Pasar al contenido principal

Opinión

Werner Gutiérrez Ferrer

El pasado 07 de mayo, Día Nacional del Ingeniero Agrónomo, se cumplieron 75 años que un grupo de ilustres colegas soñadores, crean la Sociedad Venezolana de Ingenieros Agrónomos (SVIA). Esta fecha está enmarcada en un momento trascendental de nuestro país, estamos a las puertas de la transición política hacia la libertad y la democracia, en el ocaso de un gobierno dictatorial que durante 20 años aplicó un modelo económico – agrícola perverso, produciendo la peor crisis del sector agropecuario venezolano de su historia.

El daño causado a nuestro rebaño bovino, actividad económica que nos acompaña desde el nacimiento mismo de la nuestra república, solo es comparable a la merma causada en el número de cabezas ocasionado por la Guerra de Independencia y la Guerra Federal. El maíz, rubro cultivado en nuestros campos desde la época de los aborígenes, este año está a punto de desaparecer del paisaje agrícola venezolano, amenazando con desvanecer de nuestra memoria los grandes adelantos alcanzados por nuestros agricultores y profesionales en este rubro estratégico en la alimentación del venezolano. Similar trágico y condenable destino se respira en la casi totalidad de los rubros agrícolas.

En este duro, pero esperanzador escenario, las actuales generaciones de Ingenieros Agrónomos, tenemos el inapelable compromiso de asumir el liderazgo en el diseño de las políticas que regirán los destinos del sector agropecuario venezolano. Un novedoso Plan Agrícola Nacional debe ser construido a partir del consenso de todos los actores del circuito agroalimentario nacional. Es equivocada la estrategia de quienes pretenden que un pequeño grupo desde la Asamblea Nacional, en Caracas, sin menosprecio a sus competencias y experiencias, se subrogue el derecho de delinear las políticas públicas que conducirán el destino de todo un sector de tan amplia complejidad.

Hemos desaprovechado un tiempo valioso para construir desde las regiones, con la participación activa de los gremios de productores, profesionales de las ciencias del agro, universidades, colegios profesionales, agroindustria, pequeños y medianos productores organizados en las distintas figuras asociativas que se han creado y el sector comercio, un verdadero Plan País Agrícola que trascienda incluso cualquiera de los gobiernos democráticos por venir. Dicho plan en mi opinión debe girar sobre ciertos ejes prioritarios de acción para alcanzar en el menor plazo posible la reconversión productiva, modernización, organización y gestión de valor del sector agroalimentario nacional.

Es fundamental el sembrar en el subconsciente del venezolano, que a diferencia de la tesis que durante casi un siglo se nos ha inculcado de ser un país petrolero, la realidad nos demuestra que desde el nacimiento de la república, la base fundamental de nuestra economía ha sido la agricultura y ganadería. Las riquezas generadas por la comercialización en los mercados internacionales de carne, pieles, cacao y café, fueron la base fundamental de nuestra economía, hasta la aparición del petróleo.

Los Ingenieros Agrónomos tenemos la tarea de sumar voluntades desde nuestros espacios para lograr el reposicionamiento del sector agrícola en la opinión pública, otorgándole la importancia estratégica que posee, no sólo como generador de los alimentos necesarios para cubrir de manera sostenible los requerimientos de nuestra población, sino por su elevado potencial para generar bienestar en la ruralidad venezolana y traer las divisas necesarias para la diversificación de nuestra economía.

Sin duda este es un gran reto, no menor al de impulsar un cambio de mentalidad a nivel del pequeño, mediano y gran productor, para abrirnos de manera decidida a la construcción de una agricultura empresarial, altamente eficiente y competitiva. No hay tiempo que perder, el modelo agrícola venezolano del mañana, hay que forjarlo desde hoy y debe estar obligatoriamente en sintonía con la realidad del mercado internacional globalizado de alimentos.

La decidida y honesta participación de los Ingenieros Agrónomos, dedicados a la búsqueda del bien común, alejados por completo de la defensa de interés políticos o de sectores empresariales, es indispensable en estos momentos cuando Venezuela está a las puertas de ver germinar la agricultura del siglo XXI en las 50 millones de hectáreas de tierras que poseemos con potencial agrícola vegetal, animal, forestal y acuícola.

Más allá de los problemas y limitaciones comunes a todos los sectores de la economía nacional que deberán ser resueltos, el factor determinante en la transformación y crecimiento de nuestra agricultura, estará en el incremento en la productividad a través de la adopción de tecnologías por parte de nuestros emprendedores del campo, para ello se deberá priorizar el apoyo a la innovación e investigación en universidades e institutos dedicados al desarrollo de la ciencia y la tecnología.

Existe el consenso que esa nueva agricultura venezolana a diseñar debe erguirse sobre la promoción y el fomento de nuestras exportaciones de aquellas cosechas de alto valor, impulsando el desarrollo de nuevos productos, para abrirnos a una multiplicidad de mercados. Tenemos la posibilidad cierta de recuperar o incrementar las exportaciones de nuestro exquisito café, del mejor cacao del mundo, el apetitoso plátano, del ron añejo venezolano de tan especiales atributos, de nuestro arroz de excelente calidad, las dulces y coloridas frutas tropicales, y del camarón y el cangrejo venezolano. Conociendo las potencialidades infinitas de nuestro sector agropecuario sé que esta lista de productos exportables, no termina allí, sería el interminable el enumerarlos todos.

Mi reconocimiento a mis colegas Ingenieros Agrónomos en nuestro día. Mi invitación es a dar un paso adelante para de manera decida, continuar en la labor de despertar conciencias, sumar voluntades y avivar esperanzas en el ineludible desafío de pincelar y hacer realidad, esa nueva Venezuela agrícola deseable y posible. ¡Si se puede!

10 de mayo de 2019

Agrimercante

https://agrimercante.com/noticias/el-ingeniero-agronomo-frente-al-desafi...

 4 min


Raghuram G. Rajan

Las grandes corporaciones están bajo ataque en Estados Unidos. Una intensa oposición local obligó a Amazon a cancelar sus planes de abrir una nueva sede en el barrio de Queens de la ciudad de Nueva York. Lindsey Graham, senador republicano por Carolina del Sur, cuestionó el indisputado poder de mercado de Facebook, y su colega demócrata Elizabeth Warren, de Massachusetts, pidió la división de la empresa. Warren también presentó un proyecto de ley que asignaría a los trabajadores el 40% de los puestos en las juntas directivas de las empresas.

Aunque esas propuestas puedan parecer fuera de lugar en la tierra del capitalismo de libre mercado, Estados Unidos necesita exactamente esta clase de debate. A lo largo de la historia del país, han sido los críticos del capitalismo los que aseguraron su correcto funcionamiento, al combatir la concentración de poder económico y la influencia política que trae aparejada. Cuando unas pocas corporaciones dominan una economía, es inevitable que se combinen con los instrumentos del control estatal en una inicua alianza entre las élites de los sectores público y privado.

Es lo que sucedió en Rusia, un país democrático y capitalista sólo de nombre. Mediante el control total de la industria extractiva y de la banca, una oligarquía supeditada al Kremlin ha hecho imposible una verdadera competencia económica y política. De hecho, Rusia es la apoteosis del problema que el presidente estadounidense Dwight D. Eisenhower describió en su discurso de despedida en 1961, cuando advirtió a los estadounidenses que debían estar en guardia “contra la obtención de una influencia injustificada” por parte del “complejo militar-industrial” y contra el “potencial de un desastroso ascenso del poder en manos equivocadas”.

Ahora que muchas industrias en Estados Unidos ya están dominadas por unas pocas empresas “superestrella”, deberíamos agradecer que activistas “socialdemócratas” y manifestantes populistas hayan oído las advertencias de Eisenhower. Pero a diferencia de Rusia, cuyos oligarcas deben su riqueza a la captura de los activos del Estado en los noventa, las superestrellas corporativas de Estados Unidos llegaron a donde están porque son más productivas. Es decir que su regulación debe tener en cuenta más sutilezas (ser más bisturí que martillo).

En concreto, en una era de cadenas de suministro globales, las corporaciones estadounidenses han aprovechado enormes economías de escala, efectos de red y el uso de datos en tiempo real para mejorar el desempeño y la eficiencia en todas las etapas del proceso productivo. Una empresa como Amazon aprende todo el tiempo de sus datos para minimizar los tiempos de entrega y mejorar la calidad de sus servicios. Sabiéndose superior a la competencia, la empresa necesita pocos favores del gobierno (una de las razones por las que su fundador, Jeff Bezos, puede apoyar al Washington Post, que suele ser crítico del gobierno estadounidense).

Pero que hoy las superestrellas corporativas sean supereficientes no implica necesariamente que sigan siéndolo, sobre todo en ausencia de una verdadera competencia. Las empresas dominantes siempre pueden caer en la tentación de mantener su posición por medios anticompetitivos. Con su apoyo a iniciativas como la Ley sobre Fraude y Abuso Informático (1984) y la Ley de Derechos de Autor de la Era Digital (1998), las principales empresas de Internet se aseguraron de impedir el uso de sus plataformas a sus competidores para que no pudieran aprovechar los efectos de red generados por la presencia de los usuarios. Del mismo modo, después de la crisis financiera de 2009, los grandes bancos aceptaron que una mayor regulación era inevitable; pero luego presionaron para que se dictaran normas que, casualmente, hacían más costoso el cumplimiento normativo, lo que dejó en desventaja a competidores más pequeños. Y ahora que el gobierno de Trump reparte aranceles a diestra y siniestra, empresas bien conectadas podrían influir en quién obtiene protección y quién paga los costos.

Más en general, cuanto más influye sobre las ganancias de una empresa la fijación estatal de derechos de propiedad intelectual, regulaciones y aranceles (en vez de la productividad), más dependiente se vuelve de la benevolencia del gobierno. La única garantía de la eficiencia e independencia de las corporaciones mañana es la competencia de hoy.

La presión sobre el gobierno para que preserve la competitividad del capitalismo e impida su tendencia natural al dominio de unas pocas empresas dependientes suele surgir de personas de a pie, que se organizan democráticamente en sus comunidades y que, carentes de la influencia de las élites, suelen pedir más competencia y apertura. En Estados Unidos, el movimiento “populista” de fines del siglo XIX y el movimiento “progresista” de principios del siglo XX fueron reacciones a la formación de monopolios en industrias cruciales como los ferrocarriles y los bancos. Estas movilizaciones de base llevaron a normas como la Ley Antitrust Sherman de 1890 y la Ley Glass-Steagall de 1933 (aunque en forma más indirecta) y a medidas para mejorar el acceso a educación, salud, crédito y oportunidades económicas. Con su defensa de la competencia, estos movimientos no sólo evitaron que el capitalismo perdiera dinamismo, sino que también alejaron el riesgo de un autoritarismo corporativo.

Hoy que los mejores empleos se concentran en empresas superestrella que buscan a la mayoría de sus empleados en unas pocas universidades prestigiosas, que las pequeñas y medianas empresas encuentran el camino al crecimiento plagado de obstáculos puestos por las empresas dominantes, y que la actividad económica se va de las ciudades pequeñas y de las comunidades semirrurales hacia las megalópolis, hay un resurgimiento del populismo. Los políticos se esfuerzan en darle respuesta, pero nada garantiza que sus propuestas nos lleven en la dirección correcta. Como quedó en claro en la década de 1930, puede haber alternativas mucho peores que el statu quo. Si los votantes en pueblos franceses en decadencia y en el Estados Unidos profundo sucumben a la desesperación y pierden la fe en la economía de mercado, serán vulnerables a los cantos de sirena del nacionalismo étnico o del socialismo liso y llano, cualquiera de los cuales destruiría el delicado equilibrio entre el mercado y el Estado, poniendo fin a la vez a la prosperidad y a la democracia.

La respuesta correcta no es la revolución, sino el rebalanceo. El capitalismo necesita reformas desde arriba, por ejemplo una actualización de las normas antitrust, para garantizar la eficiencia y apertura de las industrias y evitar el monopolio. Pero también necesita políticas desde abajo que ayuden a las comunidades económicamente devastadas a crear nuevas oportunidades y a preservar la fe de sus integrantes en la economía de mercado. Escuchar las críticas populistas (sin seguir a ciegas las propuestas radicales de sus líderes) es esencial para proteger el dinamismo de los mercados y la democracia.

6 de mayo de 2019

Traducción: Esteban Flamini

Project Syndicate

https://www.project-syndicate.org/commentary/survival-of-capitalism-need...

 5 min


Carlos Raúl Hernández

Las mil y una noches enseña que lo peligroso de los deseos es que se pueden cumplir. De esa maravillosa obra se derivan centenares de cuentos y chistes populares sobre las crueldades que hacen los espíritus cautivos en botellas y lámparas a sus desprevenidos liberadores, como el hombre condenado a cargar sobre su hombro una paloma enorme e insaciable por equívoca petición a uno de esos espíritus. También Homero dice que los dioses castigan a los hombres al hacer realidad sus sueños y en términos prácticos, pocas cosas tan escalofriantes como un político soñador. Mucho cuidado con lo que pedimos.
El escalofrío lo sentimos a diario desde que a algunos se les ocurrió la idea de invocar a un “quiebre” o una “fractura” de la estructura castrense, la intervención militar democrática. Eso revela la espontaneidad de quienes aspiran derrotar al gobierno en un país cuya política se hizo torva porque éste se caracteriza por escasez de escrúpulos y demasiada rudeza. En 2017 comparamos esa relación con la que habría en una reyerta entre Lady D y Bin Laden. En Venezuela triunfaron en los últimos dos siglos cinco golpes militares entre más de dos decenas de “intentonas” como se les dice en la jerga.

Los que derrocaron al General Medina Angarita en 1945, Rómulo Gallegos en 1948, Marcos Pérez Jiménez, Hugo Chávez el 11 de abril de 2002 y a Pedro Carmona dos días después. Todos tienen un rasgo en común: fueron pronunciamientos en bloque de los estados mayores conjuntos y no “quiebres”, ni “fracturas”, ni niño muerto. Por eso no se derramó sangre y podría decirse que el stablishment militar se limitó a informar al presidente que ya no lo era.

Yeso y fractura

De haber “fractura” hubiéramos tenido conato de o guerra civil, que nos hundió en la miseria extrema desde la Independencia hasta 1899 fecha en que el arquetipo del gocho trabajador, discreto y sobrio suplantó al llanero, con grandes beneficios para el país. Vallenilla Lanz lo describe en Cesarismo Democrático como un guerrero bárbaro que montaba en pelo, desnudo, lanza en mano, cubierto de barro y que devoraba carne asada o cruda sin bajarse del caballo. Los andinos por el contrario eran silenciosos, trabajadores, tenaces, apegados a la tierra porque debían arrancarle papas a laderas empinadas, frutos a una naturaleza hostil.

Campesinos sedentarios, en un estadio más cercano a la civilización que aquellos jinetes nómadas de Gengis Kahn perdidos en nuestras llanuras. Las fracturas militares son el preámbulo de guerras civiles que nadie sabe cuánto duran, pero los polemólogos consideran más sanguinarias y terribles que las convencionales. Pueden terminar en secesiones o estados fallidos y no así en los nacientes EEUU, España (y otros) porque ambos bandos se ahogaron en sangre y horror. O en guerras internas de baja intensidad como Argentina y Chile, con miles de desaparecidos y torturados.

Mucho de eso enseñaron África y los Balcanes. Hasta ahora entre los militares no se concreta una fractura ya que tienen conciencia clara de que son la última frontera que resguarda la unidad nacional, garantía frente a la marea de las megabandas, el narcotráfico, los colectivos, los grupos irregulares colombianos y el hampa simple que tomarían el país en un escenario de violencia ¡Cuidado con lo que pides! La guerra es una maquinaria de asesinar niños y así lo espeta el furioso Aquiles a Agamenón: “en la guerra los jóvenes mueren y los viejos pactan”. Hay que regresar a la ley y el orden.

Advertencias inútiles

Es preferible que los viejos pacten antes y no mueran los jóvenes. Por desgracia desde que llamaron a la abstención en 2018, una de las burradas políticas más grandes que se recuerden, parte de la sociedad desarmada pasó a la contra natura condición de militarista, a depositar sus aspiraciones políticas en algo que no controlan y ni siquiera conocen. Los sectores que derrocaron a Allende en 1973 creían que una vez tranquilizadas las cosas, en cuestión de semanas Pinochet entregaría el poder a la democracia cristiana en tanto fuerza fundamental de la oposición. Esperaron sentados por diecisiete años.

La novillada del 30 de abril parece que marca un hito y los principales sorprendidos por su estridente fracaso son los que lo intentaron. Ya hay una amplia hemerografía sobre la vacuidad sin límites de la ruta emprendida desde hace ya varios años cuando se adoptó una desmangurrillada insurrección civil para hacer estallar el mundo militar. Mucha gente se ha cansado de advertir la ingenua ceguera de ese plan, que a partir de 2014 y antes, logró perpetuar en el poder a los que ya hoy deberían estar fuera de él. Es gracias a ellos aun gobiernan. Arruinaron la posibilidad del cambio, nuestras vidas y las suyas, exiliados, presos o acorralados.

Parece que sigue siendo inútil advertir nada porque algún incorregible mecanismo de la mente crea incapacidad de procesar la realidad, hacer sinapsis en los decisores. Tal vez lo que procede es, para advertir, crear una fuerte corriente de opinión que se oponga al gobierno pero también a la sistemática vocación para el error que se destaca. Es desesperanzador que los militares, según sabemos, hayan perdido respeto al liderazgo civil, lo chalequeen y lo vean como un ridículo peligroso y no como una posibilidad. Alguien debe asumir el regreso a la ley y el orden.

@CarlosRaulHer

 4 min


Lester L. López O.

Apreciación de la situación política # 154

Al día de hoy han pasado 12 días desde la mañana del 30A cuando el Presidente encargado acompañado con militares y el fundador del partido Voluntad Popular, liberado esa madrugada de su estatus de casa por cárcel por funcionarios del SEBIN, anunciaba al país el inicio de la fase final de la Operación Libertad donde integrantes del alto mando militar y otros funcionarios de alto rango lo reconocerían como Presidente constitucional encargado y, en consecuencia, desconocerían, finalmente, al régimen usurpador.

Ese mismo día se convocó a la sorprendida población a salir a la calle para apoyar el movimiento que desalojaría a los usurpadores del poder. Pero, como ya se sabe, eso no ocurrió y aún para el primero de mayo, la esperada disidencia militar no se produjo, antes, por el contrario, el régimen, ya recuperado de la sorpresa del día anterior, arremetió contra los manifestantes como en sus mejores tiempo para demostrar quien estaba a cargo. Es bueno destacar que la represión la hizo mayormente funcionarios de la policía nacional bolivariana y los colectivos armados y protegidos por esta misma policía y de algunas unidades de la GNB.

Fracasada la operación libertadora, el miércoles 02M, al Presidente encargado no le quedó más argumento que se seguir con su convocatorias a la calle ahora por la represión, heridos y fallecidos y posteriormente por el allanamiento de la inmunidad parlamentaria de varios diputados incluyendo la detención arbitraria del primer vicepresidente de la Asamblea Nacional. La última convocatoria pautada para el pasado sábado 11M lució bastante disminuida en cuanto a participación popular comparada con las anteriores. Es evidente que el fracaso de la operación libertad tuvo sus consecuencias en la motivación de la población opositora.

Pero ¿Realmente fue un fracaso la operación libertad? ¿Es un fracaso del PE y de los que lo apoyaron, incluyendo a los funcionarios del país del norte que no negaron su participación? Depende del cristal con que se mire, como dice el dicho.

Por la información de los medios de comunicación se hizo evidente que hubo conversaciones y acuerdos con funcionarios de alto rango que desconocería al régimen usurpador el 30A o el 01M, eso aún no se ha aclarado, pero eran los días acordados. El hecho que no se produjeran los desconocimientos al régimen en apoyo al PE, es un hecho que no se puede adjudicar al PE y su equipo, sino al incumplimiento de la palabra empeñada de los comprometidos. Algunos han expresado que fue un exceso de “candidez” de los primeros, pero eso también es discutible.

Por un lado se puede argumentar que fue una jugada maestra del régimen para identificar nuevos sediciosos dentro de sus filas lo que justificaría las nuevas detenciones y persecuciones que se produjeron en los últimos días, lo que no es una forma de actuar nueva para regímenes usurpadores como el actual. Pero por otro lado, también es una forma de convencer a la comunidad internacional de que intentar establecer negociaciones con estos personeros usurpadores del poder para llegar a un acuerdo que permita establecer un gobierno de transición democrático, es una suposición que hay que descartar. Quizás es por eso que tanto el Grupo de Lima y el grupo de contacto de la Unión Europea se han mostrado desconcertados en sus propuestas de buscar la vía de negociaciones como forma de lograr restablecer un gobierno democrático en nuestro país.

Desde este punto de vista, no es que se descarte la negociación como método para lograr el cambio político, sino que no es lo mismo negociar con políticos que ejercen el poder autoritariamente por razones ideológicas, que negociar con delincuentes que ejercen el poder para beneficio propio o de las bandas que representan y cuya única negociación posible es saber cuales son la garantías de no terminar presos o en una corte internacional una vez que entreguen el poder. Esta condición debe hacer reflexionar a los representantes de la comunidad internacional y convencerlos que hay que buscar otras opciones de la mesa, de esas que no les gustan a una mayoría de ellos.

Por los momentos ya el PE comisionó a su embajador en el país del norte para iniciar conversaciones con el jefe militar del comando sur, otra opción sobre la mesa que ya le fue ofrecida.

@lesterllopezo 12/05/19

 3 min


Pierina Pighi Bel

La situación en Venezuela es objeto de intensas discusiones diplomáticas en América Latina.

El país está sumido en una grave crisis política por el enfrentamiento entre el gobierno de Nicolás Maduro y el desafío del presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, que se proclamó presidente interino del país con el apoyo de medio centenar de países.

A ello hay que sumar una profunda crisis económica, que ha provocado el éxodo de millones de venezolanos.

En este clima de creciente tensión, Guaidó habló de las opciones que otros países discuten para "ayudar" a Venezuela en una entrevista con la BBC, en la que le preguntaron sobre la posibilidad de que Estados Unidos ponga en marcha una intervención militar en el país.

Guaidó aseguró que el Parlamento que él preside puede utilizar la cooperación internacional "en materia militar", "en ayuda humanitaria" y en las áreas que este organismo determine, y mencionó, en concreto, una política: la llamada doctrina Roldós que sigue Ecuador.

Este principio "habla de proteger a los pueblos cuando están muriendo de hambre, como en el caso de Venezuela, producto de un genocidio silencioso, propiciado por Maduro", dijo Guaidó.

A mediados de abril, en una reunión de la Organización de Estados Americanos (OEA), Lenín Moreno, presidente de Ecuador, también apeló a la doctrina Roldós para justificar los pronunciamientos y medidas de su país y de otros Estados contra el gobierno de Maduro.

El gobierno de Maduro ha negado en múltiples ocasiones la violación de derechos humanos en Venezuela y califica como "injerencias" o "conspiraciones" las medidas y denuncias de otros países en contra de su ejecutivo.

Pero, ¿en qué consiste esta doctrina y qué aplicaciones prácticas podría tener en Venezuela?

Principios

La doctrina, que tiene el nombre del presidente ecuatoriano Jaime Roldós (1979-1981), fue recogida en 1980 en la "Carta de Conducta" o "Carta de Riobamba", firmada por Venezuela, Colombia, Perú, Bolivia y Ecuador.

El documento, suscrito durante una reunión en la ciudad ecuatoriana de Riobamba, buscaba asegurar la coordinación en la región para proteger la democracia y los derechos humanos en el país de América del Sur en que fuera necesario.

La doctrina tiene 11 principios; uno de ellos establece el "respeto de los derechos humanos, políticos, económicos y sociales como norma interna de los Estados del Grupo Andino".

Cuando nació la doctrina Roldós, en la región sobrevivían gobiernos militares señalados de violar los derechos humanos en Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Paraguay y Uruguay.

Además, estaba en marcha el Plan Cóndor, creado en 1975 en Chile, bajo el gobierno de Augusto Pinochet, y que se extendió hasta inicios de los años 80.

Se trató de un plan de represión contra opositores a los gobiernos militares de Sudamérica y las víctimas totales se cuentan desde los cientos hasta los 60.000, según la fuente.

Martha Roldós, hija del presidente Roldós y economista, escribió un artículo para la Universidad de Guayaquil en 2012 en el que recuerda que, en ese momento, el rechazo de estos gobiernos hacia la doctrina "fue inmediato".

La razón fue que "la carta de conducta establece la supremacía de los derechos humanos sobre la soberanía que pudiera aducir un gobierno determinado" y sobre el principio de no intervención en los asuntos internos de los Estados.

"Este concepto fue novedoso (...). Ni siquiera Naciones Unidas tenía una herramienta así (en 1980)", agrega Roldós en ese artículo.

En conversación con BBC Mundo, el ecuatoriano José Ayala Lasso, que fue el primer alto comisionado de Derechos Humanos de la ONU, explica que la doctrina establece que existe la responsabilidad internacional de proteger los derechos de los ciudadanos de un país, de no mirarlos con indiferencia si su gobierno los está violando sistemáticamente.

Según Ayala, la acción concertada de la comunidad internacional en defensa de los derechos humanos (en un país determinado) no puede ser considerada una intervención en los asuntos internos del Estado.

En esa misma línea se situó el actual presidente ecuatoriano, Lenín Moreno, al sacar a colación esta doctrina en referencia a la crisis venezolana actual.

Ante la OEA, Moreno recordó recientemente que la política de Roldós establece "que la defensa internacional de los derechos humanos es obligatoria" y "por lo tanto, la acción conjunta, ejercida en protección de esos derechos, no viola el principio de no intervención".

"En este marco se inscribe la posición que Ecuador conserva para Venezuela, Nicaragua o cualquier país donde se violen los derechos humanos", remarcó.

¿Cómo se puede aplicar la doctrina?

Expertos en Relaciones Internacionales dijeron a BBC Mundo que la doctrina Roldós no se ha aplicado explícitamente en América del Sur.

No existe precedentes sobre la misma, anota Santiago Carranco, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Internacional del Ecuador (UIDE) y "puede interpretarse de varias formas", factores que dificultan su aplicación.

"Si la comunidad tiene la obligación de intervenir a Estados que violen derechos humanos, entonces todos deberían ser intervenidos", considera en declaraciones a BBC Mundo.

Naciones Unidas ha denunciado el uso de la violencia, como la ejercida por los "colectivos" o grupos civiles armados, contra los opositores al gobierno de Nicolás Maduro.

Para Raúl Salgado, profesor de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) en Quito, otras desventajas de este principio están en que "carece de mecanismos que permitan su aplicación" y no establece "consecuencias para los infractores".

Sin embargo, según el ex diplomático Ayala, la doctrina Roldós ya se aplica de alguna forma en Venezuela.

La presión diplomática del Grupo de Lima sobre Venezuela responde a esta doctrina, le dice a BBC Mundo.

Las sanciones económicas de EE.UU., no obstante, no seguirían la doctrina, pues son acciones unilaterales de un solo país, considera el ex diplomático. No fueron acordadas por una región o bloque.

"Podrá haber una acción diplomática más fuerte, sanciones. En mi criterio, (la aplicación de la doctrina) debería ser una presión política y económica, para mostrarle a los venezolanos que América Latina respalda sus manifestaciones de descontento", comenta Ayala.

Pero, ¿podría también llevar a una acción militar?

Uso de las armas

Ayala dice que en teoría la aplicación de la doctrina sí podría llegar al uso de las armas, pero considera que sería una medida extrema y contraproducente.

Además, el experto cree que es "casi imposible que el Consejo de Seguridad de la ONU apruebe el uso de la fuerza en Venezuela", debido a que Rusia y China -dos de sus miembros con derecho a veto y socios de Maduro- nunca lo aprobarían.

En cualquier caso, el actual ministro ecuatoriano de Relaciones Exteriores, José Valencia, asegura que el hecho de que el presidente Moreno mencionara la doctrina Roldós no tiene nada que ver con una intervención militar.

"Ecuador se opone a cualquier tipo de salida o solución violenta a la situación de Venezuela", dice Valencia a BBC Mundo.

"Creemos que la solución debe ser por medios pacíficos, democráticos, que involucre a todos los venezolanos. La doctrina se enfoca más en los derechos humanos".

@PierinaPighi

11 de mayo de 2019

BBC News Mundo

https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-48193006

 5 min


La semana pasada, el mismo 30 de abril (30A), fuimos informados por declaraciones de John Bolton (Consejero de Seguridad Nacional de los EEUU) y por detalles más específicos de Elliot Abrams (Enviado de EEUU para Venezuela), sobre una negociación que se venía desarrollando con altos personajes del régimen y con el conocimiento y participación del gobierno de los EEUU. Elliot Abrams, negó tal participación de los EEUU, pero su conocimiento de ciertos detalles, lo delata y permite suponer que si hay tal participación.

En los días posteriores al 30A, se vieron diversas reacciones a la noticia detallada por Abrams, en particular las de algunos sectores que apuestan al fracaso de la “Ruta Guaidó”, niegan cualquier posibilidad de negociación con el régimen y están atentos a cualquier detalle que se pueda filtrar, en ese sentido, para “demonizarlo”.

Pero lo más importante es que Elliot Abrams hizo referencia a un documento en el cual estarían contenidos los puntos –15– de esa negociación y sobre la cual habría habido acuerdo, pero que fue “abortado”. Lo que insinuó Abrams del documento de 15 puntos, que si no es apócrifo o inexistente, estoy casi seguro que nunca lo vamos a ver, es que –según él– se basa en la constitución bolivariana –aparentemente en el Consejo de Estado contemplado en el artículo 251– a la hora de integrar un “gobierno de transición”. (Aunque algunos han hablado del Consejo de Defensa de la Nación, al citar el artículo 323 de la constitución). En el misterioso documento, se habría acordado dar una “salida digna” al presidente usurpador y garantías para los altos mandos militares, que además, junto con el TSJ, “quedarían en sus posiciones”, en un gobierno frente al cual estaría Juan Guaidó. De manera pues, que el “chavismo” integraría ese “gobierno de transición”, de pleno derecho, pues según Abrams forman una parte importante del país, que hasta 55 representantes tienen en la Asamblea Nacional electa en el 2015. Ese “acuerdo”, por supuesto, tendría la venia de los EEUU.

No era para menos que esas declaraciones encendieran las alarmas, pues, sí no está muy claro –en la “Ruta Guaidó”– como es el “fin de la usurpación”, lo del “gobierno de transición” en ninguna parte está definido; mejor dicho, lo poco que está definido, no está bien divulgado ni explicado. Elliot Abrams cita la constitución al hablar de la conformación del “gobierno de transición”, pero ignora algo que nosotros no podemos olvidar –pues tiene también carácter constitucional–, y es el “Estatuto que rige la Transición a la Democracia para Restablecer la vigencia de la Constitución”, que fue aprobado por la Asamblea Nacional el 5 de enero de 2019. Es en ese Estatuto donde precisamente se define la famosa “Ruta Guaidó”, con respecto al “gobierno de transición”, si bien no dice como se integra dicho “gobierno”, si dice claramente como NO se integra: la condición de “gobierno usurpador” abarca a Nicolas Maduro y a cualesquiera funcionarios o personeros de su régimen (artículos 7, 8 y 9 del Estatuto), lo que significa que el “cese de la usurpación” consiste en la liberación de todo el régimen dictatorial, el que ejerce Nicolás Maduro y demás personeros de su régimen, que en consecuencia no podrían integrar el “gobierno de transición”, al menos los que están en cargos ejecutivos de gobierno, en mi interpretación del Estatuto.

De manera que tenemos el “Estatuto” como principio legal orientador acerca de lo que se puede o no hacer a la hora de integrar un “gobierno de transición”; pero tenemos también el sentido común y la realidad política que se nos impone. La composición de la “transición”, así como el “gobierno” que la rija, no dependen del “deseo” o los “buenos deseos” de nadie en particular o de “los principios y valores” de una parte de la población del país, por más “ruidosas” que sean sus intervenciones en redes sociales. La composición de ese “gobierno” que rija la transición y la transición misma, dependerán de dos factores: de nuestra fuerza para lograr hacer valer nuestras condiciones –y naturalmente de la fuerza que el llamado chavismo pueda tener en contrario–, y de la “gobernabilidad” que se pueda desarrollar. A menos fuerza de nuestra parte, más condiciones impondrá el régimen y sus acólitos y si se les “ocurriera” irse dejándonos el país en las condiciones en que está, menos gobernabilidad habrá en el país, con lo que se aseguran un próximo y largo retorno, al estilo Nicaragua; es así de simple.

En esta materia no podemos caer en extremos ni en excesos. El gobierno usurpador solo cesará por la presión que logremos ejercer para que eso suceda, que será una combinación de presión interna y presión internacional; pero pensar que el llamado chavismo va a desaparecer con el gobierno usurpador –que ese si va a desaparecer– es una quimera; y tan extremo es pensar que se puede constituir un “gobierno de transición” con personajes que están claramente involucrados y son cómplices de los desmanes y delitos cometidos durante este régimen que ya lleva 20 años, como lo es pensar que tras hacer una especie de prueba de ADN político o de sangre, a todo aquel que se le descubra –que tiene o tuvo– una traza en su ADN o una gota de sangre chavista en sus venas, debe ser excluido.

Pero lo sustantivo, regresando a lo ocurrido el 30A, es que por la forma en que se maneja la información política en Venezuela –desde los años 90 del pasado siglo–, por la forma en que se discuten y analizan las ideas políticas y por la credibilidad que en el país se concede a los líderes políticos, probablemente nunca vamos a saber que ocurrió realmente el 30A. Cuando alguno de los protagonistas o involucrados directos diga lo que realmente ocurrió, su versión será interpretada como eso, una versión más, de la cual se pensará que está teñida y sesgada por la interpretación particular del interesado y por sus intereses personales y políticos.

Además, porque ya ha pasado a un segundo plano eso de que a lo mejor estuvimos en los prolegómenos de la caída del régimen, o tratar de descubrir cuales errores se cometieron que impidieron que se consumaran unas acciones militares que condujeran a que el dictador se diera a la fuga; ahora ya tienen más preeminencia algunos de los antecedentes, como el que hemos señalado más arriba, de que se estaba negociando la probable composición del llamado “gobierno de transición”, del que tanto se ha hablado desde que Juan Guaidó fue electo Presidente de la Asamblea Nacional y después Presidente Encargado de Venezuela.

Para cerrar el tema del 30A, hay cientos –literalmente hablando– de interpretaciones, versiones, hipótesis y sobre todo conjeturas ante los hechos y los vacíos y huecos; cada quien los ha ido llenando con su propia interpretación, la que mejor se acomoda a su ideología, tendencia política y esquemas particulares de análisis y evaluación de la realidad. Al final, ninguna de las versiones llena los huecos y vacíos, ni resuelve completamente nuestras dudas y hasta nos deja el anhelo de que nos estén ocultando algo. Pero debemos unificar los criterios, porque así es muy difícil construir una estrategia exitosa, que se debe basar, entre otras cosas, en uno de los hechos objetivos que nos dejó el 30A, que la aparente unidad monolítica de la FFAA es un mito.

Ese hecho mitiga otro lamentable, que de algunas cosas, como por ejemplo los supuestos detalles del proceso de negociación –que algunos, muchos, apoyamos y suponemos existe, pues no se sale de esta crisis sin una ardua negociación– nos hayamos enterado por representantes del gobierno norteamericano y no por nuestros propios dirigentes.

https://ismaelperezvigil.wordpress.com/

 6 min


De acuerdo a la religión oficial de la URSS, Lenin llegó a ser la representación de Marx sobre la tierra. Algo así como “Marx es Dios y Lenin su profeta”. Ocurrió durante los tiempos del marxismo de la Santísima Trinidad: Marx- Lenin - Stalin. Mediante ese procedimiento, Marx, un alemán de proveniencia judía, eslabón de una larguísima cadena del pensamiento filosófico de su patria a la que pertenecen nombres como Kant, Hegel y Nietzsche, fue extraído de su contexto cultural originario para ser convertido en patrimonio del Estado soviétic

Pese a que Marx en sus referencias al llamado “modo de producción asiático” había insistido en que en Rusia, inmenso país de campesinos bárbaros, no estaban dadas las condiciones para alcanzar el socialismo, fue convertido por Lenin en el padre espiritual del socialismo ruso. Escándalo que llevaría mucho después al joven Rudi Dutschke a plantearse desde mediados de los setenta la inmensa tarea teórica de re-europeizar a Marx. Su tesis doctoral “Un intento para poner a Lenin sobre sus pies” fue estudiada con ahínco en diversas sectas universitarias. Aunque ya era tarde. Repensar al Marx de la era industrial en pleno corazón de la llamada “sociedad post-industrial” tenía un sentido puramente académico.

Los dos Marx, el del pensamiento alemán y el de Lenin, son hoy tan importantes para la política como las bicicletas para los peces. Después de los dos milagros, el de la Perestroika y el de la caída del muro de Berlín, el cuento terminó. Llegó la posmodernidad, la era del pensamiento líquido (Bauman), el fin de los grandes relatos (Lyotard), la euforia deconstructivista (Derrida) y el fin de las ideologías (Fukujama). Solo Rusia, la del Zar, la de Lenin y Stalin, no fue tragada por las vorágines de las modas intelectuales. Y ahora la tenemos de nuevo ahí, con Putin a la cabeza, dispuesto a recuperar los fantasmas hegemónicos del pasado, intentando ocupar un gran sitial, si no en el orbe, en gran parte de Europa, en el mundo islámico, e incluso en Latinoamérica.

Vladimir ll. ¿Un nuevo Lenin? No parecía serlo. Ex comunista, ex KGB, ex cualquier cosa, actuaba como simple administrador del quilombo que había dejado Jelzin entre una y otra curda. A su manera gangsteril puso orden: a las mafias las articuló a su gobierno, a los opositores ofreció buenos puestos, a los más honestos los borró de la lista de los vivos. Descubriría a la confesión ortodoxa y a sus popes, almas arcaicas de la Santa Rusia al lado de quienes los islamistas son un ejército de libertinos. A ellos ofreció nada menos que la des-secularización de Rusia. Una que ni siquiera habían podido obtener bajo el Zar Nicolás. Ordenado así el frente interno se dedicó a expandir su imperio territorial: En las dos guerras de Chechenia muy pocos quedaron para contar la historia. Con Georgia ha sido más sutil: hostigamiento permanente. Y como todavía no puede apoderarse de Ucrania decidió hacerlo con sus habitantes regalando pasaportes rusos a cada ucraniano que lo pida. Gracias a la guerra contra el terrorismo y a las torpezas de Bush ll, más la inocencia de Obama, ha logrado convertir a la república de Siria en su enclave islámico, la puerta de oro que le abre paso hacia el Medio Oriente. A partir de ahí descubrió sus afinidades con la Turquía de Erdogan y con el Irán ayatólico: dos potencias regionales con los cuales ha construido una suerte de comunidad histórica. La alianza Rusia-Turquía- Irán parece ser cada vez más sólida.

Evidentemente Putin sabe que su inferioridad militar con respecto a los EEEU e incluso la OTAN no es recuperable en el corto tiempo y en ese sentido Rusia no parecería ser un peligro físico inmediato para ninguna otra potencia. No obstante, lo que la física no da, la metafísica lo puede prestar. Ese ha sido efectivamente el nuevo re- descubrimiento del jerarca ruso: el arma de Lenin: la ideología. Un arma que puede ser tanto o más efectiva que una bomba atómica. Con la ventaja de que con las armas ideológicas se pueden conquistar las almas sin destruir a los cuerpos.

Lenin tenía, claro está, la palabra santa de Marx detrás de sí, palabra a la que no titubeaba en modificar, adulterar, censurar, cada vez que lo consideraba conveniente. Para el efecto convirtió la obra del alemán en manuales de fácil acceso. Stalin solo continuó la gesta depredadora iniciada por Lenin. Así nació el marxismo-leninismo o “marxismo soviético” (Herbert Marcuse), subproducto ideológico hecho a la medida de las decisiones del Buró político. Y los partidos comunistas dependientes de la URSS adoptaron el marxismo-leninismo como si hubiera sido la nueva religión de Occidente sin darse cuenta de que consumían un producto asiático, algo que tenía que ver más con Genguis Kahn que con Marx. Putin en cambio no tenía detrás de sí a la sombra de Marx y si la hubiera tenido, no le habría servido demasiado. Necesitaba pues con urgencia un nuevo Marx. Otro Marx. Y lo encontró. Su nombre: Alexander Dugin

¿Quién es Alexandr Dugin? Los periodistas menos ingeniosos lo llaman el Rasputín de Putin. No es cierto. Rasputin manejaba a la corte. En cambio Dugin es un historiador, filósofo y politólogo independiente muy apto para cumplir las funciones ideológicas encomendadas por Putin. Esa es una gran ventaja de “su” Marx sobre el Marx de Lenin. Putin no necesita adulterarlo. Basta un llamado telefónico para pedir que resalte una u otra opinión. Tiene además una segunda ventaja: es más ruso que el vodka de modo que no hay que ni siquiera traducirlo. Y por si fuera poco, no es cualquier intelectual. Todo lo contrario: se trata de un pensador de altísimo vuelo, como casi ya no los hay en occidente, respetado hasta por sus más enconados adversarios. Dugin ya es considerado el ideólogo del ultranacionalismo mundial y por eso se codea con mandatarios como Orban, Salvini y otros similares, y por supuesto con casi todos los líderes de los partidos del populismo nacionalista europeo.

Nacido en enero del 1962 hizo sus primeras apariciones públicas como consejero de la federación nacional rusa. El año 1990 fundó el Partido Nacional Bolchevique cuya misión debería ser mantener en alto los principios nacionalistas de Stalin en medio de la borrasca desatada por Gorbachov. Como era de esperarse, fue calificado de “fascista” por sus adversarios lo que es cierto solo en parte. Dugin bebe de aguas fascistas, pero de otras muchas más. El mismo se declara seguidor del tradicionalismo conservador de Julius Evola y René Guenón. En su libro “Geopolítica de Rusia” recurre efectivamente a las concepciones pre-fascistas de Karl Hausofer relativas al “espacio vital”. Allí postula la tesis que más debe haber deslumbrado a Putin: “Eurasia”: un espacio de afinidades culturales y religiosas cuyo centro no puede ser sino Rusia.

Pero “Eurasia” es algo distinto a la “Germania” de Hitler. La diferencia es fundamental: La “Germania nazi” era un espacio vital racial. La “Eurasia” de Dugin (y la de Putin) es un espacio vital cultural, tradicional y sobre todo religioso. Y allí reside justamente la gran diferencia de la doctrina Dugin con el fascismo. Dugin no es racista. Si tuviéramos que catalogarlo podríamos decir que estamos frente a un tradicionalista radical, muy radical. Terriblemente radical.

Dugin defiende antes que nada las tradiciones rusas. Podríamos decir que en cierto sentido es un tolstoiano, concepto que endilgó Dutschke al “último Solyenitizin”, enemigo mortal de la modernidad. Pero a la vez se nombra defensor de todos los pueblos que defienden sus tradiciones haciendo resistencia a las ofensivas globalizadoras y neo-liberales de nuestro tiempo. Esas tradiciones solo pueden estar aseguradas, según Dugin, por instituciones religiosas. Planteamiento que lo lleva a negar de cuajo el principio de la secularización política. De ahí su amor declarado a las naciones islámicas como Irán y a la cada vez más fuerte religiosidad del estado de Israel.

Para Dugin el sujeto del pensamiento liberal es el individuo quien arrancado del contexto de sus tradiciones olvida su razón de ser para adentrase en el mundo del hacer y del tener, tesis heideggeriana que él asume con absoluta convicción. Pero Dugin va más allá de Heidegger quien buscó siempre una concordancia entre su filosofía y la de Nietzsche. Dugin es definitivamente antinitzscheano. Con absoluto aplomo opone a la apología ditirámbica de Dionisios el ideal de Apolo: la serenidad, la templanza, la forma y sobre todo, el orden. Orden, Patria y Familia en contra de la disociación capitalista de la modernidad (ahí se junta con el Marx de Lenin) De ahí que su grito de batalla vaya dirigido en contra de la democracia liberal, sobre todo la norteamericana y la de gran parte de los países europeos. Naturalmente Putin pone oído atento a esas tesis. En cierto modo son las suyas. Pero Dugin les otorga, además, el formato intelectual para interpelar a las elites de otras naciones en la lucha ideológica que, igual que Lenin ayer, necesita para debilitar los fundamentos culturales del orden democrático occidental. Putin y Dugin se necesitan el uno al otro como si fueran el mar y la arena.

Precisamente siguiendo los pasos de su mentor político Putin, Dugin advierte hacia donde van los tiros. Por eso y de modo rápido se apresuró a detectar al enemigo número 1 de “Eurasia”. Este no puede ser otro sino la Unión Europea. “Eurasia” versus la UE. Una declaración de guerra ideológica a Merkel y a Macron, este último considerado por Dugin como el “Anti-Cristo” de la posmodernidad. Del triunfo de “Eurasia” dependerá el futuro no solo de Europa sino de la entera humanidad.

Dugin ha ahorrado a Putin la ingrata tarea que emprendió Lenin con Marx, la de envasar sus ideas en manuales de explicación fácil. El mismo Dugin ha sistematizado su concepción del mundo en un capítulo de su libro titulado “La Cuarta Teoría Política”, lectura obligatoria en los institutos de enseñanzas de Rusia y, por cierto, muy estudiado por los ultranacionalistas de Hungría, Italia, Eslovenia y Polonia.

¿Por qué “cuarta teoría”? Las tres primeras son: 1. El capitalismo liberal cuyo sujeto es el individuo abstracto 2. El fascismo, incluyendo la variante nazi alemana, cuyo sujeto es el Estado-Nación. 3. El marxismo cuyo sujeto es la clase social proletaria.

La cuarta teoría es la que fundamenta la revuelta de la tradición representada por Rusia, Putin y el mismo Dugin.

Hay que tomarlo en serio. Más allá de su ostensible charlatanería, de su anti-humanismo cruel y exhibicionista, de sus simplificaciones históricas, hay que tomarlo muy en serio. Estamos frente a un filósofo de prosa poderosa y pensamiento cósmico. Un gigante del intelecto. Un pensador cuya potencia destructiva parece no tener límites. Habrá que exigirse a fondo para enfrentarlo. No será esta por lo tanto la última vez que deberemos referirnos a Alexandr Dugin: el “Marx de Vladimir Putin”. Valga este artículo solo como una carta de presentación.

9 de mayo 2019

Polis

https://polisfmires.blogspot.com/2019/05/fernando-mires-el-marx-de-vladi...

 8 min