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Carlos Raúl Hernández

Las semivírgenes

Carlos Raúl Hernández

Con la simpleza de que la salsa del pavo debe servirle a la pava se quiere dar lecciones de filosofía política coloquial, para justificar cualquier cosa, conforme si se es de la alt left o la alt rigth. En la región existen democracias como Chile, Colombia, Ecuador, Panamá y Uruguay y también autoritarismos plebiscitarios, semidemocracias, que encarnaron con el socialismo XXI y la salsa no es la misma.

A la alt lef le parecen comprensibles los vandalismos en Chile contra la desigualdad y a la otra cualquier cosa que se haga contra Morales y cuidado con la receta para adobarlas. Balzac hablaba de las semivírgenes para referirse a damas encopetadas e insatisfechas de la Inglaterra victoriana (a la que detestaba) dispuestas a hacer cualquier audacia íntima siempre que no pusiera en peligro su virginidad, que ofrendarían en el sacramento matrimonial.

En su ingenuidad, algunos enredan todo al referirse a Venezuela o Bolivia como tiranías, cuando son semidemocracias o semidictaduras, cosa muy distinta. A estas alturas del pensamiento y la acción se sabe perfectamente que la democracia es un método de gobierno alternativo, de régimen electoral confiable, predecible y monótono en el cumplimiento de los derechos fundamentales y con poderes separados.

Las elecciones están invariablemente regidas por la Ley y no a capricho de un caudillo. Los autoritarismos plebiscitarios, electorales o semidemocracias consisten exactamente en lo contrario, pero conservan formas semivirginales, aunque comienzan por cambiar la Constitución y controlar las instituciones lo que enajena o problematiza el voto. Así hicieron Chávez, Rafael Correa y Evo Morales con lo que tuvieron un poder no constitucional y por lo tanto autoritario y espurio.

Doble play

Morales gracias a su control de los jueces forzó un referéndum aberrante y pidió insólita autorización al electorado para violar la Constitución, aspirar a un tercer período de gobierno, y perdió 51 a 49. Recordemos que una Constitución no es cualquier panfleto sino una Carta que establece los derechos inalienables de las personas, su espacio de libertad donde están exentas de la presencia del Estado. En los países civilizados la Constitución es casi intocable no así en el tercer mundo.

Por eso al lanzarse de candidato este mes, se coloca doblemente fuera de la Ley, da un golpe de Estado, y otro cuando ordenó delictivamente al Tribunal Electoral escabullir los escrutinios. Principio fundamental del Derecho moderno es que el Estado solo puede hacer aquello que específicamente le fijen las leyes, mientras los ciudadanos somos libres para hacer todo lo que no nos esté prohibido. Esta es la garantía para la vida, la libertad, la propiedad.

Si no es eso, no es una Constitución sino un grimorio. Morales delinque al presionar a la gente para que le permitiera violar la ley y también o más al violarla pese a su reprobación expresa. Las cartas fundamentales de prácticamente todos los países democráticos contienen un artículo anti autoritario, aporte de la Escuela de Salamanca, que inspiraron los teólogos jesuitas y dominicos Francisco de Vitoria, Francisco Suárez, Tomás de Mercado, Domingo de Soto y varios otros.

Esta insta a todo ciudadano, civil o militar, a derrocar al usurpador y restablecer la vigencia de la Constitución. San Agustín no tiene dudas de recomendar el magnicidio. Las Constituciones de EEUU, Francia, Alemania, España, recogen este principio, el famoso artículo 350 en Venezuela. Su significado es una autorización para usar la fuerza cuando el mandatario se aparte del orden constitucional y la justifica a posteriori.

Golpe a golpe

La ingenuidad hizo pensar a muchos en Venezuela que se invocaba “el 350”, salía el genio de la botella y el problema estaba resuelto. La esencia que nos obliga a acatar los gobernantes es la legitimidad, que para los revolucionarios no significa nada pero tiene dos fuentes: la legitimidad de origen que, como hemos dicho, parte de que el gobierno nace conforme lo pauta la Constitución. Y la legitimidad de ejercicio, que pierde si se aparta de ella en su gobierno, como hacen las semivírgenes en el poder.

El golpe de Estado es una figura suficientemente estudiada en la teoría política y consiste en que un poder del Estado, basado en la fuerza, usurpa atribuciones o funciones constitucionales de otro, anulándolas. Suele provenir del Poder Ejecutivo por su control sobre la fuerza pública. Puede ser un golpe militar, cuando hay movilización de tropas.

Ese expediente a veces no es necesario porque basta con la disuasión y se habla de un golpe blando. Pero si un mandatario delinque y lo toman in fraganti, la fuerza pública está en la obligación de impedir que se consume el crimen. Es lo que ocurre con Morales quien había cometido uno grave y se le sorprende perpetrando otro, nada menos que un fraude electoral.

Sin que eso signifique pronunciarse sobre las desgracias o venturas que podrían haber procurado a los respectivos países, en las últimas décadas defenestraron varios presidentes de la región, sin que pueda calificarse de golpe de Estado: Carlos Andrés Pérez en Venezuela 1993, Mel Zelaya, Honduras en 2009, Fernando Lugo de Paraguay en 2012 y Dilma Rousseff de Brasil en 2016, la última sin haber cometido la más remota transgresión.

@CarlosRaulHer

http://www.eluniversal.com/el-universal/55642/las-semivirgenes

Humano, demasiado humano

Carlos Raúl Hernández

1. Rómulo Betancourt es el más grande líder político que ha dado Latinoamérica. Escritor, activista, organizador, ideólogo, gobernante de crisis. Con pocas excepciones, las demás leyendas de la región, Fidel, Perón, Villa, Velasco, Torrijos, Guevara, Cárdenas, son caudillos autoritarios, déspotas o simples bandidos. Valiente en el peligro, decidido, honrado, profundo, trabajador, clarividente, triunfante, generoso, es lo más parecido posible a un héroe. Pensó que la atrasada hacienda Venezuela, debía ser un país libre como las grandes naciones.

2. Se rodeó de importantes hombres de su época, Rómulo Gallegos, Andrés Eloy Blanco, Raúl Leoni, Luis Beltrán Prieto, Alberto Carnevalli, Leonardo Ruiz Pineda y de la inteligencia política más prodigiosa del siglo XX, Gonzalo Barrios, quien lo contrariaba y complementaba. La democracia no hubiera sobrevivido sin la llave Betancourt-Barrios. Fundó el primer partido moderno AD, el régimen de partidos, la democracia, y la defendió de la barbarie de izquierda y derecha cuando llegó a la Presidencia. Demasiadas hazañas en la vida de un solo hombre.

3. Desconfiaba de la Asamblea Constituyente de 1946 porque era un poder absoluto, una figura anacrónica en el siglo XX. Por eso en 1958 se empeñó en que el Congreso, institución sometida a Estado de Derecho, elaborara la Constitución de 1961.

4. En la caída de Gallegos en 1948, además de la impericia del gran novelista, jugaron papeles estelares Rafael Caldera y Jóvito Villalba. Por su generosidad y genialidad estratégica, lejos de guardar rencores, Betancourt incorporará ambos al Pacto de Puntofijo y al gobierno.

5. La oposición a Betancourt en el partido era tan poderosa que su candidatura presidencial se aprobó por apenas un voto en la Convención de 1958. La otra mitad proponía un candidato independiente, como Rafael Pizani o Francisco De Venanzi. Ya electo inició la política de desarrollo industrial llamada sustitución de importaciones. Mientras, su ministro Leopoldo Sucre Figarella emprendía la masiva construcción de cloacas, acueductos, represas, escuelas, viviendas populares, aeropuertos, sistemas de riego, tendidos eléctricos. Eso cambió la fisonomía y la fisiología de Venezuela. Proseguido por Raúl Leoni, convirtieron en diez años a Venezuela, de un país atrasado en el más moderno de América Latina. Una hazaña pocas veces lograda en algún lugar del mundo.

6. Fundó un partido que venía inficionado de marxismo y tuvo que vivir en batalla sin cuartel para derrotar en la lucha interna esas ideas que él compartió en su juventud. Fue el único líder político de la región que se enfrentó abiertamente a Fidel Castro cuando su prestigio y el de la revolución cubana estaban en el cenit. Con eso ganó el odio de la izquierda cultural y artística del mundo entero.

7. Entre 1958-1963 derrotó más de veinte conspiraciones militares de izquierda y derecha, entre ellas golpes efectivos como el del general Castro León en Táchira, el “porteñazo”, el “barcelonazo” y el “carupanazo”. También la insurrección armada del MIR y el PCV y superó dos divisiones del partido, las del MIR y ARS. AD concurre a las elecciones de 1963, en medio del boicot armado, con la tarjeta electoral negra, porque el Consejo Electoral le quitó la blanca. “Por encima de las tumbas”, dejó la banda presidencial en manos de Leoni.

8. Valoraba las resistencias que despertaba en izquierda y derecha, y en su segundo gobierno designó Secretario de la Presidencia a R. J. Velásquez, bien visto por ambos sectores. Hombres clave, el mismo Velásquez y Leandro Mora, avisaban a Pompeyo Márquez, Teodoro Petkoff y otros jefes de la insurrección cuando la policía develaba sus “conchas” e iban a apresarlos. Lo hacía porque en los cuerpos de seguridad abundaban renegados izquierdistas y otros que actuaban con saña asesina.

9. En las elecciones de 1968, decididas por 30 mil votos adulterados en Socopó de Barinas, Betancourt y Barrios tomaron la decisión dramática para la historia y contra la opinión del partido, de reconocer el triunfo de Caldera aunque no hubiera ganado. “Prefiero una derrota discutida que un triunfo cuestionado”; dijo Barrios en una frase más duradera que el bronce.

10. Toda alegría trae su tristeza pero la nuestra es trágica. A la obra creadora de Betancourt durante 40 años de democracia, la liquidó el Leviatán, el espíritu de la destrucción que se apoderó del alma de los venezolanos, en pleno proceso de reformas, descentralización, aperturas desde 1989. El de Caldera en 1993 es el primer gobierno chavista. Y se empañan sus aportes al proceso político haber sido esencial en la exterminio de la democracia en 1948 y 1993 y de Copei, el partido que creó.

11. Por desgracia las generaciones posteriores no pudieron mantener la democracia ni el monumental legado de Betancourt. A la muerte de Barrios el país quedó sin horizonte en manos de seudo elites ineptas que acabaron todo y continúan en eso. Ahora falta que dividan el territorio nacional.

12. Y la pregunta inevitable: ¿aparecerá un estadista entre nosotros? ¿Alguien que ponga orden y restañe las heridas? ¿Con talento y habilidad suficientes para mantenerse en los mandos en medio de la zozobra?

13. Si no hubiera hecho nada más, Betancourt estaría en la historia del pensamiento por su extraordinario libro; Venezuela, política y petróleo.

@CarlosRaulHer

Ser leninista sin saberlo

Carlos Raúl Hernández

Se habla mucho de estrategia, término de uso habitual en el lenguaje político, y como ocurre con vocablos muy meneados, toma variadas significaciones con diferentes validez y utilidad de acuerdo con las bocas. Con frecuencia se confunden objetivos o meros deseos que uno acaricia, con estrategia, es decir, el procedimiento para conseguirlos eficientemente. Oí una activista decir en 2017 que “la estrategia no era ir a la elección de gobernadores sino tomar el gobierno”, una vaciedad error génica, como se vio.
Ganar sólidamente gobernaciones, alcaldías, legislaturas, A.N y concejos municipales, ponían en jaque mate al gobierno en las presidenciales. Eso era una estrategia. En 2005 el quijotismo iluso creía que su objetivo táctico de llamar a la abstención, materializaría la estrategia de licuar las bases del sistema que se vendría abajo. Antes había sido la movilización masiva de calle durante el paro petrolero lo que produciría la implosión, sin que uno entendiera cómo se produciría el prodigio y por qué.

Von Clausewitz sistematiza académicamente este lenguaje en el campo militar, y en la política lo hacen los marxistas por una razón evidente: estaban fuera de las instituciones y querían derrocarlas. En el siglo XIX los socialistas, comunistas y anarquistas confundidos juegan “en todos los tableros”, elecciones, insurrecciones caóticas, sangrientas y aplastadas, hasta la horrorosa Comuna de París en 1871, tan criminal y delirante que en Montmartre se edificó la Basílica de Sacre Coeur para pedir perdón por los desmanes.

Lenin define en las Tesis de abril de 1917 la estrategia insurreccional, porque la Guerra Mundial había dejado deshecho al ejército, casi único sustento de poder y participaría a favor del derrocamiento, o se inhibiría. Desde allí esa fue por mucho tiempo la línea revolucionaria en todo el mundo: insurrección urbana o rural. Pero desde la socialdemocracia alemana, Eduard Berstein propone la incorporación a las instituciones del Estado para mejorarlas, no para destruirlas.

Gradualismo vs. revolución

En Italia, Antonio Gramsci, el más importante de los pensadores políticos marxistas del siglo XX desarrolla su teoría coincidente con Berstein, con gran profundidad y extensión filosófica. El orden social se basaba en la hegemonía que ejercían las instituciones políticas, culturales, económicas en conjunto, el consenso a su alrededor, y la estrategia revolucionaria consistía en penetrarlas progresivamente, a las que llama “casamatas ideológicas”, para desplazar el consenso hacia nuevas fuerzas.

Al final de su obra, Gramsci había dejado de ser comunista para tornarse artífice de la conversión de la izquierda en gradualista y no revolucionaria. En Venezuela se tuvo una estrategia bersteniana o gramsciana entre 2006 y 2015 que llevó a la oposición a la antesala del poder. A partir de ahí renació una mezcla de leninismo espontáneo, golpismo e inocencia, que llevó a aplastantes derrotas hasta 2019, cuando aparece más claramente expresado, en su dolorosa candidez.

La estrategia consiste en que mientras peor, más bajo y siniestro sea el nivel de vida, más gente coma de los basureros en la calle por efecto del socialismo y las sanciones, más cerca estaremos del cambio, particularmente de la “fractura militar” o, en última instancia, de una intervención extranjera. Es la cubanización como esperanza. Van al diálogo sin mucha convicción, entre otras cosas porque no deciden en él.

Confunden la estrategia con el mantra, tres pasos que según se piensa, garantizarían que el poder pase a un grupo predeterminado. Afirmar que no concurrirán a elecciones parlamentarias porque “estabilizan al gobierno” es expresarse en leninista, como Monsieur Jourdain que hablaba en prosa y no lo sabía. Otra parte de la oposición considera que hay que volver a la política electoral, a la organización de partidos, y tejer acuerdos de gobernabilidad con el chavismo para frenar graves riesgos de desintegración del país.

Gramsci y Berstein los iluminen

Según múltiples ejemplos históricos, aspiran una vía sin persecuciones, violencia y con garantía de concordia que permita gobernar y prevenga la inestabilidad. Esa sería la porción gramsciana o bersteniana. Frente a esa dualidad hay partidos y grupos que se mantienen expectantes y parecen esperar la evolución de los acontecimientos para tomar una decisión. En este cuadro habrá elecciones parlamentarias en 2020 y si el gobierno no mete el casco, se pueden favorecer evoluciones positivas para un cambio.

El gobierno no debería usar el ministerio de triquiñuelas llamado constituyente y sí apoyar la renovación del CNE, de la ley electoral y legalizar los partidos, lo que haría difícil llamar racionalmente a la abstención. El país está a la espera de acontecimientos trascendentes, como la eventual incorporación del PSUV a la AN, institución universalmente reconocida como legítima.

Esto desencadenaría desarrollos políticos complejos que requerirían mucha habilidad por parte de los opositores, pero que auspiciarían otros cambios con el apoyo de la UE y los encuentros de Oslo. Desgraciadamente el mantra tiene paralizada la construcción de salidas, al exigir sine qua non que se vaya Maduro previamente, aun cuando éste sería el candidato que más convendría para el triunfo electoral de la oposición. Ojalá Gramsci y Berstein los iluminen.

@CarlosRaulHer

“…una oportunidad, no una garantía”

Carlos Raúl Hernández

En la formación de la voluntad del electorado influyen diversos factores políticos, emocionales, comunicacionales, económicos y culturales, en una síntesis que al final, se vota por candidatos o partidos cuya imagen logre asociarse a una vida mejor, y ese suele ser el hilo rojo de las campañas electorales exitosas, el Dr. Jekyll. Una oferta de futuro y por otro lado se complementa al identificar al competidor con un infierno real o potencial. Entra en juego el Mr. Hyde llamado “campaña negra”.

Los dos pensadores británicos del siglo XIX que terminaron de diseñar la democracia representativa tal como la conocemos, Jeremías Bentham y John Stuart Mill, plantean que los seres humanos buscan con sus actos, placer, beneficio personal y familiar, y a esto se llamó utilitarismo. Bentham escribe que “la libertad… tiene valor solo en cuanto constituye medio para conseguir la felicidad”. El aparataje de una campaña electoral bien concebida debe inducir en la mente de los electores a Mr. Hyde y el Dr. Jekyll.

Marx, cuyo esquema político es primitivo comparado con contemporáneos mucho menos celebrados, quedó estupefacto en 1848 cuando presenció la primera votación directa, universal y secreta conocida, que eligió a Luis Napoleón en Francia. Para él todo régimen burgués era una dictadura, y su brújula enloqueció cuando la clase obrera, “la mayoría social explotada”, votó en masa por éste, mientras los comunistas quedaron reducidos a una demacrada minoría. A Marx le pareció casi un acontecimiento mágico.

Para su despecho una mayoría social “proletaria, explotada, miserable”, que solo podía perder las cadenas, se ponía al servicio de sus enemigos y no era capaz de hacerse mayoría política a través del proceso electoral que convierte sufragios en curules, es decir, en poder. Contentarse porque los estudios de opinión arrojen que 80 ó 90% desea salir del actual gobierno, debería ser estímulo suficiente para concurrir a una elección porque son muy altas las posibilidades de ganarla, si se tiene la capacidad suficiente.

Mayorías social y política

Y si no es por el voto y las curules que tornan mayoría social en mayoría política, aquella es una ficción que sirve de poco. Las mayorías políticas hay que construirlas, no están dadas por simpatías estadísticas, sino son un proceso productivo que requiere recursos económicos y humanos, partidos, una campaña electoral sólida, habilidad política, estudios técnicos de opinión, una maquinaria de testigos en las mesas que recabe las actas. Y la moralización de los electores para que concurran en situaciones adversas y ganen.

En veinte años la sociedad ha fracasado varias veces en estos principios básicos, pero también fue exitosa cuando lo hizo bien, como en 2015. La experiencia real acumulada es que ninguna (enfatizo: ninguna) de las denuncias de fraude ha podido respaldarse con el elemento esencial, los recibos, que son las actas. Y la misma experiencia señala que cuando se tienen la victoria se logra no importa el ventajismo de gobierno. Eso lo vimos el año pasado en Zulia, Táchira, Mérida, Anzoátegui y Nueva Esparta.

En mayo de 2018 tuvimos la demostración más palmaria e insólita, digna de estudio por tratarse de un hecho incomparable, de como la incompetencia estratégica puede impedir que una amplia mayoría social se convierta en mayoría política, sugiere Adriana Morán. Este caso es tan increíble que merecerá estudios por ser modelo de suicidio de un liderazgo y se han dado argumentos tan pueriles como que a los decisores no les gustaba el candidato.

En otras palabras, que era preferible el triunfo de Maduro. Demostramos incapacidad para dar una exitosa batalla electoral, como si ha ocurrido en otros países de la región, pese a la proclama de ser mayoría. Y tampoco hemos sido suficientemente hábiles para negociar con el gobierno y hasta eso han tenido que asumirlo los norteamericanos, tal como se supo recientemente.

Rendirse mata

Las primarias argentinas del domingo ilustran lo que hemos dicho. Macri triunfa sobre el peronismo en 2015 porque representó una esperanza de cambio para mejorar la vida de la gente. Pero desde hace por lo menos dos años se observa que su deriva podía conducirlo a la derrota, porque no enfrentó los desarreglos estructurales que envilecen la sociedad, empezando por la inflación, lo que se suma a su inexperiencia política.

Las mayorías no son estables sino efímeras y la capacidad de los líderes se prueba precisamente al mantenerlas. El haber rechazado el financiamiento del FMI que le hubiera permitido suavizar los efectos del ajuste para emprender la reforma estructural de la economía, siempre lució como una excentricidad que salió muy cara, particularmente para alguien que se enfrenta a un monstruo con el arraigo popular del peronismo.

La eventual pérdida de la mayoría política en las elecciones de octubre debería ser una lección. Mantener el poder o cualquier parcela de felicidad, como diría, Bentham, obliga a tejer acuerdos, arreglar disputas, conciliar diferencias, pero no para medrar sino para realizar eficientemente los objetivos de la acción, la conquista de mayor bien. Pero la libertad es una oportunidad, no una garantía. Y todo se puede perder.

@CarlosRaulHer

El huevo de la serpiente

Carlos Raúl Hernández

Al leer sobre atrocidades del pasado, genuinamente sentimos asombro y nos decimos “¡de la que nos salvamos… qué suerte haber nacido en esta época!”. Pero si vivir en la Era de la penicilina y de los analgésicos, quedar extasiados ante paisajes culturales como Les Halles o la Quinta Av. son bendiciones en la feria de la razón y la tecno-ciencia, a cada rato descubrimos que la política está siempre al borde de volver a la era oscura, la irracionalidad, la superstición y el mito.

Ante los mil quinientos fusilados por el Che Guevara en La Cabaña, incluso con su propias manos, o de las desapariciones y muertes por Videla en Argentina, nos tranquilizaba el regazo femenino de la democracia y veíamos aquellos acontecimientos tan remotos como la Inquisición o los pogromos, no podíamos intuir que en cualquier momento se franquea la delgada línea roja (o negra) y vuelve la pesadilla. Y Venezuela lo hizo.

El país latinoamericano con mejores y más extendidos servicios de agua, electricidad, viviendas populares, aeropuertos, medios de comunicación, institutos de educación popular, desarrollo institucional, actividad cultural. De ingreso per cápita, en 1980 varias veces superior al de algunos países europeos, abandonó la política de la razón para retroceder al pasado siniestro del mito y el caudillismo. Las desfasadas y ciegas élites decidieron que vivían en una sentina y había que cambiarlo todo.

El error atribuye lo mítico a las masas, pero comenzó a partir de los años noventa, como siempre precisamente en los más instruidos, que transmutaron los valores para crearlo. La hazaña del Pacto de Puntofijo se convirtió en puntofijismo, no teníamos democracia sino partidocracia. El Congreso, las legislaturas y los concejos municipales eran atajos de vagos, corruptos y analfabetas, que no bastaba un río para lavar su procacidad. La descentralización y la reforma económica, neoliberalismo.

Auto Circe

Izquierda y derecha se dieron la mano para acabar la democracia, para unos burguesa y para otros “quincallera”, y ahora lo hacen para destruir el país en su conjunto y que no quede piedra sobre piedra. El caudillo cambió nombres a diestra y siniestra porque entendió el poder como destrucción de símbolos. Por eso Waraira Repano, la Av. Teherán, Misión Milagro para desacreditar sus odiados médicos, el ALBA, “los blanquitos”, asfixiar los productores con importaciones, regalar petróleo.

Un dislate tras otro convirtieron a Venezuela en tiempo récord en un país de cuarto mundo. Hoy varios grupos de poder parecen coaligados para llevarla a Somalia, y si ya no lo es se debe a que la infraestructura construida en la democracia mantiene la fisonomía de país moderno. Circe amaba apasionadamente a Ulises y transformó sus marineros en cerdos para impedirle que siguiera viaje a Itaca, pero fue terrible vivir y sufrir el espectáculo de verlos aquí transformarse a sí mismos.

Intelectuales y sub intelectuales (sobre los segundos recordemos la abyección de Por estas calles), empresarios, políticos, curas, comunicadores, despertaron el cadáver del hombre fuerte mítico, el caudillo que los hizo postrarse ante él (el documento para recibir a Fidel Castro en 1989 fue una premonición). Sanear ese establo de Augías mal llamado democracia requería pervertir todo, la Constitución, la Ley, la Justicia y cualquier bajeza como hizo la Corte Suprema para crear un Estado paralelo. El mandamás no aceptaba leguleyismos.

Al Congreso, una Asamblea Constituyente “supraconstitucional”, al Poder Judicial, una junta interventora. Y quien criticara era sospechoso de servir a tenebrosos intereses. Mientras en la democracia hasta los grandes líderes, Betancourt, C.A. Pérez, tuvieron legiones, no de críticos sino de detractores, el caudillo trajo el bozal. Hoy el ejército de Blancanieves, la deriva génica después de treinta años, exige silencio ante cada añagaza o trapisonda que comete. Es la herencia oscura.

La ética se castiga

La cultura democrática agoniza y hay que rescatarla porque de ella depende que no evolucione el huevo de la serpiente. Cuando se pone el dedo en la herida, salta la liebre cómplice que acusa fines ocultos, financiamientos contaminados, mala intención o desamor. Como en una novela policial, estamos obligados a participar en el crimen en calidad de observadores. Pero el deber de la razón, como ha sido siempre, es develar las debilidades de su tiempo.

Enfrentar el chantaje contra la libertad de pensamiento, el autoritarismo y la arrogancia, no tolerar pasivamente la soberbia ni la insolencia. Recordar siempre que los medios justifican el fin y que como escribió Kant, de madera torcida no puede salir nada recto. De no ser por la ética en el ejercicio de la libertad no existirían ni la ciencia ni la filosofía, sino solo el error, la estupidez y la desvergüenza.

Como él mismo enseña, la ética no es una realidad sino un objetivo. No es consustancial al Hombre sino entrenamiento y dolorosa autoconstrucción, de los más duros que puede emprender el espíritu. Y mientras más equivocada esté una sociedad, y mayor sea la turbulencia, mayor la obligación de razonar libremente sobre sus errores, por encima de bajas pasiones. Según Kant el imperativo categórico nos exige actuar como si cada una de nuestras decisiones va a ser ley general.

@CarlosRaulHer

El Príncipe mermado

Carlos Raúl Hernández

Todo el que se interese o quiera actuar en la política internacional debe tener claras las dos leyes de hierro que la rigen, inexorables como la gravedad y que nadie, en ninguna circunstancia, debería descuidar. La primera es que las sanciones económicas o embargos fortalecen las autocracias al hacer miserable y débil a la ciudadanía, postrarla ante la dádiva, como teorizaba con sabiduría el ministro Jorge Giordani. Y la segunda no recuerdo bien cuál es.

Se ha dicho incansablemente: durante la segunda mitad del siglo XX hubo 25 países embargados o sancionados por las potencias y en ninguno de ellos, en ninguno, se logró lo que llaman cambio de régimen. Al contrario las tiranías se entronizan y la gente muere de hambre y enfermedades curables, principalmente niños y ancianos. Esas medidas se conciben con fines loables, derrocar tiranías que violan los Derechos Humanos, pero producen lo que Maquiavelo llamó efectos perversos.

Resultados contrarios a los objetivos. El Príncipe de intelecto mermado que se lanza en pos de un objetivo y lo hace tan burdamente que sus actos alejan el fin buscado. Hay toneladas de obras que analizan eso desde variadas perspectivas. Dos fundamentales de Samuel Huntington y Crane Brinton explican en profundidad que la pobreza genera conformismo y que los cambios políticos ocurren en sociedades en expansión económica, nunca en el entorno de la starvation.

El médico asesino

Para que no hay confusiones: a países averiados porque tuvieron la desgracia de vivir revoluciones socialistas, luego los liquidó el desmañamiento de los liberadores, que quisieron apagar el fuego con nitroglicerina. Afectados por la terrible enfermedad, caen en manos del médico asesino. La historia actual de sanciones inútiles y efectos perversos comenzó en 1950 contra el régimen de Kim Il Sum y lleva ya tres generaciones de sicópatas norcoreanos en el poder.

El abuelo, el hijo, y el nieto que hoy se da el lujo de tomarle el pelo a la comunidad internacional. Después fue Fidel Castro el sancionado y embargado desde 1959 y consiguió el argumento propagandístico ideal para convertirse en el Capitán América tercermundista, ejercer su tiranía sanguinaria hasta la muerte y dejar heredero. En 1979 se produjo la revolución islámica en Irán, dirigida por una excresencia medieval, el Ayatola Rujollah Khomeini y este año se cumplen cuarenta de sanciones económicas.

No deja de tener hunor porque el número de sancionados pasa de cincuenta mil (pero como el mal absoluto dicen que no existe, mientras Rohani trasiega el brollo de las sanciones, se ocupa menos de fastidiar a las mujeres que ya comienzan a enseñar sus cuerpos y rostros). En 1990 comenzaron las penalizaciones contra Irak y se levantaron en 2010, cuando ya el país estaba destruido. Lo mismo ocurre con Yugoslavia en 1991 y ni las sanciones ni la intervención extranjera pudieron impedir que el país se despedazara.

En 1997 le toca a Birmania, en 2002 a Zimbabue y en 2004 a Bielorusia, 2006 Congo, 2007 Sudán, 2010 Somalia (potencial atracción turística por ser el país más perfectamente miserable del mundo). En Libia entre sanciones e intervención extranjera lograron despachar de este valle de lágrimas a Gadafi, a cambio de que el país dejara de existir, un éxito muy dudoso. Y así Ucrania, Yemén, Sudán, Siria y hasta Rusia. En 2014 comienzan en Venezuela.

Entendimiento bífido

A quienes cuestionan la perversa ineficacia de sanciones que provocan resultados exactamente antagónicos, los defensores generalmente fuera del país o aquí con buen respaldo esgrimen dos primorosos argumentos. Uno es la legendaria apelación a la excepcionalidad venezolana. Cuando alguien menciona alguno de los casos señalados, la respuesta es “Venezuela no es Cuba” o “no es Somalia” o “no es Irán o Irak” y en definitiva, tienen razón: el ser solo es idéntico a sí mismo.

Por fortuna Kant dedicó un par de capítulos de su CRP a explicar que la razón sigue dos caminos. Por uno se descubre que esa vaca y un hombre se parecen en que son mamíferos, vivíparos, vertebrados, que no es poco. Y otro que explica en qué son diferentes una vaca y un hombre, que no es poco. La unidad y la diversidad, y el conocimiento es la concatenación de ambos, la mente científica contrasta sus hipótesis con la experiencia, lo general con lo particular.

El otro argumento es asombroso. Las sanciones se aplican para impedir la exportación petrolera, única fuente de divisas y paralizar el comercio exterior de un país que todo lo importa. Pero para el interlocutor en el diálogo de Esperando a Godot, éstas no tienen que ver nada con el deterioro de la situación. El embargo reduce la producción petrolera de Irán de millón y medio de b/d a 250 mil y lo poco que vende es por vericuetos. Si los ingresos caen en 80%... ¿cómo es que no tiene que ver?

¿Entonces para qué son? ¿Para favorecer al régimen? Un gobierno de los más ineptos de la historia latinoamericana convirtió la economía en escombros, así como la sociedad, la cultura y la calidad de vida, con el agravante de que la vocación caótica de toda revolución se agrava en este caso porque lo han enfrentado fuerzas desorientadas, disolventes y por lo que ocurre, dispuestas a usar todo tipo de medios para sus particulares fines, que no son necesariamente los del resto del país.

@CarlosRaulHer

Trivialidades de la guerra civil

Carlos Raúl Hernández

La ciencia política habla de Estado fallido aunque en derecho internacional solo existen estados sin calificativos. Dos politólogos norteamericanos, Steven Ratner y Gerald Helman acuñaron el concepto hace casi 30 años. Son naciones en dramática disolución porque la vida es invivible, incapaces de satisfacer necesidades básicas, prestar servicios de salud, electricidad, agua potable o seguridad ciudadana. Grupos irregulares o delictivos arrebatan el monopolio institucional de la fuerza.

Robert Rotberg matiza que previos al precipicio hay estados en vías de fallar, fracasar, colapsar o desestructurarse. Venezuela va en ese tramo pero acelera con la actual dualidad de poderes que no parece proclive de resolverse porque se creó un statu quo y muchos intereses atravesados. No hubo hasta ahora una guerra civil con cisura territorial, porque las FF.AA no sucumbieron a la prédica de la intervención militar democrática, el quiebre militar.

No han funcionado coros de sirenas mitad humanos y mitad burros. Según estudiosos, Somalia es la tormenta perfecta, tanto que somalización equivale a Estado fallido, éxodos en masa, hambruna, guerra civil, terrorismo y desintegración territorial. Datos recientes indican que funcionaban apenas siete hospitales, habían robado el cableado eléctrico, todas las escuelas cerraron, no existía ya red de agua potable, ni policía, ni bancos, ni ejército regular.

Ni sistema de pasaportes, identificación, ministerios, ni aduanas. Cuestiona la idea de Estado fallido Noam Chomsky, uno de los más importantes semiólogos del siglo XX, pero también en sus análisis políticos, reo de estafa continuada y mentira con alevosía. Su disgusto nace de que casi todos los fallidos fueron plazas revolucionarias, satélites soviéticos o chinos. Una vez que se desintegró la URSS, la corriente se lleva a sus criadas e improductivas tiranías en África y Asia.

Socialismo fallido

Cuba se salva porque cuando queda sin subvención soviética y llamaba al hambre período especial, Chávez la adoptó. En esa morgue o cerca están: Somalia, Uganda, Ruanda, Burundi, República Centroafricana, Zimbabwe, Congo, Sierra Leona, Mozambique, Liberia, Sudán, Chad, Yemen, Irak, Libia, Afganistán, Birmania, Camboya, Kirguistán, Uzbequistán, Turkmenistán, Tayikistán, Siria et.al. El socialismo africano. Pese a las ensoñaciones diurnas las tropas extranjeras cambian cáncer por Sida

¿Cuántas intervenciones militares extranjeras llevan Haití y Somalia? En esos países el infierno se abrió cuando las guerras civiles dividieron al ejército y el país quedó en manos de bandas. La historia se repite: un bufón megalómano y pueril con cabeza cuajada de tonterías, vino a cambiar el mundo y lo logró, gracias a la trivialidad de las élites. A diferencia de Chomsky, organismos internacionales, de seguridad, y centros académicos, dan a la discusión primera magnitud y carácter de tragedia.

La CIA crea una Fuerza de Tarea en Estados Fallidos (SFTF) y un Comando Africano (AC). La OCDE tiene el Grupo para Estados Frágiles (FSG) Somalia se funda en 1960 con un régimen democrático que muy pronto comienza a ahogarse en la polarización política y el odio entre los grupos dirigentes. La incapacidad para establecer un consenso de convivencia trae la revolución encabezada por Siad Barré en 1969, alfil de la Unión Soviética que nacionaliza la economía e inicia hostilidades con la vecina Etiopía.

Una tiranía feroz e inepta, aplasta clanes y tribus a nombre del socialismo que abre puertas a la hambruna. El frente opositor derroca la república socialista a comienzos de los 90, pero incapaces de establecer acuerdos, estalla la guerra civil. En medio de la violencia a partir de 1996 cinco regiones se declaran autónomas o independientes. Una coalición de grupos islámicos toma la capital, y ante la anarquía los países vecinos, Burundi, Kenya y Etiopía, invaden Somalia para frenar el drama de millones de refugiados.

Sanchezcos

Como el ejército quedó destruido, EEUU, Europa y la Unión Africana deciden nueva intervención militar, que dura diez años, para respaldar y estabilizar “la transición”. Solo dieron a mafias, narcotraficantes y piratas argumento para acciones terroristas. Hoy el gobierno apoyado por occidente apenas controla la capital Mogadiscio y los funcionarios no pueden siquiera salir de la ciudad. Sin problemas étnicos ni religiosos, la moderna, petrolera y democrática Venezuela, se hunde y coquetea con disolverse.

Sus élites “alquilaron habitaciones en el hotel del abismo” diría Lukács. Empujaron y empujan la carreta hacia él durante tres décadas. En alguna religión de India, Leviatán es un espíritu no del mal, sino del caos. Derrocar del proyecto modernizador de Carlos Andrés Pérez instaló el caos en el gobierno y en importantes grupos de poder que luego fueron opositores a la revolución.

Veinte años atrás, amigos criptochavistas tomaban con sorna sanchezca las advertencias sobre lo que vendría. Hoy criptoradicales, las asumen de la misma manera. Hay tres puntos clave para frenar la locomotora sin frenos. Un acuerdo de conciliación que cierre la brecha, lo que implica seguridades mutuas. Mantener la unidad de la FF.AA; y que nuestros países amigos no apuesten a somalizarnos, a matarnos de hambre.

@CarlosRaulHer

Mississipi en llamas

Carlos Raúl Hernández

Al caos, el autoritarismo y la corrupción, hay que contraponerles ley y orden, democracia y libertad, honradez y transparencia. La polarización extrema, la ruptura que hace lucir imposible la convivencia, propicia paradójicamente que los contendores se aproximen en lenguajes y métodos, como las tánganas entre nazis y comunistas en las calles de Berlín y Munich. La polarización convierte a tontos y astutos en cómplices de errores y delitos: “la familia con razón o sin ella” y trapicheos precoces, pervierten los movimientos.

La revolución es una empresa delictiva. Su objetivo es privar a la sociedad de sus derechos constitucionales, vida, libertad y propiedad, y ponerlos en manos del Estado forajido, al extremo que alguien amenace sacar reos a la calle a matar. No hay cambio social aceptable sin Estado de Derecho, mientras el radicalismo posmoderno convierte en monstruos fuerzas que proponen justas reivindicaciones. Las históricas luchas que igualaron a las mujeres, ya presidentes de países o grandes empresas, hoy las sustituyen caricaturas. Por fortuna el Movimiento por los derechos civiles de EEUU superó durante los 60 y 70 el mal revolucionario.

Mientras Angela Davis y el Black Panter Party fundado en 1966 por Elridge Cleaver, Huey Newton y otros, cometían desafueros, Martin Luther King recorría pueblo por pueblo para inscribir a los reacios negros en el registro electoral. “Los blancos” los cazaban con perros, colgaban de postes y asesinaban activistas del SDS (Estudiantes para una Sociedad Democrática), pero King desmarcado de ellos negociaba, y entre 1964 y 1968 hizo aprobar la Civil Rigth Act, hazaña comparable a la abolición de la esclavitud.

Los medios justifican el fin

Aunque ya él había triunfado los radicales quisieron falsear la historia y exhibir el asesinato de King (1968) como prueba de lo inútil del pacifismo. Pero los hombres de acción directa solo tenían fracasos y tenebrosas biografías, ocultas gracias al poder cultural de la izquierda. Angela Davis, la discípula predilecta de Herbert Marcuse es una obra magna de distorsión y mentira. Se presenta por el P.C. USA en las elecciones presidenciales de 1980 y 1984 y, esperado fenómeno electoral, no llegó a 1% aunque su peinado afro dio vueltas al mundo. La detienen por terrorismo, secuestro y asesinato en la fuga de su amante, el presidiario activista George Jackson.

En la operación, Jackson liquida seis rehenes, deja agonizantes tres más y cae acribillado. En mismo juicio a los sobrevivientes una célula irrumpe, ametralla al tribunal y mueren el juez, dos alguaciles y uno de los acusados. Pese a esto hubo una atronadora campaña mundial que logra la libertad de Davis, promovida por Marlon Brando, los Rolling Stones y John Lennon, quienes le componen canciones. Huey Newton, fundador del Poder Negro, muy joven asesinó a una prostituta con un cuchillo de cocina porque lo llamó baby. Más tarde se apropió de 600 mil dólares de la organización. Lo liquidan de dos tiros en la cara en un tráfico de Crack.

Elridge Cleaver, otro de los próceres estuvo diez años preso por violador sistemático “un acto de insurrección con el que desafié los valores blancos” aunque la mayoría de las víctimas eran negras. Luego de ser candidato presidencial en 1968 y obtener 0.5%, por un atraco fallido en el que muere un camarada, huye a Cuba donde lo recibieron a cuerpo de rey. Se va a Argelia con una corte de panteras negras y una mesada del gobierno vietnamita, pero los desórdenes, francachelas y el asesinato del amante de su mujer crisparon al presidente Boumediene e hicieron que exclamara que estaba “harto de payasadas”. Tuvo que largarse a París.

Héroes y payasos

Ya en declive entra a programas del gobierno americano para arrepentidos y termina militante del Partido Republicano, se convierte en mormón y crea una organización filantrópica denominada Los guardianes de la esperma. Más tarde funda un nuevo credo denominado Crislam, pretendida síntesis de las dos religiones. La sociedad norteamericana absorbió la subversión de los años 60, y la integró a la vida democrática y así pudo seguir en su proceso gradual, pese a que habían anunciado su decadencia.

La democracia se conquista y se desarrolla cuando las invocaciones a la justicia mueven factores de poder de sus posiciones y se producen alianzas contra la barbarie, como logró King pactar con parte del sistema político “blanco”. Igual hizo el movimiento feminista hasta finales del siglo XX y conquistó espacios definitivos para las mujeres al convencer partidos y parlamentos hostiles. La historia de los revolucionarios, que se salen de la gradualidad y quieren saltos, oscila entre el drama y la comedia. Los que quisieron combatir el KKK con los mismos métodos, terminaron igual en el basurero de la historia.

En 1968 finalizan locales, baños, escuelas, asientos en el transporte colectivo separados para blancos y negros. Ello no implica la ingenuidad de que el racismo desaparece, porque todos los grupos étnicos desconfían y se desprecian entre sí. Solo el hombre de mentalidad universal supera el parroquialismo y la pequeñez del grupo al que pertenece. El Poder Negro hoy es un recuerdo de tropelías e indignidades, mientras gracias a Luther King, cuarenta años después un negro originario de la tribu keniana luo fue Presidente de EEUU.

@CarlosRaulHer

Ruptura militar

Carlos Raúl Hernández

Tecleado esto el jueves 4, aparece el domingo 7, un hoy figurado en el que ya se sabe si hubo por fin intervención militar democrática. La destrucción y el abandono de fuerzas y partidos que defendían la sociedad, se suplen con dead-lines, fechas mágicas en las que alguien neutralizará nuestros traspiés, hará lo que no supimos, la carroza de Maduro se convertirá en auyama y los corceles en ratones. El quiebre, la ruptura militar, es el conjuro que emerge por no saber qué hacer o decir después de año y dos meses del 20M. Hay que repetirlo cien mil veces:negociación, normalización institucional y elecciones deben ser el nuevo mantra.

Lejos de una solución, la fractura de las FF.AA pondría en peligro la existencia misma del país, otra desgracia atroz en tres décadas de ellas. No hay instituciones porque al decir de Mariela Rosso, el estatismo acabó con el Estado. Sin ministerios, ni AN, concejos municipales, comunales ni legislativos, alcaldías, gobernaciones, justicia ni prácticamente nada, lo único que ha sostenido la unidad nacional es el alto mando de Padrino al frente de las FF.AA, que mantuvo la cabeza cuando otros la perdieron.

Con la ruptura que claman los comandos de Bárbula y el Cedral, si la otra parte no se rinde, habría una guerra que de civil tendría los muertos, con zonas liberadas, tal vez dos países de leales y rebeldes, y suficientes bajas. Intervendrían en el conflicto Colombia y Brasil y quién sabe si el gobierno norteamericano. Irregulares colombianos, narcotráfico, megabandas, la delincuencia normal, tomarían dominio territorial, aunque ya disponen de la soberanía sicológica de la gente que se esconde a la puesta del sol como en Transilvania.

¿Se desintegrará Venezuela?

Es la autopista de la disolución que tomaron Somalia, Yugoslavia, Irak, Libia, Sudán, Yemen y tantas. Se desatará el caos en los mandos represivos que prefigura la muerte del capitán Acosta previa a la reunión en Oslo y recuerda la del concejal el año pasado en plena visita del senador Corker. En ese contexto puede surgir una feroz dictadura militar. Tal vez no sea un 23 de enero de 1958, sino más bien Siria de 2014. En países más afortunados, si el gobierno siembra entropía la alternativa se ofrece como el regreso a la ley y el orden, pero aquí pone su cuota de caos.

Por fortuna los uniformados tienen mayor comprensión política que el activismo civil sobre la unidad de la FF.AA. Saben que es antídoto de la desintegración nacional que reaparece con los amagos de golpe o invasión extranjera. La fuga de miles de millones de dólares en corrupción que dejan enano el peculado del gigante brasilero, se hizo explosivamente disociadora porque condenó a la pobreza a 90% de la población, y parte de ella come basura. Ridley Scott en La caída del halcón negro describe grupos encabezados por Mohamed Aidid que se enriquecían al paso del horror y la descomposición de Somalia.

Es una metáfora de por qué en procesos de disolución de países surge un nuevo y prósperostatus quo nacional e internacional que se beneficia, y entorpece la posibilidad de enderezar la marcha hacia un cambio ¿Qué cuentas corrientes en el exterior se le quitaron al gobierno y quienes las manejan? ¿Cuáles son sus montos y quién y qué adquieren con ellos? ¿Ante qué contraloría rinden cuenta”? ¿Quién recibe las de Citgo? Este dualismo de poder parece tener incentivos no leninistas muy poderosos que le desean larga vida. Eso requiere respuestas claras.

La policía del buen camino

Por si aparece alguno con su pistola de agua, puntualicemos: la raya de partida es que este es el gobierno más corrupto de la historia latinoamericana, pero aterra que con la informalización de tales cuentas corrientes, podría tener competencia. Es interesante que se observa una especie de policía del buen camino, que arresta retóricamente y con rabia a quien pretenda debatir las “estrategias” (¿?) y señalar fallos ¿Estará esa policía al servicio de la defensa del nuevo stablishment? No sería raro. Las torres gemelas de Caracas, viveza y candidez desde hace décadas también se derrumbaron, aplastaron la democracia y no paran de hacerlo.

Dijimos décadas. Mataron las reformas económicas. Editores prestaban casas a Chávez, empresarios sus aviones, intelectuales componían ditirambos y algunos curas le celebraban misas. Luego se voltearon hacia la abstención en 2005, golpes de Estado, lanzaron gente desarmada a los colectivos, y se dejaron birlar el poder de las manos en 2016, 17, 18. Eran ¿son? remedos sin jerarquía para llamarse elites. Se lanzaron a todos los barrancos, desacreditaron a gobernadores que ganaron heroicamente sus estados. Todavía hoy insultan a la princesa guerrera Laidy Gómez, con el “argumento” de que se juramentó en la Constituyente.

Impusieron la no participación, comunidades y dirigentes locales quedaron abandonados a la miseria sin alcaldías ni concejales. Es un amargo recuerdo aquella trágica e irreparable reunión de Montalbán, en la que obligaron a partidos desmoralizados y apaleados a claudicar, y sin disimulo les “prohíben” participar en las elecciones mientras solicitan una invasión y declaran la ingenua ilegitimidad. De allí salieron a crear un frente abstencionista y ahora piden pasar mil páginas sin leerlas (y las que vienen). ¿Hubieran aceptado Betancourt, Barrios o Villalba algo así?

@CarlosRaulHer

Solo la cubanización salva

Carlos Raúl Hernández

El 23 de junio confluyeron dos noticias. La derrota de Erdogan en Estambul y el fin de la visita de Michelle Bachelet a Venezuela. En las redes le habían insistido que viniera “a ver con sus propios ojos” la violación de DD.HH. Si uno ve algo no tiene que advertir que lo hace con los ojos, cosa implícita y menos, además, que es con los propios y no con ajenos. Su ausencia demostraba complicidad con el gobierno. Decidió hacerlo y una lluvia ahora de abajo hacia arriba develó que la complicidad la hizo venir. Karl Popper negaba seriedad científica al marxismo porque el mismo argumento da razón de un fenómeno y su opuesto.

Hipótesis esencial del materialismo histórico era la inevitable revolución en los países desarrollados, pero con las idénticas razones, retorcidas ad hoc, explica por qué solo ocurrió en un país atrasado, Rusia de 1917. Si viene es cómplice y si no también. Salvo gratas excepciones, demasiado en las redes sobre su visita fue tapa amarilla, mera impericia sobre protocolos de ONU y las multilaterales. Debía “denunciar” al gobierno, como si fuera operadora de un partido o una internacional de partidos y no de Naciones Unidas. A otros irritó el institucionalismo que obliga a un funcionario internacional.

Realzó a la oposición al indicar el débito de ambos contendores en la solución de la crisis, pero lo tomaron como afrenta. Retardado el despegue del avión de Bachelet por la tormenta de improperios, irrumpe la noticia del bofetón a Erdogan que trajo otro aquelarre. Turquía y Venezuela tienen lo que expertos llaman semidemocracia, semidictadura o autoritarismo competitivo, y abusos electorales parecidos. El 31 de marzo los opositores ganaron en Estambul con ventaja de 1% y el artero organismo electoral lo invalidó.

¡Acompañados tampoco!

Pero no se dedicaron a quejarse, a llamar a Trump, pedir golpes militares o urdir amenazas más ingenuas que creíbles. No lo declararon ilegítimo ni llovieron sobre mojado. No cerraron el camino del voto ni tuvieron la cachaza de fundar un frente abstencionista. Se aprietan faldas y pantalones, concurren a la reposición del proceso el 23 de junio para contarse otra vez y volvieron a ganar, ahora 9% arriba. Aquí corearon: “¡gran cosota!, Turquía es Europa y no hay una Tibisay”, haciéndose los locos frente a la brutal anulación.

Su conclusión: Lord Erdogan no es un dictador asiático sino un refinado caballero europeo, y Bachelet, no una Presidenta constitucional sino una roja zafia. Por eso nuestros activistas no celebran ni se interesan en aprender de lo ocurrido, sino en autojustificar sus chapuzas. Nuevo mantra higiénico del gato: pasar la página, mantener la división opositora y seguir la hegemonía interna irrepresentativa, torpe y desquiciada. Sin voluntad para absolver y sepultar cristianamente, nos atormentan cadáveres del abstencionismo, la alucinación y suicidas políticos, escondidos en el closet de 2002-03-05-14-16-17-18-19. No pueden a exorcizarlos.

Esa posesión diabólica sacrificó concejales, gobernadores, consejeros regionales, alcaldes, es decir, los partidos políticos. Celebrar a los turcos revive la gran burrada de 2018 que conectó los cables invertidos para no poder ganarle a nadie, ni con cincuenta países y EEUU que equivalen a cincuenta más. ¡Solos no podemos pero acompañados tampoco! Mientras la epidemia social revolucionaria cómodamente destruye, contamina, descompone, tales demócratas celebran con lógica comunista, que “se agudizan las contradicciones”. De la cubanización nacerá la libertad.

Noticias de ninguna parte

Mercedes Malavé escribe que “hasta un niño de doce años sabe que abstenerse es claudicar”. La desmadrada abstención abandonó los dirigentes locales al hambre, el desamparo. No bastaba y ahora ponen en jaque la A.N. Meten el casco y el gobierno nos despedaza, ni bien ni mal vamos a ninguna parte, y no habrá salvador acuerdo en Oslo mientras insistan. Desplomados el golpe y la invasión 23F y 30A, veremos nuevas chifladuras y apuestas desmelenadas. Desesperado por Atenea, Hefesto se abalanza para tomarla por la fuerza y aunque la diosa virgen se resiste, no pudo evitar que el apasionado herrero mojara sus piernas.

Ella se secó con un pedazo de lana y de él nació Erichtonio el primer rey de Atenas. La nueva aberración también es mitológica: la feliz criatura nacerá de la hambruna revolucionaria en ciernes y su acelerador, el embargo económico. Caminamos sin ruta en la diáspora, la miseria creciente y el autoritarismo, la cubanización hija de quienes la denuncian y un trapo. En tanto, como en todas las revoluciones, la nomenclatura va en aviones privados, deglute exquisiteces y cata buenos vinos, mientras la población apenas sobrevive.

Los cubanos aprendieron a hacer carne mechada e infusiones de conchas de plátano para sustituir el café, cuando por ventura coinciden agua y gas o electricidad, como cuenta Jesús Díaz en Dime algo sobre Cuba. En las calles habaneras sestean corroídos automóviles de los 60s cuando el comandante mandó a parar la historia. Bajo paredes cancerosas, cloacas que corren por el canto de la acera medra gente en bermuda, franela y sandalias, descompuestos, deshumanizados por el ocio y la miseria como figuras de Bacon. Al fondo el cínico y tenebroso son de Carlos Puebla: “¡aquí, aquí/esperando la invasión!”.

@CarlosRaulHer