales, por lo que inventó el partido Soluciones.

Tenemos muchos saltimbanquis. Quizá eso explica en parte la poca identificación de los ciudadanos con los partidos. Ojalá reflexionen porque son imprescindibles y cuentan con dirigentes honestos.

Como (había) en botica:

Los diputados corruptos son pocos. Los más, arriesgan su vida y bienestar sin cobrar sueldo ni recibir soborno. Juan Requesens sigue secuestrado por el régimen, Freddy Guevara permanece asilado en la embajada de Chile, hay alrededor de una docena de diputados en el exilio, la diputada Yanet Fermín acosada por fuerzas de seguridad y varios diputados amenazados de perder la inmunidad. De los líderes de partidos, Antonio Ledezma, los Salas y Borges exiliados, Leopoldo López y Roberto Enriquez refugiados en embajadas y María Corina frecuentemente agredida por los paramilitares rojos. Ahora el régimen inventa que que el presidente(e) Guaidó y VP planificaban tomar un cuartel.

Solidaridad con El Nacional.

¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!

eddiearamirez@hotmail.com

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