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Opinión

Sergio Arancibia

El sector agrícola, el sector manufacturero y el sector servicios, dentro de la economía nacional, no generan – ni han generado en las últimas décadas – los dólares suficientes como para que cada uno de ellos pueda producir los bienes y servicios que les son propios, ni para que puedan ampliar, por la vía de las inversiones, sus capacidades productivas.

Solo los sectores minero y petrolero han cumplido en la economía venezolana el rol no solo de generar los dólares que cada uno de ellos necesita, sino de aportar los dólares que necesitan las actividades agrícolas, manufactureras y de servicios como para funcionar y crecer.

Cada uno de los grandes sectores en que podemos dividir la economía venezolana necesita, para poder existir y crecer, de una importante y permanente dosis de insumos, materias primas, maquinarias y equipos, todo ello importado. Pero por la vía de sus respectivas exportaciones cada sector no genera los dólares necesarios como para satisfacer sus propias necesidades de divisas. Esto generaría un estancamiento estructural o sistémico de la industria, de la agricultura y de los servicios en el seno del país, si es que éste no tuviera la suerte de contar con sectores – el petrolero, y en menor medida el minero- – que han generado durante décadas una cantidad de dólares cómodamente superior a la que necesita para sus propias necesidades de funcionamiento y de crecimiento. En esa medida, el sector petrolero ha posibilitado que el sector agrícola, manufacturero y de servicios, tengan los dólares que necesitan y puedan funcionar y crecer. Pero todo eso se acabó.

Uno de los elementos fundamentales de la dramática situación económica por la que atraviesa Venezuela, en el presente, es el cuadro que exhibe su industria petrolera. Lo que parecía imposible – arruinar una industria petrolera eficiente y poderosa – se logró en el transcurso de los últimos 20 años. Hoy en día la industria petrolera nacional no produce ni la mitad de lo que se producía en décadas anteriores, está altamente endeudada, sin capacidad de inversión ni de mantenimiento adecuado y con bajísima productividad. En esas condiciones no tiene la capacidad de aportar los dólares que necesita el resto de los sectores productivos nacionales.

En la Venezuela del futuro se debe y se puede recuperar la industria petrolera, pero eso tomará varios años. Sin embargo, independientemente de los años que ese proceso dure, el gran objetivo nacional, a mediano y a largo plazo, no puede ser volver a funcionar tal como funcionó la economía nacional en los últimos 40 o 50 años. La gran meta nacional debe ser que cada sector productivo – el agrícola y el manufacturero, fundamentalmente, pero también el de servicios – tomados globalmente, puedan generar los dólares que necesitan. No se trata de que cada empresa, individualmente considerada, genere sus propios dólares, pero si es posible pensar en esos términos con relación a cada sector productivo..

Que la agricultura genere las divisas que necesita no solo para funcionar y crecer sino para alimentar a todos los venezolanos. Eso es enteramente posible. Lo mismo vale para la industria nacional, que debe y puede potenciar sus capacidades competitivas y exportadoras. Ello permitiría que las rentas y las ganancias provenientes del petróleo – aun cuando disminuidas con respecto al peso que ellas tuvieron en la segunda mitad del siglo pasado – sirvan para el desarrollo social y para el desarrollo de la infraestructura física nacional. Pero para que todo esto pueda hacerse realidad se necesita, en primer lugar, proponerse como un país ese gran salto adelante en materia de exportaciones – asumirlo como una política de estado – y generar las decisiones de política económica que la hagan posible.

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Así como las izquierdas latinoamericanas han conformado y mantenido el llamado Foro de Sao Paulo, FSP, las derechas de estos países no cuentan con una coordinadora que les oriente, apoye y financie como lo hace el Foro de izquierda.
El FSP fue fundado por el Partido de los Trabajadores de Brasil en São Paulo en 1990 como una alternativa a la ruta fracasada de Fidel Castro de llegar al poder mediante la subversión y golpes de Estado, como lo intentó Chávez en 1992. En 1990 el único miembro del FSP que ejercía el poder era el Partido Comunista de Cuba. Veinte años después la mayoría de sus miembros accederían mediante elecciones a ejercer el gobierno: La elección de Hugo Chávez, en 1998 fue la primera llegada al poder de un gobierno de izquierda, acompañado de un partido, el MVR, luego PSUV, miembro de dicho Foro. Chávez repitió en 2006 y 2012. A este logro, le siguieron los triunfos de Luiz Inacio Lula da Silva, Tabaré Vasquez, Evo Morales, Michelle Bachelet, Rafael Correa, Daniel Ortega, Fernando Lugo, José Mujica, Mauricio Funes, Dilma Rousseff, Ollanta Humala, Nicolás Maduro, Salvador Sánchez Cerén y Andrés Manuel López Obrador. Los Kirchner no llegaron como miembros del FSP pero fueron apoyados por partidos que sí lo son, como el Partido Comunista Argentino.

Las prácticas de estos gobiernos son muy parecidas a las de Hugo Chávez: Agitación permanente de la opinión pública para mantenerse de primero en la atención del público; polarización o división de la sociedad en “buenos y malos”, donde los malos – a debilitar- son todos aquellos grupos que no formen parte de la coalición gobernante y que tengan cierto poder. Utilizan el marco constitucional para justificarse, pero lo tuercen a su antojo; buscan siempre controlar los otros poderes públicos y, lo peor, a perpetuarse en el poder. La más destacada excepción a esta lista fue la de José Mujica en Uruguay.

Frente a un enemigo declarado de las democracias pluralistas y de las libertades individuales, llama la atención que los partidos y gobiernos democráticos no tengan una coordinadora que los asesore y financie. Así, se ve poca coordinación entre los gobiernos de centro derecha que han surgido en medio de los fracasos de los gobiernos del FSP. Entre lo poco que coinciden es en sustituir a Nicolás Maduro en el poder. Sería conveniente que estos movimientos crearan su propio think tank y fuente de financiamiento porque el contrario es poderoso, como lo reconoció Jair Bolsonaro después de su elección: no le será fácil gobernar frente a esta maquinaria tan poderosa, a la que le desaparece una cabeza por un lado y le surge otra por otro.

@joseagilyepes

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Marino J. González R.

En 2030 todos los países del mundo deberán tener mejores condiciones para el desarrollo sostenible. Esa es la premisa bajo la cual han sido aprobados y reconocidos los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) desde el año 2015. Estos objetivos, divididos en 17 áreas, constituyen la referencia de gobiernos y organismos internacionales para las decisiones que deberán tomarse en los próximos años para alcanzar lo propuesto. En cada una de las áreas de objetivos se han establecidos metas, unas específicas y otras no tanto, que permiten que se haga el seguimiento.

Asumamos que todos aquellos grupos o instancias interesadas en promover el cumplimiento de los ODS se disponen a tomar las previsiones para alcanzarlos. Y para ello examinan en detalle cada una de las áreas señaladas. Lo primero que se puede notar es que los ODS están colocados en una lista (del número 1 al 17). La utilización de una lista tiene valor práctico. Indica que allí están contenidos los aspectos de mayor relevancia. La presentación de una lista también puede indicar que cada uno de los elementos tiene igual relevancia. Sin embargo, también sabemos que en una lista se colocan en primer lugar algunos elementos y otros se colocan posteriormente. De manera que no es tan cierto que todos los elementos tienen similar connotación. En otras palabras, el orden en la lista también tiene importancia.

En los primeros ocho ODS, el criterio corresponde a aquellas condiciones que deben ser mejoradas para que el desarrollo sea efectivamente sostenible y llegue a todas las personas en todos los países. El primero de los ODS es eliminar la pobreza, lo cual debe ser uno de los aspectos que cuenta con un amplio consenso. Y así sucesivamente se señalan otros ODS, entre los cuales se incluye desde la seguridad alimentaria hasta la energía para todos. Ahora bien, ¿qué tienen en común estos primeros ocho ODS? Aparte del hecho relevante de que expresan demandas muy significativas en el ámbito global, el cumplimiento de cada uno de estos ocho ODS supone que la sociedad de cada uno de los países tiene los recursos necesarios y suficientes para tal fin. Lo cual, por supuesto, es altamente deseable. Pero, estar de acuerdo en la satisfacción de una demanda o necesidad no significa que la sociedad tenga los recursos para garantizarla. Se requiere que esos recursos estén disponibles. Y para que estén disponibles es fundamental que se tomen decisiones que afectan la producción de valor en cada país. Es decir, no es posible garantizar los recursos si previamente no se ha afectado la forma en la que la sociedad genera los recursos.

Este aspecto, la producción de valor, aparece en el ODS número 9, cuando se señala que se deberá promover la “industrialización sostenible” y la innovación. El lugar en el que está colocado este ODS no expresa realmente la importancia que tiene. Es decir, no se refleja en los ODS que la producción de valor sea una condición previa para la garantía de los otros ODS. De hecho, del total de 17 ODS, solo uno está relacionado con la producción de valor y el ingreso suficiente para que los otros ODS sean alcanzados. De allí que pudiera quedar la impresión, especialmente desde el ámbito de la gestión pública, que la mera concentración en el resto de los ODS será suficiente. Más bien puede pasar todo lo contrario, esto es, que los países, y especialmente, los gobiernos, no puedan asignar los recursos requeridos, fundamentalmente porque no han sido creados. La aspiración de los ODS puede terminar generando una mayor frustración.

No es lo mismo, entonces, enunciar una lista de ODS que proponer un marco de referencia en el cual se indiquen condiciones previas que deben alcanzarse. Entre estas condiciones previas, existen dos de especial consideración. La primera es el marco institucional en el cual los países toman decisiones, es decir, las reglas que permiten acordar objetivos de desarrollo. Este aspecto está involucrado en el ODS 16, pero al ser presentado dentro de una lista general no se puede apreciar cabalmente.

La segunda condición previa es la relacionada con el tipo de producción que se requiere en la casi tercera década del siglo XXI, justamente la que está asociada con la generación de tecnologías de la mayor sofisticación. Este aspecto no se encuentra desarrollado en los ODS de manera que permita asociar la creación de valor con la generación de los recursos que se requieren para satisfacer los otros ODS. En resumen, tanto los aspectos institucionales como la generación de valor son condicionantes que deber ser tomados en cuenta en esta perspectiva.

En los próximos años, la implementación de políticas para alcanzar los ODS en 2030 adquirirá mayor relevancia. Distinguir que el centro de la acción pública está fundamentalmente en la generación de un nuevo modelo de producción en el que se enfatice la creación de valor, especialmente compatible con la sociedad del conocimiento, será quizás la mayor diferencia.

Continuar con la ejecución de políticas en las cuales se intente mejorar las condiciones de vida sin modificar la producción de valor, será la forma de mantener, e incluso ampliar, el rezago de los países de América Latina con respecto a los países de mayor desarrollo sostenible.

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Gladys Socorro:

Fui al punto. Al igual que el país, no había tiempo para rodeos. Nos saludamos y de una vez surgió la pregunta de las mil lochas que sólo él podía contestar: ¿hasta cuándo se extenderá esto, Presidente? Con su sonrisa amplia, serena y llena de certezas, me sorprendió con su respuesta. Se me erizó la piel. Aunque no puedo revelarla porque prefiere no generar expectativas entre los venezolanos, les aseguro que vamos mucho mejor de lo que yo pensaba.

Juan Guaidó no tiene dudas. Su seguridad en el buen desenlace de los acontecimientos se contagia. Su manejo de información privilegiada hace que pueda abrir el foco de su visión, cosa que muchas veces se nos hace cuesta arriba al resto de los mortales que estamos sumidos en la lucha diaria por sobrevivir. La sonrisa lo delata. Es la seguridad del vencedor, de quien tiene el juego ganado y que además conoce las cartas del adversario. Transmite calma y determinación.

Conversamos el domingo entre sus actividades de calle en Cabimas y Lagunillas, en mi estado Zulia, tan vapuleado por la crisis nacional. El sol y el calor eran inclementes. Apenas se había cambiado la camisa para seguir. Era de un celeste muy suave, siempre en su línea de colores claros. Con la irreverencia propia de su generación me aseguró mirándome a los ojos: “nosotros somos mayoría y no permitiremos que un grupito de 9 personas mantengan secuestrado el país. Ellos ya perdieron y nosotros no nos vamos a dejar joder”. Se despedía de la dueña de la casa que lo albergó por 15 minutos, una señora mayor a la que le brillaban los ojos llenos de esperanza. Y es que ella también sabe que falta poco, que ya estamos en la cuenta regresiva para que toda esta pesadilla termine.

La confesión de Guaidó fue un alivio para mi alma. Me sorprendió, lo reconozco. A lo mejor la incertidumbre y el escepticismo me estaban ganando la partida. Pero ese muchacho de 35 años con canas prematuras que aparecieron en los últimos dos meses, disipó mis miedos, mis dudas y me sacudió la desesperanza.

Yo sólo tenía una pregunta que hacerle, la misma que tenemos todos. Sólo necesitaba aclarar el ¿hasta cuándo?. Porque al igual que usted, yo también me desplomo y no le veo fin a esta tragedia. Al igual que usted yo también me desgasto entre 20 horas sin electricidad, días enteros sin agua y en las interminables colas para comprar comida o echar gasolina. Al igual que usted a mí la economía de este país también me quedó grande. Al igual que usted yo también debo lidiar con familiares enfermos para quienes no hay medicinas y mucho menos atención hospitalaria. Al igual que usted yo también he pensado en abandonarlo todo y buscar en otro lugar la calidad de vida que nos han arrebatado.

Insistí en la pregunta. Soy más racional que otra cosa. El periodismo reclama precisiones. Pero Guaidó no fue sólo emoción, también fue razón. “Te lo pongo sencillo: ¿ellos tienen más gente que antes? No. ¿Ellos tienen más recursos que antes? No. ¿Ellos tienen más poder que antes? No. Entonces, ¿cómo vamos?”.

¡Anímese, que falta poco!. Echemos el resto. No trato de venderle potes de humo, Guaidó me lo dijo y yo le creo. No tengo motivos por qué dudar. En mis artículos semanales me comprometo a inyectarle el optimismo que nos hace falta para el último empujón. A lo mejor sólo necesitaré 8, quizás menos. Lo cierto es que, literalmente, “no es tiempo de hacer maletas, es tiempo de hacer país”.

Gladys Socorro
Periodista
Twitter: @gladyssocorro
Blog: gsocorro.wordpress.com

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Félix Arellano

El espíritu libertario es una de las razones fundamentales de nuestra vida y, por consiguiente, de la historia. Este segundo aspecto ha sido ampliamente desarrollado en la vasta y compleja obra de Friedrich Hegel y son varios los filósofos que siguen esa línea. Adicionalmente, nuestra vivencia cotidiana lo está reafirmando constantemente, los venezolanos llevamos varios años tratando de retomar la libertad, restablecer la democracia y lograr el respeto de los derechos humanos y, además, son varios los pueblos del mundo que comparten esta lucha. Con optimismo pudiéramos asumir que al final la libertad se impone, pero el camino para alcanzarla es muy duro y, al creer que hemos llegado al objetivo, su estabilidad es muy frágil.

En estos momentos el espíritu libertario está avanzando con fortaleza en Argelia y Sudan ya han salido Adelaziz Buteflika y Omar al Bashir respectivamente; también está efervescente en Venezuela y Nicaragua y latente en Cuba. En estos países de la región lograr la salida se presenta complicado pues, entre otros, los conflictos se han internacionalizado profundamente, entrando en la geopolítica mundial; por lo tanto, la construcción de las soluciones implica una compleja negociación entre las potencias.

En efecto, en estos momentos, el caso venezolano representa una potencial ficha en las negociaciones entre China y Estados Unidos, que avanzan en la construcción de un gran acuerdo comercial y, como pudimos observar recientemente, ya ha sido objeto de consideración con Rusia, en la reunión efectuada en Roma entre Elliott Abrams y el vicecanciller ruso Sergei Ryabkov. Por otra parte, la Unión Europea ha creado el Grupo de Contacto para trabajar en una salida pacífica y electoral. Por otra parte, una posible sorpresa sería que la dictadura cubana, que ejerce un enorme control en la toma de decisiones venezolanas, también utilice el caso venezolano para negociar con las potencias y evitar un nuevo periodo especial, que en esta oportunidad podría resultar devastador.

Otro elemento que torna compleja la salida en los países de la región, tiene que ver con el impacto de la ideología. El izquierdismo populista y el manipulador culto a la personalidad en estos países, por una parte, cercenan la capacidad de pensar de sus seguidores; pero también le permite ganar apoyos mecánicos irresponsables. Movimientos radicales, como el Foro de San Pablo, se anota un nuevo fracaso al respaldar los procesos autoritarios que violan de los derechos humanos, solo por el hecho de utilizar la franquicia revolucionaria de la “dictadura del proletariado”, cuando en realidad constituyen una élite que busca perpetuarse en el poder, con un falso y manipulador discurso humanista orientado a captar ingenuos.

También se suma en lo intrincado de la salida de los países de la región, la diversidad de negocios no transparentes que sostienen el autoritarismo; en particular, el narcotráfico, pero son diversos los negocios ilícitos que promueven las cúpulas en el poder y contribuyen a radicalizar sus posiciones. En consecuencia, presionar para lograr la salida implica, entre otras, sanciones innovadoras, que puedan incidir directamente en la cúpula en el poder, afectando sus negocios, sus vinculaciones y testaferros; y minimizando las consecuencias sociales. Naturalmente el poder siempre manipulará la situación y presentará las sanciones como “el ataque imperialista contra el pueblo soberano”, más aún si tiene una hegemonía comunicacional y logra repetir mil veces un falso discurso. Adicionalmente, la formulación de incentivos para propiciar la negociación de la salida también exige de creatividad y una dura aceptación. No se trata de promover impunidad, pero lograr la salida es necesaria ante la pesadilla del autoritarismo.

La lucha por la libertad exige de un enorme esfuerzo que incluye, entre otros, mucha coordinación. Resulta fundamental la unidad de las fuerzas que desarrollan el trabajo titánico por la libertad y su articulación con la comunidad democrática mundial, que respalda la libertad, la democracia y los derechos humanos.

Las divisiones, las agendas personales, el protagonismo individual solo benéfica al poder y debilitan la lucha. También conviene tener presente que es estratégico trabajar en varios escenarios, pues “todas las opciones deben estar en la mesa”, pero se debe propiciar su articulación, que todos los escenarios se complementen.

En el caso venezolano resulta conveniente en estos momentos que también trabajemos con la propuesta europea del Grupo de Contacto, que debería articular los esfuerzos del Grupo de Lima, los Estados Unidos, el Vaticano y nuestra oposición democrática. Con este ambicioso grupo bien articulado se puede trabajar con flexibilidad y creatividad, entre otros, en las sanciones, en los incentivos y en el escenario de los países aliados al autoritarismo, específicamente Rusia, China e incluso Cuba, para propiciar respaldos para una salida pacífica y electoral.

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Roberto Patiño

Todos los venezolanos padecemos los embates brutales que produce el régimen inédito de Nicolas Maduro para mantenerse en el poder. Su colapso dictatorial tiene un efecto destructivo en todos los niveles de nuestra sociedad. Colapso que se magnifica por el impacto que también causa en la región latinoamericana y la geopolítica mundial.

Ante la situación los venezolanos tenemos una urgencia vital de cambio. Una urgencia que se ha galvanizado alrededor de la transición a la democracia liderada por Juan Guaidó. Ahora estamos sumidos en esta lucha, en medio de la severa crisis que el régimen utiliza como arma en contra del pueblo venezolano, para mantenernos en opresión, hostigados, sin medios, sin esperanza.

Todos somos o tenemos un familiar, un amigo, un conocido, un vecino que no come, que no tiene medicinas, que no se puede tratar. En apuros económicos, con el trabajo o el negocio comprometido. Afectado por la violencia o la represión. Sin gas, sin agua, sin luz, sin transporte.

Y es en medio de estas durísimas condiciones que debemos insistir y continuar para generar el cambio.

En estos días hemos vivido en lo personal las violaciones de derechos humanos a líderes sociales y sus comunidades, en nuestra Red Solidaria. También, las dificultades para conseguir alimentos, insumos y servicios, así como mantener en funcionamiento comedores de Alimenta la Solidaridad.

Sobre esas adversidades hemos tenido que perseverar guiados por la responsabilidad y vinculo con personas y comunidades. Por ejemplo, en el actual colapso eléctrico, un almuerzo de Alimenta la Solidaridad representa la única fuente de comida segura en el día para muchas de las familias vinculadas al programa.

Ante esta realidad no podemos parar. No podemos dejar de luchar para que esto cambie.

Nuestra lucha no es la de la violencia y la fragmentación. Nuestra lucha es la de los valores convivenciales y el encuentro. La de sumar esfuerzos y articularnos. Nuestra lucha no solo va dirigida a enfrentar las emergencias del ahora. Con igual importancia también sentamos las bases de una nueva convivencia que permita la construcción de un futuro posible, lejos de la fragmentación, el oportunismo y la violencia con las que este régimen insiste en mantenernos secuestrados.

Esto es muy importante en los actuales momentos, en que el colapso dictatorial, en discurso y acciones, siembra el desánimo y la desesperanza. Es en estos momentos en que es de enorme importancia reconocer el inmenso valor de lo que hemos conseguido con la solidaridad y el encuentro verdadero. Desde el trabajo de cientos de redes de apoyo, grupos de derechos humanos y trabajo social hasta el reconocimiento en el mundo de la dictadura madurista y el logro de acceso de ayuda humanitaria al país. Desde la vinculación masiva de los venezolanos a manifestaciones y protestas, así como la articulación de gremios, entes académicos, religiosos y empresariales para presionar por el cambio democrático y la generación de propuestas reales contra la crisis.

En nuestro caso particular es la permanencia de un comedor, el impacto positivo en una madre, un niño, una comunidad. La persistencia y continuidad de los emprendimientos que, como Sustento, llevamos a cabo. La construcción de liderazgos locales. Los vínculos que hemos logrado con comunidades en Caracas y el país.

Mantener esta lucha es y va a ser duro y difícil. Impulsar la solidaridad y el encuentro en este contexto de colapso dictatorial será de gran complejidad, ante los desbordamientos de violencia, injusticia y muerte desde el Estado criminal. Pero debemos perseverar no sobre falsas expectativas o esperanzas irreales sino sobre la base de los logros concretos que, desde la solidaridad y el encuentro, estamos logrando. Solo así podemos resistir y superar esta tragedia y solo así podemos construir la nueva Venezuela que todo el país ansía y reclama.

Roberto Patiño

Coordinador de Movimiento Mi Convive y Alimenta La Solidaridad

Coordinador de Voluntarios por Venezuela

Miembro de Primero Justicia

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Fundación 10 de Diciembre

“En ti somos el alma vibrante

De la heroica Aviación Militar

Y ante el mundo con recio coraje

Tus cadetes honrarte sabrá”.

Coro, del himno de la Escuela de Aviación Militar

(Letra: Ernesto Luis Rodríguez. Música: Inocente Carreño)

Hoy, 17 de Abril de 2019, se cumplen 99 años de la creación de la Escuela de Aviación Militar de Venezuela. Tres eventos importantes marcaron el inicio de la actividad aeronáutica en Venezuela: dos de ellos fueron de carácter nacional y el otro tuvo que ver con un acontecimiento internacional.

El primero de los eventos nacionales se dio en la ciudad de Caracas los días 29 y 30 de septiembre de 1912, cuando se realizaron demostraciones aéreas por los aviadores norteamericanos Frank Boland y Charles Hoelflich, quienes volaron sobre el hipódromo de “El Paraíso”, en presencia del General Juan Vicente Gómez y numeroso público capitalino. El segundo evento, siguiendo la cronología de la época, fue el acontecimiento de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), en la cual se utilizó el avión como arma de guerra. Finalmente, la demostración aérea realizada por el Teniente italiano Cosme Rennella, a bordo del avión “Hanriot HD-1”, entre el 27 de febrero y el 01 de Marzo de 1920, sobre las ciudades de Caracas, Maracay y San Juan de los Morros. En esta última ciudad se encontraba en su residencia de descanso el General Gómez, quien presenció con orgullo el vuelo acrobático del piloto Rennella.

Estos hechos históricos motivaron enormemente a la creación de la Escuela de Aviación Militar en los fértiles valles de Aragua, adscrita al Ministerio de Guerra y Marina, bajo el manto protector del General Juan Vicente Gómez; quien a los días, giró instrucciones al Presidente encargado Dr. Victorino Márquez Bustillos, para que preparara el Decreto Ejecutivo de creación de la Escuela de Aviación Militar.

El referido Decreto, fue firmado por el ciudadano Dr. Victorino Márquez Bustillos, en uso de la atribución 14 del Articulo79 de la Constitución, quedando plasmado en el documento Nº 127 de fecha 17 de abril del año 1920. Dentro del contenido histórico del decreto estipulaba en su Artículo 1: Se crea la Escuela de Aviación Militar con el objeto de formar e instruir los pilotos para el Servicio del Ejército Nacional; y en el Artículo 2: La Escuela de Aviación Militar funcionará en la ciudad de Maracay, bajo la superior dependencia de la Comandancia en Jefe del Ejército y estará a la inmediata dirección del Ministerio de Guerra y Marina.

Han transcurrido 99 años de aquellos importantísimos sucesos, que impulsaron y propiciaron a la promulgación del decreto de creación de la Escuela de Aviación Militar. Verdadera Acta de Nacimiento de la aviación militar en nuestro país que dio origen, años después, a la Fuerza Aérea Venezolana como institución.

Finalmente, la Fundación 10 de Diciembre en nombre de su Junta Directiva y su membresía, siente especial complacencia en haber contribuido con esta sucinta reseña, a recordar la historia de nuestra digna alma mater, en ocasión de celebrarse un nuevo aniversario.

Fundación 10 de Diciembre.

“Un compromiso con la historia”

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