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Opinión

Por estos días se hace casi obligatorio escribir sobre la pandemia. No son pocos ni menores los desacomodos que ha suscitado en el planeta el esparcimiento del bichito, parido en China, según parece, puesto que las versiones sobre este punto y otros muchos son diferentes y hasta contradictorias, no en balde dicen los entendidos que la Sociedad del Conocimiento es al mismo tiempo (y no se trata de una paradoja) la Sociedad de la Desinformación y hasta la Sociedad de la Ignorancia.

No obstante las repercusiones e importantes conjeturas que plantea el coronavirus para los terrícolas, en esta ocasión pretendo escribir sobre la crisis política venezolana, a propósito de los acontecimientos ocurridos hace poco más de una semana, los cuales demuestran que ningún virus, por más dañino que parezca, es capaz de atenuar la pugna política nacional.

El país roto

Desde ya hace demasiado tiempo, pero sobre todo en los últimos seis años, nuestra sociedad se encuentra mal casi que por donde se la mire, según lo muestran numerosos estudios, pero sobre todo la vida de sus habitantes, marcada por la precariedad en todos los escenarios por los que transcurre su día a día en este país roto, conforme a la imagen que, me parece, mejor le calza para describirlo.

Como suele decirse, la crisis política es la madre de todas las crisis. Su último episodio lo constituye la extraña aventura del Gedeón, intentada, según se cuenta – las versiones se multiplican, obviamente - por grupos asociados a sectores de oposición, incluyendo la participación extranjera (tómese en cuenta que el caso venezolano tiene su lugar en la geopolítica mundial), con el propósito de desalojar de Miraflores a Nicolás Maduro.

Es ésta una prueba más de que una buena parte del liderazgo nacional, de uno y otro bando (con las excepciones del caso, afortunadamente), considera que vale resolver el conflicto de cualquier modo, dado que lo plantean exclusivamente en términos en una lucha por el poder, en la que las ideas y propuestas son lo de menos y nada importa que los platos rotos los pague la gente de a pie.

Hace rato que el proyecto chavista se desfiguró desde el punto de vista político, defraudando la esperanza que representó en sus inicios, hace dos décadas el candidato Hugo Chávez. Actualmente no cuenta con mensajes ni propósitos verosímiles y escasamente dispone de una épica mustia, desmentida casi siempre por la terquedad de los hechos, conforme diría Lenín. Su gestión se ha ido pareciendo en distintos aspectos, al viejo socialismo real, con injertos provenientes de un capitalismo más bien salvaje, según lo muestra, por citar solo un ejemplo, la explotación del Arco Minero y la que en similar formato se ha iniciado en Valle Plateado, Estado Mérida. Su visión de las cosas obedece al más crudo pragmatismo, bajo la fórmula del “conforme vaya viniendo vamos viendo” y en función de intereses grupales y personales, cosa que hace en clave autoritaria, las más de las veces sin siquiera tomar la precaución del disimulo. En fin, la sensación que deja en los ciudadanos es la de un gobierno que se mantiene en el poder gobernando hacia ninguna parte.

Por otro lado, los sectores de oposición evidencian no tener una buena lectura de lo que ocurre en el país y en consecuencia, adolecen de una narrativa que explique lo que pasa en la calle y en los hogares de toda la gente y le marque un derrotero a este país herido por tantas circunstancias. Por otro lado, exhiben grietas internas inexplicables que dificultan llegar a posiciones y estrategias comunes, lo que ha impedido, obviamente, capitalizar el inmenso rechazo existente contra Maduro. Su dirigencia olvida que, como bien lo señalaba el recordado Pedro Nikken, poco antes de su fallecimiento: “las victorias que la oposición democrática venezolana ha logrado conquistar han sido todas por la vía electoral. Las derrotas más severas se han producido cuando la oposición se ha apartado de ella. Son esas derrotas las que más han contribuido a afianzar un régimen como el que estamos sufriendo.” En suma, el mencionado evento del Gedeón, pareciera reiterar que “todas las opciones están sobre la mesa y también debajo de la mesa” y, aún cuando queden muchas cosas por explicar, se le cargan a su cuenta política.

En un artículo publicado hace poco en la revista SIC, el jesuita Alfredo Infante señala que “Venezuela naufraga entre poderes ciegos. El ejercicio político se desconectó de la realidad y cuando creemos que hemos llegado al fondo aparecen nuevas estupideces y torpezas políticas que nos hunden más”. Me luce que tiene razón.

El resultado de todo lo anterior es, entonces, un país descreído y el surgimiento de la anti política como política. En otras palabras, estamos abriendo la puerta para intentar desenredar nuestros problemas mediante vías no democráticas, por lo general, violentas.

Dialogo (y Elecciones)

Según revela la historia, contada por los politólogos, al final de casi todos los conflictos políticos siempre hay un diálogo que en algún momento conduce a unas elecciones. Lo conveniente es, añaden, hacerlo pronto, pues los costos serán más bajos y, lo más importante, menor la pérdida de vidas humanas.

La política, cierto, es la lucha por el poder y alude a la manera de obtenerlo, pero no es sólo eso. En el contexto democrático, es, más que nada, el arte de armar los compromisos básicos necesarios para darle un sentido de dirección a la sociedad y procurar el bien común. Es la vía para digerir las discrepancias, impidiendo que vayan más allá del mero forcejeo y sin que generen procesos que perturben la convivencia colectiva. Supone, en fin, el respeto por la pluralidad y la disidencia y es el mecanismo que hace más previsible y confiable la vida social, el que le reduce los sobresaltos, aceita la normalidad de cada día y pone árnica en las disputas propiciando las soluciones pacíficas.

Así las cosas, el fracaso en el diálogo es una derrota para todos. No hay otro invento a la vista para coser la vida nacional. Se suele decir que ningún país se destruye, pero como escribió alguna vez el intelectual mexicano Carlos Monsivais, a las generaciones que lo habitan si se las puede llevar la chingada.

Dialogar, pues, a partir, sobre todo de la consideración del drama que vive la mayoría de los venezolanos, que, como apunté, habita en un país incierto y cada vez más violento (basta que miremos la mala señal que despunta en lo que está ocurriendo en Petare y en otros lugares). Es en su nombre por lo que hay que resolver la crisis (y perdón por la perogrullada). Estoy consciente de que la experiencia nacional en materia de diálogo ha sido repetidamente frustrante. Pero lo mejor que podemos hacer es insistir, cuidar la convicción de que el camino es por ahí. Creer que si se puede. En este marco, soy de la idea de que, como lo ha escrito el filósofo español Daniel Innerarity, el optimismo no es una opción, sino una obligación moral.

Pensado en términos colectivos, el optimismo va ligado a la fe en la política como instrumento para juntarnos, pactar y multiplicar nuestras fuerzas. Para volver a pensar en el futuro, que se nos perdió hace tiempo porque Venezuela se nos volvió pura coyuntura, mera cotidianidad con adornitos originados en un discurso mentiroso y desfasado. Somos una sociedad que no tiene cómo mirar más allá del lunes que viene. Que carece, en fin, de un libreto viable y acordado acerca de su destino en el mediano y largo plazo.

Opinan Quino y Mafalda

Mientras el país se cocina en su propio conflicto, el Siglo XXI sigue obrando por su cuenta, asomando, sin preguntarnos, los códigos que explican y orientan la evolución del mundo, dejando ver radicales transformaciones tecno científicas que aluden a los cimientos mismos sobre los que se asienta la vida de los seres humanos, traduciéndose en enormes desafíos desde el punto de vista político, económico, cultural, social, ético. Frente a ellos Venezuela no encara otra opción, insisto, que represente algo distinto a desenvolverse en clave urgencia, como si el control de la inflación representara su mejor porvenir, dejando para quien sabe cuándo la tarea de construir, conforme a los signos de la época – tan marcada por la denominada Cuarta Revolución Industrial -, una mirada compartida en donde todos encuentren su sitio y tengan la ocasión de poder vivir en una sociedad que no parezca calle ciega, sino horizonte.

No sé si exagero, pero me parece que el país se encuentra plantado ante el futuro mirando hacia atrás. Quino, el padre de Mafalda, diría que, de este modo, seguimos construyendo la destrucción del futuro. Y estoy seguro de que la propia Mafalda se vería en la necesidad de recordarnos que el futuro queda hacia adelante.

El Nacional, miércoles 13 de mayo de 2020

 7 min


Gregor Peter Schmitz

GPS: Usted ha visto muchas crisis. ¿Es la pandemia de COVID‑19 comparable con alguna de las anteriores?

GS: No. Esta es la mayor crisis de mi vida. Incluso antes de la pandemia me había dado cuenta de que estábamos en un momento revolucionario, donde lo que en tiempos normales sería imposible o incluso inconcebible no sólo se había vuelto posible sino, casi con certeza, absolutamente necesario. Y entonces llegó la COVID‑19, que ha alterado por completo las vidas de la gente y exige una conducta muy diferente. Es un hecho inédito que probablemente nunca se dio en esta combinación. Y supone un peligro real para la supervivencia de la civilización.

GPS: ¿Se podría haber evitado esta crisis si los gobiernos hubieran estado mejor preparados?

GS: Hemos tenido pandemias de enfermedades contagiosas desde la peste bubónica. Fueron bastante frecuentes en el siglo XIX; y después tuvimos la gripe española al final de la Primera Guerra Mundial, que de hecho se dio en tres olas, de las que la segunda fue la más letal. Murieron millones de personas. Y hemos tenido otros brotes serios, por ejemplo la gripe porcina hace apenas una década. Así que sorprende lo mal preparados que estaban los países para un hecho como este.

GPS: ¿Es ese el mayor problema en la situación actual, esta falta de certeza sobre cómo lidiar con este virus y cómo proceder en los próximos meses o años?

GS: No hay duda de que es un problema muy grande. Estamos aprendiendo muy rápido, y ahora sabemos mucho más sobre el virus que cuando apareció; pero es dispararle a un blanco móvil, porque el virus cambia muy rápido. Desarrollar una vacuna llevará mucho tiempo. E incluso cuando la hayamos desarrollado, tendremos que aprender cómo modificarla todos los años, porque lo más probable es que el virus mute. Es lo que hacemos cada año con la vacuna para la gripe.

GPS: ¿Cambiará esta crisis la naturaleza del capitalismo? Incluso antes de que la COVID‑19 produjera esta recesión catastrófica, los aspectos negativos de la globalización y del libre comercio ya eran objeto de más atención.

GS: No volveremos a donde estábamos cuando empezó la pandemia. Eso está bastante claro, pero es lo único. El resto está todo en duda. No creo que nadie sepa cómo evolucionará el capitalismo.

GPS: ¿Puede esta crisis generar más unión entre las personas y entre los estados nacionales?

GS: A largo plazo, sí. Pero ahora mismo, la gente está dominada por el miedo. Y muchas veces el miedo lleva a las personas a hacerse daño. Esto se aplica a los individuos, y también a las instituciones, las naciones y la humanidad misma.

GPS: ¿Lo estamos viendo en el juego de culpabilización mutua entre Estados Unidos y China respecto del origen del virus?

GS: El conflicto entre Estados Unidos y China complica la cuestión, porque debemos trabajar juntos en lo referido al cambio climático y al desarrollo de una vacuna contra la COVID‑19. Pero parece que no podemos: ya estamos compitiendo por ver quién desarrollará y quién usará la vacuna. El hecho de que tengamos dos sistemas de gobierno muy diferentes, democrático y…

GPS: ¿Autocrático?

GS: Sí. Eso hace todo más difícil. Muchos dicen que tendríamos que colaborar muy estrechamente con China, pero yo no estoy de acuerdo. Debemos proteger nuestra sociedad abierta democrática. Al mismo tiempo, debemos hallar un modo de cooperar en el combate al cambio climático y al nuevo coronavirus. No será fácil. Mis sentimientos están con el pueblo chino, porque está bajo el dominio de un dictador, el presidente Xi Jinping. Creo que muchos chinos con más formación lo lamentan, y que la población general está todavía muy enojada con él por haber mantenido la COVID‑19 en secreto hasta después del Año Nuevo Chino.

GPS: ¿Puede ocurrir que Xi pierda poder cuando los chinos comprendan que el manejo de la crisis fue subóptimo?

GS: Sin duda. Cuando Xi abolió los límites a los mandatos consecutivos y se autodesignó, en esencia, presidente vitalicio, dejó sin futuro político a los miembros más importantes y ambiciosos de una élite muy reducida y competitiva. Cometió un gran error. Así que aunque en cierto sentido es muy fuerte, al mismo tiempo es extremadamente débil y ahora quizá vulnerable.

Sigo con mucha atención la lucha interna de la dirigencia china, porque estoy del lado de los que creen en una sociedad abierta. Y en China hay muchos que también están muy de acuerdo con una sociedad abierta.

GPS: Pero el presidente actual de los Estados Unidos no representa realmente los valores de una sociedad abierta y libre…

GS: Bueno, es una falencia que espero que no dure demasiado. Donald Trump quisiera ser un dictador. Pero no puede, porque en los Estados Unidos hay una constitución que la gente todavía respeta. Eso le pondrá algunos límites. No quiere decir que no vaya a intentarlo, porque está peleando literalmente por su vida. También debo decir que tengo la esperanza de que Trump se autodestruya, y en ese sentido ha superado con creces mis fantasías.

GPS: ¿Qué papel tiene la Unión Europea (su hogar, que tanto le preocupa) en esta lucha por el poder?

GS: Me preocupa en particular la supervivencia de la Unión Europea porque es una unión incompleta. Estaba en proceso de creación, pero ese proceso nunca se completó, y eso vuelve a Europa excepcionalmente vulnerable; más que Estados Unidos, no sólo por ser una unión incompleta, sino también porque se basa en el Estado de Derecho. Y la justicia es lenta, mientras que amenazas como el virus de la COVID‑19 son muy rápidas. Esto le genera a la Unión Europea un problema particular.

GPS: La semana pasada, el Tribunal Constitucional Federal de Alemania causó conmoción con la sentencia que dictó sobre el Banco Central Europeo. ¿Le preocupa?

GS: Me preocupa muchísimo. La sentencia plantea una amenaza que puede destruir a la Unión Europea como institución basada en el Estado de Derecho, precisamente porque surge del tribunal constitucional alemán, que es la institución más respetada en Alemania. Antes de emitir el veredicto, los jueces alemanes habían consultado al Tribunal Europeo de Justicia, y después decidieron fallar en contra. O sea que ahora tenemos un conflicto entre el tribunal constitucional alemán y el Tribunal Europeo de Justicia. ¿Cuál de los dos tiene precedencia?

GPS: Técnicamente, los tratados europeos dan al TEJ supremacía en esta área. Eso está muy claro.

GS: Es verdad. Al unirse a la Unión Europea, Alemania se comprometió a supeditarse al derecho europeo. Pero la sentencia plantea una cuestión todavía mayor: si el tribunal alemán puede cuestionar las decisiones del Tribunal Europeo de Justicia, ¿seguirán otros países el ejemplo? ¿Pueden Hungría y Polonia elegir entre el derecho europeo y sus propios tribunales, cuya legitimidad ha cuestionado la Unión Europea? Esta pregunta es fundamental para la Unión Europea, que se basa en el Estado de Derecho.

Polonia aprovechó de inmediato la ocasión y afirmó la supremacía de sus tribunales (controlados por el gobierno) sobre el derecho europeo. En Hungría, Viktor Orbán ya usó la emergencia por la COVID‑19 y un parlamento controlado para nombrarse dictador. El parlamento sólo sigue sesionando para refrendar sus decretos, lo que es claramente contrario al derecho europeo. Si el veredicto del tribunal alemán impide a la Unión Europea oponerse a estos hechos, será el fin de la Unión Europea que conocemos.

GPS: ¿Tendrá el BCE que cambiar sus políticas después de esta sentencia?

GS: No necesariamente. El fallo sólo exige al BCE justificar sus políticas monetarias actuales. Se le dieron tres meses para justificar las medidas que tomó. Eso consumirá gran parte de la atención del BCE, cuando es la única institución que realmente funciona en Europa capaz de proveer los recursos financieros necesarios para combatir la pandemia. Por eso tendría que estar concentrada en ayudar a Europa a crear un Fondo de Recuperación.

GPS: ¿Tiene alguna sugerencia respecto de la posible procedencia de esos recursos?

GS: He propuesto que la Unión Europea emita bonos perpetuos, aunque ahora creo que habría que llamarlos «consols» (bonos consolidados), porque ha habido emisiones exitosas de bonos perpetuos con ese nombre desde 1751 en Gran Bretaña y desde la década de 1870 en Estados Unidos.

Los bonos perpetuos se han confundido con los «coronabonos», que han sido rechazados por el Consejo Europeo, y por buenos motivos, ya que implican una mutualización de deudas acumuladas que los estados miembros no están dispuestos a aceptar. Eso envenenó el debate sobre los bonos perpetuos.

Creo que la difícil situación actual refuerza mis razones para la emisión de consols. El tribunal alemán dijo que las acciones del BCE eran legales porque respetaban el requisito de que las compras de bonos fueran proporcionales a la cantidad de acciones de los estados miembros en el BCE. Pero la implicación evidente es que el tribunal podría cuestionar y considerar ultra vires cualquier compra de títulos del BCE que no sea proporcional a la «clave de capital» del BCE.

La clase de bonos que he propuesto no tendría este problema, porque los emitiría la Unión Europea en forma conjunta, serían automáticamente proporcionales y seguirían siéndolo para siempre. Los estados miembros sólo tendrían que pagar el interés anual de los bonos, tan minúsculo (digamos, 0,5%) que les sería fácil suscribirlos, sea en forma unánime o mediante una coalición de buena voluntad.

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, dice que Europa necesita alrededor de un billón de euros (1,1 billones de dólares) para combatir la pandemia, y tendría que haber añadido otro billón de euros para el cambio climático. Los consols pueden brindar esas cantidades si los estados miembros de la Unión Europea los autorizan.

Por desgracia, Alemania y los estados de la «Liga Hanseática» liderados por los Países Bajos se oponen en forma categórica. Deberían pensarlo otra vez. La Unión Europea está considerando duplicar su presupuesto, pero así sólo se conseguirán unos 100 000 millones de euros y la décima parte del beneficio que pueden dar los bonos perpetuos. Los que quieren mantener al mínimo las contribuciones al presupuesto de la Unión Europea deben apoyar la emisión de consols. Para proveer a la Unión Europea recursos propios, protegiendo su calificación crediticia AAA, tendrían que autorizar algunos impuestos, por ejemplo a las transacciones financieras; pero no hace falta aprobar esos impuestos, los consols ocuparían su lugar. Sería mucho mejor para los mencionados y para el resto de Europa. Con pagos anuales de 5.000 millones de euros, cuyo valor actual se reducirá en forma continua, la Unión Europea puede conseguir el billón de euros que el continente necesita con urgencia; es una relación costo‑beneficio fabulosa.

GPS: Cuando la Unión Europea flexibilizó sus reglas contra las ayudas estatales, Alemania presentó más de la mitad de las solicitudes. Algunos dicen que esto es contrario a los principios del mercado común, porque le da a Alemania una ventaja injusta. ¿Cómo lo ve usted?

GS: Estoy de acuerdo con lo que dicen. Es particularmente injusto para Italia, que ya era el «enfermo de Europa» y después el país más golpeado por la COVID‑19. El líder de La Liga, Matteo Salvini, está agitando para que Italia abandone el euro y también la Unión Europea. Felizmente, su popularidad personal disminuyó desde que salió del gobierno, pero las ideas que defiende están ganando seguidores.

Es otra amenaza existencial para la Unión Europea. ¿Qué quedaría de Europa sin Italia, que era el país más proeuropeo? Los italianos confiaban en Europa más que en sus propios gobiernos. Pero durante la crisis de los refugiados en 2015 se los trató mal, y entonces se volcaron a la Liga ultraderechista de Salvini y a los populistas del Movimiento Cinco Estrellas.

GPS: Suena usted muy pesimista.

GS: Todo lo contrario. Admito que Europa enfrenta varios peligros existenciales. No es una figura retórica, es la realidad. El veredicto del Tribunal Constitucional Federal de Alemania es sólo el último de los retos. Pero una vez reconocido esto, podemos ponernos a la altura del desafío y tomar medidas excepcionales adecuadas para las circunstancias excepcionales que vivimos. Sin duda se aplica a los consols, que nunca deberían emitirse en tiempos normales, pero que ahora mismo son ideales. Mientras pueda proponer medidas como la emisión de consols, no perderé las esperanzas.

11 de mayo 2020

Project Syndicate

https://www.project-syndicate.org/onpoint/the-crisis-of-a-lifetime-by-ge...

 9 min


Ahora cuando el país mira hacia el campo y su agricultura, conviene recordar a aquellos actores que contribuyeron con su esfuerzo a sentar las bases del desarrollo agrícola venezolano, o más propiamente, a las instituciones que dieron origen “a la gran revolución agrícola y agroindustrial que ocurrió en Venezuela durante la última mitad del siglo XX, cuando pasamos de ser uno de los países más pobres del planeta en términos de agricultura y alimentación, a tener una producción agrícola diversificada acompañada de modernas agroindustrias capaces de satisfacer las crecientes demandas de la población asentadas en las ciudades” (Crónicas Agrícolas,1998-2000 / C. Machado-Allison, 2002).

Fueron esos tiempos cuando, en los valles centrales de Aragua y Carabobo, se concentraba el 70% de las tierras regadas del país, y de dónde provenía más del 50% de la comida de los venezolanos. Es esa la razón, y no otra, de que allí se instalaran las Facultades de Agronomía y Veterinaria de la UCV, el Centro Nacional de Investigaciones Agropecuarias (CENIAP), las desaparecidas Escuela Practica de Agricultura y la Escuela de Demostradoras del Hogar, y el Servicio Shell para el Agricultor.

En 1952, la Compañía Shell de Venezuela, funda el Servicio Shell para el Agricultor como apoyo al sector agrícola del país, estableciendo en la hacienda Paraima en Cagua, (Municipio Sucre, Estado Aragua), la sede de su Estación Experimental en 47 hectáreas de terrenos propios. Allí se evaluaron y se adaptaron la casi totalidad de las tecnologías para la producción bajo riego de hortalizas. También se diseñaron, dirigieron y realizaron, tanto programas de extensión como de capacitación a través de cursos, días de campo, prensa, publicaciones, etc., que permitieron difundir los resultados exitosos al resto del país.

Próximos a la nacionalización de la Industria Petrolera y luego de una intensa actividad de promoción y negociación, y bajo el liderazgo del Dr. Luis Marcano Coello, se crea en noviembre de 1972 la Fundación Servicio para el Agricultor (FUSAGRI), con los aportes de 45 organizaciones, incluida Shell, con la misión de “contribuir al desarrollo de la agricultura venezolana mediante la capacitación de personal y el estudio y la divulgación de técnicas más eficientes, considerando aspectos limitantes desde el punto de vista ambiental, social y económico, a través de una metodología que permite la estrecha vinculación entre agrotécnicos, productores y el resto de la comunidad rural” , dando continuidad a lo iniciado 20 años antes.

En 1996, FUSAGRI mantenía operaciones en 9 entidades federales del país, asentadas en 19 núcleos, donde se desarrollaban 18 proyectos con el respaldo de 30 diferentes patrocinantes.

En resumen, podemos destacar como logros importantes de la actividad de FUSAGRI: la introducción y adaptación del “tomate perita” , la erradicación de la “tristeza de los cítricos”, (enfermedad que causó la muerte de más de 4 millones de árboles en los años 70´s), tecnología para el desarrollo de la viticultura zuliana, el mejoramiento de la productividad del cultivo del tomate, pimentón, cebolla y zanahoria, y recientemente también de arroz con el lanzamiento de la variedad ZETA 15; la formación de más de 100 profesionales del agro a nivel de Maestría y Doctorado en más de 50 de las mejores universidades del mundo y, otros resultados en áreas socio ambientalmente importantes como el Manejo de Cuencas Altas, Pesca Artesanal, Educación y Desarrollo Rural, etc.

FUSAGRI fue también creadora de importantes instituciones de apoyo al sector agropecuario y desarrollo rural: FUNDARBOL, la Fundación Colegio Experimental de Agricultura del Mundo Unido Simón Bolívar (FUNDACEA) y Agroservicios MIDA CALABOZO S.A.

A partir de 1.999, las condiciones socio políticas comenzaron a afectar seriamente al sector privado, tanto empresas como ONG’s, patrocinantes y aliados de los distintos programas de FUSAGRI. El cerco se fue cerrando.

En 2007, las tierras de la Estación Experimental de Cagua fueron declaradas “ociosas” por el INTI, ordenando medidas cautelares de permanencia de terceros en ellas y la apertura de procedimiento de Rescate de las mismas. Parte de las tierras (20 ha), se entregó a cooperativas agrícolas y construyeron varios galpones para cultivos hidropónicos, que nunca fueron ocupados en su totalidad y posteriormente desmantelados. La otra parte se entregó al Ministerio del Poder Popular para la Educación Universitaria. Procedieron a remover y vender la capa vegetal de aproximadamente 6 ha. Luego de ese movimiento de tierra, realizado en el año 2010, el proyecto del Ministerio fue paralizado y abandonado.

Luego de múltiples apelaciones y diligencias, el Tribunal Supremo de Justicia, ratifico la sentencia en 2012. Pero la sentencia no se ha cumplido. No ha habido rescate de las tierras. Ni se le hado ningún uso.

La realidad es que los terrenos fueron confiscados y posteriormente abandonados. Ahora sirven de basurero, refugio de delincuentes y un cementerio de carros robados.

Igual suerte que FUSAGRI corrieron las organizaciones hijas: FUNDARBOL, FUNDACEA y MIDA-CALABOZO.

¡Todas desaparecidas por la Furia Bolivariana!

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Jesús Elorza G.

​Uno a uno, fueron llegando los directivos de la empresa, para la reunión de emergencia que había sido convocada por el fracaso de uno de sus operativos llevado a cabo en uno de los países del tercer mundo. Muchos pensaban en solicitar la renuncia del presidente por los hechos acontecidos. ​

-No puede continuar en el cargo, dijo uno de ellos. ​

-No pasemos por alto que Jordan Goudreau, cuando en el 2018 fundó nuestra compañía de seguridad con sede en Florida, expresó otro de los presentes, se inspiró en El Llanero Solitario cuando, montado en su caballo blanco Plata, cabalgaba hacia el sol poniente gritando: “¡Hi-yo, Silver, away!” (“¡Arre, Plata, adelante!”)

Me uno a las palabras de mi compañero y quiero recordarles que:​ Silvercorp protege activos críticos en todo el mundo. Operando en más de 50 países y con sede en la costa espacial de Florida. Nuestro personal de élite brinda una dedicación inigualable para construir un mundo más seguro mientras se esfuerza por mantener los más altos estándares de cumplimiento, calidad e integridad. Como proveedor líder mundial de liderazgo en crisis, gestión de riesgos, seguridad, servicios de apoyo operativo y entrenamiento militar para clientes comerciales y gubernamentales de todo el mundo, la planificación dinámica y las soluciones precisas de Silvercorp incluyen una gama de servicios diversos, que incluyen mitigación activa de disparos, creación de unidades de defensa/capacitación, mitigación de riesgos de crisis, análisis de riesgos de infraestructura crítica y protección ejecutiva de élite de portal a portal....​

-Todo eso está bien, pero en esa operación pusimos la caga.... (en ese momento, fue interrumpido por la llegada del presidente) ​

Apreciados socios, se que están preocupados por los resultados de la "Operación Gedeon" y debo decirles que la misma fue un éxito total para nuestra empresa...​

-What are you saying? explícate mejor, le reclamaron los accionistas.​

Bueno, déjenme explicarles. Todos ustedes recuerdan, las conversaciones que sostuve con el señor J.J. Rendón relacionadas con la organización y costos de la operación. Luego, de llegar los acuerdos respectivos por un monto de 200 millones de dólares, el tipo se echó para atrás y pretendió que por habernos dado 50.000 dólares siguiéramos, adelante con el operativo. Tuvimos un peo y le dije que tenía que pagar el 50% adelante y el resto al final.​

-Y si se echó pa’tras, ¿por qué seguiste con el operativo que termino en el rotundo fracaso que todos conocemos?, señalo alguien. ​

Porque todo formaba parte del Plan M y CH que tenía bajo la manga.

- What the fuck is that? ¿Qué vaina es esa, te volviste loco?

Recuerden, que uno de los valores que le sirven de sustento a la empresa es "Arre Silver" y en base a ello, ordene el desembarco de los combatientes, en Macuto y Chuao, después de llegar a un acuerdo, como mercenarios que somos, de suministrarles toda la información, para que ellos montaran su épico espectáculo de la invasión luego de pagarme el doble de lo que costaba la Operación Gedeon, ¿cómo les quedo el ojo?

-What a great thing! ¡que cosa más grande! dijo uno de los accionistas. Propongo que ratifiquemos a Jordan en el cargo de presidente.​

-La propuesta fue aprobada por unanimidad. ​

Debo decirles también, que ya los recursos están depositados en las cuentas de la empresa y los dividendos para cada uno de ustedes están a su disposición, disfrútenlos.​

-Pero, en la opinión publica quedamos mal parados como invasores derrotados.​

No le paren bola a eso, ya tengo a unos cuantos "cagatintas" para que trasladen los costos de la derrota a la oposición venezolana.​

--You are so cool! (¡tu si eres arrecho!), gritaron los presentes. Eso merece un brindis. Después de varios tragos, comenzaron a gritar la consiga de la empresa mercenaria “DOLLAR OR DEATH”.​

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En Venezuela hemos tenido tres dictaduras desde el siglo XX. En todas, valientes ciudadanos arriesgaron sus vidas en la lucha por derrocar a los tiranos. Invasiones, alzamientos de unidades militares, actividades de resistencia por parte de ciudadanos civiles han sido heroicas, pero ninguna exitosa. Sin embargo, evidencian coraje y compromiso con la democracia.

En las dictaduras de Juan Vicente Gómez y de Pérez Jiménez, la resistencia estuvo a cargo de un grupo reducido de militantes. La población permaneció silenciosa, sea por temor o por apreciar que Venezuela progresaba y había seguridad personal y jurídica para quienes no criticaban a los que ocupaban el poder, aunque eran evidentes las violaciones a los derechos humanos y la corrupción.

En la lucha contra de la dictadura totalitaria de Chávez-Maduro está comprometida gran parte de la población, que se siente afectada por los atropellos de todo tipo. Algo inédito en nuestra historia. Igualmente inédito es el elevado número de asesinatos políticos en cárceles y en manifestaciones pacíficas, la cantidad de presos políticos, así como los millones de refugiados en otros países.

En principio toda dictadura debe ser enfrentada por los civiles mediante resistencia activa no violenta, ya que los ciudadanos no cuentan con armas. En Venezuela, quienes protestan lo hacen pacíficamente y esporádicamente con piedras en contra de los disparos y lacrimógenas de los guardias nacionales, policías y paramilitares rojos. Solo excepcionalmente algún opositor ha disparado. Sin embargo, algunos consideran válida una resistencia como la que realizaron los franceses durante la ocupación nazi. Resistencia rechazada por otros, ya que cuando los maquis realizaban un sabotaje, los nazis fusilaban civiles inocentes.

Por otra parte, ante una dictadura los miembros de la Fuerza Armada tienen la obligación constitucional de intervenir para restituir la Carta Magna y nadie debería oponerse. A veces las dictaduras salen con votos, pero otras requieren ser desplazadas por las armas. Es de recalcar que los militares activos no obedecen a los retirados y rechazan a mercenarios y más si son extranjeros

La Operación Gedeón evidencia que, ante la negativa del régimen usurpador de permitir un Gobierno de Emergencia y elecciones libres, hay ciudadanos que actúan por su cuenta. La Comisión de Estrategia designada por el presidente(e) Guidó, integrada por JJ, Rendón y el diputado Vergara, estableció contacto con el general retirado Clíver Alcalá, presunto narcotraficante actualmente detenido en USA, y con el mercenario estadounidense Goudreau. Según Rendón, él y Vergara firmaron un borrador de contrato con el mercenario, pero cortaron la relación en noviembre y no le cancelaron la suma convenida. Sin embargo, la operación Gedeón continuó y dos de los mercenarios de Goudreau llegaron a las costas de Venezuela. Esto permite elucubrar que Goudreau obtuvo de Maduro lo que no les otorgó la Comisión de Estrategia.

La incursión a las costas de Venezuela fue, según declaración de ellos mismos, planificada por el capitán retirado Javier Nieto y por Goudreau. Participaron tres capitanes retirados, un grupo de ex miembros del ejército venezolano y dos mercenarios estadounidenses, quienes intentaron una acción tipo James Bond. Es lamentable que jóvenes venezolanos patriotas, entre ellos el capitán Robert Colina, perdieran la vida en un evento temerario. No tomaron en cuenta los mecanismos de inteligencia del régimen, las pocas probabilidades de éxito y los efectos perjudiciales ante la opinión pública internacional. Además, era vox populi que estaban infiltrados.

Nuestro pésame a los familiares de los acribillados y el régimen debe permitir que organismos independientes investiguen los hechos. Además, exigimos respeto a los derechos humanos de los detenidos.

Resulta obvio que los estrategas JJ.Rendón y Vergara no procedieron acertadamente al negociar con un mercenario y firmar un documento comprometedor, aunque no fuese definitivo. Por otra parte, es ineludible comentar la poca unidad en la oposición. Ese aparente cambio de estrategia debió ser discutida y después del hecho debió haber un comunicado conjunto. .

Maduro actuó como el dictador que es. Hay muchos puntos que aclarar. Ordenó acribillar al grupo de Macuto para desincentivar acciones similares. Paralelamente, el grupo capturado por Chuao, que incluía los dos estadounidenses, fue apresado para obligarlos a declarar y montar el circo, el resto fue detenido sin que haya la certeza de que estaban involucrados. Seguimos apoyando al presidente(e) Guaidó, pero le sugerimos introducir correctivos en su entorno y en su relación con los otros dirigentes y con la sociedad civil.

Como (había) en botica:

Por qué los tres ciudadanos capturados en Puerto Cruz fueron presentados en short y vendados. El régimen está deteniendo a venezolanos que no participaron en Operación Gedeón. Lamentamos el fallecimiento de nuestros compañeros Alexi Petit y Edgar Salaverría.

¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!

eddiearamirez@hotmail.com

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Hay personas que cuando algo le sale mal a alguien con el que rivalizan, no coinciden o están en desacuerdo, lo disfrutan enormemente. ¿Se puede decir que eso es una característica de la especie humana? No lo sé, pero sin duda hay quienes disfrutan de los errores, las equivocaciones y los fallos ajenos. Y me quiero referir ahora a una parte de la oposición, que llamamos “radical” y que se opone más a Juan Guido y la Asamblea Nacional, que al propio régimen; y aclaro esto para que algunos de los “radicales” se puedan sentir excluidos, no aludidos, por estos señalamientos.

Así lo vimos a finales de abril de 2019, cuando el presidente Juan Guaidó, intentando rescatar un abortado movimiento de protesta convocado para el primero de mayo –algunos ya han olvidado que esa fue la razón de fondo– invitó a los opositores a concentrarnos en la Autopista del Este, frente a La Carlota, para apoyar un supuesto pronunciamiento de unos militares, que no fue muy profundo y que casi ni se vio. Por cierto, que tampoco se vieron allí a muchos de los opositores convocados y eso fue algo que también destacaron y disfrutaron los llamados “radicales”. No tardaron en denominar chapuza lo ocurrido y hasta el día de hoy así la califican.

La vida da vueltas. ¿Qué pensarán ahora esos opositores “radicales” de lo ocurrido el fin de semana pasado, con la denominada “Operación Gedeón”, popularmente conocida como “macutazo”?

Porque como quiera que se examine la acción, el resultado fue verdaderamente rocambolesco. Si alguien esperaba algo como una guerra de tercera o cuarta generación, plagada de misiles de largo alcance, drones teledirigidos por computadora y orientados por satélite o un mero desembarco de esos marines que navegan por el Caribe, se encontró con que lo ocurrido, que aún no sabemos bien que pasó y estamos, apenas, en capacidad de describirlo, fue un desembarco, en el litoral de Vargas, desde un lanchón o un peñero de un grupo de supuestos bien entrenados “mercenarios” y que fueron capturados, al parecer sin disparar un solo tiro; posteriormente, uno de los “entrenados mercenarios” –capturado ese día o días después–, rindió declaraciones, sin mayor apremio, que hasta grabadas fueron y difundidas en cadena nacional, revelando una historia que coincide perfectamente con la versión del régimen. Los interrogantes, entre serios e irónicos, que surgen de esta situación son numerosos y no vale la pena repetirlos. Son preguntas, todas, que quedarán sin respuestas, excepto las que, a su conveniencia, proporcione el régimen, que asegura haber “infiltrado” desde hace tiempo ese movimiento.

No sé qué tanto de verdad o de fantasía creada por el régimen hay en todo lo ocurrido. Lo dejo hasta aquí. No voy a caer en la especulación o elucubración, ni en hacer juicios de valor al respecto; dicho de otra manera, no voy a seguirle el juego al régimen. Pero lo ocurrido me recordó a mi madre, ya fallecida, que le gustaban mucho las películas de todos los James Bond, las de Steven Segal, las de Bruce Willis o las de Jean Claude Van Dan y cuando terminaban decía: “Todo eso es mentira, pero si fuera verdad, que exagerado, ¿no?”

De lo ocurrido solo quiero resaltar dos cosas: una es la reacción de algunos opositores, que piden respeto, comprensión o no hacer juicios de valor acerca de lo ocurrido, pues quienes lo intentaron se “arriesgaron” personal y familiarmente, dicen; pero, ¿Por qué no respetan, comprenden y evitan los juicios de valor para los opositores que no concuerdan con sus estrategias, cuando estos cometen algún error?; y dos, que hubiera preferido que el presidente Guaidó se hubiera mantenido completamente al margen, pero ya que su gobierno opinó, al menos celebro que lo haya hecho como lo hizo, condenando la violación de los derechos humanos de los que han sido “capturados” y acusados por participar en los hechos.

Porque eso, la violación de los derechos humanos y otras situaciones de violencia en el país, sí que son un tema importante, que el seguimiento de la pandemia mundial y los avatares de la cuarentena local hacen que los pasemos por alto. Y sumo a lo ya referido del “macutazo” solamente dos ejemplos recientes.

Uno, los organismos internacionales se han hecho eco de la matanza de reclusos en la cárcel de Los Llanos, la semana que pasó, que asciende a la terrible cifra de 46 fallecidos, en circunstancias confusas, pues algunos hablan de motín o protesta por la carencia de alimentos y medicinas, otros –los voceros del régimen, por supuesto–, de intento de fuga; y otros de simple y vulgar ajusticiamiento. En cualquier caso, lo que nunca, nadie, puede explicar son esas matanzas que se producen con alguna frecuencia en las cárceles del país –que nunca son debidamente aclaradas–, contra una población que al parecer solo importa a sus familiares, usualmente entre los más pobres del país; así como nadie va a poder explicar cómo esos reclusos, al igual que en casos anteriores, contaban con armas blancas, pistolas de alta potencia y hasta granadas, según dijeron algunos familiares y periodistas. Lo cierto es que hay más de 45 muertos, ya contados e identificados, y se dice que podrían ser muchos más.

El segundo hecho de violencia que quiero referir son los tiroteos en el barrio de la zona de Petare, conocido como José Felix Ribas –que al decir de algunos especialistas en la materia es probablemente el barrio más grande de América Latina– y que han mantenido aterrados a sus habitantes durante varias noches. En las redes sociales, pues información del régimen o de los organismos de seguridad no hay ninguna, se manejan varias hipótesis; una, que se trata de enfrentamientos entre bandas de delincuentes por el control del territorio y la actividad criminal en la zona; unos estarían apoyados por algunos delincuentes que vienen del penal de Tocorón y otros apoyados por delincuentes de la Cota 905; la otra hipótesis es que no se trata de ningún tipo de enfrentamiento sino de alarde de los malandros del barrio para intimidar, mostrando su armamento. Y no voy a dar más detalles, para no incurrir en apología del delito o glorificación de unos supuestos “robin hoods” o “pablos escobar” criollos.

En todo caso, los tres hechos descritos tienen en común que sobre ellos se han tejido, en las redes sociales, todo tipo de fantasías, hipótesis, descripciones e historias; que sobre cada una han formado una colcha de retazos de la cual cada quien toma lo que le conviene o interesa a sus fines particulares o generales, altruistas o mezquinos. Los hechos indican que el país está al borde de la ingobernabilidad o que hay una falta absoluta de control de la violencia por parte del gobierno; lo que si vemos, a diario, es que el régimen si es capaz de generarla, para intimidar, para ejercer control social de la población, pero no es capaz o no quiere hacerlo, para proporcionar seguridad a la población.

https://ismaelperezvigil.wordpress.com/

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Roberto Casanova y Gerver Torres

Ya está circulando la segunda edición del libro Un sueño para la Patria de Roberto Casanova y Gerber Torres, que próximamente se colocará en sitios web desde los cuales podrá ser descargado por los interesados.

Por lo pronto compartimos con nuestros lectores el Prólogo escrito por Felipe Benites y Alonso Domínguez

Esta nueva edición de Un sueño para Venezuela ha sido escrita por dos economistas que han logrado trascender con éxito el marco paradigmático que les brindaba su formación académica inicial. Roberto Casanova ha reflexionado con acierto sobre diversos modelos de sociedad y su genealogía histórica; Gerver Torres, por su parte, ha incursionado con solvencia en el campo de la reflexión sobre la conducta humana y sus motivaciones. Ambos terrenos, si bien no están completamente alejados de la economía, tampoco forman parte de su temática central de estudio.

Es, pues, un libro escrito por economistas que no versa sobre economía venezolana aunque su primera edición, aparecida en octubre de 2000, fuera por años texto base de varios cursos de macroeconomía en distintas universidades, tanto públicas como privadas. En la lista de variados y buenos intentos por explicar nuestra casi secular y compleja situación, esta segunda edición ofrece una interpretación integral sobre el problema venezolano, nutrida no solo por la evolución personal de los autores, sino también por muchos años de intercambio y experimentación pedagógica desde la asociación civil Liderazgo y Visión, como resultado de una familia de proyectos con múltiples recursos didácticos y puesta al servicio de estudiantes, comunidades, medios de comunicación social, partidos y gremios.

De tal suerte, este libro no solo rebasa responsablemente fronteras disciplinarias y ofrece una lectura integral sobre lo que nos ha pasado y cómo superarlo, sino que lo hace con una preocupación marcadamente pedagógica. No es esta, por cierto, una afirmación retórica para despachar de antemano inconsistencias o liviandades, sino para enfatizar su tono y objetivo.

La vocación pedagógica de la obra se expresa no solo en el uso intensivo de gráficos e ilustraciones o en el cuidadoso diseño de sus páginas, sino principalmente en su estructuración a través de cinco preguntas: ¿Dónde estamos? ¿Cómo llegamos aquí? ¿Con qué contamos para salir adelante? ¿Cómo salimos de aquí? ¿Hasta dónde podemos llegar? Quizás estas preguntas ya han sido formuladas y también cabalmente respondidas por muchos especialistas dentro y fuera de nuestro país; pero la innovación aquí estriba en la manera sistemática con la que se abordan y en la claridad expositiva aplicada a responderlas, todo ello con el afán de sumar voluntades de los acto- res políticos y sociales capaces de asumir y encarnar esas respuestas.

¿Acaso no sería el honor más alto al que este libro pudiera aspirar el de convertirse en un texto de referencia del último año de educación básica? Si nuestros jóvenes de 17 años pudieran asomarse con rigor a las preguntas que aquí se plantean y contar con una manera estructurada de abordarlas, estamos seguros de que los autores se darían por servidos. En las actuales circunstancias, la necesidad de respuestas no solo se mantiene entre las viejas generaciones, sino que es obligante para las nuevas. A casi cuatro décadas de crisis, con breves interregnos de respiros rentistas, el último lustro de colapso y desespero, parece de sobra suficiente para que la nación inicie el camino hacia un destino mejor.

Quisiéramos pensar, sumándonos a ese repetido y hasta viejo anhelo nacional, que ha llegado la hora de la sensatez; de insistir tercamente y como nunca antes, en que ya es tiempo de sacar a Venezuela del abismo, apoyándonos en la fuerza de la experiencia, la evidencia y la razón. Quisiéramos creer que el pueblo como sujeto político reclama la despolarización política (los datos, por cierto, ya no refieren la existencia de dos polos, sino de una contundente mayoría que aspira a cambios profundos) y la consecuente reconstrucción económica y social. Quisiéramos aferrarnos a la esperanza de que ahora sí el país puede cambiar, y que tendrá en el Sueño para Venezuela un instrumento para discernir y aprender sobre lo vivido.

Porque a estas alturas del recorrido, no cabe duda de que ha habido gruesos aprendizajes, pero cuando cae la noche, no deja uno de oír voces, obstinadas y amargas, que inquieren si las lecciones han sido suficientes. Por ello, aunque el aprendizaje es perenne, para que sea efectivo, el proceso de pedagogía y orientación ha de ser sistemático y pertinente.

¿Existe alguna corriente, facción o partido capaz de negar el potencial que posee Venezuela para constituirse en uno de los países más avanzados de la región? Y al propio tiempo, como una paradoja trágica, ¿existe alguna teoría, medianamente seria, capaz de negar la debacle en la que hemos sido sumidos los venezolanos? ¿Es posible negar hoy los consensos sobre la disfuncionalidad que a mediano y largo plazo genera el rentismo como conducta dominante en cualquier nación? Y en ese sentido, ¿habrá alguien que cuestione hoy, con algo de racionalidad argumentativa, la importancia de instituciones políticas y económicas que promuevan la justicia, la estabilidad, la equidad y la libertad en función del desarrollo autónomo y sostenible?

Contra las mejores ideas y las toneladas de evidencias que había ya en 1998, el liderazgo del país en los últimos veinte años no solo mantuvo el rentismo como conducta social, sino que lo hipertrofió a niveles catastróficos, enrumbándonos en una senda nefasta de migración forzosa, extractivismo mineral, depredación ambiental y comercio de bienes ilegales, a una escala nunca antes vista en el continente. Como si no hubiesen sido claras las advertencias de Emeterio Gómez sobre la falsedad de la teoría del valor trabajo, la teoría de la plusvalía, de la Revolución y de toda construcción marxista que se erige sobre ella, aquí muchos se empeñaron en rehabilitar dogmas que en el resto del mundo solo tienen el valor de piezas de arqueología.

En este momento, cuando una quinta parte de la nación venezolana vive fuera del territorio y la riqueza nacional retrocedió cincuenta años, deberíamos ser capaces de decir «¡basta!» y convertir la tragedia reciente en fuente de aprendizaje y rectificación. La experiencia debería ser nuestra maestra, para que en el futuro podamos escribir renglones de esperanza, potencial no despilfarrado y logros obtenidos con esfuerzo; para que cada quien, a su particular manera, pueda vislumbrar un mejor porvenir para sus hijos y para los suyos, trastocando este trauma social en motivación y guía.

Ese es el viaje al que invita esta obra: el de hacernos preguntas y estar abiertos a responderlas de manera reparadora. No como quien busca venganza o reafirmar sus convicciones, sino como quien aspira a aprender de su propia experiencia y a rectificar. Cuando la primera edición de este libro apareció, era claro el destino que resultaría de profundizar la ruta del rentismo petrolero; pero quienes creímos en el sueño en aquel entonces nos resistíamos a siquiera imaginar, ilusos quizás, ingenuos seguramente, que la sociedad venezolana iba a deslizarse, incluso voluntariamente, hacia una deriva tan profunda en errores ya cometidos.

Considerando que su primera edición se publicó veinte años atrás y que los factores críticos se han vuelto exponenciales en este tiempo, estamos hablando entonces de un esfuerzo intelectual que no solo es integral y pedagógico, sino que está también dotado de conciencia histórica, dando cuenta sobre los problemas que nos aquejan y conectándolos con la experiencia de otras naciones y la nuestra. No es un ejercicio onírico con su carga de irrealidad o alucinación. El título que le ha servido siempre de nombre al libro y sus proyectos, es una instigación para que, de forma analítica, ordenada y esperanzada, los venezolanos podamos establecer los elementos de nuestra problemática, las causas de su persistencia y feroz agravamiento, las formas de superarla de acuerdo a nuestras capacidades y la visión de lo que podríamos ser a la vuelta de una generación. Se trata de echar mano de nuestros mejores activos, incluyendo patrones de la cultura, para organizarlos bajo formas institucionales incubadoras y generadoras de bienestar. Como rezaba una hermosa frase del proyecto pedagógico de teatro de calle con el que recorrimos varios estados: «somos como quien vuela papagayos, con la mirada en el cielo y los pies en la tierra».

Eso también es el sueño para Venezuela que nos ofrecen Casanova y Torres. Una visión para consolidarnos como un pueblo de ciudadanos: políticamente constituido, movilizado por sus derechos en contrapartida a sus deberes; económicamente próspero, emprendedor, autosuficiente e integrado al mundo; socialmente proactivo, militante y solidario. La narrativa de venezolanos que por informados, proactivos y responsables, se han vuelto inmunes a espejitos y espejismos, donde sea que decidan vivir.

El prólogo de un libro suele tener por objetivo hacer una invitación a la lectura; una especie de honor que concede el prologuista a los autores, habida cuenta del prestigio de quien suele escribir este tipo de textos. Es así por lo general, mas no en este caso. Aunque los prologuistas hemos puesto empeño en hacer la mejor invitación posible a leer este texto inspirador y acucioso, contrario a la costumbre, los honrados al prologarlo somos quienes suscribimos. Habérnoslo propuesto es un noble gesto que acogemos con fraterno agradecimiento, humildad y, lo más importante, con la plena convicción de que ordenamos estas pocas frases para anteceder la segunda edición de un material que confiamos servirá de pauta para un eficaz y movilizador ejercicio de pedagogía social, con la mirada puesta en la reconstrucción de Venezuela.

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